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Bioneuroemoción: La invitación a transformar la rigidez del inconciente

“La única relación que tienes que sanar, es contigo mismo”. Enric Corberá.

Cada vez que inicio una relación de pareja todo parece brillar miel sobre hojuelas.
La emoción de lo nuevo se apodera de mi interior y con mucha ilusión me embarco
en un proyecto que, tarde o temprano, se convertirá en un barco a la deriva.
Me considero un hombre atractivo, inteligente y trabajador, además de tener un
fuerte compromiso con los proyectos y personas que me involucro. Sin embargo, el
amor de pareja forma parte de una constante nebulosa.
Nunca tuve dificultades para iniciar una relación. Es más, me gustaba
comprometerme y gritar a los cuatro vientos lo feliz que me sentía en ese estado,
pero siempre algo truncaba mi percepción de proyecto ideal de pareja.
En ese caminar permanente de preguntas, reafirmadas en respuestas
autosatisfactorias que justificaban cada quiebre, es que llego a la Bioneuroemoción,
disciplina que busca contribuir al bienestar emocional de las personas. Un
acercamiento que surge espontáneamente frente a un video que registró una
conferencia de Enric Corberá, experto en el tema.
Mi primera reacción al ver la duración del material (más de dos horas) fue de desidia.
Pese a ello apreté click y comencé a escucharlo. Con el avance de la charla surgían
conceptos como libertad emocional, vivir en plena conciencia, resonancia, enfoque
no lineal, entre otros, que comenzaron a resonar en mi interior.
Cuando Corberá se refirió a la observación consciente, un llamado a no juzgar y
desarrollar la capacidad de autoindagación, sentí que algo se abría ante mis ojos.
Elementos como el no justificarse ante una situación, evitar hablar del otro y atender
a la repetición de situaciones permitió posicionarme con respecto a los quiebres de
pareja que antes comentaba.
Ahí comencé a vislumbrar una de mis taras. Siempre analizaba mis relaciones
desde un lenguaje simbólico, donde me remitía a lugares comunes para argumentar
cada fin de ciclo. Así, frases como “ella no me valoraba”, “me aburrí de la
monotonía”, “se me pasó el amor” y tantas otras se transformaron en mis
definiciones predilectas para dar por cerrado un ciclo, aunque nunca había
considerado un punto reiterativo en cada fin de ciclo: la infidelidad.
Al detectar que mis quiebres tienen como patrón común la infidelidad comienzo a
dar sentido a lo que Corberá denomina concepto no lineal, donde todo lo que nos
ocurre en nuestra existencia tiene un sentido, nada es fruto de la casualidad y, a
partir de este escenario, somos los responsables de crear una realidad.
A medida que avanzaba la conferencia mi desidia cambió por una profunda
atención. Aceptaba la invitación de la Bioneuroemoción a desarrollar mi capacidad
de autoindagación frente al ambiente emocional que rodea cada fin de noviazgo.
Debía aceptar el reto de poner en duda la percepción de mis quiebres para generar
un nivel de conciencia más elevado.
Cuando comienzo con mi propio ejercicio, Corberá seguía proponiendo elementos
que daban más sentido a la aventura en la que me embarcaba Más aún cuando
surge el concepto de resonancia, que lo define como el atraer a nuestra vida
situaciones que se encuentran en el inconsciente y que provienen desde nuestros
ancestros.
Identificada la situación, como sería la infidelidad que cometí en mis relaciones,
comencé a indagar en mi historia familiar, donde descubrí que tanto mi madre como
mi abuela fueron víctimas de engaño. Un punto de inflexión para dar sentido a mi
conducta, al detectar mi propia emoción familiar y así comprender mi experiencia
de vida.
No menos importante fue conocer que la infidelidad que afectó a mis ancestras tenía
como punto común el supuesto desinterés de ellas hacia sus parejas. En eso estuvo
la clave, porque siempre justifiqué mi accionar por la poca comprensión que sentía
por parte de mis parejas de turno, sin siquiera imaginar que mi accionar tenía un
origen tanto en comportamientos y conflictos emocionales originados en mi propio
grupo familiar.
El análisis también permitió notar mi desatención a algo que Corberá denomina “Ley
del espejo”, donde las relaciones interpersonales muestran no solo nuestras
cualidades, sino que también los aspectos negativos de la personalidad, lo que está
alojado en el inconsciente y uno no desea ver. Un punto a trabajar para lograr lo
que el catalán define como abundancia, donde la pareja logra resonar con uno al
descubrir y trascender las debilidades alojadas en mi inconsciente.
Tras dar por cerrado este acercamiento inicial a la Bioneuroemoción, un sinfín de
caminos he podido vislumbrar. El más importante se refiere a tomar conciencia de
cómo la información inconsciente domina la existencia. Es fundamental trascenderla
y transformarla, el paso para generar un antes y después en mis experiencias de
vida.

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