Professional Documents
Culture Documents
FENICIAS Y GRIEGAS
INTRODUCCÓN: El marco teórico de las colonizaciones fenicias y griegas
-1-
han formado parte de la periferia pueden con el tiempo convertirse en centro y también al
contrario.
Esta doctrina se ha aplicado a los contactos de los griegos con los pueblos de la
Península Ibérica y del entorno de Massalia y a los producidos entre fenicios y tartessicos.
Al estudiar los procesos colonizadores de la Antigüedad hay que tener en cuenta una
serie de aspectos fundamentales:
I. LA COLONIZACÍON FENICIA
-2-
conoció a los fenicios constituye un punto de partida de indudable importancia a la hora de
establecer los rasgos de identidad de esta población oriental.
El término al que designa a los fenicios era Phoenix, de invención helénica y nadie más
que los griegos utilizó el término para designar a este pueblo oriental. No se sabe bien a que
hacia referencia (al color de la púrpura de sus telas, pues eran grandes tinteros, a un héroe
legendario o “epónimo” inventor de la purpura, un instrumento musical, a la tez oscura, etc.).
En cualquier caso, no era así como los fenicios se designaban a sí mismos, lo hacían por el
término “cananeo” (de Canaan), nombre semita cuyo significado no se conoce bien, pero en
hebreo significa “comerciantes”.
El rey Hiram I de Tiro (961-928 a.C.) fue el fundador del imperio comercial de la ciudad. A
través de un pacto comercial con Salomón (rey de Israel), los tirios se abren paso por las rutas
que llevan a Siria y el Alto Eúfrates, Mesopotamia, Arabia y Egipto, además de navegar por el
mar Rojo.
En el siglo IX a.C. se mantienen las buenas relaciones con Israel y se estrechan los
contactos con los principados neohititas de Cicilia y con los reinos arameos del norte de Siria,
estableciéndose una serie de factorías en el golfo de Alejandreta que permitirán a Tiro el
acceso a los metales (hierro y plata) de Anatolia. El siguiente paso fue la apertura de nuevas
factorías en Chipre, de donde se obtenía cobre. Las relaciones con neohititas y arameos dieron
pie, además, a contactos con el mundo egeo.
A finales del s. IX a.C. Tiro cambia geográficamente los intereses de su política comercial
y comienza su interés por occidente. El primer reflejo de ello fue la fundación de Kition en
Chipre, con el fin de controlar totalmente y más de cerca el suministro de cobre desde la isla.
-3-
Mediterráneo central y occidental en el s. VIII a.C. Sin embargo, las fuentes escritas parecen
establecer que Tiro mantiene su dinámica colonizadora hasta el siglo VI a.C. en que es
conquistada por los asirios.
Maria Eugenia Aubet en su obra “Tiro y la colonización fenicia de occidente” sostiene que
la colonización fenicia no puede explicarse por una sola causa, sino por varias concatenadas
que actuaron en un largo proceso temporal, en el que los estímulos exteriores actuaron a
veces como desencadenantes. La cuestión es establecer en que momento de ese proceso les
fue rentable lanzarse a la empresa marítima hacia el Mediterráneo central y occidental.
Desde esta perspectiva (Mª Eugenia Aubet), esas posibles causas concatenadas habrían
sido:
Las obligaciones tributarias para con los asirios estimularon los intercambios
comerciales con ellos. A cambio de estos tributos, los asirios protegieron y dejaron autonomía
a las ciudades fenicias, mientras que la política exterior de éstos buscaba el asegurarse la
-4-
obtención de las materias primas necesarias para la producción de dichas manufacturas de
lujo; esto exigía control de rutas marinas y de territorios.
Otras mercancías muy necesarias para el mantenimiento del sistema social, político
y estatal asirio eran los metales: hierro, estaño, plomo y plata. Entre finales del s. IX y
principios del s. VIII a.C. se comprueba arqueológicamente una escasez de plata en Asiria, lo
que se cree consecuencia de un corte en su abastecimiento desde Anatolia, a raíz de la alianza
entre los principados sirios y Uratu. Sin embargo, el registro arqueológico demuestra que
desde fines del s. VIII y durante el s. VII a.C. Asiria esta de nuevo bien abastecida de plata. Esta
recuperación de la afluencia del metal se pone en relación con la explotación de las minas de la
península ibérica por los fenicios en dicho periodo.
• El primer circuito comercial lo montan los fenicios tras la derrota de los filisteos
a manos del rey David en el s. X a.C. Israel aportará productos alimenticios y Fenicia les exporta
productos manufacturados. El circuito abarca el mar Rojo y, según lo textos bíblicos, el reino
de Ophir, que algunos lo identifican con el Yemen y otros con alguna región costera de la India,
donde los buques de Salomón y de Hiram I se abastecían de oro, marfil y de piedras y maderas
preciosas. Este circuito desaparece a fines del s. IX a.C. con el despertar político y económico
de Egipto a la postre provoca la ruptura entre Tiro e Israel.
5. RELACIONES CON ASIRÍA.- En el s. IX a.C. los asirios inician una política colonial
agresiva y militarista en el Próximo Oriente. Ya en ese siglo hacen acto de presencia en la costa
sirio-palestina sometiendo a tributo a los Estados de la zona bajo la amenaza de invasión. Las
primeras noticias que de ello se tienen narran como el rey asirio Asurnasirpal II (886 a.C.)
sometió a tributo a Sidon, Biblos, Tiro y Arados, sin llegar a conquistarlos militarmente. La
situación se hace mas gravosa para las ciudades fenicias a principios del s. VIII a.C. cuando el
rey Adad-Nirari III exige una cantidad 20 veces superior a lo hasta entonces demandado como
tributo. De esta forma estos pagos forzosos pasan a ser un instrumento de financiación
fundamental de la expansión imperialista asiria.
-5-
La colonización fenicia tendría pues dos objetivos fundamentales:
Solucionar el problema del abastecimiento de metales a los asirios (oro, plata,
bronce, estaño y plomo).
Acabar con el déficit alimentario crónico.
Además, esta claro que tal empresa colonizadora no pudo haber sido afrontada por un
Estado débil o en crisis, sino económicamente fuerte y con una potente demanda de sus
productos.
o Hacia el 700 a.C. se iniciaría una nueva etapa con un incremento notable de
población en los asentamientos coloniales, como consecuencia de la llegada de más colonos,
llevándose a cabo una colonización de tipo agrícola, proceso que culminaría en el s. VI a.C. A
esta última fase corresponderían los hallazgos de materiales fenicios en el valle del
Guadalquivir (Osuna, Carmona, Carambolo, etc.), que implicarían la existencia de “colonias
fenicias” en el interior.
En un primer momento (s. VIII a.C.) habrían utilizado circuitos comerciales indígenas
preexistentes para acceder a las fuentes de metal.
En una segunda fase, el control de tales circuitos pasaría a manos fenicias (s. VII a.C.)
y se incrementarían los intercambios, así, los iniciales asentamientos comerciales (factorías) se
-6-
convierten en centros productores. Se controla tanto la extracción como la transformación del
mineral en la zona de Huelva.
La empresa colonizadora fue para Aubet una empresa estatal tiria en la que jugó un
papel fundamental el templo de Melqart de Tiro.
La contradicción entre lo que dicen las fuentes escritas y los datos ofrecidos por la
Arqueología, es el principal origen de controversias en el estudio de la colonización fenicia.
Veleyo Patérculo, historiador latino de época de Tiberio, afirmaba que Gadir fue fundada por
los fenicios 80 años después de la caída de Troya, junto con Lixus y Útica (en el norte de África).
Esto situaría la fundación en torno al 1100 a.C. La misma noticia había sido recogida por
-7-
Diodoro de Sicilia (historiador griego, pero muy ligado ya al mundo latino, que bebe de fuentes
anteriores) en el s. I a.C. Hasta fechas muy recientes esta idea había sido aceptada por la
Historiografía. Sin embargo, los estudios arqueológicos realizado en Cádiz en los años 60 y 70
no encontraron restos de presencia fenicia anteriores, como mucho, a fines del s. IX o
principios del s. VIII a.C.
Historiadores como Aubet y Bunnens entienden que el éxito de esta tradición que sitúa
tan lejanamente la fundación de Gadir se debe a una serie de causas:
a) La existencia de una corriente de autores clásicos y de especulaciones eruditas que
consideran a los textos homéricos como auténticamente históricos.
b) La importancia comercial y económica de Gadir, ya en época histórica.
c) La fama que adquirió en época clásica el templo gaditano de Heracles-Melqart.
Sin embargo, no se ha podido demostrar que sea anterior al siglo IX a.C. Otros datos
arqueológicos esgrimidos no han podido ser situados cronológicamente al no haber sido
encontrados en estratigrafía. Los seguidores de esta hipótesis también han defendido el origen
oriental de carros y escudos utilizados en el Mediterráneo occidental a fines del 2º Milenio y
principios del 1º, pero tal origen no parece demasiado claro. En todo caso, se trata de una
visión claramente difusionista, que no concibe otra idea que la difusión para explicar el cambio
cultural.
El problema se debate entre quienes defienden esta cronología antigua y los que
indagan en los testimonios arqueológicos, más objetivos, que no se datan más allá del 800-775
a.C. Los primeros aducen la existencia de una etapa de tanteos, antes de la concentración de
una colonia estable, que no han dejado huellas materiales perceptibles. Los segundos, hacia el
año 1100 a.C. Tiro no dispondría de una infraestructura suficiente para emprender estas
navegaciones de ultramar y, desde luego, los restos mas dispersos por Grecia y Chipre no son
anteriores al 900 a.C. De otro lado, las mismas fuentes hablan de la importancia que tuvo el
culto al dios Melqart en la fundación de la ciudad, que se habría realizado siguiendo el oráculo
de esta divinidad. Pero no hay en Fenicia institucionalización del culto a Melqart hasta el s. X
a.C.
En cuanto a la elección del lugar donde se fundó Gadir, responde a que las
características de su emplazamiento se correspondían con las que los fenicios
tradicionalmente buscaban en sus fundaciones. Se trataba de un archipiélago muy cercano a la
-8-
costa, junto a la desembocadura de dos ríos (el río Guadalquivir y el río Guadalete) y a un gran
lago interior (el lago Ligustinus), por lo que se podía acceder a las zonas mineras existentes
tierra adentro. Además, se encontraba situada entre dos mares y permitía el control costero y
una fácil conexión con las costas del norte de África, tanto mediterráneos como atlánticas y
con el Mediterráneo central.
Si, como parece seguro, fue Cádiz el establecimiento mas antiguo, hay que suponer que
desempeño un papel activo en la organización de la posterior empresa colonial, que se
extendió en una 2ª fase, a partir del s. IX, por las costas de Cádiz, Málaga, Granada y Almería,
para desbordar desde mediados del s. VII este horizonte hacia el litoral levantino y, en sentido
opuesto, por el Atlántico, hasta la desembocadura del Montego.
También encontramos fundaciones fenicias de mediados del s. VIII a.C. como son, el
yacimiento de “Morro de la Mezquitilla”, en la desembocadura del río Algarrobo (provincia de
Málaga), “los de Cerro de La Mora” y “Cerro de San Pedro” (Huelva). Esto implicaría que los
primeros escarceos y contactos de los fenicios en las costas peninsulares se habían producido
un poco antes de mediados del s. VIII a.C., es decir, a finales del s. IX o a principios del VIII a.C.
En el Mediterráneo central y occidental, los restos arqueológicos fenicios más antiguos se
hallan en Sulfas (Cerdeña), Cartago, Castillo de Doña Blanca (Gadir) y Morro de la Mezquitilla
(Málaga).
Por eso, de la segunda mitad del s. VIII a.C. datan los asentamientos de Toscanos,
Chorreras, Montilla (en Málaga), Sexi (Almuñecar) y Abdera (Adra). Algunos de ellos dejan de
ser ocupados cuando su funcionamiento ya no interesa (el caso de Toscanos y de Chorreras).
Estos yacimientos corresponderían pues a una segunda fase colonizadora.
También es posible hablar de una 3ª fase, menos conocida que la anterior. En la segunda
mitad del s. VII a.C. se fundan los poblados de Cerro del Prado (en la desembocadura del río
Guadarranque, junto a Algeciras, lo que luego será la colonia romana de Carteia), y el Cabecico
de Parra, en la desembocadura del río Almanzora, dedicado a la explotación minera. Este
periodo es el de máximo esplendor de Gadir y a su iniciativa para ampliar su área comercial
hay que achacar esta última fase colonizadora.
En esta 3ª fase de mediados del s. VII a.C., Gadir desarrolla una importante actividad
comercial en una extensa zona que abarca desde “las costas atlánticas de Marruecos y
Portugal, hasta la costa mediterránea del norte de África, Ibiza y la costa levantina peninsular”.
En Portugal se funda por estas fechas (mediados del s. VII a.C.) el asentamiento de Abul, en la
desembocadura del Sado, yacimiento que se relaciona con el comercio del estaño realizado
por los gaditanos en el Atlántico. Estuvo ocupado hasta fines del s. VI a.C.
De fines del s. VII a.C. datan los restos arqueológicos mas antiguos hallados en el
asentamiento de Lixus en el Marruecos Atlántico. Se trataría de un enclave ligado a la
importación de oro y marfil africanos y a la extracción de sal y a las actividades pesqueras en el
Estrecho.
-9-
Mas al sur de Lixus, los fenicios fundan Mogador, pequeña factoría frecuentada por
navegantes entre los siglos VII y VI a.C., utilizada probablemente para realizar contactos u
operaciones comerciales esporádicos.
Con respecto a la colonización fenicia de Ibiza presenta una serie de etapas claramente
diferenciadas. Comienza con la fundación de Sa Caleta a mediados del s. VII a.C., enclave que
desde el principio tiene un carácter urbano (4 hectáreas de extensión) y que estuvo orientado
al intercambio con las costas de Levante y del Golfo de León. Ya a principios del s. VI a.C. se
funda Ebussus (actual Ibiza), desapareciendo Sa Caleta. Desde mediados del s. VII a.C., los
fenicios dominan comercialmente el Mediterráneo occidental. Las fundaciones en Ibiza traerán
como consecuencia la de una serie de asentamientos en las costas levantinas. Sin embargo, ya
desde fines del s. VIII a.C. poblados indígenas de esa zona, como los de Los Saladares, Peña
Negra en Crevillente (ambos en Alicante) y Punta de los Gavilanes (Murcia), reciben con
asiduidad productos de origen fenicio. Incluso en Peña Negra existió desde antiguo un gremio
fenicio, situado a las afueras del poblado, dedicado a la fabricación orfebre. Esto significa que
ya hubo presencia fenicia o contactos frecuentes de los fenicios en el área levantina antes de
las fundaciones de Ibiza. En Levante, los fenicios estaban especialmente interesados por los
metales de la zona (hierro en Peña Negra y plata en Punta de los Gavilanes). Localizaron sus
fundaciones en puntos de paso estratégicos hacia posiciones más al norte.
Ibiza experimenta un importante desarrollo comercial a fines del s. VII y principios del VI
a.C., al servir de trampolín para el comercio con el golfo de León y la desembocadura del Ebro,
es decir, con “los pueblos de los Campos de Urnas”. Así lo demuestra, como ejemplo, el
yacimiento de Aldouesta (en Tarragona), situado en un meandro del río Ebro, almacén donde
se guardaban mercancías de origen oriental para su redistribución.
GADIR.- De la necrópolis arcaica solo se conocen unas cuantas tumbas, fosas del s. VI a.C.
con restos incinerados. Del asentamiento también se ha detectado poco, salvo algunos restos
del s. VI a.C. Tampoco se conoce mucho de los templos de época arcaica, solo estatuillas
encontradas en el canal de Santi Petri, del tipo “smiting god” (Dios sonriente). El resto son
meras referencias en fuentes literarias.
- 10 -
Las viviendas tienen planta rectangular, suelo de arcilla, zócalos de piedra y alzado de
adobe lucidos con cal. Están divididas en habitaciones y se disponen formando calles. Son
distintas a la del Bronce Final de la Península Ibérica y parecidas a las orientales.
Esta documentada una gran necrópolis en la falda de la Sierra de San Cristóbal de la que
sólo se ha excavado un túmulo: el de las Cumbres, que ha dado lugar a gran controversia a la
hora de ser interpretado, pues algunos arqueológicos opinan que los allí enterrados son
indígenas, mientras que otros creen que son fenicios. Presenta este túmulo un “ustrinum” o
estructura para quemar difuntos (si la cremación se realiza en hoyo hablamos de un
“bustrum”), en torno al cual existen 63 urnas cinerarias con restos humanos, sellados con
piedras y rodeadas de muros de adobe. El túmulo de las Cumbres esta datado en mediados del
s. VIII a.C. Junto a él aparece otro túmulo con 13 enterramientos (también por incineración),
que data de la segunda mitad del s. VIII a.C. En ambos, el cadáver se quemó con sus
pertenencias personales (joyas, broches de cinturón, cuchillo no ofensivo, etc.). Las cenizas se
cribaban y se introducían en una urna que se depositaba en un hoyo y se tapaba con una
piedra.
CERRO DEL PRADO.- Situado en el campo del Gibraltar, en la desembocadura del río
Guadarranque. Estuvo ocupado desde la segunda mitad del s. VIII a.C. hasta el s. IV a.C. en el
que, posiblemente, por la sedimentación del río, se refundo en Carteia.
CERRO DEL VILLAR.- Esta situado junto a la desembocadura del río Guadalhorce, fue
levantado en la segunda mitad del s. VIII a.C. En él se desarrollan actividades no relacionadas
con el comercio ni con la minería, sino con la agricultura en la Vega. De tamaño
considerablemente en relación con otros poblados fenicios de la Península, fue abandonado a
principios del s. VI a.C., quizás por las riadas del Guadalhorce que se han evidenciado a partir
de estudios del terreno.
Morro de Mezquitilla tiene varias fases de ocupación (en el Calcolítico, época fenicia,
fase púnica y época romana), pero sin continuidad entre unas y otras. Para el periodo fenicio
presenta viviendas grandes, una de ellas con 6 habitaciones que se dedicaría a almacén.
- 11 -
Chorreras se encuentra a unos centenares de metros de Morro de Mezquitilla. El
asentamiento cuenta con viviendas de construcción típicamente fenicia, rectangulares y con
patio interior. Este poblado se ha relacionado con labores agrícolas y de transformación de
minerales.
Para su estudio son muy importantes los análisis paleogeográficos, dadas las grandes
transformaciones que se han producido en las líneas de costa.
Podemos decir que, los fenicios, reproducen en nuestras costas los patrones de
asentamientos de sus ciudades en el Próximo Oriente. Las fundaciones se realizan en islas,
penínsulas o promontorios junto a las desembocaduras de ríos, generalmente navegables en
aquella zona (Guadalhorce, Vélez, Almanzora, Guadalete, etc.). Ejemplos claros de lo dicho son
Gadir, junto al Guadalete; Montilla en la desembocadura del Guadiaro; Cerro del Prado, en la
del Guadarranque; Sexi, entre los ríos Seco y Verde; Cabecico de Parra, al lado del Almanzora;
Cerro del Mar, junto al Vélez, etc.
Son lugares con condiciones óptimas para funcionar como fondeaderos bien protegidos
de vientos y mareas. Sin embargo, ninguno de ellos cuenta con la extensión de otros
asentamientos creados por los fenicios en el resto del Mediterráneo. Así, en Sicilia tenia una
extensión de 40 hectáreas; Kition en Chipre unas 70, entre otros casos similares, frente a las 2
hectáreas de Cerro del Prado y de Morro de la Mezquitilla, las 25 de Toscanos en el momento
de su fundación, posteriormente nunca llegaría a más de 15 hectáreas, o la 10 hectáreas de
Gadir.
Otro rasgo característico de los poblados fenicios en las costas peninsulares se refiere a
sus necrópolis, situados siempre cerca de la ciudad pero al otro lado del río que está presente
junto al asentamiento. Se supone que respondía esta práctica a cierto mecanismo purificador,
reproduciendo también el modelo oriental.
Parece que la necrópolis arcaica con mayor numero de enterramientos es el Cerro del
Mar, correspondiente a la fase primitiva de Toscanos donde se hallaron 28 tumbas de
incineración en pozo, fosa y hoyo, siendo seguida por Laurita, necrópolis arcaica de Sexi con 20
tumbas, correspondientes a 22 enterramientos en urnas cinerarias de alabastro.
- 12 -
Con respecto al registro funerario, conocemos pocas necrópolis que datan de los siglos
VIII y VII a.C., como las de Gadir; Casa de la Viña; en Toscanos; trayamar; Morro de Mezquitilla;
Laurita; en Sexi y en Chorreras. No todos se entierran igual. Hay desigualdades en los
enterramientos. En todas ellas predomina la cremación como modalidad funeraria, asociada
generalmente a un ajuar que suele ser uniforme estando compuesto esencialmente por
cerámicas de barniz rojo con formas y funciones diversas, ánforas de transportes, cerámicas
comunes, adornos personales de orfebrería en oro y plata, amuletos de pasta vítrea,
escarabeos en colgantes metálicos, anillos, collares, huevos de avestruz pintados, ocre, etc.
Este ajuar obedece al ritual funerario fenicio para protección del difunto en su vida de
ultratumba.
Así pues, las necrópolis de la Península constituyen una excepción en el mundo funerario
en este sentido. Otra peculiaridad de algunas necrópolis fenicias de la Península Ibérica
(Laurita, en Almuñecar y Lagos por ejemplo) es que los restos del difunto se depositan dentro
de pozos en vasos de alabastro egipcios que proceden del saqueo de tumbas faraónicas,
mayoritariamente de las tumbas reales de Tanis, donde se enterraron los faraones libios de la
Dinastía XXII. En ellos son visibles sellos de faraones de época tardía, como Sheshonq III,
Takelot II, Osorkon II, etc. en la necrópolis Laurita de Almuñecar, que fue la primera en
proporcionar una cronología precisa (VIII-VII a.C.).
La función que tenía estos vasos, en principio, fue servir de contenedores o lujosos
envases para productos de calidad, primordialmente vino o ungüentos aromáticos, destinados
al suntuoso ajuar funerario de los faraones; pero también servirían de valiosos productos de
exportación comercial e incluso como prestigiosos regalos hacia las casas reales del Próximo
Oriente.
En las necrópolis suelen haber restos de pocas personas, posiblemente sólo tendrían
derecho a ser enterados grupos reducidos de la élite colonial. El reducido número de
enterramientos de las necrópolis arcaicas es claro exponente de la débil demografía de los
primeros establecimientos fenicios.
- 13 -
minero de Cerro Salomón, del s. VII a.C., situado en la zona de Río Tinto. La llegada de los
fenicios supuso un incremento muy notable de la producción metalífera en determinadas
áreas peninsulares, así como la introducción de nuevas técnicas extractivas y de
transformación del mineral. El que se extraña de la sierra de Huelva se trasladaba luego al
poblado tartésico situado en la misma Huelva, donde existiría una comunidad fenicia desde
fines del s. VIII a.C., dedicada a la transformación del mineral, estando documentados hornos
de fundición de plata.
Además del foco metalúrgico onubense había otro en el entorno de Aznalcollar, al que
pertenecían los poblados de San Bartolomé del Monte y Peñalosa, en el que se realizaba la
copelación de la plata. Relacionado con ellos estaría el poblado de Tejada la Vieja (en Escacena
del Campo), situado a medio camino entre la zona de Aznalcollar y el mar. Existe una conexión
secuencial en el espacio entre Aznalcollar, San Bartolomé, Peñalosa, Tejada y Gadir.
Con todo dicho, los poblados de los asentamientos fenicios en la Península Ibérica se
dedicarían a actividades muy variadas: comercio, artesanía (orfebrería y alfarería), minería,
pesca, agricultura. Es perceptible que cierto urbanismo existan fortificaciones y grandes
almacenes. Todo ello nos refleja una sociedad bien organizada y centralizada
administrativamente formada por una especie de burguesía, mercantil y no mercantil,
especializada.
- 14 -
Las referencias más antiguas proceden de autores clásicos que sitúan episodios del ciclo
hercúleo en Iberia, o hablan de la llegada a ella de héroes griegos que han participado en la
Guerra de Troya (Melenao, Arquelao, Ulises, etc.).
Las investigaciones más recientes de Antonio García y Bellido o de Fernández Nieto, con
un carácter plenamente científico, han llegado a la conclusión de que estos relatos son
recreaciones de época helenística y romana en los que se sitúa la acción de las leyendas en
lugares cada vez más remotos a medida que se iban incorporando territorios al ámbito greco-
latino, es decir, al mundo conocido.
De este carácter mítico debe excluirse la ruta de las islas jalonada con sufijos en
<<oussa>>, ya que topónimos con esta terminación son comunes tanto en Grecia como en
Italia y también son aplicados a la Península. Se datarían posiblemente desde la primera mitad
del s. VIII a.C., como han demostrado recientemente las excavaciones arqueológicas en
Pitecousssa (Isquia), primera colonia griega del Mediterráneo occidental. Desde aquí, esta ruta
se convertirá en el cauce de comunicación de los primeros navegantes y exploradores griegos
históricos hacia el occidente mediterráneo.
En los siglos II y I a.C., Iberia todavía no es bien conocida, por lo que es buen lugar para
situar en ella, mitos y fundaciones griegas con el fin de hacer ver que las colonizaciones griegas
son mas antiguas y llegarán mas lejos en el espacio que las otras culturas.
Desde el s. XVI a.C., navegantes micénicos habían alcanzado ya las islas y territorios de la
parte occidental del Mediterráneo, lo que es reflejado por datos arqueológicos, como
fragmentos de cerámica micénica encontrados en Sicilia, Cerdeña y Levante Ibérico.
A partir del s. XII a.C., finalizado el Bronce y destruido el sistema palacial en el Egeo y el
Próximo Oriente, desaparecen los datos arqueológicos que muestran la presencia griega en la
Península hasta el s. VIII a.C. con la colonización fenicia. Entonces llegan nuevamente
productos de origen heleno, mas concretamente de las Cícladas, Eubea y Ática. Cada vez
parece mas evidente que en los siglos VIII y VII a.C. no hubo colonización griega en la Península
Ibérica, a pesar de lo recogido en las fuentes escritas, sino que la presencia de restos
materiales griegos se habría debido a la actividad de los fenicios. Los fragmentos de cerámica
griega de época hallados en poblados indígenas (Huelva) y fenicios (Castillo de Doña Blanca,
Chorreras, Toscanos, etc.) de Iberia aparecen siempre en numero muy reducido (en torno al
1% del material cerámico que se halla en la excavación) y proceden, sobre todo, del
Mediterráneo central especialmente de Pitecussa, isla situada frente a Nápoles y colonizada
por los Eubeos, donde se habría producido el intercambio de tales productos con los fenicios.
- 15 -
La cerámica griega era un bien de lujo y prestigio para éstos, como lo demuestra el hecho de
que parezca en sus tumbas, llegando a copiar esta cerámica para paliar su escasez (se hicieron
imitaciones, por ejemplo, en Toscanos y en Sexi).
Como hemos dicho anteriormente, uno de esos mitos sería el de la navegación rodia en
época muy temprana, por el golfo de León, islas Baleares, las costas levantinas y meridionales
de la Península Ibérica.
Fruto de esta actividad sería la fundación de Rhode, que Estrabón lo sitúa poca antes de
la 1ª Olimpiada, por tanto, hacia el 776 a.C., mito al que contribuiría la homonimia de la
colonia con la pretendida metrópoli y auge comercial de Rhode en el s. IV a.C. Pero tal origen
legendario de Rhode hay que desestimarlo. En primer lugar porque es muy posible que este
mito fundacional fuera creado por Posidonio (135-150 a.C.), del que lo habría retomado
Estrabón. Este último dice:
“Cuenta también de los rodios que su preponderancia marítima no data sólo del tiempo
en que fundaron la ciudad natal, sino que antes del establecimiento de las Olimpiadas, y con el
fin de socorrer a los hombres, emprendieron largas travesías muy alejadas de su patria,
navegando por ello hasta Iberia, donde fundaron Rhode, que después paso a ser posesión de
los masaliotas”.
Habría un interés recíproco entre Rodas y Rhode por fomentar una pasada y una
tradición común: Rhode adquiría así un pasado lejano, unas raíces griegas muy antiguas y
relacionadas con una de las metrópolis griegas más prestigiosas; los rodios incrementaban por
su parte su prestigio al suponerse tan temprana su expansión por el Mediterráneo.
En cualquier caso, analizando los materiales arqueológicos rodios más antiguos hallados
en el sur de Francia, ha demostrado que Rhode es una fundación ligada a la “actividad
comercial massaliota” y nunca anterior a finales del s. V a.C.
Sin embargo, en la segunda mitad del s. VII a.C. se produce un cambio en esta dinámica
que se refleja en las fuentes materiales y literarias.
De otro lado, la historia se situaría entre el 640 y el 630 a.C., fecha de fundación de
Cirene, hallándose materiales procedentes de Samos en Cerro del Villar que datan de finales
del s. VII y principios del s. VI a.C. Este episodio puede relacionarse con el interés samio en
occidente durante 30 o 40 años en la segunda mitad del s. VII a.C., hasta que presiones
internas la hacen volver sus miras hacia las Cícladas y el mar Negro. Es difícil establecer a que
puertos de Iberia podrían haber llegado las naves samios, probablemente navegantes de
Samos y de otras ciudades jonias habrían arribado a puertos fenicios peninsulares en la
segunda mitad del s. VII y principios del s. VI a.C. (restos de gran cantidad de copas jonias de
- 16 -
finales del s. VII y principios del s. VI en Cerro del Villar, Malaca, Huelva, etc.). En cualquier
caso, se tratará de una presencia esporádica y no de colonización.
Desde el ultimo cuarto del s. VII a.C. parece claro que los foceos visitan y comercian con
el reino de Tartessos regularmente con tanto éxito. Herodoto describe la amistad que los
colonos-comerciantes focenses habían entablado con el rey de Tartessos. Tal amistad con el
rey tartéssico Argantonio que les invitó a establecerse en Tartessos para escapar del ataque de
los persas; ante la negativa de los foceos, el rey les concedió dinero para construir una muralla
en Focea. Sin embargo, la muralla es de finales del s. VII a.C., mientras que el ataque se
produjo a mediados del s. VI a.C. Por ello, podemos situar el comienzo de las relaciones entre
Focea y el mundo tartéssico a fines del s. VII a.C., en una época en la que se está produciendo
la expansión colonial de Focea en Oriente (fundación de Lámpsaco en el Helesponto), y
expediciones de esta ciudad a occidente. Focea llega al proceso colonial más tardíamente que
el resto de las ciudades griegas, quizás por ello se viera obligada a navegar a regiones más
lejanas que en períodos precedentes; protagonizando, en Occidente, la última fase de la
colonización griega.
En esta 1ª fase, de fines del siglo VII, esta caracterizada por la presencia de piezas de
alto valor, bronces y cerámicas de excepcional calidad. Las importaciones de este primer
momento se concentran mayoritariamente en Huelva, aunque también son frecuentes en
Guadalhorce y Toscanos.
Entre 590 y 560 a.C., hay un aumento espectacular del volumen de importaciones. De
estos testimonios podemos atisbar que el comercio focense con el reino de Tartessos tuvo que
ser muy intenso, que ahora se extienden desde Almería a Huelva, en competencia con el
llevado a cabo por los fenicios. Así vemos una gran cantidad de restos materiales griegos en
yacimientos fenicios e indígenas en el s. VI a.C. de forma muy notable. Por eso hablamos de
una 2ª fase. Así lo demuestran los restos arqueológicos hallados en Huelva, en Castillo de Doña
Blanca, en Toscanos, etc. Se trata principalmente de cerámicas, ánforas de Quios, de Samos,
de Mileto, de Atenas y de Corinto (es decir, jonias, áticas y laconias), que en más de un 70%
son de aceite y el resto de vino, así como vajilla para beber vino muy apreciado por las
sociedades indígenas y fenicias peninsulares.
Pero también hay una 3ª fase. A medida que transcurre la segunda mitad el s. VI a.C.
(entre 560 al 540/30 a.C.) el volumen de importaciones griegas desciende bruscamente, y
además, se produce un cambio en su fisonomía: se reducen considerablemente las diferencias
de volumen entre la cerámica ática y la de Grecia del Este, llegando casi a equipararse,
desaparecen los productos laconios, y aparecen las importaciones masaliotas. Por otra parte,
ya no encontramos vasos de lujo, ni la riqueza tipológica e iconográfica del periodo anterior,
sino productos de serie, de segunda fila, de rápida ejecución y gran monotonía formal. Estos
restos materiales son abundantes en los asentamientos fenicios e indígenas de la costa
- 17 -
meridional (Huelva, Castillo de Doña Blanca, Toscanos, etc.), pero también en zonas de
Extremadura y de La Mancha y en la desembocadura de los ríos Segura, Ebro y Llobregat.
Casi simultáneamente a los viajes realizados al sur de la Península, inician sus viajes
hacia el extremo noroccidental del Mediterráneo, manifestándose la presencia griega desde
comienzos del s. VI a.C., lo que implica que las primeras navegaciones de toma de contacto se
produjeron en el s. VII a.C. Fruto de esto fue la fundación de la colonia de Massalia en el 600
a.C., en la desembocadura del Ródano, cuya fundación responde al interés de los foceos por la
ruta del estaño. Desde Massalia y, a través del Ródano, se conectaba directamente por tierra
con la zona de Bretaña. Muy poco después fundaron en la Península Ibérica, Emporion, la única
colonia griega aparte de Rhode posiblemente una colonia masaliota.
Estrabón señala que la fundación de Emporion se realizó en una isla. Realmente fue así:
la fundación originaria se llevó a cabo en una pequeña isla situada frente a la desembocadura
de los ríos Ter y Fluvia. Hoy en día, esta isla, conocida como S. Martín de Ampurias, está unida
a tierra firme. El asentamiento inicial, Palaiapolis o “Ciudad Antigua”, se realizó sobre un
poblado indígena que estuvo habitado, entre los siglos XII-VIII a.C. Unos años más tarde se
instalan en tierra firme –Neapolis o “Ciudad Nueva”-, como nos recuerda Estrabón.
No obstante, no se conocen con exactitud las causas últimas que llevaron a la fundación
de Emporion. Según Maluquer y Trías, Emporión fue creado como puerto de escala para las
navegaciones focenses entre el golfo de León y Tartessos. Sin embargo, ya fuera factoría,
ciudad sin territorio, fortaleza refugio, etc., no parece que fuera esa la razón principal de su
fundación, pues autores clásicos como Estrabón y Tito Livio, recogiendo tradiciones anteriores,
nos ofrecen datos que inducen a pensar otra cosa.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que Emporion se funda sobre una isla situada
frente a la desembocadura de los ríos Ter y Fluviá, a través de los cuales se podía acceder a
zonas del interior. Además, con anterioridad a la colonización griega, la región ya había sido
frecuentada por fenicios y etruscos, los primeros interesados en la posibilidad de obtener
plomo y plata. Aunque no hay documentación arqueológica que demuestre que las minas de la
zona fueran explotadas en época tan remota, sí hay referencias indirectas de que así fue:
1. Las necrópolis indígenas mas cercanas a estas áreas mineras son las que más pronto
y en mayor cantidad reciben importaciones griegas.
- 18 -
2. En Emporion se han descubierto restos de actividades de transformación
metalúrgica con una cronología antigua.
3. En Ullastret, poblado ibérico cercano a Emporion, también se ha detectado la
realización de actividad metalúrgica.
Todo ello hace creer que la fundación de Emporion estuvo ligada en parte al interés por
el metal de las áreas interiores de la región.
Según Benoit, si Massalia había sido fundada por los foceos en razón de su interés por el
estaño atlántico al que se podía acceder remontando el Ródano, Emporion, por su parte,
ofrecía también unas condiciones ventajosas para el comercio, especialmente, para la
obtención de productos como la sal, la pesca, el coral, la púrpura y plantas aromáticas, que
podían ser analizados directa o indirectamente o través de este enclave.
De otro lado, hay que tener en cuenta la gran capacidad agrícola de la zona del
Ampurdán. Buena parte de ello son los “campos de silos” de los siglos V y IV a.C., grandes
extensiones agrícolas con almacenes para el grano. Se han interpretado como centros de
almacenamiento de excedentes agrícolas controlados por los indígenas, pero relacionados con
la costa y no con las zonas de interior. Se ha pensado que a través de Emporion este excedente
se comercializaba con Massalia, el mundo púnico occidental e incluso con Atenas.
Los últimos argumentos expuestos conducen en creer que, dado que Massalia se
asentaba en terreno pobre, la fundación de Emporion habría contribuido al abastecimiento de
estos. De esta forma, se habría producido una lenta transformación de Emporion de factoría o
puerto de comercio o “apoikiae” o colonia agrícola y comercial, hipótesis que, no obstante,
sigue siendo objeto de debate.
Durante la primera mitad del s. VI a.C., la “ciudad vieja” o Paleapolis debió actuar como
avanzadilla del comercio focense con los indígenas de la zona y con las costas del Levante y del
sur peninsular. El éxito de los contactos con los indígenas del interior habría provocado el
traslado del asentamiento al norte de la isla, donde se desarrolló con posterioridad. Esta nueva
fundación se situó a 400 m. de la interior, en el extremo septentrional de la isla. Se tardó un
siglo en completar el poblamiento de la isla.
Durante la segunda mitad del s. VI a.C. Emporion parece mantener una fuerte relación
con Massalia, pero esta relación decae notablemente ya en la primera mitad del s. V a.C., se
consolidan Emporion como ciudad, convirtiéndose muy posiblemente en una autentica,
aunque pequeña (5 hectáreas de extensión) polis dotada de todos los atributos políticos y
sociales propios de una polis griega. Este proceso se habría producido paralelamente a la
pérdida de importancia y decadencia de Massalia.
Los elementos materiales y no materiales que nos indican que en el s. VI a.C. Emporion
constituye una autentica ciudad-Estado serían:
- 19 -
presentan cabeza de Perséfone en el anverso y caballo parado, coronado por una victoria
volando y la leyenda EMPORITON, en el reverso.
• La fundación de Rhode.-
La segunda polis griega fue Rhode, situada en el extremo de la misma bahía de Rosas,
unida a la de Emporión. El origen rodio y la antigüedad de esta colonia que se refieren en las
fuentes están hoy totalmente descartadas. Según algunos autores, su emplazamiento goza de
las mejores condiciones portuarias en el golfo de Rosas. Posiblemente fuera en un principio un
punto de atraque de los navegantes foceos en el s. VI a.C.
Su supuesto origen rodio habría sido un mito creado en época helenística. Lo que no se
conoce bien es el papel que Rhode jugó entre Emporion y Massalia. ¿Pero bajo el ámbito de
influencia de cuál de ellos se encontraba? Para algunos historiadores, su fundación habría sido
- 20 -
promovida por Massalia para consolidar su influencia en la zona. Pero lo cierto es que el
registro arqueológico muestra una gran similitud con la producción material de Emporion.
La Ora Marítima de Avieno, poeta latino del s. IV d.C. contiene un periplo referente a las
costas de la Península Ibérica que, según Schulten, se basa en un relato mucho más antiguo:
un periplo massaliota de la segunda mitad del s. VI a.C. Pero actualmente, los datos que
pueden obtenerse de la Ora Marítima deben ser cuestionados. Primero porque el genero
periplográfico no se desarrolla hasta el s. IV a.C. por lo que no pudo realizarse un periplo
original en el s. VI a.C. Además, Avieno no es un geógrafo ni un historiador, sino un poeta al
que no le interesa reflejar la situación real de la Península Ibérica, sino hacer un poema
erudito, con ritmo y estilo, buscando las palabras adecuadas en su contexto y en la tradición
literaria y legendaria, lo que se interpone a la posible veracidad de lo narrado. No puede ser
considerada por tanto una reconstrucción fidedigna del litoral ibérico en el s. VI a.C.
Por todo ello, la opinión cada vez mas extendida es que la mayor parte de las supuestas
colonias griegas que se refieren en las fuentes clásicas se corresponderían con poblados
indígenas o fenicios que habrían sido denominados de aquellas formas por los griegos una vez
que tuvieron conocimiento de ellos.
A partir de los hallazgos de pecios podemos hacernos una idea de los productos griegos
importados. Un ejemplo nos lo ofrece el pecio de El Sec, en la Bahia de Palma de Mallorca. Se
supone que este barco, cuyo origen no se sabe bien si sería púnico o griego, habría recalado en
el Ática, desde donde habría partido con gran cantidad de ánforas hacia Sicilia y Cartago,
donde habría cargado más productos e intercambiado otros, desde allí habría seguido hasta
Ibiza, donde de nuevo habría cargado e intercambiado, para luego marchar a la costa ibérica,
frente a la cual se hundió. Junto a las cerámicas de lujo que, a pesar de la abundancia con que
se encuentran en los pecios, no constituirían la mayor parte del total de productos, se
encontrarían productos agrícolas de calidad, vinos, carnes en salazón, salazones de pescado,
procedentes todos ellos de distintas partes del Mediterráneo, lingotes de plomo, plantones de
vid, frutos secos, semillas, tejidos de lana, cordajes de esparto, cuero, etc.
- 21 -
En general, el comercio griego se movió dentro de los mecanismos propios del comercio
pan-mediterráneo de la época, en un marco compartido por etruscos, fenicios, púnicos, etc.
Entre los mecanismos característicos de este comercio se encontrarían:
- 22 -
A fines de la 2ª Guerra Púnica (fines del s. III a.C.) aparece cerámica griega de Campania
(Italia) en la Península Ibérica, pero es algo que ocurre en un ámbito comercial y especial ya
netamente romano.
- 23 -