Professional Documents
Culture Documents
Introducción
o La renovación periódica de los cargos públicos mediante
elecciones competitivas, libres y auténticas.
o La división de poderes.
o Los derechos civiles con usos políticos.
La división de poderes
La división del poder público implica la fragmentación de este a efecto de
limitar las competencias y atribuciones de las instituciones que lo
conforman, estableciendo contrapesos entre sí para controlar el ejercicio
del poder y evitar que se abuse de él. En este orden de ideas, los tres
poderes del gobierno son:
o El Poder Ejecutivo. Se refiere a la rama del poder público
responsable de la gestión diaria del Estado, es decir, de
administrar y gobernar. El Poder Ejecutivo es unitario y está
depositado en el Jefe de Gobierno (presidente o primer
ministro). En las repúblicas, el Jefe de Gobierno es también el
Jefe de Estado; mientras que en las monarquías el rey es el Jefe
de Estado, aunque en las monarquías parlamentarias su
función solo es simbólica.
o El Poder Legislativo. Es la rama del poder público cuya
función primordial consiste en la elaboración y modificación de
leyes. Esta tarea generalmente está a cargo de un cuerpo
deliberativo (congreso, parlamento o asamblea) que puede ser
unicameral o bicameral.
Arriba, la Asamblea Legislativa de Costa Rica (unicameral), abajo, las
Cámaras de Senadores y de Diputados de México (bicameral)
o El Poder Judicial. Es la rama del poder público encargada de
la aplicación e interpretación de las leyes, en casos concretos
entre particulares o entre estos y el Estado. Los órganos
judiciales (cortes, tribunales o juzgados) suelen gozar de
imparcialidad y autonomía. Generalmente existen varios
niveles (geográficos) de los tribunales, siendo las decisiones de
los tribunales inferiores apelables ante tribunales superiores.
Los integrantes del Poder Judicial normalmente son
nombrados por alguno de los otros dos poderes.[3]
Los tres poderes públicos son: Ejecutivo, Legislativo y Judicial, los cuales
existen para funcionar como contrapesos entre sí a fin de controlar su
ejercicio y evitar abusos de poder.
Los derechos civiles con usos políticos son necesarios para la existencia de
una democracia y para influir en la toma de decisiones de los gobernantes.
[2] De acuerdo la Real Academia Española, el adverbio solo y los pronombres demostrativos
este(a), estos(as), ese(a), aquel, aquella(os, as) no deben llevar tilde diacrítica, por lo que en
este curso nos apegaremos a esta regla ortográfica. Para conocer más, puedes consultar RAE
2010.
[3] En algunos países también existen las elecciones judiciales, es decir, elecciones de jueces,
pero es muy inusual.
o La movilización del electorado en torno a valores sociales e
intereses políticos y partidistas y, por lo tanto, la creación de
vínculos y confianza entre personas y partidos.
o La creación de una ciudadanía mejor informada mediante la
explicación de problemas y exposición de alternativas.
o La integración de instituciones políticas representativas de las
preferencias de los diversos grupos de un Estado.
o El establecimiento de una oposición capaz de ejercer control, lo
cual implica la oportunidad de cambio de gobierno.
Tipos de elecciones
Las elecciones pueden clasificarse con base en su ámbito o nivel, con los
cargos públicos que se eligen, con la forma en la que se elige y con el
momento en que se elige (ACE Project 2017; Fernández y Nohlen 2015).
Al respecto del ámbito o nivel de las elecciones, estas pueden ser de tipo
nacional, local o municipal. En relación con los cargos que se eligen, la
división se relaciona con el poder público (Ejecutivo o Legislativo) y, por
tanto, si es de carácter unipersonal (presidente o gobernador) o si es
pluripersonal (Congreso o Asamblea).
Cuando la clasificación tiene que ver con la forma en la que se elige, existen
dos tipos de elecciones: las directas y las indirectas. En las elecciones
directas los ciudadanos que emiten su voto lo hacen por uno de varios
candidatos a determinado cargo de elección y, tras el cómputo de dichos
votos, el candidato con la votación más alta gana. Por otra parte, en las
elecciones indirectas, los ciudadanos eligen a personas —representantes o
compromisarios— que serán los encargados de seleccionar a quien ocupe
el cargo público. Es decir, en este tipo de elecciones existe una mediación
en la toma de decisión. México es un ejemplo de elecciones directas y
Estados Unidos lo es de elecciones indirectas.
o Periódicas. Los cargos de elección popular deben renovarse tras
un plazo establecido en la ley, mismo que siempre debe
cumplirse.
o Libres. El electorado debe poder participar en las elecciones en
un contexto de ejercicio pleno de las libertades políticas y civiles,
además de que el gobierno en turno no puede intervenir en la
selección de los candidatos o partidos políticos.
o Auténticas. La voluntad del electorado debe reflejarse de
manera cierta y positiva en el resultado de los comicios. Se
requieren reglas claras y equitativas que sean del conocimiento
de todos, que garanticen la imparcialidad, la transparencia y
limpieza en los procesos electorales.[4]
o Competitivas. Debe existir una oposición política con
posibilidades reales de obtener un cargo de elección popular a
través del voto. Es decir, la oportunidad de que la oposición se
convierta en gobierno y las minorías en mayorías.
o Plurales. Deben permitir la representación de los diversos
intereses de una comunidad política.
o Universales. El derecho a participar en las elecciones debe
extenderse a cualquier persona que cumpla con los requisitos
establecidos en las leyes respectivas, como edad mínima, salud
mental o derechos políticos vigentes; sin distinción por sexo,
raza, religión, clase social, educación u otros.
Las elecciones deben ser periódicas, libres, auténticas, competitivas,
plurales y universales
Para que las elecciones puedan ser consideradas democráticas deben ser
periódicas, libres, auténticas, plurales y universales. Las elecciones que se
celebran en países no democráticos no cumplen con estos requisitos y son
utilizadas en beneficio del régimen existente.
[4] Entre los elementos que pueden garantizar la limpieza en las elecciones se
encuentra la existencia de un padrón de electores confiable, la credencialización de
los electores, autoridades electorales confiables e imparciales, la vigilancia en el
proceso electoral, la difusión oportuna de los resultados y la persecución y
establecimiento de sanciones por delitos electorales (Crespo 2013, 32-33).
o Registro condicionado. Con esta medida se facilitó la creación
de nuevos partidos que podían participar en las elecciones,
aunque solo mantendrían su registro si alcanzaban 1.5% de los
votos.
o Diputados de representación proporcional. La creación de 100
diputados de representación proporcional facilitó el acceso de
partidos medianos y chicos a escaños en la Cámara de
Diputados.
o Dinero público y medios de comunicación. Para asegurar la
competitividad de los partidos de oposición, el Estado otorgó
financiamiento para los partidos y tiempos en radio y televisión.
o Participación a nivel local. Una vez registrados ante la
autoridad electoral federal, los partidos automáticamente
obtenían el derecho de participar en las elecciones estatales y
municipales.
Más adelante, en 1996 hubo una reforma electoral muy importante que
determinó, entre otros aspectos, que ningún partido podía tener más de
300 diputados en la Cámara de Diputados y que ningún partido podía tener
una sobrerrepresentación mayor de 8% respecto a su votación obtenida.
Asimismo se crearon escaños de representación proporcional en la Cámara
de Senadores, se robusteció el sistema del financiamiento público y se
instauró un sistema de acceso equitativo a los medios de comunicación
pública (TEPJF 2016b, 62-63). También se obligó a las entidades federativas
a adecuar su legislación electoral para que no hubiera diferencias de fondo
entre los comicios federales y los locales.
La creciente independencia y
especialización de las autoridades
electorales
Durante gran parte de la historia del siglo XX, en México la organización de
las elecciones fue responsabilidad del Poder Ejecutivo, lo que afectaba la
certeza en los resultados electorales y la equidad de la contienda política,
de forma tal que la creación de instituciones capaces de garantizar la
autenticidad de los comicios fue el eje central de los cambios democráticos
(TEPJF 2016a, 22). Así, tras los años, las instituciones electorales mexicanas
se han separado de los poderes Ejecutivo y Legislativo, tanto en el ámbito
federal como en el de las entidades federativas, resultando en instituciones
autónomas.
Por otra parte, la justicia electoral fue responsabilidad del Poder Legislativo
hasta 1987, cuando se creó el Tribunal de lo Contencioso Electoral
(TRICOEL) como un órgano autónomo electoral, encargado de resolver los
recursos de apelación y queja contra los actos de la autoridad electoral. En
1990, se sustituyó por el Tribunal Federal Electoral (TRIFE), un órgano
jurisdiccional autónomo en materia electoral, pero no adscrito al Poder
Judicial; sus resoluciones podían ser modificadas por el Congreso de la
Unión, hasta la enmienda constitucional de 1993 (Santiago 2011, 22-23 y
28). Finalmente, en 1996 se creó el Tribunal Electoral del Poder Judicial de
la Federación (TEPJF) y se facultó a la Suprema Corte de Justicia de la
Nación (SCJN) como única autoridad para ejercer la acción de
inconstitucionalidad, incluyendo las controversias en materia electoral
(Santiago 2011, 34).
o Los poderes Ejecutivo y Legislativo son electos mediante el
sufragio universal, libre, secreto y directo.
o Debe garantizarse que las elecciones sean libres, auténticas y
periódicas para considerarlas producto del ejercicio popular de
la soberanía.
o Dichos procesos electorales deben regirse por los principios de
equidad, certeza, legalidad, independencia, imparcialidad,
objetividad y transparencia.
o Las elecciones se realizan mediante procedimientos especiales
que deben satisfacer plenamente determinadas condiciones
para garantizar la validez de la renovación de las funciones
públicas.
o La organización de las elecciones está a cargo de un organismo
público y autónomo.
o Debe existir un sistema de medios de impugnación asignado a
un tribunal de jurisdicción especializada para garantizar que
todos los actos y resoluciones electorales se ajusten a las normas.
o Certeza. Consiste en dotar de facultades expresas a las
autoridades para que todos los participantes en el proceso
electoral conozcan previamente con claridad y seguridad las
reglas a las que está sujeta su propia actuación y la de las
autoridades electorales.
o Legalidad. Es la garantía formal para que los ciudadanos y las
autoridades electorales actúen en estricto apego a las
disposiciones consignadas en la ley para que no se emitan o
desplieguen conductas discrecionales o arbitrarias al margen del
texto normativo.
o Imparcialidad. Consiste en que las autoridades electorales
eviten irregularidades, desviaciones o la proclividad partidista
durante el ejercicio de sus funciones.
o Independencia o autonomía. Se refiere a la situación
institucional que permite a las autoridades electorales emitir sus
decisiones con plena imparcialidad y en estricto apego a la
normatividad aplicable al caso, sin tener que acatar o someterse
a indicaciones, instrucciones, sugerencias o insinuaciones
provenientes de superiores jerárquicos, de otros poderes del
Estado o de personas con las que guardan alguna relación de
afinidad política, social o cultural. Implican una garantía
constitucional a favor de los ciudadanos y de los propios partidos
políticos.
o Objetividad. Obliga a que las normas y mecanismos del proceso
electoral estén diseñados para evitar situaciones conflictivas
sobre los actos previos a la jornada electoral, durante su
desarrollo y en las etapas posteriores a la misma.
o Máxima publicidad. Todos los actos y la información en poder
de las autoridades electorales son públicos y solo por excepción
se podrán reservar en los casos expresamente previstos por las
leyes y justificados bajo determinadas circunstancias.
Fuente: Elaboración propia con base en CPEUM, artículos 50, 80, 115, 116
y 122
o Mayoría relativa (MR). Los sistemas de mayoría normalmente
utilizan distritos unipersonales o uninominales, siendo ganador
el candidato que haya obtenido la mayor cantidad de votos,
aunque no necesariamente la mayoría absoluta. Los sistemas
mayoritarios tienen el propósito de generar un gobierno
definido, por lo que tienden a premiar al partido más grande (en
términos de votos). Los sistemas mayoritarios privilegian la
gobernabilidad, entendida como la capacidad de gestión y la
estabilidad del gobierno en turno.
o Representación proporcional (RP). Los sistemas de RP utilizan
circunscripciones plurinominales y los ganadores son los
partidos que obtienen determinado porcentaje de los votos,
según lo requieran las fórmulas electorales respectivas. Estos
sistemas privilegian la proporcionalidad entre votos y escaños,
intentando que tal relación sea lo más equilibrada posible. Por
ello, los sistemas de RP favorecen el pluripartidismo, es decir,
facilitan el ingreso al Legislativo de un mayor número de
partidos.
Fuente: Elaboración propia con base en CPEUM, artículos 51, 52, 56, 80 y
83
[5] Cabe mencionar que el derecho de iniciar leyes no es exclusivo de los diputados y senadores del
Congreso de la Unión, sino que también pueden ser propuestas por el presidente de la República, las
legislaturas de los estados y los ciudadanos mediante una iniciativa ciudadana (CPEUM, artículo 71).
Para elegir a los diputados locales, los estados tienen que emplear un
sistema electoral mixto, según los principios de MR y de RP (CPEUM,
artículo 116, base II). La proporción entre estos principios debe ser
idealmente de 60-40, predominando el sistema mayoritario, como sucede
con el Congreso federal (Acciones de Inconstitucionalidad 7/97, 37/2001,
3/2002, 15/2003, 41/2008, 10/2009 y 21/2009).[6]
Los diputados locales de MR se eligen en distritos uninominales, por lo que
el número de distritos es igual al número de diputados por este principio.
En cuanto a los diputados locales de RP, estos se eligen normalmente en
toda la entidad, aunque dos estados establecen un sistema similar al
federal con un número de circunscripciones plurinominales.[7]
[10] Las excepciones son Coahuila, Hidalgo y Oaxaca. En Coahuila e Hidalgo duran cuatro años en su
encargo, mientras que en Oaxaca las comunidades indígenas determinan la duración de su encargo,
sin poder exceder de tres años (INAFED 2012, 12).