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Poesía lírica de Simónides de Ceos

Cuando a la tallada arca alcanzaba el viento


con su soplo, y la agitación del mar
la inclinaba a temer
con las mejillas húmedas de llanto,
echaba su brazo en torno a Perseo y decía:
“Hijo, ¡por qué fatigas pasa y no lloras!
Como un lactante duermes, tumbado
en esta desagradable caja de clavos de bronce,
vencido por la sombría oscuridad de la noche.
De la espesa sal marina de las olas que pasan de largo
por encima de tus cabellos no te preocupas,
ni del bramido del viento, envuelto en mantas
de púrpura, con tu hermosa cara pegada a mí.
Si te causara miedo esto, a mis palabras
prestarías tus finos oídos.
Duerme, mi niño, te lo pido. ¡Qué duerma
también el mar y nuestra inmensa desgracia!
¡Ojalá se dejara ver un cambio en tus designios!
Padre Zeus, las palabras atrevidas y fuera de justicia
que halles en mi súplica, perdónamelas.”
Epitafios
Este polvo cubre a Archedike, hija de Hippias,
el hombre más famosos en Grecia, entre sus contemporáneos;
ella no empujó su pensamiento hacia la arrogancia,
a pesar de ser hija, esposa, hermana y madre de tiranos.
(Hippias, el último tirano de Atenas)

***
Estos hombres, que establecieron una gloria incombustible en torno de su querido país,
lanzaron a su alrededor la oscura nube de la muerte.

Ellos murieron, pero no están muertos, porque su valor les otorga una gloria que está por
encima y los eleva a la casa del Hades.
(Epitafio a los espartanos muertos en la Batalla de Platea)

***
…y a sus líderes, los Atenienses les otorgaron estas cosas
como paga por su buen servicio y gran beneficio.
Un hombre de futuras generaciones, que vea esto,
tendrá mayores deseos de entrar en batalla para el bien común
(Inscripción que conmemora una victoria ateniense contra los Persas en Tracia)

***

Nosotros yacemos debajo en una hondonada de Dirfys y el túmulo ha sido


acumulado sobre nosotros cerca del Eurito, a expensas públicas,
no injustamente; pues perdimos nuestra amada juventud
cuando aguardamos la oscura nube de la guerra
(Epitafio para los hombres muertos en la Batalla de Eubea)
***
Esta es la tumba del glorioso Megistias, a quien por única vez, un día los Medos mataron

cuando cruzaron el río Esperqueo.

El fue un adivino, que un día, cuando vio claramente que Keras (muerte) venía hacia él, no

osó abandonar a los jefes espartanos.

(Epitafio de Megistias, vidente muerto en la batalla de las Termópilas)

***
¡Oh extranjero! Anúnciales a los Lacedemonios, que
nosotros yacemos aquí, porque obedecimos sus órdenes.
(Epitafio sobre los 300 espartanos muertos en la Batalla de las Termópilas)

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