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BIBLIOTECA ON LINE EDUCACIÓN SEXUAL: ASPECTOS IDEOLÓGICOS Y CONCEPTUALES

SEXUALIDAD SANA, RESPONSABLE Y PLACENTERA


Por: Castellón, Sandra, Faián, Silvia, Jimenez, Valeria y Quipildor, Silvia
Egresadas del Curso de Formación en Sexualidad Humana de AASES

La sexualidad es un aspecto que constituye la vida humana, está íntimamente ligada a la esencia del hombre y lo
acompaña durante todos los períodos o etapas del desarrollo de la personalidad.
Al ser una característica natural del ser humano es necesario conocerla así cómo conocemos otros aspectos
humanos naturales, eliminando tabúes, puntos de vista negativos o todo tipo de barreras que lleven a la
desinformación.
La sexualidad trasciende el terreno de lo genital y se hace presente en los demás comportamientos que marcan a
los seres femeninos o masculinos. Por ello mismo, la sexualidad se estructura sobre un concepto amplio que reúne
muchos elementos asociados al comportamiento y el sentimiento de cada cual, y se constituye en parte de nuestra
esencia y personalidad, presentes en cada momento de la vida.
La sexualidad está ligada a la cultura de cada uno, y por esta razón las ideas y las prácticas respecto a ella
presentan una diversidad tan amplia. Hoy día, la facilidad de establecer comunicación e intercambiar ideas con
personas de todo el mundo hace flexibilizar las barreras culturales, conduciendo a una revaloración del tema de la
sexualidad.
A principios del siglo XX la educación sexual comienza a ser un tema de interés de diferentes disciplinas
relacionadas con la educación y con la salud.
El aporte de Freud y del psicoanálisis resulta decisivo para el desarrollo de la educación sexual como un nuevo
campo de trabajo, porque pone de manifiesto la importancia de la dimensión sexual en la salud y la vida de los
seres humanos desde el momento de su nacimiento. Asimismo, llama la atención sobre la necesidad de educar esa
sexualidad para que se desarrolle adecuadamente.
Si bien en un principio la educación sexual se centró en la mera información y tuvo un enfoque “biologista”,
conforme fueron transcurriendo las primeras experiencias, se fue creando una noción de integralidad de la
educación sexual, que postuló que la información por sí misma no garantiza cambios en los comportamientos y
valores relacionados con la sexualidad y menos aún la información estrictamente referida a procesos fisiológicos.
Resulta indispensable que la educación sexual incluya los aspectos psicológicos y sociales, y se implemente según
modelos transversales que den cuenta de las maneras en que la sexualidad atraviesa todas las dimensiones de la
vida de las personas.
La educación sexual en el Jardín y en la escuela constituye una herramienta fundamental para capitalizar la
complejidad actual determinada por la situación general de los niños, en proyectos de prevención y promoción de
la salud desde un punto de vista holístico.
En esta perspectiva, la educación sexual mejora las condiciones de vida de la población, previene problemas
sociales y problemas de salud física y mental, y promueve el cumplimiento de los derechos humanos, fomentando
la equidad en la convivencia entre niños y adultos, y entre mujeres y varones.

ASPECTOS RELEVANTES PARA UNA APROPIADA EDUCACIÓN SEXUAL

Aunque muchos de nosotros reconocemos el valor de una apropiada enseñanza en educación sexual, tenemos
muchos limitantes que nos impiden desarrollar adecuadamente este tipo de labor. Entre las dificultades más
comunes están los miedos y tabúes derivados de nuestra formación académica y social, no tener un completo
dominio sobre el tema, la preocupación sobre posibles preguntas que puedan formularnos los niños, y no saber
cómo responder ni en qué forma seguir una explicación. Por ello debemos tener en cuenta que:
* Los padres son los principales educadores, y los docentes son el refuerzo de su labor: A medida en que el niño
crece, su necesidad de conocer el mundo que lo rodea se hace más evidente y por ello sus cuestionamientos se
agudizan.
El niño recurre en primera instancia a sus padres para satisfacer su curiosidad. Si no encuentra respuesta en ellos,
se siente defraudado y poco a poco deja de utilizar este recurso, acudiendo a otras fuentes como la televisión, los
amigos y otros adultos, entre ellos sus profesores.
En el ámbito familiar, la educación sexual permite incorporar valores equitativos e igualitarios entre sus
miembros, facilita la apropiación adecuada del cuerpo y la adquisición de actitudes positivas en torno a la
sexualidad.
Debemos tener claro que todas las personas adultas que estamos en contacto con niños, somos educadores
sexuales y que siempre “hay” educación sexual. Aún cuando evadimos hablar a los niños sobre sexualidad,
estamos dando información sobre ella: con nuestro silencio los niños asumirán que debemos evitar hablar sobre
determinados temas.
Desde nuestra situación de personas adultas, nuestro silencio es muchas veces un fruto de nuestras inseguridades
personales frente a la sexualidad. Por eso es importante que nos demos la oportunidad de revisar estas
inseguridades, que generalmente surgen, por un lado, de la falta de información, y por otro, del impacto sobre
nosotros de los mitos, prejuicios, estereotipos y tabúes presentes en la sociedad en torno al sexo y la sexualidad.
* Por otro lado, no nos olvidemos de que los niños con los que trabajamos, nos miran, nos observan, nos toman de
referencia, nos imitan. Esa educación sexual espontánea que los niños están recibiendo en la familia, el Jardín, la
escuela y la sociedad en general, requiere de ser ubicada en el contexto de la educación integral.
Para ello, es necesario identificar dos procesos que se dan en forma paralela: La educación sexual informal –
espontánea- y la educación sexual formal –intencionada-.
La educación sexual informal se caracteriza por la falta de formulación explícita de los propósitos, y una ausencia
de planificación de estrategias para llevarlos adelante. Aunque espontánea, esta educación sexual tiene un gran
impacto en los individuos, especialmente porque opera de manera casi invisible en las personas.
Una situación que demuestra la forma en que se manifiesta la educación sexual informal es la tendencia de
muchos de los alumnos del Jardín y de la escuela, y muy especialmente las niñas, a imitar actitudes de la maestra,
tal como lo hacen con las personas adultas o adolescentes con las que conviven en su casa. En este contexto, la
educación sexual se implementa no sólo desde la palabra, sino también a través de comportamientos a imitar. Es
importante que la maestra ofrezca a sus alumnos una coherencia entre su discurso respecto de la sexualidad y sus
actitudes sexuales y de género en el ámbito del aula.
La educación sexual formal cuenta con una formulación “a priori” de propósitos y objetivos así como con una
organización sistemática de las herramientas pedagógicas para alcanzarlos.
El primer paso en el proceso de educación es establecer buenas condiciones para el diálogo: construir un ambiente
cálido de diálogo y confianza no sólo facilita la convivencia sino que además crea un espacio propicio para el
intercambio y la resolución rápida de los conflictos.
Romper el hielo y crear un clima cálido en las relaciones interpersonales dentro de la escuela o en el hogar no es
tarea fácil. Por ello, debemos tener en cuenta los siguientes principios:
1) Optar siempre por responder y hablar en una forma clara y sencilla para el niño.
2) Ser accesibles a posiciones contrarias, sin esperar que el niño reaccione o esté de acuerdo con todas nuestras
opiniones.
3) Escuchar atentamente y dejar que el niño exprese sus ideas sin interrupciones.
4) Valorar los aportes de cada uno y utilizar palabras positivas cuando hagamos alguna crítica.
5) Ser conciso en las apreciaciones y evitar al máximo los “sermones”.

LA EDUCACIÓN SEXUAL EN EL NIVEL INICIAL

Caracterización de la etapa
La etapa que va desde los tres a los seis años se caracteriza por el desarrollo de numerosas capacidades, por un
mayor grado de autonomía respecto a edades inferiores, y por la manifestación y probable resolución de una serie
de conflictos cognitivos, motrices y afectivos.
En esta etapa de la vida se construye la identidad personal, se gesta la conciencia íntima de ser varón o mujer y se
elabora el rol a cumplir en la sociedad.
Para realizar un serio enfoque de la educación sexual en el Nivel Inicial debemos admitir que los niños/as tienen
intereses sexuales y llevan a cabo conductas sexuales desde una sexualidad diferente a la del adulto.

Curiosidad sexual
La curiosidad acerca de lo sexual -como también acerca de otras situaciones- es de gran importancia en las
distintas etapas de la vida. En este período los niños suelen estar interesados en las diferencias anatómicas, en
como un bebé se desarrolla dentro del cuerpo de su madre, como sale, y en la forma que es realizado el acto
sexual que le dio origen.
Los niños, hacen innumerables preguntas relacionadas con la sexualidad. Son preguntas motivadas por el deseo de
saber, y si no son respondidas, pueden inhibir la confianza hacia los adultos.
Freud sostenía que los niños construyen sus propias hipótesis acerca de cómo es el intercambio sexual entre
adultos, cómo nacen los niños, cómo se gestan, etc. De este modo se inician en una actividad que “se adscribe a la
pulsión de saber o de investigar”, elaborando teorías sexuales infantiles. Lo que impulsa a un niño hacia la
investigación, afirma Freud, “no son intereses teóricos sino prácticos”; por ejemplo el nacimiento de un
hermanito, el encuentro con el sexo contrario, etc.
Ya a partir de los tres años, cuando los niños perciben las diferencias entre los sexos, surgen los interrogantes por
cuestiones vinculadas con el nacimiento, la vida y la muerte. También el grupo de pares es fuente de información
y, a medida que los niños amplían su vocabulario, los que son mayores hablan entre ellos sobre noviazgos y
participan en juegos que responden a su curiosidad respecto de las diferencias y semejanzas sexuales. El juego
simbólico o de ficción es una actividad fundamental en el desarrollo de los niños y los ayuda a organizar su
mundo buscando una manera de comprender las relaciones y los roles sociales.
Representar a través del juego favorece el autoconocimiento y el conocimiento de los otros. Los juegos de
característica sexual entre niños de la misma edad (por ejemplo, jugar al médico) no provocan daños físicos o
psicológicos; por el contrario, los ayudan a conformar su identidad. No tienen la connotación negativa y
perjudicial que algunos adultos les atribuyen, y deben ser tomados con naturalidad tanto por los docentes como
por las familias.
Asimismo, es importante aceptar que las conductas de automanipulación, siempre que no sean compulsivas, dado
que los ayudan a conocer y comprender su cuerpo, no deben ser reprimidas ni censuradas. Es posible explicar a
los niños que esas conductas son privadas y es deseable no realizarlas frente a otros.
Por lo tanto, las propuestas para la educación infantil deberían considerar que los niños manifiestan
espontáneamente su sexualidad y que desarrollan sus propias conductas sexuales.

La labor educadora
La labor educadora en estas edades no sólo es importante sino determinante del desarrollo de niños y niñas, pues
es el docente quien favorece la creación de un ambiente que estimula el desarrollo de las potencialidades y media
entre el mundo esencialmente subjetivo, en el que ha actuado el niño hasta ahora, y la realidad objetiva, de
relaciones sociales, a las que se va incorporando éste.
En este sentido, y en relación con el proceso de adquisición de la identidad sexual, el docente debe ser consciente
de que en estas edades el alumno se vale de características externas y ligadas al rol de género (vestidos, tipo de
pelo…) para poder establecer la pertenencia a uno u otro sexo, de modo que deberá cuidar que estos elementos no
conlleven aspectos discriminatorios, que dificulten, en consecuencia, la aceptación de su identidad sexual. Del
mismo modo, por parte del docente, deben programarse actividades que tiendan a compensar aquellas deficiencias
con las que niños y niñas acceden a la escuela, y que vienen por su pertenencia a uno u otro sexo (“los niños no
lloran”, “eso no es cosa de niñas”…).
El docente también tiene un papel importante en la adquisición de hábitos básicos de higiene, de autonomía y
relación personal fundamentalmente, para el desarrollo posterior de los niños. La aceptación de una serie de
normas básicas de convivencia deberá hacerse de modo progresivo, no forzado y teniendo presente que esta
evolución no está libre de vaivenes. Debe tener especial sensibilidad para percibir las demandas de niños y niñas,
tanto de tipo cognitivo, como biológico y afectivo, dándoles respuestas siempre que se presenten.
Consideraciones didácticas
En cuanto a la implementación didáctica hay dos puntos fundamentales a tener en cuenta:
* La educación sexual no necesita una metodología especial, distinta, la propuesta debe plasmarse de acuerdo al
contexto, la etapa evolutiva y el área pedagógica.
* Serán los docentes los que, con sus actitudes, experiencias, formación, reflexión…progresivamente van a
concretar y materializar de forma personal la propuesta.
Los objetivos de la educación sexual en el Nivel Inicial participan del resto del quehacer educativo en su
totalidad. La educación sexual es un proceso informativo y formativo. El objetivo final del cual éste nivel es sólo
el inicio, será lograr que el niño/a llegue a su completo y armónico desarrollo en lo intelectual, en lo biopsíquico y
en lo espiritual, de tal manera que pueda elaborar y llevar adelante su propio proyecto de vida. Y que esto se
concrete:
* Afianzando su yo varón o mujer.
* Respetando su cuerpo.
* Comprendiendo a quien tiene a su lado.
* En su información.

CONCLUSIÓN

Para conducirnos hacia una sexualidad sana, responsable y placentera, no debemos olvidar que la sexualidad es
una palabra que expresa muchas cosas y nunca se remite simplemente al sexo. La sexualidad se expresa en la
relación que mantenemos con los otros y con nuestro propio cuerpo.
Desde cuando nacemos tenemos latente nuestra sexualidad y ésta se desarrolla poco a poco hasta llegar a
convertirse en parte importante de la identidad de cada persona.
La educación sexual constituye la principal herramienta para promover la apropiación de los niños de sus
derechos. El Nivel Inicial y el Primer Ciclo de Educación General Básica deberían complementar a la familia en
la educación sexual de los niños. A veces esta tarea constituye un gran esfuerzo, ya que, cuando un nene ingresa
al Jardín o la escuela ya trae consigo pautas sexuales que ha recibido desde su nacimiento en el ámbito familiar. Si
estas pautas son rígidas y estereotipadas, el sistema educativo deberá trabajar tanto con los niños como con sus
familias para promover la equidad y la igualdad de derechos.
Actualmente, los docentes deben enfrentar una serie de problemáticas sociales y económicas que afectan a cada
uno de sus alumnos. Por la frustración que provoca en algunos niños la falta de acceso a bienes materiales y
simbólicos, y/o por el contacto directo y cotidiano con la información difundida por los medios masivos de
comunicación, los alumnos pueden mantenerse al margen de la crisis histórica que está transcurriendo el mundo y
el país: guerras, pobreza, destrucción del medio ambiente, corrupción, impunidad. Esta crisis, en la que también
están inmersos los docentes, afecta el entorno familiar y el sistema educativo, y repercute visiblemente en la
calidad de la enseñanza formal.
En este contexto, la educación sexual resulta indispensable porque refuerza valores y comportamientos que
colaboran para que los niños puedan enfrentar más saludablemente la crisis. Frente a este enfoque, se resignifica y
adquiere otra dimensión el rol de los docentes como personas significativas en la vida de los niños, pero
especialmente como expertos en la transmisión de conocimientos y valores a sus alumnos. Educar para vivir una
sexualidad sana, responsable y placentera es un aporte inmenso en la construcción de un mundo más amable.
Educar para una sexualidad sana y feliz significa orientar dentro del sentir y dar el mejor de los regalos a quienes
consideramos la continuación de nuestra vida: los niños.

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