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Bolen del Inninuo de Historia Argentina y Americana “Dr. E. Ravignani* TTeloera Serie, nen. 1, 1° semestre de 1989 FORMAS DE IDENTIDAD EN EL RIO DE LA PLATA LUEGO DE 1810* Jose CarLos CHIARAMONTE** Las tres tendencias de identidad politica luego de la Independencia EL opsero de este trabajo concierne a una de las formas de identidad colectiva, la identidad politica. No es nuestro propésito explicar los procesos de formacién de sen- timientos colectivos expresados en la afirmacién de alguna forma de identidad, sino solo verificar y explicar la coexistencia, luego de la Independencia, de tres formas de identidad politica —hispanoamericana, rioplatense o argentina, provincial—, y la necesidad de una reinterpretacién de sus significados y del significado de su coexis- tencia, Estas tres tendencias hacia la conformacién de una identidad politica no han si- do ignoradas en la historiografia del periodo. La hispanoamericana, prolongacién del sentimiento de espafiol americano elaborado durante el perfodo colonial, la provin- cial, asentada en el sentimiento lugarefo, y la rioplatense —luego argentina—, de més complaja delimitacién, han sido motivo de interés, por diversas razones, para la histo- riografia del siglo xix. Sin embargo, poco se ha atendido a que el hecho mismo de su cocxistencia, ala vez que reflejaba la ambigiledad en que se encontraba el sentimiento colectivo inmediatamente después de producida la Independencia, traducia también, en el curso de las variaciones de su importancia relativa, la direccién en que se movia el proceso de formacién de una identidad politica dentro del critico proceso de forma- cin de los nuevos paises independientes. Por otra parte, poco se ha reparado en que esas tendencias pueden ser particularmente significativas con respecto al problema de las formas de sociedad y de estado existentes en 1a primera mitad de! siglo XIX, —a condicién de considerar a los sentimientos americano y provincial no como residuos Bl testo original de este trabajo fue ditcutido en el seno del Seminario de Historia Argentina del Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Facultad de Filorofia y Letras, U.B.A., a cuyos integrantes cl autor express tu reconacimiento por los comentarios ali efectuados. Desea agnadecer, asimismo, Ia colaboracién de la Profesora Maria Adriana Bemadotti, tanto por su trabajo de recalecciGn de informacién, como por sus iiles observaciones a diversas partes del manuscrito. "5°" Instituto de Historia Argentina y Americana “Dr. Emilio Ravignani”, Facultad de Filosofia y Letras, Universidad de Buenos Aires / CONICET. 1 o adherencias extrafias a un supuestamente predominante sentimiento nacional argen- tino, atin ausente hacia 1810, sino como formas alternativas de satisfacer la necesidad de organizar un nuevo estado que suplantase al dominio hispano— y a su conflictiva ‘coexistencia, como exponente de la inexistencia de un soporte social definido para los proyectos de nuevos estados nacionales que el desplome del poder ibérico hacfa con- Cebir; esto es, la no existencia de una sociedad, una economia, un mercado, de contor- nos superiores a los del ambito provincial.: Por consiguiente, la inexistencia tambitn de una clase social con un grado de desarrollo espacial de la amplitud geogrdfica que posteriormente correspondié al estado nacional argentino, y con un grado de madura- i6n del que carecéan las burguesfas mercantiles coloniales, Un factor que predispone indudablemente al equivoco es interpretar los movi- mientos de independencia como derivados de la maduracién de una supuesta burgue- sia capitalista que habria necesitado romper la dominacién colonial para dar rienda suelta a su desarrollo. En esa perspectiva, la nacién y el sentimiento nacional estén ya pPuestos desde un comienzo, y solo se trata de rastrear su génesis y manifestaciones tan atrds en el tiempo como sea posible, Es esta forma de enfocar el movimiento de Inde- pendencia la que ha facilitado la confusin de interpretar cada expresién antihispana ‘ocurrida en una regién del imperio nacional como un rasgo nacional de una de las na- ciones que habria de constituirse alli. Las observaciones que efectuamos conducen también a juzgar que esas varian- tes de identidad politica, las surgidas, por ejemplo, junto a la tendencia rioplatense —luego argentina—, bajo la forma del americanismo y del provincialismo, no eran otra cosa que formas altemativas del sentimiento pablico, correlativas de las fuertes tendencias a formar estados distintos del estado nacional que habria de imponerse en la segunda mitad del siglo Pues, si bien se mira, la identidad americana y la provin- cial, no eran tampoco otra cosa que conatos nacionales, formas de identidad nacional Contenidas en su desarrollo por distintos factores. Nuestro criterio consiste, entonces, en considerar como un resultado, y no un Punto de partida, no solo esa organizacién estatal tan tardfamente alcanzada —habi- tualmente denominada, con significativa incoherencia, organizacién nacional—, sino la existencia misma de las nuevas nacionalidades. Esto es, contemplar el proceso de formacién de las nuevas nacionalidades y de sus correspondientes organizaciones es- tatales, cludiendo el efecto deformador del supuesto de considerar Io nacional como coexistente o anterior a la Independencia, Supuesto derivado de toda una tradiciGn his- toriografica que, desde el siglo pasado, y en su afin de contribuir a la formacién de la conciencia nacional de los nuevos paises, consider6 conveniente postular Ia existencia ab initio de esa conciencia, y explicar el proceso de emancipacién como fruto de ella, 1 Ena restrngida realidad de lo que era entonces una provincia: generalmente una ciudad y su entor- 1 rural. Sobre este problema del 4mbito social y econSmico del proceso de formacién del estado nacional, véase nuestro trabajo “La cuestion regional en el proceso de gestacién del estado nacional argentino", en ‘Marco Palacios (comp.), La wnidad nacional en América Latina Del regionalismo a la nacionalidad, El Co- Tegio de México, Mexico, 1983. 2 Podrfan aliadrse otras tendencias a consttuir nuevos estados basados en formas més débiles de ‘dentidad. Tales como los fugaces intentos de unir en un solo estado varias provincias de una misma regiGn ‘eogrifics, como se intent6 on las de Cayo, las de Ta Mesopotamia —Repiblica de Entre Rios, y otras n Pues a partir de alli, los juicios sobre las tendencias del sentimiento colectivo a afir- mar realidades sociales distintas de la nacional —especialmente més amplias, como la sudamericana, 0 mAs retringidas, como la provincial— no podian menos que ser victi- mas de la distorsién derivada de esa perspectiva. La consideracién de la Independencia como fruto, fundamentalmente, del derrumbe de los imperios ibéricos por efecto de sus conflictos europeos, —punto de vista prevaleciente, con razén, en la historiografia actual— es la que convierte enton- ces a la coexistencia de esas diversas formas de identidad politica en indicador de una realidad social ajena aiin a los contornos nacionales, Realidad que solo habria de dar lugar a la formacién de nuevas naciones a lo largo de un periodo caracterizado, en buena parte, por una intensa confusién al respecto. En tal perspectiva, el trénsito del predominio de una primera emergencia de una identidad no hispana, la que tuviera ex- presion en el desarrollo del sesgo antipeninsular contenido en ta conciencia de lo espaol americano, al de los sentimientos autonomistas de las distintas regiones que habian sido definidas por las viejas divisiones administrativas hispanas, con frecuen- cia traducidos por la emergencia de las nuevas formas de poder del caudillismo, pri- ‘maré sobre la nueva identidad nacional rioplatense que habria de elaborarse sobre la marcha. Diversas expresiones de identidad politica 1. Los textos constitucionales provinciales. Una forma de percibir mejor lo expuesto es partir de testimonios un tanto distantes del comienzo de la emancipacién, en los que se sedimentan ya algunas de las tendencias indicadas, para volver luego a los de 1810 en adelante. Los textos constitucionales provinciales, a partir del Estatuto Provisorio Constitucional santafesino de 1819, son especialmente expresivos de la forma de identidad politica entonces prevaleciente.+ En especial, el problema de la definicién de la ciudadania —estrechamente conectado con el de la soberania—, puede servirnos a manera de indicador de lo que analizamos. Ellos muestran todavia la huella de la inicial preeminencia del sentimiento america- xno al estallar la Independencia, Fenémeno comprensible si se picnsa que la primera forma en que un sibdito de la monarquia espafola nacido en América pudo pensarse a s{ mismo como algo distinto del espaol peninsular fue bajo la especie del espaol americano. Extirpado lo espafol, esta forma dibujarfa, en la improvisacién de las ten- tativas organizadoras iniciadas en 1810, los Ifmites ideales de Ia nueva nacionalidad que podria sustituir a la hispana. Pero debilitada por la imposibilidad préctica de su realizacion, daria lugar a otras aparentemente mas accesibles. 3. Véase un reciente tratamiento del problema cn Tulio Halperin, Reforma y dsolucion de los impe- rios ibéricos, 1750-1850, Alianra, Madrid, 1985, Primera Parte cap. I, "Crisis imperiales”. + Si tenemos en eventa que ia definicién de tas nuevas nacionalidades durante el siglo xix, no solo en Iberoamérica sino también en Europa, ser4 efecto “anificial" de identidades definidaspoliticamente, cl va lor de Ia fuente se acrecienta, Sobre el proceso de formacién Je las nacionalidades europeas, véas Hobsbawm, La era del capitalismo, Vol. 1, Punto Omega/Guadarrama, Madeid,19T7, cap. 5, “La fabrica cin de naciones", B Las constituciones de Santa Fe (1819 y 1841), Entre Rfos (1822), Corrientes (1824), y Catamarca (1823), no limitan 1a ciudadania a los nativos de la provincia. La confieren también a los de las Américas antes espafolas, salvo la de Santa Fe que con expresi6n de mayor amplitud, declara: “todo americano es ciudadano”. Las de San Juan (1825), San Luis (1832) y Tucumén (1852), no estipulan nada al respecto, Y las Jay (1839), Crdoba (1821 y 1847), y el proyecto dela de Buenos Airs (1833), reservan para el nativo, pero también la admiten, salvadas ciertas condiciones y cierto tiempo, para cualquier extranjero. En cuanto a la de Catamarca ya citada, al conceder la ciudadania, junto a todos los nativos, a los “americanos natusales” de los territorios antes espafioles, lo hace con la condicién de que haya reciproeidad en las “respectivas provincias” $ En el caso de Corrientes, el Reglamento Constitucional Provisorio de 1821 ha- bia limitado la ciudadania a los nativos de la provincia, Pero a raiz de una consulta del Gobemador relativa a los no nativos que ocupaban cargos piiblicos, el mismo Congre- 0 que habia aprobado ese Reglamento Constitucional 1o modifica, pocos dias des- pués, declarando que “también son ciudadanos, capaces de entrar en los Empleos Ci- viles los Americanos no nacidos en la Provincia pero si avecindados”. Criterio que se incorporé también a la reforma de 1824: “Es ciudadano el que haya nacido en las ‘Américas denominadas antes espafiolas y resida en el teritorio de la provinci El Estatuto Provisorio santafesino, promulgado por Estanistao Lopez en agosto de 1819, es un elocuente reflejo del fracaso de Ia tentativa constitucional rioplatense en 1819. Para este documento solo existen la provincia y América, sin mencién alguna de una posible unidad rioplatense. El texto se mueve entre referencias al “pats” santafesino, a la “patria” santafesina, por un lado, y a América o América del Sud, por otro. Asif, el articulo 3 declara: “Todo americano ¢s ciudadano”. El cinco suspende ese derecho, entre otros, a “cualquiera que por su opinién piblica sea enemigo de la causa general de a América, o especial de la Provincia”. Y el articulo 13 establece el ju- ramento que debia prestar el gobernador al asumir su cargo: “‘Juro por Dios N.S. y ‘estos Santos Evangelios, que desempefiaré con fidelidad el cargo de Gobemador: de- fenderé la causa general que defiende la América del Sud y la Independencia de la Provincia.” ‘Una derivacién notable de la persistencia del sentimiento de identidad america- na, coexistente con el provincial, se observa en un incidente protagonizado por Justo José de Urquiza en 1826, en los primeros tramos de su carrera politica, cuando era di- putado en el Congreso entrerriano. De acuerdo.con su politica de localismo moderado, © opuso a la expulsién de todos los cargos piiblicos de los nativos de Buenos Aires, medida reclamada por un reciente levantamiento armado, Su argumento fue que, pues- 3 La mayorfa de los textos ctados estén tomados de Juan P. Ramos, El Derecho Piiblico de las pro vincias argenins, con el lerto de las consiucioes sancionadat ene los aes 1819 1913, Pacoad de Derecho y Ciencias Sociales, Buenos Aires, Tomo I, 1914; Tomos Il y I, 1916. + Ley nim, 15, "Sancion Constimcional. Ariculos del Reglamento Provisorio sancionado por el Ex- ‘mo. Congreso que necesitan de su esclarecimiento para no errar en su inteligencia”, Archivo de la Provincia de Corrientes, Documeniacin histrica, Aas 1821 y 1822, Corsentes, 1928, p. 113; "Ley Constitucio- nal...” de la provincia de Corrientes, 15-IV-1824, ant 1, Secei6n Segunda, Registro Oficial de la Provincia de Corrientes, ed. 1929, 1, p. 246. 74 to que la Constitucién entrerriana de 1823 habia concedido la ciudadania a los nacidos cen cualquier lugar de la América antes espatiola, y dado que los portefios poseian esa ‘cualidad, ellos eran tan ciudadanos entrerrianos por ser americanos, no por rioplaten- ses. Defendiendo esta especie de silogismo politicoconstitucional, Urquiza exprésaba que la Constitucién entrerriana prometia las regalias y privilegios de ciudadano como las seguridades indivi- dual y de propiedad, no sélo a los hijos de la Provincia sino a todos los demés ‘Americanos, sin la menor distincién, con tal de que tuviesen aptitudes. Que los portefios eran tan hijos de América y de consiguiente tan ciudadanos del Estado como lo eran los del Entre Rios y los de las otras Provincias de la Repiblica? Pero los documentos interprovinciales, y también algunas de las constituciones paste- riores a la santafesina, incluida la de Entre Rios, vuelven a referirse a una entidad po- Iitica nacional —esa repitblica, aludida en el recién citado texto de Urquiza, datado en cl lapso de una de las fugaces tentativas de organizacién constitucional rioplatense—s Por una parte, las provincias signatarias de tratados sienten la necesidad de manifestar ante aquellas que por su ubicacién especial no participaban de esas convenciones, que no han dejado de lado su relacién con ellas en una posible organizaci6n estatal supra- provincial. El tratado firmado en Pilar en febrero de 1820 por Santa Fe y Entre Rios, remite a un hipotético voto de la Nacién. Pero los tratados de! Cuadrilétero, el piblico y el reservado, de enero de 1822, abundan en referencias a la Nacién y al terrtorio na- ional De la misma manera, en los textos constitucionales provinciales posteriores al santafesino aparecen referencias rioplatenses 0 argentinas junto a las provinciales y americanas, Y en algunos de ellos desaparece la diltima, signo de que la insalvable di- ficultad de organizar estados con excesiva amplitud territorial, como la sudamericana, debilitaba esta forma de identidad politica. 7. Citado por Beatriz Bosch, “Justo José de Urquia, diputado provincial (1826-1827)", Anuario de la Sociedad de Historia Argentina, Buenot Aires, 1947, VoL 5, p. 127. Urquiza, a la vez que defiende a los ortatos, no comparte el exceso de liberalidad hacia ellos que demandabs otro diputad, el Presbitero Fu- ‘es, quien proponia que en vez de expulsrtosdebfan ser Ilamados a ocupar las are, labranzas y masts tures de la provincia. Urquiza tostuvo “que era preciso no ser tan generosos en prodigar proteccin; pues no todos los porietios posefan virudes sociales ala par de suilustracin, y que si se apoderaba en la provincia tun amero considerable de hombres inmoraes y corrompidos esta mayor poblacion serfa pexjudicial”. Id, Ibid, p. 137. 7 Las constituciones, no legadas a entrar en vigencia, de la “Repablica” de Tucumn (1820) y de los Pueblos Unidos de Cuyo (1821), pte a su énfasis aulGnomo, se remitian también aun posible estado nacio- nal que, en el caso tucumano, era mencionado como “la Naciéa", y en el de Cayo, como un “Gobiemo uni- forme” 2 ser establecdo por “un congreso general de los [pueblos] que se han denominado de Sud-Améri- cea". "Constitucién de la Repsblica de Tucurnén”, Sec. I, cap. Il, an. 15; Se. MM, caps. Ty I, arts. 4 y 10, ‘on Ismacl Sota, Historia consttucional de Tucsendn, (periodo 1820-1884), Tucumén, Facultad de Derecho ¥ Ciencias Sociales, 1945; “Consttacién para las provincias de Mendoza, San Juan y San Lats, que se de- ‘hominan pueblos unidos de Cuyo...", en E- Ravignani, Asomblea..., Tomo Vi, p. 1130. 9 Los textos de estos tratados, en Emilio Ravignani (comp), Asambleas Consituyentes Argentinas, Buenos Aires, Instituto de Investigaciones Hist6ricas, Facultad de Filosofia y Letras, Universidad de Bue- ‘nos Aires, 1937, Vol. 6. 5 En cuanto a ese reconocimiento de una soberanfa nacional superior a la de la provincia, en el caso de Corrientes solo encontramos una ocasional referencia cn el Reglamento provisorio de 1821, cuyo articulo 3 de la secci6n tercera expresa que es atribucién del poder legislativo, establecer, ordenar y sancionar todo lo que sea concertado y relativo al interés general y economia interior, quedando a salvo todo aquello que haya o pueda corresponder al cuerpo 0 estado general en la federacién nacional” 1° Esta alusin no se conserv6, empero, en el texto definitivo de 1824. ‘Lo que concebimos como ambigiiedad en la definicién de una identidad politica puede observarse en otro documento correntino en que la entidad politica supraprovin- cial es concebida como sudamericana y no rioplatense, El Bando del 21 de octubre de 1821, resultado de la primera reunién de los jefes de la revuelta que derrocé al repre- sentante de la “repiiblica” de Entre Rios, luego de la muerte de Ramirez, definia esa revuelta como derivada del conocimiento, por parte de la provincia, de sus derechos de libertad e independencia. cn unién, federaci6n y fratemidad de las demés provincias de Sud América. La primera ley promulgada por el Congreso provincial correntino rounido al mes si Buiente, admitia que el reglamento constitucional que tenia en preparacién no podia ser modificado sino por otros Congresos provinciales 0 por la Constitucién del Estado que dictase una soberana Asamblea de la Nacién.!2 Pero esta invocacién a un posible estado nacional coexiste con la fuerte tendencia au- tonomista que, por momentos, asume contornos de autonomia nacional correntina, tal como trasluce el texto de la Constiuucién de 1824 cuando establece el reemplazo del Congreso logislativo por una Comisién Permanente: es necesario, expresa un breve predmbulo una Representacién Nacional compuesta de cinco individuos en la capital de la Provincia, que permanezca con todo el poder y facultades del congreso gene- ral. 10 “Reglamento Provisorio Constiucional”,p. 243, A Regisiro Oficial. ,p. 65. 12 “Bando gubemativo anunciando al pueblo de la provincia lat resoluciones adoptadas por la Junta de Comandantes militares", 21-X-1821, Idem, p. 65; Ley nim. 1 “Estableciendo el organismo politico de la provincia de Corrientes y las lineas de un orden institucional provisori, 26-XT-1821, Idem, p. 15. 13” “Ley Constinucional..." de 1824, p. 24S. Sobre las caractersticas de esta Comision Permanente, vé ase la seccidn 5. Se tratabs de un cuerpo compuesto por cinco legisladores, que debia reemplazar al Congre- 0 luego de que aque! hubiesc cumplido sus funciones de elegir gobemador, ante la imposibilidad prictica de tener permaneniemente en la capital de la provincia alos representantes de interior. 16 La expresién de una unidad rioplatense es més fuerte en la ConstituciGn de Entre Ri- ‘0s, posiblemente mas por la subordinacién de esta provincia a la de Buenos Aires que por efecto de Jas tendencias prevalecientes en la provincia. Esto corre parejo con una también fuerte manifestacién de unidad americana, congruente con la preocupacién del grupo politico dirigente, aliado a Buenos Aires y con fuerte oposici6n interna, de combatir el sentimiento provincial. De manera que, a la par de la afirmacién america- na ya comentada, al conceder la ciudadania a todos 1os hijos nativos de ella y demas americans naturales de cualquier Pue- blo o Provincia de los territorios que fueron espaftoles en ambas Américas, que residan en ella de presente, y residiesen en adelante, concesién que incluye la capacidad para ser electo Diputado al Congreso de la Provin- cia, exticnde la aptitud para el cargo de Gobernador a todo “ciudadano: natural de la Unin’, Por otra parte, si bien define a Entre Rios como un “Estado y Gobiemo Re- presentativo independiente”, también declara que es parte integrante de las Provincias Unidas del ‘una sola Nacién, de la Plata, y forma con todas naci6n a organizar por un futuro Congreso General.!« En las provincias que conceden ciudadanfa a los americanos, esa amplitud no es man- tenida respecto del derecho a ocupar el poder ejecutivo. Lo predominante es reservar el ejecutivo a los nativos de la provincia, aunque hay excepciones a favor de los oriundos de otras provincias rioplatenses. El Estatuto de Santa Fe de 1819 no expresa condicién al respecio, pero la Constitucién de 1841 reserva el cargo de Gobernador a los naturales de la provincia —seccién Sa, art, 25—; tas dos de Corrientes la reservan a los nativos de la provincia; la de Entre Rios, la admite para los nativos de las provin- ccias de la Confederacién; la de San Luis —cap. ut, art. 1—, y la de Jujuy —seccién Sa., art. 27—, a los nativos de la provincia, pero también a vecinos no nativos con ciettos afhos de residencia; la de Tucumén de 1852 —secciGn 4a., ar. 30—, a los “ar- gentinos”; Ia de Cordoba de 1821 —seccién 6a., cap. XIV, art. 6—, a los habitantes de la provincia con tres afios de residencia; la de San Juan no establece nada. Solo la de Catamarca admite como gobernador a todo ciudadano de la provincia, y “natural de las Américas libres” —cap. 7a., art. 92—. Es de notar que, todavia en 1841, el segundo texto constitucional santafesino concedia la ciudadania, junto a los “nativos”, a los “demés americanos naturales de 4 “Eatatuto Provisorio Constitucional de la Provincia de Entre Rios", seccién 2a, ar. 108; seccién 6a, an, 53; seovién Ia, art. I; Id, art. 2, Recopilacion de Leyes, Decretas y Acuerdos de la Provincia de Enire Rios, 1 pp. 153, 146 y 139, respectivamente, Fin uno de los momenténeos fortalecimientos dela ten- dencia provincial frente als porte, se restringe el ejrcicio de la gubematura a los nativos de la provincia: tuna ley de 1826 establece que no podra ser Goberalor" quien no tenga las calidades de Ciudadano, no sea foriundo de ela", et. Ley del 23/VEIL/1826, Id, Ip. 187. 1 cualquier pueblo 0 provincia de los territorios que fueron espafioles en ambas Améri- cas” —seccién 8a., art. 60—. ¥ que si bien las constituciones cordobesas no tienen in- dicaciones similares para la ciudadan{a o las condiciones a reunir por el gobemnador, la de 1847 le fija a este la obligacién de contribuir, entre otras causas, a la de la “libertad independencia de Sud América” —seccién 6a., cap. XIV, art. 7. ‘Como es ldgico, luego de 1853 las constituciones provinciales cesan de contener capitulos sobre ciudadania, dado que esta es ya la Argentina, luego de promulgada la Constitucién Nacional, y el cargo de Gobernador se reserva a los ciudadanos argenti- nos —o nacidos en territorio argentino, segiin las fOrmulas—, y a sus hijos nacidos en cl exterior. Sin embargo, hay una excepcién: la Constitucién de Corrientes, de 1856, que advierte que hasta tanto el gobierno nacional dicte las leyes generales sobre ciuda- dania y naturalizaciGn, son ciudadanos de la provincia “Jos nacidos en ella y los demas de la Confederacién”, ademas de los extranjeros que reuniesen las condiciones exigi- das por el art. 20 de la Constitucién Nacional.1s De manera que si considerartos a los textos constitucionales provinciales como indicadores del estado de la conciencia piblica en cada provincia, podemos efectuar varias reflexiones. En primer lugar, que la definicién de una identidad colectiva rio- platense o argentina est ausente en varias de ellas, mientras que en otras aparece con- juntamente a la provincial y a la hispanoamericana. En segundo lugar, que la més fuerte de estas variantes es la limitada al Ambito de la provincia, ala que se reserva la ciudadania en varios casos y, en casi todos, el ejercicio del poder ejecutivo. Y que el sentimiento americano, si en unos casos continta siendo una altemnativa, como en los momentos iniciales de la Independencia, a la aspiraci6n a delimitar el dmbito ideal de Ja comunidad politica —pero con una vigencia fuertemente restringida, salvo excep- Ci6n, al ejercicio de la ciudadanta—, en otros se declina o desaparece. Es decir que los documentos considerados permiten vislumbrar que la concien- cia de una identidad politica se halla en un momento de su proceso de conformacién caracterizado por el debilitamiento de la variante hispanoamericana relacionado con la. experiencia de las dificultades concretas para una unién politica de amplitud hispanoa- mericana, y por la existencia de una tendencia argentina, que en la mayoria de los ca- S08 posce una expresién muy débil, condicionada a la posibilidad de unién politica futura, y que en otros aparece més nitida, al admitirse el ejercicio del ejecutivo a los nativos de otras provincias “de la Confederacién” o “argentinas”, mientras que el scn- timiento provincial se conforma, ya hacia 1820, como la més fuerte de esas variantes. Fenmeno, este titimo, que unido a los datos provenientes de la historia del resto de la primera mitad de! siglo, es posible interpretar como expresi6n, todavia inicial hacia 1820, de un proceso de paulatino fortalecimiento del particularismo provincial, en la medida en que el fracaso del primer ciclo de intentos constitucionales para dotar de tuna unidad politica a Jos “pueblos” reunidos en la afirmacin de la Independencia, no parecia dejar otra altemativa, ante la necesidad de organizar un orden social viable que permitiera reconstruir las economias, el orden jurfdico, y la vida social regular, que la conformada por ta sociedad y el estado provincial. 45 Seccién 2a, De la Ciudadania, ans. 4 y 5 B En esta perspectiva, la formacién de una identidad provincial puede ser con- siderada una variante del proceso de formacién de identidades nacionales, variante alternativa a la argentina, Las provincias rioplatenses, incluida la de Buenos Aires, sufrirén asf, contempordneamente el efecto de una tendencia a confluir en un estado supraprovincial —el futuro Estado Nacional argentino—, y de otra a autonomizar po- Iiticamente el estado provincial. Tendencia que, al menos de hecho, prevaleceria en varias de esas provincias durante distintos momentos de! perfodo. Que esta tendencia contribuyera a la formacién de nuevos estados independientes —Paraguay, Uruguay—, a intentos de segregacién —las llamadas tendencias “centrifugas” obrantes en Cuyo, el Noroeste y el Litoral— para unirse a paises vecinos, 0 a la au- tonomia de hecho de varios estados provinciales argentinos, son otras tantas variantes de un proceso histérico que, al mismo tiempo, continuaba elaborando Ja identidad argentina. 2. Los textos interprovinciales y nacionales Si revisamos los primeros textos constitucionales argentinos,'* comprobaremos el des- Concierto en que se encontraba el sentimiento piblico de los sectores dirigentes inme- diatamente después de mayo de 1810. Las referencias al cuerpo politico que se intenta ‘organizar son variadas y confusas. Los vocablos Esiado y Nacién suelen aparecer sin atribucién precisa. En el primer caso, se suelen efecwuar referencias a las unidades po- liticas que se retinen para darle nacimiento: los pueblos, entendiendo por tales los pro- vinciales; las ciudades, las provincias, son expresiones utilizadas indistintamente con tal propésito. El primero de estos documentos, el “Reglamento de la divisién de pode- res sancionado por la Junta Conservadora...” el 30 de setiembre de 1811, invoca en dos oportunidades a la nacin, pero se trata de la nacién espaftola, a la que se supone estar integrando aiin, No olvidemos que la Junta se autodefine como “‘conservadora de la soberania del Sr. D. Fernando Vi, y de las leyes nacionales”. Por otra parte, el Re- ‘glamento se refiere en varias oportunidades al Esiado a organizar, de forma en que es claro que a ese Estado lo concibe como integrado por “las ciudades en calidad de cuerpo politico” 0, segin otra expresiGn, por las “ciudades de nuestra confederacién politica”, pese a que también utilice los vocablos provincia y pueblos: “Los diputados —dice el articulo primero del Reglamento— de las provincias unidas que existen en cesta capital.” O: “Jos diputados de los pueblos unidos”, segtin el oficio de remisién del Reglamento al Triunvirato.”” Es cierto que toda esta confusiGn, toda esta ambigtedad, proviene del complejo problema con que se encontraron los dirigentes del movimiento de Independencia en cuanto a defini no solo el origen y forma del poder que debia suplantar al de la mo- 16 Contenidos en el volumen Estatutas, Reglamentos y Consttuciones Argentinas (1811-1898), Uni- versidad de Buenos Aires, Buenos Aire, 1956, Documentos extraidos de Ia edicign de Emilio Ravignani de las Asambleas Consttuyentes Argentinas. 17 "Reglamento...", pp- 15, 16 y 20, eepectivamente. Esto condice con la conocida observacién de que las provincias no eran entonees més que el conjunto de una ciudad, cabecera de anteriores organismos est- tales, y la zona rural por ella controlada, 19 narquia, sino, al mismo tiempo, la naturaleza y alcances territoriales del nuevo pats. Pero es también cierto que no hay nada que traduzca la existencia de un sentimiento de unidad colectiva que supere al dmbito profesional, posible de ser invocado como fuente de la representatividad que se arrogan los nuevos gobernantes y, consecuente- mente con la observaciGn anterior, como fuente de la soberanta que debia ser funda- mento del nuevo estado. Sus invocaciones no van més alld de expresiones como las transcritas: “pueblos de las provincias”, “ciudades”... Por otra parte, en el “Estatuto provisional del Gobierno Superior de las Provincias Unidas del Rio de la Plata a nom- bre del Sr. D. Femando vu, del 23 de noviembre de 1811, se encuentra una invoca- cin a la “‘posteridad americana” como heredera de las felices conquistas del patriotis- mo de los pueblos y los triunfos de “nuestras armas”.!* Aunque hay también, en este documento, una més clara referencia al viejo Virreinato, al aludir a Buenos Aires co- mo “capital del reyno”, y al incorporar una expresi6n circunstancial, “provincias uni- das”, en una referencia inmediata anterior al nombre del nuevo estado: “El gobierno se titulard —dice el art, B— Gobierno superior provisional de las provincias unidas del Rio de ta Plata, a nombre del Sr. D. Fernando vir", condicionando ya la futura anexi6n de esas dos palabras a una forma del nombre del nuevo estado. Paso que se daré més adelante y se advertiré al ser cambiadas las mindsculas iniciales por las ma- ylisculas de “Provincias Unidas”... De manera que, en cuanto a los Ifmites terrtoriales del nuevo estado, aparece es- ta vaga referencia al ex Virreinato, sin que sea posible encontrar una clara afirmacién ‘que haga corresponder un sentimiento nacional con esa delimitacién espacial. Es de- Cir, se invoca un impreciso Rio de la Plata, cuyos limites se elude considerar. Pero un Rio de la Plata que no aparecia, en los tramos iniciales del proceso, como el referente claro de ninguna voluntad nacional, sino més bien como ubicacién geografica de los “pueblos” o “provincias” que se retinen, Cosa comprensible si consideramos que esta- do y nacién se construirén, en este caso, al mismo tiempo. Inadvertidamente, dado que sus escritos tenfan otra finalidad, nadie tradujo me- Jor que Mariano Moreno esta coexistencia de la voluntad de constituir una nueva nacién, por una parte, y la inexistencia de una nacionalidad en la cual basarse, por otra, En los comienzos mismos del proceso de la Independencia, en sus articulos “So- bre el Congreso convocado y Constitucién del Estado”, de octubre y noviembre de 1810, Moreno, evaluando con mayor realismo que otros las posibilidades de constituir un nuevo Estado en este momento tan incipiente del proceso de la Independencia, se pronuncia contra la unidad americana y afirma la conveniencia de basarse en la exis- tencia de lazos entre algunas provincias, derivados de la “‘antigiedad de intimas rela- ciones”, con evidente referencia a los que unian a Buenos Aires y otras rioplatenses. Todo el texto, en cuanto se propone como problema el de decidir qué extensién geo- grafica podia tener un nuevo Estado en la América espafiola, y en cuanto su vision de los nexos posibles no va mas alld de esa vaga referencia a provincias a las cuales la untigiiedad de aquellos lazos “han hecho inseparables”, confirma la imagen de la Inde- 1 Bsatuie....p. 25. 80 pendencia de las colonias ibéricas como un efecto del derrumbe metropolitano mas que de una maduraci6n interna: pode una parte de la América —se pregunta en el primero de esos articulos— por medio de sus legitimos representantes establecer el sistema legal de que ca- rece, y que necesita con tanta urgencia; 0 deberd esperar una nueva asamblea, cen que toda la América se dé leyes a si misma, 0 convenga en aquella division de territorios, que la naturaleza misma ha preparado? Y luego, al retomar la cuestiGn, expone su punto de vista contrario al de una sola or- ganizacion politica americana, Al hacerlo, nos permite observar c6mo se refleja en la conciencia de uno de los protagonistas de la Independencia el grado de cohesion exis- tente entonces entre las provincias que integraban el imperio hispanocolonial: nuestros pueblos entraron felizmente al goce de unos derechos, que desde fa Conquista habian estado sofocados: estos derechos se derivan esencialmente de la calidad de pucblos, y cada uno tiene los suyos enteramente iguales y diferen- tes de los dems. No hay pues inconveniente, en que reunidas aquellas provin- cias, a quienes la antigiiedad de intimas relaciones ha hecho inseparables, traten por si solas de su constitucién, Nada tendria de irregular, que todos los pueblos de América concurriesen a ejecutar de comiin acuerdo la grande obra, que nues~ tras provincias meditan para si mismas; pero esta concurrencia seria efecto de tna convencién, no un derecho a que precisamente deban sujetarse, y yo creo impolitico y pernicioso, propender, a que semejante convencién se realizase» 19 “e ahé que sin que nosotros hubiésemos trabajado para serindependientes, Dios mismo nos presen- ta ln ocasign con los socesos de 1808 en Espaiia y en Bayona.” Manuel Belgrano, “Autcbiografis”, ten Comelio Saavedra, Manucl Belgrano, Marin Rodriguez y Tomis Guido, Las sucesos de Mayo ‘ontadas por sus actores, Fl Ateneo, Buenos Aires, 1928, p. 183. Por su pane, Saavedra, luego de desarollar similar argument, lo sintsiza en estos términos: fis indudable en mi opiniGn, que si se miran las cosas a buena luz, a la ambicion de Napoléon y a nde los Ingleses,en querer serseioes de esta América, se debe atrbuir la revolucion del 25 de ma- yo de 1810. "Memoria autdgrafa de Comelio Saavedra”, Id. 73 Asimismo: is anargta, mal el mas digno de temerse en el curso de una revolucin iniciada sin meditados planes "Reflexiones de El Redactor sobre la istalaciGn del Congreso Nacional, producida el 4 de vrarro’de 1816... expecto de Ia sesign 25 de marzo de 1816, citado en E. Ravignani, Asam- bea... Isp. 182. Son ficcuentes observaciones similares de los contemporéneos sobre el caréter improvisado de la Independencia, Véase, por ejemplo, Manvel Moreno, “Vida y memorias del Doctor Don Matiano Moreno" tn Senado de la Nacign Argentina, Biblioteca de Mayo, Autobiografias, Tomo I, p. 1213; Francisco S gut, "Los ultimos cuatro afos de dominacién espafila en el antiguo Vireinato del Rio de Is Plata, 1d, Tomo 1, p.124. 20" Mariano Moreno, "Sobre et Congreso convocado, y Constituei6n del Estado", Escrits, Segunta icion, Estrada, Buenos Aires, sf Tl p. 248. 81 Esas “‘ntimas relaciones” carecen de mayor precisiGn. Y los documentos que hemos Citado, posteriores al texto de Moreno, no avanzan al respecto, Claro esié que se trata de documentos en los que se acata ain el poder del monarca espaftol, Esto, si bien no nos impide observar a través de ellos la indefinicién respecto del Estado que ha de ser regido por el nuevo gobiemo, no permite, empero, ir mAs allé en el andlisis de la sobe- rania y de la expresiGn de la identidad politica. Los proyectos de constitucién presentados a la Asamblea del afio XII nos mues- ‘ran también un panorama caracterizado por la heterogeneidad de criterios. El proyec- to de la Comisién Especial nombrada en 1812 establece: Las provincias del Rio de la Plata, forman una repiblica libre e independiente. Mientras en el proyecto de la Sociedad Patristica se observa la tendencia americana en la definicién de! nuevo Estado, el capitulo primero, “De la Asociacién de las Provin- cias de la América del Sud”, en su articulo primero, declara: Las Provincias de la América del Sud que se han unido con las del Rio de la Pla- ta y ésias, se hallan congregadas en un acio solemne de AsociaciGn general por medio de sus legitimos Representantes.2 Se conservan otros dos proyectos, de menor trascendencia para la historia constitucio nal del pais, pero de valor como expresin de lo que estamos describiendo. En el pri- mero de los “Articulos de Confederacién y perpetua Unién entre las Provincias de Buenos Aires, Santa Fe, Corrientes, Paraguay, Banda Oriental del Uruguay, Cérdoba, Tucumén, & A”, podemos leer que El titulo de esta confederaci6n seré: Provincias Unidas de la América del Sud.22 Y en el texto incompleto que se conserva del otro proyecto, se lee que se trata de “las Provincias Unidas del Rio de la Plata’, que se constituyen en “Estado libre e indepen- diente”.> Si cxaminamos el “Estatuto Provisional para Direccién de Estado, dado por la Junta de Observacién” el 5 de mayo de 1815, y su versién parcialmente modificada que aprobara e! Congreso de Tucumén en noviembre de 1816, documentos en los que 21 | “Proyecto de Consttucién para las provincias del Rio de Ia Plata, formado por una comisin expe Gal..." y “Proyecto de Constnucién para las Provincias Unidas del Rio de la Plata en ta América del Sud de In Sociedad Paritia...", E. Ravignani, Arambleas.., Tomo VI, pp. 607 y 616, El proyecto dad PatriGtica, en el ar. 17, define Ia ciudadania “americana” del habitante de ls Provincias Uni “Todo hombre libre y nacido y residente en el Terrtorio de las Provincias Unidas, es Americano desde que lega a la edad de veinte aos. 2 “Plan de una Constitucién liberal federativa para las provincias unidas de la América del Sud", Id, Pp. 633 y 634, 2 “Proyecto de Consttucién para la provincias unidas del Rio de la Plata”, 27 de enero de 1813, Id, p.623. 82 se han abandonado ya las {6rmulas de sujeci6n a la monarquia espafiola, se advierte que no contienen, tampoco, ms que vagas referencias al. “Estado” 0 a los “Pueblos”, sin ulilizarse la palabra Nacién, ni siquiera al definir la ciudadania o el ejercicio del poder ejecutivo: “habitantes de! Estado”, ciudadanos nacidos y residentes en el “terri- torio del Estado”, “Deberes de todo hombre en el Estado” —titulo del capitulo vi—, “Director del Estado” —designacién del ocupante del Poder Ejecutivo, son las férmu- las utilizadas. Y, en cambio, cosa por demas significativa, solo sc usa la palabra “Na- cin” para referirse a otros paises: la ciudadania se pierde por aceptar empleos, ctc., ‘de otra Nacién” —capitulo V, articulo primero. En cuanto al vocablo Pueblo, se lo utiliza al afirmarse que “el Poder Legislativo reside en los Pueblos originariamente” —seccién segunda, capitulo y ariculo tinico. Pero pocos documentos expresarian cl real estado de incipiente formacion de una identidad politica como lo hicieron el “Acta de Independencia de las Provincias Unidas en Sud América”, del 9 de julio de 1816, y el “Manifiesto...” del Congreso Constituyente, del 25 de octubre de 1817. El Acta utiliza la expresién “Provincias Unidas” para denominar a la entidad politica representada en el Congreso. Y lo que sigue inmediatamente indica en realidad que la Nacién no solo se constituye, en el sentido de darse un documento politico organizador del estado, sino que se origina en sa voluntad colectiva, de las provincias reunidas, de considerarse a si mismas una Nacién. Es decir, la célebre formula “Si querian que las Provincias de la Unién fuesen una Naci6n libre ¢ independiente de los reyes de Espafa y su metrépoli?”, condensa la naturaleza de! acto: resolver si esas provincias, reunidas en un cuerpo politico pro- visional, decidfan considerarse una Nacién. Lo que sigue del texto confirma también que no estamos ante el caso de representantes de una NaciGn o de partes territoriales politicas de la misma: Nos, los Representantes de las Provincias Unidas en Sud América, invocando al Eterno que preside al universo, en el nombre y por la autoridad de los Pueblos ‘que representamos (subrayado nuestro). Esos representantes, no de la Nacién, sino de los Pueblos, votan ‘“por la independencia del Pais”. Y, Iineas ‘mas adelante, especifican qué era ese Pais: “es voluntad undnime ¢ indubitable de estas Provincias romper los violentos vinculos que las ligaban a los reyes de Espafa, recuperar los derechos de que fueron despojadas, ¢ investirse del alto cardcter de una nacién libre ¢ independiente” > Es decir, lo que traducen estos textos es la decisi6n de constituir la nueva Naci6n, sin invocar ninguna Nacién o nacionali- dad preexistente. Lo preexistente son esas provincias, a veces denominadas “Pue- bios", que conocian si, otro tipo de antecedente nacional, el de la nacién espafiola. Estamos, entonces, ante un uso del vocablo nacién como “sujeto de imputacién de la soberanfa, pero no como denotando la existencia pre. ia de una nacionalidad, de una Nacién como entidad historicocultural. % status... p. 103 y 104 28 CF. Joaquin Varela Suances-Carpegna, La teorda del estado en os origenes del constitucionalismo ispanico (Las Cortes de Céidie), 310 de Estudios Consttucionales, 1983, p. 176 y ss. 83 Existe, sf, en estos textos, un “nosotros”, una expresién de identidad colectiva, ‘puesta a lo espanol que ha quedado atrés, pero que en lugar de ser manifestacién de una nacionalidad rioplatense es una conciencia de solidaridad americana, Esto se ob- serva en el Manifiesto del aio siguiente a la Independencia, El “Nosotros”, vocablo reiteradamente presente en este documento, va referido a las provincias rioplatenses que acaban de declarar la Independencia, pero todos los argumentos de esos parrafos ue emplean la primera persona del plural, en la extensa descripciOn de las distintas formas de la opresi6n espafiola, se refieren a “la América” a la manera de este pérrafo: Hablamos a las Naciones del Mundo y no podemos ser tan impudentes, que nos ropongamos engafiarlas en lo mismo que ellas han visto y palpado. La América ermaneci6 tranquila todo el periodo de la guerra de sucesién, y esperé a que se decidiese 1a cuestién porque combatian las casas de Austria y Borbén, para correr la misma suerte de Espafia. Fue aquella una ocasién oportuna, para redi- mirse de tantas vejaciones: pero no lo hizo, y antes bien tomé el empenio de de- fenderse y armarse por si sola, para conservarse unida a ella. Nosotros, sin tener parte en sus desavenencias con otras potencias de Europa, hemos tomado el mis- mo interés en sus guerras.2 Los que as{ se expresan, siguen atin adheridos a aquella conciencia americana elabora- da durante la colonia y desarrollada, a la vez que modificada, durante las luchas por la Independencia. Mas aun, las veces en que utilizan el vocablo naci6n, es para referirse a la nacién espafiola.”” La nueva nacionalidad en formacién, fuera de la formula politi- ca utilizada para dar cuenta del origen de la soberanfa —“La Nacién, en quien origina- iamente reside la sobcrania”, seccién 5a., cap. 1, art. 105— es algo que no se advierte aiin en estos documentos, que parecen indicar que quienes los redactaron no podian darse una presencia significativamente distintiva a los ojos del mundo, de otra manera que la expresada por el concepto de americano. ‘De manera entonces, que més alld del hecho de darse inicio a una nueva Nacién, entendiendo este concepto como la abstracta formulacién juridicopolitica de la fuente de la soberania del Estado, los principales documentos elaborados por el Congreso que hizo explicita declaracién de la Independencia, no traducen la existencia ni de una nacionalidad definida, ni de una sociedad unificada dentro de los limites del nuevo es- tado. Las provincias reunidas en el Congreso compartian formas culturales cuyo ca- rdcter distintivo con respecto a otras regiones hispanoamericanas no era en realidad intenso. Por eso, el “nosotros” que expresa el sentimiento de identidad politica en este nivel juridicopolitico de la organizacién del Estado, sigue siendo todavia fuertemente americano —entendiéndose por tal expresién, en realidad, hispanoamericano—.8 % satus... p. 108. 2 Id, fbid, pp 110, 11 y 112. 3% Esios también comprobado por el agudo tabjo de Angel Rosembla, EI hombre de la Argentina, Badeba, Buenos Aires, 1964 Hasta entonces, en ls llamamientos y proclamas oficiales, se hablaba con frecuencia de los pueblos yy los habitantes de las Provincias Unidas (ode la Uniéa), de ls ejécitos dela patria, de americanos Mientras con una proyeccién menos amplia se irfa conformando la otra vertiente de identidad politica, basada en ¢! sentimiento lugaretio, la identidad provincial. Pese a es- to, la decisién politica de conformar un nuevo estado dentro de los limites del antiguo Virreinato del Rio de la Plata, se acompafiaba ya de un conjunto de experiencias hist6- ricas que habrian de reforzar el incipiente sentimiento argentino. Sentimiento estimula- do durante el nuevo, aunque también fracasado, intento constitucional de 1824-1826. El nombre “Argentina” La observacién de la forma en que se difunde el uso de los vocablos Argentina y ar- ‘gentino, y de la acepcién que se les daba, permite explicar también esta indefinicién de la identidad politica que seftalamos. El adjetivo argentino, con el valor de “riopta- tense”, es usado inicialmente, a comienzos del siglo XVI, por Martin del Barco Cente- nera, quien asimismo, sustantiva el adjetivo para designar al rio y al pats. El adjetivo, que reaparece luego en diversos escritos a lo largo de los siglos XVII y XVI, a co- mienzos del XIX es ya frecuente en la poesfa, al igual que el sustantivo, usado como nombre poético de la tierra, pero con un sentido distinto del actual, pues incluye a los espafioles mientras, en cambio, excluye a las castas. Equivale a “rioplatense”, expre- sando una diferenciacién regional dentro de la América hispana Asi, escribe Cabe- Ilo y Mesa justificando el proyecto de publicar el Telégrafo Mercantil: querfa yo hacer un servicio a Dios, al Rey, y a las Provincias argentinas.» ‘0 americanos del Sud y de Nacién americana. Hasia sc eglamenta la ciudadania de las Provi ‘Unidas: en 1812 se adopta una formula de juramento para adquri el titulo de ‘ciudadano americano > Todavia en 1817, podian cexpresarse las rivalidades regionales con estas significativas palabras, en las que ar- gentino es nitidamente limitado a Buenos Aires: do por el dlto de Heregia,y Apostasa, nos hijs,ninitos de quemadas, y condenados por dicho div hasta Ia segunda generacién por linea mascalna, y hasta ln primera por linea femensnts por. gue sc ha de procuar que esta Sociedad Argentina, x componga de hombres de henradornacitvcn- tos y buenos procederes. Id, hi, nm, 2, M1V/T8O1,p. 3 “Oda de D. Manvel Mecrano, Oficial del Real Tibunal mayor y Audienca de Charcs, en lor dela det N. 1 fla de Lavardén”, I, nm. 6, 18V/1801, pp. 71 y 74 Aderits de los priédicas, pede vrfcar te eata formas de empleo de esos véminos en Ia poesia recogidss en Juande a C. Puig, Aniologla de Poeia Argentinos, Tomo, La Colonia, Buenos Ares, 1910 22 Veanse los namerosos arculos sobre el pacar en el Tomo V del Semanario de Agricultura, In-

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