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Análisis
reflexivo de un incidente de campo.
Rosana Guber
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R r:v 1STA DE ANTROPOLOGIA, Si\o P AULO, USP, 1996, v. 39 nº 1.
Mi último 2 de abril
En la 1nananadel viernes 2 de abril de I 982, y bajo la tercer adn1inistración
n1i]itardel Proceso de Reorganización Nac ional (PRN) iniciado el 24 de
n1arzo de 1976, los argentinos supi1nos dei desembarco de fuerzas de la
Arn1ada y el Ejército en las costas de la Isla Soledad (Malvina oriental),
de Ia ton1a de la casa del gobernador, y del apresamiento de las autorida-
des civiles y rnilitares britânicas de las Fa lkland Is]ands1. La misión tenía
por finalidad "recuperar''-4el archipiélago que entre 1820 y 1833 pe1tenec ió
efectivan1ente ai gobierno de Buenos Aires, y que fue invadido y apropiado
por Gran Bretafía el 2 de enero de 1833. Desde ento nces los suces ivos
gobiernos de Buenos Aires, pri1nero, y de ]a República Argentina, después,
han presentado protestas fonna les ante e1Reino Un ido y, desde 1945, ante
las Naciones Unidas, reclan1ando vana pero inint erru1npidamente el
derecho argentino al archipi élago en e l Atlâ ntico Sur.
El intento de recupe ración tuvo lugar, entonc es, 149 afíos después
de Ia "usurpacíón". Partic iparon en ena 1nilitares profe siona1es de las
tres fuer zas annadas (FF.AA) - Ejé rcito, Marina o Annada, y Aero-
náutica- dentro de las cuales rev istaba n civiles varones de casi todas
las províncias dei país, que cumplía n con el servicio 1nilitar obligatorio ,
instaurado en la Argentina en 1901. Por primera vez en el sig lo XX,
el país se había involucrado co1noprotagonista principal de un conflicto
annado y, ta1nbién por pr in1era vez, civ iles conscriptos participaban
junto a tropas prof esio nales enfrenta ndo a otro Estado.
Tras la rend ición argentina ante el co tnandante de operaciones ter-
restres de la Task Force británica, el 14 de junio del '82, los argentinos
prisioneros regresaron al continente bajo estricta vigilancia inglesa y con la
supervisión de la Cruz Roja internacional. Una vez dados de baja, algunos
ex-conscriptos con1enzaron a reunirse infonnahnent c, luego a fonnar aso-
ciaciones de "ex-co111bati entes" en los á1nbitos locales de residencia, y fi-
nalrnente a ex tender sus organizaciones a otros pueblos y ciudades, a la
región, y al territorio nacional. Su objetivo inicial era aliviar la pesadacar -
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Ros ,\N ,\ GuHER. ÂNTROP()I.OGOS NATIVOS EN LA ARGENTINA
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R OS/\N A G uBE R. ANTROPÓLOGO S NATIVO S EN LA ARGENTINA
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R EVISTA DE ANTROPOLOGIA, SÃO PAULO , USP, 1996 , v. 39 nº 1.
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R OSANA GUI3ER . ANTROPÓLOGOS NATIVOS EN LA ARGENTINA
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R EV ISTA DE ANTR O PO LOGI A, Si\o P AU LO, USP, 1996 , v . 39 nº l .
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RO SANA GuBER . ANTROPÓLOGOS NATIVOS EN LA ARG ENTIN1\
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RO SA NA G UBER. ANTROPÓLO GOS NATIVOS EN LA AR GENT INA
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ROSANJ\ G UBER. ANTROPÓLOGOS NATIVOS EN LA ARG ENTINA
La reflexividad de un incidente
El incidente co1nenzó, aquel 2 de abril, con una orden ("mantenete lejos
de los ex-cornbatientes y de 1ni rnarido"), una acusación (yo era "ge n-
te de inteligencia") y una amenaza ("cuidate" que vas a perder tu "empleo")
que transitaban de una esposa a una rnujer, en un acto público de hombres.
Mi primera sorpresa fue la evidente (al menos, para 1ní)falsedad de la
acusación. Podía entende r la sospecha, pero no que se expresara co1no
un hecho confinn ado. Co1110 ciudadana argentina recordaba que "los ser-
vicios" eran una temible y oscura rama del Estado dedicada a la contra-
i nsurgencia y a la persecución política. Mis recuerdos se remontaban al
clima latinoamericanopropio de la mundializaciónde la GuerraFría, cuando
1aDoctrina de Seguridad Nacional comenzó a predicar desde la segunda
mitad de los afíos 50, la ubicuidad de los campos de batalla entre el "im-
perialismo capitalista" y el "comunis1nointernacional", y la internalización
de los conflictos he111i en la Argentina4 1. Con la sucesión
sféricos ta111bién
de períodos represivos y proscriptivos, antropólogos y científicos sociales
argentinos fueron visualizados por los regímenes de facto como agitado-
res de izquierda contra 'el orden constituído', y tratados en consecuencia.
Pero esta i111agen era incongruente con las palabras de la 1nujerde Carlos,
que 1ne hacían objeto de una acusación tradicional a los antropó1ogos42 ,
pero no en la Argentina sino en Asia, Africa y América Latina ni bien se
establecieron Jas áreas de influencia Este-Oeste tras la Segunda Guerra
Mundial: pertenecer a un servicio de inteligencia internacional. Más aún,
luego de las violentas guerras de liberación de los nuevos países asiáticos
y africanos, el "age nte de inteligencia" se transformó en un argu111ento
corriente para ahuyentar a los antropólogos extranjeros 4>.Pero tampoco
era éste 111icaso, no sólo porque se me había dado inicial coJaboración ,
sino porque sabiéndose desde el principio que yo había estudiado en los
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a los ex-so ldados bajo el n1isn10 rótulo que a los cuadr os militares que
asistieron a las Islas. En vez, el "ex-co1nbatiente" fue el primer ténnino con
que se designó, apenas terminado, a los conscriptos que participaron del
conflicto; esa denon1inación tenía connotaciones de oposición al Estado
y , sobre todo, ai régi1nendel 82, por su autorit arismo y por su abuso de
n1uchachos que con sus 18 anos eran dernasiado jóvenes para combatir.
La otra expres ión de ambiguedad era lo que identifiqué como "la tercer
incongruencia'': la n1ujer de Carlos n1ea1nenazaba con ''pe rder mi empleo
en el Estado ", pero clla 1nis1na se erigfa en portavoz de una organización
donde "no queren1os gente de inteligencia'' . La amenaza sólo sería creíble
de esgrimir algún poder a] interior dei Estado 55 ("vasa perder tu trabajo
en inteligencia' ').
La acusación de "servicio" me asi1n i)aba a ese interlocutor/ adversario
de una causa de Malvinas que los ex-so ldados definían como nacida del
Esta do, pero que debía pertenecer a la soc iedad civil. Los veteranos se
erigían en sus portavoces ante el Estado, y en guardianes y recuperadores
de la n1e1noria civi l y naciona l ante "Ia soc iedad". De este juego dual
participaban los leales a la causa, que estaba n a] servicio de la Nación ~ los
indiferentes. que hacía 1nás de diez afios habían aplaudido la recuperación
y que despe1iarían algún día de la "desrnalvinización'· o el olvido~y ]os trai-
dores, que estaban lisa y llanarnente contra la Patria y podían ser asin1ilados
a algunos agentes dcl Estado nacional , co1n o n1uchos Generales que
cornanda ron las ope racio nes del 198256 . De estos tres grup os, só lo los
traidores no tenían ni tendrán ja111ásderecho a celebrar la glo ria dei 2 de
abril. Con su adve1tencia- a1nenaza y su actitud esquiva, Carlos y su 1nujer
trataron de alejanne de la celebración y de las actividades realizadas por
los Ieales a la Patria quienes, a diferencia de 1ní, Ia traidora, observaban
una cond ucta coherente y, por eso, previsible.
Era lógico cntonccs que hubiera sido la rnujer de Car los, y no él u otro
dirigente, quien 1nc hubiera expulsado. Aunque para ellos yo representaba
al Estado, ini identidad de género n1c hacía 1ncnos asib le, y sólo pennitía
ubicanne en las son1bras de1poder. Habí a tenido ya ocasión de escuchar
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sujetos de estudio hace posible entablar una mayor confianza, y, por eso,
pennite al etnógrafo nativo superar más rápida1nente algunos preconceptos
que otros investigadores 1nenos familiarizados con los sentidos comunes
locales. De haberlo creído así - lo que sin duda ocu1Tiódurante buena parte
de 1niinvestigación - no hubiera podido explicar el incidente sino en tér-
1ninos de ese sentido co1núnsobre la nacionalidad, del que yo participaba
vivenciai y no analítica1nente.
Por eso yo ai princip io, y rnis diverso s interlocutore s solían devol -
ver la acusación a los acusadores, a veces en ténninos personales (es
una n1ujer ce losa , son inseguros), a veces ideoló gico-soc iale s (son
servicios, son antisemitas, tiene ascendencia judía , son "fachos" 63 ). Pero
esto, lejos de aclarar la cuestión, reforzaba el eje que aseguraba la
continuidad de la disputa al soslayar lo casi evidente: que yo pudiera ser
expulsada por pertenecer al SIDE, suponía la mera posibilidad de que, en
un acto público por una causa nacional, pertenecer al organismo itnplicara
ser un traidor sin derecho a celebrar.
Strathern sefialaba que proceder del n1ismo mundo soc ial que los
sujetos no garantí za poder ident ific ar las discontinuida des entre la
con1prensión indígena y los conce pto s analítico s. Pero en este caso
ocurría algo exacta1nente inverso: pr oceder del mismo inund o soc ial
que los sujet os no me garantizaba ser capaz de identificar las co nti-
nuidades entre la co1nprensión indígena y n1is conceptos indígenas bajo la
apariencia de conceptos analíticos. Pero al desnaturali zar el supuesto de
]aco1núnpettenencia a una n1is111a nacionalidad, la "reflexividad conceptual"
1ne ayudó a entender "en carne prop ia" un punto central en los debates
acerca de las identidades ctnonaciona les.
Nada de todo esto hubiera sal ido a la luz de haber co ncluído rápidas
lecciones 1nctodológicas, con10 que lo tardío del incidente demostró n1i
fracaso cn establecer "rapport" con 1nis inforn1antes, 1ni incapacidad para
explicar propósitos científicos y para realizar un buen trabajo de carnpo
(todo lo cual es, ade1nás, posible) . Pero Ias inslancia s de ca111pono son
cxá1nenes de buena n1etodología sino parte de ]as relaciones soeiales que,
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Por eso no creo que sea posible, ni satisfactorio, dirimir si los veteranos
de guerra argentinos que participaron en la Guerra de Malvinas y en par-
ticular quienes me expulsaron pertenecen "a la sociedad civil" o "al Esta-
do", co1nohan 1nostrado ya nun1erosos antropólogos en sus penosos in-
tentos por establecer incontestables y definitivas categorías de lo "indígena"
o lo "judío" o, para e] caso que 1ne ocupa aquí, de lo "nativo" y lo "extran-
jero "64.Todas las identidades sociales son necesariamente ambíguas, y es
esa a1nbiguedad la que pennite su 111anipula ción. Si entendemos a la nacio-
nahdad co1no un ejercicio de clasificaciones que reclama una construcción
cultural de supuesta ho1nogeneidad , y que opera en el marco del poder
político65,es claro que los rótulos de "nacional" y "extranjero" son pa1tes
del 1narco donde se negocia quién es (buen) patriota, (buen) judfo, o (buen)
nativo, y quién es un traidor o un vendepatr ia.
Lo que debe llamarnos ]a atención en el contexto argentino son los tér-
1ninos en que se expresa y diri111 e la naciona lidad. En otras sociedade s
(BoJivia, Guyana, Nigeria, Sudáfrica o Canadá) factores étnicos co1no la
lengua, la raza, la religión, la cultura, son suficientes para encarar el arduo
proceso de negoc iación que establece la clasificac ión de pertenencia s66 .
Pero en la Argen tina éstas se expresan co n refere ncia ai Estado y no
siemp re, como quedó claro en la eufo ria pública de aque12 de abril de
1982, en oposición a é] (por eso es lógico que la acusación de "judf a" haya
ocupado, si alguno, un rnuy segundo y silencioso plano). En su acusación,
la n1ujer de Carlospretendíadirimir mi nacionalidaden ténninos de mi lealtad,
la que a todas luces se reve laba i]egíti1na porque , según ella, yo "hacía
inteligencia", obedecía ai Estado y, por eso, 1ne opon ía a 1a N ación. Pero al
amenaza1me con "perder 1nitrab,~o" se posicionaba a sí mis111a en la red de
influencias oficiales.Y así como en e) incidente el conflicto internacional por
"Malvinas" se convi1tióen un conflicto interno entre los celebrantes, a~í los
veteranos podían vestir co1110]a quintaesencia del poder estatal - e] unifor-
1ne de las FF.AA.- , o const1u ir un ene1nigo a pa1tirde su lealtad a ese n1isn10
Estado que los hizo "veteranos" en el AtJántico Sur.
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R OSAN/\ GuBER. ANTROPÓLOGOS NATIVOS EN LA ARG ENTINA
Ahora bien: qué sucede con la "ciencia"? Por qué Carlos y su mujer (e
implícitan1entelos demásveteranos)desconocieronmi "personaacadémica''?
Algunos autores han sugerido que en la Argentina el campo político ha
penneado honda1nenteel campo intelect:ua l67. Carlosco1npa1tíala acusación
de su mujer pero sabía muy bien qué hace un antropólogo. Lo suyo no era
ignorancia, sino e] recordatorio de que quizás fuera esa relación entre ]os
dos campos lo que ha distinguido - y a veces no en el buen sentido - a ]a
Antropología "nativa" argentina de las Antropo1ogíasrealizadas en otros
contextos,incluso 1atinoamericanos. Carlossefialaba así que la subordinación
del campo académico a1político habíacondicionado nuestra producción,
nuestros términos teóricos, nuestros objetos de estudio - sie111preme decía
"- Que sirva para algo !"- y nuestras relaciones de campo.
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R EV ISTA DE ANTR OPOLOG IA , S.i\o P AULO, USP, 1996. v. 39 nº 1.
Notas
Esta y otra vcrs i6n prcli,ninar presentada a las I Jornadas de Etnografía y
métodos cua litativos, 9 y I O de ju nio, l 994 (IDES -Buenos Aires), fucron
realizadas con el apoyo de la Fu ndaciôn Antorchas.
4 Cito entre co,ni llas los térnúnos habituale s con que la literatura sobre
Malvinas y los vetera nos sue lcn rcferirse a la historia dei arch ipiélago y a
los hechos de 1982.
s Esta fecha, cuyo signilicado la JT1ayoríade los argentinos desconoce, y que está
pcligrosan1cntcpróxin1aai día de la rendición de 1982 ( 14 de junio ). ren1itea dos
cpisodios relativos a la presencia espafiola y ríoplatcnse cn las islas. El primero es
la cxpulsión ror la fuerza dei ascntainicnto inglés Port Egn1ont cn una pequena
isla ai noroeste dei archipiélago (Saundcrs). La cxpuls ión fuc instruída por el
Gohernador de Buenos Aires. parte cntonces dcl ViJTcynatodel Pe1ú, Francisco
Bucarclli y Uruzúa. cn 1770.EI segundo corresponde a la fecha de fínna dei decre-
to con que el Gobcrnaclorde Buenos Aires ya independicntc de Espana, General
Martín Rodríguez, crcaba en 1829 Ia Co1nandancia Política y Militar de las Islas
Malvinas. EI decreto gcneró la prin1craprotesta fon11alde InglatcITaque se ,uTogaba
cl don1iniodei archipiélago (Groussac 1982; Destéfaní 1982).
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ROSANA ÜUB ER. ANTROPÓLOGOS NATIVO S EN LA ARG ENTIN A
12 L o cua l no significa que Malin owski y n1uchos otros fue ran unif onnernente
naturali stas : en sus etnografia s esta per spectiva se encuentra en pe1manente
tensión con aproximaciones de tipo interpretativo (Durharn 1978;Guber 1994).
18 Aguilar 1981:16-21.
19 Entre ellos Holy 1984; Harnrner sley y Atkinson 1983; Willi s 1980.
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R EVISTA DE ANTROPOLOGIA , SÃO PA ULO, USP, 1996, v. 39 nº l.
21 Joncs 1970.
23 Kondo 1986.
24 Narayan 1993.
25 Aguilar 198l :2 1.
28 Dw ye r 1982.
29 Una lraduc ción aprox i1nada scría "1nili-y-n1iti" y se refier e a los desce ndientes
de "nativo" y "cxtranjero" (Abu-Lughod 1991 ).
30 Uno de los cj en1plos 1nás ex itosos en es te sentido son las reflex iones so-
bre el trabaj o de cmnpo en Marrueco s, de Paul Rabin ow ( 1977).
3 1 Watson 1991:80-8 1.
33 Ibid 30-3 l.
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R OSANA GuBER. ANTROPÓLOGOS NATIVOS EN LA ARGENTINA
35 Guber 199 l.
37 Ibid . Mi énfasis.
38 Ibid: 18.
39 Ibid.
40 Hastrup 1987 .
44 Los casos que fo1jaron en 1nf esa idea fueron mu chos. Por eje 1nplo, un ex-
con1batiente lc contaba a otros en tono de festejo cón10 olro c01npanero le había
pedido a su n1ujer que se sacase la re1nera que llcvaba puesta, con el nornbre, el
logo, y la leyenda de la organ ización, y se la diera con10 rega lo a un cmnarada de
otra provincia que estaba allí de visita. La 111ujcraccedió ai pedido pero no tenía
nada a 111an o que ponersc.
45 Puede hace rse otra dist incíón entre los actos por Malv inas realizados por grupos
políticos y por las organizacioncs de vete ranos. En ge nera l - aunqu e no
necesarian1ente- estas últi1nas cxcl uycn la represcntación pa1tidaria a través de
pancartas, cá nti cos, insignias y vo lan tes.
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R EVISTA DE ANTR OPOLOG IA, S ÃO P AULO, USP, 1996, v. 39 nº 1.
49 Se pro ce de, sí, a] corte de ca llcs y a la int errup ción dei trán sito por la Po licía
Fed eral qu e a vcces va abri cnd o e l paso.
~ Co n algunas excepc iones, p.e. uno de los actos del décin10 aniversario, en 1992.
51 Los actos ofic iales sue le n hace rse de n1anan a, en la Cated ral M etro polit ana
o un santuari o Cat ólico releva nte (p.e. , la Ba síli ca N uestra Seno ra de Luján
o la lg lcs ia N ues tra Senora de Ste lla Mar is, patr ona de los n1arin os, ubicada
c n cl n1is1n o ed ificio qu e la vicaría castre nse), e inclu ye n, aunque no sie1npre,
una rev ista de tr opas e n alg un a unidad n1ilit ar (p .e., RI 1 Pat ríc ios) .
53 Ha sta la Const itu c ión apr ohada c n 1995 , e l pr es ide nt e de la Nación dcbía
profesa r la re ligión Ca tó lica Apostó lica Ro1nana.
55 Obviatn ent e , no m e co nsta que ex is tan tales co ncx i_onlt.5 e ntr e es te centro
o e lla n1is1na, y la in tcligenc ia es tatal.
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ROSANA ÜUI3ER. ANTROPÓLOGOS NAT IVOS EN LA ARG ENTINA
que "có n10 no voy a desco nfiar de vos si n1is propios jefes 1ne traicionaron
en e ! can1po de bata11a?".
57 Taylor 1979.
59 Me respaldaba.
60 Navarro Gerassi 1968; Buchrucke r 1987; Rock 1993. Para un enf oque
distinto, ver McGe e Deutsch & Dolkart 1993.
63 Fascistas .
64 Varios "situacional! stas" muestran esto clarame nte. Cada vez que preguntab an
a Michael Moern1an con qué grupo había trabajdo en el camp o, no sa bía qué
responder. La catego ría de "Lue", un grupo étnico thailandés , cambiaba con
cada situación, al punto que a veces un Lue podía no ser Lue sino ot ra cosa.
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RE VISTA DE ANTR OPOLOG IA, SAo PAULO, USP , 1996, v. 39 nº 1.
68 " ... vcinticuatro días dcspués (de i hon1hardco de Pea rl Harb or) cl Amcri can
Anthropological Associat ion se sun1ó al csfucrzo de la guerra. En su rcunión
anual dei 3 1 de dicicn1brc de 1941, la asoc iación apr obó la siguicnte reso -
lución: 'Se resuclvc que la AAA se ponga a dispos ición, y ponga a dispo-
s ición dei país, sus rec ursos y los co noc in1ientos espec ializ ados de sus
1nic1nbros, con cl fin de una cxitosa pr osec ución de la guerra"' (Flu chr-
Lohban 199 l: 19. Mi traducc íón). Un gru po de antropólogos trah aj ó en la
psico log ía de guerra, fonnando equip os intcrdisc iplinari os con cl Co n1ité
para la Moral Nacional y el Consejo de Relaciones Interculturalcs, entre cllos
Grcgory Batcso n, Mar garct Mcad y Gcoflrcy Gorer (quicn redactó cl priin er
inl'orn1e sobre "La cstructura de] caráctcrjaponés y la propagan da" l 19431).
Algunos reportes se ce ntraron en cuesti ones dei ''ca rácter nacional". De s-
de la Ofici na de Jnforn1ación de Guerra , Ruth Bened ict co1nenzó a indagar
sobre cl carúctcr nacional de 1:'ailandia y Bunna , antes de preparar su estudio
sobre la c ullurajap oncsa que se publi có baj o e l títul o de "E l Crisan ten10 y
la Es pada' ·. La ava nzada antropológ ica de "Cultura y Personalid ad" prc stó
su act ivo cs rucrzo par a c l entrcn ain ien to de cspec ial istas reg ionales, y
Benedict alcan;, ó a conoccr act ividadcs e in íorma cíón de inteligenc ia rela-
cionadas co n 1nov in1ientos guerrill eros y cland esti nos con tra cl cjc. Sín
e1nhargo, cn ese entonces, no hub o desa probaci ón púb lica ni acadén1ica
de tales actividades. Só lo dos décadas 1nás tard e, ante la aparición de an-
tropólogos involucrados cn tarcas ele co ntrainsurgcncia en Tailandia - la
1nisn1a éfrca que había est udi ado Bencdi ct- traj cron seve ros c ucsti ona-
1nientos a la discip lina (lhid : 19-20).
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ABSTRACT: ln this paper I analyz e an incident that occ urr ed to 111 e while
doing fieldwo rk wilh Argentinc veterans of the South Atlan tic anned co n-
fl ict betwecn Argentina and G reat Britain ( 1982). This incident casts so me
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KEY W O RDS : rcf1cx ivity, ficldwo rk , subjcc t-o bjec t rclations, Mal vin as war,
A rgc nti ni a n A nlhr o p o logy.
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