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E.

Paolo Lamanna, Historia de la


filosofia IV: "La filosofia del siglo
XIX", Ed. Hachette, Bs. A s 1969

in
LAS C IEN C IA S M A TEM Á TIC A S

l ¡ ! ; |,f F£CCf NAl2? IENTO DE métodos . En la primera mitad


7 1 »'«'o XIX descollaron dos matemáticos: el francés Pierrc Simón
■é I.aplace (17 4 9 -18 2 7 ) - q u e , afirmado ya en la época de la
l’Volucion francesa, continuó ofreciendo contribuciones funda-
uníales para el desarrollo del cálculo de probabilidades para
344 la CIENCIA dei. sigi.o xix

el estudio de las ecuaciones diferenciales, etc.— , y el alemán


Tobann Friedrich Gauss (17 7 7 -18 5 5 ) . cu>'a actividad se con
centró totalmente en la tarea de introducir en las matemáticas
el más severo rigor lógico; se ocupó de problemas de análisis
infinitesimal, del cálculo de probabilidades, de geometría, de
álgebra, de aritmética superior; además, aplica las propias teorías
matemáticas a la electrostática, y extendió sus investigaciones
a la astronomía. .
Los contactos cada vez más frecuentes y estrechos entre física
y matemáticas estimularon a éstas a buscar o perfeccionar los
métodos necesarios para satisfacer las exigencias de aquella.
De tal modo, el matemático francés Jean Baptistc Fourier ( 176 8'J
18 30 ) inventó un método matemático para estudiar la propa
»ación del calor en los metales. Otro gran matemático de esc
período es el francés Augustin Cauchy (17 8 9 -18 5 7 ), 4ue
a la teoría de las funciones una formulación verdaderamente
genial.

18. L a aritmetización de las matemáticas. La exigen­


cia del rigor” en la investigación matemática, ya afirmada pol
Gauss, fue ampliamente sentida en e l mundo de los estu d iosos
de esas disciplinas; e implicaba la necesidad de dar a la enorme
cantidad de nuevos conocimientos que se habían ido acumulando
en los últimos decenios, un ordenamiento sistemático que lefl
asegurarse la máxima coherencia lógica, y la necesidad de sormf
ter a crítica los distintos procedimientos, para encaminarlos hailA
una unificación garantizada por una vigorosa precisión.
Esta exigencia dio lugar a la orientación de pensamiento «|ic
se denomina aritmetización d e las matemáticas, tendiente a J
ducir todas las ramas de éstas a la aritmética y a fundar, |«'t
lo tanto todas las operaciones matemáticas en las propiedad®
del concepto de número. El alemán Karl Weierstrass ( i Hi j j
18 9 7) había abierto el camino para esta orientación; para él
las leyes fundamentales a que está sometido el cálculo pueden
constituir la base de todas las operaciones matemáticas, l i "
pueden y deben ser consideradas deducciones formalmente fl*
gurosas de aquellas leyes fundamentales, con independencia d»
toda intuición de existencia de entes matemáticos demos! r*
I.AS CIENCIAS MATEMÁTICAS 345

mediante la construcción de ejemplos con los mismos,


el sistema de los números naturales, dados dos números
, " nlos se sabe cuál de los dos precede al otro, y que cada
lltniiu.ro, exceptuado el cero — que no tiene antecedentes— se
M" "entra entre otros dos, los cuales son su inmediato antecc-
y su inmediato consecuente; estos son ejemplos de tales
|>ilimpios fundamentales del procedimiento aritmético. Y lo
"" mo sucede con operaciones como la suma y la multiplicación,
0 roladas por leyes (por ejemplo, la conmutativa y la asociativa)
' '"y * verdad puede deducirse lógicamente todo el edificio
, 1,1 aritmética, con independencia del contenido empírico de
1 1 - 11 o|K‘raciones de cálculo.
I'n discípulo de Weicrstrass, George Cantor (18 4 5 -19 18 )
l' omllo sus ideas construyendo, como base de la aritmética’
¡ l- oria de los conjuntos” , basada en el concepto de clase, por
M - nal se entiende todo conjunto y grupo de objetos definidos
n. ,1, inte una regla. Y estableció la noción de equivalencia de
J o , tases como fundamento del cálculo; son clases equivalentes
■ que las en las cuales a todo elemento de la clase A corres-
1 unJ ;oI° y único elemento de B ("correspondencia biuní-
P " )' Y calcu!ar significa establecer esa relación de equiva­
le . u entre la clase de los objetos calculados y la de los sím-
F ,w V 2> 3; • • n. Mediante la extensión de dicho concepto
■ equivalencia, de las clases finitas a las infinitas, arrojó I117
l " 1"' la inclusión paradójica a la que llegaba, a saber, la de
«1« para las clases de los infinitos no rige el principio de que
I lodo sea mayor que la parte. Por ejemplo, la clase de los
■ Añinos enteros es infinita, al igual que la de los números
1 ■ V si bien esta última es parte de la primera, sin embargo
■ mío a cada uno de sus términos corresponde biunívocamenté
' 7 ,' " n,no dc Ia Panera, no es menor que ésta, sino equivalente
N • IIa u n q u e contenga un número de elementos menores que
Id 1minera. 1
1 "ii su famoso Formulario matemático, de 1895 el turinés
Ulm.ppe Peano (18 5 8 -19 3 2 ) llevó a su culminación el pro'-
I ........ iintmetización de las matemáticas. Formuló un sistema
di "bolos mucho más simple y perfecto que los precedentes,
flili'iius lo uso para elaborar la aritmética y, a través de ésta
3-16 LA CIENCIA DEI. SIGLO X IX

todas las ramas de las matemáticas, en forma de un sistema de­


ductivo de la más elevada rigurosidad. Redujo todas las opera­
ciones a cálculo de clases consideradas en su extensión, es decir,
en relación con el número de individuos o elementos que las
componen, y estudió con extrema sutileza y perspicacia las rela­
ciones de subordinación, de superposición total o parcial, de
exclusión entre clases, etc. Originariamente insistió en la dis­
tinción entre la inclusión de una clase dentro de la otra y la
pertenencia de un individuo a una clase, señalándolos con dos
símbolos diversos; de la misma manera, introdujo un símbolo
adecuado para determinar las propiedades características según
la cual los elementos se colocan en una misma clase.
Con el uso de los símbolos tiende a depurar los conceptos
matemáticos de todas las representaciones intuitivas que se han
asociado a ellas en el lenguaje corriente, y a discriminar la exac­
titud de los procesos demostrativos, que deben basarse con
exclusividad en las leyes fundamentales cuya verdad se admite.
Prosiguió dentro de la orientación aceptada por otros matemá­
ticos, y redujo al mínimo el número de dichos conceptos y leyes
fundamentales. Todo el edificio de la aritmética (y por lo tanto
de las matemáticas) se rige, para él, por tres conceptos básicos
indefinidos, y por cinco proposiciones indemostradas o axiomas.
Los conceptos básicos son: cero, número y sucesivo. Los cinco
axiomas son: i ) cero es un número; 2) el sucesor de todo
número es un número; 3) no existen dos números con un solo
sucesor; 4) el cero no es el sucesor de ningún numero; 5)
una propiedad de que goza el cero es la de que, cada vez que
pertenece a un número, pertenece también a un sucesor; es una
propiedad de la cual gozan todos los números.

19 L a geometría no euclidiana. La geometría de Euclidei


había aparecido siempre, en la tradición del pensamiento acni,
fico-filosófico, como el ejemplo típico de la deducción rigurosa,
la realización ejemplar de la lógica aristotélica. Parte e prm*
cipios que son: a) definición de los términos con que se Me
signan los entes matemáticos; por ejemplo, el punto es lo qua
no tiene parte; la línea es longitud sin ancho, etc; b ) ctxtomm
generales, es decir, proposiciones que, intuitivamente evidentes.
LAb CIENCIAS MATEMATICAS 347

" " nccesitan demostración; por ejemplo, dos magnitudes iguales


rt " na tcrcera son iguales entre sí; la parte es menor que el
'" ‘I"; magnitudes iguales agregadas a magnitudes iguales son
W"-,k s» 0 axiomas especiales de la geometría, o postulados,
i - decir, proposiciones, que aunque no son demostrables ni
■ »videntes, son "requeridas” como condiciones lógicamente ne-
ir«..in.is para que pueda darse la demostración de los teoremas
■ onstituyentes del sistema; y de dichos axiomas Euclides enu-
H" '" ’ cinco: *) dos puntos pueden ser unidos entre sí por
ni. dto de un segmento de recta; 2) por dos puntos sólo puede
|Mi,ir una recta prolongable al infinito; 3) el segmento de recta
| i|i" une dos puntos representa la distancia más corta entre ellos;
p ) <on centro en un punto cualquiera se puede describir una
■ lli'inferencia de radio arbitrario; 5) si dos segmentos de recta,
|l nu cintrarse con un tercero, forman — con la misma parte de
■ «l.i dos ángulos interiores cuya suma es inferior a dos rectos
ynioiices, suficientemente prolongados, se encuentran con la
(♦>*•(<• antes mencionada.
Ik,í: “ ltirao axioma fue denominado de las paralelas, porque
■ lenifica que, dados un punto y una recta, por dicho punto
P l " puede pasar una paralela a la recta misma. Ahora bien,
i * " " 1, fines de la antigüedad fue objeto de discusiones, por-
U "' aunque no se dudaba de su verdad absoluta, no aparecía
lliiu su certeza axiomática, en Ja medida en que no expresaba,
B liiu los demás, un hecho intuitivo.
I 'i " en el siglo xvnr se demostró que, al negar ese postu-
P ' 1"' al Poner en su lugar uno distinto y desarrollar con rinor
P l v . las consecuencias, se llegaba a resultados que no presen-
MiiUi contradicción lógica alguna; se construyeron sistemas geo-
■ 4 mus lógicamente posibles, tanto como el euclidiano, aunque
■ fllntos de él. El ruso Nicolai Lobachevski (17 9 3 -18 5 6 ), en
P * memoria suya de 1826 y en escritos posteriores, a partir
ti 11xiorna de que, dados una recta y un punto fuera de ella,
»lidio punto pasan, no una, sino infinitas paralelas a la'
P 1' ' 'dd i, construyó una geometría tan rigurosamente coherente
■ liuiMine a las contradicciones como la euclidiana, pero cuyos
B le iiu s son muy distintos que los de Euclides (por ejemplo,
I tuina de los tres ángulos de un triángulo es mayor que dos
318 I.A CIENCIA DEL 5IÜI.O X IX

rectos). Y más tarde, en 18 32, el matemático húngaro J/rnm


Bolyai (18 0 2-18 6 0 ) demostró que el postulado de Eudidol
no es verdadero ni falso, sino sólo suceptible de dar lugar a mi
sistema geométrico más sencillo y cómodo, y que es únicamcnii
un caso particular, pero no único, de un sistema geómetra u
más vasto. Por último, el alemán Bernhard Riemann (iS m
18 6 6 ), en una disertación de 18 55 (publicada póstumamculi
en 18 6 7 ), admitió la suposición contraria, a saber, que para mu
recta dada no existe ninguna paralela; y consideró, en rigor,
una superficie esférica en la cual las líneas rectas son los círculo»
máximos, y la menor distancia entre dos puntos es un arol
del círculo máximo, y los círculos máximos no pueden dejuü
de encontrarse. De este axioma derivó un nuevo sistema do
geometría, igualmente exento de contradicciones.
Sólo a comienzos de nuestro siglo se percibió el enorme
alcance de esa crítica del carácter absoluto de la geometría
euclidiana. Se vio que no existen teoremas verdaderos en il
mismos, sino teoremas verdaderos en el ámbito de un sistema
dado, en la medida en que son deductibles de axiomas postulada
como base del sistema mismo; axiomas que pueden ser muy
diversos, pero todos igualmente aceptables desde un punto do
vista lógico, siempre que sean inmunes a las contradiccionc»,
La elección entre uno u otro axioma es determinada por criterio»
extralógicos, y es, en sustancia, más o menos arbitraria. I.A
lógica sólo puede operar en el ámbito de la investigación doj
las relaciones entre axiomas y teoremas de un mismo sistema
Toda teoría lógico-matemática no es otra cosa que una construí«
ción hipotético-deductiva.
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 365

»Id concepto que la Tierra es plana. Las distancias de los dis­


tintos países quedaban alteradas, en la medida que se agranda-
ion las dimensiones de la región que ellos ubicaban como central,
!'" r ejemplo Grecia, y disminuían las de la tierra y los mares
«ada vez más lejanos. Sucedía que si, sobre la base de dichos
mapas, se quería averiguar la velocidad de una nave que se
movía desde las columnas de Hércules hacia Grecia, se compro­
baba una aceleración de la nave a medida que se acercaba a su
iim la. Esto no es otra cosa que el efecto de una ilusión de perspec­
tiva: pero quien no tuviese conciencia de esta ilusión, podría
111 tsar en una fuerza misteriosa que atrae las naves que avanzan
luí ia la patria y retiene a las que se alejan.
Según Einstein, los cuerpos celestes están, por así decirlo,
obligados a seguir ciertas curvas por la estructura del espacio, y
n o ñ o r l.i m i s t o . I , , . , I,.,-.-,, i., j

E. Paolo Lamanna, Historia de la filosofía


V:"La filosofía del siglo XX, primera parte",
Editorial Hachette, Bs. As. 1973.

IV

M A TEM A T IC A S Y LÓGICA

ly. Proceso de formación de i,a lógica matemática. En


liis primeras décadas del siglo x x se fue intensificando y amplian­
d o un movimiento de investigación, ya iniciado a lo largo del
vglo pasado, tendiente a renovar la lógica formal mediante el
análisis profundizado de los procedimientos metodológicos y el
Uso de los símbolos de las matemáticas. Con la denominación
*66 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

de "lógica matemática” o "simbólica” , o de "logística” , n d*':l


"cálculo lógico” , tiende a sustituir o por lo menos a integui la
lógica de la tradición aristotélica, desprendiéndola de la viiuuU
ción con el discurso gramatical, de los límites de la dcscripi iói*
de las formas elementales del acto discursivo, verbalmenlc ■
presado, y a extenderla a la consideración de la más articulada ]
estructura matemática con la cual la ciencia moderna identiliut
la racionalidad de la experiencia en todas sus formas, api oró
loándose así, en una proporción hasta entonces jamás alcan/ada,
al ideal de generalización y de formalización en el cual también
se inspiraba la lógica aristotélica. La matemática era, de lu|
manera, cada vez más logicizada, la lógica cada vez más nuil
matizada, lo cual daba lugar a una ciencia de los principios m.l»
generales de deducción y de sus vinculaciones recíprocas, expr»
sados en símbolos ideográficos. En ellas, al lado de la de.lm
ción silogística de la lógica aristotélica, se introducían otros tilnif
de deducciones; y la sustitución de símbolos verbales por siinno
los ideográficos purificaba la lógica de los elementos intuitivo«
que se vinculan necesariamente con los primeros.
Y no es porque el simbolismo sea, en logística, un fin ni «I
mismo. Se lo considera un instrumento válido para la más h
gurosa formalización de todas las experiencias racionales, nu
sólo en el campo de la matemática, sino en cualquier campo
cognoscitivo, es decir, para la determinación de las reglas loi
males de la sintaxis lógica del lenguaje en general, depurándolo
de todas las confusiones y ambigüedades inevitables en el l<n
guaje común, basado en intuiciones subjetivas más o nu.....
vagas y equívocas. De tal manera, se tiende a sustituir la bu
gua común, caracterizada por sus contenidos, variable de lino
a otro ile los sistemas cognoscitivos, por una lengua forniiil
muy generalizada, a la cual sean traducibles todas las lengua
especiales que, superando todas las barreras entre los distinto«
dominios de la ciencia, revele ser el órgano de la unidad di I
saber.
Y a Lcibniz había concebido el programa de una lógica ligo
rosamente formalizada, según el tipo de esa matemática "I
como en matemática el cálculo ha sido hecho independí, ni»
del significado que posee el contenido de los signos que col un
m a t e m á t ic a s y l ó g ic a 367

cu el, así toda inferencia debe seguir un proceso demostrativo,


ton validez independiente de la referencia a los contenidos de
l.is proposiciones que lo constituyen. Las reglas de inferencia
deben ser puras reglas de cálculo; la lógica debe convertirse en
mía mathesis universdis. Y esto exige como órgano propio un
sistema de signos aplicables a cualquier razonamiento, que Leib-
m/. trató de constituir en lo que él llama characteristica univer-
i alis.
Pero el programa, enunciado y sólo en parte realizado por
Lcibniz, fue retomado en la primera mitad del siglo xix, en
particular por dos hombres de ciencia ingleses, Augustus de
Morgan (1806-1871) y George Boole (1815-1864), y des-
irrollado, en la segunda mital del siglo, por el alemán Karl
Weierstrass (1815-1897), por su discípulo Georg Cantor (1845-
1918) y por el gran maestro turinés Giuseppe Peano (1858-
19 32). Y a hemos indicado puntos capitales de este desarrollo
en el volumen precedente, al hablar del pensamiento en el
siglo XtX.
Pero, sobre la base de los resultados de este proceso de "arit-
inctización de la matemática” , en nuestro siglo se dieron luego
pasos gigantescos por el camino de la formación de la lógica
matemática. Y estos pasos quedan señalados por los grandes
nombres de Hilbert, Frege y Russell.

•to. L a " axiomática” de Hilbert . La reducción de la mate­


mática a la lógica, tendiente a dar al procedimiento matemático
una base segura, presuponía precisamente que la lógica, ciencia
deductiva ella misma, al igual que la matemática, poseyera
principios de deducción, los cuales, por no ser demostrados, tu­
viesen una validez ajena a toda duda y capaz de asegurar la va­
lidez del sistema de proposiciones de ella deducidas. La verdad
Iorinal o necesidad lógica de la deducción se conectaba con la
absoluta verdad de los principios de los cuales la deducción
obtenía el impulso, aparte de la observancia de reglas operativas
eme aseguraban la corrección de la deducción misma.
Pero esa certeza fue profundamente conmovida por el des-
1 ubrimiento, a lo largo del siglo x ix, de las geometrías no eu-
(lulianas.
368 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

El concepto de existencia de los entes matemáticos, luego di I


descubrimiento de la geometría no euclidiana, había sido radi
cálmente trasformado. No existen entes que tengan realidad,
ni en el mundo físico, ni en la construcción intuitiva. Si el
espacio tridimensional de la geometría euclidiana puede ser
"visualizado” , es decir, configurado en objetos intuibles, los
espacios de la geometría no euclidiana se sustraen a esta posi­
bilidad de construcción intuitiva. Sin embargo, para el pensa
miento lógico-matemático existen al igual que el espacio eudi
diano. El aspecto intuitivo de los conceptos fundamentales no
tiene la menor importancia para la validez de los teoremas. De
be permanecer separado por completo del esqueleto lógico, del
aspecto lógico-formal de la teoría.
Por este camino el matemático alemán David Hilbert (i86a-
19 4 3 ) llegó a la más radical formalización de la matemátiia
con su llamada "teoría axiomática” , formulada en un famoso
informe de 19 0 1, Fundamentos d e la geom etría. Los cálculo»
matemáticos no son otra cosa que ejercicios lógicos, tendiente»
a aprovechar todas las posibles consecuencias de los "axioma:,
o principios hipotéticos convencionalmente puestos como baso
Se debe renunciar a explicar qué es un punto, una recta o uu
plano, o sus relaciones fundamentales; los conceptos no dd¡
nidos que entran en cierto discurso matemático no tienen sigui
ficado por sí mismos. Sólo lo reciben de las relaciones que
establecen entre ellos por axiomas capaces de caracterizar en ni
totalidad dichos conceptos elementales, es decir, capaces do
constituir en su totalidad la definición de los mismos. Los axio
mas son reglas convencionales para el uso de dichos término:., y
sólo sirven para proporcionar sus definiciones.
El canon supremo que es necesario observar en estos prou
dimicntos de deducción de todas las consecuencias de cierto
grupo de axiomas, el único criterio para aceptar o rechazar I".
axiomas, es la no contradictoriedad recíproca. Cualquier sistema
do axiomas es aceptable si no resulta contradictorio. A cualqim 1
mte puede reconocérsele existencia (en sentido matemálii 11),
y por lo tanto la legitimidad de su uso en un discurso, si lm
axiomas de los cuales éste parte son tales que jamás dan liigm
a contradicciones en el desarrollo del discurso mismo.
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 369

Y aquí surgía otro problema. Si el desarrollo del sistema


hipotético-deductivo no dio lugar hasta ahora a contradicciones,
¿qué garantiza que en un desarrollo posterior del mismo no
nazcan contradicciones, por las cuales todo el sistema se derrumbe
y los axiomas pierdan su validez? Toda investigación matemática
tiene la posibilidad de un desarrollo infinito, y no existe certeza
alguna que dicho desarrollo no dé lugar a contradicciones.
Para superar esta dificultad, Hilbert ideó una nueva discipli­
na, la metamatemática, que tiene por objeto, no los entes ma­
temáticos, sino los discursos relacionados con ellos, para exa­
minar su estructura lógica y controlar su no contradictoriedad.
Se trata de una investigación preliminar respecto de todo dis­
curso matemático, que establece las condiciones (postulado ge­
neralísimo) que deben respetarse para que la deducción no con­
duzca a contradicciones. Todos los sistemas matemáticos posibles
responden a posibilidades lógicas, cuyo cuadro completo ofre­
ce la matemática.
Pero esta tarea de Hilbert fue luego demostrada como inal­
canzable por K . Gódel, quien en su memoria de 19 3 1 demos­
tró que es imposible lograr la demostración de la no contra­
dictoriedad de un sistema lógico-matemático con la sola utili­
zación de los medios ofrecidos por dicho sistema. La matemá­
tica es una serie de infinitos sistemas, lógicamente distintos
uno del otro, cada uno de los cuales contiene un problema cu­
ya solución no ofrece. La afirmación que cierto sistema resulta
no contradictorio no puede ser probada sin eludir dicho siste­
ma, y así indefinidamente.

21. L a logicización de la matemática y la obra de


Frege . El fundamento último de los conocimientos matemáti­
cos había sido colocado por Peano en los tres conceptos básicos
indefinidos y en las cinco proposiciones axiomáticas indemos­
tradas de la aritmética; pero la aritmética misma permanecía
sin fundamento. Era necesario buscarlo más allá de los límites
de esta ciencia, es decir, en principios extramatemáticos, de los
cuales pudiese deducirse, tanto la definición de los conceptos-
base como la demostración de las proposiciones presentadas co­
mo axiomáticas.
370 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

Gottlob í'rege (1848-19 25) buscó ese fundamento en la ló­


gica. En tanto que en Peano culmina el proceso de aritmetiza-
ción de la matemática, con Frege se inicia el de la reducción
de la matemática a la lógica. E l paso de uno a otro proceso
está dado por la tesis de que la existencia de las entidades matemá­
ticas es señalada por la no contradictoriedad de los conceptos
de las mismas. La reducción de la matemática a la lógica
según la cual los conceptos-base de la aritmética pueden ser
reducidos, por vía de definiciones, a puros conceptos lógicos,
y los axiomas de la aritmética utilizados mediante demostracio­
nes de puras proposiciones lógicas, fue desarrollada por Frege
en el escrito Los fundamentos d e la aritmética (18 8 4 ) y en la
vasta obra Las leyes fundamentales d e la aritmética (1893-
I 9° 3 )*
Una definición lógica de "número” es condición esencial
para construir sobre bases sólidas el edificio de la matemáti­
ca. "E s en verdad un escándalo que la ciencia se encuentre
hasta ahora en la oscuridad en cuanto a la esencia del número
[ . . . ] ; en lo que respecta a si el número es un grupo efectivo
de entes, o bien sólo un signo que la mano del hombre traza
sobre la pizarra; si constituye algo mental, cuyo origen debe
explicar la psicología, o si es en cambio una construcción pu­
ramente lógica, si constituye una creación nuestra y puede por lo
tanto también desaparecer, o bien si es algo eterno; acerca de todo
esto, la ciencia nada ha decidido hasta ahora. La aritmética no
sabe si sus términos se refieren a signos puros, trazados con
carbonato de calcio, o si se relacionan en cambio con objetos
abstractos. N i sabe mejor, por cierto, qué significado tienen el
término igual y el signo de igualdad. La ciencia no puede de
cirnos de qué trata, ni cuál es su propia esencia. ¿No es todo
esto un verdadero escándalo?” (Citado por Waismann, Intro
ducción al pensamiento matemático').
Este escándalo sólo puede ser eliminado por la lógica. El
fundamento de las leyes del número sólo puede encontrarse en
su íntima relación con las leyes del pensamiento. La lógica es
ciencia que describe relaciones entre objetos ideales, del género
de los indicados por las partículas y, o , si; relaciones entre foi
mas lógicas puras, situadas fuera del tiempo, como las ideas pl.t
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 371

tónicas, cuya validez objetiva es independiente, tanto de la refe­


rencia a las cosas empíricas como de los actos psíquicos por
medio de los cuales son formuladas. E l número se refiere, no
a las cosas, sino a los conceptos de las mismas; el número es
definido por Frege como una "clase de clases’’. El número tres
es la clase que comprende todas las clases de objetos (manzanas,
hombres, ciudades, etc.), tan numerosos como la clase tres. Por
una parte, la atribución de un número contiene siempre una
afirmación en torno de un concepto (ejemplo: "aquí hay tres
manzanas” significa "al concepto manzana aquí existente debe
atribuírsele el número tres” ), y por otro lado todo concepto
implica un número, es decir, el conjunto de los objetos a que
se refiere el concepto (la llamada "extensión” lógica del con­
cepto mismo).
Pero además de la extensión, los conceptos tienen también
una "connotación” lógica, concerniente a los predicados "cons­
titutivos” de los mismos. Ahora bien, Frege estudió, al lado
del "cálculo de las clases” (basado en la extensión de los con­
ceptos), también el "cálculo de las proposiciones” , es decir,
el procedimiento lógico por el cual se hace referencia a ciertos
predicados de los cuales gozan todos los elementos de la clase.
Para determinar una clase se recurre a su propiedad caracterís­
tica. Por ejemplo, la clase de los hombres es el conjunto de
los objetos para los cuales vale la proposición "x es racional”
(que se llama "función proposicional” , porque contiene la va­
riable x, sustituible por los términos Sócrates, Platón, etc.).
El cálculo lógico de las proposiciones tiende en particular a
establecer relaciones entre proposiciones tales, que de la ver­
dad o falsedad de ciertas proposiciones pueda deducirse la verdad
o falsedad de ciertas otras.

22. L as antinomias lógico-matemáticas y la lógica de las


relaciones de B ertrand R ussell . Luego de un trabajo de
años, Frege había terminado su edificio lógico-matemático con
la publicación de un segundo volumen de sus Leyes fundam en­
tales d e la aritmética (19 0 3 ), cuando un joven matemático in­
glés, Bertrand Russell ( i 8 7 2 -[ í 97 o] ) , le comunicó por carta
un descubrimiento hecho por él, que amenazaba con destruir las
EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS
372

bases de su construcción. Si toda la matemática es deducción del


concepto lógico de clase, deducción cuya validez se encuentra
vinculada a su no contradictoriedad, resulta claro que en el caso
que el proceso demostrativo, aun realizado con rigor, llegue a
resultados inevitablemente contradictorios, la contradicción se
an id a en el principio mismo del cual se había partido, y se de-
termina la que fue llamada “ crisis de los fundamentos de la
matemática. A l profundizar el concepto de clase o de conjun­
to Russell se encontró frente a problemas que implican dos
respuestas posibles, pero ambas contradictorias. Es el problema
de las antinomias lógico-matemáticas.
U n “ conjunto” — así razonó Russell— puede ser normal o
anormal, normal, si no se comprende a sí mismo como elemen­
to de la serie (por ejemplo, el conjunto de todos los hombres
__ j a dase hombre— no es él mismo hombre, y por lo tanto no
se contiene a sí mismo como elemento); anormal, en el caso
contrario (por ejemplo, el conjunto de todos los conceptos abs­
tractos es él mismo un concepto abstracto, y por lo tanto se
contiene a sí mismo como elemento). Consideremos ahora el
conjunto de todos los conjuntos normales” , y preguntémonos si
este conjunto es normal o no normal. Respondamos como res­
pondiéremos a este interrogante, la respuesta es siempre con­
tradictoria; nos encontramos frente a una antinomia, y el pro­
blem a resulta insoluble.
En la primera hipótesis, la de que sea normal, no se contiene
a sí mismo como elemento; pero ello resultaría contradictorio,
porque entonces no contendría todos los conjuntos normales; y
en la segunda hipótesis, la de que se contenga como elemento,
sería no normal, y también esto es contradictorio, porque se con­
tendría a sí mismo como no normal, cuando se decía que es el
conjunto de todos los conjuntos normales. En otra forma: exis­
ten conceptos que expresan una propiedad de la cual no goza
el concepto mismo, por ejemplo el concepto de rojo no es él
niism o rojo; el concepto de rojo es impredicable de sí mismo,
p n cambio hay conceptos que expresan una propiedad gozada
por el concepto mismo: por ejemplo, el concepto de abstracto
es él mismo abstracto, y por lo tanto predicable. Preguntémo­
nos ahora si el concepto general de impredicable (es decir,
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 373

utilizable por todos los conceptos impredicables, (rojo, sonoro,


bello, etc.) es él mismo impredicable o predicable; en la pri­
mera hipótesis, no goza de la propiedad expresada por el con­
cepto, es decir, de impredicabilidad, lo cual quiere decir que
estaría privado de la impredicabilidad, y por lo tanto sería pre­
dicable; contra la hipótesis misma que lo suponía impredica­
ble. En la segunda hipótesis, gozaría de la propiedad expresada,
es decir, de la impredicabilidad, o sea que sería impredicable,
contra la hipótesis misma, que lo suponía predicable. En las dos
hipótesis nos encontramos siempre frente a un absurdo; hay
aquí una antinomia insanable.
Esta antinomia es análoga a la ya conocida por la lógica an­
tigua como el "sofisma del embustero". Un individuo afirma:
"Lo que digo es mentira". "En este momento soy mentiroso” .
Esta afirmación, ¿es verdadera o falsa? Si es verdadera, es ver­
dad lo que dice, es decir, que miente, y por lo tanto su afirma­
ción que lo que dice es mentira, es falsa, contra la hipótesis
que la suponía verdadera. Si es falsa, es falso lo que dice, es
decir, que miente, y por lo tanto es verdadera su afirmación
de que lo que dice es mentira, contra la hipótesis que la supo­
nía falsa. En una y otra hipótesis nos encontramos con una con­
tradicción que depende de la estructura sintáctica de la lengua
con que nos expresamos, y no de la estructura lógica del con­
cepto mismo, como en el otro tipo de la antinomia de los con­
juntos.
Ahora bien, para resolver estas antinomias Russell creó la
teoría lógica de los diversos tipos de conceptos: son de tipo cero
los conceptos individuales, es decir, los nombres propios, y és­
tos, en una proposición sólo pueden tener el puesto de sujeto.
Son de tipo uno los conceptos que expresan propiedades de indi­
viduos (por ejemplo, el concepto de blanco, rojo, etc.), y és­
tos pueden ocupar también el puesto de predicados, pero en pro­
posiciones cuyo sujeto sea un concepto de tipo cero. Son de
tipo dos los que expresan propiedades de propiedades, y por lo
tanto pueden funcionar como predicados sólo en proposiciones
que tienen por sujeto a conceptos de tipo cero o de tipo uno.
Y lo mismo rige para los tipos superiores. De ahí la regla ge­
neral: un concepto jamás puede funcionar como predicado en
374 EL DBSARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

una proposición cuyo sujeto sea de tipo igual o mayor al con­


cepto mismo. A la luz de esta regla queda eliminada la antino­
mia del conjunto de todos los conjuntos: conjunto alguno
puede contenerse a sí mismo como elemento, porque un con­
junto es siempre de tipo superior a sus elementos; y del mismo
modo, un concepto (el de impredicabilidad, en nuestro ejem­
plo) jamás puede ser predicado por sí mismo, pues con ello
se crea una proposición en la cual el sujeto es de tipo igual
al del predicado, contrariamente a la regla.
La teoría de Russell sobre los tipos lógicos resultó no idónea
para resolver todas las especies de antinomias que sucesivamente
se presentaban, y sobre todo, no servía para excluir en forma
absoluta la posibilidad de contradicciones en los procesos demos­
trativos del cálculo lógico. Y todavía hoy se discute en torno
de la llamada "crisis de los fundamentos” .
Sea como fuere, es gran mérito de Russell haber dado a la
logicización de la matemática una sistematización orgánica; ade­
más de hacerlo en L os principios de la matemática, de 1903,
(trad. italiana, Milán, 19 52) lo hizo en la obra monumental,
que ya se ha hecho clásica, Principia mathematica, en tres volú­
menes ( 1 9 1 0 - 1 9 1 3 ) , escrita en colaboración con Whitehead, y
que fue con justicia definida — por el enorme alcance que tuvo
en ese campo de estudios— como su Crítica d e la razón pura.
Una reelaboración compendiosa de la materia fue efectuada
luego por él en la Introducción a la filo so fía matemática, de
19 18 (trad. italiana, Milán, 19 4 7 ).
Russell amplió el campo de la logística, agregando al de las
clases y al de las proposiciones, el de las relaciones. Por eslc
camino, la oposición a la lógica clásica de Aristóteles se vuelve
más radical. La antigua lógica toma en consideración un solo
tipo de proposiciones, aquel en el cual se afirma la relación
entre sujeto y predicado, partiendo del supuesto que en l.i
realidad no existe nada más que cosa y cualidad: la nieve es
blanca, el hombre es mortal, esta mesa es tosca. Pero existen
relaciones no reductibles a esta predicativa: por ejemplo, el ve
rano sigue (viene después) a la primavera, esta mesa está al
lado {junto) a esta silla. Ticio es hermano de Cayo, esta habi
tación es más grande que aquella, 10 = 7 -J- 3. La nueva ló
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 37)

gica quiere analizar y clasificar todos los tipos posibles de rela­


ciones, y por ello puede denominarse "lógica de la relación” en
general.
El hecho que las relaciones en general no sean reductibles
a la de sujeto y predicado, típica de la lógica tradicional, resul­
ta de la clasificación de las relaciones, distinguibles en sim é­
tricas y asimétricas, transitivas e intransitivas. Simétrica es la
relación que vale igualmente, tanto para el primer término de
la misma en relación con el segundo, como para el segundo
respecto del primero. Asimétrica, si vale para el uno respecto del
otro, pero no a la inversa: si, por ejemplo, decimos que Ticio
es hermano de Cayo, Cayo es, simétricamente, hermano de
Ticio; si A es cónyuge de B , B es también cónyuge de A. A la
inversa, si Ticio es padre de Sempronio, queda excluido que
éste sea padre de aquél; si Ticio es marido de Caya, queda ex­
cluida la inversa. Y , del mismo modo, son asimétricas todas las
relaciones expresadas por las palabras "primero, a derecha, a
izquierda, más grande” , etc. Luego es transitiva una relación
que, por el solo hecho de ser afirmada entre un primero y un
segundo términos, y después entre un segundo y un tercero, es
afirmada entre el primero y el tercero. Intransitiva, cuando este
paso no es posible: por ejemplo, si a es más grande que b,
y b más grande que c, a es más grande que c. A la inversa, si
decimos que a es mayor un metro respecto de b, y b mayor un
metro respecto de c, queda excluido que a sea, respecto de c,
mayor un metro (Nuestro conocimiento d el mundo exterior,
segunda conferencia, y cfr. Introducción a la filo sofía matemá­
tica, cap. V ) . Existen relaciones que son transitivas sin ser simé­
tricas (por ejemplo, "más grande” , "a la derecha” , etc.). Otras
son simétricas sin ser transitivas, por ejemplo, la diferencia en
cualquier sentido: que A tenga una edad distinta de B y B dis­
tinta de C, no significa que A sea de edad diferente a la de C
(Nuestro conocimiento del mundo exterior, pág. 1 2 5 ) .
Ahora bien, para volver al problema de la irreductibilidad
de todas estas clases de relaciones a la de sujeto y cualidad, es
fácil mostrar que si las relaciones simétricas, sean ellas transi­
tivas o intransitivas, son expresiones de cualidades comunes o
376 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

diferentes poseídas por las cosas, las relaciones asimétricas no


pueden en modo alguno ser consideradas como expresiones de
posesión de cualidad.
En la teoría general de las relaciones se da perfecta identi­
ficación de matemática y lógica. Todo enunciado matemático
puede ser deducido de las primeras proposiciones de la lógica;
todo concepto matemático, de los conceptos fundamentales de la
lógica (negación, identidad, disyunción, conjunción, implicación,
etc.). Es idéntico el mecanismo operativo con el cual, tanto la
matemática como la lógica, utilizan de las proposiciones prime­
ras el sistema de sus enunciados derivados; es idéntica la tra­
ma formal del pensamiento que se revela en una y en otra. "La
matemática y la lógica, históricamente hablando, han sido dos
disciplinas enteramente distintas” ; pero en la época moderna
la lógica se ha vuelto más matemática y la matemática se sa
tornado más lógica. "L a consecuencia es que ahora resulta ab­
solutamente imposible encontrar una línea divisoria entre am­
bas, pues son una sola cosa; difieren entre sí como el niño y
el hombre; la lógica es la juventud de la matemática y ésta
es la madurez de la lógica [ . . . ] Una parte tan grande del
trabajo matemático moderno se encuentra sobre la línea limí
trofe de la lógica, y una parte tan grande de la lógica moder­
na es simbólica y formal [ . . . ] , que, a partir de premisas que
por admisión universal pertenecen a la lógica, y llegando por
deducciones a resultados que con la misma evidencia pertenecen
a la matemática, descubrimos que no existe un punto en el
cual pueda trazarse una línea recta, y que deje la lógica a l.i
izquierda y la matemática a la derecha” ( Introducción a la
filo sofía matemática, trad. italiana, págs. 250-251 ). Se suele
decir que la matemática es la ciencia de la "cantidad” o del
"número” . Pero, aparte del hecho que existen ramas de la ma­
temática que nada tienen que hacer con el número, los desa
rrollos modernos de la misma han llevado a la posibilidad
de generalizar numerosos conceptos que se solía demostrar úni­
camente en relación con el número. Y esta generalización del
razonamiento aritmético no es otra cosa que aplicación del prin
cipio de todo razonar formal, que impone la obligación de ge
neralizar al máximo, dado que precisamente ello nos asegui.i
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 377

que cierto proceso de deducciones tendrá resultados aplicables


con mayor amplitud. Con tal generalización se ha creado una
serie de nuevos sistemas deductivos, en los cuales se ha disuelto
y ampliado la aritmética tradicional. Pero decir si uno de estos
nuevos sistemas deductivos pertenece a la lógica o a la aritmé­
tica, es cosa completamente arbitraria (Ibidem , págs. 2 51 - 5 3 ) .
El sistema logístico construido por Russell en los Principia
no tiene sólo la consistencia y coherencia de un puro juego for­
mal de deducciones de enunciados derivados de proposiciones
primitivas, sino que es presentado como un instrumento lógico
de conocimiento de la realidad (aunque sólo se trate de la rea­
lidad experim entare), como reconstrucción de la estructura
general del pensamiento en su función cognoscitiva. La lógica
no nos lleva más allá de la experiencia, sino que con su ordena­
miento deductivo de conceptos sirve para encuadrar la experien­
cia. Y en rigor, todo el edificio del cálculo lógico tiene por
base proposiciones primitivas basadas en la experiencia. Son las
proposiciones atótnicas, es decir, que expresan hechos atómicos,
o sea, lo que no es reducible a otra cosa, lo que ya no es divi­
sible por medio del análisis. Son proposiciones atómicas aquellas
en cuyos elementos no existen ya proposiciones, es decir, aque­
llas que expresan que una cosa tiene cierta cualidad (x tiene
el predicado P ), o que ciertas cosas se encuentran entre sí en
determinada relación: a: tiene con y la relación f?, por ejemplo
"esto es rojo, esto está antes que aquello o x es padre de y"
( Nuestro conocimiento d el mundo exterior, págs. 52 y sigts.).
Las proposiciones atómicas sólo son afirmadas sobre la base de
la experiencia, pues sólo ésta puede decirnos si una cosa es o
no es roja, está o no antes que otra, si un individuo es o no
padre de otro. Pero estas proposiciones atómicas no afrecen
a la lógica matemática más que la ocasión para sus proce­
dimientos; ella ignorará la cosa y el rojo, sustituyéndolos por
símbolos que nada nos dicen de la cosa y del rojo, y manten­
drá las relaciones entre ellos, que valen por sí mismas, sea cual
fuere el contenido de sus términos. La lógica matemática "pone
entre paréntesis” lo existente. La lógica pura es independiente
de los hechos expresados en las proposiciones atómicas. "Núes-
378 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

tro sistema — dice Russell— comienza por ciertas p ro p o sic io n e s


atómicas. Aceptamos este hecho como un dato, pero los proble
mas que le conciernen (de carácter epistemológico) no son sus­
ceptibles de ser tratados mediante el método matemático.” Y
son cuestiones extralógicas, asimismo, aquellas con las qui­
nos preguntamos cómo es una relación o un predicado.
Mediante la combinación de proposiciones atómicas se for­
man, según Russell, "proposiciones moleculares” , las cuales re­
sultan ser proposiciones funcionales de las proposiciones ató­
micas constituyentes. Pero en las proposiciones moleculares no
consideramos las atómicas en su contenido, sino en su valor de
verdad o falsedad. Lo que le importa a la lógica es ver qué
valor (de verdad o falsedad) deriva a la proposición molecular,
dada por hipótesis la verdad o falsedad de cada una de las
proposiciones atómicas componentes, o qué valor deriva a
una de las proposiciones atómicas, de la hipótesis de verdad o
falsedad de la proposición molecular y de la otra proposición
atómica.
F.1 carácter absolutamente formal de la lógica matemática ex­
cluye que ésta pueda darnos algún conocimiento de la realidad
existente. Inclusive si el mundo no existiese, aquélla conserva­
ría toda su validez. Su procedimiento es hipotético: si una
cosa posee cierta propiedad, y ésta implica la posesión de otra
propiedad, la cosa posee también a esta última. Postula las
condiciones de la posibilidad de un mundo o, lo que es lo
mismo, rige para todos los mundos posibles; pero prescinde de
la existencia o no de lo que es posible, y es indiferente al hecho
de que éste, nuestro mundo, se ofrezca a nuestra experiencia an­
tes que algún otro.
Sin embargo, en la base de este aparato formal, Russell pos­
tula, implícita o explícitamente, una referencia realista a la da-
tidad, a través de la experiencia, de la fundamental noción, no
definida, de relación, tomada, en su estructura esencial, de la
proposición atómica. Las representaciones simbólicas deben ser,
de alguna manera, el reflejo más o menos fiel de la estructura
intrínseca de la realidad simbolizada.
Por lo demás, al menos en la primera fase de su pensamiento,
cuando Russell escribía los Principia ( 1 9 0 3 ) , declaraba expli-
m atbm At i c a s y l ó g ic a 379

citamente la convicción que el conocimiento matemático descu­


bre un mundo de entidades en sí y de relaciones entre ellas.
El conocimiento no es más que "reconocimiento” de una reali­
dad que ya existe, y respecto de la cual lo que es "mental” no
tiene relevancia alguna. "L a aritmética debe ser descubierta,
inclusive en el sentido que Colón descubrió las Indias Occiden­
tales, y no podemos crear números, como tampoco Colón creó
a los indios.” Entre el número dos y mi idea del dos existe la
misma diferencia que entre un bastón y mi idea del mismo: el
número dos, como el bastón, es una unidad que subsiste inclu­
sive aunque la idea del mismo no se encuentre en ninguna
mente. Russell está convencido de la "realidad platónica de los
números” , que pueblan el reino sin tiempo del ser; y adhiere
al movimiento neorrealista que, como veremos, representa
Moore.
Esta posición platonizante implicaba que no existiese símbolo
(o vocablo) al cual no correspondiera algo objetivo, que no
significase una forma de ser. Pero el análisis de ciertas locuciones
demostraba lo infundado de semejante creencia, o por lo me­
nos la exigencia de limitar su alcance. Por ejemplo, la proposi­
ción "el círculo cuadrado no existe” es verdadera; pero la ex­
presión simbólica "círculo cuadrado” que hace de sujeto, no
tiene un objeto correspondiente, que sea negado en la proposi­
ción. Si significara un objeto, éste existiría. Es un sím bolo in­
completo, es decir, un símbolo que, por sí mismo, no denota
objeto alguno, sino que sólo adquiere significado en un con­
texto en el cual es usado como sujeto gramatical (aparente),
y del cual, por lo tanto, debe ser eliminado, para que la ex­
presión sea correcta. A través de un análisis correcto, en rigor,
dicha proposición significa: "Es falso que exista un objeto que
sea a la vez circular y cuadrado” . Esta expresión tiene un sig­
nificado en el uso, pero no en su aislamiento. Y por ello es
un sím bolo incompleto. Y se ponen en esta categoría de sím­
bolos incompletos las frases en las cuales aparece el artículo
el, que Russell llama “ descripciones” expresivas de términos
singulares, análogos a los nombres propios. Por ejemplo, la
expresión "el autor de la Divina Com edid' nada significa por
sí misma, carece de sentido, es decir, no define, por sí misma,
380 EL DESARROLLO DE LAS DISTINTAS CIENCIAS

una entidad. Sólo adquiere significado en una proposición,


donde es usada en relación con el término Dante; "Dante es el
autor de la Divina Com edid', que no es una tautología, o sea,
que excluye que "el autor de la Divina Com edia” sea otro nom
bre que el de Dante ("Dante es Dante” ). Es un "símbolo in
completo” .
A símbolos incompletos, es decir, a funciones simbólicas a la •
cuales no corresponden objetos reales, son también reducidas
las clases, y por lo tanto, también los números como "clases de
clases” . "Las clases son sólo comodidades lingüísticas o sim
bélicas, no verdaderos objetos como lo son sus miembros, .1
éstos son individuos.” Las entidades y relaciones matemáticas no
constituyen ya un mundo por descubrir, sino que son construc­
ciones realizadas por la mente humana.
En esta visión "constructivista” de las operaciones lógicas en­
cuentra su significado la teoría de los "tipos” , a la cual, como
hemos visto, recurre Russell para resolver las antinomias lógico-
matemáticas del conjunto de los conjuntos, teoría que presume
que ningún concepto definiente sea jamás considerado como
perteneciente al mismo nivel lógico que la materia definida.
Los predicados se vuelven "impredicables por sí mismos” . Por
lo tanto, como observa Vasa ("Estructura e interpretación de
la lógica de Russell” , en Rjrista critica di storia della filosofía,
1953, págs. 1 2 5 - 1 2 7 ) , "el predicado es cada vez más un pro­
blema de concretez lógica, y ésta se reduce a la necesidad de
mantener el sentido de los términos introducidos en la propo­
sición. . . ” El significado de todos los términos debe ser cons
fruido. "La manera de clasificar mediante relaciones 'superio­
res’ a las clases en cuestión se vuelve 'constructiva’, no puede
ya apoyarse en una presunta realidad de las clases mismas
{ . . . ] N o porque le falte a Russell la fe en el sentido que a las
construcciones lógicamente indiscutibles corresponda algo en un
dominio de conexiones reales; pero este dominio comienza poi
"no-ser-dado” , y no podemos abrigar la esperanza de penetral
en su estructura, hipotética, como no sea aventurándonos pin
el camino de construcciones’ cada vez más lógicamente inde
MATEMÁTICAS Y LÓGICA 381

pendientes. El discurso sólo puede ser el fruto de un trabajo


realizado con plena independencia de todo presunto alcance real
de los términos utilizados; sólo puede encontrarse en la línea
de una suspensión crítica del valor epistemológico de las nocio­
nes introducidas, que tienden a reducirse a puros momentos de
un lenguaje formalizado.”

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