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Universidad Nacional de Colombia

Facultad de Ciencias Humanas


Maestría en Filosofía
Seminario: Responsabilidad moral y determinismo
Ensayo final
Profesores: Germán Meléndez, Alfonso Correa
Raúl Murcia

Lo voluntario, lo involuntario y las acciones mixtas en la Ética de Nicómaco.

El libro tercero de la Ética de Nicómaco (EN) afirma, en primera instancia, que el estudio
sobre la virtud, referido a las acciones y pasiones, requiere una definición de los actos
voluntarios e involuntarios; distinción útil para fijar un criterio que permita atribuir
alabanzas y reproches (para los voluntarios) o indulgencia y compasión (para los
involuntarios). En otros términos, evaluar cómo el agente puede estar sujeto a las demandas
de la moralidad. Esta distinción también es importante en el ámbito legal, piensa
Aristóteles, para definir recompensas y castigos. Cabe resaltar que una vez se establece que
el acto es voluntario o involuntario, el agente se convierte en “candidato” de tales
atribuciones, “the agent is a candidate for praise or blame (which does not mean that praise
or blame will necessarily be attributed), whereas in involuntary actions the agent is a
candidate for pardon or pity” (Santos, 2013: 102).

Para decretar si un acto es voluntario o involuntario se debe tener en cuenta el fin de la


acción dentro de las circunstancias en que se ejecuta, de tal manera que se conozca cuál es
el origen de la acción (arche praxeon) y de qué manera se encamina hacia ese fin. No
obstante, conocer el fin no es suficiente pues es indispensable saber si el agente tiene o no
en su poder el realizar la acción. Desde esta perspectiva, conocer el contexto que
circunscribe la acción contribuye a decidir si hay compulsión o ignorancia o si, por el
contrario, el agente elige libremente la acción que realiza. En suma, Aristóteles menciona
cuatro aspectos para dilucidar si una acción es voluntaria, involuntaria, no-voluntaria o
mixta. Primero, preguntarse en dónde se encuentra el principio del movimiento de la
acción, en concreto, “el principio del movimiento de los miembros instrumentales” (1110a
16-17). Segundo, examinar si el agente ha deliberado y elegido el curso de su acción.
Tercero, establecer si el agente conoce o no las circunstancias de la acción, dice Aristóteles
“Lo voluntario, pues, y lo involuntario se refieren al momento en que se hacen” (1110a 13).
Y cuarto, reconocer el fin con que se realiza la acción, afirma Aristóteles aludiendo a las
acciones mixtas: “Y el fin de las acciones es relativo al momento”. Este ensayo abordará
estos aspectos en torno a los actos voluntarios, involuntarios y mixtos, enfatizando en los
últimos por la particular tensión que causa su imputación moral y legal.

Para Aristóteles existen dos clases de actos involuntarios (akousion), los realizados por
fuerza y los efectuados por ignorancia. Sin embargo, un criterio adicional aparece en EN V,
“lo que se ignora o, no se ignora pero no depende de uno, o se hace la por fuerza, es
involuntario” (1135a 32-b2). En lo forzado, el principio de la acción debe ser totalmente
ajeno al agente, aunque dejarse arrastrar por el placer, el vicio o el deseo, también fuerzas
externas, no constituyen actos forzosos porque no son ejecutados contra la voluntad
(boulesis) del agente. El ejemplo de Aristóteles es el siguiente: “como cuando somos
arrastrados a alguna parte por el viento o por hombres que nos tienen en su poder” (1110a
5). En conclusión, una acción es involuntaria forzosa cuando la causa es externa y el agente
no interviene en nada. (1110b 16-17).

Un problema en torno a lo involuntario estriba en que el fallo en alguna de las dos opciones
que ofrece Aristóteles (fuerza e ignorancia) no es suficiente para considerar un acto como
voluntario o involuntario. Existe otra zona intermedia: lo no-voluntario. Todo lo que se
hace por ignorancia, sostiene Aristóteles, es no voluntario, pero es propiamente
involuntario si causa dolor y pesar. “Todo lo que se hace por ignorancia, es [simplemente]
no voluntario, y [propiamente] involuntario lo que se hace con dolor y pesar” (EN 1110b
21-26). Lo involuntario por ignorancia demanda para Aristóteles el arrepentimiento
posterior porque en ello estriba cierto tipo de garantía sobre la involuntariedad. El
Estagirita distingue entre dos tipos de acción en relación con la ignorancia, por una parte, lo
que se hace por ignorancia (di’ agnoian) y la que se ejecuta en estado de ignorancia
(agnoon). El término involuntario describe aquí un tipo de desconocimiento dentro de una
situación particular y del objeto de la acción. En contraste, El Estagirita afirma que la
ignorancia en la elección y la ignorancia universal no conducen a actos involuntarios. Un
término adicional también involuntario propone Aristóteles en el libro V cap. VIII: “cuando
la ignorancia no es la causa, sino que es debida a su vez a una pasión que no es ni natural ni
humana” (1136a 5-9). La cuestión de si se actúa en estado de ignorancia (v. gr., el
encolerizado y el ebrio) o por ignorancia (en donde si el agente siente pesar obra
involuntariamente) se centra en definir las circunstancias concretas y el objeto de la acción
(EN 1110b 30-35). En efecto, la acción concluye en un fin diferente al esperado porque se
pasan por alto elementos principales de las circunstancias en que está inmersa esa acción,
entonces, justifica Aristóteles, ese tipo de acción es involuntaria y, como no era esa la
intención inicial, se siente pesar y arrepentimiento por lo hecho. Los ejemplos de
Aristóteles sobre las acciones involuntarias radican siempre en el desconocimiento de un
elemento importante en el desarrollo de la acción particular: “o que queriendo mostrar sólo
su funcionamiento, se le disparó como el de la catapulta [...] que una piedra cualquiera era
piedra pómez; o dando una bebida a alguien para salvarlo, matarlo por el contrario” (1111a
10-15).

Las acciones voluntarias (hekousion) las define Aristóteles por contraste con lo involuntario
y afirma que “lo voluntario podría parecer que es aquello cuyo principio está en el mismo
agente que conoce las circunstancias concretas en las que radica la acción” (1111a 23-25),
también en un fragmento anterior, Aristóteles vincula el hecho de ser el origen de la acción
con la posibilidad de elección: “en tales acciones se obra voluntariamente , porque el
principio del movimiento imprimido a los miembros instrumentales está en el mismo que
las ejecuta, y si el principio de ellas está en él, también radica en él el hacerlas o no” (1110ª
16-19). Así mismo en la Ética Eudemia: “man alone of the animals is also an origin of
certain actions” (1222b 18-20). Para que una acción sea voluntaria el agente debe ser la
causa de la acción y por tanto, señala Sauvé Meyer, un “self-mover”. Para Aristóteles, dos
cosas producen movimiento, un “moved mover”, cuyo movimiento proviene de otro
movimiento, y un “self-mover”, cuyo poder causal estriba en ser “unmoved mover”, es
decir, un tipo de agente que se separa de la causalidad con la que funciona el resto de la
naturaleza y tiene el origen del movimiento en sí mismo. Esta explicación conduce a una
interpretación indeterminista de las acciones humanas en Aristóteles y al mismo tiempo
indica una posible discontinuidad con la secuencia de causas del resto de la naturaleza
(1993: 153). Una definición posterior en la EN aviene con ser el principio de la acción pero
otorga unos matices adicionales:
“Llamo voluntario, como se ha dicho antes, a todo lo que uno hace estando en su poder hacerlo o no, y
sabiendo, no ignorando, a quién, con qué y para qué lo hace; por ejemplo, a quién está golpeando, con
qué y para qué, y todo esto no por accidente ni forzado (como si golpea a otro cogiéndole otro la mano
y contra su voluntad, porque entonces no depende de él) (1135a 25-30).
En conclusión, un acto es considerado voluntario cuando el origen de la acción reside en el
agente, algunos de estos actos ocurren con elección cuando conllevan deliberación previa, y
otros los considera Aristóteles sin elección cuando no son precedidos por deliberación. Por
ejemplo en el caso de los niños y los animales existe voluntariedad no mediada por la
elección, sino por el apetito. Ahora bien, lo que es susceptible de ser premiado o
reprochado no es el principio sino el carácter que se ve reflejado en la acción, por este
motivo si después de realizar la acción, el agente se arrepiente, la valoración sobre su
carácter será diferente a si no lo hace, porque el arrepentimiento permite entrever el
carácter justo del agente. Las acciones de los animales y los niños son voluntarias en la
medida en que el principio del movimiento está en ellos pero tanto unos como otros no
deliberan sobre los medios para la consecución de su fin. En el caso de los niños, aún no
han formado su carácter, que tiene que mostrar justamente un estilo de elección (como se
menciona en Poética 1450b 8-10) y, por tanto, no pueden ser premiados o reprochados por
las acciones realizadas. El Estagirita aclara que “a las acciones súbitas las llamamos
voluntarias pero no elegidas”. (EN 1111b). Por el contrario, el hombre continente al elegir
actúa de manera racional. La elección al estar acompañada de razón solo es realizable por
quienes deliberan. Este uso de la razón, la investigación de opciones posibles y su posterior
elección, es propio de quien delibera y hace que el hombre sea principio de su acción y
conduzca el resultado de su investigación hacia un objeto, el resultado de la deliberación.
En efecto, Aristóteles sostiene que la elección es “un deseo deliberado de cosas a nuestro
alcance” (EN 1113a). Luego de efectuar el proceso de deliberación, en donde se sopesan las
opciones para escoger la mejor, el deseo se encauza hacia aquello que tiene más peso. De la
misma manera, según el contraste con los actos involuntarios, el agente ejecuta un acto
voluntario cuando no está mediado por ningún tipo de fuerza externa y conoce las
circunstancias en que se realiza la acción, es decir, conoce el fin de la acción y hay una
correspondencia entre ese fin y la elección previa. Asimismo, por contraste con el criterio
mencionado en EN V sobre lo involuntario, es posible considerar como voluntario aquello
que depende de nosotros (ἐπ’ αὐτῷ). Este depender de nosotros proviene de la posibilidad
de realizar o no la acción.

Con esta aproximación a lo que entiende Aristóteles por voluntario e involuntario, es


posible proceder al tema de las acciones mixtas. Asevera Aristóteles que en cierto tipo de
acciones resulta difícil establecer si un acto es voluntario o involuntario. A este tipo de
actos los llama “mixtos”. En otros términos, parece haber cierto grado de involuntariedad
en algunas acciones que de algún modo pueden ser candidatas para alabanzas y reproches,
“Hence, there seems to be some degree of involuntariness in certain actions, and yet they
are somehow still praised or blamed” (Santos, 2013: 103). Aristóteles reconoce que las
acciones mixtas se parecen más a las voluntarias y por tanto estaría en evaluación si tales
acciones son alabadas o reprochadas. Además, en caso de reproche, este tipo de acciones
pueden conducir al perdón o a la compasión. Los ejemplos de Aristóteles son: cuando se
arroja el cargamento al mar en una tempestad, o “cuando el tirano mandara a alguien a
cometer una acción denigrante teniendo en su poder a sus padres” (EN 1110a 5-10).
Aunque en EN V Aristóteles no menciona las acciones mixtas, ofrece unos ejemplos que
pueden ser considerados como tales:
“un hombre puede restituir un depósito involuntariamente y por miedo, y en este caso no debe decirse
que hace una cosa justa o que obra justamente, a no ser por accidente; de la misma manera, aquel que
se ve obligado contra su voluntad a no devolver un depósito, no se dirá que su conducta es injusta ni
que cometió un acto injusto sino por accidente” (EN 1135b 2-10).
Es pensable que este tipo de actos puedan ser juzgados como involuntarios por la fuerza
externa que influye dentro de la acción. No obstante, de acuerdo con las características
asignadas a los actos voluntarios atinentes a los humanos adultos1: el poder del agente para
realizar o no la acción y ejecutarla con conocimiento de las circunstancias particulares, es
posible considerar las acciones mixtas más voluntarias que involuntarias. Cuando la
elección está inmersa en una situación que puede ser considerada mixta, es difícil saber
cuál acción es preferible a otra. Del mismo modo, en este tipo de situaciones no es sencillo
formar el criterio de evaluación para deliberar, v. gr., en caso de una tempestad, elegir entre
arrojar o no el cargamento del barco por la borda. En este caso, la decisión sobre cuál de las

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Además de ser el principio de la acción.
opciones elegir recae en la deliberación del agente, (parte voluntaria) pero ese mismo
agente se ve forzado a tomar una decisión basado en una serie de opciones limitadas por las
circunstancias, la tempestad que constituye un factor enteramente externo al agente. Si se
observa el ejemplo, se infiere que el fin de la acción mixta es en sí mismo un mal pero bajo
el criterio “evitar un mal mayor” se le presenta al agente como un bien, (evitar la muerte de
los tripulantes). Aristóteles sostiene que son dos los elementos a considerar para elegir en el
caso de las acciones mixtas: “el temor a mayores males o una causa noble” (1110a 4-8).

En la explicación de Aristóteles sobre las acciones mixtas, la forma de evaluar al agente no


parece enfocada en las consecuencias ni en la acción sino en la elección. En otros términos,
en las acciones mixtas la forma de evaluar la acción en sí misma disiente con el resultado
de la evaluación discriminando las causas externas y las que dependen del agente, lo cual
determina el grado de voluntariedad e involuntariedad, una vez más el énfasis es en el
carácter del agente. Pakaluk observa que las circunstancias son esenciales en la descripción
de la acción, por lo cual una acción mixta, según el ejemplo de Aristóteles, sería “arrojar la
carga al mar”. Para desarrollar su tesis, Pakaluk ofrece un ejemplo de acción mixta: matar a
alguien en defensa propia, y afirma lo siguiente: “If ‘in self-defense’ describes a context or
circumstance, it seems as though the component is altered essentially by that circumstance
—even though from the use of the same form of words it seems the same” (2001: 7). Por
otra parte, dice Pakaluk, el elogio y la censura dependen de la preferencia en la elección:
“Aristotle seems to hold that an agent faced with such an action is praised or blamed
depending upon the preference which is revealed in his choice” (2001: 7). El criterio que
posee el agente para establecer cuál debe ser su elección es, como se mencionó
anteriormente: el temor a mayores males o un noble fin. Arrojar la carga al mar es un tipo
de acción que no se haría por sí misma en términos absolutos pero dadas ciertas
circunstancias “en una tempestad” es preferible (EN 1110a 9-12). En otros términos, la
mayoría no realizaría esa acción de manera voluntaria pero en caso de tempestad todo el
que “tenga sentido” lo haría a pesar de que juzgue la acción como despreciable. ¿Cómo
establece el agente lo que parece despreciable y lo que no? La evaluación en las acciones
mixtas recae sobre el carácter del individuo, lo que alguien considere como atractivo o
repulsivo, el hecho de sentir dolor o pesar (metameleia), remite de nuevo al carácter:
“evaluation of actions is typically relative to character, yet what one finds appealing or
repulsive considered just on its own (kath'auto) seems the best indication of character—this
reveals to us what the agent will go after, just insofar as things are up to him”. (Pakaluk,
2001: 11). Es un tipo de carácter ¿virtuoso? el que rechaza por completo la acción que está
a punto de ejecutar por la fuerza ejercida desde el plano involuntario en un contexto
particular.

Si es correcto afirmar que en las acciones mixtas el agente delibera y elige (al menos en
cierto grado) será posible imputar alabanzas y reproches. Pakaluk señala que el término
mallon hekousion indica que las acciones mixtas son más voluntarias que involuntarias. No
obstante, Aristóteles deja claro en 1111b 6-8 que lo voluntario no se limita a lo elegido, por
lo cual al elegir se actúa de manera voluntaria pero actuar de manera voluntaria no implica
necesariamente deliberación y elección. En los ejemplos que nos proporciona Aristóteles,
es evidente que el agente desea hacer lo que hace, la salvedad en este caso, es que no
ejecuta esa acción porque para él sea apreciable, sino porque es preferible. El problema
radica en que el contenido de la elección, como afirma Pakaluk, está determinado de
antemano. La alabanza o reproche sobre la acción no está en escoger un bien, sino en elegir
uno en comparación con las alternativas posibles. “in circumstances not involving
necessitation (it is presumed) they are praised if their choice and goal are good and blamed
otherwise; but here in contrast they are praised or blamed for (one might say) the ‘relative
good’ attained in their action, not whether they are seeking something good absolutely”
(2011: 12): Las alabanzas o reproches se encuentran determinados, siguiendo a Pakaluk,
por dos momentos. Por un lado, el correcto razonamiento de acuerdo con las circunstancias
y, por otro, el hecho de ser consecuente con ese razonamiento, “En ocasiones es difícil
discernir qué se ha de preferir a qué, y qué de se ha de soportar mejor que otra cosa; pero es
más difícil aún ser consecuente con el juicio” (EN 1110a 29). Depende de cada caso y de la
evaluación del agente el establecer lo que es moralmente permitido y actuar en contra de lo
que usualmente se considera como un bien o un mal. No obstante, según Aristóteles, hay
situaciones en las que no se puede ser forzado, lo que indica que hay acciones despreciables
por sí mismas que nunca deben ser elegidas, “Hay cosas, sin embargo, a las que no puede
uno ser forzado, sino que se debe preferir la muerte tras los más atroces sufrimientos” (EN
1110a 29-30). En estas condiciones, depende del hombre virtuoso el deliberar
correctamente y escoger lo preferible para mostrar su estilo de decisión, es decir, su
carácter.

En conclusión, aunque aparentemente las acciones mixtas la ejecución va en contra de la


elección habitual de un agente virtuoso, el movimiento que él realiza es voluntario. Sin
embargo, si se tiene presente la noción de preferencia (bajo los criterios “un bien mayor” o
“un noble fin”), la elección relativa a esa circunstancia particular no es contraria a la acción
porque se presume un proceso deliberativo en donde el agente discierne sobre lo que es
preferible. Para comprender la imputabilidad sobre una acción mixta, es indispensable
considerar la acción en sí misma y de acuerdo con la traducción en inglés “without
qualification”, es decir, lo que el agente haría sin los límites que coartan la acción. La
situación está supeditada a una causa externa en donde el agente sólo delibera para elegir
un mal menor al que ocurriría sin su intervención. Sauvé Meyer enfatiza que en una
situación en que se escoja el peor de dos males posibles, el agente falla en ser realmente
forzado. Aún en esta situación, el agente es menos culpable que quien elige lo mismo en
una situación en la que no existe compulsión externa. La razón radica en que en la situación
forzada al agente solo se le puede imputar la diferencia entre el mal que produjo su decisión
y el otro mal, en esta situación iba a ocurrir un mal de cualquier modo. Por el contrario,
cuando no existe la fuerza, toda la culpa recae sobre el agente, dado que eligió de una
manera plenamente voluntaria y la situación no garantiza que un mal fuese a ocurrir.
(1993:118).

Bibliografía

Aristóteles. (1994). Ética a Nicómaco. Madrid: Centro de Estudios Constitucionales.


Aristóteles. (1993). Ética de Nicómaco. Madrid: Gredos.
Aristóteles. (1994). Ética de Nicómaco. México: Porrúa.
Pakaluk, M. y Pearson, G. (eds.). (2011). “Moral Psychology and Human Action in
Aristotle”. Oxford: Oxford University Press. (p.p. 1-24)
Sauvé Meyer, S. (1993). “Aristotle on Moral Responsibility. Cambridge, Massachusetts:
Blackwell Publishers.
Santos, A. (2013). Responsibility and Justice in Aristotle’s Non-Voluntary and Mixed
Actions. Journal of ancient philosophy. (Engl. ed.), v.7, n.2. p.p. 100-121, São Paulo

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