en el Estero El Verde, Sinaloa, México Navarro-Serment, C. J., Gallo-Reynoso, J.P., van der Heiden, A., Plasencia, H., Meredíz-Alonso, G., trabajo de tesis de maestría del primer autor, bajo la dirección del segundo
El estero El Verde, ubicado a 19 Km al
noroeste de la ciudad de Mazatlán, Sinaloa, es una pequeña laguna costera de boca efímera en la desembocadura del Río Quelite. Con poco más de 7 Km de longitud y un área de 47 has, es uno de los menores cuerpos de agua del estado. Sin embargo, durante la temporada de lluvias (julio-octubre) su área se incrementa al llenarse dos extensas llanuras de inundación estacional, mismas que son mantenidas en su nivel unos meses más de manera artificial para la explotación extensiva del camarón y que incrementan su superficie en unas 300 has. Los canales del estero presentan profundidades variables, desde menores de un metro, hasta casi los siete, bordeados en su mayor parte por mangle blanco (Laguncularia racemosa), carrizales (Phragmytes sp.) y praderas de zacate (Muhlenbergia sp.). En sus aguas se encuentran abundantes lisas (Muguil spp.), robalos (Centropomus spp.), pargos (Lutjanus spp.), además de tilapias introducidas, así como una abundante fauna (31 spp.) de crustáceos decápodos y al menos 64 especies de aves acuáticas y terrestres. Las iguanas verdes, los mapaches, linces, venados cola blanca y una que otra nutria neotropical también habitan El Verde. Además, dominando la cadena trófica se encuentra el cocodrilo (Crocodylus acutus), llamado “caimán” en la región. En 1999 dio inicio un estudio sobre la población de C. acutus en El Verde para la tesis de maestría del primer autor. Para lo anterior se realizaron conteos mensuales, tanto diurnos como nocturnos, delimitando variables ambientales como la cubierta vegetal, profundidad y salinidad, así como entrevistas a los diferentes usuarios del estero (pescadores, cooperativistas, turistas y otros). De esta manera, se trató de contribuir al conocimiento de la especie en la región y determinar qué factores han permitido la sobrevivencia del cocodrilo en esta zona, mientras que ha sido eliminado de la mayoría de los cuerpos de agua cercanos. Se estimó un total de 11 adultos y 15 juveniles, con una densidad sin crías de 8.4 individuos/Km. Este valor ocupa un punto intermedio-alto entre los reportados en otras localidades del continente. La proporción de adultos es de 15.38 %, menor a la de otras poblaciones reportadas de la misma especie, lo que sugiere que la población se encuentra en crecimiento tras eventos de caza ocurridos hace algunos años. No obstante, la densidad de nidos (0.97 nidos/Km) es menor a otras reportadas. Se encontró una preferencia de las crías a ocupar zonas someras, con abundante alimento y protección, así como una tendencia a ocupar zonas con salinidades bajas. Los juveniles se ven marginados hacia zonas menos favorecidas por los adultos. Éstos se distribuyen a todo lo largo del área de estudio, pero en mayor número en aquellas zonas con canales no navegables que les ofrecen protección y presas de mayor tamaño. La distribución de los juveniles y adultos no mostró un patrón definido con respecto a la salinidad, aunque sí una tendencia a ocupar las zonas menos salinas. La mortalidad incidental en las escasas redes agalleras para pescar robalo y pargo es baja, debido a que los pescadores evitan deliberadamente tender sus redes en las zonas de canales profundos, donde con mayor frecuencia se encuentran los adultos. Además, los pescadores acostumbran colocar una cuerda suspendida a 1.5 m. sobre la superficie encima de la red, de donde cuelgan algunos costales vacíos, asegurando que esta práctica mantiene a los cocodrilos alejados. Las crías son ocasionalmente capturadas al tratar de pescar camarón con atarraya, pero son generalmente liberadas sin mayor daño. A pesar de que los adultos han llegado a depredar sobre perros, cabras y becerros, no se han llevado a cabo esfuerzos para acabar con ellos, a excepción de un adulto de 4.5 m. de longitud que fue muerto hace un año a balazos tras haber atacado varias embarcaciones. Sin embargo, se sabe que ocasionalmente personas provenientes de Mazatlán (inclusive pertenecientes a diversas corporaciones policíacas) han llegado para cazar furtivamente algún cocodrilo. Se entrevistó a personas con intereses económicos, recreativos o de investigación tanto en El Verde como en un estero cercano sin cocodrilos, La Escopama. La comparación de respuestas mostró un mayor desconocimiento hacia los cocodrilos en el estero en el segundo, mientras que, en El Verde el nivel de conciencia ecológica es mayor. Esto pudiera deberse al mayor contacto que a través de los años han tenido las comunidades cercanas con investigadores, particularmente aquéllos encargados desde hace más de dos décadas del campamento tortuguero local. La principal actividad económica en El Verde es el cultivo extensivo de camarón, misma que ha evitado otros usos más nocivos al ambiente; además, al llevarse ésta a cabo inundando una llanura seca el resto del año, proporciona una extensión temporal del hábitat de los cocodrilos y acceso a una mayor diversidad de recursos alimenticios, así como la disminución de las presiones territoriales. La conservación del “caimán” en El Verde es de gran importancia, ya que la mayoría de los cuerpos de agua en esta parte del estado son pocos y en general han sufrido drásticas modificaciones de mano del hombre, en donde los individuos sobrevivientes se ven relegados a hábitats marginales. El estero El Verde es un ejemplo donde una actividad de gran importancia económica para las poblaciones rurales cercanas ha permitido la conservación de Crocodylus acutus.