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Oh, que sus corazones reposen, que aquí nosotros oímos por Nuestro
Señor, Tlácatl, Telpochtli, Yohualli, Ehécatl, Yaotzin; que es a él a
quien ustedes ruegan, a quienes ustedes invocan, que a él le entregan
ustedes su collar, su pluma rica, su creación; porque sólo por oficio
tomamos nosotros, asimos, lo que ustedes entregan a Nuestro Señor,
por el que hemos oído. ¿Qué será lo que se dignará querer? ¿Qué
será lo que se dignará desear él, Nuestro Señor, para el collar de
ustedes, ¿para su pluma rica? Porque en verdad nosotros los afligidos,
nosotros los macehuales hablamos enla oscuridad, ¿De qué manera
lo estará disponiendo Nuestro Señor, Tloque Nahaque, Piltzintli? ¿De
qué manera fue [el niño] ataviado [con su destino]? ¿Qué fue prescrito
cuando era de noche? ¿Con qué fue vestido? ¿Qué vino portando
cuando nació? ¿Y cuál fue su destino? Y también, ¿con qué se le
baño? ¿Cuál fue el merecimiento del niñito? ¿Cuál fue su suerte? En
verdad nosotros los macehuales vanamente lo suponemos. (López,
1985, pp. 25-27)
Lo que sigue da a entender que el niño puede tener un buen o mal destino, por
mucho o por poco tiempo. En el calmécac se da una situación similar. En el
calmécac (…) la gente es corregida, la gente es enseñada, era el lugar de la vida
casta, lugar de reverencia, lugar de conocimiento, lugar de sabiduría, lugar de
bondades, lugar de virtudes, lugar sin suciedad, sin polvo (…)” (López, 1985, p. 39).
El tlatoani, el pilli, el tecuhtli o algún rico da un discurso a los tlamacaszque, al
ingresar a su hijo al calmécac:
Referencias