You are on page 1of 4

La educación de los mexicas se daba básicamente a dos tipos de poblaciones:

Pipiltin (nobles) y Macehualtin (comunes). La primera se proporcionaba en el


telpochcalli, donde su principal población estaba conformada por plebeyos y la
educación se orientaba a la guerra. Por su parte, en el calmécac se proporcionaba
la educación a los nobles; la educación se orientaba a aspectos intelectuales.
Aunque esta situación no era rigurosa porque había la posibilidad de que tanto un
plebeyo como un hijo de noble fueran llevados a escuelas diferentes. Se puede
afirmar que el maestro, el temachtiani, enseñaba en las dos escuelas. Por un lado,
están los telpochtlatoque, los que mandan a los jóvenes, es decir, los maestros del
telpochcalli; por otro lado, los tlamacazque, estudiantes del calmécac que ya son
considerados sacerdotes cuando ingresan al calmécac. Los tlamacazque tienen su
propio sistema jerárquico de tal modo que los supremos sacerdotes son los
teopixque, quienes podían venir de un linaje plebeyo o no; para elegir a los dos
teopixque “se busca bien al dueño de buena vida, al dueño de vida recta, al dueño
de corazón limpio, al de corazón bueno, al de corazón compasivo, al paciente en la
adversidad, al endurecido, al precavido, al que no se abate, al animoso” (López,
1985, p. 55).

El temachtiani, el maestro, el tlamatinime, el sabio, eran funciones de


aquellos que educaban, tanto en el telpochcalli como en el calmécac. Los
macehuales, que era la población común no noble, dejaban a sus hijos en el
telpochcalli daban el siguiente discurso en el que pedían a los telpochtlatoque:

Se dignó venir a establecerlos aquí a ustedes Nuestro señor, Tloque


Nahuaque. De aquí ustedes adquieren [este conocimiento], lo oyen:
que se dignó a regalar Nuestro Señor un collar, una pluma preciosa
[tanto el collar como la pluma preciosa son metáforas para referirse al
niño]. Descendió el niño. En verdad ahora aparenta ya cuajarse, ya es
un capullito. ¿Acaso colocaremos en sus manos el malacate, el
machete del telar? Es la venerable propiedad de ustedes, su venerable
hijo, su venerable niño. Bajo el poder de ustedes, bajo su protección
lo ponemos, con sus venerables hijos, porque ustedes enseñan,
porque ustedes educan, porque ustedes hacen águilas, ustedes hacen
ocelotes, porque ustedes lo educan para nuestra madre, nuestro
padre, Tlaltecuhtli, Tonátiuh. Y ahora lo dedicamos a Yohualli, a
Ehécatl, a Tlácatl, a Telpochtli, a Yaotzin, a Titlacahuan, a
Tezcatlipoca. Quizá se dignó hacerlo crecer él, el venerable Señor
Nuestro. Lo dejamos. Se hará telpochtli. Vivirá allí en la casa de
penitencias, en la casa del lloro, en la casa de las lágrimas, en el
telpochcalli, donde nacen, se forman las águilas, los ocelotes, donde
hay apoderamiento de los bienes de Nuestro Señor […] En verdad ,
dígnense ustedes recibirlo; dígnense venir a tomarlo; que [el niño]
siga, que conozca al enseñado, al educado, a los hijos de alguien, y a
ellos, a los pobres hijos de alguien, a los pobres águilas, a los pobres
ocelotes.” Y he aquí la forma en que [los maestros] contestaban el
discurso, la forma en que respondían. (López, 1985, pp. 21-25)

Los telpochtlatloque respondían de la siguiente manera

Oh, que sus corazones reposen, que aquí nosotros oímos por Nuestro
Señor, Tlácatl, Telpochtli, Yohualli, Ehécatl, Yaotzin; que es a él a
quien ustedes ruegan, a quienes ustedes invocan, que a él le entregan
ustedes su collar, su pluma rica, su creación; porque sólo por oficio
tomamos nosotros, asimos, lo que ustedes entregan a Nuestro Señor,
por el que hemos oído. ¿Qué será lo que se dignará querer? ¿Qué
será lo que se dignará desear él, Nuestro Señor, para el collar de
ustedes, ¿para su pluma rica? Porque en verdad nosotros los afligidos,
nosotros los macehuales hablamos enla oscuridad, ¿De qué manera
lo estará disponiendo Nuestro Señor, Tloque Nahaque, Piltzintli? ¿De
qué manera fue [el niño] ataviado [con su destino]? ¿Qué fue prescrito
cuando era de noche? ¿Con qué fue vestido? ¿Qué vino portando
cuando nació? ¿Y cuál fue su destino? Y también, ¿con qué se le
baño? ¿Cuál fue el merecimiento del niñito? ¿Cuál fue su suerte? En
verdad nosotros los macehuales vanamente lo suponemos. (López,
1985, pp. 25-27)

Lo que sigue da a entender que el niño puede tener un buen o mal destino, por
mucho o por poco tiempo. En el calmécac se da una situación similar. En el
calmécac (…) la gente es corregida, la gente es enseñada, era el lugar de la vida
casta, lugar de reverencia, lugar de conocimiento, lugar de sabiduría, lugar de
bondades, lugar de virtudes, lugar sin suciedad, sin polvo (…)” (López, 1985, p. 39).
El tlatoani, el pilli, el tecuhtli o algún rico da un discurso a los tlamacaszque, al
ingresar a su hijo al calmécac:

Oh; señores nuestros, oh, tlamacazque, se dignaron ustedes venir


aquí; se dignaron venir a poner aquí sus venerables pies […] Entrará
[el niño] en el calmécac, en la casa del llanto, en la casa de lágrimas,
en la casa de misericordia, donde son enseñados, se educan, nuestros
señores nobles, los nobles. Y allí se hace el ruego a Tloque
Nahahuaque. Hay apoderamiento, allí, de los bienes de él, de Nuestro
Señor. Allí le son pedidas insistentemente las cosas con llantos, con
lágrimas, con suspiros […] Bajo el poder de ustedes, en sus
venerables espaldas, bajo su protección lo ponemos. Consiéntanlo
sus venerables corazones, que nosotros entregamos a ustedes a
nuestro hijo. Que lo conconsientan sus venerables corazones. Vengan
a colocarlo [aquí] que [nuestro hijo] los siga, que se mezcle con los
[demás] que son enseñados, con los que son educados, con los que
hacen penitencia durante la noche, durante el día, los que andan
corriendo con sus venerables codos, con sus venerables rodillas, los
que llaman, imploran a gritos a Nuestro Señor, lloran, se afligen,
suspiran. Este es todo [el conocimiento] que ustedes se dignan a
adquirir, que ustedes se dignan oír, oh, tlamacazque. (López, 1985,
pp. 41-43)

Los tlamacazque responden de la siguiente manera:


Aquí adquirimos, tomamos el venerable aliento, el venerable discurso
de ustedes. Que no nos sobrestimemos; que no nos vayamos a creer
merecedores; que no nos vayamos a considerar dignos. Aquí viene a
salir el venerable aliento de ustedes, su venerable discurso, por causa,
por razón de que están ustedes angustiados por su collar, por su
pluma verde preciosa. Nosotros lo entendemos por Nuestro Señor,
Tepiltzin, Quetzalcóatl, Tlipotonqui. ¿De qué manera dispondrá él de
su collar, de su pluma verde preciosa? ¿Y de qué manera dispondrá
de ustedes? ¿Qué será del collar, de la pluma verde preciosa?
Ciertamente nosotros hablamos de forma grosera: ¡sea así, sea esto!
Confiemos por completo en Nuestro Señor, Tloque Nahuaque. ¿Qué
dispondrá para nosotros? Tengamos absoluta esperanza” (López,
196, pp. 43-45)

Cómo se puede apreciar el maestro, el temachtiani, es a la vez sacerdote, y por


tanto, sabio o tlamatinime.

Referencias

López, A. (Comp.). (1985). Educación Mexica. Antología de documentos


sahagustinos. México: Universidad Nacional Autónoma de México.

You might also like