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Eamonn Butler
Título original:
Classical Liberalism – A Primer
Copyright © The Institute of Economic Affairs 2015
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permiso escrito de los propietarios del copyright.
A MI AMIGO JOHN BLUNDELL
(1952 - 2014)
- ÍNDICE -
El Autor 10
Agradecimientos 11
Prólogo 12
Prólogo a la edición en español 16
Resumen 19
1. INTRODUCCIÓN — 22
El propósito de este libro
Esquema del libro
STEPHEN DAVIES
Director de Educación
Institute of Economic Affairs
Mayo de 2015
Las opiniones expresadas en esta monografía son, como en todas las publicaciones
del IEA, las del autor y no las del Instituto (que no tiene una opinión corporativa),
sus directivos, los miembros del Consejo Asesor Académico o el personal superior.
Con algunas excepciones, como la publicación de conferencias, todas las mono-
grafías del IEA son sometidas a una revisión con el método de "doble ciego" por al
menos dos académicos o investigadores expertos en la materia.
1. La presunción de la libertad
3. Minimizando la coerción
4. Tolerancia
6. El Estado de derecho
7. Orden espontáneo
9. La sociedad civil
Cuando los estadounidenses hablan de «liberalismo» están hablando de algo muy diferente
del liberalismo clásico. El liberalismo clásico, también conocido como «liberalismo antiguo» o
«liberalismo en el sentido europeo», se centra en la libertad de los individuos; la minimización
de la coerción; la propiedad y el libre intercambio; y un gobierno limitado que rinde cuentas, que
protege y amplía la libertad. El liberalismo estadounidense o «nuevo liberalismo» o «liberalismo
moderno» comparte una fuerte creencia en la libertad personal, pero considera que la libertad
es más que la mera ausencia de coerción —puede ser fomentada por gobiernos paternalistas
e intervencionistas—.
Los liberales estadounidenses afirman que el Estado tiene el deber de proteger a las personas
de sí mismas y de las injustas desigualdades de poder que considera que a menudo son creadas
por la propiedad de bienes. Quieren un generoso sistema de bienestar social para compensar a
los pobres y apoyar a los trabajadores frente a sus empleadores (más poderosos). Son escépti-
cos respecto a que la libertad económica produzca beneficios públicos (como un alto nivel de
empleo) y creen que el Estado debe intervenir para ampliar las oportunidades, proveer bienes
públicos y hacer que los mercados sirvan al interés público.
Los liberales clásicos desconfían mucho de esas políticas. Temen que el poder del gobierno
crezca fácilmente mucho más allá de su utilidad; y señalan que incluso las políticas mejor inten-
cionadas frecuentemente tienen consecuencias funestas e imprevistas.
Inglaterra anglosajona
Invasión y renacimiento
Revolución política
La Revolución Gloriosa
La Ilustración
El Rechtsstaat
ÉXITO Y REEVALUACIÓN
El siglo XIX
Reevaluación y declive
Desarrollos intelectuales
El contrato social
Historia y progreso
Utilidad pública
DERECHOS Y LIBERTADES
La diferencia entre los derechos y la libertad es sutil, y puede
que se vea mejor al mirar sus opuestos. Lo opuesto de libertad es
esclavitud —estar restringido por otros—. Lo opuesto a derecho
COERCIÓN Y TOLERANCIA
Los liberales clásicos coinciden en que la coerción por lo general
no es deseable. El permitir que personas les impongan su voluntad
a otros a través de la agresión, amenazas, intimidación o violencia
no resulta en una buena sociedad. Independientemente de si la
fuerza la ejercen otros individuos o el gobierno, si la podemos evitar
debemos hacerlo.
Sin embargo, siempre habrá conflictos entre personas libres.
Estarán en desacuerdo sobre cuestiones de propiedad y las acciones
de una pueden dañar a otra. Así que, en aras de mantener la paz y
frenar la violencia, necesitamos un sistema imparcial de justicia
que resuelva estas disputas y desaliente la agresión. Pero no pode-
mos confiar en que todo el mundo respete esos fallos y esas reglas
voluntariamente: para mantener la paz inevitablemente tendremos
que utilizar algo de esa fuerza coercitiva que a los liberales clásicos
les desagrada tanto.
Los liberales clásicos resuelven este dilema otorgando el mono-
polio de la fuerza al Estado; es una institución de la que desconfían,
pero esperan que sea más desapasionada en el uso de la fuerza de
lo que serían las personas comunes actuando solas.
Coste y daño
Intereses diversos
El precedente peligroso
Fijando el límite
LA TOLERANCIA Y EL ESTADO
Los antiguos griegos no tenían reparos de ese tipo. Platón
(c. 427-347 a. C.) y Aristóteles (384-322 a. C.), por ejemplo, considera-
ban que, si algo es bueno, las autoridades lo deben imponer. Aún
hoy, mucha gente considera que la ley debería prohibir cosas que
consideramos inmorales.
Mill aceptó que muchas conductas inmorales son potencialmente
dañinas, que es precisamente por lo que las consideramos inmorales.
Pero otros actos que podrían ser llamados inmorales pueden no
Constituciones y libertad
EL ORDEN ESPONTÁNEO
El orden espontáneo es una vieja idea. Por cierto, se remonta al
menos al filósofo francés Montesquieu (1689-1755), quien explicó cómo
individuos con intereses propios podrían involuntariamente crear
un orden social en general beneficioso; el estudioso de la Ilustración
Escocesa Adam Ferguson (1723-1816) habló de las instituciones sociales
como «el resultado de la acción humana, pero no del diseño huma-
no», una idea que Adam Smith describe como la «mano invisible».
Más recientemente, Hayek actualizó la idea. Señaló que tendemos
a dividir el mundo entre lo natural y lo artificial —imaginamos las
cosas naturales como cosas salvajes, irracionales, desestructuradas
y desordenadas, y las cosas artificiales como planificadas, racionales,
estructuradas y metódicas— y simplemente asumimos que lo segun-
do es preferible. Pero, según Hayek, hay otra categoría de cosas que
son ordenadas, pero no son planificadas o conscientes. Ejemplos de
ello son la formación en "V" de gansos que emigran, o las sociedades
Reglas y orden
El Estado de derecho
LA SOCIEDAD CIVIL
Los liberales clásicos no conciben a las personas que componen la
sociedad espontánea como individuos atomizados y aislados (aunque
había indicios de esto entre los primeros teóricos del contrato social,
y más recientemente en los conceptos de los economistas sobre
expectativas racionales y el homo economicus racional y egoísta).
Ellos saben que las personas en el mundo real no están aisladas ni
son mecánicas.
Más bien, por elección o por nacimiento, los individuos son
miembros de diferentes grupos superpuestos, con diferentes lealtades
familiares, morales, religiosas, culturales y demás. Sus valores están
influenciados por estas lealtades, y dependen de la lealtad mutua de
sus otros integrantes. Buscan menos lograr sus ambiciones a través
del proceso político que a través de estas instituciones de la sociedad
civil: organizaciones benéficas, sindicatos, grupos de autoayuda,
campañas, religiones y muchas otras agrupaciones.
Los comunistas y los fascistas son muy críticos de la sociedad
civil porque consideran que desvía del Estado las lealtades de la
gente. Los liberales clásicos valoran la idea de la sociedad civil preci-
samente por la misma razón. Para ellos, la sociedad civil permite que
los individuos persigan sus propias metas sin estar subordinados a
una poderosa autoridad política centralizada. De hecho, diferentes
personas pueden perseguir fines mutuamente contradictorios, sin
tener que sacrificar sus ambiciones ante la opinión mayoritaria.
Además, si la sociedad civil es fuerte, hay menos excusa para que
los gobiernos asuman poderes adicionales. Un enérgico sector be-
néfico, por ejemplo, significa que hay menos necesidad de crear un
sistema de asistencia social del Estado; un alivio para los liberales
clásicos, ya que le temen al crecimiento y potencial abuso del poder
centralizado. Además, es más racional que las tareas sean abordadas
REGLAS Y PROPIEDAD
Los derechos de propiedad son fundamentales para el fun-
cionamiento de este orden beneficioso. La gente con derechos de
propiedad asegurados puede intercambiar porciones de su propie-
dad con otras personas que las valoran más, en beneficio de ambas
Competencia
Utilidad pública
COMERCIO Y EL PROTECCIONISMO
Los liberales clásicos sostienen que el comercio internacional
debe ser igual de libre que el comercio interno. Eso permite que los
países se especialicen en lo que hacen bien; y permite que los consu-
midores disfruten de bienes de todo el mundo. Históricamente, los
países que se han abierto al comercio, como Hong Kong, han crecido
más rápidamente, y la reciente apertura del comercio con países
como China y la India ha sacado a miles de millones de personas
de la pobreza extrema.
Los liberales clásicos sostienen que el comercio internacional
expande la cooperación internacional, la tolerancia y las ideas. Sin
embargo, demasiadas naciones, motivadas por la política, tratan
de proteger a sus propios productores con cuotas de importación y
aranceles. Esto impide que potenciales importadores se beneficien
de los frutos de su trabajo, y significa menos opciones para los
consumidores, menos especialización, un uso menos eficiente de
los recursos, y una pérdida de valor. También lleva a represalias de
ojo por ojo, a guerras comerciales y tensión internacional. Pero esto
ECLIPSE Y RESURGIMIENTO
La decadencia del liberalismo clásico
El consenso se deshilvana
El antiliberalismo en casa
Adam Smith menciona solo una vez la «mano invisible» en The Wealth
of Nations (La Riqueza de las Naciones, 1776), pero esta poderosa idea
se percibe por toda la obra. Como había observado su contemporáneo
Adam Ferguson (1723-1816), las instituciones humanas pueden crecer sin
que nadie se lo proponga. Smith no consideraba a la gente naturalmen-
te egoísta o poco servicial, ya que le gusta que otros tengan un buen
concepto de ella; pero la gente sí que es interesada, con un fuerte (pero
legítimo) interés en su propio beneficio. Si no existe la coerción, solo
pueden lograr ese interés propio sirviendo a los intereses de otros; por
lo tanto, al ayudarse a sí misma, ayuda a otros también. Ese intercambio
voluntario, demostró Smith, crea valor para ambas partes; de otra forma
no comerciarían. Hizo hincapié en la especialización y la división del
trabajo, hechos posibles por el proceso de intercambio, como uno de los
principales impulsores de la eficiencia y la prosperidad, tanto dentro
de las naciones como entre ellas; sus influyentes argumentos ayudaron
a crear el gran periodo de libre comercio del siglo XIX. Desconfiaba del
capitalismo de amigos (crony capitalism) y de los gobiernos grandes.
En su opinión, el «hombre-sistema» (o planificador social) no podría de
ninguna manera controlar las diversas motivaciones de la humanidad,
y el «obvio y simple sistema de la libertad natural» es un cimiento más
permanente para la sociedad.
Jefferson creía que Dios nos había dado a todos derechos naturales
e «inalienables», incluyendo «la vida, la libertad y la búsqueda de la
felicidad». Pensaba que la gente era naturalmente libre para actuar
como quisiera, siempre que no infrinjiera la misma libertad de otros.
Influenciado por las ideas de John Locke (1632-1704), sostuvo que la
legitimidad del gobierno se basaba en un contrato entre el pueblo y sus
representantes elegidos. Desconfiaba de las grandes concentraciones
de poder, ya sea en el gobierno o en los negocios. Se opuso firmemente
a la intolerancia religiosa, al igual que al absolutismo político.
CARTA MAGNA
A todos los hombres libres de nuestro reino hemos otorgado asimis-
mo, para Nos y para nuestros herederos a título perpetuo, todas las
libertades que a continuación se enuncian, para que las tengan y
posean de Nos y de nuestros herederos para ellos y los suyos… No
se podrá exigir ninguna gabela [impuesto] ni ayuda en nuestro reino
sin el consentimiento general de nuestro reino… Ningún hombre
libre podrá ser detenido o/y encarcelado o privado de sus derechos
o de sus bienes, ni puesto fuera de la ley ni desterrado o privado de
su rango de cualquier otra forma, ni usaremos de la fuerza contra
él ni enviaremos a otros que lo hagan, sino en virtud de sentencia
judicial de sus pares o [y] con arreglo a la ley del reino… Todos los
mercaderes podrán entrar en Inglaterra y salir de ella sin sufrir
daño y sin temor, y podrán permanecer en el reino y viajar dentro
de él, por vía terrestre o acuática, para comprar y vender según las
costumbres antiguas y legales, libres de toda exacción ilegal…
× Rey Juan de Inglaterra (1166-1216) (bajo apremio) ×
EL ORDEN ESPONTÁNEO…
Cada paso y cada movimiento de la multitud, incluso en lo que se ha
denominado las eras ilustradas, se hacen con la misma ceguera hacia
el futuro; y las naciones tropiezan con las instituciones, que son en
realidad el resultado de la acción humana, pero no la ejecución de
designio humano alguno.
× Adam Ferguson (1723-1816), Ensayo sobre la historia de la sociedad
civil ×
[Los ricos] consumen poco más que los pobres, y a pesar de su natural
egoísmo y rapacidad… dividen con los pobres el producto de todas
sus mejoras. Son conducidos por una mano invisible para hacer
aproximadamente la misma distribución de todos los productos
de primera necesidad, que se habrían hecho si se hubiese dividido
la tierra en porciones iguales entre todos sus habitantes, y así sin
pretenderlo, sin saberlo, fomentan el interés de la sociedad y pro-
porcionan los medios para la reproducción de la especie.
× Adam Smith (1723-1790), La teoría de los sentimientos morales ×
…ORIENTACIÓN BENIGNA…
Por ello ha dicho un sabio: “No haré nada (de propósito), y la gente se
transformará por sí misma; me gusta quedarme callado, y la gente
por sí misma hará lo correcto. No me esforzaré en ello, y la gente se
hará rica por sí misma: no manifestaré ninguna ambición, y la gente
por sí misma alcanzará la simplicidad primitiva”.
× Lao Tzu (c. 600 AC) ×
LIBERTAD ECONÓMICA
El gobierno significa siempre coerción y compulsión y es necesa-
riamente lo contrario de la libertad. El gobierno es un garante de la
libertad y es compatible con ella solo si se restringe apropiadamente
su ámbito a la conservación de lo que se llama libertad económica.
Donde no hay economía de mercado, las mejor intencionadas dis-
posiciones de las constituciones y leyes se quedan en letra muerta.
× Ludwig von Mises (1881-1973), La acción humana ×
LIBERTAD PERSONAL
Nadie posee el derecho de obligarme a ser feliz según la forma
peculiar en que conciba el bienestar de los otros, pero, todos tienen
el derecho a buscar su propia felicidad de la manera que crean más
conveniente, siempre que así no viole la libertad de sus semejantes,
que persiguen un fin similar para ellos, y de forma tal que su liber-
tad sea capaz de conciliarse con el derecho de libertad de todos los
demás, de acuerdo a las leyes universales posibles.
× Immanuel Kant (1724-1804), Los principios de la política ×
Los que pueden renunciar a la libertad esencial para obtener una pe-
queña seguridad temporal no se merecen ni la libertad ni la seguridad.
× Benjamin Franklin (1706-1790), Respuesta al Gobernador [de
Pensilvania] ×
LIBERTAD POLÍTICA
Los escritores políticos han establecido como máxima que, al idear
cualquier sistema de gobierno y fijar las diversas comprobaciones y
controles de la constitución, debería suponerse que todos los hom-
bres son unos bribones y no tener otro fin para todas sus acciones
que el interés privado.
× David Hume (1711-1776), Ensayos morales, políticos, literarios ×
El Estado es la gran ficción por la que cada uno trata de vivir a costa
de todos los demás.
× Frédéric Bastiat (1801-1850), El Estado ×
INTRODUCCIONES
• Ashford, N. (2013) Principles for a Free Society. Stockholm: Jarl
Hjalmarson Foundation. Exposición corta y minuciosa de los
principios sobre los cuales se fundamentan una sociedad libre
y una economía libre.
• Palmer, T.G. (ed.) (2013) Why Liberty. Arlington, VA: Students for
Liberty y Atlas Foundation. Colección de ensayos sobre temas
libertarios y liberales clásicos.
• Palmer, T.G. (ed.) (2014) Peace, Love, and Liberty. Ottawa, IL:
Jameson Books. Serie de ensayos variados que muestran cómo
la libertad social y económica promueve la paz internacional.
VISIONES GENERALES
• Butler, E. (2011) Milton Friedman: A Concise Guide to the Ideas and
Influence of the Free-Market Economist. Petersfield: Harriman
House. Introducción simple a las ideas económicas y políticas
del reconocido economista liberal clásico.
TEXTOS CLÁSICOS
• Bastiat, F. (2001) [1849] Bastiat’s «The Law». Londres: Institute
of Economic Affairs. Clásica declaración de las ideas liberales
del político y escritor francés.