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en un momento de la historia para neutralizar los efectos de la pluralidad dialectal y dar


Unidad de la lengua, pluricentrismo y soporte estable y uniforme a los instrumentos lingüísticos del estado, requeridos por la
academias: una encrucijada. comunicación institucional, el gobierno, la legislación, la creación y la transmisión de la
cultura (Conde Silvestre 2007: 307-308; Burke 2004: 103-105).
José Luis Moure

09-012-003 -- 10 copias
Universidad de Buenos Aires En contrariedad con la esencia de la lengua como mecanismo en transformación, y
Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas aunque la historia se encarga inexorablemente de la desmentida, el estándar vive con una
Academia Argentina de Letras pretensión de atemporalidad y un anhelo de inmutabilidad. El arraigo de la lengua estándar
(es decir, su adscripción al acervo histórico de la comunidad que la emplea) y su
disponibilidad a través de la enseñanza, de la fijación en gramáticas y diccionarios y de la
Bajo el trípode conceptual que lo sustenta, el algo pretencioso título de mi difusión por los medios masivos, son propiedades culturales que completan su naturaleza y
exposición procura disimular la continuidad de un desconcierto, el mismo que en una explican su aceptación y accesibilidad colectivas (Gallardo 1978: 91-97). Explican también
forma primitiva confesé en 2003, en mi discurso de ingreso a la Academia Argentina de la idealización del corte sincrónico en el que sus usuarios se encuentran, que se pretende
Letras (Moure 2003: 37-56). Allí exponía mi tribulación ante la necesidad profesional de frágil, en estado de agresión y en peligro de deterioro, y que está en la base de las crónicas
admitir a un tiempo la evidencia científica de la inevitable movilidad de la lengua, ajena a campañas de denuncia de una avizorable catástrofe lingüística, manifiesta en
todo principio de pureza, casticismo y rectitud normativa, y la exigencia de corrección desesperanzadores procesos de mal hablar, es decir aquello que Milroy y Milroy, habiendo
prescriptiva que como docentes, especialistas o académicos se nos reclama, no solo en las estudiado la extensión del fenómeno, denominaron la complaint tradition (“la tradición de
aulas sino desde la escritura, propia y ajena, y desde la consulta individual o la entrevista la queja” ) (Milroy y Milroy 1985)1 lo que nos devuelve al menos el alivio de saber que
periodística, para ceñirme a algunas de las situaciones más frecuentes en que nuestra esos malestares no son privativos de nuestra cultura hispánica, sino se encuentran
actividad nos instala. He pasado a la primera persona del plural, porque me atrevería a instalados en una melancólica percepción colectiva de que todo tiempo pasado fue mejor y,
decir que más de uno de quienes integran este paciente auditorio también ha sucumbido en consecuencia, la lengua ha de cambiar siempre para peor…
alguna vez a esta misma perplejidad.

A sabiendas de estar simplificando un tema de gran complejidad –los lingüísticos


El concepto de lengua estándar, general o ejemplar, que es la variedad alta en la
siempre lo son–, y puesto que no podemos postergar la consideración de la proyección
que escribimos y enseñamos, en la que emitimos formas discursivas pretendidamente
americana del castellano, que es el germen de esta exposición (me adelanto a aclarar que
cuidadas como esta y en la que se expresan públicamente los políticos, los funcionarios,
me referiré a nuestra lengua indistintamente como castellano o español), podemos sostener
los locutores, los presentadores, los entrevistadores (y los correspondientes pares de género,
que el habla que se traslada al nuevo continente en 1492 responde a un estándar (o acaso a
que eludí para no abusar de la paronomasia) viene a salvar en parte ese primer dilema. Es
un protoestándar) peninsular, casi extinguidas para entonces algunas rémoras dialectales
esta variedad, refinado producto cultural de las sociedades alfabetizadas, dotada de las
leonesas y aragonesas, y en proceso de resolución ciertas inestabilidades consonánticas y
propiedades estructurales de intelectualización y de estabilidad flexible, la que es pasible
vocálicas debidas a la coexistencia de los tres conocidos centros modélicos rectores –el
de normalización, cultivo, enseñanza, cuidado y prescripción (Gallardo 1978: 89-91). Se la
toledano, el burgalés o septentrional y el meridional–, cuya vigencia y alcance habrán de
concibe exenta de la variación, precisamente porque la elite política –que es decir también

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socioeconómica y, a veces, intelectual– de una sociedad diferenciada y constituida la fija Cf. Romaine 1994:109, Burke 2006: 161-180.
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alterarse en los dos siglos inmediatamente posteriores (Lapesa 1992; Penny 2000: 295- socioeconómico y cultural de cada zona. Así, en las regiones centrales, próximas a centros
300). Esas inestabilidades habrían de extenderse por el inmenso espacio americano y virreinales prestigiosos (como lo eran México, Quito, Lima y Charcas), la koiné se habría
redistribuirse en el uso de los nuevos pobladores según un proceso de koineización, visto afectada por procesos de estandarización temprana e intensa, llevadas a cabo
estudiado con agudeza por Germán de Granda, que respondiendo a un mecanismo de esencialmente desde las instituciones educativas, y que lograron la retracción de algunos
nivelación, regido por la variedad lingüística de las regiones peninsulares rasgos que los criterios de corrección peninsular-cortesana estigmatizaban y proscribían.
demográficamente mejor representadas, y por otro, predominante, de simplificación de En los territorios marginales, intermedios o periféricos, en cambio, como lo fueron las
fenómenos y subsistemas lingüísticos para hacerlos máximamente económicos y regiones del Caribe, Centroamérica, zonas atlánticas y centro-occidentales de Nueva
mínimamente marcados, remató en la cristalización de una nueva modalidad dialectal de Granada, gobernación de Tucumán, Venezuela, Chile y el Río de la Plata, la variedad
rasgos compartidos (de Granda 1994)2. El proceso koineizador se habría cumplido en cada koineizada, más largamente exenta de la intervención correctora metropolitana
zona dos generaciones después de la fecha de colonización correspondiente, es decir entre (recordemos que el virreinato del Río de la Plata fue creado apenas en 1776), habría
la segunda mitad del siglo XVI para los territorios del Caribe y en el lapso siguiente hasta contado con tiempo y aislamiento para permitir su parcial vernacularización, es decir el
las décadas iniciales del siglo XVII para el resto. afianzamiento de ciertos fenómenos sobre los cuales las estandarizaciones normalizadoras
más tardías sólo pudieron actuar de manera incompleta.
La nivelación koineizadora descripta no es contradictoria con algunas En lo que hace a nuestra región rioplatense, el desarrollo lingüístico coincide con lo
consideraciones adyacentes. Una caracterización apresurada, matizada con algún formulado por la hipótesis expuesta. La documentación de textos manuscritos no literarios
ingrediente de temprano prejuicio (el obispo Lucas Fernández de Piedrahita se refería ya conservados en archivos demuestra la presencia en los siglos XVI y XVII de todos los
en 1688 a “los nativos de la tierra, mal disciplinados en la pureza del idioma español”), rasgos de la nivelación koineizadora, solo algunos de los cuales lograrían posteriormente
creyó ver en la modalidad lingüística americana el demérito de una proporción mayor de ser retraídos (“corregidos”) por las instituciones educativas y los usos de los sectores
vulgarismos y rusticismos, que se explicarían por la supuesta pertenencia de los prestigiosos: así ocurrió con la caída de /đ/ intervocálica, el trueque -/r/ ∼ /-/l/, la caída de -
conquistadores a los estratos bajos de la población peninsular. La documentación prueba, /s/ en final de palabra (aunque no su aspiración en final de sílaba, que permaneció
no obstante, que entre los emigrados hubo, desde luego, pueblo llano, soldados, marineros plenamente admitida), todos los cuales quedaron relegados a la modalidad rural o
y artesanos analfabetos, pero también, y en número considerable, miembros de la nobleza subestándar. Otros, en cambio, como el voseo o el yeísmo, más allá del prolongado
desposeída (hidalgos o segundones), clérigos, profesionales y comerciantes (Rosenblat rechazo expresado por los sectores cultos, sobre todo referido al primero, permanecieron
1964; Frago Gracia 1996: 35). En verdad, los alegados rasgos vulgares o rústicos definitivamente integrados al estándar de la región; el yeísmo fue más allá y modificó la
resultaron de desconocer la reestructuración del sistema sociolingüístico que, a partir del articulación de la /y/ realizándola como una [ž] de emisión tensa, con estrechamiento del
proceso de koineización, se había producido en el nuevo continente. canal bucal y acanalamiento de la lengua, fenómeno usualmente designado "rehilamiento",
En sus componentes más importantes, la koiné americana habría sido general y que es propio del estándar rioplatense y percibido como fuertemente caracterizador de esta
homóloga en todo el territorio colonizado por España durante buena parte del siglo XVI. variedad (Fontanella de Weinberg 1991).
Pero entre finales de esa centuria y las décadas iniciales del siglo XVII, se habría iniciado Cabría añadir que la koiné americana compartía importantes rasgos fonético-
una fase de regionalización y de divergencia, en vinculación con el distinto desarrollo fonológicos y morfosintácticos con la variedad meridional hispánica (designada en general
 con el simplificador rótulo de “andaluz”), pero no privativamente rurales ni
2
La existencia de una variedad koiné homogénea extendida tempranamente por América fue impugnada por
el recientemente fallecido filólogo peruano José Luis Rivarola (Rivarola 2005). No obstante, el disenso sobre necesariamente vulgares en la evaluación de la época, lo que también podría decirse del
los orígenes de la variedad lingüística americana no afecta lo esencial de nuestra exposición.
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vocabulario. Todos ellos se expandieron por la América temprana y fueron después lingüísticos existentes, hay que sumar en América el nutrido léxico aportado por las
diversamente evaluados –es decir, admitidos o estigmatizados– en la necesaria lenguas indígenas, con el que los conquistadores procuraron dar cuenta de los elementos de
reestructuración del sistema sociolíngüístico que tuvo lugar en cada región, según los una realidad enteramente nueva en la flora, la fauna, la topografía y toponimia, e incluso
condicionamientos socioeconómicos a que ya nos hemos referido. Es entonces evidente en la referida a distintos aspectos de las nuevas comunidades sociales, cuya conformación
que fenómenos fonético-fonológicos, gramaticales y léxicos originalmente dialectales, es y organización les resultaban extrañas3.
decir propios de determinadas regiones españolas, de jergas de profesiones u oficios Como apresuradamente hemos procurado exponerlo, el llamado español de
(señaladamente la de la marinería) o bien correspondientes a registros bajos o vulgares, y América es el resultado de una compleja historia extrapeninsular desarrollada a lo largo de
que eran seguramente identificados como tales por los hablantes en el momento de la cinco centurias. Cumplidas las tres primeras del ciclo colonial, los procesos nacionales
conquista, pudieron después afianzarse en distintas regiones del Nuevo Mundo, aunque nacidos en el siglo XIX , hijos de un mismo espíritu independentista, fueron después
con pérdida de aquellas marcas identificatorias en la valoración de los hablantes, y en configurando jóvenes entidades políticas –diecinueve naciones hoy– , de suerte que la
muchos casos, con alteraciones en su significado (aunque estigmatizados en su origen, lengua arribada en 1492 no pudo sustraerse en el habla a los procesos de diferenciación
pudieron pasar a ser aceptados más tarde, o a la inversa). Andalucismos o voces lingüística que pretendemos haber ilustrado en los párrafos previos.
noroccidentales adoptadas en el sur como alcaucil, alfajor, rancho, estancia, estero,
maceta, recova o pocillo (ejemplificamos apenas con algunas que resultan familiares en la Cuando surgieron las nuevas entidades nacionales americanas, las dirigencias

Argentina) y marinerismos como banda, jalar, punta, quebrada, rumbear o travesía, se debieron enfrentar un dilema cultural delicado: ¿qué hacer con la lengua española, que por

distribuyeron por distintas partes de América, olvidados del mar y de las naves que habían un lado las ataba a la metrópoli de la que habían decidido independizarse, pero al mismo

sido sus referentes originales. tiempo era, además de la compartida historia colonial, el único elemento realmente
significativo que las amalgamaba? El imperio español en América, por otra parte, había
Nuestra lengua gauchesca, que recogió y preservó elementos lingüísticos tomados
ejercido su dominación de manera radial, haciendo confluir hacia la Península la
de la variedad rural rioplatense, puede ilustrar adecuadamente la permanencia de
comunicación desde los diferentes núcleos coloniales, pero sin que estos estuviesen
numerosos rasgos, anteriores a la presión estandarizadora y reguladora de las instituciones
vinculados entre sí. Este esquema explica que Madrid hubiese sido el centro del poder y
urbanas, pertenecientes a lo que pudo haber sido aquella koiné inicial, y que no pueden
hubiese permanecido, en lo que a la lengua se refiere, como el único emisor de la norma
atribuirse ni restringirse a un origen regional o a un corte social único. Considérense, a
(Guitarte 1991: 73).
modo de ejemplo, la eliminación de los hiatos vocálicos en los imperfectos léia 'leía, cáia
'caía' y tráia 'traía', emplados por todas las clases sociales de Buenos Aires hasta bien Naturalmente, las independencias impusieron una nueva realidad. De la inicial
entrado el siglo XX; la inestabilidad de las vocales no acentuadas (comendante, mesmo, estandarización monocéntrica, de referente hispánico, desarrollada en torno a diferentes
escrebir, ducientos, etc., formas corrientes en el momento de la conquista y sobrevivientes centros geográfico-políticos, América hubo de admitir la evidencia de rasgos lingüísticos
en variedades a ambos lados del Atlántico; la simplificación de grupos cultos (indino discrepantes del canon peninsular pero definitivamente instalados en el nivel culto de sus
'indigno', dotor ‘doctor’), inexcusablemente rechazada por el estándar argentino actual, diferentes regiones, lo que determinó de hecho un creciente policentrismo normativo, según
aunque recomendada en contra de la afectación por Juan de Valdés y empleada por poetas 
3
Aunque con una distribución cuantitativa muy desigual en el extenso territorio de América, también deberá
como Garcilaso; la terminación -ao (< -[ađo]), corriente en las clases bajas madrileñas tenerse en cuenta el ingreso de afronegrismos, especialmente vinculado a la introducción de esclavos
africanos iniciada en el siglo XVI, así como más tarde el de los numerosos extranjerismos, fruto de distintas
desde el siglo XVIII, lo que denuncia su antigüedad peninsular, de referente meridional, y corrientes inmigratorias en primer lugar, y de la capacidad de inserción de lenguas de cultura como el francés,
notable en el Río de la Plata, o relacionada con las conocidas circunstancias políticas y económicas que,
explica su actual y generalizado uso no estigmatizado en España, como sí lo es entre como en el resto del mundo, explican desde hace décadas la primacía del inglés en muy variadas dimensiones
de la vida de Hispanoamérica (economía, lengua de los jóvenes, informática, etc.).
nosotros, etc. (Moure 2008). Y a estos mecanismos de redistribución de elementos
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la denominación introducida por John Earl Joseph en 1987 (Guitarte 1991: 82), esquema ortográfica difundida por Domingo Faustino Sarmiento (1843), más radical que la
que explica, entre otros fenómenos, además de la heterogeneidad léxica (acaso su elaborada por Bello.
dimensión más fácilmente perceptible), la aceptación en todo el continente americano de En la Argentina, sin embargo, la actitud purista e hispanófila habría de cobrar
rasgos como el seseo, el ustedes como único pronombre para la segunda persona del plural, nuevo empuje en los años iniciales del siglo XX, como consecuencia de la irrupción de las
el yeísmo en la mayor parte del territorio y, en diferentes zonas, la realización aspirada ingentes masas de inmigrantes que alteraron el perfil demográfico de parte del territorio y
glotal del fonema velar sordo castellano (la “jota” ), del voseo o del yeísmo rehilado. en particular de la ciudad capital. El temor o el manifiesto rechazo por esa presencia de
Naturalmente, la distancia de los nuevos estándares americanos con respecto al extranjeros, percibida por los sectores aristocráticos y conservadores como un peligro para
monocentrismo previo no fue homogénea, como tampoco las posturas ideológicas asumidas supuestas esencias nacionales, se trasladó también al plano de la lengua. Y así, como lejana
frente a ella, brecha estrechamente relacionada con la asimetría de la configuración política, y paradójica vertiente del romanticismo decimonónico que había legitimado el carácter
social y económica de cada una de las regiones de América.
nacional de la variedad lingüística, una nueva orientación nacionalista acompañó a los
Sin embargo, la evidencia de que los cambios se habían efectivamente producido y sectores conservadores, pero denunciando ahora el riesgo de extinción de la cultura
asentado, y de que la mayor parte de ellos eran irreversibles, no implicó su aceptación plena argentina a manos de la inevitable bastardía provocada por los inmigrantes. El resultado
por parte de los sectores ilustrados de las comunidades que los practicaban, en la medida en fue una reacción de doble rostro: una orientación "nativista", reivindicadora de las
que pesaba el fantasma de la estigmatización que habían sufrido las variedades lingüísticas tradiciones populares y folclóricas, y otra de sesgo casticista y de referente hispánico.
del continente desde los inicios de su historia. Y la visión filológica tradicional, con la La creación, en 1931, de la Academia Argentina de Letras, con el propósito,
adhesión de extraordinarias figuras americanas como la del venezolano Andrés Bello o la explícito en el decreto presidencial, de "velar por la corrección y pureza del idioma", da
del colombiano Rufino José Cuervo (más acusadamente en su época inicial) advirtiendo la cuenta de una preocupación que en los comienzos de aquella década había alcanzado su
heterogeneidad léxica y las supuestas incorrecciones manifiestas en los desvíos de las culminación. En la primera sesión de la flamante academia, y si bien la moción no
modalidades americanas, las consideró germen de una inevitable disolución de la unidad prosperó tal como fue formulada, uno de los académicos propuso que la Real Academia de
lingüística, semejante a la que había llevado al latín a corromperse y diversificarse en los la Lengua de Madrid fuese reconocida como "supremo tribunal del idioma",
dialectos, no comprensibles entre sí, que más tarde se transformaron en las lenguas recomendación que parecía evocar el famoso epígrafe de Antonio Puigblanch, con el que
romances (Cuervo 1981; Cuervo 1983, Moure 2003b). Rufino José Cuervo había abierto en 1867 el prólogo de sus famosas Apuntaciones críticas
sobre el lenguaje bogotano: “Los españoles americanos, si dan todo el valor que dar se
En realidad, la independencia política de América no se había planteado extender el
debe a la uniformidad de nuestro lenguaje en ambos hemisferios, han de hacer el sacrificio
proceso liberador al dominio de la lengua hasta la actuación de un temprano grupo
de atenerse, como a centro de unidad, al de Castilla, que le dio el ser y el nombre” (Cuervo
intelectual argentino, la llamada generación de 1837 (cuyos representantes sobresalientes
1939: I).
fueron Juan Bautista Alberdi y Juan María Gutiérrez), la que sobre los principios de
emancipación y progreso preconizados por el romanticismo –así como sobre la idea de En la misma línea denigratoria, no faltaron académicos que aún en la década de 1950
que la lengua, como manifestación de una nación en formación, está sometida a condenaban el voseo como “mancha del lenguaje”, “viruela del idioma” o “lacra crónica
condicionamientos geográficos, históricos y sociales que le otorgan una personalidad de nuestro organismo social”. La insigne dialectóloga Berta Vidal de Battini recomendaba
distintiva e intransferible–, sostuvo que la autonomía política de América debía ir a los maestros evitarlo en el trato del aula y en las formas escritas (Vidal de Battini 1966:
inevitable y deseablemente adherida a la cultural (y por ende, a la lingüística). Una 199).
elocuente manifestación de la actitud autonomista argentina sería la propuesta de reforma
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Y en el ámbito universitario, desde el Instituto de Filología de la Facultad de imposición planificada de las normas, pasando por el valor simbólico que se
atribuye a las distintas variedades coexistentes en un territorio”(Conde
Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, creado en 1927, junto con un interés
Silvestre 2007: 308-309).
genuino por el estudio comprensivo de las modalidades dialectales del país, donde Acabamos de mencionar el valor simbólico. El recorrido histórico que nos hemos
desarrollarían sus tareas figuras españolas prominentes en un arco que fue desde Américo permitido trazar exponiendo las posiciones de instituciones e intelectuales frente a la
Castro hasta Amado Alonso, tampoco se ahorraron críticas hacia la variedad rioplatense. lengua, con particular atención a mi país, acaso presente similitudes en otras partes de la
El último de los nombrados, bajo cuya dirección y liderazgo habría de formarse la más América española, si no en toda ella. Tengo la presunción de que en ellas sobreviven
importante escuela de filólogos argentinos del siglo XX y se trazarían lineamientos también actitudes que dan cuenta de una todavía imperfecta personalidad idiomática,
teóricos para la enseñanza de la lengua, escribió en 1932, poco después de su arribo a remontable a esas orientaciones contradictorias que resultan de un inicial prejuicio colonial
Buenos Aires: estigmatizante, al que más tarde pudieron sumarse circunstancias históricas locales (como
en esta ciudad de aluvión, la lengua que más se oye [...] es de una calidad en mi país lo fue la inmigración), y aun docentes y académicas, de sesgo purista y
demasiado baja y de una cantidad de elementos demasiado pobre [...]. La
casticista, manifiesto o implícito, buena parte de ellas basadas en consideraciones
lengua hablada por la masa de los porteños no está en condiciones de colaborar
con dignidad en la literaria (Alonso 1932: 153-154). extralingüísticas antes que en una reflexión con sustento teórico. Esa suma de factores
Afortunadamente para esa dignidad, otras figuras sobresalientes en el campo de las letras concurrentes dio lugar a una desvalorización de la propia variedad y, en consecuencia, a la
(Jorge Luis Borges, Roberto Arlt, Julio Cortázar y Ernesto Sábato, entre otros) habrían de dificultad para la plena aceptación de la legitimidad de sus rasgos, requisito indispensable
manifestarse en clara disidencia con ese diagnóstico hostil a la naturaleza de nuestra para la elaboración de políticas públicas (docentes, culturales y aun económicas)
variedad. En su réplica al casi terminal diagnóstico de Américo Castro, Borges pudo vinculadas con la lengua.
señalar, con demoledora simpleza:
La responsabilidad de velar por el buen uso del castellano fue inicialmente asumida
No menos falsos son los graves problemas que el habla presenta en Buenos por la Real Academia Española en 1713 y de su seno surgió en el siglo XIX, a la vista de la
Aires [...]. He viajado por Cataluña, por Alicante, por Andalucía, por Castilla;
realidad de la inmensa expansión geográfica del idioma, de los nuevos límites nacionales y
he vivido un par de años en Valldemosa y uno en Madrid; tengo gratísimos
recuerdos de esos lugares; no he observado jamás que los españoles hablaran de los problemas normativos anexos, la idea de crear academias correspondientes,
mejor que nosotros (Borges 1960: 45).
propósito que comenzó a cumplirse en 1871 con el nacimiento de la Academia
Acaso no se advierta en plenitud la complejidad del proceso de estandarización que
Colombiana y que habría de acabar en 1985 con la todavía reciente Academia
afectó al español americano, distribuido a partir del siglo XIX en una veintena de naciones.
Norteamericana.
Es sabido que toda norma estándar convive con variedades no estandarizadas, por lo que
Si atendemos a las consideraciones que hemos venido hilando y si enfrentamos con
la realidad de la lengua es un continuum de distintos contextos de comunicación, desde los
serenidad la evidencia de los debates que estas instituciones han suscitado en legos y
que requieren el empleo de la lengua en sus usos más formales y cuidados, es decir el
entendidos acerca de su utilidad y –más hostil y específicamente (ideologías conservadoras
estándar , hasta aquellos que, por habilitar el uso de variantes diatópicas, diafásicas o
o rupturistas mediante)– acerca del éxito de su cometido (creo que con mayor virulencia en
diastráticas, admiten mayor variabilidad. Es obvio, entonces, que (cito a Conde Silvestre):
los años últimos, aquende y allende el Atlántico)4, es hora de volver a la cuestión germinal
[estudiar la estandarización] requiere el enlace de aspectos lingüísticos y
sociales, la estimación del equilibrio de las fuerzas que tienden hacia la de nuestra exposición y plantarnos, libres de pasión, frente al tópico –que no problema– de
variación y la uniformidad y la investigación de las razones que subyacen a la la unidad de una lengua de veintidós naciones y tres continentes, fantasma volvedor desde
mayor o menor aceptación por parte de los hablantes de una norma lingüística,
establecida y extendida en conexión con factores extra-lingüísticos 
4
Basten como ejemplos Senz 2011 en España y la reciente declaración de un grupo de intelectuales
(socioeconómicos, políticos, etc.): desde el análisis de las actitudes, hasta la argentinos (“Por una soberanía idiomática”) publicada en el diario Página 12 del 17 de septiembre de 2013.
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las alarmas de Bello. Retomaré en lo que resta la primera persona, porque no desearía (Lara 2004: 37). Y frente al manifiesto divorcio entre la lengua literaria y los usos orales –
comprometer a mis pares en lo que son consideraciones personales, urgidas por la evidencia que tanto interfiere en la consideración de la normatividad policéntrica– , señala
necesidad no solo de dar respuesta honesta a los regulares interrogatorios periodísticos sino que son las normas de la lengua literaria las que sirven para conservar la unidad de la
de poner yo mismo alguna certidumbre en mis convicciones profesionales. lengua, en tanto las de la lengua escrita pero no literaria y las de la lengua oral son
Deliberadamente desatiendo ahora las cuestiones referidas a los denunciados motores de regionales o nacionales, por lo que, si bien ayudan a conservar la comunicación regional o
estrategia económica que pueden estar detrás de diversas campañas de vigilancia y socorro nacional y a consolidarla como identidad, no se pueden imponer más allá de sus regiones o
idiomático, no porque los rechace (su mayor perjuicio radica en reactualizar viejas y países. Las normas prescriptivas académicas suelen ser aceptadas por todos los
perniciosas polémicas), sino porque empañan el recto examen de cuestiones que preceden, hispanohablantes, precisamente porque su ámbito de aplicación es la lengua literaria, que
y que son aquellas para las que me interesa exponer ante ustedes algunas ideas, por viene siendo cultivada desde Alfonso el Sabio, y que a través de la educación han
modestas y provisorias que sean. conformado nuestra idea de la corrección; por el contrario, puesto que no es en esa
variedad donde cada región o país logra su identificación, recurren a la valoración de sus
Coincido en plenitud con el lingüista mexicano Luis Fernando Lara en su brillante
usos locales o populares y lentamente crean, de manera implícita y tendencial, sus propias
visión de la norma, concebida no según la idea de Coseriu como la efectivización habitual
que una comunidad hace del sistema de su lengua, sino en una dimensión axiológica, como normas (como pueden serlo, sin ir más lejos, el voseo verbal y pronominal argentino, la
concordancia de número del pronombre en caso objetivo en concurrencia con el se de
el instrumento con que pone en práctica valores ya instalados e identificados en su lengua
histórica; esta lengua histórica, a su vez, ha de entenderse como el conjunto de las objeto indirecto, el leísmo peninsular, el léxico privativo, etc.), refractarias a toda
admonición académica (Lara: 67, 83).
tradiciones verbales de esa comunidad y de la normatividad a ella aplicada a lo largo de su
devenir histórico para asegurar su permanencia (Lara 2004: 37-41). Extenuante y con probabilidad estéril sería esta exposición si no intentara cerrarla
La unidad de la lengua castellana no es entonces un objetivo por el que deba lucharse, con algunos corolarios, privilegiadamente dirigidos a los docentes.
sino, como el de su identidad, una realidad o propiedad que ya le es esencial. Por el La historia política de los pueblos proveyó a sus instituciones culturales – entre
contrario, la unificación de una lengua de veintidós naciones sería una empresa tan ellas a la lengua de la comunidad, y más restringidamente, a su variedad ejemplar o
violenta como inútil. El panhispanismo vinculado a la unidad de la lengua es un atributo, el estándar–, del necesario arraigo o “historicidad” que requerían para legitimar su
vinculado a un propósito de unificación es una capitis diminutio de su espléndido porte, prevalencia. Las producciones culturales, como la literatura en sentido lato, se
prefigurada por aquel Borges de veintiocho años, que aludiendo a los intentos de impostar convirtieron en venero de las formas lingüísticas –léxicas y gramaticales– de que se
una modalidad española denunció “un español gaseoso, abstraído, internacional, sin alimentó el estándar. Formas desprendidas de la literatura de creación, como el periodismo,
posibilidad de patria alguna” (Borges 1998: 155)5. sumarían lentamente su aporte a ese fondo nutricio de la lengua, que por ello pasaría a
denominarse “culta”.
Dos reflexiones complementarias de Lara nos parecen igualmente indispensables.
Hacia el pasado, la idea de la lengua española se orienta valorando, seleccionando y El pensamiento racionalista asignó a los escritores la tarea secundaria de erigirse en
cultivando sus tradiciones verbales; hacia el futuro, ofreciendo un principio de calidad de autoridades de la corrección y en suministradores de vocabulario y estilo para el estándar,
los usos de la lengua y una normatividad que garantice su inteligibilidad y conservación convicción que se mantuvo a lo largo de los siglos XIX y XX. Limitándonos a América,
 desde Rufino José Cuervo hasta la escuela filológica liderada en Buenos Aires por Amado
5
Originalmente publicado en 1928, como reproducción de una conferencia pronunciada en 1927. Cf. Borges
1997: 449. Alonso y sus discípulos próximos o lejanos (pienso en Ángel Rosenblat, Berta Vidal de
Battini , Ana María Barrenechea u Ofelia Kovacci), se prescribió que la corrección
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lingüística –esto es la construcción y mantenimiento del estándar– debía guiarse por el uso reconocen. Desean para sus hijos la competencia lingüística necesaria para leer, escribir y
de los mejores escritores. Los manuales de enseñanza de lengua se sirvieron para su comprender. Esperan que los jóvenes usuarios del idioma, aunque no los llamen así,
ejemplificación de citas de los autores más representativos de la literatura en español y puedan redactar con mínimo sufrimiento una nota o una monografía, o puedan expresarse
muchos diccionarios abrevaron y abrevan en ellos para legitimar sus acepciones. ante un posible empleador o una mesa de examen con un vocabulario variado y un mínimo
de anacolutos. Reclaman a las instituciones que les digan qué está bien y qué está mal en
Si bien no conocemos objeciones explícitas a esta recomendación secular,
la lengua que emplean: no quieren tolerancia lingüística ni descripción de lo que conocen,
tácitamente admitida en los más importantes medios académicos, advertimos que en las
quieren educación, quieren norma.
últimas décadas, y de manera creciente, la atribución de prestigio necesaria para conformar
los modelos (también lingüísticos) se ha desplazado a otros protagonistas de la realidad La escuela debe volver a tomar a su cargo la enseñanza integral de la lengua
social. Una encuesta realizada hace algunos años en la ciudad de Buenos Aires y estándar, esa variedad no espontánea, propia de las emisiones formales en la escritura y en
alrededores por un equipo de la Universidad de Buenos Aires reveló que esas figuras la oralidad cuidada, normalizada en conformidad con una gramática y una ortografía.
modélicas son hoy, para buena parte de la población, periodistas, actores y presentadores
Y discúlpesenos una insistencia. No se nos ocurre mejor recurso para salir de la
de éxito (Acuña y Moure 2001; Acuña y Moure 2003) .
encerrona denunciada que volver a nutrir la variedad elaborada de la lengua con los usos
Podrá argüirse razonablemente que estos modelos pueden serlo para las de los escritores, los más reflexivos moldeadores de la lengua, los naturales exploradores
modalidades orales. Pero ocurre que son estas modalidades orales, de origen mediático, las de sus límites, los constructores del único venero panhispánicamente acatado y en
que en el presente se han instalado fuertemente en la percepción del hablante común, en regeneración permanente. La lengua que se enseña debe partir de buenos y variados
todo caso de manera más extensa y efectiva que la literaria. Vocabulario, entonación, modelos desde la escuela primaria, para incidir en la calidad de los futuros periodistas,
articulación y sintaxis teñida de rasgos orales son incorporados y acaso remedados por locutores y presentadores, si han de seguir siendo estos los mediadores de las preferencias
millones de oyentes de radio y televisión. Y en lo que al canal escrito se refiere, el públicas6.
discurso que prevalece es el periodístico, con marcada preponderancia de una sintaxis
En lo que a las academias de la lengua atañe, creo que la variedad estándar a que
propia de la economía de espacio, de la topicalización noticiera, del eslogan y el cliché,
aludimos no debe someterse, sacralizada, a la custodia condenatoria de un prescriptivismo
con creciente tendencia al desliz ortográfico, resultado de la ausencia del corrector
paternalista e íntimamente desesperanzado, sino difundirse y vindicarse como una variedad
profesional.
práctica imprescindible para una comunicación rica, para el ejercicio y el disfrute del
Si se considera que los maestros también se forman atendiendo a ese mercado pensamiento, para la creación estética, para la mejor transmisión de la cultura. La
lingüístico, es sencillo anticipar que esa modalidad será la privilegiadamente percibida por ortografía no ha de mostrarse como un arnés esclavizante maculado por arbitrariedades,
los alumnos. como equivocadamente la quiso ver García Márquez, sino como un soporte codificado,
convencional y consensuado, de formas con historia, afectado por ambigüedades e
De lo que venimos de exponer se desprende la responsabilidad de la escuela en el
inconsecuencias insignificantes si se lo compara con el de otros idiomas más exitosos,
cuadro señalado, asediada, al menos en mi país, entre otros males, por metodologías de
imprescindible para la comunicación escrita entre casi quinientos millones de hablantes, y
enseñanza que han probado su ineficacia y cuyas secuelas llegan incluso a las aulas
al servicio de la representación gráfica de las tradiciones discursivas de nuestra lengua.
universitarias. Pero a la vez, las instituciones y los particulares que tienen injerencia en los

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temas lingüísticos no pueden eludir una evidencia cotidiana: el hombre y la mujer del La imposibilidad de hablar de una “norma literaria” en razón de la heterogeneidad de ideales de estilo, en
particular en el último siglo, tal como lo señala Rafael Cano, no es incompatible con la idea de extraer de
común reclaman la enseñanza de esa lengua de registro alto, cuya calidad todavía ella la normativa lingüística. Cf. Cano Aguilar 1992: 258.
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Es importante que cada uno de los hablantes de esta lengua en el amplio espacio de extralingüística, que no es otra que la voluntad colectiva de pertenecer a un dominio
España y América tenga conciencia de que sus usos responden a su tradición y a su historia, cultural común que se considera deseable. Guitarte pudo decirlo con sobriedad y
y conforman parte no desdeñable de su identidad nacional. Esta es la visión que debe elocuencia:
primar de puertas para adentro. Hacia afuera, la enseñanza de la lengua debe hacerse El español no está en peligro porque lo que en España se llama piscina, en
igualmente cargo de que el policentrismo implica la legítima convivencia de una pluralidad México se denomine alberca y en la Argentina pileta; correrá peligro el día
que españoles, mexicanos y argentinos no tengan interés los unos por los otros
de modalidades legitimadas por sus normas, cuyo conocimiento es igualmente bueno y (Guitarte 1991: 83-84).
deseable en tanto nos consideremos parte integrante de él. Nuestro voseo no debe excluir el Las academias americanas tienen edades e historias diferentes, como muy diferentes
manejo pasivo del tuteo ni los usos verbales correspondientes al vosotros abandonado en son sus recursos técnicos y económicos. Creo, no obstante, que más allá de su integración
América. La incorporación al patrimonio pasivo del amplio caudal léxico vigente en otras en la asociación que hoy las (y nos) agrupa, es tarea urgente incrementar las relaciones
naciones y en otros períodos, hoy facilitada por los cruces mediáticos, no debe ser tarea mutuas para superar el esquema radial al que hicimos referencia. Acaso estas jornadas
ajena a la competencia escolar sino promovida por ella. rioplatenses puedan ser un modelo regional imitable. Las academias pueden trabajar en el
No es improcedente preguntarse qué papel pueden hoy jugar las academias, cuando estudio y promoción de la lengua literaria compartida, extrayendo de ella, analizando y
la ciencia y el buen sentido las han aliviado de la brega purista, y la realidad policéntrica difundiendo la norma de todos, la que impregnará después la enseñanza y la escritura
del idioma las jaquea forzándolas a balancearse entre el reclamo nacional-regional y su elaborada. Podrán ser orientadoras en la evaluación cualitativa de la creación literaria del
investidura de correspondientes de la tricentenaria institución española. Con respecto al mundo hispánico. Persistirán en un sensato consenso ortográfico, minimizando los
primer punto, Guillermo Guitarte expresaba en una pequeña nota de una comunicación de desacuerdos. Y hacia el interior de la nación, cada academia podrá consagrarse al estudio
1989 una sabia inquietud, a la que no es fácil dar respuesta: pleno de la variedad nacional o regional, desde la identificación y descripción de sus lectos,
registros y normas tendenciales hasta el acopio del léxico, en una perspectiva integral o
Hay que decir que la desaparición del concepto de pureza de la lengua crea, a
su vez, el problema de encontrar otro criterio que guíe la política lingüística. La diferencial, con cuidadoso análisis de su origen y antigüedad, de sus acepciones y marcas,
falta de un criterio de valor, reemplazado acaso por nociones puramente de su extensión, vitalidad, dispersión, etc.
lingüísticas o sociológicas, puede a la larga ser más perjudicial a la
conservación de la lengua que la vieja idea de la pureza (Guitarte 1991: 81). Hemos intentado una reivindicación de la lengua de la literatura como el espacio
En lo que toca a la segunda parte, creo que la cuestión debe (o puede) atender a algo de lo virtual donde en equidad se intersectan las identidades nacionales de España y América y
que modestamente hemos intentado decir hoy. La unidad de la lengua no debe ser donde se configura la única norma que nos involucra y todavía nos compromete.
preocupación de las academias; la historia demuestra que los procesos de dialectalización Invocando las marcas de esa lengua compartida contrastadas con las que aporta nuestra
se agudizan no desde el interior de las lenguas sino cuando circunstancias exógenas, variedad rioplatense, Luis Gregorich pudo ilustrar hermosamente:
generalmente ligadas a graves conflictos políticos o sociales, quiebran la amalgama de sus
No podríamos imaginar nuestras vidas sin esas marcas. Sin la llama de amor
variedades diatópicas, intensifican la función separativa e incentivan las fuerzas viva que tiernamente hiere. Sin que piensen los oyentes que del saber hago
centrífugas; cuando, para emplear la metáfora de Alberto Vàrvaro aplicada al latín, las alarde. Sin un huerto claro donde madura el limonero. Sin un almacén rosado
como revés de naipe. Sin alguien que pasa contando con sus dedos. Sin tu casa,
variedades ya no se cobijan bajo la cúpula protectora de la identidad común e inauguran tu vereda y tu zanjón, y sin un lento caracol de sueños (Gregorich 2007: 179).
una nueva historicidad (Vàrvaro 1991). Y aunque nada parece estar hoy más lejos de la
realidad de nuestra lengua, si tal cosa aconteciere, poco podrían hacer las academias para
impedirlo. Desde hace tiempo alimento la certidumbre de que la unidad de la lengua
española está en su esencia histórica y de que su permanencia está vinculada a una razón 8/10
    


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