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Derecho Procesal
Supone la terminación anormal del proceso por inactividad de las partes durante el tiempo
prefijado en la ley.
Cuando la actividad procesal se desarrollaba a impulsos de las partes (V. impulso procesal), no
cabe duda de que el proceso quedaba paralizado cuando ese impulso de parte no existía.
El problema que se planteó y sigue planteándose hoy día, una vez instaurado el impulso procesal a
partir del R.D. (convertido posteriormente en ley) de 24 de abril de 1924, y ratificado hoy en los
artículos 237 de la L.O.P.J. y 307 de la L.E.C.1881 (en la versión dada por la Ley de 6 de agosto de
1984): ¿la caducidad en la instancia tiene algún sentido? La respuesta parece que tendría que ser
negativa, pero la realidad pone de relieve la existencia de suspensiones debidas, bien por la
petición de las partes, bien por la entrega de exhortos al procurador para realizar actos sin los
cuales no sea posible continuar el proceso.
Por lo dicho, sólo la voluntad puede ser causa de la caducidad de la instancia, pero no la
suspensiones o paralizaciones debidas a «fuerza mayor o por cualquier otra causa independiente
de la voluntad de los litigantes», según establece el artículo 412, párrafo 1.º de la L.E.C.
La caducidad de la instancia tiene lugar cuando transcurran los plazos previstos en el artículo 411
de la L.E.C.1881.
Efectos:
si se produce en segunda instancia o en casación, «se tendrá por abandonado el recurso y por
firme la sentencia apelada o recurrida», según el artículo 415.
2.º en cuanto a las costas, habrá de estarse a lo dispuesto en los artículos 414, párrafo 2.º y 415,
párrafo 2.º de la L.E.C.1881.
Teniendo en cuenta que instancia, desde el punto de vista procesal civil, es un concepto
equivalente a proceso desarrollado ante un mismo tribunal de determinada jerarquía, la
caducidad de la instancia es la extinción anormal de un proceso por paralización del mismo
durante el tiempo previsto legalmente y durante el cual alguna de las partes litigantes, o ambas,
no realizan los actos procesales que les incumbe. El plazo de caducidad varía según la instancia. La
omisión de las partes ha de ser injustificada. Una vez vencido el plazo de caducidad, el proceso se
extingue en virtud de la ley (ope legis), sin necesidad de que así lo declare el tribunal (ope iudicis).
Si los autos estaban en primera instancia, se tiene por abandonada la acción y se archivarán
aquéllos. Si estaba pendiente en segunda o ulterior instancia, se tendrá por abandonado el recurso
y por firme la sentencia recurrida.
La caducidad o perención de la instancia constituye un modo de extinción del proceso que tiene
lugar cuando en el no se cumple acto de impulso alguno durante el tiempo establecido por la ley.
Una de las características del principio dispositivo reside en el hecho de que el proceso civil no sólo
se promueve, sino que, además, avanza y se desenvuelve en sus distintas etapas, a expensas de la
voluntad particular.
De allí que la parte que da vida al proceso (o a una de sus etapas o instancias incidentales),
contrae la carga de urgir su sustanciación y resolución, carga que se justifica tanto porque no es
admisible exponer a la contraparte a la pérdida de tiempo y de dinero que importa una instancia
indefinidamente abierta, cuando porque media interés público en que el estado, después de un
período de inactividad prolongada, libere a sus propios órganos de la necesidad de proveer a las
demandas, así como de todas las obligaciones derivadas de la existencia del proceso.
Caducidad de la instancia
Caducidad de la acción
Es el fenómeno que se presenta, cuando transcurrido el tiempo que la ley fija para el ejercicio
de un derecho, éste se extingue, quedando el interesado impedido jurídicamente para
reclamarlo.
• En la prescripción el derecho tiene plazo indefinido, de una obligación civil pasa a una
obligación natural. En la caducidad el derecho tiene lazo prefijado, es por eso que cuando
se cumple la facultad, el derecho se destruye.