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ÍNDICE

 ANTROPOLOGÍA, INTERCULTURALIDAD Y SALUD PÚBLICA

 INTRODUCCIÓN

 LAS CIENCIAS DE LA SALUD Y LA SALUD PÚBLICA

 LA SALUD COMO ESPACIO ANTROPOLÓGICO: PROCESO

BIOCULTURAL

 LIMITACIONES PARA EL EMPLEO DE LA PERSPECTIVA

ANTROPOLÓGICA EN SALUD

 INTERCULTURALIDAD EN SALUD

 EL CONCEPTO DE SALUD DESDE LA OMS

 INTERCULTURALIDAD Y CONCEPTO DE SALUD - ENFERMEDAD

 DETERMINANTES SOCIALES E INTERCULTURALIDAD

 INTERCULTURALIDAD EN SALUD: DIFICULTADES Y FALENCIAS

 CULTURA Y DIVERSIDAD CULTURAL EN SALUD

 SISTEMAS MÉDICOS COMO SISTEMAS CULTURALES

 INTERCULTURALIDAD COMO PROCESO DE ACERCAMIENTO ENTRE

SISTEMAS MÉDICOS

 ESTRATEGIAS DE SALUD INTERCULTURAL

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ANTROPOLOGÍA, INTERCULTURALIDAD Y SALUD PÚBLICA

INTRODUCCIÓN

En sus inicios, la antropología defendía el interés hacia el conocimiento de

lugares, épocas, culturas y sociedades consideradas distintas. La necesidad por

conocer mejor al “otro” y a su “otredad”, era apasionante por sí misma, pero sobre

todo contribuyó a la mejor comprensión de nuestra propia condición humana. Esta

primera restricción del objeto de estudio de la antropología, condujo a no pocas

limitaciones posteriores hasta llegar al estudio de las culturas contemporáneas.

La antropología fue quizás la primera ciencia social en otorgarle un estatus

epistemológico a la vivencia descubierta a través de la experiencia, de manera

que permitió entender cómo la gente de otros lugares y tiempos vivían, y cuán

diferentes o similares eran en relación con nosotros. Estos conocimientos nos ha

enseñado a vivir, manteniendo relaciones de convivencia con los otros y con

nosotros mismos, a partir de la comprensión e identificación de dramas comunes y

de la necesidad humana de autointerpretación.

Sin embargo, no contó esta ciencia con una tradición intelectual continua, sino que

su desarrollo ha sido multilineal, lo que quiere decir que ha dependido de distintas

tradiciones nacionales, de los aportes de varios autores, de su creciente

institucionalización y profesionalización, así como de diferentes escuelas de

pensamiento.

La antropología ha propuesto un saber abierto que no está exento de confusiones

y de una indefinición perturbadora y polifacética, debido fundamentalmente a la

2
amplitud y vastedad estructural con la que se define su objeto, desde las

dimensiones tanto biológicas como culturales.

En tal sentido se le reconocen cuatro grandes “campos de estudio o

especialidades: la arqueología, interesada en el estudio de los pueblos ya

desaparecidos; la antropología física o biológica, que fundamenta sus análisis en

el origen animal y la naturaleza biológica de los seres humanos, la lingüística

antropológica, encargada del estudio de la gran diversidad de lenguas habladas

por los humanos y por último la antropología cultural, también

llamada antropología social, la que se ocupa de la descripción y el análisis de las

culturas y tradiciones socialmente aprendidas, tanto del pasado como del

presente.* Pero una antropología propiamente construida no es separable en

antropología física y social. Personalmente considero que, lejos de contribuir a su

desarrollo, la fragmentación en campos disciplinares ha provocado justamente el

efecto contrario. Un ejemplo de ello es precisamente la antropología médica, que

como especialidad dentro de la antropología, se encuentra en un territorio de

indefiniciones, donde se trata de conciliar áreas del campo de la antropología

sociocultural y de la antropología biológica o física, y de estas con la medicina y

más recientemente con la salud pública. La antropología es el nexo entre lo

biológico y lo social, en definitiva es una síntesis biocultural.

La antropología médica, es la subdisciplina que entiende la salud en el ámbito de

la cultura, comprende el trinomio salud-enfermedad-atención, como universal,

frente al cual cada comunidad humana ha debido desarrollar una respuesta

específica, lo que le otorga suficiente variabilidad. Estudia las dimensiones

3
biológicas, psicológicas, culturales y sociales, que determinan el modo en que las

personas entienden y viven la salud y sus problemas de salud. Tiene como objeto

de estudio y análisis, los distintos sistemas, creencias y prácticas respecto a la

salud y al proceso salud-enfermedad- atención en cualquier tipo de sociedad.

Si bien al inicio, la antropología médica le hizo el juego al paradigma positivista

propio de las ciencias biológicas, poco a poco fue contribuyendo a mostrar la

construcción cultural de la corporeidad humana, y la variabilidad cultural de la

universalidad del proceso salud-enfermedad-atención. Por otro lado, fue

transformando su interés sobre las “concepciones compartidas” hacia las prácticas

en salud y sus ejecutores, como expresiones concretas de dichas

concepciones. La antropología médica resultó una ciencia armonizadora que ha

podido funcionar como interlocutora entre sistemas y modos diversos de entender

y conseguir el bienestar humano.

Los enfoques más comunes de la antropología médica (el etnomédico y médico-

crítico) han venido a complementarse con una dimensión aplicada en la solución

de problemas socioculturales concretos, la llamada antropología médica aplicada

a la salud, la que ha experimentado un notable desarrollo a partir de la Segunda

Guerra Mundial en la creación y aplicación de programas de desarrollo en salud

pública. Es cuando la antropología médica comienza a asumir un rol aplicado, y

logra perfilarse como una disciplina tanto teórica como práctica. La antropología

aplicada propone soluciones e intervenciones, y en el contexto cubano

contemporáneo se dispone cuanto menos, de dos tesis doctorales donde se

expresa lo anterior.

4
Dicha dimensión pragmática anclada en la antropología médica, permite analizar

cualquier fenómeno biocultural, desde el relato de lo vivido de sus protagonistas

con interés en los sentidos y los valores, con la “mirada” que sabe hacer extraño lo

cotidiano y ve más allá de los acontecimientos, para así explicarlo de una manera

más amplia, lo que ayudaría a mostrar los problemas que pudieran subyacer. 12

LAS CIENCIAS DE LA SALUD Y LA SALUD PÚBLICA

Es el debate contemporáneo sobre si es la salud pública una disciplina científica o

un campo transdisciplinar, a la vez que se discute sobre la pertinencia de usar el

término “ciencias de la salud” para hacer referencia a las ciencias que abordan los

temas de salud pública (se usa más para unir en una expresión lo que algunos

llaman ciencias médicas y salud pública). El asunto es encerrar en un concepto

medicina (clínica asistencial) y salud pública.

El rasgo fundamental, que dota de diferencia sustantiva a ambas definiciones, es

la intención de fomentar salud, explícita desde las primeras (ciencias de la salud),

actitud esta que antecede al quehacer declarado en la segunda, sin ser

mutuamente excluyentes. El carácter multidisciplinar sin embargo, es común.

La definición de salud pública a la que ya se ha hecho referencia con anterioridad,

citada por Rojas Ochoa,dicta que:

Es la ciencia y arte de prevenir las dolencias y las discapacidades, prolongar la

vida, fomentar la salud y la eficiencia física y mental, mediante esfuerzos

organizados de la comunidad para sanear el medio ambiente, controlar las

5
enfermedades infecciosas y no infecciosas, así como las lesiones, educar al

individuo en los principios de la higiene personal, organizar los servicios para el

diagnóstico y tratamiento de las enfermedades y para la rehabilitación, así como

desarrollar la maquinaria social que le asegure a cada miembro de la comunidad

un nivel de vida adecuado para el mantenimiento de la salud.

A notar, se trata de una definición académica que expresa claramente tanto la

vertiente preventiva, de promoción y educación, así como la de organización social

y comunitaria para la atención al proceso salud-enfermedad, desde el enfoque de

una única ciencia.

En el 2007, un artículo publicado en la revista de la Facultad Nacional de Salud

Pública de Colombia, se pronunciaba en contra de la existencia de un objeto único

para la Salud Pública, lo cual se hace evidente desde diferentes corrientes;

aquella que observa como objetivo central a la salud de la población y por otro

lado la latinoamericana de “medicina social”, que aborda el proceso salud-

enfermedad- atención como proceso dialéctico. La corriente “salud colectiva” pone

el énfasis por su parte, en las necesidades sociales de salud de la

población.14 Este mismo autor, llega a pronunciarse a través de las palabras

de Breihl, a favor de la revisión perenne de este objeto de estudio, en tanto se

hace necesario “pensar dialécticamente un objeto que se mueve entre las

características de ser simultáneamente simple y complejo, determinado y

6
contingente o incierto, social y biológico, general, particular

y singular.

De tal modo, el enfoque y esencia epistemológica interdisciplinaria, de la Salud

Pública, parece contar con consenso y algunos autores, ya desde finales del

pasado, reconocían explícitamente que no se trata de una sola disciplina

científica.16-18

Estos debates han aparecido también, como es lógico, en la arena de la

investigación científica dentro del campo de la salud pública, debido a la

necesidad de generar nuevos conocimientos y adaptar las tecnologías para

alcanzarlos. La transdisciplinariedad aparece como opción y reto, de cara al

perentorio empleo de métodos que como plantea Betancourt permitan “[…]

relacionar el conocimiento científico, la experiencia extracientífica y la práctica de

la resolución de problemas orientada hacia aspectos del mundo real,

trascendiendo a aquellos cuyos orígenes y relevancia se limitan al debate

científico”.

LA SALUD COMO ESPACIO ANTROPOLÓGICO: PROCESO BIOCULTURAL

El reconocimiento de los elementos sociales en el proceso salud-enfermedad-

atención, ha permitido comprenderlo como un proceso histórico, social y

culturalmente determinado. Al ser la cultura una prerrogativa fundamentalmente

humana, esta se entroniza en cualquier análisis posible, para y por sobre todo,

generar teorías, métodos y prácticas culturalmente competentes. De ahí la

importancia de considerar a la salud como un espacio antropológico.

7
El espacio antropológico es un sistema de proximidad humana, donde los

símbolos, significados y representaciones implícitos en el lenguaje, emociones,

comportamientos y prácticas socioculturales, justifican el abordaje antropológico.

La organización de dichos espacios está regida por la cultura, entendiendo al ser

humano como hacedor y producto de esta a la vez.

La salud humana y más específicamente los procesos personales, grupales y

sociales que al interior de esta dimensión se producen, son una realidad

antropológica susceptible a ese tipo de mirada, bajo la cual lo que interesa es la

realidad vivida y sentida por los actores de los procesos, para a través de ella

llegar a la interpretación de los códigos culturales involucrados, donde lo que se

busca no es encontrar las respuestas correctas, sino más bien hallar las preguntas

pertinentes.

Una propuesta argumental para el entendimiento de la antropología médica

aplicada a la salud como ciencia de la salud, es la que defiende la definición de

salud pública citada por Rojas Ochoa, así como la noción de salud humana que

desde la antropología médica puede construirse: proceso biocultural que debe ser

estudiado desde sus concepciones culturales, sociales y biológicas. No debe

resultar entonces difícil comprender el nexo entre la cultura y las realidades que

estudian disciplinas como la administración de salud, la epidemiología, y la

biodemografía, en definitiva también realidades o espacios antropológicos.

La salud pública internacional por su parte, se esfuerza en formular programas

sanitarios culturalmente sensibles, aplicables a las necesidades locales, y

8
efectivos gracias a la implicación de la comunidad. Es en esta última donde la

antropologìa médica demuestra quizás más especialmente, la eficacia de sus

rasgos característicos: el holismo y la comparación.

SOBRE EL CONCEPTO DE CULTURA

Debido a la enorme confusión observable en cuanto al empleo del término cultura

en el contexto cubano, y quizás fuera de este también, dedicaré unas breves

líneas a referirme al concepto de cultura desde la concepción antropológica,

debido a su importancia para la antropología moderna.

El surgimiento de este concepto partió de la contradictoria ilusión sobre la

existencia de una naturaleza humana constante, e independiente del tiempo, del

espacio y de las circunstancias. Esto conllevó a evitar observar en el ser humano

a un ser uniforme, y sí a un ser modificable por las costumbres. Al decir de Clifford

Gertzz: “[…] Esta circunstancia hace extraordinariamente difícil trazar una línea

entre lo que es natural, universal y constante en el hombre y lo que es

convencional, local y variable. En realidad, sugiere que trazar semejante línea es

falsear la situación humana o por lo menos representarla seriamente mal”.

De esta manera la antropología se orientó hacia la concepción de una realidad

humana, en la que la cultura y la variedad cultural ganaron un rol primordial.

Cultura como espacio vasto donde se singularizan las costumbres, tradiciones,

símbolos, concepciones y percepciones, para expresarse todas ellas en las

conductas transmitidas y aprendidas.

9
Para la antropología, la cultura son las formas de vivir, pensar y sentir de los

distintos individuos y grupos sociales, que incluye tanto lo consciente como lo

inconsciente y:

Conjuga el objeto de la cultura con sus sujetos, el individuo con su sociedad -lo

común y lo individual-, las formas de vida con los sistemas ideaciones y

emocionales, lo particular con lo general. La cultura se encuentra tanto en el

mundo como en la mente y los sentidos de las personas, no es sólo un modo de

vida, también constituye un sistema de ideas y sentimientos.

Una definición de cultura aportada por Luis Alberto Vargas, alude los principales

rasgos del espacio icónico homocentrista en el que vive el ser humano:

Conjunto de conceptos y creencias creados por cada grupo humano, que se

manifiestan tanto en forma material como ideológica, a través del comportamiento

individual y colectivo, en correspondencia con la estructura y el funcionamiento

social. Es el agente autorregulador del comportamiento de los integrantes del

grupo.

Dicho autor ha debatido también sobre los significantes del mundo de la cultura,

vistos en el hecho de que la cultura es producto de los grupos humanos, pero a su

vez es interiorizada, enriquecida y manifestada de manera personal, y que su

expresión a través de la conducta, es matizada por nuestros sentimientos y

emociones, pero siempre en el marco de la estructura y funcionamiento de la

10
sociedad a la que pertenecemos, lo cual responde preguntas ancestrales acerca

del por qué los individuos actúan de manera diferente con solo cambiar la

estructura sociopolítica y cultural del espacio donde radican. Personalmente

concuerdo con Vargas,respecto a que es la cultura la que regula la conducta

individual y colectiva en el marco de los ideales y las costumbres de las

sociedades, cambiantes en el tiempo y el espacio, pero que rara vez estamos

conscientes de sus efectos sobre nosotros y los demás.

APLICACIONES DE LA ANTROPOLOGÌA MÉDICA EN SALUD PÚBLICA

Varias han sido las aplicaciones que en el campo de la investigación y en la propia

actuación en salud pública, ha tenido la antropología médica.

 Investigaciones encaminadas a la mejora o creación de programas de salud

(atención-promoción-prevención).

 Investigaciones sobre sistemas médicos y curativos (la medicalización de

las sociedades), y los modelos médicos (Modelo Médico Hegemónico,

Alternativo o Subordinado y el de Auto-atención).

 Investigaciones sobre medicina natural y tradicional.

 Estudios de adherencia terapéutica.

 Intervenciones de salud comunitarias en entornos interculturales.

Las mejores justificaciones para la aplicación de la antropología médica en

espacios concretos, considerados antropológicos, se basan en:

11
 la existencia de diferencias o distancias socioculturales entre los gestores

de la actividad vinculada a la salud y al proceso salud-enfermedad-

atención, y los beneficiarios de ella;

 aquellas acciones que involucren la alteración de hábitos y conductas

humanas ancladas en el acervo sociocultural de las colectividades;

 las actividades de investigación o acción, que se producen en los ámbitos

de interacción, entre el personal de salud y la población usuaria o diana.

De manera general, las miradas contemporáneas de la antropología aplicada a la

salud, han estado dirigidas hacia la comprensión de las prácticas de salud y la

crítica a la universalidad y a la ahistoricidad que subyace en el modelo biomédico.

En nuestra opinión ello puede seguir contribuyendo a la emergencia de nuevos

paradigmas salubristas de cara a las teorías explicativas unilineales, enfáticas en

el determinismo biológico y en la homogenización de los sujetos al interior de los

grupos sociales.

Otra necesidad es la de abordar la salud intercultural como un problema social que

se debe tratar con urgencia, y la necesidad de reflexionar acerca de los

presupuestos ontológicos y epistemológicos de las llamadas ciencias naturales y

sociales en general, y de las ciencias médicas en particular, al respecto.25,26

La aplicación de la antropología médica en los problemas actuales y futuros de la

Salud Pública es reclamada por la necesidad de la promoción y del fortalecimiento

de entornos culturales competentes tanto para la vida humana como para las

12
propias acciones salubristas. Esto en otras palabras significa que, en los espacios

donde se produce y gestiona la salud, la aplicación de esta ciencia propicia la

traducción de códigos culturales diversos, implícitos en el proceso salud-

enfermedad-atención, muchas veces ignorados o pretendidos homogéneos. Esa

traducción es indispensable para legitimar el diálogo entre los sujetos que

interactúan dentro de las acciones de salud.

Los conocimientos y perspectivas antropológicas dotan de habilidades necesarias

para el ejercicio profesional, involucrado en sistemas generadores de salud, donde

participan personas diferentes, cuyas alteridades requieren ser comprendidas,

partiendo primero de su reconocimiento, inmersas en los espacios de actuación

común donde confluyen los símbolos, los significados, las creencias, en fin las

representaciones socio-culturales.

La comprensión de la otredad desde la perspectiva antropológica, ya no ha de

limitarse a su descripción, sino que debe procurar la explicación del porqué de los

constructos deseo, necesidad, reclamo, anclados en la historia y en los procesos

socioeconómicos determinantes de la salud, y que están en mutación constante.

La antropología médica aplicada a la salud en definitiva podría contribuir, a la

adecuada atención a las necesidades y exigencias de la población en cuanto a los

servicios de salud que se le brindan. En este sentido la salud pública requiere la

comprensión antropológica de la diversidad cultural, para entender cómo se

estructura el sistema de relaciones que cada grupo humano establecerá con sus

13
pares y con los otros, como parte esencial de la complejidad del mundo social,

sobre el que se habría de actuar desde cualquier tipo de actividad salubrista.

Las respuestas a preguntas como ¿qué es la salud, la vida y la muerte?, ¿qué

papel tenemos en el proceso salud-enfermedad-atención?, e incluso ¿qué es la

felicidad y el bienestar?, pueden definir modos de concebir y hacer salud pública.

Además, muchas de las acciones preventivas y de promoción de salud, implican

de una manera u otra la alteración de hábitos humanos, con suficiente anclaje

cultural como para que cueste mucho movilizarlos.

LIMITACIONES PARA EL EMPLEO DE LA PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA

EN SALUD

La ausencia de investigación o reflexión antropológica sobre determinados

aspectos de la realidad social vinculadas al proceso salud-enfermedad-atención,

hace que aspectos sustantivos de algunos procesos bioculturales, solo sean

considerados en forma parcial por otras ciencias sociales y del comportamiento,

como se ha documentado por ejemplo para la infertilidad, la reproducción humana,

y las enfermedades crónicas como el cáncer.

En el 2007, en una conferencia dictada por dos médicos con estudios

posgraduados en ciencias sociales, quedaba claro, sin que hicieran una previa

disquisición académica muy amplia sobre la pureza conceptual o metodológica de

la epidemiología sociocultural y de la antropología médica, el impacto que tenía el

trabajo académico que se llevaba a cabo en este campo, respecto a los problemas

14
y temas de salud, en particular en América Latina. De esa manera, explicaban las

limitaciones de la llamada epidemiología convencional, evidentes en una escasa

teorización acerca de los problemas que estudia desde un punto de vista colectivo,

tendiendo a adoptar los esquemas explicativos elaborados desde la biomedicina,

con la cual comparte una postura reduccionista respecto a los esquemas causales

de las enfermedades y una falta de actualización y reflexión en lo que respecta a

los factores que son determinantes de la salud y la enfermedad en los colectivos

humanos. Consideraban ellos entonces que, dentro de la extensa producción en el

campo de las ciencias sociales aplicadas a la salud, es particularmente la

antropología médica la disciplina que ofrece mayores posibilidades de contrastar y

cuestionar el enfoque epidemiológico convencional y veían a la epidemiología

socio-cultural como un buen referente operativo de dicha disciplina.

En el caso particular de Cuba, la inserción de la antropología médica o aplicada a

la salud dentro de las Ciencias de la Salud, todavía es insuficiente. Esto se debe

fundamentalmente, a su escasa profesionalización e institucionalización y a su

presencia casi nula en los proyectos formativos e investigativos en este campo.

Otra causa de su limitado uso, que no debe despreciarse, es la reactividad que

todavía perdura ante una disciplina de orden cualitativo que ayuda a comprender,

pero que “no basta para decidir”.

Otras razones en detrimento de su empleo como ciencia aplicada a la salud,

consideradas en el ámbito latinoamericano, ha sido cierto descuido acerca de la

dimensión práctica de los problemas sanitarios, patentes en la exclusión de

aspectos epidemiológicos y clínicos objetivos de los problemas que estudia, y por

15
otra parte, dependiendo de los enfoques utilizados, el acentuar demasiado

determinadas dimensiones del proceso salud-enfermedad-atención, que por

supuesto eran omitidas por las ciencias médicas. Por ejemplo el estudio de grupos

étnicos y síndromes de filiación cultural, con desatención de los factores políticos y

económicos, al contrario de lo sucedido en antropología médica crítica, donde el

acento en lo macroestructural se ha realizado a costa de menospreciar los

aspectos interpretativos. En todas estas corrientes ocurre la exclusión del estudio

de la eficacia terapéutica, a costa del énfasis en la “eficacia simbólica grupal”.

Algo que cuesta reconocer es que el desconocimiento o inclusive la apatía de los

sanitaristas por la producción científica antropológica, puede deberse también a la

relativa inaccesibilidad de los sectores operativos hacia el discurso generado por

los antropólogos de la salud característico por su densidad y sofisticación, lo que

ha contribuido al aislamiento de estos aportes de los procesos decisorios en los

escenarios biomédicos y en la formación de sus cuadros técnicos y profesionales,

la planificación y vigilancia epidemiológica, la regulación sanitaria o la asistencia

médica misma.

Todo ello indica que son múltiples y complejos, los retos frente a los cuales se

encuentra la antropología médica y su arista pragmática en el contexto cubano

actual de cara a los problemas de salud pública. Algunos están estrechamente

relacionados con las áreas académicas e investigativas, como el insertar cada vez

más su cuerpo teórico y metodológico en los programas formativos de las Ciencias

de la Salud e incluir sus métodos y las variables culturales, en las investigaciones

sobre los problemas de la salud pública. Otros, como lo que podríamos llamar los

16
“vicios antropológicos” antes señalados, posiblemente no tan álgidos o evidentes

para quienes realizamos este tipo de trabajo en Cuba, precisamente por su

todavía escaso desarrollo, no deberán desestimarse desde ahora, por la

necesidad de ubicarnos e incluso de comprendernos necesarios, con aportes

científicos sólidos, aplicables y sobre todas las cosas, útiles.

INTERCULTURALIDAD EN SALUD

INTRODUCCIÓN

Comienzo por poner arriba de la mesa la imperiosa necesidad de la medicina

occidental por asumir que los pueblos originarios tienen conceptos de salud-

enfermedad diferentes, no individualistas, frente al cual el sistema de salud oficial

muchas veces no cuenta con los códigos necesarios para entender su etiología, ni

su asociación a múltiples factores espirituales, comunitarios y ambientales. Se

hace necesario, por tanto, reconocer que ningún sistema médico es capaz de

satisfacer por sí solo todas las demandas de salud que presenta una población, y

por tanto el modelo oficial no es el único deseable y válido para comprender

ciertos fenómenos.

Muchas veces identificamos, entre otras cosas, una enorme brecha de

entendimiento entre la explicación que las propias comunidades hacen de sus

enfermedades, y los diagnósticos, muchas veces errados, por parte de los agentes

de los servicios de salud presentes en zonas de alta concentración indígena,

entendiendo que en la cultura mapuche existe una noción mucho más holística

17
respecto al tema, en la cual la enfermedad está más asociada a ámbitos

comunitarios, espirituales y ambientales.

En esta oportunidad pretendo abordar la manera en la cual los servicios del

sistema de salud inmersos en territorios con alta presencia de comunidades

mapuche se adecuan a la idiosincrasia cultural de esta población, cuáles son las

dificultades con que se encuentran a la hora de ejercer la práctica de atención de

salud en contextos pluriétnicos, y cuáles deberían ser (según la propia

experiencia) los caminos a seguir para una adecuada epidemiología sociocultural,

o lo que Ibacache (1) ha descrito como etno-epidemiología.

EL CONCEPTO DE SALUD DESDE LA OMS

Como bien lo plantea González de Rivera (2), la epidemiología como concepto se

ha definido durante muchos años como una ciencia abocada únicamente a

estudiar la naturaleza y la transmisibilidad de las enfermedades principalmente

infecciosas dentro de los grupos humanos. Sin embargo, este mismo método se

ha aplicado en la actualidad a la comprensión y el control de muchos otros

trastornos, en particular aquellos en los que la relación del hombre con su

ambiente interviene de manera significativa (2). En base a esto, el concepto de

causalidad multifactorial de la patología humana ha sido plenamente asumido por

el pensamiento epidemiológico, que entiende la salud y la enfermedad como dos

resultados extremos de la compleja interacción del individuo en su entramado

físico y psicosocial.

18
Por su parte, Jenicek (3) plantea que la epidemiología clásica y su objeto de

estudio ha visto ampliado su campo de interés, hasta llegar a abordar problemas

sanitarios derivados básicamente de factores socioculturales como la desigualdad,

el estrés o la desadaptación de la persona frente a la sociedad, añadiéndose

procedimientos apropiados no sólo para el estudio de las enfermedades crónicas,

sino también para el extenso campo de la desadaptación, la vulnerabilidad y la

calidad de vida (2).

Por su parte, el concepto de salud se ha definido de formas diversas de acuerdo a

cada contexto cultural, concepto que abarca, entre otros aspectos, el bienestar

subjetivo, la percepción de la propia eficacia, la autonomía, la competencia, la

dependencia intergeneracional y la autorrealización de las capacidades

intelectuales y emocionales (4). Esto dificulta el llegar a una definición

exhaustiva de la salud desde una perspectiva transcultural. Sin embargo, se ha

podido establecer que el concepto es mucho más amplio que la mera ausencia de

trastorno o afección, conjugándose factores biológicos, psicológicos y sociales.

INTERCULTURALIDAD Y CONCEPTO DE SALUD - ENFERMEDAD

Como bien se establece en los lineamientos del Ministerio de Salud, integrar el

enfoque intercultural a los programas de salud y salud mental, en especial en las

zonas de alta concentración de pueblos originarios, resulta fundamental para la

implementación de estrategias que consideren la visión de mundo de los usuarios.

En este sentido, es necesario reconocer que las acciones de la atención primaria

de salud se dan en contextos culturales diferenciados en constante interacción. El

19
diseño de estrategias, programas y acciones definidos sólo en relación al sistema

de creencias del equipo de salud, representa un obstáculo para el acceso, la

oportunidad de la atención y más aún para la autogestión en salud de los usuarios

pertenecientes a grupos étnicos minoritarios.

Chile se constituye como un espacio pluriétnico, marcado por la coexistencia de

distintos grupos étnicos caracterizados por visiones particulares de entender el

mundo y actuar frente a él, situación que en el ámbito de la salud-enfermedad, se

manifesta en la coexistencia de diversas formas de abordar el tema. De esta

manera, cuando estamos frente a una determinada cultura, nos encontramos

frente a diversas creencias, conocimientos, percepciones y prácticas terapéuticas,

validadas socialmente por quienes la sustentan (5).

Se entiende la interculturalidad como una relación entre culturas dinámicas, en la

cual existe necesariamente reciprocidad, voluntad y horizontalidad, reconociendo

que hay espacios de encuentro donde se pueden negociar y otros donde se

mantienen las especificidades respetando las diferencias, mejorando la salud de

ambos pueblos, ganándose espacios desde los pueblos originarios y cediendo

espacio desde las instituciones oficiales (5).

El proceso de salud/enfermedad/atención es entendido como un hecho universal,

que se desarrolla de forma particular y diferente en cada sociedad y en cada

cultura. Todas las culturas han desarrollado, y desarrollan, modelos médicos a

partir de los cuales entender y enfrentar la enfermedad y de ser posible recuperar

la salud (6). En la cultura mapuche la salud es entendida de forma holística. Lo

20
que se denomina Küme Mongen (o Buena Vida) es el resultado del equilibrio entre

la persona, el medio ambiente y lo sobrenatural, integrando este enfoque en el

modelo armonía-desarmonía, en donde la salud se mantiene como una

interdependencia entre los elementos antes mencionados (7).

Ese equilibrio se permite a través de la estructuración de tres elementos: la salud,

el desarrollo y la equidad (6). En este contexto, la salud se pierde cuando existe

una transgresión o desequilibrio entre alguno de los tres elementos. Existe un

comportamiento de protección que va más allá del espacio y del tiempo, es decir

que la protección se da tanto dentro del lof 3 como en su entorno

(conceptualización particular del territorio y cada uno de los elementos contenidos

en él).

Ibacache (7) plantea que el concepto de salud en la población mapuche trasciende

el marco utilizado en la occidental, puesto que de lo que se trata es poder integrar

tanto los elementos físicos y biológicos con el ámbito psicológico.

En este sentido, el diálogo entre la antropología sociocultural y la psiquiatría, por

ejemplo, ha demostrado que los procesos de salud y enfermedad mental

dependen del contexto sociocultural en el que se desarrollan, existiendo la

necesidad de comprender y describir los procesos etiológicos y terapéuticos que

sustenta la población mapuche en torno a los conceptos de salud y enfermedad,

pudiéndolo contrastar con la explicación científica y occidental que caracteriza a la

práctica de atención de salud moderna, comprendiendo y explicando sus

convergencias y divergencias. Se trata, entonces, de que la práctica médica

21
reconozca que los actores sociales perciben y conciben su falta de

salud/enfermedad, desde una perspectiva emic, que puede ser radicalmente

opuesta a las explicaciones científicas (8).

DETERMINANTES SOCIALES E INTERCULTURALIDAD

Es sabido que en América Latina las diferencias por clase social, etnia, género y

edad han dado origen a desigualdad y exclusión. Chile no es excepción, aun

cuando se ha avanzado relativamente en abandonar la invisibilidad del problema

que se expresa en la inequidad que traen aparejadas esas desigualdades. La

tarea es reconocer dónde se producen las brechas para incorporar procesos de

integración social. Una de ellas son las brechas en salud expresadas en inequidad

en el acceso a servicios y exclusión por razones culturales, muchas veces

producto de desconocimiento o subestimación de la cosmovisión indígena de la

salud (9).

Se producen barreras en la comunicación y calidad de trato, por códigos culturales

distintos, rituales, símbolos, rol de las familias y comunidades, percepciones sobre

el cuerpo y el pudor de las mujeres indígenas muchas veces incomprendidos, o

por estilos de crianza distintos. Frente a este panorama, se requiere un

reconocimiento y valoración de los conocimientos y saberes de sistemas de salud

tanto occidental como indígena, siempre apuntando a una complementariedad de

ambos mundos (10).

Es indispensable, por tanto, que el profesional de la salud esté informado acerca

de los derechos que el Estado, sus instituciones centrales y convenciones

22
internacionales, les otorgan a estas personas, y las razones que fundamentan

tales derechos (11).

Chile cuenta, desde salud, con normativas específicas como la Norma General

Administrativa N° 16 sobre interculturalidad en los Servicios de Salud (12), el cual

en uno de sus artículos señala: "En la formulación de los Planes de Salud Pública

regionales, la Autoridad Sanitaria Regional velará por la incorporación de

estrategias y actividades destinadas a identificar, monitorear y en lo posible a

disminuir las brechas de equidad en la situación de salud y medio ambiente de la

población indígena, y proponer las medidas intersectoriales pertinentes" (12).

INTERCULTURALIDAD EN SALUD: DIFICULTADES Y FALENCIAS

Derivado del reconocimiento y el llamado realizado por la OMS4 de avanzar en la

generación de estrategias nacionales en materia de salud de los pueblos

indígenas, en conjunto con las iniciativas adoptadas por el Servicio de Salud

Araucanía en el Programa con Población Mapuche y los mandatos de la Ley

Indígena (13), es que a partir del año 1996 comienza a implementarse una línea

de trabajo por parte del Ministerio de Salud, el cual impulsa un Programa Especial

de Salud y Pueblos Indígenas, dedicado a la generación de orientaciones técnicas

y políticas en salud intercultural a nivel nacional, el cual cuenta con la participación

de 22 Servicios de Salud, en cuyas áreas geográficas se encuentra la mayor

concentración de población indígena (14).

Sin embargo, como plantea Citarella (15), ¿es posible adecuar los servicios del

sistema de salud oficial a la idiosincrasia cultural de la población indígena y a la

23
vez compatibilizar la cultura mapuche con la cultura nacional occidental? En este

sentido, ¿qué significaría la interculturalidad en salud o salud intercultural?

La interculturalidad en salud requiere del desarrollo de procesos donde los propios

pueblos originarios y los sistemas médicos oficiales expresan la voluntad de

encontrarse en una relación horizontal. Un principio rector en que se puede

manifestar la interculturalidad en salud es la complementariedad de estos

sistemas médicos, proponiendo un acercamiento de los equipos de salud

(medicina occidental) con los especialistas y terapeutas de la medicina tradicional,

respetando los conocimientos del otro y generando espacios de confanza que den

lugar a la complementariedad entre ambas medicinas (14).

Así, la formación de recursos humanos en salud con orientación intercultural

supone mejoras en la competencia técnica y humana del personal institucional,

incidiendo en el respeto, en el trato de los usuarios, en el reconocimiento de las

tradiciones culturales, en el combate a la exclusión, en la atención y la equidad en

salud a los distintos grupos étnicos (16).

La capacitación del personal, para que produzca un impacto positivo, deberá

incidir en cambios importantes en la prestación de los servicios, mejorando la

relación médico-paciente y paciente-institución de salud, es decir, brindar atención

con sensibilidad intercultural (17).

Dentro de este marco, la figura del facilitador intercultural5 se torna trascendental,

siendo el nexo entre el equipo de salud y las comunidades indígenas, a la vez que

pertenece a las comunidades y es avalada por estas mismas. Lo cual en términos

24
operacionales, como lo plantea Álvarez (18), implica potenciar lo común entre el

sistema médico occidental y el sistema médico indígena (colocar referencia),

respetando y manteniendo la diversidad.

Ibacache (1) esboza que para el conocimiento del impacto que puede tener sobre

las personas el desequilibrio entre factores protectores y transgresores en un

contexto intercultural, se proyecta el desarrollo de una visión epidemiológica

distinta, con una teoría de la causalidad de la enfermedad más amplia,

comprensiva e integral, reconociendo la historia y maneras de entender la salud-

enfermedad, junto a sus determinantes socioculturales. De esta forma se propone

una Etno-epidemiología o Epidemiología Intercultural, incorporando las propias

categorías y etiologías de enfermedad desde el punto de vista de la población de

diferente cultura.

Es necesario que los agentes que se desempeñan en la atención en salud en

zonas de alta concentración de población indígena logren una mayor comprensión

de la diversidad y dinámica cultural y social en la que están insertos los usuarios

de salud. Es en este marco en el que se han implementado procesos de formación

y capacitación de los funcionarios de salud hacia lo que es la salud intercultural,

tendientes a favorecer lasestrategias de comunicación entre cuerpo de salud

oficial y pueblos indígenas, logrando entre otras cosas una mejora en la

satisfacción usuaria de la población atendida, mayor calidad en el trato y

disminución del prejuicio étnico.

25
CONSIDERACIONES FINALES

En nuestro país, la mejora de la salud mediante una gestión más adecuada del

medio ambiente local es un camino raramente explorado por los organismos a

cargo de los programas de salud, existiendo una escasa identificación de la red de

factores económicos, sociales y ambientales que infuyen en la salud humana,

presentándose dificultades a la hora de identificar estos temas como factores

influyentes en la salud, debido a que muchas veces las poblaciones indígenas no

manifiestan de manera clara, frente a los agentes de salud oficial, las causas que

originan sus estados de salud, y a una incapacidad de los agentes oficiales de la

salud de considerar estas causas como gatillantes a la hora de realizar un

diagnóstico acertado.

El diagnóstico de necesidades tendría que constituir el punto de partida para

cualquier intervención comunitaria en salud. Sin embargo, existen omisiones

hechas a nivel de salud que nos sugieren algunas reflexiones críticas respecto al

tema.

Por un lado se debe asegurar la implementación y fortalecimiento de acciones al

interior de las propias comunidades, con trabajo en las sedes sociales y

establecimientos educacionales, con la finalidad de prevenir problemas de salud, a

través de la capacitación y sensibilización tanto de las comunidades como de los

agentes de salud oficial en temas de salud intercultural.

Sin embargo, no basta sólo con la sensibilización de los profesionales en temas de

salud intercultural, también se hace necesario una real capacitación en un

26
contexto interdisciplinario, que capacite realmente a los agentes de los servicios

públicos a desenvolverse en contextos comunitarios e interculturales, permitiendo

un mejor diagnóstico de ciertas enfermedades, teniendo en cuenta los procesos

etiológicos y terapéuticos que sustenta la población mapuche en torno a los

conceptos de salud y enfermedad.

Se hace necesario, además, promover aún más, a nivel de institución y

organismos de la salud, las investigaciones orientadas a entender las relaciones

entre los ecosistemas, sus usos y funciones por parte de las poblaciones, y su

relación directa con los temas de salud (física y mental).

Para esto debe considerarse toda la información pertinente, incluidos los

conocimientos, las innovaciones y las prácticas de las comunidades científicas,

indígenas y locales en relación a los aspectos promocionales, preventivos,

curativos y de rehabilitación, desde un enfoque de salud ecosistémica (19).

Metodológicamente hablando, se propone una estrategia orientada a la

investigación-acción participativa, es decir, la acción conjunta del investigador, o

los profesionales de la salud, con los informantes, en las distintas etapas del

proceso de investigación, lo cual abarca la familiarización de ambas partes, la

formulación de los temas que se desean abordar (demandas sentidas de la

población), la forma de hacerlo, las acciones orientadas en tal sentido, su

evaluación y la generación de conocimientos derivado de las experiencias (20).

Esto incluye la reflexión de todos los actores en torno a sus problemas,

necesidades y recursos, haciendo una reivindicación del saber popular o

27
conocimiento que manejan acerca de la realidad, sacando a los profesionales de

los servicios públicos de la relación verticalista médico-paciente, llevándolos a un

real trabajo en terreno y de acercamiento a las comunidades, entendiendo que la

enfermedad no se cura una vez los pacientes salen del box de atención, sin hacer

un seguimiento real y una identificación eficaz de los factores relevantes en

contexto.

En resumen, este cambio de relación de "investigador" a "facilitador" conlleva tres

aspectos claves: el uso de métodos participativos apropiados, un cambio de

actitudes y el intercambio de información entre todos los actores.

CULTURA Y DIVERSIDAD CULTURAL EN SALUD

El concepto de cultura aplicado al campo de la salud constituye el eje neurálgico

en el análisis de los factores sociales involucrados en cualquier proceso de salud y

enfermedad. A través del reconocimiento de las diferencias y similitudes culturales

entre usuarios y proveedores es posible comprender, por ejemplo, el nivel y

carácter de las expectativas que cada cual tiene del proceso, las percepciones de

salud y enfermedad representadas en la interacción médico-paciente, los patrones

con que se evalúa la calidad y resultado de la acción terapéutica, y el despliegue

de diversas conductas frente a la enfermedad.

Desde la antropología, cultura se define como un complejo y dinámico conjunto de

creencias, conocimientos, valores y conductas aprendidas y transmitidas entre las

personas a través del lenguaje y su vida en sociedad. La cultura se entiende como

28
una entidad dinámica que se adquiere, transforma y reproduce a través de un

continuo proceso de aprendizaje y socialización1.

En el concepto de cultura convergen dos grandes dimensiones: una

correspondiente a la ideacional o cognitiva que sintetiza el mundo simbólico de las

personas, sus pensamientos, conocimientos y creencias adquiridas a través del

aprendizaje, lo que podría llamarse el mundo de la conceptualización o de lo

abstracto; y una dimensión material, que corresponde a cómo lo simbólico se

manifiesta en conductas, prácticas, artefactos culturales y normas de relación

social entre las personas2,3.

En el contexto de salud, estas dos dimensiones de la cultura, la cognitiva y

material se articulan en un modelo médico que otorga consistencia a cómo

pacientes y profesionales se explican el fenómeno de salud y enfermedad, y a las

prácticas o procedimientos con que se enfrentan los procesos de recuperación y

mantención de la salud. Normalmente los elementos cognitivos y prácticos difieren

entre profesionales y pacientes producto de las diversas historias sociales y

culturales de cada uno, del contexto en que ocurre el proceso de socialización de

la cultura médica y del contenido propio de la cultura.

Las diferencias culturales entre pacientes y profesionales se observan también al

interior de los grupos, lo cual refleja el carácter dinámico de la cultura. Como toda

construcción humana los componentes cognitivos y materiales se transforman en

la medida que el grupo social experimenta nuevos desafíos y problemas. Por

ejemplo, tanto la biomedicina como las culturas médicas tradicionales

29
experimentan transformaciones en sus modelos explicativos de enfermedad,

incorporan nuevas tecnologías al proceso terapéutico y recrean roles

profesionales, técnicos o empíricos para abordar aspectos específicos de salud de

los usuarios.

SISTEMAS MÉDICOS COMO SISTEMAS CULTURALES

La enfermedad, sufrimiento y muerte, así como la motivación por conservar la

salud, son considerados hechos biológicos y sociales universales. Todos los

grupos humanos han desarrollado estrategias para enfrentar y prevenir las

enfermedades a través de un sistema médico que proporciona las acciones

necesarias para recuperar la salud, procurar el bienestar del hombre y, al mismo

tiempo, otorgar una explicación consistente al fenómeno de la enfermedad. Desde

la antropología sociocultural un sistema médico se concibe como un conjunto más

o menos organizado, coherente y estratificado de agentes terapéuticos, modelos

explicativos de salud-enfermedad, prácticas y tecnologías al servicio de la salud

individual y colectiva. La forma en que estos elementos se organizan

internamente, otorgando coherencia al sistema depende del modelo sociocultural

en que se desarrolla la medicina. En consecuencia las medicinas son

construcciones culturales que responden a necesidades de un entorno social

específico y en los cuales es posible distinguir una dimensión conceptual y otra

conductual.

La dimensión conceptual de los sistemas médicos está determinada directamente

por la cultura de los pacientes y profesionales. Analíticamente corresponde a los

30
modelos que explican y fundamentan la enfermedad. O'Connor (1995; 1-34),

sugiere que esta dimensión está compuesta por dos elementos estructurales:

axiomas y mecanismos de validación*.

Todos los sistemas médicos presentan axiomas o principios basados en el modelo

epistemológico que sustenta la práctica médica y distinguen medios para validarse

y legitimarse a sí mismos. En la biomedicina por ejemplo, los experimentos

científicos, las pruebas clínicas y textos, constituyen importantes fuentes de

validación del pensamiento científico; raramente un médico aceptará como prueba

de una diarrea la intervención de un espíritu maligno en las comidas. Sin embargo,

otras culturas aceptarán como fuente de legitimación los sueños de un chamán,

signos en la naturaleza, apariciones, etc. La lógica que opera en la definición de

salud y enfermedad es la misma en ambos sistemas (una lógica que busca

causas, alternativas y consecuencias), sin embargo difieren en las premisas

culturales y pruebas de validación; por ello distintas percepciones y observaciones

del mismo fenómeno resultan en diferentes explicaciones de la enfermedad.

La credibilidad que los pacientes asignan a las fuentes de validación es la que

permite, en último término, aceptar o no las explicaciones acerca de las causas de

sus enfermedades, y la adherencia a los tratamientos. Por lo tanto, el éxito en el

proceso terapéutico depende en gran medida de la conjunción de explicaciones

entre médicos y pacientes.

En la dimensión conductual de los sistemas de salud podemos distinguir, entre

otros, aquellos procedimientos, acciones y agentes que utiliza un sistema médico

31
para obtener un cierto resultado con los pacientes, el que ha sido denominado

Proceso Terapéutico4-6. Este implica: quién (machi, médico, meica, santiguadora,

etc.), hace qué (cirugía, ritual, purgas, oraciones, etc.), a quién (individuo o

comunidad) y con respecto a qué dimensión de la enfermedad (física, social,

mental, espiritual, etc.). Un proceso terapéutico exitoso supone la eliminación de la

condición subjetiva de enfermedad y consecuentemente la finalización del rol de

enfermo7.

INTERCULTURALIDAD COMO PROCESO DE ACERCAMIENTO ENTRE

SISTEMAS MÉDICOS

En general, todos los procesos de interacción social y cultural que involucren la

existencia de diferentes y, a veces, antagónicos sistemas de creencias están

sujetos a importantes fricciones. Sin embargo, los conflictos entre diferentes

sistemas médicos no emergen sólo de las diferencias en los modelos explicativos

que los sustentan, sino también de la dominación social de un modelo de salud

sobre otro8,9. En este contexto la cultura biomédica expresada a través del sistema

médico occidental, se ha establecido mundialmente como el modelo capaz de

resolver si no todos, la mayoría de los problemas de salud de la población

independientemente de los contextos sociales y culturales en que se desarrolle la

enfermedad. No obstante, la experiencia de proyectos en salud internacional,

muchos de ellos patrocinados por organismos como la OPS y OMS, y dirigidos

hacia los sectores más pobres de la humanidad, dan cuenta de importantes

dificultades que se enfrentan al no considerar la cultura de los usuarios en el

proceso de atención de salud. Situaciones como rechazo y falta de adhesión a las

32
prácticas médicas occidentales, conflictos de poder entre agentes tradicionales y

médicos, desarticulación de la estructura social de la comunidad, son elementos

frecuentemente descritos en la literatura de salud internacional, especialmente en

países con altos índices de población indígena.

Así, las variables étnico culturales y el respeto a la diversidad en la

implementación de políticas sociales están pesando fuertemente en las

propuestas de desarrollo de los países emergentes. En este contexto, el desafío

para el sector salud en las próximas décadas será crear modelos de salud que

respondan a las expectativas materiales y culturales del usuario, en un proceso de

diálogo e intercambio cultural entre medicinas. En consecuencia, la búsqueda de

estrategias que articulen e integren distintos enfoques de salud, es parte del

escenario que hoy se nos presenta en el país en el sector salud, proceso que

próximamente debutará con la generación de una política de salud intercultural,

que transformará cualitativamente nuestro sistema haciéndolo más flexible y

permeable a la realidad cultural del usuario.

ESTRATEGIAS DE SALUD INTERCULTURAL

Una política o enfoque intercultural en salud tiene al menos dos niveles de

expresión: uno el de las acciones y actividades que materializan la interacción

entre medicinas, y otro el de la cultura que sustenta los modelos médicos en

interacción. Este último, el más complejo de desarrollar implica trascender desde

la acción médica concreta hacia la implementación de un modelo pluricultural de

salud y sociedad. Es un proceso que requiere transformaciones estructurales de

33
largo plazo y responsabilidades que sobrepasan a los actores del sistema de

salud, pues son las estructuras del Estado en conjunto con las sociedades

indígenas quienes deben establecer las bases para un proyecto multicultural de

sociedad.

A nivel de las acciones en salud, las estrategias de comunicación intercultural

aparecen como factores que disminuyen las barreras sociales y culturales entre

equipos de salud y usuarios. El mejorar los procesos de comunicación y diálogo,

promueve una mayor comprensión de las expectativas de ambos actores y a la

vez mejora el nivel de satisfacción de los usuarios con el sistema de salud

biomédico. Al respecto, Berlin y Fowkes10 señalan que el éxito de la comunicación

intercultural puede ser logrado a través de un proceso compuesto de cinco

elementos: "escuchar, explicar, reconocer, recomendar y negociar". Los autores

reconocen que aunque el lenguaje puede ser una gran barrera en la comunicación

en sus aspectos gramaticales, simbólicos y semánticos, él no constituye un

obstáculo infranqueable en la relación profesional-paciente, si los profesionales

están abiertos al diálogo y conocen en parte la cultura médica de sus pacientes,

como por ejemplo, las denominaciones de enfermedad, la relación entre hábitos y

cultura, la dimensión corporal del sufrimiento y la utilización de herbolaria

tradicional, entre otras.

Una segunda estrategia de salud intercultural se refiere al desarrollo de procesos

de validación y negociación cultural entre pacientes y profesionales. La validación

cultural consiste en aceptar la legitimidad del modelo de salud y enfermedad del

paciente considerando el contexto cultural en que este modelo emerge. En otras

34
palabras las acciones de los pacientes frente a su enfermedad son la mayoría de

las veces congruentes con las explicaciones aprendidas en su grupo social y

cultural. La validación cultural no significa que el profesional comparta el mundo

simbólico del paciente, sino que comprenda, respete e incluso integre algunos

elementos culturales que considere relevantes para el proceso de recuperación

del enfermo.

La negociación cultural se manifiesta cuando las creencias culturales y las

expectativas de los pacientes se contraponen a las del profesional de salud

interfiriendo en la confianza y adherencia al proceso terapéutico. La investigación

médico etnográfica da cuenta, por ejemplo, de la escasa adherencia a

tratamientos farmacológicos cuando son considerados nocivos por el paciente o

en oposición a su marco de creencias. El rechazo cultural hacia el procedimiento

de donación de órganos y trasplantes documentado en Chile entre población

mapuche, es otro ejemplo de cómo la cosmovisión sobre la vida y la muerte

interfiere en una determinación médica tan importante como preservar la vida a

través de una intervención quirúrgica. Situaciones de esta índole son ampliamente

documentadas en la literatura médico antropológica y demuestran que en la

relación médico-paciente existe la probabilidad de antagonismos entre los marcos

conceptuales y valóricos de ambos actores del proceso terapéutico. En estos

casos, el proceso de negociación cultural identifica las áreas de conflicto y

acuerdo, localiza núcleos de significación entre ambas culturas que puedan

implicar puntos de consenso y culmina con un acuerdo de cambio y cooperación

entre pacientes y médicos. Al respecto Kleinman7 sostiene que la única forma de

35
lograr un acto terapéutico eficaz es a través del compromiso entre el enfermo y el

profesional, el que se logra sólo si la propuesta de recuperación se inserta en la

vida simbólica y cultural del enfermo, y si la intervención es aceptable, significativa

y satisfactoria tanto para médicos como pacientes.

36
ANEXO

EXAMEN DEL MODULO

NOMBRE:
FECHA:
INSTRUCCIONES: A continuación Investiga y desarrolla las siguientes preguntas

1. ¿CUÁL ES LA RELACIÓN ENTRE ANTROPOLOGÍA Y SALUD

PÚBLICA?

2. ¿CUÁLES SON LAS LIMITACIONES PARA EL EMPLEO DE LA

PERSPECTIVA ANTROPOLÓGICA EN SALUD?

3. ¿QUÉ ES LA INTERCULTURALIDAD EN SALUD?

4. ¿CUÁLES SON LOS DETERMINANTES SOCIALES E

INTERCULTURALIDAD?

5. ¿CUÁLES SON LAS ESTRATEGIAS DE SALUD INTERCULTURAL?

37

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