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los contenidos, los recursos o material didáctico, los métodos y técnicas de
enseñanza y el medio o contexto, en el cual cuales están las variables
geográficas, económicas y culturales.
Por tanto el acto educativo contempla la evaluación no como un proceso final, sino
como un todo que hace parte del proceso de enseñanza-aprendizaje, acorde con
los elementos de la didáctica mencionados anteriormente.
Así, siguiendo a Álvarez (1997) la evaluación es un proceso consustancial a la
sociedad, permanente, con funciones tanto instructivas como educativas, al
servicio de valores universales y locales, en donde el docente se convierte en el
actor que guía las dinámicas de la enseñanza, procurando que los estudiantes
interpreten y comprendan la realidad, emitan juicios de valor actúen en pro de
mejorar la educación, es decir una educación de calidad en el sentido cualitativo,
por encima de lo cuantitativo.
Es importante analizar que en la didáctica se han definido una serie de leyes las
cuales tienen incidencia en el proceso de enseñanza-aprendizaje (P.E.A), y en
éste la evaluación hace parte de la totalidad de dichos procesos, por ejemplo: La
primera ley gira en torno a las relaciones entre el P.E.A., y el contexto social,
puesto que debe existir una interacción dialéctica entre el proceso de enseñanza,
la necesidad social y el medio social, manifestándose en el objetivo pedagógico, el
cual se cruza con el análisis curricular y la didáctica.
Una manera de abarcar completamente la realidad es aplicar el enfoque holístico
que tiende a interpretar todo de manera conjunta, recuperando el sentido de
totalidad, propia de las Ciencias Sociales.
Una segunda ley de la didáctica es la relación entre el contenido y el método,
puesto que, por ejemplo la malla curricular no puede estar alejada del método o
camino, para comprender y entender un fenómeno o una porción del conocimiento
estudiada.
Una tercera ley es la del resultado de la evaluación con el resto de los
componentes ya que se supone que debe ser permanente, continua, flexible,
teniendo no solo en cuenta lo cognitivo, sino las capacidades, habilidades,
destrezas y valores de los estudiantes.
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Una cuarta ley es la de la unidad de los contrarios, es decir la contradicción,
porque si no hubiera contradicciones al interior del sistema evaluativo, así como
en el sistema de aprendizaje, no habría momentos de reforma educativa.
BIBLIOGRAFÍA