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Este mes iniciamos un tiempo que hemos nombrado SOLIDO, cabe antes de cualquier otra cosa,
introducir que queremos decir cuando hablamos de Solido.
La vida tiene momentos donde debe cristalizarse o se pierde. Cuando en términos bíblicos
hablamos de edificación estamos siendo movidos a esta atención, la necesidad de que en
nuestro caminar haya cristalización. Nuestra condición material nos condiciona en esta
necesidad. Por ejemplo, el pan que comimos esta mañana es un “solido” necesario para nuestra
subsistencia. Partiendo de este ángulo, podemos decir mucho más acerca de la materialidad de
la vida, de la materialización de las experiencias de esto que estamos llamado: SOLIDO.
La espiritualidad cristiana no se despega de la materia, vemos a Dios creando el cielo
(¿inmaterial?), pero también la tierra (toda esta realidad física); no se quedó ahí el Creador, y
decidió honrar tanto la materialidad, que puso su imagen y semejanza, más aún su halito de
vida, en una efigie de barro, completa materialidad. Lo culmine de la valoración que tiene Dios
por la dimensión física de la vida es que el mismo Verbo se hizo carne. La espiritualidad cristiana,
no pretende extraernos de la realidad física, aun reconociendo que esta tiene sus problemas, a
causa del pecado, el concepto bíblico es redención y por eso nos dice el viejo Pablo, que nuestro
cuerpo corruptible será revestido de incorruptibilidad e inmortalidad, atendamos, que dice:
“este cuerpo” (1 Corintios 15:53). Toda espiritualidad sana, debe animarnos y sostenernos para
este ejercicio de materialización.
Entonces, lo primero que JULIO SOLIDO nos dice es: -mi vida se realiza en instancias de
cristalización, donde lo que era deseo, se materializa; lo que era emoción se materializa; lo que
era pensamiento se materializa; mi vida se vuelve sólida.
Veámoslo en la Palabra:
Conforme a la gracia de Dios que me ha sido dada, yo como perito arquitecto puse el
fundamento, y otro edifica encima; pero cada uno mire cómo sobreedifica. Porque nadie
puede poner otro fundamento que el que está puesto, el cual es Jesucristo. Y si sobre
este fundamento alguno edificare oro, plata, piedras preciosas, madera, heno,
hojarasca, la obra de cada uno se hará manifiesta; porque el día la declarará, pues por
el fuego será revelada; y la obra de cada uno cuál sea, el fuego la probará. Si
permaneciere la obra de alguno que sobreedificó, recibirá recompensa.
(1Co 3:10-14)