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CAPITULO VIII

LA COSMOLOGIA
I. EL RELATO ESCRITURAL DE LA CREACION A. La Naturaleza de la Cosmología La cosmología es aquel
estudio que trata respecto al origen y naturaleza del universo como un sistema ordenado, o cosmos. No
obstante, en la teología, el término se limita generalmente a la consideración de la naturaleza aparte del
hombre. El estudio del origen y de la naturaleza del hombre se considera bajo categorías separadas como
sigue: la antropología, que trata del hombre en su estado original; y la hamartiologia, que trata del estado
del hombre pecaminoso y caído. En tiempos muy primitivos, parece que la gente tenía un concepto muy
limitado con respecto al mundo como tal. Pero mientras principiaron a dar atención al mundo en que
Vivian y a los cielos que los cubrían, usaron la expresión “los cielos y la tierra” para describir el universo
creado. Las naciones que viven cerca de las costas del mar, frecuentemente se refieren a “los cielos, la
tierra y el mar.” Los antiguos tuvieron considerable dificultad en explicar el origen del material básico o
primario del cual todas las cosas fueran hechas. Comúnmente aceptaron el principio de que, “de la nada,
nada se saca”, y por tanto, no podían admitir que el mundo fuera creado de la nada. Como resultado de
esto, frecuentemente creyeron en dos principios eternos, Dios y la materia de existencia propia, sin que la
una fuere dependiente de la otra. De hecho, el principio de que, “de la nada, nada se saca”, parece ser del
todo verdadero cuando se aplica a las causas puramente materiales, pero no resulta verídico cuando se
considera a Dios como la Causa Eficiente. Por regla general, los antiguos creyeron que la materia
primordial era de la misma naturaleza que el aire simple, o un éter, fluido y movible, del cual se formó la
tierra. En contraste con estos conceptos encontramos el punto de vista de los hebreos. Ellos consideran el
universo como el modelo de un edificio del cual Dios era Creador de los materiales así como el Arquitecto
de la estructura. B. teorías de la Creación. El relato Escritural de la creación tendrá más significado si se ve
en contraposición al antecedente de varios puntos de vista no cristianos. En nuestra discusión, haremos
mención breve de las siguientes teorías: (1) La teoría Física o Materialista; (2) la teoría de la Emanación o
Panteísta; (3) La teoría de la Evolución Natural; y, (4) la teoría de la Creación Continua. 1. La teoría Física o
Materialista. Esta teoría de la creación presupone la eternidad de la materia. La hipótesis de la generación
espontánea substituye a Dios como el Arquitecto del universo. Es una aplicación de la filosofía
materialista a la idea de la creación, y se desarrolló como resultado al racionalismo de la decimo-nona
centuria. Una teoría como esta, que omite a Dios como el Agente activo personal de la creación, no puede
sostenerse en la teología cristiana.
2. La teoría de la Emanación o Panteísta. Este punto de vista sostiene que el mundo no fue ni creado, ni
hecho de un material preexistente, sino que debe considerarse como la extensión de una substancia
divina. Emana de Dios como el manantial de una fuente, o como las rayos de luz derivados del sol. La
debilidad de esta teoría es la debilidad del panteísmo mismo, con su negación de la personalidad de Dios,
su rechazamiento de la libertad e inmortalidad del hombre; su aceptación de ciertas conjeturas que no
solamente dejan de probarse, sino que de hecho, no pueden probarse.

3. La teoría de la Evolución Natural. Esta teoría es similar, si no idéntica, con la teoría de la generación
espontánea. La evolución naturalista, en lugar de resolver el problema de la creación, la aleja más y más
desde el punto de vista del tiempo. La cuestión del origen permanece sin respuesta alguna. La teoría
demuestra su fragilidad cuando menos en tres puntos vitales: (1) No ha podido establecer puntos de
conexión entre lo animado y lo inanimado. (2) No puede pasar de la vida difusa del reino vegetal a los
conscientes, a la vida somática del reino animal. (3) No puede explicar el hueco entre la vida somática de
los animales a la vida racional, consciente y espiritual del hombre. Solo la actividad creativa de Dios pudo
haber originado la vida vegetal, la animal y la personal.
4. La teoría de la Creación Continua. Este punto desafía la idea de la creación como un acto sencillo y
completo en favor de la creación como un proceso de continuidad. Esta teoría se sostiene principalmente
por los evolucionistas teístas. Asegura que el desarrollo orgánico se debe no a fuerzas materialistas, sino
al poder divino obrando dentro de este organismo. Esta actividad divina se identifica algunas veces con el
proceso creativo de continuidad, y algunas veces se limita a ciertos puntos cruciales en desarrollo.

C. La relación de Dios para con la Creación.

La doctrina escritural de la creación sostiene que el universo tuvo un principio; que no es eterno ni en
materia ni en forma; que no se originó a sí mismo; y que debe su origen al poder omnipotente y a la
voluntad incondicional de Dios. Este es el concepto cristiano. Incluye: (1) la creencia en un Dios
Todopoderoso por el cual el mundo se hizo de la nada, y solo por la voluntad divina; (2) el concepto de
Dios en la Trinidad de su esencia; (3) la presentación de los atributos de Dios – omnipotencia, sabiduría y
amor; y, (4) la creencia en la creación por medio de la Palabra divina.
1. La Creación y la Trinidad. Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que en la obra de la creación, el
Hijo y el Espíritu Santo estaban asociados con el Padre. San Pablo habla con la relación respecto a la
relación del Padre con el Hijo en la creación, como sigue: Nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del
cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. (1 Cor. 8:6). El salmista se refiere a la participación
del Espíritu Santo en la creación cuando declara, Envías tu Espíritu, son creados. (Sal 104:30). Esto
confirma el relato del Génesis con respecto al principio de la creación. Se presenta aquí al Espíritu como
moviéndose sobre la haz de las aguas, viviendo, respirando sobre las aguas, trayendo orden y belleza
donde antes había caos (Gn. 1:2). Estos y muchos pasajes escriturales revelan que todas las Personas en la
Trinidad estaban activas en la creación.
2. La Creación y los Atributos de Dios. Muchos de los atributos de Dios se revelan en la creación. Así que
podemos decir que el mundo es lo que es porque Dios es lo que es. La existencia misma de un universo,
tan vasto y complejo como para confundir nuestra imaginación, revela su poder omnipotente. Su orden y
perfección reflejan su omnisciencia inmensurable. En la preparación de todas las cosas para la felicidad
del hombre, se revelan la sabiduría y la bondad. La creación del hombre mismo encuentra su origen en el
rebosante amor de Dios al buscar nuevos objetos sobre los cuales demostrar ese amor. Por dondequiera
revela la naturaleza, la perfección y los atributos de Dios. ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios. (Sal. 104:24)
3. La Creación y el Logos. ¿Qué medios uso Dios para crear todas las cosas? La contestación de las
Escrituras es: Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. (Sal. 33:6). Pero esta palabra no debe considerarse
como algo impersonal. Es Cristo como el Logos o el Verbo. Él es el mediador en la creación así como en la
redención. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… todas las cosas por El
fueron hechas; y sin El nada de lo que es hecho fue hecho (Jn 1:1,3). Porque en él fueron creadas todas las
cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios,
sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten. (Col. 1:16-17). El Verbo, un tanto encubierto en el Antiguo
Testamento con expresiones como “Dios dijo,” y “Sea esto” o lo otro, se considera en el Nuevo
Testamento no solo como la palabra hablada, sino como el Verbo hablando, es decir, nuestro Señor
Jesucristo. Es por medio de El que los deseos y planes del Padre en la creación se vuelven una realidad. Es
por causa de que el Logos o el Verbo fue el mediador del propósito y la eficiencia en la obra de la creación
que el verbo encarnado, Jesucristo, vino a ser el mediador de la gracia reveladora y capacitante de la
redención.

D. El Himno de la Creación.

El libro del Génesis principia con un salmo inspirado, algunas veces conocido como el “Himno de la
Creación”, o el “Poema de los Principios”. Con esto no queremos decir que el relato sea ficción o una
simple alegoría, sino que es una descripción histórica verdadera puesta en forma poética. Nada más
natural que la armonía de la creación, de la cual las estrellas de la mañana cantaron, y todos los hijos de
Dios alabaron con gozo, se nos revela en las armonías de la descripción poética. Aquí está el ritmo
equilibrado, el movimiento suave, las pausas recurrentes, y el toque de belleza y poder que caracterizan a
la grande poesía. Al comentar esto el Doctor Thomas C. Porter dice que, “Aquel, a quien pudo contener la
idea poderosa y considerarla toda en una sola perspectiva, la creación entere le parecería un himno
solemne, como un gran oratorio principiando en notas débiles y lentas, aumentando gradualmente en
fortaleza y plenitud, haciéndose más y más fuerte, pasando de una armonía a la altura de otra armonía
más elevada hasta que alcanza su punto culminante de expresión, el diapasón final que termina en el
hombre”.
E. La Cosmología Mosaica. El relato cristiano del origen y el orden del universo se presenta en el Himno
de la Creación. Al estudiarlo, dirigiremos nuestra atención a tres temas principales: (1) Los tipos variados
de interpretación; (2) Los días de la Creación; y, (3) La creación primaria y la creación secundaria.

1. Tipos variados de Interpretación.

El relato mosaico con respecto al origen del universo, incluyendo la tierra y el hombre, se ha interpretado
de varias maneras. Algunos críticos modernos han considerado este relato como algo mitológico, pero ni
su tono ni su contenido permiten que sea considerado como tal. Tanto Jesús como los Apóstoles lo
consideraron como historia sagrada (Mt 19:4). Un segundo tipo de interpretación, el método alegórico,
vino como resultado de la influencia de eruditos del gran
centro educativo griego de Alejandría. Un buen número de padres primitivos de la iglesia adoptaron este
método. Las objeciones a este método son casi las mismas que las del método mitológico. Hay todavía
otro método de interpretación conocido con el nombre de “Hipótesis de visión”. Este considera el relato
de génesis como resultante como una serie de visiones dadas de tal manera que la verdad exacta se
mezcló con el concepto interno del vidente. Esta explicación nunca ha sido aceptada por la iglesia. El
punto de vista cristiano es que el relato mosaico representa la historia verdadera con respecto al origen
del mundo. Jesucristo dijo que era santo y apelo frecuentemente a él como divinamente inspirado. Es por
tanto, para nosotros, la autoridad final aun cuando las demás interpretaciones varían con ella en detalle o
en énfasis.
2. Los días de la Creación.

El relato del génesis con respecto a la creación es primordialmente un documento religioso. No puede
considerarse como una declaración científica, no obstante, no debe considerarse como contradictorio a la
ciencia. La palabra hebrea yom que se traduce en “día” ocurre no en menos de 1,148 veces en el A.T y se
traduce cuando menos en cincuenta términos diferentes incluyendo los de “tiempos”, “vida”, ”hoy”,
”edad”, ”para siempre”, ”continuamente”, y “perpetuamente”. Con un uso flexible del término original
como este, es imposible dogmatizar o demandar restricción completa a cualquiera de aquellos
significados. La mejor exegesis hebrea nunca ha considerado los días del Génesis como días solares, sino
como periodos del día de duración indefinida. La doctrina de un tiempo inmenso anterior a los seis días
de la creación fue un punto de vista común entre los patriarcas y eruditos. San Agustín se refirió a los
periodos como “Días divididos por Dios” en contraste con los días solares o “divididos por el sol”. Afirma
que la palabra “Día” no se aplica a la duración del tiempo, sino a límites de los grandes periodos. Muchos
otros padres de la iglesia, eruditos, doctores judíos y los teólogos modernos, sostienen esta misma
interpretación. Otros escritores, reconociendo que la palabra hebrea “día” o un periodo de tiempo
indefinido, o un periodo definido, dejan la cuestión sin resolver.
3. Creación primaria y Creación secundaria.

El relato mosaico de la creación hace una distinción entre la producción primaria de materia en sentido de
la originario, y la creación secundaria o sea la formación de esta materia por elaboración subsecuente en
un universo ordenado. La creación primaria es directa e inmediata. La creación secundaria es siempre
indirecta y mediata. En aquella, Dios trae a existencia el material primario para construcción; en esta lo
forma y lo modela en objetos específicos. Los dos son considerados como actos creativos de la Deidad; el
uno, directo; el otro, indirecto. Esto se explicara en mayor detalle en la siguiente sección.
F. El orden de la Creación.
Al considerar el orden de la creación tal como se da en el libro de Génesis examinaremos varios tópicos:
(1) La creación primario u originacion; (2) la creación secundaria o la formación; (3) Los periodos
creativos; y, (4) la teoría de la restauración.
1. La creación primaria u originacion: la palabra “creó” se usa tres veces en el relato de Génesis. Es una
traducción de la palabra hebrea bara que significa originacion, o creación de Novo (de nuevo). La palabra
ocurre en los versículos siguientes: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Gn. 1:1). Y creo Dios las
grandes ballenas (el leviatán o los mounstros marinos) (Gn. 1:21). Y creó Dios al hombre a su imagen; a
imagen de Dios lo creó. (Gn. 1:27). Parece evidente que la palabra “creó” tal como se usa aquí, se refiere
al principio de la existencia de las cosas. Todo aquello que vino a existencia no había existido en ningún
tiempo anterior, en ninguna forma.

El doctor Adam Clarke traduce Génesis 1:1 como sigue: “Dios, es el principio creó la substancia de los
cielos y la substancia de la tierra”, esto es, materia prima o primer elemento del cual los cielos y la tierra
fueron formados sucesivamente. El primer paso en la creación fue traer en existencia la substancia
material o materia en su forma o estado caótico e informe.
La segunda originacion fue la de la vida somática o vida del alma, Y Dios creó las grandes ballenas
(mounstros marinos) y toda cosa viva (criaturas) que andan arrastrando (Gn 1:21). Tenemos aquí otra vez
la aparición de una nueva entidad. Se le ha llamado vida somática (de soma, que significa cuerpo). Esta
nueva vida individualizada se da en un cuerpo distinto y separado de la vida difusa que se encuentra en el
reino vegetal. La palabra “alma” tal como se usa en este caso, se refiere a la entidad inmaterial, marcada
por sensación, sentimiento y voluntad, que caracterizo este nuevo orden de creación. La palabra no es
sinónima con el término “espíritu” que se usa para indicar la naturaleza inmaterial del hombre en sus
relaciones a la deidad y al orden moral.
El tercer acto creativo de Dios en sentido de originacion, resulto en la aparición de un ser personal. Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn 1:27). Aquí se
describe la creación de un hombre consiente de sí mismo, de uno que sabe y sabe que sabe. Es un agente
moral libre responsable de sus actos. Es uno que lleva la imagen de Dios.
2. La creación secundaria o la formación. En la sección anterior discutimos la creación en el sentido de
originacion. En esta, tres nuevas entidades: materia, alma y espíritu, vinieron a la existencia. Pero Dios no
solamente es el Creador de los
materiales. Es también el Diseñador o Arquitecto. Crea a través de la formación usando materiales que ya
existen. Crea por medio de la creación misma, aun cuando lo hace así por mandato creativo como el caso
de la originacion.

En el relato del Génesis encontramos una serie de siete actos formativos por los cuales Dios transforma el
material caótico y amorfo, aun cuando preexiste y preparado, en un universo de orden y hermosamente
creado. Estos siete decretos de Dios constituyen su creación secundaria. Son como sigue: (1) Sea la luz
(Gn. 1.3). Esta es la formación de la luz cósmica considerada algunas veces como el calor radiante y la luz.
(2) Haya expansión (o firmamento) (Gn. 1:6). Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar
y descúbrase la seca (Gn. 1:9). (3) Produzca la tierra hierba verde (Gn. 1:11). Tenemos aquí la introducción
de una nueva fuerza dentro de la materia, un elemento vital dando lugar a la materia vitalizada germinal,
y haciendo posible el reino de los objetos vivientes. Notemos que este nuevo elemento viene a existir por
mandato divino, pero no separado de la tierra
Preexistente. Notemos que no se dice, “Haya hierba verde” sino produzca la tierra hierba verde. (4) Sean
lumbreras en la expansión de los cielos (Gn. 1:14). A su debido tiempo, la luz de estas luminarias
proporciona las condiciones necesarias para el desarrollo ulterior en el reino orgánico. (5) Produzcan las
aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. (Gn. 1:20). (6)
Produzca la tierra seres vivientes según su género. (Gn. 1:24). En los actos formativos 5 y 6 se hace
referencia solo a la creación de lo material o a los organismos físicos que contienen las almas vivientes
creadas (en el sentido de originacion) en este punto, (Gn 1:21) en el plan creativo. (7) Hagamos al hombre
(Gn. 1:26). Aun en este caso, el acto formativo no es exactamente paralelo a los precedentes. En lugar de,
“Produzca la tierra al hombre”, se dice: Hagamos al hombre. La palabra formativa hagamos se refiere al
cuerpo material del hombre y lo entrelaza, o establece una relación entre él y el universo físico. En la
palabra “creó” (Gn. 1:27), tal como se ha notado anteriormente, encontramos la originacion del ser
espiritual del hombre a la imagen y semejanza de Dios. Es evidente un orden natural y lógico en los varios
periodos del desarrollo formativo. Cada paso prepara el camino para los pasos subsecuentes. El todo
encuentra su punto culminante en la expresión siguiente: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí
que era bueno en gran manera… (Gn. 1:31).
3. Los periodos creativos. Quizá la cuestión más importante en el relato mosaico con respecto a la
creación sea el arreglo ordenado en periodos y estados conocidos como días creativos. En el sentido de
originacion, la creación es instantánea; pero como formación, es gradual y acumulativa. Hay una
revelación progresiva en una escala ascendente de actos creadores. Cada estado es preparatorio al que le
sucederá, y a la vez una profecía de lo que le seguirá.

El estudio del relato de Génesis revela ciertos hechos que adquieren mayor significado con cada
descubrimiento científico nuevo. Primero, hay dos grandes eras mencionada, cada una con tres días
creativos. La era Inorgánica y la era Orgánica. Segundo, cada una de estas grandes eras principia con la
aparición de la luz, la primera con la
creación de la luz cósmica; y la otra con la luz que emanó de las lumbreras creadas. Tercero, cada una de
estas eras termina con un día en el cual se completa un trabajo dual. El primero es el acto de completar y
perfeccionar, o sea lo que precede y el segundo es una profecía de lo que será. Este arreglo se puede
poner en forma de esquema como sigue:
La Era Inorgánica
1er día, La luz cósmica
2do día, El firmamento (el agua y la atmosfera)
3er día, La tierra seca (o sea la división entre mar y tierra)
La creación de la vegetación (Transicional y profética)
La Era Orgánica
4to día, Las lumbreras
5to día, Los animales de tipo inferior (los peces y las aves)
6to día, Los animales de la tierra
La creación del hombre (transicional y profético)
La creación de la vegetación que por razones físicas pertenece al tercer día, es la culminación de la era
inorgánica y la profecía de la era orgánica que le sigue inmediatamente. Podemos decir también que el
hombre, la culminación de la obra del sexto día, es de la misma manera profética de otro aeon, la nueva
edad en que la voluntad de Dios será hecha en la tierra de la misma manera que se hace el cielo.
Con los frecuentes descubrimientos de la ciencia, el relato del Génesis vino a ser el punto central de
discusión por quienes parecían ser autoridades en su campo de investigación. Pero los cristianos,
eminentes también en la ciencia, después de un estudio e investigación prolongada, declararon que no
solamente había conflicto entre el Génesis y la ciencia moderna, sino que había un paralelo muy notable
entre ellos. Hugh Miller, eminente en geología, no encontró ninguna cosa fuera de orden por lo que se
refiere a los hechos del relato de Génesis. Los profesores Winchell, Dana, Guyot y Dawson, entre los
primeros hombres de ciencia, sostuvieron que el orden de los eventos en la cosmología escritural
corresponde esencialmente a los descubrimientos de la ciencia moderna. Sir William Ramsay declaró:
“Entre la verdad esencial del cristianismo y los actos establecidos de la ciencia no hay antagonismo real”.
Cuando uno se orienta a si mismo al primer día de la creación, los demás días le siguen en orden científico
y exacto. Estos periodos de tiempo nunca han sido arreglados por los científicos en ninguna otra manera
básica que la que se encuentra en el primer capítulo del Génesis. El mandato creativo, en su expresión
triple en el primer capítulo del Génesis, es suficiente explicación para el ser, viviente o no viviente, y con
los descubrimientos frecuentes de la ciencia se prueba cada día por los eruditos más grandes de la tierra.
4. La Teoría de la restauración. A fin de dar una explicación a los periodos geológicos, muchos eruditos
cristianos interpretan el primer verso del relato creador, como una declaración introductoria sin
referencia al orden del tiempo. Se cree que paso
un inmenso intervalo de tiempo entre esto y los eventos que se encuentran en los versículos siguientes.
De esta manera, los periodos creativos de más duración que demanda la geología, se explican sin
considerar los días del Génesis más que como días solares de veinticuatro horas.

Estrechamente relacionado a lo anterior se encuentra la Teoría de la Restauración que se acepta en más o


menos grado en la Iglesia. De acuerdo con este punto de vista, la declaración introductoria, En el principio
creó Dios los cielos y la tierra, representa una creación inicial y perfecta. La siguiente declaración, Y la
tierra estaba desordenada y vacía (sin forma y vacua) y las tinieblas estaban sobre la haz del abismo, se
considera como refiriéndose a una gran catástrofe en la que todo lo que había en la tierra estaba
destruido. Después de un periodo de tiempo indeterminado, Dios volvió a crear la tierra, revivificándola
en una semana de días solares. Para probar este punto de vista se repiten las palabras de Isaías cuando
dice, Dios, el que formo la tierra, el que la hizo y la compuso; no la creó en vano (esto es, no la creo para
que fuera un desperdicio), para que fuese habitada la creó. (Is. 25:18).
G. El propósito de la creación

El termino aeon (“edad” o “mundo”) se usa para describir la sucesión de épocas y periodos a través de las
edades e incluye tanto los aspectos físicos como los éticos del mundo. El primer aeon fue aquel periodo
indefinido formativo que antecede a los cielos y tierra actuales. Este periodo fue caracterizado por el caos
de las edades geológicas, y por la confusión moral y espiritual resultante de la apostasía de una gran
porción de ángeles del cielo.
La segunda edad es la del régimen del presente. Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que al final
de cuentas muchas de las agencias poderosas que ahora se encuentran cautivas, por decirlo así, serán
puestas en libertad. El resultado se convertirá en cambios drásticos, y en la aparición de una nueva tierra
y un nuevo cielo. San Pedro describe esos cambios cataclístico como sigue: Pero el día del Señor vendrá
como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo
serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han
de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y
apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán!
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
(2 Pedro 3:10-13). Desde el punto de vista espiritual y ético, la edad presente ha sido caracterizada por
dos eventos principales: La caída del hombre en el pecado, y la encarnación gloriosa de Jesucristo a fin de
que el hombre pudiera tener un nuevo principio espiritual.
El tercer aeon principiara con la segunda venida de Cristo quien será el que introducirá la era venidera.
Desde el punto de vista del aspecto físico, la nueva edad encontrará su expresión en un nuevo cielo y en
una nueva tierra. En el plano de lo ético y de lo moral, será una edad libre del pecado y de todo desorden
moral.
Es así como la teología encuentra el propósito último de la creación en el reino de Dios. Este reino es
desde luego, una posesión presente de justicia y paz, y gozo por el Espíritu Santo (Romanos 14:17), y una
esperanza futura. Jesucristo mismo fue la representación perfecta de los principios sobre los cuales
descansa el reinado. Por medio de su obra redentora los hombres pueden ser librados del pecado; con la
fruición completa de este trabajo, su pueblo será librado de las consecuencias del pecado. En la era
venidera, su reinado principiara como la realización completa de los ideales éticos y espirituales más
elevados del individuo. En un sentido último, por tanto, la creación física encuentra su significado en las
aspiraciones éticas y espirituales y en las posibilidades del hombre al encontrar éstas su satisfacción plena
en el reinado de Dios totalmente establecido.
ANTROPOLOGIA
CAPITULO IX
I. EL ORIGEN DEL HOMBRE
J.
A. La naturaleza de la antropología.

La antropología es la ciencia del hombre. Como ciencia, trata con cuestiones relacionadas al hombre
primitivo, la distinción de razas, y los factores que entran en el desarrollo y progreso del hombre. En un
sentido teológico, el término se limita al estudio del hombre en sus aspectos moral y religioso, con énfasis
particular en el estado del hombre antes de la caída. Para comprender estos problemas necesitamos
examinar ciertos temas que se relacionan más especialmente a la antropología en su definición más
amplia como ciencia. En los asuntos a los cuales dedicaremos alguna atención se encuentra en los
siguientes; (1) el origen del hombre; (2) los elementos constitutivos de la naturaleza humana; (3) la
unidad de la raza humana y su comunidad de origen; (4) el origen del alma; (5) la imagen de Dios en el
hombre; y, (6) la naturaleza de la santidad primitiva.
B. Los dos relatos Escriturales de la creación del hombre.

Aparte de la revelación divina, el hombre ha tenido solamente teorías mitológicas vagas con respecto a su
origen. Los hombres se han considerado a sí mismos con frecuencia como nacidos de la tierra, emanados
de las rocas, de los árboles, de los animales silvestres, de los dioses, o evolucionando de algunas ciertas
formas inferiores de la vida. La revelación encontrada en La Santa Biblia debe ser nuestra autoridad con
respecto al origen de la humanidad. El único relato autoritario con respecto al origen del hombre que
nosotros poseemos es el que se encuentra en los capítulos primero y segundo del libro de Génesis.
1. El primer relato de la creación del hombre.

En el primero de estos dos relatos escriturales del origen del hombre encontramos el mandato creativo
de la Deidad. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. La creación del hombre representa y es,
la culminación de todos los actos creativos
anteriores. Este conectado inmediatamente a estos actos precedentes como la culminación de la
creación, y es distinto de ellos como un nuevo orden de existencia. La creación del hombre fue el fin hacia
el cual todas las otras creaciones señalaron. Dios había preparado providencialmente todas las cosas para
el sostenimiento y el gozo del hombre. Todo esto fue arreglado para el desarrollo perfecto del hombre de
acuerdo con el ideal divino.
2. El segundo relato de la creación del hombre.

El segundo y más elaborado relato del origen del hombre se encuentra en Génesis 2:4-35. Fue dado con el
fin de que fuera el punto de partida para toda consideración especifica con respecto a la historia personal
del hombre. Encontramos aquí un acto creativo dual, Formó pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la
tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente (Gn 2:7). El primero de estos
actos creativos consiste en la formación del cuerpo del hombre del polvo de la tierra y las substancias
químicas que lo componen. La palabra “Formó” encierra la idea de la creación resultante de materiales
preexistentes. No hay ninguna inferencia que sostenga el punto de vista evolucionista del desarrollo lento
del hombre de un determinado reino animal inferior. Al momento que el polvo dejo de ser polvo, existió
como carne y hueso y constituyo el cuerpo humano. Sin embargo, este relato nos enseña que en un
aspecto de su ser, el hombre está relacionado con la naturaleza; y que en este lado inferior él es la
culminación del reino animal, y representa su perfección tanto en estructura como en forma.
Pero la cuestión distintiva en la creación del hombre se encuentra en la declaración siguiente: Alentó en
su nariz soplo de vida, y fue el hombre en alma viviente. Aquí encontramos una creación única, nueva, no
una mera formación. Dios hizo al hombre un espíritu, una persona, un ser consiente de sí mismo y
determinante de sí mismo. Por el aliento divino, el hombre vino a ser espíritu inmortal.

C. El Origen de la Mujer.
En Génesis 2:21-23, tenemos un relato del proceso por medio del cual el hombre genérico fue
elaborado en dos sexos. Esta declaración ha sido una fuente de perplejidad para muchos comentaristas, y se
han sugerido muchas teorías en su afán de interpretarlo. San Pablo nos dice que Adam fue formado el primero
y después Eva (13 Timoteo 2: 13). Con esto quiso decir que el hombre fue perfeccionado primero, y de él, Dios
tomó aquello con lo que hizo a la mujer. Este hecho se reconoció por Adam cuando dijo, Esto es ahora hueso
de mis huesos, y carne de mi carne: esta será llamada Varona, parque del varón fue tomada (Génesis 2:23).
La traducción de la palabra hebrea “Costilla” en el relato del Génesis no es correcta, que digamos. La
palabra original se encuentra cuarenta y dos veces en el Antiguo Testamento y en ninguna otra ocasión se ha
traducido en “costilla” Se traduce generalmente como “costado” o “lados.” El relato bíblico enseña
claramente que todo individuo de la raza incluyendo a la primera madre, tiene su representante ante tipo en
el primer hombre. Este aspecto genérico de la creación del hombre se presenta no solo desde el punto de vista
físico, sino como formando también la base de la estructura social en la relación matrimonial. San Pablo hace
cierta elaboración sobre este as pecto del relato del Génesis, y nos da uno de los símbolos más significativos y
hermosos de la relación entre Cristo y su Iglesia (Efesios 5:23-32).

D. La Unidad de la Raza y su Comunidad de Origen


Las Sagradas Escrituras afirman tanto la unidad de la raza como su comunidad de origen. La palabra
“Adam” en un tiempo fue el nombre de un individuo y de una familia un nombre personal del primer hombre y
el nombre genérico de la humanidad. San Pablo declara que, Y de una sangre Iza hecho todo el linaje de los
hombres, para que habitase sobre toda la faz de la tierra (Actos 17: 26). Con el establecimiento de la primera
pareja, la Biblia enseña que todas las razas de la humanidad han descendido de ellos (Génesis 3:20). La
evidencia científica tiende a sostener el punto de vista escritural de la unidad de la raza y su comunidad de
origen. Entre las líneas de evidencia que sostienen estos se encuentra lo siguiente: (1) similaridad de
características físicas encontradas en todos los pueblos; (2) similaridad de características mentales;
tendencias, y capacidades; (3) principios similares, básicos a todo lenguaje; y, (4) una vida religiosa básica y
común con las tradiciones que indican un lugar permanente también común y una unidad de vida religiosa. Se
considera ya como juicio dictado de la ciencia, basado en una riqueza de evidencia acumulativa, que las razas
de la humanidad han _tenido un punto común de origen en algún lugar determinado en alguna parte del
cercano oriente, probablemente en la Mesopotamia.

II. LA NATURALEZA DEL HOMBRE


A. Los Elementos Constitutivos de la Naturaleza Humana.
La posición dual del hombre, como parte de la naturaleza al mismo tiempo que un espíritu libre de
naturaleza transcendental, da lugar a ciertas cuestiones intrincadas con respecto a los elementos que
constituyen su personalidad. Una de las principales teorías con respecto a este asunto son la Dicotamía y la T
Tricotomía ya sea que se considere al hombre como una entidad dual o en un aspecto triple.

1. La Teoría de la Dicotomía. Este punto de vista sostiene que el hombre se compone de dos clases de
esencia una porción material (el cuerpo) y una porción inmaterial (el alma o espíritu). El Dicotomista insiste en
que el hombre se compone de dos elementos distintos o substancias la materia y la mente, o sea lo material y
lo espiritual. Generalmente se hace una distinción entre el alma y el espíritu. Cuando se considera como una
facultad que anima el organismo físico o que conecta a la personalidad con el mundo de los sentidos, a la
porción inmaterial del hombre se le llama alma; y cuando se considera como un agente moral o racional
conectando a la personalidad con el mundo de la fe, se le llama espíritu. El doctor Strong compara la porción
inmaterial del hombre a la estructura superior de una casa, pero cuyas ventanas ven a dos direcciones, unas
hacia la tierra y otras hacia el cielo.
2. La Teoría de la Tricotomía. Esta teoría sostiene que el hombre consiste de tres elementos
constitutivos principales: el espíritu racional; el alma animal, y el cuerpo. Una gran Variedad de pasajes
escriturales, especialmente en el Nuevo Testamento, parecen indicar que la naturaleza del hombre es triple. Es
así como San Pablo oró porque Vuestro espíritu, alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión (1°
Tesalonicenses 5:23). Se sostiene generalmente que tales expresiones fueron usadas para expresar la totalidad
del ser de la naturaleza del hombre. Tal clase de uso era común en la iglesia primitiva, siendo un derivado de la
filosofía platónica.
En tanto que las Escrituras parecen apoyar la teoría de la dicotomía, parece evidente el uso de una
tricotomía práctica tanto en la conversación ordinaria como en el' uso escritura]. No obstante, debe
recordarse, que el cuerpo, el alma y el espíritu, se unen generalmente para formar una personalidad integrada
que funciona como unidad.

B. El Estado Primitivo del Hombre.


Las Escrituras no apoyan el punto de vista evolucionista que afirma que el estado primitivo del hombre
era de barbarie, habiendo salido de este estado por un proceso lento de desarrollo a un estado de civilización.
En lugar de
esto, la Biblia enseña que el hombre fué creado original mente en un estado de madurez y perfección. Esta
perfección no fué tal que evitara un progreso o desarrollo, sino que debe entenderse en el sentido de una
adaptación propia al fin para el cual fué creado. Por lo que se refiere a la madurez, las Escrituras se oponen de
manera inequívoca & la enseñanza que considera al hombre primitivo como el compuesto de una condición
física un tanto ruda y de una mentalidad inferior, formándose para si un lenguaje propio y despertando
gradualmente a los conceptos morales y religiosos. Para los cristianos el punto de vista escritural a este
respecto es decisivo.
El relato bíblico desafía también la hipótesis evolucionista por lo que se refiere a la antigüedad del
hombre. En tanto que el evolucionista presupone la necesidad de incontables millones de años a fin de dar
tiempo para 'el desarrollo del hombre, las Escrituras enseñan que sola mente fueron suficientes unos cuantos
miles de años. Las cronologías aceptadas, por ejemplo, la de Ussher y Hales, difieren un tanto, porque las
genealogías en las que se basan son variables. Sin embargo, parece que la creación del hombre en los milenios
V y VI antes de Cristo, tal como se presupone por estas cronologías, serían tiempo suficiente para todos los
desarrollos raciales y lingüísticos, así como para el aumento de población a su nivel presente.

C. El Origen del Alma.


Los hombres como ¨personas¨ son separados y distintos el uno del otro, y así debe ser. No obstante,
cada uno por, separado está poseído de una naturaleza humana común, y juntos forman un organismo
viviente, que constituye la raza humana. El hombre es tanto un individuo como un ser racial. La relación de
tales individuos a la raza es un problema filosófico a la vez que teológico. El cuerpo se propaga por la raza a
través de los padres, pero, ¿qué es lo que tenemos que decir con respecto al origen del alma? Esta cuestión no
solamente se relaciona a la naturaleza del hombre, sino que también incluye el alcance al cual Dios es
inmanente en el proceso natural de la propagación de la raza. Examinaremos brevemente tres teorías con
respecto al origen de las almas, que han dominado el pensamiento general de la Iglesia: (1) La Teoría de la
Preexistencia de las Almas; (2) La Teoría del Creacionismo; y, (3) La Teoría de la Propagación.
1. La Teoría de la Preexistencia de las Almas. Este punto de vista fué el resultado de la filosofía
Platónica, y resultó en un número de opiniones herejes en la Iglesia Primitiva. Se sostuvo por ciertos teólogos
quienes explicaron de esta manera la posesión de ideas por el alma que no podría ser derivada del mundo de
los sentidos. Orígenes, quien es el mejor representante de esta teoría, parece estar interesado en la disparidad
de condiciones bajo las cuales los hombres vienen a este mundo, y trató de resolverla por el carácter de su
pecado en un estado previo. En tiempos modernos la teoría ha reaparecido como una explicación de la
depravación innata. Se contiende por algunos que solo un acto auto determinado en un estado previo de ser,
podía resultar en esta condición innata.
2. La Teoría Creacionista. Esta teoría sostiene que Dios crea cada alma humana, y que el cuerpo es
propagado por los padres. Esta teoría parece estar perfectamente relacionada con los intentos de recalcar la
importancia del individuo en contraposición con la continuidad y solidaridad racial. Este es el énfasis
característico de la Iglesia Romana y de la Iglesia Reformada. El Creacionismo se asocia algunas veces a la
tricotomía y a veces a la dicotomía. En el primer caso, se considera al espíritu como la creación directa de Dios,
sosteniendo que el alma se propaga juntamente con el cuerpo. Cuando se conecta o relaciona con la
dicotomía, se sostiene que el cuerpo es el que se propaga por la raza, y que Dios crea inmediata mente el
espíritu o el alma.
3. La Teoría de la Propagación. Esta teoría asegura que las almas de los hombres, así como sus cuerpos
derivan de los padres. Se sostiene que las nuevas almas se derivan del alma de Adán de la misma manera que
los pámpanos de una vid o los retoños de un árbol. La teoría ha tenido aceptación amplia en las iglesias
protestantes. Implica que la raza fué creada inmediatamente en Adán, tanto con respecto al cuerpo como con
respecto al alma, y que ambas son propagadas por la generación natural. Así que la expresión Adán…engendró
un hijo a su semejanza, se interpreta como queriendo decir que el hombre considerado en su totalidad es
quien engendra y es engendrado. Esta teoría parece proporcionar _la mejor explicación para la transmisión
del. pecado original o de la depravación. Entre los teólogos Arminianos no se le da grande importancia a la
cuestión relacionada con el origen de las almas.

D. La Imagen de Dios en el Hombre.


La nota distintiva en el relato escritural del origen del hombre es que fué creado a la imagen de Dios.
Esto le hace diferente de los órdenes inferiores de la creación, y al mismo tiempo lo relaciona inmediatamente
con el mundo espiritual. Para comprender más de lleno lo que 'se quiere decir con la expresión imagen de Dios
convendrá que dividamos nuestro estudio en (1) La Imagen Natural de Dios; y, (Z) La Imagen Moral de Dios.
1 La Imagen Natural de Dios en el Hombre, Esto hace referencia a la condición original del hombre por
lo que respecta a aquello que lo hace un hombre, y por ello mismo lo distingue de los animales de la creación
de tipo inferior. Esto puede resumirse con propiedad en el término ¨personalidad. ¨ Por virtud de su
personalidad, el hombre posee ciertos poderes, facultades y características. Entre estos se encuentran los
siguientes tres de significación esencial: espiritualidad conocimiento e inmortalidad. La espiritualidad es el
¡echo más profundo en la semejanza del hombre para con Dios. Santiago habla de los hombres, hechos a la
semejanza de Dios (Santiago 3:9), implicando por ello mismo la indestructibilidad de la imagen natural de Dios
'en el hombre. El espíritu en el hombre es como el espíritu en Dios, el uno finito y el otro infinito. La naturaleza
espiritual misma es la semejanza de Dios.
Las facultades cognoscitivas del hombre pertenecen también a la naturaleza original en la que fué
creado. El conocimiento, tanto en su aspecto moral como en su aspecto intelectual, se incluye en esta imagen
original. Sin embargo, el conocimiento en su sentido intelectual pertenece a la imagen natural, en tanto que el
conocimiento como una cualidad espiritual y ética pertenece a la imagen moral del hombre.
Las Escrituras enseñan y la Iglesia ha sostenido, que el hombre fué creado inmortal y que la muerte
entró como consecuencia del pecado. Ha habido muchas teorías con respecto a que si el cuerpo del hombre
fué creado in mortal 0 no. Algunos han sostenido que el cuerpo fué naturalmente mortal. Otros han enseñado
que el hombre era inmortal, pero que en su constitución original se hicieron provisiones por las cuales su
cuerpo material adquiriera una espiritualización ya fuera ésta gradual o instantánea. Por lo que respecta a la
inmortalidad del espíritu del hombre, la Iglesia ha sostenido siempre que la inmortalidad pertenece a la
esencia misma del alma. El espíritu es en sí la persona, y la personalidad humana es inmortal. El
protestantismo ha sostenido de manera uniforme que la vida eterna como un don de Cristo no se aplica a la
existencia como tal, sino a la cualidad de esa existencia. El alma tiene existencia no importa el estado o
cualidad de esa existencia ya sea que la llamemos vida o muerte. Puede existir en un estado de pecado y
muerte, o en un estado de vida y de justicia, ya sea en este mundo o en el mundo de lo por venir. '
2. La Imagen Moral de Dios en el Hombre. Mientras que la imagen natural de Dios en el hombre puede
resumirse en la palabra ¨personalidad, ¨ la imagen moral puede resumirse en la palabra ¨santidad. ¨ Lo
primero tiene que ver con las facultades dadas al hombre; lo segundo tiene que ver con el uso de estas
facultades o la dirección dada a estos poderes. La imagen natural nunca se pierde en ningún individuo, la
imagen moral es susceptible de perder se. La imagen moral, la semejanza moral del hombre para con Dios,
tiene referencia en este caso a las disposiciones de carácter y tendencias dentro del hombre. Tiene que ver
con el carácter o cualidad de la personalidad la rectitud o falta de rectitud del uso de las facultades con que se
ha dotado al individuo. La imagen moral da al hombre su capacidad moral y hace posible un carácter santo.
Está estrechamente relacionada con la idea de santidad primitiva que se considerará más adelante.
E. La Naturaleza de la Santidad Primitiva.
El hombre fué creado santo. Esta santidad consistió en una inclinación instantánea o tendencia hacia
lo bueno --un carácter interno o inclinación interior que siempre respondía a lo recto. Esto incluyó también un
entendimiento claro de Dios y de las cosas espirituales. Podemos hacer tres observaciones con respecto a este
estado de santidad primitiva: (1) no fué una mera posibilidad de santidad; (2) no fué una santidad ética, y, (3)
fué un estado caracterizado por la presencia continua del Espíritu Santo. '
1. No Una Mera Posibilidad de Santidad. Una mera posibilidad de santidad hubiera sido un estado
puramente negativo una naturaleza libre de virtud, así como de pe cado. Tal concepto relacionado al estado
original de Adán nos llevaría naturalmente a la negación de la depravación heredada en sus descendientes. Es
mejor admitir, como ya se ha notado, que este estado de santidad primitiva fué una actitud positiva del alma.
Fué caracterizada por una tendencia espontánea a obedecer lo recto y rehusar lo malo.
2. No una Santidad Ética. El estado de Adán en que fué creado fué de santidad, pero éste no poseía
ninguna cualidad ética verdadera. Esta santidad primitiva no resultó de los escogimientos morales de Adán. Él
no era responsable de este estado, y, por tanto, no era de atribuírsele ninguna recompensa o mérito. Fué una
santidad de naturaleza más bien que una santidad de adquisición personal. Tal como Juan Wesley declaró, ¨Un
hombre puede ser justo antes de que haga lo que es justo, santo en corazón antes de que sea considerado
santo en la vida. ¨ Tal fué el caso con Adán.
3. La Presencia del Espíritu Santo. Adán no solamente poseía un estado interno que respondía
espontáneamente a lo recto, sino que el Espíritu Santo estaba siempre presente y operaba en su vida. Gozó
una comunión bendita e íntima con su Hacedor. El Espíritu divino le reveló un conocimiento de Dios y le
impelía siempre a hacer lo recto. La presencia del Espíritu Santo fué, en este caso, un elemento original y
permanente en la santidad del hombre. Solamente así, como el doctor Miley señala, pue de uno darse cuenta
de la verdadera naturaleza de la depravación humana. La caída del hombre no solo fué una pérdida del estado
subjetivo de la santidad, sino que también incluyó la corrupción de la naturaleza del hombre por causa de la
operación de influencias que fueron el resultado de la separación del Espíritu Santo. El relato escritura] de la
creación termina con una declaración de aprobación divina: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que
era bueno (Génesis 1:31). Esto expresa la divina aprobación de la rectitud moral del hombre por la creación y
no se refiere en ningún caso a la conducta del hombre subsecuente a esta creación.

CUESTIONARIO PARA ESTUDIO


1. ¿Cuáles son los temas principales que se incluyen al estudiar la antropología?
2. ¿Cuáles son los dos relatos con respecto al origen del hombre según el libro del Génesis? Defina usted el
propósito dc cada uno de ellos.
3. Explique usted cuidadosamente la teoría de la dicotomía y la teoría de la tricotomía por lo que respecta a la
naturaleza del hombre. ¿Qué es lo que las Sagradas Escrituras enseñan en este sentido?
4. ¿Cuáles son las teorías principales concernientes al origen del alma? ¿Cuál de ellas parece proporcionar la
mejor base para la transmisión de la depravación o pecado original?
5. Distinga usted cuidadosamente entre la imagen natural y la imagen moral de Dios en el hombre.
6. Describa usted ampliamente los varios aspectos de la santidad primitiva. ¿Por qué es importante el
definirse claramente en este punto?

CAPITULO X
LA DOCTRINA DEL PECADO.
En toda religión hay una verdad o un error principal que, como primer eslabón de una cadena,
necesariamente lleva consigo todas aquellas porciones con las que se encuentra esencialmente conectado.
Este principio importante en el cristianismo. es la doctrina de nuestro estado perdido y corrupto; pues que, si
el hombre no estuviera enemistado con su Creador, ¿para qué se necesitaría un Mediador entre Dios y a? Si no
es una criatura depravada e indigna, ¿qué necesidad habría de un Restaurador y Precioso Salvador como el
Hijo de Dios? Si no se encuentra esclavizado por el pecado, ¿por qué fué redimido por Jesucristo? Si no es
inmundo, ¿por qué ha de ser lavado en la sangre del Cordero inmaculado? Si su alma no está enferma, ¿por
qué ha de necesitar de un Médico divino? Si no es un cuitado y miserable, ¿por qué se le invita continuamente
a asegurarse de la ayuda y consolación del Espíritu Santo? En una palabra: Si no es nacido en pecado, ¿por qué
es el nuevo nacimiento tan absolutamente necesario al grado de que Cristo declare en una de sus
aseveraciones más solemnes que sin este nuevo nacimiento ninguno podrá ver el Reino de Dios?
- Fletcher De Madeley

La Hamartiología, o doctrina del pecado, se considera frecuentemente como una rama de la


Antropología, la ciencia del hombre. Como tal tiene que ver con el hombre en su estado caído. La palabra
¨Hamartiología¨ deriva de uno de los muchos términos griegos usados para expresar la idea del pecado –
Hamartia. El término es aplicable al pecado ya sea éste considerado como acto o como un estado o condición.
Significa una desviación del fin o el modo señalado por Dios. El hecho del pecado es fundamental en la teología
cristiana. En vista de que el cristianismo es una religión de redención, está grandemente influenciado por cual
quiera variación del punto de vista bíblico concerniente a la naturaleza del pecado. Por ejemplo, cualquier
tendencia a empequeñecer la seriedad del pecado tiene sus con secuencias en un punto de vista menos
exaltado de la Persona y obra del Redentor. Las tres verdades centrales grandiosas de la Biblia - Dios, el
pecado y la redención - están de tal manera entrelazadas que los puntos de vista básicos sostenidos en
relación con cualquiera de ellos influencian profundamente a los otros dos. De esa manera se revela e ilustra la
relación vital y orgánica que existe entre las doctrinas cristianas.

I. LA TENTACION Y CAIDA DEL HOMBRE

A. El Relato del Génesis con Respecto a la Caída del Hombre.


El relato del estado probatorio del hombre y su caída, que se encuentra en Génesis 3:1-24 es una
descripción inspirada de un hecho histórico unido a un simbolismo profundo y rico. Todo intento, para
demostrar que consiste de una serie de mitos, 0 que es un relato alegórico, fracasa ante la evidencia de que es
una porción integral de una narración histórica y continua. El relato se considera histórico a través del Antiguo
y Nuevo Testamentos. Nuestro Señor se refirió de una manera indirecta a la caída, (Mateo 19z4, S; Juan 8:44);
pero San Pablo cita claramente el relato del Génesis como algo histórico (2° Corintios 11:3; 1° Timoteo 2:13-
14). Hay también en el Antiguo Testamento alusiones innegables a la caída (Job 31:33; Oseas 6:7).
Sin duda, este relato histórico de la caída contiene un elemento de simbolismo inmenso. Las
condiciones de la historia del hombre mientras estaba en el paraíso, estaban teñidas por un cierto grado de
unicidad que era probablemente más comprensible a nuestros primeros padres que a nosotros. Tales hechos
como el jardín resguardado, el árbol sacramental de la vida, el árbol místico del conocimiento, el
mandamiento positivo representando a toda la ley, la forma de la serpiente como el tentador, y las es padas
como de fuego que servían para resguardar el Edén, - todos eran emblemas que poseían un significado
profundo espiritual. Pero a la vez que emblemas, eran hechos. Al defender el carácter histórico del relato
mosaico de la caída, no debemos dejar de hacer justicia a su simbolismo riquísimo.
La interpretación del relato bíblico de la tentación del hombre en la caída ha ocasionado considerable
controversia en la iglesia. Notemos brevemente las siguientes cuestiones en el relato. (1) El jardín del Edén. Se
nos dice que, Había Jehová Dios plantado un huerto en Edén al Oriente y puso allí al hombre que había
formado (Génesis 2:8). Aquí tenemos un medio ambiente especial de signado como un lugar propio para el
período probatorio de la primera pareja. (2) El árbol de la vida. Este árbol no solamente representa la
comunicación de la vida divina al hombre; sino que también demuestra la dependencia constante del hombre
en Dios. Posiblemente, como el doctor Adam Clarke sugiere, se quiso que el árbol de la vida fuera un emblema
de aquella vida que el hombre debe vivir siempre, mientras tanto continuara en obediencia a su Hacedor. (3)
El árbol de la ciencia del bien y del mal Este representa un conocimiento con respecto al mal, no un
conocimiento del mal en una experiencia personal. El mandamiento de Dios con referencia a su fruto fué un
recordatorio constante de la posición del hombre como siervo y como mayordomo. Llamaba la atención a las
obligaciones morales que él debía a su Hacedor. (4) La serpiente. Esta figura mística ha sido ocasión de mucha
especulación. El punto de vista más generalmente aceptado es que la serpiente fué uno de los animales
creados en un plano más alto y que Satanás usó como instrumento en asegurarse la atención de Eva y en
hacer posible la conversación con ella. Como quiera que sea, dos cosas son evidentes: el hombre fué tentado
por un ser espiritual externo a él mismo; y, la figura mística de la serpiente proporcionaba la instrumentalidad
por medio de la cual el Tentador ganó acceso a nuestros primeros padres.

B. La Necesidad del Estado Probatorio del Hombre.


Si Dios iba a ser glorificado por el servicio voluntario del hombre éste debería ser puesto en estado probatorio,
sujeto a tentación, a riesgo del costo inevitable de la posibilidad del pecado. La tentación fué permitida porque
de ninguna otra manera podría probarse y perfeccionarse la obediencia humana. La cuestión que resulta
inmediatamente es esta: ¿Cómo fué posible que un ser santo pudiera pecar? Adán fué creado santo, de esto
no hay duda, pero también fué dotado de la facultad de escoger libremente entre las alternativas morales. Por
medio de este libre albedrío, su estado de santidad podría perderse. La posición bíblica a este respecto está.
tan claramente ex puesta en la confesión de Westminster como sigue: Dios crio al hombre varón y hembra,
con justicia y verdadera santidad, teniendo la ley de Dios escrita en sus corazones, facultades para cumplirla:
sin embargo, bajo una posibilidad de transgresión, siendo expuesto a la libertad de su propio albedrío, que
estaba sujeto a cambio. La voluntad de Adán era santa estaba inclinada hacia lo recto. Sin embargo, tenía el
poder de cambiar su curso y de moverse en dirección opuesta, siendo esto el resultado único de su propia
determinación.
El hombre, por su constitución misma, es un ser consciente y de determinación propia. Es un agente
moral libre, de aquí que tenga una capacidad para la acción moral. Esta acción moral demanda a su vez una
ley, por la cual se determina el carácter una ley que pue a ser desobedecida u obedecida por el individuo. De
otra manera no sería una cualidad moral, puesto que ni a la obediencia y ni a la desobediencia podría
achacársele ninguna alabanza o culpa. Esto destruiría el carácter del agente moral. Es evidente, por tanto, que
el poder para obedecer o desobedecer es un elemento esencial en un ser moral, de aquí que Dios pudo haber
prevenido la caída solamente por medio de la destrucción del libre albedrío del individuo.
A pesar de la santidad del hombre, existían en él ciertas susceptibilidades al pecado. Primero, poseía
ciertos deseos físicos que, aun cuando legales en sí mismos, pudieron ser la ocasión del pecado. Además,
desde el punto de vista más elevado o espiritual de su ser, el hombre se volvió impaciente debido al proceso
lento de la Providencia divina, haciéndose así susceptible a las sugestiones que tenían por objeto apresurar el
cumplimento de los propósitos divinos. El uso de medios falsos para alcanzar medios buenos es parte de lo
engañoso del pecado.
La ocasión de la tentación fué el árbol de la ciencia del bien y del mal que el Señor Dios había puesto
en medio del jardín. El fruto de este árbol era prohibido. Posible mente el árbol servía para recordar al hombre
que algunas cosas podían hacerse en tanto que otras no, y que el hombre estaba bajo la necesidad de ejercitar
constante mente sus escogimientos sabios.
El agente de la tentación fué la serpiente, quien, como espíritu engañoso, presentó los dones de Dios
a la luz de un entendimiento falso. Satanás no tenía nada que ofrecer, así que tenía que tentar al hombre
solamente por medio del uso engañoso de los dones de Dios. Lo engañoso del pecado aparece
inmediatamente. A la luz de colores falsos, la tentación tomó la forma de algo bueno, un alimento agradable al
ojo, algo, que debería ser deseado para hacerse sabio. Llevado por el deseo de pensar en ello como una
gratificación posible, lo bueno parecía ser aquello mismo que Dios deseaba proporcionar, y en vista de que la
sabiduría era algo deseable en los seres inteligentes, su aumento haría que el hombre fuera más semejante a
Dios Satanás inyectó inmediatamente la duda, ¿Con que Dios ha dicho? En la brillantez falsa del fruto
irradiador, la verdad quedó obscurecida ¿Acaso Dios realmente trataba de prohibir el uso de ese fruto?
¿Cumpliría sus amenazas? o ¿Intentaba que sus admoniciones fueran efectivas en prohibir su uso? La
consecuencia queda claramente esclarecida en una frase pequeña: Y tomó el fruto, y comió; y dio también a su
marido, el cual comió, así como ella (Génesis 3:6).
C. La Caída del Hombre.
El pecado principio en la auto separación de la voluntad del hombre y la voluntad de Dios. Cuando esta
duda, Con que Dios ha dicho, encontró recepción en el pensamiento del hombre, el pecado tuvo su origen en
la raza. Con la inyección de esta duda, el deseo para el conocimiento legítimo vino a ser el deseo para el
conocimiento ilegítimo el de ser sabios como dioses. Tal deseo prohibido es pecado (Romanos 7:7). Con el
distanciamiento entre el individuo y Dios, el acto externo era el de mirar el árbol con el deseo pecaminoso.
Esto tenía en sí mismo la culpa de la participación y se siguió por la participación como acto manifiesto.
Se hace con frecuencia esta pregunta: ¨ ¿Por qué permitió Dios que el hombre pecera? Al considerar
esto, necesitamos conservar en mente dos factores importantes. Primero, el permiso divino no puede en
ningún sentido ser considerado como consentimiento a la caída, ni como licencia o permiso para pecar. El
único sentido en que puede considerarse es que Dios no intervino por medio de su poder soberano para
prevenirlo. Esto nos lleva a la posición escritural de que el hombre cayó solamente por su propia
determinación al pecado. Se permitió la tentación porque de ninguna otra manera podía desarrollarse, ni ser
__ perfeccionada en él la vida moral. El hombre pecó en contra de la santidad de su propia naturaleza y a
pesar de que vivió en un medio ambiente perfecto, gozó de una libertad perfecta, y se comunicaba libremente
con su Hacedor. El pecado es culpa única del hombre, y es así como la bon dad de Dios resulta reivindicada.
Segundo, si Dios no hubiera puesto el árbol de la ciencia en el huerto, el hombre, no obstante, hubiera estado
bajo la necesidad de hacer decisiones. El poner el árbol fué en realidad un acto de bondad, con el propósito de
amonestar al hombre en contra de sus malos escogimientos y para que sirviera como un recordatorio
constante de su obligación de escoger sabiamente.
Las consecuencias inmediatas del pecado del hombre fueron su distanciamiento de Dios, su esclavitud
a Satanás y la perdida de la gracia divina. Por esta pérdida, el hombre vino a ser sujeto a la corrupción moral y
física. El hombre no poseía más la gloria de su semejanza moral a Dios. Habiendo perdido la presencia
permanente del Espíritu Santo, principió una vida de desacuerdo externo y de miseria interna. La tierra misma
fué maldita, y el hombre fué compelido a ganar su pan con el sudor de su frente. Dentro del hombre, el
pecado resultó en el nacimiento de una consciencia de mal y un sentimiento de vergüenza y de degradación,
Privado del Espíritu Santo como el principio organizador de su ser, no podría tener un orden armonioso de sus
facultades, de aquí que sus facultades quedaran desordenadas. De este estado desordenado se siguieron
como consecuencia: la ceguera de corazón o la ¡pérdida del discernimiento espiritual, la concupiscencia o el
deseo carnal sin restricciones, y la incapacidad moral o debilidad en la presencia del pecado.

II. SATANAS Y EL ORIGEN DEL PECADO


A. La Doctrina de Satanás.
1. El origen de Satanás. El hombre fué tentado por un ser sobrehumano llamado en las Escrituras, el
diablo 0 Satanás. El mal, pues, ya existía antes de originarse en la raza humana, siendo algo externo a ella. Las
Escrituras enseñan claramente que, en el nivel de lo puramente espiritual, hubo ángeles que no conservaron
su dignidad o sea su primer estado. Así que hubo una caída en él ni el espiritual anterior a la caída de la raza
humana. Esta caída tuvo lugar entre los ángeles debido a que un tentador los llevó por caminos de pecado. El
punto de vista cristiano con respecto al mal termina con este tentador. Este Satanás, super humano, Sin
embargo, un espíritu creado, fué bueno originalmente, pero cayó de su estado elevado y de santidad y vino a
ser enemigo de Dios. El mal es, por tanto, personal en su origen. La razón no puede escudriñar más allá de lo
que nosotros hemos 'visto y la revelación permanece en silencio. ' *
2. Satanás como el Anticristo. San Juan hace claro el hecho de que Satanás es aquel espíritu del
anticristo que había de venir, y que ahora está en el mundo. El antagonismo esencial de este espíritu a Cristo
encuentra su expresión en el hecho de que no confiesa que Jesucristo es venido en carne (1"El Juan 4: 1-3).
Además, el pecado, en el uso Novo Testamentario del término, debe interpretarse por la actitud que los
hombres toman con respecto & Cristo (Juan 16:8 11). Así que la naturaleza de Satanás solo puede entenderse
cuando se observa en contraste con la naturaleza de Cristo.
Fué por medio de Cristo, el Verbo, que Dios crio todas las cosas. En El, como la imagen expresa del
Padre, se vincularon todos los principios de la verdad, el orden, la belleza, la bondad y la perfección. Pero en
contraste con este Jesucristo perfecto, se encuentra Satanás, el antia cristo. Este ¨hijo de la mañana¨ parece
haberse sentido envidioso del Hijo y trató de. sentarse en su trono. Habiendo sido elevado por su orgullo, cayó
en condenación. A esto se refirió sin duda Jesús cuando dijo: Yo veía a Satanás, como un rayo, que caía del
cielo (Lucas 10:18). San Pablo habla con respecto a Satanás, como el príncipe de la potestad del aire, el espíritu
que ahora obra en los hijos de desobediencia (Efesios 2:2). También se refiere a Satanás, como el dios de este
siglo (2"-[ Corintios 4:4). San Juan escribe en el sentido de que, todo el mundo vive en maldad, es decir, está
influenciado por el malo. No que el mundo sea inherentemente malo, sino que se encuentra dominado por el
malo, y es pervertido el verdadero propósito de su existencia. Este espíritu malo como Satanás es el
¨adversario, ¨ el ¨acusador, ¨ y el ¨engañador. ¨ Como diablo, es el ¨impostor, ¨ el ¨calumniador, ¨ y ¨el
destructor¨ de la paz. Como Belial, es el ¨bajo, ¨ el ¨indigno, ¨ y el ¨abyecto. ¨
3. Satanás y la Obra Redentora de Cristo. Careciendo del poder de la creación, Satanás mismo está
limitado en el alcance de su actividad, a la perversión de aquellas cosas que son el resultado de la actividad
creadora de Dios. Fué con respecto a este pervertidor de lo bueno que Jesús declaró, El, homicida ha sido
desde el principio, y no permaneció en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla mentira, de suyo
habla, porque es mentiroso, y padre de mentira (Juan 8: 44.)
En la creación, el hombre estaba de tal manera constituido que era una criatura dependiente de su
Creador, y consecuentemente un siervo de Dios. Sin embargo, en el nivel físico, el hombre era el más elevado
de todas las criaturas, y, por tanto, fué el señor de la creación. Cuando el hombre, en esta posición intermedia
miraba hacia Dios, se veía a sí mismo como siervo; cuando se consideraba con respecto a la creación, se veía a
sí mismo como señor. En la tentación, Satanás hizo que su carácter de señor apareciera más y más atractivo
que el de siervo. Le dijo así: Seréis como dioses (Génesis 3:5). Pero lo que Satanás no le dijo al hombre fué que
su señorío era un poder delegado y que lo tenía por virtud de su mayordomía fiel y leal.
Así que cuando el hombre cayó, dejó de ser siervo de Dios y vino a ser el siervo de Satanás. De aquí
que nuestro Señor diga con respecto a los incrédulos judíos, Vosotros de vuestro padre el diablo sois, y los
desear de vuestro padre queréis cumplir (Juan 8:44). Dios es el Padre de todos los hombres, porque siempre
actúa como padre; pero los hombres no siempre son los hijos de Dios porque no siempre obran como hijos.
Perdiendo esta condición de siervo, el hombre perdió su verdadero señorío. Ahora, hace que todas las cosas le
sirvan a él. Ve el mundo con una perspectiva falsa. Las cosas que Dios puso a su cuidado como mayordomo, las
considera como si fueran suyas. Como su padre Satanás, ha venido a ser el usurpador del trono. El hombre,
como hijo de Satanás y como siervo del pecado ha sido infiel a la confianza que Dios depositó en él.
Pero a pesar del éxito temporal de Satanás en tergiversar el propósito de la Deidad para con el
hombre, Dios triunfará al final de cuentas y para siempre. Mandó a su propio Hijo, quien fué hecho a la imagen
de la carne de pecado. Llevó sobre sí mismo la forma de siervo, y vino a ser obediente hasta la muerte, y
muerte de cruz (Filipenses 2 :6-8). Por virtud de su verdadera mayordomía, Cristo trajo al hombre a su relación
original para con Dios. Restableció la amistad y comunión espiritual con Él. Como el Capitán de nuestra
salvación, se confrontó con los problemas diferentes de la humanidad y sufrió por cada uno de ellos. Pero
nunca desmayó, y venció aún hasta a su último enemigo que era la muerte. Como siervo, no vino para ser
servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos. Habiendo cumplido las demandas de un siervo
perfecto, vino a ser el Señor de su pueblo en este caso no por la creación, pues este señorío nunca lo ha
perdido, sino como su Redentor, su Salvador y Señor. Habiendo triunfado, recibió la promesa del Espíritu
Santo que ahora es el Señor de la Iglesia y que El da gratuitamente a todos los que creen en El. Así que
podemos decir con los redimidos, Al que está sentado en el trono, y al Cordero, sea la bendición, y la honra, y
la gloria, y el poder para siempre jamás (Revelación 5:13).
4. El Reino de Satanás. Hemos visto que la obra de Satanás consiste en pervertir las cosas de Dios. Esta
per versión se extiende también al concepto del reino. Tan cierto como de que hay un reino de Dios y de los
cielos, así también hay un reino de Satanás y del mal. De aquí que la Biblia haga referencia a principados,
potestades y gobernadores de las tinieblas, que no pueden indicar otra cosa que la organización de fuerzas
malignas. Estas están bajo la dirección del príncipe de este mundo, a quien Jesús menciona como el que fué
echado fuera (Juan 12:31), con el que no tenía nada qué ver (Juan 14:30), y como alguien que ya ha sido
juzgado (Juan 16:11). San Pablo habla de Satanás como el príncipe de la potestad del aire (Efesios 2:2). Habla
también de las huestes espirituales de maldad (Efesios 6:12, Versión Moderna). Hay un gran número de
espíritus malos bajo la dirección de Satanás tal como se indica en muchos pasajes escriturales, como en el caso
de: me llamó legión (Marcos 5:9), y el lago de fuego preparado para el diablo y sus ángeles (Mateo 25:41). Este
reinado del mal no permanecerá para siempre, Porque el acusador de nuestros hermanos ha sido arrojado, el
cual los acusaba delante de nuestro Dios día y noche, y ellos le han vencido por la sangre del Cordero, y por la_
palabra de su testimonio (Revelación 12:10-11). B. Sumario de la Enseñanza Escritural con Respecto al Origen
del Pecado. Las Sagradas Escrituras sostienen que ni en sentido positivo ni en sentido negativo, puede ser Dios
el autor de lo_ malo. Los dos factores básicos que explican el origen del pecado en la familia humana son 'la
existencia previa del mal en la persona de Satanás que tentó al hombre a pecar, y, el libre albedrío del hombre
en presencia de las alternativas morales. Un cierto credo declara esta posición cristiana con respecto al origen
del pecado en las siguientes palabras: Viene del diablo y de la. voluntad maligna del hombre. Este punto de
vista bíblico concerniente al misterio de la iniquidad (2º Tesalonicenses 2:7; Revelación 17:5), constituye la
respuesta más satisfactoria dada a la pregunta que ha confundido a los pensadores eruditos a través de las
edades. En último análisis, vemos que el pecado ha tenido su origen en el abuso de la libertad de las criaturas
responsables e inteligentes. Esto fué cierto en el caso de Satanás, y subsecuentemente en el caso del hombre.
El pecado en la raza humana se debió a la separación voluntaria del hombre, de Dios. El hombre es por tanto
responsable de las consecuencias trágicas que resultaron del pecado. A estas consecuencias dirigiremos
nuestra atención.

III. LA NATURALEZA Y PERA DEL PECADO


A. Terminología Escritural con Respecto al Pecado.
Uno de los mejores métodos para estudiar la naturaleza del pecado es el de un análisis de los términos
usados en las Escrituras, que expresan la idea. Ya hemos mencionado la palabra hamartía de la que se deriva
la palabra ¨Hamartiología. ¨ Encierra la idea de errar al blanco, o el no hacer lo recto. La palabra sugiere el
pensamiento de pecado como un carácter o estado, así como un acto. Nos da la idea de que el hombre no
encuentra en el pecado lo que busca en él, sino más bien, halla un estado de desilusión y decepción. Carlyle
estuvo sorprendido, no de que los hombres sufrieran tanto, sino de lo que ellos dejaban de hacer o tener. Tal
es la tragedia del pecado.
Una segunda palabra es parábasis que significa pecado como un acto de transgresión. Esto indica que
la idea de pecado está limitada por la idea de ley, porque donde no hay ley, no hay transgresión (Romanos
4:15). Se hace aquí referencia al orden moral eterno de Dios con sus manifestaciones primitivas en las
pretensiones hechas por la' conciencia. El pecado como transgresión de la ley es posible solamente en los
seres morales y racionales. Pero cuando un hombre deliberadamente rea chaza los postulados de la ley bajo
los cuales él existe, en ese instante hace que nazca el pecado. Esa ley no es impersonal, y la transgresión
voluntaria hace que el ofensor sea sujeto a la ira del Promulgador personal de la ley Porque la ley obra la ira
(Romanos 4:15). La virtud está por tanto en la naturaleza de la obediencia, y el pecado es desobediencia a
Dios. Esto resulta cierto aún en lo cometido en contra de nuestros prójimos. El pecador que de esta manera
viola la ley de Dios Viene a ser un rebelde en el sentido moral.
San Juan contribuye a nuestra comprensión respecto a la naturaleza del pecado por medio de una
definición penetrante: Toda injusticia es pecado (1° Juan 5: 17). La palabra clave en este pasaje, adikía significa
encorvadura o perversidad de lo que era recto. No so lamente se refiere a los actos pervertidos, sino al estado
de falta de rectitud o desorden resultante de tal perversión. El pecado es, por tanto, una auto separación de
Dios en el sentido de descentralización, el yo asume el lugar que debería ser ocupado por Dios. La perfección
del amor tal como se manifiesta en Cristo, se encuentra en el hecho de que El no trató de agradarse a sí
mismo, (Mateo 22: 37-40) ; y en que no buscó lo suyo propio (la. Corintios 13: 5). Por el otro lado, San Pablo
declaró que el colmo del pecado en los últimos días 'se encontraría en que serían amantes de sí mismos (2a.
Timoteo 3: 12). El énfasis de San Juan es en el sentido de que el pecado es un estado o condición en que se
destituye el centro alrededor del cual deben girar los pensamientos, afectos y voliciones del hombre, de aquí
que venga a ser un centro de injusticia. Por esta razón habla de los pecados en el sentido de que son
perdonados, pero que la injusticia tiene que ser purificada o limpiada.
Un término aún más enfático para el pecado, anomía se usa por San Juan en el texto: Cualquiera que
hace pecado, traspasa también la ley; pues el pecado es transgresión de la ley (12.1 Juan 3:4). Una vez más se
recalca el estado del pecado más bien que el acto de pecar. Es una condición caracterizada por ¨la falta de
conformidad de la ley, ¨ o ¨la ilegalidad. ¨ El pecado representa no simplemente un estado desordenado, sino
un estado confuso de rebelión en contra de Dios.
La última palabra que mencionaremos en este análisis de la naturaleza del pecado es asébeia o
maldad. No solamente marca la separación del alma con respecto a Dios, sino que encierra el pensamiento de
un carácter distinto del de Dios, y un estado o condición caracterizado por la ausencia de Dios. Es un término
un tanto duro. San Pablo lo usa en Romanos 1:18: Porque manifiesta es la ira del Dios del cielo contra toda
impiedad e injusticia de los hombres, que detienen la verdad con in justicia. El término encierra el
pensamiento de acercarse hacia el precipicio. Es así como San Judas declara, He aquí, el Señor es venido con
sus santos millares, a hacer juicio contra todos, y a convencer a todos los impíos de entre ellos tocante a todas
sus obras de impiedad que han hecho impíamente, y a todas las cosas duras que los pecadores impíos han
hablado contra él (Judas 14 15).

B. Definiciones del Pecado.


Hay que notar aquí algunas definiciones típicas del pecado. Los teólogos han definido el pecado de
varias maneras, pero raramente pasan por alto el hecho de que el pecado existe como un acto, así como un
estado Q condición Esto es importante en "¿cualquier sistema de teología ¡en & que el principio evangélico de
salvación por la fe recibe prominencia especial. Es aún más importante cuando se desea recalcar la doctrina de
la entera santificación como segunda obra definida de gracia subsecuente a la regeneración.
Una de las definiciones más familiares del pecado es la de Juan Wesley, El pecado es una transgresión
voluntaria de una ley conocida. El doctor Raymond hace re saltar la naturaleza dual del pecado al declarar
que, La idea primaria designada por el término pecado en las Escrituras es la falta de conformidad a la ley, una
transgresión de la ley, el hacer aquello que es prohibido, o el dejar de hacer aquello que es requerido. En un
sentido secundario, el término se aplica al carácter no a lo que uno hace, & sino a lo que uno es. Una de las
definiciones más inclusivas y claras del pecado es la del doctor A. H. Strong que X dice, ¨El pecado es la falta de
conformidad a la ley moral de Dios, ya sea en acto, carácter, o estado. ¨
C. Las Consecuencias del Pecado.
Las consecuencias del pecado son la culpa y la pena la culpa es el sentimiento personal de haber
transgredido una ley y que sigue al acto de pecado. Incluye la idea dual ¡¡ de responsabilidad por el acto, así
como la posibilidad de castigo por causa de ello. La pena lleva consigo el pensamiento de castigo que sigue al
pecado. Este castigo puede venir como resultado de las consecuencias naturales, o puede ser el resultado
directo de la acción de Dios.
1. La Naturaleza de la Culpa. La culpa es el estado o condición del que ha transgredido la ley. Toma la
forma de condenación basada en la desaprobación de Dios. Esto es debido a que la oposición a la ley de Dios
significa Oposición personal a un Dios personal, en tal grado y alcance, como ha sido revelado al ofensor.
La culpa como sentimiento personal debe distinguirse de la consciencia de esa culpa. El hecho de que
una persona haya cometido pecado implica un sentido de culpa. Pero circunstancias variadas pueden
aumentar o disminuir la consciencia de esa culpa. El pecado no solamente engaña, sino que endurece el
corazón. Generalmente, un hombre tiene menos consciencia de pecado mientras más lo comete, Pero la culpa
permanece, no obstante, aun cuando el hombre no se dé cuenta de ello. La culpa también incluye la
probabilidad de castigo personal por causa del pecado. Así que se relaciona a la pena, pero debe hacerse una
distinción entre el castigo probable y el castigo mismo.
2. La Naturaleza de la Peña. La pena incluye las consecuencias de todos los males implicados en el
pecado. Toda forma de pecado tiene su propia pena. Hay pecados en contra de la ley, en contra de la luz, y en
contra del amor cada uno de ellos tiene su pena peculiar. Hay pe cados de ignorancia, y pecados de
presunción.' Así que puede haber grados de culpa y grados de penas como en el caso de los pecados de
ignorancia o de flaqueza en contraposición con los pecados de conocimiento. (Compárese Mateo 10:15; 12:31;
Marcos 3: 29; Lucas 12:47; Juan 19:11; Romanos 2:12). La pena, por tanto, es el castigo que sigue al pecado, ya
sea por medio de la operación de las leyes naturales, morales o espirituales; o por decreto directo de Dios.
Debe recalcarse que Dios no está limitado por sus leyes ordinarias en el castigo de los pecadores. Él es una
Persona libre, y puede, por acción directa emplear varios medios de reivindicarse a sí mismo y su gobierno. Sin
embargo, la pena en todas sus formas representa la Oposición de Dios en contra del pecado y se basa en
último análisis en su santidad.
La principal pena del pecado es la muerte (Génesis 2:17), pero la naturaleza de esta pena ha sido
interpretada de. diferentes maneras. Los teólogos arminianos han interpretado generalmente la muerte como
lo que llamamos ¨la plenitud de muerte, ¨ esto es, una muerte física, temporal, y eterna. En tanto que es
verdad que la muerte física es una consecuencia del pecado, la muerte espiritual es el resultado trágico que
más debe señalarse. La muerte en ambos respectos es el resultado de la separación del Espíritu Santo del
hombre. Tal como Henry Drummond lo señaló, la muerte es la falta de correspondencia, la falta de relación
mutua entre la persona y su medio ambiente. El pámpano separado de la vid es muerto, en el sentido de que
no está más conectado con la fuente de su vida. El momento de la separación del hombre de Dios hizo que
viniera el reino de la muerte. El que la existencia terrenal del hombre no terminara inmediatamente fué
debido al propósito de redención que Dios tenía.
El Espíritu Santo fué el vínculo de unión entre el alma del hombre y su Hacedor, Por medio de la
separación del Espíritu, el hombre perdió inmediatamente su compañerismo con Dios. Negativamente, esto
representaba la pérdida de la rectitud original del hombre o sea su santidad primitiva; positivamente, significó
la depravación de esas facultades que en su acción unida llamamos la naturaleza moral del hombre. A esta
naturaleza humana se le llama ¨la carne, ¨ un término que se usa para indicar que el total del hombre cuerpo,
alma y espíritu ha sido separado de Dios y sujeto a la criatura. El resultado de esta depravación de las
facultades del hombre, se ve en su idolatría, egoísmo, deseo desordenado e inclinación hacia un grado más y
más grande de maldad
La muerte eterna es el juicio final de Dios sobre el pecado. Es la separación permanente e irrevocable
del alma de la única Fuente de vida espiritual. Es el castigo del pecado aparte de las influencias benignas de la
gracia divina. Es la consumación final de aquella realidad trágica anunciada en las Sagradas Escrituras con las
palabras, La paga del pecado es muerte (Romanos 6:23).

IV. EL PECADO ORIGINAL 0 LA DEPRAVACION HEREDADA

Hemos visto que la pena del pecado es la muerte. Hemos notado también que los efectos del pecado
no pueden ser limitados al individuo, sino que deben incluir también en su alcance las consecuencias sociales y
raciales. Es a estas consecuencias 'que se aplican los términos Pecado Original y Depravación Heredada.
A. Terminología.
El doctor Field indica que el término ¨pecado original¨ no se encuentra en las Escrituras, sino que fué
introducido primero por San Agustín en su controversia con los pelagianistas. En el uso ordinario, los términos
¨pecado original¨ y ¨depravación heredada, ¨ se usan frecuentemente de manera alternativa; esto es, se
aplican generalmente a la condición natural de la naturaleza espiritual del hombre aparte de la gracia divina.
Este uso común se revela en la siguiente definición de pecado original 'que se encuentra en los Artículos de fe
de la Iglesia Anglicana: El pecado original es la falta y corrupción de todo hombre por medio de la cual el
individuo está separado de su rectitud original, y es por su propia naturaleza inclinado al mal, de manera que
la carne tiene siempre deseos contrarios al Espíritu; y, por tanto, en cada persona nacida en este mundo,
merece la ira y la condenación de Dios.
A pesar del hecho de que los dos términos, pecado original y depravación heredada, se usan
alternativamente con frecuencia refiriéndose a la condición no regenerada del hombre, podemos hacer ciertas
distinciones benéficas en el uso de estos términos. El término pecado original implica los siguientes puntos de
énfasis: (1) La idea de las consecuencias raciales del pecado; (2) la cuestión respecto al grado en que el pecado
original es el resultado de la transgresión de Adán; y, (3) los respectos en los cuales el estado natural del
hombre es pecaminoso. El término depravación heredada puede reservarse como para describir las
condiciones morales del hombre natural, sin referencia particular al origen último de esta condición o sin
especial atención al sentido exacto en que esta condición es pecaminosa. Es evidente que los dos términos
están mezclados en significado. Las distinciones que hacemos son primordialmente para ayudar a la claridad
del análisis y la descripción.
B. El Hecho del Pecado Original.
Las Escrituras enseñan que la presencia de la muerte en el mundo, con todos sus males consiguientes,
se debe al pecado del hombre. Quizá el pasaje escritural más importante con respecto al asunto sea el de San
Pablo: De con siguiente, vino la reconciliación por una, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así paso a todos los hombres, pues que todos pecaron. Porque hasta la ley,
el pecado estaba en el mundo; pero no se imputa pecado no habiendo ley. No obstante, reinó la muerte desde
Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la rebelión de Adán; el cual es figura del que
había de venir ....... porque si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinara' en vida por un
Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia, y el don de la justicia. Así que, de la manera que por un
delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una justicia vino la gracia a todos los
hombres para justificación de vida (Romanos 5:12-14, 17, 18). Aquí se enseña claramente que antes de la caída
de Adán, no había ni pecado ni muerte; después de su caída resultaron ambos, y estos eran considerados
como la consecuencia directa del pecado. El apóstol declara también que la muerte como consecuencia de
pecado pasó a todos los hombres, esto es, por medio de la propagación racial. De aquí que el pecado original y
la depravación heredada sean idénticas en hecho. La propagación de la raza fue no solamente en la semejanza
física de Adán, sino también en su imagen moral caída. San Pablo también asegura que la muerte reina aún
sobre los que no han pecado a la manera de Adán por un acto externo de desobediencia. De aquí que la
muerte como pena para el pecado haya sido y sea tanto una consecuencia del pecado como una naturaleza
depravada, como es la consecuencia del pecado como un acto de desobediencia.
C. El Hecho de la Depravación Heredada.
Hemos visto que todos los hombres han nacido bajo la pena de muerte como consecuencia del
pecado de Adán, y han nacido también con una naturaleza depravada. Esto último se considera como pecado
innato, o como depravación heredada. Los siguientes pasajes escriturales revelan esta condición: He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (Salmo 51 :5). Enajenaronse los impíos desde la
matriz; descarriaronse desde el vientre, hablando mentira (Salmo 58:3). El primero de estos versículos emplea
la palabra ¨maldad¨ que implica el pensamiento de una naturaleza pervertida o tergiversada desde la misma
originación de la vida. El segundo versículo implica el pensamiento un tanto más claro, como una desviación o
distanciamiento de Dios claramente heredado por causa de que principia en el nacimiento.
Son numerosas las referencias del Nuevo Testamento al carácter moralmente depravado de la raza.
Nuestro Señor Jesucristo dijo: Lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. Porque de dentro, del
corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los
hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la
insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (Marcos 7:20-23) Así que Cristo
afirma que los rasgos malignos tienen su fuente original en el corazón natural del hombre. San Pablo usa
frecuentemente el término, ¨carne¨ con referencia a la naturaleza depravada del hombre. Porque los que
viven conforme a la carne, de las cosas que son de la carnes e ocupan ¬Romanos 8:5, Así que los que están en
la carne, no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8) Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu
(Romanos 8:9) Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis ( Romanos 8:13) Porque los que son de Cristo,
¡tan crucificado la carne son los afectos y concupiscencias (Gálatas 5:24) De manera que yo no abro aquella,
sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que, en mí, (es a saber, en mi carne) no mara el bien (Romanos 7:17-
18) Todos estos pasajes demuestran que la inclinación al pecado pertenece a la naturaleza "humana caída
D. La Naturaleza de la Depravación Heredada.
El término ¨depravación heredada¨ se aplica al estado o condición del hombre por nacimiento. Expresa
la depravación moral del hombre en su estado natural. Esta condición pertenece a toda la persona individual;
no simplemente a un aspecto de su ser, como, por ejemplo, su voluntad. Es un estado desordenado en el
fundamento mismo del ser humano desde donde salen las malas tendencias, los afectos desordenados, y los
impulsos viciosos.
La depravación humana es el resultado de una privación. Cuando el hombre pecó, perdió la imagen
moral de Dios con la que había sido creado. Esto quiso decir que el Espíritu Santo se separó de su ser, y el
hombre perdió su estado de santidad primitiva. El resultado de esta privación o pérdida fué que el pecado vino
sobre él e inundó a toda su naturaleza. Una vez perdido el poder dominante, capacitador y santificador del
Espíritu Santo, el hombre vino a estar separado de Dios, se hizo esclavo de sus impulsos irregulares y de sus
pasiones viles, y cayó bajo la maldición de la ley.
Al hablar de la depravación total del hombre no queremos decir que él sea de tal manera depravado
que no haya grados de mayor maldad en él. Al contrario, el término se usa en su sentido amplio e implica la
idea de que el contagio del pecado se extiende a través del ser total del hombre.) Vicia toda facultad y poder
del espíritu, alma y cuerpo. Los afectos son enajenados, el intelecto entenebrecido y la voluntad pervertida:
Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente (Isaías 1:5). El hombre natural está destituido de todo bien
positivo. San Pablo afirma, Y yo sé que en mi (es a saber, en mi carne) no mora el bien (Romanos 7:18).
Aparte de la capacidad benéfica extendida a todos los hombres por el Espíritu Santo, la depravación
hace que el hombre esté completamente incapacitado para las cosas espirituales. No obstante, San Pablo
declara que, De la manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una
justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida. Por que como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así por la obediencia de uno los muchos serán constituidos
justos (Romanos 5:18, 19). Por medio de esta gracia que viene de Jesucristo, se evita que la humanidad
descienda más allá de la posibilidad de redención a pesar de los efectos del pecado. El Espíritu Santo fué
restaurado a la raza no en el sentido del espíritu de vida en la. regeneración o el espíritu de santidad en la
entera santificación sino como el espíritu 4; del despertamiento y de convicción. Así que la ayuda benéfica del
Espíritu Santo se pone en contraposición con la depravación total del hombre y la incapacidad natural. Todos
los que quieran, por tanto, pueden ser restaurados a un estado" de santidad por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Todos los que se vuelvan del pecado a la justicia, crean en Cristo para perdón y limpieza de sus
pecados, y hagan las buenas obras agradables y aceptables a su vista. Debe recordarse, por tanto, que esta
libertad que el hombre goza no es una mera capacidad natural, es una gracia, una capacidad dada por Dios.

E. La Transmisión del Pecado Original.


Aceptando, pues, que el pecado original o la depravación heredada tuvo su origen en el pecado de
Adán, debemos considerar, aunque sea en breve la manera en que esta depravación se transmite a los
miembros individuales de la raza humana. Se han dado varios puntos de vista con respecto a este asunto,
siendo el más aceptable, ¨El Modo Genético. ¨ Esto es simplemente una expresión o aplicación de la ley
natural de la herencia. Es la ley de la vida orgánica en el sentido de que todo reproduce su propia especie, y
esto no solo por lo que se refiere a la estructura anatómica y características físicas, sino por lo que respecta a
la vida mental y al carácter. La ley de la transmisión genética determina la semejanza de los descendientes
hacia los padres. Esto es suficiente para explicar al vulgo la naturaleza depravada del hombre.
Los descendientes de Adán fueron nacidos bajo 1a maldición de la ley que ha privado a la naturaleza
humana del Espíritu de Dios y que puede restaurarse solamente en Jesucristo. La depravación heredada,
entonces, es solo la ley de la herencia natural, pero es esa ley misma operando bajo las consecuencias penales
del pecado de Adán.
El hombre no es responsable de la naturaleza depravada con la que nace. De aquí que no tenga culpa.
El hombre no es culpable del pecado innato con el que viene a este mundo. Viene a ser responsable solo
después de que ha rechazado el remedio provisto por la sangre expiatoria. De esta manera ratifica el pecado
como suyo.

F. La Depravación y la Flaqueza.
El término ¨carne¨ tal como se usa por San Pablo, incluye tanto la naturaleza física como la naturaleza
espiritual del hombre bajo el reino del pecado. La corrupción se extiende al cuerpo, así como al alma. La
depravación de la naturaleza espiritual puede ser removida por el bautismo con el Espíritu Santo, pero las
flaquezas de la carne pueden ser removidas solamente en la resurrección y glorificación del cuerpo. En un
sentido general, el hombre no tiene dificultad en distinguir entre el alma y el cuerpo, pero la línea principal de
demarcación, la frontera exacta entre lo espiritual y lo físico, no puede determinarse. Si supiéramos dónde se
encuentra esta línea de marcación, podríamos fácilmente distinguir entre las manifestaciones carnales, que
tienen su asiento totalmente en el alma, y las flaquezas físicas, que son la expresión de la constitución física
del hombre sujeto todavía al pecado. El trabajo mental con frecuencia debilita el cuerpo, y la debilidad física a
su vez puede debilitar la mente y el espíritu del hombre. Hay ciertas enfermedades que pueden llegar a
predisposiciones emotivas anormales o a formas peculiares de expresión. La falta de descanso adecuado, buen
alimento, disturbios de las glándulas endocrinas y otros factores, pueden resultar en períodos de irritabilidad
excesiva o de depresión anormal. El conflicto mental lleva con frecuencia a una condición comúnmente
conocida como ¨choque nervioso, ¨ durante el cual las personas enteramente santificadas pueden obrar en
sentido anormal. En vista de este hecho, de que las líneas de demarcación entre lo físico y lo espiritual no es
precisa y clara en muchos casos, se necesita un espíritu de amor hacia todos los hombres que revelan esta
necesidad. Al mismo tiempo toda persona debe ser honrada con res pecto a su propia condición espiritual.
Debe confrontarse con los hechos de una manera resuelta en su propia vida y debe hacer a un lado cualquiera
tentación de racionalizar toda manifestación carnal y considerarla, como ¨debilidad física. ¨

CUESTIONARIO PARA ESTUDIO


1. Explique usted con claridad el por qué en la teología cristiana es fundamentalmente importante tener un
concepto recto acerca del pecado.
2. Describa. usted el simbolismo incluido en el relato bíblico de la caída del hombre. ¿Por qué es necesario
tomar esto en cuenta?
3. ¿Por qué era necesario el estado probatorio del hombre?
4. ¿Cómo explicaremos la caída del hombre a pesar de su condición de santidad original? ¿En qué punto
preciso de la tentación y la caída entró el pecado en el hombre?
5. Explique usted el concepto de Satanás como el anticristo.
6. ¿Cuál es la enseñanza bíblica concerniente al origen último del pecado?
7. Cite usted cinco diferentes términos usados en el original griego para representar el concepto de pecado.
Note usted cuidadosamente el significado de cada uno de ellos, dando un pasaje escritural en que se use.
8. Seleccione las que usted considere como las tres definiciones más comprensibles del pecado dando las
razones de esa selección.
9. ¿Qué queremos decir con la pena y la culpa como consecuencia del pecado? ¿Qué es lo que se incluye en la
idea de la muerte como pena por el pecado?
10. Distinga usted entre pecado original y depravación heredada.
11.Discuta usted ampliamente la base escritural para las doctrinas del pecado original y la depravación
heredada.
12. ¿En qué sentido es total la depravación? ¿En qué sentido no lo es?
13. ¿Qué queremos decir con la expresión ¨don gratuito¨? ¿Cómo se relaciona a la idea de la depravación
total?
14. ¿Cómo se transmite el pecado original de una generación a otra?
15. ¿Por qué es necesaria y de desearse una distinción entre la depravación y la flaqueza? ¿Qué peligros se
incluyen al hacer esta distinción?

CUARTA PARTE
LA DOCTRINA DE JESUCRISTO
Sinopsis Los estudiantes antiguos de la pseudo ciencia de la alquimia, profesaron un propósito triple: el
descubrimiento del talismán del filósofo, el sol-vente universal, y el elixir de la vida. Con el talismán del filósofo
esperaban poder transmutar, fácil y rápidamente, los metales como el hierro y el plomo en metales de valor
como el oro y la plata. Con el solvente universal esperaban disolver rápidamente todas las sustancias
insolubles. Y, con el elixir de la vida se proponían destruir el germen de toda enfermedad a fin de que el
individuo pudiera permanecer eternamente joven. En el nivel exaltado de la vida espiritual del. hombre,
nuestro Señor Jesucristo satisface gloriosamente los tres anhelos del alquimista antiguo. Él es el Talismán de
gracia del filósofo. A través de su obra expiatoria puede remover lo maligno, lo terrenal, la base de nuestra
naturaleza, y convertirla de tal manera que vengamos a ser ¨hijos de Dios. ¨ Él es el Solvente Universal. Sus
enseñanzas incomparables proporcionan principios de actualidad que solucionarán todo problema, ya sea
personal 0 social, no importa cuán insoluble sea. El. es el ¨Elixir¨ de la Vida. Por medio de su resurrección de
entre los muertos, nosotros, que somos suyos, podemos esperar, una vida en donde no haya sombra ni
tristeza. Es hacia esta Persona única y maravillosa, los gloriosos oficios, y la muerte vicaria de nuestro Señor
que volvemos nuestra atención en esta parte de nuestro estudio. Fm su Persona encontramos al Divino
humano, al verdadero hombre, y al verdadero Dios. En sus oficios es nuestro Profeta, nuestro Sacerdote, y
nuestro Rey. En su obra expiatoria por el pecado encontramos el propósito central de su venida y el
fundamento de nuestra redención. Adoremos y alabemos a nuestro Cristo bendito.

CAPITULO XI
LA PERSONA DE CRISTO
Él es el verdadero Dios; pero en la revelación en Cristo la divinidad misma nunca se separa de la humanidad
verdadera; las naturalezas divinas y humana nunca se separaron entre sí ni la una neutralizó a la otra. Veremos
en Cristo ..... la plenitud de la deidad enmarcada en el cuadro de la humanidad; siendo no los atributos de lo
divino en su infinitud ilimitada sino los atributos divinos tomando cuerpo en los atributos de la naturaleza
humana. En lugar de la omnipresencia, tenemos la presencia bendita, respecto a la cual testifica el Dios
hombre, El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Juan 14:0); en lugar de la omnisciencia viene la sabiduría
divinamente humana que revela a los chiquitos y a los que maman los misterios del reino de los cielos; en
lugar de la omnipotencia creadora de un universo, viene el poder que completa, restaura y rehace al mundo,
el poder infinito y plenitud de amor y de santidad en virtud de cuyo poder el Dios-hombre pudo testificar
diciendo: Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra (Mateo 28:18). Por eso es que todos los poderes
terrenales y celestes, todas las fuerzas de la naturaleza y de la historia encuentran en El centro de la libertad,
sirviendo a aquel Reino a cuya cabeza se encuentra Cristo.
- BISHOP MARTENSEN.
La Cristología es aquel departamento de la teología que trata con la Persona de Cristo como el
Redentor de la humanidad. El asunto se extiende algunas veces como para incluir tanto la Persona como la
Obra de Cristo, pero en general, el término Cristología se aplica a aquélla, en tanto que el término Soteriología
se reserva para esta última.
Al estudiar la Persona de Cristo tocamos el centro mismo del cristianismo. Sin embargo, no nos
interesan en este caso las doctrinas acerca de Cristo, sino la presentación de Él hacia la fe y la adoración, como
Dios manifestado en carne. La verdadera Cristología está fundada en la experiencia objetiva de Cristo tal como
fué conocido por los apóstoles, cuya experiencia se relata en los Evangelios y se interpreta en los otros escritos
apostólicos bajo la iluminación y dirección del Espíritu Santo prometido. Los Evangelios, por tanto,
proporcionan los hechos fundamentales de la Cristología, en cuanto que declaran la encarnación del Verbo
divino, por medio del cual solamente, podemos tener un conocimiento de Dios. Además, los hechos aquí
presentados pueden probarse por métodos históricos, y proporcionan la base para el desarrollo dogmático
ulterior. Nos acercaremos mejor a este asunto central e importante, por tanto, considerando los eventos
principales en la vida de Cristo, y el significado teológico que éstos llevan consigo.

I. ANTECEDENTES HISTORICOS Y ESCRITURALES


A. Eventos en la Vida de Jesucristo y su Significado Teológico.
Los eventos en la vida de Cristo que se considerarán en su significado teológico son los siguientes: (1)
La Concepción Milagrosa y el Nacimiento; (2) La Circuncisión; (3) El Desarrollo Normal de Jesús; (4) El
Bautismo; (5) La Tentación; (6) La Obediencia de Cristo; y, (7) Su Pasión y Muerte. El Descenso, la Resurrección,
la Ascensión y la Reunión serán consideradas mejor en conexión con el estado de exaltación (Véase Capítulo
XII, Sección II).
1. La Concepción Milagrosa y el Nacimiento. San Mateo menciona el nacimiento virginal de Cristo
como el cumplimiento de la profecía, en tanto que San Lucas lo considera como el hecho fundamental de la
revelación histórica. Este hecho en ocasiones ha sido impugnado violentamente, pero los que lo niegan se
encierran en mayores dificultades que las que tendrían, si admitieran que es un hecho milagroso. Si Cristo
hubiera nacido en forma ordinaria, necesariamente tuvo que haber heredado la depravación y el pecado que
son tan característicos en nuestra naturaleza caída. Por esta razón, la Iglesia siempre ha sostenido que Cristo
fué concebido por el Espíritu Santo, y nació de la Virgen M aria. Pero establecer el hecho de que Cristo es sin
pecado es solamente un aspecto del misterio de su Persona. Su concepción milagrosa y su nacimiento fueron
la aceptación de la naturaleza humana - con excepción del pecado por el Hijo preexistente y divino. Por esta
razón las Escrituras hablan del santo que había de nacer, implicando que en la misma condición de la
naturaleza humana se efectuaría un cambio completo
No fue meramente el origen de otro ser dentro de la raza, sino el Hijo preexistente viniendo a la raza
desde los cielos; no fue meramente otra individualización de la naturaleza humana sino una unión de lo divino
con lo huma no en un nuevo orden de ser una Persona teantrópica, Dios hombre. En Jesucristo tenemos el
nacimiento de un nuevo orden de humanidad Un nuevo hombre que es criado conforme a Dios en justicia y en
santidad de verdad (Efesios 4:24). Aquí es donde se encuentra el fundamento de su obra mediatoria. Al
instante que la naturaleza humana se unió con Dios en la persona de Jesucristo, esa naturaleza fue redimida; y
esta redención viene a ser el fundamento de nuestra regeneración y de nuestra santificación.
2. La Circuncisión. El rito de la circuncisión marcaba la inducción oficial de un niño judío a las
bendiciones del pacto de Abraham. Una Cristología correcta debe mantener que para Jesús la circuncisión era
algo más que un rito religioso vacuo. Significaba un pacto de gracia, en que la relación de Dios al hombre, y la
del hombre para con Dios fueron levantadas a un nivel exaltado y único. Fue _ para El la comunión de dos
naturalezas en una Persona lo divino y lo humano. En tanto que la humanidad de Jesús era sin tacha, y en
algunos sentidos ya redimida en la Persona de Cristo, la aplicación de esta redención a la humanidad aparte 0
separada de la encarnación, no se había efectuado todavía. Esto solamente se efectuaría a través de su pasión
y de su muerte; de su resurrección y su ascensión. El significado de este rito para la obra de salvación descansa
aquí precisamente en que la perfección final no puede obtenerse por medio del reino de la naturaleza sino por
medio del reino de la gracia.
3. El Desarrollo Normal de Jesús. Debido a su exaltada comunión con el Padre por medio del Espíritu
Santo, fué posible que el niño Jesús pasara de la pureza sin tacha de la niñez, a la- edad varonil incorrupta y sin
pecado. En El, la inocencia inconsciente fue transformada en obediencia consciente; y la santidad de su
naturaleza nunca tuvo la experiencia 0 contaminación del pecado. La unicidad de Jesús por lo que respecta a
su crecimiento y desarrollo, descansa en esto: que Él era el desarrollo de una naturaleza humana normal y
pura separada de toda clase de pecado. En la niñez ordinaria, tenemos la fuerza desintegran te de la
depravación heredada o la inclinación hacia el pecado y, por consecuencia, el desarrollo no puede ser
enteramente normal. Pero Jesús no tenía ninguna de estas con secuencias viciadas del pecado innato. Bajo la
dirección del Espíritu Santo, y en la comunión espiritual con el Padre, su desarrollo fué preeminentemente
perfecto. Ni tuvo que evadir ninguna condición de humanidad _ la infancia, la niñez, la juventud o la madurez,
sino que santificó cada edad, para que en todas las cosas El tuviera el primado.
4. El Bautismo. El bautismo de Jesús fué su introducción oficial al oficio del Mesías o Cristo. No fué
ungido con aceite, sino con el Espíritu que el aceite tipificaba. En la circuncisión, Jesús se había sometido
inconscientemente a la imputación del pecado; y ahora viene a ser conscientemente el representante de una
raza pecadora. Imagínese el lector una gran hilera de candidatos esperando el bautismo por mano de Juan
Jesús estaba entre ellos, y después, el cumplimiento de la profecía antigua. Y fué contado con los perversos,
habiendo él llevado el pecado de muchos, y arado por los transgresores (Isaías 53:12). El bautismo, por tanto,
marca el principio oficial del ministerio redentor de Cristo.
5. La Tentación. La tentación de Jesús fué una necesidad en el régimen mediatorio, y como su
bautismo, es de importancia universal. Se incluyen en ella dos factores (1 Jesús debió triunfar personalmente
sobre el pecado por su oposición voluntaria, antes de que pudiera ser el Autor de la vida eterna para los
demás; y, (2) no solamente tenía que conquistar por sí mismo, sino que debería asegurar la dignidad y
fortaleza para su reinado. La tentación fué externa a la vez que interna. Fué externa en el sentido de que se
originó en el exterior y aparte de sí mismo. Fué confrontado con Satanás quien representaba el reino del mal.
Su tentación no fué meramente la confusión de los propósitos de la cruz en su propia mente, como algunos
han querido sostener. Desde el punto de vista in terno, la tentación fué una presión consciente hacia lo malo.
Debemos creer que Cristo experimentó la fuerza completa de las insinuaciones de Satanás, y que las repelió
inmediatamente.
6. La Obediencia de Cristo. Durante el tiempo del ministerio de nuestro Señor Jesucristo sobre la
tierra, estaba bajo la unción del Espíritu Santo, y anduvo haciendo bienes. No vino a ser servido, sino a servir, y
dar su vida en rescate por muchos. Cuando el primer Adán fué tentado, lo fué por medio de una apelación a su
interés propio. Habiendo sido creado para tener autoridad en la tierra, cuando miraba hacia Dios, se veía a sí
mismo como siervo; cuando miraba hacia la tierra, se veía a sí mismo como señor. Satanás le dijo, por tanto,
Seréis como dioses. Lo que no le dijo, fué que esta autoridad era un poder delegado solamente. Habiendo
perdido su estado de siervo, perdió su estado de señor también. Cristo vino a perfeccionar este estado de
siervo y, por tanto, recuperó para el hombre el señorío. Consecuentemente vemos una reconversión extraña
en el ministerio de Jesús. Durante su ministerio terrenal estaba subordinado al Espíritu; pero habiendo
perfeccionado su estado de siervo, recibió del Padre la promesa del Espíritu Santo como el don a la Iglesia.
Ahora, desde su trono intercesor, proporciona el Espíritu y restaura al hombre otra vez al reinado de su ser
que había perdido por causa de su pecado.
7. La Pasión y Muerte de Cristo. La obediencia perfecta se encuentra en las circunstancias humillantes
de su muerte particularmente la muerte en la cruz. Mientras que los sufrimientos de Cristo pueden
distinguirse de la manera precisa de, su muerte, la muerte misma no puede ser separada de su crucifixión. Por
esta razón, la cruz era para nuestro Sumo Sacerdote simplemente la forma terrible que su Altar asumía,
cuando El cual mismo llevó nuestros pecados en su cuerpo sobre el madero (1° Pedro 2:24). Así que, por eso es
mediador del Nuevo Testamento, para que interviniendo muerte para la remisión de las rebeliones que había
bajo del primer testamento, los que son llamados reciban la promesa de la herencia eterna (hebreos 9:15).

B. El Desarrollo de la Cristología en la Iglesia.


Hemos visto que los hechos con respecto a Cristo tal como se nos dan en los Evangelios, son de
significado importante. Estos hechos, después de mucha controversia, fueron agrupados finalmente por la
Iglesia en una declaración aceptada y autoritativa. Un examen histórico, aunque sea breve de los. diferentes
errores que aparecieron en la Cristología de vez en vez, y la manera en que la Iglesia se confrontó con ellos, es
esencial _a una comprensión clara de este importante asunto.
1. El Ebionismo. Uno de los primeros errores con respecto a la naturaleza de Cristo que aparecieron en
la Iglesia primitiva, fué el de los Ebionistas. Esta secta judía. dentro de la Iglesia, no podía reconciliar la deidad
de Cristo con un monoteísmo estricto, de aquí que la rechazara de plano. Sostenía que en el bautismo de Jesús
le fué dada al Maestro una plenitud inmensurable del Espíritu, y que esto le hizo constituirse en Mesías.
2. El Docetismo. El Docetae tomó su nombre de la palabra griega que significa parecer o aparecer.
Estaban relacionados estrictamente a los gnósticos, de aquí que hayan asegurado que "el cuerpo 'de Cristo era
una mera apariencia o fantasma. Solo considerando la vida terrenal de Cristo como una teofanía extendida o
prolongada podían explicar la unidad de lo divino y humano en Jesucristo. El Ebionismo fué el resultado de la
influencia judía, en tanto que el Docetismo fué el resultado de la filosofía pagana.
3. El Sabelianismo. Este error es una forma de Monarquianismo, y pertenece más especialmente a las
controversias trinitarianas (Véase Capítulo VII, Sección IV). No obstante, en vista de que afecta también a la
Cristología, debemos considerarlo aquí, aunque sea someramente. Sabelius enseñó que había solamente un
Dios, que se manifestaba a sí mismo, primero como Padre, después como Hijo, y finalmente, como Espíritu
Santo. Puede verse claramente, que no tenemos aquí una trinidad real solo una trinidad de manifestaciones.
En su base es panteísta, porque enseña que el mismo Dios evolucionó en diferentes formas de manifestación.
La Iglesia condena esta posición por hereje.
4. El Arianismo, Como la anterior, esta herejía está interesada primordialmente en la doctrina de la
Trinidad. Ario 'era un presbítero de Alejandría "en el siglo VI y enseñó que Cristo fué la encarnación de un
Logos preexistente o Verbo pero que este verbo fué una criatura intermediaria la más alta de todos los seres
creados, sin embargo, separada de la Deidad. Esta posición fué la precursora del Socinianismo primitivo y del
unitarianismo más moderno.
5. El Apolinarianismo. Apolinar, obispo de Laodicea en el siglo IV, parece haber enseñado lo
incompleto de la naturaleza humana de Cristo sosteniendo una división tricotómica de la naturaleza humana
en cuerpo, alma, y espíritu; adscribió a Cristo un cuerpo humano y una alma animal de carácter inferior aun
cuando no un espíritu humano o alma racional. Decía que esta última, fué ante cedida por el Logos o el Verbo
divino, formando así un ser divino-humano. En la división dicotómíca de la naturaleza humana en cuerpo y
alma, esto era equivalente a enseñar que Cristo no tenía alma humana. '
6. El Nestorianismo. Nestorio, obispo de Constantinopla en la cuarta centuria, fué el Opuesto extremo,
e hizo separación entre las dos naturalezas de Cristo como si constituyeran dos personas diferentes,
destruyendo así la unidad y la unicidad de la persona de Cristo.
7. El Eutiquianismo. Eutico, el abad de Constantinopla en el siglo quinto, cayó en un error similar al de
Apolinar. Sostuvo que la naturaleza humana de Cristo fué convertida en la naturaleza divina por absorción, de
manera que después de la unión, había solo una naturaleza Por esta razón los que aceptaron las teorías de
Eutico fueron conocidos más tarde como Monofisitistas, por cuanto ellos redujeron las dos naturalezas a una
sola.
8. El Monofisitismo y Monoteletismo, Aunque el Concilio de Calcedonia (451 A. D.) terminó las
discusiones Cristológicas en el oeste, las controversias continuaban todavía en la Iglesia Oriental. El
monofisitismo, o sea la doctrina de, una naturaleza; y el monoteletismo, o sea la doctrina. de una voluntad, no
fueron sino desarrollos ulteriores del Eutíquíanismo. Ambas posiciones eran erró neas, en el sentido de que no
hacían justicia a la completa naturaleza humana de Cristo.
9. El Adopcionismo. Este error surgió en España en la última parte de la octava centuria, y fué similar al
Nestorianismo primitivo. Cristo fué considerado como un hombre ordinario, cuya humanidad fué adoptada
por la divinidad mediante un proceso gradual. Por tanto, negaba una encarnación real.
10. El Socinianismo. Laelius Socinus y Faustus Socinus tío y sobrino respectivamente, enseñaron una
forma _ de unitarianismo relacionado estrictamente al Arianismo primitivo. Cristo fué considerado como un
hombre ordinario, aun cuando de nacimiento milagroso, a quien Dios le dio revelaciones extraordinarias y lo
exaltó a los cielos después de su muerte. Fué, por tanto, un mero hombre, solo que divinizado. El error aquí
consiste en la negación de la deidad de Cristo, y por tanto destruye efectivamente la base de la expiación.

C. La Declaración Autoritaria con Respecto a la Naturaleza de Cristo.


En el Concilio de Nicea, (325 A.D.), el de Constantinopla (381 A.D.), y el de Calcedonia (451 A.D.), la
Iglesia trató cuidadosamente de conservar la enseñanza, ortodoxa con respecto a Cristo de toda clase de
opiniones herejes, y por consecuencia llegó a una conclusión autoritativa. La fe correcta respecto al símbolo de
Atanasio es Que nuestro Señor Jesucristo, el Hijo de DIOS, es Dios y hombre; Dios, de la substancia del Padre,
que existió antes de los mundos: y hombre, de la substancia de su madre, nacido en el mundo; perfecto Dios, y
perfecto hombre: de una alma racional y de una carne humana subsistente; igual al Padre, tocando así su
Deidad: e inferior al Padre, tocando su humanidad; quien aun cuando verdadero Dios y verdadero hombre, no
es dos, sino un Cristo; uno, no por la conversión de la Deidad en la carne: sino porque Dios tomó en si la
humanidad; uno solamente, no por confusión de substancia sino por unidad de Persona. Porque como el alma
racional y la carne es un hombre: así Dios y el hombre son un Cristo. La doctrina de Cristo, por tanto, incluye
las verdades siguientes que deben recibir consideración adecuada antes de dar atención a la Cristología
Calcedonia: ¿Lala Humanidad de Cristo; (2; La Deidad de Cristo; y, (Si) La Persona Divino-humana.

II. LA HUMANIDAD DE CRISTO


Cristo se encarnó de tal manera que fué verdadero hombre. Las Escrituras nos dicen que el Verbo fué
hecho carne, y habitó entre nosotros (Juan 1:14); y que, Por cuanto los hijos participaron de carne y sangre, El
también participó de lo mismo (hebreos 2:14). Debemos, por tanto, considerar su naturaleza humana como
verdadera y entera, no admitiendo ningún defecto en ninguno de sus elementos esenciales, ni adquiriendo
ninguna adición por" virtud de su conjunción con la Deidad. Además, la naturaleza humana de nuestro Señor
Jesucristo fue asumida bajo condiciones que propiamente pertenecen al hombre, y pasó por un proceso de
desarrollo en común con otros hombres, con excepción del pecado. Por esta razón, es llamado el Hijo del
hombre, la realización perfecta de la idea eterna de la humanidad.

A. Características de la Naturaleza Humana de Cristo.


La encarnación no implicaba solamente la aceptación de un cuerpo humano; puesto que la naturaleza
humana no consiste en la posesión de un cuerpo solamente, sino de un cuerpo y de un alma. Por tanto, a fin
de estar de acuerdo con las enseñanzas de las Escrituras con respecto a la naturaleza humana de Cristo,
debemos sostener consistentemente que su naturaleza humana fue completa y total.
Cristo tuvo un cuerpo humano. Esto se negó al principio por los Docetistas basándose en que la
materia es esencialmente mala, y que por tanto no podía unirse con la. deidad. Consideraron el cuerpo de
Cristo como una teofania extendida o aparición, semejante a la aparición del Ángel del Señor en el Antiguo
Testamento. Esta herejía fue condenada por la Iglesia y desapareció enseguida. Las Escrituras abundan en
pruebas con respecto a la naturaleza humana de Cristo. Hemos ya discutido su nacimiento sobrenatural, su
circuncisión, su bautismo y la tentación. Se nos dice también que tuvo hambre (Mateo 4:2), que tuvo sed (Juan
19:28), y que se cansó (Juan 4:6); que sufrió dolor corporal en el huerto y en la cruz; y que murió y fue
sepultado (Mateo 27:33-36; Marcos 15: 22 47; Lucas 22:44; 23:26; Juan 19:16-42). Evidentemente San Juan
trató de refutar a los oponentes de la humanidad de Cristo cuando escribió: Lo que era desde el principio, lo
que hemos oído, lo que hemos visto con nuestros ojos, lo que hemos mirado y palparon nuestras manos
tocante al Verbo de vida (1° Juan 1:1). Parece haber aquí una especie de gradación en las pruebas del cuerpo
humano de Cristo. Primero tenemos el oído, después la vista que es más convincente que el oído; enseguida
menciona la cuestión de mirar o la contemplación, como algo más satisfactorio que el oír o el ver; finalmente,
el palpar, como para demostrar que la prueba es completa. Jesús habló de sí mismo como hombre, cuando
dijo, Empero ahora procuráis matarme, hombre que os he hablado la verdad, la cual he oído de Dios (Juan
8:40). Nada puede ser más claro en las Escrituras que el hecho de que Cristo poseyó un cuerpo de carne y
sangre como todos los demás individuos.
Nuestro Señor tuvo una alma humana. Este hecho fue puesto en tela de juicio por Apolinar, quien
substituyó en su enseñanza, el Logos por el alma humana de Cristo - un error que ha aparecido
esporádicamente en la Iglesia, pero que siempre ha sido condenado como herejía. Como anticipación a su
pasión y muerte, nuestro Señor Jesucristo dijo a sus discípulos, Ahora está turbada mi alma (Juan 12: 27) Y otra
vez dice, Mi alma está muy triste hasta la muerte (Mateo 26: 38). Jesús dijo de sí mismo, Soy manso y humilde
de corazón (Mateo 11:29), y se regocijo en el espíritu cuando sus discípulos volvieron de su misión
evangelística. El negar que los actos, atributos y experiencias naturales al alma humana son evidencias de una
humanidad completa, es poner el fundamento para 1a negación de su deidad, por cuanto ésta se basa en los
actos, atributos, nombres y títulos asignados a Cristo. '

B. El Cristo sin Pecado.


En la naturaleza humana de Cristo no hubo pecado original. La depravación heredada es una
consecuencia del pecado de Adán; pero el nacimiento de Cristo fue milagroso, de aquí que hubiera carecido de
la corrupción natural o heredada que es parte de la naturaleza caída del hombre. El pecado no pertenece a la
naturaleza humana original, y la naturaleza que Cristo adoptó no estaba manchada de pecado. Teniendo a
Dios como su Padre, el nacimiento de Cristo no fue un nacimiento derivado de una naturaleza pecaminosa,
sino una unión entre la naturaleza humana con la deidad, que en el mismo acto la santificó. El pecado es
cuestión de la persona y por cuanto Cristo era el Verbo preexistente o la Palabra, era también la segunda
Persona de la admirable Trinidad, y como tal, no solamente se consideraba libre de pecado, sino libre de la
posibilidad de pecado. Cristo estuvo exento también de todo pecado presente. El cual no hizo pecado; ni fue
hallado engaño en su boca (15%1 Pedro 2:22). Su vida terrenal estaba libre de toda falta o de todo pecado.
Como niño, fue filial y obediente (Lucas 2:51) ;_ como joven, fue respetuoso y dócil (Lucas 2 : 52), y como
hombre, santo, inocente, limpio, apartado de los pecadores, y hecho más sublime que los cielos (Hebreos
7:26). El gran misterio consiste en que Cristo, habiendo de tal manera tomado nuestra naturaleza, no perdió su
identidad y habiendo sido sin pecado, llevó las consecuencias de nuestro pecado.

C. Los Sufrimientos de Cristo.


La naturaleza humana de Cristo estaba sujeta a las debilidades naturales propias a la humanidad tales
como el hambre, la sed, el cansancio, el dolor y el sufrimiento. Estas, sin embargo, no eran por necesidad de su
naturaleza, sino por el escogimiento libre de su Persona teantrópica. El hecho de que Jesucristo era Dios
encarnado, Te elevaba por sobre las debilidades que son inherentes a la naturaleza humana pecadora. ¨Pero
por causa de nosotros los hombres y de nuestra salvación, ¨ participó voluntariamente de la debilidad
humana, y en todas las cosas fue tentado y probado, como nosotros. De aquí que el autor de la epístola de los
hebreos declare que Fue hecho un poco menor que los ángeles, para que por gracia de Dios gustase la muerte
por todos (Hebreos 2: 9). Además, dice, Porque convenía que Aquel por cuya causa son todas las cosas, y por
el cual todas las cosas subsisten, habiendo de llevar a la gloria a muchos hijos, hiciese consumado por
aflicciones al autor de la salud de ellos (Hebreos 2:10). El Sufriente fue al mismo tiempo Dios y hombre. Como
la misma Persona estaba unida con dos naturalezas; y como esa Persona fue el Hijo de Dios, podemos decir
que el Hijo de Dios sufrió. Este sufrimiento, sin embargo, fue el de una Persona divina y no el de una
naturaleza divina w é-la Persona que es Dios, siendo también hombre, sufrió también en su naturaleza
humana.
III LA DEIDAD DE CRISTO

Hay dos maneras de considerar el estudio de la deidad de Cristo desde el punto de vista textual y
desde el punto de vista histórico. El método textual trata el asunto por medio de numerosos textos de prueba
que se refieren a sus nombres y títulos divinos, sus actos divinos, sus atributos divinos, y el hecho de que se le
adscribe a Él la adoración como Persona divina. Con sus muchas Ven tajas, este método tiene una desventaja
muy sobresaliente -el hecho de que los textos de prueba pueden interpretarse de manera equivocada por
personas que posean un cierto prejuicio. Por tanto, el método histórico ha sido el que los hombres han usado
para convencerse del carácter sobrenatural de Cristo y por eso han sido persuadidos a creer que es verdadero
Dios. Este es el método de los Evangelios y cualquier lector advertido podrá participar del asombro de los
discípulos, su sentido interno sus conclusiones con respecto a la deidad de su Señor. No trataremos, por tanto,
de ofrecer un sistema elaborado de textos de prueba en conexión con este asunto, y solamente da remos al
lector los que ya se han mencionado en nuestra discusión de la Trinidad (Capítulo VII, Sección II). Bastará con
considerar solamente aquellos puntos que incluyen la encarnación y su relación a la obra redentora de Cristo.

A. La Preexistencia de Cristo.
A través de todas las edades, la Iglesia ha afirmado la preexistencia de Cristo. Ha afirmado, por tanto,
su ver dadera deidad como el Mesías del Antiguo Testamento y el Cristos del Nuevo Testamento Jesús mismo
dijo, Antes que Abraham fuese, yo soy (Juan 8:58); y otra vez, Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo, el Hijo del hombre que esta' en el cielo (Juan 3:13). El mero hecho de la preexistencia, sin embargo, no
es en sí mismo una prueba suficiente de su deidad, puesto que los Arianos sostuvieron que era de una misma
esencia con el Padre, y sin embargo, un ser creado. Otros han sostenido que su preexistencia fue solamente
ideal, esto es, un principio impersonal o potencia que vino a ser personal solamente en Jesús. Quizá nos
preguntemos, ¿Existió El cómo el único Dios una unidad simple y absolutamente personal, o existió como una
de las personas esenciales e infinitas de una Deidad Triuna Las Sagradas Escrituras y las decisiones conciliares
de la Iglesia afirman que el Señor Jesús de Nazareth fue el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y, por tanto, la
segunda Persona de la adorable Trinidad (Compárese Juan 1:1-5; Filipenses 2:5; Hebreos 5:6).

B. Cristo era el Jehová del Antiguo Testamento.


La deidad de Cristo encuentra pruebas suficientes en las Escrituras del Antiguo Testamento, tal como
fue señalado en nuestra discusión de la Trinidad. Pero a fin dg demostrar la continuidad de la misión redentora
del Hijo será necesario señalar el cumplimiento de dos profecías con respecto al Mesías. (1) El Ángel de
Jehová, en quien residía el nombre divino o naturaleza, es una profecía de Cristo. Moisés declaró que: Profeta
en medio de ti, de tus hermanos como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis (Deuteronomio 18:15); y esta
profecía fue declarada específicamente por Esteban en el sentido de que fue cumplida (Actos 7:37, siguientes).
(2) El Ángel (o mensajero) del pacto se menciona por Malaquías viniendo de repente a su templo. De la misma
manera que el Señor de un templo es la deidad a cuya adoración se consagra, el acto de la entrada de nuestro
Señor en el templo hace evidente el hecho de que Él era el Jehová del Antiguo Testamento a quien el templo
fue consagrado. La idea de un nuevo pacto se menciona por Jeremías (Jeremías 31:3132); y también por
Ezequiel, (Ezequiel 37 :26) un asunto que es tratado claramente en la epístola a los Hebreos como la obra
específica de Cristo.

C. Lo que Cristo Pretendía con Respecto a El Mismo.


El testimonio más grande y completo para la deidad de Cristo debe ser, por necesidad, el de sus
propias pre tensiones. Si a esto se arguye que las pretensiones que el hombre hace por sí mismo no son
válidas, debemos responder que esto depende de la clase de persona que sea la que hace estas pretensiones.
A la objeción que los Fariseos le presentaron, Jesús dijo, Aunque yo doy testimonio de mí mismo, mi
testimonio es verdadero, porque sé de dónde he venido y a dónde voy ..... Y en vuestra ley está escrito que el
testimonio de dos hombres es verdadero. Yo soy el que doy testimonio de mí mismo: y da testimonio de mí el
que me envió, el Padre (Juan 8:14-18). Es _posible, no obstante, enumerar aquí solamente unas cuantas de las
pretensiones de Jesús uno de los asuntos más profundos que mente alguna haya considerado, Jesús pretendió
tener; (1) la posesión de los atributos divinos, tales como la eternidad (Juan 8:58; 17:5), omnipotencia (Mateo
18:20; 28:20; Juan 3:13), omnisciencia (Mateo 11: 27; Juan 2:23-25; 21:17), y omnipresencia (Mateo 18: 20;
Juan 3:13). (2) Pretendió tener, y manifestó que te nía el poder de obrar milagros, o de capacitar a otros para
hacer obras milagrosas (Mateo 10:8; 11:5; 14:19-21; 15:30-31; Marcos 6:41-44; Lucas 8:41-56; 9:1-2). (3)
Pretendió tener prerrogativas divinas, tales como ser el Señor del Sábado (Marcos 2:28); el poder de perdonar
pecados y de hablar con Dios como Dios (Mateo 9:2-6; Marcos 2:5 12; Lucas 5:20-26). (4) Pretendió conocer al
Padre de una manera directa y perfecta, como no puede conocerlo ningún otro ser (Mateo 11:27; Lucas
10:22), y ser el Hijo de Dios, en una manera única (Mateo 10: 32-33; 16:17, 27). (5) Habló palabras de sabiduría
in finita, porque habló como ningún otro hombre ha hablado. (6) Aceptó el homenaje de todos y la adoración
(Mateo 14:33); y (7) Pretendió ser el juez final de todos los hombres (Mateo 7:21-23; 13:41-43; 19:28; 25:31,
33; Marcos 14:62; Lucas 9:26; 26:69 70).

IV. ILA PERSONA DIVINO HUMANA


Hemos considerado las pruebas escriturales de la deidad de Cristo así como las relativas a su
humanidad perfecta, y ahora debemos estudiar la unión de estas dos naturalezas en una sola Persona , Esta
unión fue efectuada por la encarnación, y el resultado fue una persona teantrópica o Dios hombre, que une en
sí mismo todas las condiciones de la existencia divina y humana.& Esta Persona es el Logos preexistente, o el
Verbo divino, que asumió en sí mismo la naturaleza humana, y al asumirla, la distinguió y la redimió.

A. La Naturaleza de la Encarnación.
La encarnación no fue meramente un paso en el ministerio mediatorio de Cristo, sino el fundamento
de todo. Sm la encarnación no pudo haber expiación ni ministerio intercesor. Deben observarse ciertos hechos
sobresalientes en cualquiera consideración de este importante asunto.
1. La encarnación no fue una forma de trasmutación o de transubstanciación. Las Escrituras no
enseñan que la segunda Persona de la Trinidad haya cesado de ser Dios cuando se volvió hombre. Cuando se
dijo, que El Verbo fue hecho carne, fue lo mismo que decir que Cristo vino a ser carne, asumiendo por ello una
naturaleza humana a fin de que pudiera estar en mejor posición de participar de las experiencias humanas de
los hombres y de su redención.
2. Fue el Verbo o Logos, la segunda Persona de la Trinidad solamente, la que se encarnó, y no toda la
deidad. El asegurar esto último nos lleva al error del patripanianismo que dice que, ¨El Padre sufrió, ¨ o que ¨El
Padre murió. ¨ Una persona trinitaria puede encarnarse, sin que por ello esta encarnación sea de toda la
Deidad, porque la Deidad representa la esencia divina o naturaleza en tres modos; y la esencia en los tres
modos no fue la que se encarnó. Pero en vista de que la esencia toda o la naturaleza divina existe en cada uno
de los tres modos, como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, podemos decir que cuando el Hijo se encarnó, habitó en
él toda la plenitud de la Deidad en su cuerpo, pero solo en el modo de la segunda Persona, 0 sea el Hijo divino.
3: La encarnación fue una unión de la Persona divina con la naturaleza humana, y no con una persona
humana". La naturaleza humana que asumió, adquirió personalidad por su unión con Él. Se dice por tanto que
el Redentor asumió la simiente de Abraham (Hebreos 2:16); y además fue llamado la simiente de mujer
(Génesis 3:15); y la simiente de David (Romanos 1:3). Estas expresiones solo significan que la naturaleza
humana asumida por nuestro Señor, no estaba todavía individualizada. La naturaleza humana de Cristo no fue
impersonal excepto en este sentido no fue personalizada como resultado de la raza por medio del nacimiento
natural, sino por haber sido un factor constitutivo de la Persona teantrópica. El hecho de que no poseyera otra
personalidad como no fuera la que subsistió en la naturaleza divina, no hace de Jesucristo un hombre
impersonal. Solamente evita que caigamos en el error nestoriano de una personalidad adicional exclusiva en la
naturaleza humana. En el caso de Cristo fue una humanidad completa y total cuya consciencia y voluntad
fueron desarrolladas solamente en unión con la personalidad del Logos.
4. La encarnación marcó el principio de la Persona teantropica. El Dios hombre fue una nueva persona
a la vez que única. No hubo Dios-hombre sino hasta que se efectuó la unión de las dos naturalezas. El principio
preciso de esta persona teantrópica debe ponerse en el instante de la concepción milagrosa. Antes de este
instante, la única Persona existente fue el Hijo eterno; la naturaleza humana que existía en la Virgen María no
había sido personalizada. Aun cuando por lo que respecta a tiempo, tiene principio, la Persona teantrópica del
Redentor continuará para siempre. El término ¨Cristo, ¨ por tanto, no es el nombre propio para la segunda
Persona de 1a Trinidad no encarnada, sino solo el de la segunda Persona en carnada.
5. La encarnación fue necesaria como base de la obra redentora de nuestro Señor. Antes de asumir la
naturaleza humana, el Logos no pudo haber experimentado sentimientos humanos por cuanto no poseía
corazón humano; pero después de que asumió esta naturaleza humana, pudo entrar más de lleno en las
experiencias de la humanidad. No era posible que Cristo tuviera una percepción finita antes de la encarnación,
porque no tenía un intelecto fi nito; pero después de la encarnación, Él podía pensar como los demás
pensaban, Antes de la encarnación, la consciencia de sí mismo del Logos era eterna solamente, esto es, sin
sucesión en lo que respecta a tiempo; pero subsecuentemente, fue eternal a la vez que temporal, con y sin
sucesión en lo que respecta a tiempo. La unión de las dos naturalezas, por tanto, fue necesaria a ¡in de que
Cristo pudiera ser nuestro Sumo Sacerdote misericordioso y fiel.

B. Una Persona.
La unión de las naturalezas divina y humana en Cristo es una unión personal, esto es, la unión consiste
en la posesión permanente de un Ego o yo común el del Logos eterno o el Verbo, En teología, esto se
considera como la unión hipostática, El término hipóstasis es derivado de la palabra griega kypóstasis y, es el
término usado para marcar la distinción entre las substancias personales en la Deidad, en contraposición con
su substancia común o esencia. Las dos naturalezas se encuentran y tienen comunión por medio del yo que es
común a ambos.
1. La posesión de dos naturalezas no incluye una personalidad doble, puesto que la base de la persona
es el Logos eterno y no la naturaleza humana. Cristo, por tanto, habla uniformemente de sí mismo en el
singular. El agente es uno siempre y dondequiera. No hay nunca ningún intercambio entre el ¨Yo¨ y ¨Tú¨ como
en el caso de la Trinidad. Los modos variados de consciencia pasan rápidamente de lo divino a lo humano,
pero la Persona es siempre la misma. De aquí que Él diga, Yo y el Padre una cosa gomas (Juan1 0:30), y
además, Sed tengo (Juan 19:28).
2. Una persona puede consistir de una, dos o tres naturalezas. Una Persona Trinitaria, como la del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no tiene sino una naturaleza, naturaleza de substancia o esencia divina. Una
persona humana tiene dos naturalezas un cuerpo material y una alma inmaterial. Cristo, como la Persona
teantrópíca, puede decirse que posee tres naturalezas el Logos divino o Verbo, una alma humana, y un cuerpo
humano. Estos dos últimos están combinados en el pensamiento cuando hablamos de Cristo en el sentido de
que posee dos naturalezas, la divina y la humana. Es la persona, por tanto, la que une las naturalezas, pero
esta unión no es mecánica o externa. Es una unión personal, y por tanto, muy estrecha e inseparable. En Cristo
la unión entre lo divino y la naturaleza humana fue aún más estrecha que la que existe entre el alma y el
cuerpo en el hombre. En el ser humano, el alma y el cuerpo pueden separarse por la muerte; en Cristo, la
naturaleza divina no se separó ningún momento del alma ni del cuerpo.
3. la personalidad del Dios hombre dependía primeramente de la naturaleza divina, se demuestra por
el hecho de que no fue destruida por la muerte. Es verdad que, en su muerte, hubo una separación temporal
entre el alma y el cuerpo, pero ni por un instante hubo una separación entre el Logos divino y el alma humana
y el cuerpo. Aún entre el período de su muerte y su resurrección, el alma humana y el cuerpo estaban todavía
unidos con el Logos o el Verbo divino. Es por esta razón que el cuerpo de Cristo nunca vio corrupción.

C. Dos Naturalezas.
La unidad de la Persona de Cristo encuentra su ver dad complementaria en la diversidad de las dos
naturalezas. El que la Deidad y la humanidad retengan sus propiedades respectivas y funciones, sin alteración
de esencia ni interferencia mutua, es tan necesaria a un verdadero concepto de la encarnación como lo es su
unión hipostática en Jesucristo. Aunque los actos y cualidades tanto de la naturaleza divina como de la
humana de Cristo pueden atribuirse a la persona teantrópica, no puede decirse que pueden atribuirse la una a
la otra. Las propiedades que pertenecen a una naturaleza, necesariamente se circunscriben a esta naturaleza.
Una substancia material puede tener solo propiedades materiales, y una substancia inmaterial solamente
puede poseer propiedades espirituales. De la misma manera, la naturaleza humana puede tener solamente
pr0piedades humanas, y la naturaleza divina solo propiedades divinas. Las naturalezas, sin embargo, aunque
heterogéneas, bien pueden pertenecer a la misma persona.
1. La Definición Calcedonia. La declaración preparada por el Concilio de Calcedonia en el año 451 A.D.
es como sigue: Siguiendo el concepto de los santos padres, enseñarnos unánimemente que el Hijo (de Dios) y
nuestro Señor Jesucristo son una y la misma (persona), que Él es perfecto en deidad y perfecto en humanidad;
el verdadero Dios y el verdadero hombre, de un alma racional y cuerpo (humano) consistente, consubstancial
con el Padre por cuanto toca a su Deidad, y consubstancial con nosotros por cuanto toca a su humanidad;
hecho en todas cosas como nosotros, excepción hecha del pecado, nacido de su Padre antes de los mundos de
acuerdo con su Deidad; pero en estos días por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, nació (en el
mundo) de la Virgen María, la madre de Dios de acuerdo con su humanidad. Este único y mismo Jesucristo, el
Hijo unigénito (de Dios) tiene que confesarse como uno que tiene dos naturalezas, inconfundibles, inmutables,
indivisibles, inseparables (unidas) , y eso, sin que por tal unión se quite la distinción de naturalezas, sino más
bien que la propiedad peculiar de cada una sea preservada y unida en una sola Persona e hipóstasis, no
separada ni dividida en personas, sino una y el mismo Hijo unigénito, Dios el Verbo, nuestro Señor Jesucristo,
como los profetas antiguos hablaron con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos enseñó, y como
el credo de nuestros padres nos lo ha transmitido.
2. La Fe Ortodoxa. El credo Calcedonio ha proporcionado a la Iglesia una base verdadera para su
Cristología, y ha sido aceptado como ortodoxo por los católico romanos y los protestantes con esta excepción
los protestantes rechazan la palabra Theotókos o Madre de Dios. En este caso, no solamente se afirman las dos
naturalezas de Cristo, sino que sus relaciones de la una para con la otra se ajustan también en cuatro puntos
principales sin mezcla (0 confusión); sin cambio (o con versión); sin división; y sin separación. Debe admitirse
que estos términos no definen, pero proporcionan puntos directivos para la preservación de la 'verdadera
doctrina. Si, por tanto, mantenemos la fe verdadera, debemos creer (1) que la unión de las dos naturalezas en
Cristo no las confunde ni las mezcla de manera de destruir sus pro piedades distintivas. La deidad de Cristo es
tan pura deidad después de la encarnación como lo era antes; y la naturaleza humana de Cristo es una
naturaleza humana tan pura y simple como la de su madre o la de cualquier otro individuo humano con
excepción del pecado. (2) Debemos rechazar como falta de ortodoxia cualquiera teoría que convierta una
naturaleza en otra, ya sea por absorción de la naturaleza humana por la divina como en el Eutiquianismo, o la
reducción de lo divino a lo humano como sostienen algunas teorías kenóticas modernas. (3) Debemos sostener
las dos naturalezas en tal unión que no dividan a la persona de Cristo en dos YO como en el Nestorianismo, ni
que se mezclen las dos naturalezas en un compuesto que no sea ni Dios ni hombre como en el caso del
Apolinaríanismo. El resultado de la unión no es dos personas, sino una Persona que une en si misma las
condiciones de la existencia humana y de la existencia divina. (4) Debemos sostener que la unión de las dos
naturalezas es inseparable. La unión de la humanidad con la deidad en Cristo es indisoluble y eterna. Es una
apropiación permanente de la naturaleza humana por la segunda Persona de la Trinidad.

CUESTIONARIO PARA ESTUDIO


1. ¿Por qué es que cuando estudiamos la Personalidad de Cristo tocamos el corazón mismo del cristianismo?
2. ¿Por qué es de especial significado doctrinal la concepción milagrosa y el nacimiento virgíneo de Jesucristo?
3. ¿Por qué fue bautizado Cristo? ¿Dónde y en qué se cumplió la profecía?
4. Indique usted el significado doctrinal de la tentación de Jesús y su obediencia perfecta.
5. Cite usted cinco conceptos erróneos respecto a la Persona de Cristo y demuestre usted cómo cada uno de
ellos deja de compararse al punto de vista cristiano o simplemente es una perversión de éste.
6. ¿Por qué es importante que sostengamos que la naturaleza humana de Cristo es total y completa? Indique
usted la evidencia bíblica que lo prueba.
7. ¿Qué es lo que se implica en el hecho de que Cristo fue completamente ajeno al pecado?
8. Al considerar los sufrimientos de Cristo, ¿qué distinciones respecto a su naturaleza deben sostenerse con
claridad? ¿Por qué?
9. ¿La preexistencia de Cristo prueba necesariamente su deidad?
10. ¿Cómo fue revelado Cristo en el Antiguo Testamento?
11. ¿Cuál es el testimonio más elevado que tenemos con respecto a la deidad de Cristo? ¿Por qué es de valor
supremo?
12. ¿Qué es la Encarnación? ¿Por qué fue necesaria? ¿Qué queremos decir con la expresión persona
teantrópica?
13. Indique usted el significado de la palabra ¨hipostática¨ tal como se usa en conexión con la Persona de
Cristo. ¿Cuántas naturalezas tenía?
14. ¿Qué debemos creer respecto a la Persona de Cristo si es que hemos de sostener una fe ortodoxa?
CAPITULO XII
LOS ESTADOS Y OFICIOS DE CRISTO

¨Solo Cristo fue Profeta, Sacerdote y Rey; habiendo poseído y ejecutado estos oficios en un grado tan
supereminente como ningún ser humano lo ha hecho ni hubiera podido hacerlo. Jesús es un Profeta, para
revelar la voluntad de Dios e instruir a los humanos en ella. Es un Sacerdote, para ofrecer un sacrificio y hacer
expiación por los pecados del mundo. Es Señor, para gobernar y dominar en las almas de los hombres; en una
palabra, Él es Jesús el Salvador capaz de librar del poder, la culpa y la inmundicia de pecado; para vivificar y
ensanchar por la divina influencia de su Espíritu; para preservar en la posesión de la salvación que Él ha
comunicado; para sellar a los creyentes como herederos de gloria; y finalmente, para recibirlos en la plenitud
de bienaventuranza en su gloria eterna. - Doctor ADAM CLARKE.

La consideración de los estados y oficios de Cristo, forma una transición natural entre la doctrina de su
Persona a la de su obra consumada que se conoce común mente como la Expiación. Los estados y oficios de
Cristo son dos el Estado de Humillación y el Estado de Exaltación. Desde el punto de vista teológico, estos
estados re presentan énfasis variados sobre las dos naturalezas del Dios-hombre. Por lo que se refiere a los
límites de la humillación hay diferentes posiciones. La Iglesia Reformada sostiene que se extiende desde su
concepción milagrosa al fin de su descenso al Hades, en tanto que la Iglesia Luterana sostiene generalmente
que terminó con las palabras, Consumado es, dichas por nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Los Arminianos
aceptan esta última posición. Los oficios de Cristo son tres los de Profeta, Sacerdote y Rey. Esta clasificación
triple fue cuidadosamente desarrollada por Eusebio y forma un principio de distribución en las teologías
modernas.
I. EL ESTADO DE HUMILLACION
Las Sagradas Escrituras presentan a Cristo en marcadas condiciones de contraste. Los profetas lo vieron su jeto
a las indignidades más grandes, y también lo vieron sentado en uno de los tronos más exaltados.
Imposibilitados en reconciliar estos contrastes, los exégetas judíos algunas veces afirmaban la necesidad de
dos Mesías. La mayor parte de la oposición a Jesús durante su vida terrenal fue basada en su condición
humilde y las razones dadas por sus opositores están en correspondencia exacta con la naturaleza de la
humillación que los profetas habían predicho con respecto a Él. Si a la luz de los estudios exegéticos modernos,
inquirimos acerca de la naturaleza de la humillación, encontramos que pertenece generalmente, aunque no de
manera exclusiva, a las limitaciones de su naturaleza humana, y su relación a la pena del pecado. La porción de
la Escritura que ha proporcionado la base para las teorías numerosas y divergentes con respecto a la
Cristología se encuentra en la epístola de San Pablo a los Filipenses, Haya pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios; sin
embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la
condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses
2:5 8).

A. Pasas en la Humillación de Cristo.


De este pasaje arriba mencionado, es evidente que los dos estados del ser de Cristo como Lagos
preexistente, y como Verbo hecho carne necesitaban una renunciación dual, esto es, de lo divino a lo humano,
y de lo humano a la cruz. Subsistiendo en la forma de Dios, había una (1) renunciación del yo. No tuvo por
usurpación ser igual a Dios, o como se traduce frecuentemente, como cosa a que debía aferrarse; (2) un
despojarse del yo o kenosis, Se anonadó a sí mismo, esto es, se vació de sí mismo; y (3) Tomando forma de
siervo, hecho semejante a los hombres. Subsistiendo en la forma de hombre, había, de la misma manera, tres
pasos bien definidos en su humillación terrena, paralelos a aquéllos: (1) una renunciación de sí mismo, se
humilló a sí mismo; (2) una subordinación, hecho obediente hasta la muerte; y (3) una perfección de su
humillación como Representante de los pecadores, y muerte de cruz. Después de la Reforma, las iglesias
Luterana y Reformada tomaron posiciones diferentes con respecto a la humillación, especialmente en el
kenosis o "el despojarse de sí mismo." Las varias teorías pueden clasificarse como sigue: (1) El Communicatio
idiomatum; (2) Las Teorías Primitivas de la Depotenciación; (3) Las Teorías Kenóticas Modernas; y, (4) Las
Teorías Místicas.

B. El Communicatio Idiomatum.
Esta teoría nació dentro de las filas de la Iglesia Luterana. Significa la comunicación de la idiomata o
atributos de las dos naturalezas de Cristo a una Persona, y por medio de aquella Persona, de una naturaleza a
otra. No involucra la mezcla de una naturaleza con otra, pero sostiene que todos los atributos, ya sean los de
la naturaleza humana como los de la naturaleza divina, pueden considerarse como atributos de una Persona y
no de ninguna naturaleza independiente de aquella Persona. Sostiene también una comunión de naturalezas
de tal manera, que los atributos y facultades de la naturaleza divina son comunicados a lo humano. Esto, sin
embargo, no es recíproco, puesto que la naturaleza humana no puede comunicar nada a la divina, que es
inmutable y perfecta. No se permite, además, ninguna confusión de la naturaleza, sino una permeación de lo
humano por lo divino, esta permeación o pericoresis tomando lugar a través de la Persona que es el vínculo de
unión entre las dos naturalezas. En las controversias trinitarias la cuestión con que la Iglesia se interesaba más
era la de la relación de Cristo a la Deidad; en las controversias Cristológicas primitivas, el problema era el de la
relación de las dos naturalezas a una sola Persona; aquí el problema es la relación de una naturaleza a la otra
por medio de una Persona. Los luteranos sostuvieron que, a través de una Persona, los recursos de la
naturaleza divina fueron puestos a la disposición de lo humano; y que un acto de cualquiera de las dos
naturalezas es el acto de una sola Persona, de aquí que sea también participado por la otra naturaleza.

C. Las Teorías Primitivas de la Depotenciación.


El desarrollo del Communicatio Idiomatum acarreó finalmente una controversia dentro de la Iglesia
Luterana. Principiando del communicatio como una base común, ambas escuelas aseguraron que, desde el
momento de su concepción, Cristo poseyó los atributos de omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia. Pero
interpretaron la humillación de diferente manera. (1) Los Kenotistas (de Kenó que significa ¨vaciar) se
denominaron así porque sostuvieron que había una kenosis o despojarse de los atributos, y se aseguraron que
la kenosis se aplicaba a esto último. (2) Los Kriptistas (de Kriptós, que significa escondido o secreto)
sostuvieron que Cristo poseyó los atributos divinos, pero que, durante su vida sobre la tierra, permanecieron
escondidos. Así que los kriptistas consideraron la glorificación como la primera demostración de los atributos
divinos en tanto que los kenotistas los consideraron como apropiándoselos por segunda vez. Las teorías de la
depotenciación tomaron varias formas, pero había un elemento común en todas ellas creían que había una
mezcla literal de la deidad de Cristo y del espíritu del hombre Jesucristo.

D. Las Teorías Kenóticas Recientes.


Durante la primera porción de la XIV centuria, se hizo un intento de unir las iglesias Luterana y la
Reformada sobre la base de la Cristología kenótica. La substancia de esta nueva posición era en el sentido de
que Cristo al encarnarse, se vació de sí mismo, y por ello trajo al Logos eternalmente preexistente dentro de
las limitaciones de la personalidad humana. Pero aquí otra vez, la forma y grado de la kenosis se pusieron en
disputa. Cuatro tipos distintos de teorías kenóticas aparecen en la literatura de este período.
1. Tomasius, (1802-1876) aseguró que la concepción luterana de las dos naturalezas demandaba, o
que lo infinito fuera degradado a lo finito, o que lo finito fuera elevado a lo infinito. Esto último o la teoría
majestas según declaraba él, debería abandonarse en favor de la primera o sea la teoría kenótica. Enseñó que
el Hijo de Dios, durante su vida terrenal, se limitó a sí mismo a la forma y contenido de la conciencia que eran
parte de la personalidad finita. Podemos decir, por tanto, que creía que Cristo se vació de sí mismo de los
atributos relativos de omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia, aun cuando retuvo los atributos esenciales
e inmanentes de la deidad.
2. Gess (1819 1891), llevó la teoría kenótica más adelante, enseñando que el Logos no solamente se
vació de sí mismo y de sus atributos relativos, sino que de sus atributos esenciales también. Hubo, por tanto,
una trans mutación actual del Logos dentro del alma humana.
3. Ebrard, (1818-1888), estaba de acuerdo con Gess en lo que se relaciona al Logos encarnado como
tomando el lugar del alma humana en Cristo, pero difiere de él en que no sostiene que sea una
depotenciación. Los atributos de omnipresencia, omnisciencia y omnipotencia son retenidos, y por tanto la
humillación descansó en el he cho de que fue disfrazado de su deidad.
4. Martensen (1808-1884), un obispo Danés y teólogo, avanzó la teoría de una kenosis real pero
relativa por lo que, según él, la depotenciación, aun cuando real, se aplica solamente a la vida terrenal de
Cristo en la carne, y no a los atributos divinos. También hace una distinción entre la revelación del Logos y la
revelación de Cristo y circunscribe la kenosis a esto último. Aunque el Logos continúa como Dios en su
revelación general al mundo, entra al mismo tiempo dentro del seno de la humanidad como una simiente
santa, que puede levantarse de entre la raza como Mediador y Redentor. Como el Logos, Él obra en una
presencia completa por medio del reino de la naturaleza; como Cristo, trabaja en el reino de la gracia; e indica
su consciencia de identidad personal en dos esferas por lo que se refiere a su preexistencia.
Es evidente de esta discusión de las teorías kenóticas, que algunas de ellas deben clasificarse como
mero humanismo, en tanto que otras en un puro panteísmo. Las teorías primitivas limitaron la depotenciación
meramente al uso () manifestación de los predicados divinos; las teorías modernas aplicaron la kenosis
directamente al Logos, sosteniendo en algunas de ellas una tal depotenciación, como para reducir al Logos
divino a un ser meramente finito. A la pregunta, ¿De qué se despojó el Logos? debemos responder que fue
una acción de despojarse de la gloria que tenía con el Padre antes de la fundación del mundo y que Él mismo
deseaba tenerla otra vez, tal como la expresó en su oración pontificial. Dean Alford dice, ¨se vació del morfé
Theú (o forma de Dios), no de la gloria esencial sino de la posesión manifestada… la gloria que Él tenía con el
Padre antes de que el mundo fuese y que fue resumida durante su glorificación (o sea una gran falta de vigor y
fuerza), para reflejar la gloria que tenía con el Padre. Podemos interpretar sin temor de equivocar nos, el
desvestirse de la gloria como el despojarse del ejercicio independiente de sus propios atributos divinos duran
te el periodo de su vida terrenal. Podemos también creer: (1) que el Logos preexistente dejó la gloria que tenía
antes de la fundación del mundo, a fin de tomar sobre sí la forma de siervo; (2) que, durante su vida terrenal,
estaba subordinado a la voluntad mediatoria del Padre en todas las cosas; no obstante, conociendo la
voluntad del Padre, se ofreció voluntariamente en obediencia a su voluntad. (3) Que su ministerio durante
este período estaba bajo el control inmediato del Espíritu Santo, que le preparó un cuerpo, que le instruyó
durante el período de su desarrollo, que le ungió para llevar a cabo su misión, y que le capacitó hasta el fin
para ofrecerse a sí mismo sin mancha delante de Dios.

II. LA EXALTACION
La exaltación es aquel estado de Cristo en el que Él puso a un lado las flaquezas de la carne de acuerdo
con su naturaleza humana y reasumió otra vez su majestad. De la misma manera que en la humillación hubo
estados o pasos de descenso, así sucede en el caso de la exaltación: hay pasos de ascenso. Estos pasos o
estados son (1) el Descenso hacia el Hades; (2) la Resurrección; (3) la Ascensión; y, (4) la Reunión.

A. El Descenso al Hades.
El intervalo breve en la historia de la redención, entre la muerte de Cristo y la resurrección, se conoce
como el descensus ad inferos o sea el descenso al Hades. El término no se encuentra en las Escrituras, sino en
los credos, y se expresa allí con las palabras, “Descendió al sepulcro.” La doctrina, sin embargo, se basa en las
Escrituras: Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción (Salmo 16:10);
y, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el infierno, ni su carne vio
corrupción (Actos 2:27731). Estrechamente relacionado con estos textos se encuentra otro del mismo apóstol
que declara: En el cual también fue' y predicó a los espíritus encarcelados; los cuales en otros tiempos fueron
desobedientes, cuando una 'vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca;
en la cual pocas, a saber, ocho personas fueron salvas por agua (1 Pedro 3: 19-20). La palabra griega Hades, en
su complemento hebreo Sheol, significa el estado escondido o invisible, esto es, el reino de los muertos. No
tiene referencia a ningún castigo recibido durante este estado invisible o escondido. Fue a este nivel de los
muertos al que nuestro Señor Jesucristo entró cuando su cuerpo fue puesto en el sepulcro.
Podemos con seguridad creer, entonces, que cuando nuestro Señor Jesucristo exclamó: ¡Consumado
es!, cesó la humillación y principió la exaltación. Su muerte fue su triunfo sobre la muerte, consecuentemente,
la muerte no tuvo poder sobre él (Romanos 6:8-9). Cuando, por tanto, entró al lugar de los muertos, entró
como Conquistador. Descendiendo a las partes bajas de la tierra, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los
hombres (Efesios 4:8-9). De la manera como lo hizo en la encarnación, el Hijo de Dios llevó sobre sí, carne y
sangre, entrando por ello mismo al estado de la vida humana, siendo a la muerte humillante de la cruz, de
manera que entra al lugar de los muertos no para sufrir más sino como su Conquistador triunfante. Esto, por
tanto, marca el primer paso en su exaltación.

B. La Resurrección.
El segundo paso en la exaltación es la resurrección, o aquel acto por el cual nuestro Señor se levantó
de la tumba. En vista de que la ascensión marca la transición de su estado terrenal a su estado celestial, la
resurrección es el elemento último y culminante de la misión terrenal de nuestro Señor Jesucristo. Hay dos
fases de la verdad que deben considerarse ampliamente. Primero, el hecho histórico de la resurrección es
intensamente significativo. Es, por tanto, atestiguado por muchas pruebas indubitables (Actos 1:3). El
testimonio de los apóstoles y de los primeros discípulos es de un valor inmenso. Cristo volvió a la vida y se les
apareció en carne y hueso tangibles por medio de los cuales reconocieron su cuerpo como el cuerpo de Aquel
que había sido crucificado. Además de esto, también reconocieron que había adquirido facultades nuevas y
misteriosas que transcendían a las manifestadas en carne durante su vida terrenal. Se relatan mu chas
apariciones durante los cuarenta días de su estancia con sus discípulos. Pero una de las evidencias más
completas de la resurrección fue el cambio instantáneo y total que se llevó a efecto en las mentes de los
discípulos. De un estado de desilusión y de incredulidad, se transformaron de repente en creyentes gozosos.
La evidencia suprema de la resurrección, por tanto, siempre debe ser el don del Espíritu Santo a los discípulos,
haciéndolos llamas radiantes del evangelio de Jesucristo. Segundo, la resurrección debe considerarse en sus
relaciones doctrinales. Hay cinco cosas que se recalcan como básicas en su importancia.
1. La resurrección de Cristo fue la comprobación misma de las pretensiones de Jesús. Fue el
testimonio di vino del ministerio profético de Cristo, por el cual sus pretensiones no solo fueron reivindicadas,
sino que su misión fue interpretada a los apóstoles y a los evangelistas.
2. Al ser la nueva humanidad de Jesús, sin pecado, proporcionó la base del sacrificio expiatorio. En la
encarnación, nuestro Señor Jesucristo se vistió de carne y de sangre para que pudiera probar la muerte por
todos los hombres; en la resurrección, logró la victoria sobre la muerte. Es por esta razón que a la resurrección
se le llama un nacimiento (Colosenses 1:18; Revelación 1:5). Fue, en realidad, un nacimiento de la muerte, por
tanto, la muerte de la muerte. Al tomar nuestra naturaleza y morir en ella, y después revivirla o avivarla, esta
nueva humanidad glorificada viene a ser la base de un sacerdocio eternal, siendo su muerte y resurrección la
base de consagración. Es, por tanto, un evento de progreso en que el Redentor pasa de un plano inferior a uno
más elevado en la nueva creación. No fue meramente un retorno de la tumba a su misma condición natural,
sino también un evento transcendental.
3. La resurrección proporcionó la base para nuestra justificación. Cristo fue entregado por nuestros
delitos y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25). Viene a ser, por tanto, no solo una
reivindicación de su obra profética, sino también de su sacerdocio. Murió por las transgresiones que eran tales
de acuerdo con el primer testamento; se levantó para ser el Ejecutor del nuevo pacta por cuya voluntad o
pacto, somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez (Hebreos 10:10).
4. La humanidad glorificada de Cristo también forma la base para un nuevo compañerismo. Él fue la
imagen del Dios invisible, las primicias de toda criatura (Colosenses 1:15 y siguientes) y esta nueva humanidad
de Cristo proporcionó el vínculo entre Él y los que son adoptados como hijos por Jesucristo mismo (Efesios
1:5). Esta nueva humanidad es ética y espiritual (Efesios 4:2224; Colosenses 3:9 10), y como la base de este
nuevo y santo compañerismo, viene a ser el cuerpo de Cristo o sea la Iglesia.
5. La resurrección de Cristo viene a ser la garantía de nuestra futura resurrección. Cristo es las
primicias de los que durmieron. Es una parte vital del propósito redentor de Dios en Cristo, que el hombre no
solamente sea librado del pecado desde el punto de vista espiritual, sino que también sea librado del pecado
desde el punto de vista físico.

C La Ascensión.
La ascensión es el tercer paso en la exaltación de nuestro Señor Jesucristo marca el fin de su vida
terrenal; Esta transferencia de la tierra hacia el cielo no debe entenderse como una simple remoción de una
parte del universo físico a otra, sino como una separación local dentro de lo que se conoce, como la presencia
de Dios. La ascensión fue la transición hacia una nueva esfera de acción mediatoria, el tomar posesión de la
presencia de Dios por nosotros, y está, por tanto, asociada inmediatamente con su intercesión Pontificial.
Aparece en la presencia de Dios por nosotros (Hebreos 9:24). Se ha consagrado también por nosotros, de una
manera nueva y viviente a través del velo esto es, su carne; viniendo a ser su cuerpo glorificado la manera de
acceso por el cual su pueblo tiene libertad, para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo (Hebreos
10:19-20). Finalmente, la ascensión significada separación de Cristo en la carne a fin de establecer las
condiciones por las cuales el Espíritu Santo sería dado a la iglesia. Habiendo recibido del Padre la promesa del
Espíritu, el día del Pentecostés fue el testimonio de la venida del Consolador, como una presencia permanente
en la Iglesia.

D. La Reunión.
El cuarto y último paso de la exaltación se conoce con el nombre de Reunión. Está estrictamente
relacionado a la ascensión y significa primordialmente, el lugar de Cristo a la diestra del Padre como una
presencia intercesora. De la misma manera que el_ oficio profético de Cristo fue unido en su obra como
sacerdote por medio de su muerte y resurrección, así su oficio sacerdotal está unido a su carácter de rey por
medio de la ascensión y de la reunión. De la manera que la resurrección fue la prueba divina do su oficio
profético, el don del Espíritu Santo es ¡aprueba divina de su ascensión y de su reunión. La presencia de Cristo
sobre el trono no es sino el principio de Una suprema autoridad que terminará solamente cuando haya puesto
a sus enemigos por estrado de sus pies (1 Corintios 15: 25). De su lugar de Reunión nuestro Señor Volverá a la
tierra la segunda vez sin pecado para salvación (Hebreos 9: 28); y la ascensión es el modelo de su regreso. Su
exaltación será completa, sólo cuando todas las cosas le sean sujetas, y cuando El mismo sea corona do como
Señor de todo. Entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios
sea todas las cosas en todos (1a Corintios 15: 28).

III. LOS OFICIOS DE CRISTO

El proceso mediatorio que principió históricamente con la encarnación y continuó a través de la


humillación y de la exaltación, llegó a su perfección total en la reunión a la diestra de Dios. Los estados y
oficios, por tanto, forman la transición de una consideración de la Persona compleja de Cristo, a la de su obra
consumada en la expiación uniendo aquélla, la obra medíatoria a su persona más directamente y ésta más
inmediatamente a la obra terminada Como Mediador la obra de Cristo se considera desde tres puntos de vista:
como Profeta, como Sacerdote, y como Rey. Fue iniciado en estos oficios en su bautismo, y por una unción
especial con el Espíritu Santo vino a ser oficialmente el Mediador entre Dios y el hombre.

A. Su Oficio Como Profeta.


Cristo como Profeta es el revelador perfecto de la verdad divina. Como el Logos, él era la luz verdadera
que alumbra a todo hombre que viene a este mundo (Juan 1: 9). En el Antiguo Testamento habló por medio de
los ángeles, por medio de teofanías, por medio de los tipos y por medio de los profetas a quienes les
comunicaba su Espíritu Santo. Como el Verbo encarnado reveló fiel y completamente a los hombres la
voluntad salvadora de Dios. Habló con autoridad inherente (Mateo 7:28-29), y fue reconocido como Maestro
venido de Dios (Juan 3:2). Después de su ascensión continúa su trabajo por medio del Espíritu Santo quien
ahora habita en la Iglesia como el Espíritu de la verdad. En el mundo venidero su obra profética continuará,
porque se nos dice que la ciudad No tenía necesidad de sol, ni de luna, para que resplandezca en ella; porque
la claridad de Dios la iluminó, y el Cordero era su lumbrera (Revelación 21: 23). Será por medio de su
humanidad glorificada que veremos y gozaremos la visión de Dios por toda la eternidad.

B. Su Oficio Como Sacerdote.


El oficio sacerdotal _de Cristo se relaciona con la mediación objetiva, e incluye tanto el sacrificio como
la intercesión. Se ofreció a si mismo (Hebreos 7:27). Fue al mismo tiempo la Ofrenda y el dador de la ofrenda,
aquélla correspondiendo a su muerte, la otra en su resurrección y ascensión, formando juntas la expiación.
Basado en su obra expiatoria se encuentran su oficio de intercesión y de bendición, que están ambos
conectados con la administración de la redención; Fue en la víspera de la crucifixión que nuestro Señor
Jesucristo formalmente asumió su función sacrificial primero por la institución de la Cena del Señor, y después
por su oración pontifical de consagración (Juan 17: 1-26). Después del Pentecostés, el oficio sacerdotal vino a
ser más prominente. En consecuencia, la cruz viene a ser el centro del evangelio apostólico (1 Corintios 1:23;
5:7); su muerte es el establecimiento de un nuevo pacto (1 Corintios 10:16; 11:24 26); y su sacrificio se
considera como un acto voluntario de expiación y reconciliación (Efesios 5:2; 1 Pedro 2:24; Romanos 5:10;
Colosenses 1:20). Después del Pentecostés, la obra sacerdotal de Cristo se continúa por medio del Espíritu
Santo como un don del Salvador exaltado y resucitado; y en el mundo de lo porvenir, nuestro acercamiento a
Dios debe ser por medio de El cómo la fuente permanente de nuestra vida y de nuestra gloria.

D. Su Oficio Como Rey.


El oficio real de Cristo es aquella actividad de nuestro Señor ascendido a la diestra de Dios,
gobernando sobre todas las cosas en la tierra y en el cielo para la extensión de su reinado. Se basa sobre la
muerte sacrificial, y por tanto encuentra su expresión elevada en el derramamiento de las bendiciones hacia la
humanidad por medio de la obra expiatoria. De la misma manera que nuestro Señor Jesucristo asumió
formalmente su obra sacerdotal en la víspera de la crucifixión, así de manera formal asumió su oficio como Rey
en el tiempo de su ascensión. No debemos pasar por alto el hecho, sin embargo, que, por anticipación, Cristo
asumió en sí mismo el oficio de Rey durante su vida terrenal, particularmente en el tiempo que precisamente
antecedió a su muerte. Pero en la ascensión, dijo, Toda potestad me es dada en el cielo y en la tierra. Por
tanto, id, y doctrinad a todos los gentiles, bautizando los en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu
Santo: enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado: y he aquí, yo estoy con vosotros todos
los días, hasta el fin del mundo. Amén (Mateo 28: 18-20). Habiendo ya proclamado su gobierno sobre los
muertos en el des censo; y habiendo declarándolo a sus hermanos sobre la tierra, ascendió al trono, para
ejercitar su facultad mediatoria hasta la venida del juicio, cuando el régimen media torio terminará. Los
esfuerzos de Dios para salvar a los hombres habrán sido consumados y el destino de todos los hombres, ya sea
bueno o malo, se fijará. para siempre. Esto es lo que San Pablo quiso decir cuando expresó: Luego el fin;
cuando entregará el reino a Dios y al Padre, cuando habrá quitado todo imperio, y toda potestad. Porque es
menester que él reine, hasta poner a todos sus enemigos debajo de sus pies (1 Corintios 15:24 25). Es obvio,
por tanto, que el oficio como Rey ejercita para la redención de la humanidad, y se aplica solamente a la era en
la que el reino se extiende y se perfecciona; y el oficio real en ese sentido terminará cuando aquella era esté
completa, No significa tampoco que el Hijo no continuará reinando como la segunda Persona de la Trinidad; ni
que su Persona teantrópica cesará. Reinará para siempre como el Dios hombre, y para siempre ejercitará su
poder para beneficio de los redimidos y para la gloria de su reinado.

CUESTIONARIO PARA ESTUDIO

1. Explique usted las dos fases básicas de la humillación de Cristo.


2. ¿Qué se quiere decir con la expresión Communicatio ldiomatum? ¿Qué es la Kenosis? ¿Los Kriptistas?
3. ¿Cuál es el propósito de las teorías de la depotenciación?
4. ¿Qué deberemos creer con respecto a la depotenciación de Cristo?
5. ¿Dónde debe considerarse el Descenso, en conexión con la humillación de Cristo o con su exaltación? ¿Por
qué? ¿A qué se debe que algunos protestantes la incluyen en una y otros en la otra?
6. Indique usted las muchas ¨pruebas indubitables¨ que demuestran la resurrección de Cristo?
7. ¿Qué implicaciones doctrinales y verdades se incluyen en la enseñanza bíblica concerniente a la
resurrección de Cristo?
8. ¿Cuál es el significado doctrinal de la ascensión de Cristo?
9. ¿Qué queremos decir con la expresión ¨La Reunión¨?
10. Enumere y explique usted los tres oficios de nuestro Señor Jesucristo. ¿Cómo se relaciona cada uno de
estos oficios con la redención del hombre?

CAPITULO XIII
LA EXPIACION

Así como la luz de la aurora matutina se sucede por una brillantez que Va en aumento hasta que la
tierra se ilumina con las glorias plenas del medio día, la gran doctrina de redención por 1a sangre del pacto
eterno, que al principio brilló tenuemente por la promesa ilustre de la simiente de la mujer, continuó brillando
con mayor intensidad a través del medio consagrado de los tipos y las sombras, los altares humeantes y las
victimas sangrientas de las dispensaciones mosaica y patriarcal; hasta que al fin; bajo la luz su rema y los
desenvolvimientos más gloriosos del día evangélico, vemos el cumplimiento claro de las predicciones antiguas,
el comentario infalible sobre los tipos divinamente instituidos y la revelación más explícita del gran misterio de
salvación, a través dc los méritos de la oblación vicaria y pía del Mesías divino."
-DOCTOR T. N. RALSTON.

La palabra expiación ocurre solamente una vez ene l Nuevo Testamento (Romanos 4:11). No obstante,
el término griego catalaguín de donde se deriva, aparece frecuentemente, aun cuando por lo general se
traduce en reconciliación. El término del Antiguo Testamento para expiación es kaphar (cafar) que significa
primordialmente cubrir 0 esconder. Cuando se usa como nombre significa cubierta. En teología, se usa para
expresar la idea de satisfacción o expiación. (1) Denota aquello que une y reconcilia partes en disputa,
haciendo que tengan una misma mente. (2) Denota también el estado de reconciliación, la unidad de mente
que caracteriza a las partes reconciliadas. (3) Algunas veces se usa en el sentido de una apología o amende
honorable. Esta es una confesión penitencial, como, por ejemplo, el sufrimiento en conexión con los seres
queridos muertos, porque no podemos hacer expiación para ellos por los males cometidos en contra suya
mientras estaban con nosotros. (4) La palabra se usa más frecuentemente en el sentido de un substituto para
la pena una víctima ofrecida como propiciación a Dios, de aquí que sea una expiación por el pecado. (5) La idea
del Antiguo Testamento, tal como acaba de indicarse, es el de' una cubierta, y por tanto se aplica a todo lo que
cubre los pecados del hombre ante Dios. (6) Alcanza su más alta expresión en el Nuevo Testamento, donde se
usa para significar la ofrenda propiciatoria de Cristo.

I. LA NATURALEZA Y NECESIDAD DE LA EXPIACION

A. Definiciones de la Expiación.
El señor Watson define la expiación como sigue: ¨La satisfacción ofrecida a la justicia divina por medio
de la muerte de Cristo por los pecados de la humanidad, en virtud de la cual muerte todos los verdaderos
penitentes que crean en Cristo son personalmente reconciliados con Dios', y librados de toda pena de sus
pecados, capacitándolos así para la vida eterna¨ (WATSON, Diccionario). La definición del doctor Summers es
similar en su contenido aun cuando más específica. ¨La expiación es aquella satisfacción hecha para con Dios
por los pecados de toda la humanidad, ya sea pecado original o presente, por la mediación de Cristo, y
especialmente por su pasión y muerte, de manera que se garantice a todos perdón. En tanto que las
perfecciones divinas se mantienen en armonía, la autoridad del Soberano no deja de ser, y se hace que los
pecadores acudan al arrepentimiento, a la fe en Cristo, a las condiciones necesarias del perdón, y a la vida de
obediencia, por la ayuda gratuita del Espíritu Santo¨ (SUMMERS, Systematic Theology, Teología Sistemática). El
doctor Miley nos da la siguiente definición: ¨Los sufrimientos vicarios de nuestro Señor Jesucristo son la
expiación para el pecado como un substituto condicional de la pena, cumplimiento, en el perdón del pecado,
la obligación de la justicia y el oficio de la pena en el gobierno moral¨ (MILEY, The Atonement in Christ, La
Expiación en Cristo).

B. La Necesidad de la Expiación.
Cuando hablamos de la necesidad de la expiación, lo que queremos decir es que fue indispensable para el
ejercicio de la misericordia hacia los pecadores condenados, y por consecuencia, sin esta expiación no habría
salvación posible para ellos. No obstante, hay que evitar cuidadosa mente el pensar que la expiación fue
necesaria a fin de estimular el amor de Dios en favor del hombre, porque la expiación es el resultado o efecto
del amor divino. Fue el amor antecedente en Dios la causa originadora de la expiación. Se sigue, por tanto,
que la necesidad de la expiación originó en los obstáculos que la ley y la justicia interpusieron, porque la ley
no contiene en sí y para sí ninguna provisión de perdón. Habiendo sido traspasada la ley, se demandaba que la
pena consiguiente fuera ejercitada en contra del pecador, y la justicia misma sostuvo también esta demanda.
Además, por cuanto la ley era santa, justa y buena, la santidad, la justicia y la bondad demandaban a una que
la pena fuera impuesta. La ley entonces se levantó en terrible majestad, restringió el ejercicio de la
misericordia divina y demandó la ejecución de la pena. Dios no podía, en su sabiduría, santidad y bon dad, fijar
una pena a la ley, y al mismo tiempo permitir que la desobediencia quedara sin castigo. Sin intervención
externa de ninguna clase, la raza humana en su totalidad hubiera estado eternamente perdida y sin
esperanza.
Además, la necesidad de la expiación puede deducirse de la naturaleza del pecado a la naturaleza de
Dios. La naturaleza del pecado es tal que sus resultados son de detrimento. El pecador en lo personal es
culpable. La demanda hecha por la ley implica el mal intrínseco del pecado y su inclinación malévola. Si nos
preguntamos el porqué, encontraremos la respuesta en la naturaleza de Dios. El pecado es antagónico a la
naturaleza de Dios. Aquí en su naturaleza quizá convenga decir, los atributos de Dios se encuentra la base de
los argumentos en pro 0 en contra de la necesidad de la expiación. Toda teoría de la expiación que enseña o
presenta solamente el lado del hombre y no el lado de Dios, en cierto sentido niega tanto la santidad como la
justicia de Dios. Más aún, la humillación, el sufrimiento y muerte del Hijo unigénito de Dios prueban que había
alguna necesidad de tal expiación.

II. LA BASE BIBLICA DE LA EXPIACION

A ninguna otra fuente como no sean las Sagradas Escrituras debemos volvemos a fin de establecer la
idea cristiana de la expiación. Encontraremos aquí los estados o condiciones preparatorios de desarrollo tal
como se dieron en el Antiguo Testamento; y el concepto del sacrificio del Nuevo Testamento tal como se
revela en los sufrimientos vicarios y muerte de nuestro Señor Jesucristo.

A. La Sombra de la Expiación en el Antiguo Testamento.


La doctrina de la expiación fue revelada gradualmente al mundo, y está marcada por tres pasos
principales; (1) Los Sacrificios Primitivos; (Z) Los Sacrificios de la Ley; y, (3) Las predicciones de los Profetas.
1. Los Sacrificios Primitivos. El Antiguo Testamento no nos da un relato del origen de los sacrificios
primitivos, pero nos da una historia de la adoración sacrificial desde el principio de la historia hasta el tiempo
en que los sacrificios fueron hechos a un lado por la obra expiatoria de nuestro Señor Jesucristo. La obra de los
patriarcas consistía en mantener vivo el sentido de dependencia en Dios, y el altar fue considerado como el
elemento esencial en cualquier acercamiento a la deidad. El relato de la adoración sacrificial que se encuentra
en Caín y Abel, Noé y Abraham demuestran concluyentemente que los sacrificios de sangre eran considerados
como expiatorios en carácter.
2. Los Sacrificios de la Ley. La institución de determinados sacrificios enumerados por la ley mosaica,
marcaba un paso más en el desarrollo de la idea de la expiación. La dependencia en Dios era interpretada
ahora como dependencia de su voluntad, de aquí que tomara un carácter moral. El hecho de que la expiación
estuviera conectada con la comunidad religiosa es altamente significativo en el sentido de que indica una
depravación común de la cual resultó la transgresión personal, y para la cual se necesitaba expiación. La
ofrenda de sangre tenía también un significado dual - era una representación de la vida pura que el pecador
debería tener; y esta expiación solo podía ser tal a través de la muerte. Además, los sacrificios de animales
apuntaban a Cristo como el grande Antetipo - el Cordero de Dios, cuya sangre podía quitar los pecados del
mundo.
3. Las Predicciones de los Profetas. Estos complementaron los sacrificios de la ley, y desarrollaron la
idea mesiánica de manera más plena, y con ella la idea de sus sufrimientos cruentos y de su muerte. Ellos
vieron en El, una totalidad de verdad viviente. Siendo el Dios hombre, en quien la deidad y la humanidad se
unían, Jesucristo era consciente del alcance completo de la verdad, y podía hablar desde este total indivisible.
Por esta razón mantuvo una relación esencial a todos los hombres, y pudo, por tanto, ofrecer un sacrificio
propiciatorio y vicario para ellos. Quizá la sublimidad de esta verdad espiritual en el Antiguo Testamento se
encuentre en la profecía de Isaías con respecto a los sufrimientos del siervo de Jehová. Ciertamente llevó Él
nuestras enfermedades, y sufrió nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas El herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros pecados, el castigo de nuestra paz
sobre él, y por su llaga fuimos nosotros curados (Isaías 53: 4- 5).

B. El Concepto Novo Testamentario del Sacrificio.


El concepto del sacrificio expiatorio de Cristo tal como se encuentra en el Nuevo Testamento, es
sencillamente el complemento de lo que fue profetizado en el Antiguo Testamento. Por esta razón se dice que
Cristo murió de acuerdo con las Escrituras. Nuestro Señor re presenta su muerte como para rescate de todos
los hombres. Puso su vida voluntaria-mente pues ninguno tenía poder para quitársela. Así que debemos
considerar la crucifixión no solo como un evento resultante de las circunstancias, sino como el gran fin por el
cual Jesucristo vino al mundo. Él no fue un mero mártir de la verdad; su muer te fue sacrificial y propiciatoria.
Esto nos lleva a la con sideración del motivo que subraya la expiación, y también su naturaleza Vicaría.

C. El Motivo o Causa Originadora de la Expiación.


El motivo de la expiación se encuentra en el amor de Dios. Esto se conoce algunas veces como la causa
motriz, u originadora de la redención. El texto más prominente en conexión con este asunto es el epitome del
evangelio que se encuentra en Juan 3: 16, Porque de tal manera amó Dios al mundo, que Iza dado a su Hijo
Unigénito; y en el ver sículo siguiente, Porque no envió Dios a su Hijo al mundo para que condene al mundo,
más para que el mundo sea salvo por El (Juan 3:17). Hay multitud de pasajes que demuestran esta misma
verdad. La expiación, ya sea considerada en su motivo, en su propósito, o en su alcance, debe entenderse
como la provisión y expresión del amor justo y santo de Dios. La vida y la muerte de Cristo son la expresión del
amor de Dios para con nosotros, no la causa productora de este amor.

C. La Naturaleza Vicario de la Expiación.


El término ¨vicario¨ en sentido general, significa uno en lugar de otro. La expiación Vicaría, por tanto,
significa que el sufrimiento y muerte de Cristo fueron expiatorios. En las palabras del señor Watson, Cristo
sufrió en nuestro lugar, como nuestro substituto apropiado. Esto se demuestra por los pasajes que declaran
que murió por los hombres, o que relacionan su muerte con el castigo que merecíamos por nuestras ofensas.
Hay dos preposiciones en griego que se traducen en la palabra ¨por¨ o ¨para¨ en las Sagradas Escrituras. La
primera es hiper, y se encuentra en los siguientes versículos: Nos conviene que un hombre muera por el
pueblo (Juan 11: 50); Cristo ...... murió por los impíos ...... Porque siendo aún pecadores, Cristo murió por
nosotros (Romanos 5:6, 8); Si uno murió por todos, luego todos son muertos; y por todos murió, para que los
que viven, ya no vivan para sí, más para aquel que murió y resucitó por ellos...... Al que no conoció pecado,
hizo pecado por nosotros, para que nosotros fuésemos hechos justicia de Dios en El (1 Corintios 5:14, 15, 21).
(Compárese también Gálatas l:4; 3: l3; Efesios 5:2, 25; 13 Tesalonicenses 5:9, 10). La segunda preposición
griega es anti y se encuentra en Mateo 20:28 y Marcos 10:45, donde se dice que Cristo, dió su vida en rescate
por muchos. Algunas veces se objeta diciendo que estas preposiciones griegas no siempre significan
substitución, esto es, que no siempre significan en lugar de, sino que algunas veces se usan como queriendo
decir en favor de o por causa de. Así tenemos la expresión Cristo murió por nuestros pecados, que por
supuesto no quiere decir en lugar de en este caso. Sin embargo, se admite generalmente que estas
preposiciones se usan comúnmente en el sentido de substitución.

D. Terminología Escritural.
Las Escrituras consideran los sufrimientos de Cristo como una propiciación, una redención, y una
reconciliación. Por cuanto se encuentra bajo la maldición de la ley, el pecador es culpable y expuesto a la ira
de Dios; pero en Cristo su culpabilidad es expiada y la ira de Dios recibe propiciación. El pecador es esclavo de
Satanás y del pecado, pero a través del precio redentor de la sangre de Cristo, es librado de la esclavitud y
hecho enteramente libre. El pecador está separado de Dios, pero se reconcilia por la muerte en la cruz. Estos
pasajes satisfacen plenamente.
1. La propiciación es un término derivado de kaporeth o el Asiento de la Misericordia tal como se usa en el
Antiguo Testamento. Propiciar significa aplacar la ira de una persona ofendida, o hacer expiación por las
ofensas. El término hilasmós se usa en tres sentidos diferentes en el Nuevo Testamento. (1) Cristo es el
hilasmós, al mismo tiempo que el Propiciador, es la virtud de esa propiciación. Y él es la propiciación por
nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2); Nos
amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10). (2) Él es el
hilastirion o Asiento de Misericordia; así se usa la palabra en la Septuaginta. Al cual Dios ha propuesto en
propiciación por la fe en su sangre (Romanos 3:25). (3) Cuando se usa el adjetivo, el término thuma se
comprende bien como en el caso de Hebreos 2:17, en que se dice que el Sumo Sacerdote hace expiación por
los pecados del pueblo. En este caso el término es kiláskesthai, y el significado correcto es hacer propiciación
o expiación por los pecados del pueblo.
2. Redención viene de la palabra que significa literalmente comprar de nuevo. El término lutroo y
apolútrosis que significan redimir y redención, respectivamente, fueron usados por los antiguos griegos y
también por los escritores del Nuevo Testamento, para significar el acto de libertad a un cautivo median te el
pago de un lutron o precio de redención. El término, por tanto, vino a usarse en un sentido más amplio de una
libertad de toda clase de mal, por medio de un precio pagado por otro. Este es el verdadero significado
espiritual de los siguientes textos: siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en
Cristo Jesús (Romanos 3:24); Porque comprados sois por precio, glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu los cuales son de Dios (1 Corintios 6:20); Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición; porque está escrito: Maldito aquel que es colgado en madera (Gálatas 3:13).
(Compárese también Efesios 1:7; 13 Pedro 1:18, 19; Revelación 5:9). La muerte de' Cristo es el precio de
redención El dio su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28); y se dio en rescate por todos (1 Timoteo 2:6).
Aquí es evidente la idea de substitución se paga una cosa por otra, la sangre de Cristo por la redención de los
cautivos o de los individuos en condenación.
3. La reconciliación es un término derivado de los verbos katalasso o apokatalasso, los cuales se traducen
en reconciliar. Las palabras denotan primordialmente un mero cambio de un estado a otro, pero tal como se
usan en las Escrituras, es un cambio de un estado de enemistad a uno de reconciliación y amistad. El apóstol
Pablo usó el término con frecuencia. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más estando reconciliados seremos salvos por su vida. Y no solo esta, más aún nos
gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación (Romanos
5:10-11). A vosotros también que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora
empero os ha reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de su muerte, para haceros santos y sin
mancha, e irreprensibles delante de Él (Colosenses 1:20-22). En este y en otros pasajes similares, se evidencia
de manera clara que la reconciliación entre Dios y el hombre se efectúa por Cristo. Pero la reconciliación
significa más que el hecho de poner a un lado nuestra ene mistad con Dios. La relación es una relación judicial,
y es a esta variación judicial entre Dios y el hombre a lo que se tiene referencia en la idea de la reconciliación.
Además, la reconciliación es efectuada no por la separación de nuestra enemistad, sino por la falta de
imputación de nuestras transgresiones. Esta reconciliación previa del mundo a si mismo por la muerte de su
Hijo, debe distinguirse también de la ¨palabra de la reconciliación¨ que debe proclamarse al culpable, y por la
cual palabra se le llama a reconciliarse con Dios.

III. LAS TEORIAS DE LA EXPIACION

En cualquiera consideración de las teorías que han sido dadas con el fin de explicar la expiación,
debemos conservar en mente dos cosas principales: Primero, debe hacerse una distinción clara entre el hecho
de la expiación y la teoría que la explica. Es posible que un individuo, por medio de la fe, participe de los
beneficios de la expiación, y sin embargo no pueda sostener una teoría propia por lo que se refiere a su
explicación; por el otro lado, es posible sostener una teoría correcta con respecto a la expiación y sin embargo
no haber experimentado la gracia salvadora. Segundo, los errores hallados en la teoría de la expiación se
deben en gran parte al énfasis exagerado sobre uno de los elementos esenciales empequeñeciendo ()
excluyendo algunos otros factores igualmente esenciales. Tres elementos esenciales deben entrar en
cualquiera teoría adecuada con respecto a la expiación: (1) La idea de propiciación o satisfacción; (2) la
necesidad de mantener la dignidad del gobierno divino; y, (3) el poder atrayente del amor divino. Es el énfasis
sobre el primer caso lo que nos da la Teoría de la Satisfacción Penal, o algunas otras teorías de la propiciación;
el énfasis sobre el segundo caso nos da la Teoría Rectoral o Gubernamental; y el énfasis sobre el tercer punto
nos da las teorías variadas de la in fluencia moral. En este caso solo daremos una consideración somera a las
teorías más importantes de la expiación.

A. La Doctrina Patrística.

Los padres apostólicos enseñaron que Cristo se dio a sí mismo por nuestros pecados, pero no formularon
sus puntos de vista en ninguna teoría definida de la expiación. El punto de vista popular, que parece haber sido
propagado por Ireneo (como por el año ZOO D.C.), fue en el sentido de que la expiación era una victoria sobre
Satanás. Orígenes (185 254) fue el que primero convirtió esta idea popular en una teoría diciendo que el precio
de rescate fue pagado a Satanás. Atanasio fue probablemente el primero en propagar la teoría de que la
muerte de Cristo fue el pago de una deuda para con Dios. Aparte de Agustín y sus seguidores, la creencia
general fue en el sentido de que Cristo murió por todos, y que fue la voluntad de Dios que todos los hombres
participaran en esta salvación por medio de la fe en Cristo. Agustín mismo enseñó esto después de su
controversia con Pelagio, cuando adoptó la posición monergística extrema del llamado efectivo. (Véase el
Capítulo XV, Sección IB).

B. La Teoría de Anselmo con Respecto a la Expiación.

Anselmo (1033-1109), en la última parte de la undécima centuria publicó su libro importante Cur Deus
Homo en que da la primera declaración científica con respecto a las opiniones sobre la expiación que en el
principio habían sido sugeridas por los padres. Aquí, la idea de la satisfacción a la justicia divina, vino a ser la
fórmula principal, y la Teoría de la Satisfacción se conoce como la teoría de Anselmo. Anselmo rechazó la
teoría del rescate pagado a Satanás. Su propia teoría puede ponerse en las siguientes palabras, El pecado viola
el honor divino y me rece el castigo infinito, por cuanto Dios es infinito. El pecado es culpa o deuda, y bajo el
gobierno de Dios, esta deuda debe pagarse. El hombre no puede pagarla, porque por causa del pecado se
encuentra en estado de quiebra. Por consecuencia, el Hijo de Dios vino a tomar la forma de hombre a fin de
pagar esta deuda por nosotros. Siendo divino, pudo pagar la deuda infinita; y siendo humano a la vez que, sin
pecado, pudo propiamente representar a la humanidad. Pero por ser sin tacha no estaba obligado a morir, y
por cuanto no debía nada en su propia cuenta, recibió como una recompensa de mérito, el perdón de nuestros
pecados. Esto hace que la obra redentora de Cristo se centralice en su propia muerte voluntaria. La debilidad
de la teoría descansa en su concepto estrecho y externo de satisfacción. Por esta razón se habla de ella
algunas veces como la ¨Teoría Comercial. ¨ Anselmo sostuvo que Cristo pagó la deuda en la cantidad exacta de
sufrimiento que debió haber caído sobre los pecadores a través de toda la eternidad, recalcando de esta
manera la cantidad más bien que la calidad o la dignidad del sacrificio de Cristo.

C. La Teoría de Abelardo.

Abelardo (1079-1142), difirió grandemente de Anselmo. Sostuvo que fue la rebelión del hombre la que
necesitaba ser subyugada, y no la ira de Dios la que necesitaba recibir propiciación. En lugar de una
satisfacción a la justicia divina, aseguró que la expiación debe considerarse como una exhibición atrayente del
amor divino. La posición de Abelardo vino a ser la base del socinianismo posterior, y de las teorías más
modernas de la influencia moral.
D. Las Teorías Escolásticas.

El período escolástico es importante por cuanto mar ca el principio de aquellas tendencias que más
tarde se desarrollaron en la soteriología tridentina de la Iglesia Católica Romana; 0 en la teoría estricta de la
Satisfacción Penal de los reformadores protestantes primitivos. (1) Pedro Lombardo (1100-1164) en su Liber
Sententiarum, siguió a Abelardo, y sostuvo que la obra de Cristo debió ser suplementada por el bautismo y la
penitencia. (2) Tomás de Aquino siguió a Anselmo, pero fue responsable de varios otros desarrollos. Sostuvo
que el mérito y el demérito son estrictamente personales, y a fin de comprobar la idea de la satisfacción
vicaria, propuso una unión mística (unio mystica), existente entre Cristo y la Iglesia. Es así como un pecador,
unido por la fe en el Salvador, puede llegar a ser la base y causa de la imposición judicial de la pena sobre su
Substituto expiatorio; y a su vez, el Verbo encarnado puede venir a ser la propiciación del pecador. Su
distinción entre méritos y satisfacción se desarrolló más tarde en la doctrina de la imputación de la justicia
activa y pasiva de Cristo; y su enseñanza con respecto a la superabundancia del mérito de Cristo llevó
directamente a la teoría católica romana de la supererogación. Su doctrina de una satisfacción relativa antes
que absoluta, resultó más tarde en, una teoría de la justificación basada parcialmente sobre las obras
penitenciales-del individuo. (3) Duns Scotus siguió a Abelardo más bien que a Anselmo, y de esto resultaron en
la Iglesia dos partidos opuestos conocidos como los Tomistas y Scotistas. Scotus enseñó que la relación entre
la expiación y el pecado fue más bien una cuestión arbitraria. Dios se agradaba en aceptar este sacrificio
personal como un equivalente para la. transgresión humana, porque Él se agradaba de ello y no por causa de
su valor intrínseco. Es probable que hubiera aceptado cualquier otro substituto, o que no hubiera requerido
ninguno, haciendo del perdón un asunto de su divina autoridad.

E. La Teoría Católica Romana o Tridentina.

La Teoría Católica Romana adoptada por el Concilio de Trento, es el resultado de los principios de
Bonaventura y Tomás de Aquino. La unio mystica de este último identificó en cierto sentido, la encarnación y
la expiación. Se supone que esta unión santificó la raza por la transferencia del mérito de Cristo al pecador, y la
culpa del pecador a Cristo. Los sacramentos fueron considerados como una extensión de la encarnación, y, por
tanto, al participar del pan, el candidato viene en relación inmediata con la humanidad de Cristo y
consecuentemente viene a ser el

ecipiente de la gracia divina. La unio mystica sin embargo, dio origen a ciertos errores fundamentales: (l)
contradijo la universalidad de la expiación en el sentido de que la redención estaba limitada al creyente
configurado a su Señor Jesucristo: y, ( 2) consideraba la penitencia personal como una forma de expiación
unida a la de Cristo. Como resultado del período de la Reforma, tenemos un número de teorías, especialmente
la Teoría de la Satis facción Penal; la Teoría Rectoral o Gubernamental; y la Teoría de la Influencia Moral.
Tenemos también en tiem pos modernos la Teoría Ética del doctor A. H. Strong, y la Teoría Racial del doctor O.
A. Curtis. Enfocaremos nuestra atención a estas teorías.

F. La Teoría de la Satisfacción Penal.

Esta es la teoría sostenida generalmente por la Iglesia Reformada, y se conoce frecuentemente como
la Teoría Calvinista. El doctor A. A. Hodge condensa la teoría en los siguientes puntos esenciales: (1) El pecado,
por razón de sí mismo, merece la ira y la maldición de Dios. (2) Dios está dispuesto, por la misma excelencia de
su propia naturaleza, a tratar a sus criaturas tal como lo merecen. (3) Para satisfacer el juicio recto de Dios, su
Hijo asumió nuestra naturaleza, fue hecho bajo la ley, cumplió toda justicia, y llevó el castigo de nuestros
pecados. (4) Por su justicia, los que creen se constituyen justos, imputándoseles el mérito de Cristo de tal
manera que son considerados como justos ante los ojos de Dios. (A. A. HODGE, Outline of Theology, Bosquejo
de Teología). Esta teoría recalca la obra substitutiva de Cristo aún cuan do de una manera mecánica y muy
estrecha. Los que abogan por esta doctrina aseguran con frecuencia que es la única teoría que admite la
substitución, pero la teoría Gubernamental de Grocio y la Teoría Propiciatoria modificada de Arminio y
Wesley, sostienen este hecho como completo y de una manera más propia que la Teoría de la Satisfacción
Penal.
Esta forma de teoría de satisfacción da lugar a serias objeciones. (1) Si Cristo llevó el castigo del
pecador como substituto, entonces el pecador está incondicionalmente libre de él puesto que ni el pecador ni
el Substituto pueden ser castigados justamente por la misma ofensa. La teoría, por tanto, lleva
necesariamente al universalismo por un lado y a la elección incondicional por el otro. (2) En vista de que la
teoría penal de la substitución niega que todos los hombres sean incondicionalmente salvos, como asegura el
universalismo, se sigue inmediata mente que la expiación debe estar limitada a los elegidos, en tanto que las
Escrituras declaran que Cristo murió para proveer la salvación a todos los hombres. (3) La Teoría de la
Satisfacción lleva lógicamente también al Antínomianismo, o a la falta de consideración de la ley. Sostiene que
la obediencia activa de Cristo se imputa a los creyentes de tal manera, que es estimada por Dios como si se
hubiera hecho por ellos. En un sentido, esto hace de la obediencia de Cristo algo superfluo, puesto que, si Él ha
hecho todo lo que la ley requiere, ¿por qué-estaremos bajo la necesidad de ser librados de la muerte? Por el
otro lado, si la obediencia activa de Cristo se substituye por la del creyente, hace a un lado la necesidad de la
obediencia personal hacia Dios. Finalmente, este tipo de satisfacción no puede ser tal en verdad, porque es
meramente la ejecución de todo lo que la ley requiere de una persona que substituye a otra.

G. Teoría Rectoral o Gubernamental.


La Teoría Gubernamental de la expiación originó como protesta en contra de la teoría de la
substitución penal rigurosa que acabamos de mencionar. La teoría fue mencionada primeramente por
Santiago Arminio (1560 1609) y su seguidor, Hugo Grocio (1583-1645), los cuales sostuvieron, no la exactitud
de la justicia divina en su totalidad, ni siquiera en su mayor parte como sucedió con la teoría de Anselmo, sino
también la voluntad de Dios justa y llena de compasión como un verdadero elemento de expiación. Más tarde,
Grocio se apartó de su posición primitiva en algunos puntos, especialmente en lo que se refiere a limitar la
satisfacción hecha por Cristo a la dignidad de la ley, el honor del Dador de la ley, y la protección del universo.
Al basar su idea de la expiación en el método de la ley civil, realmente la transformó en una nueva teoría,
ahora conocida como la Teoría Rectora] o Gubernamental de la expiación. La idea central de esta teoría es que
Dios no debe considerarse meramente como una persona ofendida, sino como el Gobernador Moral del
universo. Debe por tanto mantenerse la autoridad de su gobierno en los intereses del bien general. En
consecuencia, los sufrimientos de Cristo deben considerarse no como el equivalente exacto de nuestro castigo,
sino solo en el sentido de que la dignidad del gobierno fue por ello mismo, reivindicada tan efectivamente
como pudo haberlo sido, si hubiéramos recibido el castigo que merecíamos.
Ricardo Watson sostuvo una forma modificada de la Teoría Gubernamental, aunque con mayor énfasis
en la propiciación. En tiempos modernos, el doctor Juan Miley es el exponente principal de la Teoría
Gubernamental, pero de sus principios fundamentales, construye una teoría que es muy suya. Podemos decir
que mientras que la responsabilidad moral es un elemento esencial en la expiación, el mal va más allá de una
transgresión simple de la ley. Toca lo más profundo de la naturaleza de Dios, y por tanto demanda
propiciación. Sufre, por tanto, más, por lo que se refiere a lo inadecuado que al hecho de que es una teoría
errónea. Su más grande defecto parece ser el énfasis en la rapidez más bien que en la satisfacción.

H. Las Teorías de la Influencia Moral.

Las teorías de la influencia moral reciben su nombre de la hipótesis básica, de que la salvación viene
por la apelación del amor divino, más bien que por medio de una satisfacción de la justicia divina. Estas teorías
no consideran el sacrificio de Cristo como influenciando la mente di; Vina, sino proporcionando una atracción
al pecador. La expiación no expía el pecado, ni aplaca la ira divina por el sufrimiento, ni de ninguna manera
satisface la justicia divina. Sostienen que el único obstáculo al perdón de los pecados debe encontrarse en la
incredulidad propia del pecador y en su dureza de corazón. La muerte de Cristo, por tanto, fue hecha con el fin
de ser el llamamiento al amor más bien que el desenvolvimiento de la ira de Dios en contra del pecado. Estas
teorías son numerosas y sola mente pueden mencionarse brevemente en nuestro tratado.
1 El Socinianismo. Esta teoría fue propagada por Laelius y Faustus Socinus, y representa el ataque del
racionalismo del siglo diez y siete en contra de la teoría de la satisfacción penal. El doctor A. H. Strong la llama
La Teoría Ejemplar de la Expiación, por cuanto niega toda idea de propiciación o de satisfacción. Sostiene que
la muerte de Cristo fue meramente la de un mártir noble, ¡cuya lealtad a la verdad y fidelidad al deber, nos
proporciona un incentivo al progreso moral. Somos salvos, por tanto, por seguir su ejemplo. Dios es libre de
perdonar el pecado sin ninguna satisfacción a la justicia divina. El arrepentimiento es la base única del perdón,
aun cuando la muerte de Cristo como una exhibición del amor divino se hizo con el fin de remover la dureza
del corazón del pecador como obstáculo al arrepentimiento. Es evidente que esta teoría, en lugar de explicar,
solamente niega la necesidad de una expiación.
2. Las Teorías Místicas. Estas representan el tipo de influencia moral tal como se consideraba por
Schleiermacher, Ritsche, Maurice Irving y otros de igual fe. El misticismo descansa en la identificación de Cristo
con la raza en el sentido de que El rindió la devoción perfecta y obediencia que nosotros debimos haber
rendido, y que en algún sentido la humanidad rindió en él. En vista de que la expiación y la encarnación se
identifican tan estrictamente, estas teorías se conocen algunas veces como Redención por medio de la
Encarnación. El doctor Bruce habla de ellas como Redención por Modelo. Como el Socinianismo, niegan la
expiación Vicaría por cuanto representan a Cristo sufriendo con la humanidad en lugar de sufrir por ella.
También recalcan el amor de Dios de tal manera que excluyen las demandas de su santidad. Estas teorías
deben considerarse, por tanto, como teorías erróneas.
3. La Teoría de la Influencia Moral de Bushnell. Esta teoría se conoce frecuentemente como la
declaración más clara y mejor de la influencia moral en relación a la expiación. El doctor Miley la llama la teoría
de la Propiciación del yo por el sacrificio del yo. Pertenece a la clase de teorías místicas por cuanto identifica a
Cristo con la raza humana, pero se le da un tratamiento separado porque es de carácter distinto. El doctor
Bushnell resuelve el sacerdocio de Cristo en una especie de condolencia, esto es, que hay ciertos sentimientos
morales similares en Dios y similares en el hombre, tales como la repulsión del pecado y el resentimiento en
contra de lo malo que no deben ser extirpados, sino dominados. Dios, por tanto, perdona de la misma manera
que el hombre perdona. Es así como Dios debe hacer propiciación y sufrir por nuestro pr0pio bienestar. ¨Esto
lo hizo en el sacrificio de la cruz, aquel sublime acto de costo en que Dios se humilló a sí mismo en pérdida y en
tristeza, sobre la demanda ruda del pecado, para decir, y al decirlo, demostrar la expresión de tus pecados te
son perdonados¨ (BUSHNELL, Forgiveness and Law, El Perdón y la Ley). Aquí no hay propiciación por la muerte
de Cristo, sino solo sufrimiento en y con los pecados de sus criaturas. La teoría es estrictamente Sociniana y
Unitariana, aun cuando Bushnell mismo era trinitaríano.
4. La Nueva Teología. Este es un término aplicado a las formas más sistematizadas de la teoría mística
de la expiación, tal como se encuentra en los escritos de Juan McLeod Campbell (1800 1872), de Escocia, y la
Escuela de Andover en Nueva Inglaterra. Aquéllos enseñaron que Cristo hizo una confesión perfecta y un
arrepentimiento adecuado de pecado por nosotros. Por esa razón el doctor Dickie llama a esta teoría ¨el
Arrepentimiento Vicario. ¨ Campbell sostuvo también que Cristo fue la Cabeza de una nueva humanidad, en la
que vive con un Espíritu vivificante, impartiéndole la misma' actitud hacia la santidad y el amor de Dios, que
fueron alcanzados en su propia vida. Cristo, por tanto, descubrió en el hombre un valor inestimable que hizo
que se manifestara. Sea para bien como para mal, esto fue interpretado en el sentido de que el hombre tiene
dentro de sí un elemento de lo divino, y la diferencia es más bien en grado que en calidad. Por esta razón la
Nueva Teología vino en conflicto inmediato con los otros credos ortodoxos antiguos. Encontramos dos errores
con respecto a este credo: (1) rebajaba el concepto de la deidad de Cristo y llevaba inmediatamente al
unitarianismo; y (2) excluía la idea de la depravación total y por tanto empequeñecía el pecado y la redención.
La Es cuela de Andover se mantuvo más cerca del punto de vista cosmológico de la obra de Cristo,
considerándolo como un representante de la raza en el sufrimiento por el pecado y arrepintiéndose de él, pero
niega toda propiciación o expiación del pecado. Aparte de las tres teorías históricas, la Teoría de la
Satisfacción, Gubernamental y de la Influencia Moral, hay otras dos teorías modernas que merecen mención
especial. Estas son la Teoría Ética del doctor A. H. Strong, y la Teoría Racial del doctor O. A. Curtis.

I. La Teoría Ética.

La Teoría Ética se ha confundido muchas veces de manera inadvertida con las teorías de la Influencia
Moral, de las que difiere en gran parte. En su lugar, es una reinterpretación de la Teoría de la Satisfacción
Penal. El doctor A. H. Strong arregla su material de acuerdo con dos principios fundamentales: (1) La expiación
por lo que se relaciona a la santidad de Dios. La Teoría Ética sostiene que la necesidad de la expiación se basa
en la santidad de Dios, de la cual la conciencia en el hombre es una reflexión finita. El principio ético demanda
que el pecado sea castigado. La expiación, entonces, debe considerarse como la satisfacción de una demanda
ética en la naturaleza di vina por medio de la substitución de los sufrimientos penales de Cristo para el castigo
de la culpa. (2) La expiación por lo que se relaciona a la humanidad de Cristo. La Teoría Ética sostiene que
Cristo conserva tal relación a la humanidad, que lo que la santidad de Dios demanda, Cristo está obligado a
pagar, quiere pagar, y paga plenamente como para satisfacer a la justicia. La expiación de parte del hombre,
por tanto, se completa por medio de la solidaridad de la raza de la cual Cristo era su representante y fiador; y
sin embargo, el que justamente llevó su culpa de manera voluntaria, su condenación y vergüenza, como 51
fueran suyas. (STRONG, Systematic Theology, Teologia Sistemática).

J. La Teoría Racial.
Aquí también debemos mantenernos en guardia en contra del error de suponer que el doctor Curtis
está enseñando la doctrina de la salvación universal. En su obra excelente titulada The Christian Faith (La Fe
Cristiana), el doctor O. A. Curtis introduce la materia de estudio dan do una relación de su falta de satisfacción
con las tres teorías históricas, y su intento de combinar las cualidades esenciales de cada una por el método de
síntesis ecléctica. Los puntos principales de su teoría pueden definirse como sigue: (1) La nueva raza, por la
muerte de Cristo, está tan bien relacionada a la raza adámica desde el punto de vista penal, que debe expresar
en perfecta continuidad la condenación que Dios hace del pecado. (2) El centro de la nueva raza es el Hijo de
Dios mismo con una experiencia racial que se completa con el sufrimiento. (3) La nueva raza está de tal
manera constituida que solo se puede entrar a ella por condiciones morales rígidas. (4) La raza se mueve a
través de la historia como el siervo de confianza del interés moral de Dios. (5) Esta nueva raza hace posible que
cada ser humano encuentre un complemento santo de sí mismo en sus hermanos y en su Redentor, en un
servicio perfecto, reposo y gozo. (6) Esta nueva raza será finalmente la realización victoriosa del designio
original de Dios en la creación.

IV. EL ALCANCE Y BENEFICIOS DE LA EXPIACION

A. El Alcance Universal de la Expiación.


La expiación es universal. Esto no quiere decir que toda la humanidad se salvará incondicionalmente,
sino que la ofrenda sacrificial de Cristo ha satisfecho las pretensiones de la ley divina de manera de hacer de la
salvación una posibilidad para todos. La redención es, por tanto, universal o general en el sentido de provisión,
pero especial o condicional en su aplicación al individuo. Es por esta razón que el aspecto universal se conoce
algunas veces como la suficiencia de la expiación. Sobresalen así con distinción peculiar dos textos escriturales
tomados en su relación mutua. El primero es la declaración de nuestro Se ñor Jesucristo de que El Hijo del
hombre vino a dar su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28). El segundo se considera generalmente la
última declaración de San Pablo a este respecto, y evidentemente es una cita del pasaje ya mencionado. Que
se dio a sí mismo en rescate por todos (1a Timoteo 2:6). Hay que notar que cada una de las palabras
principales se da en una connotación más definida: la vida viene a ser el yo; el precio de compra, el Redentor
personal; y los muchos, los todos.
Los pasajes escriturales que consideran este asunto han sido ya presentados en sentido general y no
necesitamos sino dar referencias adicionales. Los agrupamos de acuerdo con el esquema siguiente: (1) Los
pasajes que hablan de la expiación en términos universales: (Juan 3: 16, 17; Romanos 5:8, 18; 2 Corintios 5:14,
15; 1 Timoteo 2:4; 4:10; Hebreos 2:9; 10:29; 2 Pedro 2:1; 13 Juan 2:2; 4: 14). Los que se refieren a la
proclamación universal del evangelio: (Mateo 24:14; 28:19; Marcos 16:15; Lucas 24:47; compárense también
Marcos 1:15; 16:16; Juan 3:36; Actos 17:30). (3) Los que declaran distintivamente que Cristo murió por los que
estaban por perecer: (Romanos 14:15; 13-l Corintios 8:11; Hebreos 10:29). El arminianismo con su énfasis
sobre la libertad moral y la gracia preveniente, ha sostenido siempre la universalidad de la expiación; esto es,
como una provisión de salvación para todos los individuos, condicionada por la fe. El calvinismo, por el otro
lado, con su doctrina de decretos, su elección incondicional, y su teoría de satisfacción penal, ha estado
siempre bajo la necesidad de aceptar la idea de una expiación limitada.

B. Los Beneficios Incondicionales de la Expiación.


Estrechamente relacionados con la cuestión respecto al alcance de la expiación, se encuentran los
beneficios de esta misma expiación. Dentro del círculo o alcance de la obra redentora, todo se incluye, tanto lo
espiritual como lo físico. Toda bendición conocida por el hombre es el resultado del precio de rescate de
nuestro Señor Jesucristo, y desciende del Padre de las luces. Estos beneficios pue, den resumirse bajo dos
aspectos principales, Los Beneficios Incondicionales, y Los Beneficios Condicionales.
Los beneficios incondicionales de la expiación son aquellos que pertenecen a la raza' como un todo, y
que se dan a los hombres incondicionalmente. En éstos se incluye la existencia continua de la raza, la
restauración de todos los individuos a un estado de salvación, y la salvación de los niños.
1. La existencia Continua de la Raza. Es inconcebible creer que la raza tuviera la facultad de
multiplicarse en su pecado y depravación, sin que se hubieran tomado los pasos necesarios para su salvación.
No obstante, si no hubiera sido por la intervención divina, la muerte inmediata de la primera pareja hubiera
sido inevitable, y con ella la terminación de su vida terrenal.
2. La Restauración de Todos los Hombres a la Salvación. La expiación proveyó incondicionalmente para
todos los hombres el don gratuito de la gracia. Esto incluyó la restauración del Espíritu Santo a la raza humana
como el Espíritu de iluminación, de convicción y de ayuda. En este sentido, no solo se le da al hombre la
capacidad para una probación adecuada, sino que también se le proporciona la ayuda gratuita del Espíritu
Santo.
3. La Salvación de los Infantes. Debemos considerar que la expiación provee una salvación presente
para los que mueren en su infancia. Tenemos que admitir que esto no se declara de manera explícita en las
Escrituras, y por ello ha sido causa de mucha disputa en el pasado. El tenor general de las Escrituras, sin
embargo, cuando se considera a la luz del amor divino y de la gracia universal del Espíritu, no permite otra
conclusión. El doctor Miner Raymond condensa la posición arminiana generalmente aceptada como sigue: ¨La
doctrina de la depravación he redada incluye la idea de descalificación heredada para la vida eterna. La
salvación de los niños, por tanto, tiene referencia primaria a una preparación para las bendiciones del cielo -
puede también referirse a un título de posesión para el cielo; no todos los seres recientemente creados, ni los
que sostienen relaciones similares, son por derecho natural aceptados para tener un lugar entre los ángeles y
entre los santos glorificados. La salvación de los niños no puede considerarse como una salvación del peligro
de la muerte eterna. Ellos no han cometido pecado, la única cosa que hace que incurramos en peligro. La idea
de que ellos están en peligro de muerte eterna por causa de la transgresión de Adán, es en todo caso nada
más que una mera idea de un peligro de muerte teorético. Pero si se insiste en que por el delito de uno vino el
juicio a todos los hombres para condenación (una condenación literal y presente), insistimos que todos los
hombres pueden ser salvos de la condenación, ya sea ésta teorética o literal; porque por una justicia vino la
gracia a todos los hombres para justificación de vida, de manera que las condiciones y relaciones de la raza en
la infancia difieren de las de los seres nuevamente creados solo en el sentido de que, por la ley natural de la
propagación, se hereda una naturaleza corrupta. En vista de que ninguna cosa inmunda o impura puede
admitirse en la presencia de Dios y en la sociedad de los santos ángeles y cuerpos glorificados, se sigue que, si
los infantes llegan al cielo, debe haber algún poder purificador, santificador, que garantice a sus almas un
salvoconducto; la influencia salvadora del Espíritu Santo debe ser, por causa de Cristo, aplicada a ellos de
manera incondicional. El gozo de la bendición del cielo viene, como en el caso de su existencia, a través de la
sangre derramada de nuestro Señor Jesucristo. Lo mismo sucede en el caso de su preparación, así como en su
aceptación en este reino de beatitud¨ (RAYMOND, Systematic Theology, Teologia Sistemática).

C. Los Beneficios Condicionales de la Expiación.


Los beneficios condicionales de la expiación son: (1) La Justificación, (2) La Regeneración, (3) La
Adopción, (4) El Testimonio del Espíritu, y, (5) La Entera Santificación. Todos estos nos proporcionan el objeto
de nuestra discusión con respecto a los estados de salvación. Antes. de principiar con este estudio, sin
embargo, debemos dar atención primero a los oficios y obra del Espíritu Santo como el Administrador de la
salvación grandiosa, comprada por la expiación de nuestro Señor Jesucristo.

D. La Intercesión de Cristo.
Hay otro punto transicional que necesita ser mencionado, además de los beneficios condicionales de la
expiación arriba citados. Este es el de la intercesión de Cristo. El Nuevo Testamento no enseña que la obra de
Cristo haya terminado con la venida del Espíritu Santo. Enseña que su obra consumada de expiación fue
solamente la base para la obra de la administración, que El mismo había de continuar por medio del Espíritu.
Murió por los pecados del pasado, para que pudiera establecer un nuevo pacto; resucitó para que viniera a ser
el ejecutor de su propia voluntad. Su actividad continua consiste en llevar a efecto por medio del Espíritu los
méritos de su muerte expiatoria. Como consecuencia de la intercesión de Cristo para nosotros, se da el Espíritu
Santo como una presencia intercesora dentro del corazón del individuo. La intercesión de Cristo a la diestra de
Dios y la intercesión del Espíritu Santo en el interior, están en perfecta armonía, puesto que el Espíritu toma
las cosas de Cristo y nos las hace notorias.

CUESTIONARIO PARA ESTUDIO

1. ¿Qué ideas básicas se incluyen en el concepto de la expiación?


2. ¿En dónde encuentra su base la necesidad de la expiación?
3. Indique usted de qué manera y cómo fue predicha en el Antiguo Testamento la expiación de Cristo. ¿Qué se
quiso decir con la expresión de que murió ¨conforme a mi escritura¨?
4. ¿En dónde se encuentra la causa originadora de la expiación?
5. ¿Qué queremos decir con la palabra ¨vicario¨ cuando nos referimos a la expiación de Cristo?
6. Condense usted en sus propias palabras el significado de los términos escriturales propiciación, ¨redención¨,
¨reconciliación¨, cuando se usan en conexión con la expiación.
7. ¿Qué observaciones básicas preliminares deben recordarse siempre que consideremos las teorías de la
expiación?
8. Explique usted los conceptos de Anselmo respecto a la expiación.
¿Por qué tuvo tanto significado en los años siguientes este conjunto de ideas?
9. Dé usted un extracto cuidadoso de la teoría católica romana de la expiación.
10. Explique usted la teoría de la satisfacción penal de la expiación. ¿En qué puntos encuentra usted que debe
rechazarse?
11. ¿En qué sentido la teoría gubernamental de la expiación trata de rectificar y corregir la teoría de la
satisfacción penal?
12. ¿En qué sentido las teorías de la influencia moral de la expiación son débiles e inexactas? ¿Cómo se
relacionan a las ideas de Abelardo res pecto al asunto?
13. Condense usted en pequeños párrafos las ideas esenciales respecto a la expiación de Cristo tal como se
aplica por las teorías místicas, la nueva teología, y la teoría ética de Strong.
14. ¿Qué beneficios de la expiación pueden clasificarse como incondicionales y por qué?
15. ¿En qué sentidos la obra de Cristo continúa después de la venida del Espíritu Santo?

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