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LA COSMOLOGIA
I. EL RELATO ESCRITURAL DE LA CREACION A. La Naturaleza de la Cosmología La cosmología es aquel
estudio que trata respecto al origen y naturaleza del universo como un sistema ordenado, o cosmos. No
obstante, en la teología, el término se limita generalmente a la consideración de la naturaleza aparte del
hombre. El estudio del origen y de la naturaleza del hombre se considera bajo categorías separadas como
sigue: la antropología, que trata del hombre en su estado original; y la hamartiologia, que trata del estado
del hombre pecaminoso y caído. En tiempos muy primitivos, parece que la gente tenía un concepto muy
limitado con respecto al mundo como tal. Pero mientras principiaron a dar atención al mundo en que
Vivian y a los cielos que los cubrían, usaron la expresión “los cielos y la tierra” para describir el universo
creado. Las naciones que viven cerca de las costas del mar, frecuentemente se refieren a “los cielos, la
tierra y el mar.” Los antiguos tuvieron considerable dificultad en explicar el origen del material básico o
primario del cual todas las cosas fueran hechas. Comúnmente aceptaron el principio de que, “de la nada,
nada se saca”, y por tanto, no podían admitir que el mundo fuera creado de la nada. Como resultado de
esto, frecuentemente creyeron en dos principios eternos, Dios y la materia de existencia propia, sin que la
una fuere dependiente de la otra. De hecho, el principio de que, “de la nada, nada se saca”, parece ser del
todo verdadero cuando se aplica a las causas puramente materiales, pero no resulta verídico cuando se
considera a Dios como la Causa Eficiente. Por regla general, los antiguos creyeron que la materia
primordial era de la misma naturaleza que el aire simple, o un éter, fluido y movible, del cual se formó la
tierra. En contraste con estos conceptos encontramos el punto de vista de los hebreos. Ellos consideran el
universo como el modelo de un edificio del cual Dios era Creador de los materiales así como el Arquitecto
de la estructura. B. teorías de la Creación. El relato Escritural de la creación tendrá más significado si se ve
en contraposición al antecedente de varios puntos de vista no cristianos. En nuestra discusión, haremos
mención breve de las siguientes teorías: (1) La teoría Física o Materialista; (2) la teoría de la Emanación o
Panteísta; (3) La teoría de la Evolución Natural; y, (4) la teoría de la Creación Continua. 1. La teoría Física o
Materialista. Esta teoría de la creación presupone la eternidad de la materia. La hipótesis de la generación
espontánea substituye a Dios como el Arquitecto del universo. Es una aplicación de la filosofía
materialista a la idea de la creación, y se desarrolló como resultado al racionalismo de la decimo-nona
centuria. Una teoría como esta, que omite a Dios como el Agente activo personal de la creación, no puede
sostenerse en la teología cristiana.
2. La teoría de la Emanación o Panteísta. Este punto de vista sostiene que el mundo no fue ni creado, ni
hecho de un material preexistente, sino que debe considerarse como la extensión de una substancia
divina. Emana de Dios como el manantial de una fuente, o como las rayos de luz derivados del sol. La
debilidad de esta teoría es la debilidad del panteísmo mismo, con su negación de la personalidad de Dios,
su rechazamiento de la libertad e inmortalidad del hombre; su aceptación de ciertas conjeturas que no
solamente dejan de probarse, sino que de hecho, no pueden probarse.
3. La teoría de la Evolución Natural. Esta teoría es similar, si no idéntica, con la teoría de la generación
espontánea. La evolución naturalista, en lugar de resolver el problema de la creación, la aleja más y más
desde el punto de vista del tiempo. La cuestión del origen permanece sin respuesta alguna. La teoría
demuestra su fragilidad cuando menos en tres puntos vitales: (1) No ha podido establecer puntos de
conexión entre lo animado y lo inanimado. (2) No puede pasar de la vida difusa del reino vegetal a los
conscientes, a la vida somática del reino animal. (3) No puede explicar el hueco entre la vida somática de
los animales a la vida racional, consciente y espiritual del hombre. Solo la actividad creativa de Dios pudo
haber originado la vida vegetal, la animal y la personal.
4. La teoría de la Creación Continua. Este punto desafía la idea de la creación como un acto sencillo y
completo en favor de la creación como un proceso de continuidad. Esta teoría se sostiene principalmente
por los evolucionistas teístas. Asegura que el desarrollo orgánico se debe no a fuerzas materialistas, sino
al poder divino obrando dentro de este organismo. Esta actividad divina se identifica algunas veces con el
proceso creativo de continuidad, y algunas veces se limita a ciertos puntos cruciales en desarrollo.
La doctrina escritural de la creación sostiene que el universo tuvo un principio; que no es eterno ni en
materia ni en forma; que no se originó a sí mismo; y que debe su origen al poder omnipotente y a la
voluntad incondicional de Dios. Este es el concepto cristiano. Incluye: (1) la creencia en un Dios
Todopoderoso por el cual el mundo se hizo de la nada, y solo por la voluntad divina; (2) el concepto de
Dios en la Trinidad de su esencia; (3) la presentación de los atributos de Dios – omnipotencia, sabiduría y
amor; y, (4) la creencia en la creación por medio de la Palabra divina.
1. La Creación y la Trinidad. Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que en la obra de la creación, el
Hijo y el Espíritu Santo estaban asociados con el Padre. San Pablo habla con la relación respecto a la
relación del Padre con el Hijo en la creación, como sigue: Nosotros, sin embargo, sólo hay un Dios, el
Padre, del cual proceden todas las cosas, y nosotros somos para él; y un Señor, Jesucristo, por medio del
cual son todas las cosas, y nosotros por medio de él. (1 Cor. 8:6). El salmista se refiere a la participación
del Espíritu Santo en la creación cuando declara, Envías tu Espíritu, son creados. (Sal 104:30). Esto
confirma el relato del Génesis con respecto al principio de la creación. Se presenta aquí al Espíritu como
moviéndose sobre la haz de las aguas, viviendo, respirando sobre las aguas, trayendo orden y belleza
donde antes había caos (Gn. 1:2). Estos y muchos pasajes escriturales revelan que todas las Personas en la
Trinidad estaban activas en la creación.
2. La Creación y los Atributos de Dios. Muchos de los atributos de Dios se revelan en la creación. Así que
podemos decir que el mundo es lo que es porque Dios es lo que es. La existencia misma de un universo,
tan vasto y complejo como para confundir nuestra imaginación, revela su poder omnipotente. Su orden y
perfección reflejan su omnisciencia inmensurable. En la preparación de todas las cosas para la felicidad
del hombre, se revelan la sabiduría y la bondad. La creación del hombre mismo encuentra su origen en el
rebosante amor de Dios al buscar nuevos objetos sobre los cuales demostrar ese amor. Por dondequiera
revela la naturaleza, la perfección y los atributos de Dios. ¡Cuán innumerables son tus obras, oh Jehová!
Hiciste todas ellas con sabiduría; La tierra está llena de tus beneficios. (Sal. 104:24)
3. La Creación y el Logos. ¿Qué medios uso Dios para crear todas las cosas? La contestación de las
Escrituras es: Por la palabra de Jehová fueron hechos los cielos,
Y todo el ejército de ellos por el aliento de su boca. (Sal. 33:6). Pero esta palabra no debe considerarse
como algo impersonal. Es Cristo como el Logos o el Verbo. Él es el mediador en la creación así como en la
redención. En el principio era el Verbo, y el Verbo era con Dios, y el Verbo era Dios… todas las cosas por El
fueron hechas; y sin El nada de lo que es hecho fue hecho (Jn 1:1,3). Porque en él fueron creadas todas las
cosas, las que hay en los cielos y las que hay en la tierra, visibles e invisibles; sean tronos, sean dominios,
sean principados, sean potestades; todo fue creado por medio de él y para él. Y él es antes de todas las
cosas, y todas las cosas en él subsisten. (Col. 1:16-17). El Verbo, un tanto encubierto en el Antiguo
Testamento con expresiones como “Dios dijo,” y “Sea esto” o lo otro, se considera en el Nuevo
Testamento no solo como la palabra hablada, sino como el Verbo hablando, es decir, nuestro Señor
Jesucristo. Es por medio de El que los deseos y planes del Padre en la creación se vuelven una realidad. Es
por causa de que el Logos o el Verbo fue el mediador del propósito y la eficiencia en la obra de la creación
que el verbo encarnado, Jesucristo, vino a ser el mediador de la gracia reveladora y capacitante de la
redención.
D. El Himno de la Creación.
El libro del Génesis principia con un salmo inspirado, algunas veces conocido como el “Himno de la
Creación”, o el “Poema de los Principios”. Con esto no queremos decir que el relato sea ficción o una
simple alegoría, sino que es una descripción histórica verdadera puesta en forma poética. Nada más
natural que la armonía de la creación, de la cual las estrellas de la mañana cantaron, y todos los hijos de
Dios alabaron con gozo, se nos revela en las armonías de la descripción poética. Aquí está el ritmo
equilibrado, el movimiento suave, las pausas recurrentes, y el toque de belleza y poder que caracterizan a
la grande poesía. Al comentar esto el Doctor Thomas C. Porter dice que, “Aquel, a quien pudo contener la
idea poderosa y considerarla toda en una sola perspectiva, la creación entere le parecería un himno
solemne, como un gran oratorio principiando en notas débiles y lentas, aumentando gradualmente en
fortaleza y plenitud, haciéndose más y más fuerte, pasando de una armonía a la altura de otra armonía
más elevada hasta que alcanza su punto culminante de expresión, el diapasón final que termina en el
hombre”.
E. La Cosmología Mosaica. El relato cristiano del origen y el orden del universo se presenta en el Himno
de la Creación. Al estudiarlo, dirigiremos nuestra atención a tres temas principales: (1) Los tipos variados
de interpretación; (2) Los días de la Creación; y, (3) La creación primaria y la creación secundaria.
El relato mosaico con respecto al origen del universo, incluyendo la tierra y el hombre, se ha interpretado
de varias maneras. Algunos críticos modernos han considerado este relato como algo mitológico, pero ni
su tono ni su contenido permiten que sea considerado como tal. Tanto Jesús como los Apóstoles lo
consideraron como historia sagrada (Mt 19:4). Un segundo tipo de interpretación, el método alegórico,
vino como resultado de la influencia de eruditos del gran
centro educativo griego de Alejandría. Un buen número de padres primitivos de la iglesia adoptaron este
método. Las objeciones a este método son casi las mismas que las del método mitológico. Hay todavía
otro método de interpretación conocido con el nombre de “Hipótesis de visión”. Este considera el relato
de génesis como resultante como una serie de visiones dadas de tal manera que la verdad exacta se
mezcló con el concepto interno del vidente. Esta explicación nunca ha sido aceptada por la iglesia. El
punto de vista cristiano es que el relato mosaico representa la historia verdadera con respecto al origen
del mundo. Jesucristo dijo que era santo y apelo frecuentemente a él como divinamente inspirado. Es por
tanto, para nosotros, la autoridad final aun cuando las demás interpretaciones varían con ella en detalle o
en énfasis.
2. Los días de la Creación.
El relato del génesis con respecto a la creación es primordialmente un documento religioso. No puede
considerarse como una declaración científica, no obstante, no debe considerarse como contradictorio a la
ciencia. La palabra hebrea yom que se traduce en “día” ocurre no en menos de 1,148 veces en el A.T y se
traduce cuando menos en cincuenta términos diferentes incluyendo los de “tiempos”, “vida”, ”hoy”,
”edad”, ”para siempre”, ”continuamente”, y “perpetuamente”. Con un uso flexible del término original
como este, es imposible dogmatizar o demandar restricción completa a cualquiera de aquellos
significados. La mejor exegesis hebrea nunca ha considerado los días del Génesis como días solares, sino
como periodos del día de duración indefinida. La doctrina de un tiempo inmenso anterior a los seis días
de la creación fue un punto de vista común entre los patriarcas y eruditos. San Agustín se refirió a los
periodos como “Días divididos por Dios” en contraste con los días solares o “divididos por el sol”. Afirma
que la palabra “Día” no se aplica a la duración del tiempo, sino a límites de los grandes periodos. Muchos
otros padres de la iglesia, eruditos, doctores judíos y los teólogos modernos, sostienen esta misma
interpretación. Otros escritores, reconociendo que la palabra hebrea “día” o un periodo de tiempo
indefinido, o un periodo definido, dejan la cuestión sin resolver.
3. Creación primaria y Creación secundaria.
El relato mosaico de la creación hace una distinción entre la producción primaria de materia en sentido de
la originario, y la creación secundaria o sea la formación de esta materia por elaboración subsecuente en
un universo ordenado. La creación primaria es directa e inmediata. La creación secundaria es siempre
indirecta y mediata. En aquella, Dios trae a existencia el material primario para construcción; en esta lo
forma y lo modela en objetos específicos. Los dos son considerados como actos creativos de la Deidad; el
uno, directo; el otro, indirecto. Esto se explicara en mayor detalle en la siguiente sección.
F. El orden de la Creación.
Al considerar el orden de la creación tal como se da en el libro de Génesis examinaremos varios tópicos:
(1) La creación primario u originacion; (2) la creación secundaria o la formación; (3) Los periodos
creativos; y, (4) la teoría de la restauración.
1. La creación primaria u originacion: la palabra “creó” se usa tres veces en el relato de Génesis. Es una
traducción de la palabra hebrea bara que significa originacion, o creación de Novo (de nuevo). La palabra
ocurre en los versículos siguientes: En el principio creó Dios los cielos y la tierra. (Gn. 1:1). Y creo Dios las
grandes ballenas (el leviatán o los mounstros marinos) (Gn. 1:21). Y creó Dios al hombre a su imagen; a
imagen de Dios lo creó. (Gn. 1:27). Parece evidente que la palabra “creó” tal como se usa aquí, se refiere
al principio de la existencia de las cosas. Todo aquello que vino a existencia no había existido en ningún
tiempo anterior, en ninguna forma.
El doctor Adam Clarke traduce Génesis 1:1 como sigue: “Dios, es el principio creó la substancia de los
cielos y la substancia de la tierra”, esto es, materia prima o primer elemento del cual los cielos y la tierra
fueron formados sucesivamente. El primer paso en la creación fue traer en existencia la substancia
material o materia en su forma o estado caótico e informe.
La segunda originacion fue la de la vida somática o vida del alma, Y Dios creó las grandes ballenas
(mounstros marinos) y toda cosa viva (criaturas) que andan arrastrando (Gn 1:21). Tenemos aquí otra vez
la aparición de una nueva entidad. Se le ha llamado vida somática (de soma, que significa cuerpo). Esta
nueva vida individualizada se da en un cuerpo distinto y separado de la vida difusa que se encuentra en el
reino vegetal. La palabra “alma” tal como se usa en este caso, se refiere a la entidad inmaterial, marcada
por sensación, sentimiento y voluntad, que caracterizo este nuevo orden de creación. La palabra no es
sinónima con el término “espíritu” que se usa para indicar la naturaleza inmaterial del hombre en sus
relaciones a la deidad y al orden moral.
El tercer acto creativo de Dios en sentido de originacion, resulto en la aparición de un ser personal. Y creó
Dios al hombre a su imagen, a imagen de Dios lo creó; varón y hembra los creó. (Gn 1:27). Aquí se
describe la creación de un hombre consiente de sí mismo, de uno que sabe y sabe que sabe. Es un agente
moral libre responsable de sus actos. Es uno que lleva la imagen de Dios.
2. La creación secundaria o la formación. En la sección anterior discutimos la creación en el sentido de
originacion. En esta, tres nuevas entidades: materia, alma y espíritu, vinieron a la existencia. Pero Dios no
solamente es el Creador de los
materiales. Es también el Diseñador o Arquitecto. Crea a través de la formación usando materiales que ya
existen. Crea por medio de la creación misma, aun cuando lo hace así por mandato creativo como el caso
de la originacion.
En el relato del Génesis encontramos una serie de siete actos formativos por los cuales Dios transforma el
material caótico y amorfo, aun cuando preexiste y preparado, en un universo de orden y hermosamente
creado. Estos siete decretos de Dios constituyen su creación secundaria. Son como sigue: (1) Sea la luz
(Gn. 1.3). Esta es la formación de la luz cósmica considerada algunas veces como el calor radiante y la luz.
(2) Haya expansión (o firmamento) (Gn. 1:6). Júntense las aguas que están debajo de los cielos en un lugar
y descúbrase la seca (Gn. 1:9). (3) Produzca la tierra hierba verde (Gn. 1:11). Tenemos aquí la introducción
de una nueva fuerza dentro de la materia, un elemento vital dando lugar a la materia vitalizada germinal,
y haciendo posible el reino de los objetos vivientes. Notemos que este nuevo elemento viene a existir por
mandato divino, pero no separado de la tierra
Preexistente. Notemos que no se dice, “Haya hierba verde” sino produzca la tierra hierba verde. (4) Sean
lumbreras en la expansión de los cielos (Gn. 1:14). A su debido tiempo, la luz de estas luminarias
proporciona las condiciones necesarias para el desarrollo ulterior en el reino orgánico. (5) Produzcan las
aguas seres vivientes, y aves que vuelen sobre la tierra, en la abierta expansión de los cielos. (Gn. 1:20). (6)
Produzca la tierra seres vivientes según su género. (Gn. 1:24). En los actos formativos 5 y 6 se hace
referencia solo a la creación de lo material o a los organismos físicos que contienen las almas vivientes
creadas (en el sentido de originacion) en este punto, (Gn 1:21) en el plan creativo. (7) Hagamos al hombre
(Gn. 1:26). Aun en este caso, el acto formativo no es exactamente paralelo a los precedentes. En lugar de,
“Produzca la tierra al hombre”, se dice: Hagamos al hombre. La palabra formativa hagamos se refiere al
cuerpo material del hombre y lo entrelaza, o establece una relación entre él y el universo físico. En la
palabra “creó” (Gn. 1:27), tal como se ha notado anteriormente, encontramos la originacion del ser
espiritual del hombre a la imagen y semejanza de Dios. Es evidente un orden natural y lógico en los varios
periodos del desarrollo formativo. Cada paso prepara el camino para los pasos subsecuentes. El todo
encuentra su punto culminante en la expresión siguiente: Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí
que era bueno en gran manera… (Gn. 1:31).
3. Los periodos creativos. Quizá la cuestión más importante en el relato mosaico con respecto a la
creación sea el arreglo ordenado en periodos y estados conocidos como días creativos. En el sentido de
originacion, la creación es instantánea; pero como formación, es gradual y acumulativa. Hay una
revelación progresiva en una escala ascendente de actos creadores. Cada estado es preparatorio al que le
sucederá, y a la vez una profecía de lo que le seguirá.
El estudio del relato de Génesis revela ciertos hechos que adquieren mayor significado con cada
descubrimiento científico nuevo. Primero, hay dos grandes eras mencionada, cada una con tres días
creativos. La era Inorgánica y la era Orgánica. Segundo, cada una de estas grandes eras principia con la
aparición de la luz, la primera con la
creación de la luz cósmica; y la otra con la luz que emanó de las lumbreras creadas. Tercero, cada una de
estas eras termina con un día en el cual se completa un trabajo dual. El primero es el acto de completar y
perfeccionar, o sea lo que precede y el segundo es una profecía de lo que será. Este arreglo se puede
poner en forma de esquema como sigue:
La Era Inorgánica
1er día, La luz cósmica
2do día, El firmamento (el agua y la atmosfera)
3er día, La tierra seca (o sea la división entre mar y tierra)
La creación de la vegetación (Transicional y profética)
La Era Orgánica
4to día, Las lumbreras
5to día, Los animales de tipo inferior (los peces y las aves)
6to día, Los animales de la tierra
La creación del hombre (transicional y profético)
La creación de la vegetación que por razones físicas pertenece al tercer día, es la culminación de la era
inorgánica y la profecía de la era orgánica que le sigue inmediatamente. Podemos decir también que el
hombre, la culminación de la obra del sexto día, es de la misma manera profética de otro aeon, la nueva
edad en que la voluntad de Dios será hecha en la tierra de la misma manera que se hace el cielo.
Con los frecuentes descubrimientos de la ciencia, el relato del Génesis vino a ser el punto central de
discusión por quienes parecían ser autoridades en su campo de investigación. Pero los cristianos,
eminentes también en la ciencia, después de un estudio e investigación prolongada, declararon que no
solamente había conflicto entre el Génesis y la ciencia moderna, sino que había un paralelo muy notable
entre ellos. Hugh Miller, eminente en geología, no encontró ninguna cosa fuera de orden por lo que se
refiere a los hechos del relato de Génesis. Los profesores Winchell, Dana, Guyot y Dawson, entre los
primeros hombres de ciencia, sostuvieron que el orden de los eventos en la cosmología escritural
corresponde esencialmente a los descubrimientos de la ciencia moderna. Sir William Ramsay declaró:
“Entre la verdad esencial del cristianismo y los actos establecidos de la ciencia no hay antagonismo real”.
Cuando uno se orienta a si mismo al primer día de la creación, los demás días le siguen en orden científico
y exacto. Estos periodos de tiempo nunca han sido arreglados por los científicos en ninguna otra manera
básica que la que se encuentra en el primer capítulo del Génesis. El mandato creativo, en su expresión
triple en el primer capítulo del Génesis, es suficiente explicación para el ser, viviente o no viviente, y con
los descubrimientos frecuentes de la ciencia se prueba cada día por los eruditos más grandes de la tierra.
4. La Teoría de la restauración. A fin de dar una explicación a los periodos geológicos, muchos eruditos
cristianos interpretan el primer verso del relato creador, como una declaración introductoria sin
referencia al orden del tiempo. Se cree que paso
un inmenso intervalo de tiempo entre esto y los eventos que se encuentran en los versículos siguientes.
De esta manera, los periodos creativos de más duración que demanda la geología, se explican sin
considerar los días del Génesis más que como días solares de veinticuatro horas.
El termino aeon (“edad” o “mundo”) se usa para describir la sucesión de épocas y periodos a través de las
edades e incluye tanto los aspectos físicos como los éticos del mundo. El primer aeon fue aquel periodo
indefinido formativo que antecede a los cielos y tierra actuales. Este periodo fue caracterizado por el caos
de las edades geológicas, y por la confusión moral y espiritual resultante de la apostasía de una gran
porción de ángeles del cielo.
La segunda edad es la del régimen del presente. Las Sagradas Escrituras enseñan claramente que al final
de cuentas muchas de las agencias poderosas que ahora se encuentran cautivas, por decirlo así, serán
puestas en libertad. El resultado se convertirá en cambios drásticos, y en la aparición de una nueva tierra
y un nuevo cielo. San Pedro describe esos cambios cataclístico como sigue: Pero el día del Señor vendrá
como ladrón en la noche; en el cual los cielos pasarán con grande estruendo, y los elementos ardiendo
serán deshechos, y la tierra y las obras que en ella hay serán quemadas. Puesto que todas estas cosas han
de ser deshechas, ¡cómo no debéis vosotros andar en santa y piadosa manera de vivir, esperando y
apresurándoos para la venida del día de Dios, en el cual los cielos, encendiéndose, serán deshechos, y los
elementos, siendo quemados, se fundirán!
Pero nosotros esperamos, según sus promesas, cielos nuevos y tierra nueva, en los cuales mora la justicia.
(2 Pedro 3:10-13). Desde el punto de vista espiritual y ético, la edad presente ha sido caracterizada por
dos eventos principales: La caída del hombre en el pecado, y la encarnación gloriosa de Jesucristo a fin de
que el hombre pudiera tener un nuevo principio espiritual.
El tercer aeon principiara con la segunda venida de Cristo quien será el que introducirá la era venidera.
Desde el punto de vista del aspecto físico, la nueva edad encontrará su expresión en un nuevo cielo y en
una nueva tierra. En el plano de lo ético y de lo moral, será una edad libre del pecado y de todo desorden
moral.
Es así como la teología encuentra el propósito último de la creación en el reino de Dios. Este reino es
desde luego, una posesión presente de justicia y paz, y gozo por el Espíritu Santo (Romanos 14:17), y una
esperanza futura. Jesucristo mismo fue la representación perfecta de los principios sobre los cuales
descansa el reinado. Por medio de su obra redentora los hombres pueden ser librados del pecado; con la
fruición completa de este trabajo, su pueblo será librado de las consecuencias del pecado. En la era
venidera, su reinado principiara como la realización completa de los ideales éticos y espirituales más
elevados del individuo. En un sentido último, por tanto, la creación física encuentra su significado en las
aspiraciones éticas y espirituales y en las posibilidades del hombre al encontrar éstas su satisfacción plena
en el reinado de Dios totalmente establecido.
ANTROPOLOGIA
CAPITULO IX
I. EL ORIGEN DEL HOMBRE
J.
A. La naturaleza de la antropología.
La antropología es la ciencia del hombre. Como ciencia, trata con cuestiones relacionadas al hombre
primitivo, la distinción de razas, y los factores que entran en el desarrollo y progreso del hombre. En un
sentido teológico, el término se limita al estudio del hombre en sus aspectos moral y religioso, con énfasis
particular en el estado del hombre antes de la caída. Para comprender estos problemas necesitamos
examinar ciertos temas que se relacionan más especialmente a la antropología en su definición más
amplia como ciencia. En los asuntos a los cuales dedicaremos alguna atención se encuentra en los
siguientes; (1) el origen del hombre; (2) los elementos constitutivos de la naturaleza humana; (3) la
unidad de la raza humana y su comunidad de origen; (4) el origen del alma; (5) la imagen de Dios en el
hombre; y, (6) la naturaleza de la santidad primitiva.
B. Los dos relatos Escriturales de la creación del hombre.
Aparte de la revelación divina, el hombre ha tenido solamente teorías mitológicas vagas con respecto a su
origen. Los hombres se han considerado a sí mismos con frecuencia como nacidos de la tierra, emanados
de las rocas, de los árboles, de los animales silvestres, de los dioses, o evolucionando de algunas ciertas
formas inferiores de la vida. La revelación encontrada en La Santa Biblia debe ser nuestra autoridad con
respecto al origen de la humanidad. El único relato autoritario con respecto al origen del hombre que
nosotros poseemos es el que se encuentra en los capítulos primero y segundo del libro de Génesis.
1. El primer relato de la creación del hombre.
En el primero de estos dos relatos escriturales del origen del hombre encontramos el mandato creativo
de la Deidad. Hagamos al hombre a nuestra imagen y semejanza. La creación del hombre representa y es,
la culminación de todos los actos creativos
anteriores. Este conectado inmediatamente a estos actos precedentes como la culminación de la
creación, y es distinto de ellos como un nuevo orden de existencia. La creación del hombre fue el fin hacia
el cual todas las otras creaciones señalaron. Dios había preparado providencialmente todas las cosas para
el sostenimiento y el gozo del hombre. Todo esto fue arreglado para el desarrollo perfecto del hombre de
acuerdo con el ideal divino.
2. El segundo relato de la creación del hombre.
El segundo y más elaborado relato del origen del hombre se encuentra en Génesis 2:4-35. Fue dado con el
fin de que fuera el punto de partida para toda consideración especifica con respecto a la historia personal
del hombre. Encontramos aquí un acto creativo dual, Formó pues, Jehová Dios al hombre del polvo de la
tierra, y alentó en su nariz soplo de vida; y fue el hombre en alma viviente (Gn 2:7). El primero de estos
actos creativos consiste en la formación del cuerpo del hombre del polvo de la tierra y las substancias
químicas que lo componen. La palabra “Formó” encierra la idea de la creación resultante de materiales
preexistentes. No hay ninguna inferencia que sostenga el punto de vista evolucionista del desarrollo lento
del hombre de un determinado reino animal inferior. Al momento que el polvo dejo de ser polvo, existió
como carne y hueso y constituyo el cuerpo humano. Sin embargo, este relato nos enseña que en un
aspecto de su ser, el hombre está relacionado con la naturaleza; y que en este lado inferior él es la
culminación del reino animal, y representa su perfección tanto en estructura como en forma.
Pero la cuestión distintiva en la creación del hombre se encuentra en la declaración siguiente: Alentó en
su nariz soplo de vida, y fue el hombre en alma viviente. Aquí encontramos una creación única, nueva, no
una mera formación. Dios hizo al hombre un espíritu, una persona, un ser consiente de sí mismo y
determinante de sí mismo. Por el aliento divino, el hombre vino a ser espíritu inmortal.
C. El Origen de la Mujer.
En Génesis 2:21-23, tenemos un relato del proceso por medio del cual el hombre genérico fue
elaborado en dos sexos. Esta declaración ha sido una fuente de perplejidad para muchos comentaristas, y se
han sugerido muchas teorías en su afán de interpretarlo. San Pablo nos dice que Adam fue formado el primero
y después Eva (13 Timoteo 2: 13). Con esto quiso decir que el hombre fue perfeccionado primero, y de él, Dios
tomó aquello con lo que hizo a la mujer. Este hecho se reconoció por Adam cuando dijo, Esto es ahora hueso
de mis huesos, y carne de mi carne: esta será llamada Varona, parque del varón fue tomada (Génesis 2:23).
La traducción de la palabra hebrea “Costilla” en el relato del Génesis no es correcta, que digamos. La
palabra original se encuentra cuarenta y dos veces en el Antiguo Testamento y en ninguna otra ocasión se ha
traducido en “costilla” Se traduce generalmente como “costado” o “lados.” El relato bíblico enseña
claramente que todo individuo de la raza incluyendo a la primera madre, tiene su representante ante tipo en
el primer hombre. Este aspecto genérico de la creación del hombre se presenta no solo desde el punto de vista
físico, sino como formando también la base de la estructura social en la relación matrimonial. San Pablo hace
cierta elaboración sobre este as pecto del relato del Génesis, y nos da uno de los símbolos más significativos y
hermosos de la relación entre Cristo y su Iglesia (Efesios 5:23-32).
1. La Teoría de la Dicotomía. Este punto de vista sostiene que el hombre se compone de dos clases de
esencia una porción material (el cuerpo) y una porción inmaterial (el alma o espíritu). El Dicotomista insiste en
que el hombre se compone de dos elementos distintos o substancias la materia y la mente, o sea lo material y
lo espiritual. Generalmente se hace una distinción entre el alma y el espíritu. Cuando se considera como una
facultad que anima el organismo físico o que conecta a la personalidad con el mundo de los sentidos, a la
porción inmaterial del hombre se le llama alma; y cuando se considera como un agente moral o racional
conectando a la personalidad con el mundo de la fe, se le llama espíritu. El doctor Strong compara la porción
inmaterial del hombre a la estructura superior de una casa, pero cuyas ventanas ven a dos direcciones, unas
hacia la tierra y otras hacia el cielo.
2. La Teoría de la Tricotomía. Esta teoría sostiene que el hombre consiste de tres elementos
constitutivos principales: el espíritu racional; el alma animal, y el cuerpo. Una gran Variedad de pasajes
escriturales, especialmente en el Nuevo Testamento, parecen indicar que la naturaleza del hombre es triple. Es
así como San Pablo oró porque Vuestro espíritu, alma y cuerpo sea guardado entero sin reprensión (1°
Tesalonicenses 5:23). Se sostiene generalmente que tales expresiones fueron usadas para expresar la totalidad
del ser de la naturaleza del hombre. Tal clase de uso era común en la iglesia primitiva, siendo un derivado de la
filosofía platónica.
En tanto que las Escrituras parecen apoyar la teoría de la dicotomía, parece evidente el uso de una
tricotomía práctica tanto en la conversación ordinaria como en el' uso escritura]. No obstante, debe
recordarse, que el cuerpo, el alma y el espíritu, se unen generalmente para formar una personalidad integrada
que funciona como unidad.
CAPITULO X
LA DOCTRINA DEL PECADO.
En toda religión hay una verdad o un error principal que, como primer eslabón de una cadena,
necesariamente lleva consigo todas aquellas porciones con las que se encuentra esencialmente conectado.
Este principio importante en el cristianismo. es la doctrina de nuestro estado perdido y corrupto; pues que, si
el hombre no estuviera enemistado con su Creador, ¿para qué se necesitaría un Mediador entre Dios y a? Si no
es una criatura depravada e indigna, ¿qué necesidad habría de un Restaurador y Precioso Salvador como el
Hijo de Dios? Si no se encuentra esclavizado por el pecado, ¿por qué fué redimido por Jesucristo? Si no es
inmundo, ¿por qué ha de ser lavado en la sangre del Cordero inmaculado? Si su alma no está enferma, ¿por
qué ha de necesitar de un Médico divino? Si no es un cuitado y miserable, ¿por qué se le invita continuamente
a asegurarse de la ayuda y consolación del Espíritu Santo? En una palabra: Si no es nacido en pecado, ¿por qué
es el nuevo nacimiento tan absolutamente necesario al grado de que Cristo declare en una de sus
aseveraciones más solemnes que sin este nuevo nacimiento ninguno podrá ver el Reino de Dios?
- Fletcher De Madeley
Hemos visto que la pena del pecado es la muerte. Hemos notado también que los efectos del pecado
no pueden ser limitados al individuo, sino que deben incluir también en su alcance las consecuencias sociales y
raciales. Es a estas consecuencias 'que se aplican los términos Pecado Original y Depravación Heredada.
A. Terminología.
El doctor Field indica que el término ¨pecado original¨ no se encuentra en las Escrituras, sino que fué
introducido primero por San Agustín en su controversia con los pelagianistas. En el uso ordinario, los términos
¨pecado original¨ y ¨depravación heredada, ¨ se usan frecuentemente de manera alternativa; esto es, se
aplican generalmente a la condición natural de la naturaleza espiritual del hombre aparte de la gracia divina.
Este uso común se revela en la siguiente definición de pecado original 'que se encuentra en los Artículos de fe
de la Iglesia Anglicana: El pecado original es la falta y corrupción de todo hombre por medio de la cual el
individuo está separado de su rectitud original, y es por su propia naturaleza inclinado al mal, de manera que
la carne tiene siempre deseos contrarios al Espíritu; y, por tanto, en cada persona nacida en este mundo,
merece la ira y la condenación de Dios.
A pesar del hecho de que los dos términos, pecado original y depravación heredada, se usan
alternativamente con frecuencia refiriéndose a la condición no regenerada del hombre, podemos hacer ciertas
distinciones benéficas en el uso de estos términos. El término pecado original implica los siguientes puntos de
énfasis: (1) La idea de las consecuencias raciales del pecado; (2) la cuestión respecto al grado en que el pecado
original es el resultado de la transgresión de Adán; y, (3) los respectos en los cuales el estado natural del
hombre es pecaminoso. El término depravación heredada puede reservarse como para describir las
condiciones morales del hombre natural, sin referencia particular al origen último de esta condición o sin
especial atención al sentido exacto en que esta condición es pecaminosa. Es evidente que los dos términos
están mezclados en significado. Las distinciones que hacemos son primordialmente para ayudar a la claridad
del análisis y la descripción.
B. El Hecho del Pecado Original.
Las Escrituras enseñan que la presencia de la muerte en el mundo, con todos sus males consiguientes,
se debe al pecado del hombre. Quizá el pasaje escritural más importante con respecto al asunto sea el de San
Pablo: De con siguiente, vino la reconciliación por una, así como el pecado entró en el mundo por un hombre, y
por el pecado la muerte, y la muerte así paso a todos los hombres, pues que todos pecaron. Porque hasta la ley,
el pecado estaba en el mundo; pero no se imputa pecado no habiendo ley. No obstante, reinó la muerte desde
Adán hasta Moisés, aún en los que no pecaron a la manera de la rebelión de Adán; el cual es figura del que
había de venir ....... porque si por un delito reinó la muerte por uno, mucho más reinara' en vida por un
Jesucristo los que reciben la abundancia de la gracia, y el don de la justicia. Así que, de la manera que por un
delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una justicia vino la gracia a todos los
hombres para justificación de vida (Romanos 5:12-14, 17, 18). Aquí se enseña claramente que antes de la caída
de Adán, no había ni pecado ni muerte; después de su caída resultaron ambos, y estos eran considerados
como la consecuencia directa del pecado. El apóstol declara también que la muerte como consecuencia de
pecado pasó a todos los hombres, esto es, por medio de la propagación racial. De aquí que el pecado original y
la depravación heredada sean idénticas en hecho. La propagación de la raza fue no solamente en la semejanza
física de Adán, sino también en su imagen moral caída. San Pablo también asegura que la muerte reina aún
sobre los que no han pecado a la manera de Adán por un acto externo de desobediencia. De aquí que la
muerte como pena para el pecado haya sido y sea tanto una consecuencia del pecado como una naturaleza
depravada, como es la consecuencia del pecado como un acto de desobediencia.
C. El Hecho de la Depravación Heredada.
Hemos visto que todos los hombres han nacido bajo la pena de muerte como consecuencia del
pecado de Adán, y han nacido también con una naturaleza depravada. Esto último se considera como pecado
innato, o como depravación heredada. Los siguientes pasajes escriturales revelan esta condición: He aquí, en
maldad he sido formado, y en pecado me concibió mi madre (Salmo 51 :5). Enajenaronse los impíos desde la
matriz; descarriaronse desde el vientre, hablando mentira (Salmo 58:3). El primero de estos versículos emplea
la palabra ¨maldad¨ que implica el pensamiento de una naturaleza pervertida o tergiversada desde la misma
originación de la vida. El segundo versículo implica el pensamiento un tanto más claro, como una desviación o
distanciamiento de Dios claramente heredado por causa de que principia en el nacimiento.
Son numerosas las referencias del Nuevo Testamento al carácter moralmente depravado de la raza.
Nuestro Señor Jesucristo dijo: Lo que del hombre sale, aquello contamina al hombre. Porque de dentro, del
corazón de los hombres, salen los malos pensamientos, los adulterios, las fornicaciones, los homicidios, los
hurtos, las avaricias, las maldades, el engaño, las desvergüenzas, el ojo maligno, las injurias, la soberbia, la
insensatez. Todas estas maldades de dentro salen, y contaminan al hombre (Marcos 7:20-23) Así que Cristo
afirma que los rasgos malignos tienen su fuente original en el corazón natural del hombre. San Pablo usa
frecuentemente el término, ¨carne¨ con referencia a la naturaleza depravada del hombre. Porque los que
viven conforme a la carne, de las cosas que son de la carnes e ocupan ¬Romanos 8:5, Así que los que están en
la carne, no pueden agradar a Dios (Romanos 8:8) Mas vosotros no estáis en la carne, sino en el Espíritu
(Romanos 8:9) Porque si viviereis conforme a la carne, moriréis ( Romanos 8:13) Porque los que son de Cristo,
¡tan crucificado la carne son los afectos y concupiscencias (Gálatas 5:24) De manera que yo no abro aquella,
sino el pecado que mora en mí. Y yo sé que, en mí, (es a saber, en mi carne) no mara el bien (Romanos 7:17-
18) Todos estos pasajes demuestran que la inclinación al pecado pertenece a la naturaleza "humana caída
D. La Naturaleza de la Depravación Heredada.
El término ¨depravación heredada¨ se aplica al estado o condición del hombre por nacimiento. Expresa
la depravación moral del hombre en su estado natural. Esta condición pertenece a toda la persona individual;
no simplemente a un aspecto de su ser, como, por ejemplo, su voluntad. Es un estado desordenado en el
fundamento mismo del ser humano desde donde salen las malas tendencias, los afectos desordenados, y los
impulsos viciosos.
La depravación humana es el resultado de una privación. Cuando el hombre pecó, perdió la imagen
moral de Dios con la que había sido creado. Esto quiso decir que el Espíritu Santo se separó de su ser, y el
hombre perdió su estado de santidad primitiva. El resultado de esta privación o pérdida fué que el pecado vino
sobre él e inundó a toda su naturaleza. Una vez perdido el poder dominante, capacitador y santificador del
Espíritu Santo, el hombre vino a estar separado de Dios, se hizo esclavo de sus impulsos irregulares y de sus
pasiones viles, y cayó bajo la maldición de la ley.
Al hablar de la depravación total del hombre no queremos decir que él sea de tal manera depravado
que no haya grados de mayor maldad en él. Al contrario, el término se usa en su sentido amplio e implica la
idea de que el contagio del pecado se extiende a través del ser total del hombre.) Vicia toda facultad y poder
del espíritu, alma y cuerpo. Los afectos son enajenados, el intelecto entenebrecido y la voluntad pervertida:
Toda cabeza está enferma, y todo corazón doliente (Isaías 1:5). El hombre natural está destituido de todo bien
positivo. San Pablo afirma, Y yo sé que en mi (es a saber, en mi carne) no mora el bien (Romanos 7:18).
Aparte de la capacidad benéfica extendida a todos los hombres por el Espíritu Santo, la depravación
hace que el hombre esté completamente incapacitado para las cosas espirituales. No obstante, San Pablo
declara que, De la manera que por un delito vino la culpa a todos los hombres para condenación, así por una
justicia vino la gracia a todos los hombres para justificación de vida. Por que como por la desobediencia de un
hombre los muchos fueron constituidos pecadores, así por la obediencia de uno los muchos serán constituidos
justos (Romanos 5:18, 19). Por medio de esta gracia que viene de Jesucristo, se evita que la humanidad
descienda más allá de la posibilidad de redención a pesar de los efectos del pecado. El Espíritu Santo fué
restaurado a la raza no en el sentido del espíritu de vida en la. regeneración o el espíritu de santidad en la
entera santificación sino como el espíritu 4; del despertamiento y de convicción. Así que la ayuda benéfica del
Espíritu Santo se pone en contraposición con la depravación total del hombre y la incapacidad natural. Todos
los que quieran, por tanto, pueden ser restaurados a un estado" de santidad por medio de nuestro Señor
Jesucristo. Todos los que se vuelvan del pecado a la justicia, crean en Cristo para perdón y limpieza de sus
pecados, y hagan las buenas obras agradables y aceptables a su vista. Debe recordarse, por tanto, que esta
libertad que el hombre goza no es una mera capacidad natural, es una gracia, una capacidad dada por Dios.
F. La Depravación y la Flaqueza.
El término ¨carne¨ tal como se usa por San Pablo, incluye tanto la naturaleza física como la naturaleza
espiritual del hombre bajo el reino del pecado. La corrupción se extiende al cuerpo, así como al alma. La
depravación de la naturaleza espiritual puede ser removida por el bautismo con el Espíritu Santo, pero las
flaquezas de la carne pueden ser removidas solamente en la resurrección y glorificación del cuerpo. En un
sentido general, el hombre no tiene dificultad en distinguir entre el alma y el cuerpo, pero la línea principal de
demarcación, la frontera exacta entre lo espiritual y lo físico, no puede determinarse. Si supiéramos dónde se
encuentra esta línea de marcación, podríamos fácilmente distinguir entre las manifestaciones carnales, que
tienen su asiento totalmente en el alma, y las flaquezas físicas, que son la expresión de la constitución física
del hombre sujeto todavía al pecado. El trabajo mental con frecuencia debilita el cuerpo, y la debilidad física a
su vez puede debilitar la mente y el espíritu del hombre. Hay ciertas enfermedades que pueden llegar a
predisposiciones emotivas anormales o a formas peculiares de expresión. La falta de descanso adecuado, buen
alimento, disturbios de las glándulas endocrinas y otros factores, pueden resultar en períodos de irritabilidad
excesiva o de depresión anormal. El conflicto mental lleva con frecuencia a una condición comúnmente
conocida como ¨choque nervioso, ¨ durante el cual las personas enteramente santificadas pueden obrar en
sentido anormal. En vista de este hecho, de que las líneas de demarcación entre lo físico y lo espiritual no es
precisa y clara en muchos casos, se necesita un espíritu de amor hacia todos los hombres que revelan esta
necesidad. Al mismo tiempo toda persona debe ser honrada con res pecto a su propia condición espiritual.
Debe confrontarse con los hechos de una manera resuelta en su propia vida y debe hacer a un lado cualquiera
tentación de racionalizar toda manifestación carnal y considerarla, como ¨debilidad física. ¨
CUARTA PARTE
LA DOCTRINA DE JESUCRISTO
Sinopsis Los estudiantes antiguos de la pseudo ciencia de la alquimia, profesaron un propósito triple: el
descubrimiento del talismán del filósofo, el sol-vente universal, y el elixir de la vida. Con el talismán del filósofo
esperaban poder transmutar, fácil y rápidamente, los metales como el hierro y el plomo en metales de valor
como el oro y la plata. Con el solvente universal esperaban disolver rápidamente todas las sustancias
insolubles. Y, con el elixir de la vida se proponían destruir el germen de toda enfermedad a fin de que el
individuo pudiera permanecer eternamente joven. En el nivel exaltado de la vida espiritual del. hombre,
nuestro Señor Jesucristo satisface gloriosamente los tres anhelos del alquimista antiguo. Él es el Talismán de
gracia del filósofo. A través de su obra expiatoria puede remover lo maligno, lo terrenal, la base de nuestra
naturaleza, y convertirla de tal manera que vengamos a ser ¨hijos de Dios. ¨ Él es el Solvente Universal. Sus
enseñanzas incomparables proporcionan principios de actualidad que solucionarán todo problema, ya sea
personal 0 social, no importa cuán insoluble sea. El. es el ¨Elixir¨ de la Vida. Por medio de su resurrección de
entre los muertos, nosotros, que somos suyos, podemos esperar, una vida en donde no haya sombra ni
tristeza. Es hacia esta Persona única y maravillosa, los gloriosos oficios, y la muerte vicaria de nuestro Señor
que volvemos nuestra atención en esta parte de nuestro estudio. Fm su Persona encontramos al Divino
humano, al verdadero hombre, y al verdadero Dios. En sus oficios es nuestro Profeta, nuestro Sacerdote, y
nuestro Rey. En su obra expiatoria por el pecado encontramos el propósito central de su venida y el
fundamento de nuestra redención. Adoremos y alabemos a nuestro Cristo bendito.
CAPITULO XI
LA PERSONA DE CRISTO
Él es el verdadero Dios; pero en la revelación en Cristo la divinidad misma nunca se separa de la humanidad
verdadera; las naturalezas divinas y humana nunca se separaron entre sí ni la una neutralizó a la otra. Veremos
en Cristo ..... la plenitud de la deidad enmarcada en el cuadro de la humanidad; siendo no los atributos de lo
divino en su infinitud ilimitada sino los atributos divinos tomando cuerpo en los atributos de la naturaleza
humana. En lugar de la omnipresencia, tenemos la presencia bendita, respecto a la cual testifica el Dios
hombre, El que me ha visto a mí, ha visto al Padre (Juan 14:0); en lugar de la omnisciencia viene la sabiduría
divinamente humana que revela a los chiquitos y a los que maman los misterios del reino de los cielos; en
lugar de la omnipotencia creadora de un universo, viene el poder que completa, restaura y rehace al mundo,
el poder infinito y plenitud de amor y de santidad en virtud de cuyo poder el Dios-hombre pudo testificar
diciendo: Toda potestad me es dada en los cielos y en la tierra (Mateo 28:18). Por eso es que todos los poderes
terrenales y celestes, todas las fuerzas de la naturaleza y de la historia encuentran en El centro de la libertad,
sirviendo a aquel Reino a cuya cabeza se encuentra Cristo.
- BISHOP MARTENSEN.
La Cristología es aquel departamento de la teología que trata con la Persona de Cristo como el
Redentor de la humanidad. El asunto se extiende algunas veces como para incluir tanto la Persona como la
Obra de Cristo, pero en general, el término Cristología se aplica a aquélla, en tanto que el término Soteriología
se reserva para esta última.
Al estudiar la Persona de Cristo tocamos el centro mismo del cristianismo. Sin embargo, no nos
interesan en este caso las doctrinas acerca de Cristo, sino la presentación de Él hacia la fe y la adoración, como
Dios manifestado en carne. La verdadera Cristología está fundada en la experiencia objetiva de Cristo tal como
fué conocido por los apóstoles, cuya experiencia se relata en los Evangelios y se interpreta en los otros escritos
apostólicos bajo la iluminación y dirección del Espíritu Santo prometido. Los Evangelios, por tanto,
proporcionan los hechos fundamentales de la Cristología, en cuanto que declaran la encarnación del Verbo
divino, por medio del cual solamente, podemos tener un conocimiento de Dios. Además, los hechos aquí
presentados pueden probarse por métodos históricos, y proporcionan la base para el desarrollo dogmático
ulterior. Nos acercaremos mejor a este asunto central e importante, por tanto, considerando los eventos
principales en la vida de Cristo, y el significado teológico que éstos llevan consigo.
Hay dos maneras de considerar el estudio de la deidad de Cristo desde el punto de vista textual y
desde el punto de vista histórico. El método textual trata el asunto por medio de numerosos textos de prueba
que se refieren a sus nombres y títulos divinos, sus actos divinos, sus atributos divinos, y el hecho de que se le
adscribe a Él la adoración como Persona divina. Con sus muchas Ven tajas, este método tiene una desventaja
muy sobresaliente -el hecho de que los textos de prueba pueden interpretarse de manera equivocada por
personas que posean un cierto prejuicio. Por tanto, el método histórico ha sido el que los hombres han usado
para convencerse del carácter sobrenatural de Cristo y por eso han sido persuadidos a creer que es verdadero
Dios. Este es el método de los Evangelios y cualquier lector advertido podrá participar del asombro de los
discípulos, su sentido interno sus conclusiones con respecto a la deidad de su Señor. No trataremos, por tanto,
de ofrecer un sistema elaborado de textos de prueba en conexión con este asunto, y solamente da remos al
lector los que ya se han mencionado en nuestra discusión de la Trinidad (Capítulo VII, Sección II). Bastará con
considerar solamente aquellos puntos que incluyen la encarnación y su relación a la obra redentora de Cristo.
A. La Preexistencia de Cristo.
A través de todas las edades, la Iglesia ha afirmado la preexistencia de Cristo. Ha afirmado, por tanto,
su ver dadera deidad como el Mesías del Antiguo Testamento y el Cristos del Nuevo Testamento Jesús mismo
dijo, Antes que Abraham fuese, yo soy (Juan 8:58); y otra vez, Y nadie subió al cielo, sino el que descendió del
cielo, el Hijo del hombre que esta' en el cielo (Juan 3:13). El mero hecho de la preexistencia, sin embargo, no
es en sí mismo una prueba suficiente de su deidad, puesto que los Arianos sostuvieron que era de una misma
esencia con el Padre, y sin embargo, un ser creado. Otros han sostenido que su preexistencia fue solamente
ideal, esto es, un principio impersonal o potencia que vino a ser personal solamente en Jesús. Quizá nos
preguntemos, ¿Existió El cómo el único Dios una unidad simple y absolutamente personal, o existió como una
de las personas esenciales e infinitas de una Deidad Triuna Las Sagradas Escrituras y las decisiones conciliares
de la Iglesia afirman que el Señor Jesús de Nazareth fue el Cristo, el Hijo del Dios viviente, y, por tanto, la
segunda Persona de la adorable Trinidad (Compárese Juan 1:1-5; Filipenses 2:5; Hebreos 5:6).
A. La Naturaleza de la Encarnación.
La encarnación no fue meramente un paso en el ministerio mediatorio de Cristo, sino el fundamento
de todo. Sm la encarnación no pudo haber expiación ni ministerio intercesor. Deben observarse ciertos hechos
sobresalientes en cualquiera consideración de este importante asunto.
1. La encarnación no fue una forma de trasmutación o de transubstanciación. Las Escrituras no
enseñan que la segunda Persona de la Trinidad haya cesado de ser Dios cuando se volvió hombre. Cuando se
dijo, que El Verbo fue hecho carne, fue lo mismo que decir que Cristo vino a ser carne, asumiendo por ello una
naturaleza humana a fin de que pudiera estar en mejor posición de participar de las experiencias humanas de
los hombres y de su redención.
2. Fue el Verbo o Logos, la segunda Persona de la Trinidad solamente, la que se encarnó, y no toda la
deidad. El asegurar esto último nos lleva al error del patripanianismo que dice que, ¨El Padre sufrió, ¨ o que ¨El
Padre murió. ¨ Una persona trinitaria puede encarnarse, sin que por ello esta encarnación sea de toda la
Deidad, porque la Deidad representa la esencia divina o naturaleza en tres modos; y la esencia en los tres
modos no fue la que se encarnó. Pero en vista de que la esencia toda o la naturaleza divina existe en cada uno
de los tres modos, como Padre, Hijo, y Espíritu Santo, podemos decir que cuando el Hijo se encarnó, habitó en
él toda la plenitud de la Deidad en su cuerpo, pero solo en el modo de la segunda Persona, 0 sea el Hijo divino.
3: La encarnación fue una unión de la Persona divina con la naturaleza humana, y no con una persona
humana". La naturaleza humana que asumió, adquirió personalidad por su unión con Él. Se dice por tanto que
el Redentor asumió la simiente de Abraham (Hebreos 2:16); y además fue llamado la simiente de mujer
(Génesis 3:15); y la simiente de David (Romanos 1:3). Estas expresiones solo significan que la naturaleza
humana asumida por nuestro Señor, no estaba todavía individualizada. La naturaleza humana de Cristo no fue
impersonal excepto en este sentido no fue personalizada como resultado de la raza por medio del nacimiento
natural, sino por haber sido un factor constitutivo de la Persona teantrópica. El hecho de que no poseyera otra
personalidad como no fuera la que subsistió en la naturaleza divina, no hace de Jesucristo un hombre
impersonal. Solamente evita que caigamos en el error nestoriano de una personalidad adicional exclusiva en la
naturaleza humana. En el caso de Cristo fue una humanidad completa y total cuya consciencia y voluntad
fueron desarrolladas solamente en unión con la personalidad del Logos.
4. La encarnación marcó el principio de la Persona teantropica. El Dios hombre fue una nueva persona
a la vez que única. No hubo Dios-hombre sino hasta que se efectuó la unión de las dos naturalezas. El principio
preciso de esta persona teantrópica debe ponerse en el instante de la concepción milagrosa. Antes de este
instante, la única Persona existente fue el Hijo eterno; la naturaleza humana que existía en la Virgen María no
había sido personalizada. Aun cuando por lo que respecta a tiempo, tiene principio, la Persona teantrópica del
Redentor continuará para siempre. El término ¨Cristo, ¨ por tanto, no es el nombre propio para la segunda
Persona de 1a Trinidad no encarnada, sino solo el de la segunda Persona en carnada.
5. La encarnación fue necesaria como base de la obra redentora de nuestro Señor. Antes de asumir la
naturaleza humana, el Logos no pudo haber experimentado sentimientos humanos por cuanto no poseía
corazón humano; pero después de que asumió esta naturaleza humana, pudo entrar más de lleno en las
experiencias de la humanidad. No era posible que Cristo tuviera una percepción finita antes de la encarnación,
porque no tenía un intelecto fi nito; pero después de la encarnación, Él podía pensar como los demás
pensaban, Antes de la encarnación, la consciencia de sí mismo del Logos era eterna solamente, esto es, sin
sucesión en lo que respecta a tiempo; pero subsecuentemente, fue eternal a la vez que temporal, con y sin
sucesión en lo que respecta a tiempo. La unión de las dos naturalezas, por tanto, fue necesaria a ¡in de que
Cristo pudiera ser nuestro Sumo Sacerdote misericordioso y fiel.
B. Una Persona.
La unión de las naturalezas divina y humana en Cristo es una unión personal, esto es, la unión consiste
en la posesión permanente de un Ego o yo común el del Logos eterno o el Verbo, En teología, esto se
considera como la unión hipostática, El término hipóstasis es derivado de la palabra griega kypóstasis y, es el
término usado para marcar la distinción entre las substancias personales en la Deidad, en contraposición con
su substancia común o esencia. Las dos naturalezas se encuentran y tienen comunión por medio del yo que es
común a ambos.
1. La posesión de dos naturalezas no incluye una personalidad doble, puesto que la base de la persona
es el Logos eterno y no la naturaleza humana. Cristo, por tanto, habla uniformemente de sí mismo en el
singular. El agente es uno siempre y dondequiera. No hay nunca ningún intercambio entre el ¨Yo¨ y ¨Tú¨ como
en el caso de la Trinidad. Los modos variados de consciencia pasan rápidamente de lo divino a lo humano,
pero la Persona es siempre la misma. De aquí que Él diga, Yo y el Padre una cosa gomas (Juan1 0:30), y
además, Sed tengo (Juan 19:28).
2. Una persona puede consistir de una, dos o tres naturalezas. Una Persona Trinitaria, como la del
Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, no tiene sino una naturaleza, naturaleza de substancia o esencia divina. Una
persona humana tiene dos naturalezas un cuerpo material y una alma inmaterial. Cristo, como la Persona
teantrópíca, puede decirse que posee tres naturalezas el Logos divino o Verbo, una alma humana, y un cuerpo
humano. Estos dos últimos están combinados en el pensamiento cuando hablamos de Cristo en el sentido de
que posee dos naturalezas, la divina y la humana. Es la persona, por tanto, la que une las naturalezas, pero
esta unión no es mecánica o externa. Es una unión personal, y por tanto, muy estrecha e inseparable. En Cristo
la unión entre lo divino y la naturaleza humana fue aún más estrecha que la que existe entre el alma y el
cuerpo en el hombre. En el ser humano, el alma y el cuerpo pueden separarse por la muerte; en Cristo, la
naturaleza divina no se separó ningún momento del alma ni del cuerpo.
3. la personalidad del Dios hombre dependía primeramente de la naturaleza divina, se demuestra por
el hecho de que no fue destruida por la muerte. Es verdad que, en su muerte, hubo una separación temporal
entre el alma y el cuerpo, pero ni por un instante hubo una separación entre el Logos divino y el alma humana
y el cuerpo. Aún entre el período de su muerte y su resurrección, el alma humana y el cuerpo estaban todavía
unidos con el Logos o el Verbo divino. Es por esta razón que el cuerpo de Cristo nunca vio corrupción.
C. Dos Naturalezas.
La unidad de la Persona de Cristo encuentra su ver dad complementaria en la diversidad de las dos
naturalezas. El que la Deidad y la humanidad retengan sus propiedades respectivas y funciones, sin alteración
de esencia ni interferencia mutua, es tan necesaria a un verdadero concepto de la encarnación como lo es su
unión hipostática en Jesucristo. Aunque los actos y cualidades tanto de la naturaleza divina como de la
humana de Cristo pueden atribuirse a la persona teantrópica, no puede decirse que pueden atribuirse la una a
la otra. Las propiedades que pertenecen a una naturaleza, necesariamente se circunscriben a esta naturaleza.
Una substancia material puede tener solo propiedades materiales, y una substancia inmaterial solamente
puede poseer propiedades espirituales. De la misma manera, la naturaleza humana puede tener solamente
pr0piedades humanas, y la naturaleza divina solo propiedades divinas. Las naturalezas, sin embargo, aunque
heterogéneas, bien pueden pertenecer a la misma persona.
1. La Definición Calcedonia. La declaración preparada por el Concilio de Calcedonia en el año 451 A.D.
es como sigue: Siguiendo el concepto de los santos padres, enseñarnos unánimemente que el Hijo (de Dios) y
nuestro Señor Jesucristo son una y la misma (persona), que Él es perfecto en deidad y perfecto en humanidad;
el verdadero Dios y el verdadero hombre, de un alma racional y cuerpo (humano) consistente, consubstancial
con el Padre por cuanto toca a su Deidad, y consubstancial con nosotros por cuanto toca a su humanidad;
hecho en todas cosas como nosotros, excepción hecha del pecado, nacido de su Padre antes de los mundos de
acuerdo con su Deidad; pero en estos días por nosotros los hombres, y por nuestra salvación, nació (en el
mundo) de la Virgen María, la madre de Dios de acuerdo con su humanidad. Este único y mismo Jesucristo, el
Hijo unigénito (de Dios) tiene que confesarse como uno que tiene dos naturalezas, inconfundibles, inmutables,
indivisibles, inseparables (unidas) , y eso, sin que por tal unión se quite la distinción de naturalezas, sino más
bien que la propiedad peculiar de cada una sea preservada y unida en una sola Persona e hipóstasis, no
separada ni dividida en personas, sino una y el mismo Hijo unigénito, Dios el Verbo, nuestro Señor Jesucristo,
como los profetas antiguos hablaron con respecto a Él, y como el Señor Jesucristo mismo nos enseñó, y como
el credo de nuestros padres nos lo ha transmitido.
2. La Fe Ortodoxa. El credo Calcedonio ha proporcionado a la Iglesia una base verdadera para su
Cristología, y ha sido aceptado como ortodoxo por los católico romanos y los protestantes con esta excepción
los protestantes rechazan la palabra Theotókos o Madre de Dios. En este caso, no solamente se afirman las dos
naturalezas de Cristo, sino que sus relaciones de la una para con la otra se ajustan también en cuatro puntos
principales sin mezcla (0 confusión); sin cambio (o con versión); sin división; y sin separación. Debe admitirse
que estos términos no definen, pero proporcionan puntos directivos para la preservación de la 'verdadera
doctrina. Si, por tanto, mantenemos la fe verdadera, debemos creer (1) que la unión de las dos naturalezas en
Cristo no las confunde ni las mezcla de manera de destruir sus pro piedades distintivas. La deidad de Cristo es
tan pura deidad después de la encarnación como lo era antes; y la naturaleza humana de Cristo es una
naturaleza humana tan pura y simple como la de su madre o la de cualquier otro individuo humano con
excepción del pecado. (2) Debemos rechazar como falta de ortodoxia cualquiera teoría que convierta una
naturaleza en otra, ya sea por absorción de la naturaleza humana por la divina como en el Eutiquianismo, o la
reducción de lo divino a lo humano como sostienen algunas teorías kenóticas modernas. (3) Debemos sostener
las dos naturalezas en tal unión que no dividan a la persona de Cristo en dos YO como en el Nestorianismo, ni
que se mezclen las dos naturalezas en un compuesto que no sea ni Dios ni hombre como en el caso del
Apolinaríanismo. El resultado de la unión no es dos personas, sino una Persona que une en si misma las
condiciones de la existencia humana y de la existencia divina. (4) Debemos sostener que la unión de las dos
naturalezas es inseparable. La unión de la humanidad con la deidad en Cristo es indisoluble y eterna. Es una
apropiación permanente de la naturaleza humana por la segunda Persona de la Trinidad.
¨Solo Cristo fue Profeta, Sacerdote y Rey; habiendo poseído y ejecutado estos oficios en un grado tan
supereminente como ningún ser humano lo ha hecho ni hubiera podido hacerlo. Jesús es un Profeta, para
revelar la voluntad de Dios e instruir a los humanos en ella. Es un Sacerdote, para ofrecer un sacrificio y hacer
expiación por los pecados del mundo. Es Señor, para gobernar y dominar en las almas de los hombres; en una
palabra, Él es Jesús el Salvador capaz de librar del poder, la culpa y la inmundicia de pecado; para vivificar y
ensanchar por la divina influencia de su Espíritu; para preservar en la posesión de la salvación que Él ha
comunicado; para sellar a los creyentes como herederos de gloria; y finalmente, para recibirlos en la plenitud
de bienaventuranza en su gloria eterna. - Doctor ADAM CLARKE.
La consideración de los estados y oficios de Cristo, forma una transición natural entre la doctrina de su
Persona a la de su obra consumada que se conoce común mente como la Expiación. Los estados y oficios de
Cristo son dos el Estado de Humillación y el Estado de Exaltación. Desde el punto de vista teológico, estos
estados re presentan énfasis variados sobre las dos naturalezas del Dios-hombre. Por lo que se refiere a los
límites de la humillación hay diferentes posiciones. La Iglesia Reformada sostiene que se extiende desde su
concepción milagrosa al fin de su descenso al Hades, en tanto que la Iglesia Luterana sostiene generalmente
que terminó con las palabras, Consumado es, dichas por nuestro Señor Jesucristo en la cruz. Los Arminianos
aceptan esta última posición. Los oficios de Cristo son tres los de Profeta, Sacerdote y Rey. Esta clasificación
triple fue cuidadosamente desarrollada por Eusebio y forma un principio de distribución en las teologías
modernas.
I. EL ESTADO DE HUMILLACION
Las Sagradas Escrituras presentan a Cristo en marcadas condiciones de contraste. Los profetas lo vieron su jeto
a las indignidades más grandes, y también lo vieron sentado en uno de los tronos más exaltados.
Imposibilitados en reconciliar estos contrastes, los exégetas judíos algunas veces afirmaban la necesidad de
dos Mesías. La mayor parte de la oposición a Jesús durante su vida terrenal fue basada en su condición
humilde y las razones dadas por sus opositores están en correspondencia exacta con la naturaleza de la
humillación que los profetas habían predicho con respecto a Él. Si a la luz de los estudios exegéticos modernos,
inquirimos acerca de la naturaleza de la humillación, encontramos que pertenece generalmente, aunque no de
manera exclusiva, a las limitaciones de su naturaleza humana, y su relación a la pena del pecado. La porción de
la Escritura que ha proporcionado la base para las teorías numerosas y divergentes con respecto a la
Cristología se encuentra en la epístola de San Pablo a los Filipenses, Haya pues, en vosotros este sentir que
hubo también en Cristo Jesús: el cual, siendo en forma de Dios, no tuvo por usurpación ser igual a Dios; sin
embargo, se anonadó a sí mismo, tomando forma de siervo, hecho semejante a los hombres; y hallado en la
condición como hombre, se humilló a sí mismo, hecho obediente hasta la muerte, y muerte de cruz (Filipenses
2:5 8).
B. El Communicatio Idiomatum.
Esta teoría nació dentro de las filas de la Iglesia Luterana. Significa la comunicación de la idiomata o
atributos de las dos naturalezas de Cristo a una Persona, y por medio de aquella Persona, de una naturaleza a
otra. No involucra la mezcla de una naturaleza con otra, pero sostiene que todos los atributos, ya sean los de
la naturaleza humana como los de la naturaleza divina, pueden considerarse como atributos de una Persona y
no de ninguna naturaleza independiente de aquella Persona. Sostiene también una comunión de naturalezas
de tal manera, que los atributos y facultades de la naturaleza divina son comunicados a lo humano. Esto, sin
embargo, no es recíproco, puesto que la naturaleza humana no puede comunicar nada a la divina, que es
inmutable y perfecta. No se permite, además, ninguna confusión de la naturaleza, sino una permeación de lo
humano por lo divino, esta permeación o pericoresis tomando lugar a través de la Persona que es el vínculo de
unión entre las dos naturalezas. En las controversias trinitarias la cuestión con que la Iglesia se interesaba más
era la de la relación de Cristo a la Deidad; en las controversias Cristológicas primitivas, el problema era el de la
relación de las dos naturalezas a una sola Persona; aquí el problema es la relación de una naturaleza a la otra
por medio de una Persona. Los luteranos sostuvieron que, a través de una Persona, los recursos de la
naturaleza divina fueron puestos a la disposición de lo humano; y que un acto de cualquiera de las dos
naturalezas es el acto de una sola Persona, de aquí que sea también participado por la otra naturaleza.
II. LA EXALTACION
La exaltación es aquel estado de Cristo en el que Él puso a un lado las flaquezas de la carne de acuerdo
con su naturaleza humana y reasumió otra vez su majestad. De la misma manera que en la humillación hubo
estados o pasos de descenso, así sucede en el caso de la exaltación: hay pasos de ascenso. Estos pasos o
estados son (1) el Descenso hacia el Hades; (2) la Resurrección; (3) la Ascensión; y, (4) la Reunión.
A. El Descenso al Hades.
El intervalo breve en la historia de la redención, entre la muerte de Cristo y la resurrección, se conoce
como el descensus ad inferos o sea el descenso al Hades. El término no se encuentra en las Escrituras, sino en
los credos, y se expresa allí con las palabras, “Descendió al sepulcro.” La doctrina, sin embargo, se basa en las
Escrituras: Porque no dejarás mi alma en el sepulcro; ni permitirás que tu santo vea corrupción (Salmo 16:10);
y, viéndolo antes, habló de la resurrección de Cristo, que su alma no fue dejada en el infierno, ni su carne vio
corrupción (Actos 2:27731). Estrechamente relacionado con estos textos se encuentra otro del mismo apóstol
que declara: En el cual también fue' y predicó a los espíritus encarcelados; los cuales en otros tiempos fueron
desobedientes, cuando una 'vez esperaba la paciencia de Dios en los días de Noé, cuando se aparejaba el arca;
en la cual pocas, a saber, ocho personas fueron salvas por agua (1 Pedro 3: 19-20). La palabra griega Hades, en
su complemento hebreo Sheol, significa el estado escondido o invisible, esto es, el reino de los muertos. No
tiene referencia a ningún castigo recibido durante este estado invisible o escondido. Fue a este nivel de los
muertos al que nuestro Señor Jesucristo entró cuando su cuerpo fue puesto en el sepulcro.
Podemos con seguridad creer, entonces, que cuando nuestro Señor Jesucristo exclamó: ¡Consumado
es!, cesó la humillación y principió la exaltación. Su muerte fue su triunfo sobre la muerte, consecuentemente,
la muerte no tuvo poder sobre él (Romanos 6:8-9). Cuando, por tanto, entró al lugar de los muertos, entró
como Conquistador. Descendiendo a las partes bajas de la tierra, llevó cautiva la cautividad, y dio dones a los
hombres (Efesios 4:8-9). De la manera como lo hizo en la encarnación, el Hijo de Dios llevó sobre sí, carne y
sangre, entrando por ello mismo al estado de la vida humana, siendo a la muerte humillante de la cruz, de
manera que entra al lugar de los muertos no para sufrir más sino como su Conquistador triunfante. Esto, por
tanto, marca el primer paso en su exaltación.
B. La Resurrección.
El segundo paso en la exaltación es la resurrección, o aquel acto por el cual nuestro Señor se levantó
de la tumba. En vista de que la ascensión marca la transición de su estado terrenal a su estado celestial, la
resurrección es el elemento último y culminante de la misión terrenal de nuestro Señor Jesucristo. Hay dos
fases de la verdad que deben considerarse ampliamente. Primero, el hecho histórico de la resurrección es
intensamente significativo. Es, por tanto, atestiguado por muchas pruebas indubitables (Actos 1:3). El
testimonio de los apóstoles y de los primeros discípulos es de un valor inmenso. Cristo volvió a la vida y se les
apareció en carne y hueso tangibles por medio de los cuales reconocieron su cuerpo como el cuerpo de Aquel
que había sido crucificado. Además de esto, también reconocieron que había adquirido facultades nuevas y
misteriosas que transcendían a las manifestadas en carne durante su vida terrenal. Se relatan mu chas
apariciones durante los cuarenta días de su estancia con sus discípulos. Pero una de las evidencias más
completas de la resurrección fue el cambio instantáneo y total que se llevó a efecto en las mentes de los
discípulos. De un estado de desilusión y de incredulidad, se transformaron de repente en creyentes gozosos.
La evidencia suprema de la resurrección, por tanto, siempre debe ser el don del Espíritu Santo a los discípulos,
haciéndolos llamas radiantes del evangelio de Jesucristo. Segundo, la resurrección debe considerarse en sus
relaciones doctrinales. Hay cinco cosas que se recalcan como básicas en su importancia.
1. La resurrección de Cristo fue la comprobación misma de las pretensiones de Jesús. Fue el
testimonio di vino del ministerio profético de Cristo, por el cual sus pretensiones no solo fueron reivindicadas,
sino que su misión fue interpretada a los apóstoles y a los evangelistas.
2. Al ser la nueva humanidad de Jesús, sin pecado, proporcionó la base del sacrificio expiatorio. En la
encarnación, nuestro Señor Jesucristo se vistió de carne y de sangre para que pudiera probar la muerte por
todos los hombres; en la resurrección, logró la victoria sobre la muerte. Es por esta razón que a la resurrección
se le llama un nacimiento (Colosenses 1:18; Revelación 1:5). Fue, en realidad, un nacimiento de la muerte, por
tanto, la muerte de la muerte. Al tomar nuestra naturaleza y morir en ella, y después revivirla o avivarla, esta
nueva humanidad glorificada viene a ser la base de un sacerdocio eternal, siendo su muerte y resurrección la
base de consagración. Es, por tanto, un evento de progreso en que el Redentor pasa de un plano inferior a uno
más elevado en la nueva creación. No fue meramente un retorno de la tumba a su misma condición natural,
sino también un evento transcendental.
3. La resurrección proporcionó la base para nuestra justificación. Cristo fue entregado por nuestros
delitos y resucitado para nuestra justificación (Romanos 4:25). Viene a ser, por tanto, no solo una
reivindicación de su obra profética, sino también de su sacerdocio. Murió por las transgresiones que eran tales
de acuerdo con el primer testamento; se levantó para ser el Ejecutor del nuevo pacta por cuya voluntad o
pacto, somos santificados por la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una sola vez (Hebreos 10:10).
4. La humanidad glorificada de Cristo también forma la base para un nuevo compañerismo. Él fue la
imagen del Dios invisible, las primicias de toda criatura (Colosenses 1:15 y siguientes) y esta nueva humanidad
de Cristo proporcionó el vínculo entre Él y los que son adoptados como hijos por Jesucristo mismo (Efesios
1:5). Esta nueva humanidad es ética y espiritual (Efesios 4:2224; Colosenses 3:9 10), y como la base de este
nuevo y santo compañerismo, viene a ser el cuerpo de Cristo o sea la Iglesia.
5. La resurrección de Cristo viene a ser la garantía de nuestra futura resurrección. Cristo es las
primicias de los que durmieron. Es una parte vital del propósito redentor de Dios en Cristo, que el hombre no
solamente sea librado del pecado desde el punto de vista espiritual, sino que también sea librado del pecado
desde el punto de vista físico.
C La Ascensión.
La ascensión es el tercer paso en la exaltación de nuestro Señor Jesucristo marca el fin de su vida
terrenal; Esta transferencia de la tierra hacia el cielo no debe entenderse como una simple remoción de una
parte del universo físico a otra, sino como una separación local dentro de lo que se conoce, como la presencia
de Dios. La ascensión fue la transición hacia una nueva esfera de acción mediatoria, el tomar posesión de la
presencia de Dios por nosotros, y está, por tanto, asociada inmediatamente con su intercesión Pontificial.
Aparece en la presencia de Dios por nosotros (Hebreos 9:24). Se ha consagrado también por nosotros, de una
manera nueva y viviente a través del velo esto es, su carne; viniendo a ser su cuerpo glorificado la manera de
acceso por el cual su pueblo tiene libertad, para entrar en el santuario por la sangre de Jesucristo (Hebreos
10:19-20). Finalmente, la ascensión significada separación de Cristo en la carne a fin de establecer las
condiciones por las cuales el Espíritu Santo sería dado a la iglesia. Habiendo recibido del Padre la promesa del
Espíritu, el día del Pentecostés fue el testimonio de la venida del Consolador, como una presencia permanente
en la Iglesia.
D. La Reunión.
El cuarto y último paso de la exaltación se conoce con el nombre de Reunión. Está estrictamente
relacionado a la ascensión y significa primordialmente, el lugar de Cristo a la diestra del Padre como una
presencia intercesora. De la misma manera que el_ oficio profético de Cristo fue unido en su obra como
sacerdote por medio de su muerte y resurrección, así su oficio sacerdotal está unido a su carácter de rey por
medio de la ascensión y de la reunión. De la manera que la resurrección fue la prueba divina do su oficio
profético, el don del Espíritu Santo es ¡aprueba divina de su ascensión y de su reunión. La presencia de Cristo
sobre el trono no es sino el principio de Una suprema autoridad que terminará solamente cuando haya puesto
a sus enemigos por estrado de sus pies (1 Corintios 15: 25). De su lugar de Reunión nuestro Señor Volverá a la
tierra la segunda vez sin pecado para salvación (Hebreos 9: 28); y la ascensión es el modelo de su regreso. Su
exaltación será completa, sólo cuando todas las cosas le sean sujetas, y cuando El mismo sea corona do como
Señor de todo. Entonces también el mismo Hijo se sujetará al que le sujetó a Él todas las cosas, para que Dios
sea todas las cosas en todos (1a Corintios 15: 28).
CAPITULO XIII
LA EXPIACION
Así como la luz de la aurora matutina se sucede por una brillantez que Va en aumento hasta que la
tierra se ilumina con las glorias plenas del medio día, la gran doctrina de redención por 1a sangre del pacto
eterno, que al principio brilló tenuemente por la promesa ilustre de la simiente de la mujer, continuó brillando
con mayor intensidad a través del medio consagrado de los tipos y las sombras, los altares humeantes y las
victimas sangrientas de las dispensaciones mosaica y patriarcal; hasta que al fin; bajo la luz su rema y los
desenvolvimientos más gloriosos del día evangélico, vemos el cumplimiento claro de las predicciones antiguas,
el comentario infalible sobre los tipos divinamente instituidos y la revelación más explícita del gran misterio de
salvación, a través dc los méritos de la oblación vicaria y pía del Mesías divino."
-DOCTOR T. N. RALSTON.
La palabra expiación ocurre solamente una vez ene l Nuevo Testamento (Romanos 4:11). No obstante,
el término griego catalaguín de donde se deriva, aparece frecuentemente, aun cuando por lo general se
traduce en reconciliación. El término del Antiguo Testamento para expiación es kaphar (cafar) que significa
primordialmente cubrir 0 esconder. Cuando se usa como nombre significa cubierta. En teología, se usa para
expresar la idea de satisfacción o expiación. (1) Denota aquello que une y reconcilia partes en disputa,
haciendo que tengan una misma mente. (2) Denota también el estado de reconciliación, la unidad de mente
que caracteriza a las partes reconciliadas. (3) Algunas veces se usa en el sentido de una apología o amende
honorable. Esta es una confesión penitencial, como, por ejemplo, el sufrimiento en conexión con los seres
queridos muertos, porque no podemos hacer expiación para ellos por los males cometidos en contra suya
mientras estaban con nosotros. (4) La palabra se usa más frecuentemente en el sentido de un substituto para
la pena una víctima ofrecida como propiciación a Dios, de aquí que sea una expiación por el pecado. (5) La idea
del Antiguo Testamento, tal como acaba de indicarse, es el de' una cubierta, y por tanto se aplica a todo lo que
cubre los pecados del hombre ante Dios. (6) Alcanza su más alta expresión en el Nuevo Testamento, donde se
usa para significar la ofrenda propiciatoria de Cristo.
A. Definiciones de la Expiación.
El señor Watson define la expiación como sigue: ¨La satisfacción ofrecida a la justicia divina por medio
de la muerte de Cristo por los pecados de la humanidad, en virtud de la cual muerte todos los verdaderos
penitentes que crean en Cristo son personalmente reconciliados con Dios', y librados de toda pena de sus
pecados, capacitándolos así para la vida eterna¨ (WATSON, Diccionario). La definición del doctor Summers es
similar en su contenido aun cuando más específica. ¨La expiación es aquella satisfacción hecha para con Dios
por los pecados de toda la humanidad, ya sea pecado original o presente, por la mediación de Cristo, y
especialmente por su pasión y muerte, de manera que se garantice a todos perdón. En tanto que las
perfecciones divinas se mantienen en armonía, la autoridad del Soberano no deja de ser, y se hace que los
pecadores acudan al arrepentimiento, a la fe en Cristo, a las condiciones necesarias del perdón, y a la vida de
obediencia, por la ayuda gratuita del Espíritu Santo¨ (SUMMERS, Systematic Theology, Teología Sistemática). El
doctor Miley nos da la siguiente definición: ¨Los sufrimientos vicarios de nuestro Señor Jesucristo son la
expiación para el pecado como un substituto condicional de la pena, cumplimiento, en el perdón del pecado,
la obligación de la justicia y el oficio de la pena en el gobierno moral¨ (MILEY, The Atonement in Christ, La
Expiación en Cristo).
B. La Necesidad de la Expiación.
Cuando hablamos de la necesidad de la expiación, lo que queremos decir es que fue indispensable para el
ejercicio de la misericordia hacia los pecadores condenados, y por consecuencia, sin esta expiación no habría
salvación posible para ellos. No obstante, hay que evitar cuidadosa mente el pensar que la expiación fue
necesaria a fin de estimular el amor de Dios en favor del hombre, porque la expiación es el resultado o efecto
del amor divino. Fue el amor antecedente en Dios la causa originadora de la expiación. Se sigue, por tanto,
que la necesidad de la expiación originó en los obstáculos que la ley y la justicia interpusieron, porque la ley
no contiene en sí y para sí ninguna provisión de perdón. Habiendo sido traspasada la ley, se demandaba que la
pena consiguiente fuera ejercitada en contra del pecador, y la justicia misma sostuvo también esta demanda.
Además, por cuanto la ley era santa, justa y buena, la santidad, la justicia y la bondad demandaban a una que
la pena fuera impuesta. La ley entonces se levantó en terrible majestad, restringió el ejercicio de la
misericordia divina y demandó la ejecución de la pena. Dios no podía, en su sabiduría, santidad y bon dad, fijar
una pena a la ley, y al mismo tiempo permitir que la desobediencia quedara sin castigo. Sin intervención
externa de ninguna clase, la raza humana en su totalidad hubiera estado eternamente perdida y sin
esperanza.
Además, la necesidad de la expiación puede deducirse de la naturaleza del pecado a la naturaleza de
Dios. La naturaleza del pecado es tal que sus resultados son de detrimento. El pecador en lo personal es
culpable. La demanda hecha por la ley implica el mal intrínseco del pecado y su inclinación malévola. Si nos
preguntamos el porqué, encontraremos la respuesta en la naturaleza de Dios. El pecado es antagónico a la
naturaleza de Dios. Aquí en su naturaleza quizá convenga decir, los atributos de Dios se encuentra la base de
los argumentos en pro 0 en contra de la necesidad de la expiación. Toda teoría de la expiación que enseña o
presenta solamente el lado del hombre y no el lado de Dios, en cierto sentido niega tanto la santidad como la
justicia de Dios. Más aún, la humillación, el sufrimiento y muerte del Hijo unigénito de Dios prueban que había
alguna necesidad de tal expiación.
A ninguna otra fuente como no sean las Sagradas Escrituras debemos volvemos a fin de establecer la
idea cristiana de la expiación. Encontraremos aquí los estados o condiciones preparatorios de desarrollo tal
como se dieron en el Antiguo Testamento; y el concepto del sacrificio del Nuevo Testamento tal como se
revela en los sufrimientos vicarios y muerte de nuestro Señor Jesucristo.
D. Terminología Escritural.
Las Escrituras consideran los sufrimientos de Cristo como una propiciación, una redención, y una
reconciliación. Por cuanto se encuentra bajo la maldición de la ley, el pecador es culpable y expuesto a la ira
de Dios; pero en Cristo su culpabilidad es expiada y la ira de Dios recibe propiciación. El pecador es esclavo de
Satanás y del pecado, pero a través del precio redentor de la sangre de Cristo, es librado de la esclavitud y
hecho enteramente libre. El pecador está separado de Dios, pero se reconcilia por la muerte en la cruz. Estos
pasajes satisfacen plenamente.
1. La propiciación es un término derivado de kaporeth o el Asiento de la Misericordia tal como se usa en el
Antiguo Testamento. Propiciar significa aplacar la ira de una persona ofendida, o hacer expiación por las
ofensas. El término hilasmós se usa en tres sentidos diferentes en el Nuevo Testamento. (1) Cristo es el
hilasmós, al mismo tiempo que el Propiciador, es la virtud de esa propiciación. Y él es la propiciación por
nuestros pecados: y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo (1 Juan 2:2); Nos
amó a nosotros, y ha enviado a su Hijo en propiciación por nuestros pecados (1 Juan 4:10). (2) Él es el
hilastirion o Asiento de Misericordia; así se usa la palabra en la Septuaginta. Al cual Dios ha propuesto en
propiciación por la fe en su sangre (Romanos 3:25). (3) Cuando se usa el adjetivo, el término thuma se
comprende bien como en el caso de Hebreos 2:17, en que se dice que el Sumo Sacerdote hace expiación por
los pecados del pueblo. En este caso el término es kiláskesthai, y el significado correcto es hacer propiciación
o expiación por los pecados del pueblo.
2. Redención viene de la palabra que significa literalmente comprar de nuevo. El término lutroo y
apolútrosis que significan redimir y redención, respectivamente, fueron usados por los antiguos griegos y
también por los escritores del Nuevo Testamento, para significar el acto de libertad a un cautivo median te el
pago de un lutron o precio de redención. El término, por tanto, vino a usarse en un sentido más amplio de una
libertad de toda clase de mal, por medio de un precio pagado por otro. Este es el verdadero significado
espiritual de los siguientes textos: siendo justificados gratuitamente por su gracia, por la redención que es en
Cristo Jesús (Romanos 3:24); Porque comprados sois por precio, glorificad pues a Dios en vuestro cuerpo y en
vuestro espíritu los cuales son de Dios (1 Corintios 6:20); Cristo nos redimió de la maldición de la ley, hecho
por nosotros maldición; porque está escrito: Maldito aquel que es colgado en madera (Gálatas 3:13).
(Compárese también Efesios 1:7; 13 Pedro 1:18, 19; Revelación 5:9). La muerte de' Cristo es el precio de
redención El dio su vida en rescate por muchos (Mateo 20:28); y se dio en rescate por todos (1 Timoteo 2:6).
Aquí es evidente la idea de substitución se paga una cosa por otra, la sangre de Cristo por la redención de los
cautivos o de los individuos en condenación.
3. La reconciliación es un término derivado de los verbos katalasso o apokatalasso, los cuales se traducen
en reconciliar. Las palabras denotan primordialmente un mero cambio de un estado a otro, pero tal como se
usan en las Escrituras, es un cambio de un estado de enemistad a uno de reconciliación y amistad. El apóstol
Pablo usó el término con frecuencia. Porque si siendo enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte
de su Hijo, mucho más estando reconciliados seremos salvos por su vida. Y no solo esta, más aún nos
gloriamos en Dios por el Señor nuestro Jesucristo, por el cual hemos ahora recibido la reconciliación (Romanos
5:10-11). A vosotros también que erais en otro tiempo extraños y enemigos de ánimo en malas obras, ahora
empero os ha reconciliado en el cuerpo de su carne por medio de su muerte, para haceros santos y sin
mancha, e irreprensibles delante de Él (Colosenses 1:20-22). En este y en otros pasajes similares, se evidencia
de manera clara que la reconciliación entre Dios y el hombre se efectúa por Cristo. Pero la reconciliación
significa más que el hecho de poner a un lado nuestra ene mistad con Dios. La relación es una relación judicial,
y es a esta variación judicial entre Dios y el hombre a lo que se tiene referencia en la idea de la reconciliación.
Además, la reconciliación es efectuada no por la separación de nuestra enemistad, sino por la falta de
imputación de nuestras transgresiones. Esta reconciliación previa del mundo a si mismo por la muerte de su
Hijo, debe distinguirse también de la ¨palabra de la reconciliación¨ que debe proclamarse al culpable, y por la
cual palabra se le llama a reconciliarse con Dios.
En cualquiera consideración de las teorías que han sido dadas con el fin de explicar la expiación,
debemos conservar en mente dos cosas principales: Primero, debe hacerse una distinción clara entre el hecho
de la expiación y la teoría que la explica. Es posible que un individuo, por medio de la fe, participe de los
beneficios de la expiación, y sin embargo no pueda sostener una teoría propia por lo que se refiere a su
explicación; por el otro lado, es posible sostener una teoría correcta con respecto a la expiación y sin embargo
no haber experimentado la gracia salvadora. Segundo, los errores hallados en la teoría de la expiación se
deben en gran parte al énfasis exagerado sobre uno de los elementos esenciales empequeñeciendo ()
excluyendo algunos otros factores igualmente esenciales. Tres elementos esenciales deben entrar en
cualquiera teoría adecuada con respecto a la expiación: (1) La idea de propiciación o satisfacción; (2) la
necesidad de mantener la dignidad del gobierno divino; y, (3) el poder atrayente del amor divino. Es el énfasis
sobre el primer caso lo que nos da la Teoría de la Satisfacción Penal, o algunas otras teorías de la propiciación;
el énfasis sobre el segundo caso nos da la Teoría Rectoral o Gubernamental; y el énfasis sobre el tercer punto
nos da las teorías variadas de la in fluencia moral. En este caso solo daremos una consideración somera a las
teorías más importantes de la expiación.
A. La Doctrina Patrística.
Los padres apostólicos enseñaron que Cristo se dio a sí mismo por nuestros pecados, pero no formularon
sus puntos de vista en ninguna teoría definida de la expiación. El punto de vista popular, que parece haber sido
propagado por Ireneo (como por el año ZOO D.C.), fue en el sentido de que la expiación era una victoria sobre
Satanás. Orígenes (185 254) fue el que primero convirtió esta idea popular en una teoría diciendo que el precio
de rescate fue pagado a Satanás. Atanasio fue probablemente el primero en propagar la teoría de que la
muerte de Cristo fue el pago de una deuda para con Dios. Aparte de Agustín y sus seguidores, la creencia
general fue en el sentido de que Cristo murió por todos, y que fue la voluntad de Dios que todos los hombres
participaran en esta salvación por medio de la fe en Cristo. Agustín mismo enseñó esto después de su
controversia con Pelagio, cuando adoptó la posición monergística extrema del llamado efectivo. (Véase el
Capítulo XV, Sección IB).
Anselmo (1033-1109), en la última parte de la undécima centuria publicó su libro importante Cur Deus
Homo en que da la primera declaración científica con respecto a las opiniones sobre la expiación que en el
principio habían sido sugeridas por los padres. Aquí, la idea de la satisfacción a la justicia divina, vino a ser la
fórmula principal, y la Teoría de la Satisfacción se conoce como la teoría de Anselmo. Anselmo rechazó la
teoría del rescate pagado a Satanás. Su propia teoría puede ponerse en las siguientes palabras, El pecado viola
el honor divino y me rece el castigo infinito, por cuanto Dios es infinito. El pecado es culpa o deuda, y bajo el
gobierno de Dios, esta deuda debe pagarse. El hombre no puede pagarla, porque por causa del pecado se
encuentra en estado de quiebra. Por consecuencia, el Hijo de Dios vino a tomar la forma de hombre a fin de
pagar esta deuda por nosotros. Siendo divino, pudo pagar la deuda infinita; y siendo humano a la vez que, sin
pecado, pudo propiamente representar a la humanidad. Pero por ser sin tacha no estaba obligado a morir, y
por cuanto no debía nada en su propia cuenta, recibió como una recompensa de mérito, el perdón de nuestros
pecados. Esto hace que la obra redentora de Cristo se centralice en su propia muerte voluntaria. La debilidad
de la teoría descansa en su concepto estrecho y externo de satisfacción. Por esta razón se habla de ella
algunas veces como la ¨Teoría Comercial. ¨ Anselmo sostuvo que Cristo pagó la deuda en la cantidad exacta de
sufrimiento que debió haber caído sobre los pecadores a través de toda la eternidad, recalcando de esta
manera la cantidad más bien que la calidad o la dignidad del sacrificio de Cristo.
C. La Teoría de Abelardo.
Abelardo (1079-1142), difirió grandemente de Anselmo. Sostuvo que fue la rebelión del hombre la que
necesitaba ser subyugada, y no la ira de Dios la que necesitaba recibir propiciación. En lugar de una
satisfacción a la justicia divina, aseguró que la expiación debe considerarse como una exhibición atrayente del
amor divino. La posición de Abelardo vino a ser la base del socinianismo posterior, y de las teorías más
modernas de la influencia moral.
D. Las Teorías Escolásticas.
El período escolástico es importante por cuanto mar ca el principio de aquellas tendencias que más
tarde se desarrollaron en la soteriología tridentina de la Iglesia Católica Romana; 0 en la teoría estricta de la
Satisfacción Penal de los reformadores protestantes primitivos. (1) Pedro Lombardo (1100-1164) en su Liber
Sententiarum, siguió a Abelardo, y sostuvo que la obra de Cristo debió ser suplementada por el bautismo y la
penitencia. (2) Tomás de Aquino siguió a Anselmo, pero fue responsable de varios otros desarrollos. Sostuvo
que el mérito y el demérito son estrictamente personales, y a fin de comprobar la idea de la satisfacción
vicaria, propuso una unión mística (unio mystica), existente entre Cristo y la Iglesia. Es así como un pecador,
unido por la fe en el Salvador, puede llegar a ser la base y causa de la imposición judicial de la pena sobre su
Substituto expiatorio; y a su vez, el Verbo encarnado puede venir a ser la propiciación del pecador. Su
distinción entre méritos y satisfacción se desarrolló más tarde en la doctrina de la imputación de la justicia
activa y pasiva de Cristo; y su enseñanza con respecto a la superabundancia del mérito de Cristo llevó
directamente a la teoría católica romana de la supererogación. Su doctrina de una satisfacción relativa antes
que absoluta, resultó más tarde en, una teoría de la justificación basada parcialmente sobre las obras
penitenciales-del individuo. (3) Duns Scotus siguió a Abelardo más bien que a Anselmo, y de esto resultaron en
la Iglesia dos partidos opuestos conocidos como los Tomistas y Scotistas. Scotus enseñó que la relación entre
la expiación y el pecado fue más bien una cuestión arbitraria. Dios se agradaba en aceptar este sacrificio
personal como un equivalente para la. transgresión humana, porque Él se agradaba de ello y no por causa de
su valor intrínseco. Es probable que hubiera aceptado cualquier otro substituto, o que no hubiera requerido
ninguno, haciendo del perdón un asunto de su divina autoridad.
La Teoría Católica Romana adoptada por el Concilio de Trento, es el resultado de los principios de
Bonaventura y Tomás de Aquino. La unio mystica de este último identificó en cierto sentido, la encarnación y
la expiación. Se supone que esta unión santificó la raza por la transferencia del mérito de Cristo al pecador, y la
culpa del pecador a Cristo. Los sacramentos fueron considerados como una extensión de la encarnación, y, por
tanto, al participar del pan, el candidato viene en relación inmediata con la humanidad de Cristo y
consecuentemente viene a ser el
ecipiente de la gracia divina. La unio mystica sin embargo, dio origen a ciertos errores fundamentales: (l)
contradijo la universalidad de la expiación en el sentido de que la redención estaba limitada al creyente
configurado a su Señor Jesucristo: y, ( 2) consideraba la penitencia personal como una forma de expiación
unida a la de Cristo. Como resultado del período de la Reforma, tenemos un número de teorías, especialmente
la Teoría de la Satis facción Penal; la Teoría Rectoral o Gubernamental; y la Teoría de la Influencia Moral.
Tenemos también en tiem pos modernos la Teoría Ética del doctor A. H. Strong, y la Teoría Racial del doctor O.
A. Curtis. Enfocaremos nuestra atención a estas teorías.
Esta es la teoría sostenida generalmente por la Iglesia Reformada, y se conoce frecuentemente como
la Teoría Calvinista. El doctor A. A. Hodge condensa la teoría en los siguientes puntos esenciales: (1) El pecado,
por razón de sí mismo, merece la ira y la maldición de Dios. (2) Dios está dispuesto, por la misma excelencia de
su propia naturaleza, a tratar a sus criaturas tal como lo merecen. (3) Para satisfacer el juicio recto de Dios, su
Hijo asumió nuestra naturaleza, fue hecho bajo la ley, cumplió toda justicia, y llevó el castigo de nuestros
pecados. (4) Por su justicia, los que creen se constituyen justos, imputándoseles el mérito de Cristo de tal
manera que son considerados como justos ante los ojos de Dios. (A. A. HODGE, Outline of Theology, Bosquejo
de Teología). Esta teoría recalca la obra substitutiva de Cristo aún cuan do de una manera mecánica y muy
estrecha. Los que abogan por esta doctrina aseguran con frecuencia que es la única teoría que admite la
substitución, pero la teoría Gubernamental de Grocio y la Teoría Propiciatoria modificada de Arminio y
Wesley, sostienen este hecho como completo y de una manera más propia que la Teoría de la Satisfacción
Penal.
Esta forma de teoría de satisfacción da lugar a serias objeciones. (1) Si Cristo llevó el castigo del
pecador como substituto, entonces el pecador está incondicionalmente libre de él puesto que ni el pecador ni
el Substituto pueden ser castigados justamente por la misma ofensa. La teoría, por tanto, lleva
necesariamente al universalismo por un lado y a la elección incondicional por el otro. (2) En vista de que la
teoría penal de la substitución niega que todos los hombres sean incondicionalmente salvos, como asegura el
universalismo, se sigue inmediata mente que la expiación debe estar limitada a los elegidos, en tanto que las
Escrituras declaran que Cristo murió para proveer la salvación a todos los hombres. (3) La Teoría de la
Satisfacción lleva lógicamente también al Antínomianismo, o a la falta de consideración de la ley. Sostiene que
la obediencia activa de Cristo se imputa a los creyentes de tal manera, que es estimada por Dios como si se
hubiera hecho por ellos. En un sentido, esto hace de la obediencia de Cristo algo superfluo, puesto que, si Él ha
hecho todo lo que la ley requiere, ¿por qué-estaremos bajo la necesidad de ser librados de la muerte? Por el
otro lado, si la obediencia activa de Cristo se substituye por la del creyente, hace a un lado la necesidad de la
obediencia personal hacia Dios. Finalmente, este tipo de satisfacción no puede ser tal en verdad, porque es
meramente la ejecución de todo lo que la ley requiere de una persona que substituye a otra.
Las teorías de la influencia moral reciben su nombre de la hipótesis básica, de que la salvación viene
por la apelación del amor divino, más bien que por medio de una satisfacción de la justicia divina. Estas teorías
no consideran el sacrificio de Cristo como influenciando la mente di; Vina, sino proporcionando una atracción
al pecador. La expiación no expía el pecado, ni aplaca la ira divina por el sufrimiento, ni de ninguna manera
satisface la justicia divina. Sostienen que el único obstáculo al perdón de los pecados debe encontrarse en la
incredulidad propia del pecador y en su dureza de corazón. La muerte de Cristo, por tanto, fue hecha con el fin
de ser el llamamiento al amor más bien que el desenvolvimiento de la ira de Dios en contra del pecado. Estas
teorías son numerosas y sola mente pueden mencionarse brevemente en nuestro tratado.
1 El Socinianismo. Esta teoría fue propagada por Laelius y Faustus Socinus, y representa el ataque del
racionalismo del siglo diez y siete en contra de la teoría de la satisfacción penal. El doctor A. H. Strong la llama
La Teoría Ejemplar de la Expiación, por cuanto niega toda idea de propiciación o de satisfacción. Sostiene que
la muerte de Cristo fue meramente la de un mártir noble, ¡cuya lealtad a la verdad y fidelidad al deber, nos
proporciona un incentivo al progreso moral. Somos salvos, por tanto, por seguir su ejemplo. Dios es libre de
perdonar el pecado sin ninguna satisfacción a la justicia divina. El arrepentimiento es la base única del perdón,
aun cuando la muerte de Cristo como una exhibición del amor divino se hizo con el fin de remover la dureza
del corazón del pecador como obstáculo al arrepentimiento. Es evidente que esta teoría, en lugar de explicar,
solamente niega la necesidad de una expiación.
2. Las Teorías Místicas. Estas representan el tipo de influencia moral tal como se consideraba por
Schleiermacher, Ritsche, Maurice Irving y otros de igual fe. El misticismo descansa en la identificación de Cristo
con la raza en el sentido de que El rindió la devoción perfecta y obediencia que nosotros debimos haber
rendido, y que en algún sentido la humanidad rindió en él. En vista de que la expiación y la encarnación se
identifican tan estrictamente, estas teorías se conocen algunas veces como Redención por medio de la
Encarnación. El doctor Bruce habla de ellas como Redención por Modelo. Como el Socinianismo, niegan la
expiación Vicaría por cuanto representan a Cristo sufriendo con la humanidad en lugar de sufrir por ella.
También recalcan el amor de Dios de tal manera que excluyen las demandas de su santidad. Estas teorías
deben considerarse, por tanto, como teorías erróneas.
3. La Teoría de la Influencia Moral de Bushnell. Esta teoría se conoce frecuentemente como la
declaración más clara y mejor de la influencia moral en relación a la expiación. El doctor Miley la llama la teoría
de la Propiciación del yo por el sacrificio del yo. Pertenece a la clase de teorías místicas por cuanto identifica a
Cristo con la raza humana, pero se le da un tratamiento separado porque es de carácter distinto. El doctor
Bushnell resuelve el sacerdocio de Cristo en una especie de condolencia, esto es, que hay ciertos sentimientos
morales similares en Dios y similares en el hombre, tales como la repulsión del pecado y el resentimiento en
contra de lo malo que no deben ser extirpados, sino dominados. Dios, por tanto, perdona de la misma manera
que el hombre perdona. Es así como Dios debe hacer propiciación y sufrir por nuestro pr0pio bienestar. ¨Esto
lo hizo en el sacrificio de la cruz, aquel sublime acto de costo en que Dios se humilló a sí mismo en pérdida y en
tristeza, sobre la demanda ruda del pecado, para decir, y al decirlo, demostrar la expresión de tus pecados te
son perdonados¨ (BUSHNELL, Forgiveness and Law, El Perdón y la Ley). Aquí no hay propiciación por la muerte
de Cristo, sino solo sufrimiento en y con los pecados de sus criaturas. La teoría es estrictamente Sociniana y
Unitariana, aun cuando Bushnell mismo era trinitaríano.
4. La Nueva Teología. Este es un término aplicado a las formas más sistematizadas de la teoría mística
de la expiación, tal como se encuentra en los escritos de Juan McLeod Campbell (1800 1872), de Escocia, y la
Escuela de Andover en Nueva Inglaterra. Aquéllos enseñaron que Cristo hizo una confesión perfecta y un
arrepentimiento adecuado de pecado por nosotros. Por esa razón el doctor Dickie llama a esta teoría ¨el
Arrepentimiento Vicario. ¨ Campbell sostuvo también que Cristo fue la Cabeza de una nueva humanidad, en la
que vive con un Espíritu vivificante, impartiéndole la misma' actitud hacia la santidad y el amor de Dios, que
fueron alcanzados en su propia vida. Cristo, por tanto, descubrió en el hombre un valor inestimable que hizo
que se manifestara. Sea para bien como para mal, esto fue interpretado en el sentido de que el hombre tiene
dentro de sí un elemento de lo divino, y la diferencia es más bien en grado que en calidad. Por esta razón la
Nueva Teología vino en conflicto inmediato con los otros credos ortodoxos antiguos. Encontramos dos errores
con respecto a este credo: (1) rebajaba el concepto de la deidad de Cristo y llevaba inmediatamente al
unitarianismo; y (2) excluía la idea de la depravación total y por tanto empequeñecía el pecado y la redención.
La Es cuela de Andover se mantuvo más cerca del punto de vista cosmológico de la obra de Cristo,
considerándolo como un representante de la raza en el sufrimiento por el pecado y arrepintiéndose de él, pero
niega toda propiciación o expiación del pecado. Aparte de las tres teorías históricas, la Teoría de la
Satisfacción, Gubernamental y de la Influencia Moral, hay otras dos teorías modernas que merecen mención
especial. Estas son la Teoría Ética del doctor A. H. Strong, y la Teoría Racial del doctor O. A. Curtis.
I. La Teoría Ética.
La Teoría Ética se ha confundido muchas veces de manera inadvertida con las teorías de la Influencia
Moral, de las que difiere en gran parte. En su lugar, es una reinterpretación de la Teoría de la Satisfacción
Penal. El doctor A. H. Strong arregla su material de acuerdo con dos principios fundamentales: (1) La expiación
por lo que se relaciona a la santidad de Dios. La Teoría Ética sostiene que la necesidad de la expiación se basa
en la santidad de Dios, de la cual la conciencia en el hombre es una reflexión finita. El principio ético demanda
que el pecado sea castigado. La expiación, entonces, debe considerarse como la satisfacción de una demanda
ética en la naturaleza di vina por medio de la substitución de los sufrimientos penales de Cristo para el castigo
de la culpa. (2) La expiación por lo que se relaciona a la humanidad de Cristo. La Teoría Ética sostiene que
Cristo conserva tal relación a la humanidad, que lo que la santidad de Dios demanda, Cristo está obligado a
pagar, quiere pagar, y paga plenamente como para satisfacer a la justicia. La expiación de parte del hombre,
por tanto, se completa por medio de la solidaridad de la raza de la cual Cristo era su representante y fiador; y
sin embargo, el que justamente llevó su culpa de manera voluntaria, su condenación y vergüenza, como 51
fueran suyas. (STRONG, Systematic Theology, Teologia Sistemática).
J. La Teoría Racial.
Aquí también debemos mantenernos en guardia en contra del error de suponer que el doctor Curtis
está enseñando la doctrina de la salvación universal. En su obra excelente titulada The Christian Faith (La Fe
Cristiana), el doctor O. A. Curtis introduce la materia de estudio dan do una relación de su falta de satisfacción
con las tres teorías históricas, y su intento de combinar las cualidades esenciales de cada una por el método de
síntesis ecléctica. Los puntos principales de su teoría pueden definirse como sigue: (1) La nueva raza, por la
muerte de Cristo, está tan bien relacionada a la raza adámica desde el punto de vista penal, que debe expresar
en perfecta continuidad la condenación que Dios hace del pecado. (2) El centro de la nueva raza es el Hijo de
Dios mismo con una experiencia racial que se completa con el sufrimiento. (3) La nueva raza está de tal
manera constituida que solo se puede entrar a ella por condiciones morales rígidas. (4) La raza se mueve a
través de la historia como el siervo de confianza del interés moral de Dios. (5) Esta nueva raza hace posible que
cada ser humano encuentre un complemento santo de sí mismo en sus hermanos y en su Redentor, en un
servicio perfecto, reposo y gozo. (6) Esta nueva raza será finalmente la realización victoriosa del designio
original de Dios en la creación.
D. La Intercesión de Cristo.
Hay otro punto transicional que necesita ser mencionado, además de los beneficios condicionales de la
expiación arriba citados. Este es el de la intercesión de Cristo. El Nuevo Testamento no enseña que la obra de
Cristo haya terminado con la venida del Espíritu Santo. Enseña que su obra consumada de expiación fue
solamente la base para la obra de la administración, que El mismo había de continuar por medio del Espíritu.
Murió por los pecados del pasado, para que pudiera establecer un nuevo pacto; resucitó para que viniera a ser
el ejecutor de su propia voluntad. Su actividad continua consiste en llevar a efecto por medio del Espíritu los
méritos de su muerte expiatoria. Como consecuencia de la intercesión de Cristo para nosotros, se da el Espíritu
Santo como una presencia intercesora dentro del corazón del individuo. La intercesión de Cristo a la diestra de
Dios y la intercesión del Espíritu Santo en el interior, están en perfecta armonía, puesto que el Espíritu toma
las cosas de Cristo y nos las hace notorias.