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Económica Regional
Lecturas seleccionadas
Tomo I
Compilador
Derecho de la Integración Económica Regional
Lecturas Seleccionadas
Tomo I
DISTRIBUIDOR
Buenos Aíres
1989
Instituto para la Integración de América Latina/BID-INTAL
Esmeralda 130, (1035) BUENOS AIRES
Casilla de Correo 39, Sucursal 1 (1401) BUENOS AIRES
República Argentina
Impreso en la Argentina
Hecho el deposito que previene la ley 11.723
Registro Nacional de la Propiedad Intelectual N°
BID. INTAL
Derecho de la Integración Económica Regional.
Lecturas seleccionadas [editado por]
Alberto Zelada Castedo. Buenos Aires, 1989.
2 vols.
BID.INTAL/DP 304/85, Publ. No. 316)
DESCRIPTORES.- I. Autores
TOMO I
Capítulo I
Capítulo II
Capítulo III
Capítulo IV
TOMO II
Capítulo V
Capítulo VI
Capitulo I
Capítulo II
Capítulo IV
LA ESTRUCTURA ORGANICA
Eduardo A. Zalduendo
Director
CAPITULO I
CAPITULO I
Indice
LA INTEGRACION INTERNACIONAL*
Manuel Medina
La sociedad hum ana abarca hoy casi cuatro mil millones de seres
esparcidos de modo no uniforme sobre la superficie terrestre, con
diferenciaciones étnicas, sociales, políticas y culturales muy acusa
das. El grado de integración social o «vertical» de esta sociedad
«mundial» es hoy relativamente bajo en comparación con el nivel
7
3. D is t in t o s n iv e l e s de in t e g r a c ió n
i Asi, la selección del Estudio de la historia realizada por A lbert V an n F o w l er. Guerra
y civilización, trad. de J o r g e Z a m a l e a (Madrid, Alianza, 1970).
10
5. P r o c e s o s f e d e r a t iv o s de in t e g r a c ió n in t e r n a c io n a l
Hemos definido la integración internacional como aquella en que
las distintas unidades políticas m antienen su independencia. Cuan
do se recurre a la fuerza en las relaciones entre comunidades polí
ticas independientes se produce el fenómeno de la guerra y ésta,
según una máxima de Clausewitz, tiende siempre a llegar a los
extremos. Una comunidad política derrotada puede ser absorbida por
la comunidad victoriosa, en el caso típico de integración por la
fuerza. Lo característico de un sistema internacional es la supervi
vencia de comunidades políticas independientes. Los sistemas inter
nacionales son compatibles con el uso de la fuerza entre las comu
nidades que lo integran, pero no con la desaparición de las comuni
dades políticas independientes. Los sistemas internacionales pueden
ser mantenidos durante largos períodos mediante la adopción de pro
cedimientos de aseguramiento o seguridad. Uno de los más típicos
de 'estos sistemas es el llamado «equilibrio de poder», en virtud del
cúal las distintas comunidades se agrupan para evitar que una de
las mismas adquiera un poder superior a las restantes. El sistema
del equilibrio es compatible con la fuerza, y suele incluso requerir
el ejercicio de la guerra como forma de mantener la estabilidad del
sistema. Puede verse reforzado por un sistema de normas jurídicas
que garanticen la independencia de las comunidades políticas, como
ocurrió con el sistema europeo de Estados de la Edad Moderna. En
realidad, el mantenimiento de un sistema de equilibrio, reforzado
por un marco jurídico, puede ser una manifestación de integración
internacional, aunque no de integración política.
A partir de las guerras de la Revolución y del Imperio, los países
europeos han tratado de protegerse contra la guerra sin renunciar
por otra parte al mantenimiento de un sistema internacional, es de
cir, a la supervivencia de comunidades políticas independientes. En
gran medida, la historia diplomática de los último ciento cincuenta
años constituye una descripción del esfuerzo por mantener un sis
tema internacional sin recurrir a la guerra. La eliminación de la
11
6. P r o c e so s f u n c io n a l e s de in t e g r a c ió n in t e r n a c io n a l
munidad del Carbón y del Acero pudiera separarse del sistema eco
nómico dominado por los Estados Unidos. Posteriormente, la nonata Co
munidad Europea de Defensa también fue creada por iniciativa norte
americana y como mal menor para evitar la aparición de un nuevo
y formidable ejército alemán. Todavía en la segunda mitad de la dé
cada de los cincuenta, cuando el político socialista belga Paul-Henri
Spaak impuisa la creación de la Comunidad Económica Europea y de
la Comunidad Europea de la Energía Atómica, aunque esta vez la idea
inicial fue europea, se encontró con el beneplácito de los Estados Uni
dos, que consideraban a las nuevas Comunidades como un procedi
miento para reforzar el sistema económico integrado de Occidente.
Si en el Fondo Monetario, el Banco Mundial, la OACI, el GATT y
la OECE aparecen c ertos elementos estructurales funcionales, todas es
tas organizaciones intergubernamentales se basan todavía esencialmen
te en el concepto federativo. Los Estados miembros participan en ellas
sobre la base de un acuerdo internacional y se reservan importantes
facultades con respecto a la ejecución de las medidas que se adopten
mancomunadamente. En cambio con las Comunidades, las estructuras
federativas dejan amplio margen a las funcionales. La Comisión, el
Tribunal de Justicia y el Parlamento europeo no están integrados por
representantes de los Estados, sino por individuos que representan el
interés comunitario. Las decisiones adoptadas por estos órganos, así
como las tomadas por órganos integrados por representantes de los
Estados (Consejo) son directamente obligatorias, en el interior de los
Estados miembros. Aquí reside la originalidad de la Comunidad eu
ropea. No es que la Comunidad trate de conseguir la integración «fun
cional», cosa que también persiguen otras organizaciones internac o-
nales, como el Fondo Monetario o el'GATT, sino que el procedimiento
para tal integración se caracteriza por una estructura «funcional» y no
federativa. El pacto cede el sitio a la «institución». La integración deja
de ser efectuada a través de las administraciones nacionales para serlo
por órganos comunitarios especiales que inciden directamente sobre los
ciudadanos de la Comunidad sin necesidad de la intervención de los
órganos estatales.
La integración económica de la Europa occidental constituye, de
este modo, un fenomeno nuevo, un modelo distinto de integración con
una gran originalidad. La Comunidad europea se ha convertido en la
pauta para el nuevo tipo de integración funcional. Fuera de Europa
occidental, se ha tratado de incorporar este sistema de integración en
otra organizaciones: el Consejo de Ayuda Económica Mutua, en la Eu
ropa oriental, mediante la adopción del «Programa complejo» de in
tegración de los planes económicos de los países socialistas; en la Amé
rica latina el Mercado Común Centroamericano y el Pacto Andino
también han pretendido fundar estructuras supranacionales, sobre todo
mediante la creación de «industrias integradas» que permitan una ma
yor especialización de la producción en zonas más amplias que las
puramente nacionales. Hay que reconocer, sin embargo, que el tipo
de estructura supranacional establecido en la Europa occidental no ha
podido ser reproducido en otras zonas, a las que falta quizá la consis
tencia ideológica, cultural y económica de la Europa occidental.
7. I n t e g r a c ió n m u n d ia l e in t e g r a c i ó n r e g i o n a l
8. C o n c l u s i o n e s : d iv e r s id a d d e n iv e l e s y de m o d e l o s de in t e g r a c ió n
Ramón Tamanes
1 Para un estudio más detenido de las ventajas teóricas de la integración puede verse
mi obra Formación y desarrollo del Mercado Común Europeo, Iber-Amer, Madrid.
1965, págs. 24 y sgs., con abundante bibliografía, a la cual me remito.
2 A los efectos semánticos, cuando empleamos la palabra crecimiento significamos
que el PNB está aumentando, independientemente de que falten transformaciones
estructurales y de que los desequilibrios vayan en aumento dentro de ese crecimiento.
23
3 A este respecto pueden verse las consideraciones que hago en mi estudio Aspectos
económicos de la vinculación de Panamá al Mercado Común Centroamericano, Ministe
rio de Relaciones Exteriores, Panamá, junio 1966, págs. 122 y sgs.
25
18> Ernst B Haas, Bevond the Nation State: Functionalism and International Or
ganization, Stanford University Press, Palo AKo, 1964.
19) Philippe C. Schmitter, ‘ Three Neo-Functional Hypotheses about Internationa
integration”, International Organization, XXIII, No 1, invierno 1960, d 166
35
CAPITULO II
CAPITULO II
Indice
L e o n t i n Jean C o n s t a n t ¡ n e s c o
5. Conclusión parcial
La lista de estos ejemplos puede ser aum entada20, pero las conclu
siones referentes a la naturaleza jurídica de las Comunidades Euro
peas21 son las mismas. Primeramente, las Comunidades Europeas no
pueden ser asimiladas de manera unívoca a ninguna forma de unión es-
tcitai. Las Comunidades Europeas representan un mixtum compositum
reuniendo a la vez características de los dos tipos de unión.
En segundo lugar, eso se explica por el hecho de que las Comuni
dades Europeas evolucionan sobre la línea que reúne las Confederacio
nes a las Federaciones. Ellas han abandonado el nivel internacional sin
todavía llegar al nivel federal. Por esos 'motivos me parece que su natu
raleza jurídica puede ser mejor precisada y captada con la noción de
Organizaciones Integrantes.
do Véase mi Truuidv.
21 Para el examen de las Comunidades Europeas como emidades supranacionales. véase
m i a rtic u lo «La supranacionalidad de las Com unidades Europeas», Anuario Uruguayo de
derecho internacional IV (1965/66), 4U-70.
48
miento de las políticas de los Estados miembros. Los dos instrum entos
son la expresión de principios diferentes y conducen a resultados dife
rentes.
El Mercado Común en la Unión Aduanera constituye un espacio
integrado en el cual la mercancía y ios factores de producción circulan
libremente. El Mercado Común es el instrumento de integración por
que fusiona las diez, mañana doce, economías nacionales en un úni
co Mercado Común. En este dominio, los Estados miembros han perdi
do sus competencias. Estas han sido transferidas a los Organos Comu
nitarios que así se han vuelto en nuevos centros de decisión. La CEE
aparece como una unidad aduanera frente al mundo exterior.
El segundo instrum ento, el acercamiento de las políticas económi
cas de los Estados miembros, no es la expresión del principio de la in
tegración, sino de la cooperación. En este dominio, las competencias y
los centros de decisión continúan perteneciendo a los Estados miem
bros. Estos sectores económicos no son integrados, sino armonizados
por la política de acercamiento y cooperación. Esta es la bivalencia en
el plan de los instrum entos.
3. La bivalencia en la estructura de los órganos dinámicos - En este
dominio, la bivalencia resulta del hecho de que el Consejo de Ministros
y la Comisión -en mi terminología Organos Dinámicos, porque tienen
la misión de realizar los objetivos de la CEE- son también la expresión
de dos principios contradictorios.
El Consejo de Ministros es la expresión del principio de la sobera
nía de los Estados miembros. Organo de decisión, el Consejo es com
puesto de representantes de los gobiernos de los Estados miembros,
vinculados por instrucciones como ios representantes de cada organis
mo intergubernamental. Este Organo representa los intereses naciona
les de los Estados miembros.
La Comisión es la expresión del principio de la solidaridad comu
nitaria. Sus miembros son independientes y no deben recibir ninguna
instrucción. La Comisión no representa los intereses nacionales, sino
ios intereses comunitarios. Si los dos órganos dinámicos deben realizar
en conjunto los objetivos de la Comunidad Europea, el Consejo de Mi
nistros lo hace como representante del principio de la soberanía nacio
nal, mientras que la Comisión lo hace como representante del principio
de la solidaridad comunitaria.
4. La bivalencia de los sujetos del derecho 'comunitario - En las Co
munidades Europeas hay dos categorías de sujetos de derecho y de des
tinatarios del derecho comunitario. Por un lado, las Comisiones Euro
peas son Comunidades de Estados; por el otro, Comunidades de pue
blos, es decir, de ciudadanos.
Una prim era categoría, comprendiendo algunas disposiciones de
derecho com unitario primario (de los Tratados) y norm as del derecho
secundario (ios reglamentos), se dirige a los Estados miembros para im-
ponderles diversas obligaciones. Los Estados miembros, como destinata
rios, deben tomar las medidas necesarias (legislar) para cum plir sus
obligaciones com unitarias. En este dominio, las relaciones entre las Co
munidades Europeas y los Estados miembros son comparables a las del
derecho internacional.
La segunda categoría, comprendiendo algunas disposiciones del
derecho comunitario primario y del derecho secundario (las directivas),
se dirigen a los ciudadanos de los Estados miembros imponiéndoles di
rectamente obligaciones o acordándoles derechos. En esta hipótesis, los
destinatarios del derecho comunitario no son los Estados miembros,
sino estos ciudadanos que son directamente vinculados por el derecho
comunitario. En este dominio las relaciones entre las Comunidades
49
V I I .— Principios de interpretación.
Séptima.— Sin que se hayan enumerado todas, por fin, hay cierta
diferencia entre los efectos de las normas y actos jurídicos de una
comunidad económica y un Estado, así los primeros estén exentos
de incorporación formal al derecho interno de éste. Y ésto, porque
quiérase o no, el derecho de la integración es, aunque común y,
por tanto, también propio, como el nacional, un derecho de
excepción, puesto que implica trato especial y preferente para
ciertas actividades económicas, según sus sujetos y su origen terri
torial que no es el que se aplica ordinariamente a los sujetos, capi
tal, mercancías y técnicas procedentes de terceros países, o sea, los
que no pertenecen al área integrada y porque, adicionalmente, es
un derecho que, por su fuente supranacional, se sustrae a los con
troles de constitucionalidad y legalidad empleados para el derecho
nacional.
X I I .— La integración jurídica.
les de los países miembros adoptan los actos, distintos a los de in
corporación, que no se necesita, no omiten las actuaciones, necesa:
rias para que en su respectivo territorio produzca efectos aquel de
recho, y cuando los jueces de los mismos países resuelvan contro
versias entre particulares y el respectivo Estado dando aplicación
preferente sobre la ley nacional a ese derecho, y en sus fallos lo
apliquen en el sentido en que lo han entendido las interpretacio
nes dadas por órganos comunitarios.
Introducción
El presente comentario tiene por objeto destacar tanto las similitudes como
las diferencias entre el Tratado de Montevideo 1960 que dio origen a lt<
Asociación Latinoamericana de Libre Comercio (ALALC) y el Tratado del
mismo nombre suscripto recientemente en agosto de 1980, instrumento que
crea la Asociación Latinoamericana de Integración (ALADI).
i El térm ino “ Am érica L atina", que hasta El Sistema Económico Latinoam ericano
hace pocos años no planteaba dificultades (SELA) com prende a Barbados, Grenada,
para indicar el conjunto de países situados Guyana, H a ití, Surinam y Trinidad y Ta-
"al sur del Río B ravo", debe entenderse bago. Lo m ism o puede decirse en el caso
que, en la actualidad, com prende al Ca de la Comisión Económica para Am érica
ribe. Latina (CEPAL).
85
1.5. Marco, en cuanto ambos Tratados establecen los grandes objetivos, las
instituciones y los instrumentos y mecanismos para perfeccionar el proceso,
sin entrar a una regulación detallada del mismo. Será la voluntad política
de los países miembros expresada a través de los órganos establecidos en
ambos Tratados la que le vaya dando al proceso la gradual ejecución pre
tendida.2
1.6. Permanentes, dado que ambos contemplan una duración indefinida (ili
mitada en el tiempo): artículo 62 del Tratado de 1980.3
2 Jurídicam ente, tiene una gran im por lena; tom o 11: Orrego Vicuña, Francisco,
tancia reconocer la jerarquía de tratado- "L a incorporación del ordenam iento ju rí
marco a un convenio de integración, ya dico subregional al derecho interno. Aná
que de ese modo las decisiones o resolu lisis de la práctica y jurisprudencia de
ciones de los órganos que éstos crean no Colom bia; tom o 12: Villagrán Kram er,
necesitan en cada ocasión, un nuevo texto Francisco, "Sistem atización de la estruc
legal autorizante para ser obligatorias en tura jurídica del Acuerdo de C artagena";
cada uno de los países m iem bros. Se li tom o 14: Louis, Jean V., "Las relacio
m itan a ejecutar el Tratado inicial. nes entre el derecho com unitario y el
En el m arco de la ALALC se precisan las derecho nacional en las Com unidades
fuentes del derecho común en la Reso Europeas"; tom o 16: Peña, Félix, "A l
lución 5 (I) que declara la estructura ju gunos aspectos de la experiencia ins
rídica, sustantiva y adjetiva de la Asocia titu cio nal de la integración económ ica de
ción. Igual sistem a aparece en el Protocolo Am érica L atina"; tom o 27: Rioseco, Al
del Tribunal Andino de Justicia. berto, "E l m arco jurídico de ALALC y su
En esta m ateria, la experiencia europea flexibilidad para adaptarse a nuevas cir
m anifestada en la Comunidad Económica cunstancias del proceso de integración".
Europea ha ofrecido un aporte del m ayor
interés. El análisis doctrinario de estos
aspectos ha m erecido una atención pre 3 Que un tratad o de esta naturaleza sea
ferente de la Revista Derecho de la Inte p erm an ente no se opone a que cualquier
gración editada por INTAL. Al respecto, país m iem bro pueda desligarse del m ism o.
pueden consultarse los siguientes estu En el marco de la ALADI el procedim iento
dios: previsto al efecto figura en el artículo 63
Tom o 1: Cárdenas, Emilio J., "H acia un del Tratad o de M ontevideo 1 9 8 0.
derecho com unitario latinoam ericano";
tom o 2: Paolillo, Felipe, “ Repartición de
com petencias y poderes entre la ALALC y
los Estados m iem bros"; tom o 7: Orrego
Vicuña, Francisco, "La incorporación del
ordenam iento jurídico subregional al de
recho interno. Análisis de la práctica chi-
86
1.7. Institucionales, es decir que ambos crean una Asociación que desde
el punto de vista del derecho internacional público, goza de personalidad ju
rídica e inmunidades y privilegios. El Capítulo VIII del Tratado de Monte
video 1980 regula esta situación. 4
A la luz del derecho internacional público, nos parece que son los elementos
mencionados los más relevantes para caracterizar ambos instrumentos. Por
cierto, no ha sido nuestra intención ahondar el análisis doctrinario de dichas
características. Para ello nos remitimos a la bibliografía mencionada (véase
nota 2).
— no retirar ningún producto que haya sido objeto de concesiones sin que
medie la negociación pertinente y el pago de una “ adecuada compensación"
de acuerdo con lo que señala el artículo 8 del Tratado y la Resolución
103 (IV);
Tanto en los Capítulos II, como III, IV y V del Tratado se encuentran los
mecanismos para llevar a cabo aquellos objetivos que vimos en el punto
2.2 de este análisis comparativo.
iv) Podrá ser distinta de acuerdo con el sector económico de que se trate;
9 Para la aplicación de los tratam ientos c) Otros países miem bros: Argentina, Bra
diferenciales previstos en el T ratado de sil y México.
Montevideo 1 9 8 0 se considerarán tres ca Durante la vigencia del Tratado de M on
tegorías de países: tevideo 1 9 6 0, se aprobó la Resolución 71
a) Países de m enor desarrollo económico relativa a la “ situación de los países de
relativo: Bolivia, Ecuador y Paraguay; mercado insuficiente” que no contenía
mecanism os precisos y diferenciados de
b) Países de desarrollo interm edio: Co aplicación; constituía más bien una decla
lombia, Chile, Perú, Uruguay y Venezuela;
ración program ática que un estatuto legal.
93
— acuerdos comerciales;
10 La Conferencia de Evaluación y Con alcance regional". Con ese fin podrá “ con
vergencia tiene, entre otras facultades, la vocar reuniones gubernam entales" las que
de “ propiciar la negociación y concer- servirán para em prender negociaciones
tación de acuerdos de alcance regional sectoriales o m ultisectoriales con la par
en los que participen todos los países ticipación de todos los países m iem bros
m iem bros y que se refieran a cualquier para concertar acuerdos de alcance regio
m ateria objeto del presente T ra ta d o ” . nal, referidos básicam ente a desgrava-
Por su parte el Com ité (que es un órgano d o n es arancelarias.
perm anente de la nueva Asociación), debe
“ prom over la concertación de acuerdos de
9^
— de complementación económica;
— agropecuarios;
— de promoción de comercio;
Resulta obvio señalar que mientras mayor sea el número de estos acuerdos
de alcance regional y más intenso el vínculo integracionista que ellos pro
muevan, mayores serán las expectativas reales de orientarnos hacia el
objetivo de establecer un mercado común regional.
5. Panorama institucional
Al referirnos al panorama institucional de ambos Tratados nos hemos per
mitido hacer continuas referencias, dentro del marco de la ALALC, a la si
tuación propia del Acuerdo de Cartagena que en estos aspectos se aparta
de las disposiciones clásicas del derecho internacional público ofreciendo
importantes innovaciones.
14 Uno de los m ecanism os instituciona los dos tercios de les Países M iem bros)
les m ás ambiciosos propuesto para la in que tiene im portantes excepciones en los
tegración de Am érica Latina, lo encon tres Anexos del Acuerdo. Es corriente que
tramos en la “ C a rta ” enviada por José se aluda a la norma general mencionada
Antonio Mayobre, Felipe Herrera, Carlos sin considerar las otras m odalidades, lo
Sanz de S antam aría y Raúl Prebisch a los que proporciona, obviam ente, una im a
Presidentes de Am érica Latina en abril gen distorsionante del sistem a.
de 1 9 6 5 . En dicho docum ento se pro
pone la adopción de un esquem a institu ir> La Junta del Acuerdo de C artagena, a
cional sim ilar al de la Com unidad Eco pesar de haber sido concebida básica
nómica Europea: un Consejo de M inistros, m ente com o órgano de proposición ejerce
una Comisión Ejecutiva, un Parlam ento otras funciones que podríamos agrupar de
Latinoamericano; incluía una Corte de la siguiente m anera:
Justicia, un Consejo Económico y Social — de control y verificación (artículos 65,
y otro C ultural Tecnológico. 6 7 , 7 9 , 8 0 , 8 5 , 9 9 , 101, del Acuerdo);
En propuestas y estudios posteriores, — de coordinación y de relación con otros
ante la realidad más cautelosa que m os órganos (artículos 10, 15, 20; punto 4 2
traba el proceso se descartó p au latin a del artículo 7 de la Decisión 9 de la Co
mente la posibilidad de un esquem a ins m isión);
titucional tan com plejo para un ám bito — ejercicio de funciones delegadas (a r
regional, aun cuando — como lo verem os tículo 15 b .g .l);
más adelante— dentro del Grupo Andino, — ejercicio directo de algunas com peten
se han adoptado instituciones m uy sim i cias (artículos 71, 83, 100 e) del Acuerdo
lares a las esbozadas en el docum ento de Cartagena);
aludido. — funciones propias del secretariado, se
ñaladas en el artículo 15 del Acuerdo alu
15 El Acuerdo de Cartagena contem pla
cinco m odalidades como sistem a de vo dido.
tación de la Comisión. El prim er inciso
del artículo 11 del Acuerdo nos señala 37 Dentro del esquema claram ente m u lti
una norma general (el voto afirm ativo de lateral corno el que ofrecía la ALALC era
102
Hemos visto en este panorama institucional las modalidades que han ofre
cido los esquemas en materia de órganos políticos de decisión; de órganos
técnico comunitarios de proposición y de órganos vinculatorios con autori
dades nacionales y con los empresarios y trabajadores.
Debemos destacar que la. estructura misma del Tratado le confiere al prin
cipio de la convergencia una considerable importancia, de allí que la labor
de la Conferencia — que deberá reunirse trianualmente— sea decisiva. La
creación de una Conferencia, abocada a este aspecto tan importante del
proceso, como a la misión de “ promover acciones de mayor alcance en ma
teria de integración económica” es una innovación institucional importante
en relación con el esquema anterior.
— El análisis por iniciativa propia, para todos los países, o a pedido del
Comité, del cumplimiento de los compromisos convenidos. Asimismo, puede
evaluar las disposiciones legales de los países miembros que alteren di
recta o indirectamente las concesiones pactadas.
— Proponer fórmulas para resolver las cuestiones planteadas por los países
miembros, cuando fuera alegada la inobservancia de algunas de las normas
o principios del Tratado;
Por otra parte, el mismo artículo 42 del Tratado de Montevideo 1980 debe
servir de marco jurídico adecuado para coordinar las labores de la Aso
ciación con otras entidades regionales que de una manera muy estrecha
se vinculan al proceso como es el caso de la CEPAL, del BID, del CIES y del
SELA.
Manuel Qrellana A.
2
Comoquiera que el derecho implica un método, al hablar del ordenamiento ju
rídico del Acuerdo de Cartagena es necesario un punto de partida, el repaso de sus
motivaciones y antecedentes.
El Acuerdo fue posible en un momento de revalidación de la entidad subregio
nal andina y sus motivaciones profundas, en respuesta al contorno y circunstancias
geopolíticas que en los años 1966—1969 indujeron a sus Países Miembros a optar
por un objetivo unitario y por una política compartida —pensamiento y acción co
munes— frente al reto de la época.
Aquellas casualidad y determinación políticas que son la clave para la compren
sión y persistencia del Acuerdo de Cartagena, se reflejan en los hechos e instrumen
tos que surgen en dicho lapso y que de ordinario se toman como antecedentes o
causa eficiente del proyecto subregional. Cierta propensión a la letra y a la superfi
cie suele anteponer lo accesorio a lo principal y trastocar los elementos de catego
ría fundamental que concurren y originan el Acuerdo.
3
Para adentrarnos en el tema, cabe una definición del ordenamiento jurídico
subregional: el conjunto de normas por el que se rige la integración de los Países
Miembros del Acuerdo de Cartagena.
Es obvio advertir que no se trata de una acumulación cualquiera de reglas sino
de una estructura jurídica. El ordenamiento, como tal, debe satisfacer y en efecto
satisface, aquellas condiciones que señalan los estructuralistas del derecho: tiene un
sentido dado por su finalidad y además una disposición de sus elementos para alcan
zarla. En el fondo, se trata, pues, de un conjunto de normas que se interrelacionan y
unifican por un destino común.
En su A rtícu lo 1, el tratado que crea el Tribunal de Justicia enumera los sub
conjuntos que forman la totalidad del ordenamiento jurídico subregional: el Acuer
do de Cartagena, sus Protocolos e Instrumentos adicionales, dicho tratado, las De
cisiones de la Comisión y las Resoluciones de la junta.
Es posible detenernos ahora en la descripción primaria o la lectura de las nor
mas que están en cada una de esas categorías del sistema subregional. Pero ese análi
sis simplista y estático no interesa ni es el propósito de esta disertación.
Bueno, entendido estructuralmente, el ordenamiento jurídico subregional ha
ido perfeccionándose y afianzándose a punto tal que presenta hoy caracteres distin
tivos o propios de una esfera de derecho. Goza de identidad, de autonom ía propia,
es común o subregional pero a la vez forma parte de los ordenamientos jurídicos de
los Países Miembros. Es además dinámico y evolutivo, en función del contexto his
tórico, político y económico dentro del cual actúa.
En estos términos, el ordenamiento jurídico debe lograr suficiencia e idoríeidad
para ordenar las relaciones de integración, vale decir, las obligaciones y derechos a
través de los cuales avanza el proceso subregional hacia sus objetivos.
4
El ordenamiento jurídico andino se inscribe en el cuadro del Derecho de la in
tegración, disciplina reciente y en la formación que, si bien ha logrado caracteres di
ferenciales, carece aún de un locus standi cierto. El debate está abierto y el consen
so distante.
Para unos, el Derecho de la integración se da dentro del Derecho internacional
público. Para otros, se trata de una institución aparte, independiente de éste en
fuerza de sus peculiaridades y condiciones privativas. Provisionalmente al menos, es
posible sortear los términos extremos de la alternativa y admitir la entidad del De
recho de la integración en estrecha vinculación tanto con el Derecho internacional
como con el Derecho nacional. Alguna manifestación del Derecho de la integración
concretamente el de las Comunidades Europeas, que ha alcanzado un notable per
feccionamiento y se acerca a u n ordenamiento federalista, puede instalarse doctri
nariamente por su cuenta y a distancia del Derecho internacional. Pero otra mani
festación del Derecho de la integración socialista, por ejemplo, se radica claramente
en el Derecho internacional porque en él las relaciones de los Estados para su inte
gración son de carácter cooperativo y fundadas en la soberanía. El segundo inciso
del A rtícu lo I de los Estatutos del C A M E consigna que “ El Consejo de Ayuda M u
tua Económica está basado en el principio de la igualdad soberana de todos los Paí
ses Miembros del Consejo” . Terceras manifestaciones del Derecho de la integración,
tal el caso del Acuerdo de Cartagena, andan por los medios, se apartan del rígido
principio de la soberanía tradicional, presentan signos de supranacionalidad aun
cuando no tan acusados como los de las Comunidades Europeas.
112
El continuus ju ríd ico debe ajustarse a los objetivos que, adviértase, no son sim
ple declaración de intenciones sino normas o imperativos que deben cumplirse.
El segundo de los casos antes indicados, tensión en el plano del derecho deriva
do, no presente problemas formales, pues de ser necesaria, la modificación de sus
Decisiones compete a la Comisión.
rés común. Se trata de un proceso, de una evolución hacia otro orden de relaciones
que exige un delicado y sucesivo equilibrio entre esas dos fuerzas, la primera de las
cuales debe ir cediendo en beneficio de la otra.
En ese contexto y para tutelar el interés común, el Acuerdo somete a la C om i
sión a ciertas condiciones que son perceptibles precisamente en el ámbito de su po
testad normativa. Respecto a las materias esenciales, la Comisión no puede legislar
si no es previa propuesta de la Junta. Adicionalmente, es de señalar el régimen de
votación a través del cual un País Miembro puede ser obligado sin su voluntad o
incluso contra su voluntad por la Comisión.
Aun cuando el Acuerdo le otorga la calidad de órgano máximo, su misma co
existencia con la Junta, órgano por definición e irrestrictamente obligado con el in
terés de la Subregión en su conjunto, atenúa el m odo de ser intergubernamental de
la Comisión y la ata al proyecto colectivo.
Entonces, si por su origen y fuente de legitimidad la Comisión es orgánicamen
te intergubernamental, por su régimen funcional deja de ser sumatoria de plenipo
tenciarios y se patentiza como una unidad institucional con responsabilidad frente
al interés común.
Pasemos al segundo órgano principal, la Junta. Está integrada por tres miem
bros designados por la unanimidad de la Comisión y definida como órgano técnico
que actúa en función del interés subregional. Responde de sus actos ante la Com i
sión y no puede solicitar ni aceptar instrucciones de ningún Gobierno, entidad na
cional o internacional.
De esas expresiones que figuran en los A rtícu los 13 y 14 del Acuerdo, es obvia
la caracterización jurídica de la Junta. Su títu lo de legitimidad emana de la Com i
sión y su naturaleza revela rasgos de supranacionalidad, comprensibles más aún con
el análisis de sus competencias.
La dotación institucional andina es, sin duda, notable, pero incompleta. Cuenta
con un órgano pol ítico-legislativo y otro técnico-ejecutivo. Pero el Acuerdo no con
templa el órgano jurisdiccional. En el A rtícu lo 23 perdió nivel y optó por constituir
a la Comisión en mediadora “ cuando se presenten discrepancias con motivo de la in
terpretación y ejecución del Acuerdo o de las Decisiones” y, en caso subsistiera la
desavenencia, por remitirla al Protocolo para la solución de Controversias de la
A L A L C , protocolo del cual ni siquiera eran parte todos los países andinos.
Para superar la omisión hubo que esperar diez años, pues solamente el 28 de
mayo de 1979 se suscribió en Cartagena el tratado que crea el Tribunal de Justicia
del Acuerdo de Cartagena.
El tratado no entra aún en vigencia, lo cual no obsta para extender el análisis
a esta institución llamada a reavivar el proceso mediante la disciplina jurídica de los
actores y a reanimar las virtualidades de la Comisión y la Junta.
El Tribunal estará integrado por cinco magistrados nacionales de origen de ios
Países Miembros, elegidos de ternas presentadas por cada País Miembro y por la
unanimidad de los plenipotenciarios acreditados para tal efecto.
Esa fórmula matriz del Tribunal -costo de alguna innegable reserva ante el es
tablecimiento de una potestad judicial-, tiene cierto tono intergubernamental que
se desvanece por la atribución a los magistrados, de plena independencia en el ejerci
cio de sus funciones. Palabras aparte, la naturaleza misma de su función y compe
tencias impondrá autenticidad y alineará al Tribunal con los objetivos e intereses co
munes. Así, es innecesrio recalcar la importancia del órgano jurisdiccional en la evo
lución de la integración andina al contribuir decisivamente a preservar el orden y la
seguridad jurídica en beneficio de todos los actores.
El derecho genera integración y la integración genera derecho. Este circuito cla
ve espera del Tribunal sus propios deslindes y dilucidación en el plano doctrinal y
dogmático, pero sobre todo en el de la estabilidad y eficacia de las normas.
Proceda ahora formular algunas consideraciones acerca del régimen de las com
petencias previsto por el Acuerdo de Cartagena.
El sistema andino se inspira en el modelo comunitario europeo. Entre uno y
otro hay similitud, pero de ninguna manera identidad. De ahí que sea censurable esa
traslación indiscriminada y no infrecuente de los conceptos, desarrollos y solucio
nes propias del derecho comunitario al derecho subregional andino. Por esa suerte
que los ingleses llaman “wishful thinking”, el jurista corre el riesgo de adquirir una
peligrosa dependencia. Claro que es necesario y útil el conocimiento del Derecho
comunitario, pero a condición, en nuestro caso, de no desconocer la dimensión y
contenidos peculiares del derecho de la integración subregional andina, en algo pare
cidos y en mucho distintos a los de aquél. Los juristas tenemos a este propósito una
gran tarea pendiente: un examen comparativo de los ordenamientos jurídicos de las
Comunidades Europeas y de la organización del Acuerdo de Cartagena.
Como vimos y como veremos luego al dar una sinopsis de las competencias ma
teriales de la Comisión y la Junta, el Acuerdo pretende un orden de relaciones que
excede las premisas y linderos del Derecho internacional y de las organizaciones
tradicionales, un nuevo orden que no se tunda en la soberanía sino en concesiones
de ésta a la autoridad común, mediante la transferencia de algunas competencias y
la asignación de poder para ejercerlas. Veamos si este enunciado se concreta objeti
vamente en el Acuerdo, tomando en cuenta que no son admisibles las presunciones
de cesión de soberanía y que la interpretación debe ser restrictiva cuando los térmi
nos de la cesión son ambiguos.
Parece aquí necesario adelantar una definición: se entiende por competencias,
llámense facultades o atribuciones, “los poderes jurídicos que se atribuyen a la or
ganización en concreto para poder llevar a cabo o realizar los fines para los que fue
creada” (Manuel Diez de Velasco, Instituciones de Derecho Internacional Público).
Las competencias de una organización para la integración plantean un doble
problema: el de la transferencia plena o parcial de las competencias del Estado o la
organización y el de la repartición de las competencias entre los óiganos habilitados
118
para ejercerlas. Si las fronteras no son precisas, pueden surgir controversias de d ifí
cil solución en ausencia de una función jurisdiccional.
En lo principal, las competencias genéricas de la Comisión son de índole p o líti
ca y legislativa. Le corresponde —repito, en lo principal— formular la política gene
ral del Acuerdo, adoptar las medidas que sean necesarias para el logro de sus objeti
vos, aprobar las normas para la coordinación de los planes de desarrollo y h a rm o
nización de las políticas económicas de los Países Miembros, aprobar, no aprobar o
enmendar las proposiciones de la Junta, y conocer y resolver todos los demás asun
tos de interés común.
Pero más allá de la letra aislada, la verdadera naturaleza de esas competencias
se revela cuando se las observa en acción e interrelación con las competencias de la
Junta.
Las competencias de ésta, a diferencia de las de la Comisión, son expresas e in
delegables. En síntesis, y también en lo principal, son de proposición, normativas,
ejecutivas y administrativas.
La más amplia y significativa entre las de la Junta es la competencia de propo
sición. En la concepción del Acuerdo, la propuesta es el vehículo del interés común
y a través de ella la Junta asume el papel de órgano colegislativo. Esta competencia
no concluye con la presentación de la propuesta, pues la Junta tiene anexo el “ de
recho a tomar parte en la discusión de todas sus proposiciones en la Com isión1*.
Adicionalmente, puede m odificar sus Propuestas en cualquier momento. Por ú lti
mo, la Comisión puede enmendar las proposiciones de la Junta solamente por los
dos tercios de votos afirmativos y sin que haya voto negativo. A través de estas re
glas se entrevé la repercusión de las competencias de la Junta en el plano de la C o
misión, cierta pérdida de autonom ía de ésta y su adquisición de perfiles de órgano
común a la vez que los de un foro contractual o de negociación.
Pero la Junta tiene también competencias normativas y ejecutivas para el desa
rrollo del Acuerdo, mediante la expedición de reglas de alcance general y obligato
rio o la ejecución de las existentes. Dentro de este segmento son de mencionar, a
más de las que el Reglamento denomina “ facultades decisorias propias” , las de eva
luación, de calificación de los actos nacionales, de verificación y comprobación de
hechos y situaciones, de pronunciamiento y dictamen, y la de vigilancia del cum pli
miento del Acuerdo y las Decisiones de la Comisión.
Por últim o, la Junta dispone de competencias que hacen a la administración,
relaciones y gestión de la organización y que en veces son propias y en otras son de
legadas.
Cuando logre vigor el tratado que crea el Tribunal de Justicia, las competencias
genéricas y específicas de la Comisión y la Junta al concretarse en actos que se in
corporan al ordenamiento jurídico, serán objeto del control de legalidad o validez.
10
11
Volvamos a nuestro suelo y retomemos el tema de la competencia legislativa de
la Comisión y a propósito de la cual el Acuerdo de Cartagena dice:
“ La Comisión expresará su voluntad mediante Decisiones” .
Poco tiempo después, en febrero de 1980, como se demorara la vigencia del tra
tado en mención y com o continuaran las dificultades, la Comisión recomendó a la
Junta la convocatoria a una reunión especial de juristas a fin de esclarecer las cues
tiones surgidas al rededor del tema. La Junta presentó entonces un concepto que,
en lo principal y pertinente, lo resumimos a continuación:
12
Al término de esta exposición, subrayo su propósito: suscitar y dejar al debate
jurídico estos temas apenas avistados, que inciden en el Acuerdo de Cartagena y el
proceso de integración que por él se rige. Como expresé al comienzo, es inútil bus
car las respuestas si antes no hemos encontrado las preguntas mediante el análisis
sistemático de este nuevo ordenamiento. A tal fin, el trabajo jurídico debe soslayar
por igual los extremos de la teorización y el pragmatismo, la abstracción y la reali
dad, el tradicionalismo y Sa novelería.
123
5 Las Resoluciones Nos . 10, 12, 17, 18, 19, 28, 39, del Con
sejo Económico Centroamericano consignan el acuerdo del Conse
jo para proceder a la suscripción de distintos convenios, tratados,
protocolos y acuerdos de integración económica . Por otra parte,
en el preámbulo del Protocolo al Trotado General sobre medi
das de emergencia de defensa de la balanza de pagos (San José,
Costa Rica, 1Q de junio de 1968), se consigiia: “Tomando en
cuenta: que para asegurar el adecuado funcionamiento del mer
cado común y el avance de la integración económica , los Estados
centroamericanos están obligados a actuar conjuntamente cuando
se requiera adoptar medidas que por su naturaleza y alcances se
relacionen directamente con instrumentos que norman la estruc
tura y funcionamiento del Programa de Integración Económica
Centroamericana”.
129
C.W. Dundas
' Vease Kaiser, “ Toward the Copernican Joum0al of Common Market Studies, vol.
Phase of Regional Integration Theory’’, en X’ N<? 3'218'
137
3 Véase Haas, "The Study of Regional < Artículo 31 <>> del Tratado.
Integration: Reflections on the Joy and 3 Artículo 70 del Anexo.
138
9 Ver Artículos 33 ('), 34 (•) 36 {*), 37, 39, 10 Ver A rtículo 7 1 <»■> del Anexo.
14, 46, 48 y 49 del Anexo.
141
CAPITULO III
CAPITULO III
Indice
R íc c a rd o Monaco
Por otro lado, sería erróneo creer que, en el sistema del Tratado,
los efectos de los actos dentro de los ordenamientos internos solo son
realizables en la medida en que los mismos son aplicables. Así, se otor
garían a los órganos de los Estados miembros poderes que no poseen,
léase la posibilidad de realizar un examen previo sobre la validez de los
actos.
Debe excluirse todo esto por la mera razón de que el reglamento
nace y se completa en el interior del ordenamiento jurídico comunita
rio, y solo en él resulta que el término «aplicable» significa que el acto
es capaz de hacerse eficaz sobre la base de su propio alcance.
He aquí, pues, cómo la fisonomía del reglamento comunitario se
dibuja con la mera interpretación del artículo 189.
Sin embargo, hay que hacer otras precisiones: por ejemplo, en lo
referente a la jerarquía de las fuentes del derecho comunitario, y más
concretamente de los actos en cuestión: no cabe duda de que el Tratado
otorga al reglamento el primer lugar.
En otro orden de cosas, el reglamento en el ordenamiento jurídico
comunitario da vida a una noción totalmente diferente de la que existe
en el ordenamiento estatal. En el ordenamiento interno, el reglamento
y el poder reglamentario corresponden a la acción y a. las actividades
orientadas formalmente hacia la realización de las disposiciones conte
nidas en una determinada ley. Esto explica por qué el reglamento, en el
ordenamiento interno, tiene el carácter y la eficacia de una fuente se
cundaria de derecho. Sin embargo, como ya vimos, en el ordenamiento
comunitario, la serie de fuentes normativas tiene una graduación dife
rente. En efecto, el Tratado creador de la organización está situado en
la cúspide del sistema jurídico comunitario, tiene el mismo valor que
una constitución, y como tal constituye una fuente normativa que reú
ne los principios, pero que con bastante frecuencia no corresponde a
reglas concretas capaces de realizarse por sí mismas.
El peldaño siguiente corresponde al reglamento, cuya posición en
el ordenamiento comunitario es fácilmente evidenciada por medio de la
comparación con el derecho interno. En el derecho interno la categoría
jurídica suprema se sitúa en la constitución, m ientras que la ley for
mando parte de la categoría de fuentes subordinadas a la constitución
ocupa el segundo lugar. Efectivamente, la constitución se cumple a tra
vés de la ley, que es quien concreta y especifica las disposiciones cons
titucionales.
12. Orientando nuestra atención hacia el derecho comunitario, sa
bemos ya que una parte de la constitución, sobre todo la que regula la
función normativa, tiene carácter constitucional. Pero la producción
normativa ordinaria se hace por la vía del reglamento en el ordena
miento comunitario. Teniendo en cuenta los caracteres de este acto,
que ya quedaron aclarados, resulta que el reglamento cumple, en el or
denamiento comunitario, la función normativa que corresponde a la ley
en los ordenamientos internos.
Todo esto es cierto no solo en el plano práctico, sino también en el
de los resultados obtenidos por la doctrina.
Dado que la producción normativa normal encomendada al Conse
jo y a la Comisión se concreta sobre todo por medio del reglamento,
hay que señalar que el reglamento no es solo capaz de crear nuevas
normas o de introducir modificaciones o integraciones en normas pree
xistentes, sino que también alcanza otros resultados. En otras palabras,
el reglamento a veces cumple una función normativa en sentido estric
to, lo que ocurre cuando una disciplina jurídica nueva resulta necesa
ria en el ordenamiento comunitario para atender las necesidades ñor-
153
mativas surgidas en todo el ámbito del mercado común. Esto solo pue
de hacerse por medio del reglamento, porque este es el único acto dota
do de alcance y eficacia general. Pero el reglamento puede resultar ne
cesario bajo otros aspectos. En efecto, este térm ino abarca un conjunto
indeterminado de actos entre los que existen diferentes tipos: ya que
hay varios reglamentos que se emiten para alcanzar fines normativos.
Esto quiere decir que también se encuentran reglamentos -m ucho
más numerosos que los de carácter norm ativo- cuya función consiste
simplemente en establecer normas que hagan posible la ejecución y
adopción de normas primarias existentes de antemano. Se trata de una
categoría semejante a la de los reglamentos ejecutivos de derecho in
terno. Por ejemplo, cuando una disposición del Tratado no tiene natu
raleza programática, siendo al contrario de aplicación directa, se hace
eficaz por si misma; esto no excluye que se puedan establecer, por la
vía del reglamento, normas ejecutivas que sienten las modalidades con
cretas según las cuales puede aplicarse la disposición del Tratado.
Otro caso es aquel donde, a pesar de que el Tratado no dispone so
bre la materia por medio de una nonua expresa, los órganos comunita
rios, en el ejercicio de su poder autonomo, sientan las reglas tendentes
a disciplinar ciertas actividades administrativas.
Con este fin se emitirán reglamentos que seguramente tendrán na
turaleza ejecutiva o autónoma; en cualquier caso, no tendrán capacidad
para crear nuevas normas, como ios reglamentos financieros.
13. En el plano práctico se han alcanzado muchos resultados, en
el ámbito comunitario, por la vía de los reglamentos ejecutivos: basta
una referencia al número, verdaderamente imponente, de reglamentos
incesantemente emitidos en el campo de la agricultura. Resumiendo,
podemos afirmar lo siguiente: el reglamento es un acto emitido por ór
ganos comunitarios en virtud de las reglas sobre producción jurídica
incluidas en el Tratado; adquiere eficacia en el ordenamiento comuni
tario con la aportación de las normas que promulga. El campo de apli
cación del reglamento se mide con relación a la amplitud de su propio
ordenamiento jurídico: dicho ordenamiento no es el de este o aquel Es
tado miembro, sino el ordenamiento comunitario en su conjunto. Este
ordenamiento comprende a su vez todo el espacio de la Comunidad, así
como a todos los sujetos de derecho comunitario. Los posibles destina
tarios de un reglamento son, efectivamente, tales sujetos, es decir, los
Estados como tales y en sus articulaciones orgánicas, y además las per
sonas físicas y morales de los Estados miembros. Resulta, como ya he
mos explicado, la inmediata eficacia de los reglamentos en base a las
disposiciones del artículo 189.
Aún cabe añadir que para establecer el grado de eficacia de los re
glamentos en los ordenamientos internos no basta apoyarse en el con
cepto de eficacia inmediata; hay que tener en cuenta, además, otro ca
rácter que pueden poseer: el efecto directo. No se trata de un concepto
derivado del Tratado ni de su interpretación, sino que surge én virtud
de la jurisprudencia del Tribunal de Justicia.
En principio, los actos que tienen eficacia general (tratados funcio
nales, reglamentos, etc.) crean obligaciones a los Estados miembros,
porque sus disposiciones se dirigen a los Estados y no a otros destina
tarios. En todo caso, el hecho de que el Estado sea el primer interesado
no excluye que la norma sea capaz de producir también efectos en los
sujetos del ordenamiento interno. En otras palabras, amén del destina
tario de la norma, el acto engendra efectos útiles en personas privadas
u otros sujetos.
154
ción nacional.
16. Procede ahora considerar la tercera categoría de actos comu
nitarios de carácter obligatorio, es decir, las decisiones. Digamos ante
todo que no se trata de actos normativos en el sentido exacto del térmi
no; sin embargo, en determinadas circunstancias pueden tener eficacia
normativa. Por otro lado, las decisiones tienen a menudo una conside
rable importancia con respecto a sus destinatarios: en efecto, toda deci
sión implica una orden que debe ser ejecutada porque, de la misma for
ma que los actos administrativos de derecho interno, está dotada de
fuerza ejecutiva.
Según el artículo 189 del Tratado: «La decisión se**á obligatoria en
todos sus elementos para los destinatarios que designa.» Esto significa
que es de naturaleza individual, en el sentido de que contempla situa
ciones particulares referentes a una o varias personas determinadas.
He aquí, pues, como la decisión, incluso bajo este punto de vista, tiene
marcadas analogías con el acto administrativo del derecho interno.
Puede ocurrir que una decisión cambie su carácter normal, tran
formándose en un acto general capaz de aplicarse a una pluralidad de
personas determinada. Además, si se dirige a uno o a varios Estados
miembros puede incluso llegar a tener naturaleza normativa. Y esto
ocurre porque el Estado destinatario, se revela evidentemente como
una colectividad, de tal forma que las medidas adoptadas para ejecutar
tal decisión en el ordenamiento interno del Estado pueden dar vida a
efectos no previsibles a priori, incluso respecto a sujetos diferentes del
destinatario del acto. Bajo este aspecto surgen los efectos normativos
de la decisión.
El Consejo es competente en la emisión de las más importantes de
cisiones; las que conciernen a la gestión ordinaria de los intereses co
munitarios son emitidas por la Comisión.
Llegamos al final de nuestra exposición en materia de actos comu
nitarios y hemos visto en qué marco operan los actos con efectos nor
mativos: lo importante es constatar que los propios actos contribuyen
de manera continua y determinante en la producción del derecho co
munitario.
17. Tras el análisis de los principales actos comunitarios y, sobre
todo, aquellos de alcance normativo, hay que echar un vistazo a la evo
lución que se ha producido en este campo.
A partir de la ejecución de los Tratados de Roma, ha empezado a
desarrollarse una particular práctica normativa: el protagonista ha sido
el Consejo, que no solo ha actuado como el principal órgano normati
vo, sino que también ha empezado a emitir actos que superan el siste
ma previsto por el Tratado. Con motivo de que en el seno del Consejo
se reúnen los representantes de los Estados miembros, este ha tomado
ciertas iniciativas.
El Consejo actúa, pues, no solo en calidad de institución de la
Comunidad, estando como tal dotado de competencias expresas y bien
definidas, sino también bajo otro aspecto: como órgano en cuyo seno se
ponen de manifiesto las voluntades de los diferentes Estados miem
bros. Desde este último punto de vista, el Consejo hace las veces de
foro utilizado con el fin de que la voluntad común de los Estados
miembros se manifieste, después de que estos hayan alcanzado, en el
seno del Consejo, un entendimiento respecto a los principios y modali
dades según la cual debe realizarse su actividad común.
Estos acuerdos han dado lugar así a actos de naturaleza totalmente
particular: se les llama, según un lenguaje aceptado en adelante, «deci
siones de los representantes reunidos en el seno del Consejo». Se recu
rre sobre todo a estos actos en los casos en que los ministros de
los Estados miembros no llegan, como miembros del Consejo
158
E L A C T A U N IC A EUROPEA*
D usan S id ja n s k i
25 "Acte Unique Européen", Boletín de las CE, supl. 2/28; Glaesner, H.-J.,
"L'Acte Unique Européen", Revue du Marché Commun, N° 2 98 , junio de
1986. Bidegaray, Ch. y Rideau, J., "La réforme de la construction europé
enne” , ob. cit., págs. 6 5 4 -6 63 . Alaecoa Luzarraga, F., "El Acta Única
Europea. Primer paso incierto en la profundización comunitaria hacia la
Unión europea", Revista de Estudios Internacionales, N° 2, abril-junio de
1986, págs 5 4 5 -5 50 , en particular Lodge, J., "The Single European Act:
Towards a New Euro-Oynamis", Journal of Common Market Studies, marzo
de 1 98 6.
2. Estructura general
28 Ibidem, art. 7.
29 Ibidem, art. 11.
164
30 "Acte Unique Européen", ob. cit., "Le marché intérieur", arts. 13 a 19.
37 Ibidem, art. 2.
166
40 Ibídem, art. 30, ¡nc. 5. El inciso 4 del artículo 30 prevé asimismo una
estrecha vinculación entre el Parlamento Europeo y la cooperación política
europea ya que aquél debe ser informado y sus opiniones se deben tomar
en consideración.
{7) Conferencia de las Partes Contratantes XIX Período de Sesiones Extraordinarias. Acá-
pulco, México, 16-27 de Junio de 1980.
171
*3.1.1 Contenido e Indole del Tratado. Los aspectos sustanciales del sistema re
gional de integración establecido por el nuevo Tratado están contenidos en diez
(10) capítulos que agrupan un total de 69 artículos. Esta relación cuantitativa
da una idea aproximada de la densidad relativa de ese instrumento normativo.
Dichos capítulos por orden conciernen a las materias siguientes: Cap. I: Obje
tivos, funciones y principios (arts. 1 a 3). Cap. II: Mecanismos (arts-4 a 14). Cap.
III: Sistema de apoyo a los pa/ses de menor desarrollo económico relativo (arts.
15 a 23). Cap. IV: Convergencia y cooperación con otros países y áreas de inte
gración económica de América Latina, (arts. 24 a 25). Cap. V: Cooperación con
otras áreas de integración económica (arts. 26 a 27). Cap. VI: Organización ins
titucional (arts. 28 a 43). Cap. VII: Disposiciones generales (arts. 44 a 54). Cap.
VIII: Personalidad jurídica, inmunidades y privilegios (arts. 52 a 63). Cap. IX:
Disposiciones finales (arts. 55 a 64). Cap. X: Disposiciones transitorias (arts. 65
a 69).
Además la normativa del Tratado se completa con un conjunto de nueve (9)
resoluciones conexas, todas aprobadas simultáneamente por el CM RE. Se conclu
ye que estamos en presencia de un Tratado que reviste enorme importancia por
el contenido y propósitos amplios que alienta y que ha de quedar inscrito como
uno de los esfuerzos multinacionales entre países en desarrollo, más significativo
de los tiempos recientes, por la revalorización de un esquema de integración para
el desarrollo que venía aquejado por largo tiempo de crisis de estancamiento.
En cuanto concierne a la índole o naturaleza del Tratado, cabe señalar que a
la vez que instituye una asociación de estados con finalidades económicas, regula
el establecimiento entre ellos mismos de un área de preferencias económicas. Di
cho instrumento jurídico, en general, presenta las mismas características forma
les que el tratado sustituido, sin embargo, se diferencia de éste, en que parece
"menos ambicioso, pero más realista" (8). Esta acentuada diferencia y otras de
carácter más sustantivos se profundizará más adelante.
Desde otro punto de vista, cuál es la política general de integración?. El nuevo
texto postula una reformulación de los objetivos originarios, a fin de adecuarlos
a las nuevas condiciones económico-sociales de los países participantes y a la es
trategia coherente de los países en desarrollo en el ámbito mundial.
El nuevo esquema propone una filosofía integraciónista basada principalmente
en los principios de pluralismo y convergencia, con los cuales se busca interpretar
el realismo histórico-político actual de la región latinoamericana. La novedad
del sistema del 80 consiste en que él parte de la consideración de las "subregio-
nes a la región y, de subsectores de la economía hacia el resto de ésta. Es decir,
disponiendo programas múltiples de integración comercial" (9), y al mismo
momento alentándolos en otras actividades. Tal óptica entraña una profunda
rectificación de miras con respecto al esquema anterior. Pero no vamos ahora
a discutir este punto, de las diferencias entre ambos sistemas. Con todo, creemos
(8) (AP) Montevideo, 10 de agosto de 1980. En, "El Nocional”. Carneas, 11/8/80.
(9) Raúl I. Garce's. (AP). Buenos Aires, 10 de agosto de 1980. En El Nacional Canicas,
11/8/80.
172
mar "una sola economía", estructurada, pero a escala mayor, al estilo de cada
una de las economías integrantes" (12).
Este últim o caso responde, por vía de ejemplo, al modelo descrito por el A-
cuerdo de Cartagena(1969), a diferencia del esquema montevideano que se ago
ta en la integración de ios mercados, mediante un reparto más o menos a priori
de las posibilidades de intercambio mutuos.
Los redactores del proyecto de Tratado en la conferencia de Acapulco (13) se
esforzaron en sus deliberaciones por ajustar ernuevo esquema a los lineamientos
y formulaciones de un tratado-cuadro, por consiguiente, muchas de las disposi
ciones reglamentarias que se proyectaba en principio incorporar a él, fueron
soslayadas para ser aprobadas por otros instrumentos de carácter específicos
(14), a fin de resguardar al texto la connotación de un tratado programático.
Con ello se perseguía insertar en él solamente las normas básicas, los principios
rectores y las orientaciones de políticas general indispensables, y dejar el resto:
las partes declarativa al preámbulo y la reglamentaria a instrumentos de menor
rango. A s í surge el Tratado con la primera característica antes anotada.
b) Es un tratado equilibrado,. Tal condición se expresa entre lo que postula co
mo factible en el corto y mediano plazo y, los mecanismos que crea para alcan
zarlo. Sin embargo, la regla del equilibrio se rompe al enfrentar las soluciones ins
titucionales. Puesto que el sistema, en el aspecto orgán ico-funcional que es tan
importante y decisivo para asegurar el éxito del programa general, se muestra ex
cesivamente rigorista. El esquema institucional muestra efectivamente un fuerte
predominio de la voluntad inter-gubernamental. Ello es naturalmente el produc
to de las diferencias de enfoques que cada gobierno hoy día tiene de la magnitud
de los compromisos vinculados con los contenidos de integración. Es un factor
de desconfianza que se trasluce claramente en la organicidad y estructuración de
los modelos institucionales de integración en la Región. Tal situación, en verdad
anacrónica, se refleja en el hecho de haber constituido para administrar una sim
ple zona de preferencias económicas una estructura órganica compleja, formada
por tres órganos de naturaleza política. Que en puridad del sistema son innecesa
rios. En cambio, el aspecto puramente "com unitario" del mismo se muestra des
guarnecido, con la creación de un solo ente de naturaleza técnica, con muy pre
carias atribuciones propias.
Tales aspectos institucionales serán profundizados en adelante. No obstante,
ese desequilibrio intra-órganico tal vez pueda ser corregido dentro de la evolu
ción institucional del esquema a futuro, o bien, dotando a la Secretaría General,
el órgano técnico de mayor "poder" y de una infraestructura auxiliar coherente
y suficiente para abordar las funciones y tareas que el esquema plantea.
Por todo lo antes expuesto el nuevo texto se reputa como realista. Prevalece en
él las soluciones mixtas. Quiénes quieran practicar, según sus intereses inmedia
tos y la situación económica nominal, el bi/atera/ismo abierto, quedan autori
zados para ello por el nuevo sistema (acuerdos parciales), y quiénes prefieran las
acciones multinacionales, en razón a las dimensiones de sus economías, también
tienen soluciones descritas en el nuevo instrumento (acuerdos regionales). Espe
remos los resultados.
3.1.3. Otras Fuentes del Derecho Asociativo. Además del Tratado que repre
senta la fuente básica de conocimiento del derecho asociativo regional, existen
otras que también confluyen a la formación del sistema regional. Tales fuentes
también son de carácter normativo y tienen su origen en los actos jurídicos de di
verso contenido que desarrollan o complementan a aquél. Siguiendo la metodo
logía jurídica más usual al efecto, vamos a distinguir las siguientes fuentes adicio
nales:
3.1.3.2. Actas finales. Estas constituyen una fuente de conocimiento del dere
cho asociativo regional, por cuanto ellas registran la relación fidedigna de los do
cumentos, el momento y lugar de su aprobación y demás circunstancias concom i
tantes con el origen de las decisiones colectivas de los órganos del sistema. Por
todo ello hay que tener dichas actas finales como fuente de primer rango en esta
materia. Entre tales actas existen dos que tienen que ser particularmente con
sideradas. Son ellas, las de la X IX Conferencia Extraordinaria, en la cual se apro
bó el texto del proyecto de tratado (20/; y otra, es el acta de la reunión del Con
sejo de Ministros, la cual registra la de suscripción del mencionado Tratado
( 21 ).
En el futuro, cuando entren en funcionamiento los órganos del sistema, las ac
tas de negociaciones y ¡as actas finales de las reuniones de dichos órganos forma
rán también dentro del conjunto de fuentes directas.
(20) Véase ALALC/C. XIX-E. Acta Final, Acapulco, México, 27 de Junio de 1980.
(21) ALALC. CM/Acta Final Montevideo, 12 de Agosto de 1980.
177
3.1.3.8. Reglamentos. Los tres órganos políticos del sistema están dotados
de sus respectivos reglamentos y, éstos naturalmente que representan una fuen
te autónoma de derechos y obligaciones comunes para los países miembros. De
ahí su importancia de conocerlos como fuente del derecho asociativo regional.
El Consejo, la Conferencia y el Comité podrán, dentro del marco de sus respec
tivas competencias, "establecer o aprobar su propio Reglamento" (arts. . 30 l¡t.
1,33 lit. i) y 35 lit. p). Nada dice el Tratado acerca del reglamento de la Secreta
ría General, pero es obvio que ella lo elaborará y el Comité lo aprobará. El re
glamento de la Secretaría es un instrumento administrativo y operativo en el
que se reglan además la forma y oportunidad de participación de toda la infra
estructura subsidiaria del sistema. Por ello es importante que la Secretaría nor
me sus actividades y regule sus acciones particulares.
3.1.3.9. Directivas básicas. Estas solamente podrán ser adoptadas por el órga
no de máxima jerarquía de la Asociación, y a las cuales deberán sujetarse en su
ejercicio los demás entes. Esta figura jurídica llamada directivas básicas es una
innovación del nuevo Tratado, quizás cuyo antecedente se halle en el ordena
miento comunitario europeo. Tales directivas en el esquema regional se carac
terizan por que han de tener una naturaleza mixta, es decir, entre norma ju rí
dica e instructivos y, cuyos destinatarios son principalmente los órganos de la
Asociación, incluyendo la Conferencia y el Comité. En consecuencia, dichas
medidas no se hayan extendidas a los países miembros. Las normas del sistema
que aluden a la figura de las directivas básicas son concretamente dos. En pri-
179
mer lugar, como señalamos antes, al Consejo está reservada la facultad de "esta
blecer las directivas a las cuales deberán ajustarse en sus labores los restantes ór
ganos de la Asociación" (art. 30 lit. d). El texto se contrae a las "labores". Cre
emos sin embargo, que no solamente a las actividades que pueden ser materiales
o formales sino también a las decisiones eventuales han de extenderse las directi
vas. En el proyecto aprobado en AcapuJco tal literal hablaba de "directivas bá
sicas", al depurarse el texto a los efectos de su firma, se eliminó el calificativo,
que en verdad en nada altera el significado preciso de la norma en referencia.
Volvemos a encontrar la expresión directivas (art. 43 lit. j), en materia de sis
tema de votación. A llí se determina que el Consejo adoptará dichas directivas en
la forma como se previene en dicho artículo. De igual modo, se suprimió en el
respectivo literal la calificación "básica".
Desde el punto de vista de la teoría del derecho de los tratados (22), el texto
de Montevideo en vigor, ofrece algunas características menos generales que las
examinadas precedentemente, y son precisamente las inherentes a las condicio
nes de su existencia, éstas son indispensables para invocar su correcta y oportu
na aplicación y exigibilidad. Tales formalidades están pautadas en el capítulo
IX, que trata de las disposiciones generales (arts. 55 a 64).
El análisis que sigue a continuación se contrae básicamente a identificar y
ponderar esas características esenciales.
(22) Naciones Unidas: Convención sobre el Derecho de los Tratados. En mayo de 1969 se
firmó en Viena, esa Convención. Puede consultarse, en, derecho de la integración
No. 6, abril de 1970. pp. 182yss. (INTAL).
180
(24) Mateo Magaríños de Mello. "Naturaleza y caracteres jurídicos del Tratado de Montevi
deo y de la ALALC *, en, Anuario» op. cit. pp. 361 y ss.
(25) Véase Resf36 (I) y 37 (I), de la Conferencia, 1961.
182
3.1.4.5. Duración del Tratado. El art. 62 precisa que el presente Tratado ten
drá duración indefinida. Esta característica especial tiende a asegurar los objeti
vos a largo plazo que el mismo instrumento postula y, para que los estados par
tes gocen tíe lá garantía de estabilidad necesaria para el disfrute de los derechos y
demás beneficios derivados del sistema asociativo. Asimismo, las obligaciones se
asocian a esa condición de relativa permanencia. El Tratado estará en vigor hasta
que un número determinado de países desee mantener la vinculación jurídica y
al animus societatis indispensable que lo fundamenta, con particular énfasis en el
plano económico.
F r a n c is c o V i l l a g r a n Kramer
a. N orm as p r o g r a m á t ic a s
b. N orm as r e l a c io n a d a s c o n m e c a n is m o s in s t it u c io n a l e s
N o k m a s ix: a p l i c a c i ó n tm h e c ta p o h 1 .0 * Es îa d o s
Artículo 76
Artículo 77
Artículo 78
Artículo 79 (condicionado)
Artículo 80 (condicionado)
Artículo 81
Artículo 96
Artículo 97 (condicionado, lit. b, c, d y e)
Artículo 98
Artículo 99
Artículo 100 (condicionado lit. b y e )
Artículo 102
Artículo 104, incs. 1^ y 29
Artículo 108
Artículo 109
Artículo 110
Artículo 111
Artículo 114
d. N orm as de ejec uc ió n
Artículo 87
Artículo 89
Artículo 90
Artículo 91
Artículo 92
Artículo 93
Artículo 94
Artículo 95
Artículo 101
Artículo 103
Artículo 104, incs. 3$ y 4?
A rtículo 105
A rtículo 107
A rtículo 112
e. N orm as d e f in it o r ia s
f. N orm as p e r t in e n t e s a p l a z o s p r e v is t o s e n e l A cuerdo
A lb e r t o Z e la d a C astedo
F r a n c is c o G a rcTa Amador
Gautama Fonseca
Introducción
El 'problema de la adhesión
Cláusulas de salvaguardia
La potestad reglamentaria
De los órganos creados por el Tratado General, el que
con más precisión v rigor fue dotado de la facultad de dic
tar reglas que, al mismo tiempo que se fundaran en lo<
convenios establecidos sirvieran para asegurar su aplica
ción, es el Consejo Ejecutivo. Así resulta de los artículos
246
Tratado de la CARICOM. 2J
Aquí cabe señalar por lo menos una de las principales razones por
las cuales el Tratado que establece la Comunidad del Caribe ha
terminado de este modo particular. Dado que los objetivos de la
Comunidad, de integración económica, coordinación de la política
exterior y cooperación funcional están tan íntimamente ligados
entre sí, era concebible que la Comunidad tomaría la forma de un
tratado básico que estableciera una organización. En cambio, el
nuevo instrumento se divide nítidamente en dos partes: (1) el
instrumento de la Comunidad relativo a las esferas de coordinación
de política exterior y cooperación funcional, y (2) el Anexo
sobre el Mercado Común relativo a la esfera de la integración
económica. Por lo tanto, en rigor, el nuevo instrumento da lugar
al establecimiento de dos organismos distintos: (1) la Comunidad
propiamente dicha, y (2) el Mercado Común. Para comprender la
elección de esta forma particular es necesario apreciar los
intereses individuales de los distintos Territorios que abarca el
movimiento de integración.
1. El Tratado Principal
(>/ Hans Kelsen, The Law of the United Nations, Londres, Stevens,
1951, p. 5.
257
La calidad de socio del Mercado Común se basa sobre los mismos dos
tipos de criterios que aplicamos al tratamiento del tema de los
miembros del Tratado Principal, a saber: (1) la forma de admisión
de los miembros a la Organización, y (2) los tipos de miembros
que establece el Tratado. 27/ Por lo tanto, por una parte los
miembros pueden ser originales ( es decir, signatarios), o
adhérentes, y por la otra pueden ser considerados como miembros
titulares o asociados.
Pueden ser miembros originales del Mercado Común los doce Estados
Miembros de la CARIFTA. Para estos Estados la firma del Tratado
Principal automáticamente implica ser miembro del Mercado Común.
28/ Sin embargo, cabe mencionar especialmente a Bahamas que,
aunque figura como elegible como miembro original de la Comunidad
según el Tratado Principal, no figura entre los doce Estados
elegibles como miembros originales del Mercado Común. Por lo
tanto, es evidente que Bahamas no goza de este estado en el
Mercado Común. Sin embargo, ello no significa que no pueda ser
miembro adherente del Mercado Común más adelante, en los términos
y condiciones que la Conferencia determine. De hecho, esto
también es aplicable a cualquier otro Estado de la región del
Caribe. 2 9 /
y finanzas. 50/
CAPITULO IV
LA ESTRUCTURA ORGANICA
277
CAPITULO IV
Indice
Manuel Medina
3 Los textos de los acuerdos de París se recogen, entre otras, en las siguientes
publicaciones: A. E.. 1 (1955). pájjs. 559 y ss.; l.a du cu n tcn ta tio n fran caise. N o te s
et étiuics c lo cw n cn ta ircs , núm. 1.4^9. de 9 de junio de 1951; Cor í.íard-Maníw II.
355; Reijtfr-Gros. 189; Passf.tti-'Trabucoih. L 1. Trad. inglesa en Peasi.ee. I, 464.
e Int. Org. and Integralion . 655. Trad. castellana; Cordero Torres. 227; extracto
en Truyoi,. La integración europea, págs. 1100 y ss.
284
5. La C o m is ió n
4. E l C onsejo
5. E l P a rla m en to
eión 3o.
La Asamblea celebra una sesión ordinaria anual, que se inicia, sin ne
cesidad de convocatoria, el segundo martes de marzo; el propio PE deter
mina la duración de los períodos de interrupción (arts. 27 TUE y 1
Rcgl. PE). También pueden celebrarse sesiones extraordinarias a petición
del Consejo, de la Comisión o de la mayoría de los miembros del PE (ar
tículos 22 TCECA. 159 TCEE, 109 fCEEA y 1-5 Regí. PE). La Mesa
del PE está integrada por un presidente y varios vicepresidentes, elegidos
por sus miembros (arts. 5 a 7 Regí. PE). A las sesiones del PE pueden
asistir los miembros del Consejo y de la Comisión, con voz, pero sin voto,
y los parlamentarios pueden formular preguntas orales o escritas a una
u otra institución (arts. 23 TCECA, 140 TCEE, 110 TCEEA y 45 a 47
Regí. PE). La Asamblea adopta su propio reglamento interior (arts. 25
TCECA, 142 TCEE y 112 TCEEA)36.
Según los tratados comunitarios, el PE cuenta con facultades de «deli
beración y control» (arts. 157 TCEE y 107 TCEEA; el art. 20 TCECA
habla sólo de facultades de control). Ya nos hemos referido al control que
la Asamblea ejerce sobre la Comisión mediante el procedimiento de la
moción de censura. Como señalamos al hablar de la Comisión, la censura
del PE se refiere al informe anual que le somete la Comisión. El Consejo,
por el contrario, ni tiene obligación de someter informes a la Asamblea,
ni queda sometido a la posibilidad de censura por el PE, pues es un ór
gano independiente y sus miembros sólo dependen de sus gobiernos respec
tivos e, indirectamente, de la confianza de sus propios parlamentos na
cionales.
Además de las facultades de control que ejerce el Parlamento sobre
la Comisión, le corresponden ciertas facultades con respecto al presupues
to de las Comunidades. En el TCECA se había establecido un procedi
miento sencillo de aprobación del presupuesto por una comisión integra
da por los presidentes de las cuatro instituciones principales; el presupuesto
así aprobado se incluía en el informe anual de la AA a la Asamblea Par
lamentaria, de modo que ésta ejercía un control definitivo sobre el presu
puesto mediante la aprobación o censura del informe general de la AA; el
control de cuentas correspondía a un comisario designado por el Consejo
a título individual, y su informe se incluía también en el informe anual
de la AA, por lo que, de nuevo, la Asamblea mantenía el control defini
tivo sobre los recursos económicos de la Comunidad (arts. 78, 17 y 24
TCECA, en su versión original). Bajo los tratados de Roma, lo único que
podía hacer la Asamblea era proponer modificaciones al presupuesto que
le sometía el Consejo; pero Jas propuestas de modificación formuladas
por la Asamblea podían ser aceptadas o rechazadas libremente por el
6. E l T r ib u n a l de J u s t ic ia
7. E l s is t e m a d e c o o p e r a c ió n p o l ít ic a
31 id ., p. 49.
308
cada caso concreto; el que los temas deben concernir a los intereses de Eu
ropa; que éstos serán sobre ámbitos en los que una postura común se hace
necesaria o deseable; y que cada Estado se compromete a no fijar definiti
vamente su postura, sin haber consultado previamente, dentro del marco de
la cooperación política, al resto de los países.
La regulación del Sistema de Cooperación Política Europea en el Acta
Unica tratará de resolver precisamente las cuestiones que hemos apuntado.
Por un lado, se vinculará, en el artículo 1 del título I, a las Comunidades
Europeas, con el objetivo de «contribuir conjuntamente a hacer progresar
de manera concreta la Unión Europea». Por otro lado, en el Acta Unica
Europea, el sistema de cooperación política va a encontrar su fundamento
jurídico. «La cooperación política se regirá por el título III de la presente
Acta. Las disposiciones de dicho título confirman y complementan los pro
cedimientos convenidos en los Informes de Luxemburgo (1970), Copenha
gue (1973), y Londres (1981), así como en la Declaración Solemne sobre la
Unión Europea (1983) y las prácticas progesivamente establecidas entre los
Estados miembros».
La regulación específica de la cooperación política europea establecida
en el título III, además de institucionalizar el sistema existente, contempla,
entre otras, las siguientes novedades de consideración:
1. La asociación de la Comisión a los trabajos de la cooperación política
europea (artículos 3.1 y 3.2), aunque la vinculación institucional más firme
seguirá siendo con el Consejo y, especialmente, a través de su Presidente
(artículos 10.1 y 10.2). Asimismo, se asegura «la asociación estrecha del Par
lamento Europeo a la cooperación política». A dicho fin, la Presidencia in
formará especialmente al Parlamento Europeo de los temas de política ex
terior examinados en el marco de los trabajos de la cooperación política y
velará para que en dichos trabajos sean debidamente tomados en cuenta los
puntos de vista de! Parlamento Europeo (artículo 4).
2. La ampliación explícita del contenido de la cooperación política eu
ropea a las cuestiones de seguridad europea, si bien básicamente a !os as
pectos políticos y económicos de la seguridad (artículo 6.1). Esta ampliación
«no obstará a la existencia de una cooperación más estrecha en el sector de
la seguridad entre determinadas Altas Partes Contratantes en el marco de
la Unión Europea Occidental y de la Alianza Atlántica» (artículo 6.3).
3. El establecimiento de una Secretaría, en Bruselas, cuya misión será
asistir a la Presidencia en la preparación y aplicación de las actividades de
la cooperación política europea, así como en las cuestiones administrativas
(artículo 10.3). Además, los miembros de dicha Secretaría serán asimilados
a los miembros de las misiones diplomáticas de las Altas Partes Contratan
tes (artículo 11).
La laguna fundamental que encontramos en este título, que desarrolla e
institucionaliza la práctica existente, es el hecho de que los Estados miem
bros no están obligados (por el artículo 30) más que en lo que respecta a
los medios y a la buena voluntad, y que el Tribunal de Justicia no tiene com
petencia para sancionar posibles violaciones de las disposiciones aquí reco
gidas.
311
4.2. Sede de A LA D I.
Los miembros de la Asociación son los mismos países signatarios (7) y adhé
rentes (4) del Tratado de Montevideo de 1960. No se contempla la figura de Es
tado observador, como etapa preparatoria para una eventual adhesión. Pero la
A L A L C creó el precedente que cuando un país latinoamericano expresa su bue
na intención de adherir al Tratado se le abre acceso para que asista como obser
vador de las deliberaciones técnicas.
314
Para el estudio de los aspectos institucionales, vamos a seguir la metodología
del Tratado y de este modo distinguimos varias categorías de entes, sus diversas
competencias y funciones específicas. Todo lo cual conforma, como tendremos
ocasión de analizar, una estructura compleja para un esquema de integración re
lativamente simple, como es administrar una zona de preferencias económicas, la
cual constituye el nervio central del sistema.
4.5.1. Organos Políticos. A la luz del cap. VI del Tratado en vigor, la estructura
institucional de la Asociación está integrada por tres entes políticos que se de
nominan: el Consejo, la Conferencia, y el Comité (art. 28). Y un órgano técnico,
la Secretaría General (art. 29). Esta a su vez es autorizada para crear cuerpos
auxiliares, (asesores, de apoyo técnico y consultivos) (arts. 38 lits. f) y j) y 42.
4.5.1.1. El Consejo de Ministros. Sus atribuciones. El Consejo ocupa la cúspide
de la pirámide institucional. En tal carácter le corresponde "la conducción polí
tica superior del proceso de integración económica". El artículo 30 consta de 12
literales que discriminan las atribuciones que conforman la competencia plena
del Consejo. Ello da una ¡dea de su misión general. Dicho cuerpo está constituido
por los Ministros de Relaciones Exteriores. Sin embargo... cuando los asuntos de
integración estuvieren a cargo de un Ministro o Secretario de Estado distinto, és
te participará en representación del respectivo titular de Exterior. En todo caso
deberá presentar los plenos poderes que acredite la representación (art. 31).
También cabe señalar que, el Consejo sesionará y tomará decisiones con la pre
sencia de la totalidad de los países miembros. Y se reunirá a convocatoria del
Comité (art. 32).
En el art. 33 están reseñadas por vía enumerativa las principales facultades que
se confieren al cuerpo deliberante. De las nueve atribuciones básicas que ahí se
establecen, conviene destacar las más generales y que pueden resumirse de este
modo: promover acciones de mayor alcance en materia de integración económi
ca; evaluar regularmente el proceso de integración y los mecanismos de conver
gencia, así como recomendar las medidas correctivas multinacionales necesarias;
incumbe también a la conferencia realizar negociaciones para profundizar la pre
ferencia arancelaria regional; propiciar acuerdos regionales sobre cualquier mate
ria objeto del tratado. Por último cabe destacar, la facultad para revisar los tratos
diferenciales, que constituyen la "piedra angular" del sistema, en los términos
que han sido convenidos, a fin de determinar el aprovechamiento efectivo de los
mismos y el grado de perfeccionamiento de los mecanismos aplicados.
315
alterno, quien hará las veces de éste. Cada uno de aquéllos con derecho a un vo
to. Sesiona y adopta sus decisiones con la presencia de dos tercios de los miem
bros (arts. 36 y 37). Por su condición de órgano terciario en el escalafón, mu
chas de sus funciones se resuelven en tareas que le encomiendan el Consejo y la
Conferencia.
En puridad de sistema, este Comité parece una figura innecesaria en la nueva
estructura de la Asociación, puesto que para administrar una simple área de pre
ferencias económicas no se requiere de un cuerpo de funcionarios acreditado an
te la Asociación, que no deja de ser costoso para los pafses miembros.
4.5.1.4. Caracteres esenciales del sistema. En forma breve vamos a presentar los
rasgos característicos esenciales del sistema a nivel político. En efecto, cuatro no
tas fundamentales distinguen al nuevo sistema institucional: a) La estructura or
gánica que el Tratado establece es de carácter esencialmente jerárquico, pués hay
una relación de dependencia de unos órganos con respecto a otros. Ella obedece
al modelo tradicional de las organizaciones políticas internacionales, sin ningún
rasgo innovador, b) Es una estructura relativamente compleja, por la pluralidad
de entes políticos que concurren para un esquema sencillo y con tan pocos obje
tivos programados, c) El sistema orgánico sigue en lo fundamental los mismos li
ncamientos institucionales y políticos del esquema anterior de la A L A L C , el cual
se caracterizó por su poco dinamismo institucional, principalmente desde 1967
en adelante. (Ultima vez en que se reunió con el carácter de conferencia extraor
dinaria el Consejo de Ministros). Fecha probable en que se inicia la curva de d e
ficiencia institucional de la organización, por diversas causas imponderables, a-
gravadas por la situación de inestabilidad político-institucional en la mayoría de
los países miembros de la Asociación, d) Los tres entes políticos reúnen la condi
ción común de que son órganos de representación nacional, que miran al interés
¡nter-gubernamental en primer plano. La voluntad política de esos órganos se en
foca hacia el interés nacional en mayor grado que los intereses comunes del Area.
De ello derivan consecuencias negativas para asegurar e! equilibrio entre funcio
nes y objetivos para una etapa de transición larga, corr o la que recobra el nuevo
tratado para reiniciar el proceso de integración regional.
(30) Véase el Protocolo No. 3 (Anexo al TM/60J de 18 de febrero de 1960. v.la RlTIS-art.
ey. Esta resolución incluye al SEL A y otros organismos regionales y subregionales de
integración.
319
tos del sistema. Se trata de una verdadera paradoja de ias cirscunstancias. El tipo
de Secretaría General que no tuvo la A L A L C y de la cual tanto necesitó, la esta
blece ahora el nuevo esquema para coadyuvar a las funciones de un sistema de
preferencias.
Como palabra final, tenemos que consignar en la seguridad de que así será,
que si el sistema resulta útil y sus metas ponderadas se cumplen, esa será una
obra de la Secretaría General, en cuyas manos descansará el peso específico del
programa general del nuevo Tratado, tanto en lo que concierne a la inmediatez
de las acciones como en el marco prospectivo.
Vamos a estudiar las reglas que rigen la formación de la voluntad de los órga
nos jerárquicos de la Institución. Al efecto, el art. 43 contiene una regla y al
mismo tiempo úna excepción a la misma. Nos ocuparemos, en primer lugar, de
aquella regla general, la cual está formulada en estos términos: el Consejo, la
Conferencia y el Comité adoptarán sus decisiones con el voto afirmativo de dos
tercios de los miembros. En consecuencia, de once miembros efectivos, se re
quiere con arreglo a sus respectivas competencias, de siete votos positivos en pa:
da caso, para que esos órganos decidan. La regla de la mayoría de dos tercios
luce mucho más flexible que la unanimidad, y por tanto, tiende a dinamizar
las decisiones en asuntos capitales para la conducción de la Asociación. Sin
embargo, la regla general descrita en la práctica del sistema aparece muy lim i
tada por cuanto introdujo una excepción que incluye las materias más impor
tantes y dinámicas objeto del proceso de integración regional. Tales materias
son susceptibles de ser vetadas por cualquiera de las partes contratantes. De
ahí se corre el peligro que un uso abusivo de tal derecho podría paralizar deci
siones de interés general para la marcha de la Organización.
En efecto, un total de nueve materias, enumeradas por vía taxativa en la men-
cinada disposición, conforman la excepción en estos términos: Se exceptúan de
la norma general las decisiones sobre las siguientes materias, las cuales se aproba
rán con los dos tercios de votos afirmativos y sin que haya voto negativo: en
miendas o adiciones al Tratado; las decisiones que correspondan a la conducción
política superior del proceso de integración; las decisiones que formalicen el re
sultado de las negociaciones multilaterales para la profundización de la preferen
cia arancelaria regional; las decisiones encaminadas a multilateralizar a nivel re
gional los acuerdos de alcance parcial; decidir la adhesión de nuevos países miem
bros; reglamentar el Tratado; adopción de directivas básicas; fijación de normas
que regulen las relaciones de la Asociación con otras asociaciones regionales u or
ganismos internacionales.,
8 Para una breve pero bastante completa historia legislativa de las dis
posiciones del Acuerdo examinadas ahora, ver Instituto Interamericano, ob. cit.,
págs. 799 et scq.
Cf. ob. cit., pág. 803. Ver también F. Teña, Proyecciones instituciona
les del Grupo Andino , en 1NT AL., '* (Revista do la Xnteg^ación,,, mayo 1968,
n9 2, pág. 353. Más recientemente uno do los miembros de la Junta reiteró
algunos do los conceptos originalmente expresados por el Comité do Expertos,
en los siguientes términos: “ La Comisión y la Junta deben buscar el equili
brio, la coordinación y la armonía en su trabajo. En la Comisión están re
presentados los intereses nacionales de cada uno de los países miembros. L a
Junta es el vocero de los intereses generales do la subregión, es decir, de la
comunidad económica que se está creando*\ Cf.: F. Salazar Santos, Aspectos
jurídicos de la integración andina, en 1NTAL, “ Derecho de la Integración * \
ii° 13, julio 1973, pág. 151.
3 29
11 Cf. Instituto Interamericano, ob. cit., pág. 823. Sobre el aspecto rela
tivo al 11poder de proyección y de propuesta” de la Junta, ver O. Padrón
Amaré, Interés nacional y control de las decisiones en un proceso de integra
ción (con especial referencia al Grupo Andino), doc. IN TA L, Reunión 25/dt.
1, 4-9-75, págs. 2-4.
331
22 Cf.: F. Salazar Santos, Una visión general del Grupo Andino , en doc.
J/U C /6, 23 de mayo de 1973, pág. 22.
23 El texto completo del Acta Final de la Primera, Segunda, Tercera y
Cuarta Reuniones figura en Historia Documental del Acuerdo de Cartagena.
págs. 212, 415, 435 y 475, respectivamente.
339
2 . 1 . 1 . E l T r ib u n a l d e J u s t i c i a y la f u n c ió n ju r is d ic c io n a l
1 El texto del artículo 1 0 del Estatuto del Tribunal reproduce, con ligeras
modificaciones, el texto del artículo 164 del Tratado de Roma, que estipula
que el Tribunal de Justicia de la Comunidad Europea "garantizará el respeto
del Derecho en la interpretación y aplicación del presente Tratado".
342
10 En aplicación del artículo 26 del Acuerdo han sido creados los siguien
tes Consejos: de Turismo (Decisión 361, de Salud (Decisión 68), de Integra
ción Física (Decisión 71), Agropecuario (Decisión 761, de Política Industrial
(Decisión 1 7 8 ) y de Ciencia y Tecnología (Decisión 179).
Tanto por 13S funciones que cumple, sobre todo con referencia
al proceso de integración económica, como por la forma de
expresar el ejercicio de sus facultades, el Consejo Andino es
tablece, necesariamente, relaciones institucionales con la Co
misión y la Junta. Concretamente, el artículo 3 del Instrumento
Constitutivo otorga al Consejo la facultad de "solicita r infor
1• Introducción
(1) Fonseca, Gautama, y Ramírez, Dante, Los órganos del Tratado General
de Integración Económica Centroamericana, en Revista de la
Integración N° ó, Abril de 1970, p. 67.
Esta Primera Parte del Segundo Capítulo tiene como objeto la descripción
de la estructura orgánica de la integración económica de la subregión,
siguiendo el camino que se inicia con la firma del primer tratado
bilateral por El Salvador y Nicaragua y llega hasta la suscripción del
Tratado General de Integración Centroamericana, resaltando las
características más importantes de los órganos establecidos en cada uno
de los convenios.
Como puede verse, la Comisión Mixta es un órgano sin otra capacidad que
la de gestionar y proponer medidas, a partir de los estudios y análisis
que tiene la obligación de efectuar, las decisiones son dejadas a una
instancia superior, los gobiernos de las partes contratantes, sin que se
establezca un órgano permanente que tenga capacidad de resolver por sí
misma ninguna de las materias involucradas en la consecusión del
objetivo señalado en el Tratado.
^ 1 Consejo Económico
CAPITULO II
5. Introducción
Diversos órganos han surgido así que se han ido haciendo cargo, a lo
largo del tiempo posterior al conflicto, de la tarea de dirigir la
integración, hasta terminar en la práctica no legalizada de atribuir a
la Reunión de Ministros de Economía (1) las funciones del Consejo
Económico y a la de los Více-Ministros correspondientes las del Conseio
Ejecutivo; ello, por supuesto, dentro de un marco de precaria
juridicidad y de prácticas a veces poco relacionadas con los convenios
suscritos, tal como se expresó en la Segunda Parte del Primer Capitulo.
(1) Ver más detalles sobre los efectos de este conflicto sobre la
integración en Dada H . , Héctor, op. cit.
368
En lo que respecta a los órganos del Mercado Común, objeto de esta parte
del trabajo, es indudable que las condiciones generadas impiden el.
funcionamiento del Consejo Económico y del Consejo Ejecutivo; si se
consideran las reglas de funcionamiento de dichos órganos, se
comprenderá fácilmente la imposibilidad práctica de lograr hacerlos
trabajar dentro de las circunstancias señaladas. Sin embargo, la SIECA
no descontinuó en ningún momento su actividad, ni los Estados dejaron de
dar su aporte pecuniario.
Debe insistirse en que no hubo en ese momento -ni la hay hasta ahora-
una denuncia formal del Tratado General ni de ninguno de los otros
tratados de integración, que podía haber cambiado la participación en el
BCI E , por ejemplo, y que hubiera alterado su vigencia legal; se trata de
una suspensión parcial de hecho, que une a un reconocimiento de la
existencia jurídica de los convenios, una suspensión parcial de sus
efectos.
9. La Comisión Normalizadora
Integrada por dos miembros por país, uno de los cuales era el Ministro
de Economía y otro un designado por el correspondiente Presidente de la
República, la Comisión Normalizadora Inició sus trabajos el 8 de julio
del mismo año, en el entendido de que duraría en sus funciones por un
período de seis meses, o menos si antes se restablecía el funcionamiento
del Consejo Centroamericano.
Resulta curioso observar que en los días Inmediatamente anteriores a la
instalación de la Comisión Normalizadora, se celebró en San José una
reunión conjunta de los Ministros de Economía de Centroamérica y del
Consejo Monetario Centroamericano, en la que se analizaron los problemas
cambiarlos de Costa Rica. Poco después se efectuó también la IV Reunión
de Ministros de Economía de Centroamérica en esa misma ciudad, y por
primera vez desde la existencia de la tantas veces mencionada Comisión
continuaron el estudio de "fórmulas tendientes á restablecer el
intercambio de Honduras con aquellos países con los que mantiene
relaciones y a viabilizar la reincorporación de dicho país al Programa
de Integración Económica", de acuerdo al mandato de la Declaración de
los Ministros de Relaciones Exteriores de Centroamérica firmada el 4 de
diciembre de 1969. Aún mas, en Reunión Extraordinaria de Ministros de
Economía, con participación de los cinco países, se procedió a nombrar
nuevo Secretario General de la Secretaría Permanente del Tratado General
de Integración Económica Centroamericana (SIECA), función que
jurídicamente corresponde al Consejo Económico Centroamericano (1).
(1) Nótese que los mismos ministros son los integrantes del Consejo
Económico, pero jurídicamente este no es lo mismo que la Reunión de
Ministros.de Economía de Centroamérica.
Como se expresó más atrás, al surgir el Comité de Alto Nivel como foro
de estudio, se determinó que la Reunión de Ministros de Economía tendría
a su cargo todo lo referente al finaneiamiento cotidiano del Mercado
Común. La Comisión Ad-hoc establecida en 1969 y la Comisión
Normalizadora creada posteriormente habían dejado de existir sin haber
logrado ni hacer volver a la "normalidad" la vigencia del Tratado
General, ni producir una reestructuración de la constitucionalidad que
permitiera retornar a un esquema de cinco a participación plena.
Roderíck Rainford
Resumen
Introducción
Tal como se halla hoy, la estructura institucional del
movimiento de integración regional constituido por la
Comunidad de! Caribe y el Mercado Común del Caribe
no fue creada a partir de un vacío absoluto al firmarse
el Tratado por el cual se estableció la Comunidad.
Ciertos aspectos críticos de dicha estructura institu
cional se hallaban enraizados en la voluntad interior
i) la Comisión de Aduana;
ii) la Comisión Permanente de Estadísticos del Caribe;
iii) la Comisión de Tarifas Aéreas;
iv) la Organización de Administradores Tributarios del
Caribe;
v) la Comisión de Funcionarios encargados de los Or
ganismos Nacionales de Planeamiento;
vi) la Conferencia sobre el Protocolo de Comerciali
zación Agrícola;
vii) la Conferencia sobre Aceites y Grasas;
Organizaciones no gubernamentales
regionales
Cualquier análisis detallado de la estructura institucio
nal del movimiento de integración de CARICOM sería
incompleto si no hiciera referencia a la repercusión
y el papel de las organizaciones no gubernamentales
(ONG). En efecto, es creencia general que una de las
principales ONG regionales, la Asociación de la Indus
tria y el Comercio del Caribe, tuvo gran influencia
al comienzo de la fase CARIFTA del movimiento de in
tegración; y muchas decisiones emanadas del meca
nismo institucional de CARICOM han sido influidas,
directa o indirectamente, por gestiones de las ONG
o por propuestas instrumentadas por ellas. En efecto,
ya hemos observado que hay dos puntos en la estruc
tura institucional central de CARICOM en los que se
ofrece a organismos no gubernamentales la oportuni
dad de influir en el proceso de decisión de CARICOM.
Aparte de esto, las ONG que trabajan dentro de la
región constituyen en muchos casos una parte impor
tante del medio operativo en que actúan líderes políti
cos y funcionarios nacionales y regionales, e influyen
así en la percepción con que éstos tratan los proble
mas de integración de CARICOM.
Instituciones no formales.
El impacto de las fuerzas sociales
Si bien este trabajo enfoca el cuadro institucional de
CARICOM, en el sentido del funcionamiento de sus
organizaciones formales, es pertinente aludir al papel
que desempeñan los patrones institucionales regiona
les en el sentido socioculturai; es decir, la evolución
de patrones estables y estructurados de comporta
miento a través de las fronteras nacionales a nivel
del pueblo, y que no necesariamente forman parte de
alguna organización formal. La doctora Rosina Wilt-
shire-Brodber explora este tema en un trabajo reciente,
en el cual esboza un camno fructífero para nuevas
investigaciones sobre !a experiencia de integración del
Caribe.
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—— Tendenci as
— de la reacción
Problem as
de la C om unidad _______ "