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MÁSTER EN CIENCIA DEL LENGUAJE Y LINGÜÍSTICA HISPANA

ANÁLISIS LINGÜÍSTICO DEL DISCURSO

Profesora: Laura Alba Juez


Alumna: Paloma Losada Romero
1ª actividad: UNIDAD 3: FUNCIONES DISCURSIVAS

REFLEXIONES Y TAREAS POSTERIORES A LA LECTURA:


a) Da ejemplos de tres actos de habla indirectos. Explica su significado.
Questo che é? (protesta)/ Animale (evasión)
Una amiga mía, de viaje por Italia, encontró que su habitación estaba infectada
con algún tipo de bichos. Cogió la almohada en la que estaban estos, bajó a recepción e
intentó protestar en su italiano básico: Questo che é?, a lo que el recepcionista
respondió simplemente: Animale.
El acto de habla de mi amiga utilizaba una pregunta retórica (forma
interrogativa) con una fuerza ilocutiva de crítica o reproche. Podría interpretarse como
una ruptura de la máxima de calidad (sé sincero), porque manifiesta un desconocimiento
que no es real. En el modelo de análisis de Searle se violaría esa misma condición de
sinceridad (el hablante sabe que tiene derecho a protestar y que eso es algo molesto para
él en esas circunstancias). Al ser evidente que el emisor conoce la respuesta, se espera
que el receptor infiera otro tipo de significado, que, en este caso, combinando el
enunciado con su conocimiento del mundo y de la situación, y seguramente apoyado por
el tono empleado por mi amiga, debería ser de protesta.
Al mismo tiempo, mi amiga comunica una visión del mundo en el que los
hoteles deben cumplir unas condiciones de higiene y el cliente tiene derecho a exigirlas.
Por otra parte, ese acto de habla (al menos en español) se asocia a situaciones en las que
el emisor está enfadado, se sitúa jerárquicamente en una relación de superioridad con
respecto al destinatario y cree que el receptor es consciente de que ha provocado algo
que no debería hacer. Según el concepto de cortesía de cada uno, puede considerarse
inapropiado para esa situación, entendiendo que la hablante reclama para sí misma una
autoridad que va más allá de la relación comercial en la que está inmersa.
Por otra parte, la aparente incomprensión del destinatario podría ser, y así lo
interpretó ella, una especie de burla o desafío (el hablante rechaza la protesta o bien la
forma en la que ha sido formulada). Cualquiera de las interpretaciones se produce al
violar la máxima de cantidad (no decir algo que es obvio) o las condiciones
preparatorias que se le suponen al hablante (su conocimiento del mundo). En cualquiera
de los casos, el malentendido puede haber surgido ante las diferentes representaciones
que los interlocutores se hacen de la distancia social pertinente para esa situación. Pero
también podría ser una muestra de los “puntos débiles” que algunos autores, según

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Barbara Johnstone, achacan a la teoría de los actos de habla, cuya pretensión de
universalidad deja fuera factores culturales o realizaciones diferentes en los distintos
idiomas. Esa expresión, válida como protesta en castellano, podría no serlo en italiano,
no en esa situación o al menos no con estas palabras.
¿Vienes a tomar un café? (propuesta)/ Acabo de tomarlo (excusa)
En realidad, igual que el caso anterior, se trata de dos actos indirectos que se
producen en un mismo intercambio. En este caso, el intercambio está muy condicionado
por la cortesía, por lo que las corrientes que estudian este fenómeno desde el punto de
vista lingüístico nos ofrecen el modelo más adecuado para su interpretación.

El primer enunciado es una interrogación con fuerza ilocutiva de sugerencia o


proposición. Se pregunta por las condiciones mismas del acto, y al formularlo así se
atenúa la amenaza a la imagen negativa del destinatario, enfatizando el respeto del
hablante hacia la libertad de su interlocutor para hacerlo o no. El segundo enunciado,
con forma asertiva, viola la máxima de relación provocando una implicatura de rechazo
a la propuesta. El rechazo constituye un acto amenazante de la imagen positiva del
interlocutor, ya que no se acepta su intento de afiliación, por lo que enunciar la causa de
la negativa sin expresar esta directamente también lo atenúa.

Tengo la máquina de corregir estropeada (negación)


Cuando mis alumnos me preguntan demasiado pronto si he terminado de corregir
sus exámenes (por ejemplo, al día siguiente), suelo responder con cara de pena “No, es
que tengo la máquina de corregir estropeada, así que tengo que corregirlos a mano”.
Mi enunciado es, evidentemente, una ironía, y como tal viola la máxima de
calidad, pues es obvio que no se corresponde con la realidad. Para que mis alumnos
capten mi intención utilizo el conocimiento del mundo que espero de ellos (no existen
máquinas de corregir y, aun existiendo, el formato de sus exámenes, basado en
actividades de comprensión y expresión, no se prestaría a ese tipo de corrección).
Además de la negativa, utilizo una forma de excusa (la fórmula “es que”, junto al hecho
mismo de justificar mi negación), que automáticamente queda invalidada por la
evidente falsedad de la aserción.
Al presentarlo de esta manera, pretendo no solo transmitirles que no he
terminado mi trabajo, sino también que tomen conciencia de la complejidad de la tarea
de la que me piden resultados, lo cual me exime de la necesidad de presentar excusas.
Enunciado en un tono seco o burlón podría suponer un cierto reproche ante su
impaciencia o ante su desconocimiento sobre mi trabajo, pero al darle un aire teatral
(con gesto y tono de disgusto ante la supuesta avería), se minimiza ese reproche
mediante el uso de un cierto humor, transmitiendo algo así como “entiendo vuestra
impaciencia, pero vosotros tenéis que entender que la corrección lleva su tiempo”.
Por otra parte, es posible que el uso de la ironía con los niños, muy frecuente en
entornos tradicionales (sobre todo a través de bromas, chistes y pequeños engaños…)
pueda también tener cierta intención, consciente o inconsciente, de entrenarles en la

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comprensión inferencial. De hecho, en el nivel más bajo (11-12 años), casi siempre hay
alguno que tarda un poco en comprender el sentido del enunciado, haciendo que los
compañeros que lo han interpretado en seguida manifiesten cierto “orgullo” por lo que
consideran una agudeza por su parte.

b) Mira el siguiente vídeo con una entrevista a Gabriel García Márquez luego de
haber obtenido el premio Nobel en 1982. “Entrevista a Gabriel García Márquez
(1982)”
1) Identifica las estrategias usadas por el periodista para sacar la información
que quiere, y por García Márquez para persuadir a la audiencia de la
verdad y valor de sus afirmaciones y creencias.
Antes de analizar las estrategias de cada uno de los participantes creo que es
conveniente situar la conversación en general: un aspecto que me parece importante es
que el entrevistador es español, y la entrevista probablemente sea emitida en un medio
de nuestro país. Creo que es importante porque el escritor parece muy consciente de sus
“raíces” y quiere transmitir, de alguna manera, su cultura, mientras que el entrevistador
está más interesado en la persona y en el escritor.
El periodista es solamente un intermediario entre García Márquez y la audiencia de
su programa. No sabemos si es el autor o simplemente el animador (utilizando la
terminología de E. Goffman), pero en todo caso sus intervenciones están
irremediablemente mediadas por lo que él (o el equipo del programa) cree que interesa a
la audiencia, y sus estrategias se orientan a ir guiando al personaje en los diferentes
roles que podrían interesar al público, en función de aquello que le ha dado la fama. En
este sentido, lo más llamativo a primera vista es el cambio en la forma de tratamiento,
que, al contrario de lo habitual, pasa de la forma de cercanía (tú) a la de cortesía (usted).
Comenzar por el tratamiento de cercanía podría tener como objetivo crear un clima
distendido y de confianza, pero el cambio posterior muestra que hay dos grandes
dimensiones del entrevistado de las que pretende obtener información: una más cercana
a lo personal (sus sensaciones ante el premio Nobel, sus preferencias y visión del
mundo, su familia), en la que la fórmula de cercanía sitúa a entrevistador y al
entrevistado en un eje horizontal (lo que tenemos en común, lo que somos como
personas); y otra más claramente pública (su trabajo como escritor). En este segundo
terreno el uso del tratamiento de cortesía funciona como una clave contextual que
evidencia el cambio de papeles: cuando se habla de la dimensión pública, el periodista
sitúa a García Márquez en la posición jerárquica superior que su prestigio literario le
otorga. El entrevistador muestra conocimiento del entrevistado al reservar el tratamiento
de cortesía para su labor propiamente literaria, a la que de esta forma da importancia por
sí misma, por encima de reconocimientos públicos como el Nobel (para hablar del
premio había escogido el tratamiento de cercanía).
Por otra parte, es interesante observar el uso de la deixis, alternando apelaciones
directas en segunda persona con preguntas más impersonales, o en una tercera persona,
que sitúan al personaje como representante de un grupo social más que como individuo:
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en tercera persona comienza la entrevista, con una pregunta muy general que presenta a
García Márquez no en su individualidad, sino como ganador relativamente joven del
premio Nobel (Gabriel, ¿cómo se ve el mundo con 54 años y un premio Nobel en el
bolsillo?). La fórmula apelativa (nombre de pila) y la expresión coloquial en el bolsillo
se orientan a crear un clima confortable de cercanía, mientras que la generalidad de la
pregunta y la tercera persona indican una cierta prudencia, como si no quisiera invadir
todavía la esfera más personal o imponer un tema demasiado concreto. Vuelve a utilizar
la tercera persona cuando encara el tema de la literatura, situando al autor como
representante del grupo de escritores (¿En ese sentido se puede decir…? /¿Cuál es el
proceso de creación …? /¿se sufre escribiendo, o es un placer?) y marcando el cambio
de la esfera privada a la pública del que hablábamos antes.
Huelga decir, pues es un rasgo propio del género periodístico, que las preguntas son
generalmente abiertas, de respuesta amplia, lo que se orienta a obtener respuestas
extensas y respeta la libertad del entrevistado para seleccionar lo que quiere expresar.
Alterna las interrogaciones parciales (¿cómo? ¿qué?) con propuestas de temas
(háblame de… ) y con afirmaciones que invitan a una confirmación más extensa, y que
suelen mostrar un conocimiento del entrevistado (tú siempre has dicho/ la que te
contaba las historias/tu madre pensaba que…/ usted es un escritor comprometido…).
Esta última fórmula resulta una muestra de reconocimiento (lo sitúa como persona
pública) e invita a cierta familiaridad, a que se sienta cómodo, dando un aire de diálogo
que rompe la estructura pregunta –respuesta, que resultaría más distante si fuese
exclusiva.
Aunque es él quien guía la entrevista seleccionando los temas a tratar, demuestra su
atención al entrevistado enlazando sus preguntas con lo que este ha dicho mediante
procedimientos anafóricos (en ese sentido/ eso depende /hablando de muertos/ lo que
decía antes de los amigos….). Además, esta estrategia oculta el sentimiento de
planificación, creando la ilusión de que el entrevistado participa en la selección de los
temas. Sin embargo, en la selección del tema que retoma, el periodista se esfuerza en
mantener la estructura basada en los roles del entrevistado que ha diseñado: así, al
comienzo de la entrevista (cuando hablan del Nobel) García Márquez intenta al menos
en dos ocasiones en derivar el tema hacia la cuestión política, finalizando su
intervención con expresiones imprecisas que en una conversación ordinaria llevarían a
una pregunta que pidiese alguna aclaración: algunas cosas en materia política …; lo
importante es lo que se pueda decir ... Sin embargo el periodista, que ha decidido dejar
este tema para el final, prefiere retomar cuestiones anteriores de las respuestas: la
privacidad, en el primer caso (Tu trabajo más importante siempre has dicho que ha sido
la preservación de tu vida privada), y las creencias personales, en el segundo (Tu
madre por ejemplo, hablando de muertos…) Cuando se ve en la obligación de pedir
aclaraciones, ya que la respuesta no iba por donde él quería utiliza una estrategia
mitigadora del desacuerdo: por ejemplo, la segunda pregunta: (¿pero pesa para bien o
para mal?) el marcador pero y el mantenimiento del referente mediante un
procedimiento de cohesión (la elipsis).

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Queda claro, pues, que la labor principal del periodista es orientar lo que Goffman
llama el “footing”, los roles con los que el escritor debe presentarse ante la audiencia, en
una determinada progresión: el ganador del Nobel y su privacidad, el hijo/nieto que
hereda una visión del mundo, el escritor y su ambiente, el hombre políticamente
comprometido. Para ganarse su confianza, utiliza su conocimiento sobre las creencias y
la vida del escritor, muestra atención retomando los temas y minimiza los posibles
desacuerdos.
En cuanto al entrevistado, habría que establecer primero de cuáles son las
principales afirmaciones o creencias que quiere transmitir en cada uno de esos temas o
roles que le va asignando su interlocutor. Por eso enlazaría esta parte de la pregunta con
la pregunta 3 (¿De qué manera construye su identidad el escritor de cara a su audiencia?
¿Crees que tiene éxito al hacerlo?), ya que considero que las estrategias que pueda
utilizar son una defensa de su identidad y, a través de ella, de la visión del mundo de la
que se considera portavoz.
- Con respecto al Premio Nobel y sus consecuencias en su vida, se sitúa en oposición a
otros ganadores y a la clase social que representa la ceremonia. Insiste en que lo que
le interesa es utilizarlo como una tribuna para dar a conocer la realidad de
Latinoamérica, por encima del reconocimiento o de las implicaciones personales
(sobre todo la fama) que pudiera tener, mostrándose como una persona más
interesada por lo social que por lo individual, por la justicia que por el prestigio.
- Con respecto a la familia, insiste en la influencia sobre su obra (integración de lo
sobrenatural, el lenguaje deslumbrante), situándola en el marco más amplio de la
tradición caribeña y presentándose a sí mismo como heredero de una tradición poco
conocida por la audiencia.
- Como escritor, enlaza con el tema anterior, ya que presenta su forma de escribir e
incluso el proceso de creación con ese entorno familiar y cultural (como una
actividad cotidiana en la que participan su familia, sus amigos, los primeros
lectores….) En relación con ello, se opone a los racionalistas (rechazando los
conceptos y clases, a los que antepone la experiencia, negándose a analizar
racionalmente su obra o sus creencias) y a un concepto de realismo en el que no tiene
cabida la realidad Latinoamericana a la que responde su obra.
- Con respecto a la política, presenta su compromiso como una obligación, un
imperativo que le viene impuesto dada la circunstancia social que le rodea, que cree
necesario y que está por encima de él.
Se diría pues que el hilo unificador de su discurso es convencer a una audiencia
europea de la validez de una visión del mundo que García Márquez siente, en cierta
manera, como incomprendida por la cultura occidental oficial. En muchas ocasiones
organiza su discurso en base a oposiciones: ellos/yo (otros ganadores del Nobel/yo, los
organizadores de la ceremonia del Nobel/yo, los críticos/yo, los franceses-
racionalistas/yo, otros escritores/yo). Para marcar la oposición, introduce a veces en su
discurso las voces de esos “enunciadores”, a los que opone la suya, mediante el uso del

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estilo indirecto (ellos [la gente de la Academia sueca]) aceptan que […] yo he tratado
de demostrarles […] /parece que mis argumentos no son muy convincentes; [un
crítico]decía que no podía entender cómo resultaban creíbles / yo puedo demostrar;
ellos no pueden creer que yo soy un escritor realista/ yo puedo demostrar; o de
presuposiciones como las abundantes negaciones(que presuponen una afirmación de
otro enunciador), por ejemplo: yo no quiero entender, yo me niego a tratar de
explicarme […]me niego a salir de ella.
Pero estas contraposiciones no se utilizan para afirmar su individualidad, ya que él
mismo se presenta como un portavoz de la tradición en la que insistentemente inserta su
obra, principalmente la de su clase social y la de su cultura (Yo soy simplemente un
observador de la realidad nuestra, una realidad para la cual tengo una sensibilidad
especial […] tengo una sensibilidad especial para este mundo en que nací, y es con esa
sensibilidad con la que yo trabajo). Creo también que es muy consciente de que tanto
esa clase como esa cultura no coincide con la de la audiencia potencial, que
presumiblemente serán europeos de cierto nivel cultural e interesados por su obra. Por
eso establece constantemente los rasgos de su obra que sabe valorados por el público (la
sorpresa ante la integración de lo real y lo sobrenatural, la fascinación por su
lenguaje…) como ejemplos o resultado de esa cultura y esa visión del mundo que quiere
dar a conocer y hacia la que pretende generar comprensión.
Al presentar su obra y su persona como resultado del contexto del que procede, no
es extraño que las estrategias que dominan su discurso sean las que están basadas en la
analogía, en la narración de historias de las que se extrae una conclusión, y que en
varias ocasiones opone a una concepción del mundo en la que dominan los conceptos o
las categorías. Frente a ese mundo de categorías y generalizaciones, él opone
argumentos basados prioritariamente en experiencias personales: no entienden que
personajes populares hablen como filósofos/ pero yo lo que sé es que mi abuela y
mucha gente en el Caribe habla así; yo no parto de un concepto, parto de una imagen).
Un párrafo muy representativo en este sentido es aquel en el que el periodista le
pregunta por la posible relación de tu obra con el orientalismo: yo no lo he estudiado,
yo prefiero basarme en la realidad nuestra/yo no quiero conocerlo racionalmente.
También cuando el periodista le pide una definición de amistad (concepto), desvía el
tema del conocimiento general hacia la experiencia: yo no sé qué es la amistad/ pero yo
no he perdido ningún amigo. Como se ve en los ejemplos anteriores, la estrategia
analógica le sirve también para recalcar la idea de que su obra es realista, frente a esas
voces que, según el escritor, parecen insinuar que no lo es.
En relación con esa estrategia analógica, se observa un predominio de estructuras
narrativas, incluso para temas en los que podría haber escogido una estructura
descriptiva, argumentativa o expositiva: por ejemplo, cuando le piden que hable de su
familia, comienza recordando su biografía (que ha vivido poco con ellos, cuándo los ha
dejado, cómo es el contacto actual…). Cuando le preguntan por el racionalismo, su
respuesta implica un hipótetico diálogo-discusión con los franceses (acción).
Especialmente interesante me parece la manera en que decide explicar el proceso de
escritura, también en forma narrativa, como una serie de acciones en las que, además de

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él, intervienen múltiples participantes, en una progresión que va de lo personal a lo
social: primero en él (cuando da la impresión de que no hiciera nada, una expresión
que me parece muy significativa), después en su familia, que marca los horarios,
continuando con los amigos y lectores de diferentes niveles. Finalmente, cuando habla
de la inspiración recurre a una personificación que la presenta, nuevamente, como una
acción (una “lucha” entre el tema y el escritor).
En las ocasiones en las que utiliza estrategias formalmente lógicas, se trata
generalmente de un discurso del tipo que Barbara Johnston llama “quasilógico”, con
forma lógica pero un contenido que no lo es: así en la “definición” de fama, con forma
de definición pero contenido experiencial ([la fama] es esto de que uno entra a
desayunar y se le enfría el café mientras firma autógrafos). En la estructura causal
siempre he pensado que el frac es de mala suerte porque la única que vez que vi a
alguien vestido de frac era un muerto, donde la causa se sitúa, nuevamente, en una
experiencia, la misma estructura con la que su madre justifica la creencia en el poder de
una vela porque los aviones no se caen cuando la pone (es decir, por su experiencia
personal y no por estadísticas). Las estrategias claramente lógicas solo son frecuentes
cuando presenta su postura política, en la que si utiliza estructuras causales (hay que
exigirle al escritor porque tiene una audiencia/ …en Latinoamérica es más apremiante
porque se necesita…) e hipotéticas (si no fuera latinoamericano) así como
cuantificadores globales (todo el que tenga conciencia)
En esa visión subjetiva y vivencial del mundo hacia la que pretende generar
comprensión, aparecen también en algunas ocasiones estrategias presentacionales, con
estructuras paralelísticas, a menudo graduales, y valoraciones orientadas a crear
simpatía: hacia sí mismo, en los periodistas: (conozco el trabajo de los periodistas, sé lo
que ellos quieren hacer, sé que les cuesta. su trabajo); hacia su clase: (no es ni siquiera
un traje nacional de ningún país, es un traje de clase, de una clase que no es la mía, a
la cual no he pertenecido y contra la cual estoy; hablaba un castellano
--extraordinario, lleno de arcaísmos, de imágenes deslumbrantes…; yo he consultado
toda su terminología, todos sus refranes…) hacia sus actitudes: (porque no quiero
conocerlo racionalmente, porque probablemente me perturbe, probablemente no tenga
razón ; Me niego a salir de ella, no tengo por qué salir de ella, me ha ido muy bien con
ella; da la impresión de que no hiciera nada, da la impresión de que estoy muy de
vago, pero estoy trabajando duramente en la preparación del libro). No son, sin
embargo, demasiado frecuentes ni demasiado marcadas, lo cual es coherente con la
audiencia potencial de un programa como este, así como con la actitud, más racional
que emotiva, con la que el público suele acercarse a un texto periodístico.
Esa misma condición de la audiencia podría determinar el predominio de un registro
formal (caracterizado por un léxico y unas construcciones variadas, precisas, con
subordinaciones…) y de un tono explicativo, moderado. A pesar de su insistencia en la
defensa de su origen regional, esta identidad no se manifiesta especialmente en su forma
de hablar: aunque mantiene los rasgos básicos (seseo, una cierta entonación y
pronunciación), el vocabulario y la gramática solo manifiestan su origen puntualmente
([ella] no está seguro, usando el adverbio en lugar del adjetivo, hablando de su madre, y

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poco más), lo cual podría suponer tanto un acercamiento a la audiencia (no americana) a
la que se dirige, como una consecuencia del registro formal, en el que los rasgos
dialectales suelen aparecer difuminados.
2) Identifica las funciones principales del discurso de García Márquez.
¿Encuentras algunas otras funciones secundarias? Justifica tu respuesta.
Roman Jakobson establece su visión de las funciones del lenguaje en base al
“elementos de la comunicación” que domina en cada caso. Su modelo permite dar
cuenta de la relación entre el discurso y los diferentes elementos (o más bien, la
representación de esos elementos) que nos hacemos al hablar, pero, tal como lo formula,
creo que hay aspectos que no quedan muy claros desde la perspectiva actual de análisis
del discurso, en el que intervienen simultáneamente todos los elementos: es imposible
hablar de algo (función referencial) sin posicionarse, en uno u otro sentido, ante aquello
de lo que se habla (función emotiva), sin hacerse una representación de la audiencia a la
que nos dirigimos (función conativa), o del contacto que establecemos con ellos
(función fática). Todos estos elementos influyen en el discurso simultáneamente en una
u otra forma.
En el caso de la entrevista que estamos analizando, por ejemplo, no sería fácil
determinar si predomina la función emotiva o referencial, ya que el referente del
discurso, al fin y al cabo, es el mismo emisor: el locutor se desdobla y funciona
simultáneamente como emisor/objeto del discurso, lo cual contribuye a difuminar las
fronteras entre ambas funciones.
En este caso, la perspectiva objetiva, referencial, viene dada por la posición externa
que intenta mantener el escritor, con ese predominio que ya he comentado de lo
narrativo, experiencial y externo. Ahora bien, si entendemos la función emotiva en un
sentido amplio, como “expresión de la actitud del hablante hacia aquello que dice”
(tomando literalmente la definición de Jakobson), vemos que lo referencial se combina
continuamente con expresiones valorativas de diferente tipo: en alguna ocasión se
refieren a la calidad, a una cierta valoración moral (aspectos positivos o negativos del
premio, lo importante de lo que pueda decir …), otras a sus impresiones personales
(especialmente cuando valora la figura de su abuela: sorprendente, extraordinario,
asombro, deslumbrante…), pero sobre todo referidas a la cantidad (a lo largo de toda la
entrevista se observan un gran número de cuantificadores: bastante, mucho, muy, tanto,
extraordinarimente, más, mejor…). La modalidad expresiva pura, que expresa sus
deseos y emociones, aparece con cierta sistematicidad cuando reafirma la base de su
obra en la realidad latinoamericana, por oposición al pretendido orientalismo (yo
prefiero, yo me niego, no quiero…).
A este respecto, es interesante observar que en, el terreno de las reflexiones y
observaciones generales, García Márquez suele presentarlas con un grado de seguridad
bajo, como opiniones o creencias (yo creo, creo que, no creo, siempre he pensado…),
reservando los verbos de conocimiento, que expresan seguridad sobre lo que dice, para
lo que es resultado de esa experiencia o bien de la observación directa, personal, de una
realidad concreta y cercana: sé-conozco el trabajo de los periodistas (porque él fue

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periodista); pero yo lo que sé es que mi abuela y mucha gente en el Caribe habla así;
puedo demostrar que detrás de todos, de cada línea de mis libros, hay un hecho real.
Esa seguridad hacia lo que dice se observa también, curiosamente, en los casos en los
que hace uso de la negación, posicionándose en contra, por ejemplo, de las clases altas
(una clase que no es la mía, a la cual no he pertenecido y contra la cual estoy), o de la
reflexión o análisis racional (Yo no explico, prefiero no entenderlo, no quiero
conocerlo, no tengo un concepto…). Solo hacia el final de la entrevista, cuando explica
el proceso de escritura y el compromiso político, aparecen con cierta frecuencia marcas
de modalidad deóntica, que expresan una necesidad o una obligación, a través de
perífrasis modales o enunciados impersonales (necesito que no me interrumpan; tuve
que volver al Caribe; el compromiso político tiene que ser; hay derecho a exigir, se
necesita). El contraste de estas expresiones de seguridad o de obligación,
cuantitativamente minoritarias, con las abundantes expresiones que indican opinión les
otorga a las primeras una fuerza especial, pues presenta esa seguridad como algo que el
emisor no establece “a la ligera”.
Otra manifestación de la actitud del hablante son las vacilaciones en la velocidad del
discurso: a menudo habla despacio, con pausas entre los grupos fónicos, al comienzo de
su intervención, en los temas en los que no se siente seguro o cuando está
reflexionando, y acelera el ritmo cuando está seguro de que será comprendido (bien
porque se presenta como resultado de lo anterior, bien porque es algo que ya conocen o
de lo que ya está seguro, probablemente por haberlo respondido en otras entrevistas).
La función conativa pura, tal como la formula Jakobson, apenas aparece en el
discurso del escritor, ya que en ningún momento se dirige directamente a la audiencia e
incluso las referencias en segunda persona al periodista son puntuales (al comienzo de
varias de sus respuestas, para retomar la pregunta). Sin embargo, como ya hemos visto
al hablar de las estrategias que utiliza, la idea que él se hace de su audiencia determina
fuertemente la relación que establece entre los temas, el registro que escoge, los tonos
que emplea y la manera en la que se presenta a sí mismo en la entrevista. Cabría pues,
nuevamente, ampliar el concepto de función conativa hacia el análisis de la manera en
la que, en palabras de Barbara Johnstone, el destinatario “configura el discurso y a la
vez es configurado por él”.
La función metalingüística, lógicamente, tiene cierta importancia al ser uno de los
temas fundamentales su trabajo con el lenguaje. Cuando la aplica al lenguaje de su
abuela aparece entremezclada con la función emotiva, ya que está plagada de
expresiones valorativas en un sentido positivo, y es más referencial cuando habla de su
propio proceso de escritura, cuando las valoraciones, sin estar ausentes, son menos
frecuentes y se refieren más a la cantidad que a la evaluación. También se puede
observar, de alguna manera, en algunas vacilaciones que muestran la selección de la
palabra exacta por parte del emisor: sé-conozco; yo siempre pe… daba la impresión; en
el que yo explicara-tratara de contar… o las vacilaciones en la velocidad que ya hemos
comentado.

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La función poética aparece puntualmente, como ya se ha comentado al hablar de las
estrategias presentacionales.
Podemos decir, pues, que en el discurso de García Márquez se combinan en
proporciones similares la función referencial (dar a conocer su persona, su obra, su
contexto y su visión del mundo), emotiva (transmitir sus actitudes hacia aquello de lo
que habla) y conativa (convencer a la audiencia de la validez de lo que dice y acercarla
a la comprensión de su contexto y de su persona), siendo más puntuales las
manifestaciones de otras funciones.

3) ¿De qué manera construye su identidad el escritor de cara a su audiencia?


¿Crees que tiene éxito al hacerlo?
Creo que esta cuestión ha sido ya bastante desarrollada al hilo de las reflexiones
anteriores: a lo largo de la entrevista, García Márquez enfatiza una visión de sí mismo
que es resultado de una identidad social, de la influencia de la realidad externa en la que
ha vivido, y consecuentemente muy asentado en esa realidad. Hemos comentado ya que
en bastantes ocasiones afirma esa identidad frente a otras que posiblemente considera
más cercanas a la audiencia (los miembros de la Academia Sueca, los pensadores y
críticos europeos, otros escritores…). Es interesante observar también los grupos en los
que se integra, con respecto a los cuales se recalca su fidelidad y su influencia en sus
actitudes y creencias. Ya al comienzo de la entrevista se presenta como miembro del
grupo de periodistas, lo que determina un respeto hacia su trabajo. En el resto de la
entrevista, se presenta continuamente a sí mismo y a su obra como producto de sus
experiencias familiares y sociales, vinculadas al Caribe. Su familia determina su visión
del mundo y su forma de escribir, a su vez esa forma de hablar es extensiva al Caribe.
Por ello estar en el Caribe, en su casa, es imprescindible para escribir, e integra a su
entorno en el proceso de producción de un libro que describe. El entorno es también
determinante en su compromiso político (no por inclinación propia, sino como
necesidad derivada de la realidad latinoamericana). Sin embargo, en medio de un
discurso basado en creencias y opiniones, si se manifiesta firme en la defensa de su
identidad de clase (una clase a la que no pertenezco y contra la cual estoy, marcando
con fuerza el verbo final), de origen y cultura (me niego a salir de ella, me ha ido muy
bien con ella…) y en su compromiso político.
En mi opinión, García Márquez acierta al utilizar su obra y su persona como un
puente hacia la valoración del mundo latinoamericano. Él, junto a muchos escritores de
su generación, consiguieron en gran medida que varias generaciones de la clase culta
occidental miraran con respeto y admiración a un territorio que, en otras épocas y otros
aspectos (político, económico, geoestratégico…) no ha recibido la misma valoración. Es
razonable pensar que ese grupo social al que se dirige, en el que además
estadísticamente predomina un sector ideológico cercano a su pensamiento político, sea
el que presumiblemente muestre interés por esta entrevista, y García Márquez maneja
muy adecuadamente las coordenadas en las que ese tipo de audiencia se mueve: genera
identificación al utilizar los rasgos de su obra que conocen, los grupos sociales con los

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que ideológicamente simpatizan y la reivindicación social desde una perspectiva
pacífica, de actitud moderada. Al mismo tiempo, pone en evidencia las diferencias
(racionalismo/experiencia) que generan incomprensión, y reclama con serena firmeza el
reconocimiento de su identidad cultural. También me parece muy adecuada la
construcción de su identidad en esa oscilación que la presenta como personal o subjetiva
(con la abundancia de expresiones de opinión o creencia) frente a la rotundidad en la
afirmación o negación de aspectos clave, esenciales y no negociables, que, como ya he
dicho, otorga fuerza y autoridad a sus afirmaciones.

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