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NO ME TORTUREN MÁS
Soy viento, soy llovizna, soy arena (59)
otro. Y es que los hombres, distintos de los demás “mamíferos”, somos capaces
de sentir placer dando muerte a otros hombres.
Dueña de una notable sensibilidad, Alcira nos ofrece una poética
apasionante, en la que se pregunta constantemente por el sentido de la ausencia,
del cuerpo y de la muerte. Sus palabras son intensas como puede ser el color rojo
de la sangre:
2
La norma básica es que se acentúa cuando equivale a todavía y no se hace cuando equivale a
incluso. Se trata de un adverbio que puede poseer distintos valores. Por el contexto oracional (del
verso) adoptamos el significado temporal, como la continuación de algo comenzado en un tiempo
anterior.
Páez, Juan. (2013) "Lo humano en la poética de Alcira Fidalgo." En: La literatura del Noroeste Argentino:
reflexiones e investigaciones. Volumen III. Directoras: Massara, Liliana; Guzmán, Raquel; Nallim, Alejandra.
San Salvador de Jujuy: Editorial EdiUnju. Pág. 37-44.
Aquí, al poema, “he traído la tierra que más quiero”. Se arrastra “atrapada
en los ojos” y “enredada en el pelo”, la voz guarda la unión casi como un secreto
“entre esas montañas”. Es el espacio externo de “cerros” y “montañas” el que se
interioriza. Desde esta perspectiva, el cuerpo funciona como medio, como frontera
entre el ser y el mundo3. Por lo tanto, la unión entre lo externo y lo interno es
posible porque el cuerpo los comunica, unión imperceptible como la fibra de un
tejido -textil u orgánico- que sólo la poesía es capaz de sostener.
Para vivir, la voz recorre antiguos senderos de un espacio interiorizado,
porque en él guarda “la leve fibra” que la “une a la vida”, frágil como la vida, por
eso nos procuramos cuidados.
Los “tarcos” “florecen” “en noviembre” a pesar de los “ríos secos” que
transitan su cuerpo. Éste nuevamente es un espacio: un “largo territorio” donde
“Crecen montañas,/ caen piedras,/ rumorea el monte”. Espacio que se constituye
“aquí adentro”. Es llamativa la presencia del “huracán”. Esta vez la figura de lo
masculino irrumpe, “sacude” ese paisaje íntimo, “mi arboleda”, dirá la voz poética.
Sin embargo, eso que pareciera alterar el orden se limita sólo al interior, porque
“Afuera está la piel/ en tensa calma”. La antítesis aquello que se muestra y aquello
que se experimenta interiormente, realza la fuerza del poema. Algo no se va de
control, la voz permanece en aparente “calma”. La presencia de lo masculino la
desestabiliza hasta la contradicción antitética: una atmósfera erótica, de allí el
control y no la desmesura en las palabras.
Roland Barthes en su libro El susurro del lenguaje (1897) nos dice que
Brillat Savarin señaló, en el plano de la comida, la distinción entre necesidad y
deseo4. El hambre, en el plano de la comida, es la necesidad, mientras que el
apetito es el deseo. Asimismo dicho autor nos acerca una clasificación del apetito:
el primero, llamado natural, es el que pertenece al orden de la necesidad; el
3
Según Ma. Isabel Filinich (2003), “el cuerpo ocupa un lugar central en el acto perceptivo: es el
punto de mediación –a través de la sensibilización- entre la exterioridad y la interioridad”. (p. 79).
4
Roland Barthes sostiene que “el placer de la comida exige, si no el hambre, al menos el apetito”
(p. 300).
Páez, Juan. (2013) "Lo humano en la poética de Alcira Fidalgo." En: La literatura del Noroeste Argentino:
reflexiones e investigaciones. Volumen III. Directoras: Massara, Liliana; Guzmán, Raquel; Nallim, Alejandra.
San Salvador de Jujuy: Editorial EdiUnju. Pág. 37-44.
El poema se inicia con una pregunta. Existe una ambigüedad en tanto que
la pregunta esté dirigida a sí misma o a una tercera persona. La imagen de “las
manos” que “han quedado vacías” sugiere el juego presencia/ausencia: algo había
en ellas que ha sido arrebatado. Los sentidos se mezclan entonces “el corazón”,
Páez, Juan. (2013) "Lo humano en la poética de Alcira Fidalgo." En: La literatura del Noroeste Argentino:
reflexiones e investigaciones. Volumen III. Directoras: Massara, Liliana; Guzmán, Raquel; Nallim, Alejandra.
San Salvador de Jujuy: Editorial EdiUnju. Pág. 37-44.
que corresponde al sentido de la vista, “es una fruta amarga”, que corresponde al
gusto. La sinestesia permite decir lo indecible porque “no alcanza” la palabra “para
hablarte” de tu propia ausencia. Algo se arrebató, por eso la “tristeza” por eso “el
corazón es una fruta amarga”.
La voz asume un nombre “Alcira” y entonces nuevamente la pregunta “¿qué
harás ahora?” instaura la circularidad: el último verso será también el primero. Y
entonces, el nombre que se reafirma en cada retorno. La enumeración de las
partes del cuerpo no es como el caso anterior que señalaba el camino del deseo,
esta vez son “manos” “vacías” “ojos” que “se secan”, “el corazón” “amargo”: esa
carga valorativa en los adjetivos en complicidad con el verbo montan una escena
de “tristeza” y terror.5 Entonces la voz se nombra y se pregunta, porque frente a la
ausencia de las respuestas, nadie sabe cómo actuar y resuena el eco de los
demás nombres:
A modo de conclusión.
5
Sugerimos la lectura de la etimología de la palabra “tristeza” que realiza Ivonne Bordelois en su
libro Etimología de las pasiones.
Páez, Juan. (2013) "Lo humano en la poética de Alcira Fidalgo." En: La literatura del Noroeste Argentino:
reflexiones e investigaciones. Volumen III. Directoras: Massara, Liliana; Guzmán, Raquel; Nallim, Alejandra.
San Salvador de Jujuy: Editorial EdiUnju. Pág. 37-44.
Bibliografía.