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La presentación de la persona en la vida cotidiana

Goffman, Erving

Nepsi Beatriz García

Apoyado en la analogía entre una representación teatral y


la vida diaria, Goffman revela la dualidad existente entre lo que
somos y lo que queremos que los demás crean que somos. El
autor enmarca su trabajo en un ámbito sociológico, pues su
interés es estudiar la interacción humana de acuerdo con
características que ofrecen “un marco de referencia aplicable a
cualquier establecimiento social concreto, ya sea familiar,
industrial o comercial” (p.11). Relata en forma particularmente
amena, los casos producto de autorizadas investigaciones
propias y de otros sociólogos. Sin embargo, no duda en admitir
que ha tomado también crónicas informales escritas por
“individuos pintorescos”. Su intención fue escribir “una especie
de manual” dedicado a los estudiosos de casos de la vida social
institucional.

En el prólogo de su obra, escrito por el mismo autor, y en


la introducción que califica de “abstracta”, Goffman delínea
algunos conceptos básicos de su trabajo. En primer lugar define
los términos interacción y encuentro como la influencia recíproca
de un individuo sobre las acciones de otro cuando se
encuentran ambos en presencia física inmediata (p.27). Un
concepto fundamental es el de actuación considerado como la
actividad total que desplega un individuo para lograr cierta
influencia sobre los demás participantes de la interacción.
Continuando con su analogía, denomina a quienes interactúan
con el participante como audiencia, observadores o
coparticipantes y a la pauta de acción la llama papel o rutina.

En el primer capítulo desarrolla su concepto de actuación.


Explica el impacto del papel del actuante en la confianza de la
audiencia. Marca una diferencia entre el actuante “sincero” que
cree en la impresión que fomenta su actuación en contraposición
del “cínico” que no confía en sus propios actos ni le interesa
realmente lo que los demás crean de él.
Aquí también afirma siguiendo a Park (1950), que cada uno
de nosotros desempeña un rol para la cual usamos una máscara:
“esta máscara es nuestro sí mismo más verdadero, el yo que
quisiéramos ser” (31). Se refiere a la conformación de la utilería
que acompaña a la actuación como una “fachada˝. También
concibe como parte de la fachada formal al vestuario, a las
pautas del lenguaje e incluso, a las expresiones faciales y a los
gestos corporales. Estas fachadas trascienden lo particular y
pueden volverse colectivas en instituciones que albergan a un
numeroso grupo de personas como clínicas, restaurantes y
colegios.

Abunda en referencias a los trabajos realizados por sus


colegas sociólogos para referirse en este primer capítulo a la
realización dramática y a la idealización, ambas relacionadas con
las expectativas que el participante genera con su actuación ante
el auditorio. Así mismo, explica que el rol que desempeñamos los
individuos comunes forma parte de un patrón social
estandarizado, que aunque carezca de una teoría expresa, es
asumido por los participantes en la interacción. Cita a Sartre
(1966) sobre el poder de la sociedad en cuanto es capaz de
aprisionar a un hombre en determinado tipo de actuación.

En el segundo capítulo Goffman aborda la función que


despliegan los equipos. El hecho de participar varias personas
posibilita la presencia de engaños, de traiciones y
especialmente, de la caída de las máscaras cuando el equipo
pasa al escenario posterior, es decir, detrás de bastidores.

Seguidamente, se dedica a explorar las regiones y la


conducta. Aquí denomina región anterior al lugar donde se
realiza la actuación. Diferencia la conducta de las personas de
acuerdo con las normas de cortesía y de decoro, las cuales
dependerán de los modales y de la apariencia exigidos en la
región. Estas normas de adaptan a los objetivos que se plantea
la institución social para quien una determinada actuación de sus
miembros condiciona el éxito o fracaso de sus metas.

Entre secretos profundos y secretos estratégicos, Goffman


presenta su cuarto capítulo. Destaca la importancia de la
información que los actuantes guardan y controlan para evitar
situaciones embarazosas. Clasifica los roles que los actuantes
desempeñan de acuerdo con su función. Es así que habla de
“los individuos que actúan; los individuos para quienes se actúa
y los extraños que no actúan en la representación ni la
presencian” (p.154). Estos roles también dependen de la
información disponible para quienes los desempeñan. Incluso,
Goffman señala que la manera como denominamos a quienes
consideramos miembros del equipo o a quienes forman parten de
auditorio, marca el ser considerado miembro de los endogrupos o
de los exogrupos. En el ámbito del análisis del discurso Teun
Van Dijk desarrolla estas nociones llamándolas “ingroup” y
“outgroup”.

En el quinto capítulo el autor habla sobre la comunicación


impropia, es decir, sobre la “información incompatible con la
impresión mantenida oficialmente durante la interacción” (p.183).
Goffman menciona cuatro categorías de comunicaciones
impropias: el tratamiento de los ausentes, las conversaciones
sobre la puesta en escena, la connivencia del equipo y el
realineamiento de las acciones. Al final de este capítulo,
comenta sobre la necesidad humana de someter a prueba ante
un auditorio ese sí mismo que todos poseemos y de relajarnos
detrás del telón con un equipo de compañeros con quienes es
factible establecer connivencias íntimas.

El arte de manejar las impresiones es el título de la sexta


parte de la obra de Goffman. En ella se dedica a analizar los
casos en los que una indiscreción o una inconveniencia del
actuante pone en peligro o transmite impresiones inadecuadas al
auditorio, desvirtuando o debilitando la personalidad que alega
tener, es decir, su imagen. Con frecuencia las descripciones
ocasionan una nueva escena, pues el actuante debe sortear de
alguna manera la situación imprevista que se ha presentado. En
casos como éste, es posible que el actuante se forme una
imagen negativa de sí mismo, sobre todo cuando su actuación
inconveniente revela alguna debilidad que siempre ha mantenido
enmascarada.

Como conclusión, Goffman puntualiza la relación entre la


personalidad, la interacción y la sociedad. En ese sentido,
menciona nuevamente la relevancia que tiene para el individuo el
concepto de sí mismo como proyección de su individualidad, de
su equipo y del grupo social al que pertenece. Señala además,
que el marco de referencia de las investigaciones realizadas
depende de la cultura, aunque existen ciertas reglas generales a
todos los seres humanos. Los individuos no se preocupan por el
problema moral de cumplir con las normas sociales, sino por
aparentar que en efecto cumple con ellas. Al final abandona el
lenguaje analógico acerca del teatro y confiesa que su estudio
atañe a la estructura de las interacciones sociales en la vida
cotidiana.

La presentación de la persona en la vida cotidiana de


Erving Goffman se ha convertido en una fuente inacabable de
aportes para los analistas del discurso y de la conversación,
como Brown y Levinson, Kerbrat – Orecchioni, Cots, Jacques,
entre otros, quienes basan sus investigaciones en aspectos
tomados de este interesente y ameno libro.

_____________
Goffman, Erving (1989) La presentación de la persona en la vida
cotidiana. Buenos Aires: Amorrortu Editores. 273 pp. ISBN 950 – 518
– 129 – 9

Referencias

Beattie, W. (1950) The Merchant Seamasa. Informe inédito de


Licenciatura. Universidad de Chicago, Departamento de
Sociología.

Blau, P. (s/f) Dynamics of Bureacracy. Tesis de Doctorado,


Columbia University, Departamento de Sociología.

Goffman, E. (1953) Communication Conduct in an Island


Community. Tesis inédita de Doctorado, Universidad de
Chicago, Departamento de Sociología.

Ichheiser, G. (1949) Misunderstanding in human relations


(Suplemento de American Journal of Sociology) p.6-7.

Journal of Educational Sociology XXV. Entrevista con un maestro


citada por Becker, H “Social class Variations in the teacher –
pupil relationship”.

Kroeber, A. L. (1952) The nature of culture. Chicago: University


of Chicago Press.
Park, R.E. (1950) Race and Culture Glencoe, I 11: The Free
Press.

Sansom, W. (1956) A contest of ladies Londres: Hegarth.

Sartre, J. P. (1966). El ser y la nada. Buenos Aires: Losada.

Taxel, H. (1953) Authority structure in a mental hospital ward.


Tesis inédita de Licenciatura, Universidad de Chicago,
Departamento de Sociología.

Volkart ed. (1951). Social Behavior and Personality Contribution


of W. I. Thomas to theory and social Research. Nueva York:
Social Science Research Council.

Waller, W. The rating and dating complex en American


sociological Review II. P – 730.

Whyte, W. F. (1946) When workers and customers meet. Nueva


York: Mc Graw–Hill.

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