You are on page 1of 4

El mito de Atis y Cibeles es de los más complejos, ya que existen diferentes versiones y algunas de ellas

contradictorias.
Cibeles parece ser en este tema la única diosa que existe por sí misma ya que no había tenido madre, pues
ella era la excepcional “Gran Madre”; la que por ello recibía culto en toda la región de la costa del Egeo,
desde tiempos inmemoriales.
Herodoto(no demasiado fiable), Ovidio y Timoteo de Eleusis mencionan este mito en sus obras. Pero quien
realmente instituyó estos misterios, fue el sacerdote Anobio quien parece ser estaba influenciado por
fuentes hititas, el cual nos cuenta.
“Zeus loco de amor y deseo hacia Cibeles, tuvo un sueño erótico, y en el orgasmo su esperma cayó en la
tierra de Argos. Al cabo del tiempo en la tierra fertilizada por el dios, creció una criatura hermafrodita,
llamada Agdistis, extremadamente libidinosa, tanto con lo femenino como con lo masculino.
Como castigo por sus pecados (¡mira quien fue ha hablar!) los dioses decidieron castrarlo, y al final fue
Dionisio quien se encargó de hacerlo. Vigiló a Agdistis viendo que siempre iba a beber agua a la misma
fuente y transformó esa agua en vino, así que una vez borracho, lo ata y le corta los genitales con una
piña???????
De la sangre vertida nace un almendro, y un buen día Cibeles en su paseo ve los preciosos frutos y come de
él quedándose embarazada. Así es como da a luz a Atis. Avergonzada lo abandona en el bosque donde el
niño es adoptado por un macho cabrón (en el buen sentido de la palabra)
Después de muchas vicisitudes y gracias a todos los elementos de la naturaleza, el muchacho se hace
hombre, y se convierte en un hermoso pastor. Es tan llamativa su belleza, que el día que Cibeles lo ve, se
enamora al instante, el chico, se deja querer, y mantienen relaciones sexuales sin adivinar su parentesco.
La relación entre ellos continúa nunca mejor dicho “divinamente” hasta el día que él le dice que está
prometido a la hija del rey Midas de Pesinunte, y se ha de casar.
Nuestra diosa se siente rechazada, marcha furiosa y no vuelve a entrar en escena hasta el día de la boda,
loca de celos. (No olvidemos que es una diosa-madre agraria y por lo tanto relacionada con ritos de
fertilidad).
Su llegada provoca erecciones en todos los componentes de sexo masculino allí presentes, y al sentirte
impotentes de deseo y no pudiendo desfogarse con tamaña divinidad, comienzan a emascularse cortándose
los genitales. Ni el mismo Atis puede evitarlo, amputándose sus órganos sexuales bajo un pino, donde
muere desangrado. Posteriormente ese árbol se divinizará. Loca de dolor al haber provocado
inconscientemente la muerte de su amado, Cibeles se amputa los pechos, de su sangre surgirán violetas.
Hay también otra versión de la historia donde Atis es muerto por un jabalí, que desde entonces es
considerado impuro, muriendo desangrado igualmente bajo el pino. Personalmente, me inclino por la
primera por motivos que veremos más adelante.
La desolación de Cibeles al ver la vorágine de sangre causada, y el dolor por la muerte de su amante, la hace
postrarse ante Zeus suplicándole la resurrección de su amado.
El rey del Olimpo accede, pero de una manera un tanto retorcida, ya que su divina voluntad, convierte a Atis
en poco más o menos que un “zombi” al cual le crecen los cabellos y únicamente puede mover el dedo
meñique(¿alegoría del pene?) confinado en su tumba en Pesinunte, por lo menos es lo que nos cuenta
Pausanías. Según la versión de Arnobio, el sexo de Atis es enterrado como después se hará en los rituales

1
comparando a Atis con el trigo y la emasculación con la siega.
Hasta aquí la leyenda, la cual creo necesaria a la hora de entender los ritos con los cuales seguiremos.
Aquí es donde entran en escena “Libros Sibilinos”, una colección de oráculos, atribuidos a la Sibila de
Cumas. En la antigüedad clásica, se conocía con el nombre de sibila a una mujer de gran sabiduría
poseedora del don de la profecía, las sibilas realizaban oráculos y habitaban lugares considerados sagrados
o mágicos. Estos libros estaban guardados en el templo de Júpiter en Roma y eran consultados en
situaciones muy especiales, escritos en griego en hojas de palmera.
Su custodia estaba encomendada a un colegio de sacerdotes; en circunstancias graves para el Estado, el
Senado decretaba que se consultasen los libros Sibilinos para conocer los procedimientos por los que debía
propiciarse la voluntad de los dioses.
En el año 205 a.C., se han de consultar esos libros debido a la guerra con Aníbal. El oráculo aconseja llevar a
Roma la piedra negra (betil) que simboliza a Cibeles.
La piedra que representa a Cibeles nos llega desde Pesinunte (Frigia, más o menos la actual Turquía) y se
instala provisionalmente en el templo de la Victoria, hasta que en el año 194 AC se le construye su propio
templo en el Palatino, siendo la primera religión de las llamadas mistéricas que llega a Roma.
Considerado como culto orgiástico, en un primer momento fue controlado por la aristocracia, ya que los
pretores lo consideraban “bárbaro”. Sólo en época de Claudio se pudo celebrar conjuntamente con el de
Atis.
Aunque Plutarco nos dice que los sacerdotes de Artemisa en Grecia ya celebraban castraciones públicas y
exigían este ritual para poder oficiar, no es hasta la llegada de Cibeles cuando tenemos documentos que lo
demuestren.
Únicamente los castrados podían servir a la diosa, y los sacerdotes denominados “Galli” de los cuales no
sabemos si los llamaban así porque eran procedentes de la Galia, por el gorro frigio que llevaban (como los
pitufos) o procedían de una tribu gaélica afincada en Frigia.
No todos los castrati eran iguales, había diversos niveles:
Galos, sin pene ni testículos
Spadones, sin testículos
Thalasia, castración por aplanamiento.
Los ciudadanos romanos tenían prohibida la castración, por lo tanto su culto estuvo muchos años en mano
de orientales, hasta que una reforma de Antonino Pío introduce la figura del Archigalli, personaje romano
cuya castración era substitutoria y que asumía el control total del culto
Los escandalosos rituales para acceder a los misterios de Cibeles que tanto horrorizaban a los romanos
básicamente eran dos:
El Taurobolio y la Emasculación.
El Taurobolio:
Etimológicamente, Taurobolio significa caza del toro con red. En un principio parece ser que este rito
formaba parte de la iniciación del culto a Mitra (del cual hablaremos más adelante) y se trataba de un
bautismo de sangre.
El iniciado se introducía en una cavidad subterránea bajo una madera con orificios (sanguinis fossae) sobre
la cual se sacrificaba un toro. La sangre caliente del animal sacrificado se colaba por los orificios
impregnando la piel y la ropa del iniciado que se encontraba en el foso. El cual creía que este baño de

2
sangre re purificaba y renacía (in aeternum renatus) e incluso ese bautismo de sangre recibido por el devoto
podía curar enfermedades e incluso prevenir la muerte
Acostumbraba ha realizarse cada 20 años, en los cuales acostumbraba a renovarse los votos del iniciado
hacia la diosa coincidiendo con su festividad, durante los festivales de abril, en los cuales el galli, bailaba
por las calles de roma con los sonidos de los auloi y tamborines vestido con ropajes femeninos.
El precio de este ritual era muy elevado, ya que incluía el precio del toro, matarifes y ofrendas posteriores
que se harían a la diosa, así que durante mucho tiempo se creyó que el culto a Cibeles era solo para
privilegiados que podían sufragar el gasto de tan costosa ceremonia, pues no, las investigaciones han
demostrado que una especie de orden mendicante, llamada metragyrtai se encargaba de solicitar limosnas
para costear el ritual de todos aquellos que queriendo participar en sus misterios, no se lo pudiesen costear.
Los más humildes tenían también otra alternativa válida, el “Criobolio” en el cual en vez de sacrificar un toro
se sacrificaba un cordero, lo cual parece ser también era una alternativa válida.
Emasculación:
Como hemos comentado anteriormente, los oficiantes habían de ser emasculados. Los “sanguinis dies”
festividad de Atis, se cree eran los momentos escogidos para llevar a cabo el ritual de la alación de los
genitales. Celebrado el 24 de marzo, “Dies Sanguinis, Sanguem o Sanguis”, era el día de la sangre. Los fieles
gritaban, se golpeaban, azotaban y herían, hasta que su sangre era vertida. El derramamiento de su sangre
recordaba las heridas de Agdistis y Atis, de las que nacieron el granado y las violetas. Tenía el valor
simbólico del renacimiento de la vida.
Una vez consumado el rito de la emasculación, se vestía a los iniciados con ropas femeninas en recuerdo al
hemafroditismo de Agdistis. Los testículos amputados se depositaban en un recipiente llamado “cernus o
kernos” una ancha crátera de arcilla en la que tanto se podía encender lumbre, como portar la ofrenda. Una
sacerdotisa llamada “kemofora” era la encargada de perfumar estas “ofrendas” revestirlas de preciosas telas
para dejarlas después en el altar del Vaticano, un pequeño templo que se alzaba en lo que hoy es la basílica
de San Pedro.
Con la introducción del Archigalli, las “ofrendas” pasan a ser testículos de toro o cordero
Culto público:
Estas festividades mistéricas, que son una repreducción dramática del mito, se pueden dividir en dos
grandes celebraciones:
Las fiestas de Atis.
Las Megalesia.
Las fiestas de Atis:
Se celebraban del 15 al 27 de Marzo, y en ellas se reproducía simbólicamente su pasión.
Prohibidas hasta la llegada al poder de Claudio, comenzaban el día 15 con la procesión de la “canoforia”, en
la que los sacerdotes de Cibeles, portaban cañas cortadas de las orillas del río Almo, donde se creía que la
diosa, se había refrescado a su llegada a Roma. Seguidamente se inmolaba un toro de unos 6 años de
características especiales para propiciar la fertilidad de los campos. El poeta cristiano Prudencio
(Peristphanon 11, 1006-50) habla de él. El animal se inmolaba sobre el taurobolio, donde se situaba quien
debía sacrificarlo. La sangre rociaba al ejecutador y constituía para él una purificación del pecado y una feliz
promesa de salvación. Se salpicaba al sumo sacerdote con la sangre. Después de la aspersión, éste se
exhibía ante los fieles, quienes le adoraban, puesto que ya había sido purificado. entrando a continuación

3
en el templo de Cibeles del Palatino, seguido por la procesión, en un determinado ritual llamado “canna
intrat” que conmemoraba la salvación del río de Atis niño.
El día siguiente, comenzaba un periodo de 9 días de recogimiento y abstinencia sexual, los “castus díes”, en
los cuales también se practicaba el ayuno, el cerdo, pescado, pan, granadas, o el vino, estaba rigurosamente
prohibido.
El día 22 de Marzo, tenía lugar la “dendròphoria” y la fiesta del arbol “intrat”.
El más alto cargo del colegio de los “dendróphors”(portadores del árbol) escogían un pino en los alrededores
de Roma. Una vez hecha su elección, sacrificaban un cordero bajo él, luego lo cortaban llevándolo en
procesión hasta la ciudad. La procesión recorría las calles entre cánticos, lamentos y lloros de los fieles.
A su llegada al Palatino, se envolvía en lana roja y guirnaldas color lila, cayado de pastor, se introducía al
interior del templo, y se ornaba con instrumentos musicales como flautas, timbales, címbalos… y con una
figurilla del dios mismo engalanada también de violetas, para ser expuesto a la adoración pública.
Los documentos informativos sobre la iniciación cibélica son escasos. Encontramos alguna información en
los textos de Salustio, pero el más contrastado, pese al filtro antipagano del cristianismo, es el testimonio
de Clemente de Alejandría, que en sus libros “Propecticus” y “El pedagoga” critica abiertamente las doctrinas
mistéricas.
Deducimos de estos textos que el iniciado pasaba por una muerte ritual, denominada “moritorius”, e incluso
parece ser que era enterrado en una especie de nicho durante un espacio de tiempo indeterminado. Pasado
este tiempo recibía el nombre de “renatus” u se le alimentaba con leche, como a un recién nacido.
Pasado este ritual introductorio, se le daban unas determinadas instrucciones y pasaba por unas ceremonias
de purificación y unas pruebas, de las cuales no tenemos constancia actualmente.
Cuando llegaba el día escogido (supuestamente por la diosa) y después de superar las fases, comenzaba el
banquete ritual con música, comida y bebida en abundancia. Posteriormente, el aspirante era introducido en
el aposento sagrado donde tenía lugar la Hierogamia, o sea, la unión carnal con la diosa (imaginariamente,
o bien con alguna sacerdotisa)
A partir de ese momento el fiel se convertía en iniciado, poseedor de los misterios y seguidor de la diosa,
pero habiendo practicado la hierogamia don la diosa, había cometido una especie de incesto, ya que Cibeles
es la madre de Attis. Únicamente podía expiar su culpa con un castigo ejemplar.
Así durante los “sanguinis dies” durante las fiestas de Atis, los fieles más fervorosos se amputaban sus
pecadores genitales en ofrenda a la diosa. En el éxtasis de las procesiones, podían hacerlo en cualquier
sitio, si un emasculado sangrante llegaba a la puerta de cualquier vivienda, el dueño tenía que
responsabilizarse en su cuidado y curación. A veces podía suceder que la casa estuviera vacía, o bien sus
dueños ausentes, así que puesto que nadie más que el propietario tenía semejante obligación, el fervoroso
fiel, se desangraba en la puerta hasta morir. Los que decidían no amputarse, los sustituían por genitales de
animales.
El Taurobolio, no tenía nada que ver con la iniciación, solo era un sacramento de renovación de fe cada 20
años, donde se conmemoraba el nacimiento místico del fiel, que reiteraba sus votos mediante la sangre
derramada, simbolizando la unión entre el individuo y la divinidad.
La iniciación era un acto abierto a todos los seguidores.

You might also like