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Psicología y su historia

Kurt Danziger

En contraste con la posición de Robinson (historiador), Dazinger no considera a la psicología


como un tema de gran antigüedad.
Historiografía de la psicología: como una disciplina académica, con un importante brazo
profesional y una considerable importancia cultural que tiene sus orígenes a finales del S.
XIX. No obstante, el autor considera que la Psicología urde sus raíces en la antigua Grecia.
Historiografía en psicología: Hace referencia a historias parciales sobre por ejemplo, las
pruebas o test psicológicos. En este abordaje las raíces premodernas suele no ser
considerado, pues la psicología es considerada como un producto de los tiempos modernos.
Aun cuando existen temas de interés sistemático que lo son mucho antes de que hubiera
departamentos académicos o asociaciones profesionales comprometidas con una disciplina
llamada psicología: por ejemplo, aspectos de la visión y de memoria. Sin embargo, desde
esta perspectiva estos temas no serían un asunto de interés de la Historia de la
psicología.
Algunos textos sobre la historia de la psicología aceptan la fragmentación de la psicología
como un hecho ineludible y exploran las diversas historias de los fragmentos. Son historias
de psicología en la medida en que se limitan a la historia de temas estudiados dentro del
marco institucional y las normas científicas de la psicología moderna.
Por supuesto, las psicologías recientes no surgieron en un vacío histórico. El proceso de su
aparición forma parte de la historia de las subdisciplinas, como la psicología del desarrollo,
la psicología social y la psicología industrial, o es la historia de las investigaciones en temas
específicos, como la percepción, la memoria y la inteligencia. Estas son todas historias
particularistas.
Pregunta el autor: ¿Puede la historia de la psicología ser algo más que una colección de
estas historias particularistas? ¿Existen entidades o atributos unificadores con un historial
identificable más allá de esta colección? De hecho, puede haber dos:
1) El proceso de profesionalización: que involucra las actividades de organizaciones
profesionales, regulación de la formación, desarrollo de estándares de investigación
e intervención, los mecanismos de comunicación interdisciplinarios, las relaciones
con otras disciplinas. Se trata del aspecto sociológico de la disciplina.
2) La creencia de que bajo el paraguas de la disciplina hay detrás un conjunto de
preocupaciones humanas muy antiguas. Se trata de un núcleo inmutable, un
objeto unificador que siempre ha estado allí para ser reconocido.
Diferencias entre historiografía “en” o “de”
La inclusión del texto "sobre el Alma" de Aristóteles en la historia de la psicología moderna
es un ejemplo de Historiografía en Psicología, por cuanto la razón por la que se incluye es
porque los contenidos de los que trata son de interés para la psicología moderna: como la
sensación y la memoria. Sin embargo, el concepto del "alma" de la que trata el texto está
por fuera de la psicología moderna. En ese sentido, puede ser considerada esta distinción o
contraste entre el objeto de la psicología moderna y el interés de Aristóteles como un
elemento de la Historiografía de la psicología.
Un aspecto crítico de esta transformación implicaba un cambio fundamental en el
significado de "psique". En la tradición aristotélica, la psique se entendía en términos de
una metafísica de la materia y la forma, donde la psique era lo que daba forma a la materia
inanimada. La psique no era un atributo específicamente humano, aunque el alma humana
difería en ciertos aspectos de las almas de los animales y las plantas. En la Europa del siglo
XVII, el lugar de la psique es tomado por la mente humana individual. La mente y el cuerpo
tienen influencia entre sí, aunque la naturaleza de esa influencia permaneció abierta al debate.
Sin embargo, la nueva metafísica proporcionó un objeto potencial de
conocimiento, un objeto que eventualmente proporcionaría un enfoque para una nueva
disciplina, la psicología.
En cuanto a la mayoría de las disciplinas modernas, este fue un proceso gradual que fue en
gran parte parte de la reconstrucción del conocimiento posmedieval. El marco aristotélico
de las doctrinas medievales no se destruyó de la noche a la mañana, y solo en el siglo XVIII
se cristaliza un marco completamente diferente para organizar y perseguir el conocimiento.
Surgió un nuevo objeto: una mente específicamente humana, de la par con una nueva
forma de evaluar las afirmaciones de conocimiento con respecto a este nuevo objeto: la
evidencia de la autoobservación. Aunque la confianza depositada en la evidencia
introspectiva se vio sujeta a la crítica del Kant y otros, no era el estado empírico de la
introspección lo que estaba en cuestión, sino su confiabilidad como base para una ciencia
exacta.
En este contexto la "psicología" constituyó un cuerpo de conocimiento sistemático, con
fundamento empírico, que podría distinguirse de otros campos del conocimiento y que
podría ser enseñado y practicado. Había un discurso psicológico académico pero no
una comunidad psicológica porque todavía no había psicólogos. Nadie que
participó en la enseñanza y el discurso de la psicología hizo una carrera de la misma.
A principios del siglo XIX, el nuevo sujeto había adquirido una historia. Comenzó
con los bibliógrafos que distinguían lo que ellos consideraban textos psicológicos de otras
subcategorías de la literatura filosófica. Esto fue seguido por construcciones retrospectivas
de una historia para un sujeto que solo recientemente se había identificado como tal.
Escribir la historia de una disciplina es establecer cómo es la disciplina.
Cada especialidad es presentada a sí misma como una entidad coherente preocupada
por los problemas humanos que existieron fuera del tiempo histórico. Esto puede
llevar a la idea absurda que hace que Aristóteles sea considerado el primer psicólogo, el
primer antropólogo y uno de los primeros sociólogos, economista y así sucesivamente. La
historia se convierte en una forma de "colonizar el pasado" para superar el
hecho incómodo de que las distinciones entre las ciencias humanas son
construcciones sociales muy recientes.
Instalar a Aristóteles como el primer psicólogo, digno de un lugar preeminente en la historia
de la psicología, claramente implica mucho más que pequeñas diferencias de opinión entre
especialistas. Implica puntos de vista específicos sobre la naturaleza de la
psicología y su relación con su historia. Incorpora afirmaciones sobre lo que es
la psicología, o, más exactamente, lo que debería ser. Porque la afirmación de
que la psicología tiene una misión seguramente no es un hecho sino una
declaración normativa. La idea de una misión para la psicología proporciona un terreno
hipotético común que le dé a la disciplina una coherencia imaginaria que luego puede
ilustrarse con una historia particular que comienza con Aristóteles.
La noción de "misión" de la psicología ofrece un marco atemporal que permite
establecer una equivalencia directa entre las formulaciones aristotélicas y modernas de
ciertas preguntas y conceptos. La historia puede mostrar discontinuidades, pero ciertos
conceptos fundacionales siempre disponibles, se proponen para recordarlos u
olvidarlos de vez en cuando. Es un eco de una venerable noción idealista de la
historia que ofrece a la psicología la coherencia que tanto se quiere, pero que
es tan difícil de encontrar, en su encarnación real como una colección de subdisciplinas
mínimamente conectadas.
En el siglo XIX la tradición historiográfica presentaba a la psicología como una entidad
transhistórica agrupada alrededor de conceptos y preguntas particulares que existían
fuera del tiempo histórico. Dichas historias proporcionaron a la nueva disciplina una
profunda historia intelectual y afirmaron su reclamo cada vez más prominente de afiliación
a las ciencias naturales. Las ciencias de la naturaleza se dedicaron al descubrimiento
de principios universales que eran independientes del tiempo histórico humano.
Como ciencia de la naturaleza, la psicología adquirió una historia de verdades
atemporales.
En los países de habla inglesa ese enfoque se vio facilitado por el hecho de que, a
diferencia de Alemania, los textos del siglo XVIII que proporcionaron gran parte del
lenguaje para la psicología del siglo XIX e incluso del siglo XX ignoraron el término
"psicología" pero emplearon el término " ciencia de la naturaleza humana" para
referirse a un campo más amplio que incluía doctrinas sistemáticas sobre la mente
humana, como las de la asociación de ideas y el concepto de" atención". Bajo el paraguas
de la filosofía moral, las doctrinas de la mente como naturaleza humana se trasplantaron a
América del Norte y tuvieron una influencia perdurable en ciertas características de la
psicología estadounidense.
Entre las ideas heredadas de la "ciencia de la naturaleza humana", ninguna era más
importante que el concepto de la naturaleza humana misma. Este concepto continuó
sirviendo como "una categoría a priori ... un atemporal dado" que constituyó el
objeto común de numerosas investigaciones y especulaciones. La existencia
natural, ahistórica, del objeto de toda esta atención científica no estaba abierta a la duda.
Sin embargo, cualquier caracterización de la naturaleza humana siempre fue
normativa en su alcance.
Los historiadores de la psicología han dejado de pretender que existe una coherencia
y unidad básica de la disciplina cuyos orígenes se remontan a los tiempos
antiguos. En cambio, han aceptado la realidad fragmentada de la disciplina y han
explorado la historia diversa de los fragmentos.
Los historiadores de la psicología han documentado los hitos que marcan los caminos que
condujeron al establecimiento de estos enlaces, caminos que generalmente eran diferentes
en diferentes países.
¿Qué condujo a mantenerla cuando estaba amenazada su existencia? Algunas respuestas a
estas preguntas se encuentran en los contextos sociales, políticos y económicos más amplios
dentro de los cuales se produjo la formación de la disciplina.
Una línea de investigación que exige la atención de los historiadores en la
disciplina se refiere a los aspectos sociopolíticos de la disciplina: la interacción de
diversos intereses profesionales, la historia de rivalidades y alianzas disciplinarias, la
comercialización de productos disciplinarios y otros asuntos similares. Pero la
importancia de este tipo de factores radica en que alude a formas particulares
de ver, categorizar, registrar y manipular aspectos del mundo que son
considerados objetos apropiados de la obra, objetos psicológicos.

Como ejemplo de lo que tal historia podría implicar, es el caso del lenguaje de la
disciplina, un factor que es absolutamente necesario para que la disciplina exista y
permanezca. Sin una comunidad de miembros intercomunicados, no hay disciplina, y sin la
disponibilidad de herramientas de lenguaje apropiadas, tal comunidad no se formará. No
puede haber objetos comunes de análisis y discusión, y menos proyectos de investigación
conjuntos, a menos que exista un mínimo de acuerdo sobre la forma en que se representan
e identifican los objetos de interés compartido en el lenguaje de la disciplina o subdisciplina.

Sin embargo, un idioma siempre funciona como algo más que un conjunto cerrado
de piezas en un juego de comunicación. Las muestras más importantes del discurso
intradisciplinario tienen una referencia crucial a los objetos en el mundo más allá de ese
discurso. Los términos de un lenguaje identifican diferentes partes de un
complejo referencial, distinguiéndolo de otras partes y categorizándolo.

El lenguaje categórico que constituye el objeto de las comunidades disciplinarias


es, como todo lenguaje, de carácter histórico. Sin embargo, para las categorías más
generales, estos términos tienen raíces históricas en el uso anterior, en un tiempo anterior
a la existencia de la comunidad disciplinaria.
En las ciencias humanas, su lenguaje especializado continúa penetrando en el
lenguaje de la vida cotidiana, términos como trauma, represión, autoestima,
introversión, nivel de aspiración y disonancia cognitiva proporcionan algunos ejemplos.
Cada uno de estos términos tiene una historia dentro de la disciplina y una
historia fuera de ella, y a menudo esta última comienza antes de que existiera
la disciplina.

Los términos que identifican las categorías más generales de la psicología, como
"inteligencia", "emoción", "motivación", "cognición", "conciencia", "memoria", también
tienen una historia que está abierta a exploración y cuestionamiento.

Las continuidades históricas en el uso de ciertos términos (en la antigüedad y en la


modernidad) a menudo se ven eclipsadas por profundas discontinuidades en el uso y la
comprensión de categorías particulares. La "memoria" que evocaban los monjes medievales
para describir su inmersión meditativa en textos sagrados no era la "memoria" para la cual
los manuales de retórica romanos ofrecían entrenamiento, y ninguno de ellos tenía mucho
en común con lo que Ebbinghaus pretendía investigar. Las categorías que finalmente
llegaron a ser de interés psicológico siempre operaron dentro de un contexto
de prácticas sociales particulares y requisitos sociales. Los cambios históricos en
estos requisitos implicaron cambios en prácticas particulares y en la comprensión de los
objetos a los que fueron dirigidos. Resulta, por ejemplo, que las prácticas
mnemotécnicas y la mnemotecnología, dirigidas a la memoria interna y
externa, respectivamente, acompañaron la categoría de "memoria" a lo largo
de su larga historia. Las prácticas sociales dirigidas a la memoria van más allá de
las mnemotécnicas en el sentido estricto e incluyen el mantenimiento de
diarios, escribir autobiografías, hacer confesiones, usar inscripciones textuales e
icónicas, entre otras. Todas estas prácticas tienen una historia en la que la historia
conceptual de la "memoria" está profundamente arraigada. Los experimentos de
memoria psicológica constituyen una práctica social relativamente reciente y
novedosa dirigida a este objeto, y, como es de esperar, están asociados con
cambios adicionales en las concepciones de "memoria".
Entre las categorías que ahora se usan para identificar a los sujetos en la investigación
psicológica, muy pocas tienen la antigüedad que tiene la memoria. Muchos no son más
antiguos que la disciplina moderna en sí misma y constantemente se están proponiendo
nuevas categorías. En el curso de su historia reciente, la psicología y sus disciplinas
aliadas no solo han dado un nuevo significado a los conceptos antiguos, sino que
también han creado nuevos fenómenos mediante la construcción de nuevas
definiciones y distinciones, inventando nuevas descripciones y creando
conjuntos de datos previamente imposibles. Cuando esto sucede, existe un área
nueva de inteligibilidad como objeto de nuestra atención, juicio, intervención,
especulación e incluso medición.
Cuando se observa la propia disciplina, uno no encuentra los objetos eternos "grandes
cuentas unificadas", sino conceptos individuales, estructuras con historias
específicas que requieren un historicismo local.
¿Y qué encontramos si echamos un vistazo a la disciplina que conocemos? Encontramos un
conglomerado de diversos grupos de interés agrupados en torno a diversos
objetos de estudio y práctica profesional, gobernados por una gama de normas
científicas y hablando idiomas especializados de inteligibilidad mutua muy
limitada. Es esta variedad la que proporciona el punto de partida para la historiografía en
psicología.

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