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Delegación legislativa
Concepto

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La delegación legislativa presenta perfiles no claros debido a la variedad de


supuestos a los que tal instituto se refiere. En un sentido amplio aludiría a toda
autorización o habilitación que una ley otorga al Gobierno para dictar normas. Desde esta
premisa y siguiendo a García de Enterría la delegación legislativa se refiere no sólo al caso
de que se autoriza al Gobierno para dictar normas con rango de ley -es el supuesto
reconocido en nuestra Constitución- sino también cuando la norma delegada resultante
conserva su rango reglamentario. Se trata de un concepto amplio de reglamento admitido
por la jurisprudencia del Tribunal Constitucional y para sostener esta tesis se apoya en la
Sentencia del Tribunal Constitucional de 5 de mayo de 1982.
García de Enterría clasifica de esta forma la delegación legislativa atendiendo a tres
supuestos distintos. El primero que sería el de delegación legislativa recepticia y se
plasmaría en el dictado de textos articulados de leyes de bases y textos refundidos; el
segundo que serían los casos de remisión normativa, esto es, cuando le ley reenvía a una
formación ulterior elaborada por la Administración y que complementa la ordenación que
la propia ley establece. Y por último estaría la deslegalización.
Santamaría Pastor cuestiona que pueda referirse la remisión normativa y la deslegalización
a la delegación legislativa pues introduce confusión ya que desde el punto de vista de
nuestro derecho positivo, se lleva el concepto de delegación legislativa más allá de los
supuestos previstos en la Constitución tal y como más abajo se expone a propósito del
artículo 82 y en todo caso porque hablar de delegación respecto de esos supuestos no es
acertado. El dictado de un reglamento no se hace en virtud de delegación alguna, sino de
una potestad propia ex artículo 97 de la Constitución. En cuanto a la deslegalización, no hay
delegación alguna, sino la privación de leyes anteriores de su resistencia a que sean
innovados por reglamentos.
Nuestra Constitución recoge el primero de los supuestos de delegación legislativa en el
artículo 82.1 CE al señalar que «las Cortes Generales podrán delegar en el Gobierno la
potestad de dictar normas con rango de ley sobre materias determinadas no incluidas en
el artículo anterior» referido a las materias cuya regulación debe hacerse mediante ley
orgánica. En los párrafos sucesivos regula cómo debe hacerse tal delegación -mediante ley
de bases y textos refundidos- y en ambos casos se dice que la delegación implica una
autorización hecha por ley.
De lo anterior se deduce que por delegación legislativa debe entenderse la colaboración
entre el legislador y la Administración por el cual el legislativo, apoderado para ello por la
Constitución, se sirve del poder normativo de la Administración a la que autoriza para que
concluya o lleve a término una iniciativa legal comenzada por el legislativo y formulada a
grandes rasgos o bien para que realice una labor de refundición de varios textos legales
que regulan una misma materia. Así entendida la delegación legislativa constituye una
excepción al monopolio legislativo de dictar normas con fuerza de ley.
Esta técnica permite ampliar el poder normativo de la Administración puesto que las
normas que dicte mediante esa delegación del legislativo no serán reglamentos, sino
normas con rango formal de ley. Se trata, por lo demás de una técnica en alza, fruto no sólo
de la creciente "motorización legislativa" sino de la complejidad de las materias llamadas a
ser reguladas por ley. Esta complejidad hace que lo propio del legislativo sea fijar los
grandes trazos de una materia, de forma que su concreción es lo que se delega en la
Administración y es lo que permite que el debate parlamentario se centre en las líneas
maestras de una determinada materia. En este caso esa delegación legislativa se efectúa a
través de las llamadas leyes de bases de forma que lo que se encomienda al poder
normativo de la Administración es la formulación concretada y desarrollada de esas bases
en forma de textos articulados de leyes de bases.
Otra forma de delegación legislativa es el supuesto en que el legislador encomienda -
delega- a la Administración que reúna en un solo texto una normativa con rango de ley
preexistente, de forma que la refunda en un solo texto. En este caso la norma resultante
recibe el nombre de texto refundido.
En ambos casos la Administración se convierte en legislador excepcional y su intervención
supone una excepción al principio de separación de poderes en cuanto que implica una
participación de un poder -el ejecutivo- en el poder normativo de otro, el legislativo. Las
normas resultantes de la delegación y colaboración tienen fuerza de ley. La
excepcionalidad radica, obviamente, en que esa norma con rango formal de ley no ha sido
aprobada en sede parlamentaria. En este sentido la delegación legislativa no supone una
transferencia de poder legislativo a la Administración, sino que se trata de un
aprovechamiento de ese poder normativo de la Administración, plasmado en su potestad
reglamentaria, pues la Administración al dictar esos textos normativos lo hace habilitada
por el legislador y siempre dentro de unos límites trazados por él. Habría verdadera
transferencia si la Administración recibiese en blanco plenos poderes legislativos. Se
explica así que la norma por la que se aprueba bien sea un texto articulado de ley de
bases o un texto refundido reciba el nombre de "decreto" legislativo.
La Sentencia del Tribunal Constitucional 54/1982 señaló, interpretando este precepto, que
"las Cortes Generales, en cuanto representantes del pueblo español, titular de la soberanía,
son las depositarias de la potestad legislativa en su ejercicio ordinario (artículos 66 y 1.2 de
la Constitución Española), no obstante lo cual la propia Constitución autoriza al Gobierno
para que dicte normas con rango de Ley, bien por delegación de las Cortes (Decretos
legislativos) o bien bajo la forma de Decretos-leyes en otros determinados supuestos que
aquí no interesan (artículos 82 y 86 de la Constitución Española). El ejercicio por parte del
Gobierno de la potestad de dictar normas con rango de ley previa delegación legislativa
está sometido a unos requisitos formales contenidos en el artículo 82 de la Constitución
Española que tienden a delimitarlo, encuadrándolo en un marco necesariamente más
estrecho que aquel en el que se mueven las Cortes Generales en cuanto órgano legislador
soberano".

NATURALEZA
ÍNDICE
Siguiendo a Santamaría Pastor, para explicar la
naturaleza de la delegación legislativa, se apuntan varias > NATURALEZA
teorías. La primera explica que la norma resultante tiene > REQUISITOS DE LA DELEGACIÓN
fuerza de ley acudiendo a la teoría de la representación LEGISLATIVA
o mandato entre el legislativo y ejecutivo, teoría esta
> DELEGACIÓN LEGISLATIVA Y
abandonada precisamente porque en el ámbito civil el
COMUNIDADES AUTÓNOMAS
contenido de la representación ha variado y si ya no se
concibe como una transferencia de poder del > LA POTESTAD NORMATIVA DE
representado al representante sino como un negocio LA ADMINISTRACIÓN EN LA LEY
jurídico en el que los actos del representante son suyos 39/2015
pero aniden en el representado, "parece obvio -concluye
este autor- que la idea de representación no aporta nada para explicar la técnica de la
delegación".
Otra teoría es la de la transferencia de potestad por cuanto el legislativo transfiere al
ejecutivo la potestad legislativa, de ahí que las normas dictadas gocen de fuerza de ley. Esta
teoría tiene como punto débil la indisponibilidad de las potestades públicas atribuidas a un
Poder por la Constitución. Como corrección de esta teoría surgieron dos explicaciones: una
que entiende que se transfiere el ejercicio de la potestad pero no la titularidad y otra
entiende que no se transfiere potestad alguna: el gobierno la tiene y su uso se activa en
virtud de la autorización del legislativo.
Por último está la teoría mayoritaria que explica la delegación legislativa entendiendo que
obedece a un fenómeno de habilitación o apoderamiento. El legislador abre al ejecutivo la
posibilidad de actuar en ámbitos inicialmente le están vedados por existir reserva de ley. Esto
hace que la delegación legislativa responda a la misma razón que los reglamentos, los
decretos legislativos y la deslegalización. Lo peculiar de los decretos legislativos (artículo 85
de la Constitución), en cuanto normas con fuerza de ley, radica en la "asunción anticipada -
dice García de Enterría- que el legislador hace de la norma elaborada por el Gobierno en
virtud de la delegación, prestándola su propio rango". A su vez esta asunción se explicaría
acudiendo a la técnica del reenvío recepticio y otra es la declaración de voluntad per
relationem. Lo primero implica que el autor de la norma reenviante asume el contenido de la
propia norma y según la segunda las partes de un contrato se remiten a lo que decida un
tercero para decidir el contenido del contrato.
Concluye Santamaría Pastor diciendo que la delegación legislativa se explica en nuestro
ordenamiento sobre la base de que nuestra Constitución reconoce dos centros de producción
normativa -legislativo y ejecutivo; ley y reglamento-, de forma que la ley puede regular una
materia con mayor o menor extensión o profundidad, dejando o no al reglamento la
regulación de aspectos no esenciales. Es el legislador quien decide la extensión y concreción,
luego quien habilita al ejecutivo para concretar. En todo caso "la adquisición por la norma
gubernamental de los caracteres propios de la ley parlamentaria no es efecto de una
asunción anticipada por el legislador del contenido de ésta, sino mera consecuencia jurídica
de un precepto constitucional; los decretos legislativos poseen rango o fuerza de ley no
porque el legislador asuma ex ante su contenido, sino simplemente porque la Constitución lo
impone".

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REQUISITOS DE LA DELEGACIÓN LEGISLATIVA

Se regula en los artículos 82 a85 de la Constitución, de manera que según el artículo 82.2 CE
la delegación legislativa se otorga de dos formas: mediante una ley de bases cuando su
objeto sea la formación de textos articulados o por una ley ordinaria cuando se trate de
refundir varios textos legales en uno solo.
Son requisitos de la delegación legislativa otorgada al Gobierno:

- Que se haga de forma expresa, para materia concreta y con fijación del plazo para su
ejercicio.

- La vigencia de la delegación alcanza al uso que de ella haga el Gobierno mediante la


publicación de la norma correspondiente.

- No cabe delegación legislativa presunta o implícita ni por tiempo indeterminado.

- No cabe la subdelegación a autoridades distintas del propio Gobierno.

- Si se hace por leyes de bases, se deberán delimitar con precisión el objeto y alcance de la
delegación legislativa y los principios y criterios que han de seguirse en su ejercicio.

- Si se autoriza la refundición de textos legales, se determinará el ámbito normativo a que se


refiere el contenido de la delegación, especificando si se circunscribe a la mera formulación
de un texto único o si se incluye la de regularizar, aclarar y armonizar los textos legales que
han de ser refundidos.

- Sin perjuicio del control jurisdiccional, las leyes de delegación pueden establecer en cada
caso fórmulas adicionales de control.
- Si se trata de leyes de bases no se puede ni autorizar la modificación de la propia ley de
bases ni facultar el dictado de normas con carácter retroactivo.

- Por último, si una proposición de ley o una enmienda fuere contraria a una delegación
legislativa en vigor, el Gobierno está facultado para oponerse a su tramitación. En tal
supuesto, podrá presentarse una proposición de ley para la derogación total o parcial de la
ley de delegación.

DELEGACIÓN LEGISLATIVA Y COMUNIDADES AUTÓNOMAS

Antes del proceso de reforma estatutaria iniciado con el Estatuto valenciano y catalán, la
práctica totalidad de los estatutos recogían la autorización a favor de sus Parlamentos
remitiéndose a lo establecido en el artículo 82 de la Constitución, salvo pequeñas
especialidades como, por ejemplo, la prohibición de delegar normas que hayan de dictarse en
virtud del artículo 150.1 de la Constitución.
Hoy día el Estatuto de Autonomía de Cataluña, reformado por Ley Orgánica 6/2006, de 19 de
julio, prevé en su artículo 63.1 LO 6/2006 como regulación específica que no puede ser objeto
de delegación legislativa la reforma del Estatuto (en consonancia con los artículos 81 y 82.1 de
la Constitución) ni las leyes de desarrollo básico, salvo que se delegue el establecimiento de
un texto refundido, la regulación esencial y el desarrollo directo de los derechos reconocidos
por el Estatuto y por la Carta de los derechos y deberes de los ciudadanos de Cataluña y el
presupuesto de la Generalitat. Otro límite concreto es que la delegación se agota cuando el
gobierno está en funciones.
En un sentido parecido al catalán se pronuncia el Estatuto de Autonomía de Andalucía
(artículo 109 Ley Orgánica 2/2007, de 19 de marzo). Otro Estatuto que regula esta materia es
el de Asturias (artículo 24 bis de la Ley Orgánica 7/1981) tras su reforma por Ley Orgánica
1/1999, de 5 de enero, el valenciano (artículo 44 LO 1/2006) tras su reforma por Ley Orgánica
1/2006 de 10 de abril y el aragonés (artículo 43 LO 5/2007) modificado por Ley Orgánica
5/2007, de 20 de abril.

LA POTESTAD NORMATIVA DE LA ADMINISTRACIÓN EN LA LEY 39/2015

En el concreto ámbito administrativo, cabe señalar que el Título VI de la Ley 39/2015, de 1 de


octubre, del Procedimiento Administrativo Común de las Administraciones Públicas, hace
referencia a la iniciativa legislativa y a la potestad normativa de las Administraciones Públicas
recogiendo los principios a los que ha de ajustar su ejercicio la Administración titular y
haciendo efectivos los derechos constitucionales en este ámbito.
Concretamente, el párrafo tercero del artículo 127 de la citada Ley 39/2015 establece que "el
Gobierno de la Nación podrá aprobar reales decretos-leyes y reales decretos legislativos en
los términos previstos en la Constitución. Los respectivos órganos de gobierno de las
Comunidades Autónomas podrán aprobar normas equivalentes a aquéllas en su ámbito
territorial, de conformidad con lo establecido en la Constitución y en sus respectivos
Estatutos de Autonomía"

Recuerde:
• Por delegación legislativa debe entenderse la colaboración entre el legislador y
la Administración por el cual el legislativo, apoderado para ello por la
Constitución, se sirve del poder normativo de la Administración a la que autoriza
para que concluya o lleve a término una iniciativa legal comenzada por el
legislativo y formulada a grandes rasgos o bien para que realice una labor de
refundición de varios textos legales que regulan una misma materia.
• La delegación legislativa se otorga de dos formas: mediante una ley de bases
cuando su objeto sea la formación de textos articulados o por una ley ordinaria
cuando se trate de refundir varios textos legales en uno solo.

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hace 2 horas

Aunque dentro de la unidad familiar


no se incluya a los menores en
régimen de acogimiento, la Ley del
Impuesto prevé la aplicación del
mínimo por descendientes a
aquellas personas que por razón
de tutela o acogimiento estén
vinculadas al obligado tributario
asimilándolos así, a sus
descendientes.

¿Es posible presentar decla


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