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Antístenes

(Unknown - Unknown)

Antístenes

Antístenes

Filósofo griego, fundador de la "Escuela cínica"

"Primero maniático que voluptuoso"

Antístenes

Nació en Atenas en el año 444 a.C. Aunque su padre había nacido también en Atenas, se vio
impedido de obtener la ciudadanía ateniense porque su madre era una esclava tracia.

Con veinte años participó de la batalla de Tanagra. Fue alumno del sofista Gorgias y se inició en los
misterios órficos. Enseñó la Sofística y la Retórica, pero cuando oyó a Sócrates, se declaró uno de
sus más fieles discípulos. Según relata Platón en el diálogo Fedón, fue uno de los que
acompañaron a Sócrates en la celda en el momento de su muerte.

Fundó una escuela en el Cynosasgos (sepulcro del perro) para los atenienses que no eran nobles
cerca del templo de Hércules, a las afueras de Atenas. De allí proviene el nombre de su escuela:
Cínica (= "de Los Perros"). Diógenes Laercio dice que el mismo Antístenes solía llamarse a sí mismo
Aploción, perro manso. Sus enseñanzas eran las de un sofista, con la diferencia de que no
consideraba a la disputa una preparación para la formación intelectual sino una preparación para
la vida virtuosa. Creía que la felicidad era alcanzable sólo a través de la virtud, por ello
recomendaba la vida sencilla olvidando los placeres mundanos rechazando el culto a las
divinidades paganas, censuraba el arte y la literatura, condenaba el lujo y la comodidad, alababa el
trabajo duro y afirmaba que el conocimiento sólo se consigue mediante exactas definiciones.

El cinismo fue vivido y propagado por Antístenes, Diógenes de Sínope y los discípulos de Zenón de
Cetium, el fundador del estoicismo. Pertenecen también a la escuela Bion de Borístenes (siglo III
antes de J.C.), famoso por el empleo de la "diatriba" como discurso filosófico; Menipo de Gadara,
Querquida de Megalópolis, Meleagrios de Gadara, todos los cuales propagaron doctrinas cínicas,
que transformaron en sentido hedonista.

Exageró hasta tal extremo la pureza de la enseñanza socrática, que hasta el propio Sócrates lo
consideró como inmoderado en el distinguirse; así es que se le atribuye esta frase: «Veo,
Antístenes, tu orgullo a través de los agujeros de tu manto». Haciendo gala del descuido y desaseo
en su vestido, con los pies desnudos, largos y abandonados la barba y el cabello, sólo usaba un
manto y un bastón, queriendo de este modo convertir a los demás a una sencillez tan primitiva.
Para liberarse de toda atadura, no tomaba nada que no pudiese llevar consigo.

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