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“Año del Diálogo y la Reconciliación Nacional”.

UNIVERSIDAD CIENTÍFICA DEL PERÚ


FACULTAD DE DERECHO
CARRERA PROFESIONAL DE DERECHO Y CIENCIAS
POLITICAS

TEMA:

MATERIA:

PRESENTADO POR:

CATEDRÁTICO:

SAN JUAN– 2018

1
Agradecimiento
Agradecemos a la planta de docentes,
porque día a día, clase a clase y tema a
tema nos inducen una visión crítica de la
realidad política de mi país y del mundo.
Gracias, y esperamos aprovechar todas
las enseñanzas impartidas.

2
Epígrafe
« En los pueblos libres el derecho ha de ser
claro. En los pueblos dueños de sí mismos,
el derecho ha de ser popular.
Frases de José Martí

3
Dedicatoria

A Dios porque siempre está presente en nuestra


vida y a nuestras familias por darnos el apoyo
incondicional en nuestra formación profesional y a los
alumnos de derecho, será muy importante conocer
acerca de este tema.

4
INTRODUCCION....................................................................................................................................... 7
CAPITULO I ............................................................................................................................................ 11
1. LA CONDUCTA ............................................................................................................................... 11
1.1. Elementos de la Acción. ........................................................................................................ 11
1.2. Teorías acerca del nexo de causalidad.................................................................................. 12
1.3. Teorías acerca de la acción. .................................................................................................. 12
- Teoría causalista.................................................................................................................... 12
- Teoría Finalista. ..................................................................................................................... 12
- Tipos de Omisión................................................................................................................... 12
1.4. Elemento Negativo de la Conducta....................................................................................... 13
1.4.1. La ausencia de conducta se presenta por: .................................................................... 13
- Vis absoluta o fuerza física superior irresistible: .............................................................. 13
- Vis mayor o fuerza mayor: ................................................................................................ 13
- Movimientos reflejos: ....................................................................................................... 14
1.5. SUSPENSIÓN DE LA PENA ...................................................................................................... 14
CAPÍTULO II ........................................................................................................................................... 21
A. EL ARTÍCULO 57 DEL CÓDIGO PENAL ........................................................................................ 21
CAPITULO III .......................................................................................................................................... 24
3. EL ARTÍCULO 59 EL CÓDIGO PENAL .......................................................................................... 25
3.1. La Amonestación ............................................................................................................... 31
3.2. La Prórroga Del Periodo De Suspensión ............................................................................ 33
3.3. Revocación De La Suspensión............................................................................................ 36
3.4. Casos Prácticos .................................................................................................................. 39
3.4.1. Primer caso: .............................................................................................................. 40
- La sentencia se apercibe directamente con la revocación de la pena suspendida ...... 40
3.4.2. Segundo caso: la sentencia impone un plazo de prueba de tres años ..................... 41
3.4.3. Tercer caso: la sentencia impone plazos de prueba de dos años o menos .............. 41
3.4.4. Cuarto caso: la sentencia impone un plazo de prueba igual o mayor a la pena
suspendida ................................................................................................................................ 43
Artículo 59º.- INCUMPLIMIENTO DE LAS REGLAS DE CONDUCTA ........................................................ 44
Jurisprudencia ................................................................................................................................... 44
Reglas de conducta. Incumplimiento ............................................................................................ 44

5
CAPITULO IV .......................................................................................................................................... 46
4. LA REVOCACIÓN AUTOMÁTICA DEL ARTÍCULO 60 DEL CÓDIGO PENAL .................................. 46
- Diferencias Entre Rehabilitación Y Condena No Dictada .................................................. 46

6
INTRODUCCION.

En el presente trabajo desarrollaremos el artículo 59º, 60º, 61º. Sobre el capítulo IV sobre la

suspensión de la ejecución de la pena reposa sobre la idea de que en ocasiones el internamiento

del condenado en un establecimiento penitenciario puede resultar contraproducente por

exponerle al contagio de una criminalidad de mayor gravedad, frente a lo cual se busca que la

declaración de la pena cumpla efectos de una admonición a ser complementada en sus

finalidades preventivo-especiales y generales con la necesidad del cumplimiento de

determinadas reglas de conducta durante un periodo de prueba, que de inobservarse pueden

conducir a la efectividad de la pena impuesta.

Sin duda, uno de los objetivos político-criminales del Derecho Penal contemporáneo lo

constituye el recurrir lo menos posible a la privación de la libertad de la persona, más aún

cuando la criminología ha confirmado la incapacidad histórica del Estado para realizar una

actividad que conduzca efectivamente a la resocialización del sentenciado1, dato verificado

incluso en países que cuentan con los recursos económicos suficientes para establecer

programas penitenciarios mejor implementados.

La idea de la rehabilitación del delincuente mediante la aplicación de la pena de prisión y lo

que en términos modernos se conoce como resocialización, ha entrado en una profunda crisis

que coincide con la de la propia pena privativa de libertad. Por un lado, aparecen todas las

críticas al propio concepto de resocialización en la medida que puede contener la pretensión

moralizante de cambiar las actitudes internas del condenado o la hipocresía de intentar

1
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; De la Cuesta Arzamendi afirma que “(...) la pena de
prisión aparece, así, en el momento actual, como una pena dura, desigual, grave y muy dañina que no se
adecua a las exigencias doctrinales y legislativamente proclamadas por ella y tras doscientos años de reforma
penitenciaria se engrosan las filas de quienes niegan toda posibilidad de mejora de la prisión a través de la
reforma penitenciaria”; ver DE LA CUESTA ARZAMENDI. “La prisión: historia, crisis, perspectivas de futuro”. En:
Reformas penales en el mundo hoy. Instituto Vasco de Criminología, Edición de Antonio Beristain, Madrid,
1984, p. 143.

7
reincorporar al individuo a la misma sociedad que genera las causas de la delincuencia, sin

procurar detenerlas. Pero sobre todo, y con independencia de si se comparte o no la ideología

resocializadora, esta fracasa cuando se comprueban las reales posibilidades de llevarla a cabo

mediante la pena de prisión. La propia situación de privación de libertad es inseparable de la

creación de un mundo diferente a la sociedad, que se rige por sus propias reglas y que genera

un sistema de valores diferente y relativamente autónomo, calificado de “subcultura de la

cárcel”.

Por ello se han puesto de manifiesto las dificultades de educar para la libertad desde la cárcel,

los efectos negativos de la “prisionización” como interiorización de dichas pautas de conducta

y, desde luego, las consecuencias desocializadoras para los condenados que suponen

precisamente el efecto contrario al que se pretende perseguir2. Todas estas consideraciones

deben llevar a concebir la resocialización penitenciaria en términos especialmente restringidos

y respetuosos con la dignidad humana.

Pese a todo, la sociedad actual no parece estar en condiciones de prescindir totalmente de la

pena de prisión, especialmente por razones de prevención general. Por ello, con independencia

de la necesidad de mantener en todo caso la defensa de las condiciones de vida digna para los

reclusos y el respeto de sus derechos como ciudadanos, la posición actualmente más realista es

la que aspira a que, al menos, la prisión no produzca la desocialización del condenado y, en la

medida de lo posible, evite un nuevo delito, pero sin pretender legitimar la privación de libertad

en el supuesto efecto “benefactor” que su aplicación tiene sobre los individuos.

2
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; Si bien en un principio la pena privativa de libertad
representó un proceso de humanización de la reacción penal, al sustituir las penas corporales y la pena de
muerte, para Foucault dicha evolución responde y expresa un aumento y refinamiento en el control penal, que
acabaría atacando no ya el cuerpo, sino el espíritu (véase MIR PUIG. Derecho Penal. Parte general. 7ª edición,
Reppertor, Barcelona, 2004, p. 679).

8
Si, por un lado, razones de prevención general obligan a mantener la pena de prisión en el

sistema actual y, por otro, la necesidad de evitar la desocialización del condenado empuja a

limitarla, de la combinación de ambos criterios resulta un planteamiento que tiende a reducir

las dimensiones de la pena de prisión tanto por su máximo como por su mínimo, esto es, a

prescindir de las penas de prisión excesivamente largas y también de las excesivamente cortas.

Respecto a las penas largas, consideraciones de tipo humanitaria y de no negación de la

oportunidad rehabilitadora son las que las cuestionan, pues se dice que resultan inhumanas, que

desocializan totalmente al sometido a ellas impidiéndole reincorporarse en buenas condiciones

a la vida en sociedad y son, por lo tanto, contrarias a la reinserción.

En cuanto a las penas privativas de corta duración, resultan cuestionadas por similares razones

a las que se añade la de su nula eficacia: la prisión de corta duración carece prácticamente de

efecto preventivo-general por su escasa gravedad y, al mismo tiempo, no resulta suficiente para

que el tratamiento penitenciario surta efectos rehabilitadores3.

De ahí que se apueste por una política criminal que ofrezca al autor cumplir determinadas reglas

de conducta en libertad, a cambio de su reclusión por un tiempo corto en la cárcel. Existe aquí

un doble incentivo mediante la sustitución de la cárcel: a favor del sentenciado, quien estará

estimulado a comportarse bien, y hacia la sociedad, que estará más predispuesta a aceptar al

sentenciado por no haber pisado la cárcel.

3
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; La pena privativa de libertad de corta duración para von
Liszt “(...) no es solo inútil, sino que perjudica al orden jurídico más gravemente de lo que lo haría la completa
impunidad del delincuente”. Efectivamente, las penas privativas de libertad de corta duración no sirven para
alcanzar los fines de la resocialización, pues debido a su corta duración no dejan margen temporal alguno para
poder desarrollar una intervención adecuada sobre la persona del condenado; exponen además a este a la
contaminación carcelaria; y, por otro lado, colapsan y sobrecargan el aparato estatal de ejecución de las penas
(citado por GRACIA MARTÍN, Luis. Lecciones de consecuencias jurídicas del delito. 2ª edición, Valencia, 2000, p.
230).

9
La pena privativa de libertad se revela cada vez más a los ojos de los penalistas como una

amarga necesidad que debe circunscribirse únicamente en su ejecución efectiva a los casos de

criminalidad grave, proponiéndose para los casos de mediana o mínima gravedad sanciones o

caminos alternativos tanto en lo que se refiere a su conminación legal como a su ejecución.

En este orden de ideas, el Código Penal establece una serie de instituciones que se explican

desde la denominación “alternativas a la pena privativa de libertad”, tanto como “alternativas

político-criminales” como “alternativas legales a la pena privativa de libertad”.

Entre las primeras, se pueden mencionar las sanciones penales de prestación de servicios a la

comunidad, de limitación de días libres y la pena de días multa. Entre las segundas, la

suspensión de la ejecución de la pena, la reserva del fallo condenatorio y la exención de pena.

Incluso, el Código Procesal Penal de 1991 introdujo en su artículo 2 la renuncia a la persecución

penal por razones de oportunidad, la cual debe considerarse como una “(...) alternativa procesal

a la pena privativa de libertad”, entre otras que muestra el Derecho Comparado, como, por

ejemplo, la suspensión del proceso penal a prueba contemplada en la legislación argentina4.

4
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; El artículo 76 bis del Código Penal argentino prescribe: “El
imputado de un delito de acción pública reprimido con pena de reclusión o prisión cuyo máximo no exceda de
tres años, podrá solicitar la suspensión del juicio a prueba (...) Al presentar la solicitud, el imputado deberá
ofrecer hacerse cargo de la reparación del daño en la medida de lo posible, sin que ello implique confesión ni
reconocimiento de la responsabilidad civil correspondiente. El juez decidirá sobre la razonabilidad del
ofrecimiento en resolución fundada (...) Si las circunstancias del caso permitieran dejar en suspenso el
cumplimiento de la condena aplicable, y hubiese consentimiento del fiscal, el tribunal podrá suspender la
realización del juicio (...)”. El artículo 76 ter, por su parte señala: “El tiempo de la suspensión del juicio será fijado
por el tribunal entre uno y tres años, según la gravedad del delito. El tribunal establecerá las reglas de conducta
que deberá cumplir el imputado (...) Si durante el tiempo fijado por el tribunal el imputado no comete un delito,
repara los daños en la medida ofrecida y cumple con las reglas de conducta establecidas, se extinguirá la acción
penal. En caso contrario se llevará a cabo el juicio y si el imputado fuere absuelto se le devolverán los bienes
abonados en favor del Estado y la multa pagada, pero no podrá pretender el reintegro de las reparaciones
cumplidas (...)”.

10
CAPITULO I

1. LA CONDUCTA

Es el comportamiento humano voluntario positivo o negativo que tiene un fin o propósito. Sólo

los seres humanos pueden cometer conductas positivas o negativas, ya sea por acción u

omisión, la conducta es básica en la existencia del delito y es de donde se desprenden los demás

elementos. La conducta puede ser de acción u omisión.

El aspecto positivo o de acción de la conducta consistirá en un movimiento corporal,

voluntario, que producirá un resultado, mientras que el aspecto negativo u omisión es la

ausencia voluntaria del movimiento corporal, es un no hacer voluntario, teniendo el deber legal

y moral de hacerlo y esto también produce un resultado.

1.1.Elementos de la Acción.

- Voluntad. La acción comprende todo comportamiento proveniente de la voluntad

humana. Solo los actos voluntarios pueden ser relevantes para el derecho penal.

- Actividad. La acción debe exteriorizarse, ya sea con actos positivos o negativos, de no

ser así no tiene relevancia para el Derecho Penal.

- Resultado. La acción debe producir un resultado en el mundo exterior, No obstante, el

resultado no tiene por qué conducir siempre a una alteración material para que la acción

exista.

- Nexo de Causalidad. Para que la acción trasienda en el derecho penal debe existir una

relación de causalidad entre la manifestación de la voluntad y el resultado. La

caracterización de este elemento ha dado lugar a diversas concepciones de la acción.

11
1.2.Teorías acerca del nexo de causalidad.

Equivalencia de las condiciones. Señala que todas las conductas productoras del resultado son

equivalentes y, por tanto, causa de este resultado.

Teoría de la condición más eficaz. Nos dice que aquella conducta que ha contribuido más en

la producción del resultado debe ser la condición más relevante, en otras palabras dentro de

una serie de condiciones, contribuyentes a producir el evento, únicamente tiene carácter de

causa la más influyente sobre el resultado

Teoría de la causalidad más adecuada. También llamada adecuación, consiste en afirmar que

la causa del resultado será la más adecuada o idónea para producirlo.

1.3.Teorías acerca de la acción.

- Teoría causalista.

Tiene sus orígenes en Franz Von Listz el cual considera la “acción” como el fenómeno causal

natural en el delito. Realiza un estudio sistemático del derecho penal y del delito, partiendo de

una base naturalista, causalista, que es el acto o acción humana.

- Teoría Finalista.

Plantea una sistematización jurídico penal diferente a la ya conocida teoría causalista, en esta

se acepta que el delito parte de la acción, que es una conducta voluntaria, pero ésta misma tiene

una “finalidad”, es decir persigue un fin.

- Tipos de Omisión.

En los delitos de omisión el objeto consiste en la no ejecución de algo ordenado por la ley en

los delitos de omisión, las condiciones que obedece el resultado reconocen, como factor

12
determinante, la falta de observancia de parte del sujeto de un precepto legal. Los delitos de

omisión se dividen en: Simple omisión y de comisión por omisión.

- Delitos de simple omisión. Consisten en la falta de una actividad jurídicamente

ordenada, con independencia del resultado material que produzcan.

- Delitos de comisión por omisión. Son aquellos en los que el agente decide actuar y por

esa inacción se produce el resultado material, se concreta en la producción de un cambio

en el mundo exterior mediante la omisión de algo que el derecho ordenaba hacer.

1.4.Elemento Negativo de la Conducta.

El elemento negativo de la conducta es la ausencia de la conducta y va desde la ausencia de

acción o de omisión de la misma, en la comisión de un acto ilícito.

1.4.1. La ausencia de conducta se presenta por:

- Vis absoluta o fuerza física superior irresistible:

Se presume que el sujeto actúo bajo la influencia de una fuerza física exterior inevitable. La

ley señala que cuando se ejerce directamente una fuerza superior a la propia por la cual se ve

sometido un individuo, su acto es involuntario y por lo tanto no se presenta la conducta

delictiva.

- Vis mayor o fuerza mayor:

Se presenta cuando el sujeto realiza una acción u omisión obligado por una fuerza física

irresistible proveniente de la naturaleza por lo que no hay voluntad del sujeto.

13
- Movimientos reflejos:

Son actos corporales involuntarios, no funcionan como factores negativos de la conducta, si se

pueden controlar o retardar o cuando el sujeto haya previsto el resultado.

El sueño: es el descanso regular y periódico de los órganos sensoriales y del movimiento,

acompañado de relajación de músculos y disminución de varias funciones orgánicas y

nerviosas. En éste caso, tampoco se daría la voluntad del sujeto por estar dormido, no tiene

dominio de sí mismo.

El hipnotismo: es un procedimiento para producir el llamado sueño magnético, pueden

presentarse los siguientes casos:

El sonambulismo: Es el estado psíquico inconsciente mediante el cual la persona que padece

sueño anormal tiene cierta aptitud para levantarse, andar, hablar y ejecutar otras cosas, sin que

al despertar recuerda algo de lo que hizo.

1.5.SUSPENSIÓN DE LA PENA

“Se denomina suspensión de la pena en Derecho penal a la suspensión, temporal o condicional,

de la aplicación de una pena grave a una persona que ha sido condenada por un delito.En

general, los motivos para una posible suspensión de la pena pueden ser muy variados, y

dependerá de la voluntad del legislador. La pena capital, por ejemplo, es habitual que sea

suspendida por motivos procesales, puesto que su aplicación haría inútil cualquier intento de

revisión de la legalidad de la condena.

En cuanto a las penas privativas de libertad, su suspensión puede ir ligada a la idea de

reinserción del condenado. En España, por ejemplo, el código penal contempla la posibilidad

de que un juez dictamine suspender de forma condicional una pena de prisión no superior a dos

14
años, bajo la condición de que el condenado no reincida en un tiempo determinado (en caso de

delinquir, debería cumplir las dos condenas íntegras)5”.

Se trata de uno de los procedimientos tradicionales de limitación de las penas cortas privativas

de libertad. Se le conoce con distintas denominaciones, pero las más admitidas en el derecho

penal comparado son condena condicional y suspensión de la ejecución de la pena.

La suspensión de la ejecución de la pena es una forma de tratamiento en régimen de libertad.

Ella consiste en suspender la ejecución efectiva de la pena privativa de libertad impuesta en la

sentencia condenatoria. De esta manera el sentenciado no ingresa a un centro carcelario para

cumplir la pena fijada por la autoridad judicial, él queda en libertad pero sometido a un régimen

de reglas de conducta y a la obligación de no delinquir.

Tales reglas y obligaciones deben ser observadas por el condenado durante un plazo de tiempo

que se expresa en la ley o en la sentencia, y que se le denomina período de prueba. Si el plazo

mencionado se vence sin que haya mediado incumplimiento de reglas o comisión de nuevo

delito, se dá por extinguida la pena y se suprime la condena de los registros judiciales

correspondientes. Caso contrario, procederán a aplicarse al condenado mayores restricciones o

se le revocará la suspensión, debiendo, en consecuencia, de cumplir en su totalidad la pena

privativa de libertad que se le impuso en la sentencia.

En el Código Penal de 1991 este tipo de medida se incluye en el Capítulo IV, del Título III, de

la Parte General, entre los artículos 57° a 61° Sus requisitos de procedencia son dos:

Que la pena privativa de libertad impuesta al condenado no sea superior a cuatro años (no

afecta, por tanto, a otro tipo de penas, las que deben ser aplicadas con carácter efectivo).

5
https://es.wikipedia.org/wiki/Suspensi%C3%B3n_de_la_pena Hora 2.35 pm; Día 25-03-2018

15
Que en atención a las circunstancias del hecho y a la personalidad del agente, el Juez asuma un

pronóstico favorable sobre la conducta futura del condenado. Esto es, que el órgano

jurisdiccional llegue a prever que el sentenciado no volverá a delinquir.

La suspensión de la ejecución de la pena es facultativa para el Juez, y su concesión o

denegatoria deberá estar motivada.

En cuanto al plazo de prueba la ley fija un término flexible entre uno y tres años. El Juez deberá

precisar en la sentencia su extensión concreta. Tratándose de un imperativo legal, dicho plazo

no puede ser inferior a un año, aún en el supuesto de que la pena impuesta sea menor a doce

meses. Ni tampoco exceder a tres años pese a que la pena impuesta fue superior a dicho

término.

Sobre las reglas de conducta, el artículo 58° dispone que ellas deben imponerse

obligatoriamente y quedar expresamente señaladas. Dicha norma, además, establece de modo

enunciativo un conjunto de reglas las que, también, pueden integrarse con otras reglas

especiales que el Juez estime adecuadas al caso, siempre que no afecten la dignidad del

condenado.

Cabe mencionar, que la reparación del daño ocasionado a la víctima, esto es, la reparación civil

puede incluirse como regla de conducta, salvo que el agente haya acreditado, previamente, su

imposibilidad de cumplir con tal obligación. Sin embargo, es incorrecto imponer al condenado

el cumplimiento de obligaciones ambiguas o equívocas como "abstenerse de concurrir a lugares

de dudosa reputación".

El incumplimiento de las reglas de conducta, según se expresa enel artículo 59° del Código

Penal, puede dar lugar a tres tipos de sanciones:

16
- La Amonestación del Infractor. La que puede materializarse en acto público y con

concurrencia del condenado a la sede del Juzgado o, también, por intermedio de una

notificación judicial.

- Prórroga del Plazo de Prueba. Dicha prórroga puede extenderse hasta una mitad del

plazo fijado en la sentencia. No obstante, la prórroga acumulada no puede ser mayor de

tres años.

Ello quiere decir que en su extremo máximo, si el plazo de prueba inicial fue de tres años, la

prórroga adicionada extendería la duración del período de prueba hasta cuatro años y seis

meses.

- La Revocación de la Suspensión. Se trata de la sanción más severa, por lo que su uso

es excepcional y debe aplicarse luego de las sanciones precedentes de amonestación y

de prórroga.

La ley regula como único supuesto de revocación directa del régimen de suspensión, la condena

posterior impuesta al sentenciado que cometió un nuevo delito doloso durante el período de

prueba, siempre y cuando la nueva pena sea superior a tres años de pena privativa de libertad.

Tal como lo dispone el numeral 60° la revocatoria trae consigo la ejecución total de la pena

suspendida condicionalmente, y de aquella que corresponda si el sentenciado cometió un nuevo

hecho punible.

Si el período de prueba concluye sin que medie incumplimiento reiterado de las reglas de

conducta, ni comisión de nuevo delito, "la condena se considera como no pronunciada". El

efecto procesal que esto conlleva es la anulación de los antecedentes penales del condenado.

17
1.6.ORIGEN

La suspensión de la pena, cabe decir, que tiene origen en la probation anglosajona. Casi

simultáneamente, a mediados del siglo XIX, se desarrolló en Estados Unidos(al comienzo por

iniciativa privada) y en Inglaterra (mediante la práctica judicial), la renuncia a la condena del

procesado, luego de declararlo culpable, acompañada de su sometimiento a un control durante

un plazo de prueba.

En los países de Europa continental la probation no fue recepcionada como tal y solo, en las

últimas décadas, se ha acentuado su introducción de manera diversa por parte de los

legisladores preocupados en adecuarla a sus realidades y necesidades particulares.

La suspensión de la ejecución de la pena, bajo la denominación de condena condicional, fue

también uno de las formas de recepcionar la idea de probation anglosajona. Primero tuvo lugar

en Bélgica mediante las leyes de 1888, y luego en Francia en 1891.

Una situación particular se creó cuando el 23 de noviembre de 1939 y por iniciativa de la Corte

Suprema, se modificaron las disposiciones relativas a la condena condicional, y en la misma

fecha, se promulgo el nuevo Código de procedimientos penales, cuyo artículo 286 trata,

también, de la condena condicional. Sin embargo, en ambos casos, la condena condicional fue

definida, en el sentido del Código Penal, como la suspensión de la ejecución de la pena bajo la

condición de que el condenado se porte bien durante un periodo de prueba.

El artículo 286 del Código de procedimientos penales, aun vigente, que dejo sin efecto la

modificación de 1939, puede considerarse de origen francés, pero constituyó, en buena cuenta

un retorno al texto original del artículo 53.

18
1.7.SISTEMA DE SUSPENSIÓN

Con respecto a los sistemas de suspensión, básica y doctrinariamente son dos:

- El sistema angloamericano

- El sistema europeo

Con respecto al Sistema angloamericano se declara la culpabilidad pero se suspende el

pronunciamiento de la sentencia, incluso la propia condena, que podría no pronunciarse,

aunque el que ha sido declarado culpable se somete a vigilancia por parte de un funcionario

facultado para tal ejercicio.

Mientras que en el Sistema europeo, se establece la culpabilidad al sujeto y además la

sentencia condenatoria se dicta (fijación de la pena), pero se suspende el cumplimiento de esta,

y si durante determinado tiempo el reo no comete otro delito, la condena se considerara como

no pronunciada, es decir, sin efecto alguno ya que cumplió lo que se le asignó al sujeto.

Además es oportuno decir, que se aplicó por primera vez en Bélgica por Ley del 31 de Mayo

de 1888, y luego en Francia, por intermedio de la Ley Berenger, del 2 de marzo de 1891, siendo

este sistema el adoptado por nuestro legislador, tanto en el anterior Código, como en el actual

Código penal.

1.8.FUNDAMENTO

La suspensión de la pena se fundamenta y se respalda en la prevención especial de manera que

se pueda evitar los efectos negativos de las penas cortas privativas de libertad, de modo que

viendo desde el enfoque de este elemento es prudente decir que su objetivo es procurar que se

siga dando la reincidencia, además teniendo como base un fin resocializador mediante el cual

se garantiza tratamientos y ayuda al sujeto que delinque, en efecto se dan serias críticas

referente a estas penas cortas no siendo factibles en su configuración ya que facilitan el


19
contagio criminológico, por el contacto que se da con otros delincuentes y tratándose sobre

todo de delincuentes primarios. A consecuencia de esto, es mucho más difícil poder ayudar a

estas personas a resocializarse y generar en ellas un cambio de perspectiva.

No podemos desligarnos además de la finalidad que tiene la suspensión de la pena, ya que en

el año 1924, se introdujo por primera vez en nuestra legislación,, teniendo como fin primordial,

siguiendo el modelo suizo, el evitar la aplicación efectiva de las penas cortas privativas de

libertad de corta duración (como se mencionó líneas más arriba).Por esta razón, su aplicación

fue limitada a las penas privativas de libertad no mayores de seis meses de duración, y buscando

sobre todo evitar el encarcelamiento, luego al ámbito de aplicación fue ampliada a las penas de

mediana duración(dos años). Luego en el Código de 1991,se prevé el tope de cuatro años.

20
CAPÍTULO II

A. EL ARTÍCULO 57 DEL CÓDIGO PENAL

Establece que el juez puede suspender la ejecución de la pena a condición de que concurran

determinados requisitos (por lo que también se le denomina “condena condicional”), los que

desarrolla en los dos incisos que conforman su contenido, prescribiendo que dicha renuncia a

la ejecución de la sanción la hará en caso: “1. Que la condena se refiera a pena privativa de

libertad no mayor a cuatro años; y, 2. Que la naturaleza, modalidad del hecho punible y la

personalidad del agente hiciera prever que esta medida le impedirá cometer nuevo delito”.

En palabras del profesor Zaffaroni6: “La condena condicional se funda en el reconocimiento

del carácter perjudicial y criminógeno de las penas cortas privativas de libertad y en la

consiguiente necesidad de evitarlas”. En el mismo sentido el profesor italiano

Mantovani7sostiene que: “La suspensión condicional de la pena constituye una excepción al

principio de la inderogabilidad de la pena, introducida, en su originaria y genuina idea, por

exigencia de la prevención especial, como respuesta a los inconvenientes de la cárcel para el

sujeto que ha sido condenado a una pena privativa de libertad de corta duración cuando para

corregir al sujeto es suficiente con la condena y amenaza pendiente de su futura ejecución”.

Por su parte, el profesor brasileño Fragoso señala: “Las razones de esta institución son

evidentes. Se procura apartar de la prisión al condenado primario, no peligroso, reconociendo

el efecto altamente nocivo del encarcelamiento, que degrada y humilla, favoreciendo a la

6
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte
general. Tomo V, Buenos Aires, Ediar, 1983, p. 437.
7
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; MANTOVANI, Ferrando. Diritto penale. Parte generale.
Terza edizione, Cedam, Padova, 1992, p. 818 (traducción propia).

21
reincidencia. Se busca, a través de la suspensión, facilitar la resocialización del condenado, sin

apartarlo de su familia, empleo o la comunidad en que vive”8.

3. Pero así como el Código Penal posibilita la suspensión de la ejecución de la pena, también

ha previsto la posibilidad de la revocación de dicha suspensión, en caso de que durante el

periodo de prueba el condenado hiciera caso omiso a las reglas de conducta que se le fijan en

la sentencia, tal y como dan cuenta los textos de los artículos 59 y 60 de dicho cuerpo

normativo.

La suspensión de la ejecución de la pena reposa sobre las ideas de que en ocasiones el

internamiento del condenado en un establecimiento penitenciario puede resultar

contraproducente, por exponerle al contagio de una criminalidad de mayor gravedad a la

vinculada a su sentencia, frente a lo cual se busca que la declaración de la pena en el acto de

lectura de sentencia cumpla efectos de una admonición a ser complementada en sus finalidades

preventivo-especiales y generales con la necesidad del cumplimiento de determinadas reglas

de conducta durante un periodo de prueba. La seriedad de dicha admonición se confirmará con

el riesgo de que el sentenciado pierda la suspensión en caso de que no se cumplan con las reglas

de conducta que ha señalado el órgano jurisdiccional en su resolución de condena.

En tanto el condenado cumpla con las reglas de conducta –o no cometa un nuevo delito– estará

demostrando que su comportamiento es conforme a derecho –al menos en su aspecto externo,

que es a lo máximo que puede aspirar el Derecho Penal–, a las expectativas de conducta que se

le dirigían, con lo cual se pueden dar por satisfechas las necesidades preventivo-especiales de

la sanción penal, incluso de mejor forma que lo que hubiese sucedido si se le hubiese internado

en un establecimiento penitenciario.

8
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños ; FRAGOSO, Heleno Cláudio. Licoes de Direito Penal, a nova
parte geral. 4ª edicao, Forense, Río de Janeiro, 1994, p. 362 (traducción propia).

22
Por su parte, las finalidades preventivo-generales no se ven defraudadas en tanto la llamada de

atención que representa la lectura de sentencia y la fijación de una pena se ven reforzadas por

el cumplimiento de las reglas de conducta que habrá de fijar el órgano jurisdiccional del mismo

modo que con el riesgo de pérdida del beneficio concedido.

Efectivamente, como sostiene Muñoz Conde9: “(...) aunque las formas sustitutivas de la

ejecución de la prisión no supongan una superación del actual sistema penal, tampoco son un

simple retoque cosmético. Piénsese que cuando se renuncia a imponer la pena de prisión se

está renunciando al mayor efecto preventivo-general que ofrece la prisión, aparte de las

aspiraciones retributivas que están presentes en la colectividad social y que, frecuentemente,

demandan una mayor dureza de las penas; por mucho que no quepa ocultar el contenido de

control presente en este tipo de instituciones, no puede negarse que este es menor que el

ofrecido por la cárcel, y si se renuncia a ejercerlo en determinados casos, ello es en beneficio

de consideraciones que tienden a evitar la desocialización del condenado, el efecto

estigmatizador de la prisión y sus consecuencias sobre la dignidad humana”.

Agrega que la “(...) renuncia a la privación de libertad en tales supuestos se basa en la

consideración de que la mejor manera de resocializar es evitar la desocialización. Esta filosofía

general del sistema de alternativas a la privación de libertad preside la elección de unas u otras

cuando para un mismo presupuesto –como puede ser la imposición de una pena de un año de

prisión– el Código Penal permite la elección entre varias respuestas: hacerla cumplir,

suspenderla, sustituirla por otra, imponer o no reglas de conducta, etc.”.

9
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; Cfr. MUÑOZ CONDE; GARCÍA ARÁN. Derecho Penal. Parte
general. 3ª edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, p. 618 y ss.

23
CAPITULO III

Los artículos 59 y 60 del Código Penal han previsto una serie de consecuencias para los casos

en que el condenado no cumpliera con las reglas de conducta fijadas en la sentencia que le

suspende la ejecución de la pena, las que van desde una simple amonestación al infractor,

pasando por la prórroga del periodo de suspensión hasta llegar a la revocatoria de dicha

suspensión y el consiguiente internamiento del agente en un establecimiento penitenciario para

que se dé cumplimiento a la pena fijada en la sentencia.

Las ideas que dan sustento a dichas consecuencias están relacionadas a que si el sujeto no

cumple con las reglas de conducta fijadas está demostrando su falta de respeto por el

ordenamiento jurídico pese a la oportunidad otorgada, por lo que –en caso que las opciones a

aplicar sean la amonestación o la prórroga del plazo de suspensión– se debe incrementar la

connotación de la llamada de atención o, en casos extremos, se le deberá suprimir el beneficio

otorgado –cuando la opción a aplicar sea la revocatoria de la suspensión de la ejecución–.

De esta manera se evita que la norma –y con ella el Derecho Penal– se desprestigie ante la

comunidad en cuanto a su seriedad, afectando la prevención general, del mismo modo que

respecto de la persona a la cual se le dio la oportunidad de no ejecutar la sanción privativa de

libertad –prevención especial–; oportunidad que no supo aprovechar10, demostrando con ello

que en su caso los efectos preventivo-individuales de la sanción no se lograban con un simple

10
En este aspecto es importante generar una difusión pública del real significado de las medidas alternativas a
la pena privativa de libertad en nuestro país: está en función de dar una oportunidad al culpable de un delito
para que se reinserte a la sociedad y en el futuro se motive a comportarse conforme a derecho, respetando los
bienes jurídicos, ya que eso es lo que se espera de él. Mas, por el contrario, esta alternativa a la pena efectiva
no debe ser entendida como un derecho del sentenciado o como algo que lo tiene ganado o se lo merece, pues
esa actitud solo le concedería la licencia para decidir si cumple o no las exigencias que le impone la ley y la
sociedad, convirtiendo la probation en algo simbólico y carente de utilidad para la consecución de los fines
preventivos.

24
llamado de atención junto a cargas de mucha menor entidad –reglas de conducta– que la pena

originalmente amenazada para el delito cometido.

3. EL ARTÍCULO 59 EL CÓDIGO PENAL

La aplicación de las sanciones por el incumplimiento de las reglas de conducta, previsto en el

artículo 59 del Código Penal, deberá darse según el caso concreto por el juez. Así, en cada caso,

el juzgador podrá decidir entre amonestar al infractor, prorrogar el periodo de suspensión o

revocar la suspensión de la pena (incisos 1, 2 y 3, respectivamente), sin estar obligado a

aplicarlas en forma secuencial.

Este criterio ha sido establecido como doctrina jurisprudencial por la Sala Penal Permanente

de la Corte Suprema de Justicia en la Casación N° 656-2014-Ica.

Con esta decisión, la Corte Suprema resuelve el problema creado por el fundamento quinto de

la Resolución Administrativa N° 321-2011-P-PJ, que estableció que dichas sanciones debían

aplicarse de manera prelativa. Al respecto, la Corte sostuvo que no se puede exigir al juzgador

imponer dichas sanciones de manera correlativa porque ese criterio contradice lo expresado en

el artículo 59 del Código Penal.

El caso que motivó esta decisión fue el siguiente: un sujeto fue condenado a privación de

libertad condicional de un año y nueve meses por el delito de omisión a la asistencia familiar,

estableciéndose un periodo de prueba de un año y seis meses en los que debía cumplir una serie

de conductas. Dentro de estas se exigía el pago de las pensiones alimenticias.

Sin embargo, el Ministerio Público solicitó se amoneste al condenado por no cumplir con las

reglas de conducta, al amparo del inciso 1 del artículo 59 del Código Penal. La solicitud fue

aceptada por el juzgador, quien le impuso una amonestación por el incumplimiento de cuotas

25
de las pensiones, y le requirió su pago en 15 días. De lo contrario, prorrogaría el periodo de

prueba o revocaría la suspensión de la pena.

Pese a ello, el condenado no cumplió con lo ordenado y el juzgador, a solicitud del Ministerio

Público, revocó la suspensión de la pena. Esta decisión fue impugnada por el condenado

argumentando que a la fecha de emisión de la resolución apelada ya había cancelado la

totalidad de las pensiones alimenticias.

La Sala Superior de Apelaciones de Ica declaró nula la sentencia apelada, y ordenó la inmediata

libertad del sentenciado, pues consideró que correspondía aplicar correlativamente las medidas

señaladas en los incisos 1, 2 y 3 del artículo 59 del Código Penal; conforme lo establecía la

Resolución Administrativa N° 321-2011-P-PJ, Circular para la debida aplicación de la

suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad. Contra esta sentencia, el Ministerio

Público interpuso recurso de casación.

En sede suprema, la Sala Penal Permanente de la Corte Suprema consideró que La aplicación

de los efectos del incumplimiento de reglas de conducta, previsto en el artículo 59, deberá darse

según el caso concreto. Asimismo, señaló que está en la decisión del juez penal optar por

cualquiera de los tres supuestos, sin la necesidad de que se siga una secuencia prelativa como

establecía la citada resolución administrativa.

Por este motivo, la Corte declaró fundado el recurso de casación y declaró nula la sentencia de

vista y ordenó que la Sala Penal de Apelaciones de la Corte Superior de Ica emita nuevo

pronunciamiento de fondo, sala que deberá ser conformada con miembros distintos a los de la

sentencia anulada.

26
Establece como consecuencias de haber infringido las reglas de conducta fijadas en la sentencia

que concede la suspensión de la ejecución de la pena o de haber incurrido en un nuevo delito11:

“1. Amonestar al infractor.

2. Prorrogar el periodo de suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente fijado. En ningún

caso la prórroga excederá de tres años; o,

3. Revocar la suspensión de la pena”.

Debe dejarse indicado, por ahora, que dos son las principales posiciones respecto de los efectos

del incumplimiento de las reglas de conducta o comisión de un nuevo delito.

- De un lado, se sostiene que los efectos previstos en el artículo 59 deben aplicarse

en estricto orden gradual, de modo que no se podrá recurrir, por ejemplo, a la

prórroga del plazo de suspensión si previamente no se ha recurrido a la

amonestación (pese a lo cual el condenado no ha adecuado externamente su

comportamiento a los imperativos del ordenamiento jurídico).

De este modo, frente a cualquier incumplimiento de las reglas de conducta –o frente a un nuevo

delito– la primera alternativa es amonestar al infractor; la segunda, en caso que la primera no

hubiese dado resultado, prorrogarle el plazo de suspensión de la pena, y recién en un tercer

momento –cuando la prórroga tampoco hubiera tenido efectos positivos– la revocatoria de la

suspensión de la ejecución de la pena.

11
Nótese que el artículo 59, a diferencia del artículo 60 de nuestro Código Penal, no establece que el delito sea
doloso o culposo, por lo que, a efectos de las consecuencias del artículo 59, se debe entender que el delito
cometido por el condenado puede ser doloso o culposo, de modo que, de acuerdo a la situación, el juzgador
evaluará cuál será el efecto a imponer a consecuencia de la comisión de un nuevo delito.

27
En la fundamentación de esta postura se acostumbra señalar que el Derecho Penal tiene como

característica ser la última ratio, por lo que solo se puede recurrir a mayores niveles de violencia

en caso de que los instrumentos menos violentos hubiesen demostrado su fracaso.

Es esta una posición muy usual en nuestra jurisprudencia, pudiéndose encontrar así:

“El incumplimiento de las reglas de conducta no acarrea de manera directa e inmediata la

revocatoria de la condicionalidad de la pena, sino la adopción de las medidas dispuestas en el

artículo cincuenta y nueve del ordenamiento penal”12.

“La revocación de la suspensión se trata de la sanción más severa, por lo que su uso debe ser

excepcional y luego de haberse aplicado las sanciones precedentes de amonestación y

prórroga”.

Si bien esto debe ser así, resulta admisible –únicamente como excepción– una segunda postura,

según la cual los efectos del incumplimiento de las reglas de conducta deben tener como

consecuencia la revocación directa de la suspensión de la pena en casos donde, por ejemplo, se

tenga evidencia que el sentenciado groseramente no va a cumplir determinadas reglas de

conducta, que para el caso en concreto resultan de urgente y necesario cumplimiento, por

ejemplo, en los delitos originados por adeudos laborales o por prestaciones alimenticias, donde

se compruebe una conducta dirigida dolosamente a eludir su pago.

El artículo VI del Título Preliminar de nuestro Código Penal.- regula el principio de

legalidad en la ejecución de las penas, el que precisa que “en todo caso, la ejecución de la pena

será intervenida judicialmente”. De otro lado, existe mayoritario consenso en que el

cumplimiento de las penas tiene que estar bajo la supervisión de los jueces. Existe pues un

12
Cfr. CÓDIGO PENAL. Gaceta Jurídica, Lima, 2001, p. 63.

28
control judicial en la ejecución de las penas a fin de verificar la obtención de sus fines. De igual

forma existe un control judicial sobre las medidas sustitutivas de la pena privativa de libertad.

Así se desprende del artículo 59.- que otorga al juez la potestad de amonestar, prorrogar el

plazo de prueba o revocar la libertad si el sentenciado no cumple con las reglas de conducta

impuestas, lo que significa que es responsabilidad del juez realizar un eficaz control del

cumplimiento de dichas reglas. Si bien muchas veces la parte agraviada puede ayudar a ello, el

juez no puede desligarse de su obligación y dejar pasar el plazo de prueba sin realizar ninguna

acción tendiente a garantizar el cumplimiento de las reglas de conducta (más aún si estas tienen

como contenido obligaciones de carácter alimentario o laboral).

Dejar pasar el plazo de prueba sin que se haya cumplido con las reglas de conducta y sin que

el juez haya impuesto alguna de las medidas previstas en el artículo 59, equivaldría a convertir

esta alternativa en algo simbólico, en sinónimo de impunidad.

Uno de los más importantes problemas que existe para un efectivo control del cumplimiento

de las reglas de conducta es lo referente a la notificación. Es muy frecuente que el control de

las reglas de conducta fracase por la falta de eficacia en la notificación.

También es muy frecuente encontrar ejecutorias como la siguiente: “La amonestación a que

alude el inciso 1 del artículo 59 del Código Penal, debe realizarse de modo formal y

directamente ante el condenado”13.

Observamos un excesivo formalismo en la idea que se tiene sobre la notificación, y esto es

justamente lo que atenta contra su eficacia. No siempre será posible notificar directamente al

13
Ejecutoria Superior citada por ROJAS VARGAS, Fidel; INFANTES VARGAS, Alberto. Código Penal, catorce años
de jurisprudencia sistematizada. 2ª edición, Idemsa, Lima, 2005, p. 172.

29
condenado, y no entendemos el alcance que pueda tener la “notificación formal”, salvo que se

entienda como las exigencias previstas en el Código Procesal Civil.

En fin, como se advierte, la aproximación tradicional a las notificaciones y citaciones implica

verlas como un trámite formal que solo exige de parte del juzgado asegurarse de mandar las

comunicaciones pertinentes o encargar su realización. No está suficientemente asentada la idea

de que lo que importa no es tanto el acto en sí, sino su objetivo: que las personas se enteren

realmente de aquello que se comunica14.

De esta manera las notificaciones y citaciones más que un simple acto de comunicación se han

convertido en un verdadero rito que, por una parte, los que trabajan en el juzgado deben cumplir

sin hacerse responsables por el resultado que con él se obtenga y, por la otra, los que deben ser

objeto de esa comunicación la esperan como una obligación del sistema, aunque ello nada

nuevo les reporte. Urge entonces desformalizar los sistemas de notificación para que puedan

eficazmente cumplir con su objetivo de comunicación.

Las notificaciones personales deben circunscribirse a la audiencia de lectura de sentencia,

donde el juez le hace conocer al sentenciado que se le ha dado la oportunidad de cumplir su

condena en libertad, pero a cambio de que cumpla determinadas reglas de conducta, las que

deberá observar durante un plazo de prueba, de lo contrario será amonestado, se prorrogará

14
Citado por Víctor Alberto Martín Burgos Mariños; Pero no solo eso, la visión formal tradicional sobre las
notificaciones también acarrea exigencias absolutamente innecesarias de trabajo e inversión de recursos al
sistema. Así, nos encontramos muchas veces con que hay que realizar diversas diligencias para notificar a
personas que estaban en perfecto conocimiento de lo que se les comunica a través de ella. Es el caso, por
ejemplo, de cuando se notifica de las reglas de conducta en una audiencia al sentenciado, informándole del
tiempo modo y forma de cumplirlas, así como de las consecuencias de su incumplimiento. ¿Qué sentido puede
tener comunicarle lo que ya presenciaron y conocieron personalmente? También se incurre innecesariamente
en altos costos al sistema cuando por defectos formales en las notificaciones se declara la nulidad de
determinadas actuaciones, en circunstancias en que nadie se vio perjudicado por ese defecto o que este bien
pudo haber sido subsanado o convalidado; véase Materiales del tercer módulo sobre exigencias administrativas
de la oralidad. II Curso Panamericano de Formación de Capacitadores en Reforma Procesal Penal, Centro de
Estudios de Justicia de las Américas - CEJA, Santiago de Chile, 2005.

30
dicho plazo y, por último, si continúa infringiendo las reglas de conducta, se le revocará la

suspensión de la pena y será capturado para que cumpla su condena en la cárcel.

Debe quedar suficientemente claro que la obligación de cumplir las reglas de conducta es del

sentenciado, y que su observancia no depende ni está en función a que lo notifiquen para que

las cumpla. En la audiencia de lectura de sentencia se debería exigir al sentenciado que señale

el domicilio donde deberán notificarse las resoluciones que se emitan durante el plazo de

prueba, con el compromiso de que dicho domicilio es real y que instruirá a sus parientes para

que reciban la notificación. Además, se le puede notificar de forma personal, en los días que

por obligación (regla 3 del artículo 58) debe asistir al juzgado.

De estas dos formas se puede garantizar la eficacia de la notificación. Ahora bien, si el

sentenciado cambia de domicilio, o sus familiares no quieren recibir la notificación, o el

sentenciado ya no asiste al juzgado, imposibilitando de esta manera su notificación, deberá

entenderse como una conducta directamente encaminada a eludir su obligación y burlar la

oportunidad que la sociedad le dio para cumplir su condena en libertad, pudiendo el juez, en

caso sea necesario, dictar directamente la revocatoria.

3.1. La Amonestación

La amonestación al condenado que no está cumpliendo con las reglas de conducta que se le

fijaron al concederle la suspensión de la ejecución de la pena privativa de libertad (inciso 1 del

artículo 59 del Código Penal) tiene la naturaleza de una llamada de atención que realiza el juez

que otorgó el beneficio al sentenciado, a fin de que cumpla con el compromiso tácitamente

asumido a cambio de la no ejecución de la pena.

Nos encontramos ante una reprimenda, formalizada en una resolución judicial, que tiene como

significado que el Estado, vía el órgano jurisdiccional competente, se encuentra atento al

31
comportamiento del sujeto que fue beneficiado con la suspensión de la ejecución de la pena,

para que dicha medida cumpla los efectos preventivo-generales y especiales pretendidos,

porque la simple no ejecución de la sanción, quedando las reglas de conducta en el simple

estado de proclamación retórica, genera el descrédito del sistema penal, en razón de la falta de

protección real de los bienes jurídicos, que en un balance final significa la impunidad de los

hechos criminales.

- La amonestación se impone únicamente como una declaración jurisdiccional, que

es una llamada de atención por escrito, sin que produzca en la realidad ningún tipo

de efecto perjudicial a los derechos del condenado. De ahí que se sostenga su

inocuidad para la socialización del condenado.

Sin embargo, aquí reiteramos que la carga y obligación frente a las reglas de conducta

corresponde al sentenciado, pues es él quien tiene que demostrar su predisposición a la

resocialización y su compromiso de respetar las normas básicas de la convivencia social. Por

eso, si bien materialmente la amonestación no genera ningún agravio al sentenciado, sí deja en

evidencia ciertas dudas sobre su compromiso asumido de respetar las reglas de conducta, y

sobre su predisposición a la resocialización en libertad, que podría ser el camino hacia el

fracaso de la sustitución de la pena y la consiguiente revocatoria de su suspensión.

Como se advierte, siendo responsabilidad del sentenciado, es él quien debe asumir con seriedad

el cumplimiento de las reglas de conducta y sobre todo es él el primero que sabe si está

cumpliendo o no con el compromiso adoptado. Si esto es así, qué sentido tiene que el juez le

informe a través de las notificaciones que no está cumpliendo con las reglas de conducta. Es

obvio que ninguno. La solución está en la audiencia de lectura de sentencia, donde incluso

debiera estructurarse un cronograma dentro del plazo de prueba para que el sentenciado acuda

al juzgado y dé cuenta del cumplimiento de las reglas de conductas impuestas y así poder

32
notificarle personalmente de la amonestación, en caso de que no las esté cumpliendo; dato este

último de pleno conocimiento del sentenciado.

3.2.La Prórroga Del Periodo De Suspensión

La prórroga del periodo de suspensión significa que el plazo de prueba inicialmente previsto

para que el condenado demuestre su sujeción al ordenamiento jurídico se habrá de extender,

pues, durante dicho periodo no hubo una respuesta adecuada por parte del sentenciado

sometido a la probation. Esto es, el sujeto al que se le ha brindado la oportunidad de la

suspensión de la ejecución de la pena no ha cumplido con las reglas de conducta impuestas o

ha incurrido en un nuevo delito.

En la suspensión de la ejecución de la pena el cumplimiento de la pena privativa de libertad se

deja en stand by a condición de que el condenado cumpla con ciertas reglas de conducta o no

vuelva a cometer un delito, como muestra de la falta de necesidad de la pena efectiva para

lograr los efectos preventivo-especiales perseguidos por la sanción, pues basta la llamada de

atención que importa la emisión de un juicio de condena.

Para demostrar la actitud de sometimiento al orden jurídico por parte de quien ha incurrido en

un comportamiento criminal se le suspende la ejecución de la pena a condición de que durante

un lapso realice determinados comportamientos que demuestren dicho sometimiento, tiempo

al que se le conoce como “plazo de prueba”, en que el condenado precisamente va a probar

que, en su caso, no es necesaria la ejecución de la pena. Nótese que siempre va a ser carga del

sentenciado demostrar su conducta de predisposición a la resocialización mediante la

observancia de las reglas de conducta impuestas durante el plazo de la probation.

Pues bien, van a existir casos en los cuales durante el plazo de prueba el condenado no va a

cumplir con las reglas de conducta impuestas, con lo que demostraría el fracaso de la concesión

33
otorgada y, por ende, la necesidad de suprimir dicha concesión. Sin embargo, nuestro legislador

ha decidido dar una oportunidad más a dicha persona, ofreciendo como alternativa a la

revocatoria automática de la suspensión de la ejecución de la pena, la ampliación del plazo de

prueba a efectos de que en ese nuevo plazo el condenado adecue su conducta a la observancia

del ordenamiento jurídico.

- El inciso 2 del artículo 59 del Código Penal establece que se puede prorrogar el

periodo de prueba hasta la mitad del plazo inicialmente fijado, de tal manera que si,

por ejemplo, en la sentencia que concede la suspensión de la ejecución de la pena

se fija un periodo de dos años, se podrá prorrogar el plazo de prueba hasta por un

año más, dando un total de tres años, pero no se podrá superar este, pues el plazo

máximo de prueba es de tres años.

En este sentido, en tanto el periodo de prórroga del plazo de prueba ha sido fijado como

máximo, no existe impedimento para que el órgano jurisdiccional al disponer la prórroga, fije

plazos de menor duración, como ocurriría –partiendo del ejemplo anteriormente utilizado– en

caso de que en la sentencia se señalase dos años de plazo de suspensión y ante la inobservancia

de las reglas de conducta, el juez opte por prorrogar dicho plazo a cuatro, seis o nueve meses

o, en su caso, optar por utilizar el plazo máximo que es la mitad, un año más.

El Código Penal también dispone que en ningún caso la prórroga excederá de tres años, siendo

necesario discernir a qué se refiere la norma con la fijación de los tres años como máximo

posible de la prórroga.

En primer lugar, se podría entender que por imperio de la norma el plazo máximo que podría

durar la prórroga por sí misma es tres años, de tal manera que habiéndose fijado un plazo inicial

de tres años se podría llegar a prorrogar el plazo de prueba por tres años más, dando finalmente

un total de seis años.

34
La segunda interpretación literal posible viene dada por el hecho de que la sumatoria del plazo

inicial de prueba más el plazo de prórroga no podrán superar los tres años, de tal manera que

si inicialmente se acordó, por ejemplo, un periodo de tres años ya no habría la posibilidad de

prórroga15.

En nuestro concepto, la interpretación correcta es la segunda, puesto que recurriendo al

método de interpretación sistemática interna se debe reparar en que, según el artículo 57, el

plazo de prueba es de uno a tres años. De esta manera, si según el inciso 2 del artículo 59 dicho

plazo se podrá prorrogar hasta la mitad del plazo inicialmente previsto, nunca se podría dar una

prórroga que implique adicionar tres años, pues lo máximo que se podría adicionar es un año

y medio, con lo cual la interpretación propuesta en primer término se revela como carente de

sentido (para qué imponemos un margen superior si no hay la posibilidad de llegar siquiera a

acercarnos a él).

Hay que resaltar que con la interpretación propuesta tampoco sería jurídicamente posible

adicionar un año y medio al plazo inicialmente fijado, pues lo máximo que puede durar el plazo

de prueba con prórroga incluida es tres años.

De otro lado, si bien los plazos máximo y mínimo de la suspensión de la pena y de la probation

está entre uno y tres años, ello no impide que el juez fije dicho plazo en meses, siempre dentro

de dicho margen. Igual criterio puede ser usado para la prórroga del plazo: una prórroga en

meses. Esto permitirá tener una agenda más específica para que el sentenciado demuestre el

cumplimiento de las reglas de conducta, con la clara indicación de que si el juez le ha

15
Planteando este problema para el Derecho Penal español, véase PRATS CANUT, José Miguel. Comentarios al
nuevo Código Penal español. Quintero Olivares, Gonzalo (director), Pamplona, Aranzadi, 1996, p. 470, quien
señala: “El artículo 84 del CP, al referirse a la prórroga de la suspensión plantea una duda interpretativa en orden
a los cinco años máximos que cabe acordar. Toda vez que el código no establece un límite a las veces que pueden
acordarse las medidas establecidas en el CP, pues cabe plantearse en el caso de que el juez decidiese dos o más
veces prorrogar el plazo de suspensión, si el límite va referido al cómputo total de las prórrogas acordadas o,
por el contrario, dicho límite opera con relación a cada vez que decida prorrogarse, de tal suerte que la suma de
todas ellas puede exceder el límite de los cinco años”.

35
prorrogado el plazo de prueba ello quiere decir que ha reiterado su voluntad renuente a cumplir

con los compromisos que aceptó y que está en claro riesgo de que se le revoque su libertad, por

lo que tiene que asumir esta prórroga como la última oportunidad para enmendar su conducta.

3.3.Revocación De La Suspensión

La revocación de la suspensión de la ejecución de la pena es el efecto del incumplimiento

reiterado y grave de las reglas de conducta impuestas al conceder dicho beneficio o alternativa

a la pena privativa de libertad, que importa la pérdida de la suspensión, disponiéndose en la

resolución que la ordena que se ejecute de manera efectiva la sanción inicialmente determinada

por el juez, con la consiguiente orden de internamiento del sujeto en el establecimiento

penitenciario correspondiente.

La cláusula prevista en el inciso 3 del artículo 59 del Código Penal se distancia mucho de la

revocación señalada en el artículo 60, pues mientras que en la primera es una facultad

discrecional del órgano jurisdiccional el imponer dicha medida, en la segunda se señalan los

casos en que la revocación debe de ser automática por la comisión de un nuevo delito doloso

(entendiéndose –claro está que el sujeto ha sido condenado por ese nuevo delito).

Había quedado pendiente la determinación de si los efectos del incumplimiento de las reglas

de conducta impuestas podrían aplicarse de acuerdo a cada caso concreto, según la

discrecionalidad del juzgador, dando lugar, por ejemplo, a que en casos graves pueda funcionar

la revocatoria automática o directa de la suspensión sin haber pasado previamente por la

amonestación ni la prórroga; o si las sanciones establecidas en el artículo 59 tienen una relación

de subsidiariedad, según la cual bajo el límite del principio del Derecho Penal como última

ratio primero se habrá de hacer uso de la amonestación; en segundo lugar, de la prórroga del

plazo de suspensión, para recién en tercer término otorgar la posibilidad de recurrir a la

consecuencia más grave: la revocatoria de la suspensión.

36
En este sentido se debe señalar que del tenor literal del artículo 59 se desprende –en contra de

lo que de común sustenta la jurisprudencia nacional– que el legislador se ha decantado por un

sistema en el que la revocatoria no necesita de una previa aplicación de las sanciones de

amonestación y prórroga de la suspensión. Esto es así debido, en primer lugar, a que cuando el

código hace mención a los efectos que puede acarrear el incumplimiento de las reglas de

conducta utiliza el conector “o” para interrelacionar la prórroga de la suspensión establecida

en el inciso 2 del artículo 59 con la revocatoria establecida en el inciso 3, de tal modo que se

abre la posibilidad al juzgador de utilizar la una “o” la otra.

Pero no solo por ello, sino porque antes de hacer referencia a las tres consecuencias posibles

del incumplimiento de las reglas de conducta se señala: “(...) el juez podrá, según los casos”,

con lo que se deja sentado que es una facultad del juez, según el tipo de infracción a las reglas

de conducta que se haya realizado, escoger cual será la consecuencia más apropiada a

imponer16.

Más aún, el código establece sin hacer distinciones que las consecuencias de amonestación,

prórroga o revocatoria se aplicarán frente al incumplimiento de las reglas de conducta

impuestas o cuando el sujeto fuera condenado por otro delito. Pues bien, resultaría irracional

que la norma impusiese al juez que frente a la comisión de un nuevo delito doloso con pena no

mayor a tres años –supuesto que no cabe en el artículo 60–, por ejemplo, un hurto, la

perpetración de un nuevo hecho criminal únicamente dé lugar a la amonestación del sujeto, y

que si vuelve a incidir en dicho comportamiento la respuesta del ordenamiento jurídico penal,

16
Por ejemplo, son frecuentes los casos en que al sentenciado por delito de violación de la libertad de trabajo
se le exige el pago de los adeudos laborales, pese a que ha dejado de laborar como gerente en la empresa donde
se generó la obligación laboral. Revocar la condicionalidad de la pena a pesar de haberse acreditado tal situación
sería contrario a los fines que persigue la pena en estos casos. Aquí no existe obligación del sentenciado que ya
no labora en la empresa, sino que la obligación sigue siendo de la empresa. Este es un caso evidente de
imposibilidad de pago.

37
como segundo estadio sea la prórroga, para recién poder recurrir a la revocatoria en caso de

una tercera infracción.

Peor todavía, en razón al tiempo de duración de los procesos penales en nuestro país, proceder

de la forma señalada acarrearía la imposibilidad de revocatoria de la pena por la causal de

comisión de un nuevo delito doloso, pues entre que se produce la primera condena y se gesta

una segunda, lo más probable es que haya vencido el plazo que como máximo puede durar el

periodo de prueba (por imperio del principio constitucional de presunción de inocencia para

afirmar la comisión de un hecho criminal no basta una imputación, sino que es necesaria una

sentencia condenatoria firme).

Esto significaría introducir una discriminación carente de racionalidad, puesto que las personas

que solo incurren en la infracción de las reglas de conducta podrían ver revocadas sus penas y

no las que han incurrido en nuevos delitos, cuando en el segundo caso es de mayor evidencia

la necesidad de ejecución de la pena (para no defraudar las finalidades preventivas especiales

y generales de la sanción).

Debe precisarse, partiendo de la posición fijada, que corresponde al juez evaluar los efectos del

incumplimiento de las reglas de conducta, pero no se trata de una discrecionalidad libre, sino

que debe estar informada del principio de última ratio del Derecho Penal, así como del principio

de proporcionalidad, que exigen adecuar las consecuencias a imponer a la gravedad preventivo-

especial de las infracciones producidas, empleando siempre como primera alternativa la de

menor gravedad (por ejemplo, no es admisible plantear la revocatoria de la suspensión por una

simple y ocasional infracción de la prohibición de frecuentar determinados lugares), salvo que

se pronostique su inidoneidad para lograr la finalidad perseguida.

38
3.4.Casos Prácticos

No hay duda de que uno de los fines que debe orientar al juez penal en la ejecución de las

sanciones por infracción a las reglas de conducta es considerar que las medidas sustitutivas de

la pena privativa de libertad tienen por finalidad resocializar sin necesidad de cárcel, cuando el

autor es primario, cuando el delito no es grave y cuando se entienda que la cárcel puede afectar

la resocializacion del autor.

No podemos olvidar la crisis de las penas privativas de libertad y el principio de última ratio,

ideas que cobran verdadera importancia al tener que decidir, básicamente, la revocación de la

condicionalidad de la pena.

La principal garantía está en agotar los apremios antes de decidir la revocatoria, aun cuando

existan intereses urgentes como el caso del hijo alimentista o el trabajador en los delitos de

omisión a la asistencia familiar e ilícitos laborales, pues tiene que acreditarse la intención de

no pagar los adeudos, mas no su imposibilidad, ya que si se revoca por lo segundo, se estaría

enviando a la cárcel a personas por el solo hecho de que, por ejemplo, no consiguen trabajo y

no pueden cumplir con su obligación.

Nos parece que aquí se centra el conflicto entre la realidad formal, la norma penal y la realidad

social, pues la idea de la cárcel no es la mejor solución a problemas que tienen, por lo general,

un origen socioeconómico y cultural. La aplicación de la cárcel no va a darle al sentenciado

mayor capacitación o suerte para que consiga un trabajo al cumplir la condena, ni mucho menos

le va a servir de currículo para ello; por el contrario, será adicionalmente condenado a no

conseguir un trabajo decente.

Estas reflexiones entendemos que son necesarias para darle un uso prudente y humanista a las

sanciones previstas en el artículo 59 del Código Penal. Para ello veamos algunos supuestos

prácticos:

39
3.4.1. Primer caso:

- La sentencia se apercibe directamente con la revocación de la pena suspendida

Estos casos son frecuentes en nuestra jurisprudencia y tienen por finalidad garantizar la pronta

ejecución de las reglas de conducta, fundamentalmente en los casos de omisión a la asistencia

familiar, usando a su favor la autoridad de la cosa juzgada. Así pues, si la sentencia ha quedado

firme, al igual que el apercibimiento de revocación de la condicionalidad de la pena, no le

queda al juez de ejecución más que apercibir directamente con la revocatoria, y si el

sentenciado no paga, revocarle la suspensión de la pena y ordenar su ingreso al establecimiento

penal, sin que se pueda hacer uso previo de la amonestación y la prórroga.

La finalidad de esta práctica jurisprudencial es bien intencionada, sin embargo, habría que

tenerse la información suficiente de que el sentenciado sí cuenta con recursos económicos para

cumplir con el apremio; en caso contrario, se estaría incurriendo en el exceso ya anotado.

Sin embargo, debemos hacer la siguiente precisión: la autoridad de la cosa juzgada incide sobre

aquello que se ha decidido, es decir, si es culpable, la pena y las demás consecuencias del delito.

Una vez que queda firme la sentencia, se debe ejecutar de acuerdo a ley sin que se exceda o

deje de cumplir lo ordenado en la sentencia. Pero creemos que la autoridad de la cosa juzgada

no se extiende a la forma como debe ejecutarse la sentencia, a pesar de que algunas sentencias

así lo digan, pues aquello no es parte de lo que se ha controvertido en un proceso penal, ni

tampoco fue merecedor de una decisión judicial.

Consideramos que la ejecución de la sentencia tiene su propia autonomía, a partir de que la

materia decidida ha quedado firme, allí tiene sentido la aplicación amplia del artículo 59 del

Código Penal, y por más que el juez haya incluido en la sentencia directamente el

apercibimiento de la revocatoria, consideramos que tal práctica vulnera la ley penal y le priva

de ante mano al sentenciado la oportunidad de la amonestación y la prórroga, afectándose de

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igual manera el principio de última ratio. Dicha práctica invade indebidamente ámbitos propios

de la ejecución penal y limita el derecho de controvertir las sanciones. Además, apreciemos lo

injusto que resulta que se decida algo sobre lo cual no ha sido materia de controversia en el

proceso.

Indudablemente que no tiene cabida legal la práctica jurisprudencial de señalar directamente el

apercibimiento de revocación, pues la autoridad de cosa juzgada no lo afecta, principalmente

por no pertenecer a la cosa decidida y porque la ejecución de la sentencia tiene autonomía;

frente a ello, sí es posible aplicar previamente la amonestación y a la prórroga.

3.4.2. Segundo caso: la sentencia impone un plazo de prueba de tres años

En este caso, a diferencia del anterior, nos encontramos ante un aspecto de la sentencia sobre

la cual sí existe autoridad de cosa juzgada, pues es materia de la decisión judicial y, por lo

tanto, no puede ser alterado durante la ejecución.

Efectivamente, si el plazo de prueba es de tres años, es obvio de que ya no procede la prórroga

del plazo, pues el máximo de la probation es justamente tres años. Sin embargo, ello no impide,

en aplicación del principio de última ratio, la amonestación, y si el sentenciado insiste en su

infracción, deberá recién ordenarse la revocación.

3.4.3. Tercer caso: la sentencia impone plazos de prueba de dos años o menos

En este caso, procede la aplicación de todos los apremios contenidos en el artículo 59 del

Código Penal, es decir, la amonestación, la prórroga y, finalmente, la revocación.

Particular reflexión merece cierta práctica jurisprudencial según la cual si la pena privativa de

libertad suspendida es de un año, no se puede aplicar un plazo de prueba superior a dicha pena.

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Veamos qué pasa si se admite tal posición. En primer lugar, no sería posible acordar una

prórroga del plazo, por lo que luego de la amonestación directamente se pasaría a la revocación

de la pena suspendida. Obviamente, esta postura es contraria a los principios que rigen la

suspensión de la pena y a los preceptos que recusan las penas cortas.

No se puede sostener válidamente a la luz de los fundamentos esbozados, que en caso de que

se imponga al sentenciado una condena de un año de pena privativa de libertad, suspendida por

igual plazo, no se pueda aplicar la prórroga del plazo equivalente a un plazo adicional de una

mitad. Ello implicaría solo que al sentenciado a un año de privación de libertad, suspendida

por un plazo igual, se le va aumentar el plazo de prueba en un cincuenta por ciento más,

conforme lo estipula el artículo 59 del Código Penal.

No es legal, ni principista frente al Derecho Penal, sostener que si se ha condenado a una pena

de un año suspendida por igual plazo, se deba pasar de la amonestación, directamente a la

revocación. No existe ninguna prohibición acerca de que el plazo de prueba pueda ser superior

a la pena impuesta. La única prohibición es que el plazo de prueba no puede ser superior a tres

años.

Consideramos que siendo el plazo máximo del periodo de prueba tres años, resulta admisible

que el plazo de prueba pueda ser superior a la pena privativa impuesta. Así, por ejemplo, es

factible que el juez pueda imponer una pena privativa de libertad de un año o dos, suspendida

por un plazo igual, y resulte así que el plazo de prueba sea superior a la pena. Esto es viable y

compatible con los principios antes expuestos, que guardan relación con una visión garantista

del Derecho Penal, en su concepción verdaderamente científica: la validez de la teoría en la

realidad.

Por ello sostenemos que el juez al imponer una condena privativa de libertad de un año

suspendida por un plazo igual, puede usar todos los apremios contenidos en el artículo 59 del

42
Código Penal, incluso puede aplazar el plazo de prueba en un cincuenta por ciento de la pena

principal, si se trata de una pena suspendida de un año por un plazo igual o mayor, es decir, la

amonestación, la prórroga y la revocación resultan perfectamente aplicables; no solo no existe

impedimento legal para ello, sino que es compatible con los principios legitimantes de un

Derecho Penal democrático.

3.4.4. Cuarto caso: la sentencia impone un plazo de prueba igual o mayor a la pena
suspendida

En este supuesto, reproducimos todos los fundamentos del punto anterior. Ya dijimos que

resulta compatible con el principio de lo más favorable al sentenciado imponer el mismo plazo

de prueba que el de la pena suspendida, pues permite que se agoten todas las alternativas

previstas en el artículo 59. Se trata de los casos en que se impone un año de pena suspendida

por igual plazo, o dos años de pena suspendida por dos años de plazo. En ambos casos, la

prórroga es igual a la pena impuesta, lo cual es legal.

En similar sentido, también es posible que el juez imponga, en su caso, una pena privativa de

la libertad de un año suspendida por un plazo de dos o tres, de conformidad con el principio

del Derecho Penal de última ratio y el principio de lo más favorable, que aconsejan siempre

evitar el encarcelamiento de autores con penas cortas.

43
Artículo 59º.- INCUMPLIMIENTO DE LAS REGLAS DE CONDUCTA

Jurisprudencia

Reglas de conducta. Incumplimiento

Jurisprudencia Referencia
La inobservancia de las reglas de conducta en el caso de una R.N. Nº 844-2002-
condena condicional, da lugar a la aplicación de una Lambayeque.
amonestación, la prórroga del período de suspensión o la Pérez Arroyo. p. 662.
revocación de la misma, de conformidad con lo dispuesto en el
artículo cincuenta y nueve del Código Penal.
La condicionalidad de la pena se dicta en este caso bajo Exp. Nº 5900-97-Lima.
apercibimiento de aplicarse las sanciones contenidas en el Caro Coria. p. 220.
artículo cincuenta y nueve del Código Penal y el no
cumplimiento de las reglas de conducta no puede ser motivo
para dictar un apercibimiento de revocatoria de la
condicionalidad de la pena.
El artículo 59 del Código Penal establece que, frente al Exp. Nº 2517-2005-
incumplimiento de las normas de conducta impuestas, el juez PHC/TC.
podrá, según sea el caso y conforme a sus atribuciones Data 45,000. G.J.
jurisdiccionales, aplicar las alternativas señaladas en los
siguientes incisos: 1) amonestar al infractor; 2) prorrogar el
periodo de suspensión hasta la mitad del plazo inicialmente
fijado; en ningún caso, la prorroga acumulada excederá de tres
años, y 3) revocar la suspensión de la pena. Es de recordar que
dicha norma no obliga al juez a aplicar las alternativas en forma
sucesiva ni obligatoria para cada caso.

Incumplimiento de reglas de conducta. Reparación del daño

Jurisprudencia Referencia
La reparación del daño impone al condenado un deber positivo R.N. Nº 2476-2005-
de actuación, cuyo incumplimiento importa una conducta Lambayeque. (PV)
omisiva, que en este caso comunica inequívocamente una Data 45,000. G.J.
manifiesta voluntad –hostil al derecho– de incumplimiento a la
regla de conducta impuesta en el fallo de condena condicional.

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Inciso 1

Incumplimiento de reglas de conducta. Amonestación al infractor

Jurisprudencia Referencia
La amonestación a que alude el artículo cincuenta y nueve en su Exp. Nº 4878-98-Lima.
inciso primero del Código Penal debe realizarse de modo formal Caro Coria. p. 220.
y directamente ante el condenado.

Inciso 3.

Incumplimiento de reglas de conducta. Revocación automática de la suspensión

Jurisprudencia Referencia
La revocación de la suspensión se trata de la sanción más severa, Exp. Nº 5555-98-Lima
por lo que su uso debe ser excepcional y luego de haberse (Ejec. Sup.).
aplicado las sanciones precedentes de amonestación o de Data 45,000. G.J.
prórroga. En todo caso, su uso debe limitarse, en lo posible, al
hecho de que el sentenciado haya cometido nuevo delito,
mereciendo por ello otra condena. A nuestro entender, resulta
desproporcionado revocar la suspensión por el mero
incumplimiento del pago de la reparación civil, como
distorsionadamente se considera por cierto sector de la
judicatura nacional.
No incurrir en nuevas infracciones dolosas es en realidad un Exp. Nº 7304-97 (Ejec.
imperativo legal contemplado en el artículo sesenta del Código Sup.).
Penal vigente, no constituyendo por ende regla de conducta. Banco de J. G.J.

45
CAPITULO IV

4. LA REVOCACIÓN AUTOMÁTICA DEL ARTÍCULO 60 DEL CÓDIGO

PENAL

Como ya lo adelantáramos, la exigencia de una condena firme por un delito doloso cometido

durante el plazo de prueba puede conducir a que este supuesto de revocatoria realmente no se

pueda aplicar debido a lo dilatado de los procesos penales. De ahí que resulta aconsejable que

el juez, al tener conocimiento de la apertura del proceso contra el sentenciado favorecido con

la probation, prorrogue el plazo de prueba con la finalidad de posibilitar la aplicación de la

revocatoria, en un caso donde materialmente el autor ya vulneró las reglas de conducta y

demostró una conducta renuente a la resocialización.

- Diferencias Entre Rehabilitación Y Condena No Dictada

La observancia de las reglas de conducta conduce a que la sentencia pronunciada se tenga como

no pronunciada, lo que significa que se construye la ficción de su “no existencia”, pero que en

la realidad implica la anulación de todo tipo de antecedente judicial que se haya generado.

No resulta procedente, en este caso, una solicitud de rehabilitación, pues no se trata de

cumplimiento de una pena ya que esta se ha suspendido y sustituido por una probation. La

rehabilitación procede cuando el sentenciado ha cumplido su condena, lo que no es posible en

estos casos, pues la naturaleza de las medidas sustitutas de la pena privativa es justamente evitar

su cumplimiento.

Finalmente, no está de más señalar que la prescripción de la pena se rige por la pena conminada

que posee el delito, y no tiene relación con la pena impuesta en la sentencia y mucho menos

con el plazo de prueba.

46
Para la revocación no puede bastar con una denuncia por la comisión de un delito contra el

liberado, ni con la apertura de un atestado, sino que es necesario que se dicte sentencia firme,

porque solo entonces se destruirá totalmente la presunción de inocencia que le asiste a aquél.17

Varios autores señalan que la revocación de la suspensión se dará cuando la persona cometa

un nuevo delito; dejando puerta abierta así para interpretar si se trata de un comportamiento

que se presume que es un delito y este delito puede ser doloso o culposo y para constatarlo se

encuentra en proceso judicial, o hablamos de una simple denuncia.

Nuestro ordenamiento jurídico especifica que deberá de tratarse no solo de una sentencia dada

ante la comisión de un delito sino que este delito tiene que haber sido cometido de manera

dolosa. Además señala que el agente deberá recibir una condena privativa de libertad mayor a

tres años para revocar la suspensión.

El sentenciado deberá cumplir con aquella pena privativa de libertad que fue suspendida y

también con la pena privativa de libertad impuesta en la nueva sentencia por la comisión de un

delito doloso.

Siguiendo los ejemplos 1 y 2, la pena privativa de libertad suspendida era de 3 años. En el

periodo de prueba Walter comete un delito doloso, de la cual recibe 5 años de pena privativa

de libertad. Ante este hecho, la suspensión será revocada, teniendo Walter que cumplir los 3

años de aquella pena que le privaba de su libertad, independientemente del cumplimiento de la

nueva pena (5 años).

17
Subijana Zunzunegui Ignacio José. EL JUEZ EN LA EJECUCION DE LAS PENAS PRIVATIVAS DE LIBERTAD. Revista
electrónica de ciencia penal y criminología. Artículos RECPC 07-11 (2005). En http//criminet.ugr.es.recpc

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CAPITULO V

5. DESAPARICIÓN DE LA CONDENA

Como ya hemos mencionado en los capítulos anteriores, para que una persona sea privilegiada

con la suspensión de la pena que se le había impuesto, deberá cumplir con una serie de

requisitos para concederle tal suspensión, si cumple con lo señalado el sentenciado deberá

acatar ciertas reglas de conducta cumpliéndolas obligatoriamente, durante un tiempo

determinado. Cumplido el plazo de prueba, ¿qué beneficios tendrá el procesado ante su

conducta intachable? En las siguientes líneas explicaremos esta interrogante.

Artículo 61 del Código Penal de 1991 señala:

La condena se considera como no pronunciada si transcurre el plazo de prueba sin que el

condenado cometa nuevo delito doloso, ni infrinja de manera persistente y obstinada las reglas

de conducta establecidas en la sentencia.

Interpretando este artículo, podemos decir que aquella persona condenada a una pena privativa

de libertad, la cual ha sido suspendida, deberá cumplir con ciertas normas impuestas por el

juez. Cuando se halla dado un comportamiento positivo por parte del condenado, es decir que

este respete todo lo señalado en aquella sentencia sobre las reglas de conducta y cuando no

haya cometido un nuevo delito doloso durante el plazo de prueba, la sentencia que se dio se

tomará como olvidada o mejor dicho como si nunca hubiera existido.

Creemos que este beneficio recibido por el procesado se da, porque es la primera vez que

comete un delito en toda su vida y este al no ser tan grave, lo hace merecedor de ciertas

prerrogativas que señala nuestro ordenamiento jurídico. Además cuando se da el pleno

cumplimiento de las reglas de conducta debemos señalar que la persona ha quedado

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completamente resocializado, pudiendo así ser aceptada por toda la población y tener una vida

normal como la de una persona que nunca delinquió. También se puede deducir que ante un

comportamiento intachable, él sentenciado (sentenciado sin sentencia) ha entendido e

interiorizado las normas que se encuentran reguladas en nuestro ordenamiento jurídico,

asegurando así su cumplimiento.

49
Conclusiones

50
Bibliografía y Webgrafía

I. DE LA CUESTA ARZAMENDI. “La prisión: historia, crisis, perspectivas de

futuro”. En: Reformas penales en el mundo hoy. Instituto Vasco de Criminología,

Edición de Antonio Beristain, Madrid.

II. GRACIA MARTÍN, Luis. Lecciones de consecuencias jurídicas del delito. 2ª

edición, Valencia, 2000, p. 230).

III. El artículo 76 bis del Código Penal argentino

IV. ZAFFARONI, Eugenio Raúl. Tratado de Derecho Penal. Parte general. Tomo V,

Buenos Aires, Ediar, 1983, p. 437.

V. MANTOVANI, Ferrando. Diritto penale. Parte generale. Terza edizione, Cedam,

Padova, 1992, p. 818 (traducción propia).

VI. FRAGOSO, Heleno Cláudio. Licoes de Direito Penal, a nova parte geral. 4ª

edicao, Forense, Río de Janeiro, 1994, p. 362 (traducción propia).

VII. Cfr. MUÑOZ CONDE; GARCÍA ARÁN. Derecho Penal. Parte general. 3ª

edición, Tirant lo Blanch, Valencia, 1998, p. 618 y ss.

VIII. Derecho Penal, Parte General, Juan Luis Alegría Hidalgo.

IX. Cfr. CÓDIGO PENAL. Gaceta Jurídica, Lima, 2001

X. (https://es.wikipedia.org/wiki/Suspensi%C3%B3n_de_la_pena)

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