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CALIBÁN
todos votaron por sí; pero era la independencia con otro nombre. De Gaulle
deseaba mantener cierta forma de unión. El 12 de diciembre de 1959, durante
una reunión de jefes de Estado afrofranceses en Saint Louis, les dijo: "Como
los peregrinos de Emaús dijeron al viajero: 'Mora con nosotros, pues cae la
noche, y el día casi ha pasado'".6 Pero esos hombres eligieron la "asociación",
es decir, la ayuda y el respaldo militar, más que la "comunidad". Algunos de
estos jefes africanos, como Houphouét-Boigny (Costa de Marfil),
PhilibertTsiranana (Malagasia), Léopold Senghor (Senegal), Hamani Diori
(Níger), Ahmadou Ahidjo (Camerún), León Mba (Gabón), Francis
Tombalbaye (Chad), y Mokhtar Ould Daddah (Mauritania), establecieron una
relación personal con el carismático general. Como él mismo expresó, se
convirtieron en "mis íntimos".7 Pero esto era transitorio; todos siguieron su
propio camino. Salvo la Costa de Marfil, todos estos territorios eran muy
pobres. Algunos reunían mejores condiciones que otros para alcanzar la
independencia; algunos eran completamente ineptos. Pero resulta imposible
discernir determinados principios en el proceso que los llevó a la
independencia, como no sea la decisión de Francia de separarse de ellos.
En teoría, el Imperio Británico y más tarde la Comunidad siempre
habían funcionado a partir de un supuesto muy distinto: que todos los
territorios debían prepararse para la independencia y tenían que alcanzarla
cuando estuviesen listos. El Libro Blanco británico de junio de 1948 afirmó:
"El propósito fundamental de la política colonial britá-nica[...] es guiar a los
territorios coloniales hacia el autogobierno responsable dentro de la
Comunidad, en condiciones que garanticen a todas las personas interesadas
tanto un adecuado nivel de vida como la libertad frente a la opresión,
cualquiera que sea su signo".8 Pero ambas condiciones eran invariablemente
abandonadas cuando la necesidad era imperiosa. Hasta mediados de los años
cincuenta el ritmo fue demasiado lento. A partir de 1960 fue demasiado
veloz. En ninguno de los casos reflejó la preparación real y las necesidades de
los territorios en cuestión, sino más bien las presiones que se ejercían sobre el
gobierno británico y su voluntad o falta de ella para resistirlas. Las fuerzas
desencadenadas por el movimiento de Bandung fueron el factor decisivo. Si
Francia decidió cortar vínculos y retirarse en 1958, Gran Bretaña imitó el
ejemplo un año más tarde, cuando Harold Macmillan se creyó en condiciones
de imitar la postura de de Gaulle. Como manifestó sir Michael Blundell, el
más inteligente de los líderes de los colonos de Kenia: "[...] un cambio
dramático sobrevendría en la política del gobierno británico después de la
elección general celebrada en octubre
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triunfo a los moderados y toda la historia del país durante los veinte años
siguientes habría sido distinta." La mayoría de los africanos y muchos
blancos no sabían lo que hacían.
Proliferaban los complejos aspectos de carácter constitucional, incluso
cuando no había problemas raciales de carácter fundamental. Así, la
"reforma" de Tanzania de 1955 originó una de las constituciones más
complicadas que se hayan concebido jamás en un territorio colonial, hecha
con el propósito principal de excluir a los nacionalistas más belicosos. Otros
cambios, en 1957-1958, sumaron más sutilezas, incluso una cláusula electoral
tripartita: cada votante del padrón tenía que depositar su voto en una persona
de cada raza (africana, europea, asiática), de lo contrario el voto sería
invalidado. Surgió un nuevo tipo de burocracia, experta en las constituciones
multirraciales "equilibradas"; después invadió al Secretariado de las Naciones
Unidas y, por lo tanto, se autointernacionalizó. A partir de 1956, debido a la
presión de las Naciones Unidas, los belgas redactaron en Ruanda-Urundi una
de las constituciones más rebuscadas nunca antes concebidas por el hombre,
con elecciones de padrones múltiples para los consejos de subjefes, los
consejos de jefes, los consejos territoriales, el consejo africano y, en la
cúspide, un consejo general destinado a asesorar al vicegobernador general;
es decir, un sistema de cinco niveles. En uno de los países más primitivos del
mundo había nacido una estructura política más compleja que la de los
Estados Unidos.'-
Anteriormente las colonias estaban escasamente gobernadas. Ahora
soportaban el exceso de gobierno. La razón de este cambio fue que la
"independencia" implicó la soberanía total, con todas las consecuencias de
dicha condición. Gambia, con una población de 300.000 personas, que en
realidad era una ciudad, Bathurst, y sus alrededores, y que estaba rodeada por
tres lados por Senegal, se convirtió en un estado integral que debió soportar la
estructura completa de gobierno, la que en definitiva provocó la quiebra del
país en 1981. La alternativa era imponer la federación a estos fragmentos
pequeños y aislados del colonialismo. Pero dichas federaciones rara vez
duraron, o bien fracasaron desde el principio mismo. Implicaban también
niveles suplementarios de gobierno, a menudo con dos cámaras legislativas
cada uno, y complicadas garantías para calmar los odios mutuos y los temores
de los territorios que se encontraban en distintas etapas de desarrollo y que al-
bergaban mezclas raciales diferentes.
De esta forma, las Indias Occidentales británicas estaban excesi-
vamente administradas, por razones históricas, incluso cuando aún eran
colonias de la corona. La independencia agregó otro nivel y la federación
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no tuvieron mejor suerte que aquellos en los que se apresuró ese movimiento.
El ejemplo destacado y quizás el más patético fue el de la Costa de Oro.
Durante el período que siguió a 1945, era el estado negro más rico de África.
En general, se lo consideraba el más promisorio. No afrontaba problemas
raciales. Fue el primero que obtuvo la independencia. El camino hacia la
libertad fue largo. Había existido un consejo legislativo desde 1850 y un
miembro negro (designado) desde 1888; en 1916 había seis. Las elecciones
plenas para el gobierno local comenzaron en 1925. En 1946 el Consejo
Legislativo tuvo una mayoría africana; en 1948, una comisión institucional
investigadora; en 1949, un comité con mayoría africana para elaborar una
nueva constitución; en 1951, elecciones de acuerdo con la nueva constitución;
en 1952 Kwame Nkrumah fue designado primer ministro; en 1954 se
sancionó la definitiva "constitución de la independencia"; en 1956 hubo
nuevas elecciones; en 1957, la independencia total. Era el proceso lento y
seguro, formal, hacia el gobierno propio; se consideraba a Nkrumah el
estadista africano modelo y a su nuevo país, Ghana, el prototipo del
autogobierno africano. Joven, apuesto, sumamente organizado, representó un
papel notable en Bandung.
Sin embargo, hubo presagios incluso antes de la independencia. El
movimiento de Ghana hacia la independencia había sido obra del abogado J.
B. Danquah, que había empleado a Nkrumah como el organizador partidario
de dedicación plena. De manera que Nkrumah fue desde el principio un
político profesional y nada más. Se adueñó de la organización del partido, lo
convirtió en movimiento de masas centrado en su propia personalidad y
convenció a los británicos de que era el mejor hombre, el más sencillo, la
figura adecuada para respaldar el proceso de la independencia. Los británicos
le facilitaron las cosas. Las ordenanzas del gobierno local de 1951 y 1953
crearon consejos políticos; éstos cayeron inmediatamente en manos del
Partido Popular de la Convención de Nkrumah y quebraron el poder de los
jefes, que eran las autoridades tradicionales. Por lo tanto, Ghana fue un estado
unipartidario embrionario incluso antes del traspaso. Una vez que asumió el
poder, Nkrumah utilizó los recursos británicos; por ejemplo las
"investigaciones judiciales", y empleó asesores legales y políticos británicos
izquierdistas para destruir a todos los restantes centros de influencia y para
eliminar las restricciones constitucionales que se oponían a su dominio
personal, así como para empujar a la oposición a la ilegalidad. Después de
concentrar el poder en su partido y en sí mismo, destruyó el imperio del
derecho. El momento decisivo llegó en diciembre de 1963. El día 9, tres jefes
opositores (ex colegas de Nkrumah) fueron
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ritmo cada vez más acelerado, esta falsa teoría se convirtió en el saber
predominante en las Naciones Unidas, bajo la influencia de la generación de
Bandung y sobre todo de Dag Hammarskjóld. El momento crítico llegó
cuando se convenció a Bélgica, contra su mejor criterio, de la necesidad de
retirarse del Congo, el 30 de junio de 1960. Bélgica había administrado esta
región vasta y valiosa, aunque primitiva, con excesivo paternalismo político,
pero a partir de 1920 con éxito económico cada vez más considerable. Los
resultados de la importante inversión industrial comenzaron a observarse
durante los años cincuenta. El índice de la producción industrial se elevó,
entre 1948 y 1958, de 118 a 350, y la productividad aumentó dos veces y
media durante estos años. En contraposición directa a las teorías de tipo
leninista acerca del imperialismo, la producción industrial estaba creciendo de
acuerdo con una tasa anual del 14,3 por ciento durante los años cincuenta y
decayó sólo ante la perspectiva de la independencia.20 Como resultado de esta
situación, por la época de la independencia el Congo tenía, por ejemplo, un
coeficiente más elevado de camas de hospital, 560 por cien mil habitantes,
que cualquier otro país africano (más elevado que la propia Bélgica) y el más
alto índice de alfabetización, 42 por ciento (los índices en las colonias
británicas oscilaban entre el 30 por ciento en Uganda y el 15 por ciento en
Tanganica y Nigeria; en las colonias francesas, se alcanzaba un promedio del
10 por ciento) .2! El esfuerzo educativo de Bélgica se concentraba
abrumadoramente en el sector primario: no había médicos, ingenieros ni jefes
administrativos congoleños y, sobre todo, no existía un solo oficial africano
en la forcé publique de 25.000 hombres.
En todo caso, durante los últimos y agitados años, cuando estaba frente
a la abdicación inminente, el sistema había producido rápidamente un grupo
de políticos profesionales, que en su totalidad disimulaban las profundas
afiliaciones tribales bajo una capa de ideología de estilo europeo. Los tres más
importantes, el presidente Joseph Kasavubu, el primer ministro Patrice
Lumumba y Moise Tshombe, premier de Katanga, la más rica de las
provincias, eran enconados rivales tribales y populistas.22 Los tres eran
personalidades volátiles, pero Lumumba resultaba con mucho el más
inestable. Se trataba de un ex empleado de correos y obrero de una cervecería
convertido en agitador político de dedicación completa, que ahora era
ministro de Defensa además de jefe de gobierno. El legado belga era bastante
frágil, pero puede concebirse que habría durado unos pocos años. En cambio,
Lumumba eligió las ceremonias de la independencia para formular un ataque
encendido contra el dominio blanco; cinco días más tarde, el 5 de julio, la
guarnición de Leopoldville, que era la capital, se amotinó y expulsó a sus
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concretas de ingeniería social de África del Sur fueron obra de Jan Christian
Smuts, uno de los principales arquitectos tanto de la Liga de las Naciones
como de las Naciones Unidas, y un hombre que en San Francisco, en 1945,
redactó personalmente la Declaración de los Derechos Humanos de las
Naciones Unidas.39
Smuts fue uno de los bóers moderados que, en la organización liberal
de la paz que siguió a la guerra de los bóers, estuvieron asociados con los
británicos en la reconstrucción del país. Estos hombres echaron los cimientos
legislativos de un Estado semitotalitario basado en el principio de la división
racial. En 1911 se declaró la ilegalidad de las huelgas de los trabajadores por
contrato (es decir, los negros) y, por su parte, la ley de Minas y Obras reservó
a los blancos ciertas categorías de empleos. En 1913, la ley Agraria para los
Nativos incorporó el principio de la segregación territorial de acuerdo con el
color de la piel. Esta ley fue la clave de todo lo que siguió, entre otras cosas
porque determinó la naturaleza de la reacción africana y la creación de sus
propias y numerosas variedades de sectas sionistas.40 En 1920, la ley de
Asuntos Nativos incorporó las instituciones políticas segregadas para los
africanos y organizó la conferencia nativa de jefes africanos designados por el
gobierno y orientados por la Comisión de Asuntos Nativos, cuyos miembros
eran todos "expertos" blancos. En 1922, una ley limitó el aprendizaje de
especialidades a los que poseían calificaciones educativas mínimas (es decir,
a los que no eran africanos). En 1923, la ley de los nativos (de áreas urbanas)
creó zonas residenciales segregadas para los africanos en las ciudades y sus
alrededores. En 1925, la ley de Conciliación Industrial negó a los africanos el
derecho a la negociación colectiva. La ley salarial de 1925 y la ley de
segregación racial de 1926 estuvieron destinadas específicamente a poner
distancia entre los blancos pobres y las masas africanas.41
Smuts fue también el hombre que impulsó a África del Sur en una
dirección absolutamente contraria a la que siguió el gobierno de la India
después de Amritsar. En 1921 masacró a una secta africana "israelita" que
protagonizó un episodio de resistencia pasiva en tierras prohibidas de
Bulhoek; al año siguiente sofocó una rebelión de trabajadores negros en el
Rand, con un total de 700 bajas. Esta política implacable se vio reforzada por
nuevas leyes. La ley de Administración Nativa de 1927 convirtió al
gobernador general (es decir, al gobierno) en el jefe supremo de todos los
africanos, con atribuciones autoritarias que le permitían designar a los jefes
locales, definir los límites de la tribu, desplazar a las tribus y a los individuos,
y controlar los tribunales africanos y la propiedad de la tierra. En la sección
29, castigaba "a todas las personas
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fue posible optar entre varios candidatos, pero todos reunidos bajo el mismo
rótulo partidario, lo que significaba que era necesaria la aprobación de
Nyerere para participar en la justa electoral y, por otra parte, estos candidatos
no tenían derecho a presentar propuestas.64
El modo en que Nyerere, un ex pacifista, utilizó la terminología
militarista para promover su estado autoritario fue ingenioso y contribuye a
explicar la notable atracción que ejerció sobre la intelectualidad occidental,
un fenómeno que indujo a un sociólogo negro a acuñar el término de
"Tanzafilia".65 Al defender la eliminación de los derechos humanos; por
ejemplo la libertad de palabra, de prensa y de reunión, Nyerere observó:
"Hasta que hayamos triunfado en nuestra guerra contra la pobreza, la
ignorancia y la enfermedad, no debemos permitir que nuestra unidad sea
destruida por las normas o las reglas de otros". Pero por supuesto, por
definición, una "guerra" de ese carácter nunca podía ser "ganada". Más aún,
dicha "guerra" podía extenderse fácilmente de los antagonistas internos a los
externos. Nyerere aplicó el consejo de Sukarno acerca de la búsqueda de un
enemigo. A partir del período que siguió al motín, fue uno de los líderes
africanos que reclamó con particular energía una campaña politicomilitar
unificada contra Rhode-sia, los territorios portugueses y África del Sur. La
filosofía de su nuevo estado autoritario fue resumida en la declaración de
Arusha de febrero de 1967, que decía directamente "estamos en guerra" y que
abundaba en imágenes y lemas de carácter militar.66
Por supuesto, Tanzania no estaba en guerra con nadie. Pero se utilizó
la ficción para justificar restricciones de épocas de guerra y la suspensión de
los derechos. La declaración de Arusha fue una versión actualizada y
africanizada de Bandung, e incluyó también ingredientes de su pomposo
charlatanismo. Se prohibía todo lo que "no armonizara con la existencia de
una sociedad sin clases". "No se permitirá a nadie que viva del trabajo
realizado por otros." A partir de esta fórmula, podía procederse al arresto
general de los "capitalistas" y, sobre todo, de los asiáticos. El gobierno "debe
ser elegido y dirigido por campesinos y obreros"; así, Nyerere podía excluir
de la actividad política a sus antagonistas. Se procedió a condenar "la pereza,
la embriaguez y la ociosidad", un pretexto para inaugurar el trabajo forzado.
"Es necesario que estemos en guardia contra los infiltrados que podrían ser
utilizados por los enemigos externos cuyo propósito es destruirnos"; en otras
palabras, fue el pretexto para una permanente caza de brujas política. El
"vagabundeo" fue condenado específicamente, es decir, fue la justificación
para realizar las operaciones masivas de allanamiento de moradas que tanto
complacen a todos los gobiernos africanos negros y que fueron
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dirigía el ejército; este último demostró que era el más ágil del terceto.77 A
partir de 1965, Bokassa se autodesignó presidente vitalicio y, desde 1977,
emperador; en diciembre celebró una complicada ceremonia de coronación,
con la asistencia de 3.500 invitados extranjeros. Se utilizó entonces un trono
que tenía la forma de un águila y se empleó una corona con 2.000 diamantes,
así como adornos copiados de la coronación de Napoleón. Todo esto costó 30
millones de dólares, un quinto de las magras rentas del país. Su amistad con el
expansivo presidente Giscard d'Estaing, de Francia, a quien regaló diamantes,
fue uno de los factores de no poca importancia que apuntalaron su régimen.
Celebró su primer aniversario despidiendo y exiliando a su hijo mayor, el
príncipe George, acusado de formular observaciones contra su padre. Dos
meses más tarde, en enero de 1979, asesinó a cuarenta escolares que se
rebelaron cuando se los obligó a comprar uniformes confeccionados en la
fábrica de Bokassa. En abril, de treinta a cuarenta niños fueron asesinados en
la prisión de Ngaragba, al parecer en presencia de Bokassa y en parte por
mano del mismo emperador; el hecho fue demostrado por una comisión de
abogados encabezados por Youssoupha Ndiaya, de Senegal. Cuando Giscard,
alarmado por la publicidad, envió a Rene Journiac, su asesor en asuntos
africanos, para pedir la abdicación del emperador, el delegado tuvo que
soportar golpes en la cabeza aplicados con el cetro imperial. Como represalia,
Giscard desembarcó tropas en Bangui el 21 de septiembre de 1979; con esta
fuerza viajó Dako, destinado a representar el papel de presidente sustituto. Por
pedido de Giscard, Bokassa recibió asilo en la Costa de Marfil y más tarde fue
condenado a muerte in absentia por asesinato, canibalismo, "inteligencia con
Libia" y fraude con oro y diamantes.
El régimen de Sékou Touré, en la República de Guinea, resultó un
poco mejor; el del coronel Gaddafy, en Libia, considerablemente peor; ambos
cometieron el delito adicional de exportar sus horrores a los países vecinos.
El caso más instructivo fue el del "general" Amín, en Uganda, porque ilustró
muchas debilidades del sistema mundial durante los años setenta. Fue
también el más trágico, pues de hecho destruyó a Uganda, anteriormente el
país más encantador de África. Churchill, que lo visitó en su carácter de
subsecretario de Colonias en 1908, afirmó que era "el paraíso en la tierra",
"ese jardín tropical". "Uganda es un cuento de hadas", escribió. "Uno sube al
ferrocarril, en lugar de seguir un sendero, y en la cima descubre un mundo
nuevo y maravilloso."78 En octubre de 1963 se procedió a acelerar la indepen-
dencia de Uganda, en armonía con la política de los "vientos de cambio" de
Macmillan. La tribu gobernante de los baganda estaba formada
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decir el interés del mundo por África se limitó sobre todo a ciertos pro-
ductores primarios importantes, especialmente Nigeria y Sudafrica. A esa
altura de las cosas era evidente que la parte principal del continente había
llegado a ser, y continuaría siendo, políticamente inestable y que era incapaz
de un crecimiento económico autosostenido, incluso de ocupar un lugar en la
economía internacional. África se había convertido sencillamente en la
región de las guerras por interpósito país, como el caso de España durante
los años treinta. En África, la casta política profesional y el Estado
omnicompetente se habían convertido en fracasos costosos y sanguinarios.
Ahora debemos examinar en qué medida el mismo esquema se había
repetido en Asia, sobre todo en los dos gigantes enfermos que albergaban a
casi la mitad de la población mundial, China e India.