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Diseñar para el cambio social

Raquel Pelta Enero de 2011

El diseño se ha politizado y con su politización ha apare- movilización contra la Guerra de Irak, y que hoy pervive en torno
cido un activismo de amplio espectro que oscila entre un a los movimientos de indignación y protesta surgidos en numerosos
«trabajo político valiente» y uno «socialmente útil». países a lo largo de 2011 o en la lucha contra el cambio climático,
por mencionar dos de las grandes causas que acaparan la atención
de los diseñadores en estos momentos.

El diseñador es, para muchos, un agente fundamental en la nueva


Sociedad de la información y el conocimiento. Así lo pone de
relieve Manuel Castells cuando afirma que: «la arquitectura y el
diseño podrían convertirse en mecanismos esenciales de innova-
ción cultural y autonomía intelectual en la sociedad informacional
a través de dos importantes vías. La nueva arquitectura construye
los palacios de los nuevos amos, con lo que expone su deformidad
oculta tras la abstracción del espacio de los flujos; o se arraiga en
los lugares y, de este modo, en la cultura y en la gente. En ambos
Fotograma del video «Design for Good», una iniciativa del American Institute of
casos, bajo formas diferentes, la arquitectura y el diseño pueden
Graphic Arts (AIGA).
estar cavando las trincheras de la resistencia para la conservación
Como se comenta en el artículo «Diseño y activismo. Un poco de del significado en la generación del conocimiento. O, lo que es lo
historia», desde finales de la década de los 1990, se ha ido constru- mismo, para la reconciliación de la cultura y la tecnología.»
yendo un discurso en torno al diseño como herramienta poderosa,
capaz de mejorar las condiciones de vida de las personas, frenar el
deterioro medioambiental –si hablamos especialmente de diseño
«Los diseñadores ocupan una posición
industrial, de moda y de interiores–, informar, divulgar y propagar privilegiada a la hora de participar en un
mensajes sociales, políticos y comerciales –si nos referimos al
gráfico– y, por ello, con fuertes implicaciones éticas.
proceso de cambio social positivo.»
El reconocimiento del papel significativo del diseño en la era de
«El diseñador es un agente fundamental la información ha supuesto, también, para algunos miembros de
en la nueva Sociedad de la información y la comunidad del diseño, la necesidad de asumir las responsabili-
dades que de ello se derivan y la búsqueda de nuevas perspectiva
el conocimiento.» en las que el compromiso social esté presente.

Quienes lo consideran así, lo entienden más que como un acto Este es el caso, por ejemplo, de John Thackara para quien muchas
individual, como un modo de producción social y, como tal, sujeto de las situaciones problemáticas que se plantean en nuestro mundo
a las mismas fuerzas que informan otras actividades humanas, algo son el resultado de malas soluciones de diseño: «El ochenta por
que causa extrañeza en aquellos que no están acostumbrados a ciento del impacto medioambiental de los productos, servicios
concebir y analizar el contenido de su trabajo en relación con la e infraestructuras que nos rodean se determina en la etapa de
política, la teoría, la economía o la ética. diseño. Las decisiones de diseño forman los procesos que hay tras
los productos que usamos, los materiales y la energía requeridos
En la sociedad de la información para hacerlos, los modos en los que los manejamos diariamente, y
lo que les sucede cuando no los necesitamos más.»
Los años 1990 se cerraron con el First Things First Manifesto
2000, que dio lugar a un interesante debate sobre la factibilidad Unidos a la cultura industrial
de las propuestas contenidas en él. Fueran o no viables, lo cierto
es que dicho manifiesto entrañó una postura de compromiso Como opinaba Rick Poynor a comienzos de la década de 2000,
que subrayaba el poder y la responsabilidad de la profesión: «Los «vivimos y respiramos diseño». Nada está libre de su toque
diseñadores gráficos tienen una posición privilegiada dentro de alquímico. Es omnipresente. O dicho en palabras de Richard
la cultura contemporánea, al tratar con el arte, el comercio y la Buchanan: «no hay ningún área de la vida contemporánea donde
ciencia e el medio impreso, en la pantalla o en la esfera pública. Es el diseño no sea un factor significativo a la hora de dar forma a la
un papel que requiere responsabilidad», afirmaron sus firmantes. experiencia humana.»

Desde entonces, el diseño se ha politizado aunque no en el sentido Pero, de acuerdo con Tony Fry, esa omnipresencia y su importancia
de adscribirse a una ideología establecida e institucionalizada. Con pasada, presente y futura, todavía no están suficientemente reco-
esa politización ha aparecido un activismo de amplio espectro que nocidas ni siquiera por parte de los profesionales del diseño como
tuvo uno de sus puntos culminantes en el año 2003, durante la tampoco lo están dentro de la cultura política e intelectual. Así lo

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demuestra, por ejemplo, el que los profesionales se muestren bastante trabajo de lo que cree». Para él, la calidad, los nuevos conceptos y
remisos a aceptarla –y no olvidemos que hacerlo supondría tanto una comprensión de los límites de la producción podrían significar
como asumir la responsabilidad social que conlleva–. Así lo indica, diseñar para la mayor parte de la población del mundo en lugar de
también, el que apenas exista una modesta cantidad de bibliografía para unos pocos. Papanek hizo una llamada a la responsabilidad
crítica sobre el impacto del diseño en el pensamiento, la práctica de los diseñadores para que fueran más allá de las estrechas con-
económica y, en definitiva, en la vida de las personas y en el planeta. sideraciones del mercado y diseñaran productos genuinamente
necesarios para los seres humanos.
A lo largo del tiempo, el papel del diseño ha ido transformándose
en la medida en que también cambiaba la sociedad de la que es De esta manera, siguiendo a Papanek, el diseñador ha de tener un
producto y para la que trabaja. Ahora nos encontramos en una posicionamiento social y moral desde el momento en que se le pide
etapa de globalización en la que las nuevas tecnologías han acele- que diseñe o rediseñe algo o, dicho en otros términos más actuales
rado las comunicaciones y en la que, además, nos enfrentamos a y siguiendo al diseñador británico Jonathan Barnbrook, la época
cuestiones medioambientales de enorme trascendencia. Todo esto de los diseñadores que no tienen una posición moral y que sólo se
está, indudablemente, transformando al diseño. dedican a mostrar el mensaje del cliente, ya ha pasado.

Sin embargo y siendo críticos, podemos decir que, por su estrecha Por su parte, Nigel Whiteley ha reflexionado sobre las diversas
vinculación con la cultura industrial, el diseño ha provocado pro- facetas de un diseño alternativo y de las muchas contradicciones
fundos cambios en nuestro entorno y que éstos no siempre han sido que existen en su práctica. Así, y respecto a la acción de los dise-
positivos. Por ejemplo, buena parte de la crisis medio ambiental ñadores, indica que ésta siempre se mueve dentro de la tensión
actual se la debemos a esa cultura industrial de producción y que se da entre un sistema corrupto de mercado, por un lado y
mercado, de la que ha sido uno de sus principales aliados. un «trabajo político valiente» para cambiar ese sistema, por otro.
Entremedias podríamos situar aquello que este autor denomina
Ahora bien, precisamente por ese vínculo con la cultura industrial, diseño «socialmente útil» realizado dentro del sistema.
los diseñadores están en una ventajosa situación a la hora de par-
ticipar en un proceso de cambio social positivo, en la medida en Las opiniones de Barnbrook y las de Whiteley son tan sólo dos
que se encuentran cerca de quienes toman decisiones que afectan ejemplos de cómo buena parte de las críticas al diseño, acusado
directa o indirectamente a los ciudadanos. Por eso, y a pesar de de cómplice de las fuerzas del mercado, proceden del propio
lo que pueda parecer a simple vista (dada la dependencia de la mundo del diseño. Esto puede parecer paradójico si miramos a
voluntad de un cliente), pueden tener más posibilidades que otros nuestro alrededor y tenemos en cuenta cuál es la mayor parte de
profesionales de encontrar soluciones a ciertos problemas –entre la producción de diseño que se encuentra a nuestro alcance, pero
ellos los medioambientales– y de proponer prácticas alternativas no lo es, si pensamos en que esta disciplina, al menos desde el siglo
que contribuyan a mejorar el sistema en el que vivimos. XIX, ha generado su propia teoría social y que, a lo largo de buena
parte de la centuria pasada y aún en nuestros días, muchos fueron
No obstante, y aunque privilegiada, la actitud no es fácil de y son los diseñadores que creyeron y creen en que la misión del
mantener en un mundo de exagerado consumismo en el que el diseño era y es la de mejorar la sociedad.
diseño se entiende como una herramienta clave para despertar el
deseo de compra. En ese sentido Nigel Whiteley comenta que las Precisamente, y para contrarrestar el papel de cómplice del consu-
estructuras del mercado, junto con las ideologías consumistas del mismo al que me he referido anteriormente, no han faltado quienes
diseño son particularmente problemáticas cuando refuerzan el –y vuelvo a insistir– desde dentro del propio mundo del diseño, han
individualismo (no la individualidad) y trabajan contra la posibi- propuesto que los diseñadores dejen de centrarse en lo superfluo y
lidad de una visión social del diseño. Este autor ha indicado, que exclusivo, dirigido a grupos sociales con alto poder adquisitivo, para
en el Norte (se refiere a las áreas «ricas»), el mercado incentiva de atender a las verdaderas necesidades de las personas.
manera abrumadora a los diseñadores que se dedican a la práctica
orientada hacia el consumo. Mientras tanto, en el Sur (las áreas Victor y Sylvia Margolin consideran, por ejemplo, que el trabajo
«pobres») existe una demanda de un diseño consciente y no orien- social puede ser un buen marco alternativo y una salida para los
tado al mercado que, la mayoría de las veces no se cubre porque diseñadores que quieren hacer algo significativo, ya que uno de los
los diseñadores de las zonas pobres atraídos por los salarios de las principios rectores de ese trabajo social es ocuparse de las necesida-
áreas ricas, las abandonan –cosa humanamente comprensible–. Un des de las poblaciones en riesgo de exclusión o directamente margi-
ejemplo de esto puede ser la emigración de diseñadores argentinos nadas. Ambos autores sugieren que el reparto entre el «modelo de
en la década de 2000 a causa de la crisis económica que asoló su mercado» y el «modelo social» es una oposición binaria que «limita
país, justo en un momento en que lo que más falta le hacía a su país las opciones para un diseñador social». En lugar de ello, abogan por
eran soluciones alternativas e innovadoras. que los diseñadores consideren la posibilidad de colaborar con otros
profesionales como, por ejemplo, trabajadores sociales, de la salud,
¿Es posible una práctica alternativa? educadores, etc…, en proyectos socialmente relevantes y, por tanto,
moviéndose dentro de marcos institucionales establecidos pero que
Dada la omnipresencia del consumo, la pregunta es si, razonable- no están dentro de las prioridades del mercado.
mente, ¿es posible ejercer una práctica alternativa que sea algo más
que una resistencia trivial? Hay también quienes, como Bill Drenttel de Drenttel Doyle
Partners de Nueva York, han cuestionado las prácticas benéficas
Victor Papanek ya abordó esta cuestión hace más de veinte años y de muchos de sus colegas porque las perciben simplemente como
concluyó que: «El diseñador tiene a menudo más control sobre su una manera de ganar premios o de quedar bien ante la profesión,

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cuando muchos de los comportamientos habituales de los dise-
ñadores dejan bastante que desear, desde una perspectiva ética.

Diseño consciente

La discusión sobre cuáles podrían ser las vías para hacer del diseño
algo más que una herramienta impulsora del consumismo perma-
nece abierta y necesita una mayor profundidad, pero lo cierto
es que, al menos en mi opinión, cada vez hay más diseñadores
conscientes de sus responsabilidades como lo demuestra el hecho
de que se hable más de ese diseño «socialmente útil», al que se
refería Whiteley o de un «diseño consciente», en terminología de
John Thackara, quien lo ha definido como un modo de trabajar
apoyado en la idea de que la ética y la responsabilidad pueden
informar las decisiones de diseño sin constreñir la innovación
social y el desarrollo tecnológico que necesitamos llevar a cabo.

Practicar un «diseño consciente» supone ser sensible al contexto


y a las relaciones e implica:

• Pensar en las consecuencias de las acciones de diseño antes de


ponerlas en marcha prestando especial atención a los sistemas
naturales, industriales y culturales que se encuentran en el
contexto donde dichas acciones tienen lugar.

• Tomar en consideración qué material y energía están presentes


en los sistemas que diseñamos.

• Dar prioridad a la entidad humana y no tratar a la gente como


un simple «factor» dentro de algo mayor.

• Proporcionar valor a las personas y no personas al sistema


(como en la mayoría de los casos hace el marketing actual).

• Tratar el «contenido» como algo que hacemos, no como algo


que vendemos.

• Concebir el lugar, el tiempo y la diferencia cultural como


valores positivos, no como obstáculos.

• Centrarse en los servicios y no en las cosas y abstenerse de


inundar el mundo con artefactos carentes de sentido.

Aunque todavía nos encontramos lejos de que ese «diseño cons-


ciente» sea una práctica generalizada, desde mi punto de vista,
estamos en un momento de toma de conciencia, como demuestran
iniciativas recientes como la del AIGA que ha puesto en marcha
Design for Good, cuya finalidad es animar y reconocer los pro-
yectos de diseño socialmente comprometidos. Como ellos mismos
señalan en su página web, se trata de «un movimiento para encen-
der, acelerar y amplificar el diseño impulsado por el cambio social.»

Design for Good ejemplifica que, si bien existe una orientación


activista con un claro posicionamiento de denuncia y protesta (ese
«trabajo político valiente» al qu se ha referido Whiteley), también se
están dando otros planteamientos, quizá no tan visibles e impactan-
tes pero no menos significativos pues se encuentran en la dirección
de un trabajo socialmente útil, que pueden adscribirse, también,
al concepto de «activismo», si entendemos por tal y según el dic-
cionario de la Real Academia de la Lengua Española: «Dedicación
intensa a una determinada línea de acción en la vida pública.»

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