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D L PROCESO PRODUC IVO
L CAPITALISMO MONOPOLI A
MICHAEL BURAWOY
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MINISTERIO DE TRABAJO
L. Y SEGURIDAD SOCIAL
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Ml n1•to,1o do Tr-,b�Jo y Sogurfdnd Soclnl 1-.
INl>ICE
A mi madre y a la
IN'J'RODUCCION ....................................................................... . 9
memoria de mi padre
DE LA SOCIOLOGIA AL MARXISMO
l. La decadencia de la sociología industrial.............................. 21
2. Hacia una teoría del proceso productivo capitalista................ 33
madamente del lugar donde estaba emplazado actualmente el taller. Y, unos centavos más, ni se entregaban a su tarea impulsados por su afecto
efectivamente, algunos de los veteranos recordaban un taller de fabrica a los empresarios. De hecho, a Jo largo de su tesis, Roy subraya su re
ción de gatos. La prueba definitiva me la proporcionaron las últimas pá sentimiento por ser tratados como «reclutas». Sin embargo, paradójica
ginas de su tesis, en las que se menciona el número de su sección sindi mente, intenta evaluar y explicar el tiempo que los trabajadores «pier
cal, y que resultó ser el mismo que el de la mía: había ido a parar por den» en lugar de preguntarse por qué no pierden más, aunque a lo largo
azar a la misma fábrica que Roy había estudiado treinta años antes. Y a de su obra podemos encontrar respuestas a esa pregu.nta. Parece haber
pesar de la absorción de Geer por Allied, el departamento de pi�zas pe una contradicción fundamental entre las observaciones de Roy y las cues- ,
queñas en el que yo trabajaba se parecía bastante a su taller. Lógicamen tiones que plantea.
te, la tarea de descubrir lo que seguía igual y lo que había cambiado se
convirtió en una de las más importantes de mi estudio. La intensidad del trabajo en Allied me impresionó tan profundamen
te como a Roy en Geer, a juzgar por su exposición. Al principio, debido
La tesis de Ronald Roy me proporcionaba el contexto empírico. Pero en gran parte a mi temor y a mi falta de capacitación, me moví entre el :"\\J
1.J
el análisis del taller requería un marco y un enfoque nuevos para evaluar desdén y el asombro ante lo que consideraba un derroche de esfuerzo e p(l(t,
los cambios en el curso del tiempo. El interés teórico de Roy se inscribía imaginación. ¿Por qué razón se explotan los trabajadores a sí mismos en/
plenamente en la tradición de la sociología industrial y giraba en torno a beneficio de los intereses de la empresa? ¿Por qué cooperan, a veces in-
la «limitación de la produccióM, aunque al atribuir la causa de ese «pro cluso por encima de sus expectativas, con «los de arriba», que «son ca- f
blema» a la reacción racional de los trabajadores frente a la irracionali paces de cualquier cosa para sacar una pieza más de uno»? Pero antes de
dad de la dirección, Roy invirtió el evangelio según Elton Mayo, que atri que hubiera pasado demasiado tiempo yo también me esforzaba al máxi-
buía la limitación de la producción al sistema alógico de creencias de los mo para cumplir la tasa asignada, para descubrir un nuevo ángulo, para
trabajadores y a su incapacidad de comprender la lógica empresarial. La realizar dos tareas a la vez, poniendo en peligro mi vida y mi integridad
controversia principal de las obras de sociología industrial se centra tam física por conseguir una pieza más. ¿Qué me impulsaba a aumentar los
es
bién en esa cuestión: los motivos por los que los trabajadores no trabajan benefic�e Allied? ¿P�r qué c�labora�:]_Ctivarnente �n 011 proP.ia ex-
con mayor intensidad. La diferencia entre las teorías radicales y las con plotación y perdía incluso la calma cuando no podía hacerlo? Ese el
_
servadoras estriba en los supuestos básicos de unas y otras. Los radicales problema que planteo
·· _ , · ·- - en el preseñ
i e estudio.
-
&
señalan que la limitación de la producción es una manifestación de la con et(. r 1-
ciencia de clase, del conflicto estructural e inevitable entre capital Y tra Karl Marx se ocupó también de él y consideró que la explicación esl \ -
bajo o de la naturaleza alienadora de este último, en tanto que los c?n tab� enl'J.� coaccj;'Jª: En la �poca �n la que escribió �us obras, el compor-J C,O fl.C.<--\°'
servadores, que mantienen la existencia de una armonía subyacente, 1� t�m·��to_ en la fabnca pod�a exphcarse � n gran �ed1da por la subordina-
putan dicha limitación a la pereza natural de los trabaj�dor�s, a la defi 0)w::>f'
c1ón 1hm1tada de los trabajadores al capital. El sistema de destajo servía E.
ciente comunicación entre éstos y la dirección, a una msuf1c1ente aten para intensificar arbitrariamente el trabajo, por cuanto los trabajadores t_rJ?:J'Jf"
ción a la dimensión humana del trabajador o a la «falsa conciencia» de no estaban en condiciones de oponerse a la reducción arbitraria del pre- -1,rt Ji �
( r
--... los trabajadores, que les impide darse cuenta de la coincidencia �ntre �us
J ��,; intereses y los de la empresa. A_!!).jjuicio, pi la te<_>ti_a de��onfüct� �a
\ Pi� "' del consenso reflejan la verdadera realidad del taller. De hecho habna
cío del trabajo. En los sistemas de retribución por horas, el encargado
del taller podía despedir sin más a los trabajadores que no cubrían el cupo
131�
asignado. Pero, a raíz de 1� aparición de !2Hin<!i.�.atos y de la protección
�odi(!gir el Ri@tea_mTento_del cfebaTe y formular _ déQístinfa f�!�ª
es-
de los derechos mínimos del trabajador, el riesgQ de pe!�er él empleo y
J�r�guntl! inicial. Como. se preg�l}!aro.J) en 1929 los Lmdt ¿por que tra de n_ o obtener el saJario de_subsistencia se desligó progresivamente del
���n los trabajadores de forma dura?
l..
fuerzo en el lugar �e trabajo. La mera coacción .no basta ya pa- ra expliCar
el comportamiento de los trabajadores una vez que traspasan las puertas
De hecho la exposición de Roy indica que esa es la pregunta más ló del taller. Como me dijo mi compañero del turno de día, Bill, «Aquí na-
gica. Los maquinistas de su taller trabajaban a ritmo febril y a veces se die te va a empujar. Eres tú quien tienes que sacar adelante el trabajo.»
irritaban si se les interrumpía. Es cierto que trabajaban a destajo, pero, El consentimiento espontáneo se une a- la coa. cción
---para
-- generar activi-
como aclara Roy, los trabajadores no «se partían el pecho» por ganar dades productivas.
��-\ _ � viDI' (1�vC\'1� �- .....
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Dentro de la tradición marxista, los escritos en la prisión de Antonio ciedad de ese tipo. En cambio, la sociología, o bien la considera utópica
Gramsci constituyen el análisis más acabado y esclarecedor del consenti o bien estima que se ha hecho ya realidad en nuestros días y piensa que
miento . Sin embargo, G@.!!.lsci l)O 1>e_ocupó del cons�ntimien�_<? �n el p..50- el futuro eliminará las imperfecciones del presente y que éste es la cul
ceso productivo, sino e':.! la vid_ll eolítica. Gra1!1s�i utiliza y con� ug� la fuer minación natural y necesaria del pasado.
za y Ja persuasión, la coacción y el consentimiento, la dommac_,ón y la Precisamente por el hecho de que la sociología ha tomado muchos ele
hegemonía, como elementos de sus teorías sobr_e el _Estado, el pa_rt1do y los mentos del marxismo y ha surgido en parte de la polémica con él, los mar
intelectuales. Solamente un ensayo («Amencamsmo y Fordtsmo») se xistas no pueden prescindir de ella, sino que tienen que asumir crítica
ocupa del proceso productivo * . En dicho ensayo analiza los cam�ios re mente sus hallazgos parciales. De hecho, los teóricos marxistas más im
volucionarios que se produjeron en ese proceso en los Estad?s U�1dos �n portantes del siglo XX (Georg Lukács, Antonio Gramsci, Theodor Ador
tes de la Primera Guerra Mundial, durante ella y en el penado mmedta no, Herbert Marcuse, Louis Althusser y Giovano della Volpe) no se han
tamente posterior. Desembarazada de los �esiduos par��itar�os de los an recatado en integrar en sus obras elementos tomados de la filosofía y de
teriores sistemas de dominación, toda la vida de la nac,on gua alrededor la teoría social liberal y conservadora. El propio Marx marcó la pauta al
de la producción: «allí, la hegemonía nace en la fábrica». En la pr�:e�_!e tomar a Hegel, Smith y Ricardo, entre otros autores, como punto de par
obra he intentado desarrollar y completar esa interesante obse��m ¡)
'
tida, y transformar sus ideas en elementos fundamentales de sus teorías.
ddenfá[" En contraste-coñ las teoríás_ !fad_!cforj.almente _predOll}yJantes !n
I
En mi intento de elaborar una teoría del proceso productivo capitalista
la iitera(ura marxista-yño"mai-xis-q_J>r�.!..eJ.1..QO_ _pOn�r ge manifi��tO ��o adoptaré como punto de partida las perspectivas predominantes en la so- /
se genera eT coñseñtimienfó en eílugar de_ PfOducción, �bstracc,on l���a
' el ámbito familiar, los medios
ciología industrial e integraré sus múltiples aportaciones en un marco ge- J
, .
del sistema de enseñanza
. .• de_comum�a-
. neral marxista.
- - -
ción social, el Estado, etc. En sín!�sis 1 mi obra com�enza con una cn�ca
de Marx, para volver, con los inst�nentQ§.J.icl marxismo, al proceso ,E!O En consecuencia, a lo largo de estas páginas se mantiene principal
. o, ..... de Marx.
ductiv mente un diálogo con la sociología. Por razones de espacio y para facili
� centro del interés tar su lectura, no me he ocupado en la presente obra de otras interpre
Me apresuraré a añadir que no se trata de un ensayo neomarxista, re taciones marxistas, pero de ello no hay que deducir que no existan otros
visionista o que pueda incluirse bajo cualquier rótulo a_nálogo de los _que enfoques marxistas del proceso productivo. El más importante y amplio
los científicos sociales suelen aplicar a las obras marxistas que anahzan de ellos es e l de Labor and Monopoly Capital, de Harry Braverman, cuya
seriamente, sino de un estudio marxista en sentido estricto. De ello se des obra se publicó cuando yo estaba trabajando en Allied. No hay ninguna
prenden al menos tres consecuencias. En primer lugar, me interesa la obra sobre la cuestión escrita después de 1978, sobre todo entre las que
transformación y la continuidad del capitalismo, entendido como una for se inscriben en la tradición marxista, en la que no se deje sentir la in
ma concreta de apropiación del trabajo no retribuido de los p_ro�uctores fluencia de esa reconstrucción creadora de la teoría del propio Marx so-
directos. En segundo lugar, parto de la hipótesis de que el capttahsmo no
mía 1 , el enfoque adoptado en este ensayo se ha configurado en gran me-¡ \9
bre el proceso productivo. Como he explicado detenidamente en otra obra r;·\
constituye el último tipo de sociedad de 1� historia y de que no hay mo
, En t rcer
tivo para pensar que aquélla termine en cierto se_nt1do con el. : dida en respuesta a las ideas centrales de Labor and Monopoly Capital.
lugar, sostengo que es posible y deseable una so�1edad de nuevo cuno, a
la que si se prefiere puede denominarse comunista, en la que �os hom Razones de espacio han impuesto otras limitaciones al contenido de
bres y mujeres vivan su propia vida �in es!ar so�� tidos ª la presi�n �e la la presente obra. A pesar de que hubieran hecho más viva la descripción,
. he optado por prescindir, en beneficio de la exposición teórica, de parte
escasez y de la inseguridad de su existencia cottd1ana baJO el cap1tahsmo
y decidan colectivamente quién debe producir y cómo, cuándo Y qué debe de los abundantes datos etnográficos que había reunido. También se ha
producirse. Los marxistas interpretan el pasado_ y e! pr��ente a la luz de prescindido de catorce gráficos que documentaban estadísticamente algu
la posibilidad, aunque no necesariamente de la tnev1tab1ltdad, de una so- nas de mis conclusiones, sobre todo los correspondientes al Capítulo 8,
en el que me ocupo de los cambios provocados por la recesión de 1974- 7 5
• Hemos traducido «labor process» por proceso productivo por parecer ésta una expre
_ 1 Véase Michacl Burawoy, The Poli1ics of Productio,1, Londres, New Left Books,
sión más correcta en castellano que «proceso de trabajo», aunque éste sea el término ha
bitualmente utilizado (N. del T.]. próxima publicación.
15
14
El consentimiento en la producción Introducción
en el proceso productivo, y que se recogen en mi tesis ��king (}�t on Sin embargo, me propongo fundamentalmente utilizar este estudio
the Shop Floor (Universidad de Chicago, �976). Se h� om1t1�0 as1m1smo monográfico para elaborar y presentar un marco general que permita
el habitual anexo metodológico que los sociólogos, a d1ferenc1a de los an comprender el proceso productivo capitalista y poner de relieve los pro
tropólogos, cuya actividad se basa precisamente en la partici�ación del ob blemas que plantea. Si las conclusiones a las que he llegado mueven a los
servador, se sienten obligados a incluir. Los problemas especiales que sus- l�ctores a negar su validez, consideraré que mis esfuerzos no han sido inú
cita un estudio realizado durante un período, y en el que se contrastran lalcs.
las observaciones de un participante con las de otro, tal vez hubieran he- Los investigadores prácticos tienen motivos para estar agradecidos a
cho especialmente aconsejable su inclusión. Un problema e� pecial con el muc_has personas. En este caso, me resulta más difícil hacer pública mi
que me encontré al evaluar las diferencias entre las observaciones de �oy gratitud _P?rque para poder llevar a cabo mi investigación como observa
y las mías fue el de deslindar los cambios reales en el proceso productivo dor participante tuv� que aseg�rar al personal de Allied, directivos y tra
de las diferencias de perspectiva y de situación entre Roy y yo. Dado que ':ªJadores, q�e sus �1�cunstanc1as personales y l a identidad de la empresa
ambos ocupábamos posiciones casi idénticas en el proceso productivo Y se_ ma?tendnan anommas. Por ello he omitido también las fechas de pu
que nuestras experiencias estaban determinadas en gran medida por aq�é- l�ltcac1ón al citar artículos de revistas y periódicos sobre Allied Corpora
llas, confío en que los cambios que expongo sean «reales» y no una sim- l ron.
ple consecuencia de diferencias de orientación. Como he indicado ya, el . Ante t ?do, tengo que dar las gracias a mis compañeros de trabajo.
interés de Roy por la limitación de la producción no afectó en absoluto l '.n cu�J9�1er caso, el presente estudio trataba de su vida en el taller, y
a la imagen y a la descripción de la totalidad tal y co;1110,� presentaba � un la yos1b1hdad de lleva�Jo a cabo dependía de que me aceptaran como un
maquinista. Para que los lectores puedan evaluar mas facilmente la validez n_ 11cmbro de s� comumdad. A pesar de haberles explicado en muchas oca
de la comparación, he incluido extensas citas de la tesis de Roy.
�1ones el n:ot1vo de mi p�esencia entre ellos, mis compañeros adoptaron
ales que ' '.en'. a m1 tarea una ac!1tud en la que se mezclaban el escepticismo y la
, Sin duda, algunos fruncirán el ceño ante las conclusiones radi� . �
X- se infieren en un solo estudio monog
de un
ráfico.
taller
¿Qué
mecán
trasce
ico para
ndenc ia
trabaj
-pue
os v a
11rn11 _a. Algunos no podian comprender que no hubiera una forma más
sencilla de _conseguir un título universitario que trabajar en un taller du
den preguntar- tiene el estudio
e del Midw est para compr ender las tecno rante un _ ano. Otros aseguraban que si mi tesis llegaba a publicarse y se
rios relativamente insignificant
la cadena de les menc1on�ba �n ell_ a <<Sería un éxito editorial». A veces, algunos me con
logías básicas de producción de la industria moderna, como
de proces o contin uo o los nuevo s métod os de tra taban una h1stona picante y me decían: «Anda, saca eso en tu libro». Su
montaje, la tecnología
autores hu� n hu�_or Y su espíritu de colaboración para contestar a preguntas in
bajo en las oficinas? Esta actividad escéptica es frecuente entre
l
ión a s61r�as h1c1�ron mucho más cómoda mi labor. Estoy especialmente agra
habituados a la metodología de la estadística, es decir, a la aplicac
decido a m1 com�añero del turno de día (Bill) que me ensefió a arreglár
ión de conclusiones obtenidas d� uña mue�tra. Pe�o _ la rela
1''íboOc'J.- una poblac melas en el t'.abaJO, sopo_rtó mi incompetencia y mitigó los aspectos más
i� ción entre la parte y el todo �dmite ot�a� mterpreta�1ones d 1st10ta�
- lug�
. !_, _
de
c��e duro� de la vida ?e trabaJO con su sentido del absurdo. Personajes como
la basad a en la extrapolac1on estad1st1ca. En pnmer. . . . .
considerar que la parte es una manifestación de- la tofalida"d; de ��-rte �orns ( el r�parttdor), �d �el intensificador de los ritmos de trabajo), y
C - El _ estu- .11111 ( el presidente del smd1cato) a pesar de que provocaban frecuente
ti q�·���o01feñe·�eñ's" fós piiñ��� e�e�c!. �_l�_del _ t��: mente la c�lera de sus compañeros de trabajo, contribuyeron también a
dio de Aliied y su comparación con Geer perm1t 1ra 111f �nr_ los
tivo en la etapa del c � p1tahsm o a111111ar la vida en el taller.
rasgos fundamentales del proceso produc
� avanzado, por ejemplo, la generación del consen
_ _
t1m1en to a traves del mer- l Tengo �ue ?ªr las gracias a los funcionarios de los sindicatos y al per
r\ cado interno de trabajo y la organización política interna. En
segundo lu- sonal ?� _d1recc1ón, por los datos que me facilitaron y por haberme dado
gar, una concepción complementar ia de la anterio r enti� nde la tota�idad lu pos1b1hdad ?� re�lizar numerosas entrevistas. El departamento de per
_�rnal me surrnmst�o en todo momento na útil información. Me fue po
como un conjunto integrado por elemen tos interde pend1e nt� �- Analizan- _ �
�
do la relación de Allied con otras instituc iones, corno la fam1lta , la escue- sible !nclu�o lo�ahza_r, en lu�ares �an leJanos como Springfield (.lllinois)
sindica tos, otras empre sas, etc., podría trazars e un cua Y. I sur de Cahform�, a vanos miembros de la dirección de la antigua
la, el Estado, los �
lar
dro de toda la sociedad mediante una generalización desde lo particu (,ccr Company, a qmenes agradezco las entrevistas que accedieron a con
a lo universal. cederme.
17
En lo que respecta a los aspectos teóricos, estoy agradecido a muchas
16 El consentimiento en la producción
DE LA SOCIOLOGIA AL MARXISMO
l . LA DECADENCIA DE LA SOCIOLOGIA INDUSTRIAL
,/
lizar la evolución de la sociología y su relación con las transformaciones
del capitalismo. El auge que experimentó en el decenio de 1950 la tesis
del «fin de la ideologías» indujo a Daniel Bell, Clark Kerr, Seymour Mar
lin Lipset, Talcott Parsons, Edward Shils y otros autores a proclamar que
el capitalismo había superado sus principales problemas y que lo único
necesario era perfeccionar la sociedad moderna. Entre los logros del ca
pitalismo en los Estados Unidos se citaban la integración de los obreros
industriales y la institucionalización del conflicto laboral. Las huelgas es
taban «en vías de desaparición» y las que aún se producían afectaban a
sectores marginales de la población activa no integrados en la estructura
global de la sociedad 1 • El obrero industrial no era ya un agente de la re
volución en mayor medida que los miembros de una clase media en ex
pansión. De hecho, se consideraba a los obreros «autoritarios» y no «ra
dicales», «capitalistas» y no «socialistas» 2. Una especie de euforia se apo
deró de los sociólogos de la guerra fría. En concreto, dejó de considerar
se a los obreros industriales una «fuente potencial de problemas» y, con
siguientemente, éstos dejaron de ocupar el primer plano de los estudios
sociológicos 3 .
1 Arthur Ross y Paul Hartman, Changing Pauerns of Industrial Conflict, Nueva York,
.John Wiley, 1960; Clark Kerr y Abraham Siegel, <<The lnterindustry Propension to Strike
· An lnternational Comparison» en Industrial Conflict, ed. al cuidado de Arthur Komhau
scr, Robert Dubio y Arthur M. Ross, Nueva York, McGraw-Hill, 1954.
2 Seymour Martín Lipset, Política/ Man, Nueva York, Doubleday, 1959, cap. 4; Da
niel Bell, The End of ldeology, Nueva York, Free Press, 1960, cap. 10.
3 El interés por los trabajadores manuales volvió a despertarse en cierta medida en los
olios setenta Véanse, por ejemplo, Jonathan Cobb, The Hidden lnjuries of Class, Nueva
York, Random House, 1972; Harold Sheppard y Neal Herrick, Where Have Ali the Robots
22 De la sociología al marxismo l .a decadencia de la sociología industrial
23
La disminución del interés por los trabajadores industriales fue ac�m to está guiado por la racionalidad eco
nómica. E_n el presente ensayo me
pañada de una serie de críticas a los p�imcros estudios del �omportam1en propongo mostrar que la racionalidad
_ es consecuencia de la organizació·n
to en la industria por su supuesta miopía. Con frec�c�c1� el obJeto de c?ncr:t�de la__eroducci_ón y _f_Qrma part
esas críticas fueron los primeros estudios sobre la «hm1tac16n de la pro e de la «cultura» de la fábrica. En
sintcs1s, en lugar de prescindir de losh
, _ allaigos dé la sociÓJogíainoUstrial,
ducción» en Western Elcctric. La sociología industrial, según Clark Kerr t rat�re de situarlos en un esquema
más amplio e incluso de integrarlos
y Uoyd Fischer, no tenía debidamente en cuenta el medio,_ prescind�a de cn el.
,
las limitaciones inherentes a la tecnologrn y prestaba excesiva a�enc16? a
,
las «relaciones humanas», ignorando los factores externos de 0�1entac10n
hacia el trabajo; tendía a infravalorar la racionalid�d eco?óm1ca de los LA TEORIA DE LA ORGANIZACION
.
trabaj adores, olvidaba el conflicto de cl ases y se h�c!a eco umcament� de
las perspectivas· de la empresa . Sin _d_uda_, esas cr_1t1cas, plenamente Jus
4
tificadas, aportaron importantes rect1f1cac1ones. Sm �mbargo, pa�aban a _En los estudios que reemplazaron a la sociología industrial el centro
su vez por alto los hallazgos parciales de aquell�s pnmeros est_ud10�. �n de tntere�es de la inv_estigación se desplazó a las organizacione� en gene
_
la presente obra trataré de rescatar el núcleo racional de la soc1ologi a in ral (hospitales, asoc1ac1 �nes voluntarias, sindicatos, partidos políticos,
dustrial mediante la integración sistemática de esos hallazgos en un es te.). S� elaboraron �eor�as generales y esquemas conceptuales aplicables
�
quema general marxista. Así pues, en vez de recal�ar lo absurdo de la se ,, todo tipo de orgamzac1ones y se delimitaron los problemas fundamen
paración de la fábrica de su medio, intentaré precisar la natur�leza de la tales que afectaban a las mismas. Estos estudios pueden clasificarse en
.
separación O autonomía relativa, sobre base de l a c�al los pnmeros_, in
!ª tres grupos, e? función d_e los temas predominantes en ellos. En primer
vestigadores hicieron múltiples aportaciones a l� teona de las organiza lugar, una _sene de �stud1?s se consagró a un análisis de l a burocraci a y
ciones industriales; en vez de afirmar que el conflicto entre empresa y tra de l�s funciones y dtsfunc1ones de las reglas 5 que entroncaba con l as re
bajadores es «endémico» o estructural, expondré en qué fo�m� s_e orga flexiones de Max Weber sobre la rel ación entre burocracia y eficacia. En
u_n scgund ? grupo de estudios, cuya orientación psicológica arrancab a en
nizan el conflicto y el sentimiento en el taller y en lugar de ms1�t1r cons
tantemente en la manipulación que implica la teoría de las relaciones �u c1crto sentido de la �onsidcración del trabajo en la industria desde la pers
_
manas y su eficacia para lograr una mayor colaboraci�n de lo� trab�J� pectiva de las relaciones humanas, se elaboró un esquema conductista ,
dores, pondré de relieve el aspecto de verdad que encierra, la 1mpos1b1- en cuyo marco las organizaciones se analizaban considerando al indivi
lidad de entender las actividades en el taller al marge� de lo� aspe�tos po duo como sujeto activo de las decisiones 6. Por último en una serie de
!ª estudios se intentaron elaborar esquemas generales con'el fin de analizar
líticos e ideológicos de la organización de la prod�cc1ón. S1 la tesis de _
relativa irracionalidad de la reacción de los traba1adores ante el tra�aJo las relaciones entre l as organizaciones y su medio. Algunos autores cen
es in aceptable, tampoco es satisfactoria la idea de que su comportam1en- traron su atención en la influencia de la socialización, la comunid ad , etc.,
s?brc el comport amiento industrial, en t anto que otros se ocuparon prin
c1palmente de la dependencia de la organización de los medios caracte
_
Gone?, Nueva York, Free Press, 1972, y William Kornblum, Blue Collar Community, Chi- rizados p�r un grado variable de inseguridad y, por último, otros inten
cago University Press, 1974. taron con1ugar los dos enfoques precedentes en el marco de un análisis
4 Véanse por ejemplo, Lcon Baritz, The Servants of Power: A Histo y of the Us of
� � de las condiciones del desarrollo industrial 7 .
Social Sci.enc; in American lndustry, Nueva York; John Wiley, '1965; Ahce Carey, «fhc
Hawthorne Studies: A Radical Criticism», American Sociological Rev1ew, 32, 1967, 5
págs. 403-416; John Goldthorpe y otros, The Affluent Worker, Industrial Att1�udes and Be Véanse, por ejemplo, Robert Merton, Social Theory and Social Structure, Nueva
haviour, Nueva York, Cambridge University Press, 1968; Ciar� Kerr y Lloyd_ F1scher, «Plant York, Free Press, 1968, Capítulo 8; Alvin Gouldner, Pauems of Industrial Bureaucracy,
Sociology: Toe Elite and the Aborigines», en Common Front1ers ofthe Social Sc1ences, ed. Nue�a Y_ork '. Free Press, 1954; Peter Blau, The Dynamics of Bureaucracy, Chicago, Uni
al cuidado de Mirra Komarovsky, Glencoe; Frt:c Prcss, 1957; Henry Landsber�'?r, Hawt vcrs11y o( Ch1�ago Press: 195�; y, más recientemente, Michel Crozier, The Bureaucracy Phe-
home Revisited, Jthaca, N. Y., Corncll University Press, 1958; Donald Roy, «E�f1C1ency and 11ominon, Chrcago, Unrvers1ty of Chicago Press, 1964.
_ � na obra representativa de esta tendencia es la de James March y Herbert Simon,
the FiJc: Informal Intergroup Relations in a Pieccwork Machrne Sho�», American Joumal
_
of Sociology 60, 1954, págs. 255-266; Harold Wilensky, «Hu�an Relat1ons m the Work_Pla OrgamzallOns, Nueva York, Wiley, 1958.
7 Vé nse, por e emplo, Goldlhorpe y otros, The Affluem Worker; James Thompson,
ce: An Appraisal of Sorne Recent Research», en Research in lndustrtal Humari Relatwns, � _ j
ed. al cuidado de Conrad Arensberg, Nueva York, Harper & Row, 1957, págs. 25-29. (?�ga111za1tons m Acllon, Nueva '.ork, McGraw-Hill, 1967; y Clark Kerr y otros, Jndustria
/1.im a11d Industrial
_
Man, Cambridge, Mass., Harvard University Press, 1960. Además, la
De la sociología al marxismo La decadencia de la sociología industrial
24 25
más adelante, to
A pesar de sus limitaciones, de las que me ocup aré cido en l� sociedad contemporánea, resulta enormemente útil vol ver a s i
erencia a dop ta n un en foque que difie tu�r las ideas de Th�mpson en su contexto político y económico. De la
das las obras a que se ha hecho ref ,
ios de s oc io lo g ía industrial. Los m1sma forma , las cnhc
re sensiblemente del de los primeros es tud
.
as a l os experimentos realizados en Western Ele c
s prob lem as a los q ue resp onden apa tn s� basan P?r lo g�neral e n observaciones hechas e n organizaciones de
aspectos que e n ellas se abordan y
lo
i análisis de
: .
d pre se nte e nsa yo. En m una ep?ca �1stmta, sm te ner debidamente en cuenta los c ambios del c on
recen reit eradamente a lo largo el
a a las
atribuye una importanci a decisiv t�xt? h.1st�nc�, cont�xto que dichas críticas tienden a infravalorar. La red
los aspectos políticos del taller se
deben interp retarse desde el p unto de b�mcana (,tema la misma estructur a en 1932 que en la actuali'dad?. , l· .que
reglas, si bien sus consecuencias
n estudio de l tra b a jo d1ferenc1· as pueden observarse, y a qué se deben? Ese es el tipo de c ues-
vista de la dominación y no del de l a eficacia. Ningú e q ue . ,
jador, p o r grand
puede p asar por alto el hecho de que todo traba tiones que podna plantearse una teoría atenta al cambio histórico.
e esté som etido, tiene q ue adop tar a veces algún tipo
sea la opresión a q u E cier�o que algunas obras tratan de explicar el cambio en las orga
de decisiones. Sin embargo, mi análisis se centrará
en la importancia que . , �
n del consentimiento,
mzac 1on�s pero esas obras adoptan un en foque ahistórico. Mediante la
reviste esa posibilidad de elección para la generació . ,'
'ºr�ulac10n de l� yes nat��ales de evolución (en el marco de un proceso
term inación» en el plano .
así como en la relación entre el grado de «ind e
mev1table de rac 1onahzac10n ' burocratización, búsqueda de eficacia, etc.)
de e lecció n, mucho más re .
individual o mácroeconómico, y el margen
ico. P o r úl timo, analizaré la �e ��etende en � llas cos°verttr la descripción de los cambios en una expli
ducido, que existe en el plano macroec onó m
de vista tanto c ac10n de los mismos . Otros autores, c on una visión de más corto al
medi o , d e sd e e l p unto .
relación e ntre la organiz ación y su c�n�e, sust1tuyen cualquier ti�o de explicación por enumeraciones empí
de soc i aliz a ci ó n y e n e l Anexo 1 me
de los mercados como del proces o
r�cas de factores 9 . En cualqmer caso, las explicaciones propuestas dej an
c om o b a se y e le m en to de compar a
ocuparé de esa relación, utilizando inte siempre a salvo la h_ipót�sis de la separación de la organización de su en
ambia. En este ensayo pretendo
ción el desar rollo industrial en Z torno, �xcep� o en s1tuac1ones de transición. S on, en realidad, teorías de
los primer os e stu
grar, en un esquema marxista, tanto los hallazgos de d l a O r- 1 � pe�s1stenc1a de las organizaciones, en las que se hacen resaltar la e f i
de la Teo ría e
dios de sociología industrial como las aportaciones ciencia, los factores que tienden a la perpetuación de la tradición, los in
g anización. tereses cr� ad?s, la falt a ,de comp� tencia y otros aspectos similares 10• Pero
rí a de la Orga
Con la absorción de la sociología industrial por la Teo las orga�1z ac1one� no solo «�ers1sten». Como otras estructuras duraderas
niz ación , los perfiles de la empresa
capitalista como organización orien de rel ac1��.es sociales necesitan ser c ontinuamente producidas, es decir,
duda, la elabo
tada a la obtención de beneficios se han difuminado. Sin rep�od�c1<1as. A unque una de las carac terísticas dist intivas de la empresa
hay que destacar que esa autonomía es sólo aparente (relativa). Las teo:
r aplicables a or
ración de,esquemas c onceptuales y t eorí as que pueden se cap1tahsta es su aparente capacidad para au torreproducir sus relaciones
a realidad indiscuti
ganizaciones y asociaciones de toda índole refleja un
re laciones mercanti
ble, la penetración del modelo burocrático y de las
8 M�chos de esos estudi�s están muy influidos por Max Weber y Robert Michels. Véa
a social . Sin e mba rgo, al desconocer
lizadas en todos los ámbitos de la vid
s.e, por e1emp)o, Phihp Selzmck, Law, Society and Industrial Justice' Nueva York' Russell
isis de las organiz acio
su enraizamiento en la sociedad capitalista, el aná l
9 por eJe�plo, Morris Janowitz enumera una serie de factores que han cont b ·d
teoría s ge n e ral es qu
nes falsea ese hecho y los proyect a en
ist av a nz a da. El interés
p�ov?car cambios en el sector militar en un período de cincuenta años pero no a�o��a\�
d c pi tal a
rasgos históricos concretos de la socieda a
de. la 1 a humana gravita sobre los militares en mayor grado que en gene�aciones �����:�
una parte de sus recursos a a ctivid a des
; �personas no están dispuestas ya a actuar a ciegas, sino que requieren algún tipo de
mitación, etc. Como se señala en otr
o
1es. L<1s
table cimient o de previsiones, autoli
. .
exphcac1ón de quienes imparten las órdenes» (The Professional So/dier · • Nueva York , Free
transformaciones que se h an p rodu -
lugar de mi obra, para aclar ar l as
de control 1 1 .
indeterminados de sus miembros son en gran medida fruto de la función
LA PARADOJA DE LA TEORIA DE LA ORGANIZACION
Al elaborar sus conceptos genera les abstractos, la Teoría de la Orga Pero ¿cuáles son esos «comportamientos individuales peculiares», esos
niz ación prescinde de los productos concretos de las organizaciones, sus «?iversos intereses», etc., que es necesario controlar?; ¿es posible estu
t ituye la r acionalidad sustantiva por una racion alidad form� l y rel� ga a
diar el control de las organizaciones sin contar con una teoría de aquello
. que se controla? Tannenbaum plantea a tal fin interrogantes generales de
segundo plano la característica esencial del proce�o pr�ductivo capita!1�-
ta la transformación de la naturaleza o de matenas pnmas en cosas ut1- e�te tipo: «¿ Qué grado de competencia o influencia tiene en general el
le�, por una parte, y en beneficios, por .otra. De hecho, eso� conceptos director de su centro de trabajo sobre las actividades que realizan en la
. empresa los siguientes grupos?» 12• De ese modo, sin hacer referencia al
ahistóricos recogen sólo los aspectos umversales de las relaciones socia-
les haciendo abst racción de las actividades y las prácticas concretas, del guna a las actividades destinatarias del cont rol o a )os medios empleados
pr�ceso mismo de los actos y de los acontecimientos. Y esa visión unila para ejercerlo, ni menos aún a las tendencias «anómicas» contra las que
teral de la realidad aboca a una contradicción fundamental. Todas las se dirige, Tannenbaum clasifica a las organizaciones en función del grado
sas (la existencia de una armonía subyacente y la necesidad del con trol so-
de control y la distribución de éste. Basándose en ese sistema meramente
.
obras a las que he hecho referencia se basan en una de estas dos premi
le, así como una clasificación de los tipos de «control». Pero se prescinde como «!1J!1P!!�<;i_�n de tare_as», «enriquecimiento de tareas», «rotación de-1 1:::
enteramente de lo que sea en definitiva el control, de la razón de su exis tareas» y otras análogas forman parte del vocabulario habitual de losase-..: . ...,
tencia y de su importancia y de la posibilidad de entenderlo, al menos en � de e�presas. Robert Blauner, menos interesado por la tecnología
parte, desde el punto de vista de su función. social, ha mtentado representar mediante una curva la relación entre el
En su obra de síntesis 13, Amitai Etzioni reconoce que no es posible grado de «alienación» y el tipo de «tecnología» y ha llegado a la conclu
ignorar la tendencia básica hacia el control social. La obra de Etzioni se sión de que la automatización traerá consigo un régimen de trabajo me
inscribe en la tradición weberiana de la teoría de la organización, y esta nos opresivo 16 . �entro de la teoría de los sistemas sociotécnicos, auspi
_
blece clasificaciones basadas en los tipos de poder (medios) empleados ciada por el Tav1stock Institute, se atribuye especial importancia como
para conseguir la conformidad (cumplimiento) y los tipos de «colabora fuente de ineficacia y de conflicto a la divergencia entre los sistemas so
ción» de los participantes. A pesar de admitir que el conflicto es inheren- cial y técnico 17.
,
te a las organizaciones, Etzioni no aclara la base o fuente de los tipos con En su polémica contra las obras sobre la «limitación de la produc
cretos de conflicto. Aunque su postura representa un avance en compa ción», en la que se describe a los trabajadores como soldados forzados a
ración con la de Weber, por cuanto establece una diversidad de orienta la obediencia, varios autores aclaran las formas en las que la dirección es
ciones de los participantes, no elabora una teoría que explique esas dife responsable de los fallos en el proceso de transformación del esfuerzo en
rentes orientaciones ni la forma en que se genera el conflicto. Todo lo producto . En otras palabras, esos autores atribuyen a la dirección la res
más formula hipótesis específicas en relación con casos concretos, hipó ponsabilidad de la «limitación de la producción» 18 . En un ensayo próxi
tesis que pierden su concreción histórica bajo el peso de la necesidad de mo a ese planteamiento se atribuye el conflicto a la inseguridad del pro-
,-. _ una conceptualización general. ceso de producción o del medio 19 . En él, como en las obras de los aul
/f1
.l)1-.ln.,,.' to �es a que m� he referid� , se presume q �e, en principio, es posible su- /CJ.".N�L'\'....�
··f,.6;
- Dentro de la tradición que afirma que entre los miembros de la �r- _
pnmu �I co�fltcto, es decir, que �l confhcto no tiene un carácter inhe- � ui:--:i
rente o me�1table, smo que se denva de algún tipo de irracionalidad (hu- 1
ganiiacion indusfrial existe �!!ª armonía .subyacente., el problema fu�a- _
'" .) m!ntal estriba en explicar la existencia misma del conflicto. Los autores
que sehan ocüpad.9jle los-aspectos de la eficiencia y la productividad �o mana, técmca o del medio) que no constituye una característica necesaria , �'y -- �'t:.
han atribuido generalmente � I� adhesión de los trabajadores a un «cj- del capitalismo.
' digo social inferior» y a su incapacidad de comprender la «lógica econó or últim� �ay q�c ha�er una referencia a los autores que, sin per
mica» de la e�resa 14 . Desde otra perspectiva distinta, los f'!!.ismos he . . �
Jutc10 de adnutu la h1pótes1s de la coincidencia subyacente de intereses
chos que dan lugar a esa explicación podrían interpretarse
- como
--indicio consideran que el conflicto es inherente a la organización industrial. Es�
de una-incipiente' concicncia de- clase. t<?_�_!!;)torc��-�it�yen el _marco «U.i!.����o» de }�.�- -����i�nes laborales pot
� O�tores h@ sugeri�o que el conflicto tiene su origen en la falta un__marco «plurahsta», en el que el centro de trabajo se"oollci6e como el
de inte�ación de trabajadores y organización, y han propuesto nuevos sis ámbito de acción de varios grupos en conflicto w-_ El pluralismo en lafit
tem;s de gestióñ, caracterizados, entre otros rasgos, por una supervisión brica es paralelo al pluralismo de la-vida política, en la que los grupos
eii)a.q_ue� participefl __los tra��j�1,�ores y por la atribución_de mayores com-
_ petencias al grupo de trabajo, con el fin de conseguir una ma)"or integra 16 Blauner, Alienation a11d Freedom. Véase también una crítica convincente de Ja tesis
ción �-individuos y 9rga�n 15. Desde otra perspectiva, la falta de de Blauner en Theo Nichols y Huw Beynon, Li1Jing with Capitalism: Class Rela1iom a11d
the Modern Factory, Londres, Routledge & Kegan Pau.l, 1977.
1.1
Véase, por ejemplo, E. L. Trist, G. W. Higgin, H. Murray y A. B. Pollock, Orga-
cooperación se imputa a las estructuras industriales y se propone una rees .
C
corresponde a la distribución desigual de privilegios y desventajas».
de ellas se resuelve la contradicción, porque en todas se. pr���mde de las
c�rac!e_ r{.sfisas . isÍ>,�cFJ�ñieµ'ie �iÚ?Í@�m::del J?.!:2.��so. Pr?ductiv_<2, ca�c Para orillar el problema, Baldamus sostiene que el trabajo cotidiano "j.,
terísticas que constituyen �l (?bJeto prm�1pa! de"�1 .es�.�o. en el t,!ller e.stá regulado _ por una relación normativa �!}!K�@ y re- ri- L
tribución.- Lo más importante a este respecto no es que Baldamus no lo-
gre explicar satisfactoriamente por qué estamos ante una norma y no ante
UNA FALSA SOLUCION DE LA PARADOJA simple promedio, sino que sitúe el origen de la norma, el contenido del
«trabajo de un día medio» en procesos de socialización externos a la fá-
Una posible solución de la contradicción que ha alcanzado cierto pre brica 23 , con lo que desliga la aplicación del esfuerzo del supuesto con-
dicamento y que es necesario analizar e� la que se h� propue�to desd� la flicto subyacente, el cual, en consecuencia, pierde toda significación en
que a veces se ha denominado «perspectiva del confhcto». E:c1ste un con su esquema. Se da así por supuesto lo que hay que explicar: la relación
flicto subyacente continuo y estructurado, que hace necesano un control normativa entre retribución y esfuerzo y el conflicto subyacente. ¿Por qué
social omnipotente y sistemático para que prevalezc� la ?rm.oma.,
�or o�ra habría de basarse la retribución fundamentalmente en el esfuerzo? ¡,Por
parte, la aparición del conflicto no � s i� puta�le a nmgun tipo �e mac10- qué actúan los trabajadores como si ese fuera un principio regulador de
.
nalidad, sino a la ausencia o a la msuf� c1enc1a de c� ntrol social. como su vida, cuando el capitalismo lo desmiente abiertamente en cada mo-
.
muestra representativa de ese planteamiento, d� perfiles bastant� impre mento de su existencia? Una teoría que acepta el capitalismo como un
.
cisos, podemos elegir la importante obr� de Wtlhai:11 Baldam�s, qmen con hecho dado no puede plantearse esas preguntas, ni mucho menos respon-
, .
sidera que «todo el sistema de producc10n mdustnal es � n sistema � e me der a ellas.
canismos administrativos de control que regula la cantidad, la cabdad Y
la distribución de los esfuerzos humanos)> 21
Admi timos desde un principio que las relaciones entre empresarios y tra
CONCLUSION
bajad9res forman una estr�ctura de d!f�re�tes grados de � oder, que corres
. :
ponde a la distribución desigual de pnv1leg1os y desvent�JaS. En con�ecue�
Todas las teorías expuestas resultan insatisfactorias. Las que hacen
ci a centraremos nuestro interés en las causas de conflicto y de desorgam hincapié en el control social suelen, en el mejor de los casos, establecer
za�ión. Ello nos permitirá contar con una explicación coherente de las ob algunas clasificaciones, pero olvidan sus raíces históricas. Además, aun
servaciones pertinentes que se han hecho hasta ahora, aunque.se nos pla�
tearán dificultades imprevistas. Una vez desechada la lu�ótes1s �e � n sis
c uando reconocen la existencia de un conflicto subyacente, no precisan
.
... datos de hecho del consenso o del control social, pero no los exphcan�
) que explicar el desarrollo normal del traba¡o, el curso cot1d1ano de las ac
En consecuencia, es necesario abandonar las generalizaciones ahistóricas
tividades habituales 22 . y las perspectivas de una y otra y prescindir de las presunciones metafí-
sicas sobre la existencia de un conflicto o una armonía subyacentes. Ni el
conflicto ni el consentimiento son latentes o subyacentes, sino que se re-
fieren a actividades susceptibles de observación directa que deben enten-
21 William Baldamus, Efficiency und Effort, Londres, Tavistock Institute ofHuman Re
23 Ibid., Cap. 8. Véase también Hilda Behred, «A Fair Day's Work», Scollish Jouma/
lations, 1961, pág. l.
22 Jbid .• pág. 8. o[Polilical Economy, 8, 1961, págs. 102-118.
32 De la sociología al marxismo
1 La exposición de este capítulo está profundamente influida por las obras de un grupo
ele marxistas franceses: Louis Althusser, For Marx, Londres, Allen Lane, 1969; Nicos Pou-
Hacia una teoría del proceso productivo capitalista 35
34 De la sociología al marxismo
En una sociedad de clases, la serie de relaciones sociales determinan
En el presente capítulo aclararé algunos conceptos generales (modo te es la constituida por las relaciones entre quienes producen los bienes
de producción , relaciones de producción, proceso productivo, relaci?n�s necesarios para la vida y quienes viven del producto de los demás, entre
en el ámbito de la producción, política, ideología, intereses, etc.) e md1- quienes producen un excedente y quienes se apropian de él, entre explo
caré de qué forma pueden aplicarse a un ámbito particular para,comp�en tados y explotadores, campesinos y señores, trabajadores y capitalistas.
der otras sociedades distintas. Expondré los rasgos de una teona del feu Las sociedades de clases se diferencian unas de otras por la forma con
dalismo y formularé una teoría del capitalismo que nos permita captar las creta que adopta en ellas la expropiación del excedente de trabajo gene
características específicas del proceso productivo capitalista. rado por los productores directos, es decir, por las relaciones de produc
ción.
PREMISAS Y CONCEPTOS Un modo de producción no es sólo una serie de relaciones que con
figuran una forma concreta de distribución y apropiación del tiempo de
trabajo y de su producto, sino también una forma concreta de apropiarse
Comenzaremos desde un principio de la naturaleza·, o de producir cosas útiles 3. En consecuencia, las rela
ciones de producción van siempre unidas a una serie correspondiente de
afirmando la primera premisa de toda la existencia humana, y, por consi relaciones que los hombres y mujeres establecen al enfrentarse a la na
guiente, de toda la historia, a saber que para «h�c�r la historia,, lo_s ho_m turaleza y transformar las materias en objetos concebidos por su imagi
bres tienen que estar en condiciones de poder vivir. Pero la vida 11nphca nación. Esas relaciones constituyen el proceso productivo. En él pueden
en primer lugar comer y beber, una vivienda, ropa y muchas ot�as cosas.
ta, un componente de relaciones, y un componente práctico 4• Denomi-
distinguirse teóricamente dos aspectos inseparables en la realidad concre
Por lo tanto, el primer acto histórico es la producción de los medios de s a
tisfacer esas necesidades, la producción de la vida material misma 2.
3 Por lo general suele considerarse un modo de producción como una combinación de
Para hacer la historia, los hombres y las mujeres tienen que sobrevi
vir, y, para ello, tienen que transformar la na�u:aleza en cosas �1tiles. �e relaciones de producción y fuerzas productivas. No he empleado el concepto de fuerzas pro
ductivas por dos razones. En primer lugar, porque suele presentarse como una serie de ele
nominamos actividades económicas a esas actividades de transformación. mentos - materias primas, maquinaria, técnica, etc.- en sí mismos neutrales con respecto
Una sociedad empieza a existir cuando los hombres y mujeres entablan a la explotación o a la dominación. En el presente contexto, intento indicar la forma en
relaciones sociales entre sí al transformar la naturaleza. Las relaciones so que las relaciones de producción imprimen indeleblemente su huella en el modo de apro
ciales que se producen y se reproducen en el curso de_ ese �roceso deter piarse de la naturaleza. En segundo lugar, el concepto de fuerzas productivas suele asociar
se con una concepción teleológica de la historia, en la que el crecimiento de las fuerzas pro
minan el carácter de las actividades económicas, es decir, la forma o modo
ductivas hace necesario el derrumbamiento del capitalismo y sienta así las bases del socia
de producción. La historia está constituida por dif�rentes n:1odo de pro lismo. En el presente estudio, he intentado prescindir de ese optimismo, que carece de fun
ducción, es decir, por diferentes modelos de relaciones sociales esta_ble damento histórico. Puede verse una crítica más detenida del concepto de fuerzas producti
cidas entre los hombres y las mujeres al transformar la naturaleza. Dicho vas en Michael Burawoy, «The Politics of Production and the Production of Politics: A Com
de otra forma, los periodos de la historia se delimitan en el marco de una parative Analysis of Machine Shops in the United States and Hungary», Po/itica/ Power
1111d Social Theory 1 , 1979.
sucesión de modo de producción predominantes. 4 La distinción entre relaciones y actividades es un elemento básico del concepto de
cstructuia social que �e utiliza en la presente obra. La estructura social es un modelo de
relaciones entre «lugares vacíos» que las personas ocupan cuando intervienen en activida
Jantzas, Political Power and Social Classes, Londres, Ncw Left Books, 1973, y, sobre todo, des, es decir, cuando transforman algo en otra cosa distinta. Se considera que las relaciones
_
Etienne Balibar, «The Basic Conccpts of Historical Materialism» en la obra de Loms Alt sociales son preexistentes a los individuos que les sirven de «soporte», los cuales actúan den
husser y Etienne Balibar, Reading Capital, Nueva York, Pantheon, 1971. págs. 201 - 308. tro de !as limitaciones establecidas por esas relaciones. De la misma forma que las relacio
Como muchos marxistas contemporáneos. estos teóricos franceses han mteotado romper nes sociales determinan las prácticas, las prácticas establecen límites a las relaciones socia
con una concepción teleológica de la historia, en la que ia sucesión de los modos de pro les. La sociología, por el contrario, prescinde de la distinción entre las relaciones y activi
ducción seguiría un patrón fijo e inevitable en virtud de la expansión de las «fuerzas pro dades ctrn conceptos tales como los de «expectativas del rol». La estructura social se reduce
ductivas». Barry Hindess y Paul Hirst, Precapitalist modes of Producuon llevan a conse a relaciones entre individuos concretos que aplican valores que han interiorizado. En la cuar
cuencias extremas la indeterminación que introducen esos autores. ta parte de la presente obra se analizan las ventajas de esas dos concepciones de la estruc
2 Karl Marx, The German /deology, Nueva York, lntcrnational Publishers, 1970,
tura social.
pág. 48.
De la sociología al marxismo Hacia una teoría del proceso productivo capitalista 37
36
namos al primero de ellos relaciones en el ámbito de la producción. Son, Es en este sentido en el que cabe hablar de «determinación por la eco
por ejemplo, las relaciones que los trabajadores establecen en �l taller en nomía en última instancia», o lo que es lo mismo, sostener que toda la
tre sí y con los miembros de la dirección. En su aspecto práctico, el pro estructura social debe entenderse en función de las condiciones de exis
. . .
ceso productivo consiste, en cambio, en una sene de acttv1dade� que t�ans tencia de la economía, de la reproducción de las relaciones de produc
.
forman materias primas en objetos útiles o element?s de O�J�tos ut�les ción. Al ocuparnos de modos de producción específicos, podemos ver de
con ayuda de los instrumentos de producción. Esa �ene de actJV1da.des im qué forma hay que aplicar ese principio.
plica trabajo, aplicación de esfuerzos y la con�ers1ón de �a capacidad de
trabajo en trabajo real, de la fuerza de trabaJ � ..en trahaJO. E� ese pro Al mismo tiempo, la producción de cosas no constituye sólo un pro
ceso práctico la especie humana pone de mamhesto su cap��tdad cr�a ceso de reproducción de relaciones sociales, sino también de producción
dora, en tanto que las relaciones en el ámbito de la pr�)ducc1on refleJ�n de una experiencia de esas relaciones . Al participar en la producción, los
la posibilidad de una comunidad ética de productores hbremente �socia hombres y mujeres generan un mundo de apariencias, « ... no una rela
dos. Las relaciones de producción determinan la forma y la evolución del ción entre ellos y sus condiciones de existencia, sino la forma en que vi
proceso productivo, el cual, a su vez, establece los límites de las trans ven la relación entre ellos y sus condiciones de existencia, lo que implica
formaciones del modo de producción. que existen a la vez una relación real y una relación «imaginaria>> o «vi
vida» 7 . Así pues, como escribe M�rx al analizar el fetichismo de la mer
La forma concreta de expropiación del excedente de trabajo define cancía, «hay una relación social concreta entre los hombres, que reviste,
una serie de condiciones que deben cumplirse para asegurar la persisten a sus ojos, la forma fantástica de una relación entre cosas» 8 . En una so
cia del modo de producción, es decir, la reproducción de las relaciones ciedad productora de mercancías, el carácter social de la producción se
sociales que la caracterizan. Dicho de otra forma la existencia d� una se revela solamente en el mercado, en el que los productores o grupos de
?
rie de mecanismos que garanticen la reproducción de las relaciones de productores «aislados» intercambian sus productos. En él descubren que
.
producción es una condición de la existencia de un modo de produc�1ón el valor de sus productos está determinado j)or el trabajo incorporado a
,
determinado. Por definición, esos mecanismos son estructuras politicas. ellos. Lo que pueden obtener a cambio de sus propios productos depen
Las actividades políticas se refieren a la reproducción (o transformación) de de algo que escapa enteramente a su control, del trabajo incorporado
de las relaciones sociales 5• En consecuencia, un modo de producción con a los productos de los demás. Las relaciones entre productores aparecen
creto determina un sistema político correspondiente: wmo relaciones entre cosas. De esa forma, la naturaleza social del tra
La forma económica concreta en que se extrae de los productores directos
bajo está impresa en las cosas, que se manifiestan a sus productores como
un excedente de trabajo no retribuido determina la relación entre gober
un poder ajeno a ellos. Como experiencia vivida, la «reificación» de las
nantes y gobernados, que tiene su origen en la producción misma, y, a � u
,
relaciones sociales (y la otra cara de la misma moneda, la personificación
vez actúa sobre ella como un elemento determmante. Sobre aquella, sm de las cosas) se desvincula de las condiciones que han dado lugar a ella,
embargo, se funda toda la configuración de la comunidad económica �eri
vada de las propias relaciones de producción, así como la correspondiente
asume autonomía propia y aparece como algo natural e inevitable.
l uciones» Y '.'fo'.· m�s de conciencia social». en las que está implícita la distinción (Cla�ses ¡11 c;011•
y ni siquiera son los factor� únicos o principales en la reproducción de las relaciones de domi 1empnrarv·Ca¡111altsm, Londres. New Lcfl Books, 1975, pág. JI).
Al referirnos a los aparatos ideológicos, hemos de admitir que esos ap,,ratos no crean ideología
nación y subordinación ideológicas. Los aparatos ideológicos sólo sirven para dar forma a la ideo
logía uvminantc e inculcarla (materiafoiarla). Max Weber estaba t:l(uivocado al afirmar que 111 a; L ouis t\lthusser, J,enin m1d l'!tifosophy aru/ Other F:ssays • Londres. • New J . t:,1·t R00ks.
.
Iglesia crea y perpetúa la religión: es la religión la que crea y perpetúa la lglesi<1. En el caso de p.ig. 168.
las relaciones ideológicas capitalistas. Marx, al ,malizar el fetichismo de la mercancía como un ' Karl Marx, Ear[�, Writings, Nueva York, Vintagc Books, 1975. pág. 251.
fenómeno relacionado directamente con el proceso de valorización del c.1pilal, nos brinda un ex ,. : t\nton10 Gramsc1, S<'fec11011sfrom f>rison Notebooks,. Nuev'·i York , Int"crna, (1011a1 pu-
celente ejempl;; de la reproducción de una ideología dominante más allá de los aparatos: el pro hh,hcrs, 1971, pág. 126.
pio Mnrx señala ese a�pecto en sus frecuentes referencias a una «corre�pondcncia» entre •insti- " Karl Marx. «Prdacc lo A C o111riln11io11 to tite Critique of /'olitícal Economy, en 711<'
40 De la sociología al marxismo 1 lacia una teoría del proceso productivo capitalista 41
gene Genovese ha mostrado que en las luchas entre esclavos y dueños de los empírica o metafísicamente, es necesario elaborar una teoría de !os
esclavos desempeñó un papel principal el patcrnalismo (una ideología que intereses que explique cómo se generan a partir de la ideología.
postulaba la «humanidad» de los esclavos en un contexto que sólo los re Es evidente que es imposible entender los intereses, tal y como los
conocía como objetos» 16 . Al rechazar la esclavitud, los esclavos asumían hemos definido, haciendo abstracción de la conciencia espontánea con
o rechazaban el paternalismo en función de la forma que adoptaba la ideo creta de las relaciones sociales, es decir, sin una teoría de esas relaciones.
logía religiosa. Según Genovese, la religión fue un factor decisivo de la El interés por el beneficio económico, por la cantidad en detrimento de
aceptación del paternalismo por los esclavos del Sur y de su rebelión en la calidad, por la competencia dentro de una sociedad productora de mer
otros lugares. Cuando la lucha se desarrolla en el terreno de la ideología, c�ncí�s, se inscriben en el «fetichismo de la mercancía» al que Marx con
sus consecuencias pueden interpretarse analizando las relaciones reales sidero consecuencia de una determinada forma de producción. Lo mismo
que subyacen a aquélla. Para citar un ejemplo relativamente claro, las lu puede decirse del problema de la racionalidad.
chas de clases en Sudáfrica se desarrollan en el terreno del racismo, pero
sus consecuencias sólo pueden entenderse analizando la reproducción de ... La racionalidad del comportamiento económico de los individuos puede
las relaciones que determinan el racismo y que el racismo a su vez en considerarse como un aspecto de una racionalidad social más amplia. ba
cubre. sada en la relación interna entre las estructuras sociales v económicas de
los diversos tipos de sociedad. . .
Pero si estas luchas no son otra cosa que luchas para satisfacer inte Es comprensible, por tanto, que, sin un conocimiento científico de las re
reses ¿cuál es el origen de esos intereses? De cuanto se ha expuesto hasta laciones internas de las estructuras sociales, el economista sólo pueda ad
ahora se desprende claramente que los intereses tienen su origen en la .
qumr un conoc11mento estadístico de las preferencias personales. que ne
ideología. Sin embargo, esa opinión dista mucho de ser predominante. cesariamente se le presentan como una cuestión de gusto, y respecto de las
Como hemos visto en el Capítulo l, la mayor parte de los sociólogos dan cuales el problema de la racionalidad no se plantea 18.
los intereses por supuestos. A este respecto, se nos plantea el problema
de la racionalidad y de la irracionalidad, del comportamiento lógico y aló Ahora bien, si los intereses se inscriben plenamente en una sociedad
gico, y de los intereses fundamentales e inmediatos, reales o falsos, a lar concreta, y han nacido en su seno, ¿en qué sentido puede hablarse de lu
go o a corto plazo, derivados de la discrepancia entre el comportamiento cha� que tien?en a la superación de esa sociedad?; ¿cómo es posible con
previsible y el real. Si se toman los intereses como algo dado, la ideolo cebtr una soct�dad con otro tipo de «racionalidad», en la que la historia
gía se convierte en un medio de manipular a las personas para promover se haga colectivamente y de forma consciente y no involuntaria, en suma,
los «intereses» de los manipuladores, o en elemento aglutinante que evi en la que no haya ideologías, ni, por ende, «intereses»? En realidad, como
ta el conflicto o reduce al mínimo las tensiones 17. Por otra parte, en los ha expu�sto convincente.mente Agnes Heller, el propio concepto de inte
casos en que no se presumen, los intereses se descubren o construyen em r�s refleJa el p�nto de vista de la sociedad capitalista, en la que los indi
píricamente y de forma tautológica a partir de los hechos. Un grupo de viduos se convierten en esclavos de motivos que escapan a su control. El
terminado vota en un sentido determinado porque tiene determinados in concepto de interés refleja la reducción de las necesidades a ambición.
tereses. ¿Y por qué tiene esos determinados intereses? Porque ha votado En lugar de hablar de «intereses fundamentales» o «intereses de clase»,
en determinado sentido. Pero, por ejemplo, ¿por qué los trabajadores lu Agnes Heller prefiere hablar de «necesidades radicales». Los intereses de
chan unas veces por sus intereses raciales y otras por sus intereses de cla clase no pueden ser la causa de una lucha que exceda el marco de la so
se? El problema estriba en explicar los intereses en presencia en una si ciedad capitalista. Su causa real, ajena al fetichismo. son las «necesida
tuación dada, no en describirlos de forma empírica. En vez de presumir- des r�dicales» de la clase trabajadora 19 • Pero el capitalismo ¿tolera esas
.
necesidades radicales?; ¿las produce, como afirmó Marx como condición
de su propio desarrollo? Y si es así, ¿cómo, dónde y po� qué'! Y por úl-
' 8 Maurice Godelier, Rationality and Irmtiorwlity in Economics, Nueva York, Monthly
1Harx-Engels Reader, ed. al cuidado de Robert Tucker. Nueva York, W. W. Norton, 1972,
,e, Eugene Genovese, Rol/, Jordan, Rol/, Nueva York, Vintage Books. 1976.
pág. 5. .
17 Puede verse una descripción de ambas concepciones en Clifford Geertz, The lnter 19 Agncs Hell.er, Tlze Theory of Need in Marx, Londres, Allison & Busby, 1976,
Rev1cw Press, 1972, p,íg. 45.
pre1111io11 of Culture, Nueva York, Basic Books. 1973. Cap. 8. pág. 60.
De la sociología al marxismo Hacia una teoría del proceso productivo capitalista 4J
42
timo, ¿bajo qué supuestos es posible la satisfacción de esas necesidades al cap!�alismo, sino _ la posibilidad de utilizar aquél como elemento de com
radicales e n una sociedad de nuevo cuño?; ¿qué circunstancias pueden parac1on para analizar este último. Por consiguie nte, no necesitamos in
servir de base para convertir esa posibilidad en realidad? t�rvem'. en las contr�versias sobre la naturaleza de la dinámica feudal, la
d1soluc1ón del, feu?ahsmo, �I p� pel que desempeñó la lucha de clases en
ella Y er� la _genes1s del cap1tahsmo, la relación entre el campo y la ciu
DEL FE'JDAUSMO AL CAPITALISMO d�d, la función del merc�do, y otras cuestiones análogas. Nuestro esque
mc1 �oncept�al del feudahsmo atenderá fundame ntalmente a la forma que
Después de haber definido algunos conceptos generales, pode mos en el adopto el proceso �roductivo. Por otra parte, ese esquema conc ep
aplicarlos ahora a un ámbito particular, con objeto de aclarar el proceso tual no corr�sponde a mnguna forma histórica concre ta de fe udalismo,
productivo capitalista. Pero para poner en relieve sus características con por cuanto este representa un panorama más complejo y diversificado
cretas y sus rasgos distintivos, es necesario comparar ese proceso con otros � ue el que voy a describir a continuación. De hecho me limitaré a ana
procesos productivos no capitalistas. ¿ Cuál de ellos convie�e elegir como lizar �na forma pa�ticular de feudalismo, basada en las prestaciones de
eleme nto de comparación? Sería interesante elegir el sistema socialista, traba30, a la que Ja1rus Benaji ha denominado forma pura clásica O cris
lo que nos permitiría hacer simultáneamente una crítica del capitalismo. talizada 21 . En última instancia, la utilidad de ese esquem; dependerá de
Sin embargo, no parece qu e en los llamados países socialistas el proceso lo que pue da revelarnos acerca del capitalismo.
· asalariado» (Ca-
ciones de trabajo, sino su propia fuerza de trabaj o. Las actividades pro r;1t1vo �el proceso productivo de la actividad de control que hace necesaria la naturaleza
ductivas no están previamente es tablecidas; de he cho, la e mpresa inte nta c:ap1tahsta de ese proceso y el antagonismo de intereses entre capitalista v
/Jita!. 1 , 332).
obtener de los trabajadores e l máximo trabajo posible. Por consiguiente, 2� Véase, por ejemplo. Rodney Hilton, «Freedom and Villeinagc in England» Past
'
la razón de ser de las actividades de dirección no es sólo la coordinación, 1111d Presen.1, núm. 31, julio de 1965. 3-19.
como en la producción feu dal, sino también el control. Las funciones de
48 De la sociología al marxismo IIacia una teoría del proceso productivo capitalista 49
sus ·agentes y las transforman en relaciones entre ciudadanos, sexos, ra Puede entenderse mejor el problema que entraña la generación de
zas, etc. Por otra parte, el Estado capitalista, al ser relativamente inde plusvalía si se compara la situación del capitalista con la del señor feudal.
pendiente de la economía en una forma en la que no lo fue la organiza En tanto que en el feudalismo el excedente de trabajo se fijaba de ante
ción política feudal, puede adoptar distintas formas: dictadura, fascismo, mano en forma de renta, en el capitalismo lo que está preestablecido es
democracia parlamentaria, «apartheid», etc. De este breve análisis de am un salario. Del mismo modo que los siervos tenían que valerse por sí m i s
bos sistemas se desprende ya que las condiciones de existencia (reproduc mos e n el tiempo dedicado a su propia producción, los capitalistas o, en
ción) de un modo de producción dado determinan una serie correspon representación suya, los directores de las empresas, tienen que organizar
diente de estructuras políticas e ideológicas. el proceso productivo de una forma que asegure la expropiación de tra
bajo no retribuido.
LAS CARACTERISTICAS ESENCIALES DEL PROCESO
PRODUCTIVO CAPITALISTA Lógicamente, Marx se ocupó detenidamente de los mecanismos des
tinados a garantizar la extracción de la plusvalía en el proceso producti
Después de haber establecido algunos rasgos que diferencian el modo vo. Describió, por ejemplo, la forma en la que, antes de promulgarse las
de producción capitalista de un tipo teórico del modo de producción feu leyes de fábricas en Inglaterra, los capitalistas podían prolongar la jorna
dal, podemos centrar nuestra atención en sus características propias. Un da de trabajo. Una vez promulgadas las leyes que establecían límites a
trabajador es contratado por un capitalista (una empresa). Al acabar la ésta, los capitalistas recurrieron a intensificar el proceso productivo me
semana se le abona un salario, en función de tasas salariales por horas diante la aceleración <le los ritmos, la implantación del sistema de salario
trabajadas o a destajo, establecidas antes de que el trabajador llegue a a destajo y la mecanización. Pero esas medidas sólo daban a los capita
las puertas de la fábrica, es decir, antes de la aportación del esfuer!º· lista que las adoptaban una ventaja temporal frente a sus competidores,
Además, el trabajador percibe su salario mucho antes de que el capita por cuanto, en último término, estos procedían también a intensificar el
lista haya podido hacer efectivo el valor del producto de su trabajo. proceso productivo. La única forma de conseguir un aumento duradero
¿Cómo se explica, entonces, que el capitalista pueda comprome� erse a pa de la tasa de plusvalía consiste en reducir la cantidad de trabajo necesa
gar un salario por unidad de producto que no puede ser superior al pre rio (es decir, en abaratar los costes) en el proceso de produc�ión de la
cio que puede obtener por esa unidad de producto, ni inferior al necesa fuerza de trabajo, mediante el aumento de la productividad en el sector
rio para,poder tener trabajadores a su disposición y para que éstos p�e de los artículos de subsistencia.
dan alimentar a sus familias? Y, más concretamente, ¿cómo se orgamza Todos esos mecanismos, así como el análisis de las características ge
el proceso productivo para garantizar la obtención de la plusvalía?
nerales del proceso productivo de Marx, se basan en la determinación
Afirmar que el capitalismo se derrumbaría si no hubiera plusvalía no coercitiva de la cantidad de esfuerzo empleado. Marx supone que, para
basta para explicar la existencia de ésta. Si las luchas de clases pueden poder sobrevivir económicamente, los trabajadores están completamente
imponer una elevación del precio de la fuerza de trabajo (el salario) que a merced del capitalista, o de su representante, el encargado del taller,
lo sitúe por encima de su valor, es decir, por encima del tiempo de tra quienes pueden intensificar a su arbitrio el trabajo, siempre que sus exi
bajo socialmente necesario para su reproducción, ¿cuáles son los factores gencias sean compatibles con la presencia del trabajador al día siguiente
limitativos de la elevación de los niveles salariales? ¿Cómo puede cono en su puesto de trabajo (y a veces, ni siquiera con esa limitación) y que
cer de antemano el capitalista el límite a partir del cual el salario por uni se mantengan dentro de ciertos límites amplios, y con frecuencia trans
dad de producto excederá del precio que puede alcanzar? Al hablar de gredidos, establecidos por la ley. Dicho de otro modo, Marx no atribuyó
la tendencia a la caída de la tasa de beneficio, Marx supuso, entre otras en su teoría ninguna importancia a la organización del consentimiento, a
cosas, que los trabajadores seguirían produciendo plusvalía en cantidad la necesidad de lograr un espíritu de colaboración en el proceso de trans
creciente, pero que el número de trabajadores (el capital variable) y, por formación de la fuerza de trabajo en trabajo. Esa omisión, aunque injus
ende, la plusvalía total, disminuirían en relación con la expansión del ca tificada, puede ser explicable en el contexto del capitalismo del siglo XIX,
pital. Por consiguiente, el análisis de la desaparición del capitalismo de en el que el margen reservado al consentimiento era escaso. Pero en el
Marx tiene como premisa la producción por los trabajadores de un valor curso del tiempo, a consecuencia de las luchas de la clase trabajadora, el
superior al de sus salarios. salario se ha desligado progresivamente del esfuerzo individual. Por tan-
50 De la sociología al marxismo
Hacia una teoría del proceso productivo capitalista 51
to, es necesario complementar las medidas coercitivas con la organización
del consentimiento. A diferencia de la legitimidad, que se materializa en in�ediato de su pr?ducto. En el capitalismo, el excedente de trabajo no
.
actitudes subjetivas, el consentimiento se manifiesta en la organización reune esas caractensttcas. En consecuencia, el origen del beneficio en f o r
de actividades, y es, a la vez, un producto de esa organización que es n e n�a �e tra�ajo queda velado d e diversos modos. En primer lugar, los ca
cesario distinguir de la conciencia específica o de las características per pttahstas t1e_nden a aum�ntar el beneficio mediante la implantación de
,
sonales de quienes intervienen en ellas . Dentro del proceso productivo, nuevas tec� 1cas, y espec!alme�te de la incorporación de nuevas máqui
.
el consentimiento tiene su fundamento en una organización de las activi nas, es declf, mediante mvers1ones de capital. De esa forma, el capital
dades que parece ofrecer al traba_jador un margen real de elección, por aparece como un poder en sí mismo, capaz de generar beneficios. Desde
reducido que sea. La participación del trabajador en la elección genera el punto de vista del c�pi �alista, la variación de la intensidad del trabajo
el consentimiento. En la medida en que los medios coercitivos se apli solamente produce vanac1ones de la tasa de beneficio en torno a un be
quen solamente sobre aquellos actos que desbordan un margen estrecho, neficio m.��io. Para q�ienes dirigen el proceso de producción, la fuente
pero concreto y aceptado de elección, su utilización puede ser objeto de del benehc10 es el capital, y no el trabajo.
consentimiento 26. Por consiguiente, la combinación de coerción y con En segundo lugar, la plusvalía sólo se transforma en beneficio me
decir, como una producción de cosas (valor de uso) y no de valor de cam del beneficio que reflejan la experiencia de los capitalistas, los cuales in
bio. La separación institucional de propiedad y control -es decir, la se tentan obtener beneficios mediante la venta de mercancías 29•
paración entre relaciones de producción y relaciones en el ámbito de la
¿Cómo se explica que la plusvalía siga estando oculta a los trabaja
producción- refuerza esa percepción. En el proceso productivo, los tra
dores? ¿A qué se debe que la transformación del proceso productivo y la
bajadores perciben, desde luego, a los miembros del personal de direc
lucha de clases no hayan bastado para hacer patente la fuente del bene
ción como agentes de dominación, pero también como personas que ven
ficio? Las teorías marxistas del siglo xx ofrecen múltiples respuestas a e s
den su fuerza de trabajo y que, por razón de su competencia y de sus co
tas preguntas, respuestas que nos remiten a otras instancias externas al
nocimientos técnicos, reciben una retribución mayor que la suya. El he
proceso productivo (el Estado, la escuela, la familia o la industria de la
cho de que aquéllos reciben también una parte de la plusvalía no se des
cultura) o se basan en la elaboración de una psicología marxista. En el
prende claramente del proceso productivo. presente ensayo haré mías algunas de sus tesis, pero intentaré situarlas
A pesar de la mixtificación de la plusvalía, Marx sostuvo que en el en el contexto del proceso productivo. Con el bagaje del marxismo, vol
capitalismo existían tendencias inherentes a él que acabarían por revelar veré a la esfera principal de interés de Marx.
a los trabajadores la dinámica oculta bajo las apariencias. La organiza
ción colectiva de los trabajadores, el aumento de la interdependencia de
las actividades productivas, la homogeneización de las tareas, y, sobre CONCLUSION
todo, la lucha de clases, llevarían al proletariado a cobrar conciencia del
antagonismo entre sus intereses y los del capital, antagonismo que tiene Lo que caracteriza y distingue al proceso productivo capitalista es la
su raíz en la expropiación del trabajo no retribuido. La historia ha reve obtención y el enmascaramiento simultáneos de la plusvalía. ¿Cómo pue
lado que las previsiones de Marx no eran acertadas. En general, los tra de el capitalista obtener una plusvalía cuyo proceso de producción no le
bajadores no atribuyen a su propio trabajo la diferencia entre lo que pro es transparente? Las teorías marxistas del proceso productivo suelen ha
ducen y lo que reciben 28 . Los conceptos de explotación y de trabajo no cer referencia a la fragmentación y la atomización de la clase trabajadora
retribuido son más ajenos hoy a la vida del taller que en época de Marx. en el centro de producción (rasgos esenciales del proceso de enmascara
miento de la plusvalía), pero no explican cómo se garantiza la existencia
Si los trabajadores no identifican a su propio trabajo como la fuente
del beneficio ¿a qué atribuyen este último? La opinión más extendida en de una plusvalía 30. El enmascaramiento de la plusvalía es condición ne
cesaria, pero no suficiente, para garantizar su obtención. Dicho de otra
tre mis compañeros de taller era la de que el beneficio es una retribución
forma, es necesario explicar no sólo por qué los trabajadores no actúan
obtenida a cambio de sacrificios anteriores o del riesgo que entraña la in
conforme a una serie de intereses que se les atribuyen, sino por qué tra
versión de capital. Otros pensaban que el beneficio se genera en el mer
tan de favorecer otros enteramente distintos. En consecuencia, el proce
cado, fundamentalmente por medio de la manipulación de los precios.
so productivo debe entenderse desde el punto de vista de la conjunción
Esa convergencia de las teorías del beneficio de trabajadores y capitalis
tas, refleja, más bien, que una contraposición, una coincidencia de inte concreta de coacción y consentimiento que induce a los trabajadores a co
laborar en la búsqueda del beneficio.
reses en la forma que la organización de esos intereses ha adoptado en
el capitalismo avanzado. En la medida en que los trabajadores admiten
que sus posibilidades de subsistencia dependen de la supervivencia y de
29 Marx admitió también esa posibilidad:
la expansión de la empresa capitalista en la que trabajan, aceptan teorías
La diferencia real de magnitud entre beneficio l' plusvalía - no meramente entre la tasa de be
neficio y la tasa de plusvalía- en las diversas esferas de la producción encubre la verdadera na·
turaleza y el verdadero origen del beneficio no sólo al capitalista -iuicn tiene un interés espe·
28 íncluso en Francia e Italia, países en los que muchos trabajadores creen que su tra cial en engañarse al respecto- sino al trabajador. La 1ransformación de valores en precios de
producción contribuye a oscurecer la base de determinación del propio valor (Capital 3. 1968).
hajo es la fuente del beneficio y las teorías marxistas gozan de amplia aceptación, no hay
datos que indiquen que esas ideas determinen de forma directa el grado de intensidad del .1c, Véanse, por ejemplo, Harry Braverman, Labor and Monopoly Capital, Nueva York,
trabajo de los trabajadores franceses o italianos; las teorfas marxistas sólo pueden conver· Montl,/y Labor Review Press, 1974; André Gorz, The Division of Labor, Atlantic High·
tirse en una fuerza material -en una ideología- cuando se incorporan a la experiencia lnnds, N. J., Humanities Press, 1976; Richard Edwards, «The Social Relations of Prnduc
viva de la fábrica. tion in thc Firma and Labor Markct Structure», Politics and Society, 5 (1), 83-108.
54 De la sociología al marxismo
-§.-) �l ���iz�� los �am�i��-- e�_ _el_ P!�ces? pr�ductivo en un taller �<-:_�re
, to a lo largo de un período de treinta años, me propongo descnblf los
03,.'(;:::, Il!�C�n!§[l.9S i_rre2J.añ_tfl9s-::cÚales seoÍganiza el consentimiento en la fá
b�ica, los trabajadores se constituyeñéñméios" individuos yño en míem
bro§_" de una clase, y se logra armonizar los intereses del trabajo y delca
pi�i...Y-':!� los_trab.?jaslor.�s y el personal de siire_ __sg.911, ag C?!119_<:��ar
C::l �onfücto_ yJ�¿:ompetencia. En síntesis, me propongo ocuparme de' los
mecanismos que smeñalpropio tiempo para ocultar y asegurar la exis PARTE II
tencia de la plusvalía. Ese intento constituye el objeto de las partes se
gunda y tercera de esta obra. En la parte cuarta pondré de manifiesto LOS CAMBIOS EN EL PROCESO PRODUCTIVO
que las transformaciones de los mercados y la conciencia importada sólo
tienen consecuencias dentro de los límites definidos por el proceso pro
ductivo, y en la parte quinta describiré las transformaciones de ese pro
ceso que refuerzan su capacidad para enmascarar la plusvalía y garanti
zar su obtención.
3. DE GEER COMPANY A ALLIED CORPORATION
las normas de esos grupos, de otro, podemos descubrir una causa de la li
el consentimiento expreso de la dirección, que conocía el motivo de mi
mitación de la producción que sugiere ya la forma en que puede reducirse
presencia en el taller y que me permitió consultar sus archivos y accedió
el alcance de ese fenómeno. Los reajustes administrativos de las primas en a proporcionarme información. Para evaluar los cambios que se habían
el sistema de trabajo a destajo pueden provocar un cierto aumento del ren producido desde 1945, tuve que reconstruir el contexto social y económi
dimiento de los trabajadores, pero para que la producción se aproxime a co de Geer Company basándome en entrevistas con miembros de la an
lo que cabría prever es necesario modificar las relaciones básicas entre esos
grupos mediante una reorganización sustancial. La solución del problema
tigua dirección (generalmente jubilados) y con trabajadores, en las esca
clase 3 .
¡,,.,.
Así pues, en el presente capítulo intentaré situar a Geer Company y
Allied Corporation en sus respectivos contextos económicos y sociales, y
1<z>l)4- +.,
Pero si empezamos por donde Roy acaba, es decir, por el «sistema en los siguientes cotejaré las observaciones de Roy, complementadas con
autoritario», lo más lógico es preguntarse más bien por qué trabajan tan mi reconstrucción de los aspectos a ,sttréñ 'h cho referencü!, con la o r
� 1/S _ _
ganización del trabajo e n mi taller e� 1974-75.
-.,...
duramente los trabajadores.
El objetivo más inmediato e importante de la investigación de Roy
era responder a obras como Management and the Worker de Roethlisber
ger y Dickson y los ensayos de Elton Mayo, y su principal aportación con GEER COMPANY EN 1944
sistió en poner en entredicho la validez universal de las conclusiones que
en aquella época se inferían de los estudios de la Western Electric 4• Sin Geer Company inició sus actividades en 1881 en una estación de em
embargo, hay también en su tesis muchas sugerencias sobre la coopera palme ferroviario situado en el sur de lllinois. A finales de siglo la em
ción y la falta de cooperación de los trabajadores. Desgraciadamente, presa, que fabricaba equipo para ferrocarriles, se trasladó a la zona de
Roy plantea los problemas en un marco limitado, coincidente con los aná Chicago. Durante algunos años se dedicó a la fabricación de motores de
lisis de «sistemas cerrados» predominantes en aquel momento en las obras dos cilindros refrigerados por aire y, posteriormente, entre 1910 y 1920,
sobre relaciones laborales (sobre todo entre las influidas por la Escuela se incorporó al floreciente sector de la fabricación de motores de auto
de Chicago) 5 , en las que solía prescindirse del medio, con lo que la in móviles. La dura competencia existente en el sector impulsó a Geer a in
vestigación se detenía a las puertas de la fábrica. Además, sus observa troducirse también en un nuevo mercado, el de motores de camiones, en
ciones se reducen estrictamente a lo que ocurría en su entorno mientras el que se convirtió en una importante empresa, una de las primeras que
trabajaba en el segundo turno, y no hay en su obra nada que no haya po fabricaron motores octocilíodricos de dos tiempos. Geer dejó de fabricar
dido percibir por observación directa. De ahí que Roy no nos proporcio equipo para ferrocarriles en el primer cuarto de siglo, y comenzó a fabri-
ne apenas información sobre Geer Company, el sindicato, otros departa car motores diese! en los últimos años del decenio de 1920. En 1933 sus
mentos de la empresa, el carácter de los diversos mercados y otros mu cribió un contrato con la Armada para producir motores diese! para lan-
i.,/
chos aspectos. Su interés por preservar el carácter cerrado (secreto) de chas de salvamento. La demanda de motores aumentó después de decla
su investigación limitó enormemente sus posibilidades de recopilar datos. rarse la Segunda Guerra Mundial, y, como muchas otras empresas que pro
Mi estrategia fue enteramente distinta. Ocupé mi puesto de trabajo con ducían artículos para las fuerzas armadas, Geer dejó de ser un taller de
que redujo la capacidad de negociación de las .empresas, debido a las di d marc2A!.. !;!.!1�.QªZ social)!}lpues�a. La función de la negociación colec-
ficultades que entraüaba el despido de trabajadores 12 . tiva y de la institucionalización de la actuación de los sindicatos como me
canismo para garantizar la disciplina de los trabajadores se generalizó en
Debido a la escasez general de mano de obra en la época en la que estuve
trabajando en el taller, el traslado sustituyó al despido como sanción máxi muchos sectores de la actividad económica 16 • Paralelamente, en muchas
ma. Muchos trabajadores hubieran acogido con satisfacción el despido. empresas, los aumentos de las prestaciones marginales sustituyeron a los
aumentos salariales 1 7 .
«No, ellos no despiden a nadie. Hace poco, un amolador tuvo una úlcera,
e intentó dejar el trabajo, pero ellos no quisieron. Intentó que le despidie A consecuencia de la cooperación de los sindicatos con las restriccio
ran: faltó tres días seguidos al trabajo, llegó otros con retraso y otros se nes de personal impuestas por el Gobierno y respaldadas en caso necesa
limitó a sentarse en su puesto y a trabajar sólo cuando le venía en gana. rio por la coerción militar, y de la atribución de la competencia para re
Trabajaba un par de horas al día. Por último, se negó a cumplir la orden solver las reclamaciones pendientes a un Consejo de Personal dependien
de un capataz . de que amolara una herramienta, pero ni aun así le despi- te del Departamento de Guerra y sobrecargado de trabajo, los trabaja
.
dieron: termmaron por camb'1ar1e a1 turno de d'rn» 13 dores quedaron sin protección frente a los abusos de las empresas. Las
deficientes condiciones de trabajo, las largas jornadas y la acumulación
La congelación de personal redujo también la capacidad de negocia de reclamaciones provocaron un descontento generalizado.
ción de los trabajadores, ya que a éstos les resultaba imposible dejar vo
luntariamente su empleo: En la época anterior a la guerra, la huelga era un instrumento de lucha en
apoyo de las reclamaciones locales y servía de acicate a las empresas para
Si pudiera buscar otro empleo sin necesidad de esperar sesenta días para resolver los problemas en el más breve plazo posible. Pero a raíz de la asun
conseguir una referencia del Consejo de Personal, hace tiempo me hubiera ción del compromiso de renuncia a la huelga, ese acicate desapareció y la
marchado de este taller. Pero sesenta días sin trabajar dan muchos proble- resolución de las reclamaciones se encomendó a un órgano distante y len
mas a una persona, sobre todo si tiene que mantener a una fami·1·ia 14 to. Las propias secciones locales de los sindicatos se encontraron «desbor
dadas por la plaga de reclamaciones no resueltas» que debilitaban la soli
Como contribución a los esfuerzos de guerra, los dirigentes de la AFL daridad y minaban la eficacia del sindicato 18.
y la CIO suscribieron con el Gobierno un compromiso de renuncia a la
huelga 15 . A cambio, se les garantizó la protección de sus miembros, lo En respuesta a esa situación, la combatividad de la base obrera se tra
que permitió a los sindicatos mantener, e incluso incrementar, su implan- dujo en muchos casos en huelgas salvajes, paros o huelgas de brazos caí-
m Seidman, American Labor, pág. 130. No-Strike Pledge: CIO Polilics during World War II», RadicalAmerica, 9, núms. 4-5, 1975,
11 lhid., Cap. 7. p:\gs. 49-76.
12 1 " James Green, «Fighting on Two Fronts; Working Class Mililancy in 1.he 1940's», Ra-
Tbid., Cap. 9.
13 Roy, «Reslriction of Outpul», pág. 311. 1/íc11/ America, 9, núms. 4·5, 1975, págs. 7-48; Lichtenstein, «Defending the No-Strike P!ed
14 )bid., pág. 339. gc».
15 1 7 Scidman, American Labor, págs. 123, 129.
Véanse Seidman, American Labor, Caps. 5 y 8; Nelson Lichtenstein, «Defending thc
iw Lichtenstein, «Defending the No-Strike Pledge», pág. 56.
64 Los cambios en el proceso productivo 1 k (;eer Company a Allie<l Corporation 65
dos. Aunque 1942 fue un año tranquilo a ese respecto, el descontento au tanto que sus bienes de equipo representaban una elevada proporción de
mentó en los aüos posteriores, y en 1944 se produjo un número sin pre ,1 1 cifra de ventas, pero producían beneficios mucho más modestos. La
cedentes de huelgas. En su mayoría se trataba de huelgas salvajes de du npansión de la empresa se produjo principalmente en aquel sector, con
ración relativamente corta, realizadas en todos los casos con la oposición .,handono de otras actividades de producción de bienes de equipo. Pero
del sindicato, salvo en el de la huelga apoyada por el Sindicato de Mine l'II tanto que los competidores directos de la división de tractores de Allied
ros 19 . En Geer Company, Roy pudo observar un paro provocado por la lahricaban sus propios motores, Allied seguía adquiriéndolos a provee
negativa de la empresa a despedir a un trabajador que no había querido dores externos, como General Motors. Las ventajas que entrañaba, d e s
afiliarse al sindicato, y una huelga de brazos caídos motivada por diferen d<: d punto d e vista de l a competencia, la posibilidad de disponer d e sus
cias en relación con las primas de destajo y por la falta de agua caliente propios motores eran tan grandes que resultaba evidente que en un plazo
para lavarse 20. más o menos breve, Allied acabaría creando su propia división de moto-
1 l..'s. A tal efecto, la absorción de Geer Company, que en aquella época
El cese de muchas transacciones comerciales con el Estado al termi wndía motores a Allied, constituía una interesante posibilidad. En con
nar la guerra obligó a Geer Company a reestructurar y reducir su pro ,1..'<:uencia, Allied adquirió Geer en 1953. Para los accionistas de esta úl-
ducción, pero la empresa siguió manteniendo sus principales gamas de 1 ima empresa ( que en su mayoría eran miembros de una sola familia, aun
productos y reforzó el departamento de desarrollo de componentes, en que algunos directivos poseían también acciones) la operación representó
el que fabricaba camiones elevadores, si bien la producción de bienes de un buen negocio. Durante la guerra, las instalaciones habían funcionado
equipo para ferrocarriles quedó en parte desfasada. En el Cuadro J se re al límite de su capacidad, y, al terminar ésta, la dirección de la empresa
flejan las vicisitudes de Geer Company y sus trabajadores después de la no se había preocupado de evitar su deterioro, por lo que su estado era
guerra. ddiciente. La reinversión de beneficios había sido relativamente escasa.
1 '.ra preciso renovar la maquinaria y realizar obras de reparación. Más
:idclante, en este mismo capítulo, me ocuparé de la nueva división de mo
EL DECLIVE DE ALLIED CORPORATION lmes; en los párrafos siguientes describiré las vicisitudes de Allied Cor
poration en su conjunto después de la guerra.
Después de la guerra, Geer Company empezó a vender motores die
se! a una empresa que fabricaba equipo para construcción y que fue ab En l 946 se produjo una huelga que duró once meses en la principal
sorbida más tarde por Allied Corporation. Esta última sociedad había ve l(tbrica de Allied Corporation, cuyas concepciones paternalistas y conser
nido figürando ininterrumpidamente entre las 100 empresas industriales vadoras en materia de relaciones laborales eran bien conocidas. En los
más importantes de los Estados Unidos por su volumen de ventas netas. 11110s siguientes, la empresa se recuperó y fue, hasta 1952, según Forbes
Antes de la Segunda Guerra Mundial, Fortune describía a Allied como la «la niña mimada de Wall Street por el considerable aumento de su volu-
Krupp de América: «Sus actividades son tan numerosas, que, a juicio de 11,cn de ventas y su inteligente política de diversificación». Pero en los de
la sociedad, sólo hay otra en el mundo - Krupp, de Essen- que pueda ecnios inmediatamente posteriores a ese año, Allied experimentó un pro
producir una gama mayor de esos instrumentos primarios con los que el r�so de retroceso económico, crisis y decadencia. Los beneficios por ac
hombre obtiene bienes y poder de la naturaleza». Con una cifra anual de ciún disminuyeron de 4,09 dólares en 1951 (año en el que alcanzaron su
ventas de 500 millones de dólares aproximadamente, Allied Corporation 11ivel máximo) a 0,57 dólares en 1961, año en que la empresa experimen
era una empresa gigantesca en comparación con Geer, cuya cifra anual t<> su primera crisis importante, y a 0,47 dólares en 1967. Por motivos que
de ventas ascendía sólo a 30 millones de dólares. l'Xplicaré brevemente mús adelante, en 1968 la cuenta de pérdidas y ga-
11ancias reflejó una pérdida de 5,24 dólares por acción ordinaria. Después
El sector que ya antes de la guerra generaba la mayor parte de los de alcanzar su nivel más bajo en 1971 (0,42 dólares por acción) los bene
beneficios de Allied era el de maquinaria agrícola y de construcción, en ficios volvieron a aumentar, y en 1974 llegaron a 1,77 dólares por acción.
19 Seidman, American Labor, Cap. 8; Green,«Fighting on Two Fronts» : E<lward Jen
i. i\ qué se debió la crisis de esa poderosa multinacional?
nings, «Wildcatl Thc Wartimc Strikc Wavc in Auto», Radical America, 9, núms. 4-5, 1975,
Al ocupar su cargo, en 1951, el nuevo presidente y director gerente
págs. 77,105. de; la sociedad, Harrington, adoptó un programa de centralización que
20 Roy, «Restriction of Output», págs. 208, 224-227. abocó a los siguientes resultados, según Business Week:
BIBLI OT11; C A
'' '. .
J > ! gTTR
....
66 Los cambios en el proceso productivo De Geer Company a Allied Corporation 67
La sobrecarga de trabajo impidió a parte del personal de dirección desem en la idea de que en caso de que en un año dado una gama de productos
mente mayores. En 1969, Forbes señalaba: «En casi todos los sectores de
orientación opuesta 21. En consecuencia, al asumir el cargo de director y, que, por consiguiente, operaban con márgenes de beneficio sensible
gerente en 1955, Crossland efectuó inmediatamente una reorganización
de la empresa. Las dos divisiones principales se convirtieron en cinco, y actividad, Allied Corporation resulta demasiado pequeña, demasiado an
Geer siguió funcionando como otra división independiente. Sin embargo, tict1ada. Sus competidores tienen un volumen de negocios mayor, cuen
la estructura orgánica de Allied seguía estando anticuada. Hasta 1962, tan con instalaciones más modernas y el grado de integración de sus cen
a los servicios de consultores externos. Según Forbes: sastrosos resultados obtenidos por Allied en 1961, Forbes comentaba:
después de haber experimentado una nueva crisis, la empresa no recurrió tros de fabricación y de comercialización es mayor». Al resumir )os de
Crossland y los consultores comprobaron que más que en sus instalaciones ... A Allied Corporation {le ha quedado] solamente un margen de benefi
productivas, las dificultades radicaban en la anticuada organización de la cio neto que no llega a un centavo por dólar, lo que representa menos de
sociedad. Allicd seguía distribuyendo su personal entre los diversos depar la cuarta parte del beneficio que obtenía hace pocos afies. Ninguna de las
tamentos en función de la actividad encomendada (ventas, servicios técni principales empresas competidoras de Allied ... ha sufrido un revés de esa
cos, producción) en vez de seguir el criterio, mucho más moderno, de agru magnitud. De hecho, la mayoría de ellas ha mantenido sus resultados an
par al personal en función · de los mercados a los que atiende. teriores y muchas los han mejorado.
El director que se hizo cargo de la división de motores en 1957 me Un importante reclamación basada en la legislación antimonopolista,
comentó: «Es cierto que Allied tuvo dificultades, pero se debieron a que que costó a la empresa 127.500 dólares en multas impuestas por los tri
al establecerse una estructura basada en divisiones descentralizadas que bunales y más de veinte millones de dólares en cantidades pagadas a con
operaban automáticamente, cada jefe de división se preocupó de demos secuencia de demandas impuestas por sus clientes, vino a agravar aún más
trar que obtenía beneficios antes que los otros». sus dificultades.
Pero el problema no radicaba únicamente en la organización de la so Además de reestructurar la organización, Crossland redujo en 1962
ciedad. En un principio, el sistema de diversificación industrial se basaba l:I número de trabajadores de la empresa, y quienes siguieron trabajando
en ella tuvieron que aceptar reducciones salariales. Allied Corporation r e
CONCLUSION
postenores.
organización de la sociedad, en especial a la distribución de divisionc.� entre los vicepresiden
tes.
Los cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 73
72
ej emplo, se asemejan considerablemente a los de Geer y Allied 3. Es po
LA TECNOLOGIA sible encontrar hoy en ellos la misma serie de taladradoras rápidas, tala
dradoras radiales, fresadoras horizontales y verticales, tomos de plato y
tornos revólver, amoladoras, etc., que a fines del siglo XIX. La propia dis
Las transformaciones de la naturaleza de la tecnología utilizada tie posición de las máquinas del taller en el que trabajó Roy se parecía bas
nen repercusiones transformadoras sobre la organización del trabajo. Sin tante a la del departamento de piezas pequeñas en el que trabajé yo. En -r
embargo, el estudio de la innovación tecnológica se halla aún en una eta él persisten actualmente la misma organización del trabajo, los mismos �
pa inicial. Si se prescinde de los modelos convencionales de la economía sistemas de primas y las mismas formas de limitación de la producción des
neoclásica, en los que se pone de relieve la importancia acumulativa de critos por Roy, y que se remontan a fines del siglo pasado.
la ciencia en relación con el aumento constante de la eficiencia, los in
tentos de analizar los factores sociales y políticos determinantes del cam Sin embargo, fuera del ámbito del departamento se han producido im
bio tecnológico en el capitalismo avanzado han sido escasos. El estudio portantes cambios tecnológicos que apuntan a una creciente automatiza
de David Noble 1 , en el que se sugiere que los capitalistas eligen entre ción. El cambio más espectacular que se produjo en Allied fue la intro
diversas tecnologías no sólo en función del aumento de la productividad, ducción del maquinado de bloques de cilindros sin desbastar. La intro
sino también de la posibilidad de dominar el proceso productivo y de ex ducción de máquinas herramienta con un enorme grado de integración y
pulsar del sector a los pequeños capitalistas, constituye una interesante programadas para efectuar simultáneamente varias operaciones (fresado,
excepción al respecto. Un reciente estudio sobre la mecanización de las roscado, mandrinado, amolado, etc.) en cada lugar de trabajo antes del
actividades de recolección 2 ha puesto de manifiesto que, aunque los cul tr�slado automático del bloque de cilindros al siguiente, tuvo lugar por
tivadores desarrollan nuevas tecnologías, su implantación depende del ni pnmera vez en 1935 en una planta de Ford. A pesar de su refinamiento,
vel concreto de la lucha de clases. o tal vez precisamente por él, esas máquinas complejas estaban averiadas
durante largos períodos. En algunos departamentos se instalaron una o
La importancia del am'ílisis de los factores determinantes del cambio dos máquinas controladas por ordenador, pero su tiempo de parada re
tecnológico está fuera de toda duda. Pero para estudiar las transforma sultaba también considerable. En términos generales, la transformación
ciones del proceso productivo inducidas por imperativos sociales distintos tecnológica de toda la instalación de Allied resultaba antieconómica de
de los provocados por la introducción de nuevas máquinas es necesario bido a la amplia gama y al número relativamente pequeño de motores fa
suponer constante el elemento tecnológico, por cuanto resulta imposible bricados, y la introducción de nuevas máquinas solía provocar más pro
deslindar sus efectos de los otros factores. Afortunadamente, la tecnolo blemas que los que solucionaba. Como se indica al final del presente ca:
gía de las máquinas herramienta, al menos en sus principios básicos, ha pítulo, una innovación tecnológica asistemática puede convertirse fácil
cambiado relativamente poco en el curso del último siglo, si se hace abs mente en el centro en torno al cual giran los conflictos en el taller.
tracción de la reciente introducción de las máquinas controladas por or En el propio departamento de piezas pequeñas, que dista mucho de
denador, y nos proporciona una útil base para estudiar los factores «no se � el más complejo tecnológicamente de la división de motores, las m á
tecnológicos» de la transformación de la organización del trabajo. Los ta qumas actuales son más fiables y flexibles, y tienen mayor precisión que
lleres mecánicos descritos en las obras de Frederick Winslow Taylor, por las de 1945. Un cambio digno de destacarse entre los que se han produ
cido en Geer es la desaparición de la enorme red de correas de alimen
1 David Noble, «Before the Fact: Social Choice in Machine Design». ensayo presen tación de las máquinas herramienta. Actualmente cada máquina tiene su
tado al Congreso Nacional de la Organización de Historiadores Americanos, abril de 1978. propia fuente de energía. En los restantes apartados del presente capítu
Para una historia general de la función de la ciencia cu el desarrollo del capitalismo, véase lo señalaré en qué forma esos pequeños cambios tecnológicos se han con
su obra America by Design: Science, Teclmology and the Rise ofCorporate Capitalism, Nue
vertido en elementos integrantes de las actividades productivas y de las
va York, Alfred A. Knopf, 1977.
2 William Friedland, Amy Barton y Robert Thoma� «Manufacturing Green Gold: The relaciones de producción, las han impulsado y han provocado a veces cam
Co,iditions an<l Social Conscquences of Lettuce Harvcst Mechanization» (Universidad de bios en ellas.
California, Santa Cruz, 1978) y William Friedland y Amy Barloo. Desralking the Willy To
mato (Davis, California, Departamento de Ciencias Aplicadas del Comportamiento, Facul 3 Véase, por ejemplo. Shop Mana ement de Taylor, Nueva York, American Socicty
g
tad de Agricultura y Ciencias del Medio, Universidad de California, 1975). of Mechanical Engineers, 1903.
Treinta años de organización informal 75
EL SISTEMA DE DESTAJO 100. El procedimiento aplicado para fijar ese jornal no era demasiado cla
ro, y se tenía en cuenta no sólo el puesto de trabajo, sino también la ca
En un taller Il).e�ánico se clasifica a los trabajadores en �unció� d� 1� lificación del trabajador. Por ejemplo, Roy percibía un jornal de 85 cen
máquina que «manejan» y se les retribuye conforme a un sistema md1�1- tavos por hora, en tanto que Al McCann, que trabajaba también en una
dualizado de primas por unidad. Aunque la mayor p��e de los tra��Ja taladradora radial en el segundo turno, pero tenía mayor experiencia, per
dores son maquinistas, hay también trabajadores aux1hares �uya m1s16� cibía un jornal de 1, 10 dólares. Los trabajadores del primer turno tenían
consiste en facilitar medios e instrumentos y ayudar a l�s trabaJa?ores «di cinco centavos menos de jornal que los del segundo, por lo que, para ga
rectos» (maquinistas). El departamento de métodos asigna u� mvel d� es nar 85 centavos por hora, Joe Mucha, el trabajador que ocupaba el pues
fuerzo a cada operación productiva, expresado en un determm_ado nume to de Roy en el turno de día, tenía que trabajar más que este último. Sin
ro de unidades por hora, que constituye el patrón de referencia_ del :<�00 embargo, el precio de cada operación era el mismo para todos los trabaja
por 100», por debajo del cual J�s trabaj,adores perci.ben una tarifa bas1ca dores.
por el trabajo, con independencia del numero_ de umda?es que realment_e
producen, en tanto que por encima de él perciben, a mas de ella, una pn
ma o incentivo por las unidades que exceden del «100 �or 100». El «_ren
Uno y otro sistema favorecen estrategias diferentes para obtener ma-
yores ingresos . En 1945 los trabajadores, en su lÜcha por aumentar sus
salarios,¡)Odían negociar individualmente con la dirección, pero ello no
f {0
�
dimiento previsto» (correspondiente -según el con�emo- a la cantida? les aseguraba una retribución mayor si producían habitualmente un nú-
de unidades que se. prevé que produzca «un. trabajador no�mal e�pen mero mayor de unidades que las correspondientes al jornal. Por otra par-
mentado trabajando al ritmo habitual en un sistema de trabajo a pnma») te, los trabajadores que estaban en condiciones de conseguir mayor jor-
se establece en una tasa de producción del 1 25 por 10?, que repre�enta nal eran precisamente aquéllos para los que éste tenía menos importan-
25 por 100 más de unidades que la tasa de referencia. Un trabaJador cia. En consecuencia, la forma de aumentar la retribución consistía en au-
;�yo rendimiento corresponda a una tasa _de producción del 125 por 10� mentar los precios de las operaciones, y para ello era necesario luchar
percibirá una prima del 1? por 100. a�rox1madamente .ª más de la canti por aumentos de carácter general o entrar en pugna con los cronometra-
dad que había obtenido s1 su rend1m1ento corr� spond1era a una tasa de dores para obtener un precio mayor por las operaciones. De hecho, los
producción del 1 00 por 100 o inferior. Los salarios por ahora se calculan trabajadores pasaban bastante tiempo discutiendo los precios con aqué-
de la siguiente forma: llos. Esas formas de obtener un aumento de las retribuciones tienen ac
tualmente una importancia muy escasa en comparación con otros dos pro
o de traba
Retribución básica (variable según la clasificación del puest cedimientos. El primero consiste en conseguir aumentos de la retribución
jo) básica por el trabajo y el de la retribución complementaria variable en
(si la tasa
+ Retribución básica x (tasa de producción -100 por 1 00) función de su clasificación, que se fijan en negociaciones que se celebran
de producción es superior a la del 100 por 100) .. . , cada tres años entre la dirección y el sindicato. En el sistema actual, el
del
+ Retribución complementaria (variable según la clas1f1cac1on departamento de métodos no interviene necesariamente en las modifica-
puesto de trabajo) . . ciones del precio de una operación, por cuanto éste varía en función de
adores de
+ Prima por turno de trabajo (25 centavos para los trabaj la retribución básica. Los aumentos de las retribuciones complementarias
los turnos segundo y tercero) son también independientes del sistema de primas. El segundo de los pro
+ Subsidio por coste de vida. cedimientos a que hemos hecho antes referencia estriba en conseguir el
En 1945 el cálculo de las retribuciones era más sencillo. E! �istema traslado a otro puesto de trabajo que tenga asignada mayor retribución
. básica (es decir, que esté mejor clasificado) o en el que las tasas de pro-
era un sistema rígido de retribución a de�tajo con un �alano mm1mo ga
rantizado sin retribuciones complementarias. No se asignaba a cad� �pe ducción sean más fáciles de alcanzar; con objeto de alentar a los traba-
ración una tasa sino un precio. Para calcular el salario b�sta�a multiphcar jadores a ocupar los puestos de trabajo que requieren mayor calificación,
el número de unidades producidas por hora. por el pre.et?· S1 el res� ltad? suelen establecerse tasas menos rígidas para ellos. En 1945, en la época
era inferior al mínimo garantizado, el trabajador perc1bia ese salano mt- en la que los salarios guardaban una estrecha relación con la experiencia
Los cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 77
76
y dependían en menor medida del puesto de trabajo concreto, se recurría comienzo de la yroducción. �or lo general, charlando con el compañero
al traslado como sanción disciplinaria, por cuanto aquél solía dar lugar a del tur�o ant�nor, los trabajadores pueden averiguar antes de empezar
una disminución de las retribuciones 4. a traba1ar que ta�ea� se les van a encomendar. A veces, sabiendo lo que
�ay ¡:,ai:-a-cada.�y1u.,a en el taller, un trabajador puede entenderse con
Las consecuencias no son difíciles de prever. En tanto que en 1945 la e�·prngram�{� encargado de distribuir las tareas.
I negociación entre la dirección y trabajadores sobre la distribución y la re
tribución del trabajo se desarrollaba a nivel de taller, en 1975 el escena En 1945, la ú�ica función de éste era distribuir el trabajo, pero en
l rio de esa negociación se ha trasladado a la sala de juntas, y el conflicto ,
1975 asum1a un� cierta r��ponsabilidad en relación con la producción en
entre trabajadores y dirección en los talleres ha encontrado una válvula e� taller de �as piezas sohc1tadas en el plazo fijado. En consecué;ncia, po
de escape en los traslados dentro de las instalaciones de la empresa. Las d1a encontrarsele a . men�do ante una u otra máquina comprobando la
modificaciones del sistema de remuneración han provocado una disminu- marcha de los trabaJos e mstando a los trabajadores a adelantar su tarea.
Al carecer de autoridad sobre los trabajadores, su único recurso estriba
\ ción de la intensidad del conflicto entre dirección y trabajadores y un a u
"
mento del individualismo. en su capacid<!d de negociación, basada en sus facultades discrecionales
en re�ación con la distribución de las tareas y del tiempo de trabajo. Los
traba� adores que o�upan puestos de trabajo estratégicos que requieren.
EL JUEGO DE LOS TRABAJADORES por ejemplo, una calificación especial, y aquéllos a quienes se recurre con
frecuencia para que realicen «trabajos urgentes» están en buena posición
En el presente apartado se describen las actividades en el taller como para negociar con el programador, quien es perfectamente consciente de
parte de un juego en el que los trabajadores intentan alcanzar niveles de ello y procura no provocar su hostilidad.
producción a los que corresponde una prima complementaria de la retri Roy, en cambio, se quejaba de que nunca podía encontrarle cuando
bución mínima, o, dicho de otra forma, tasas de producción superiores le necesitaba y de gue, cuando andaba cerca, no prestaba demasiada aten
al 100 por 100. La meta concreta de cada trabajador se establece en cada ción a su trabajo 5 , lo que era fuente de considerables molestias cuando
caso en función de una serie de circunstancias, como el tipo de trabajo, el person�l de control no sabía exactamente cuál era la próxima tarea
la máquina que maneja el trabajador o su experiencia. Algunos trabaja cu�o comienzo tenía Roy q�e marcar en su ficha. También es digna de
dores se contentan con alcanzar el 125 por 100, en tanto que otros se sien senalarse la escasez de trabajos urgentes en 1945 6. En síntesis, puede afir
ten insatisfechos si no llegan al 140 por 100, el límit��o m�rse que el d�partamento asume con mayor rigor su obligación de ter
Y. ad�i�� J�º! todos los_p!ft��iP.an..tes. El juego-'Sirvede marco para eva mmar lo� trabaJOS en e� plazo establecido, pero que, en la medida en que
luar las actividades"proauctivas y las relacionales sociales que se derivan .
los trabajadores part1c1pan en el juego de «arreglárselas» .la carga recae
de la organización del trabajo. Ese juego de «arreglárselas» comprende más bien sobre el programador de tareas que sobre el capataz o el su
una serie de etapas, de confrontaciones entre los operadores de las má pervisor 7. Seguramente, ese hecho es imputable a la mayor autonomía
quinas y los objetos sociales y no sociales que determinan las condiciones d�l departa1?e�to, que se re�eja en la existencia de una cuenta indepen
de trabajo. Las reglas del juego se manifiestan en forma de una serie de diente de �er�1das y ganancias y en las penalizaciones impuestas por la
relaciones externas impuestas. El arte de arreglárselas consiste en mani empresa pnnc1pal por los retrasos en la entrega de motores al cliente s.
pular esas relaciones para pasar en el menor tiempo posible de una etapa
a la siguiente. {!na vez que se les ha encomendado su primera tarea, los trabajado
res tienen que recoger el plan de ejecución y los instrumentos para lle
Al comenzar a trabajar en su turno, los trabajadores se reúnen ante varla a cabo, que suelen estar en el cuarto de herramientas. En conse-
la oficina de control del taller para recoger sus fichas de producción y mar
car en ellas el comienzo del ajuste inicial para su primera tarea. Si la má 5 Ibid., págs. 419-423.
quina ha sido ya preparada en el turno anterior, el trabajador marca el ! Roy se refiere a �rabajos urgentes en dos ocasiones (lbid.• págs. 405, 504).
Cua�do u� trabaJo .era realmente urgente, aquél podía recurrir al apoyo del capataz
4 Donald Roy, «Restriction of Output in a Piecework Machine Shop» (tesis doctoral, o el supervisor s1 el trabaJador se mostraba remiso.
Universidad de Chicago, 1952).
8 No he podido comprobar la existencia de sanciones análogas durante la guerra.
78 Los cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 79
cuenciá, el personal del cuarto de herramientas tiene una importancia es era no hacer nada y esperar. A los conductores de carretillas, como a los
tratégica, y los maquinistas tienen que conseguir su cooperación. Si el en trabajadores del cuarto de herramientas, no les importaba si los maqui
cargado del cuarto de herramientas no se toma interés en entregarles r á nistas podían o no arreglárselas, y al mismo tiempo, eran perfectamente
pidamente el plan de ejecución y los instrumentos, los maquinistas pue c?nscientes de su poder en el taller. Todo lo que querían era perderse de
den perder mucho tiempo. A veces, los trabajadores que se han granjea vista para descansar, charlar con sus amigos, encender un cigarrillo o ir
do su confianza pueden acceder al cuarto de herramientas y acelerar el a buscar una taza de café a la máquina, dicho de otra forma, para gozar
proceso. Habida cuenta de que al encargado, a diferencia del programa de los espacios marginales de libertad de los maquinistas. Como decía
dor de tareas, no le interesa realmente que los maquinistas puedan arre uno de los letreros escritos en la pared del lavabo de hombres: «joded a
glárselas, éstos tienen que recurrir a otros medios para conseguir su co la empresa, joded al sindicato, pero sobre todo joded a los conductores
laboración. Durante los primeros cinco meses en los que trabajé en el t a porque ellos nos joden a todos». Si estaban al tanto, los trabajadores que
ller mis relaciones con el encargado fueron bastante malas, pero en Na se impacientaban podían subir a una carretilla vacía y traer ellos sus pro
vidades cambiaron radicalmente. Todos los años, el sindicato entregaba pias piezas. Pero eso no solía ser demasiado recomendable, porque otros
un jamón a sus afiliados. Le dije a Harry que no pensaba recoger el mío trabajadores les pedían que trajeran también las suyas.
y que podía quedarse con él. Harry se mostró enormemente satisfecho y
desde entonces fui bien atendido en el cuarto de herramientas. Aunque es difícil extraer conclusiones generales, los servicios de los
conductores de carretillas (o repartidores de piezas, como se les llamaba)
Muchos de los problemas de Roy tenían también su origen en el cuar parecen haber sido más eficaces en Geer. En primer lugar, para atender
to de herramientas. Como en 1975, en 1945 no había bastante personal al mismo número aproximadamente de trabajadores había dos en 1945 y
para atenderlo. Roy describe gráficamente cómo el encargado, que se es solamente uno en 1975. En segundo lugar, como me dijo el ajustador, ba
forzaba por atender rápidamente a los trabajadores, enfermó de los ner sándose en su experiencia:
vios y tuvo que ser trasladado a otro puesto. Es posible que los proble
mas fueran más graves en Geer, en época de Roy, ya que los instrumen ,�Antes todos nos conocíamos, formábamos una gran familia, y los repar
_
tos y los accesorios estaban clasificados en el cuarto por su tamaño y tipo, tidores se esforzaban siempre por ayudar, trayendo cuanto antes el mate
en vez de estar agrupados en función del tipo de tareas, como en 1975. rial. Ni siquiera hacía falta que los maquinistas dijeran al repartidor que
trajera el siguiente cargamento. Pero ahora todo el mundo pasa de un pues
En cambio, cuando Roy trabajaba en Geer, había dos encargados en to to a otro. Las personas se conocen menos, y hay menos espíritu de coopera-
dos los tu!nos, en tanto que en 1975 en el segundo turno sólo había uno. ción>).
Aunque conseguí ganarme al encargado del cuarto de herramientas,
Mientr�s esper! que llegue el material, cada maquinista prepara su
no tuve la misma fortuna con los conductores de las carretillas. Al em , _
pezar a trabajar, me explicaron una y otra vez que ante todo tenía que �aquma, s1 no esta ya preparada. Como esa operación tiene asignado un
establecer buenas relaciones con los repartidores encargados de transpor tiempo para su ejecución, los maquinistas intentan «arreglárselas». Si la
tar a la máquina en las carretillas el material desde los contenedores en efectúan en muy poco tiempo pueden producir algunas piezas antes de
que se guarda en el almacén lateral. Sobre todo al comienzo del turno, marcar en su ficha el comienzo de las operaciones de producción. Para
cuando los maquinistas recaban sus servicios, los conductores pueden h a ayudarles en ese ajuste inicial, hay un ajustador, cuya ayuda resulta im
cer perder bastante tiempo. Aunque algunos trataban igual a todos los prescindible para los trabajadores que carecen de experiencia. Pero como
trabajadores, otros atendían a quienes tenían mayor influencia y hacían ocur_re con otros trabajadores auxiliares, hay que ganarse su cooperación.
esperar a los demás. Como yo trabajaba de maquinista de oficios varios, El ªJ �stador no tiene tampoco interés especial en que los maquinistas ga
necesitaba constantemente de los servicios del repartidor, y cuando éste nen tiempo, aunque cuanto antes termine, antes queda libre. Una vez
era Morris, le gustaba hacerme esperar, sin que yo pudiera hacer nada, que ha preparado la máquina y ha recibido las piezas, el maquinista pue
salvo que estuviera ocupado con un trabajo urgente, en cuyo caso el ca de empezar con la primera pieza, y puede prescindir de la ayuda del ajus
pataz o el programador de tareas podían intervenir. En otras circunstan tador hasta que sea necesario volver a ajustar la máquina.
cias, quejarme al capataz sólo me hubiera originado más molestias, pues El grado de competencia y de interés de estos trabajadores varía enor
to que a Morris le hubiera resultado fácil desquitarse después. Lo mejor memente. Por ejemplo, el ajustador del turno de día no destacaba por
80 Les cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 81
su espíritu de cooperación. Cuando pregunté a Bill, que ocupaba mi pues Cuando una pieza está en el límite, algunos inspectores la dejan pa
to durante ese turno, a quién tenían de ajustador, me contestó: «Murió sar, en tanto que otros se atienden estrictamente a las especificaciones
hace algunos años», en alusión al hecho de que el que le había sustituido del plan hasta un grado infinitesimal. En todo caso, el inspector es, de
no le era de ninguna ayuda. En cambio, el del segundo turno desempe hecho, aunque no teóricamente, parcialmente responsable si un trabaja
ñaba su labor con entrega y amabilidad. Hacía todo lo que podía por ayu dor produce piezas defectuosas. Aunque oficialmente sólo responde de
dar, y era apreciado y respetado por todos. Sin embargo, no conocía bien la primera pieza a la que ha dado el visto bueno, se ganará una amones
todos los trabajos del taller. Por ejemplo, no conocía apenas alguna de tación si las piezas siguientes no están dentro del margen de tolerancia.
las máquinas con las que yo trabajaba, por lo que su ayuda no me era En consecuencia, hasta cierto punto, los inspectores están a merced de
demasiado útil. Roy describe diferencias análogas entre los ajustadores. los maquinistas, quienes después de haber conseguido que dé el visto bue
Johnny, por ejemplo, no le servía de mucha ayuda, en tanto que con la no a la primera pieza, pueden aumentar la velocidad de su máquina y pro
aparición de Al McCann, su vida en el taller se transformó radicalmen ducir piezas defectuosas. El maquinista siempre puede hacer recaer la res
te 9. Al McCann había trabajado durante muchos años en una taladra ponsabilidad sobre el inspector colocando la etiqueta de verificación de
dora radial y enseñó a Roy todos los ángulos posibles para «arreglárselas». la primera pieza en una de las defectuosas. Naturalmente, el inspector tie- .
ne bastantes oportunidades para vengarse de un maquinista que proceda
En 1945 había más ajustadores que en 1975, debido en parte a la po de esa forma. Además, los trabajadores son también responsables de la
lítica de personal de la época de la guerra, pero también a que entonces calidad. Durante el tiempo en el que estuve trabajando, se distribuyeron � t-:
;¡.:
eran más necesarios. El perfeccionamiento y la normalización de los ins tablas que se fijaron en cada una de las máquinas, en las que se reflejaba 1 #,f,,.P
trumentos y de las máquinas con el transcurso del tiempo redujo el grado
de calificación que requerían las operaciones de ajuste. Además, en Geer
1� frecuencia co� la_ que los operadores debían verificar las piezas produ-
c1das en una maquma concreta y dentro de un determinado margen de _ 1
,m i 1�
L
una máquina podía realizar un número mayor de operaciones distintas, tolerancia. Además, en el período inmediatamente anterior a la realiza-
por lo que los maquinistas tardaban más tiempo en dominar todas las ta
reas que tenían que efectuar en ellas. En contrapartida, actualmente la
ción de una investigación sobre la organización de la garantía de la cali- � qól' t
dad en la fábrica por un organismo certificador independiente, los ope-
movilidad entre distintas máquinas es mayor, y, por consiguiente, la ex radores debían consignar al dorso de la ficha de verificación el número
periencia media, menor que al final de la guerra. Roy informa también de veces que habían verificado sus piezas. ·
que, según le dijeron sus compañeros, la función del ajustador era abso Desde la �po.c.a de la guerra se ha producido un cambio evidente. En �\
lutamente nueva, lo que nos indica hasta qué punto es reciente la espe G�r. como explica Roy, estaba previsto que el Inspector no soto veiifi k)\l@'\
cialización de diversas funciones realizadas antes por una sola persona (el
ae�as lé� serie. ��º�§]! o�eraci�necesaríoefec -hfeaS
cara lac primera pieza, sino también, de cuando en cuando, alguna defas
J��
capataz).
La tarea asignada puede consistir en taladrar una serie de orificios en tuar c�n !ocias P.!ez� 2tW:!.na ��n$!., tema ciue firmar la terminación de
una plancha, un tubo, un molde u otra pieza análoga; en fresar la super JJi:tar.El .!!!!t?� ��e los tr_a����s Rudieran marcar en su ficha el-ª'-
ficie de un codo; en tornear un diámetro interior; en desbarbar los dien m1enzo de un nuevo trab�o. Actualmente la responsabilidad se ha des-
tes de un engranaje, etc. El inspector tiene que verificar la primera pieza p�zado � los�!!J.ist,as, g�ienes ��b�. verifi� - p�ódi�am:.nte sus
acabada, cotejándola con el plan de ejecución. Entre inspector y traba RmPlªS- 121�.zas . Ademas, el perfecc10nam1ento de las maqumas, los ms-
jador hay un inevitable conflicto de intereses, ya que al primero le preo trumentos, los accesorios, etc.";'liace posí6Ie un mayor control por parte
cupa la calidad, en tanto que al último le interesa la cantidad. El tiempo de los trabajadores. Actualmente se mantiene que los problemas de ca- ·
perdido cuando una operación no sale bien, y una serie consecutiva de lidad no tienen su origen en deficiencias de las operaciones, sino en un
piezas, a juicio del inspector, no se ajusta a las especificaciones, es tiem diseño deficiente del producto. Por todos esos motivos hay menos ins-
po perdido para el trabajador. Sin embargo, el inspector desea dar el vis pectores y su número tiende a seguir disminuyendo 1 1 .
w Se trata de un cambio gradual, por cuanto Roy tenía ya que verificar sus piezas de
to bueno a la pieza lo antes posible, y no querrá verificar otras piezas has
vez en cuando.
1 1 De hecho, el direr.tor general pedía a los directores de control de la calidad que hi
ta que se alcance el grado de tolerancia exigido.
9 Roy, «Restriction of Output», págs. 307. cieran esfuerzos sistemáticos para reducir el número de inspectores.
C'AL \c:1$.1 � � e_fil,b,Vt el proceso productivo
82 r n Treinta años de organización informal
�"'cuando un inspector retrasa la labor de un maquinista que está efec Una vez que ha conseguido que se dé el visto bueno a su primera pie
(J.)I�()l
83
V/ndo un trabajo urgente y que no consigue ajustarse a las especifica za, el maquinista emprende una batalla contra reloj con la máquina. A
ciones, el capataz puede intervenir para tratar de convencer a aquél de no ser que se trate de una tarea con la que esté familiarizado -en cuyo
que dé el visto buena a la pieza. Si no es posible resolver el conflicto a caso conoce hasta cierto punto la respuesta- la primera pregunta que se
ese nivel, se acude al escalón superior, y el supervisor discute con el ins hace es ¿puedo arreglármelas? Quizá sea necesario idear determinados
pector jefe hasta que se llega a una decisión. Según las observaciones de ángulos, ciertas simplificaciones, aumentar la velocidad de la máquina,
Roy, en esas conversaciones, la dirección de producción solía imponerse construir un instrumento especial para realizar la operación, etc. Todo
a la de garantía de la calidad 12• En 1975 pude comprobar la persistencia ello entraña riesgos (por ejemplo, la posibilidad de producir piezas de
de la misma pauta, que es consecuencia de una estructura en la que el fectuosas o de romper los instrumentos). Si resulta evidente que es im
control de la calidad está orgánicamente subordinado a la producción. No posible o sumamente difícil «arreglárselas», los operadores aflojan el rit
es de extrañar que el control de calidad se haya convertido en una cues mo y se lo toman con calma. Puesto que tienen garantizada la retribución
tión delicada, en torno· a la cual giran gran parte de los conflictos de la básica, carece de sentido matarse si no pueden producir por encima de
administración superior de la división de motores de Allied. La dirección la tasa correspondiente a esa retribución básica, es decir, a una tasa su
de control de calidad trata continuamente de desprenderse de su subor perior al 100 por 100. Roy llama a este comportamiento «escurrir el bul
dinación a la dirección de producción y de supervisar la calidad en el ta to». La otra forma de «limitación de la producción» a la que Roy hace
ller. Como es natural, ello podría tener repercusiones desfavorables so referencia -la adopción de restricciones cuantitativas- estriba en fijar
bre el volumen de producción, por lo que suscita la oposición del último un tope máximo a la unidades que puede producir un trabajador, es de
de los sectores de la administración citados. Especialmente delicada re cir, a la producción que puede figurar en su ficha. En 1945 el límite era
sulta, a este respecto, la cuestión del control del departamento de prue el equivalente a 10 dólares por día, o 1,25 por hora, con ligeras variacio
bas de motores, que en 1975 estaba en manos de la dirección de produc nes según el tipo de máquina. En 1975 el tope máximo era una tasa del
ción. La dirección de producción mantenía, naturalmente, que estaba ca 140 por 100 para todas las operaciones en cualquier tipo de máquinas. Se
pacitada para evaluar imparcialmente la calidad, y justificaba, además, el suponía que una producción superior al 140 por 100 abocaría a «reduc
sistema trasladando los problemas de calidad del ámbito del taller al di ciones de los precios» (aumentos de las tasas de producción), suposición,
seño de los motores, lo que hacía obligada la intervención de los inge que, como veremos en el Capítulo 10, no era injustificada.
nieros. La dirección técnica, como cabía esperar, se oponía a la tenden En 1975, las restricciones cuantitativas no suponían necesariamente
cia de aumentar su responsabilidad en relación con la calidad y, en con una limitación de la producción, por cuanto los trabajadores normalmen
secuencia, propugnaba una mayor autonomía del control de la calidad, te producían a una tasa soperior al 140 por 100, pero figuraban sólo una
debido a su interés por volver a situar la responsabilidad en relación con producción del 140 por 100 y constituían con el resto una «reserva» para
la calidad en el ámbito del taller. No es posible precisar claramente hasta compensar aquellas operaciones en las que no podían «arreglárselas». De
qué punto los intereses creados contribuyeron a perpetuar esa situación hecho, los trabajadores «se partían el pecho» durante todo el turno, cuan
después de que Allied se hiciera cargo de Geer 1 do tenían un trabajo fácil, para constituir una reserva para el día o los
días próximos. Los trabajadores experimentados, que manejaban máqui
nas más complejas, podrían llegar a obtener sin dificultad una reserva de
una semana de trabajo. En consecuencia, había una constante discrepan-
cia entre las piezas que figuraban como terminadas en los libros y las real- Q
ii Roy, «Restriction of Output>>, pág. 388.
la práctica de respetar el tope máximo del 140 por 100 como la de «acu-1
servir los productos que controlar su calidad, debido fundamentalmente a las características
mular reservas>> eran reconocidas y aceptadas por todos en el taller, aun- "1 J
�
de la demanda. (Los directivos de Geer, lógicamente, tendían a negar ese hecho.) El pro
blema del control de la calidad fue un problema crónico desde que Allied se hizo cargo del
Her colaboraba a esa práctica o la toleraba. El «falseamiento» (término 1945 estaba oficialmente prohibido constituir una reserva de tiempo cuan
que acuñó Roy y que no se utilizaba ya en el taller en 1975) consistía en do se realizaba un trabajo fácil.
redistribuir el tiempo trabajado entre las diversas operaciones efectuadas
de forma que los trabajadores pudieran consignar una tasa superior al
100 por 100 en el conjunto del período que abarcaban todas las opera
Gus me dijo que Eddie, el joven cronometrador era igual, si no peor, que
las ocho horas de trabajo, con el fin de obtener el mayor salario posible.
Gus añadió que hace un año habían despedido a una operadora de una fre
cada una de las operaciones el que calculaba que me resultaba más favo
rea con oira marcada en la ficha. El cronometrador se disponía a crono
,I ·¡ rable. Aunque nadie hizo nunca ninguna objeción, es poco probable que
metrar una tarea en la máquina cuando descubrió que la operadora la ha
1
operación o de una tarea a otras sólo era posible cuando las operaciones Aunque me referiré mucho más detenidamente a los cronometrado
eran consecutivas o formaban parte de una misma tarea, aunque estuvie res en el Capítulo 10, los ejemplos anteriores bastan para poner de ma-
r Y
ran separadas en el tiempo. Por ejemplo, Roy pedía acabar una tarea y nifiesto que, aunque se seguían falseando los tiempos, ese falseamiento
comenzar otra sin marcar en la ficha el final de la primera, y no marcar era considerado ilícito por algunas esferas de la dirección.
la terminación de la primera y el comienzo de la segunda, hasta que no
¿Qué puede decirse de las modificaciones de las tasas durante los úl
había empezado a «arreglárselas». Además, si reservaba algunas piezas
timos treinta años? Los veteranos me repetían continuamente que «aho
de un turno, podía marcarlas en el próximo, siempre que el trabajador ra lo teníamos muy fácil», pero eso, por sí solo, no probaba que se hu
que ocupaba su puesto durante el turno de día no hubiese terminado la biera producido realmente un cambio. Sin duda, las máquinas, los instru
tarea. En consecuencia, era importante que, si había acumulado una re
mentos, etc., se han perfeccionado, y, por tanto, hay menos interrupciQ
serva en una tarea determinada, Roy informara a Joe Mucha, quien, tra
nes imprevistas de la producción, pero cabría que las tasas fuesen más rí
taba, si le era posible, de no terminar la tarea antes de que Roy volviera
gidas. Sin embargo, una interesante evolución de la jerga del taller indica
a entrar de turno. Con frecuencia correspondía al capataz marcar la se
que las tasas son más fáciles de alcanzar. Roy se refiere a dos tipos de
paración entre dos tareas consecutivas, y, en consecuencia, era él quien trabajos, «tirados» y «huesos», con tasas de producción fáciles y difíciles
se encargaba de hacer las modificaciones convenientes. Sin embargo, en de alcanzar, respectivamente. Cuando yo trabajé en el departamento de
piezas pequeñas, oí con frecuencia hablar de «trabajos tirados», pero nun
ca de «huesos». La falta de uso de ese término refleja seguramente la dis
minución del número de tareas con tasas muy difíciles de alcanzar y la
14 Mi compañero del turno de día, B-ill, no llevaba a cabo esta operación, sino que re
cer entre las cifras de producción del propio Roy y las de 1975? Calcu-
varios, ello no implicaba una reducción sustancial de sus ingresos. Cuando marcaba las fi
chas por él, en el primer turno, yo seguía haciendo la misma operación, sin que nadie hi
ciera ninguna objeción. En realidad, si no estaba Bill no había nadie más que yo que su
piera efectuar las diversas operaciones o dónde estaban los accesorios. Al marcar en la fi
cha de ese modo yo podía ganar el mismo dinero que Bill con menos esfuerzo. 15 Roy, «Restriction of Output», pág. 240.
L<>s cambios en el proceso productivo
centavos, llegamos a la conclusión de que en el primer período, entre no to bueno..a.p.ie.z.as..QJl�..n.o.s..e.JU.Y.�!l•.�§!ncfamente a los reqms1tos deiplan
viembre y febrero, su promedio fue del 85 por 100, y en el segundo, de de ejecución, etc. Como todo el mundo en el taller, admiten como pañe
marzo a agosto, del 120 por 100 1 6 . En el primer semestre de 1975, la pro clél juego las ctos formas señaladas de limitación de la producción. Si los
0
ducción media del conjunto de la planta se situó en torno al 133 por 100. maquinistas «se las han arreglado» durante todo el turno de noche y de
Ese promedio oscilaba en los diversos departamentos entre el 142 por ciden tomarse las cosas con calma en las últimas dos o tres horas, el ca
100, en las roscadoras y los tornos automáticos, y el 121 por 100, en el pataz puede incitarles a que aumenten el ritmo de trabajo diciendo: «¿No
departamento de piezas pequeñas en el que trabajaba yo. El departamen queréis hacer una reserva?» Pero los capataces no actúan de consuno con
to de piezas pequeñas funciona como un reservorio de personal del resto el departamento de métodos, ni utilizan en contra de los trabajadores la
de la planta, debido a que en él hay una elevada rotación de personal, información de que disponen sobre las diversas tareas y las tasas de pro
las tasas son especialmente difíciles de alcanzar, y es el lugar al que se ducción, porque los aumentos de éstas generan hostilidad, propician el
suele destinar a los trabajadores que acaban de ingresar en la empresa. escurrir el bulto, aumentan la movilidad del personal y, en términos ge
Sin embargo, de entre todos los departamentos, probablemente sea el nerales, hacen más difícil su labor.
que más características análogas al taller de fabricación de gatos de Roy Sin embargo, la excusa del trabajador «¿qué más quieres?, estoy arre
tenga en lo que respecta a máquinas y a tipo de trabajo. Por consiguien glándomelas» tiene sus limitaciones, sobre todo cuando hay previsto un
te, aunque en términos generales las tasas son actualmente más fáciles de trabajo urgente. En tal caso, se pide a los trabajadores que dejen lo que
alcanzar, mis experiencias en el departamento, en el que realicé la ma estén haciendo y acometan la nueva tarea «poniendo en ella todo lo que
yoría de mis observaciones, guardan una estrecha semejanza con las de han ganado», y, sobre todo, sin atenerse al tope máximo de producción,
Roy 1 7 . aunque, naturalmente, no se les pide que consignen una tasa superior al
¿Qué función desempeña �p�t�n todas las prácticas a que he 140 por 100. En tales circunstancias, salvo que recurra a algún tipo de san
hecho referencia? Salvo la alta ctil"écctón, todos consideran que debe fa ción, el capataz está a merced de los maquinistas que decidan tomárselo
cilitar y moderar el juego. En la medida en que los maquinistas «se las con calma. Por esa razón, los capataces intentarán probablemente esta- "
arreglan» y los trabajadores auxiliares no obstaculizan sus progresos, es blecer una relación de intercambio con cada uno de los operadores: «Si
poco probable que ningún grupo de trabajadores recabe su intervención. tú miras por mí, yo miraré por ti.» Los maquinistas pueden optar por coo
Por su parte los capataces se defienden ante sus jefes de las quejas de perar con su capataz, pero a cambio esperan que éste les haga favores,
que algunas tareas no se han terminado, señalando que los trabajadores como procurarles días menos cargados de trabajo, darles permiso para
encargados de realizarlas han trabajado arduamente y han conseguido asistir a las reuniones del sindicato dentro de la jornada de trabajo, au- 1
«arreglárselas». Los capataces ayudan activamente a los maquinistas a torizarles a marcharse a casa antes en circunstancias especiale�, etc. 'l!no J
«ar .lárselas» enseñándoles trucos ue a rendieron cuando trabajaban de los recursos más importantes del capataz es la «doble tarJeta roJa»,
@mQ.. maquiniSias,,.in.dk.ándºl�s ajustes más eficaces, ayu que cubre el tiempo perdido por los trabajadores por una causa no im
putable a ellos a una tasa del 125 por 100. Esas tarjetas pueden conceder
se por un exceso de tiempo perdido esperando los· materiales, por avería
de una máquina o por algún otro hecho que haya impedido (<arreglárse
16 Ibid., cuadro 4, pág. 94.
ción. Por último, conviene señalar que, como hace nota� 1ªID.bién_Rpy,
en que habían empezado a manejar una taladradora radial) fueron los siguientes, expresa
dos en tantos por ciento: 92, 108, 109, 110, 111, 112, 115, 116, 119, 125, 133, 137, 139, 141,
descritas. La siguiente conversación refleja la ambigüedad de Steve, su la terminación de las tareas concretas han pasado del capataz al progra
pervisor de Roy en el segundo turno: mador de tareas. E_n.jQ_dQs los aspectos, mi análisis de los cambios coin
cide con los de Reinhard Bendix, Frederick Taylor, Richard Edwards y
Dije en confianza a Steve que por la tarde me las había arreglado y
había conseguido 10 dólares.
ó�s, quienes describen la disminución de la autondad del capataz la y
gjsu.ibución..d. e...sus..f.uncion�s entre un eersOnal más especiálizacto 20.-,,
«¿Es el máximo que está permitido hacer, no?», le pregunté. Steve vaciló
al contestar: «Tú puedes hacer más», dijo, bajando los ojos.
LA ORGANIZACION DE UNA CULTURA EN EL TALLER
«Pero es mejor que no lo baga», insistí yo.
«Bueno, nadie espera que te mates», contestó 18. Hasta ahora hemos descrito las etapas por las que tiene que pasar la
ejecución de cualquier tarea y las funciones que desempeñan los diversos
La dirección del taller tomaba frecuentemente partido por los traba grupos de trabajadores en el paso de las operaciones por todas esas eta-
jadores en su enfrentamiento con el departamento de métodos cuando pas. En realidad, las propias etapas son susceptibles de cierta manipula
las tasas eran difíciles de alcanzar y resultaba imposible «arreglárselas». ción, y yo a veces daba fin a una opéración sin que me hubiera sido en
Sin embargo, los trabajadores estaban siempre en guardia y desconfiaban comendada por el programador, sin un plan de ejecución y sin que el ins
de los capataces como colaboradores potenciales del departamento de mé- pector hubiera verificado las piezas. No es necesarru�uir 11naliz-ªl!flo
\ftodos. El criterio básico para eva!uar a un capataz era su relación con los esas lllanipJ.llé:!.ci.o� una: vez que p Je ,h<}.. p�stp de JE.lie__y�ez.!. hecho de
t:onometradores. que las relaciones que emanan directamente de la �anización�a
b�.i.�d_2��mret� y_cpbr,2-n�o sentido en el marco del Juego Oe
Como ya he señalado, los maquinistas del segundo turno pensaban en su «arreglárselas». La propia interacción social nO'oiiginaaa))oriá estructu-1
mayoría que los «mejores>> capataces eran los de su turno. Ponían de re raaeftraoajo está dominada por ese juego y se expresa en su lenguajeJ _(
lieve la convivencia de Brickers, Squeaky y Johnson (los capataces del pri Cuando un trabajador se dirige a otro para charlar, su primera pregunta
mer turno) con el enemigo, el departamento de métodos, y destacaban que es «¿cómo te las arreglas?», seguida de otra «¿cuál es la tasa?» Si resulta
eran «hombres de la empresa», que no hacían nada por los trabajadores,
no les permitían relajar el ritmo cuando se alcanzaba el máximo y «hacían difícil arreglárselas, la conversación consistirá seguramente en una serie
trabajar» a los maquinistas en trabajos considerados «huesos». En cambio, de explicaciones: «La tasa es imposible de alcanzar», «he tenido que es
todos sabían que los capataces del turno de noche «luchaban por sus hom perar una hora para que el inspector verificara la primera pieza», «estas
bres» con los «peces gordos», intentaban ayudar a los trabajadores a con malditas taladradoras se recalientan continuamente». Cuando un traba
seguir mejores precios de los cronometradores, hacían la vista gorda ante jador está «pasándolas moradas» en la máquina, luchando a brazo parti-
las restricciones cuantitativas y los períodos de trabajo relajado y se mos do con las piezas, otro dirá al pasar «¡está tirado!», sugiriendo que el tra-
traban tolerantes cuando los trabajadores perdían el tiempo en las tareas
rutinarias 19.
bajo no es tan difícil como el primero aparenta. Y cuando un trabajador
está «haciéndose el remolón» -charlando con otros trabajadores o ante
la máquina de café- es bastante probable que alguien le diga: «Has con
También parece habe�abidcn1n der.to�ambio en la actitud de los seguido arreglártelas, amigo.» Ante una operación patentemente imposi-
capataces ante la práctica de--1�_scurr�. Es evidente que en 1945 ble, puede oírse a veces a un trabajador proclamar irónicamente «¡el me-
los capataces no se sentían soliaañóscon los trabajadores que «se lo to jor trabajo de la casa!», antes de añadir, dirigiéndose a alguien que pasa
maban con calma» cuando las tasas eran imposibles de alcanzar, en tanto cerca de él «¿estás libre?», a Jo que el otro seguramente contestará: «Me
que en 1975 tendían a aceptar como lícita esa actitud. La hostilidad y la las arreglo. ¿Qué más quieres?» A la hora de la comida, los trabajadores
desconfianza frente a los capataces, y la independencia de los trabajado que manejan máquinas parecidas suelen sentarse juntos, y hacen la au-
res respecto a los capataces autoritarios eran mayores en Allied. Como
se ha indicado ya, actualmente algunas de las funciones en relación con 20 Reinhard Bendix, Work and Authority in lndustry: ldeologies ofManagement in the
Course of llldustrialization, Nueva York, John Wiley, 1956; Frederick Taylor, Shop Mana
18 Roy, «Restriction of Output», págs. 102. gement; Richard Edwards, «The Social Relations of Production in the Firm and the Labor
19 lbid., pág. 290. Market Structure», Politics and Society, 5, 1975, págs. 83-108.
90 Los cambi.os en el proceso productivo Treinta años_ de organización informal
topsia de la primera mitad del turno. Explican por qué no pudieron arre do, capaz de tomarse todo el tiempo del mundo sin dejar de «arreglár
91
glárselas, quién «lo estropeó todo», qué esperan conseguir en la segunda selas», sólo los más novatos se dignaron entablar conversación conmigo.
mitad del turno y si pueden o no recuperar el tiempo perdido, dan con De hecho, las personas evaluaban a los demás y se evaluaban a sí mismas
sejos a otros que tienen alguna dificultad, etc. Estos temas dominan las en func!ón de esa cultura, en la que se basaba la jerarquía de las posicio
conversaciones en el comedor. En lo que respecta al predominio de la cul nes s�cia!es del taller, y �ue estaba reforzada por la circunstancia de que
tura de ese juego en la interacción en el taller no he podido advertir que ,
l�s maqumas m�s compleJas, que requerían mayor calificación del maqui
se hayan producido cambios durante esos treinta años. Tal vez hayan cam msta, eran precisamente aquellas en las que las tasas eran más fáciles de
biado algunos detalles, pero el lenguaje, las circunstancias, el ritmo, etc., alcanzar. Los trabajadores auxiliares adquirieron una personalidad defi
de la interacción en el trabajo siguen estando dominados por las relacio nida a mis ojos, en función de su espíritu de cooperación: Morris era un
nes en el ámbito de producción que configuran las reglas de ese juego y tipo fatal, porque me hacía esperar siempre cuando traía las piezas; Harry
tienen su origen en ellas. (desp�és de haberle cedido mi jamón) era, en general, un buen encarga
En síntesis, hemos visto cómo la cultura del taller gira en torno a las do e �ntentaba ayudar a los compañeros, pero estaba desbordado por el
posibilidades de «arreglárselas». Tarde o temprano los trabajadores aca trabaJo; Charley era un programador estupendo, porque solía encomen
ban por ser absorbidos en ese conjunto típico de actividades y expresio darme tareas fáciles; Bill, mi compañero del turno de día, era «excelen
nes, que cobra sentido propio. Como Roy, cuando empecé a trabajar en te», porque me había enseñado formas de «arreglármelas», me cedía al
el taller, sentía un cierto desprecio por ese juego, que a mi juicio era más guna reserva cuando la necesitaba y me cubría a veces cuando hacía algo
favorable para los márgenes de beneficio de Allied que para los intereses �nal. �? el próxi�o capítulo estudiaré las consecuencias que entrañan la
de los trabajadores. Pero experimenté el mismo cambio de mentalidad mserc1on en un sistema cultural coercitivo y la configuración del proceso
que describió Roy: productivo como un juego.
,
J
al confhcto de caracte r:isticas dif�re �c1adas. :Cos trabaJadores se incorpo-
pañero McCann le enseñó «los modos de arreglárselas», el autor empezó
. . c.T\U�
ran al proceso productivo como mdlVlduos que determinan directamente.
a encontrar en el sistema de primas alicientes no estrictamente económi
()� (-)
cos. Se esforzaba por alcanzar el cupo ,,por puro gusto», porque era «un
la velocidad, el avance, la profundidad de corte, etc., de sus máquinas.
pequeño juego», y porque eso «le ayudaba a matar el aburrimiento» 21 .
�
Como señala. M�r� , la _retribución a destajo «tiende, por una parte, a de-
.J
Esa forma de sentirse absorbido y atraído es habitual. En lo que a mí
respecta, tardé algún tiempo en entender el lenguaje del taller, y mucho sarr�llar esa md1V1?uahdad, y, con ella, la sensación de libertad, indepen-
más aún las complejidades del juego. Pasaron tres o cuatro meses antes dencia y autonomia de los trabajadores, y por otra, a fomentar la com-
de que comenzara a arreglármelas, utilizando una serie de ángulos y trans petencia entre ellos» 22 • Al mismo tiempo, el proceso productivo de un
firiendo tiempo de unas operaciones a otras. Una vez que me di cuenta taller me�á?ico incorpora un principio opuesto, el de la dependencia de
los maqm.mstas respect� �e 1?� trabajos auxiliar�s, .�ue actúan a .su ve l) J,SOl1 C
de que podía «arreglármelas», la participación en un juego cuyo resulta
do era incierto suscitó mi interés, y me encontré ayudando espontánea con una cierta autonomia mdividual. Esa contradicc10n entre dommio de jJ¡P-'
mente a la dirección a obtener más plusvalía. Además, el juego es la úni la máquina y dependencia de otros, entre actividades productivas y rela-�
ca forma de entablar relaciones con otros en el lugar de trabajo. Hasta ciones de producción, da lugar a tipos especiales de conflicto en el taller.
que no pude pasearme por el taller con aire de maquinista experimenta- Ya he indicado que las presiones para «arreglárselas» redundan con
frecuencia, cuando los últimos no pueden prestar inmediatamente algu-
21 Donald Roy, «Work Satisfaction and Socia! Reward in Quota Achievement», Ame
rican Journal of Sociology, 57, 1953, págs. 509-510. 22 Karl Marx, Capital, 1, 555.
92 Los cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 93
nos servicios, en un conflicto entre trabajadores de producción y traba to, y las piezas se acumulaban delante de la ventanilla de Larry (otro ins
jadores auxiliares; cuya causa en muy pocas ocasiones radica en una _de pector). Tuve que esperar dos horas para que éste diera el visto bueno a
liberada actitud obstruccionista del encargado del cuarto de herraffilen mi pieza y poder continuar con mi trabajo. Ya era irritante tener un solo
tas, el inspector o el repartidor. Con mayor frecuencia, el confli_cto es con inspector al que acudir, pero mi cólera aumentó al observar que, eviden
secuencia de la distribución empresarial de los recursos. Por eJ emplo, en temente, Larry estaba trabajando a ritmo lento. Cuando se lo hice notar
el tiempo durante el que trabajé en el taller, el número de maquinistas en tono jovial, me contestó: «¿Por qué habría de matarme? Al suspen
del segundo turno aumentó hasta igualar casi al del primero, pero en él der a Tom por tres días, la empresa cree que le ha sancionado, pero es
�1
sólo había un conductor de carretillas en vez de dos, dos inspectores en a mí a quien ha hecho polvo». En este caso, el conflicto entre Tom y la
vez de cuatro durante la mayor parte del turno, dos capataces en vez de empresa se convertía en un resentimiento entre Tom y Larry, que a su '(tr'
cuatro y un encargado del cuarto de herramientas en vez de dos o tres. vez provocaba una interacción hostil entre Larry y yo. El «trabajo lento» r 1_
Esa situación contribuía a agravar un conflicto lateral inherente a la or _..ói�gic;!Q_contra la empre�a r�du�?ª en perjui�io de los compañeros de fra- 1 \b°"(\�f.
ganización del trabajo. El único modo de atenuarlo hubiera consistido en baJO. Esa forma de red1stnbuc1on del confhcto era habitual en las rela-
permitir a los maquinistas del segundo turno que atendieran por sí mis c101i'es sociales en el taller, especialmente en el segundo turno, debido a (.O'vv\,O
mos sus necesidades, montando en una carretilla vacía, entrando en el la escasez de personal auxiliar y al hecho de que, además, los maquinis- �E.S \ 'Sl'Ei'
cuarto de herramientas a recoger sus accesorios, llenando sus fichas, mi
C.\A t
tas que trabaJaban en ese turno eran los menos experimentados y, por
rando en los libros para ver cuándo tenía que estar terminado un pedido, tanto, los más necesitados de ayuda.
etc. Pero, fuera del taller, la dirección consideraba prohibidas todas esas
prácticas 23 • Cuando los escalones intermedios de la dirección apretaban · El sentido común podría inducirnos a pensar que el conflicto entre tra
los tornillos a los trabajadores para que cumplieran las normas, se pro bajadores y dirección genera una mayor cohesión entre los trabajadores,
ducía una situación caótica. pero al establecer esa inferencia se prescinde del hecho de que todo con
flicto está mediado por un ámbito ideológico, en ese caso, por el ámbito
Para la alta administración, los trabajadores auxiliares constituían una del juego de «arreglárselas». Por ello, en virtud de la organización del tra
partida incluida en el capítulo de gastos generales, y continuamente se in �aj�, el conflicto entre dirección y trabajadores se transforma en compe
tentaba reducir su número. Así, por ejemplo, como ya he indicado, el ob t1hv1dad y en luchas dentro del propio grupo. En realidad, la transforma
jetivo del director de control de la calidad era reducir el número de _ ins ción de la denominación jerárquica en antagonismo lateral es un fenóme
realizada sobre una muestra de 3.604 operarios que trabajaban en 172 de
pectores. Se aducía que las nuevas concepciones del control de la cahdad no habitual en toda la industria, como ha puesto de relieve una encuesta
atribuían máyor responsabilidad al trabajador, y que era más eficaz lu
char con los problemas de la calidad mediante el diseño de «mecanismos partamentos de producción de seis plantas situadas en diversas regiones
de control de sistemas» y un control riguroso de los proveedores, espe de los Estados Unidos.
... Por lo general, la intensidad de la presión de trabajo está en relación
cialmente de los de piezas fundidas. Pero en la medida que había que ve
inversa con el comportamiento social favorable a la prestación de ayuda,
rificar la primera pieza producida en cada serie de operaciones, la reduc
al que hemos denominado comportamiento de cohesión, y en relación di
ción del número de inspectores redundaba únicamente en una mayor frus
recta con la competitividad, que propicia la aparición de conflictos en el
tración en el taller.
interior de cada grupo. El comportamiento de cohesión suele ser inviable
en condiciones de gran presión de trabajo, por cuanto la estructura retri
Un solo ejemplo basta para aclarar un conflicto habitual. A conse
23 Recuerdo perfectamente que un directivo que entró en la oficina de control bastan La �alidad,de desplaz_amJ.e.!!!2JiJ:l conflicto más frecuente en un ta
te después de la hora en que debía haber abandonado la fábrica, me amonestó al encon ller mecánico a des!�jo_��...si n..duda,Jasonversión delconfti�ui-
tranne·mirando en los libros para ver cuántas piezas se habían entregado en una tarea de
terminada. Los mandos del segundo turno del taller permitían e incluso alentaban a los ma
quinistas a que lo hicieran ellos mismos en vez de molestar a los empleados de la oficina, 24 St�art Klein, Workers Under Stress: The lmpact of Work Pressure on Group Cohe
pero la alta administración lo consideraba prohibido. ,vlon, Lexmgton, Ky., Umversity of Kentucky Press, 1961, pág. 100.
Los cambios en el proceso productivo Treinta años de organización informal 95
c.2...t!L�n�Y. competencia late�s. Sin embargo, no se trata en ab insólita de Bill renegando y sudando encima de un montón de poleas y
94
soluto de la única forma de redistribución del conflicto. Muchas veces se oírle decir que, después de diez años de maquinista de oficios varios, es
produce una tendencia de signo opuesto cuando se introduce nueva ma taba haciéndose demasiado viejo para aguantar el trabajo. «Te lo dejo
quinaria sin coordinación con la tecnología existente. En ese caso, el con todo a ti, inglés. Quizá consigas una pequeña prima», me dijo riéndose.
flicto lateral puede convertirse en antagonismo entre trabajadores y di No se trataba en realidad de que las poleas le estuvieran haciendo perder
rección o entre diversos escalones de la dirección. dinero, porque el tiempo que Bill dedicaba a ese trabajo estaba cubierto
con una «doble tarjeta roja», sino de que se sentía derrotado y que había
Para aclarar ese aspecto, recurriré a mi propia experiencia con una perdido el dominio de su trabajo. Por mucho esfuerzo e ingenio que des
máquina diseñada para equilibrar poleas con objeto de que éstas no pro
plegaba, no conseguía equilibrar las poleas, y tenía que devolverlas a la
voquen la rotura de un eje al funcionar en un motor. La máquina, cuya
cadena de producción. «Esperan que yo fabrique poleas con esta máqui
introducción data de hace menos de cinco años, es muy sensible a los de na. Pero lo más que puedo hacer es equilibrarlas. No comprenden que
fectos de la polea, que pueden ser consecuencia involuntaria de otras ope no puedo reducirlas a agujeros».
raciones de maquinado o defecto de origen de la pieza.
Al llegar un día a las tres de la tarde, Bill me advirtió que los «peces
La polea se fija a un montaje de sujeción incorporado a un platillo gordos» estarían encima de mí a causa de las poleas. «Esas poleas son im-·
giratorio de acero. El platillo y la polea pueden girar automáticamente, portantes, amigo». Naturalmente, apenas se había marchado Bill me en
indicando, en primer término, el lugar en que hay que eliminar un exce contré rodeado del capataz, el supervisor del turno de noche, el inspec
so de material para rectificar imperfecciones de la polea, y en segundo . tor jefe, el programador y el ajustador, a los que se unía, de cuando en
lugar, el grado de desequilibrio de ésta. Cuando se localiza una zona en cuando el jefe de algún otro departamento. La atención de tantos perso
la que hay exceso ·de masa, se taladran varios orificios en la polea para najes importantes me puso nervioso desde el principio, y ni siquiera acer
eliminar material; y esa operación se repite cuantas veces sea necesario taba a preparar adecuadamente la máquina. El supervisor empezó a per
hasta que la polea esté equilibrada dentro de un margen de tolerancia de der la paciencia y a ordenarme que hiciera esto, aquéllo y lo de más allá.
una o dos onzas de peso, según las especificaciones del plan de ejecu Aunque me daba cuenta de que todas sus órdenes eran equivocadas, era
ción. La parte más difícil del trabajo consiste en ajustar la balanza. An inútil decírselo. Al fin y al cabo ¿quién era yo para llevar la contraria a
tes de poder equilibrar una polea, hay que pesar la balanza y el platillo un supervisor? Me asaltaba una tentación irresistible de dejar caer la po
colocando arciJla sobre este último. Ese complicado procedimiento tiene lea y arrollarla al pie de la máquina. A medida que la arcilla se acumu
por finalidad garantizar que la polea esté realmente equilibrada cuando laba en el platillo en cantidad muy superior a la necesaria para equili
el indicador lo señale, de forma que cuando la polea haya dado un giro brarla, el supervisor comenzó a perder los nervios. Sin duda pensaba que
de 180 grados en el montaje de sujeción, la cifra siga estando dentro del se estaba jugando el tipo, y no tenía ni idea de cómo funcionaba la má
margen de tolerancia de una o dos onzas, o del fijado en las especificaciones. quina. Era un .trabajador veterano, escasamente familiarizado con esas
Las poleas pequeñas no daban demasiado trabajo. Generalmente bas nuevas máquinas, y procuraba atenerse a las instrucciones del gráfico que
taba un toque con la taladradora para indicar que habían sido equilibra colgaba de la máquina, y que Bill me había advertido que no siguiera por
das. Pero con las grandes, de setenta y cinco libras de peso, la cosa era que estaban equivocadas. Cuando el supervisor pensó que el platillo ya
muy distinta. Pesarlas era más difícil y, lógicamente, más importante. Era estaba equilibrado, comenzamos a taladrar orificios en la polea en gran
ya bastante duro arrastrarlas hasta la máquina y retirarlas de ella, y m u cantidad hasta que la superficie estuvo cubierta de agujeros. Era eviden
cho más aún equilibrarlas dentro del margen de tolerancia de una onza. te que algo estaba mal. Nunca he visto tal cantidad de agujeros. Pero el
Bill y yo nos hacíamos los desentendidos, aunque siempre había una bue supervisor estaba deseando que las poleas salieran del departamento y pa
na cantidad, cuatro o cinco capas de dieciséis, apiladas unas encima de saran a los motores. Ni siquiera se atrevió a pedirme que las hiciera girar
otras delante de la máquina. Sólo las equilibrábamos cuando no tenía 180 grados para comprobar si estaban realmente equilibradas. Yo sabía
mos más remedio, y siempre de mala gana. A menudo planteaban pro que no lo estaban, y probablemente él también. Al acabar el turno, yo
blemas insuperables, debido a defectos de las piezas o del estrechamien había conseguido estropear veintitrés poleas.
to que impedían ajustarlas al montaje de sujeción. Una o dos veces, al La epopeya continuó al día siguiente. Cuando llegué a la máquina, el
entrar a trabajar en el segundo turno, pude ver la imagen absolutamente supervisor ya estaba delante de ella, discutiendo con Bill, quien trataba
Treinta años de organización informal
31 Cornelius Castoriadis, «On the History of the Workers'Movement», Telos, núm. 30,
invierno 1976-1977, 35.
32 Véanse, por ejemplo, Herbert Marcuse, One Dimensional Man, Boston, Beacon
Press, 1964, Cap. 1: An Essay on Liberation, Boston, Beacon Press, 1969: Eros and Civili
zation, Boston, Beacon Press, 1955, Cap. 10.
5. EL PROCESO PRODUCTIVO COMO JUEGO
1 Esa ha sido la posición tanto del «marxismo científico» y de los estructuralistas fran
ceses como Luis Althusser, Etienne Balibar y Maurice Godelier, como del denominado
«marxismo occidental», representado por las obras de Georg Lukács, Marx Horkheimer y
Theodor Adorno. Sin embargo, últimamente el marxismo ha redescubierto la «subjetividad
espontánea» en las obras de Henri Lefebvre, Cornelius Castoriadis, Jürgen Habermas, Mau
rice Merleau-Ponty y otros, si bien hace tiempo que Herbert Marcuse la calificó de «falsa
subjetividad» y recientemente Paul Piccone ha hecho referencia a ella como «negatividad
artificial>,.
2 Michael Mann, «The Social Cohesion of Liberal Democracy», American Sociologi
cal Review, 35, 1970, 423-439.
La generación del consentimiento El proceso productivo como juego 105
yoría de los casos, están en contradicción con las que les han sido im
tisfacer hasta cierto punto el instinto lúdico y el impulso creador... Aun en
sirve de base para la aparición de juegos 4 • Stanley Mattewson nos brin cuanto los trabajadores tendían a trasladarse a los puestos de trabajo en
da numerosos ejemplos en los que la administración_organiza las fo��as
1
los que las tasas eran más fáciles de alcanzar, lo que a su vez entrañaba
de limitación de la producción, que Elton Mayo atnbuye a la opos1�1ón gastos de capacitación, una disminución de la producción, un aumento
instintiva y alógica de los trabajadores • Por otra parte, cua_ndo los J�e del número de piezas defectuosas, etc. Además, los trabajadores se de
gos (como la práctica de «doblarse» en las cadenas de �ontaJ e) entranan dicarían a «escurrir el bulto», al ser «imposible» alcanzar la nueva tasa,
15
un riesgo real para los objetivos de la empresa, es decir, cuando ponen lo que implicaba asimismo un menor volumen de producción. En el Ca
en peligro los márgenes de beneficio, la dirección se enfrenta a ellos de pítulo 10 analizaré esos y otros efectos negativos de la intensificación de
forma contundente 16 . El propio Crozier señala que «la lucha de poder, las tasas. Baste ahora decir que la dirección del taller no sólo incitaba a
si no estuviera sometida a ningún control, daría lugar a · ·ctos parali- los trabajadores a alcanzar el volumen de producción previsto, sino que
�
zadores y a situaciones insoportable s» . En smtes1� �go _ , cuando
!._ toleraba abiertamente las restricciones cuantitativas impuestas por los tra
existen, no suelen ser in_dependientes ni desa�rollarse en op�s1c16n a la bajadores, o, lo que es lo mismo, intervenía activamente en el juego: de
11 , ·
por 100) .es probable que no sólo sus compañeros, smo tambten los !efes plimiento de sus reglas. El deseo de participar en esos juegos nace tanto
del taller protesten. Por ejemplo, el supervisor solía dev�lver sus �1chas de la inexcusable necesidad de ir a trabajar y de atenerse a las exigencias
a los trabajadores que consignaban en ellas una producción sup�nor al del proceso productivo en el lugar de trabajo, como de la aparición de
140 por 100, indicándoles que figuraran un número menor de pieza� Y «necesidades radicales» o de «una nueva concepción del trabajo» o de la
,
«acumularan» la diferencia. El personal de control se ocupaba tamb1en elaboración de «un código alógico». �_p.articipa...en_�te
de que se respetara el límite. La dirección del taller esta_ba intere_sa�a en n�satisfacci�es relativas, o, en palabras de Ma�use, satisfa�ci�e
que la producción se mantuviera �onst� nte � en qu� hubiera restncc1ones presivas. El juego constituye upa necesi�Q_ _g_ue en sentido estricto es ero
cuantitativas: su simpatía por los mgemeros mdustnales no era mayor que ducf de_üñasociedaa «cuyos intereses dominantes imponen la repre
la que sentían los trabajadores 18. La asignación de una nueva tasa a un sión» 19 . La satisfacción de esa necesidad no sólo reproduce la «surmsion
o
contraposición a otra que se apropia de su trabajo no retribuido. de la duecc1on de conseguir una pequeña contraprestación adicional sue-
La significación de la creación de un juego a partir del proceso pro lan reforzar las relaciones consensuales en el taller. Los maquinistas de JJ:3fó0 ..
ductivo no se agota, sin embargo, en las características concretas del jue Allied se quejaban constantemente de «ser estafados» por la empresa, y, en
go de «arreglárselas». El propio hecho de participar en un juego genera u_n principio, yo relaci�né esa queja con una idea imprecisa de explota-
el consentimiento respecto de sus reglas. No se trata sólo (aspecto obvio, ción. Pero pronto me d1 cuenta de que en realidad hacía referencia al he-
aunque importante) de que es imposible participar en un juego y al mis- cho de q�e la empresa no creaba las condiciones necesarias para el jue-
mo tiempo poner en entredicho sus reglas. La cuestión estriba en saber go: por e1emplo, las taladradoras se recalentaban, el plan de ejecución
si es anterior lógica y empíricamente la participación en el juego o la le se había perdido, las máquinas no funcionaban adecuadamente, etc. Di-
gitimidad de las reglas. En mi opinión, el juego no se basa en un consen �ho de otro modo, se acusaba a la dirección de «hacer trampas», de no
so general, sino gue, por el contrario, el consentimiento se basa en el iue Jugar conforme a las reglas del juego; y esas acusaciones contribuían a
gofsecfea través dqe él. El juego no refleja una ooinéidencia de inte
a· reafirmar la legitimidad de sus reglas y de sus valores. De esa forma, el 1
reses su6yacente:- siñO üe es la causa que produce esa coincidencia� marco consensual resultaba continuamente restablecido y reforzado. J
tI�. Sl!...Qdg� en un consenso previo .sobre .Jos valores, S!!}Q en luchas
históricas concretas para adaptarse a l�riv�ión lajle�nte al trabaj� y . No basta con encubrir las relaciones de propiedad y conseguir la ad
hesión a las relaciones de producción: es necesario que los trabajadores
<ili]üchas-� lá dirección_ P<!!.!'l definir �u��c;.
produzcan plusvalía por encima del valor de sus salarios. ¿De qué forma
Estas reglas, que en el caso que hemos examinado se presentan en for puede persuadirse a los trabajadores de que colaboren a la obtención del
ma de una serie de relaciones sociales en el ámbito de la producción , se beneficio? Evidentemente, uno de los posibles sistemas (aunque por lo
evalúan desde el punto de vista de los resultados previstos del juego (arre general no el más eficaz) estriba en la utilización continua de la coacción
glárselas o no arreglárselas) y no en función de una serie general de re es decir, en despedir a quienes no alcancen un volumen de producció�
glas que son también consecuencia de aquél, como la producción de be �stableci.do. -�in duda, l_a coacción subyace� �oda relación d� empleOJ)!JO
neficios, la reproducción de las relaciones de prnducción capitalistas, etc. la orgamzac1on de un Juego crea las condIC1ones en cuyo marco la coo-
--en
•
Por ello, el juego, en la medida en que está institucionalizado (como ppración activa y consentimiento asumen un _p�el primordial.
---- . ----
110 La generación del consentimiento El proceso productivo como juego
juego, y las metas definidas por éste son los valores aceptados en ei ta
111
t o parcial del sistema de retribución a destajo en función del «estímulo eco competición», y no éxitos o fracasos económicos. Ni siquiera es seguro que
nómico», y atribuir su fracaso parcial a la mala gestión de ese estímulo... cualquier trabajador pensara que había estado «ganando dinero» y, segu
ramente si alguien hubiera expresado claramente esa idea, hubiera hecho
Pero algunos <<casos negativos» que parecían desmentir la influencia todo el ridículo en el taJler 21.
poderosa del «estímulo económico» e indicaban que era necesario un aná
lisis más profundo de las respuestas al sistema llamaron la atención del au
tor. Por ejemplo, a veces los trabajadores no se esforzaban por conseguir Dicho de otro modo, el juego de arreglárselas no puede interpretarse
los ingresos correspondientes a la <<cuota» cuando era posible alcanzar ésta, simplemente en función de su objetivo indirecto extrínseco de obtener
una retribución mayor. En realid� su dominio sobr€c Itúfa dél ta
o interrumpían la producción antes de llegar a ese nivel. Además, mani �
festaban su indiferencia ante la posibilidad de optimizar sus ingresos netos l��ne s1;1 origs_.!l �stá i�go_eRÜQ" seneconcreta e""relact'ones
� áiñfüto de la pro�µcción gue refui.!.Q._UU vez el interés de la direc
i
que incita a la dirección a reducir los precios por unidad producida. El �f6L u
«juego» del trabajo retribuido mediante el sistema de primas se convierte ,...
en una espiral de intensificación del trabajo, de no ser que los trabajado- �j:.}
113
res estabilicen el proceso, modificando sus reglas y limitando la compe- �- 1Y" (i:
tencia, como ocurre en el juego de «arreglárselas». Hasta ese momento,
r�
-:::.T
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"'P f.11...
.
e�tam9s anaJizancto, se definen eor sus relaciones con el juego de «arre los trabajadores se encuentran apresados por un dilema: lo que redunda
glár¿elas». La experiencia cotidiana se deriva de la-Ürganízación ael 'tra en interés del trabajador individual (la obtención de la mayor producción
bajo"y determina los intereses de los diversos agentes de la producción posible) va en perjuicio del interés colectivo de los trabajadores (la ob-
una vez garantizada su supervivencia básica (que, en lo que respecta a tención de precios mayores por unidad producida). Peter Blau describe
los trabajadores, se concreta en un salario aceptable) 22 . Cuando el pro un conflicto análogo entre racionalidad individual y colectiva en los jue-
ceso productivo se organiza en forma de un juego que implica la partici gos de producción en un organismo público. En ellos, la competencia en-
pación activa de dirección y trabajadores, se produce una coordinación tre los trabjadores incrementa la producción individual a costa de la efi-
concreta de los intereses de una y otros . En otras situaciones laborales, ciencia colectiva. Así pues, el propio juego genera condiciones que hacen
más fácil jugarlo. Blau añade: «Esto plantea una interesante cuestión,
\ el proceso productivo establece diversas constelaciones de intereses, cuya
naturaleza puede provocar un antagonismo irreductible entre los intere que no nos es posible resolver en este momento: ¿Cuáles son las condi-
ses de los trabajadores y de la dirección. ciones de las que depende que este proceso acabe estabilizándose o que 1� 1)'Y
1.J:,.J �
j ,. '
r-.
alcance su punto culminante en un cambio revolucionario que transforme .
Conviene reiterar que, por lo general, la concepción del trabajo como
la estructura competitiva en una estructura cooperativa?» 24 . De forma
lf�1t.
una serie de juegos es una idea que ha surgido en el marco de las teorías
más general, cabría preguntarse ¿cuáles son las condiciones de reproduc- jJJd.iÍ4<'.l2.
ción de los juegos? ¿En qué condiciones la propia dinámica del juego pue- i
de la armonía subyacente. Los juegos serían una creación espontánea, au
tónoma y deliberada, de los trabajadores, que da lugar a luchas de poder �
de socavar la armonía que genera y provocará, por consiguiente, una cri-
¡·
y a un conflicto con la dirección. Al negar la importancia primordial de
sis? O, más concretamente, ¿cuáles son las condiciones en las que el jue- .., ..,e�)
los intereses y subrayar el hecho de que esos juegos se derivan de la or 1
go de «arreglárselas» puede seguir jugándose continuamente en el taller? (JJ Jv:ra
ganización del trabajo, yo he llegado a conclusiones diferentes. Es cierto
Ese juego ¿entraña otras consecuencias además de la obtención del con- C J
que los juegos tienen su origen en iniciativas de los trabajadores, en la
sentimiento y la producción del beneficio, consecuencias que amenazan lru . .Ñ'?,\'l •
búsqueda' del modo de soportar la subordinación al proceso productivo;
continuamente su reproducción? ¿Lleva en sí los gérmenes de su propia ¡ ,,� (jte'5¡,1I .
J
pero en su regulación interviene la dirección, de forma coactiva en caso
destrucción?
necesario. Sin embargo, una vez creado, un juego puede adoptar una di - "1 1_ i<(
námica propia, y no es seguro que siga reproduciendo las condiciones de fJ.n't'fl'JJ
su existencia. Por ejemplo, en la concepción de Marx del trabajo a des INSEGURIDAD Y CRISIS
tajo, los trabajadores carecen de la fuerza y la organización suficientes
para imponer limitaciones a la producción 23 • De hecho, se ven forzados Muchos autores, marxistas y no marxistas, hacen hincapié en que para
fomentar la eficiencia y la eficacia de las organizaciones hay que reducir
al mínimo el margen de inseguridad 25 . En la presente obra se indica que
a competir entre ellos para producir a un ritmo cada vez más rápido, lo
Para hacernos idea del predominio de los valores del juego de arreglárselas, basta
la obtención de la cooperación de los trabajadores se basa en un margen
pensar en la escasa frecuencia con la que los trabajadores se quejaban del nivel de retribu
22
mínimo de inseguridad, en la posibilidad de que aquéllos asuman un cier
ción máxima o del tope del 140 por 100 en comparación con la queja continua de que re
to control, aunque sea limitado, sobre el proceso productivo:
sultaba difícil o imposible alcanzar algunas tasas. Como señala Roy «No se manifestaba in
satisfacción respecto de las cuotas máximas: había una evidente aceptación de los límites 24 Peter Blau, The Dynamics of Bureaucracy, Chicago, University of Chicago Press,
de las retribuciones. Nadie se me quejaba de que 1,25 dólares por hora no era suficiente, 1963, pág. 81.
('\ sino de que,2610 a v�e�se�p�a fOnset!!,.i�a. !etribución» (íbid., pág. 136). De esa for- 25 Véanse, por ejemplo, James March y Herbert Simon, Organizations, Nueva York,
O
(� ma,�clíóae organizar el trabajo como un jue� entraña la consecuencia de que la aten- John Wiley, 1958, Cap. 6: Michel Crozier, The Bureaucratic Phenomenon, Cap. 6; James
• ción se ceñtnn�ntctotres�denm:rtll!"ltrn:i'fes prefijados y no en los propios límites. Thompson, Organiza/ion in Action, Nueva York, McGraw-Hill, 1967, Cap. l; Harry Bra
23
Karl Marx, Capital, vol. l, Cap. xxi. vcrman, Labor and Monopoly Capital, Nueva York, Monthly Review Press, 1974.
\,<) .
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1,�l51"'n <jlJ ,, U r,
114
b, H1(]2f +:
1
La generación del consentimiento El proceso productivo como juego
compañero del turno de día, que contaba con diez años de experiencia
tos de trabajo en lo que respecta a la facilidad de arreglárselas mayor ha de ser el número
de divisiones, es decir, más fuerte la jerarquía establecida en el taller. Aunque no se co
nocen demasiado bien las diferencias entre las máquinas a ese respecto en 1945, parecen
26 Roy, «Restriction of Output», págs. 5 1 1 -512. haber sido menores que en 1975, factor éste que habría contribuido a la mayor solidaridad
de los trabajadores de aquella época.
1 16 La generación del consentimiento El proceso productivo como juego 117
hecho de participar en el juego entraña otras compensaciones de carácter !ario y al mismo tiempo tener la seguridad de obtener un margen de be
psicológico además de las sociales. Cuando uno está intentando arreglár neficio aceptable? En la época de Geer, la extracción de plusvalía era
selas, el tiempo pasa más rápidamente (en realidad, demasiado rápida esencial para la supervivencia de la empresa, y su ?irecció�, movida ��r
mente) y la conciencia del propio cansancio es menor. La diferencia en su interés acuciante en obtener beneficios, es decu, en evitar una cnsis
tre arreglárselas o no, no radicaba, por consiguiente, en unos pocos pe del primer tipo, provocó con frecuencia crisis del segundo tipo. La inten
niques más en concepto de primas, sino en el prestigio, la sensación de _
sificación de las tasas, la modificación de las normas y la reducción de los
realización y la autosatisfacción que nos deparaba arreglárnoslas. La par- gastos de sustitución de maquinaria contribuyeron a una _c�sis de legiti
ticipación en el juego eliminaba en gran parte la pesadez y el aburrimien mación que desembocó, finalmente, en la huelga a que hicunos referen
to inherentes al trabajo industrial. cia. En cambio, Allied fue capaz de superar una crisis del sistema sin pro
vocar una crisis de legitimación. Cuando la división de motores produjo
En este análisis de las respuestas al trabajo a destajo, no se sostiene que
la motivación <<económica» no tenga ninguna importancia para la consecu
pérdidas (por ejemplo, en 1974) por razones ajenas al juego (como mos
ción de la «cuota» en la situación que se analiza, pero se sugiere que el tra
traré en el Capítulo 8), la dirección no hizo ningún intento sustancial ?e .
bajo a destajo puede proporcionar una amplia gama de incentivos. Los «in
" socavar las bases de éste mediante la modificación de las normas o la m
centivos del destajo>> pueden incluir un «incentivo económico», pero no se
tensificación de las tasas de producción. La empresa absorbió las pérdi
agotan en él. Así pues, del hecho de que en determinadas circunstancias das, o las repercutió sobre los clientes, y nombró un nuevo director ge
el sistema «funcione», es decir, incite a los trabajadores a realizar un es neral de la división.
fuerzo productivo en una situación dada, no se desprende necesariamente
que ese hecho sea imputable al incentivo económico, como tampoco el <<fra
La paradoja de la crisis del sistema estriba en que no es posible pre
caso» del sistema es prueba de la insuficiencia intrínseca de aquél. Segura
verla. De los niveles individuales de producción en el departamento de
mente, las manifestaciones de los trabajadores del tipo de «no me preocu piezas pequeñas durante los once primeros meses de 1975 se deduce �ue
pa el dinero» no se refieren a la insuficiencia intrínseca del incentivo eco un rendimiento constante inferior al 75 por 100 del patrón establecido
nómico, sino al hecho de que en la situación analizada no hay posibilida por los ingenieros industriales no resulta aceptable. Pero no hay modo de
des de obtener una compensación económica de suficiente magnitud para
que valga la pena «preocuparse» por ella 28.
saber cuál es el volumen mínimo para garantizar el beneficio, puesto que
en realidad éste depende de los rendimientos de los maquinistas del ta
ller mecánico, que varían continuamente.
La participación en el juego presupone una doble limitación de la in
seguridad del resultado:. es necesario garantizar, de un lado, un salario Para evaluar una crisis del segundo tipo pueden compararse los nive
mínimo de los trabajadores, y de otro, un beneficio mínimo a la direc les de producción correspondientes a los distintos trabajos. Si el margen
de incertidumbre supera los límites aceptables, por exceso o por defecto,
ción. Pero, aunque el juego de arreglárselas nunca constituye una ame
por 100, del 80 por 100 o de ambas 30 . La exi�tencia de r�ndimi��tos i n
naza directa para el salario mínimo, en ciertas circunstancias puede po los rendimientos individuales se acumularán en torno a la tasa del 140
ner en peligro los beneficios. Ese supuesto constituye lo que yo califico
termedios indica que al menos algunos trabaJadores estan participando
de crisis del sistema. Puede producirse también un segundo tipo de crisis,
provocado por la renuncia de los trabajadores a participar en el juego, en el juego, que el margen de incertidumbre es acept�b_le y que a los t_ra
bajadores no les es indiferente el resultado de sus act1v1dades. A medida
bien porque la inseguridad de alcanzar sus metas sea excesiva o demasia
do pequeña (crisis de legitimación), o bien porque el juego haya perdido que éstos adquieren mayor experiencia y veteranía, pueden pasar a tra
bajar en máquinas cuya producción se sitúa en forma constante en tomo
interés para ellos (crisis de motivación) 29•
al 140 por 100 (por ejemplo, los tomos automáticos de plato y de vara y
La crisis del sistema guarda relación con la cuestión fundamental: las roscadoras automáticas). El ajuste de esas máquinas requiere un gra
¿cómo puede un capitalista comprometerse de antemano a abonar un sa- do considerable de aptitud y de práctica, pero, una vez dominadas, la in
certidumbre desaparece y el «arreglárselas» no tiene ninguna dificultad
48 Roy, <<Restriction of Output», págs. 517-518.
En relación con el origen de estas expresiones, véase Jürgen Habermas, Legitima 30 La agrupación en torno a esos puntos puede ser también indicio de un «falseamien
tion Crisis, Boston, Beacon Press, 1975, Parte II, Cap. 3.
29
to» eficaz.
118
para los trabajadores que las manejan; sin embargo, en tanto que no haya
La generación del consentimiento El proceso productivo como juego 119
t t 1Nc 1 , 1 ISIO N modo que el juego define una serie de metas, el capitalismo genera una
serie de intereses. Aunque esos intereses no tienen un carácter unívoco
1�11 el prese�te �?pítulo he pretend y pueden cambiar en el curso del tiempo , son producto del capitalismo,
ido poner de manifiesto la forma de la misma forma que el juego de arreglárselas y los intereses que defi
n que la constttuc10n del proceso
.
��1cubr r Y asegu� pro ductivo como juego contribu e a ne son producto, y como he señalado producto cambiante, de una forma
ar el e�cedente de trabajo. Sin emb
�1 uego� no es argo, el concept� de concreta de organización del proceso productivo. Esos intereses, que, lo
solo un mstrumento explicativo'
m.ento crítico 32 En pr�m sino también un m · stru mismo que las reglas, no han sido establecidos por consenso democrát i
· er 1ugar, r epresenta e
. . . . ·
lidad m�1v1dual Y la racionalidad d . l vínc ulo entre l a raci ona- co, se toman como dados 33 . En cuarto lugar, del mismo modo que la po
el sistema capitalista. De sibilidad de ganar o de obtener el máximo beneficio posible da su interés
que los Juga?or es adoptan estrateg l mismo modo
ias que afectan al resultado del · ue al juego, la posibilidad de hacer realidad nuestros intereses, de sat isfacer
au�q�e no siempre en el sentido qu o
e aquéllos pretenden, nuestras necesidades , tal y como han sido definidas por el capitalismo en
cotidiana hacemos eleccion . en nuestia vfd;
es mediante las que inte
s resultados de nuestras acciones. ntamos influir sobre general o por el juego de arreglárselas en particular, es el verdadero me
;o Los límites posibles de variación dio de generar la adhesión a las normas y r elaciones, que se nos presen
os resul tados s n estrech
? os, pero éstos no esca
de
t�o c�ntrol. As1 pues, hacemos la pan enteramente a nues tan como algo natural e inevitable, en tanto que eliminamos o descarta
historia, pero no como uisiéramo mos por utópicas otras opciones posibles. Por l a misma razón, la insatis
si o SI «darnos cuenta», median s
te las consecuencias buscad�s y no bus facción estriba en la imposibilidad de satisfacer las necesidades produci
ca�as �e nuestros actos. La metáfo �
. . ra del juego nos sugiere la hi ót das por el capitalismo en general, o por el juego de arreglárselas en par
de u a h1st ona con «leyes» propias, que escap esis
no o�stant�, son fruto de nuestras an a nuestro control�que ticular, y no en la imposibilidad de satisfacer una s erie trascendente de
acciones. Lo mismo ocurre cuand «necesidades radicales», ni siquiera la de decidir colectivamente cuáles de
gamos �l a1edrez, cuando compram o ju�
os un coche nuevo, cua berían ser esas necesidades . En síntesis, la insatisfacción, que es bastante
un pres1dente o tomamos parte en ndo ele g irno s
una guerra y, tambi·e'n, desgraci.a intensa, no se orienta contra el capitalismo, sino hacia su reproducción.
mente ' cua . , ndo hacemos una revo da-
lución.
Como instrumento crítico, la metáfora del juego implica una cierta
En segundo lu��r, de la misma form
a que la participación en un jue concepción de una sociedad emancipada en la que las personas harían la
go ge�er� la adhes1on a sus reglas,
la participación en las elecciones historia ellas mismas y para sí mismas, de forma consciente y deliberada.
el cap1tahsmo nos �bliga
a efectuar genera también adhesión ue
a s�s normas. Mediante la constituci a sus regias En ella no habría consecuencias no buscadas, y desaparecería la distin
. ón de nuestras vidas como una seri� ción entre normas y leyes, o , lo que es lo mismo, la racionalidad indivi
d_e 1 uegos, co?lo un conJun to d e
. ele ccio nes de alcance limitado
las rela dual y la colectiva coincidirían y habría un diálogo racional y auténtico
c10nes capitali stas no sólo se conviert . ,
. e n en obJ eto de adhes1·on , ' sm· o que entre medios y fines, en caso de que en ese contexto esa distinción si
aparecen .como dad�s e mmutables
. No decidimos colectivamente cu e guiera siendo válida. Las necesidades no vendrían predeterminadas, sino
se�án las reglas del Jue ál s
go de arreglárselas, sino que nos v que estarían sometidas a la decisión colectiva. Aunque en esa sociedad
a Jugarlo Y, por ende, a defender emos obligados
sus reglas. En tercer Jugar, del mis seguiría habiendo conflictos y diferencias,. contradicciones entre l a reali
mo
zación de las diversas necesidades, esas diferencias se resolverían median
32 Em
1 ' l noc1·ón de juego en un �entido te un diálogo político público y abierto 34•
en la teorl iiti:;t opuesto al que tiene habitualm
, e� la que des1g na «un conJu ente
riencia, co�stituidos por una nto de princ1· 1· r
actividad voluntaria y abierta (es �::/��� � ::m·zar l� 7Xpe
externas e_ mternas), no instr r :º�PU �10nes
umental (en el sentido de que
centro de mterés es el proceso tiene s� fin en s1 misma y su 33 En este punto me refiero a los conceptos de formacion política del consenso, esfera
más bien que la meta), y que .
. 1ende a los estad
munes de · · trasc
d os co - pública y comunicación sin distorsiones de Habermas. Véase, por ejemplo, su obra Theory
núrn . 30, �:�e�no\���{��� ¡ ��r�;;�:::n, «Toward a Critica!_ Theory of Play», Te/os
1ª
1 Peter Doeringer y Michael Piore, Interna/ Labor Markets and Manpower Analysis,
Lexington, Mass., D. C. Heath, 1971; Bennett Harrison, «Public Employment and the
ll1eory of the Dual Economy», en The Po/itical Economy of Public Service Employme,11
cd. al cuidado de H. L. Sheppard, B. Harrison y W. J. Spring, Lexington Mass., Heat
Lexington, 1972, págs. 41-76; Richard Edwards, «The Social Relations of Production in the
2 Doeringer y Piore, lntemal Labor Markets, págs. 1-2.
Pirm and Labor Market Structure», Politics and Society, 1975, 83-108.
tablecimiento de las escalas de salarios y otros aspectos análogos» 3. En
124 La generación del consentimiento El desarrollo de un mercado interno de trabajo 125
otra, que la empresa intente cubrir las vacantes seleccionando a los can
neros. Le pregunté si conseguía arreglárselas normalmente. Me contestó
y para que la empresa acuda para contratar trabajadores a sus propios re
del torno revólver que manejaba la taladradora de Dooley. Aunque su tope
8 Hay que hacer una reserva a este respecto: los niveles de movilidad dentro de la em 9 Donald Roy, «Restrictions of Output in a Piecework Machine Shop», tesis doctoral,
presa en el período 1944-1945 son imputables en parte a la congelación del movimiento de Universidad de Chicago, 1952, pág. 104.
trabajadores entre empresas en el periodo de la guerra. 10 Ibid., págs. 134-135.
128 La generación del consentimiento El desarrollo de un mercado interno de trabajo 129
por el departamento de ingeniería industrial). En consecuencia, una tasa traciones en ese puesto, y el de los maquinistas de los tornos revólver,
de producción del 140 por 100 implicaba que un trabajador había alcan que no conseguían «arreglárselas» 12• En la mayor parte de las ocasiones,
zado una producción superior en un 40 por 100 a la correspondiente a la el supervisor abordaba a los trabajadores o les ofrecía otras ocupaciones
tasa norma], y recibía por ello una prima del 40 por 100 sobre las retri por propia iniciativa 13. Del convenio de 1945, que sólo incluye una bre
buciones básicas. Aunque la tasa de producción por hora asignada a las ve referencia a los traslados, se desprende que la iniciativa correspondía
ocupaciones era la misma, la retribución por cada unidad producida por a la dirección.
encima de ella variaba en función de la categoría laboral. Análoga im
portancia reviste el hecho de que las tasas asignadas a las ocupaciones
correspondientes a las categorías laborales superiores sean más fáciles de
Los trabajadores que acepten ascensos dentro de la dependencia y no acre
ción en 1945:
criminación ni perderán antigüedad [Art. IV, sec. 21; el subrayado es mío).
Cuando haya una vacante, en la selección de los trabajadores se tendrán
en cuenta su antigüedad en el departamento y su aptitud [Art. IV, sec. 6).
«arreglárselas».
res en todo el centro desde las diez de la mañana del día en que se fije el
anuncio hasta las diez de la noche del siguiente día laborable. La empresa
Además del establecimiento de una estructura diferenciada de ocupa
reconoce que está obligada a capacitar al personal seleccionado para ocu
ciones, que sitúe las ocupaciones dentro de una escala jerárquica en fun
par vacantes [art. IV, sec. 5].
ción de su atractivo, el mercado interno de trabajo requiere un sistema Los trabajadores presentaban sus solicitudes a los capataces en for
mediante el que los trabajadores puedan optar a cubrir las vacantes y com mularios especiales. Si no había ofertas aceptables dentro del departa
petir por ellas. En 1945 los trabajadores podían solicitar el traslado diri mento, el puesto se presentaba a concurso en todo el centro, y solamente
giéndose al supervisor. Roy hace referencia a dos casos, el de Jonesy, que en caso de que tampoco entonces se presentaran ofertas aceptables podía
trabajaba en el cuarto de herramientas y no fue capaz de soportar las frus-
12 !bid., pág. 416, págs. 134-135.
11 lbid., pág. 134. 13 !bid., págs. 211, 311, 312, 488, 489.
130
nado para ocupar las vacantes», pero no señala de qué forma debe cum
131
cuencia, los trabajadores de nuevo ingreso sólo tenían acceso a los pues plir esa obligación. El sistema más habitual consiste en que los maquinis
tos de trabajo menos remunerados y atractivos, como el trabajo en las tas instruyan a los trabajadores que ocupan el nuevo puesto, y perciban
taladradoras rápidas. El sistema de concurso se presta a una cierta ima la retribución correspondiente a un ajustador (la tarifa máxima de retri
gen de abusos y manipulaciones por parte de la dirección. Por ejemplo, bución) durante el período en el que no puedan obtener primas una vez
se anulaban sospechosamente algunas vacantes cuando determinados tra sumadas a las suyas las unidades producidas por el nuevo trabajador. Se
bajadores presentaban su solicitud. Se alegaba que los criterios de eva gún otros acuerdos, los instructores eran retribuidos durante un número
luación de los candidatos no respondían a la combinación establecida de determinado de horas al día, por ejemplo, cuatro, con la misma retribu
antigüedad y capacidad. Por ejemplo, según algunos trabajadores negros, ción que un ajustador. Pero la capacitación es en todo caso objeto de n e
las decisiones de la dirección estaban influidas por prejuicios raciales, aun gociación entre el trabajador y el capataz. Conforme al eufemismo em
que lógicamente acusaciones de este tipo resultan difíciles de probar. pleado en el taller, no conviene «enseñárselo todo» al nuevo trabajador.
Otros trabajadores se sentían frustrados cuando se les decía una vez tras La hostilidad entre instructor y candidato puede revestir especial inten-
otra que no reunían las condiciones necesarias para ocupar las vacantes " sidad cuando el nuevo operario representa una amenaza para quien ocu
que habían solicitado. Sin embargo, en términos generales, el sistema fun pa el puesto. Por ejemplo, es posible que aquél tenga más antigüedad
ciona eficazmente, porque los trabajadores siempre pueden encontrar que este último, y podría sustituirle en caso de despido. Se me contó el
otra ocupación si la que desempeñan actualmente no les satisface, siem hecho de un antiguo maquinista que después de aceptar el puesto de en
pre que superen un período de prueba de cincuenta días.
! 1¡ ,
pacio�cs conforme a su atractivo y de facilitar el paso de una a otra ocu esa posibilidad estaba al alcance de los trabajadores con sólo un año de
pación no basta para lograr que los trabajadores no busquen empleo fue servicios, lo que naturalmente implica una mayor movilidad en caso de
ra de la empresa. ¿De qué forma ha tratado la empresa de reducir el por despidos, pero al mismo tiempo ofrece a los trabajadores una seguridad
centaje de separación del servicio? Hemos visto ya que la antigüedad si en el empleo en función de la antigüedad mucho mayor 15. Además, la
túa a los trabajadores en mejor posición para optar a las vacantes; cuan prestación complementaria de desempleo constituye un medio de mante
to más tiempo permanezca en la empresa un trabajador, mayores son sus ner la vinculación a la empresa de sus recursos de personal aun en caso
posibilidades de conseguir una ocupación mejor en el centro, y menores, de que los trabajadores hayan dejado de prestar servicios en ella, en tan
las de obtener una ocupación análoga en otra empresa. Desde 1945 ha to que a los trabajadores que cesaban de prestar sus servicios en 1945,
habido otros cambios que priman la antigüedad y, por ende, hacen me cuando esa prestación no existía, les resultaba difícil esperar a que se les
nos interesante la posibilidad de buscar empleo en otra empresa. En 1959 v.olviera a llamar, y la posibilidad de que buscaran empleo en otras em
se implantó un plan de pensiones vinculado directamente a los años de presas era mayor. Dicho de otro modo, la reciente evolución del merca
servicio. La edad de jubilación en el régimen normal es de sesenta y cin do interno de trabajo ha provocado la disponibilidad permanente de re
co años, y el trabajador percibe 11 dólares al mes por cada año de servi éorsos de personal, incluso en períodos de depresión, al permitir a partir
cios acreditados. Con treinta años de servicios, por ejemplo, la empresa del año de servicios que los despidos se efectúen en función de la anti
paga al trabajador 330 dólares al mes. En 1956 se implantó un sistema güedad en el centro, en vez de en el departamento 16.
complementario de prestaciones de desempleo; en 1975 ese sistema pasó
a ser aplicable a todos los trabajadores con un año o más de servicios inin
terrumpidos. La prestación pagada semanalmente durante un período de CONSECUENCIAS DEL MERCADO INTERNO DE TRABAJO
paro, sumada a la prestación normal de desempleo, asciende aproxima
damente a las tres cuartas partes de la retribución normal; el período du El mercado interno de trab<ljo propicia la movilidad dentro de una
rante el que se abonan esas prestaciones complementarias varía en fun misma empresa y reduce la movilidad entre empresas. Las opciones que
ción del período de servicios, hasta un máximo de doce meses. Trans se presentan a los trabajadores dentro de la empresa, a pesar del limita
curridos esos doce meses, la empresa abona una paga por baja, cuya cuan do margen de elección, fomentan el mismo individualismo competitivo
tía depende también de los años de servicio prestados. Las vacaciones es que suele imputarse al mercado externo de trabajo, pero tienen también
tán también en función del período de servicios. En 1945, las vacaciones importantes repercusiones sobre las características del conflicto en el pla
retribuidas !enían una duración de una semana para los trabajadores con no de la fábrica. La oportunidad de trasladarse de un puesto a otro ate
más de un año de antigüedad, y de dos para quienes contaban con cinco núa el conflicto entre los trabajadores y los escalones inferiores de la di
o más años de servicios. En 1975, las vacaciones retribuidas oscilaban en rección (capataces e ingenieros industriales). En la medida en que los ma
tre una semana para los trabajadores con una antigüedad de uno a tres quinistas no pueden cambiar de puesto, se ven obligados a luchar con los
años, y seis semanas para quienes hubieran trabajado durante veinticinco cronometradores para obtener mejores tasas. Este es uno de los motivos
o más años ininterrumpidamente en la empresa. En síntesis, cuanto más por los que el papel de estos últimos era tan importante en la vida del
tiempo permanecen en Allied los trabajadores, mayor es su vinculación
a la empresa. Las compensaciones por antigüedad disuaden a los traba
jadores de buscar empleo en otra empresa. 15 Wilson (el director general que se hizo cargo de la división de motores en 1952) me
taller en 1945. Cuando los trabajadores pueden trasladarse de un puesto dor que la manejaba después no pudiera aprovecharse de su esfuerzo. En
134
a otro con relativa facilidad, su interés por luchar con el departamento casos extremos de enfrentamiento radical entre trabajadores, éstos po
de métodos en relación con una operación concreta es menor. Además, dían llegar a ocultar herramientas y accesorios. Naturalmente, esa era so
tienen también menos interés en mantener las tasas establecidas. La in lamente una de las caras de la moneda: había ejemplos evidentes de co
tensificación de las tasas por trabajadores veteranos que abandonan lue laboración entre trabajadores de distintos turnos, y a veces unos trabaj a
go su puesto es actualmente un fenómeno bastante más frecuente que en dores encubrían los errores de otros, compartían con ellos una «reserva»
la época de Roy. De forma análoga, cuando los trabajadores están des o les enseñaban diversas posibilidades de «arreglárselas». Lógicamente,
contentos del trato que reciben de sus capataces, les es bastante fácil tras la cooperación era más frecuente entre trabajadores del mismo turno, en
ladarse a otra sección o a otros departamentos, aunque, de hecho, los ca tre los que había menos competencia directa y que tenían más tiempo
pataces intenten obstaculizar los traslados. Animados por el deseo de re para establecer relaciones sociales. Aunque los datos al respecto son es
ducir la movilidad dentro de las secciones y de una sección a otra y, so casos, de las observaciones de Roy se desprende que la colaboración � ra
bre todo , de evitar los gastos y molestias inherentes a la capacitación, los mayor en 1945 que actualmente. No cabe duda de que entre los trabaJa-
capataces están menos inclinados a ejercer sus poderes que en 1945. Como " dores del segundo turno había más colaboración, pero Roy no se extien
se ha indicado en el Capítulo 4, la función del capataz ha dejado gradual de demasiado acerca de las relaciones entre trabajadores de turnos dis
mente de ser una función de control para convertirse en una función auxi tintos. Aunque en su caso esas relaciones eran por lo general frías, Roy
liar. En palabras de un capataz veterano «tenemos toda la responsabili menciona el ejemplo de Jack Starkey y Al McCann, que compartían. una
dad, pero ninguna autoridad». reserva. En tanto que entre los maquinistas de las taladradoras radiales
esa práctica era muy poco habitual, Jack y Al habían estado «colabora�
A la par que atenúa el conflicto jerárquico, la movilidad tiende a ge do» durante muchos años. Cabe suponer que cuanto mayor sea la movi
nerar conflictos laterales, tanto entre los propios maquinistas como entre lidad entre ocupaciones, menores serán las oportunidades de establecer
éstos y el personal de servicios. En el Capítulo 4 se ha analizado el con la relación de confianza necesaria para contrarrestar la tensión y la com
flicto entre el personal auxiliar y los trabajadores vinculados directamen
petencia entre los trabajadores.
te a la producción y la forma en que la movilidad exacerba ese conflicto.
En el curso del tiempo, se establecen relaciones sociales que vinculan a La capacitación en el empleo es otra característica del mercado inter
los trabajadores en el marco de un sistema de obligaciones recíprocas de no de trabajo que debilita a los grupos profesionales y fomenta la auto
confianza mutua. Si yo hubiera llegado a entablar una relación más es nomía individual. Se adquieren aptitudes específicas para determinadas
trecha con Morris, el repartidor, seguramente éste no hubiera estado tan ocupaciones en un taller determinado. No hay barreras de capacitación a
inclinado a hacer fracasar mis esfuerzos por arreglármelas. Lo mismo pue la movilidad entre grados de aptitud o categorías laborales. Al mismo
de decirse de la competencia que se desarrolla, sin el freno de esas rela tiempo, como ya se ha indicado, la relación de capacitación está basada
ciones sociales, con respecto a los trabajadores recién incorporados. Por en la negociación y en la autonomía individual. El mercado interno de
ejemplo , Larry, uno de los amoladores del turno de día, llevaba en la em trabajo no sólo redistribuye el conflicto en sentido lateral y potencia el
presa más de veinticinco años. Por lo general, conseguía que le encomen individualismo y la autonomía mediante una cierta movilidad, sino que
daran las tareas que tenían asignadas tasas más fáciles de alcanzar. Su di constituye la base material para que los intereses de la empresa asuman
latada experiencia le permitía saber cuáles eran las próximas operaciones la apariencia de intereses colectivos. Las compensaciones unidas a la an
que habría que realizar en su máquina y, debido a su antigüedad, ejercía tigüedad (mejores puestos, mayores beneficios marginales, men�r po�i
una considerable influencia sobre el programador de tareas. Habitual ción. social, etc.) generan una vinculación a la empresa y a su superv1vencia.
mente, Jas operaciones difíciles quedaban para Steve y Ken, los jóvenes
maquinistas que trabajaban en los otros dos turnos. Estos últimos deci
dieron actuar de consuno y se arreglaron de forma que cuando Larry lle CONCLUSION
gaba al trabajo, Ken había dejado pendiente una tarea que tenía asigna
da una tasa muy difícil de alcanzar; Larry no tenía entonces otra opción El mercado interno de trabajo contribuye al encubrimiento y al ase
que terminarla. Los maquinistas que trabajaban en los turnos solían mo guramiento de la plusvalía de varias maneras. En primer lugar, . interiori
dificar el ajuste de la máquina al terminar el turno, para que el trabaja- za los rasgos más característicos del mercado externo de trabaJO, e¡¡ de-
1 1
136 La generación del consentimiento
1 James Weinstein, The' Corporate Ideal iri the Liberal State: 1900-1918., Boston, Bea
con Press, 1968.
2 Jugen Habermas, Legitimation Crisis, Boston, Beacon Press, 1975, Parte H.
140 La generación del consentimiento La consolidación de una organización política interna 141
bituales de la vida institucional. A medida que esa reconstrucción se lle tenimiento de la afiliación recogida en el convenio atenuaba la expansión
va a cabo, la administración de las cosas se transforma en gobierno de de la contratación:
las personas» 3 .
En atención a la política laboral del gobierno durante la época de guerra
La expresión «organización política interna» designa a una serie de expuesta por el Consejo Laboral Nacional de Guerra, la empresa suscribe
instituciones que organizan, transforman o reprimen las luchas en torno la siguiente cláusula de mantemiento de la afiliación y de deducción de la
a las relaciones en el ámbito de la producción y a las relaciones de pro cuota sindical de la nómina. Todos los trabajadores a los que resulte apli
ducción en la empresa. El fenómeno no es en absoluto nuevo, aunque en cable el presente convenio y que en la fecha de su entrada en vigor sean
el capitalismo monopolista adopta una forma radicalmente distinta. En el miembros acreditados del sincato a tenor de los Estatutos de la Unión de
capitalismo competitivo, excepto en donde existían sindicatos profesiona Trabajadores Siderúrgicos de América- CIO de 13 de mayo de 1944, que
les, la regulación de las relaciones en el ámbito de la producción estaba se recogen en el Anexo I del presente convenio, así como los trabajadores
fundamentalmente en manos de los encargados despóticos. La relación que se afilien al sindicato después de la fe.cha citada, seguirán siendo, como
entre dirección y trabajadores reproducía el modelo de la relación entre requisito de su relación laboral, miembros acreditados del sindicato a te
nor de dichos Estatutos durante el periodo de vigencia del presente conve
dueño y siervo. Con el auge de las grandes empresas y del sindicalismo, nio. [Art. I, sec. 3)
las instituciones de la organización política interna se han independizado
de la dirección administrativa del proceso productivo y se han materiali La renuncia a la huelga, la seguridad de la afiliación y un sistema de
zado en la negociación colectiva y en los procedimientos de sustanciación deducción automática de la cuota sindical de las nóminas contribuyeron
de las reclamaciones. La organización política interna preserva la prerro a crear un sindicato pasivo. Roy no conoció a ningún trabajador del tur
gativa de la dir.ección de adaptar y dirigir el proceso productivo impo no de noche que hablara en términos elogiosos del sindicato:
niendo limitaciones a sus facultades discrecionales y convirtiendo a los tra
bajadores en titulares de derechos y obligaciones. Pocas veces se hablaba del sindicato en el taller, y cuando se hacía refe
rencia a él, las observaciones indicaban que no se trataba de una organi
zación que gozara de gran estima entre los trabajadores. De la actitud de
los maquinistas respecto del sindicato da idea el siguiente comentario sar
cástico: <<el sindicato sólo sirve para sacarte un dólar al mes» 4.
EL SINDICATO Y SUS MIEMBROS
La transición de la forma despótica a la forma hegemónica de la or No había ningún delegado sindical en el turno de noche, y Roy ape
ganización p0lítica interna se basa en una participación limitada de re nas se relacionó con el del turno de día. En los once meses que estuvo
presentantes de los trabajadores en el gobierno de la industria. Es nece en Geer, sólo estableció contacto con él en dos ocasiones. En la primera,
sario que el sindicato sea lo suficientemente fuerte y receptivo a las as el delegado le pidió que firmara el formulario para deducir sus cuotas.
piraciones de los trabajadores para suscitar la adhesión de sus miembros En la segunda, Roy acudió a él para quejarse del precio fijado a una de
y que no sea tan fuerte que pueda representar un obstáculo a las prerro sus operaciones; aunque se había establecido una nueva tasa para la ope
gativas de la dirección en cuanto a la organización y al control del pro ración, esa tasa seguía siendo imposible de alcanzar. El delegado se mos
ceso productivo. Por leves que hayan sido, los cambios que se han pro tró interesado, pero no logró nada al respecto.
ducido desde 1945, indican, en todo caso, que el apoyo de los trabajado
res al sindicato es más fuerte, en tanto que el reto que representa éste Debido a la escasez de los contactos de Roy con el sindicato, resulta
para la dirección es más débil. difícil evaluar los cambios en las relaciones entre la dirección y aquél.
Aunque Roy no nos ofrece datos exactos al respecto, de sus observacio
Como se ha indicado en �l Capítulo 3, las actividades sindicales se re nes se desprende que en su época el número de delegados sindicales era
dujeron durante la guerra. Un compromiso de renuncia a la huelga privó menor. Los cambios que se han producido en el convenio han afectado
al sindicato de su arma más importante, en tanto que la cláusula de man- también a esas relaciones. Se ha incorporado a él una cláusula de exclu-
3 Philip Selznick, Law, Society and Industrial Justice, Nueva York, Russell Sage Foun 4 Donald Roy, «Restriction of Output in a Piecework Machine Shop», tesis doctoral,
dation, 1969, pág. 154. Universidad de Chicago, 1952, pág. 434.
142 La generación del consentimiento La consolidación de una organización política interna 143
sión en virtud de la cual, una vez pasado el período de prueba, la perte rada» dije. «Es mejor desde que se organizó la sección de l a CIO» , me con
nencia al sindicato es un requisito para el establecimiento de la relación testó. «Antes, la empresa no trataba bien a los trabajadores. Los trabaja
laboral. Se ha racionalizado el procedimiento disciplinario, en el que se dores llegaban al trabajo a las siete, y si no había materiales se les volvía
han incluido una serie de medidas que deben adoptarse antes de proce a mandar a casa a las nueve sin pagarles el tiempo de espera. La empresa
der al despido de un trabajador. De todas esas medidas, a excepción de no tenía ninguna consideración con ellos>> 5 .
la primera (amonestación verbal) ha de darse cuenta al sindicato, que in En 1975, en Allied, �na cierta discrepancia entre hechos y actitudes
terviene en el procedimiento disciplinario. Por último, se ha añadido ac ponía de manifiesto una ambigüedad persistente de parte de los trabaja
tualmente un párrafo que establece una reserva a la potestad directiva, dores. Por un lado, se quejaban continuamente de que el sindicato «era
por la que se estipula que la empresa «avisará al sindicato con antelación una porquería», de que sus funcionarios eran corruptos, y de que sólo ser
de la iniciación de cualquier acción importante que pueda tener repercu vía para recaudar y gastar las cuotas, que en 1975 ascendían aproxima
siones inmediatas y perjudiciales sobre la seguridad en el empleo y sala damente a diez dólares al mes por trabajador, en función de su retribu
rial de los trabajadores». ,.ción. Por otro, cuando los trabajadores tenían un motivo de queja, creían
Sin embargo, las actitudes de la base obrera siguen siendo análogas que la dirección les estaba estafando o que un compañero perjudicaba su
a las de 1945. Hay una ironía generalizada respecto a la voluntad y a la trabajo, o se encontraban en una situación análoga, acudían inmediata
capacidad de los funcionarios sindical.es de proteger los intereses de los mente a aquél. Además, se utilizaba al sindicato como amenaza frente a
miembros. En parte ello es debido a que en sus actividades cotidianas los cualquier transgresor, lo que indica que no se le consideraba tan ineficaz
dirigentes sindicales ejercen poco poder visible y es poco frecuente que como algunos comentarios parecían sugerir. La quejas parecían dirigirse
inicien conversaciones en nombre de sus miembros, porque la función del más bien contra las personas que ocupaban cargos en el sindicato que con
sindicato consiste en preservar el statu quo, y su poder suele ser invisible, tra éste último como institución, que solía defender a los trabajadores
destinado a impedir la adopción de medidas arbitrarias por parte de la frente a los abusos de la dirección, independientemente de quienes fue
dirección. Sin embargo, ese poder es importante. La mera presencia del ran sus dirigentes.
sindicato es un factor que disuade a la dirección de violar el convenio.
Por consiguiente, en la medida en que la empresa «juega limpio>> el sin
dicato pasa inadvertido. En realidad, el hecho de que la dirección viole LA CREACION DEL CIUDADANO INDUSTRIAL
de vez,en cuando el convenio tiene sus ventajas, aunque sólo sea porque
eso contribuye a que el sindicato conserve su legitimidad y mantenga una La vida cotidiana en el marco de la organización política interna in
apariencia de autonomía frente a la dirección. Aunque se hace bastante t�gra al trabajador en el proceso político como un ciudadano industrial,
hincapié en la incompetencia, la burocratización, la corrupción, la com titular de una serie de derechos y obligaciones contractualmente defini
plicidad con la empresa, etc. del sindicato, para conservar una mínima le dos y vinculado a un «contrato social» más sutil. Esa vinculación a la em
gitimidad es imprescindible que los dirigentes sindicales se presenten presa encuentra su expresión material, en primer término, en las com
como independientes. La dirección reconoce la necesidad de un sindicato pensaciones por antigüedad, como el plan de pensiones, las prestaciones
legitimado con el que negociar y acepta por consiguiente las limitaciones complementarias por desempleo, el derecho de preferencia sobre otros
pertinentes de sus facultades discrecionales. trabajadores en caso de despido, etc., y en segundo lugar, en el meca
nismo para el planteamiento de reclamaciones, cuya finalidad es garanti
La comparación con los talleres no sindicalizados, en los que las san zar la igualdad de trato y la «justicia industrial». El sindicato actúa como
ciones disciplinarias se aplican de forma más arbitraria, sin la restricción árbitro, protegiendo los derechos de los ciudadanos industriales y super
de un mecanismo para plantear reclamaciones, pone de manifiesto la im visando la imposición de sanciones a los transgresores de las obligaciones
portancia de la presencia sindical. Uno de los informantes de Roy corro del pacto.
bora ese aspecto:
Pensamos que el sindicato constituye un intento de llevar los procesos d e
La persona con la que hablé había trabajado antes como inspector en Geer. mocráticos a l a comunidad industrial; que l a organización social se basa en
M e dí cuenta de que cuando Je dije que trabajaba en la empresa, no hizo
ningún comentario. «Supongo que Geer no está demasiado bien conside- 5 Roy, «Restriction of Output», págs. 438-439.
144 La generación del consentimiento La consolidación de una organización política interna 145
el principio de que en el marco de una sociedad determinada, las personas los que respondía la «ley» nunca se analizaban, ni mucho menos se po
que forman parte de esa sociedad tienen que elaborar normas y reglas que
regulen sus relaciones recíprocas 6.
nían en entredicho.
En consecuencia, las reuniones de la sección local del sindicato, que LA COORDINACION CONCRETA DE INTERESES
6 Walter Reuther, «lndividualism vs. Unionism», en Source Book on Labor, ei ál cui 8 Adam Przeworski ha acuñado para conceptualizar esa situación la expresión «equi
dado de Neil Chamberlain, Nueva York, McGraw-Hill, 1958, pág. 144. paración del beneficio capitalista y las economías de los trabajadores», con la que indica
7 Desgraciadamente, Roy no asistió a las reuniones del sindicato en 1944-1945, por lo
que los trabajadores aseguran su empleo·en los meses o años futuros «tolerando» un creci
que es difícil determinar si la dirección del sindicato ha adoptado una posición más o menos miento limitado_ de los salarios. La restricción de salarios del presente permite la acumula
combativa en sus relaciones con la dirección. Desde luego, parece difícil imaginar que un ción de beneficios y, por consiguiente, el crecimiento futuro de los salarios. De esta forma,
presidente del sindicato de la primera época presentara el absentismo como un problema los intereses de capitalistas y trabajadores se coordinan de forma concreta. (Przeworski,
«sindical». «Capitalist Democracy and the Tansition to Socialism», Universidad de Chicago, 1978.)
La generación del consentimiento La consolidación de una organización política interna
blu que la ruptura de las negociaciones refue
146
ción colectiva y al interés común por la supervive terno. Ese hecho se pone de manifiesto «1) en la u_tilización de �a contra
ncia y el crecimiento de tación pública para imponer normas a las industnas qu�, suscnben con
la empresa. Cuando le reproché a uno de los
principales funcionarios de tratos con organismos públicos y 2) en la re?lament�c�on �esarr�llada
la sección local del sindicato su falta de combativ
idad y su espíritu de co como consecuencia de la legislación o la política adm1mstrativ� ?nenta
laboración, me citó el ejemplo de Cog Company
, una empresa situada cer das fundamentalmente a otros problemas, como los derechos c1v1les o el
ca de la nuestra: «Hace algunos años las nego
ciaci
fracasaron y hubo una huelga. La empresa cerró ones con el sindicato control de las industrias en las que hay inversiones públicas» 11 . El go
después y se trasladó al bierno industrial por lo general libre de la intervención o la regl�menta
Sur. Muchos de sus trabajadores ingresaron en
Allied.» Eso no quiere de ción externas, h� sido el vehículo de la privatización de l� política. «La
cir que la aplicación de un convenio colectivo
no pueda provocar el cese política se desarrolla más bien que mediante una acumulac1on �e normas
de las actividades de una empresa. Ese hech
o es posible, por cuanto los reglamentarias, mediante un proceso en cuyo marco las partes mvocan el
compromisos salariales preceden a la obtención
del beneficio. Pero esa predominio del interés público en apoyo de nuevas demandas y preten
posibilidad no se debe a un rechazo a los princ
ipios de organización del siones jurídicas» 12.
capitalismo, sino a la incapacidad de una emp
resa determinada de gene
rar un volumen de producción suficiente para .. Selznick pone de manifiesto la relativ� indepen�encia de la ?rganiz�-
satisfacer las demandas dis
tributivas de capital y trabajo. Así pues, la nego ción política interna tanto respecto de la i�te�ven�10n d� orgamsmos p�
ciación colectiva crea por
vía institucional un interés común de los repr blicos externos como de los intereses econom1cos mmed1�tos de los capi
esentantes del capital y de
los trabajadores, es decir, de la dirección y talistas o directores de empresas. Analizaremos más detemda1!1ente en ca
del sindicato, pero se apoya
en un requisito previo material, el crecimie pítulos posteriores la relación de l�� empresas_ con los orgamsmos ex�er
nto de los beneficios 9 . , .
nos. Baste ahora decir que el anahsts de Selzmck encue?tra �� expresión
en los programas de acción afirmativa de Allied. L� �1recc10n present_a
LA RELATIVA AUTONOMIA DE LA ORGANIZACION planes anuales, en los que se fijan las metas en relac1on con la composi
POLITICA INTERNA ción del personal por razas y sexos, planes que se someten � la apro?:,i
ción del gobierno interno. Dicho de otra forma, no �ªY una mtervenc1on
-
de instancias externas que dicte a Allied la proporc1_on exacta ?e negros,
El desarrollo de la organización política interna se caracteriza por el mujeres, etc., sino que esas instancias se limitan a eJercer func10nes, me
sometimiento de trabajadores y dirección al imperio impersonal de la ley. nos activas, de ratificación y control.
Además, la ley asume autonomía propia, en cuanto sólo puede ser mo
dificada de forma prescrita y no arbitraria, por lo general mediante la ne El segundo de los ámbitos de autono_mía relativa reviste mayor im
gociación colectiva y la regulación conjunta. Selznick describe la evolu portancia para las cuestiones que se anahzan en el p_resente capitulo. A
ción de la relación de empleo como una transición del «contrato basado este respecto, la organización política interna es relah�amente_ autónoma
en las prerrogativas» conforme el cual la venta de la fuerza de trabajo no en tres sentidos, que guardan estrecha relación entre s1. f:n pnmer lugar,
entraña en absoluto, o no entraña apenas, reglas y limitaciones en cuanto la organización política interna somete ta�to a los trabaJa�ores com� a
a su utilización por la dirección, al «contrato constitutivo» y al «arbitraje la dirección a las normas y reglas establecidas en e! convemo. En �?nse
constitutivo», en los que se establecen procedimientos y reglas para la uti cuencia la autonomía es relativa, por cuanto garantiza la reprodu�c1on_ �e
lización de la fuerza de trabajo 10. Las restricciones impuestas a las fa las relaciones en el ámbito de la producción protegiend_o a la d1�ecc1?n
cultades discrecionales y al dominio empresarial, de un lado, y la inten frente a ella misma, frente a sus tendencias a intervenciones arb1tra_nas
sificación de la protección de los trabajadores, de otro, reflejan no sólo que socavarían el consentimiento conseguido en el �entro de producción.
la mayor influencia de los sindicatos y el ascendiente del gobierno inter En ese sentido, autonomía relativa es la autonom1a necesana para ase
,
no, sino también la reglamentación indi�ecta de entidades de gobierno ex- gurar y encubrir la plusvalía. En segundo lugar, la autonomia de la orga-
pos que «luchaban de verdad por los compañeros» (uno de esos antiguos
La consolidaci.ón de una organización política interna
gaciones- en vez de como miembros de una clase. Por último, las luchas
presidentes había pasado a ocupar un puesto en la federación sindical in en torno a las relaciones en el ámbito de la producción se regulan en el
ternacional). Otros, en cambio, afirmaban que «se necesitaba ahora san procedimiento de reclamaciones y se desplazan a la negociación colec
gre joven en el sindicato». tiva 1 5.
La independencia relativa del gobierno industrial respecto de los in De otra parte, la organización política interna y el mercado interno
tereses económicos del capital en sentido estricto y de la intervención ex de trabajo cumplen funciones complementarias en el proceso de genera
terior contribuye a enmascarar las relaciones de propiedad protegidas por ción del consentimiento. Tanto en el presente capítulo como en los dos
la negociación colectiva y la administración de la «justicia industrial» 14. anteriores, he indicado que las modificaciones en el proceso productivo
Además, cuando esa autonomía se resiente quedan al descubierto las de y el desarrollo del mercado interno de trabajo amplían las opciones de
ficiencias humanas y no las relaciones de propiedad. A su vez esas defi los trabajadores y de esa forma constituyen la base del consentimiento en
ciencias no se consideran consecuencia de una serie de condiciones es la degradación. Sin embargo, para que surja ese consentimiento es im
tructurales, sino un hecho dado, un elemento de la naturaleza humana. ?l'escindible que la dirección no imponga arbitrariamente las opciones a
los trabajadores, por ejemplo, que los traslados se efectúen únicamente
por iniciativa de los trabajadores y conforme al procedimiento de presen
CONCLUSION tación de ofertas para la cobertura de vacantes, y además que las sancio
nes disciplinarias se limiten a las transgresiones de los límites de la elec
La organización política interna y el mercado interno de trabajo cum ción, como en el caso de que los trabajadores decidan quedarse en su
ple1� fu?ciones ,a.nál��as. En el presente capítulo hemos visto que la or casa en vez de acudir a trabajar. Además, cuando se limita a las viola
gamzac1ón po.htJca mterna, en la forma relativamente autónoma que ciones de las normas que definen los límites de la elección, la propia apli
adopta : coordma concretamente los intereses del sindicato y de la empre cación de las medidas coactivas se transforma en objeto de consentimien
sa. mediante el recurso por parte de ambos al mecanismo para el plantea to. La autonomía relativa de la organización política interna garantiza una
miento de las reclamaciones y a la negociación colectiva. La organización función más limitada de la coacción en la regulación de la producción 16 .
política interna coordina concretamente los intereses de trabajadores y
empresas en la expansión de los beneficios, que proporciona concesiones
materiales en forma de retribuciones y de aumentos salariales a los tra
bajadores. Esa organización encubre las relaciones capitalistas de produc
15 En el presente capítulo se ha hecho hincapié en las consencuencias de la burocracia
que cuanto más "inmediata" y elemental es la primera perspectiva, más "distante" (no en
el tiempo sino en el marco de la relación dialéctica) compleja y ambiciosa tiene que ser la
segunda.» En otro lugar escribe:
El ejercicio •normal» de la hegemonía en el ámbito ahora clAsico del régimen parlamentario se
caracteriza por la conjunción de coaoción y consentimiento, que se equilibran recíprocamente,
sin que la coacción predomine excesivamente sobre el consentimiento. En realidad, siempre se
intenta conseguir que la coacción parezca basada en el consentimiento de la mayoría, expresado
por los denominados órganos de opinión pública -periódicos y asociaciones-los cuales, en de·
terminadas situaciones, se multiplican artificialmente (Selectionsfrom Prison Notebooks, Nueva
York, Internacional Publishcrs, 1971 , págs. 170-180.
8. EL PROCESO PRODUCTIVO EN UNA RECESION
ramente de ella qué es lo que se preserva, por qué debe ser preservado,
trabajadores tienen que vender su fuerza de trabajo a un capitalista. La concepción de los
correspondan al ámbito en el que la sociología industrial ha alcanzado sus Heller en su obra The Theory ofNeed in Marx, Londres, Allison & Busby, 1976, han lle
de satisfacer las necesidades que produce. La Escuela de Budapest y, en particular, Agner
de la psicología freudiana. (Véanse, por ejemplo, Herbert Marcuse, Eros and Civilization,
de las aportaciones más destacadas de la Escuela de Frankfurt ha sido la asimilación crítica
ta. Boston, Beacon Press, 1955; Wilhelm Rcich, Sex-Pol, Nueva York, Vintage Books, 1972;
Max Horkheimer, «Authority and the Family», en Critica{ Theory; Selected Essays, Nueva
Si se considera que el núcleo técnico es el proceso productivo, es im
portante distinguir en él una serie de relaciones, de un lado, y una serie New Left Review núm. 46, noviembre-diciembre 1%7, 67-80 y núm. 47, enero- febrero 1968,
York, Seabury Press, 1972, págs. 47-128; Theodor Adorno, «Sociology and Psychology»,
en qué forma las condiciones externas a la empresa afectan a las relacio do a la crisis de las fundiciones, era difícil obtener piezas fundidas en un
158 159
nes en el ámbito de la producción, a la aplicación del esfuerzo y a su co período de gran demanda. El suministro era irregular, y la calidad de las
variación tanto en el curso del tiempo (aspecto que abordaré en el pre piezas solía ser muy deficiente. En ocasiones la empresa llegó a estudiar
sente capítulo) como entre diferentes grupos (aspecto del que me ocu la posibilidad de adquirir piezas fundidas del extranjero. A consecuencia
paré en el próximo capítulo) de ello, los motores semiacabados se acumulaban en las naves, en espera
de piezas pendientes de entrega.
Esta situación sin precedentes era en parte consecuencia de la subor
LOS CAMBIOS EN LOS MERCADOS dinación de la división de motores a otras divisiones de producción de
Mi vida en el taller de julio de 1974 a mayo de 1975 puede dividirse Allied Corporation. Anualmente se elaboraba un plan en el que se esta
en dos períodos, separados por la sustitución del director general de la blecía el número de motores que debía fabricarse cada mes para vender
división de motores en diciembre de 1974. Cuando me incorporé a aquél, los a cada una de las divisiones. Si posteriormente había cambios en los
la empresa había empezado ya a incrementar el número de trabajadores. pedidos las dos partes interesadas determinaban mediante negociaciones
La demanda al por menor de maquinaria agrícola, estimulada por ingre cuál de ellas debía soportar los costes. En 1974 se produjo un aumento
sos agrícolas sin precedentes y por la perspectiva de nuevas campañas fa de la demanda de motores, y a partir de junio, la división de motores ex
vorables, alcanzó un volumen extraordinario en 1974. perimentó una excesiva ampliación. Era evidente que el funcionamiento
a plena capacidad resultaba poco eficiente, y en el taller todos eran cons
El grupo de maquinaria agrícola de Allied Corporation vendía todo cientes de ese hecho. El exceso de horas extraordinarias, los frecuentes
lo que podía producir: en consecuencia, se incrementó con la mayor ra cambios de puestos de trabajo, los problemas de la programación de la
pidez posible la producción de la divisón de motores hasta alcanzar su ple producción, etc., provocaron un aumento excesivo de los costes de pro
na capacidad. Debido a la existencia de un nivel casi absoluto de pleno ducción. Al llegar una nueva partida de piezas fundidas al taller, solían
empleo resultaba difícil contratar maquinistas, y la empresa se mostraba presentarse «trabajos urgentes» y los trabajadores tenían que abandonar
reacia a incrementar la fuerza de trabajo del taller con trabajadores sin todo y dedicarse a acabarlos cuanto antes, modificando los ajustes en caso
experiencia. La alternativa consistía en dedicar tiempo y esfuerzo a ca necesario. La influencia y el predominio del director de producción, cuyo
pacitar a nuevos trabajadores, en la perspectiva de tener que despedirlos departamente estaba interesado en producir el mayor número posible de
si la demanda disminuía, como parecía probable, o recurrir en gran es motores con independencia de los costes, fomentaba la monomanía produc
cala a las horas extraordinarias. De hecho la empresa adoptó ambas es tiva. El retraso en la entrega de los motores a los clientes acarreaba san
trategias. Trabajábamos seis, y a veces siete días por semana, hasta al ciones económicas. El hecho de que el director de control de la calidad
canzar las ochenta horas semanales. Al mismo tiempo el número de tra rindiera cuentas al director de producción redundaba en una relajación
bajadores de la planta comenzó a aumentar, aunque lentamente. de las normas de calidad. Cuando se suscitaba un conflicto entre produc
Otro factor que contribuía a frustrar los esfuerzos tendentes a ampliar ción y calidad, se daba prioridad a la primera. Más importante aún fue
la producción era la dificultad de obtener suministros del exterior. Debi- el hecho de transferir la «prueba de motores» (la prueba última a la que
se somete a cada uno de los motores antes de la entrega) al ámbito de
invaden y determinan los instintos e impulsos individuales de conformidad con la reproduc competencia de la dirección de producción. Aunque es imposible evaluar
ción de la racionalidad capitalista. En cambio, Wilhelm Reich insiste en la impermeabilidad el volumen real de chatarra producida en un momento determinado (pues
y la capacidad emancipadora de los instintos individuales; el capitalismo reprime, pero no to que ese volumen real no guarda relación con el volumen registrado),
destruye, el impulso instintivo de liberación. De todas estas obras se desprende claramente de mis propias obseivaciones puede deducirse que la calidad empeoró. Las
que ninguna teoría marxista puede ser completa si no aclara sus supuestos sobre la natura piezas que no cumplían las normas a veces se dejaban pasar, y otras se
reducían a chatarra. El exceso de horas extraordinarias, el empleo de tra
leza humana, desde la perspectiva de la teoría de las necesidades o con categorías psicoanalí
ticas.
Al considerar el proceso productivo como un juego, no sólo muestro cómo el capita bajadores recién ingresados y sin. experiencia y la continua presión pro
lismo moviliza la adaptación a la alienación para sus propios fines, sino que señalo la exis ductiva tenían como consecuencia inevitable una disminución de la calidad.
Como he señalado en el Capítulo 4, la presión ejercida por los esca
tencia de unas posibilidades humanas de emancipación, de una compulsión instintiva de los
trabajadores a controlar colectivamente el proceso productivo, compulsión que en el capi
talismo se expresa de la forma distorsionada de un juego. lones superiores de la dirección solía provocar antagonismos entre ma-
161
primeros crecía con mayor rapidez que el de los segundos 5 . Los maqui contratación de nuevos trabajadores y en poco tiempo los tres turnos con
nistas se sentían cada vez más frustrados por las deficiencias de los ins taron con una dotación completa de personal. Aunque no se descartaba
trumentos, la escasez de accesorios y el mal servicio de los repartidores. la hipótesis de un debilitamiento del mercado de equipo de construcción,
En diciembre, lo que era evidente para todas las personas en el taller se la expansión de la agricultura continuaba, y la demanda de motore� se
hizo patente en los estados de cuentas del final del ejercicio: la división guía siendo fuerte. Debido a la recesión, había un exce�o de cap�c1dad
de motores estaba en números rojos; el coste de producción había sido ma en las funciones, y no había retrasos en la entrega de �1ezas fund�das y
yor que el precio percibido por los motores entregados. Se despidió al di de otras piezas. En consecuencia, en la época en que deJé de t�abaJa� en
rector general de la división. De hecho, éste apenas estaba al corriente Allied, la dirección estaba intentando implantar un control mas estncto
de lo que sucedía en el taller. Sólo de vez en cuando salía de su oficina de las existencias.
para visitar la planta. Sus relaciones con el taller pasaban a través del di Por último en un tercer período, después de mayo de 1975, mes en
rector de producción, más pendiente de los intereses propios de su de el.que abando�é el taller, se iniciaron los desp�dos a consecuencia de la
partamento (cumplir las metas de producción) que de que la división ob ,
disminución de la demanda de motores. A partir de esa fecha el numero
tuviera beneficios. de separaciones del servicio excedió al de nuevos ingreso�. Los tra?aJ a
.
En enero se hizo cargo de la división un nuevo director general. Des dores despedidos que contaban con más de un afio de serv1c1os perc1bian
pués de haber trabajado en Allied Corporation, había ocupado un cargo prestaciones complementarias de desempleo, que, sumadas a las pr�sta
directivo en General Electric. Menos versado en complejas técnicas mo ciones de desempleo del Estado, representaban el 75 por 100 aproxuna
dernas de dirección, mantenía una actitud escéptica ante los métodos em damente de los salarios normales. Como es característico de los merca
presariales «científicos» y se apoyaba más en la experiencia y en la per dos internos de trabajo, los despidos implicaban un complejo proceso de
cepción intuitiva de lo que era necesario hacer. El nuevo director exigió reorganización, debido a la posibilidad de que los trabajadores hiciera�
mucho más de su personal, impuso un control mayor y destituyó sin con valer su antigüedad en perjuicio de otros. En el próximo apartado anali
templaciones a los directores de departamento en los casos en los que lo zaremos las consecuencias de esa movilidad interna.
juzgó necesario. Estaba más familiarizado con los problemas del taller,
ante los que mostraba una receptividad mucho mayor y contaba además
con el apoyo y la confianza de la alta administración de las oficinas cen
LOS CAMBIOS EN LAS RELACIONES DE PRODUCCION
trales.
El aumento de las tasas de desempleo a medida que avanzaba la re En el anterior apartado he indicado que determinados mecanismos de
cesión de 1975 favoreció sus esfuerzos para fortalecer la organización del control del personal (relaciones de dominación) perdieron parcialmente
taller. Al asumir la dirección en enero, el nuevo director comenzó a eli su eficacia durante el primer período de mi estancia en Allied, e� el que
minar gradualmente las horas extraordinarias y el trabajo en sábados. el aumento del volumen de producción obligó en unos casos a onllar las
Torneros, fresadores y maquinistas de taladradoras experimentados es prescripciones reglamentarias y originó. en otros pe,�rbadores retr�os.
peraban a las puertas de la oficina de empleo de Allied, después de h a El control de la calidad parece haber sido menos ng1do en ese penodo.
ber sido despedidos de otros talleres de la región. En un momento dado, La incertidumbre en lo que respecta a la recepción de los suministros. ex
la división de motores absorbió a un grupo de trabajadores despedidos ternos hizo difícil la programación de la producción, y los estrangularrnen
por otra división de Allied Corporation, cuya producción había experi- tos fueron inevitables. Después de diciembre, la organización mejoró de
bido a las iniciativas adoptadas por el nuevo director general y a los cam
bios en el mercado descritos.
El primer cambio en las relaciones de producci�n se p�odujo cuando
5 Es relativamente fácil aumentar el número de trabajadores vinculados directamente
6
162 La relativa autonomía del proceso productivo El proceso productivo en una recesión 163
tes la posición del director de producción siguió siendo predominante y Un segundo cambio se produjo cuando, también en enero de 1975,
la modificación de la organización entrañó pocos cambios. Por lo gene se implantaron mecanismos de control más estrictos sobre los procedi
ral, los directores de control de la calidad permanecían poco tiempo en mientos de evaluación de la productividad. Los ingenieros industriales co
el cargo. En diciembre de 1975 me entrevisté con la persona que ocupa menzaron a elaborar un informe semanal en el que se reflejaban, en los
ba ese puesto. Me dijo que en los dieciocho meses anteriores habían ocu diversos departamentos, el «rendimiento medio» (porcentaje medio con
pado su cargo cuatro personas, y que él era el que más había durado. seguido por los trabajadores a destajo durante la semana), la «cobertura
Dos meses más tarde me enteré de que había sido sustituido y que el pro media» (porcentaje de operaciones cubiertas por el sistema de retribU;
pio director general había asumido personalmente la dirección de control ción a destajo) y el «porcentaje de gastos generales» (proporción de ho
de calidad. En 1975, la división de motores no pudo conseguir la certifi ras de trabajo invertidas en trabajo no productivo)6 . Cuando la alta ad
cación de garantía de la calidad, lo que, lógicamente, repercutió negati ministración insistía en la necesidad de obtener un mayor rendimiento,
vamente sobre la calidad de los motores y pone de manifiesto la inefica los ingenieros industriales recurrían frecuentemente a «fabricar» artificial
cia del control de la calidad. mente un nivel de rendimiento más alto, manipulando los métodos de re-
"gistro, en vez de introducir cambios en la organización o en relación con
He recopilado cifras sobre los costes por chatarra y reprocesamiento el establecimiento de tiempos en el taller. Ni mis conversaciones con los
como porcentaje de los costes netos de mano de obra. Esas cifras no re ingenieros industriales ni el examen de los registros me permitió inferir
flejan una tendencia clara, aunque en el tercer período, en el que se pro tendencias consistentes ni pautas regulares en las economías conseguidas
dujeron despidos de trabajadores, esos costes aumentaron. Por ejemplo, . mediante la reorganización del proceso productivo o la fijación de nue
en el departamento de producción, dichos costes oscilaron entre el 10 y vos tiempos para las tareas.
el 20 por 100 de los costes netos de mano de obra en el período compren
dido entre junio de 1974 y mayo de 1975. En junio de 1975 el porcentaje A este respecto, los métodos de registro presentaban también impor
correspondiente aumentó a más del 25 por 100 y en agosto a más del 40 tantes deficiencias. Era difícil determinar la fecha real de las modificacio
por 100. Ese aumento podría deberse a la considerable movilidad interna nes o revisiones de «métodos» concretos prescindiendo de la fecha asig
que se produjo después de mayo de 1975. nada en los registros. Paradójicamente, los propios ingenieros industria
les recurrían a procedimientos de «falseamiento» y «acumulación de re
Desgraciadamente, esas cifras oficiales no reflejan el nivel real de ca servas», traspasando los dólares economizados en los meses favorables a
lidad, ya que hay un abismo entre la chatarra producida y la registrada. los desfavorables. Desde luego, no hubo una ampliación del departamen
Por mis conversaciones con la persona que ocupaba ese cargo, me enteré to de ingeniería industrial; si acaso, sus efectivos disminuyeron. Vista des
de que lo primero que hacía cada nuevo director de control de la calidad, de el taller, la situación adoptaba un cariz distinto. Las únicas dos oca
al asumir sus funciones, era enviar un memorando a todos los departa siones en que aumentaron las tasas de producción en el departamento de
mentos, dándoles instrucciones de que acumularan la chatarra producida piezas pequeñas durante la época en la que estuve empleado en Allied
en el taller, la registraran y, en la medida de lo posible, emprendieran se sitúan en el segundo período (véase el Capítulo 10). Nos pareció que
actividades de reprocesamiento. Se trataba de un intento inicial del nue el departamento de métodos pasaba a primer plano, en un momento en
vo director de empezar desde cero, liberándose de toda la chatarra que que estaba en una posición fuerte y la división tenía que reducir los cos
el anterior había dejado sin registrar. En síntesis, las fluctuaciones de los tes. En las reuniones mensuales de la sección local del sindicato, los fun
costes de la calidad no reflejan la chatarra realmente producida, sino los cionarios sindicales comenzaron a advertir a los maquinistas de que estu
métodos de registro. Lo mismo puede decirse de la calidad de las piezas vieran preparados para una ofensiva de la dirección, en un momento
fundidas, etc. procedentes de las fundiciones. Ocasionalmente, aumenta en el que había un elevado índice de desempleo. Para protegerse, los
ba el control sobre los proveedores y se verificaba una inspección cuida miembros debían abstenerse de faltar al trabajo y de producir a una tasa
dosa de la calidad de las piezas fundidas recibidas; posteriormente, esas
medidas se relajaban. En resumen, puede decirse que no hay pruebas de
que los cambios en el ámbito de la dirección o en los mecanismos de con
6 Por difícil de creer que resulte, hasta enero de 1975 no se llevaba ningún registro de
trol de la calidad tuvieran algún efecto sobre las relaciones entre maqui
los resultados productivos obtenidos por cada departamento. Nadie parecía saber los resul
nistas e inspectores.
tados de cada departamento de semana en semana. Naturalmente, cada departamento te
nía su propio presupuesto, pero en él no se reflejaban las causas de los cambios.
sup�rior al «135 por 1 �0». A veces, los capa
164
tace
presión. En una ocasión, cuando estaba haci s parecían ejercer mayor
La relativa autonomía del proceso productivo
pleo 7. Pero ¿por qué razón los cambios_ en el mercado de trabaj? ª!ec
El proceso productivo en una recesión
endo objeciones a nuevos tan al absentismo y a la falta de puntuahdad, en tanto que otros md1ces
c?ntroles de inspección, un capataz se dirigió
a mi, blandió su puño agre de comportamiento industrial permanecen inalterables? Uno de los �o
sivamente y me �ecordó que h cía pocos días
� habían sido despedidos cen tivos de ese fenómeno es que el absentismo es una forma de d�negac1ón
tenares de trabaJadores de la mdu stria del automóvil. Pero se trataba de
un el:'isodio aislad� , y pude advertir una de esfuerzo que acarrea siempre sanciones disciplinarias. (Debido al au
inten
relaciones de dorrunac1ón. Hubo algunos débi sificación general de las mento de los beneficios marginales fijos, el absentismo representa actual
les intentos de controlar el
!1º
cuar�o de herramien!as, la distribución de mente un importante coste para la em�resa). �l �in?ica�o reconoce el «?e
dobles tarjetas rojas y la re recho» de la dirección a incoar expedientes d1sc1phnanos por faltas reite
tención p�r los trabajadores de las fichas de
producción, pero esos inten radas de asistencia y puntualidad. Se admite por lo gener� que el abs�n
tos no tuvieron un carácter sistemático dura
nte mi estancia en el taller. tismo es una conducta ilícita 8. Por otra parte, resulta relativamente fácil a
la dirección imponer mecanismos de control a la vez rígidos � «justos» del
absentismo y de la falta de puntualidad, así como en. rel�ctón con otros
.
LAS VARIACIONES EN EL RENDIMIENTO ·· aspectos de la distribución del trabajo (horas extraordmanas Y despidos).
DE LOS TRABAJADORES En cambio le resulta mucho más difícil controlar la calidad Y canti
dad de esfuerz� invertido en el taller. La responsabilidad de los bajos ni
Si no hubo ninguna modificación perceptible de las relaciones en el veles de producción y de la producción de piezas defectuosas no puede,
taller, ¿q�é podemos decir, ?el rendimiento real de los trabajadores? como el absentismo, imputarse fácilmente a trabajadore� concretos. Es
¿Respondieron éstos automahcamente a las fluctuaciones del mercado de poco probable que los cambios en los mercados de t�ab_aJo y de pr�duc
trabajo, por temor, por ejemplo, a perder su empleo? En tal caso, cabría ción tengan una repercusión inmediata sobre el rend1m1ento profes10n�l
esperar un _ volumen mayor de producción. Pero los datos que reuní, tan cuando la incoación de expedientes disciplinarios a trabajadores por baJO
to en relación con el departamento de pequeñas piezas como respecto de rendimiento es muy poco frecuente (sólo se registran uno o dos c�sos al
.
t�do el centro, sólo ponen de manifiesto ligeras variaciones de produc año) y los despidos se llevan a cabo teniendo �n cu�nta la antt�uedad.
ción, que no corresponden en absoluto a los cambios que se producían De hecho muchos trabajadores acogían con satisfacción el despido, por
en el mercado de trabajo. Por consiguiente, esos datos no invalidan, sino cuanto las' prestaciones complementarias de desempleo podían garantizar
qu� seguramente avalan la tesis de que la fuente inmediata de la coope un nivel de vida adecuado sin necesidad de trabajar.
ración en el taller es el consentimiento organizado en el lugar de produc Por último ¿qué efectos tienen sobre el comportamien_to de l?s !�aba
ción y no el temor al desempleo. jadores los cambios en el mercado de suministros? De m1 descnpc1�:m de
los dos períodos en que he dividido la época en que estuv� trabaJando
. Sin e�bargo,_ hay que hacer dos salvedades. En primer lugar, se pro en Allied, cabría deducir que el relativo orden que yredomm�. en el. se
dujo una hgera disminución de la producción cuando comenzaron los des gundo, en contraposición al caos o�ganizativo del pnmero '. fac1lttó el jue
pidos en mayo de 1975, si bien en los meses siguientes se recuperó e in go de «arreglárselas». Pero en reahdad, los datos no refleJan es� tenden
cluso se superó el nivel anterior. Esa disminución puede achacarse a la cia, lo que sugiere que los trabajadores fueron capaces de_ mamp�lar las
des�rga.nización provisional provocada por la confusión generada por las condiciones de trabajo (mediante el empleo de dobles tarJetas roJas sa
sust1tuc1one� en los despidos en función de la antigüedad, o tal vez ser crificando la calidad, etc.) durante el primer período. Los costes de la me-
fruto de un mtento deliberado de limitar la producción habida cuenta de
la escasez de trabajo. Dado que en aquel momento yo había abandonado
'.
·I
l()H La relativa autonomía del proceso productivo
nlvl'I d ¡>roducción ( �n cuyo caso los cambios en las relaciones dan lugar
º, c11111b1��s �n las act1V1dades).
.
Aunque me inclino por la segunda hipóte
sis, es d1fíc!l l l�gar a una conclusión definitiva. El próximo capítulo, en
el que anahzare el efe�to de la conciencia de diversos grupos de trabaja
dores sobre la conversión de relaciones en actividades, nos permitirá con
tar con un panorama más claro.
cindir de la conciencia externa, sin analizar por qué ésta no afecta sus
El proceso productivo y la conciencia obrera 171
jadores de las fábricas «lúgubres y satánicas»? De hecho, historiadores trumental; y sin embargo su comportamiento respondía a una ideología
173
como Karl Polanyi y Edward Carr formulan la cuestión de una forma entera diferente. En síntesis, el lenguaje en el que los trabajadores expresan y
mente distinta: el problema del Estado del Bienestar consiste en encontrar racionalizan su comportamiento no siempre refleja las pautas de su com
un elemento que sustituya a la coacción económica del siglo XIX 7• Goldthorpe portamiento real.
y sus colaboradores establecen una comparación errónea entre las acti Por último, si analizamos la cuestión más detenidamente, los cuadros
tudes de los trabajadores de mediados del siglo veinte y las de un tipo ideal que presentan Goldthorpe y sus colaboradores muestran un importante
de trabajadores de la época del capitalismo primitivo. Pero aun admitiendo porcentaje de desviación de la norma de instrumentalidad. ¿Cómo hay
la generalización de la concepción instrumental del trabajo entre los que interpretar ese fenómeno? Las desviaciones ¿corresponden a diferen
trabajadores, su individualismo y su orientación en función del mercado, es .cias entre grupos de trabajadores y niveles de conciencia, expresan una
muy probable que ese fenómeno sea producto tanto de cambios en el pro ambivalencia frente a su situación o responden al hecho de que trabaja
ceso productivo como_ de transformaciones en la vida urbana. Goldthorpe dores distintos evalúan elementos diferentes de su experiencia al respon
y sus colaboradores no sólo no presentan pruebas de las tendencias cuya der a las preguntas? Michael Mann ha recurrido al concepto de concien
existencia sostienen, sino que descartan sin ninguna razón la posibilidad cia dual para explicar el hecho de que los. trabajadores mantienen opinio
de que esas tendencias tengan su origen en el propio contexto industrial. nes claramente contradictorias 8.
La deficiencia más clara de su obra, y con ello pasamos al tercer pro Tal vez fuera útil aplicar ese concepto a la explicación de las diferen
blema, tal vez radique en que no facilitan datos acerca de · lo que hacen cias en las respuestas de los trabajadores de Luton. En una crítica de los
en realidad los trabajadores, es decir, acerca del comportamiento indus estudios sobre Luton, John Westergaard sugiere que las discrepancias in
trial. En lugar de eHo, se apoyan exclusivamente en un estudio de sus ac
1 1
págs. 111-138.
JO lbid., pág. 120.
7 Véase Edward H. Carr, The New Society, Londres, Macmillan, 1951. II lbid.
174 La relativa autonomía del proceso productivo El proceso productivo y la conciencia obrera 175
(aun cuando, incluso a ese respecto, la ideología desempeñe una función tinguir sin demasiada dificultad diversos grupos de edad, de sexo y de
fundamental, al presentar el hecho de ir a trabajar como algo natural e raza. Pero aun cuando el sexo puede tener una importante influencia so
inevitable), pero la orientación instrumental o monetaria no tiene la mis bre la configuración de las relaciones en el ámbito de la producción, el
ma importancia en el proceso productivo, ni siquiera en un sistema a des hecho de que en el segundo turno sólo hubiera dos mujeres en el depar
tajo, en el que la retribución monetaria está directamente vinculada al tamento de piezas pequeñas, hace imposible llegar a conclusiones de nin
rendimiento individual. gún tipo. En cuanto a la segunda variable - la edad- presentaba un alto
grado de correlación con otras variables, como el tamaño de la familia y
En síntesis, puede decirse que, en su crítica a las teorías del compor
la antigüedad, determinante de los puestos de trabajo que se ocupaban.
tamiento industrial basadas en las relaciones humanas y en los sistemas
La raza era la única variable que podía servir de base a una conciencia
sociotécnicos, Goldthorpe y sus colaboradores tienden a prescindir de am
diferenciada, y los individuos pertenecientes a los diversos grupos racia
bas en vez de conjugarlas. El proceso productivo no es otra cosa que las
relaciones «humanas» que establecen trabajadores y administradores al les estaban distribuidos entre distintos puestos en el taller.
transformar las materias primas con ayuda de instrumentos técnicos de Se han realizado algunos estudios acerca de los efectos de las diferen
producción concretos. Roethlisberger y Dickson son perfectamente cons cias raciales sobre la organización del trabajo. Everett Hughes propor
cientes de este hecho. En su interpretación de los experimentos de Hawt ciona interesantes ejemplos del control que un grupo blanco dominante
horne, sostienen que la causa del aumento del rendimiento no fue el me puede ejercer sobre un grupo de trabajadores negros de reciente ingreso,
joramiento de las condiciones de trabajo (obtenido por ejemplo, modifi constriñéndolos a ocupar posiciones subordinadas, marginales, lo que en
cando las condiciones de calefacción, de iluminación, de ventilación, etc.) algunos casos les induce a abandonar su empleo. Al mismo tiempo sos
sino la forma en que se percibió ese mejoramiento, o como diría Grams tiene que la política de la dirección puede tener importantes efectos so
ci, la forma en que fue mediado por la ideología. La cuestión estriba, por bre el comportamiento laboral de los negros.
consiguiente, en la naturaleza y el origen de esa ideología. ¿Se trata de
una ideología que surge en el lugar de producción o de una ideología im
portada del exterior? Hay que replantear en otros términos el problema
La hipótesis individualista de la administración de empresas, a tenor de la
den dividir a las personas en la comunidad exterior» 13 • Sus observacio sibilidad de conflicto y hostilidad, en tanto que la con1unc16n requiere evi
nes indican que las coaliciones que trascienden las fronteras raciales y ét tar la confrontación. ¿De qué forma es posible dar una forma ordenada Y
nicas son tan normales en el taller sid erúrgico como poco frecuentes en estable a una relación en la que se combinen ambos elementos? Hay dos
la comunidad exterior. posibilidades. Una consiste en mantener entre dos pers?n.as que te_ngan en
tre sí ese tipo de relación un gran respe�o. i_nutuo y _lumtar considerable
La situación en Allied era análoga. En la empresa, las pandillas ba mente los contactos personales. Otra pos1b1lidad estnba en estable��r.una
sadas en la comunidad de raza, edad e intereses (como por ejemplo, el relación festiva, es decir una relación de falta de respe�o y de ��rnus1v1dad
fundamentalismo religioso) tenían sobre todo una importancia informal. recíprocas. El antagonismo verbal festivo evita c�alqu1e� host1hdad grave,
Tanto en el primer turno como en el segundo, la raza era el criterio de y en su continua repetición, constituye una marufestac16� o recuerdo �e
asociación más importante en las pausas para las comidas. En el primer esa distancia social que es uno de los componentes e�enc1�les de la re�a
turno, el segundo criterio de asociación por ord en de importancia era la ción, en tanto
. que la amistad que impide tomar en seno el msulto mant1e-
antigüedad, seguida por la pertenencia a un mismo departamento y por · 1 14.
ne la con¡unc1ºón socia
el puesto de trabajo. En el segundo turno, al ser los trabajadores relati
vamente nuevos en la empresa, la antigüedad tenía más importancia que En los casos en que hay contactos con�tante� y no i_ntermitent�s entre
la pertenencia a un mismo departamento y que el puesto de trabajo en individuos de distintas razas , el intercambio festivo de ms�ltos raciales re
lo tocante al establecimiento de vínculos informal es . Las pausas en el tra fleja de un lado las exigencias de una cooperación contmua, Y de otro,
bajo para charlar o beber brindaban oportunidades para una interacción la a�ptación del hecho de que en otro :onte�to la _hostilida? racial es la
informal que frecuentemente trascendía las fronteras raciales. En el ta pauta predominante. Por ello, esa relac1ó� �1�tend1da �nstituye un te�
ller se solía considerar un «compañero» a quien trabajaba con una má timonio de la falta de importancia de las d1vis1ones racta�es pa�a las acti
quina parecida, y la asociación se est ablecía sobre la base de la asistencia vidades productivas . Además, las características y la onentac1ón de �se
recíproca en relación con el aj uste de la máquina, etc. Esa interacción tipo de relaciones no dependen de las relaciones s?ciales ext�rnas, smo
trascendía frecuentemente las fronteras racial es y abarcaba las pausas en de la posición relativa de los participantes en el «s1st�ma social_» del t a
el trabajo para tomar algo en las máquinas de bebidas. ller. Para indicar en qué forma el contexto del tra?aJO d�term1�aba las
relaciones entre las razas y de qué forma las relaciones d1sten�idas ser
A pesar de la cooperación cotidiana, o tal vez debido a ella, los pre vían para aislar el medio de trabajo y su «c�ltura» ?e las relaciones so
juicios raciales y étnicos formaban parte del l enguaj e de la vida en el ta ciales externas , voy a describir brevemente mJS relaciones con algunos de
ller. En un momento determinado, los maquinistas, los trabajadores del los trabajadores negros.
personal auxiliar y los capataces podían insultar a un grupo racial o étni
co sin perj uicio de ayudar un momento d espués a un miembro del grupo Bill, un trabajador negro, fuerte y de cerca de :incuen!a a�os de e_dad,
racial o étnico denigrado (probablemente chanceándose de él amistosa fue mi instructor en las tareas que tenia que realizar. M1 ad1es!ra�1ento
mente) con la misma solicitud con la que hubieran ayudado a un miem tuvo lugar en el primer turno, y duró tres semanas. Una vez final�ado,
bro de su mismo grupo. Así pues , mi entras las actitudes o prejuicios te pasé a ocupar un puesto permanent� e� �l segundo turno. ,Co�o B1ll tra
nían su origen en medios urbanos, como el barrio y el centro de educa bajaba dos horas extraordinarias , comcid1m?s durante al�un tiempo en el
trabajo, y yo seguí relacionándome con é_l mclu�o despues de haber e m
ción, que reproducen continuamente las «relaciones raciales», la división
entre las razas no influía sustancialmente sobre las actividades en el taller . pezado a trabajar en el segund� turno . Bill babia ocu�ado ese puesto d�
trabajo durante diez años (la primera vez que me 1� �iJ? �ensé que le �a
A este respecto, las bromas revisten una importancia fundamental, bía entendido mal; pero cuando Je conocí y me fam1bance con �l trabaJo,
por cuanto permiten e incluso reproducen una disociación entre actitudes empecé a comprender por qué había soportado sus características s,uma
y comportamiento. Radcliffe-Brown describe así ese tipo de relación «dis mente desagradables, en vez de haberse trasladado a otro puesto �as có
tendida»: modo). Bill era en realidad la única persona del taller que conocia todas
13 William Kornblum, Blue Collar Community, Chicago, University of Chicago Press, •• A. R. Radcliffe-Brown, Structure and Function in Primitive Society, Londres, C'ohcn
1974, pág. 36. & West, 1952, pág. 92.
178 La relativa autonomía del proceso productivo 179
las tareas que el puesto implicaba. Aunque había adiestrado a muchos tra recíproco. Leroi hacía siempre horas extraordinarias, y dos o tres veces
El proceso productivo y la conciencia obrera
bajadores, ninguno permanecía más que unos pocos meses en un puesto por semana me traía antes de dejar el trabajo, piezas que yo tenía que
tan duro y poco rentable. Al principio, Bill mantuvo una discreta distan cortar en la sierra mecánica. En esas ocasiones, hablábamos de política
cia respecto de mí, y sólo me enseñó los rudimentos indispensables para y de economía. Me decía que nosotros éramos unos pobres diablos y que
desempeñar el trabajo. Se quejaba con frecuencia de mi ineptitud y de los hombres importantes gobernaban el mundo y tenían el dinero. Yo le
mi lentitud, y decía que nunca conseguiría arreglármelas. «En este pues hablaba del socialismo, de que el capitalismo estaba condenado y de que
to no hay tiempo que perder, tienes que trabajar duro». En ese primer se avecinaba una depresión. La diferencia entre la forma que adoptaba
período yo estaba más interesado en seguir vivo y conservar mi empleo mi relación con Leroi y la de la relación con Howard, se debía a que el
que en «arreglármelas». Cuando nuestras relaciones mejoraron y me fa primero ocupaba una posición diferente en el proceso productivo.
miliaricé algo más con el trabajo, Bill empezó a enseñarme algunos tru
cos para arreglármelas y a presentarme a otras personas como «mi in El establecimiento de una relación distendida, simétrica o asimétrica,
glés». De esa forma ponía de relieve la hostilidad que provocaba mi iden requiere un grado mínimo de confianza. Las relaciones de ese tipo están
tidad racial y la descartaba, con una broma, como algo que carecía de im también definidas por una situación concreta, y limitadas a ella. Una sim
portancia en el medio en el que nos desenvolvíamos. Sin embargo, en ple broma, cuando no existe un grado mínimo de intimidad, o cuando se
esa primera época, yo seguía teniendo en cuenta su identidad racial. Sólo gasta en un marco inadecuado, puede desencadenar la hostilidad y a ve
en un momento posterior, cuando nuestra asociación se hizo más sólida, ces degenerar en un altercado violento, como estuvo a punto de ocurrir
después de haberle prestado mi ayuda siempre que podía, haber encu cuando un controlador insultó a un maquinista negro al que no conocía
bierto sus errores, cuidado de sus instrumentos, y por último compartido demasiado a fondo. Hasta después de haber establecido un nuevo con
con él una «reserva», me atreví a designarle a mi vez con un apelativo texto, existen relaciones de hostilidad importadas de un medio externo,
irónico. Así pues, sólo cuando estuve en condiciones de llevar a cabo mi y entre los individuos pertenecientes a una y otra raza sólo hay una coo
trabajo sin su asesoramiento y su ayuda, surgió entre nosotros una rela peración mínima. Con varios jóvenes negros de mi mismo turno, con los .
ción festiva simétrica. que solía hablar y discutir, pero con los que no estaba directamente re
lacionado en el proceso de producción, mantenía una relación distinta.
Algunos meses más tarde, otro maquinista negro del primer turno, Su contenido estaba determinado por nuestros respectivos roles externos
Howard, me enseñó a manejar la fresadora de cremallera. Aunque en el (el estudiante blanco abriéndose paso en su facultad y los trabajadores
segundo turno trabajé muchas veces en la fresadora, nunca establecí con negros en una sociedad racista). Aunque seguía existiendo una hostilidad
Howard una relación tan cordial como la que mantenía con Bill. Howard racial irreducible, la forma que adoptaba nuestra relación estaba deter
siguió tratándome siempre desdeñosamente, ya fuera por mi ineptitud (la minada por nuestra posición análoga en el taller. Pronto se me perdonó
máquina me aterrorizaba, porque estuve dos veces a punto de matarme ser blanco: era, dicho con sus propias palabras, «un buen tipo». Pero sólo
por no retirar una pieza con la rapidez suficiente, y la cremallera de ace salí a beber una vez con ellos; dicho de otra forma, sólo era un «buen
ro, doblándose hacia arriba, estalló en fragmentos que volaron en todas tipo» en el taller 15 .
las direcciones), ya fuera porque yo le privaba de la posibilidad de hacer
más horas extraordinarias. Howard recurría a la raza.para establecer una En síntesis, la relación festiva permitía 1) la coexistencia de los pre
distancia entre nosotros, pero la hostilidad no se basaba en un antago juicios raciales con la cooperación cotidiana entre individuos de distintas
nismo racial (que constituía en realidad solamente una forma cómoda de razas y 2) la coincidencia de intereses en el trabajo y la divergencia de
expresar aquélla), sino que tenía su origen en la posición de cada uno de intereses fuera de él. Tanto la orientación como el contenido de ese tipo
de relaciones reflejan la estructura de las relaciones de producción, y no
nosotros en el proceso productivo. Las amistosas relaciones que Howard
mantenía con otros maquinistas blancos del primer turno corroboran esa las relaciones raciales antagónicas de la comunidad urbana. La concien-
conclusión.
La interacción ocasional con Howard se articulaba sobre una hostili
15 Sólo había un joven trabajador blanco que pasaba la mayor parte del tiempo con
dad latente. La interacción ocasional con Leroi (el maquinista negro que
los jóvenes negros, tanto en el taller como fuera del trabajo. Era el único blanco del se
cía externa persiste en la relación festiva, pero sólo como un lenguaje que Una muchacha integrada socialmente en el grupo puede trabajar habitual
expresa relaciones de producción que no experimentan ninguna modifi mente a mayor ritmo sin otra sanción que algunas bromas. Pero las perso
cación 16. Pero si la conciencia importada no afecta a las relaciones en el nas no integradas en el grupo que obran de ese modo son sever�mente san
ámbito de la producción, ¿media la transformación de esas relaciones en cionadas mediante la burla y el ridículo; y si persisten en su actitud quedan
al margen de la vida social, y en caso de que esa vida social sea imp�rtante
actividades? para ellas, pueden acabar viéndose obligadas a abandonar su trabaJo 20.
_
tuación social sobre el rendimiento 17• Por ejemplo, según Dalton, por lo dirección del taller a ese comportamiento. Sólo un trabajador con consi
general, los trabajadores que intensifican los ritmos de trabajo derable influencia, como un antiguo presidente de la secció� local del s�n
dicato, por ejemplo, puede trabajar continua�ente a un. ntm_o superior
proceden de una familia que está en mejor posición económica que las de al máximo aceptado sin provocar una intervención de la dirección, y con
otros miembros del grupo de trabajo o, en caso contrario, pretenden al- cretamente, del departamento de métodos.
canzar esa posici?n ... son protestantes... angloamericanos o emigrantes de
Europa noroccidental. .. republicanos y... lectores de algún periódico con- Con el fin de describir más detalladamente la importancia de la co�
servador... son personas que tienen una familia [todo ello] unido a una in ciencia importada respecto de la transform�ción de !ª fuerz� de trabajo
diferencia relativa respecto de la sociedad en general. .. [además] a pesar en trabajo, he realizado un análisis estadístico de la m?uencia ?e los ro
de que el círculo de sus relaciones sociales es muy limitado y su compor les externos sobre el rendimiento individual. He incluido en m1 muestra
tamiento sumamente individualista, tienen una personalidad equilibrada 18. a todos los trabajadores (185) del departamento de piez�s pequeñas �e
la división de motores de Allied Corporation que trabaJaron a destaJo
A este respecto, son pertinentes dos observaciones. En primer lugar, más de cuarenta horas durante los primeros once meses de 1975.
Dalton parece pasar por alto el aspecto más característico de los nuevos En relación con la interpretacióp. de las cifras caben cuatro hipótesis.
trabajadores que estudia: la edad. Sólo uno tenía menos de cuarenta y Según la primera, la conciencia generada en el exterior no afecta a ��s ac
cinco años, y su edad media era de cincuenta y un años 19. Probablemen tividades en el taller, y las relaciones en el ámbito de la producc1on se
te es la antigüedad, y no la edad en sentido estricto, la que está íntima establecen entre grupos basados en la raza, el gra�o de instruc�i�n, el ta
mente ligada a ese comportamiento. Cuanta más antigüedad tenga un tra maño de la familia y la edad, de un lado, y el mvel de rend1m1ento de
bajador, más seguro se sentirá si viola las normas del grupo: otro. Dicho de otro modo, los factores externos pueden determinar el
puesto que se ocupa en el taller y, por consiguiente, l�s relaciones con
cretas que el trabajador establece, pero son esas r� lac1o�es las_ que de
terminan las actividades productivas. La segunda h1pótes1s sostiene que
16 Aunque es difícil probar la existencia de discriminación racial, tanto la dirección
Las otras dos hipótesis no hacen referencia a la repercusión directa La segunda variable interna es la experiencia, medida por el número de
de los factores externos sobre las actividades productivas, sino a la forma horas trabajadas a destajo en los primeros once meses de 1975. La expe
en que aquéllos median la transformación de las relaciones en actividad riencia es exponente, no sólo de la adquisición de una capacidad especial
? afectan a dicha transformación 21 . La tercera afirma que la conciencia en el manejo de las máquinas, sino también de la adquisición de la capa
importada del exterior no desempeña ninguna función de mediación en cidad de manipulación de las relaciones sociales que exige un determina
tanto que la_ cuarta sostiene, por el contrario, que la forma en que la; re do puesto (relaciones con capataces, conductores de carretillas, inspecto
. res, ajustadores, etc.). Dado que la influencia de la antigüedad y la ex
laciones sociales afectan al rendimiento está determinada por factores ex
ternos. periencia sobre las relaciones sociales del taller será menor a medida que
los períodos de tiempo sean mayores, he optado por utilizar en el análisis
Para evaluar la plausibilidad de esos modelos o hipótesis pueden es los logaritmos (en base diez) de esas dos variables.
tablecerse dos series de variables. La primera de ellas corresponde al sis
tema externo de relaciones sociales, y se refiere a la familia, la educación La fofluencia relativa de cada uno de los seis factores (logaritmo de
Y la sociedad. Sólo he podido reunir datos fiables sobre cuatro de esas la antigüedad, logaritmo de la experiencia, raza, grado de instrucción,
variables (raza, grado de instrucción, estado civil y edad). He prescindi estado civil y edad) sobre el rendimiento medio (el promedio del rendi
do del se�� porque sólo había seis mujeres en la muestra, y del tamaño miento durante los primeros once meses de 1975) se calculó combinán
de la fam1ha porque los datos al respecto no solían estar actualizados en dolos en una regresión múltiple simple. Los resultados figuran en el Cua
el re ?istro de p�rso�al. La segunda serie de variables corresponde a las dro 2. La variación del rendimiento es imputable en un 24,4 por 100 a la
relaciones en el ambito de la producción. Dados la gran diversidad de em antigüedad y en un 12,7 por 100 a la experiencia, en tanto que la raza,
pleos y el tamaño relat_ivamente pequeño de la muestra, era imposible te la edad, el estado civil y el grado de instrucción explican en total ·sola
ner en cuenta la máquina concreta en la que se trabajaba como índice de mente un 3,5 por 100 de esa variación 23 . Esos resultados parecen avalar la
las relaciones sociales. E? lugar de ello he recurrido a la antigüedad (nú primera de las hipótesis a que hemos hecho antes referencia. La repercu
mero de meses transcumdos entre la fecha de contratación y noviembre sión directa de los roles externos sobre el rendimiento es insignificante 24•
de 197?) . como índice �e las relaciones en el ámbito de la producción. Me
he decidido a ello partiendo de tres supuestos: el de la existencia de una
clasificación de los empleos a destajo en el taller mecánico en función del las retribuciones por unidad producida estén vinculadas a la antigüedad hace más útil el em
pres�i�io co�únmente aceptada, el de que los trabajadores intentan, por
pleo de la antigüedad como medida de las relaciones en el ámbito de la producción.
23 Los 185 maquinistas del departamento de piezas pequeñas de la división de motores
m�dto del sistema cobertura de vacantes, ocupar los empleos que im
?� de Allied constituyen una población discreta y característica. No sugiero que los resultados
ph�an mayo� �resttg10, por lo que la antigüedad de los trabajadores re de mi análisis estadístico sean susceptibles de generalización a los trabajadores de todas las
fleJa el �rest �g10 de las m�q_uinas que manejaban, y el de que las máqui industrias, aunque en cualquier estudio monográfico las conclusiones no tienen sólo valor
nas que implican un prestigio análogo están comprendidas en series aná de aclaración, sino indicalivo. Dado que no se trata de una auténtica muestra sino de una
población, la significación estadística de los resultados tiene poca importancia. Sin embar
logas de relaciones sociales. Todo ello permitiría tomar la antigüedad go, he optado por facilitar los resultados de una prueba de significación como instrumento
como índice de las relaciones sociales en el ámbito de la producción 22 . dialéctico: si se tratara de una muestra, la generalización a toda la población sería, hasta
cierto punto, fiable. Así, en la primera regresión, los coeficientes correspondientes a la an
tigüedad y a la experiencia son significativos en el nivel de significación 0,001, en tanto que
21 los correspondientes a otras variables no son significativos ni siquiera en el nivel 0,05.
l!tiliz? aquí los conceptos de «intervención» y «mediación» en el sentido que les ha 24 Sólo el 21,5 por 100 de la varianza se explica en función de la regresión de la pro
dado Erik Olm Wnght en Class, Crisis and the State, Londres, New Left Books, 1978, Cap. J .
22 Puede sostenerse, n efecto, que, en gran medida, la antigüedad determina una ca ducción media correspondiente a los once primeros meses de 1975, en relación con las va
�
rac�erístlca de las retnbuc10nes por unidad producida; y que los maquinistas veteranos ocu riables externas, frente al 37 ,5 por 100 explicado por las variables internas. La mayoría de
panan los puestos con t�sas de producción más fáciles de alcanzar, que son también los que la varianza explicada por las variables externas corresponde a la edad (20 por 100), debido
gozan de mayor pres!igio. A este respecto son pertinentes dos observaciones: en primer Ju a la elevada correlación entre edad y el logaritmo de la antigüedad (0,69 por 100). Puesto
ga�, el hecho de que una tasa sea fácil no significa que los trabajadores intenten elevar al que se trata de las dos únicas variables independientes cuyo coeficiente de correlación es
_ superior a 0,5, la multicolinealidad no constituye un problema. Merece la pena señalar que
ma�1mo la producción. Puede mantenerse, por ejemplo, que el hecho de que los operado
res mtenten «arr�glá�selas» en tr�b ajos «tirados» depende de factores externos. En segun esos resultados ponen también en tela de juicio la idea de que el comportamiento en el ta
do lugar, la� retnbu�10nes por umdad producida no constituyen en sí mismas una expresión ller puede entenderse en función del «nexo monetario». Si el dinero hubiera tenido unn in
de 1.as rel aciones sociales entre cronometradores, maquinistas y capataces. El hecho de que fluencia importante, cabría esperar que los trabaj adores con más familiares u su c11r1,10 1r11-
184 La relativa autonomía del proceso productivo El proceso productivo y la conciencia obrera 185
pecto es la indeterminación de los resultados de estrategias concretas. Es tes del exterior. A veces, cuando no había ofertas satisfactorias a juicio
posible que los trabajadores no consigan arreglárselas a pesar de haberlo de la dirección para ocupar los puestos de trabajo en las máquinas más
intentado. Precisamente porque el trabajo se configura como un juego, complejas, esas vacantes se cubrían con trabajadores contratados del ex
los niveles de producción presentan fluctuaciones aleatorias; los trabaja terior. En esos casos, la antigüedad no sería un índice adecuado para me
dores participan en el juego porque no controlan enteramente su resul dir el prestigio profesional. Un tercer problema que implica una falta de
tado. La incertidumbre es un elemento inherente al proceso productivo, correspondencia entre relaciones sociales y antigüedad es el relativo a la
en forma de un inspector demasiado meticuloso, de una pieza defectuo asignación de tasas difíciles de alcanzar a puestos que implicaban mayor
sa, de una broca sin filo, etc. Aunque las relaciones sociales en el ámbito prestigio, como sucedía en algunos tipos de tornos. Puesto que los pre
de la producción constituyen el factor más importante en la determina cios por unidad son en sí mismos un exponente de las relaciones sociales,
ción del nivel de rendimiento, esa determinación suele presentar un cier la falta de correspondencia entre antigüedad y precios unitarios satisfac
to grado de variabilidad, que no es ni Jo suficientemente grande para que torios contribuye a la presencia de una variación no explicada en la pri
el juego desaliente a los participantes ni tan pequeño que resulte aburri mera regresión. Pero otra fuente más de error puede radicar en la utili
do. Por ello, la capacidad predictiva de la regresión del porcentaje de ren zación de la experiencia como instrumento para medir las variaciones de
dimiento medio de una semana determinada en relación con las seis va-
25 Sólo uno de los coeficientes de regresión, el correspondiente al logaritmo de la an
bajaran más intensamente. La regresión no refleja ningún efecto independiente importante tigüedad, era significativo en el nivel 0,01; los demás, incluido el correspondiente a la ex•
del estado civil o de la edad sobre la producción. periencia, no eran significativos en el nivel 0,05.
El proceso productivo y la conciencia obrera 187
186 La relativa autonomía del proceso productivo
primarios y trabajadores con estudios superiores. En los Cuadros 3 y 4 he
las· relaciones en el ámbito de la producción «dentro del mismo puesto».
Es muy corriente que un trabajador haya tenido antes una experiencia establecido una comparación entre la influencia que el logaritmo de la a n
con una máquina concreta que no se reflejaría en nuestra medida de la tigüedad y el logaritmo de la experiencia tienen sobre el rendimiento en
experiencia, que sólo llega hasta 1975. Los factores que hemos citado son los distintos grupos. Aunque es difícil extraer conclusiones firmes de una
algunos de los que sería necesario introducir para que las relaciones so comparación entre ecuaciones de regresión con coeficiente� y té� minos
ciales explicaran la variación en más de un 37 por 100. constantes diferentes, es posible establecer algunas deducciones intere
santes. En primer lugar, si se exceptúa el grupo de trabajadores de m e
Cabe también que la heterogeneidad de la población de trabajadores nor grado de instrucción, la variación de rendimiento explicada no au
imponga límites claros a la proporción de la variación de rendimiento ex menta en las distintas subpoblaciones en las que se divide la población,
plicable en función de las relaciones en el ámbito de la producción. Has y en la subpoblación de los trabajadores de menor edad disminuye sen
ta ahora, he supuesto que los trabajadores responden a las relaciones so siblemente. En segundo lugar, con excepción de los trabajadores negros,
ciales en el taller mecánico independientemente de sus circunstancias per de los jóvenes y probablemente de los solteros, los coeficientes estan
sonales. Esa presunción constituye, de hecho, la presunción básica de la darizados que miden los efectos del logaritmo de la antigüedad y del lo
tercera hipótesis a la que hemos hecho referencia, según la cual cabe con garitmo de la experiencia sobre el rendimiento de las subpoblaciones son
siderar a los trabajadores como «soporte» o agentes de determinadas se similares a los correspondientes a toda la población. Ambos resultados in
ries de relaciones sociales. Esas relaciones sociales son anteriores a los in dican que la influencia mediadora de la heterogeneidad de la población,
dividuos que les sirven de «soporte» y cuya actuación se ajusta a la ra es decir de las diferentes situaciones personales de los trabajadores, es l i
cionalidad que se desprende de ellas. Los trabajadores cubren «puestos mitada 26.
vacíos» (tornero, enc�rgado del cuarto de herramientas, programador de
tareas, capataz, etc.) definidos por el proceso productivo. Las relaciones Sin duda, las excepciones suministran interesantes elementos de análi
en el ámbito de la producción dan lugar a una experiencia real indepen sis acerca de la causa de los efectos de mediación que se producen. Voy
diente de los individuos concretos que ocupan esos puestos y que deter a ocuparme de todas ellas. El grupo divergente más interesante es el for
minan sus actividades. El juego de arreglárselas tiene su origen en la o r mado por las personas nacidas después de 1946. En esa subpobl� ción, la .
ganización de esos lugares vacíos y es anterior al trabajador individual proporción de la variación del rendimiento imputa�le a las rela�10nes en
que se incorpora a él. Los resultados dependen de la capacidad adquirida el ámbito de la producción equivale a la mitad de dicha proporción en el
para el juego de arreglárselas y de las relaciones sociales que definen cada conjunto de la población, y los coeficientes de regresión indican que la
puesto concreto. Podría aducirse que la capacidad es algo determinado antigüedad no tiene una importancia mayor que la expe�iencia para l� de
,
por factores «externos» pero, a tenor de esa hipótesis, la capacidad se de terminación del rendimiento. Probablemente los trabajadores mas Jóve
sarrolla en el lugar de producción, a través de la experiencia y del adies nes aprenden de la experiencia, lo mismo que los de otros grupos, pero
tramiento en el empleo. tienden a experimentar en diversos puestos de trabajo en vez de intentar
ocupar enseguida aquéllos en los que las tasas son más fáciles de alcan
La cuarta hipótesis, por el contrario, concibe a los trabajadores como zar. Dicho de otra forma, esos trabajadores participan, lo mismo que
personas cuyas mentes son portadoras de una conciencia formada por di otros, en el juego de arreglárselas, pero no siempre tratan de oc�par los
versos procesos de «interiorización» o «socialización». La conciencia ad puestos que tienen asignadas las tasas más fáciles de alcanzar, sm� que
quirida en un entorno media los efectos que las relaciones tienen sobre intentan acumular conocimientos prácticos en una gama lo más amplia po
las actividades en otros entornos distintos. Las pautas de socialización ad sible de máquinas.
quiridas en la familia, en la escuela y en la comunidad se «activan» en el
trabajo y determinan la forma que adopta la respuesta de los trabajado Lo contrario puede decirse del grupo formado por los trabajadores
res a un sistema de trabajo a destajo, con independencia de que aquéllos con menor grado de instrucción. La variación del rendimiento es i�pu
participen en el juego de arreglárselas, en cualquier otro o en ninguno. table en casi el 50 por 100 a las relaciones en el ámbito de la producción.
Con el fin de analizar la influencia mediadora de la conciencia impor
26 Aunque algunas de las discrepancias entre los coeficientes resultan bastante impor
tada, he dividido a los 185 trabajadores en varias subpoblaciones: negros
tantes, ninguna de ellas es estadísticamente significativa, ni siquiera en el nivel 0,1.
y jóvenes; jóvenes y viejos; casados y solteros; trabajadores con estudios
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CUADRO 3. Regresión del rendimiento de los trabajadores de Allied en relación con el logaritmo de la antigüedad y el logaritmo de la
experiencia por grupos de raza y edad y en la población total
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3. (Continuación)
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CUADRO 4. Regresión del rendimiento de los trabajadores de Allied en relación con el logaritmo de la antigüedad y el logaritmo de la
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CUADRO 4. (Continuación)
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(2,59)
Población total 0,375
(N = 185) Log. experiencia .......... 12,37 0,25 0,13
(2,97)
Constante ................................................ . 49,50
(8,60)
• Los errores típicos se indican entre paréntesis.
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La relativa autonomía del proceso productivo El proceso productivo y la conciencia obrera
...
�" °'"' riencia es mayor con respecto a la variación explicada que en la de la an
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gros se dividen en dos grupos diferentes: los que han .permanecido en la
empresa un período relativamente largo y son «buenos» trabajadores, y
los que han accedido a ella hace menos y se enfrentan con mayor inten
sidad a la organización hegemónica del trabajo. Por ejemplo, la diferente
respuesta de los jóvenes negros y los jóvenes blancos al taller mecánico
se traducía en la hostilidad existente entre ambos grupos y se ponía de
manifiesto en la debilidad del nexo entre relaciones y rendimiento en todo
el grupo de jóvenes trabajadores.
De esos resultados se desprende claramente que el proceso producti
vo no es autónomo respecto de la transformación de relaciones en acti
vidades. La conciencia formada en actividades externas a la fábrica afec
ta, aunque dentro de estrechos límites, a la forma que adopta la respues
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ta de los trabajadores a las relaciones en el ámbito de la producción. Sin
embargo cabe que a pesar de no ser autónomo, el proceso productivo sea
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demasiado pequeño, las posiciones de sus miembros en el proceso pro
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ductivo demasiado similares y mis instrumentos de medida demasiado
poco refinados para que sea posible dar una respuesta convincente a esa
pregunta. Debido al tamaño de las subpoblaciones, la división de la po
blación en función de la posición en el proceso productivo (medida por
la antigüedad) no resultaba demasiado útil. En consecuencia, he dividido
la población en trabajadores con más de tres años de antigüedad y tra
bajadores con tres años o menos de antigüedad y he analizado después
la contribución de los factores externos al rendimiento verificando el lo
garitmo de la experiencia. Los resultados obtenidos se resumen en el Cua
dro 5. Esos resultados indican, que, dentro de los estrechos límites de
7
El proceso productivo y la conciencia obrera 195
CONCLUSION
duce esa experiencia común de dominación y disciplina. Véanse, por ejemplo, Max Hork
heimer y Theodor Adorno, The Dialectic of Enlightenment, Nueva York, Seabury Press,
1972 y Michel Foucault, Discipline and Punish, Nueva York, Pantheon, 1977. Especialmen
cir que sus efectos están determinados por el propio proceso productivo.
mediante el estilo patentemente meritocrático con el que recompensa y estimula a los alumnos.. .
dinámica.
produzca en la conciencia de sus participantes. El sistema de educación es uno de los mecanis
mos ele reproducción mediante los que el grupo dominante pretende alcanzar su objetivo...
El sistema de educación reproduce la división social capitalista del trabajo, en parte mediante
Sin embargo, sería equivocado inferir que lo que sucede a los traba
una correspondencia entre sus propias relaciones sociales internas y las del centro de trabajo
en una comparación entre las respuestas de los trabajadores de una so parecer natural e inevitable) diversas teorías pueden convertirse en una
ciedad capitalista y las de los trabajadores de la época precapitalista. fuerza eficaz, es decir, en ideologías. Las enseñanzas de la escuela, los
Abordaré ese aspecto en el Anexo, en el que se indica que aunque la or mensajes de los medios de comunicación social y las experiencias de la
ganización del trabajo puede variar en distintos contextos sociales, polí vida familiar pueden cobrar entonces una importancia decisiva para la ar
ticos y económicos, el comportamiento de los trabajadores se adecúa a ticulación de la voluntad colectiva y la configuración de la respuesta de
la organización del proceso productivo y es en gran medida independien los trabajadores al capitalismo.
te de la presencia en ellos de una conciencia precapitalista.
Cuanto más se disocian las experiencias de los trabajadores al mar
gen del trabajo de sus respuestas en él, más forzados nos vemos a soste
ner que existen características humanas uniformes, es decir, más nos ve
mos forzados a esbozar una teoría de la naturaleza humana. He hecho
ya varias afirmaciones acerca de la forma en la que los trabajadores sue
len adaptarse a las exigencias del trabajo capitalista mediante la creación
de juegos, del «instinto>> de control y de otros aspectos. ¿Se trata de ca
tegorías universales humanas? En último término, ningún marxista pue
de dejar de formular una teoría de la naturaleza humana, de lo que Marx
llamaba la esencia d� la especie, es decir de las posibilidades inherentes
a la especie humana. Esa teoría es imprescindible para comprender la na
turaleza de una sociedad emancipada y la posibilidad de que llegue a con
vertirse en realidad.
Hay además una segunda razón por la que lo que sucede fuera del tra
bajo puede revestir una importancia fundamental para lo que sucede en
el taller. Aqnque es posible que en períodos normales, las variaciones en
cuanto a la forma y al fondo del sistema de enseñanza, la familia y los
medios de comunicación social no afecten a la subordinación de los tra
bajadores al proceso productivo, en épocas de crisis (cuando se pone tem-
pero en una forma estructuralmente análoga, en todas las esferas» (pág. 148). Aunque la
tesis de Bowles y Gintis sobre la correspondencia entre relaciones de trabajo y sistema de
enseñanza anticiparía los resultados del presente capítulo, probablemente atribuiría mayor
importancia a la contribución del sistema de educación a la obtención de trabajadores ca
paces y dispuestos y restringiría en mayor medida la gama de sistemas educativos compati
bles con las relaciones capitalistas. Al mismo tiempo, es evidente que yo no niego la im
portancia de la educación y de la familia en la asignación de las personas a los puestos que
ocupan en la estructura de clase y en el aprendizaje de conocimientos básicos, como la al
fabetización y las nociones matemáticas elementales. Sin embargo, incluso en ese plano,
como indican mis estudios sobre la industria del cobre en Zambia, cuando los trabajadores
y supervisores proceden de distintos ámbitos lingüísticos se crea en el punto de producción
un lenguaje característico del trabajo. Por último, como sostendré en el Capítulo 12, los pro
cesos productivos varían en cuanto íl su independencia respecto de la conciencia importada
y de los cambios externos. Esos factores pueden ser más importantes en el sector compe
titivo de la economía, en el que el proceso productivo está menos protegido por el compli
cado mecanismo de los mercados internos de trabajo y de la organización política interna.
PARTE V
LOS FACTORES DEL CAMBIO
..
..
LAS LUCHAS ECONOMICAS
quier operación, puede establecerse asimismo una «curva de esfuerzo» del 100 %
que indica el rendimiento del capital o de la mano de obra (medido en Producción del 140 %
(
del 100 %
zo (véase el Gráfico 2). «Arreglárselas» estriba en conseguir una eleva
l
del 100 %
nometradores que actuaban como fiscalizadores de la eficiencia y eran el
símbolo de la administración científica de empresas. Podía encontrárse
les, cronómetro e_n mano, deambulando continuamente por el taller, cro
nometrand_o los tiempo� en busca de «precios favorables» que ofrecieran
a los trabaJadores trabaJos «tirados». Solamente una vigilancia constante
por parte de estos últimos hacía posible mantenerles a raya.
Si los tra?ajadores no sentían n_inguna simpatía por los «peces gordos». quo
Retribución
A B era� el s1mbolo de «m�s trabaJO>>, los cronometradores eran a sus ojos si
nónimo d� «más �rabaJO por menos dinero». La hostilidad de los trnh11ju
GRAFtco l. Curva de retribución del esfuerzo. dores hacia los miembros de la alta dirección estaba utenuuda poi' 1111 ,·11·1-
204 Los factores del cambio Las luchas en la fábrica 205
to sentido del humor; las relaciones con los cronometradores eran absolu El «clima socíal>> del taller era abiertamente hostil a los «destructores de
tamente «agrias>) 1 . cupos»; o bien se cortaba de raíz su aparicíón o se les impedía desarrollar
se; durante los once meses, sólo pude observar algunos casos aislados poco
Los cronometradores eran los agentes del «aumento de la producción importantes de superación de los cupos. Esos casos se produjeron en cir
sin aumento de sueldo», que intentaban continuamente reducir los pre cunstancias especiales, y quienes intervinieron en ellos no eran «habitua
cios asignados a las tareas. Se pensaba incluso que percibían una comi les>) 5 •
sión o prima sobre el dinero que ahorraban a la empresa con su trabajo.
No era así, como comprobó Roy más tarde, pero es significativo que mu Efectivamente, Roy sólo cita tres ejemplos aislados y poco importan
chos trabajadores lo creyeran. ¿De qué otra forma podían explicarse, si tes al respecto.
no, sus repetidos intentos de que los trabajadores vendieran a menor pre Pero, si no había trabajadores cuyo comportamiento laboral diera lu
cio su trabajo? 2 • Las tácticas de los cronometradores despertaban una gar a una intensificación de los ritmos ¿qué ocurría con la reducción de
oposición radical. los precios? El departamento de métodos podía reducir «lícitamente» los
precios de las tareas mediante la introducción de pequeñas modificacio
Se me advirtió además de que «estuviera pendiente» de los cronometrado
res, porque éstos no se atenían únicamente a los <<datos» de los registros, nes.
sino que llevaban a cabo una labor de «detectives>) sobre el terreno para des
cubrir trabajos «tirados». Queda entendido y acordado que la empresa puede modificar en cualquier
momento las tasas de producción asignadas a los trabajos por razón de me
«Tienes que estar pendiente de los cronometradores. Cuando veas alguien joras mecánicas, modificación de las especificaciones o cambios técnicos 6.
cerca con un cronómetro, ten cuidado. Disminuye el ritmo del trabajo y no
te esfuerces». En consecuencia, si la dirección quería modificar un precio, podía ha
Stella, una competente maquinista de la máquina fresadora, describía al cerlo sin dificultad. En los once meses de la estancia de Roy en Geer, no
gunas de las argucias de la «labor detectivesca» de los sabuesos del estudio se produjo ningún caso de reducción de los precios, aunque aquél oyó ha
de tiempos. blar de algunos. Su compañero del turno de día, Joe Mucha, había asisti
«El otro día sorprendí a Eddie cronometrándome de espaldas. Escuchaba do a dos reducciones de precios y a su intento infructuoso de reducción.
el sonido de la máquina para comprobar cuándo yo acababa una pieza. Lue El propio Roy da cuenta de otros cuatro casos, pero no está claro que
go vino hacia mí y miró la ficha, como yo esperaba. Eddie pasa, averigua hubiera tenido noticias de otros. Generalmente, el departamento de mé
el número de trabajo, lo retiene de memoria y lo apunta después. De ese todos recurría al sistema de anular el precio de una operación e incluirla
modo cronometra las tareas. Parece que no está observando, pero está es entre las sometidas a «valoración de tiempos,>, lo que era indicio inequí
cuchando la máquina» 3• voco de la asignación de un nuevo precio. «Siempre que se anulaba un
precio, el trabajador tenía razones para suponer que estaba en marcha
Las consecuencias de la presencia continua del departamento de mé una reducción» 7 .
todos no son difíciles de imaginar» 4• Los trabajadores tenían buen cui
dado de no superar su cupo en presencia de los cronometradores. Quien La propia operación de valoración de tiempos constituía un juego sin
rompía esa regla se veía sometido a una enorme presión social. Maqui reglas definidas:
nistas, programadores de tareas, capataces y otros trabajadores estaban
siempre en guardia para evitar que los trabajadores superaran su cupo, La valoración de tiempos constituía para los trabajadores un «juego,>, una
«lucha de ingenio», en los que no se ponían de manifiesto precisamente las
de modo fortuito o deliberadamente. rigurosas reglas de «juego limpio» del cricket. El objetivo era conseguir un
«buen precio)>, y el fin justificaba cualquier medio eficaz al respecto 8.
1 Donald Roy, «Restriction of Output in a Piecework Machine Shop», tesis doctoral,
Universidad de Chicago, 1952, pág. 238.
2 lbid., págs. 252-253. 5 Roy, «Restriction of Output», pág. 113.
3 Ibid. págs. 239-240. 6 Convenio de Geer Company, 1945,. Artículo IX, párrafo 4.
4 Los cronometradores trabajaban sólo de 8 de la mañana a 5 de la tarde. Como Roy 7 Roy, ,,Restriction of Output», pág. 114.
trabajaba en el segundo turno, sólo coincidía con ellos hora y media aproximadamente. 8 Ibid., pág. 242.
identificados con ellos» 1° Como han señalado frecuentemente los auto
Las luchas en la fábrica 207
movimientos innecesarios y haciendo funcionar las máquinas a menor ve res, los capataces son mandos intermedios y ocupan una posición ambi
locidad; pero, lógicamente, los cronometradores estaban acostumbrados gua, lo que les lleva a apoyar a diversas partes de los conflictos laborales
a esas y a otras tácticas, y, por tanto, no se podía confiar demasiado en en distintas situaciones.
ellas para obtener un «precio favorable», como Roy pudo comprobar por Prescindiendo de los capataces, la influencia generalizada de los cro
sí mismo. Roy nos relata cómo se cronometraron tres nuevos trabajos nometradores y el temor constante a las reducciones de los precios con
que tenía que realizar, y confiesa que no tenía experiencia en el arte de tribuían a generar solidaridad entre los trabajadores. La lucha con la di
«engañar al cronometrador» y en ninguno de los tres casos consiguió una rección tendía a contrarrestar las características del conflicto que acom
victoria clara. Esta lucha aglutina solidariamente a los trabajadores fren paña al juego de arreglárselas, es decir, la tendencia a la difusión de la
te al departamento de métodos. Cada trabajador da consejos a los demás presión jerárquica en antagonismos y competencia entre los propios tra
sobre la mejor forma de engañar a los cronometradores. Una vez que se bajadores. La hostilidad frente al compañero del turno de día, frente a
ha llevado a cabo la valoración de tiempos y se está a la espera de la asig los inspectores y frente a otros trabajadores, estaba atenuada por la pre
nación del precio, tiene lugar una especie de autopsia en la que otros ma sencia continua de un interés común contrapuesto al de la dirección, re
quinistas, inspectores, ajustadores, etc., dan consejos para futuros casos. presentada por el departamento de métodos.
Los propios capataces tienen interés en que los maquinistas consigan un
precio favorable, como hemos expuesto ya, y a veces intervienen en fa
vor del trabajador. LA INGENIERIA INDUSTRIAL EN 1975
tienen que hacerlo, pero en esas ocasiones empiezan por intentar obte
intentaron que hiciera funcionar la máquina a una velocidad de 610 y un
De otra parte, los trabajadores estaban constantemente en guardia bajos una tasa permanente (en sustitución de la que le había sido asigna
frente a los capataces u otros cuadros medios que pudieran estar en con da provisionalmente). Ese trabajo concreto se nos encomendó una media
nivencia con el departamento de métodos. «Aunque nunca se acusó a los docena de veces mientras estuve en el taller, pero Bill nunca consiguió
capataces del segundo turno del más grave de los delitos, el de colaborar que se cronometrara. En realidad, ni a Bill ni a mí se nos cronometró nin
con el departamento de métodos, ni nunca se les aplicó el calificativo de gún trabajo de los que realizábamos en nuestras máquinas en los diez me
«hombres de la empresa», los maquinistas nunca se sintieron totalmente ses que estuve en la división de motores.
siendo un rasgo destacado de la cultura del taller, y, por ende, la base desde el punto de vista de la capacitación, la cantidad de piezas defec
de la persistencia de la aplicación de «restricciones cuantitativas». Ese te tuosas producidas y el funcionamiento eficaz de la máquina. Para mane
mor está justificado, pero, como señalaremos más adelante, los aumen jar las máquinas más sencillas del taller, como la taladradora rápida, en
tos de tasas no son frut� de la decisión de cronometradores ávidos que las que empiezan a trabajar los trabajadores con menos experiencia, se
mero.dean por el taller, smo que responden a pautas previsibles. Durante requiere poco adiestramiento: las tasas asignadas a las operaciones efec
los diez mese� que estuve en el departamento de piezas pequeñas, hubo tuadas en esas máquinas son difíciles de alcanzar, y, por consiguiente, la
tres casos de mcremento de las tasas de los que tuviera noticia. En todos movilidad es alta, pero ese hecho no entraña grandes costes. Los traba
ellos, el au�ento afectó a varios trabajos efectuados en la misma máqui jadores que consiguen ocupar puestos de trabajo en las máquinas más
na. En el pnmero, tras un aumento drástico, las tasas se volvieron a re complejas tienden a permanecer en ellos. En consecuencia, si se aumen
ducir al nivel anterior algunas semanas más tarde, por razones que nunca tan las tasas asignadas a las operaciones efectuadas en un torno automá
se aclararon. tico, el puesto pierde atractivo y los capataces se ven enfrentados con un
problema de estabilidad. Sin embargo, el depa1ta1..� ..to de métodos, cu
El segundo caso de aumento de las tasas afectó a un torno automáti yas actividades se evalúan en función de los dólares economizados me
co. Uno de los maquinis�as, Ed, presentó una serie de «sugerencias» para diante la «revisión de métodos» y la «valoración de tiempos» se apresuró
aumentar vanas _ tasas asignadas a trabajos efectuados en su máquina, he
a poner en práctica las sugerencias de Ed.
cho poco frecuente pero no sin precedentes. De hecho, no era la primera
vez que .Ed obraba de ese modo. Si las sugerencias son viables, y, en con El tercer caso suscitó una oposición más enérgica. El aumento de las
secuencia, generan un ahorro a la empresa, el trabajador recibe una pri tasas afectaba a una de las últimas operaciones del proceso de la produc
n:1ª· Natu�almente, es sólo el trabajador que hace la sugerencia quien re ción de engranajes: el desbarbado de los dientes. La operación requería
cibe la pnma, no los demás trabajadores que manejan la máquina de que una cierta experiencia en el ajuste de la máquina, y los dos maquinistas
se trate. D_na vez q_ue se ha dado un paso de esa índole, poco puede ha que intervenían en ella eran trabajadores veteranos. Art había trabajado
cer cualq�1�r trabaJador para persuadir a la dirección de que las nuevas más de veinte años en la empresa y estaba en el turno de día, en tanto
tasas son m1ustas. No es sorprendente que el trabajador que hace la su que Bruce contaba con once años de servicio y trabajaba en el turno de
gerencia despierte sentimientos intesos de hostilidad, y que se vea casi to noche. Art había estado consiguiendo el último año tasas de producción
ta�mente condenado al ostracismo en el taller, por cuanto su comporta del 150 por 100, y la empresa acabó por intervenir. Para aumentar una
miento no sólo provoca la furia de los trabajadores inmediatamente afec tasa establecida, el departamento de métodos tiene que introducir una
tados, sino que le enfrenta directamente con toda la comunidad. A Ed, modificación técnica. Se decidió el reducir el número de «pasadas» de má
qu � era un trabajador veterano, con más de treinta años de trabajo en quina sobre el diente. Como eran maquinistas experimentados y los en
Alhed y Geer, no parecía preocuparle la hostilidad que despertaba. Su granajes son las piezas más importantes del motor (son imprescindibles
compañero del turno de noche sólo pudo demostrar esa hostilidad solici para comenzar el montaje), Art y Bruce estaban en una posición relati
tando _ un t�aslado de pue�to. Pero, dado el elevado nivel de desempleo, vamente fuerte para oponerse al cambio . Adoptaron una doble estrate
a la dirección no le fue difícil encontrar un sustituto calificado. Los fun gia. En primer lugar solicitaron ambos ocupar otro puesto en una de las
cionarios del sindicato se mantuvieron a la expectativa. Dijeron que no rascadoras automáticas; en segundo lugar, iniciaron una «huelga de celo».
Durante dos semanas, miembros de la dirección permanecieron junto a
Pº?ía� hacer. nad� para resolver la situación, pero un delegado sindical
msmuo que s1 hubiera estado trabajando en esa máquina, Ed se hubiera las máquinas, para supervisar la calidad de los engranajes que salían de
acordado de él. la máquina, con el fin de vigilar de cerca la modificación técnica, y segu
ramente de disuadir a Art y Bruce de llevar a cabo su huelga de celo. La
Los capataces también se sintieron molestos por la iniciativa de Ed, lucha persistió con otras formas de denegación del trabajo, como el ab
por cuanto ésta trastornaba la política de asignación de tasas «fáciles de sentismo y las bajas, lo que dio lugar a las consecuencias previstas: los
alcanzar» a los trabajos que requerían mayor calificación. Como he se engranajes tardaban demasiado en salir de la lfnea de producción. Por úl
ñ'.11ª?º en un apartado anterior, esa política es necesaria, ya que las tasas timo se llegó a un compromiso: si los maquinistas hacían todo lo posible
d1fíctles provocan una gran movilidad entre puestos de trabajo; y, cuan- por liquidar el trabajo atrasado, la dirección sólo aumentaría las tasas res-
210 Los factores del cambio Las luchas en la fábrica
la dirección se li_mita
21l
pecto de los engranajes pequeños. Algunas semanas después, Bruce dejó dores que aquélla simboliza. En la medida en qu�
jos en los qu�, se ha su
su puesto para ocupar otro en una de las roscadoras automáticas. Art si a aumentar únicamente las tasas de aquellos traba .
su mterv:?cion, en 1�:
guió trabajando en él en el primer turno , y otro maquinista sustituyó a perado continuamente e� techo d�l 140 por 100,
la adhes1on a su donn
Bruce en el turno de noche. Durante todo el tiempo que duró la lucha gar de generar una oposición cohesionada, refuerza
con la dirección hubo una hostilidad entre Art y B ruce motivada por su nación.
diferente relación con el sindicato (Bruce era delegado sindical, y Art ha tal de un conflicto
bía sido el anterior presidente de la sección local) y por el resentimiento En 1945, los cronometradores eran objeto fundamen . a las reglas
r la adhesión
de Bruce debido al hecho de que Art hubiera estado trabajando a una entre trabajadores y empresa. En vez de genera
, el cr nometrado , al desencadenar u�a lucha
tasa superior a la aceptada. Esa hostilidad dificultó su lucha contra los del juego de arreglárselas
la 1:iicha económica ame
cambios. Los trabajadores del taller estaban por lo general de parte de económica las socavaba. Dicho de otra form a,
r
r, en luchas, en .torno
o
Bruce, que era un buen trabajador, en tanto que el hecho de que Art hu- nazaba co� desembocar en luchas políticas, es dec� en .el ambito de
iones
. biera trabajado a una tasa superior a la aceptada aumentaba la impopula a las reglas del juego de arreglárselas y a las relac cas provo�a
chas ec nómi
ridad que había adquirido en su actuación como presidente del sindicato. la producción. Por el contrario, en 1975, las lu f ecue ntes, smo
eran me s
das por los ingenieros industriales no sól� ��
o
quinistas resultaron derrotados en su lucha con la dirección. Como pone de lu.chas de carácter político.
r
11 Frederich Winslow Taylor, Scientific Managemenet, Nueva York, Harper & Bros, 12 Donald Roy, «Efficiency and the Fix: Informal Intergroup Relations i11 11 l'icccwork
1947, págs. 79-85. Machine Shop», American Jo11rnal of Sociology, 60, 1954, 255-266.
213
laboración del capataz que «arreglaba», por ejemplo, las fichas de horas
212
de trabajo o del inspector, que cambiaba el momento en el que se pro no llevaran las piezas a las máquinas salvo y hasta que �e. les pre�entara
cedía a un nuevo ajuste, y así sucesivamente. una orden de trabajo. Eso significaba que antes de recibir_ maten�}� l_os
trabajadores tenían que fichar la terminación ?e un trabaJO Y _l� i�1cia
Entre marzo y mayo de 1945 se promulgaron una serie de normas de ción de otro. Los programadores de tareas deJaron de t�ansm1t1r 10for
la alta dirección encaminadas a restablecer y reforzar las relaciones «ofi mación acerca de trabajos posteriores. A Johnny, el a1ustad�r, se le
ciales» en el ámbito de la producción en Geer 1 3• La primera de ellas afec echó con cajas destempladas de la oficina de control cuando trato de �ve
taba a los trabajadores del cuarto de herramientas , que no podían ya en riguar cuál era el próximo trabajo que tenía que e�ectuar R�y. Los ms
tregar los accesorios a menos que los maquinistas les presentaran una tar pectores tuvieron que atenerse a un «siste� a de et�quetas ro1as»_ conf�r
jeta amarilla, que acreditaba que éstos habían registrado ya en su ficha me al cual se fijaba una etiqueta en cualquier máquma que produ� era pie
la terminación del trabajo anterior. La norma suponía más trabajo para zas defectuosas, y había que verificar las �iezas cada_ h��a Y cons1g� ar los
los encargados del cuarto de herramientas, por cuanto no se permitía ya resultados de las verificaciones en una hoja de trabaJO . Pero el sistema
a los trabajadores que recogieran ellos mismos los accesorios y los devol entrañaba una carga exces iva de trabajo para los inspectores.
vieran al finalizar el turno. Sin embargo, seguía siendo posible que los
ajustadores entraran en el cuarto para retirar los accesorios necesarios
para el próximo trabajo. En consecuencia, la siguiente medida fue más
Sam estuvo muy ocupado efectuando verifi_caci?nes esta t��de, Y esta� a
tración tanto entre los maquinistas, como entre los encargados del cuarto
«Tenías que haber venido un poco antes para tu primera verificación» le
as por el
Además, los inspectores tenían que contar las piezas acabad
a en el pro
maquinista al final del turno, y �us posibil!dades_ de colabo� �ones a los
Al dejar el taller, observé a Gil [capataz] que hablaba con Walt [encarga
do del cuarto de herramientas] por la ventanilla del cuarto. Gil parecía muy
un penod� de
do» 1s_ Todos esos cambios se introdujeron a lo largo de
le dije a Walt: «parece que estás en un apuro».
que se volviera
dos meses , pero sólo pasaron algunas semanas antes de
Observé que su cabello estaba desordenado , "1.,e parecía bastante altera
Hanks , acostumbrado sin duda al establecimiento de «nuevas normas» figuraba la fecha, la operación y el número del m�pector, se fiJaba � la
predijo que ésta no duraría una semana 15. En un nuevo intento de re- primera pieza a la que el inspect? r había d�do el visto bue�o. Suponien
do que los maquinistas no cambiaran la etiqueta d� una pieza a otra, la
_
responsabilidad de la producción de chatarra P?dia imputarse exa_ctamen
te a un inspector o maquinista concretos. Se mt:odujeron �amb1én nue
13 Roy no da ninguna explicación de la introducción de las nuevas normas. Lo más pa
ducidas. Los capataces deb1�an cuidar de que Según la interpretación de Roy, el proceso pone de manifiesto qu� en
los maquinistas rellenaran determinadas circunstancias la eficiencia sólo puede mantenerse median
adecu�damente las fichas. Se adoptaron amb
� ié� medidas drásticas para te cauces informales, que aquella no es una prerrogativa de la dirección
q�e. los capataces no entregaran «dobles tarJetas roJas»
m1tl�ran que _los !rabajadores dedicaran dem con facilidad, ni per y que el grupo informal de trabajo no necesariamente obstruye, sino que
asiadas horas, percibiendo puede favorecer el logro de los objetivos empresariales. R�� hace una �rí
la m1�ma retnbuc_1ón que los ajustadores, a
, instruir en el manejo de las tica contundente de los experimentos de Hawthorne y rectifica sustancial
maquin as a trabajadores nuevos en ellas. Se
_ ordenó al personal de pro mente a aquellos autores para los que el grupo informal de trabajo re
gr��ac1ón de tareas que guardara las ficha
s de producción y ajuste en la presenta sólo perjuicios y obstruccionismo desde .el pu�to de vista de la
oficina de control y que éstas no salieran
al talle
cayó c�mo una bomba en 1975 fue la que veda r. Pero la medida que empresa. Pero, si las normas ponen trabas a la prod?cción, �orno paree�
ba el acceso al cuarto de desprenderse de las observaciones de Roy y de l_as mias pr�pias, ¿p�r que
herram1�n�as a t�dos salvo al capataz jefe
. y a los encargados del cuarto. insiste la dirección en imponerlas? Roy no da mnguna razon. Aduc1r que
La proh1b1c1ón hizo estragos en el segundo
turno, en el que sólo había la dirección no entiende las exigencias de la eficiencia o ignora lo que
un_ encargado del c�arto de herramientas.
Por ejemplo, una de las má ocurre en el taller equivale a cometer el mismo error que cometió Elton
quinas que yo maneJaba frecuentemente era
_ una mandrinadora. Un ém Mayo cuando achacó a los trabajado�es �l desco�o�im_ient� �e l,f eficien
bolo acc1onab_a horizontalmente a través de
la corona interior de una po cia empresarial. Entonces, ¿qué nos md1ca esa dmam1ca cichca.
lea ? engran�Je una larga barra de acero de
filo
hac1� u_n aguJero de tamaño determinado. La dentado, el punzón, que En primer lugar, la dinámica se inscribe en las relaciones en el ámbi
parte más difícil del ajuste
C?,11s1stia en encontrar el punzón adecuado para llevar a cabo to de la producción, es decir, en la coexistencia de una autonomía de los
c1on. Los punzones_ s gu rdaban en el cuar la opera trabajadores respecto de sus máquinas con su dependenc�a re�pecto del
� � to de herramientas, pero el
encargado apenas d1stmgma unos de otros, personal auxiliar. La especialización por de�ar!ament?s 1mpl_1c� qu� el
y yo siempre tenía que entrar
en el cuarto para buscarlos. Cuando se proh personal auxiliar está subordinado a su propia J�rarq.�ia admm1strat_1va,
ibió la entrada a todos se d e
senca?enó una crisis en todas las operacio que responde a intereses distintos de los de la direcc1on de . producción.
nes que se efectuaban �on esa
máqu!na. Tuve que obtener na autorizac Por ejemplo, durante los últimos días de mi estancia en Alhed pude ad
� ión para entrar y buscar to que
necesitaba. T�dos �sos cambios resultaron tan poco viables en 1975 como vertir que la dirección de «control de materiales» restringía la distribu
en 1945 y la s1tuac1ón no tardó mucho en ción de materiales a los departamentos de producción. Hasta entonces,
normalizarse.
los capataces podían disponer a veces de una cantidad de materiales el
doble o el triple de la consignada en el pedido del taller. De esa forma
LAS FUENTES DE LA LUCHA POLITICA se evitaban los elevados costes derivados de frecuentes ajustes, y los ma
quinistas recibían una gran cantidad de mate�ial�s p��a llevar a c�bo sus
trabajos. A partir de un momento dado, la d1stnbuc1on de matenales_ se
Las medidas drásticas de 1945 y 1975 no eran un fenómeno aislado 0 limitó a las cantidades consignadas en el pedido del taller. Esa medida
poc? fre�uente. Formaban parte, según mis informantes y los de Roy, de formaba parte de una intervención destinada a reducir el volumen de exis
la dmám1ca del taller y se repetían periódicamente. Hanks sabía que las tencias pero el aumento de los costes de producción neutralizó las eco
nuevas normas ,no durarían demasiado, lo mismo que Bill, mi compañero nomías' generadas por ese concepto. Además, la nueva medida foment?
del tu�no de d1_a ; en palabras de este último «siempre están inventando el conflicto entre maquinistas y capataces, de un lado, y entre los ma9m
tontenas parecidas». El control jerárquico generaba tensiones entre los nistas y los distribuidores de las piezas, de otro. Otro foco de conflicto
grupos pero a su vez esas t�nsio�es abr�an camino a la cooperación, en es la dirección de control de la calidad, que mantiene una pugna cons
1� medida en que se prod�cian ahanzas mformales para eludir la aplica tante con la dirección de producción. Con frecuencia, lo primero que hace
, . ,
c1on de las n�rmas de la d1_recc1ón. Mas tarde o más temprano, ese pro
'.
zas que apenas cumplen las normas aceptables y a los encargados del cuar
nada a una determinada operación, uno de los gerentes entró en la oficina y me reprendió.
Me echó un sermón diciéndome que los trabajadores no debían entrar en la oficina, a pesar
to de herramientas, lo que puede provocar una desorganización del tra de que se trataba de una práctica habitual en el segundo turno, plenamente admitida por
bajo si los maquinistas entran en el cuarto para recoger ellos mismos los la dirección del taller. Después de ese episodio, el programador me sugirió que en el futuro
accesorios o los guardan junto a sus máquinas, en tanto que otros no pue esperara hasta las siete para mirar los libros. A esa hora se suponía que todos los miembros
den encontrarlos. La presión sobre los programadores de tareas puede re- de la dirección se habían marchado a casa.
Los factores del cambio
En la vida diaria del taller, los trabajadores no están organizados como Geer y Allied son fruto de los efectos combinados de la lucha de clases
clase. Por esta razón no me he referido a las luchas en el taller como lu y de la competencia capitalista, cuya forma está a su vez determinada por
chas de clase, sino que he distinguido hasta ahora las diferentes luchas causas más amplias de las que me ocuparé más brevemente en el último
en función de su objeto. Por otra parte, luchas de clase son aquellas que capítulo. Pero antes analizaré una hipótesis ligeramente distinta - implí
entrañan luchas entre clases. Son luchas que presuponen y configuran a cita en gran número de obras, marxistas y no marxistas, sobre la organi
la vez la organización de trabajadores y de capitalistas en grupos auto zación del trabajo- según lo cual los cambios en el proceso productivo
conscientes con intereses comunes. En el presente capítulo intentaré mos- · son parte de una tendencia inherente a la racionalización, impuls�da por
trar la forma en que la lucha de clases entre los representantes organiza la previsión de la administración de las empresas, fruto de estrategias em
dos del capital y del trabajo -es decir, entre los miembros de la direc presariales deliberadas, fomentada para anticiparse a los efectos de la
ción y del sindicato- contribuyó a los cambios en el proceso productivo competencia y de la lucha, o simplemente fruto del intento de lograr la
en Geer y en Allied. En la medida en que la dirección y el sindicato lu máxima eficiencia posible.
chan para modificar o mantener la distribución de la retribución econó
mica (lucha de clases económica) y las relaciones en el ámbito de la pro CAMBIOS INDUCIDOS POR LA DIRECCION
ducción (lucha de clases política), son representantes organizados de sus
clases respectivas 2 . El hecho de que en esas luchas se acepte el orden ca Puesto que los cambios que se produjeron entre 1945 y 1975 en la di
pitalista como algo dado, natural e inevitable, de que no sean luchas ideo visión de motores Geer/Allied contribuyeron todos ellos a consolidar una
lógicas e incluso de que rara vez sean luchas políticas, no significa que organización hegemónica del trabajo, la hipótesis que se infiere obvia
no sean luchas de clase. mente es la de que la dirección planeó esos cambios teniendo presente
ese objetivo. Conforme a esa teoría de las «concesiones», la dirección em
El segundo facto'r del cambio es la competencia capitalista. Al exa prende cambios y distribuye beneficios para anticiparse a futuros conflic
minar las repercusiones de la recesión en el proceso productivo, se han tos y preservar la armonía laboral. Es decir, la dirección introduce cam
analizado las relaciones entre los capitalistas desde el punto de vista de bios, no a consecuencia de la lucha, sino anticipándose a ésta y en un in
su interdependencia. Cada empresa depende de otros capitalistas, en la tento de conseguir el consentimiento activo de los trabajadores. Ha ha
medida en que les suministra sus instrumentos de producción y sus ma bido en efecto períodos en la historia de los Estados Unidos en los que
terias primas y adquiere sus productos. Las relaciones de interdependen un sector «progresista» de la clase dominante ha ejercido gran influencia
cia son condiciones de la materialización del beneficio, en tanto que la y ha conseguido introducir concesiones limitadas de esa naturaleza 3 . Sin
tasa de beneficio está determinada por las relaciones de competencia en embargo, hay abundantes indicios de que la dirección de Geer y de Allied
tre los capitalistas. La batalla de la competencia afecta a los insumos hu no puede calificarse de «progresista» en �se sentido. Muchos de los cam
manos y materiales al proceso productivo, a la propia organización del bios que se han producido han sido consecuencia de luchas entre el sin
trabajo o a los puntos de salida de los productos. Dicho de otra formá, dicato y la dirección, y aquéllos que no lo han sido, como pondré de ma
desde el punto de vista del valor de uso de las mercancías hay entre los nifiesto más adelante, han sido fruto de cambios en la posición de la di
capitalistas una relación de interdependencia, en tanto que desde el pun visión de motores en relación con la competencia, o de la competencia
to de vista de su valor de cambio hay entre ellos una relación de compe entre distintas instancias de la dirección.
tencia. Entre 1945 y 1975 la estructura competitiva de la división de mo
tores experimentó una transformación radical, con las consecuencias que La teoría de las concesiones prevé que, aun en períodos en los que la
examinaré más adelante. lucha se atenúe temporalmente, seguirán produciéndose cambios en la o r
ganización. Uno d e esos períodos fue el d e la Segunda Guerra Mundial.
Así pues, en el presente capítulo sostengo que los cambios experi
mentados durante los últimos treinta años en el proceso productivo en 3 Varios autores mantienen que ese proceso estuvo asociado a la Federación Cívica Na
cional durante la década progresista, y sentó las bases del «capitalismo del bienestar» de
2 Hay, en realidad, dos clases de luchas políticas de clase, las que tienen por objeto los años veinte. Veánse William Appleman Williams, The Contours of American History,
l�s relaciones en el ámbito de producción y las que se refieren a las relaciones de produc Cleveland, World Publishing Co., 1961; James Weinstein, The Corporate Ideal in the Libe
ción. En el plano de la empresa, estas últimas tienden a fundirse con las luchas ideológicas, ral State /900-1918, Boston, Beacon Press, 1968; Gabriel Kolko, The Triumph of Conser
en tanto que en el plano general de la economía, versan sobre las diversas formas de in vatism, Nueva York, Free Press, 1963; Stephen Scheinberg, «The Development of Corpo
tervención estatal. ration Labor Policy, 1900-1940», tesis doctoral, Universidad de Winsconsin, 1966.
Pero si examinamos los convenios firmados por el sindicato y la direc
222 Los factores del cambio
ción, podemos ver que en ese período hubo pocos cambios de esa natu confiando en el cronómetro; desde esa fecha la filosofía de la dirección
raleza en Geer. Es cierto que durante la mayor parte del período de la ha evolucionado. En segundo lugar, los métodos se han profesionaliza
guerra hubo una congelación de salarios, pero no hay motivos para que do; el ingeniero industrial evalúa actualmente las tasas en la mesa de su
no se introdujeran cambios en las condiciones de trabajo. De hecho, esos despacho. En tercer lugar, la modificación de las tecnologías resulta aho
cambios se introdujeron inmediatamente después de la guerra, ante el ra más importante y rentable que la modificación de las tasas de produc
conflicto laboral que afectó a los Estados Unidos. El convenio de 1947 ción. Un funcionario del Instituto Americano de Ingenieros Industriales
incluía por primera vez el reconocimiento de una «antigüedad especial» me dijo que los ingenieros industriales se muestran reacios a acudir al ta
a los funcionarios sindicales, disposiciones que preveían el anuncio públi ller para cronometrar los trabajos a causa de la hostilidad que despiertan
co de las vacantes, un sistema de clasificación profesional y una raciona y se quejó de que actualmente los ingenieros industriales están tan poco
lización de la estructura salarial. Posteriormente, la dirección se opuso familiarizados con los trabajos y operaciones que no pueden cronometrar
enérgicamente a la reducción, primero de cinco a dos años y luego a uno, los adecuadamente, ni advertir cuando los trabajadores están haciendo
de la duración del período de prestación ininterrumpida de servicios ne trampa 4 .
cesaria para que un trabajador hiciera valer su antigüedad en la planta.
Respecto de la flexibilización del control de la calidad en el taller se
Otra observación pone en tela de juicio la tesis de las concesiones. Se alegan razones parecidas. Los cambios en la concepción del control de la
gún los historiadores del «líberalismo de las grandes empresas», la distri calidad han dado lugar a una transferencia de responsabilidades del ins
bución de las concesiones de la organización del trabajo es uno de los fe pector a los trabajadores. Por otra parte, la causa de la deficiente calidad
nómenos más característicos de la gran empresa. Sin embargo, el análisis se atribuye actualmente en menor medida a la ejecución y en mayor m e
de los convenios y de las conversaciones mantenidas con los funcionarios dida al diseño. En vez de insistir en mejorar la calidad en el taller, es pre
sindicales permite deducir que los principales cambios en la organización ferible insistir en que los proveedores - por ejemplo, los suministradores
tuvieron lugar después de la guerra, antes de que AJtied se hiciera cargo de piezas fundidas- se atengan a determinadas especificaciones para ga
del taller. Según uno de los presidentes de la sección local del sindicato, rantizar la calidad de sus productos. Un director de control de la calidad
que desempeñó ese cargo en una y otra época, Allied tendía a ser más me manifestó también que estaba intentando reducir aún más el número
generosa en lo que respecta a la distribución de beneficios y en cambio de inspectores, por cuanto el empleo de complejas técnicas estadísticas
se mostraba más reacia a negociar cambios en la organización del traba permitía descubrir con idéntica facilidad los defectos de calidad. Inciden
jo. Por el contrario, Geer, que disponía de menos recursos económicos talmente habría que señalar que en el sistema contable de la empresa los
y actuaba en un mercado más competitivo, estaba en peores condiciones inspectores están incluidos en el capítulo de gastos generales, capítulo que
para otorgar concesiones económicas directas y, en el marco del proceso debe reducirse al máximo en la medida de lo posible. No tiene nada de
de negociación, estaba más dispuesta a introducir cambios en la organi extraño que sea difícil encontrar un buen director del control de la cali-
zación. Con todo ello no se pretende negar la existencia en la industria
americana de un grupo «progresista» de administradores de empresas;
pero no había tal grupo en la división de motores, ni ese grupo fue el que
llevó a cabo los cambios que contribuyeron a la consolidación de la or
• En una comunicación personal dirigida a mi (16 de agosto de 1976), Mitchell Fein,
producido otros cambios que parecen ser «concesiones» otorgadas sin lu
mas desde su despacho sin necesidad de moverse de él, siempre que dispongan de datos sufi·
del taller por una serie de razones. En primer lugar, dicen que en 1945
dirección haya prescindido dclibcradomente de los cronometradores para reducir el conflicto en
la industria. Por el contrario, si la incorporación de un número mayor de cronometradores ga
rantizara una mayor productividad, la intensificación o reducción del conflicto pasaría a un se
gundo plano.
Los factores del cambio
dad, y que el movimiento de personas que ocupan ese cargo sea conside
224 La lucha de clases y la competencia capitalista
sar sus diversos intereses está limitada por su interés común en la super
225
8
226 Los factores del cambio
La lucha de clases y la competencia capitalista 227
de los precios asignados a las tareas. Puede llegarse a la conclusión de
que la competencia, en la época de la dirección de Geer, dio lugar a una cían pérdidas financieras, pero ese hecho no tenía las consecuencias ca
intensificación de las luchas. tastróficas que hubiera tenido si la fábrica hubiera estado funcionando de
forma autónoma en régimen de mercado libre. La sociedad era capaz de
Allied reaccionó ante la competencia de una forma diferente, debido absorber las pérdidas, aunque la dirección de la división podía ser san
a la mayor disponibilidad de recursos y a la existencia de un mercado ase cionada (cuando yo estaba trabajando en el taller se destituyó al director
gurado para la división de motores. En vez de recurrir al aumento de la general de la división de motores debido a los deficientes resultados ob
tasa de producción y a los bajos salarios, Allied introdujo maquinaria nue tenidos por la planta) 7< En consecuencia, el hecho de que no se obtu
va, suprimió las líneas de producción poco rentables y acabó por limitar vieran beneficios no repercutía de forma inmediata en los trabajadores
se a la fabricación de motores diese!. En 1957 Allied nombró un nuevo en forma de reducciones de salarios, aumento de la tasa de producción,
director general. Se modernizaron las máquinas, los instrumentos y los ac etc., y por tanto, no implicaba necesariamente una intensificación de la
cesorios. Se reorganizó el cuarto de herramientas, se suprimieron varias lucha. En una gran sociedad, además, los efectos de la competencia es
líneas de producción, y en 1961 se dividió en dos la división de motores, tán sometidos a un mayor control que en el caso de una empresa de me
y se trasladó la fábrica de motores a un nuevo edificio de una planta, si nor tamaño. En primer lugar, hay diversas formas de control irregular de
tuado a una milla del antiguo edificio de cuatro plantas de Geer. A con los precios (Allied se vio implicada en la famosa demanda por prácticas
secuencia de esos aspectos del proceso de racionalización, algunos de ellos monopolistas). En segundo lugar, el éxito en unas líneas de productos
debidos a la evolución de la industria de máquinas herramienta, parte del puede equilibrar las pérdidas experimentadas en otras. En tercer lugar,
personal auxiliar perdió cierta importancia. Por ejemplo, se redujo el nú las grandes sociedades cuentan con todo tipo de mecanismos contables
mero de los ajustadores, que se encargaban de llevar a cabo un ajuste mi para encubrir o compensar las pérdidas, al menos las pérdidas a corto pla
nucioso cuando no había accesorios normalizados. La función del crono zo. En síntesis, la absorción de Geer por Allied dio lugar a una disminu
metrador perdió también importancia, puesto que había menos trabajos ción de la lucha, y ello por dos motivos: en primer lugar, la racionaliza
por cronometrar y, en otros casos, la normalización trajo consigo la po ción de la producción redujo directamente el nivel de lucha en el taller,
sibilidad de cronometrar varios trabajos simultáneamente. El departa y en segundo lugar, la función de la división de motores dentro de la gran
mento de métodos se dedicó cada vez más a la revisión de métodos, que sociedad, unida a la posición oligopólica de esta última, facilitó la ate
entrañaba el perfeccionamiento de la tecnología y de la organización, en nua_ción de las luchas mediante la repercusión de los costes al exterior.
lugar de la reevaluación de las tareas. Una vez que se había atribuido una
tasa a una operación, rara vez volvía a cronometrarse. A medida que fue LA LUCHA
posible disponer de equipo de control poco costoso y más perfecto, que
podía ser manejado por los propios trabajadores, la responsabilidad del Hemos señalado ya que la competencia, en la época de Geer, provo
control de la calidad se desplazó en gran medida a estos últimos. A dife có luchas en el taller, en tanto que en la época de Allied tuvo por con
rencia del caso de Geer Company, en Allied la competencia provocó cam secuencia una atenuación de la lucha. Pero las luchas no sólo tienen lu
bios que dieron lugar a una disminución de la lucha en el taller. gar en el taller, sino también en la mesa de negociaciones. ¿Cuáles son
los factores determinantes de la lucha en la mesa de negociación, y qué
Por otra parte, la integración del establecimiento industrial en una
7 El nuevo director general tomó posesión de su cargo en enero de 1975 e inmediata
gran sociedad atenuó los efectos de la competencia. En primer lugar, la
división de motores disponía ya de un mercado asegurado, y por consi
mente procedió a reorganizar la división, con algunos de los efectos que he expuesto en el
guiente no estaba sometida directamente a las inclemencias del mercado
mestres, lo que constituía un logro casi sin precedentes. Sin embargo, a fines de 1976, los
Capítulo 8. Durante los dos años siguientes, la división obtuvo beneficios en todos los tri
libre. A finales de año se elaboraba un plan general para el año siguien
te, basado en los pedidos de motores de otras divisiones de Allied y en problemas de control de la calidad se hicieron cada vez más graves, y la división estuvo a
tado desde 1953, la división de motores sigue enfrentándose a muchos de los problemas
un cálculo de los costes de producción. Los precios de los motores se fi punto de perder un importante cliente. A pesar de las transformaciones que ha experimen
jaban cada año, con márgenes de beneficio reducidos. Si la división de que gravitaron sobre.Geer Company. La planta es demasiado pequeña y la producción de
motores cubría los objetivos establecidos en el plan, se abonaba una pri motores está demasiado diversificada para que sus productos puedan venderse C()mpclili
ma a la gerencia. A menudo no se alcanzaban los objetivos y se produ- vamente. Se trata de problemas estructurales que un director sólo puede rcsolvor 111�·dlnnto
la expansión de las instalaciones o mediante la reducción de la gama de moum·� l11h1k111l11.
La lucba de clases y la competencia capitalista 229
228 Los factores del cambio
por Allied. En 1954 - bajo una dirección de Geer, pero cuando esta em
de la retribución de la retribución
media de la industria media de la industria
1937 $0,62112
?�l trabajo: _ la reducci�n. de cinco a dos años del período de prestación
1942 0,75 95%
mmterrump1do de serv1c1os necesario para hacer valer la antigüedad en
1945 0,79 83
1947 1,09 92 $2,06 175%
el centro. Más tarde, en época de Allied, se mejoró el sistema de cober 1949 1,15 86 2,14 160
tura de vacantes y se estableció que estas últimas debían anunciarse en 1951 1,26 83 2,28 151
los tablones de !nuncios de los departamentos. Es importante señalar que 1952 1,35 85 2,39 150
1954 t
las transformac10nes tecnológicas facilitaron también el funcionamiento 1,471z 85 2,54 147
1,741/i 92 2,79 148
del mercado de trabajo. La introducción de máquinas más perfectas, que
1956
1959 1,94 92 3,04 143
no re_querían la mis�a capacidad y experiencia que las antiguas y eran 1962 2,26 98 3,38 146
��s fiables qu� é�tas, creó las condiciones necesarias para una mayor mo 1965 2,52 100 3,68 146
vilidad entre d1stmtos puestos de trabajo. Aunque Allied se resistió a in 1968 2,83 98 4,22 147
5,15112 150
troducir cambios en la organización del trabajo, la mayoría de esos cam 1971 3,49 102
1974 4,40 104 6,13 145
bios se habían iniciado y consolidado antes de la absorción. En contra
partida, �llied asumió nuevas cargas sociales, como la prestación com Fuente: Las cifras correspondientes a las retribuciones en Geer/Allied se han tomado de
p_lementana de desempleo y el plan de pensiones y mejoró otras presta
los convenios sindicales. Los datos correspondientes a la retribución media por hora (ex
cluidas las horas extraordinarias) en la industrial fabril proceden del Departamento de Tra
ciones, como las vacaciones retribuidas. Los salarios aumentaron también bajo de los Estados Unidos, Handbook of Labor Statistics (1974), cuadro 96, página 21.
en comparación con los salarios medios de la industria fabril como re- • Tasa prevista = 125 por 100. La categoría 3 es la categoría profesional superior de
fleja el Cuadro 6. los trabajadores a prima.
t El convenio de 1954 fue el primero que se firmó con Allied Corporation.
¿Qué consecuencias tuvieron esas luchas en la mesa de negociacio
nes? Como he mostraqo en la tercera parte de la presente obra, tanto el
desarrollo del mercado interno de trabajo y de la organización política in Un problema que es necesario plantear, aunque su solución exceda
terna como la vinculación de los salarios y las prestaciones complemen del ámbito de la presente obra, es el relativo a los factores determinantes
tarias a la antigüedad contribuyeron a reducir las luchas en el taller. El de la lucha en la mesa de negociaciones. En parte, como he indicado, esa
desarrollo del mercado interno de trabajo redujo el poder del capataz, lucha refleja la dinámica del taller y los recursos de la empresa de que se
atenuó la lucha entre maquinistas y cronometradores e intensificó el con trate, y en parte responde a las tendencias generales de la negociación en
flicto y la competencia entre los trabajadores. La consolidación de la or la industria de los Estados Unidos. Los convenios firmados por el sindi
ganización política interna y la creación del ciudadano industrial, con de cato de trabajadores de la industria del automóvil con las principales em
rechos reconocidos en el marco del mecanismo para resolver las reclama presas del sector y por el de trabajadores metalúrgicos con la United Sta
ciones, contribuyeron aún más a la reglamentación de la lucha. En sín tes Steel no sólo servían y siguen sirviendo de modelo, sino que establ e
tesis, la lucha en la mesa de negociaciones absorbe unos tipos de lucha cían el repertorio de los temas de negociación en Geer y en Allied. La
en el taller y atenúa otros. Así pues, en la época de Allied las consecuen implantación de sistemas de clasificación profesional, sistemas de cober
cias de la luchas vinieron a sumarse, reforzándolos, a los efectos de ate tura de vacantes, prestaciones complementarias, etc. fue consecuencia de
nuación de la lucha provocados por la competencia. su introducción en la industria siderometalúrgica. Habría que investigar
más detenidamente las razones por las que los convenios seguían las orien de las aspiraciones de la base 10 . Habría que investigar más detenidamen
230 Los factores del cambio La lucha de clases y la competencia capitalista 231
taciones establecidas en estas industrias principales (del automóvil y side te si los dirigentes sindicales son conscientes de las consecuencias bene
rúrgicas) 8. ficiosas para la burocracia sindical de sus luchas con la dirección por la
Una vez implantado, el mercado interno de trabajo se convierte en «democracia industrial».
un ámbito de la lucha de clases. Los sindicatos luchan por la ampliación ¿Cuáles son las razones de que el caso de los Estados Unidos haya
del derecho de los trabajadores a hacer valer la antigüedad en casos de sido diferente del de Gran Bretaña, en donde sigue habiendo un fuerte
vacantes o despidos, con objeto de que éste pueda ejercerse, no sólo den movimiento sindical en los centros y una base combativa? En industrias
tro de cada uno de los departamentos, sino a escala del centro. A conti análogas, los trabajadores británicos han conseguido mantener un mayor
nuación, luchan por el período de antigüedad necesario. Por ello, aun control sobre el taller que los norteamericanos 1 1 , y la organización del
que tal vez apoye en un principio la introducción de un mercado interno mercado interno del trabajo está en gran medida en manos de los sindi
de trabajo como medio de racionalizar la estructura del empleo, la direc catos y no de la dirección. En un taller mecánico como el de Allied, por
ción se opone decididamente a la ampliación del ejercicio de los corres ejemplo, los sindicatos británicos tendrían una considerable influencia a
pondientes derechos por cuanto está interesada en mantener la flexibili la hora de adoptar una decisión sobre quiénes deben ocupar un puesto
dad de la distribución de la fuerza de trabajo. De forma análoga, el de de trabajo. Pero ¿a qué se debe esa diferencia? Una posible respuesta se
sarrollo de un sistema de prestaciones y la regularización de las negocia basa en el distinto orden cronológico de la sindicalización y de la meca
ciones salariales han provocado desde 1945 una sensible disminución del nización. En Gran Bretaría, los sindicatos se crearon antes del avance de
porcentaje de las retribuciones representado por las retribuciones en cisivo del siglo XX hacia la mecanización, en tanto que en los Estados Uni
concepto de prima. Dicho de otra forma, ha disminuido el incentivo mo dos el proceso siguió un orden inverso. Debido a ello, en el momento de
netario del juego de arreglárselas. Por consiguiente, la negociación colec constituirse, los sindicatos de los Estados Unidos tuvieron que aceptar
tiva no sólo es una forma de la lucha de clases que asegura a la dirección como un fait accompli la expropiación del control sobre el proceso pro
la colaboración del sindicato en la aplicación del convenio, sino que ade ductivo, en tanto que, en Gran Bretaña, el sindicalismo industrial surgió
más su contenido, al menos en Geer y Allied, contribuye a la reducción antes de esa expropiación, pudo oponerse a ella, y, de esa forma, sentó
del grado de combatividad en el taller y fomenta las condiciones necesa las bases de un movimiento sindical más combativo. Recientemente, las
rías para la articulación de la adhesión. grandes empresas británicas están intentando adoptar pautas de organi
zación del trabajo más similares a las americanas, basadas en el mercado
Paradójicamente, el impulso que llevó a la creación de secciones lo
cales del sindicato en el decenio de 1930 tuvo su origen en los miembros interno de trabajo y la organización política interna 12•
más combativos de la clase trabajadora. En Geer, el sindicato se organi
zó de forma clandestina ante la implacable resistencia de la dirección 9 .
Después de la guerra, la organización de las luchas de clases en la mesa
de. negociaciones atenuó la combatividad inicial. Los propios éxitos de las
luchas sindicales en el decenio de 1930 llevaron a la introducción de cam
bios que privaron a los afiliados del control del sindicato. En consecuen
cia, me atrevería a sugerir que el conservadurismo de los sindicatos esta
blecidos en los Estados Unidos tiene en parte su raíz en la situación en
el taller, que ha permitido la aparición de una burocracia sindical alejada
io Naturalmente, no puede prescindirse de otros factores. La llegada de una genera
neficios, pero sólo hasta que sus competidores se pongan al día. Este pro
que el emprcs:1111, 11 t•I gerente dispone de pocos medios para defender ceso de innovación competitiva de los capitalistas entraña tres consecuen
se de los ('llfl' h hrnl del mercado. La anarquía del mercado da lugar al cias para la clase capitalista. En primer lugar, se produce una intensifica
despotismo 111 111 lfihrica. El segundo tipo de proceso productivo entraña ción de la lucha de clases entre capitalistas y trabajadores. En segundo
una o,n1111i111111111 hegemónica del trabajo, basada más en el consenti lugar, una vez que todos los capitalistas hayan adoptado la nueva máqui
mkntn lflll' 1·11 la coacción. En él la vinculación entre el salario y, por con na, introducida por primera vez por uno de ellos, todos ellos habrán vuel
Hlíl1111•111\ , 111 supervivencia del asalariado, y la utilización de la fuerza to al punto de partida, pero la tasa de beneficio (es decir, la plusvalía con
d1• 11,1h11¡o es débil y la empresa puede protegerse frente al mercado o siderada como porcentaje respecto de los salarios, instrumentos de pro
rn11trol11rlo. La subordinación del mercado da lugar a la hegemonía en la ducción y materias primas utilizados) habrá disminuido. En tercer lu�ar,
luh, ,rn. la expansión continua de la producción, con salari?s estables o �ecr_ec,en
¿Qué relación existe entre esos dos tipos de proceso productivo y los tes, da lugar a crisis de sobreprod�cció? que obl!gan a lo� ca�1taltstas a
cambios en el capitalismo? En el presente estudio he partido del ámbito reducir la producción y a mantener mact1vo su capital. En smtes1s, el mer
de la fábrica para analizar la repercusión en él de los mercados, de las cado obliga a los capitalistas, individualmente considerados, a innovar y
asociaciones profesionales, del sistema de enseñanza, de la familia, de la a obtener ventajas competitivas sobre otros capitalistas, pero, al actuar
competencia entre los capitalistas, de las luchas entre sindicatos y gran de esa forma, los capitalistas ponen en peligro su propia existencia en
des empresas, etc. Para valorar la importancia general de los cambios en cuanto clase al intensificar la lucha de clases, reducir la tasa de bene
el proceso productivo y, en especial, en los dos tipos de proceso produc ficios y pro�ocar crisis de sobreproducción. _Así pues, los capitali�tas,
tivo a que nos hemos referido, es necesario proceder de forma inversa, obligados a perseguir la satisfacción de sus mtereses por ta neces1�ad
. .
describiendo en primer lugar en términos generales la dinámica del capi de sobrevivir, socavan su interés común en la superv1venc1a del capita
talismo en las naciones avanzadas. Sólo después de ello podemos volver lismo.
al proceso productivo y analizar su transformación como parte de una se La lógica del análisis de Marx le indujo a prever el hundimien�o del
rie de cambios que se han producido en las sociedades capitalistas. capitalismo competitivo. Esa previsión, de_sd� luego, era a�er�ada. Sm em
bargo, se equivocó al identificar el hund1ID1ento del c� p1�altsmo com�e
En primer lugar, me remitiré a los elementos básicos de la teoría mar titivo con el del capitalismo en general y con el advemm1ento del soc1a
xista del .desarrollo del capitalismo. Como he señalado en el Capítulo 11, lismo. En realidad el capitalismo competitivo no llevaba en su seno el so
los factores del desarrollo capitalista son dos: la lucha y la competencia. cialismo sino un nuevo tipo de capitalismo -el capitalismo monopolis
Para sobrevivir como tales en un mercado perfecto, los capitalistas tienen ta- en;l que las características de la lucha y de la competencia han cam
que competir entre sí en busca del beneficio. Para ello, según Marx, a u biado. Marx no tuvo en cuenta la posibilidad de amortiguar los peores
mentan el trabajo no retribuido, bien de forma absoluta, mediante la am efectos de la competencia sin socavar ésta completamente, ni la de que
pliación de la jornada de trabajo, o bien, cuando eso deja de ser posible la lucha de clases pudiera no sólo encuadrarse dentro de los parámetros
(a consecuencia por ejemplo de las Leyes de Fábricas), mediante el au del capitalismo, sino ser aprovechada para la reproducción de éste, otor
mento de la plusvalía relativa, es decir, mediante la reducción de la parte gando a los trabajadores concesiones que lo hicieran más tol�ra�te. \ª
de la jornada de trabajo dedicada a la producción del valor equivalente lucha de clases no fue el sepulturero, sino el salvador del cap1tahsmo .
al salario. Esa reducción del «trabajo necesario» puede llevarse a cabo Desde luego, Marx y Engels fueron conscientes de las tendenci� s a la do
mediante la reducción de los salarios reales o mediante un aumento de minación del mercado mediante la creación de sociedades anómmas, mo
la productividad y del sector de bienes salariales que provoca una dismi nopolios, carteles, e incluso de la nacionalización y, admitieron tambi�n
nución de la cantidad de trabajo necesaria para producir el valor equiva la posibilidad de atenuar las luchas y mejorar la si�uaci�n del proletana
lente al salario. Aun cuando los dos sistemas expuestos generan benefi do. Pero atribuyeron límites precisos a este último mtento de salvar al ca
cios duraderos a los capitalistas individualmente considerados, los bene pitalismo de sí mismo. Esos mecanismos reactivos, orientados a reestruc-
ficios transitorios de la competencia representan la forma más habitual
de incrementar el trabajo retribuido. Mediante la intensificación o la me
canización del proceso productivo, un capitalista puede aumentar sus be-
1 Cornelius Castoriadis, «On thc History of Workers' Movement», Te/os núm. 30, m
vierno 1976-1977, 35-36.
238 Los factores del cambio Del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista 239
turar al capitalismo, eran las ansias de muerte de éste, condenado a su Habida cuenta de que a juicio de Marx y Engels el Estado protegía
derrocamiento por la revolución 2. «los intereses comunes de toda la burguesía» no tiene nada de extraño
que el marxismo del siglo XX haya producido numerosa� teo�as �el �s
Si el capitalismo competitivo no alumbró el socialismo, sino el capi
tado capitalista. Todas ellas sostienen que el Estado ha sido la mstitución
talismo monopolista, ese hecho no estaba en modo alguno predetermina fundamental, primero para gestionar el conflicto del capitalismo compe
do, y el parto no fue breve ni fácil. Durante los primeros decenios del
titivo y después para conducir al capitalismo a una nueva era. De un lado,
presente siglo, sobre todo en Europa, hubo momentos en los que parecía el Estado asume algunas de las funciones del mercado y complementa
realmente que el edificio del capitalismo se estaba viniendo abajo 3. El otras. Regula las relaciones de competencia e interdependencia entre los
auge del fascismo fue un síntoma de la debilidad del capitalismo más que
capitalistas mediante la planificación, la nacionalizació_n _ y la provisión de
de su vigor. Aun desde una perspectiva que tiene cincuenta años de ven infraestructuras, como la red de carreteras y los servicios postales, me
taja sobre la de Marx, no resulta evidente por qué éste se equivocó al pre
diante la legislación antimonopolista y la política fiscal y mediante la ab
ver el hundimiento del capitalismo, ni en concreto de qué forma pudo
sorción de «plusvalías» para .evitar crisis de sobreprod�cción 5 . D� otro
éste salvarse. De hecho, la explicación de ese fenómeno ha constituido
lado, participa en la organización de las luchas - redu:iéndolas a ci�rtos
un importante problema para las diversas formas de marxismo del siglo
límites o reprimiéndolas- para que no ponga!1 en peligro las rel�c1ones
veinte, al que se han propuesto múltiples soluciones. La propia agudeza
de producción capitalistas. A tal fin, desorgamza a las cl��es do�m�das,
con la que Marx analizó el capitalismo competitivo y su inevitable desa
transformando las relaciones entre agentes de la producc1on (capitahstas,
parición hizo necesario revisar sus teorías para intentar entender, prime
miembros de la dirección, trabajadores, etc.) en relaciones entre indivi
ro la aparición, y luego el desarrollo, del capitalismo monopolista. Algu
duos que se conciben como ciudadanos dotados de derechos i?uales ante
nos de los supuestos en Jos que Marx basó su análisis dejaron de ser vá
la ley, en la educación, y en el sistema electoral, o en relaciones entre
lidos en el marco del capitalismo monopolista. En suma, con la consoli
partidos, razas, grupos religiosos o grupos lingüísticos. De esta forma, los
dación del capitalismo monopolista, la historia obligó al marxismo a ir
mecanismos del Estado parecen situarse por encima de las clases o ser au-
más allá de Marx 4 .
2 Por ejemplo, en 1880, Engels escribe: I reproducción de las teorías de Marx, sino que constituye una respuesta a la i�suficieocia ?e
_ _
esas teorías para explicar la trayectoria histórica del capitalismo y la trans1c16n al soc1ahs
En los monopolios, la lil>crtad de competir se convierte exactamente en Jo contrario; y la pro mo. Los sociólogos americanos no suelen admitir que los marxistas, como otras personas,
ducción sin ningún plan definido de la sociedad capitalista capitula ante la producción conforme también aprenden de la historia, y siguen prescindiendo del marxismo porque «el deve
.
a un plan de la emergente sociedad socialista. Naturalmente, hasta ahora ese fenómeno redunda nir de los acontecimientos en las sociedades industriales más avanzadas ha desmentido ro
en beneficio de los capitalistas. Pero la explotación se hace tan palpable que resulta imposible tundamente las previsiones de Marx acerca de la transformación del sistema socioeconómi
mantenerla. Ninguna nación puede soportar que la producción esté en manos de los monopo co» (el subrayado es mío), y «los avances técnicos de la economía teórica han dejado an
lios, con una descarada explotación de la comunidad por un grupo de traficantes de dividen
dos... la transformación de los grandes centros de producción y distribución en sociedades anó·
ticuadas sus doctrinas, por importantes que éstas fueran en su momento». Consecuente
nimas, consorcios monopolistas y empresas públicas pone de relieve que la burguesía es inne mente el marxismo se reduce a un dogma de «ciertos grupos de intelectuales, que preten
cesaria a este respecto ... En la medida en que (el Estado) se hace cargo de las fuerzas pmduc den h�blar en nombre de las masas de los desfavorecidos en sus respectivas sociedades y,
tivas, se convierte realmente en el capitalista nacional, y explota a un número mayor de ciuda en última instancia de toda la comunidad de los desfavorecidos» (Talcott Parsons, «Sorne
danos. Los trabajadores siguen siendo asalariados, proletarios. La relación capitalista subsiste, Comments on the Sociology of Karl Marx», en Sociologica/ Theory ami Modern Society,
y llega incluso a sus últimas consecuencias. Pero llegado ese punto, su derrumbamiento es ine Nueva York, Free Press, 1967, págs. 127, 109-110, 128). Tales comentarios del sumo sa
vitable. La propiedad estatal de las fuerzas productivas oo es la solución del conflicto, pero en cerdote de la teoría sociológica americana chocan por su ignorancia de lo que une o separa
cierra en su seno las condiciones técnicas que forman los componentes de esa solución. («Socia
a Marx y al marxismo. Lukács escribió que si las investigaciones demostraban q�� toda� las
lism: Utopian and Scientific», en 1ñe Marx-Engels Reader, ed. al cuidado de Robert Tucke,:,
Nueva York, W. W. Norton, 1972, págs. 632-634).
«previsones» de Marx estaban equivocadas, «cualquier marxista o�od?xo» seguma pudien
do aceptar todos los descubrimientos modernos sin reserva y prescmd1r po� ende '.n loto de
3 De entre las numerosas descripciones de ese período pueden verse especialmente, las tesis de Marx sin tener que renunciar en ningún momento a su ortodoxia» (H1story ami
Charles Maier, Recasting Bourgeois Europa, Princeton, Princeton University Press, 1975, Class Consciousness, Cambridge, Mass., MIT Press, 1968, pág. 1).
y Nicos Poulantzas, Fascism and Dictatorship, Londres, New Left Books, 1974. En relación 5
Entre las teorías contemporáneas del Estado intervencionista véanse James O' Con
con los Estados Unidos, véanse James Weinstein, The Corporate Ideal in the Liberal State, nor, The Fiscal Crisis ofthe State, Nueva. York, St. Martin's Press, 1973; Jürgen Haberma�,
J9{)().J918, Boston, Beacon Press, 1968; Gabriel Kolko, The Triumph of Conservatism, Nue Legitimation Crisis, Boston, Beacon Press, 19:5, y Claus Offe, «Toe The?ry of the Cap1-
.
va York, Free Press, 1963, y William Appleman Williams, The Contours of American His talist State and the Problem of Policy Formation», en Stress and Contrad1ction in Modem
tory, Cleveland, World Publishing Co., 1961. Capitalism, ed. al cuidado de Leon Lindberg, Robert Alford, Colin Crouch y Claus Offc,
4 Nunca se repetirá suficientemente que el marxismo del siglo veinte no es una mera Lexington, Mass., Lexington Books, D. C. Heath, 1975, págs. 125-144.
Los factores del cambio Del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista
pia lógica, que no puede modificarse arbitrariamente a voluntad de una dos' a control; resulta imprescindible, en consecuencia, controlar t�mbién
clase determinada. Por otra parte, esa autonomía constituye un funda el mercado de trabajo. Controlar solamente algunos mercados sena con
mento a la vez real y necesario de la preservación de los intereses polít i traproducente. De la misma manera que sometió a su control la pro�uc
cos de los capitalistas, es decir de su interés de clase en el mantenimiento ción de motores Allied intentó también controlar la oferta de trabaJO y
del ord�n capitalista. En efecto, para preservar esos intereses políticos, su distribución �ediante eldesarrollo de un mercado interno de trabajo.
el Estado tiene con frecuencia que actuar contra los intereses económicos Además, inten�ó regularizar las relaciones entre los _trabajadores y la ?i
de los capitalistas y hacer concesiones a otras clases. En épocas de nor rección mediante los mecanismos para el planteamiento de reclamac10-
malidad, ejerce la coacción de forma prescrita legalmente en mayor o nes y de negociación colectiva de la organización política interna.
menor medida y no al dictado inmediato de la clase dominante; pero
en momentos de crisis puede perder su autonomía relativa y convertir De la misma forma que el mercado interno de trabajo, la organiza
se en un instrumento de la clase dominante para la represión arbitraria ción política interna y el Estado deben desempeñar un importante papel
de la lucha 6 . en la dominación del mercado y en la contención de las luchas que ame
nazaban con echar abajo el capitalismo competitivo. Lo mismo que el Es
Al ir más lejos que Marx para elaborar teorías más sutiles del Esta tado participó en la organización de las luchas en la esfera política, �u r
do, los marxistas han prestado menos atención a los cambios que tienen gió una organización política interna para regular la� luchas en la fábn�a.
lugar en la empresa, los cuales revisten una importancia análoga 7• La Esta organización política interna no era tanto un mstrumento coactivo
consolidación del capitalismo monopolista no entraña únicamente la in de la empresa, como una serie de instituciones que organizaba las luchas
tervención del Estado en el funcionamiento del mercado; los propios ca en torno a las relaciones en el ámbito de la producción (y en cierta me
pitalistas han intentado conquistar el mercado y subordinarlo a sus inte dida a las relaciones de producción en la empresa) de una forma que fa
reses. Ello implica un doble proceso de concentración (fusión de empre vorecería el funcionamiento fluido de aquella 8. Así, la organización po
sas que producen mercancías similares para formar grandes sociedades) lítica interna y el mercado interno de trabajo han impuesto restricciones
y de centralización o integración vertical (ampliación de la emprea a los a las facultades discrecionales de la dirección; han institucionalizado las
mercados de productos y de suministros y equipo). La absorción de Geer concesjones y de esa forma han coordinado concretamente los intereses
por Allied presenta sin duda caracteres propios de ese doble proceso. de administradores y trabajadores, capitalistas y asalariados; han conver
Geer producía camiones elevadores y motores en un mercado competiti tido a los trabajadores en ciudadanos industriales, sujetos de derechos y
vo, en tanto que Allied formaba parte del reducido grupo de empresas obligaciones; y han fomentado la competencia, el individualismo y la mo
que controlaban prácticamente la producción de maquinaria agrícola. El vilidad profesional. Pero la organización política interna no sólo regula
ámbito de actuación de Geer se reducía a los productos que fabricaba, las luchas sino que las dispersa entre las empresas y evita que excedan el
por lo que dependía de proveedores y clientes; Allied, mediante la ab ámbito de la empresa y den lugar a luchas que tengan por objeto la or
sorción de Geer, pretendía dominar otro mercado, el mercado de moto ganización política general de la sociedad.
res, y reducir de esa forma su dependencia de los proveedores externos.
La concentración y la centralización tienen consecuencias obvias para
la organización del trabajo. Aun cuando se trate de mercados competiti-
s En relación con los intentos de regular las relaciones entre trabajadores y capital en
los Estados Unidos, véanse James Weinstein, The Corporate Ideal in the Liberal State y
Stuart Brandes, American Welfare Capitalism 1880- 1940, Chicago, University of Chicago
6 Entre las teorías marxistas del Estado que hacen hincapié en la represión u organi
Press, 1976. David Brody sostiene la interesante tesis de que de no haber sido por l! de
zación de las luchas de clase, véanse Antonio Gramsci, Seleetions from Prison Notebooks, presión, el capitalismo del bienestar, que alcanzó su au�e en el �ecenio de 1920, habna so
Nueva York, International Publishers, 1971; Ralph Miliband, The State in the Capitalist So brevivido, y las relaciones laborales en los Estados Unidos hub1eran proseguido su evol�
ciety, Nueva York, Basic Books, 1969, y Nicos Poulantzas, Política/ Power and Social Clas . _
ción paternalista. («Toe Rise and Decline of Welfare Cap1tahsm», en Change and Conll
ses, Londres, New Left Books, 1973. Todas esas obras están inspiradas en las obras políti nuily in Twentieth Century America: The 1920's. edición al cuidado de John Braeman, Ro
cas de Marx, y especialmente en The Eighteenth Brumaire of Louis Bonaparte y Class Strug bert Brenner y David Brody, Columbus, Ohio, Ohio State University Press, 1968,
págs. 147-178. Hasta después de la Segunda Guerra Mundial, el r:nercado interno de tra�a
7
jo y la organización política interna no recobraron su 1mportanc1a, con ayuctn y col11ho111•
gles in France.
y Pau/ Sweezy, Monopoly Capital, Nueva York, Monthly Review, 1966. ción de las organizaciones de trabajadores.
Hay, desde luego, notables excepciones a este respecto, como la obra de Paul Baran
Del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista 243
actividades que regulan las que generan adhesión 10• Desde luego, el al
242 Los factores del cambio
Hasta ahora hemos analizado los cambios en los mecanismos de asig cance de ese ámbito de libertad se ve afectado por imperativos tecnoló
nación de las personas a los lugares ocupados en el proceso de produc gicos, pero su mera existencia, por pequeño que sea, tiene una importan
ción y de regulación de las luchas en torno a las relaciones entre esos lu cia decisiva.
gares. Pero ¿qué podemos decir de las propias relaciones y de las activi
dades a que dan origen? ¿Han cambiado esas relaciones y esas activida La organización hegemónica del trabajo no abarca todo el capitalis
des con la transición del capitalismo competitivo al capitalismo monopo mo monopolista. En diversos sectores del capitalismo avanzado hay di
lista? Harry Braverman sostiene que el rasgo distintivo del capitalismo versos tipos de proceso productivo, y en modo alguno se han desarrolla
monopolista es la destrucción de la capacidad especializada, o lo que el do en todos ellos una organización política interna y un mercado interno
llama separación entre la concepción y la ejecución. En la práctica ese de trabajo como los establecidos en Allied. Ni siquiera todas las grandes
proceso de destrucción ha sido un proceso desigual, que se ha producido empresas han organizado sistemas hegemónicos, com� pone �laramente
tanto en el marco del capitalismo competitivo como en el capitalismo mo de manifiesto la organización del trabajo de las agromdustnas. Puesto
noplista. Por otra parte, para entender los cambios en el proceso produc que el proceso productivo en el sector competitivo. depende por de�ini
tivo, es también importante observar la forma en que se reconstruye el ción en�ayor medida de los mercados, puede aducuse que, en térmmos
proceso productivo una vez que se ha producido esa desviación de la ca generales, la introducción del mercado interno de trabajo y de la organi
lificación, es decir, el mecanismo mediante el que la concepción impera zación poÍ:ítica en él entraña menos ventajas. No es po�ible absorber .l?s
sobre la ejecución, una vez que una y otra se han separado. En la medi costes de las empresas de ese sector simplemente mediante la elevac10n
da en que esas relaciones en el ámbito de la producción están determi de los precios, como en el caso del sector monopolista. Por otr_a_ parte,
nadas por la tecnología, podemos formular pocas teorías generales, debi sería un error asimilar el proceso productivo en el sector competitivo del
do a la gran diversidad de los efectos que las máquinas han tenido sobre capitalismo monopolista al proceso productivo en el capitalism� compe
el proceso productivo 9• No obstante, podemos inferir algunas conclu titivo. Aun en los casos en los que no hay en ellas una presencia de los
siones generales acerca de la forma en que el mercado interno de trabajo sindicatos, las empresas competitivas han establecido mercad�s intern?s
y la organización política interna han afectado a las relaciones en el ám de trabajo, procedimientos para el planteamiento de re�lamac1ones y sis
bito de la producción y a las actividades correspondientes. Uno y otra temas de negociación colectiva rudimentarios. En síntesis, el proceso pr.o
han brindado a los trabajadores un margen de libertad estrecho, pero de ductivo en el sector competitivo capitalista presenta rasgos tanto del sis
importancia decisiva, en su adaptación al proceso productivo. El estable tema despótico como del sistema hegemónic? de organiz�ción del traba
cimiento de normas sobre la intervención de la dirección y, con ellas, de jo. Del mismo modo que el proceso product�vo no es uniforme en el c�
restricciones a esa intervención, ha abierto un ámbito de elección en el pitalismo monopolista, tampoco adopta la misma forma en todos los pai
que los trabajadores pueden configurar el trabajo como un juego. Los tra ses avanzados. Por ejemplo, la organización política interna y el mercado
bajadores se sienten atraídos por el juego porque éste implica una forma interno de trabajo adoptan formas muy diferentes en Gran Bretaña Y en
de reducir el grado de privación. Pero la participación en él entraña la el Japón; los Estados Unidos ocupan, a ese respecto, una posición inter
generación de la adhesión a las normas que definen a su vez las condi media 11.
ciones de ejercicio de la libertad y los límites de las facultades discrecio
nales de la dirección. No son por consiguiente las propias reglas, sino las
10 Como de costumbre, Alvin Gouldner pone el dedo en la llaga cuando escribe:
9 Resulta difícil determinar en qué medida las relaciones en el ámbito de la produc Así pues, para Weber, no se trata de que la autoridad sea legítima porque provo�a el consen
ción están determinadas por los imperativos técnicos de las máquinas y en qué medida por timiento, sino de que provoca consentimiento porque es legítima. En consecueneta, para We
las relaciones de producción, es decir, por la necesidad de asegurar y encubrir la existencia ber, la legitimidad es siempre un hecho que hay que considerar dado, en vez de un probl_ema
de un excedente de trabajo. Cabe inferir que los aspectos técnicos de las relaciones en el que requiere investigar las causas. De ahí que no analice sistemáticamente los procesos sociales
ámbito de producción varían en función de las máquinas utilizadas, y que son diferentes en reales que provocan o impiden el consentimiento. (Pattems of Industr,al Bureaucracy, Nueva
York, Free Ptess, 1954, pág. 223).
los casos de utilización de máquinas herramienta automatizadas (de control numérico) o de
la cadena de montaje. No resulta fácil sacar conclusiones claras acerca de la naturaleza del Desgraciadamente, Gouldner no extrae las últimas consecuencias de su observación .
cambio en las relaciones técnicas en el ámbito de la producción cuando se pasa del capita .
11 Véase Ronald Dore, British Factory-Japanese Factory, Berkeley y Los Angeles, Um·
lismo competitivo al capitalismo monopolista, si no se confunde el capitalismo competitivo con versity of California Press, 1973.
la época del artesanado.
244 Los factores del cambio Del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista 245
Las teorías marxistas del Estado se han inspirado en tesis que se en son instituciones más amplias (los medios de comunicación social, la in
cuentran en las propias obras de Marx, pero la aparición de una psicolo dustria de la cultura, etc.) la que configuran a las personas. La esfera de
gía marxista ha representado una innovación fundamental. Para Marx, en la subjetividad, de la resistencia consciente a la dom�nació?, desapare_ce,
todas las sociedades precomunistas, las relaciones sociales en las que par dando paso al individuo como mero objeto de mampula�1ón. El ca�1ta
ticipan hombres y mujeres son «indispensables e independie�tes de su vo lismo monopolista ha conseguido configurar nuestra propia personahdad
luntad», es decir, obligan a las personas a actuar de determmada for�a. conforme a su racionalidad 12 .
Los capitalistas, si quieren sobrevivir como tales, no tienen otra opción
Lo mismo que los análisis del Estado, la vuelta a la psicología pres
que competir y acumular, del mismo modo que los trabajadores se ven
cinde de la transformación del proceso productivo. En las partes tercera
obligados a trabajar con toda la rapidez e intensidad que impone el pro
y cuarta del presente estudio he intentado volver a las cuestiones de las
ceso productivo. No hay ningún margen de elección. La racionalidad está
que se ocupó Marx y he sostenido que la conversión de la fuerza de tr�
incorporada a las relaciones sociales y es independiente de las personas
bajo en trabajo se lleva a cabo independientemente de la estruct�ra pst
que sirven de soporte a esas relaciones, lo mismo que la experiencia del
quica - personalidad o conciencia- de l?s trabajadores en la fábnca. _En
fetichismo de la mercancía es independiente de la estructura psíquica. No _
gran medida, las actividades en el trabajo pueden ex�lica�se en ��nc1?n
se trata de que los individuos actúen movidos por el egoísmo material,
de la organización del proceso productivo, de la orgamzac1ón poht1ca m
sino más bien de que la racionalidad concreta del capitalismo, las nece
terna y del mercado interno de trabajo. El consentimiento se genera y se
sidades concretas que genera, inducen a los individuos a actuar de una
· forma determinada. La racionalidad y las necesidades generadas por las reproduce en la fábrica y no depende de la legitimidad inculcada en la
mente de las personas en los centros de enseñanza o en el proceso de for
relaciones feudales llevaba a actividades de· índole muy distinta.
mación de la personalidad en el seno de la familia. Incluso en las escasas
El recurso a la psic�logía fue otro intento de buscar explicación al he ocasiones en que la conciencia importada determina el comportami�nto,
cho de que las previsiones de Marx no se hubieran cumplido. La conexión su repercusión concreta depende de la posición que ocupa el trabaJador
entre relaciones y prácticas no era la que Marx había supuesto. En con en el proceso de producción.
secuencia, era menester analizar el funcionamiento de los mecanismos psí
Desde luego, las actividades productivas y la reproducción del con
quicos para explicar, en primer lugar, por qué el proletariado no partici
sentimiento dependen de determinadas características humanas �nimas
paba,en la revolución que habría de derrocar al capitalismo, y en segun
producidas al margen del trabajo y comunes a todos . los tra_baj�do��s,
do lugar, por qué abrazaba la causa de su restauración. En su formula
como la capacidad de comunicarse mediante el lenguaje y la mchnac1on
ción más sencilla, la psicología marxista sostiene que la conciencia que lle
a participar en mecanismos socialmente construidos como los_ juegos, que
van en sí hombres y mujeres, y que les ha sido inculcada en diversas e s
compensan la pérdida del control sobre el proceso productivo. No so�
feras, especialmente en las de l a familia y la escuela, determina su res .
tengo que lo que ocurre fuera del trabajo no tenga mnguna trascen�enc1a
puesta a las relaciones capitalistas. Una formulación más profunda es la
para lo que ocurre en él, ni que los individuos sean �na masa U?Iforme
de la Escuela de Frankfurt, que ha utilizado las tesis de Freud para ex
de arcilla con la que la fábrica moldea hombres y mu1eres trabajadores.
plicar fundamentalmente el fascismo y su capacidad de atracción. La apa
Lo que mantengo es que las variaciones en la p�rsonalidad y en la �on
rición del capitalismo monopolista hace realidad las tesis de Marx, que
ciencia de los trabajadores en el centro de trabajo no aclaran demasiado
conciben al individuo como mero soporte de la lógica de las relaciones
acerca de las variaciones de las actividades que se desarrollan en la fábri
capitalistas. Pero la Escuela de Frankfurt presenta de forma psicológica,
ca. Esas actividades se explican mejor en función de la posición que ?cu
es decir, como un proceso de destrucción del ego autónomo, lo que
pa una persona en la organización del trabajo. A este respect�, conviene
para Marx era una cuestión de supervivencia. �se proces_o _no está e� co� .
hacer al menos dos salvedades. En primer lugar, me estoy refmendo a la
tradicción con el análisis de Marx, pero refleja la trans1c1ón al cap1tahs
organización hegemónica y a la organización despótica d�l trabajo. En
mo monopolista. En tanto que en el capitalismo competitivo subsiste una
los procesos productivos menos protegidos, en los que no impera el des
esfera de resistencia y lucha de clases, en el capitalismo monopolista se
potismo ni la hegemonía, hay un margen mayor para que los factores ex-
despoja a la psique individual de su capacidad de resistir a las est�ucturas
de la dominación capitalista. La familia no forma ya la personahdad r e
belde e independiente de las primeras fases del capitalismo. De hecho, 12 Véase la nota 4 al Capitulo 8.
9
246 Los factores del cambio Del capitalismo competitivo al capitalismo monopolista 247
ternos ejerzan influencias sobre el comportamiento de los trabajadores. Este planteamiento pesimista nos lleva a una tercera superación de
En segundo lugar, en épocas de crisis, locales o generales, en las que el Marx por el marxismo, provocada también por los acontecimientos del si
sistema hegemónico entra en quiebra, la conciencia de las personas y la glo veinte, concretamente en las naciones subdesarrolladas del mundo. ·
personalidad que han adquirido cobran una importancia decisiva en la de La previsión de Marx, matizada en ocasiones, de que el socialismo apa
terminación de sus actitudes . recería en primer lugar en las sociedades capitalistas más avanzadas, se
basaba en la premisa del hundimiento del capitalismo competitivo. La
En suma: para explicar la restauración del capitalismo en su forma mo transición al capitalismo monopolista no sólo ha aplazado la aparición del
nopolista, el marxismo del siglo veinte ha centrado su atención en aspec socialismo en los países capitalistas, sino que, como se ha sostenido fun
tos que las obras de Marx no habían analizado suficientemente. Al mis dadamente, ha hecho más probable que el socialismo aparezca en primer
mo tiempo, ha aceptado las tesis de Marx sobre el proceso productivo y lugar en las naciones subdesarrolladas 14. La estabilidad del capitalismo
no ha advertido en consecuencia la importancia que reviste su transfor monopolista no se ha conseguido solamente mediante la reestructuración
mación, y en especial la capacidad de la fábrica para frenar las luchas y de la economía y del Estado, sino también mediante la incorporación a
generar la adhesión. El Estado, la escuela, la familia, la cultura y la per un sistema capitalista internacional de las regiones «periféricas» del mun
sonalidad no carecen de importancia, pero para valorarla hay que tomar do. Para las naciones avanzadas, ese proceso ha implicado un cierto gra
como punto de partida el nuevo proceso productivo. do de desigualdad de desarrollo, en tanto que para las naciones pobres,
ha significado un mayor subdesarrollo. Al mismo tiempo la expansión de
. Lo anteriormente dicho cobra especial importancia en el estudio de
las crisis. Resulta sumamente atractivo analizar algunas contradicciones los mecanismos represivos de los Estados poscoloniales refleja una resis
concretas e inferir de ellas una crisis. La teoría de las crisis constituye una tencia cada vez mayor a la incorporación permanente al mundo capitalis
de las esferas más ricas del discurso marxista. De hecho parece que cuan ta y a la búsqueda de otras opciones. Por ello es en el Tercer Mundo, y
to más estable parece el capitalismo, más lamentamos la diferencia entre quizá en algunos países de Europa, donde se han llevado a cabo los ex
lo que es y lo que podría ser y con más ansiedad intentamos descubrir perimentos más importantes y donde la posibilidad del socialismo sigue
nuevas crisis en él. Sin embargo, en el presente estudio me he resistido estando presente.
a esa tentación. En lugar de ello he señalado que las perspectivas de una
crisis local -es decir de una crisis que surja en el punto de producción
son realmente escasas. Otros autores han mantenido con argumentos con
vincentes que los capitalistas sólo pueden comprar la paz en el ámbito de
la economía al precio de exteriorizar o desplazar las luchas al terreno po
lítico, en el que se convierten en crisis fiscales o en crisis de Iegitimiza
ción. Desgraciadamente, se trata de crisis abstractas que no son sólo pro
ducto del mundo real, sino también de la imaginación marxista 13 • Ade
más, como señala Marx, las crisis no sólo ofrecen oportunidades a las cla
14 Antonio Gramsci fue probablemente el primer gran autor marxista que reconoció
ses dominadas, sino también a las clases dominantes. Mediante ellas el
capitalismo puede restablecer la estabilidad y salvarse de sí mismo. Este la importancia que para la reproducción relativamente fluida del capitalismo en los Estados
Unidos revistió la ausencia de modos precapitalistas de producción (Gramsci no parece con
aspecto resalta con especial claridad en la crisis de la transición del capi siderar la esclavitud como un modo precapitalista de producción). Sostuvo que el capitalis
talismo competitivo al capitalismo monopolista. mo sólo podía desarrollarse desigualmente en un país como Italia, lastrado por los residuos
parasitarios del feudalismo. Recientemente Michael Mann ha intentado vincular la apari
ción de clases trabajadoras más revolucionarias a la persistencia o a la destrucción reciente
13 No trato de sugerir que el capitalismo haya resuelto todos sus problemas principales de modos de producción precapitalistas. Las teorías de la acumulación a escala mundial y
-como supusieron los destacados sociólogos políticos de los años cincuenta- sino única del desarrollo desigual de Samir Amin son probablemente las más amplias en lo que res
mente que autores como O'Connor y Habermas no consiguen demostrar que los problemas pecta a la incorporación de la idea central del comienzo del socialismo en los paísc� sub
que ponen de relieve se agravan necesariamente, y que la crisis se hace más profunda a me desarrollados. Véanse Antonio Gramsci, Selectionsfrom Prison Notebooks; Michacl Mann,
dida que el capitalismo se desarrolla. Además, aun cuando admiten la distinción entre crisis Co1trcious11ess and Action amo11g the Western Working Class, Cambridge, In,il., /\t lhl' Uui
económica y crisis política, no explican de qué forma una conduce a la otra, es decir, cómo vcrsity J>rc�s, 1973; Samir Amin, U11eq11al Development, Nueva York, Mo11thly fü•vit·w
las personas cobran conciencia de que la supuesta crisis es una crisis del capitalismo. Prcss, 1976.
ANEXO
PANORAMA COMPARATIVO: CAMBIO
Y CONTINUIDAD EN LA INDUSTRIA MINERA
DE ZAMBIA
ta el laboreo de minas una forma de organización tan diferente en el Afri tica y económica de los negros contrastaba sensiblemente con la fuerza
ca austral? Nos limitaremos aquí a resumir brevemente la evolución his de los trabajadores blancos, quienes hacían constantes progresos a costa
tórica de la minería en esa región 6 • de los africanos. En ese marco, se perfilan con claridad los orígenes de
una organización burocrática coactiva. El colonialismo en el Africa aus
La organización del laboreo de minas de oro y de diamantes en Sud tral entrañaba mercados externos de trabajos especiales y una forma es
áfrica en los últimos veinticinco años del siglo XIX adoptó inicialmente pecial de dominación política y económica. La conjunción de esos rasgos
la forma del sistema de subcontratación. Los africanos formaban cuadri determinó el carácter de la organización del trabajo.
llas que trabajaban para pequeños «empresarios» blancos, que utilizaban
técnicas de excavación rudimentarias. Cuando esas explotaciones primi Las minas de oro de Sudáfrica sirvieron de modelo de la organización
tivas dejaron de ser rentables se crearon empresas mineras que utilizaron colonial del trabajo en otros territorios del Africa austral. La generaliza
capital extranjero para establecer organizaciones industriales en gran es ción de esa forma coactiva de laboreo de minas pone seriamente en tela
cala, basadas en una mano de obra asalariada que tenía un doble origen. de juicio las teorías del determinismo tecnológico e indica que la forma
Los trabajadores especializados y los dedicados a funciones de supervi adoptada por el proceso productivo refleja las necesidades del sistema co
sión se importaron de Gran Bretaña, en tanto que se contrató a trabaja lonial y las posibilidades a su alcance. Los datos de Zambia ponen de ma
dores no especializados de los territorios africanos cercanos. Una «barre nifiesto que el establecimiento de la organización del trabajo, y segura
ra del color» rígida separaba los empleos reservados a los blancos de los mente la adopción de la propia tecnología, pueden responder enteramen
ocupados por negros. Las cuadrillas de trabajadores africanos estaban te al propósito deliberado de controlar por medio de la coacción a los tra
bajo el mando autoritario de un «jefe de sección» blanco. bajadores y disciplinarlos 7.
La coacción sin límites (que incluía a menudo la brutalidad física y Para aclarar aún más este aspecto, resumiré los resultados de un es
los insultos) en la organización industrial era una prolongación de los me tudio realizado en 1971, ci_nco años después de la independencia, sobre
canismos coactivos empleados para desalojar de la tierra a los trabajado un trabajo concreto, la «remoción de rocas» 8 . Todos los zambianos que
res. En el Africa austral, los efectos combinados de la expropiación de la acceden al proceso de producción en la industria minera tienen que efec
tierra y de los impuestos forzaron a los africanos a entrar en la economía tuar durante un primer período ese trabajo, que consiste en cargar el mi
monetaria. El sistema general establecido para controlar las actividades neral extraído mediante voladura durante el tumo anterior en una carre
de los trabajadores de las minas fuera del trabajo aseguraba su subordi tilla y llevarlo a un cargadero de mineral. Se trata de uno de los trabajos
nación al poder sin límites de una economía política colonial. La aplica más duros y agotadores de la industria, al que se asigna la retribución
ción de una serie de leyes sobre pasaportes que regulaban y siguen regu más baja de la escala de salarios. Aparte de asegurar el traslado del mi
lando aún sus movimientos constriñó a los trabajadores africanos que tra neral, ese trabajo sirve para otras cosas. En primer lugar, para formar un
bajaban en la industria minera a vivir en zonas cada vez más reducidas reservorio interno de mano de obra que proporciona trabajadores para
denominadas «reservas». En tanto que en Gran Bretaña los cerramientos ocupar las vacantes que se producen en otros lugares de la organización.
generaron una afluencia continua de trabajadores procedentes del cam En segundo lugar, el trabajo constituye un rito de iniciación, que elimina
po, en el Africa austral la expropiación de las tierras no llegó a crear un a los trabajadores «débiles» e «indecisos», y prepara a los demás para la
proletariado carente absolutamente de tierra. En lugar de ello, se esta dura realidad de un proceso productivo colonial. Las observaciones de
blecieron «reservas» para desviar al exterior y atenuar los problemas de los miembros de la dirección y el hecho. de que los jefes de turno blancos
control social en las zonas urbanas y reducir los costes de la reproducción
de la fuerza de trabajo en las empresas mineras. La subordinación polí- 7 El fenómeno no es, desde luego, privativo del Africa austral. Véanse André Gorz.
The Division of Labor, Atlantic Highlands, N. J., Humanities Press, 1976; Katherine Sto
ne, «The Origins of Job Structures in the Steel Industry», Review of Radical Political Eco
6 Para mayor información, véanse Frederick Johnstone, Class, Race and Gold, Lon· nomics, 6, 1974, 113-73, y Harry Braverman, Labor and Monopoly Capital, Nueva York,
dres, Rotledge & Kegan Paul, 1976; H. J. Simrnons y R. E. Simmons, Class and Colour in Monthly Review Press, 1974.
8 Michael Burawoy, Constraint and Manipulation in Industrial Conflict, Lusaka, ln�ti•
South A/rica, 1850-1950, Harmondsworth, Ingl., Penguin Books, 1969, especialmente los
Capítulos 2 y 3; Charles van Onselen, Chibaro, Londres, Pluto Press, 1976, y Harold Wol tuto de Estudios Africanos, Comunicación núm. 10, Capítulos 2 y 3. Esa opcrnción, t1uc HC
pe, «Capitalism and Cheap Labor Power in South Africa: From Segregation to Apartheid», llevaba a cabo en las minas de oro de Sudáfrica, empezó a realizarHe posteriurnu.intc l.lll 111�
Economy and Society, 1, 1972, 425-56. minas de cobre de Zambia.
254 255
no tenían que realizar ese trabajo y los jefes de turno negros sí, me lle las transformaciones adoptan la forma drástica de una revolución políti
Panorama Comparativo Cambio y continuidad en la industria minera de Zambia
varon a comprender el sentido del trabajo. Más difícil resulta descubrir ca . La eliminación de la remoción manual de rocas en algunas minas, a
datos que indiquen que el laboreo de minas se organizaba deliberada la que me he referido antes, tal vez sea una consecuencia de los cambios
mente de forma que no fuera posible obtener masas de mineral suscep en el sistema político.
tibles de tratamiento por aparatos y que por ello requerían efectuar ma
nualmente el trabajo. Sin embargo, después de la independencia, una de Más importante es el cambio relacionado con las pautas de movilidad
las dos empresas mineras abandonó con éxito la remoción manual de ro en la industria y con los cambios y conflictos en la organización a que da
cas, en tanto que la otra la mantuvo. Aun cuando no sea evidente que la lugar. A este respecto he de limitarme también a resumir la evolución
elección de la tecnología de laboreo de minas y la forma de excavación que he analizado detenidamente en otro estudio 10 • En la medida en que
estuvieran determinadas por el sistema político colonial, caben pocas du los africanos tenían pocos derechos o carecían absolutamente de ellos, en
das de que, una vez elegida la tecnología, ésta se aprovechó en beneficio la industria o en el sistema político, la estructura salarial dual, unida a la
de una organización colonial del trabajo. barrera del color, era inexpugnable. Con la aparición de los sindicatos
africanos y sobre todo cuando éstos adquirieron fuerza en los años cin
cuenta, y con la disminución de la importancia de la mano de obra inmi
LAS CONSECUENCIAS DEL CAMBIO POLITICO grante, la barrera del color fue objeto de constantes ataques, y los traba
· jadores blancos tuvieron que renunciar al monopolio de algunos puestos.
¿Qué ocurre cuando las relaciones externas en cuyo marco se ha crea Pero el principio en el que se basaba la barrera del color �l de que nin
do una organización, y a las que se ha adaptado ésta, se transforman, gún blanco debía recibir órdenes de un trabajador negro- siguió vigente
como en el caso en el que el colonialismo da paso a un sistema político aún después de la independencia y de hecho se trasladó a los escalones
«democrático»? Arthur Stinchcombe ha analizado las tendencias de las superiores de la jerarquía organizativa.
formas de organización a persistir a pesar de los cambios en el entorno La transición del lento «proceso africano» de la época anterior a la
en el que se crearon originariamente. Aunque en realidad Stinchcombe independencia a la más rápida «zambianización» prevista por el gobierno
no se ocupa de ella, una de las condiciones de esa persistencia estriba en planteó graves problemas de organización. En el presente capítulo me re
la capacidad de la organización de aislarse de las transformaciones del en feriré solamente a tres. En primer lugar, no era posible seguir mantenien
torno 9. Pero ese aislamiento no siempre es posible, sobre todo cuando
/
'º Michael Burawoy, The Colour of Class on the Copper Mines: From AJ'rica11 Adwm
res» de una organización que aislan el proceso productivo del entorno. En consecuencia, difícil será la transformación de la tecnología y del proceso de producción.
cuando los elementos amortiguadores son débiles, como ocurre en la agricultura, el proce
so de producción es más vulnerable a la influencia de factores externos y es p�r consiguien cement to Zambianization, Manchester, Manchester University Press for the lnstitute of
te más susceptible de transformación. En cambio, cuando los elementos amortiguadores son African Studies, Zambian Papers núm. 7, 1972.
nopolizados por blancos retribuciones análogas, lo que provocó a su vez ideología y realidad. Estudios como Work and Authority in lndustry de
256 Panorama Comparativo Cambio y continuidad en la industria minera de Zambia 257
demandas de aumentos generales de salarios entre todos los trabajadores Bendix no aportan apenas pruebas de la hipótesis que asumen, conforme
de las minas, aumentos que dieron lugar a una disminución de los bene a la cual las relaciones sociales externas, como los lazos de parentesco y
ficios en el sector y a aumentos de salarios en otros sectores de la eco las pautas de trabajo en la aldea modifican el comportamiento indus
nomía de Zambia. En segundo lugar, la atribución constante de poder y trial 12. La emigración y el trabajador tradicional (que por otra parte es
autoridad a extranjeros provocó distorsiones en la orga'nización para ha en gran medida una figura mítica) se explican como restos de las vincu
cer compatibles los programas de zambianización, la conservación de la laciones tribales, que inducen a los trabajadores a volver a su habitat ru
barrera del color y la creación de nuevos puestos de trabajos para los tra ral («medio natural»). Se supone que las cifras de absentismo son mayo
bajadores blancos desplazados. En tercer lugar, los zambianos que pasa res entre los trabajadores africanos porque no se ha desarrollado en ellos
ron a desempeñar funciones de supervisión no gozaban de la misma au aún una «ética del trabajo» o porque no pueden liberarse de las «lealta
toridad indiscutida que sus predecesores blancos, ni contaban con el mis des básicas». La realidad es más sencilla. Los gobiernos coloniales, y el
mo apoyo de sus superiores. Además los capataces, negros o blancos, no gobierno de Sudáfrica hasta el presente, crearon un aparato estatal co
podían seguir imponiendo las sanciones coactivas arbitrarias característi hercitivo para dirigir el movimiento de los trabajadores entre las zonas
cas de la época colonial. En consecuencia, el aparato coactivo y la subor rurales y urbanas . Por otra parte, al relajarse esa compulsión extraeco
dinación total de los trabajadores, necesarios para la organización buro nómica, la movilidad en la industria minera de Zambia disminuyó rápi
crática de la industria minera, dejaron de ser viables. Los cambi?s en el damente, y en la actualidad es muy baja, cualquiera que sea el patrón
comportamiento en el trabajo reflejaban los cambios en el sistema polí que se elija para medirla.
tico mediados por la organización de la industria. Se recurrió a los repro
Ya antes de que los mitos de la teoría del desarrollo cobraran carta
ches ideológicos y a las exortaciones dirigidas a los trabajadores negros
de naturaleza, había datos suficientes para una evaluación más realista.
para encubrir las deficiencias de la organización y los conflictos dentro de
Como escribió Max Gluckman:
ellas, provocados por las contradicciones entre la forma de organización
y las necesidades del sistema político vigente. Me ocuparé ahora de las
reacciones de los propios mineros.
Un africano de las zonas urbanas es un hombre de la ciudad, un minero
africano es un minero... El africano urbanizado está fuera de la tribu, pero
no fuera de la influencia de la tribu. De forma análoga, cuando una per
sona retoma de la ciudad al ámbito político de su tribu, se tribaliza de nue
EL MITO DEL TRABAJADOR TRADICIONAL vo, se desurbaniza, pero no está fuera de la influencia de la ciudad 13 .
He explicado los rasgos característicos de la minería en el Africa aus El análisis «situacional» que propugnaba Gluckman sentó las bases de
tral como una reacción al colonialismo. Las empresas y la ideología co los trabajos fecundos de la Escuela de Manchester de antropología so
lonial justificaban la tiranía a la que estaban sometidos los trabajadores cial. Así, el estudio sobre los mineros africanos de Epstein pone de ma-
africanos mediante la referencia a sus características «tradicionales», «tri
bales», etc. El trabajador africano «es perezoso», «es necesario enseñarle
la disciplina industrial», «hay que obligarle a trabajar», «es un trabajador
12 Morris Janowitz describe acertadamente los esfuerzos de esos teóricos del desarrollo:
·nifiesto que la «tribu» pierde toda su importancia cuando los trabajado dencia, fueron frecuentes en las minas huelgas promovidas por los sindi
res se organizan en función de su interés común como tales 14 . Los afri catos; desde la independencia, esas huelgas han sido cada vez más esca
canos luchan con la empresa como mineros, y no como miembros de una sas. Las que se han producido han solido ser huelgas salvajes, a las que
u otra tribu. En los casos en los que el «tribalismo» tiene importancia, se ha puesto fin fácilmente mediante la intervención del partido en el
ello se debe únicamente a su reconstrucción deliberada por la dirección poder.
como forma de control social. Además, como ha puesto de relieve Clyde Robert Bates, siguiendo la tradición de la teoría del desarrollo, pre
Mitchell, el «tribalismo» en la ciudad es un fenómeno completamente dis senta un panorama distinto 18 . Sostiene que el gobierno de Zambia no ha
tinto al «tribalismo» en la aldea 15 . En otras palabras, los africanos, como conseguido someter a los mineros zambianos después de la independen
los maquinistas de Geer Company y Allied Corporation, responden a las cia. En otro lugar he expuesto detenidamente que Bates acepta la ideo
estructuras en las que ·están inmediatamente imbricados y en las que lle logía del gobierno como definición de la realidad, que no analiza crítica
van a cabo series concretas de actividades. «El cambio de pautas de ac mente las estadísticas públicas que utiliza para probar ese fracaso, y que
tuación de la serie de objetivos rurales a la serie de objetivos urbanos re otras estadísticas publicadas por las empresas mineras no avalan sus con
quiere el mismo tiempo que el viaje del emigrante a la ciudad» 16. Los clusiones 19 . De un análisis minucioso de la información disponible se des
efectos de estructuras diferentes y «no pertinentes» tienen sólo una im prende que el gobierno y el partido en el poder han ejercido un control
portancia secundaria. Los actos de los trabajadores no tienen su origen aún mayor que el gobierno colonial, que los mineros de Zambia están
. en los desfases culturales entre uno y otro sistema de relaciones. Los va más «disciplinados» y que entre ellos se dan cifras mayores de asistencia
lores y normas de la aldea tienen su origen en la organización de la vida al trabajo y menores de movilidad y se registran menos huelgas que entre
en aquélla y no constituyen la base de las actividades en la fábrica, aun los mineros de otras regiones del mundo. Al confundir la ideología con
que esas actividades se expresen en el lenguaje de la vida rural. la realidad, Bates asume acríticamente el mito del trabajador negro «in
El mito del trabajador «tradicional>) e «indolente» ha persistido des dolente» -que el gobierno ha creado, o, mejor dicho, ha heredado de sus
pués de la independencia de Zambia. Ello no tiene nada de sorprenden antecesores coloniales- y lo utiliza como instrumento ideológico para jus
te, por cuanto la estructura de clases en la que se basa la ideología em tificar la reglamentación autoritaria y la imposición de sanciones rituales
a los mineros de Zambia.
presarial no ha sufrido apenas modificaciones a pesar de la transforma
ción del sistema político 17 . Además, la dirección de la empresa ha deja Lo anterior,nente dicho no implica que el laboreo de minas sea ac
do de- ser la única instancia que tiene que justificar la imposición de san tualmente más eficiente que antes de la independencia. Por motivos que
ciones punitivas y de una rígida disciplina. El gobierno de Zambia, ani se han señalado en el apartado anterior, las contradicciones entre la or
mado del deseo de alcanzar objetivos de clase y movido por las metas de ganización del trabajo y el sistema político (la expansión de la estructura
desarrollo, ha asumido el látigo ideológico, reprochando a los trabajado de la organización y el aumento de los salarios de los trabajadores en el
res su «absentismo», su «falta de patriotismo», etc., ha prohibido las huel marco de la adaptación a las repercusiones de la zambianización) han ge
gas y ha absorbido en su seno a los líderes sindicales que se caracteriza nerado un aumento del conflicto y de las fricciones en el centro de tra
ban antes por su combatividad, obligándoles a colaborar en caso necesa bajo. Sobre los trabajadores se dejan sentir las demandas contradictorias
rio. La transformación de un Estado colonial, basado en la. supremacía de una organización que exige una burocracia coactiva, pero que, por ra
blanca, en un Estado «nacional», basado en el sufragio universal, entra zones políticas, no puede ya ejercer esa coacción. Lo que provoca la ine
ña una consolidación del aparato que subordina al trabajador a la clase ficacia no son las vinculaciones «básicas» de los mineros africanos, sino
dominante. En los quince años inmediatamente anteriores a la indepen- los dilemas estructurales con los que se enfrenta una organización colo
nial tras las descolonización.
1• A. L. Epstein, Politics in an Urban African Community, Manchester, Manchester
Univesity Press, 1958. 18 Robert Bates, Unions, Parties and Politic(I{ Development, Ncw Huvcn, Ynlc 1/ni•
15 Clyde Mitchell, The Kalea Dance, Manchester, Manchester University Press for the
versity Press, 1971.
Rhodes-Livingstone Institute, Rhodes-Livingstone Paper núm. 27, 1956. 19 Burawoy, «Another Look at thc Mineworker», African Socifll l<<'.w·1m J,, 1111111 lil,
16 Southall, Social Change in Modem Africa, pág. 19. •
17 Burawoy, The Colour of Class, Capítulo 9. 1972, 239-87.
Panorama Comparativo Cambio y continuidad en la industria minera de Zambia 261
En lo que respecta a la importancia de las lealtades étnicas, raciales estrechos límites, por las relaciones en el ámbito de la producción. Como
260
o externas de otro tipo dentro de la estructura del trabajo,he indica hemos descubierto en Allied Corporation, las categorías étnicas y racia
do ya que la existencia de un mercado de trabajo dividido en grupos ra les sólo suelen ser importantes cuando el propio proceso productivo las
ciales determinaba una organización del trabajo basada en el principio de reproduce. De lo contrario, subsisten en forma de prejuicios, actitudes,
la barrera del color. Una vez que se produce la asignación a una posición y sobre todo, de un lenguaje que se utiliza para expresar las relaciones
en el proceso productivo es la estructura de ese proceso productivo la que de producción. Al mismo tiempo, las relaciones en el ámbito de la pro
determina las relaciones y las actividades. El factor determinante de las ducción eran el producto de un sistema colonial. Al reproducir dentro de
relaciones en el ámbito de la producción no era la raza del trabajador, su propia estructura condiciones que reflejaban la organización política y
sino que esas relaciones recreaban y reproducían el racismo en el lugar del mercado existentes, la industria minera consiguió preservar la auto
de producción. Tanto de mi estudio sobre cuatro situaciones laborales en nomía relativa del proceso productivo. La transformación del sistema po
las minas como del de Bruce Kapferer sobre una fábrica de vestidos en lítico generó cambios, pero esos cambios sólo se materializaron a través
Kabwe se deduce que las relaciones entre trabajadores zambianos, aun de las relaciones en el ámbito de la producción existentes.
que se expresaban frecuentemente en el lenguaje de otras lealtades, como
la vinculación étnica, venían impuestas por la organización del trabajo 20.
Kapferer se ocupó fundamentalmente de la base de la formación de gru
pos y de la capacidad de los líderes para obtener apoyo en la fábrica. Sus
conclusiones indican que los factores más importantes determinantes de
la formación de fraccion_es dentro de los trabajadores y del resultado de
los conflictos entre trabajadores y dirección son la antigüedad y la posi
ción ocupada en el proceso de producción.
CONCLUSION
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INDICE. ANALITICO
1
El consentimiento en la producción Indice analítico 275
i
Crisis; de legitimación, 116, 117-118; de mo Hughes, Everett, 175-176, 267 Mercados, 24, 46, 51, 152, 165-166, 236-237, Relaciones de producción, en el ámbito de
tivación, 116, 117-118; del sistema, 240, 243; asegurados, 225-227; cambios la producción, 34, 35-37, 46-47, 108-110,
116-117, 118; teoría de las, 246-247' Ideología, 34, 37-42, 124, 172-173, 174,
en los, 158-161; libres, 226-227; de pro 140, 161-164, 194-195, 242
Cronometrador, 75, 85, 88, 133, 203-207, 196-197, 218, 224, 234, 256, 258-259;
ductos, 155, 233; de suministros y equi «Reserva», 83, 85-86, 91, 115, 135, 178
211, 222, 226, 228, 232 (véase también: lucha)
po, 155, 164-166 (véase también: merca Roethlisberger, F. J., y Williarn Dickson,
Crozier, Michel, 105-106, 136, 265 Industria minera; en Sudáfrica, 251-254; en
do de trabajo) 58, 105, 174, 270
� Zambia, 249-261; en Zimbabwe, 251
Chatarra, 159, 162, 213 Mercado de trabajo; externo, 124-125, 133, Roscadora automática, 128, 209-210
Ingenieros industriales, 163-164, 207-211,
210-211; interno, 122, 123-137, 150-152, Roy, Donald, 9-11, 16, 29, 57-59, 60, 63, 71,
1: 222-225, 232, 234
Dalton, Mclville, 180, 265 166, 167, 210-211, 216, 219, 228, 230, 231, 73, 77-91, 95-97, 106, 109-111, 112,
Inspector, 80-82, 86-87, 89, 92, 93, 182-183,
Departamento de métodos, 88, 134, 163, 241, 243 113-114, 115, 118, 119, 127, 128, 130, 135,
211-212, 213-214, 215-216, 217, 222, 223
204, 206, 208-210, 224, 226 Modo de producción, 33-37, 45-46, 47-48 141, 142, 143, 145, 155, 172, 180,204-206,
Derecho a hacer valer la antigüedad en caso Janowitz, Morris, 25, 224, 257, 274 Morris (el repartidor), 15,78, 91, 134 211-213, 214-215, 218, 225, 270
de despido en perjuicio de otros trabaja Jim (el presidente del sindicato), 15, 144 Motores, 70, 77, 159-161, 240, 241; de au- Seidman, Joel, 61, 270
dores, 133, 161, 164, 166, 230 Jornal, 74-75, 126-127 tomóviles, 59-60; de aviones, 59-60; de Selznick, Philip, 139-140, 146-147, 270
Ditton, Jason, 105-106, 265 Juego, 120, 245-246; de la negociación co camiones, 59-60; de carros de combate, Sindicatos, 61, 62-64, 140, 142-149, 165, 208,
«Doble tarjeta roja», 87, 95, 164, 165, 214, 59-60, 225; diese!, 59-60, 64, 65, 225 (véa
1
lectiva, 145; valoración de tiempos,
r¡
210, 230-231; elecciones, 148-150; en
216 205-206; el trabajo como juego, 103-122, se también: Allied Corporation) Gra11 Bretaña, 230-231; funcionarios,
Doeringer, Peter y Michel Piore, 124, 136,
1, . 265
157-158, 184-185, 193, 202, 216, 242-243; Negociación colectiva, 62-63, 139, 140, 142, 144-145, 148, 163, 230-231; delegado
(véase también: «arreglárselas») 145-146, 150-151, 227-231, 241; como jue sindical, 141, 144-145, 210
Sistema de cobertura de vacantes, 129-130,
i¡
Edwards, Richard, 123, 136, 265 Kapferer, Bruce, 260, 267 go, 145-146
Encargado del cuarto de herramientas, Noble, David, 72, 233, 269 137, 151, 166, 182, 228, 229-230
.'f 77-79, 91, 92, 131, 211-212, 214, 216-217
Kerr, Clark, 22, 267
<<Núcleo técnico>>, 167 Sistema de destajo, 74, 91, 109-110, 111,
I Kornblum, William, 175-176, 267 112-113, 127-128, 173-174, 182-183, 193,
Engels, Frederick, 237, 238, 239, 265
Epstein, A. L., 257-258, 265 Organización política interna, 122, 139-152, 201, 235
Leyes de Fábricas, 49, 236
Escuela de Frankfurt, 157, 244 167, 216, 228, 231, 241-243 Sociología, de la guerra fría, 21; industrial,
Limitación de la producción, 10, 22, 29, 73,
«Escurrir el bulto», 83, 87, 88, 107, 260 83, 87, 105-107, 110, 112-113, 155 10, 21-32, 71, 103, 155, 156, 169-170;
Parsons, Talcott, 21, 238-239, 269 planta, 23
Estudios de la Western Electric, 25, 58, 155 Lipset, Seymour Martín, 21, 268 Paternalismo, 40
Etzioni, Amitai, 28, 265 Luchas, 221, 222, 226-231; de clase, 152, Stinchcombe, Arthur, 25, 254, 255,270
Pensiones, 132, 143, 148-149 Sudáfrica; gobierno, 257; industria minera,
Excedente de trabajo, 43-46, 47, 50, 119, 219-234; económicas, 201-203, 210-211, Personal auxiliar, 79, 91, 92, 93, 98-99,
235 217-218; en la fábrica, 201-218, 226, , 251-254
159-160, 176, 216, 217, 226 (véase tam Supervisor, 82, 87-88, 95-96, 129
Experiencia, 186-187 227-228; ideológicas, 217-218, 220; políti bién: encargado del cuarto de herramien
cas, 211-217, 218, 220 Swados, Harvey, 119, 270
«Falseamiento», 83-84, 85, 98-99, 211-214, tas; inspector; programador de tareas;
216-217 ajustador; cronometrador; conductor de Taladradoras, 113-115; radiales, 73, 75, 80,
McCann, Al, 75, 80, 90, 114, 118, 135, 185 carretilla) 86, 127, 135; rápidas, 73, 127, 128, 130
Feudalismo, 42-48, 49, 50, 235 Mann, Michael, 103, 173, 268
Fundiciones, 158-160 Piezas fundidas, 158-160 Taller de fabricación de gastos para levan
Máquina; roscadora automática, 128, Plusvalía, 45, 48-50, 51, 52, 53, 54, 90, tar vías, 9-11, 61, 62, 69, 73, 86, 99, 130,
Geer Company, 9, 10, 11, 15, 16, 57, 58, 209-210; equilibradora, 93-96; controlada 98-100, 107, 117, 124, 135-136, 147-148, 141, 205
64-66, 69-70, 71-72, 73, 75, 80, 81, 82, por ordenador, 72; tecnología, 72 (véase 152, 155, 169, 216-218, 236-237 Tannenbaum Arnold, 27, 270
83-85, 97-98, 99, 106-107, 117, 118, 122, también: taladradoras; tornos) Polanyi, Karl, 124, 172, 269 Taylor, Frederick Winslow, 210, 222-223,
126, 127, 141, 142-143, 155, 172-173, 2()1, Maquinista, 9, 74-91, 92, 97, 109, 117, 131, Proceso productivo, 34, 53-54, 71, 72, 270
203, 205, 212, 220-234, 235-236, 240, 258, 133, 134, 135, 159-161, 163, 176, 177-178, · 107-108, 217, · 235, 236-237, 242-244, Teoría del consenso, 31-32 (véase también:
260-261 179, 182-183, 193, 201-202, 203-205, 245-246, 253-254, 261; autonomía relativa consentimiento; armonía social)
Genovese, Eugene, 39-40, 266 207-214, 215-216, 217, 222, 228, 249 'del, 153-168; cambios en el, 55-99, Teoría de la Organización, 23-30, 31-32, 71,
Gluckman, Max, 257-258, 266 Marcuse, Herber, 13, 100, 107, 268 219-221, 232-234; capitalista, 33-41, 156
Goldthorpe, John, 170-174, 266 Marx, Karl, 11-13, 34, 36, 37, 38, 39, 40, 41, 42-43, 48-54; colonial, 253-254; como jue Thompson, James, 24-25, 156, 167, 275
Gramsci, Antonio, 12, 13, 39, 151, 174, 247, 47, 48-49, 51, 52, 53, 91, 103, 112, 125, go, 103-122 Tornos, 128-129; automáticos, 208-209, 225;
266; «Americanisrno y Fordismo», 12 157, 169, 196, 236-240, 244-247, 274 revólver, 128-129
Mattehwson, Stanley, 106, 268 Racismo, 40, 130, 174-180, 260 Trabajo; excedente, 43-46, 47, 50, 1 19, 235;
Habermas, Jiirgen, 139, 266 Mayo, Elton, 10, 28, 58, 105, 107, 215, 274 Radcliffe-Brown, 176-177, 269 necesario, 51.
Heller, Agenes, 41-42, 266 Mecanismo para el planteamiento de recla- «Reclutas», JJ. , 57-58 Trabajo «tirado», 85, 89, 94, 1 1 1, 1 14,
Homans, George, 105, 267 maciones, 228 Reducción de precios, 205-207, 225-226 203-204
COLECCION ECONOMIA DEL TRABAJO
NOVEDADES
276 El consentimiento en la producción
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.TrabaJo «urgente», 77, 78, 87, 95, 159 Weinstein, James, 139, 271
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27. Lecturas sobre el mercado de trabajo en la Repúbli
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11. Políticas de mercado de trabajo y empleo.
Compilación de Werner Sengenberger.
28. Los mercados internos de trabajo.
Compilación de Paul Osterman.
29 El fin de la división del trabajo.
Racionalización en la producción industri al.
Horst Kern y Michael Schumann.
30. Fábrica británica, fábrica japonesa.
Los orígenes de la diversidad nacional de relaciones
laborales.
Ronald Dore.
31. L a política d e desindustrialización.
La contracción de la industri a de la construcción navol
en Europa occidental.
Bo Strfith