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“Historia de las trabajadoras en la

Argentina (1869-1960)”
Mirta Zaida Lobato*

Dora Barrancos**

La autora es una destacada historiadora y una Esta historia de las trabajadoras se inicia
de las principales especialistas en la historio- con una anécdota, que a menudo se ha reprodu-
grafía dedicada a las relaciones de género y en cido en la vida académica, cuando la autora na-
particular al trabajo femenino. Durante muchos rra que en una oportunidad un colega la previno
años Lobato desarrolló investigaciones signifi- –con aire admonitorio– de que era inútil seguir
cativas que permitieron escudriñar las activi- buscando a las mujeres en el trabajo extrado-
dades económicas a cargo de mujeres, así como méstico, pues no las encontraría, y que lo mismo
aspectos concernientes a su condición de pro- ocurría en la vida sindical. Es probable que ese
ductoras. Este libro se agrega a esa, su frondosa colega resultara el mismo –¿o fue otro?– que en
obra con méritos incontestables. El arco tempo- una oportunidad en que participábamos de una
ral, esos cien años que reúnen los mediados del actividad académica (a fines de los 80) y Loba-
siglo XIX y del XX, no puede encontrarse mejor to había presentado una comunicación sobre un
justificado: se procesaron transformaciones de- grupo de trabajadoras en los albores de la orga-
cisivas en el país y en la vida de las mujeres, se nización de nuestro proletariado mostrando la
asistió a cambios vertiginosos cuyas consecuen- negligencia de los varones de la rama para ha-
cias todavía se proyectan a nuestro tiempo y cerlas participar de la vida sindical, le espetara
donde también se observan las invariantes. Las algo ofuscado: “Por favor, cómo van a ser respon-
mujeres ganaron, sin duda, más derechos en el sables los trabajadores de esa situación. Si nadie
último tramo del siglo que acabamos de dejar, las legitima, ¿por qué van a ser ellos los que den
y también hubo un ingreso masivo al mercado el paso?”. Podríamos hacer textos interminables
laboral, pero este acontecimiento fue la conse- con este tipo de reacciones de los varones de la
cuencia de una de las crisis más severas de em- academia, y tal vez de no pocas mujeres. Lo cier-
pleo que se viviera en el país a raíz de las po- to es que el vértigo de la historiografía concer-
líticas de la década de 1990. Paradójicamente, niente al género resultó incontenible y Lobato
las mujeres por primera vez fueron autorizadas –sin duda, apoyada por el colectivo de investiga-
con toda legitimidad a salir de sus hogares en el doras que ella reconoce– no se dejó amedrentar
momento en que se reducían los derechos de los por las diatribas, y aquí estamos frente a uno de
sectores del trabajo, cuando menguaban las ga- sus productos más logrados. 217
rantías obtenidas hacia mediados del siglo XX, La obra se desarrolla teniendo en cuenta
momento en que Lobato cierra su análisis. cuatro dimensiones acerca del tópico focal, las

* Lobato, Mirta Z. (2007), Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960), Buenos Aires, Edhasa.
** Reseña realizada por Dora Barrancos, directora del Instituto Interdisciplinario de Estudios de Género de la Facultad de
Filosofía y Letras de la UBA e investigadora del Conicet.

Revista de Trabajo • Año 3 • Número 4 • Enero - Noviembre 2007


Reseñas

mujeres y el mercado laboral, a saber: el tra- contundente– el trabajo a domicilio fue moneda
bajo femenino y las tensiones entre la duplici- corriente, y que la sobreexplotación de las muje-
dad de las responsabilidades del hogar y las de res originó un revuelo no sólo entre los segmen-
la esfera laboral; la acción colectiva que con- tos progresistas, cuyas ideas se compadecían
lleva a la protesta; los cuerpos femeninos, las de la condición del proletariado y proclamaban
preocupaciones normativas y el estatuto de su –de modo reformista o radical– la necesidad
protección, para cerrar con un ensayo sobre las de cambiar su vida, sino entre otros sectores
representaciones, sobre todo iconográficas, de liberales y hasta conservadores. La primera
las trabajadoras. ley de protección a las obreras de 1907 tuvo no
Creo que uno de los capítulos más logrados pocos tropiezos de aplicación, pero finalmente
es el dedicado a hacer visible la magnitud, así el recién surgido Departamento Nacional del
como diversos aspectos cualitativos, de la pre- Trabajo –tal como también muestra la autora–
sencia femenina en todos los sectores de la pro- efectuaba inspecciones y emitía prístinos in-
ducción y en las más disímiles ramas mediante formes acerca de la situación de las empleadas
la interpretación de los censos nacionales y de domiciliarias. Seguramente su accionar estaba
otras fuentes estadísticas. Lobato advierte el lejos de la corruptela y las empresas temían la
impacto del censo de 1869 en la materia, cuyas llegada de los inspectores. Basta recordar que
tasas de representación femenina son todavía la Unión Telefónica –un caso analizado– se mo-
una cuestión conjetural cuando se advierte el lestaba profundamente con sus inspecciones, y
contraste entre las altas cifras de éste –como lo atribuía a sus funcionarios una clara simpatía
hicieron algunas investigaciones precedentes– con el sector de los trabajadores. El censo de
y la posterior caída en números relativos de las 1914 ofrece innegables ocultamientos más allá
mujeres trabajadoras, hasta 1947. A partir de de las diferencias que existen entre las dos for-
entonces la curva vuelve lentamente a ascen- mas de ingresar a la cuestión de las activida-
der y, por lo tanto, hacia 1960 –oportunidad del des económicas, por un lado lo que las personas
último censo nacional– se registra el inicio de manifiestan como “forma de vida”, y por el otro,
una línea ascendente que expresa el crecimien- lo que dicen quienes representan a los emplea-
to de la participación femenina en las activida- dores, que en ese censo se sustancia como “ocu-
des económicas. Este trazo descendente y luego pación”. Podemos imaginar cómo los censistas
ascendente es lo que se denominó curva en U, formulaban las cuestiones y cómo actuaban los
que originó no pocos debates en la tentativa varones que respondían, a veces de buena fe,
de develar lo que había ocurrido, y no sólo en pero muchas más de mala fe, ya que ocultaban
nuestro país. Pero Lobato, de modo prudente, a sabiendas el trabajo domiciliario, la presencia
no conjetura más hipótesis que las asociadas al de mujeres en funciones nocturnas y los ámbi-
subregistro, a la falta de percepción por parte tos inmundos que prohibía expresamente la ley.
de los censistas del fenómeno, pero no arriesga Pero dejemos la mala fe, destinada a no exhibir
más argumentaciones. Creo que podía haber- lo que la norma penalizaba, y volvamos al nudo
se animado a sostener con más bríos que estos epistémico de la concepción censal: tampoco ha-
censos ofrecen graves problemas conceptuales, bía hasta mediados del siglo pasado conceptos
que hay incoherencias entre las categorías em- tales como PEA, tasa de actividad y tasa de ocu-
pleadas debido a la falta de exhaustividad, que pación y de desocupación –si hemos de ingresar
218 se exhiben superposiciones y también, paradó- a una ímproba labor de homogeneización que
jicamente, ausencias de atributos; en fin y como nos permita concluir si efectivamente estamos
si esto ya no fuera poco, que la llegada masiva frente a la famosa curva en U–. De cualquier
de mujeres de ultramar –si bien con tasas me- modo, la conclusión de Lobato es incontestable:
nores que los varones–, muchas con problemas las mujeres siempre han participado en acti-
de idioma y por lo tanto con dificultades para vidades económicas y lo han hecho de manera
expresarse, afectan de modo crucial las estadís- significativa en el país, desde el sector prima-
ticas censales. Debe pensarse que desde inicios rio hasta las formas más calificadas de los ser-
del siglo XX –tal como Lobato muestra de modo vicios, como el magisterio. Con relación a este
Historia de las trabajadoras en la Argentina (1869-1960) de Mirta Zaida Lobato

grupo –sin duda, el más legitimado socialmen- dición material”, fue una procura irrefutable del
te entre el abigarrado universo de las mujeres movimiento feminista. Poder educarse, ejercer
que se ganaban el sustento–, es imprescindible libremente una actividad económica, adminis-
aclarar que su participación en tasas mayores trar y obtener con el trabajo bienes propios, fue
no se da sólo a partir del siglo XX, ya que en un principio político ampliamente compartido.
1895 las mujeres eran la mayoría de quienes No obstante, nuestra agenda –la agenda femi-
ejercían la docencia, y en algunas zonas, como nista– ha sido siempre menguada con relación
en Santiago del Estero, casi en su totalidad, el a los derechos femeninos en el campo laboral, y
magisterio era femenino. continúa siéndolo, no hay cómo no admitirlo.
Hay aspectos muy importantes del relato El capítulo dedicado a la acción colectiva y
tales como la evolución de la rama textil, sus a la manifestación de los conflictos es también
cambios notables durante la década de 1930 uno de los más originales del libro que reseño.
y la destacada presencia de mujeres en las Si la historiografía ha evidenciado en los úl-
plantas transformadoras. La imagen de la tra- timos años la presencia de las mujeres en las
bajadora textil y sus condiciones de trabajo se más diversas circunstancias de la vida social, si
revela como una síntesis de los atormentados puede otearse la vastedad del olvido a propósito
sentimientos de los reformistas. La idea co- de la puesta en escena de nuestras congéneres
mún de que la vida de las mujeres estaba me- en muy variados espacios a lo largo de todos los
jor preservada –y realizada– en el hogar, y la tiempos, y si especialmente la renovación en el
acendrada extensión de la ilegitimidad de la campo de los estudios de las clases trabajado-
ocupación femenina fuera de la casa está muy ras –ocurrida en el último cuarto de siglo– ha
asociada a la representación de la envilecida exhibido que esta tiene sexos diferenciales, las
obrera textil que debe soportar largas horas de organizaciones con trabajadoras y su protesta
confinamiento en ambientes irrespirables. De han sido mucho menos escudriñadas. Lobato
la misma manera, Lobato vuelve sobre otro re- pasa revista a un amplio conjunto de acciones
gistro que conoce como experta reconocida: las reivindicativas desde fines del siglo XIX con
obreras de los frigoríficos. Argentinas y extran- protagonismo femenino, en ámbitos donde ni
jeras, casadas y solteras –muchas más estas–, siquiera constituían una mayoría absoluta. La
muy jóvenes –la mayoría– o adultas, en comu- saga de esa movilización cubre un arco enor-
nidades como Berisso, constituyen una fuente me, desde las maestras hasta las fosforeras,
fundamental para sus hogares. Porque dígase de las alpargateras a las modistas y sastres de
de paso que la enorme mayoría de los discursos alta confección, de las telefonistas a las actri-
durante el período tratado por Lobato admite ces. Aparecen nombres y apellidos en algunas
el trabajo productivo de las mujeres sólo como circunstancias, y en otras, la masa anónima de
un paliativo para ayudar a resolver la econo- resistentes. El retrato que nos deja el texto di-
mía familiar. Quienes hablan de la necesidad siente con cualquier idea del apartamiento fe-
de autonomía, sobre la base de una estrategia menino frente a las crisis, aunque seguramente
basada en alguna forma de profesionalidad, de obraron de manera expresiva las admoniciones
especialidad o de algo parecido, son las feminis- familiares y sociales dadas las identidades es-
tas y sus amigos. Pero aun dentro de este gru- tereotipadas de la época. Lobato muestra foto-
po, ya muy empinado en la década de 1920 –y grafías muy expresivas en las que se observa a
con mayor variedad de protagonistas–, la figura mujeres accionando en huelgas y en las que no 219
de la maternidad de las trabajadoras y sus de- faltan las escenas represivas de la policía; y no
rechos adquiere una estatura regente; esto es, se priva de mostrar conflictos con su participa-
sobre los dos sujetos escindidos que plantea la ción aún durante el peronismo.
cuestión –ser trabajadora/ser madre– el último Pero justamente habríamos deseado más
dicta las coordenadas al primero. Sin duda, la interpretación de la fase peronista, aunque la
reforma del Código Civil en 1926, primer paso autora considera bien un aspecto central: la
para que las mujeres dejaran de ser tuteladas acción paradójica del régimen que oscila entre
por los cónyuges sobre todo en materia de “con- una enorme contribución a la presencia de las

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Reseñas

mujeres en la vida pública, y al mismo tiem- El libro de Lobato es sin duda una contri-
po exige la conservación de los rasgos funda- bución para seguir pensando esas relaciones.
mentales de la maternidad compadecido con A lo largo del siglo analizado, la brecha sala-
la aquiescencia de los valores hogareños. No rial fue permanente (es cierto que al principio
obstante, creo que el huracanado tiempo del de siglo era mucho más grave), la segmenta-
peronismo quedó apenas visitado. Habría sido ción de las tareas por sexo casi no varió –una
necesario dar cuenta de las nuevas ocupaciones flagrante naturalización que ni los antinatu-
femeninas en los servicios, puesto que desde ralistas abandonaron– y el reconocimiento de
mediados del siglo XX se asiste a un cambio las mujeres en el campo laboral permaneció
notable del patrón de actividad productiva fe- como una reserva de derechos a conquistar.
menina que va desde la inscripción en la manu- Esta historia, tal como dice la autora, perma-
factura a la inserción –que será sostenida– en nece fiel a algunos motivos propulsores de la
las actividades terciarias. Conjeturas sobre el disciplina, como lo es la demanda del tiempo
apartamiento de las mujeres para criar a los presente, los problemas que plantea la actua-
hijos durante la extensión del estado de Bie- lidad, en gran medida condicionante de la in-
nestar Social, y cierto crecimiento de la nata- terpretación retrospectiva. Y también Lobato
lidad en la posguerra, con un leve registro en ha ejercitado este examen desde una apegada
nuestro país, y el significado para los géneros perspectiva a valores que no pueden ralear en
en el mundo del trabajo, podían haber sido una nuestro oficio como académicas feministas: la
de las cuestiones a explorar. ¿Hubo tentativas objetividad del análisis está acompañada del
para aumentar el plazo de licencia de las emba- imperativo de la búsqueda de la equidad en-
razadas? ¿Se fue más allá de la norma de 1934? tre los sexos como presupuesto de una socie-
Otro orden de cuestiones se refiere a la propia dad democrática. La Argentina pasa muy mal
condición de las trabajadoras: ¿hubo realmente el examen relacionado con la situación de las
incentivos para animarlas a trabajar, cómo se mujeres frente al mercado laboral, y probable-
manifestaron? ¿Cómo se distribuyeron los re- mente esa dimensión sea la más ominosa en
conocimientos salariales? ¿Aumentó durante el materia de derechos. No nos cansaremos de
peronismo la protección específica, generizada? señalar que la merma de ciudadanía femenina
Finalmente, y sólo para instarnos a completar tiene mucho que ver con el manifiesto incum-
la tarea de Lobato, ¿qué pensaban legisladores, plimiento de las garantías constitucionales en
sindicalistas y opositores sobre la mujer y las lo que atañe al desempeño económico. El libro
actividades económicas durante el peronismo? de Lobato ilumina bien los variados caminos
¿Cómo se proyectaron algunas cuestiones en el de ese desempeño –y estoy segura de que nin-
inmediato post-peronismo, cuando también las gún académico ahora se animaría a dudar del
mujeres desplegaron una nutrida actividad de fenómeno–, e insta a reflexionar sobre lo que
resistencia en servicios y plantas? resta por hacer.

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