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226 Gema Revuelta de la Poza

entorpeciera el proceso de producción del diario los sábados en los talleres ante la
importante oferta que realizaba La Vanguardia todos los domingos.
La conjunción de estos tres factores comentados condujo a la decisión de crear
unas páginas dominicales dedicadas a las ciencias que por su contenido podían ser
ligeramente intemporales, siendo cerradas informativamente los jueves. Así nació
el 10 de octubre de 1982 el primer suplemento de Ciencia de La Vanguardia. Jorge
Wagensberg fue su primer colaborador externo y el aspecto más relevante es que
por primera vez en la historia del diario este espacio informativo era dirigido por
un periodista que formaba parte de la redacción y no por un científico o médico
que colaboraba como divulgador científico externo. De todos modos, desde un
principio la intención de este suplemento fue la de que colaboraran estrechamente
periodistas, científicos y médicos para unificar criterios de rigor, amenidad y actua-
lidad. La historia que sigue a la creación de estos dos suplementos es sin duda inte-
resante, pero no el propósito de estas páginas. De hecho, ya nos hemos entretenido
bastante con los dos ejemplos. La razón de esta proliferación de detalles no ha sido
otra que la de poner en relieve que la historia de la ciencia en la prensa y de los
rumbos que va tomando está influida por supuesto por los macro y micro-contex-
tos socioeconómicos del momento, por los avances en el conocimiento, por los
cambios sociales... Pero también repleto de anécdotas personales que pueden dejar
tras de sí un enorme impacto. No lo olvidemos, estamos tratando sobre un produc-
to que se dirige a miles o cientos de miles de lectores. Además, tanto el caso del
suplemento de ciencia de La Vanguardia en España y algunos países latinoamerica-
nos, como el del The New York Times en todo el mundo, fueron modelos de refe-
rencia para otras tantas iniciativas editoriales de carácter similar que con más o
menos suerte vieron la luz en las décadas siguientes.

2.4. Un dilema clásico: información diaria vs suplemento semanal

Una cuestión que de forma inevitable aparece en encuentros, debates y artícu-


los de investigación y análisis sobre periodismo científico es si la ciencia debería ser
uno más de los ámbitos de la actualidad y, por tanto, ser ubicada en las páginas
interiores del diario (por ejemplo, dentro de la sección de nacional, internacional,
sociedad, economía, etc.) o bien es mejor que tenga su espacio propio en un suple-
mento o sección de aparición regular aunque no necesariamente diaria. Pierre Fa-
yard, precursor de la que ahora es la extensa red internacional de comunicación
pública de la ciencia Public Communication of Science and Technology Network
(PCST), y también uno de los primeros formadores de especialistas en comunica-
ción científica, realizó en los albores de los 90 lo que ha sido decisivo para com-
prender esta cuestión (Fayard, 1993). Fayard entrevistó a los responsables de la
información científica de 18 periódicos, pertenecientes a 8 países de la Unión Eu-
ropea. Respecto a la cuestión de la preferencia por las páginas diarias o por el suple-
mento semanal, algunas de las opiniones que recoge el autor son las siguientes:
El tratamiento periodístico de la ciencia en la prensa 227

Victor Malheiros, O’Publico:


—Nos preguntamos qué es lo que la gente puede leer con facilidad en el au-
tobús cuando va a trabajar y qué es lo que preferirá guardarse para leer en casa por
la tarde.
—Al principio yo estaba en contra de la existencia de una sección de ciencias
pues temía el efecto gueto. La ciencia es una palabra transversal aunque da miedo
a muchas personas al verla en el encabezamiento de una sección. Sin embargo, si
uno se da cuenta que se está hablando de ciencia después de interesarse por cual-
quier otro título, entonces las cosas marchan.

Dominique Leglu, Liberation:

—Filosóficamente, yo prefiero las páginas diarias pues se trata de una infor-


mación como otra cualquiera, que no debería ser apartada en un gueto. Pero en
Liberation nada puede suceder sin un suplemento. Así somos más fuertes, puesto
que es el modo de funcionar de los periódicos. Es como la democracia, el suple-
mento es el menos malo de los sistemas.

Franco Prattico, La Reppublica:


—Yo prefiero ser leído en todas las páginas, incluidas las de extranjero, eco-
nomía o política. Nuestro objetivo de periodismo científico es que la gente lea
artículos científicos fuera de los guetos. Prefiero hacer la guerra cada mañana pero
tener un millón de lectores.

Nigel Hawkes, Times:


—En nuestras páginas de ciencia hablamos más de «background stories», de
cuestiones más de tipo divulgativo como por ejemplo la biología molecular. Ade-
más podemos hablar también del pasado y del futuro.

Rainer Flohl, Franfurkter Allgemeine Zeitung:


—Hay una diferencia importante entre los artículos de las páginas del diario
y los que firmamos en nuestro suplemento, ya que nuestro departamento es muy
científico. En nuestra sección debemos ser muy legibles, pero en realidad es un
error puesto que nuestros lectores necesitan una información muy puntera. De-
bemos, por tanto, ser cada vez más complicados, pues la ciencia es cada vez más
complicada.... No obstante, la lectura de nuestro suplemento debe ser más simple
que la de una revista científica primaria.

Robert Biesma, NRC Handelsblad:


—Un descubrimiento sorprendente no puede esperar al suplemento. En el
suplemento, el seguimiento de la actualidad nos permite muchas veces ir por
228 Gema Revuelta de la Poza

delante de la noticia, gracias a la utilización de las revistas científicas primarias que


no llegan al gran público. Nosotros encontramos la información que más tarde
llegará a las páginas diarias. En el suplemento desarrollamos nociones de base, es
nuestra tarea principal.

Jean-François Auguereau, Le Monde:


—En el diario, se necesita intentar ser leído por todos. Entregamos la infor-
mación en bruto. La actualidad y las reacciones en caliente son tratadas de forma
breve, pues luego pueden ser desarrolladas en el suplemento. Por lo tanto, en éste
nosotros tratamos cuestiones que están en el tiempo pero que no representan una
actualidad de 24 horas. Existe una diferencia en el tono del diario y del suplemen-
to. En el primero se da la información y después el comentario, en el segundo no
dudaremos en hablar de la longitud de onda si consideramos que es necesario... o
de la ralentización de los átomos por el efecto de los relojes atómicos, puesto que
ésta es una cuestión importante.

Vladimir de Semir, La Vanguardia:

—Preferimos dar las noticias bien trabajadas, verificadas y digeridas más que
escritas demasiado rápido, especialmente aquellas que afectan a la vida de las
personas. Para explicar el Premio Nobel, escribimos un artículo corto en las pági-
nas interiores del diario. Una cosa al alcance de todos, en Octubre. En Diciembre,
en la entrega de los premios, realizamos un dossier sobre los Nobel del año.
—En casos excepcionales, como el de un movimiento de tierra en California,
por poner un ejemplo, nuestros colegas del diario recurren, no sin cierta reticen-
cia, a los especialistas de ciencia. ¡Ya llegan los sabios! dicen incluso. Debería
existir una relación más articulada entre el suplemento y las páginas interiores del
diario.

2.5. La ciencia en portada

Durante años la queja generalizada entre los que nos dedicamos al periodismo
y la comunicación de la ciencia es que ésta ha estado poco representada entre las
noticias que proporcionan los medios de comunicación. En los últimos años es
cierto que la cantidad de noticias sobre ciencia (especialmente del entorno biomé-
dico y ambiental) ha aumentado mucho, pero desafortunadamente no lo ha hecho
a la par su calidad. Un asunto de especial delicadeza es la aparición de una noticia
científica en la portada del diario. El problema principal no es que este hecho sea
algo inusual. La auténtica gravedad del asunto radica en que a menudo cuando una
noticia científica se ubica en portada, entonces el titular, la imagen de apoyo o la
orientación del tema tienden a tomar un tono mucho más sensacionalista que el
propio del que tienen en las páginas interiores o los suplementos. La cuestión, que
podría parecer baladí, puede llegar a tener serias consecuencias si de lo que se infor-
El tratamiento periodístico de la ciencia en la prensa 229

ma es de un meteorito que puede estrellarse contra la Tierra, una sustancia que


puede curar el cáncer o una pandemia inminente, de consecuencias impredecibles.
Aun siendo algo de dominio común, cabe recordar una y mil veces el papel de la
portada. En ella se anuncian sólo cuatro o cinco noticias, las que la redacción o
simplemente el director consideran que han sido las más importantes del día. De
éstas, una o dos como mucho serán las que abarquen el espacio principal de esta
página uno. La función de la portada es, por una parte, la de marcar una jerar-
quía para facilitar la tarea de un lector atareado y siempre falto de tiempo. Pero por
otra parte, la portada tiene también una segunda función: atraer las miradas del
paseante que ronda por delante de un quiosco, despertar su interés y conseguir que
sienta la necesidad de comprar el ejemplar del periódico. Ambas funciones, la je-
rarquización y el gancho, tienen aspectos particulares en el caso de la ciencia.
Hemos visto a lo largo de estas páginas que si bien la ciencia tiene muchos as-
pectos que interesan al público y que éstos aún pueden ser más evidentes en manos
de un periodista eficiente, aun hay cierta parte de los lectores que tienen reticencia
cuando la noticia que ven ante sus ojos es de temática científica. Este sentimiento
(pereza, desinterés, miedo o vergüenza propia por algo que se piensa no se va a
entender) es abundante no sólo entre lectores sino también entre los propios direc-
tivos de las redacciones periodísticas. La cuestión es que para que un director de
sección y no digamos un director o editor, se llegue a convencer de que una noticia
científica merece estar en portada es que debe tener muy claro que a su público le
va a enganchar, lo va a entender y va a verle el interés. Una solución, claro está, es
ubicar en portada únicamente aquello que sea o pueda ser interpretado como algo
sensacional. El abuso de la hipérbole, la violencia de las imágenes, o el anuncio de
diversos holocaustos inminentes es más frecuente en la portada que en el resto de
páginas. Las falsas expectativas y las alarmas injustificadas también. El titular en esa
primera página es más taxativo y permite menos matices que en páginas interiores,
cuando la ciencia suele ser una cuestión de probabilidades, de escalas de grises, pero
nunca de blancos y negros.
Un elemento particular sobre el que reflexionar antes de publicar una noticia
en portada, especialmente cuando se trata de cuestiones relacionadas con enferme-
dades graves, es su posible impacto en la población afectada (los enfermos y sus
familiares). Se trata aquí de una población especialmente vulnerable, cuya interpre-
tación de la información difícilmente va a ser objetiva (Revuelta & Casado, 2010).
El enfermo, angustiado, preocupado, muchas veces lee lo que quiere leer. ¿Es res-
ponsabilidad del periodista? Desde mi punto de vista, sí, puesto que un buen pro-
fesional debe ser consciente del efecto que tiene su trabajo y no perder de vista la
función social del mismo. El argumento de que el texto, palabra por palabra es
correcto, o de que no se ha dicho ninguna cosa que no fuera cierta no es suficiente.
Es importante, según mi parecer, que se haga un ejercicio de abstracción sobre el
impacto en el lector de lo que se dice, cómo se dice y dónde (en qué página, en qué
diario) se dice. Y si en algún momento se intuye que se pueden hacer mejor las
cosas, es necesario hacerlo, claro está. Sobre el efecto de una noticia científica en
230 Gema Revuelta de la Poza

portada, particularmente si ésta pertenece a un diario de referencia internacional


como The New York Times, déjenme que les exponga aquí con cierto detalle un caso
que fue en su día motivo de reflexión entre periodistas de todo el mundo dedicados
a la ciencia (Revuelta, 1998).
No se trataba de un pequeño texto en una página de ciencia del martes, era la
portada del domingo. Dos largas columnas, tema con el que abría The New York
Times (NYT) su edición del domingo 3 de mayo1. Gina Kolata, una de las redac-
toras científicas senior del prestigioso rotativo estadounidense, anunciaba en un
tono verdaderamente optimista el éxito obtenido con un nuevo tratamiento para
el cáncer. Una combinación de dos sustancias, cuyo mecanismo de acción consistía
en impedir el aporte de sangre a los tumores, había conseguido erradicar «todo tipo
de cáncer, sin efectos secundarios evidentes y sin que se desarrollaran resistencias al
fármaco». Y aquí, se añadía inteligentemente la aclaración «en ratones». Pues es
evidente que Kolata no es ninguna novata y once años trabajando para el NYT
enseñan que curar el cáncer en ratones no significa curarlo en personas. Y eso debe
quedar claro para los lectores.
Sin embargo, el artículo no acababa aquí. Después de relativizar el éxito del
tratamiento relegándolo al mundo ratonil, el texto justificaba el porqué de los
grandes titulares y de su ubicación en portada: «Algunos investigadores del campo
de la oncología dicen que estos fármacos representan el tratamiento más promete-
dor que jamás han visto». Entre éstos, nada menos que el eminente Dr. James
—doble hélice— Watson2 a quien se le atribuía la siguiente frase «Judah [por Ju-
dah Folkman, el director de la investigación] va a curar el cáncer en dos años». Y,
por si esta opinión no fuera por sí misma suficiente excusa para el optimismo del
artículo, se añadía el comentario de otra personalidad no menos relevante: «No hay
nada más prioritario que llevar a estas sustancias a la fase de ensayo clínico», había
dicho el Dr. Richard Klausner, director del Instituto Nacional del Cáncer de Estados
Unidos.
Ciertamente, entre las frases optimistas había también otras de cautela, algunas
pronunciadas por el propio Judah Folkman, investigador responsable del estudio,
otras por otros científicos, aunque ninguno del calibre de Watson o de Klausner.
Entre estos más cautelosos figuraba, por ejemplo, «un investigador en oncología de
la Facultad de Medicina de Harvard». Finalmente, parece que el hecho de aparecer
en portada (portada = gran noticia), las palabras del Nobel, la utilización repetitiva
de la palabra «curación» y el tono en general tan optimista del artículo tuvieron
más impacto que las llamadas a la calma: al día siguiente, las líneas telefónicas de
los especialistas en oncología del país se bloquearon. Y no sólo eso, el precio de las
acciones de Entremed, la pequeña compañía dueña de los derechos comerciales de
las sustancias experimentadas por Folkman, se multiplicó por cinco en tan sólo

1
«A cautious awe greets drugs that eradicate tumors in mice», The New York Times, 3 de mayo
de 1998.
2
«Cancer: un espoir venu d’Amerique»,Le Monde, 7 de mayo de 1998.
El tratamiento periodístico de la ciencia en la prensa 231

unas horas. Pero no nos precipitemos, detengámonos antes en algunos de los as-
pectos más notorios de este caso.

2.5.1. La noticia no era noticia

¿Es esta la primera vez que una sustancia, en este caso la combinación de an-
giostatina y endostatina, es capaz de erradicar el cáncer en ratones? No. Otras sus-
tancias, como la interleucina-2, también consiguieron resultados prometedores en
ratones, pero posteriormente decepcionaron al alcanzar la fase de ensayo clínico.
En el caso de la interleucina-2, ésta no superó las primeras fases de investigación en
humanos, pues en éstos se asociaba a efectos secundarios muy graves3. Por otra
parte, esto no debería quitar méritos a las sustancias de Folkman. De hecho, el
trabajo de este investigador en el campo de las sustancias que inhiben la angiogé-
nesis tumoral está muy bien valorado entre la comunidad científica en general. Es
una de las líneas de investigación sobre las que están depositadas las esperanzas de
muchos científicos en el terreno de la oncología desde hace algunos años. Pero no
por ello tiene más posibilidades de superar todas las pruebas que se le piden, antes
de llegar al ensayo clínico.
La fecha del 3 de mayo de 1998, ¿coincidía con algún acontecimiento relevan-
te en las investigaciones de Folkman? Éste es uno de los detalles más chocantes,
pues no parecía coincidir con nada en particular. El último artículo importante de
este investigador había sido publicado por Nature seis meses antes, el 27 de no-
viembre de 19974. Y por entonces el propio NYT, tal como lo hicieran otros me-
dios, recogieron la noticia de forma discreta. ¿Cuál era entonces el «valor añadido»
del artículo de Kolata? Al parecer, la noticia no era el estado de la investigación,
sino la opinión de los expertos consultados, en concreto las manifestaciones de
Watson y Klausner. Pero lo peor del caso es que ambos negaron haber hecho tales
manifestaciones. Watson explicó que seis semanas antes de la publicación del artí-
culo, había coincidido en una cena informal con Gina Kolata y que, a pesar de
haber hablado con ella de las investigaciones de Folkman, nunca había pronuncia-
do la frase que se le atribuía. «Mi recuerdo sobre dicha conversación es muy distin-
to», explicaba en una carta reproducida en el NYT el 7 de mayo. Sin embargo, el
mismo día, un portavoz del mismo diario aseguró que la cita de Watson era correc-
ta. Por su parte, el Instituto Nacional del Cáncer (INC), dirigido por el Dr. Klaus-
ner, difundió una nota aclarando que las sustancias de Folkman no eran la «única
prioridad del INC». Esta última rectificación fue también publicada en el NYT
días más tarde5.

3
«Questions and answers about antiangiongenesis research», National Cancer Institute, 7 de
mayo de 1998 , en http://207.121.187.155/NCI_CANCER_TRIALS/zones/pressinfo/angio).
4
«Resistance-free cancer therapy», Nature (titular de portada), 27 de noviembre de 1997.
5
«Corrections», The New York Times, 8 de mayo de 1998.
232 Gema Revuelta de la Poza

En el artículo se habla de las declaraciones de Folkman «en una conferencia»,


pero no especifica qué reunión fue ésta, dónde se produjo ni si los resultados pre-
sentados entonces eran diferentes de los publicados en Nature seis meses antes. Así
pues, la noticia no era noticia. A pesar de ello, después del artículo del NYT, prác-
ticamente todos los medios de comunicación del mundo recogieron el tema en sus
portadas.

2.5.2. De hombres y ratones

Las palabras que Judah Folkman ha repetido hasta la saciedad cuando ha sido
entrevistado, incluyendo su conversación con Gina Kolata, han sido: «Si usted
tiene un cáncer y es un ratón, podemos ocuparnos de usted». Y es que el salto des-
de el ratón de laboratorio hasta la aplicación en humanos es abismal. En un repor-
taje especial de la revista Time6 titulado «Fact versus fantasy», Allen Ollif, director
de investigaciones oncológicas de Merck and Co. afirmaba: «En el mejor de los ca-
sos, menos de un 10 a un 20 por 100 de las sustancias que tienen éxito en ratones,
lo tienen también en seres humanos». De hecho, para que una sustancia con resulta-
dos positivos en ratones consiga éstos también en seres humanos deben superarse
previamente tantos requisitos que es fácil comprender que muchos «magic bullets» se
queden en el camino. Por ejemplo, en el caso de las proteínas de Folkman, antes de
que éstas lleguen a la fase de ensayo clínico previamente debe: 1) hallarse una forma
correcta de producir las sustancias en cuestión en cantidades suficientes; 2) además
de ser producidas en grandes cantidades, deben poderse purificar de forma sencilla;
3) deben metabolizarse con seguridad en seres humanos a las dosis en las que se en-
sayarán en pacientes; 4) debe demostrarse que las proteínas humanas tienen una ac-
tividad anticancerígena en humanos similar a la que tienen en ratones las proteínas
estudiadas, y 5) deben superar además otras muchas pruebas de seguridad.
Por otra parte, no hay que olvidar que, en muchos casos, los roedores utilizados
en investigación oncológica presentan tumores estratégicamente adosados a su
lomo. Llegar al tumor con el fármaco que se está ensayando es cosa de niños. Fue-
ra del laboratorio las cosas cambian. El tumor puede estar más escondido o presen-
tar metástasis difíciles de alcanzar.

2.5.3. Efecto NYT

Que los enfermos de cáncer bloquearan las líneas telefónicas al día siguiente de
la publicación del artículo de Kolata suplicando el remedio anunciado era hasta
cierto punto previsible. Incluso noticias menos espectaculares han producido el

6
«Cancer. Fact vs. Fantasy», Time, 18 de mayo de 1998.
El tratamiento periodístico de la ciencia en la prensa 233

mismo efecto. Pues lo que para los científicos es «un resultado positivo» acostum-
bra a ser interpretado como «curación» para un enfermo. Y como curación se suele
entender «ausencia completa de enfermedad», no «supervivencia a cinco años» ni
otros términos complejos, utilizados por los oncólogos. Se entiende así la reacción
de los enfermos. Ahora bien, ¿por qué los medios de comunicación de medio mun-
do iban a recoger la noticia en la forma en que lo hicieron (portadas, titulares, ca-
beceras de informativos...)?7 La única explicación plausible sea quizás el «efecto
NYT». El rigor informativo de este diario le ha colocado como referente interna-
cional. Y aunque muchos redactores hubieran dado cuenta meses antes de los éxi-
tos de Folkman, el hecho de que Gina Kolata lo considerara portada hacía dudar al
más experto.
Por otra parte, es tal el impacto que tiene este diario sobre los otros medios de
comunicación y sobre la sociedad en general, que cualquier tema que haya sido
extensamente cubierto por él es una buena fuente de inspiración para libros que
alcanzan rápido la categoría de best seller. Y el caso Folkman hubiera podido ser uno
de ellos. Gina Kolata fue acusada por otros diarios de haber tratado de esa forma la
noticia con el propósito de asegurarse unas buenas cifras de ventas en un libro so-
bre el tema8. Una nota en el NYT del viernes 8 de mayo explicaba cuál era la si-
tuación de la periodista9. Al parecer, ésta había recibido una proposición de una
editorial para publicar un libro sobre el caso y se le ofrecían dos millones de dólares
por él. Kolata había consultado con los directores del diario respecto al libro, pero
éstos le habían aconsejado no publicarlo, después de cómo habían ido las cosas tras
el polémico artículo. Otro redactor, Robert Cooke del Newsweek, también había
recibido una propuesta de libro. En este caso, el escritor decidió seguir adelante. En
algunos círculos10, se abrió entonces un debate sobre la ética de los periodistas,
quienes disponen de información privilegiada para su tarea principal (informar)
pero que también pueden hacer uso de ella con otros propósitos. Escribir un libro,
por ejemplo.

7
Véase «Cancer: un espoir venu d’Amerique», Le Monde, 7 de mayo de 1998; «Humans to test
mice cancer cure», BBC news, 5 de mayo de 1998; y «Cancer: une expérience prometteuse», Le Figaro,
7 de mayo de 1998.
8
Véase los siguientes artículos: «One man’s quest to cure cancer», Newsweek, 18 de mayo de
1998; «Le tour du monde d’un faux espoir», Liberation, 18 de mayo de 1998; «Les leçons d’une dé-
couverte», Le Monde (editorial), 8 de mayo de 1998; «La polémica “editorial” del cáncer», El Periódico,
9 de mayo de 1998. «La “cura” del cáncer causa un autoanálisis periodístico en Estados Unidos», El
País, 9 de mayo de 1998; «The New York Times cures cancer», HMS Beagle, issue 31, 29 de mayo de
1998, en http://biomednet.com/hmsbeagle).
9
«Cancer-Drug News Puts a Focus on Reporters and Book Deals», The New York Times, 8 de
mayo de 1998.
10
Véase los siguientes artículos relacionados con el tema: Meredith Wadman, «Cancer “cure” ar-
ticle stirs up hot debate», Nature, 1998, 393 (14 de mayo), 104-105; Eliot Marshall, «The power of
the front page of the New York Times», Science 1998; 2809 (15 de mayo), 996-997; «Information
controler’s responsibility», Nature, 1998, 393 (27 de mayo); «Reporting cancer cures. National Asso-
ciation of science writers» , en http://www.nasw.org/cancer).
234 Gema Revuelta de la Poza

3. América Latina y una reflexión sobre la función


del periodista científico

La gran diversidad de países de América Latina hace difícil generalizar. Sin


embargo, un aspecto particular es, desafortunadamente, la existencia de grandes
zonas en desarrollo o en economías de transición. Por otra parte, se da una circuns-
tancia excepcional, el hecho de que en algunos países las dificultades socioeconó-
micas conviven con un nivel de formación de la población admirable. La cuestión
es que la incorporación de avances científicos y tecnológicos en los países latinoa-
mericanos tiene realmente una dimensión particular, precisamente debido al posi-
ble abuso que se pueda hacer de los ciudadanos más desfavorecidos y sus tierras, o
de las iniciativas que deberían ponerse en marcha y sin embargo no se ponen. En
este sentido, merece la pena destacar aquí un artículo de Ana María Vara (a propó-
sito del debate sobre la soja transgénica en la prensa argentina), en el que reflexiona
sobre la siguiente cuestión (Vara, 2004):
Aunque la adopción de soja RR constituye un necesario caso de análisis
—dado que ocupa la mitad de la superficie cultivada y representa un cuarto de
sus exportaciones— se argumenta aquí que no constituye un ejemplo generaliza-
ble ya que ha sido favorecido por un conjunto de circunstancias peculiares, Esta
situación marca la necesidad de realizar más análisis acerca de la adopción del
maíz y el algodón transgénicos para explorar de qué manera la adopción de nue-
vos transgénicos puede ocurrir en el país, y para aclarar conclusiones que puedan
generalizarse más legítimamente acerca de cómo un país en desarrollo incorpora
cultivos transgénicos.

Para una reflexión más general sobre América Latina merece destacar también
un libro excelente, de María de los Ángeles Erazo (Erazo, 2007). La autora no sólo
es conocedora de la situación iberoamericana por ser ella misma ecuatoriana, sino
también por haber investigado en profundidad la situación en diferentes países. La
obra es de especial recomendación para el comunicador que empieza y que precisa
algunas guías y consejos. En un artículo de investigación sobre el periodismo cien-
tífico en América Latina, centrado en la prensa diaria y dirigido por Luisa Massa-
rani (Massarani, Buys, Amorim, y Veneu, 2005), los autores explican que el perio-
dismo científico tuvo un momento álgido en algunos países de América Latina en
la década de los 80 con la aparición de nuevas revistas de ciencia y la asignación de
más espacio para las secciones de ciencia en los diarios y revistas semanales. Des-
pués de este período, dicen los autores, se produce una retracción del periodismo
científico. A pesar de ésta, Internet abrió nuevas posibilidades —muchas de las
cuales fueron, sin embargo, de muy corta duración. Continuando con la revisión
de la época de estos mismos autores, se ha visto que más recientemente, los perió-
dicos y revistas han reducido el espacio para la ciencia y sus secciones. Sin embargo,
a pesar de esta reducción, los estudios indican que las cuestiones científicas y tec-
El tratamiento periodístico de la ciencia en la prensa 235

nológicas han pasado a tener una presencia importante en otras secciones, inclu-
yendo deportes, comics, los suplementos de ocio para la familia, etc. En los últimos
años, hemos visto esfuerzos más organizados que hacen los periodistas de ciencia
en el continente, expresados éstos a través de la creación de nuevas asociaciones de
periodismo científico en los países donde la práctica está menos consolidada. Tal es
el caso de Costa Rica, Ecuador y Perú. Los autores destacan también la Federación
de Periodistas Tecnológicos de América Latina.
Todos los diarios analizados por Massarani y su equipo (siete periódicos,
correspondientes a cinco países de América Latina), publicaron sistemáticamente
artículos más o menos extensos sobre ciencia. Todos publicaron sistemáticamente
historias escritas por el personal, a pesar de que también se observó la influencia de
agencias de noticias extranjeras. Algunos incluso publicaban artículos enteros de
periódicos extranjeros, como el The New York Times. En el periódico del Ecuador,
muchos artículos son escritos por colaboradores externos a la redacción. Finalmen-
te, también se publican artículos escritos por periodistas científicos para la Funda-
ción para la Ciencia y la Tecnología, entidad que se ha propuesto entre una de sus
funciones precisamente aumentar la presencia de estos temas en los medios de co-
municación locales.
La distribución de los temas incluidos en estas secciones es muy desigual según
el diario, reflejando posiblemente las diferentes orientaciones y públicos a quienes
va dirigido cada una de las cabeceras analizadas. La inclusión de noticias sobre in-
vestigación realizada en el extranjero es habitual en los diarios analizados. En dos
de los periódicos de Brasil, O Globo y a Folha de S. Paulo, esta influencia fue
particularmente elevada: respectivamente, el 70 por 100 y 62 por 100 de los artículos
en el período analizado se refiere a las cuestiones relacionadas a países desarrollados.
El Jornal do Comercio, El Comercio y La Nación tenían tasas más altas de informa-
ción sobre investigaciones nacionales (respectivamente, el 70 por 100, 55 por 100
y 41 por 100), siguiendo la orientación editorial de poner en valor sus logros loca-
les propios. De todos los diarios analizados, Mural es la que más publica temas de
ciencia política. La Nación también dedica espacio al tema. En el artículo mencio-
nado también se resume una interesante reflexión sobre la siguiente cuestión: ¿de-
ben las secciones de ciencia incluir también información sobre política científica,
aspectos jurídicos, cuestiones de ética derivadas de las aplicaciones científicas, etc.?
Los autores concluyen que no todos los responsables de las secciones de ciencia en
América Latina comparten la misma opinión respecto a esta cuestión. Resulta su-
mamente interesante este punto pues sin duda refleja la opinión sobre cuál es la
función del periodista científico. Respecto a esta cuestión, Carolina Moreno (2008)
añade:

Le corresponde al periodista científico informar de acontecimientos de actua-


lidad: a) crisis alimentarias; b) crisis sanitarias; c) desarrollo de nuevos fármacos;
d) nuevas innovaciones tecnológicas; e) política científica, etc.); y suele hacerlo a
través de géneros informativos (básicamente, noticia y reportaje). El periodista,

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