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En 1927, un austriaco llamado Fritz Lang planteaba una realidad urbana caótica para el 2026, con una
ciudad estratificada donde se pueden reconocer distintos niveles de la sociedad, cada uno representado
con una arquitectura determinada. Los elementos arquitectónicos utilizados en la cinta refuerzan la idea
del director, aportando con un lenguaje formal que suple (no reemplaza) la carencia de sonido por esos
tiempos. Los dejamos con un clásico; Metrópolis…
FICHA TÉCNICA
Título original: Metropolis Año: 1927 Duración: 120 min. Origen: Alemania Director: Fritz Lang Guión:
Thea von Harbou Fotografía: Karl Freund & Günther Rittau Reparto: Gustav Fröhlich, Brigitte Helm,
Alfred Abel, Rudolf Klein-Rogge, Fritz Rasp, Theodor Loos, Heinrich George.
SINOPSIS
En una megalópolis del siglo XXI los obreros viven en un gueto subterráneo donde se encuentra el
corazón industrial con la prohibición de salir al mundo exterior. Incitados por un robot se rebelan contra la
clase intelectual que tiene el poder, amenazando con destruir la ciudad que se encuentra en la superficie,
pero Freder (Gustav Frölich), hijo del dirigente de Metrópolis, con la ayuda de la hermosa María (Brigitte
Helm) de origen humilde, intentarán evitar la destrucción apelando a los sentimientos y al amor.
El filme se desarrolla en el año 2026, en una ciudad-estado de enormes proporciones llamada Metrópolis.
La sociedad se ha dividido en dos grupos antagónicos y complementarios: una élite de propietarios y
pensadores, que viven en la superficie, viendo el mundo desde los grandes rascacielos y paisajes
urbanos, y una casta de trabajadores, que viven bajo la ciudad y que trabajan sin cesar para mantener el
modo de vida de los de la superficie. El presidente-director de la ciudad es Johhan ‘Joh’ Fredersen
(interpretado por el actor Alfred Abel).
Una figura carismática y pacificadora llamada María defiende la causa de los trabajadores. Pero en lugar
de incitar a una revuelta, insta a los trabajadores a buscar una salida pacífica y tener paciencia,
esperando la llegada del “Mediador”, que unirá ambas mitades de la sociedad. El hijo de Fredersen,
Freder (Gustav Fröhlich) conoce a María y queda prendado de ella. Al seguirla sin que ésta se dé cuenta,
penetra en el mundo subterráneo de los trabajadores y mira con sus propios ojos las pésimas condiciones
en que éstos viven y trabajan, así como el desdén absoluto de los propietarios, que prefieren traer más
trabajadores para que las máquinas no se detengan, que auxiliar a los que sufren accidentes en ellas.
Asqueado por lo que ve, Freder decide unirse a la causa de María.
Sin embargo Fredersen se ha dado cuenta ya de las actividades de María, y temiendo una revuelta de los
obreros, decide solicitar la ayuda del científico Rotwang (en el papel de Rudolf Klein-Rogge), quien a su
vez le muestra un robot antropomorfo de su invención. El robot creado por Rotwang puede tomar tanto la
conducta como la apariencia de una persona, así que deciden suplantar a María. El robot tiene como
órdenes promover los disturbios y el descontento, para así permitir a Fredersen lanzar una represión
violenta contra los trabajadores. Lo que desconoce Fredersen es que el robot contiene el espíritu de Hel –
la ex mujer de Rotwang, que tuvo un amorío con el dueño de la ciudad, y falleció al dar a luz a su hijo
Freder -, y que Rotwang utilizará al ser máquina como instrumento de venganza contra el presidente de
Metrópolis, su hijo, y toda la ciudad.
La verdadera María es hecha prisionera en la mansión de Rotwang, en Metrópolis, mientras el robot la
suplanta y lanza discursos incendiarios. Además, el robot comienza a seguir las iniciativas de Rotwang en
su plan de venganza, y se transforma en bailarina exótica en el prestigioso cabaret Yoshiwara, excitando
y nublando la razón de los asistentes, promoviendo la discordia y la decadencia entre los jóvenes
adinerados. Siguiendo los malos consejos del Robot-María, los trabajadores inician una revuelta y
destruyen la “Máquina Corazón”, que proporciona la energía que hace funcionar toda la demás
maquinaria de Metrópolis. La destrucción de dicha máquina también provoca que los tanques de agua de
la ciudad se aneguen, e inunden el submundo de los trabajadores, quienes cegados por el discurso del
robot, han descuidado la seguridad de sus hijos, quienes terminan siendo rescatados por Freder y la
verdadera María. Al darse cuenta de su grave error, los trabajadores desesperados salen a la superficie
en busca de su “enemiga en la ciudadela”, la presunta María. La muchedumbre invade el distrito de
diversiones de la ciudad y captura a la falsa María, a la cual atan a una estaca y prenden fuego, mientras
Freder observa todo y desespera. Pero pronto se dan cuenta que esa María es una impostora, al arder
sus carnes falsas y quedar al descubierto el robot, y al ver a María ser perseguida por el enloquecido
Rowang en los tejados de la catedral de la ciudad. Freder persigue a Rotwang, y lo enfrenta hasta que
éste último se precipita del tejado hacia su muerte. María y Freder retornan a la calle y van al encuentro
de Joh y Grot (líderes de la ciudad y de los trabajadores) y dejan entrever el comienzo de una nueva
sociedad.
Bajo el lema “Mittler zwischen Hirn und Hand muss das Herz sein” (mediador entre el cerebro y la mano
ha de ser el corazón), que debe interpretarse como la necesidad de que la capacidad de amar del Ser
Humano reúna a la razón y la fuerza, se reconcilian el magnate Joh Fredersen y los trabajadores de
Metrópolis gracias a Freder, que encarnarían los tres términos de esa ecuación: razón, trabajo y corazón.
FUENTE https://www.plataformaarquitectura.cl/cl/02-34953/cine-y-arquitectura-metropolis
La arquitectura ha jugado un papel fundamental en la historia del cine desde sus comienzos, y de modo
especial en aquellos momentos, cuando la ausencia de grandes decorados y efectos especiales provocaban
la adopción de entornos arquitectónicos como lienzo único sobre el que desarrollar las tramas, y la cuidada
selección de éstos competía en algunas ocasiones con los mismos actores por el papel protagonista.
Podemos afirmar si temor a equivocarnos que a pesar de que la arquitectura encuentra en el cine a un
compañero ideal, remarcando la característica visual de ésta (el concepto espacial lo podríamos entender
como un mero acercamiento, sabiendo que es imposible comprender un espacio sin experimentarlo), es el
séptimo arte el que necesita de un marco arquitectónico adecuado para desarrollar toda su fuerza y
expresividad.
Nos encontramos en la actualidad con una suerte de entusiasmo en el mundo del celuloide alrededor de la
figura del arquitecto (“Apuntes de Frank Gehry”, “My Architect” o “Koolhas Houselife”) por lo que puede
ser un buen momento para echar la vista atrás y ver cómo empezó esta maravillosa y obligada relación
entre el cine y la arquitectura.
Construcción de la arquitectura de “Metrópolis”
Es llamativo observar el estado actual del cine, principalmente enfocado a la cultura del entretenimiento y
de los fuegos artificiales, con poca reflexión en el fondo, relegado por la espectacularidad de la forma, y es
inevitable establecer paralelismos con la situación de la arquitectura en estas dos últimas décadas. No
parece descabellado señalar que en estas dos artes por encima del resto el momento cultural de la sociedad,
ya globalizada, se transmite de un modo más inmediato, por lo que lo observado en la arquitectura y en el
celuloide podrá ser observado con el tiempo como la lógica respuesta del mundo artístico en este
determinado momento de la historia. No es ninguna novedad. Desde sus inicios el cine se ha encargado, a
modo de palimpsesto, de mostrar el contexto histórico y cultural en que se enmarca la película,
ofreciéndonos una instantánea de la arquitectura, la pintura y la música del momento y, en el mejor de los
casos, sirviéndose de éstas.
De este modo, podemos reconocer fácilmente en “El Gabinete del Doctor Caligari” (1920), de Robert
Wiene, todas las señas de identidad del expresionismo alemán. A través de los decorados distorsionados,
las tortuosas calles y edificios deformados se crea una atmósfera amenazante para sumergir al espectador
en una cinta de terror con un complejo argumento que sentaría las bases del cine del género desde sus días
hasta la actualidad. A los ángulos imposibles y las perspectivas forzadas se unen las interpretaciones
exageradas para crear un ambiente opresivo y una constante sensación de angustia de dónde bebería años
más tarde A. Hitchcock para realizar sus películas.
El expresionismo encuentra cabida y desarrollo en el cine ya que su traslado a la pantalla es sencillo dada
su plasticidad y efectismo. En “El Golem” (1920), de Carl Boese y Paul Wegener, el diseño de los decorados
corre a cargo de Hans Poelzig, que en su obra arquitectónica recorre el camino desde el “Expresionismo” a
la “Nueva Objetividad”, con notable éxito. De nuevo formas angulosas, tortuosas escaleras y estudiados
encuadres en escorzo nos transmiten la sensación de inquietud que domina la película, si bien los
elementos arquitectónicos son perfectamente reconocibles y menos oníricos.
Los decorados en “El Golem” (1920) fueron diseñados por el arquitecto Hans Poelzig
Siguiendo la corriente expresionista debemos hacer mención a la notable “Waxworks” (1924), de Paul Leni,
en la que siguiendo muchas reglas compositivas vistas en “El Gabinete del Doctor Caligari” el espectador se
introduce en el mundo de fantasía de un museo de cera, y “Nosferatu” (1922), de F. W. Murnau, rodeada
por la controversía con los derechos de autor de Drácula de Bram Stoker, que la mantuvo en el olvido
durante muchos años y que, a diferencia de las anteriores, utiliza escenarios naturales y abiertos en
contraposición a la preferencia del cine expresionista de rodar en decorados.
El cartel de “Metrópolis” (1927) , de Fritz Lang, es una obra de arte por sí mismo, estando expuesto en el MOMA
de Nueva York.
Sin duda, el expresionismo (alemán) llega a su momento culmen con “Metrópolis” (1927), la famosa
distopía de Fritz Lang ambientada en una ciudad-estado futurista, donde los habitantes se dividen en dos
clases sociales diferenciadas de forma radical: los dirigentes y los obreros. La arquitectura se inserta de
manera majestuosa en la cinta, recreando la división entre el mundo subterráneo de los trabajadores, con
sus arquitecturas sombrías y opresivas, y la superficie o la parte alta de la ciudad, dónde destaca un estilo
monumental que toma referencias del Art Decó de los rascacielos neoyorquinos, dónde las referencias a la
obra de Bruno Taut son evidentes, como el propio Fritz Lang reconoce. Entre medias, toda una amalgama
de estilos arquitectónicos, desde catedrales medievales a construcciones orientales que se insertan en una
película que ha servido de referencia en el género hasta nuestros días.
La arquitectura de “Metrópolis” está sin duda influenciada por los rascacielos de Nueva York, que F. Lang conoce
en un viaje previo
Aunque está reconocida como la obra más significativa del expresionismo, la arquitectura de los decorados
de “Metrópolis” nos está introduciendo y presentando las corrientes imperantes en el momento, gracias a
la habilidad de Fritz Lang, con formación arquitectónica procedente de su padre y de algún año de estudios
en Viena. Podemos reconocer de modo inmediato el futurismo en el movimiento constante de las
máquinas y en el recuerdo permanente de Antonio Sant Elia en el diseño de la ciudad; la arquitectura
racionalista de la Bauhaus, en la fusión entre arte e ingeniería preconizada entre otros por Gropius y la
uniforme ciudad de los obreros con todas las personas haciendo los mismo movimientos y vestidos igual
(es probable que a modo de crítica hacia el racionalismo); además de los interiores Art Decó que dominan
los espacios de las élites y las inferencias de estilos arquitectónicos ajenos al momento y la ubicación ya
comentadas. Por encima de la arquitectura de los decorados se ha enmarcado esta película en el
expresionismo por las composiciones de planos que realiza Fritz Lang: con encuadres donde predomina la
diagonal, la tensión compositiva y el uso de luces y sombras exagerado, que recuerdan a las películas antes
mencionadas y que el propio director toma como referentes.
“Metrópolis” es una joya del séptimo arte, estando reconocida con el nombramiento de “Patrimonio de la
Humanidad” (“Memoria del Mundo”, en concreto) por la UNESCO y se convirtió en referente inmediato
del género, donde películas como “Blade Runner”, “Batman” (en su versión más oscura), “La Guerra de las
Galaxias”, “Desafío Total”, “Minority Report” o “El quinto elemento”, entre muchas otras, toman elementos
del filme de Fritz Lang.
No se puede hablar de “Metrópolis” en términos arquitectónicos sin que nos venga a la mente Hugh Ferris
y sus evocativos dibujos de ciudades imaginarias, futuristas, con predominio de luces y sombras y un poder
de sugerencia incomparables. Su recopilación de dibujos más famosos se publicó en 1929 bajo el título
“The Metropolis of Tomorrow”, pero su trabajo llevaba tiempo siendo conocido. Es más que probable y
evidente la influencia en “Metrópolis”.
Los dibujos de Hugh Ferris pueden tomarse como una referencia directa de la arquitectura de “Metropolis”
CINE Y ARQUITECTURA - Metrópolis
Metrópolis (1927)
FUENTE http://fggdarquitectura.blogspot.com.ar/2012/10/cine-y-arquitectura-metropolis.html
Los inicios de la especulación social
urbana en el Cine, Metrópolis la visión
de Fritz Lang
BY JAIME IGNACIO TORO
Alemania República de Weimar, el director de cine Fritz Lang (1890 –1976) regresa
de Nueva York impresionado por la arquitectura Art Deco, Este movimiento es, en un
sentido, una amalgama de muchos estilos y movimientos diversos de principios
del siglo XX y, a diferencia del art nouveau, se inspira en las Primeras Vanguardias.
Las influencias provienen del constructivismo, cubismo, futurismo, del propio art
nouveau del que evoluciona, y también del estilo racionalista de la escuela
Bauhaus en Alemania. Hoy en Galaxia Up revisamos los Inicios de la especulación
social urbana en el Cine, bajo el análisis de Metrópolis la cinta de Fritz Lang.
La historia de Metrópolis, trata sobre una Megalópolis del siglo XXI, donde los
obreros viven en un gueto subterráneo, lugar donde se encuentra el corazón Industrial.
Esta sociedad estratificada prohíbe a los trabajadores salir al mundo exterior, sin
embargo Freder (Gustav Frolich) hijo del dirigente de la Ciudad de la Superficie, Joh
Fredersen (Alfred Abel), se enamora de la carismática y pacificadora María (Brigitte
Helm) y la sigue a escondidas, escapando de la realidad idílica de la ciudad superficial
y llegando al mundo subterráneo en el cual María actúa como pacificadora de las masas
sublevadas mediante un mensaje piadoso, de cautela y espera del
“Mediador”. Frodersen, el dirigente, espiando a los sublevados, decide destruir la
imagen pacificadora de María por lo que solicita ayuda al científico de la
ciudad Rotwang (Rudolf Klein- Rogge), el cual crea (capturando a la real mujer) un
robot a imagen y semejanza de ella, pero este robot responde a las órdenes del
Dirigente. La “falsa María” entonces cambia el discurso, exclamando a los obreros que
el camino a seguir es la violencia.
Para la cinta, la esposa de Lang, la escritora Thea Von Harbou se nutre de esta
influencia y la convierte en el guión sumándole la visión futurista y distópica (una
sociedad ficticia indeseable en sí misma) del propio Lang quien fuera estudiante de
arquitectura muy influenciado por su padre el arquitecto Anton Lang.
Nunca como en la Alemania de Weimar se estableció una relación tan clara entre el
cine y la arquitectura, además de los ensayos y los escritos de la época, películas como
el Gabinete del Doctor Caligari y El Golem, incluyeron en sus proyectos y propuesta
la intervención de arquitectos y artistas para la concepción de los decorados y espacios
cinematográficos.
Luego de esta cinta, la tendencia de la época sería representar la ciudad bajo visiones
particulares y pretensiones expresivas, como el estallido de la segunda guerra mundial
y el empoderamiento de Hollywood en la industria cinematográfica, esta relación
llevada y establecida en Europa de los años 20 debilitó de alguna manera, el contenido
especulativo de la cinematografía futura.
LA GRANDE BELLEZA
Es La Gran Belleza (2013) del director italiano Paolo Sorrentino, una bizarra e
interesantísima deferencia al mundo del arte. Una película que abordaré desde sus
locaciones, un coctel embriagante de lo mejor de la arquitectura y arte clásico, renacentista
y barroco. La Grande Belleza(título original) discursa sobre lo mundano en un contexto que
por su importancia en la historia de la cultura universal se convierte en recurso apologético
de clases seudo cultivadas y nihilistas, que intentan legitimar la vacuidad de su existencia
en el exterior, nunca mejor dicho.
La Roma de la Gran Belleza es un lugar donde las mujeres se tiñen por sentirse
pirandellianas, los seres más inocuos ensayan a escribir novelas al estilo de Proust, los
niños hacen arte a lo bestia y las sesiones de botox envuelven una sacralidad muy
cercana a la que sentirían los griegos cuando asistían al oráculo de Delfos. Una guerra
sagrada contra el paso del tiempo en que una extraña anfictioníase pone en manos de un
Apolo que, jeringuilla en mano, construye ironías sobre la carga impositiva del
contribuyente.
Todos los referentes visuales del filme son inmensos, no hay escultura, monumento,
fuente o plaza que no marque un hito en la historia de las artes, sobre todo del período
Renacentista y Barroco. Retratada con la maestría de Luca Bigazzi, un director de
fotografía italiano, que ha trabajado con cineastas como Abbas Kiarostami y ganador de
cinco premios David de Donatello, distinciones cinematográficas más prestigiosas de Italia.
La construcción de seductores planos que, en algunos casos, buscan descubrir los
volúmenes arquitectónicos y el uso del travelling, se hacen notables desde la escena
iniciática del filme en la Fontana dell' Acqua Paola.
El filme inicia con un tour de asiáticos a la Fontana dell' Acqua Paola diseñada por
Giovanni Fontana. La historia de esta fuente comienza en la zona del Janículo, una colina
de 82 msnm que, aunque no está incluida dentro de los siete promontorios que
históricamente han formado la ciudad de Roma –Aventino, Capitolino, Celio, Esquilino,
monte Palatino, Quirinal y Viminal-, algunos la consideran la octava colina, una zona
periférica y atractiva declarada Patrimonio de la Humanidad en 1990. Inspirado por la
popularidad de la Fontana dell' Acqua Felice o Fuente de Moisésdiseñada por Domenico
Fontana en 1585, el Papa Pablo V manda a reconstruir el deteriorado Acueducto de Triana
construido por el emperador Trajano para darle una fuente de agua potable a los
residentes del Janículo, cuyo suministro de agua eran las contaminadas aguas del rio
Tíber y para marcar el punto final del mismo hace el encargo.
Erigida entre 1610-12, fue construida con mármol extraído de un antiguo templo romano,
el Foro de Neva. Su composición consiste en un frontón de tres segmentos, el primero con
cinco nichos, tres centrales y dos laterales de menor tamaño cuyas columnas son de
origen romano extraídas del mismo Foro. El segmento medio es un friso rectangular con
inscripciones y culmina en una espadaña con las insignias papales sostenidas por dos
ángeles y los emblemas de la casa Borghese a la que pertenecía el Papa Pablo V. Las
líneas puras, la escasez de escultura exenta y de profusión decorativa hacen pensar en
esta fuente como una obra renacentista, sin embargo fue construida en pleno desarrollo
del estilo barroco.
El acueducto Claudio iniciado por Calígula en el año 38 d.c. y terminado por Claudio en el
52 d.c., casi medio siglo antes del de Triana, es otra locación de este filme, donde tiene
lugar el performance de la artista Talia Concept a quien Jep saca de quicio con sus
preguntas más allá de las vibraciones vitales. A lo largo del filme Sorrentino va poniendo
en tela de juicio los valores fundamentales del arte actual y de forma burlesca e ingeniosa
retrata a los creadores atormentados de siglo XXI.
Es en el templete de San Pietro in Montorio, donde Jep, tiene la revelación más importante
de todo el filme. Una voz infantil, desde el mismo lugar del martirio de San Pedro,
pregunta:
-¿Quién eres tú?
Sintiéndose aludido Jep responde con otra pregunta
-¿Quién soy? Soy… , - pero antes de que diga nada la voz responde:
-Tu no eres nadie.
-¿Nadie? Pero yo… Está bien…
El imponente chelo de Maya Beiser cierra la escena mientras la desesperada madre que
da inicio a la misma, encuentra a Francesca. Una sola vida y algunos talentos es lo que
contamos para llevar adelante nuestros destino, queda a nuestra suerte forzar los hilos de
nuestro sino. Jep es una muestra de talento desperdiciado, y su contraparte es su amigo
Romano, quien se esfuerza por crear algo elevado y no pasa del patetismo mundano.
Jep Gambardela vive en un lujoso apartamento con vistas al mayor monumento de Roma,
el Anfiteatro Flavio que debe su nombre de Coliseo a la monumental estatua del Coloso de
Nerón que se encontraba ubicada cerca del mismo. Un monumento declarado Patrimonio
de la Humanidad en 1980 y considerado como una de las Nuevas Siete Maravillas del
Mundo Moderno. El Anfiteatro Flavio fue mandado a construir por el emperador
Vespasiano en el año 70 d.c y terminado hacia el 80 d.c. por el emperador Tito, el edificio
es uno de los mejores ejemplos del lenguaje arquitectónico clásico con el uso del sistema
arquitrabado de columnas y dinteles combinados con las arquerías sobre pilastras y la
superposición de los ordenes clásicos: Dórico el primer piso, Jónico el segundo y Corintio
el tercero. La cuarta planta la agregó el emperador Domiciano durante su reinado.
Como espacio citadino el filme está marcado por la imponente presencia de varias plazas
romanas, entre ellas, La Plaza Navona considerada una de las más hermosas plazas
barrocas de la ciudad. La misma tiene una singular historia que comienza con el estadio de
Domiciano construido en el Rione di Campo Marzo o Distrito del Campo de Marte, ubicado
en el meandro del rio Tíber donde se encuentran los bulevares -Lungotevere dei Sangallo,
Gianicolense, Vaticano, Tor di Nona, Prati y Marzio- que recorren sus orillas y son parte
del filme. En uno de ellos –no se cual- Jep declara su deseo de convertirse en el rey de la
mundanidad, pese a saber que estaba destinado a otra cosa.
Plaza Navona
La Fuente de los Cuatro Ríos, es otra pieza memorable ubicada en esta increíble locación.
Construida por Gian Lorenzo Bernini, uno de los grandes arquitectos del barroco europeo,
artífice de piezas que marcan el carácter de este movimiento como el Éxtasis de Santa
Teresa una joya de la escultura barroca, la columnata que rodea la plaza de San Pedro o
el baldaquino que preside el transepto de la basílica de San Pedro. Genio vigoroso e
implacable, heredero de la fuerza expresiva de Miguel Ángel su obra atraviesa los
umbrales de la historia para establecerse como canon y referente. La Fuente de los Cuatro
Ríos fue un encargo del papa Inocencio X, del año 1651. Es la pieza de mayor formato de
la plaza y presenta los criterios básicos de la concepción barroca del arte: movimiento,
teatralidad, expresividad y proyección escenográfica.
Según Bou (2012) la fuente presenta un sinnúmero de lecturas entre las cuales cabría
destacar la imperativa necesidad de mostrar el dominio de la familia papal Phamphili, y por
consiguiente del poder absolutista de la Iglesia en un contexto social europeo devastado
por la guerra de los treinta años (1619-1648). Denotado en detalles como el recuperado
obelisco egipcio símbolo del poder por sus dimensiones y grandilocuencia; la paloma en la
cima del obelisco símbolo de la familia papal, la representación de las cuatro ríos, remitida
quizás a un antiguo planteamiento cristiano sobre los cuatro ríos fecundadores de las
cuatro continentes sentado la base como el centro del universo o las inscripciones en las
cuatro lados del obelisco ensalzando las bondades de la familia Phampili y su hijo pródigo
Inocencio X.
Múltiples podrían ser las lecturas de esta pieza que a nivel formal concibe un nuevo
esquema con el formato fuente y obelisco. Terminada un año después de la muerte de
Joan Sebastián Bach, fecha que para algunos significa el final de la época barroca pura, la
pieza contienen ilusiones que muchos han querido ver manieristas como la gruta hueca
que constituye el centro, truco que aligera el volumen haciéndolo parecer suspendido en el
aire (Bueno, 2012).
Miguel Ángel concibe la plaza como un volumen donde la perspectiva artificiosa y la ilusión
óptica dotarían al espacio de mayor profundidad y sentido del orden. La forma trapezoidal
de la plaza da la continua sensación de perfecta rectitud mientras se accede a la misma
por la Cordonata Capitolina y la modificación de las fachadas del Ayuntamiento y el
Palacio de los Conservadores establecen una coherencia estilística y una perfección
arquitectónica deudora del más puro clasicismo.
Plaza del Capitolio
La armonía de las formas y el uso de los ordenes griegos clásicos, la balaustrada, la
combinación de vanos con frontispicios triangulares y circulares o la escultura exenta son
elementos que unifican los tres edificios que franquean la plaza. Su diseño único de
pavimento basado en la espiral doble del girasol centrada por una estrella de doce puntas
en cuyo eje descansa la réplica de la estatua de Marco Aurelio, hacen de esta plaza uno
de los más grandes logros urbanísticos de la Roma Renacentista, impulsado por uno de
los más extraordinarios creadores de ese tiempo.
En los palacios que franquean la Plaza del Capitolio –Palacio Nuevo y Palacio de los
Conservadores- tienen sede actualmente los Museos Capitolinos. En ellos tiene lugar esa
especie de viaje místico que hacen Jep y Ramona con el dueño de las llaves de toda la
ciudad, que por cierto no era cerrajero. La combinación musical de la parte final de
la Sinfonía en C mayor de Bizet interpretada por la Orquesta Sinfónica Ljubljana durante el
recorrido por algunas obras maestras del museo y el encuentro final en el Salón de los
Embajadores del Palacio de los Conservadores con la imponente Estatua sentada de
Elena, madre del emperador Constantino, representada según un modelo clásico creado
por Fidias para una imagen de Afrodita, es de esos fragmentos que abundan en el filme
donde la espiritualidad de Jep se proyecta, como dice el mismo al inicio del filme, estaba
destinado a la sensibilidad aunque su deseo fuera otro.
Casi al final del texto audiovisual surge un espacio que nos remite a una de las grandes
piezas del cineasta Peter Greenaway, su filme El vientre del arquitecto. Al igual que
Greenaway, Sorrentino escoge el que fuera el complejo de baños más lujoso de toda
Roma solo superado por las Termas de Dioclesiano, y hoy día el mayor conjunto de ruinas
conservadas, las Termas de Caracalla.
Termas de Caracalla
Las también llamadas Termas Antoninas por el verdadero nombre de Caracalla, fueron
construidas en 5 años a partir del 212 D.C. y es una pieza monumental de la arquitectura
romana. Fueron destruidas parcialmente en el año 847 por un terremoto aunque las
mismas habían sido inutilizadas a causa de las sucesivas guerras originadas desde la
crisis del siglo III en Roma con el establecimiento en el 313 de la religión católica como
religión oficial.
Existen otros espacios en este filme como el Palacio Braschi actual Museo de Roma,
el Palacio Phampili actual embajada de Brasil, la Puerta del Priorato de la Orden de los
Caballeros de Malta desde cuya cerradura se puede ver perfectamente alineada la Basílica
de San Pedro, el trampantojo arquitectónico en el patio del Palacio de Spada obra del ya
mencionado Borromini, la escultura praxitélica de la Venus Capitolina, el Galata
capitolino los cuales harían interminable el relato de las locaciones y los detalles históricos
de la misma. Roma es sin dudas una de las grandes pasiones de Paolo Sorrentino –y no
se quien pudiera resistirse al encanto de esta ciudad- y al igual que al cine de Federico
Fellini, la ama y la conoce a la perfección.
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