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Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 1 de 21
MORS SOLA FATETUR QUANTULA
SINT HOMINUM CORPUSCULA 1
(Juvenal, Sátira X, 173)
La máxima “mente sana en cuerpo sano” no puede ser rastreada más atrás de
Juvenal. Es él quien forja para nosotros este pensamiento, este deseo.
Acerquémonos por tanto un poco a ello.
Sus sátiras fueron recogidas en 5 libros (Libro I: Sátiras I-V, Libro II: Sátiras VI,
Libro III: Sátiras VII-XI, Libro IV: Sátiras X y XII, Libro V: Sátiras XIII-XVI).
La Sátira que hoy nos interesa, la X está pues incluida en el Libro IV. Ahora bien,
la periodización de su obra es todo un dolor de cabeza, pero de todos modos
poder fechar la Sátira I después del año 100 y para la Sátira XV la fecha
aproximada sería después del año 127. Sin embargo no tenemos indicio alguno
para la datación del libro IV (se ha propuesto para el Libro III el lapso: 120-123 y
para el Libro V: 127-130).
Para nuestro uso digamos que la vida de Juvenal se mueve en los reinados de
Trajano y Adriano, pero su obra se refiere a las épocas duras y pretéritas de los
Claudios y de Domiciano.
―Debes implorar tener una mente sana en un cuerpo sano‖ (Sát. X:356) 2.
He aquí el célebre pasaje. La fórmula es latina, pero no griega. No puede ser griega, por
qué? Ese es nuestro tema.
Lo menos que podemos hacer es comenzar por restituir el contexto de esta frase.
Comencemos entonces.
La Sátira X trata de “distinguir los verdaderos bienes de aquellos que les son del
todo diferentes”.
Cuáles son estos? ―Vera bona”? He ahí el problema, porque, cómo dirigirse a los dioses para
pedirles bienes que en realidad de verdad son males?
1
Solo la muerte revela cuán poco es el cuerpecillo humano.
2
Nota aclaratoria: todas las negrillas y cursivas del texto son de la compiladora.
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Que los dioses causan nuestra desgracia? Si la causan no es por causa de ellos, sino por
nosotros mismos, al pedirles de manera irracional apariencias de bienes: ―Los dioses
complacientes, han destruido familias enteras porque ellas mismas lo han pedido‖.
Pedimos elocuencia? Fuerza y músculos? Dinero? Todo ello puede ser mortal para muchas
cosas, ―inútiles y perniciosas‖.
El poder? Ahí están los Seyanos del mundo para que aprendamos a no ambicionarlo.
La elocuencia y la fama? Los destinos de Demóstenes y Cicerón nos convencen de lo
contrario.
Los triunfos de la guerra? Los de Aníbal y Alejandro nos hacen huir de ellos.
Una larga vida? La lista de ancianos desgraciados es pavorosa.
La belleza? Servir de carne hermosa para el violador o el tirano? 3
Juvenal aconseja dejar a los dioses apreciar lo que conviene al hombre. “Porque
los dioses nos darán en vez de las cosas agradables, las cosas más convenientes
(conveniat utile)”.
―Sin embargo, para que pidas algo y prometas en los santuarios las entrañas y las
sagradas salchichas de un cochinito blanco, debes implorar tener una MENTE SANA
EN UN CUERPO SANO. Pide un ánimo esforzado, exento del miedo a la muerte, que
cuente entre los favores de la naturaleza la última etapa de la vida, que pueda
sobrellevar cualquier tipo de trabajos, que no sepa airearse, que no ambicione nada y
que considere preferiblemente las pruebas y los atroces trabajos de Hércules al amor,
las comidas y las almohadas de Sardanápalo‖.
He aquí el contexto en que era necesario resituar la máxima estereotipada por la modernidad
e injustamente atribuida a los griegos.
Cuál es síntesis, la concreación de esa mente sana, de ese cuerpo sano? De ese ánimo
esforzado?:
La Virtud y la Prudencia.
3
A través de ésta frase se llama la atención de cómo ésta, es una consigna que hace la ―Sociedad
Global‖ en la actualidad: ―la sublimación de la belleza de la juventud‖, al detectarla, fabricarla –a través
de la dieta, el gimnasio y el bisturí-, y explotarla (cf. el cuerpo como Industria, como mercancía-fetiche
cuyo paradigma es el del tipo modelo (en donde mujeres y hombres se deben asemejar al tipo físico
de los muñecos Barbie y Kent), no sólo en el mundo del modelaje, sino el cuerpo que se muestra en
toda la Mass Media –Medios de Comunicación como TV, Cine, Revistas, Periódicos, Publicidad,
Internet, etc.), en el mundo del mercado laboral, en el de la búsqueda de pareja, hasta llegar a lo más
sórdido: el mercado de la prostitución femenina, masculina, infantil y de la comunidad LGBTI. (Nota de
la compiladora).
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Podemos pedir a los dioses a los dioses lo que el hombre puede darse a sí
mismo: Virtud y Prudencia. Es la carencia de ellas en los hombres la que ha
convertido en diosa a la fortuna.
Quisiera hoy que me fuera permitido dar un breve rodeo que eluda los profundos
compromisos de un tema como éste concentrándome tan solo en un problema
que el propio Juvenal ha esbozado.
En efecto, por qué no hacer a los griegos la misma pregunta que Juvenal se hizo
al comienzo de la Sátira X? Sí, porqué no preguntarles a los griegos cuáles eran
para ellos los mayores bienes que los hombres podrían desear?
Sí, para los griegos cuál es el mayor bien? (To panton airetotatón?). Cómo
comenzar? Cómo atreverme a decirles lo que tengo que decirles? Antes de que
mi boca pronuncie la respuesta ya preveo las reacciones. No, no puede ser que
“nuestros” griegos, esos griegos de mármoles blancos de torsos atléticos,
creyeran que el mayor bien para un hombre es NO HABER NACIDO.
Lo dije y los sostengo y no me retracto. Creo que cualquier somera introducción a los
griegos debería comenzar con esto.
Sí, los griegos pensaban que el mayor bien que le puede suceder a un hombre es
NO HABER NACIDO. Digo, los griegos. Cuáles? Todos. Sí, todos. El tema del ME
PHYNAI recorre la totalidad de la existencia griega. Cómo explicarlo? Como
quisieron los griegos, por medio de un mito. Un mito feroz, terrible, pero
profundamente griego: el Mito del Rey Midas y Sileno. Transcribámoslo en el bello
recuento que de él hace Nietzche en el Nacimiento de la tragedia.
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―Midas había intentado cazar en el bosque al sabio Sileno, acompañante de Dionisio, sin
poder cogerlo. Cuando por fin cayó en sus manos, el Rey pregunta –Qué es lo mejor y más
preferible para el hombre? Rígido e inmóvil calla demón: hasta que forzado por el rey, acaba
prorrumpiendo estas palabras en medio de una risa estridente. ―Estirpe miserable de un día,
hijos del azar y la fatiga. Por qué me fuerzas a decirte lo que para ti sería muy ventajoso no
oír? Lo mejor de todo es totalmente inalcanzable para ti: No haber nacido, no ser, ser nada.
Y lo mejor en segundo lugar es para ti morir pronto.‖
Lo peor de todo (o lo mejor, según por donde se lo mire) es que ésta terrible idea
engastada en el mito, es ni más ni menos la columna vertebral de toda corriente
griega de pensamiento que sólo acaba cuando el paganismo acaba.
Exagero?
La primera referencia para nosotros del mito conocida de manera explícita está
en Aristóteles, en un diálogo de juventud llamado “Eudemo” o “Sobre el alma”,
situado en el año 353-354 ane (antes de nuestra era), (lo que conocemos gracias
a Plutarco que lo cita en su Consolación de Apolonio, Cap. 24:115b-e y que ha
pasado a ser el fr. 6 de Balzac y 44 de Ruse).
Estaba también Hesíodo en Los trabajos y los días, 100 y ss “Mil diversas
amarguras deambulan entre los hombres; repleta de males está la tierra y
repleto el mar”.
Pero, es sin duda gracias a Teognis que conocemos “innuce” por primera vez el
sentir griego sobre el mayor de los bienes cuando dice “de todas las cosas, lo
mejor para los humanos es el no haber nacido, ni llegado a contemplar los rayos
del ardiente sol; ya una vez nacido, atravesar cuánto antes las puertas del Hades,
y yacer bajo un elevado montón de tierra.
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―El no haber nacido triunfa sobre cualquier razón. Pero ya se había venido a la luz, lo que en
segundo lugar es mejor, con mucho, es volver cuanto antes allí de donde se viene‖. (Edipo
en Colono: 1224 y ss).
“Ojalá nada hubiera sobre la tierra. Pues si tendremos allí inquietudes, los
humanos después de morir, de los males, el mayor remedio está considerado”.
Que la muerte es el mayor remedio para los males de la vida, nos lo enseña una
bella corriente de leyendas, la más maravillosa de todas quizás sea la de Cléobis
y Bitón, relatada por Heródoto (1,31, 32, ss)
Nos dice cómo aquellos “… contaban con suficientes medios de vida y, además
con su vigor corporal de unas proporciones tales, que ambos eran a la par
campeones atléticos.
Tamaña hazaña les valió el elogio de los argivos hasta el punto de que “la madre
alegre por la proeza y los elogios, pidió con fervor a la diosa, de pie ante su
imagen que concediera a Cléobis y Bitón sus hijos, que tanto le habían honrado,
EL DON MÁS PRECIADO QUE ALCANZAR PUEDE UN HOMBRE…
Qué don les concedió entonces la diosa? La muerte. Si, la madre, el mayor remedio
para los males de la vida.
“… Tras esta súplica, y una vez concluido los sacrificios rituales, y el Banquete,
los muchachos se echaron a descansar en el propio santuario, y ya no se
levantaron, ese fue el fin que tuvieron”.
Por que? Dejemos que sea nuevamente el propio Heródoto quien nos lo diga: “…
Tuvieron para sus vidas el fin más idóneo, y en sus personas la divinidad hizo
patente que para el hombre es mucho mejor estar muerto que vivo”.
La pareja que hermanos tiene a este mismo nivel, otra pareja de mellizos, esta
vez Agámedes y Trofonio, hijos de Erginio Rey Orcómeno. Estos fueron los que
construyeron sobre los cimientos “anchos, muy largos, sin fisuras” que Apolo
había echado para su Templo de Delfos, en un umbral de piedra.
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 6 de 21
La divinidad agradecida los premió con la muerte. Agámedes y Trofonio “caros a
los dioses mortales”, como los llama el Himno homérico a Apolo (V 295 y ss),
serán recordados a lo largo de la literatura griega, pasando por Menandro (fr. de
la Com. gr. IV, 105) hasta llegar al mismo Plutarco en su ya citada Consolación a
Apolonio.
He trazado hoy aquí un brevísimo esbozo del tema del “me phynai” intentando
señalar tan sólo unos cuantos de sus hitos, mostrando cómo recorre el espíritu
griego desde Homero hasta Plutarco contemporáneo de nuestro Juvenal. Casi mil
años de cultura griega donde se vaciló en repetir esta espantosa monodia del “me
phynai”.
―Tal cosa parece pesimismo. Pero sería erróneo entender la existencia griega
mediante ese título. No porque los griegos fuesen en realidad optimistas, sino porque
semejantes apreciaciones no aciertan en general, con la existencia griega.
Los griegos fueron ciertamente más pesimistas que cualquier pesimista posible; pero
también, más optimistas que cualquier optimista. Su existencia histórica es previa al
pesimismo y al optimismo‖.
El segundo, sin que me importe que me crean, por cuanto considero que mi
inclusive es infinitamente superior a Heidegger, es alguien que por fortuna tiene
“formación filológica”, en el peor de los sentidos (véase la crítica de Nietzche a la
filología de su tiempo), y que también por la fortuna para nosotros comprendió
todo el poder terrible del “me phynai”. Hablo del dramaturgo irlandés Samuel
Beckett quien dijo:
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Volvamos a los griegos.
En efecto, los tebanos mandados por Wester Mann (Biogr: p. 93-), se cuenta que
los tebanos mandaron emisarios al oráculo para pedir a Píndaro el mayor de los bienes que
los humanos puedan recibir; la muerte. Sí, ese Píndaro conmovedor; ese Píndaro de la
vejez que en el año 466 compone su último epinicio a un vendedor délfico y que
corresponde a nuestra Pítica VIII.
De un lado:
―Seres de un día! Qué es uno? Qué no es? Sueño de una sombra es el hombre!.
Pero también e inmediatamente:
―Pero si llega la gloria, regalo de los dioses, hay luz brillante entre los hombres y
amable existencia‖.
Aquí tenemos, mejor que nunca sintetizado todo el poder del pensamiento
trágico…
Dejémosla hoy así, sigamos la ruta de la gloria, “regalo de los dioses que ilumina y
hace amable su existencia…”
Consigné dos palabras griegas en el texto traducido para acentuar más aún lo
que Pericles dice:
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Lyperon, de lype: pena, pesar, aflicción. Por ello lyperos: penosamente,
tristemente. Un espíritu lyperon es decir, gravoso, triste, afligido, que se
hace necesario Ekplessein, disolver, disipar, por medio de la fiesta, esto es
certámenes, sacrificios 4, evadir el golpe, la herida de la existencia, buscando la
gloria de las fiestas: allí el atleta, allí el poeta, allí el devoto, están a la búsqueda del
reconocimiento de su Areté y su Timé (honor).
Es en este contexto con el que nos reencontramos con el tema de los bienes para
los griegos. Es utópico en ellos preguntarse por “Qué es lo mejor?”. Bajo esta
pregunta es que debemos situar el tema de la salud y el lugar que a ella
otorgaban los griegos en su jerarquía de los bienes. Indaguemos entonces en el
lugar que ocupa en el pensamiento helénico, el tema de la salud, para después
intentar mostrar su alcance y significación.
Uno de los bienes más preciados por los griegos, quizás el más querido durante
toda la época arcaica es el anhelo de Gloria, de fama que confiere al hombre el
poder ser llamado dichoso. Así Kleos y Olbos se articulan de manera exacta en el
pensamiento antiguo.
“Así que también benigno, otórgame ser varón distinguido entre los troyanos,
concédeme para el futuro una florida progenie, así como yo mismo por largo
tiempo, viva feliz, y vea la luz del sol, rico entre mi pueblo, y llegue hasta el
umbral de la vejez”.
4
En Boyacá en ―las fiestas de alguno pueblos‖, se dice que ―si hubo muerto, la fiesta estuvo buena”.
Interpretación? Herencia ―griega‖ a través de la cultura hispana, pero también es ―muisca‖. Ya que
sacrificar un muchacho joven, es complacer o congraciar a los dioses, en pos de enaltecer el sentido
de la fiesta. Y se logra el objetivo, porque el efebo es ―puro”. Para los muiscas, justamente es en virtud
a esta pureza, a la sacralidad del muchacho, que este sacrificio hace posible reciclar las energías
agotadas de la madre naturaleza, la renueva. (Nota de la compiladora).
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Pero es Solón quien de manera perfecta, a nuestro parecer, reúne precisamente
los grandes bienes que un hombre puede desear al dirigirse a las musas de esta
forma:
“Dadme la prosperidad que viene de los dioses y tenga ante los hombres por
siempre un honrado nombre, que de tal modo sea a mis amigos dulce, y a mi
enemigo amargo; respetado por unos, terrible a los otros mi persona.” (fr. 1 D 3
y ss).
Tendrá que pasar 200 años para que este concepto de la amistad (hacer el “bien”
a los amigos, y el “mal” a los enemigos) comience a ser furibundamente atacado
por Platón, y casi 700 años, para que alguien recuerde que es posible renunciar a
la gloria:
“… Jamás puede insinuarse en la vida del mortal la grandeza sin que sea
confundido… El mal parece un bien al hombre cuya mente quiere dios confundir:
poco vivirá el tal sin que sea confundido…” Véase además Edipo Rey 1.528 y ss,
Heródoto 1. 32, 7-8.
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Suspendida la cita del fr. I de Solón, a propósito para resituarla aquí:
―Riquezas deseo tener, más adquirirlas de modo injusto no quiero. De cualquier modo
llega luego la justicia. La abundancia que ofrecen los dioses le resulta al hombre
segura, desde el último fondo hasta la cima. Más la que los hombres persiguen con
vicio, no les llega por orden natural, sino atraída por injustos manejos, les viene
forzada y pronto la enturbia el desastre‖.
Riqueza sí, pero con Justicia, repiten todos los griegos de todas las épocas. Que
no existe incompatibilidad entre la riqueza y la justicia para los griegos (lejano
está aquel que escribe: “detrás de toda riqueza hay un delito”) es su repulsa a la
pobreza. De los muchos ejemplos que podemos dar. Bástenos hoy éste de
Teognis (v: 173-179).
Sobre las relaciones entre la riqueza y la salud sería interesante recorrer las
abundantes citas que los cómicos griegos de tales tiempos dijeron de manera
graciosa para intentar anularlas. Su deliciosa burla está en Anfitrón, en la
comedia del siglo IV y hasta el gran Luciano. El más significativo de todos ellos
quizás sea Aristófanes cuando forja una cómica palabra (Plouythgleía) “salud
cremamística” la salud que el dinero da y que irá hasta el inmortal Shakespeare
cuando dice: el dinero hace agradable al leproso.
Decíamos que la riqueza preparaba nuestro ingreso al tema de la salud como bien
deseable. En el plano cómico ya sugerimos su relación, pero, una leyenda de
fundación nos da la clave de todo. Se trata de la fundación de dos Pólis: la de
Siracusa y la de Crotona. El Oráculo les da a sus respectivos fundadores Arquias y
Miscelo de un bien a escoger. Arquías la riqueza y Miscelo la salud, por ello,
Crotona será por siempre la patria de atletas famosos por el aspecto que los
griegos tenían de la salud podemos comenzar con el famoso Deliakón Epígramo
(inscripción de Delos en el templo de Leto), llegado a nosotros gracias a
Aristóteles (Et. a nic. 8.1099ª25).
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En otra línea de pensamiento que coloca la salud en primera instancia, debemos
comenzar por el Escolio Ático 7(P.M.G: 890-: 84 Adrados) que dice:
Que a su vez puede seguirse nuevamente gracias a Aristóteles (Ret. 134b 15):
―Lo mejor para un hombre es estar sano, por lo menos según mi entender‖. (Verso
atribuido a Simónides, sobre él volveremos más adelante).
Y sobre todo, Platón no solo en el pasaje que se acostumbra a citar Georgias: 415
que se produce las tres líneas de Escolio citado, sino sobre todo el interesantísimo
de leyes: 631c, en las que el anciano ateniense recuerda “las leyes cretenses”
famosas, “ya que hacen felices a todos los que ponen en práctica”.
Allí divide los bienes en dos clases: los divinos y los humanos dependientes de los
primeros.
Pero es al hacer la descripción de los bienes divinos cuando Platón nos permite ir
afinando a la salud como bien para los griegos. En efecto menciona como bienes
divinos:
1. La razón (phrónesis)
2. La templanza (sophron)
3. La justicia(dikaíosyne)
4. El valor (andreías)
De ellas, la que nos interesa para nuestro tema es la sophrosyne, porque nos
permite comenzar a saldar la deuda que teníamos con Juvenal. Recordemos que
este mencionada LA VIRTUD y LA PRUDENCIA como los bienes que el hombre
podía darse a sí mismo. Ya hemos hablado de la relación entre las VIRTUDES
latina y el ARETÉ griego. Quisiera detenerme un poco en el vínculo entre la
prudencia latina y la sofrosine griega.
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Cualquiera medianamente informado sobre el tema, sabrá lo complejo del mismo.
Sugerimos aquí tan sólo dos problemas, como ejemplificación:
En este caso la etimología nos puede ayudar mucho. Lo que permite trazar
afinidades entre estos dos conceptos en su raíz común: phren (que aquí por
comodidad traduciré por mente, espíritu, aunque plenamente consciente de que
con ello empobrezco duramente el concepto).
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Para el caso quisiera concentrarme en la Sophrosyne ya que nos permite delimitar
el campo de la salud. Literalmente Sophrosyne no es otra cosa que “pensar sano”.
La sabiduría como bien señalaba Snell, regula la salud, el bienestar, y con ello la
felicidad, rige la salud con la idea de moderación y de medida, caras a los griegos
de todas las épocas.
―La vida dijo, es como una reunión de personas en los Juegos Olímpicos, a los cuales
la gente acude por tres motivos: para competir por la gloria de una corona, para
comprar y vender, o simplemente como espectadores. Así la vida, a la que llamamos
ex allia vita et natura profecti (a ésta vida desde otra vida y naturaleza), unos
llegan para servir a la fama, y otros al dinero, pero la mejor elección es la de aquellos
que consumen su tiempo en la contemplación de la naturaleza como amantes de la
sabiduría, es decir, como filósofos.‖
El segundo texto, bien representativo de toda esa avalancha filosófica por la vida
contemplativa que vendrá, es el fr. 21B de Jenófanes:
“Pero si con la rapidez de los pies obtuviera alguien victoria, sea en el Pentatlón
de ésta en el Templo de Zeus, junto a las corrientes del Pisa en Olimpia, sea en la
lucha, sea en el doloroso pugilato o bien en la terrible competencia que llaman
Pancracio, sería más ilustre la mirada de los conciudadanos; disfrutaría de un
visible lugar de privilegio en las reuniones y sería alimentado por el erario público
gracias al estado, y recibiría un regalo que sería un tesoro para él. Y también si
venciera con caballos, él obtendría todas esas cosas, sin merecerlo como yo. Pues
más valiosa que la fuerza de varones, son querer uno se acostumbra a esto, si
bien es justo preferir la fuerza a la verdadera sabiduría.
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Pues aunque el pueblo hubiera un buen púgil o quien permaneciera en el
Pentatlón o en la lucha o en la velocidad de los países –lo cual es sumamente
apreciado entre cuantas obras de fuerza hay en las competiciones de hombres,
no por eso el estado contaría con una menor orden. Es acaso disfrute para el
estado?, se produciría con esto con que algún competidor venciera en las riveras
del Pisa?, pues tales cosas no engordan las arcas del estado.
Aquí están en germen todos los tópicos de la theóritikós bíos, de la vida teorética,
que generaciones enteras de filósofos irán modelando cada vez más.
Precisemos tan sólo para nuestro propósito dos temas: el primero, como
Jenófanes opone la fuerza del atleta la sabiduría del hombre sabio, consagrado a
éste con la corona de la victoria. El segundo, el criterio del cual se vale para
conferir su superioridad al sabio respecto del atleta: su contribución al orden y
riqueza de la Polis, por cuanto nos prepara para el último intento de precisión del
tema de la Salud. Este último intento de precisión nos llega cuando leemos sobre
las diferentes formas de vida y modelos para el hombre que los griegos
elaboraron.
Pues bien de todas estas formas de vida (Bioi) hay una que, gracias a Bowra sobre
todo, ha llamado la atención de los helenistas, y que nos interese hoy aquí de
manera especial. Se trata de la fórmula Hygies anér: Hombre sano. Esta fórmula es
la más “cercana” en apariencia a la máxima de Juvenal. Si tomamos los pasajes
anteriormente citados sobre la salud como bien y la integramos en la fórmula
“Hygies anér” de inmediato sentimos la tentación de asimilar a la máxima del
satírico latino. Así decimos, que los griegos también creían en “una mente sana en
un cuerpo sano”, pero esta asimilación obedece más a nuestros sordos deseos de
encontrar en los griegos un sustento a la máxima romana que dote del prestigio
que la antigüedad a nuestras ilusiones y ambiciones.
Sabemos que ésta asimilación es apresurada tan pronto pensamos que, por lo
menos, para formularla se hacen necesarios del presupuesto.
1. Que exista una dicotomía ―Mente-Cuerpo‖
2. Que el concepto de salud remita un contenido ―médico‖.
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Considero que lo dicho en aquella oportunidad es ahora suficiente (remito a los
interesados a mis “Escritos Filodoxsos”, artículo “Los griegos somos nosotros”).
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El poeta Elude en la Isla de Eos, que cantara a tantos vencederos en los Juegos
Panhelénicos, es en efecto el autor de la fórmula que estudiamos.
El poema en que aparece tal fórmual tuvo su origen, nos dice Bowra, cuando
Escopas, rey tesalio hijo de Creonte, perteneciente a la poderosa familia de los
Escópadax, le preguntó a Simónides por el significado de la máxima atribuida a
Pítaco que reza: “es difícil ser noble” (CHALEPON ESTHLON EMMENAI), “esperando
como respuesta la de que, a pesar de ser difícil Escopas lograba serlo” (nos viene
a la mente una semejante situación, ya comentada cuando Crisses le pregunta a
Solón quien era el hombre más feliz, ambos, envanecidos. Espera de sus
respectivos poetas la siguiente adulación. (Pero ambos reciben por el contrario
toda una enseñanza sobre la condición humana).
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 17 de 21
1. Un hombre excelente éso es posible? Un hombre excelente qué es?
Se parece tanto al que corean en nuestra época los cultores del “hombre integral”.
Ese hombre que dicen, acaba con la dicotomía Cuerpo-Alma integrados sus dos
componentes (de qué otra forma se puede integrar, sino es articulando
“componentes”?) en una sola y única realidad humana. Las variantes del texto
nos aclaran la concepción del “hombre excelente”: equilibrado –ensamblado:
cuadrado –terminado, sin reproche, cortado a la medida.
5
En la tragedia griega Hybris, alude a la desmesura, a la soberbia —el mismo pecado bíblico del
ángel caído—, y que ha servido para desarrollar una teoría sobre los efectos tóxicos del poder. La
hybris tiene su contraparte en la tragedia: Némesis, la diosa de la justicia retributiva, pero también el
fracaso, la caída, el castigo… (María Elvira Samper, 7-ag-11, El Espectador, ―Arias y la lección del
arriero‖)
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 18 de 21
“La Polis es la que hace el hombre” (polis andra didáskei). Es el anterior del
vocabulario político y no del “médico” en el que debe leerse la maravillosa
fórmula del ideal griego del hombre sano.
Los griegos dejarán que se ocupen de las enfermedades. Los filósofos de los
siglos posteriores se dedicarán a disputarse con los médicos las enfermedades del
“cuerpo” y del “alma”, pero, mientras quede un griego vivo sabrá que si se habla
de un “hombre sano”, se entenderá lo que Simónides quería de él.
Pero entre Simónides y Juvenal existen 600 años de distancia. Existen 600 años en
los cuales el saber médico realizará un profundo trabajo de formulación de lo
patológico. Un trabajo que va de Hipócrates de Celso, contemporáneo de Juvenal.
Existen 600 años en que el saber filosófico forjará para occidente poco a poco y
ni aún así, de manera definitiva, los conceptos de “cuerpo” y “alma” que los
griegos de Homero a Simónides (casi 400 años de la cultura griega) desconocieron.
Pero ni aún con esos 600 años de trabajo helenístico logramos asimilar la máxima
de Juvenal a nuestro concepto de salud. Será necesario cortar la estrecha relación
entre la salud (Salus) latina y la pareja de conceptos éticos-políticos Virtus-
Prudentia. Será necesario una intensa y conflictiva reformulación del cuerpo por
parte del cristianismo. Será todo un trabajo ideológico sobre el cuerpo que va del
modelo cuerpo-máquina a cuerpo-performance contemporáneo. Será necesario en
resumen 2.000 años de trabajo para llegar a nuestra interpretación “antiséptica”
y preformativa del cuerpo. Para tan solo indicar la diferencia entre Juvenal y
nosotros quise colocar como epígrafe de mi intervención una línea incluida de la
misma Sátira X de Juvenal que traducida dice:
Podrían nuestros “cultores” del cuerpo contemporáneo firmar esta frase? Podría su
gigantesco narcisismo asimilar esta frase? Puede nuestra época que cree
ingenuamente haber “recuperado” el cuerpo, digerir esta frase?. Hasta el S. XVIII
el soberano era dueño de nuestras vidas en cuanto tenía el poder de la muerte
sobre cada uno de nosotros.
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 19 de 21
A partir del S. XIX una gigantesca administración de nuestras vidas ha
reemplazado este poder de muerte sobre un poder sobre la vida.
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 20 de 21
ABSTRACT DE MENTE SANA EN CUERPO SANO? (1990) de de Hernán Felipe Prieto,
filósofo colombiano.
El ciudadano griego es un ser humano sano que no le teme a la muerte, que no nace
si no que se hace, y no en el sentido médico si no político, condición a la que accede
con el cultivo de la Sophrosyne (prudencia), Phronesis (la razón), Dikaíosyne
(justicia), Andreias (valor), del Areté (virtud), el Timé (honor) y el Agathos (lo
excelso). El ciudadano no es malvado ni intratable en exceso, es justo y buscador de
la armonía, y aunque gusta de la riqueza la obtiene con justicia, por eso logra el
Olbíos (dicha) y la Gloria, porque le hace bien a la Polis.
M. Ch.
Mente sana en cuerpo sano? De Hernán Felipe Prieto (1990), Comp. Martha Chaparro, Pagina 21 de 21