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Historia del Uruguay del siglo XX 1890-2005 Ana Frega, Ana Maria Rodriguez Aycaguer, Esther Ruiz, Rodolfo Porrini, Ariadna Islas, Daniel Bonfanti, Magdalena Broquetas e Inés Cuadro 7 Capituto 1 LA FORMULACION DE UN MODELO. 1890-1918 Ana Frega RESUMEN La crisis econémica y financiera de 1890 obligé a repensar la viabilidad del pais. Los distintos gobiernos debieron abordar la reformulacién del modelo agroex- portador, el fomento de la industria de bienes de consumo y la bisqueda de meca- nismos para la contencién de los conflictos sociales. El contexto internacional ~ex+ pansidn imperialista y Primera Guerra Mundial- incidié fuertemente en los caminos tomados y en los resultados obtenidos, especialmente en Io referente a la politica de nacionalizacién y estatizaciin de servicios piblicos, Las lineas vertebradoras del periodo son: 1) el aumento del intervencionismo estatal, con el establecimiento del Banco Hipotecario, ef Banco de la Republica, el Banco de Seguros del Estado 6 las Usinas Elgctricas del Estado, entre otras empresas pablicas; 2) el avance de la institucionalidad democratica, sintetizado en la Constitucién de 1918; 3) la profun- dizacién det proceso de secularizacién, que supuso la eliminacién de la ensefianza religiosa en las escuelas piblicas, las leyes de divorcio o la separacién de la Iglesia yel Estado: y 4) la bisqueda de mecanismos de integracién social como, por ejem= plo, la legislacién social, la expansion de la ensefianza primaria 6 la creacién de liceos en el Interior del pais. La crisis de 1890 y el cuestionamiento al Uruguay pastoril Enel dltimo cuarto del siglo XIX, el Uruguay ocupaba un lugar en.el’siste- ma capitalista mundial como proveedor de productos pecuarios. Lanas, cueros y came salada constituian los principales rubros de exportacién destinados a merca- dos europeos y americanos, entre los que Gran Bretafia ocupaba un lugar de pi legio. Esto es lo que se conoce como “modelo agroexportador”, con la salvedad de que en Uruguay, a diferencia de Argentina, la agricultura ocupé un lugar minimo. 18 Como conirapartida, el pais dependié de la imporiacién de bienes de capital y productos manufacturados, Se desarrollaron en el periodo importantes inversiones briténicas en transportes, comunicaciones y servicios pablicos (ferrocarriles, telé- grafo, aguas corrientes, entre otros), en bancos e industrias, asi como se centrataron por parte del gobierno diversos préstamos en Londres, La década de 1880 estuvo marcada por un auge especulativo alimentado por la construccién de viviendas, la expansion de les servicios publicos y la fundacién de nuevas entidades bancarias y compafias de inversién. Para ilustrar lo anterior puede indicarse que en 1887, cuando el Banco Italiano lanzé al mercado sus acciones, de acuerdo con la deman- da, habria podide vender una suma 18 veces superior a la emisidn realizada. Otro ejemplo: entre 1837 y 1890 se edificaron mas viviendas que en los afios anteriores de la década de 1880. Estas cifras contrastaban con las de la balanza comercial que entre 1887 y 1890 tuvo un déficit de mas de 21 millones de pesos.' Al descenso de Jos precios internacionales de los productos de exportacién se sumé el aumento de las importaciones. Como han estudiado José Pedro Barran y Benjamin Nahum, por estos afios se habia llegado al limite del stock ganadero que la pradera natural po- dia soportar (unos 8 millones de vacunos y unos 20 a 25 millones de ovinos) y no se habian realizado las inversiones necesarias para mejorar la calidad del ganado y las pasturas que permitieran la instalacién redituable de plantas frigorificas? Ante la critica situacién de la balanza comercial de fines de los ochenta algu- nos sectores de la burguesia especialmente conformados por jévenes con estudios superiores~ comenzaron a realizar propuestas politicas que apuntaban a pensar la base productiva de la sociedad en una perspectiva de mayor alcance. Entre varios j6venes periodistas, abogados, empresarios, algunos de elles parlamentarios, es posible percibir ya el interés por impulsar un proceso de renovacién en la produc- cién agropecuaria y por analizar las necesidades y posibilidades de desarrollo de una industria de bienes de consumo. Esta orientacion progresista debia proyectar muy imaginativamente la resolucién de las dificultades que suponia impulsar se- mejante empresa en un pais con un pequeiio mercado interno, pobre de capitales, sin materias primas icas y con un notable atraso en materia energética, Hay ejemplos del importante accionar de esta corriente renovadora, que sentaron las (1) Al final del capitulo se incluye una seleccidn bibliogriica que cubre los temas tratades. En las notas al pie hemos incluido lecturas complementarias. Para la situacién econémico-financiera que precedié a la crisis de 1890 puede consultarse, ademas: Carlos Visca, Emilio Reus y su época, Mon- tevideo, E.B.O., 1967. Las cifras sobre inversiones ¥ especulscim corresponden al segunda tomo de 1a obra de Peter Winn, Gran Bretafa y fa tierra purptirea, que se editara proximamente y las del saldo comercial a Eduarde Acevedo, anales histéricos eel Uruguay, Tomo IV, Montevideo, Barreira ‘y Ramos, 1934. p. 409. 2) José Pedro Barrin y Benjamin Nahum, Hisioria rural det Uruguey moderna, Tomo Ml, 1886+ 1394, Montevideo, E.B.O., 1971, p. 6d, 19 de posteriores reformas. Entre ellos, los proyectos para la creacién de un im- nie banco para e] fomento de la produccién nacional o las Leyes de Aduanas y 1888) de cardcter proteccionista, es decir, que fijaban tasas diferenciales importacién y exportacién de acuerdo con el tipo de producto, Ademas del fiscal, presente en toda ley impositiva, se remarcaba la necesidad de pro- la industria nacional. En el informe realizado por la Comision de Hacienda ‘Amara de Representantes en 1887 se afirmaba: “la constitucién de una na- lidad y de una Independencia econémica esté en el poder industrial propio, cir, en los medios que tenga un pais de desarrollar de un modo arménice. sus productivas, y de ensanchar y multiplicar los empleas del trabajo nacio- i como las inversiones fijas del capital”? Imagen 1. Vista general de Montevideo hacia 1900, En e: entonces, la capital congregaba alrededor de ta cuarta parte de Ja poblacién del pais, Foto: Fondo Histérieo Municipal / ‘Centro Municipal de Fotografia (en adelante FHM/CMDF) En este contexto abrié sus puertas el Banco Nacional en 1887, con el propé- de generar amplias lineas de crédito para la produccién en toda el pais (se pro- la apertura de sucursales en el Interior), asi como al Estado, el que contaria 1a linea de crédito de hasta un millén y medio de pesos. Tuvo dos secciones. ereial y de Habilitacion, y la Hipotecaria. Esta institucion, dirigida por el Biol Emilio Reus ¢ integrada con capitales anglo-argentinos, habia sido autori- a emitir papel moneda por un monto equivalente al ado que regia la convertibilidad del papel moneda iple de sus reservas en en oro, la estabilidad del dependia no solamente de sus negocios, sino también de la confianza publi- psu solvencia y operaciones. Desde el inicio de sus actividades debid sufrir esidn de los Bancos Comercial y de Londres, exponentes de la banca “orista” Ensora del oro como tnice patron monetario y de que los billetes emitidos por Informe presentado en fa sesién de la Camara de Representantes del 21-11-1887, citado en Raiil b, Breve historia de la industria en ef Uruguay, Montevideo, F.C.U., ©1981, p. 62 20 Jos bances pudieran ser canjeados libremente por su valor en dicho metal), que hasta ese momento detentaba el monopolio de hecho del crédito en el pais, Pero la quiebra obedecid también a las act lades especulativas desarrolladas por el propio Banco Nacional y a lacrisis regional ¢ internacional. El sbado 5 de julio de 1890 la institucién cerré sus puertas y declaré que no podia convertir en oro sus billetes. Fue este el primer episodio de una crisis que agravé los cuestionamientos. al modelo econémico agroexportador e incentivé la busqueda de caminos mas diversificados de insercién del Uruguay en el mundo capitalista. Dentro de los des- equilibrios que experimenté el Uruguay durante el siglo XIX, ninguno tuyo tanta repercusién como este. Hi _escasez de trabajo, rebaja de sueldos y jubilaciones y atraso en el pago de los presupuestos, lo cual repercutié en la ya mala situacién del “pobrerio” rural y el proletariado urbano. Sus efectos se extendieron tanto al Estado como a empresas privadas, y recién comenzaron a revertirse hacia 1895, cuando se inicié un ciclo de alza de la economia en Europa. En un primer momento, las medidas tomadas por el gobierno para enfrentar la crisis repitieron esquemas anteriores. Se otorgo garantia estatal a los billetes, disponiendo su “curso forzoso” (es decir, que no pudieran convertirse por su eq valente en oro) durante seis meses, se procedié a la rebaja de sueldos y pensiones a cargo del Estado y se aumentaron los derechos de importacién, afectando pro- ductos de consumo popular. A su vez, se negocié la contratacion de un empréstito en Londres (1891) que unificé las deudas por préstamos anteriores y por garantias a las empresas ferraviarias, Luego de que fracasaran intentos por lograr préstamos especificos para sostener la actividad del Banco Nacional, se opté por su liquida- cién definitiva en 1892. La Seccién en un banco separado.* Los motives que habian dado origen al Banco Nacional se mantenian, y tras fa salida de la crisis se concreté la fundacién del Banco de la Republica Oriental del Uruguay. En 1896 surgié esta nueva institucién que, de acuerdo con su Carta Orginica, debia ser de cardcter mixto, esto es, con un capital (fijado en 1 millones de pesos) integrado por mitades entre el Estado y los particulares. Sin embargo, este nuevo banco sélo conté con el capital obtenido mediante un empréstito brita- nico otorgado en condiciones “leoninas”. Sin la participacién de inversores parti- culares actué en los hechos como un banco estatal. La ley le otorg6 el monopolia de la emisién de billetes, el que se completaria una vez que cesaran las concesiones en vigencia (Banco Italiano hasta 1905 y Banco de Londres hasta 1907). Debia jpotecaria, por su parte, pasd a constituirse (4) Para el estudio de Ia crisis de 1890, ademas de la bibliografia indicada, se cuenta con las si- guientes selecciones documentales: Benjamin Nahum, La cris’s de 1890, Tomo I, La correspon. dencia de Aiberto Nin; Tomo 2, Et testimonio francés. Tome 3. El testimonio inglés: y Tome 4, La conversion de 1891, editados en Montevideo, F.B.Q., 1998, 1999, 1999 y 2000 respectivamente. 21 encargarse del manejo de las finanzas publicas y de la promocién de la actividad productiva del pais, para lo cual se disponia la apertura a corto plazo de sucursales enel Interior, A su vez, se le encomendaba otorgar créditos de caracter asistencial, “buscando el mejoramiento de las clases menos favorecidas por la fortuna, o pri- vadas de tode crédito personal”, tal como decia el mensaje del Poder Ejecutivo enviado a la Camara de Senadores en junio de 1896.* Un balance primario de la actuacién del Banco de la Repiblica en los afios iniciales de su fundacién permite concluir que su politica “conservadora” y “pru- dente” en la emision de billetes y concesién de eréditos, si bien pudo obedecer a lanecesidad de generar confianza y evitar lo que habia ocurrido con su antecesor (el Banco Nacional), tradujo en lo esencial la alianza que se habia consolidado durante el gobierno de Juan Lindolfo Cuestas (agosto 1897 - febrero 1903). Como indican José Pedro Barran y Benjamin Nahum, el Directorio del nuevo banco se integré-con miembros de la clase alta rural, la banca “orista” y el “alto comerci desarroll- una politica crediticia restrictiva. que no contempls las expectativas de Jos agricultores, los pequeitos y medianos ganaderos, los industriales, los emplea- dos y todos aquellos que, desprovistos de bienes, no tenian acceso al crédito.° El Uruguay del 900 A fines del siglo XIX se podian observar algunos cambios en las-actividades econémicas. El mestizaje de ganado ovino y bovino aumentsé y se extendid a todo el pais. Aument6 la productividad (mayor rendimiento en lana y carne por animal) y surgieron nuevos tipes de establecimientos como por ejemplo la cabafia, espe- cializada cn el ganado fino importado o eriado en el pais. La actividad manufactu- rera también tuvo un crecimiento destacable. Al amparo de diversas disposiciones proteccionistas o de incentivos a la inversién, se instalaron fabricas textiles (Salvo: y Campomar en 1898 y 1900, por ejemplo), destilerias de alcohol y otros estable- cimientos destinados a la fabricacién de bienes de consumo.” Amedida que avanzaban los procesos de consolidacién estatal en Argentina y Brasil, la burguesia uruguaya debié estructurar un verdadero sistema nacional de comunicaciones y transportes, para no perder su papel en el comercio de transito regional y proyectar una presencia mis firme en el marco rioplatense. Se desta- (3) Mensaje acompaitando cl proyecto de ley sobre la Carta Orgénica del Banco de la Repiblica, citado en José Pedro Barnin y Benjamin Nahum, Historia rural del Uruguay moderne, Tome Ill, Recuperacién y dependencia, 1895-1904, Montevideo, E.B.O., 1973, p. 391. (6) Ibidem, pp, 40: (7) Para una visién general de tla evolucién de la industria puede consultarse: Rail Jacob, Breve historia de la indbstria... op. cit 22 | tmagen 2, Puerto de Montevi- | deo. En 1911 Hegaron at pais Jas primeres veinte gras, Foto: FHM/CMDF can en este plano el inicio de las obras para modernizar el puerto de Montevideo (1900), la extensién de las lineas de ferrocarril, la extensién de los telégrafos y las primeras empresas de teléfonos Hacia 1900 vivian en el pais cerca de un millén de personas (1.042.686 segin el Censo de 1908), de las cuales mas de la cuarta parte residian en la capital montevideana. En poco tiempo, y en gran medida por el aporte inmigratorio, el incremento demografico creo nuevas posibilidades econémicas y culturales para Jos uruguayos. Este proceso de insercién general del Uruguay en el “mundo modemno™ pue- de apreciarse en un conjunto de elementos culturales particulares que en buena me- dida hoy hacen a Ja idiosincrasia de su pucblo. Las artes y las ciencias, las costum- bres y el consumo fueron marcados con un tono rotundamente cosmopolita, 0 tal vez sea mas adecuado decir, europeista, Barriadas enteras de sus principales ciu- dades lucen parques con monumentos neoclisicos, paseas de estilo catalan (‘“ram- blas”), balnearios a la francesa y un inocultable encanto de sus sectores opulentos, principalmente los vinculados al “alto comercio”, por identificarse estéticamente con la Belle Epoque. Como ocurrié en buena parte del planeta, junto al ferrocarrit britanico viajaron también un conjunto de valores culturales, de los que la prictica del football (asimilado como fatbol) parece ser una de las herencias mas precia- das. En 1896 se realizé en Montevideo la primera exhibicién cinematogrifica en un local comercial, el “Salon Rouge", ubicado en el actual Museo Romantico (25 de Mayo entre Zabala y Misiones). La expansién del “biégrafo”, palabra usada en Ja época para designar al cine, fue vertiginosa, Desde 1912 el nimero de especta- dores de las salas cinematograficas superé al de los asistentes al teatro. Pronto los sectores populares urbanos, en la medida de sus posibilidades, fueron igualmente conquistados por la “modernidad” de las costumbres importadas. Como han sefia- Imagen 3. La Feria de Tristén Narvaja jicas, Foto: FHMICMDF. peers Hd | ae oe Oe Imagen 4. Playa Ramirez a mediados dela década de 1910. El basiéra, montado en una, mula 0 un caballo se eneargaba de trar de los “carritas” y Mevarles al agua, Foto: FHM(CMDF 24 lado Barran y Nahum, el cine ~europeo y norteamericano en esa ¢poca~ contribu y6 a expandir “ideales de vida, modas y castumbres, que reforzaron la tendencia montevideana al cosmopolitismo. "8 En los pequetios establecimientos, en los talleres industriales y en la cre- ciente concentracién de trabajadores ferrocarrileros y portuarios se empez6 a de- sarrollar un movimiento obrero que ya en 1890 tenia importantes organizaciones indicales —en esta etapa, fundamentalmente a través de sociedades de resistencia “por oficio"-, y érganos de prensa, participando de movilizaciones internaciona- listas como las del Primero de Mayo. Principalmente existieron dos grandes ver- tientes ideoldgicas en el movimiento obrero: la anarquista, que llegé a constituir una Federacién (Federacién Obrera Regional Uruguaya) y ejercer una mayor in- fluencia en las dos primeras décadas del siglo XX, y la socialista, de definicién marxista. Asimismo, surgi una corriente social cristiana, que proponia un espacio sindical diferenciado de las corrientes revolucionarias.” Resulta interesante sefialar que no pocos destacados intelectuales uruguayos simpatizaron ripidamente con estas corrientes ideoldgicas y pronto fueron construyendo una serie de expresio- nes “contestatarias” y “alternativas al sistema”, muy ricas y originales en algunos casos y de extraordinario peso hasta hoy dia en la cultura nacional. Se encuentra aqui el origen de las “izquierdas”, que desde entonces han sido un componente fundamental de la experiencia social uruguay Tnnagen 5. 1° de Mayo de 1919, “Aspecta que offecia la Avda. 18 de Julio durante la manifes- tacién obrera”. En 1916 se establecié la “Fiesta del Trabajo” riado de San Felipe y Santiago, patronos de Montevideo. Ob- sérvese las fuerzas de seguridad que controlan fa marcha que ha- bia salido. de las inmediaciones de donde actualmente esti el Pa lacio Legistativo, para dirigirse ala Plaza Independencia. (8) José Pedro Barrin y Benjamin Nahum, Batlle, 4os estancieros y ef Imperio brixinico, Tomo |, EI Uruguay del Novecientos, 2', ed., Montevideo, E.B.O., 1990, p. 135. (9) Enel capitulo $ se trata com mayor detenimiento el desarralio del movimiento sindical y ta situaci6n de los trabajadores, aportando bibliografia especifica, os departamentos del interior del pais mostraban grandes contrastes. Mien- ibicados en el litoral del rio Uruguay se habian beneficiado del transito flu- ito a los del centro-sur del pais contaban con establecimientos ganaderos jan incorporado el mestizaje y la refinacién, los lindantes con Brasil mos- mayor pobreza, encubierta en parte por el contrabando fronterizo. Ahora 'ya fuera por la incorporacién de mejoras tecnolégicas 0 por la supervivencia s estancias dedicadas a la cria de ganado criollo, el medio rural continuaba sando brazos, generando bolsones de pobreza (los “pueblos de ratas”) y acen- o las desigualdades entre la ciudad y el campo. as civiles y lucha electoral Desde marzo de 1890 era presidente de la Republica el Dr. Julio Herrera y perteneciente a una familia vinculada a los altos puestos de gobierno. Des- al punto de vista politico, defendia la potestad del Presidente.de promover sus didatos a los 105 cargos electivos. El régimen restrictivo del ejercicio de rechos politicos establecide en la Constitucién de 1830, sumado a las leyes florales que concentraban en funcionarios designados directamente por el Po- Ejecutivo el contralor de los comicios y que otorgaban al partido mayoritario tada departamento del pais Ia totalidad de los cargos electivos, favorecian esta gtura conocida en la ¢poca con el nombre de “influencia directriz”. A esta con- “in se oponian los que sostenian el derecho de Jas minorias a integrar los or ismos legislativos. Las luchas por la “coparticipacién” de los distintos partidos ticos habian tenido una primera solucién de hecho, tras la guerra civil de 1870- , estableciendo un reparto de las jefaturas departamentales (dos tercios para partido mayoritario y un tercio para él minoritario aproximadamente). Veinte ps después esos acuerdos no se mantuvieron, y durante ¢! gobierno de Juan ne Borda, sucesor de Herrera y Obes, los nacionalistas (blancos), comandados: ‘Aparicio Saravia, caudillo y hacendado de Cerro Largo, iniciaron en marzo 1897 una guerra civil. El alzamiento contaba con apoyos en Argentina, donde ncionaba un Comité de Guerra que, entre otras tareas, procuraba la provision armas, y en Brasil, en cuyas guerras civiles, junto a su hermano Gumercindo, aricio Saravia habia comenzado su actuacion militar. La principal estrategia, sin mbargo, consistié en aprovechar la movilidad de sus tropas y el conocimiento del 0, sin intervenir en combates decisivos a efectos de prolongar el conflicto y bligar al gobierno a llegar a un entendimiento."° 0) Paraiet estudio de las guerras civiles de 1897 y 1904 yéase José Pedro Barrin y Benjamin Na- am, Historia social de lax revoluciones de 1897 y 1904 (Montevideo, E.B.O., 1972), Enrique Mena . Aparicio Saravia, las tiltimas parriadas (Montevideo, E.B.O, 1977), John Charles Chasteen, El 25 de agosto de ese afio, frente a la Catedral de Montevi- deo, el Presidente de la Republica fue asesinado. A partir de alli, Juan Lindolfo Cuestas, quien como Presidente del Senado asumid la primera magistratura, retomé las negociaciones de paz. El Pacto de la Cruz, firmado el 18 de setiembre de 1897, procur6 establecer for- mulas que de derecho y de hecho garantizaran la participacion de las minorias en el gobierno. En su par- te escrita figuraba un compromise para impulsar leyes que habilitaran la representacién de las minorias, ademas de clausulas sobre amnis- tia y apoyo econémico para la des- movilizacién de las tropas saravis- tas. En su parte verbal, establecia el compromiso del Presidente de la Repiiblica de nombrar a personas del Partido Nacional como Jefes Politicos de seis de los diecinue- ve departamentos de la Repiiblica. Los departamentos eran Rivera, Cerro Largo, Treinta y Tres, Flo- res, San José y Maldonado. Como puede apreciarse, la paz era preca- ria y recogia la misma férmula de 1872. Habian presionado en forma decisiva para lograrla los grandes hacendados y comerciantes, per- judicados por un estado de guerra que el ejéreito gubernista no podia 26 Las Guerras Civ Las divisas y el pobrerio rural La revalucién fue una consecuencia de haberse conjugado dex factores: la tensién politica enire blancos y cotorados exacer- hada desde 1894, y el caldo de cultive que hallé esa tension en ef pobreria rural, cada Vez sniés emptjade por la miseria & ment- Jestaciones inorganivas de violencia, [...] EI pobrerio, sin ef encuadre de las divisas tradicionales, sélo jubiera incrementado sus abigeas, sus “gavillas de saliecddores’ ¥ la emigracién hacia los paises vecinos. Blancos y colorades, sin la carne de eanén del pobwerio, iuubieran tenidlo que: pactar 2 ceder. Lo explosive resulté la combinacién de los des elementos." [José Pedro Barrin y Benjamin Nahum, Historia social de tas revoluciones de 1897 y 1904 op. cit., pp. 51-52] EL ito de la patriada Ina palriada supuestamiente hacia la patria’, Dado que los blancos se sinsieron excluidos de les comunidad polities por dé. eadas de ‘tirania colorada’. creian que la vendadera, Ja inclusive nacién uriguever no habla sido formada todavia. Varias gene- raciones de blancos habian conservado wn sentido dle ickensidad colectiva que se funcha- ba, en parte, sobre esa sensacién de ser un grupo oprimido, Durante das generaciones, Jos blancos habian gobernade el pais por periodos de solo uias pocos aikos, y tendian 4 recordar tas patriadas como los avonte- Limientos que verdaderamente definian st historic.” [John Charles Chasteen, Héraes a caba Mo. op. cit., p. 159.] be 1897 ¥ 1904 — terminar a corto plazo, asi como las diferencias internas en el propio Partido Colo- rado, donde algunos sectores como el liderado por José Batlle y Ordéfiez, aungue Héroes a caballo (Montevideo, A guilar/Fundacién Bank Boston, 2001) y AA.VW., La revoiucién de 1904. Legitimidad 0 ilegitimidad: acualizacién de una polémica (Montevideo, Taurus, 2004), 10 de febrero de 1898 el presidente en ejercicio, Juan Lindolfo Cuestas, el parlamento y procedié a designar un Consejo de Estado que cumpliera legislativas. Entre los argumentos dados para justificar tal accién, que apoyo en algunos sectores del Partido Colorado, el Partido Nacional y ftido Constitucional, figuré la necesidad de contar con las mayorias necesa- gra cumplir con los acuerdos de setiembre de 1897. En efecto, durante 1898 frobaron la Ley de Registro Civico Permanente (que procuré terminar con las nes fraudulentas y estableciG por primera vez el derecho de la minoria a en las mesas receptoras de votos) y la Ley de Elecciones, que implanté el pio de representacién de las minorias, si bien atin no con caracter proporcional 0 de suftagios: en cada departamento, la minoria debia acceder a la cuarta t de los sufragios para obtener el tercio de las bancas correspondientes." i. A - sesh mous eT ai = Ea ta ees ga Imagen 6. Distribueién de fas jefaturas departamentales en 1897 y ubicacidn de fa Bataila de Masoller en 1904. fl) Eduardo Acevedo, Anates histéricos del Uruguay. Tomo V. Montevideo, Barreiro y Ramos, Pp. 126-129 28 Durante su primera presiden- — — P “clon —__ cia, José Batlle y Ordéfiez procuré a Estapos Uninos con éxito consolidar el Poder Ejecu- Ante el supuesto apoyo argentine divas, réivindicariao ta eutoridsd del al levantamiento, Batlle encomend6 a Eduardo Acevedo Diaz, ministro ura Presidente para el nombramiento de jaa ca Wachingaan Gis soldiers los gobiernos departamentales. Ello una audiencia con el presidente norte- dio origen en enero de 1904 a una americano Theodoro Roosevelt, “Afar nueva guerra civil protagonizada por nds tarde, Batlle explicé: «se le pidié el caudillo. blanco Aparicio Saravia. hiviera saber al gobierne de ese pais, queef nnestro veria complacide ta Unas quince mil personas Ilegaron a preteaele, a: beams arnettongzy ta integrar el ejército nacionalista. En influencia que estuviera inclinede a la época se dijo que peleaban bajo el ejercer en e] Plata, para que los paises jema “aire libre y carne gorda”, lo cual USE VEO 1a EOE Rit at a i : él [J La noticia de la gestion uruguaya Pome expresat,, 8. St -malere 00 :s0l0 Negé a la Argentina. Et 4 de agosto (de los motives politicos del levantamien- 1904], ef ministro norteamericano en to sino también una situacién social Uruguer, William Rufus Finch, se quepé de la campafia donde la pauperizacion a Washington porque la prenser de Mon- tevideo y de Buenos Aires to habian iba en aumento y se extendian los Ila~ ; ‘ y. citade dicienda que Estades Unidos na mados “pueblos de ratas” en los cru- permitiria ta intervencién extranjera en ces de caminos 0 en los suburbios de Jos asuntos uruguayos.” las poblaciones del interior del pais. (Milton Vanger, José Batlle v Or- Elejército gubemista, por su parte, re- dénez. Et creador de su época (190. ; 1907), 2°. ed. Montevideo, E.B. cluté cerca de 30,000 efectivos, conto 1992, pp. 203-204] con armas modernas (cafiones Krupp, ametralladoras Maxim) y dispuso de ferrocarriles y telégrafos para su despliegue tactico. Ademéas, ordend el embargo de los bienes de los posibles adeptos al levantamiento y establecié severas medidas de censura a cualquier manifestacién que cuestionara la autoridad presidencial, La guerra se prolongé durante varios meses y culminé luego de la batalla de Masoller (1 de setiembre de 1904), en la cual fue herido Aparicio Saravia. Diez dias después fallecié el caudillo; las tropas se desmovilizaron y finalmente se acordé la llamada Paz de Acegua. Celebrada el 24 de setiembre de 1904, no fijaba ningan mecanismo de “coparticipacién” entre los partidos politicos, otorgaba la amnistia a los suble- vados y establecia el compromiso de llevar adelante una reforma constitucional. Desde el punto de vista politico, la victoria del ejército gubernista en la guerra civil tuvo consecuencias notables, Como sintetiza el historiador Benjamin Nahum, la derrota de las tropas nacionalistas consolidé el poder central, al dejar de lado el régimen de reparto politico-administrativo pactado en 1897. Ademas, re- forzé la concepeién de “gobierno de partido” defendida por José Batlle y Orddiiez, | “coparticipacién” impulsada por los nacionalistas. Ello se tradujo en de Ia integracién de la Camara de Representantes que, si bien amplié diputados, modificé la distribucién por departamentos provocando fa debiera obtener mayor ntimero de sufragios para ocupar un esca- tario." En 1907 y 1910 sé produjeron ajustes tendientes a paliar esa sigualdad. De todas formas, por diversas circunstancias politicas, entre nuncio de una nueva candidatura de José Batlle y Ordéiiez a la Presi Ja Repablica, el Partido Nacional decidié no presentarse a los comicios bre de 1910 ¢ incluso hubo preparativos para un nuevo levantamiento bajo la conduceidn del caudillo Basilio Mufioz. En las primeras décadas del siglo XX el Uruguay atraves6 por una nueva se- sformaciones que dio por resultado una amplia reformulacién liberal de politico. Por un lado, se dio una creciente participacidn de la ciudadania elecciones, facilitada ademms por la habilitacion del voto universal masculi- casi 46,000 votantes en las clecciones de representantes de 1905 (un 4, poblacién) se pasé a 188.359 en las de 1919, es decir, aproximadamente un. e los habitantes.'* Ademas, se produjeron importantes cambios en los parti- boliticos formados en el siglo XIX que implicaban su organizacién interna o oduccién de nuevas tematicas, por ejemplo, aspectos econémicos y sociales. momento hicieron aparicién también nuevos partidos politicos (con mayor lo programatica) como la Union Civica (partido catélico) y el Partido lista, que se presentaron por primera vez a elecciones de representantes por ideo en 1910. Las diversas formulas de “coparticipacién™ o representacién s minorias fueron acompafiadas por disposiciones que contemplaron el frac- amiento interno de los partidos, permitiendo el llamado “doble voto simul- "es decir, el voto al lema o partido y, dentro de éste, a una lista o sector y, lo, el mantenimiento de una convocatoria a todos los sectores sociales. Por lado, el movimiento sindical, aun con sectarismos y debilidades, logré defen- bastante eficacia los intereses de sus afiliados, aprendiendo a negociar en s las coyunturas, lo que dio por resultado también un cierto estilo popular, no idario, de “hacer politica”, que enriquecié y consolidé la experiencia demoera- Benjamin Nahum, Manual de Historia del Uruguay, 1903-1990, Montevideo, E.B.O., 1996, 2, }) Cabe aclarar que se mantuvo Ja suspensién del derecho de voto por “la condicién de simple de lings”, lo cual recién se suprimié en la Constitucion de 1967, En el capitulo 9 se trata con delle este tema, asi como fa reforma constitucional de 1918 que consagré esa extensién del masculino y habilité la via legislativa para la aprobacion del sufragio femenino. ), Los resultados electorates fueron tomados de Carlos Zubillaga, “El batl Ppulista”, en Jorge Balbis y otros, Ef primer batllisma. Cinco enfoques palémicas, Momevideo, EB.OUCLAEN, 1985, pp.11-45. p.37. 30 tica de los uruguayos. Por tltimo, es necesario sefialar que los. grupos do- minantes en lo econdémico constituye- ron grupos de presién como la Union Industrial Uruguaya (1898), la Fede- racién Rural (1915), la Camara Mer- cantil de Productos del Pais (1908) 0 la Liga de Defensa Comercial (1915), organizados en torno a la defensa de Sus intereses sectoriales y al cuestio- namiento de las politicas estatales. Si bien con participacién politica activa, fueron escasos y frustrineos los inten- tos de constituir un partido politico conservador,”? Jost Bariie y Orposez (1856-1929) ja de Lorenzo Batlle y Amalia Ordonez y nieto de catalanes afineados en Montevideo en el iiltimo periodo de la dominacion espaitola, Su padre fue Presidente de la Republica entre 1868 y 1872. El 1 de marzo de 1903, cuan- do asumié su primera presidencia, te- nia casi 47 afios de edad y poseia una importante experiencia politica y pe- riodistica iniciada en la lucha contra la dictadura del Gral. Maximo Santos en los aitos ochenta del siglo XIX. Funda- dor del diario “El Dia”, primer érgano de prensa de cardcter masivo, predicaba a favor de Ia transformacién de los par- tidos politicos. Afiliado al racionalismo: espiritualista, proponia el desarrollo: integral del hombre y de una sociedad: igualitaria. Ocupé Ia Presidencia de la Repéblica en dos administraciones (1903-1907 y 1911-1915), integré el primer Consejo Nacional de Adminis tracién por cortos periodos en la década de 1920 ¢ imervino en forma decisiva en la conduccion del Partido Colorado hasta su muerte en 1929. Imagen 7. Postal con José Battle y Or- déiex con la Banda Presidencial, editada por Imprenta Galli (15) Véase también José Pedro Barrin, Las canservadares unuguayas, Montevideo, B.B.O., 2004. 31 jo reformista: avances y limitaciones imer impulso reformista hallé su principal expresién durante las ad- de José Batlle y Ordditez (1903-1907 y 1911-1915) y reconocié en 1916, luego de la derrota en las elecciones realizadas el 30 de julio de i intervencionismo estatal en la economia alcanzé nuevas areas y mo- tales como la inversién directa en empresas dedicadas a la produccién servicios, el control de la moneda y el crédito, o la fijacién de algunos salarios. También se habia ido afirmando Ia idea de un “Estado Provi- decir, que se anticipara a los conflictos sociales y actuara como arbitro aciones entre el capital y el trabajo. El avance en Ia legislacion social, en jieron participacion las intensas movilizaciones sociales reclamando me- iciones laborales, se idente, por ejemplo, en la aprobacién de la de la jornada de trabajo a ocho horas para todas las ramas de actividad. programa de transformaciones impulsado por José Batlle y Ordéfiez su- utilizacion del aparato estatal para la promocién de un modelo de desa- 0 industrial. Partia de la idea de que siendo el Uruguay un pais nuevo, jsible superar los conflictos sociales que la implantacién del capitalismo nerado en el Viejo Mundo, y promovia la universalizacién del acceso a como la salud y la educacién. El mayor impulso reformista fue desple- Hsu segunda administracion, especialmente entre los afios 1911 y 1913. La ia historica de este proceso resulta notable. al comprobarse que atin en posteriores, de claro signo conservador, tal ampliacion no se revirtié fun- mente. Hay que apuntar, sin embargo. la gran distancia existente entre wlaciones programaticas, los proyectos presentados, los textos finalmente dos y la efectiva aplicacién de las disposiciones. acionalizacién y estatizacién de servicios publicos. Se procuraba con las utilidades de empresas para el pais y controlar aquellos servi- siderados esenciales. En ese plano se crearon el Banco de Seguros (1911) inistracion de Tranvias y Ferrocarril del Norte (1915), aunque debido a fe apariado se ha claborado sobre la base de las siguientes obras: José Pedro Barrin y Ben- |. Batlle, fas estancieros v el Imperio britanica, Tomo IV. Las primeras reformas, 1911~ ontevideo. E.B.O.. 1983), Milton Vanger. E! puis modelo, José Batile y Ordomiez, 1907-1915 Montevideo, E.B.O., 1991), Raul Jacob, Modelo hatllista ¢Variacién sabre un viejo tema? ideo, Proyeccidn, 1988), Magdalena Bertino, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yatlé, La del primer batllismo y los ahos veinte (Montevideo. Instituto de Economia / Fin de Siglo, Benjamin Nahum, Empresas publicas uruguayas, Origen » gestién (Montevideo, E.B.O. YY AANV.. La empreser priblica en ef Uruguay (Montevideo, CLAEH, 1977, Serie Investiga- 32 las presiones de las empresas extranje- La PRESION IMPERIAL ras y el gobierno britinico, en ninguno de los dos casos supuso el monopolio estatal de la actividad. A su vez, otras leyes como las del Banco de la Republica (1911) y el Banco Hipotecario del Uruguay (1912) generaron menores resisten- cias. El primero, como se vio, habia sido creado en 1896 y lo que realizé la ley fue eliminar la posibilidad —nun- ca concretada— de que parte de sus acciones se integraran con capitales privados, Tenia el monopolio de la emisién de moneda y entre sus obje- tives figuraba una politica de créditos que estimulara la industria, el agro y el comercio. El Banco Hipotecario, por su parte, se habia formado luego de la liquidacién de! Banco Nacional y la nueva ley dispuso que el Estado comprara su paquete accionario a fin de impulsar la industria de la construc- cién, En 1912 se dispuso el monopolio estatal de la energia eléctrica (Usinas Eléctricas del Estado), con excepeién de las concesiones vigentes para las empresas de tranvias. Se completaba asi un proceso iniciado con Ia liquidacién del Banco Nacional, que habia traspasado al gobierno dcpartamental de Montevideo las acciones de la Compaiiia Nacional de Energia Eléc- trica. La rebaja de las tarifas de consumo doméstico e industrial, ademas del beneficio directo a los usuarios, operd como propaganda a favor del programa estatizador. Menores fueron los avances en los servicios de transporte. En 1911 se com- praron autobuses para el transporte colectivo de pasajeros (cuya explotacién se encomendé al municipio de Montevideo) y en 1915 se autorizé la adquisicién de las acciones del Ferrocarril y Tranvia del Norte. Ante la imposibilidad de controlar las empresas britanicas de ferrocarriles, el batllismo ensayé la construccién de una red vial para vehiculos automotores, abriendo el mercado para el ingreso de la industria del automévil y del port/and, ambas estadounidenses, La pugna entre el imperialismo britinico y el norteamericano por su hegemonia en el pais favorecié Carta det Ministro briténico en Montevideo, Robert J. Kennedy, al Ministro de Relaciones Exteriores uri guayo, Dr. José Romeu, con motive del proyecto de ley de ereacién del Banco de Seguros del Estado (17 de agosto de 1911). fi gobierna ha ielegrafiada es- pecialmente, deseando que te recuer= de... Jas desventajas que acarrearia al pueblo del Uruguay ta privacién de continuar gozando de los méximes beneficios ¥ las minimax tarifas deriva- das de la Hibertad ele compeiencia entre compaiiias de segures, {que} probablemente sean pre- sentadas reclamaciones legales y diplo- mmditicas contra el Gobierna uruguayo. [que] famentaria mucho que ta confianza de las firmas eurapeas en su estabilidad comercial y financiera fuera eonmovide de alguna manera.” [Benjamin Nahum, Le creacién det Banco de Seguras, Montevideo, E.B.0., 1997, pp, 114-115,] Imagen 8. Inauguracién del servicio de tranvias eléctricos de “La Comercial”. Las lineas unian la Aduana con la Playa Pocitos. Foto: FHM/CMDF. la obtencion de empréstitos para el desarrollo de las obras puiblicas. La operativa del puerto de Montevideo también fue objeto de iniciativas de monopolio estatal. Se argumentaba que Inego de haber invertido importantes sumas en la moderniza- cién del puerto, correspondia al Estado obtener beneficios por su explotacién. Ello dio lugar a encendidos debates, presién de las legaciones extranjeras y la forma- cin del Centro de Navegacién Transatlantica (1916). La Administracién Nacional del Puerto de Montevideo (1916), al igual que el Banco de Seguros del Estado, comenzé sus actividades sin el monopolio de los servicios, si bien la ley autorizaba al Poder Ejecutivo a decretarlo cuando lo estimara pertinente. Fomente de la industria manufacturera. En 1912 se aprobé una ley de cardcter proteccionista que gravaba las importaciones de bienes manufacturados y | liberaba las de maquinaria industrial. En ese afio, ademas, se crearon el Instituto de Geologia y Perforaciones, el Instituto de Quimica Industrial y el Instituto de Pes- ta. Por otro lado, se propicié la instalacién de frigorificos mediante exenciones de impuestos, con lo que en 1905 comenzé a funcionar el primero dedicado a la carne vacuna llamado “La Frigorifica Uruguaya™, en 1912 se fundé el “Frigorifico Mon- tevideo” y en 1915 el “Frigorifico Artigas”. Aunque sus nombres referian al pais, cabe sefialar que se integraban con capitales anglo-argentinos el primero y norte- americanos los otros. El Banco de la Repiblica debia brindar créditos baratos y a largo plazo que facilitaran la instalacién de fabricas. Se apostaba a la sustitucién de bienes importados y los logros en esta direccién fueron posibles en el marco de la Primera Guerra Mundial. 34 Los PRIMEROS FRIGORIFICOS ‘Las caracieristicas de la inversién dejaron esta importante industria de exportacién en manos def capital extranjero. Gran Bretafia y Estados Unidos compitieron tanto por La insta- lacién de establecimientos, como par las téenicas a aplicar (canes congeladas y enfriadas) y los flctes. Luego de algunes intentos efimeros a fines del siglo XIX, la instalacién de frigorificos en la primera y segunda décadas del siglo XX logré ripidamente desplazar a los saladetos (cuyes mercados se hallaban en crisis, por otra parte) en la faena y la venta al exterior. Mientras que en 1905, aflo en que comenzaron Ias exportaciones de “La Frigorifica Uruguaya”, los saladeros exportaron 48,5 millones de kg de tasajo frente a los 5.7 millones de kg de came congetada, en 1913, cuando ya habia comenzada su actuacién el “Frigorifico Montevideo” (Swift) y la “Frigorifiea Uruguaya” habia sido adquirida por una firma anglo- argentina, la relacién se invirtié: los saladeros exportaron 25,5 millones de kg frente a 49.6 millones de kg de los frigorificos. Un proyecto inicial del batllismo para fundar un “Erigori- fico Nacional” (1911) fue postergado por la concesién de exoneraciones impositivas y otros beneficios para el establecimiento de nuevas plantas. La exportacién de las carnes enfriadas y congeladas dependia de los cupos fijados por el rust de Chicago en las bodegas de los buques. En 1911, la distribucion otergé un 41.35% a los frigorificos norteamericanos, un 40,15% a los britdinices y un 18,5% a los argentinos, El inicio de la Primera Guerra Mundial mejoré ia posicion de los frigorificos norteamericanos, que pasaron a ocupar el 5¥,5% de las badegas, La demanda de ganado por parte de fos frigorificos tuvo efectos dispares: aumentd el precio de los ganados en forma independiente a la mejor calidad de los rodeos y encareci6 el costo para el consumidor, que en 1913 debi6 pagar el doble por cada kilo de carne buena. [Véase José Pedro Baran y Benjamin Nahum, Batlle, ios estancieros y ef Imperio brie tdnico, Tomo IV, Las primeras reformas, 1911-1913, op. cit.. Raiil Jacob, Modelo batllista ¢Variacién sobre un viejo tema?, op. cit., y Benjamin Nahum “Los primeros frigorificos en el Rio de fa Plata”, en Suma, Aito 7, N° 12, Montevideo, abril 1992, pp. 81-111.] Un panorama general de los cambios econdmicos ocurridas en las dos pri- meras décadas del siglo XX da cuenta de las transformaciones hacia un modelo urbano industrial, El primer cuadro muestra ¢l peso relativo de los distintos secto- res de la estructura productiva del pais en los afios seleccionados. Puede verse con claridad el retroceso de la ganaderia y el crecimiento del sector manufacturero. El segundo cuadro refiere a las tasas de crecimiento acumulativo anual en cada déca- da, donde se muestra claramente el estancamiento de la pecuaria y la incidencia de la crisis de 1913 y la Primera Guerra Mundial en la economia del pais. Cuadro 1. Estructura productiva del Uruguay por sectores, 1900-1920, en porcentajes Fuente: Elaborado en base a Magdalena Bertin, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yatté, La economia del primer batllismo y los aftos veinte, op. cit., Cuadro 11.2, p. 78. 35 dro 2, Crecimiento acumulativo anual, 1900-1920, en porcentajes te: Igual que cuadro 1 ‘Transformacién de la explotacién rural y reforma fiscal. En este plano iniciativas fueron mayores que los resultados. Se procuré mejorar la tecnifi- ién de la explotacién agropecuaria con el desarrollo de los estudios de vete- finaria y agronomia, la creacién del Instituto Fitotécnico y Semillero Nacional Estanzuela” y de Estaciones Agronémicas (1911) dedicadas a la investigacion obre forrajes, semillas, regadio, entre otros temas. E] acceso al crédito también ue contemplado. En 1912, se dispuso por ley la creacién de la Seccién Crédito Rural en el Banco de la Republica, con el cometido de otorgar préstamos a los pe- quefios productores de todo el pais. Ademas de los objetives econémicos evidentes, "el baillismo otorgaba a la expansién de la actividad agricola efectos politico-sociales: contribuiria a la “pacificacién” de la campaiia y a la eliminacién de las tensiones so- ciales, al generar fuentes de trabajo y promover la creacién de un grupo de medianos y pequeios productores rurales que sirviera de contrapeso a las posturas “reaccio- narias* de fa “alta” clase rural. El batllismo buscé desarrollar la agricultura a través del fomento de la colonizacién y de la explotacién mixta (ganaderia y agricultura) de los predios de mediana extensién, Si bien se aprobé un empréstito para adquirir tierras con ese destino, la crisis europea de 1913 impidid que se concretara. Otro instrumento propuesto fue el aumento de la contribucién inmobiliaria, inspirado en las ideas del norteamericano Henry George, gravando con tasas mas altas los latifun- dios. Este “impuesto progresivo a la propiedad de la tierra" no pasé del papel ya que su solo anuncio movilizé en su contra a los estancieros, que se organizaron en tomo a la Federacién Rural (1915). Las modificaciones aprobadas, aun limitadas a una moderada actualizacién de los aforos de las propiedades territoriales, generaron resistencias que terminaron bloqueando proyectos mas audaces, maxime después de que el batllismo perdiera las elecciones del 30 de julio de 1916. Expansién de los servicios de educacién, salud y esparcimiento. Corres- ponde a este periodo la expansién de las escuelas publicas, tanto en la capital como enel interior del pais. La obligatoriedad de la ensefianza primaria, aprobada por ini ciativa de José Pedro Varela en el siglo XTX, requeria de la construccidn de locales escolares y la creacién de cargos de maestros para hacerse efectiva. La cantidad de escuelas piblicas se duplicé entre 1890 y 1919, pero el impulso mayor fue durante el segundo gobiemo de José Batlle y Ordéfiez. La asistencia media a las escuelas, 36 a su vez, pricticamente se triplicé durante el mismo periodo. Hacia 1920, el 70,5% de la poblacién con 15 afios o mas sabia leer y escribir; esa tasa de alfabetizacion duplicaba la de Brasil (35.1%) y superaba levemente la de Argentina (68,2%)."" La ensefianza secundaria se expandié a todo el pais, mediante la aprobacién de una ley que disponia la creacién de liceos en las capitales departamentales. En el marco de un “feminismo de compensacién”, en la expresién del filésofo uruguayo Carlos Vaz Ferreira, y para contrarrestar los efectos de los prejuicios sociales, se aprobé la crea- cién de la Seccién Secundaria y Preparatoria exclusiva para mujeres, procurando de esa forma facilitar su acceso a estudios superiores. En este periodo, ademas, se cred la Escuela Industrial, gratuita, destinada alos “esrudios tedricos y precticos de cien- clas, artes y oficios en sus aplicaciones a la industria y ef comercia.”'® Se extendié la gratuidad de la ensefianza a los niveles secundario y terciario mediante la creacién de impuestos que permitieran la supresién de los derechos de matricula y examen. En la Universidad, ademas de transformaciones en su organizacién y gobiemo, se pro- movieron nuevas carreras vinculadas directamente con el progreso de las actividades productivas del pais. Tales fueron, por ejemplo, los casos de Comercio (hacia 1903) ode Agronomia y Veterinaria (1906). A pesar de que la reforma de 1908 separé a es- tas Ultimas de la érbita universitaria, continuaron funcionando como institutes hasta transformarse en facultades en 1925 y 1933 respectivamente. En 1910 se cred la Asistencia Publica Nacional ~sustituyendo a la Comisién Nacional de Caridad y Beneficencia Publica con fuertes vinculos con la Iglesia ‘Catélica— con el cometido de garantizar el derecho a toda persona indigente o sin recursos a la asistencia gratuita, por parte del Estado. Diversas medidas a nivel estatal, municipal o por iniciativa privada se toma- ron para incrementar el turismo. Entre ellas pueden mencionarse la adquisicién del Parque Hotel y del Hotel Casino Carrasco, que aunaban el disfrute de las playas con la oferta de juegos de azar, a efectos de que su explotacién se realizara por parte del municipio de Montevideo (1915). El desarrollo de las actividades turisticas se presenté como una forma de captar capitales y ahorras de los argentinos. Como sefiala el historiador Raul Jacob, se produ- jeron en estos aitos varias inversiones en hoteles, balnearios y zonas de esparcimiento. En su correspondencia desde Europa, Jos¢ Batlle y Ordéitez habia escrito hacia 1907 sobre "las enormes ganancias que nos proporcionaria el atraer a nuestros baiios, to- dos los afios, a una gran masa de argentinos”’, para concluir que los gastos realizados (17) Datos tomados de Rosemary Thorp, Progreso, pobreza y exclusiin en América Latina, citados por Magdalena Bertino, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yaflé, op. cit. p, 281 (18) Eduardo Acevedo, Anales histéricos del Uruguay, Tomo V1, Montevideo, Barreiro y Ramos, 1936, p. 103. Para elaborar este parrafo también se utilizé fa informacién contenida en el Tomo W de esta obra. Cabe sefialar que ef autor se desempefi como Rector de la Universidad entre 1904 y 1907. Imagen 9, Parque Hotel, frente a ta Playa Ramirez, Montevideo “serdn siempre un buen negocio, aunque parezcan de lujo.”. A fines del iglo XIX habia comenzado el trazado del future balneario de Pirdpolis, cuyos lotes iban a vender también en Buenos Aires. En Montevideo se abrian nuevos parques argue Urbano, actual Parque Rodé en 1901 y Parque Central, actual Parque J. Batlle 'y Ordétiez, en 1907) y se ampliaban los ya existentes, como el Prado. También se lextendia la zona de bafios (balnerario Capurro en 1900, por ejemplo), se proyectaba la ‘construecidn de una rambla desde el puerto hasta la playa y era inaugurade el Parque ‘Hotel en 1909, Ademis de estos cambios, Jacob apunta a la formalizacién o fundacién de nuevos balnearios en la franja costera: Punta del Este fue declarado oficialmente como pueblo en 1907; dos afios mas tarde se autoriz6 la construccién de un complejo ‘turistico en el Real de San Carlos y hacia 1911 se proyectaba el balneario Atlantida.” Impulso de la legislacién social. También en este aspecto fueron mayores los proyectos que las realizaciones. Sin embargo, la aprobacién de la ley de ocho horas en 1915 generalizé wn derecho que con dificultades habian logrado algunas ramas de actividad, a la vez que contribuyé a generar nuevos puestos de trabajo. Las criticas y presiones por parte de las gremiales empresariales y las frecciones politicas mas conservadoras al proyecto presentado en 1911 para regular la jornada laboral fueron muy duras, quedando postergados otros te- mas como la proteccién del trabajo de la mujer y la prohibicién del trabajo infil. Cabe sefialar, ademas, que la reduccién de la jornada laboral no regia para los peones rurales, el servicio doméstico o los choferes: y que en la regla- mentacién se admitieron excepciones para saladeros, frigorificos, ferrocarriles y empresas navieras. Otros proyectos que planteaban el salario minimo, la supresién {19) Cana desde Paris, de José Baille y Ordotez a Domingo sArena, citado en Ratil Jacob, Modelo bailste... op. cit. pp.92-93 (00) Thidem, pp, 97-99. 38 Imagen 10. Construccién del Hotel Casino Carrasco hacia 1917. Foto: FHM/CMDF. del trabajo nocturno, la implantacién de la “semana inglesa” o la aprobacién de pensiones a la vejez, recién serian aprobados luego de este periodo. Otras disposiciones que mostraban la intervencién estatal en la relacién en- wwe patrones y obreros fueron duramente resistidas. En 1916, por ejemplo, un re- glamento sobre los estibadores aprobado por la flamante Administracién Nacional del Puerto de Montevideo debié ser modificado ante la decisién de las companias navieras de suspender la escala en el puerto de Montevideo, lo que equivalia a un bloqueo comercial. El ministro francés en Montevideo, después de indicar los efectos de tal medida (disminucién de los ingresos por tarifas aduaneras y trabas al desenyolvimiento general de la economia), concluia en tono triunfal: “La situa- Bar ISM, CAPITAL EXTRANJERG ¥ HUELGAS Las clases dominantes y las corrientes politicas conservadoras acusaron a Batlle de apoyar las huelgas y fomentar ef “odio de clases”, Entre las actitudes que alimentaban ese “vemor”, puede mencionarse este editorial de “El Dia”, periédico batllista, comentando el triunfo de la huclga de tranviarios en mayo de 1911: “Sin la huelga, este dinero... hubiera | continuada yendo a Londres y Berlin... a hinchar un poco més tos bolsillos de los accionis- tas ingleses y alemanes. Ahora estos [pesos] permanecerdn ex el pais para ser repartides entre tas clases més necesiadas” [Citado en José Pedro Barrin y Benjamin Nahum, Batlle, Joy estancieros y el Imperio Srluinico, Tomo IV, Las primeras reformas, 1911-1913, op. Cite, p. 63.) 39 fa insostenible para el Gobierno que, a regafadientes y de muy mata resigno a anular el reglamento que lesionaba a las Compatiias.” DELIRIO PROGRESISTA” Imagen 11, Caricatura publicada en “El Siglo”, el 23-6-1911. La bandera dice “Federacién Obrera™. La ESTRATEGIA DE DESARROLLO DEL PRIMER BATLLISMO Y LIMITACIONES “En Fineas generales. puede sefalarse que la extrategia de desarrollo apuntaba a tres grandes metas. © diversificar y modernizar la estructura productiva, promoviendo la industrializacién y laekpansién agricola, lo que a su vex se vincwlabe a la anipliacion del mercada laterno pla elevacién det bienestar; * novionalizar la economia, reduciendo de esa forma la exposicion a los vaivenes del co- wnercio internacional, y reteniendo una mayor parte de los recursos generados en el pais, minimizande el papel de las compaitias extranjeras mediante la expansién estatal: * redistribuir ef ingreso, elevando el poder adguisitivo de ta poblacién, ampliando el mer cado interno, vy universalizando el acceso a ciertos bienes y servicios.” {...] Aun sin considerar las restrieciones de tipo politico y social, puede afirmarse que si ef punta de partida seguia estande en la performance del sector primario exportadon, que ye en la segunda década mastraba sintomas de agotamienta, la viahilidad de la estrategia estaba cuestionada. {...) Una economia de base urbana, centrada en la industria y lox servicios encontraria fuertes resiricciones a su desarrollo, no bien tas condiciones imernacionales pusteran de manifieste la insifictencia dinamica del sector primario exportador.” (Magdalena Bertino, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yaffé, La economia del primer baillismo.y los afes veinte, op.cit.. pp. 414~417.] | (21) Jules Lefaivre, Ministro de Francia en Uruguay, a Sr. Briand, Presidente del Consejo, Ministro | éeAsuntos Exteriores en Paris, fechado en Montevideo, 22-7-1916, transcripto en Benjamin Nahum, | trformes diplomiticos dle los representantes de Francia en el Uruguay, 1915-1936, Montevideo, Dpto. de Publicaciones de la UdelaR, 1999, pp. 82-84. 40 El Uruguay en la region Las wineulaciones econémicas y sociales con Argentina y Brasil, tanto en lo referente al intercambio legal o al contrabando de mercaderias, como al transito de personas por motivos politicos a consecuencia de las guerras civiles o por las oscilaciones del mercado laboral, no tenian un correlato en las orientaciones de la politica exterior uruguaya. Algunos autores sostienen que a pesar del abjetivo de mantener un “delicado equilibrio” con los estados vecinos, existian “afinidades” de blancos y colorados con uno u otro pais. Por otro lado, los intereses de Argen- tina y Brasil por afirmar su predominio en la Cuenca del Plata repereutieron diree- tamente en las disposiciones de esos paises hacia Uruguay. En este contexto, hacia 1910 el estado uruguayo logré un entendimiento aceptable con Argentina sobre la navegacién del Rio de Ia Plata y se produjeron avances sustanciales respecto a las relaciones con Brasil. La disputa por el Rio de Ia Plata. A comienzos del siglo XX atin seguia sin definicién Ia cuestién de los limites del Rio de la Plata. Tareas de balizamiento y dragado eran desarrolladas por la Republica Argentina, si bien siempre con la anuencia del estado uruguayo. Rendaba, sin embargo, la interpretacién que ubica- ba los limites del Uruguay en la costa (“el limite oriental de aquella repiblica, es la linea de las mas bajas mareas del Rio de la Plata” habria dicho en 1906 el futuro canciller argentino Estanislao Zeballos), por la cual ambas margenes del Rio de la Plata debian pertenecer a Argentina.” Al afio siguiente, el apresamiento por parte de la marina argentina de una embarcacién uruguaya tensé més las relaciones. Al poco tiempo, se produjo un nuevo incidente, a raiz de la realizacién de maniobras de la escuadra argentina frente a Montevideo, En esa definicin estaba implicita la disputa regional entre Argentina y Brasil por el acceso a los canales fluviales. En 1908, con la dimisién de Zeballos a la cancilleria argentina, los incidentes pare ron resolverse. En la época se manej6 una intervencién de la cancilleria brasilefta en tal sentido, ¢ incluso la posible injerencia del gobierno inglés.” Entre los temas (22) El discurso de Zeballos fue publicado en un folleto titulado Corrende o veo, escrito “mitad cn portugues, mitad en espaiiol”, firmado por el “Bachiller Sanabria” y con pie de imprenta en la ciudad de San Pablo, Brasil, y causé un “escdndalo politico y periodistico” segiin el Secretaria de la Legacién de Espanta en Montevideo, Alfonso Dinvila. Este azregaba que el Bardn de Rio Branco habia desmentido que dicho folleto se hubiera publicado en Brasil, y que Estanislao Zeballos habia indicado como apdcrifo el discurso que se le atibuia, (Benjamin Nahum, diformes diplomdticos de Jos representanies de Espafta en ef Uruguay. Tomo |, 1893-1913, Montevideo, Dpto. de Publicacio- nes de la UdelaR. pp. 96-98, Informe fechado el 25 de febrero de 1908.) (23) Informe del Ministre de la Legacién de Espafia en Montevideo, Germéin Maria de Ory y Morey. fechado el 21 de junio de 1908, en ibidem, pp. 101-102. 41 frentaban a Brasil y Argentina figuraban, ademés de los limites y el control tios, el desarrollo militar y naval de ambos estados. ‘A lo largo de 1909, las gestiones del ministro plenipotenciario. uruguayo el gobierno argentino, Dr. Gonzalo Ramirez, se orientaron a la firma de un jlo que garantizara los derechos compartidos sobre el Rio de la Plata. En paralela, avanzaban los anuncios brasilefios en torno al condominio del rio jarén y la laguna Merim que fue suscrito, finalmente, en el mes de noviem- . El 5 de enero de 1910, el Dr. Roque Saenz Pefia, en su calidad de Enviado inario y Ministro Plenipotenciario del gobierno argentino, suscribié en ntevideo con su par uruguayo, el Dr. Gonzalo Ramirez, un documento que ba la voluntad de ambas partes de dejar de lado “pasadas divergencias". bien se diferia la solucién de la controversia para “u/teriores convenciones", en articulo 3° se declaraba que “La navegacién y el uso de las aguas del Rio de la fa continuaré sin alteracion, come hasta el presente, y cualquier diferencia que exe motivo pudiese surgir, ser: allanada y resuelta con el mismo espiritu de rdialided y buena armonia que ha existide siempre entre ambas partes” * Ahora bien, no alcanzaba con estas declaraciones para mantener la posicién | Uruguay en el comercio y el transito regional, cuyo deterioro era paralelo con | fortalecimiento de las posiciones de Buenos Aires y Brasil. Era necesario efec- tuar obras de dragado, proteger la navegacién de cabotaje realizada por buques uniguayos, mejorar los puertos e impulsar la instalacién de zonas francas. Algunas de esas medidas fueron formuladas, si bien no pudieron materializarse plenamente por los efectos de la crisis de 1913. Otras, como las zonas francas, debieron aguar- dar algunas décadas para su concrecién. Las “cesiones* de Brasil. En su trabajo sobre La politica internacional del batilismo, Dante Turcatti destaca los imtereses del gobierno uruguayo en lograr “um mayor estrechamiento de los vinculos con Brasil”. En las paginas de “El Dia” se escribia: “Somos grandes consumidores de tabaco, de café, de yerba mate, de farita, etc. El Brasil puede compensar estas ventajas acordando franquicias a nuestras Carnes, a nuestros trigos, a nuesiras harinas, etc."™ Las tratativas para la firma de un acuerdo comercial con ese pais demoraron, pero se dieron avances. significativos en la-cuestién de limites. En efecto, en el medio del conflicto entre Uruguay y Argentina por la juris- diccién sobre el Rio de la Plata, el Ministro de Relaciones Exteriores de Brasil (24) Citado en Eduardo Acevedo, dnales Histéricas del Uruguay, Tome V, op. cit., p. 422. 25) Citado en Dante Turcatti, E/ equilibrio dificit. La politica internacional dei Batllismo, Monte= Video, Arca/CLAEH, 1981, pp. 40-1. Para el tratamiento de los limites con Brasil véase en la misma obra, pp. 40-44 42 Barén de Rio Branco, anunciaba que su pais se aprestaba a reconocer espontanea- mente el condominio de las aguas fronterizas (rio Yaguarén y Laguna Merim) que por el tratado de 1851 eran de dominio y navegacién exclusiva de Brasil. El acuerdo, fechado el 30 de octubre de 1909, fue firmado a comienzos del mes de noviembre y ratificade recién en abril del afio siguiente. Representaba a Uruguay el Enviado Extraordinario y Ministro Plenipotenciario Rufino T, Dominguez, De acuerdo con el texto, el gobierno de Brasil cedia al de la Reptiblica Oriental del Uruguay: - la parte de la laguna Merim entre las desembocaduras del arroyo San Miguel y del rio Yaguarén, debiendo fijarse las lineas demarcatorias en funcién de la distancia media entre las margenes de uno y otro pais o el caudal principal de la referida laguna. - la parte de territorio fluvial del rio Yaguardn entre la desembocadura en la laguna Merim hasta el arroyo de La Mina, tomada desde la margen derecha © meridional hasta el thalweg o la linea media segiin los casos. Eltratado establecia, ademas, la libre navegacién para los bareos mercantes de ambos estados, y disponia que los buques uruguayos pudieran navegar también entre 1a Laguna Merim y el océano Atlantico por las aguas brasilefias del rio San Gonzalo, Laguna de los Patos y Barra de Rio Grande de San Pedro, abonando en este caso los mismos derechos que las embarcaciones brasileiias. Un acuerdo complementario celebrado en 1913, suscrito por el Dr, Lauro Muller y el Dr. Eduardo Acevedo Diaz, Ministros Plenipotenciarios de Brasil y Uruguay respectivamente, adopté la linea media del arroyo San Miguel como divisoria entre ambos estados, completéndose con una linea hasta el arroyo Chuy y éste hasta su desagiie en el oeéano Atlintico, Las colectividades politicas y la prensa uruguaya destacaron en forma pric ticamente undnime el “gesto” del gobierno brasilefio y remarcaron el contraste con las actitudes de la Repablica Argentina. Las manifestaciones pro-brasilefias fueron muy variadas y procuraron fijarse para la posteridad. Entre ellas pueden sefialarse el cambio de nombre al tramo de Canelones entre Bulevar Artigas y la playa Poci- tos, que pasd a flamarse Brasil, la escuela del mismo nombre en dicha calle y una plaza y monumento dedicados al Barén de Rio Branco. ‘Ademés de los tratades de limites, se desarrollaron en estos afios diversas obras viales a efectos de estrechar los vineulos comerciales. En 1913 se unieron los ferrocarriles de Rivera y Santa Ana do Livramento, y en 1915 se inauguré el puente internacional sobre el Rio Cuareim que comunicé Bella Unin con Uruguayana.* (26) Para este apartade véase especialmente, Raiil Jacob, Modelo batiiista.... op. cit. EL autor hace notar que las trochas de los ferrocarriles en Brasil y Uruguay eran disimiles: 1,10 metros frente a 1,45 metros. 43 Un puente sobre el rio Yaguarén fue inaugurade en 1930. En la épaca se des- n los mutuos provechos de estas Obras. En el caso de Rivera-Livramento, se icaban los beneficios para la industria saladeril riograndense, que podia enviar produccién “en transito” a Montevideo y recibir el aprovisionamiento de sal, asi parael intercambio regional de otros productos como maderas, yerba, tabaco, . El avance de las obras del puerto de Rio Grande, sin embargo, hizo naufragar expectativas que se habian puesto en el proyectado puerto de aguas profundas La Coronilla (Departamento de Rocha). Otro aspecto a considerar surge de los reses de los frigorificos norteamericanos establecidos en la regién. De acuer- con los datos proporcionados por Ratil Jacob, las empresas Swift y Armour, ladas en Argentina en 1907 y 1909 respectivamente, comenzaron a operar en. fruguay en L911 y 1917 y luego en Brasil, en Rio Grande (1919) y Santa Ana de ivramento (1917). Obtuvieron rebajas en las tarifas ferroviarias (salia lo mismo flete de Rivera a Montevideo, cuya distancia era de 567 kilémetros, que entre lidades ubicadas a unos 130 kilémetros de la capital) y mejores condiciones el puerto de Montevideo. Por una ley de 1918, Armour obtuvo el arrendamiento Imagen 12. Red ferroviaria en 1919, El trazado obedecia a las dé mandas de los exportadores y a las expectativas de ganancia de las empresas britinieas. Se pri- vilegiaba la conexién de la fren- tera brasilefia con €l puerto de Montevideo, en detrimento de la conexién transversal del pais. [Mapa elaborado sobre la base de Antonio Barscchini, Histo ria dle fas comunicaciones en ef Uruguay, Montevideo, Instituto de Historia de la Arquitectura, UdelaR, sf} 44 de un hangar en el puerto a efectos de usarlo como camara frigorifiea y almacenar la carne de exportacién de las plantas en Montevideo y Livramento.”” A pesar de las quejas de los operadores brasileftos, durante algunos aftos siguié siendo mas conveniente la exportacién por Montevideo que por el puerto de Rio Grande El Uruguay en el mundo Como se vio mas arriba, Uruguay dependia en gran medida de los aconteci- mientos mundiales. Ya se mencionaron las limitaciones que, desde el punto de vis- ta econémico, impusieron las potencias europeas a algunas medidas del reformis- mo batllista, En cuanto a los mereados para la colocacién de los productos @ para Ia adquisicién de combustibles y otros insumos, si bien evidenciaban una cierta diversificacion (Ianas a Bélgica y Francia, earnes a Gran Bretaiia, por ejensplo}, la dependencia se hacia notar en los vaivenes del comercio mundial y en la nula ca- pacidad de Uruguay para incidir en los precios internacionales. La contratacién de empréstitos, imprescindibles para cumplir con los compromisos del presupuesto, asi como para financiar varias de las iniciativas proyectadas, también dependia de Ia situacién de las bolsas de valores del exterior. La crisis de 1913 a nivel interna nal retrajo el mercado de capitales ante la inminencia de un estallide armado. La Primera Guerra Mundial, si bien favorecié la exportacién de productos pecuarios, supuso una restriccién importante a las importaciones, muchas de ellas necesarias para la actividad de la incipiente industria. Pese a la acumulacién de saldos favora- bles para Uruguay —que en 1918 legé a otorgar un erédito a Francia e Inglaterra** la disminucién de las importaciones tenia efectos negatives tanto en la merma de los ingresos fiscales como en la escasez de las materias primas y combustibles para el desarrollo de las actividades industriales, Desde el punto de vista diplomatica, en este periode se destaca la presencia de Uruguay en conferencias internacionales, la postura tomada durante la Primera Guerra Mundial y el ereciente acereamiento hacia la esfera de influencia norte- americana. En 1907 se reunidé la segunda Conferencia Internacional de Paz en La Haya, con el propésito de profundizar y perfeccionar los acuerdos alcanzados “el despotism, el comunixmo y el amor libre tendrein, Pues, cabida en esa reforma.,. conce- diendo la impunidad para et ultraje a Dios, a ia pateia y al ejércita.” [Diario del Plata”, 18-7-1916, pe- riddico conservador,] [Citas tomadas de José Pedro Ba- rin y Benjamin Nahum, Batife, los es- tancieros y el Imperio britdnico, Toro VIN, La derrota det batllismo, 1916, Montevideo, E.B.0.. 1987. pp. 12-13] a7 . Fueron los prime- p— “UN ALTO EN LA JORNADA™ a cr Sate oe Manifiesto del Presidente de la Re~ ganslfabetvs pare ejener el Pliblica, Feliciano Viera, a la -Conven- € implementacién de formu- cién Nacional del Partido Colorado el aproximaban a un reparto 12 de agosto de 1916 tas Ia derrota I de los escafios segan el electoral del batllismo: pectoral Los resultados a dis- “Las avanzadas eyes econdmicas on de esta forma: | Batllismo y sociales sancionadas durante los 1il- 40.52% de los suftagios, los timos periodos legislativos, han alar- d listas el 10.95%, made a muchos correligionarios y son ido Nacional el 46,08%, la ellos los que nes han negado su concur- Civica el 1.09% y el Partido Fores; na avancemos més en materia de ta el 1.36%. La suma de los legislacién econdmica y social; conci- rios del colegiado (batllistas y fienros ef capital can el obrero. Hemos ) totalizé el 41,88%, siendo marchado basumte a prisa: hagamos : un alto en la Jornada, No patrocinemos por los anticolegialistas que on el $8,12%. El contexto re- ultural influyé en las opciones cién en el Cuerpo Legislative. @ par to votantes: los colegialistas obtu- menos, si se sancionan, que sea con et mayor apave ea bMoncevideo ete i Lat parser iectomenet fn =n el Interior. Sin embargo, ello (CEL Dia, 12-8-1916. Citado en za para explicar el comporta- José Pedro Barran y Benjamin Nahum, so en las elecciones del treinta. Bien se- nuevas leyes de esa indole y awn para- licemas aquellas que estén en transita- to electoral. De acuerdo con Ba- Batile, las estancieras y el Imperia brita- ¥y Nahum, la convocatoria conser- nico, tome VIII, La derrota del batltis- E mio, 1916, op. Cit p. 94.) alcanzé a sectores populares y medias rurales y urbanas, entre js elementos, por el peso de la “di- y la tradicién, por el temor a los “excesos” del batllismo 0 el socialismo, por mento del costo de vida y la desocupacién, o por las marchas y contramarchas reformismo batilista en lo referente a las garantias al sufragio o la representa- de las minorias. Ante los resultados adversos en las eleeciones para constituyentes, el Pre- te de la Republica, Feliciano Viera, acusd recibo de la necesidad de “hacer alto” en las reformas, La Constitucion de 1918, fruto de un pacto politico entre llistas y nacionalistas, reflejé esta situacién. Incluia cambios importantes en Poder Ejecutivo, pero no el colegiado propuesto por Batlle sino un Presidente los ministerios de Gobierno, Guerra y Marina y Relaciones Exteriores) y un §3) José Pedro Baran y Benjamin Nahum, Batlle, les estancieros v ef Imperio britdnico, Tome I, La derrota del baillismo, op, cit., eapitulos 2-y 3. 48 Consejo Nacional de Administracién integrado por nueve miembros correspon- dientes dos tercios a Ia mayoria y uno a la minoria, encargado de los lamados fines secundarios del Estado, es decir, ensefianza, obras piblicas, trabajo, industrias y hacienda, entre otros. Disponia la creacién de consejos auténomos para adm trar el dominio industrial del Estado, la instruccién superior, secundaria y prima- ria, la asistencia y la higiene publicas. Esta Constitucién supuso, ademés, un paso importantisimo en la conformacién de la democracia liberal uruguaya: establecio el voto secreto y la representacién proporcional, climiné algunas de las causales de suspensién de la ciudadania por lo que se acercé al voto universal masculino y dispuso que por ley aprobada por mayoria especial de dos tercios podia extenderse ese derecho a las mujeres, Dicha ley se aprobé en 1932 pero el sufragio femenino recién se hizo efectivo en 1938. La nueva Constitucién dispuso también la separacion de la Iglesia del Esta- do. Se concluia asi un largo proceso de secularizacién que habia encontrado en el batllismo uno de sus cultores mas radicales, En 1896, con la creacién del Arzobis- pado y dos obispados en los departamentos de Salto y Cerro Largo (Melo) se hal licgado a un aparente entendimiento entre la Iglesia Cat6lica y el Estado. Es inte resante constatar que entre 1889 y 1908, los censos de Montevideo mostraron una clara disminucién del nimero de personas que se declaraba eatélica: de un §3% ‘en el primer afio, cayé al 63% en el segundo. Diversas medidas dieron cuenta del avance de las politicas anticlericales y secularizadoras. Entre ellas pueden mencio- narse el retiro de los crucifijos en los hospitales piblicos y asilos (1905-1906); la aprobacién de una ley de divorcio que admitia el “mutuo consentimiento” como causal (1907); la eliminacién de la ensefianza y la practica religiosa en las escuelas publicas (1909); la creacién de la Asistencia Publica Nacional que quitaba de ma- nos de los catélicos ese servicio (1910); el retiro del representante diplomatico ante el Vaticano; la supresién de honores oficiales especiales a los simbolos y personas religiosas; o una nueva ley de divorcio que autorizaba la disolucién del matrimonio por “la sola yoluntad de la mujer” (1913). En el plano de las libertades individuales, la Constitucién incorporé a su texto la abolicién de la pena de muerte —que ya habia sido supri por ley en 1907-, se aumentaron los derechos, deberes y garantias que figuraban en la Carta de 1830 y se dejé establecido que la enumeraci6n no excluia otros inherentes a la persona humana o derivados de la forma republicana de gobierno. Otra importante transformacién establecida en la nueva carta constitucional fue la autonomia de los gobiernos departamentales. La figura del Jefe Politico fue sustituida por uno o mas Concejos de Administracién auténomos de eleccién po- pular y las antiguas Juntas Econémico-Administrativas se transformaron en Asam- bleas Representativas, con potestades legislativas a nivel departamental. Aunque 49 avances y retrocesos, se inicié de esta forma el camino hacia la descentraliza- del pais. Se abria de esta forma una nueva etapa en la vida republicana del pais, que ios autores han coincidido en lamar “republica conservadora”. Segdin Barran y im, el reformismo batllista habia sufrido una primera derrota en 1911, cuando presiones britanicas y francesas impidieron el avance de los monopolios del . Un segundo freno fue en 1913-1914, cuando las dificultades financieras eron llevar adelante planes de colonizacién ¢ inversion en obras pablicas. 1916 se produjo un tercer freno, esta vez politico, al haber triunfado en las elec- es de constituyentes la convocatoria conservadora. Este episodio, a la vez que t6 las posibilidades de transformacién econémica y social anunciadas por esé del Partido Colorado autoidentificado con la “defensa de los desheredados”, é las bases del orden politico democratico y liberal.** ra saber mas EVEDO, Eduardo. Anales Mistéricos de! Uruguay, Tomos 1V a V1. Montevideo, Barreiro y Ramos, 1934-1936. 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SI CapiTuLo 2 La REPUBLICA DEL COMPROMISO. 1919-1933 Ana Maria Rodriguez Aycaguer RESUMEN La puesta en marcha de la Constitucién en 1919 y la aprobacién de una com- pleja legislacién electoral que dio garantias al sufragio —ain limitado a los hom- bres, abrieron paso a una rapida ampliacién de la democracia politica, cuyos valo- res, exaltados y matrizados por la enseflanza piiblica, serian eje central del mensaje celebratorio del Centenario de la Independencia. Sin embargo, el estancamiento del agro -con su correlato de expulsién de mano de obra hacia las ciudades~ y un cre- ciente endeudamiento externo, mostraban los limites del modelo agro-exportador, sacudido por la crisis de la primera posguerra y puesto a prueba, con mayor rigor aun, al desencadenarse la Gran Depresién. En el pice de ésta, la disputa en torno a las medidas para enfrentarla (y detras de ella, el tratamiento a dar a los intereses de Gran Bretaita, principal mercado de nuestras exportaciones), profindizé las fractu- ras ya existentes en el seno de los partidos tradicionales y posibilité entendimientos inter-partidarios: la unin del batllismo y ¢l nacionalismo independiente dio nuevo impulso al estatismo, mientras que los sectores conservadores del Partido Colorado ydel Partido Nacional sumaron fuerzas con las principales gremiales empresariales para frenar el nuevo impulso reformista. Esta vez, a diferencia de 1916, el nuevo “alto” tendria lugar fuera de la Constitucién, derribandola. La construccién de la democracia politica. E) 1° de marzo de 1919 co- menzé a regir la nueva Constitucién, la segunda en la historia de la Reptblica, Ese dia -un sdbado de carnaval- el batllista Baltasar Brum jurd como Presidente de la Republica ante la Asamblea General, Grgano que lo habia electo de acuerdo auna de las disposiciones transitorias incluidas en la nueva Constitucién. Seria el iiltimo Presidente que Iegaba al poder por esta via indirecta; el proximo —el Ing. José Serrato— y los que lo sucedieron, serian elegidos por vote popular. Lo mismo sucedié con la rama colegiada del Poder Ejecutivo, el Consejo Nacional de 52 Administracion. Sus nueve miembros (seis pertenecientes al P, Colorado y tres al P. Nacional), fueron electos de la misma forma, como parte del trabajoso acuerdo politico procesade entre los dos grandes partidos tradicionales (y el no menos labo- rioso alcanzado en la interna de los mismos). De alli en adelante, se iria renovando por tercios en elecciones celebradas cada dos afios por voto popular; en ellas el Partido Nacional lleg6, en dos oportunidades, a aumentar su participacién a cuatro Consejeros, y en 1923, por escasos 3737 votos, alcanzé la victoria, y con ella la Presidencia del Consejo. Fue ésta la expresion maxima de coparticipacién: el Con- sejo Nacional de Administracién presidido por el lider nacionalista Luis Alberto de Herrera, y la Presidencia de la Republica ocupada por el colorado José Serrato. Segiin Gerardo Caetano -que ha realizado un sustancial aporte al cono- cimiento del pensamiento y el accionar de los sectores conservadores'—, en los aos veinte el proceso politico uruguayo tuvo dos caras: el afianzamiento de la democracia politica y el conservadurismo social: de estas dos caras, sefiala dicho oriador, la primera es Ta que, por lo general, se ha elegido recordar, El nuevo régimen constitucional, en efecto, abrié las puertas para la expansién y profundiza- cién de la democracia politica, mediante la ampliacién del electorado, al implantar el voto universal masculino (las mujeres deberian esperar hasta 1938 para ejercer su derecho al sufragio); la representacién proporcional en la Camara de Diputados, que garantia una equitativa participacién tanto del Partido Nacional como de otros partidos menores (Unién Civiea, Partido Socialista y, a partir de 1922, el Partido Comunista); el ingreso del principal partido de oposicién al Consejo Nacional de Administracién, y las elecciones frecuentes: entre 1919 y 1933 hubo elecciones todos los afios a excepcién de cuatro. Todo ello estimulé y acostumbré a los uruguayos a votar. Sin embargo, este proceso de creciente participacién politico-electoral no hubiera sido posible sin la simulténea construccién de un sistema de garantias al sufragio, de respeto de la voluntad popular, que indujese a los ciudadanos a confiar en el sistema: Para ello resultaron claves las reformas en materia de legislacién electoral procesadas en los aflos 1924 y 1925, que incluyeron la elaboracion de un nuevo Registro Civico, eliminando el sospechado registro anterior; la creacién de la Corte Electoral, con participacién de los dos grandes partidos tradicionales; y el perfeccionamiento de una compleja legislacion electoral destinada a impedir los fraudes y las presiones sobre los electores.? (1) Gerardo Caetano, La Repiblica Conservadora, 1916-1929. 2 tomas, Montevideo, Fin de Siglo, 1992-1993, 2) Andrés Vazquez Romero y Washington Reyes Abatie, Cronica General def Urugues: Bol 1V- Et Uruguay det O., 1986, pp, 288-290, INTEGRACION DEL PODER EJECUTIVO (1919-1933) Consejo cional de Administracion 1921 [ 1923 1925 (NO VIERA J. BATLLE YORDONEZ(1) | JULIO MARLA SOSA. LUIS A. DE HERRERA Arece Jian Campisteguy Federico Fleurquin (2) | Martin C. Martinez Acevedo | Alfonso Lamas Carles Maria Morales | Gabriel Terra Arena Feliciano Viera Juan Campistesuy Julio Maria Sosa Ricardo J. Areeo. Alilio Narangio (3) Federico Fleurquin, A Berro: Alfredo Vasquez Acevedo | Alfonse Lamas ‘Carlos Maria Marales Domingo Arena Feliciano Viera Juan Campisteguy Pedro Car Ricardo J, Areca Atilio Naranei in C. Martine Bere Pedro Aramendia (4) aso Lamas 1929 1931 1933 ISC.CAVIGLIA | BALTASAR BRUM JUAN P. FABINI ANTONIO RUBIO Ma. Sorin (3) | Victoriano M. Martinez, | Tomas Berreta “Andrés F. Puyol (7) ro Lassich Ismael Cortinas Alfredo Garcia Morales | Joan P Fabini isA.de Herrera | Luis C. Cavigtia ©) Baltasar Brum Tomas Bereta in C. Martinez | Carlos Maria Sorin | Victoriano M, Martinez | Gustavo Gallinal Arture Lassich | Tsmacl Cortinas ‘Alredo Gareia Morales Luis A. de Herrera Luis C. Cavin Baltasar Brum ‘Aili Naraneio ‘Martin C, Martines Carlos Maria Sorin Vietoriano M, Martinez [Carlos Maria Morales | Gabriel Terra ‘Arture Lussich Ismael Cortinas Presidentes de la Repiblica 1919-1923 1923-1927 1927-1931 1931-1933 Baltasar Brum José Serrato Juan Campisteguy Gabriel Terra Aclaraciones: Pertenencia partidaria: en letra redonda, P. Colorado; en megrita, P. Nacional. (1) Ausente durante un largo periedo, fue suplide por Julio Ma, Sosa, (2) Por renuneia del titular dlecto, José Batlle y Ordéitez el 1°3/1923. (3) Por renuncia de! titular electo, Alfredo Furriol. (4) Por fallecimiento del titular, Alfredo Vasquez Acevedo (julio 1923). (5) Por renuncia del titular electo, J. Batlle y Ordéitez, (Batlle presidié el CNA por seis meses y Iuego renuncid; Sorin ingresé al Consejo y Cavigiia fue electo Presidente), (6) Sustituido por Tomiis Berreta, (7) Por renuncia del titular electo, Andrés Martinez Trueba, Fuentes: Goran Lindhal, Batlle. Fundador de ta democracia en el Uruguay. Montevideo, Ed. Arca, 1971, p. S68; y Juan A. Oddone, Tablas Cronolégicas. Pader Ejecutive-Poder Lexistativa, (1830-1967. Montevideo, FAC, 1967. pp. 102-121, Imagen 1. José Batlle y Or. déiez votando. (FHM/CMDF). Fue en estos afios, en efecto, que se procesé la “doma del poder”, de la que hablé Carlos Real de Aza. Para este autor, dicho proceso implicé un triple es- fuerzo: por regular, vigilar y aun debilitar al Poder Ejecutivo: por descongestionar y descentralizar la gestion estatal, y por efectivizar el ideal de gobierno democratic.’ tido Colorado, “partida del Estado reflejos de una larga historia de manipulacién de la voluntad popular, que la nueva institucionalidad no hizo desaparecer automiticamente. Durante la presidencia de Baltasar Brum, por ejemplo, se darian algunos incidentes paradigmaticos de esta persistencia de procedimientos ilegitimos. Brum, en un intento de unificar en torno a su persona ¢l onado partido de gobierno ~al menos, ese fue su discurso, aunque habria otras interpretaciones posibles de su accionar, visto por algunos de sus contemporineos como un intento de proyectarse como sucesor de Batlle y Ordéfiez-, funds el efi- mero “Partido Unién Colorada”, que participé por linica vez en las elecciones del 30 de noviembre de 1919. La opesicién nacionalista y también sus con- trincantes dentro del Partide Colorado, lo acusaron de poner la maquinaria del Estado al servicio de esa apuesta electoral que tuvo, sin embargo, escasa convocatoria (obtuvo 9.151 votos). fo fue éste, sin embargo, un camino sin resistencias y sobresaltos. El Par- en el gobiemo desde 1865— conservaba los Imagen 2. Ing. José Serrato, Pre~ sidente de la Repiblica entre 1923 y 1927. (Archivo E.B.O.) ) Carlos Real De Avia, “La domia del poder”. Enciclopedia Uriguaya N° 44, Montevideo, Arca, 1969. Imagen 3. Baltasar Bram en su despacho, Durante su presiden- cia (1919-1923) se inaugurd el nuevo régimen constitucional que instauré un Poder Ejecu vo dual: el Presidente de In Re- piblica y el Consejo Nacional de Administracién. (Archivo BO.) No faltaron tampoco las denuncias de fraude: las hubo después de las dis putadas elecciones de noviembre de 1922, que terminaron con la victoria del P. Colorado por escasos 7,000 votos (123.000 a 116.000) y la proclamacién del Ing. José Serrato como Presidente de la Repuiblica— y en las de noviembre de 1926, donde el margen entre ambos partidos fue aun mas estrecho, motivando una tensa situacion al aproximarse la fecha de transmisién del mando y no estar culminado el escrutinio definitive, que era objetado por los nacionalistas. Mientras se procesaba el conteo de los votos, el Presidente Serrato orden6 el acantonamiento de fuerzas militares en las proximidades de Montevideo, en Los Cerrillos, por lo que dichos. sucesos se conocen con el nombre de “/a Cerrillada”. Carlos Manini Rios, hijo del dirigente riverista Pedro Manini Rios, ha relatado minuciosamente aquellas y estas incidencias en sus obras sobre la historia politica del periedo.* El conservadurismo social. El proceso de construccién y afianzamien- to del sistema demoeratico fue acompaiiado —paradojalmente— de una entonacion conservadora. Este conservadurismo social estuvo ambientado por el protagonis- mo de los grupos de presién empresariales (Federacién Rural, Asociacién Rural del Uruguay, Camara de Comercio, Camara de Industrias, ete.}, que se movilizaron con eficacia creciente para demorar —y a veces frenar— la legislacién social impul- sada por el reformismo, asi como oponerse a cualquier medida que significase el avance del Estado sobre la actividad econémica o que fuese potencialmente perju- dicial para los intereses de dichos grupos. (4) Cif, Carlos Manini Rios, Una nave en la ormenta; tna etapa de transicion, 1919-1923, Montevi- deo, Letras, 1972: y La Cerrillada (1923-1927), Montevideo, 1973, 56 Es cierto que en la década del veinte hubo algunas conquistas sociales: co- menzé6 a instrumentarse la ley de pensiones a la vejez (sancionada en febrero de 1919); se aprobaron algunas iniciativas de importancia como las leyes de prevision y de indemnizacién por aecidentes de trabajo (1920); descanso semanal obligato- rio (1920), salario minimo del pedn rural (1923) y, en materia de previsién social, la creacién de la Caja de Jubilaciones y Pensiones para los empleados y obreros del servicio piblico (1919). Pero también es cierto que en el primer caso, Ia it ciativa era bastante anterior, asi como que otros proyectos fueron rechazados 0, simplemente, no fueron siquiera tratados, como el que disponia la participacién de obreros y empleados en las utilidades de las empresas del Estado (1923), 0 el proyecto sobre salario minimo para el tabajador urbano (1927), El freno al reformismo —que habia tenido como hito clave la derrota de julio de 1916 y el posterior “Alto” de Viera— continué procesindose en este periodo en una compleja trama de alianzas y compromisos, tejida tanto dentro de ambos partidos tradicionales, como entre fracciones de diferente partido y similar compo- sicién ideolégico-social. Asi, en el Partido Colorado, el batllismo priorizé la vie- toria electoral frente al tradicional adversario al precio de continuas negociaciones y compromisos con los restantes “Partidos Colorados”, originados en sucesivas escisiones de entonacién conservadora: a la primera de éstas, la del riverismo (P. Colorado “Gral. Fructuoso Rivera”), ocurrida en 1913, se sumaron: en 1919, la del vierismo (P. Colorado Radical), liderado por Feliciano Viera, y en 1926: el so- sismo (Partido de la Tradicién Colorada, liderade por Julio Maria Sosa). En 1925 el vierisme voté fuera del lema, posibilitando asi la victoria nacionalista. Al afio siguiente volveria al Partido Colorado y, muy disminuido luego de la muerte de Feliciano Viera en 1927, desapareceria a fines de la década de 1930. Pocos afios més tarde, surgiria el grupo “Avanzar”, liderado por Julio César Grauert, de fuerte impregnacién marxista, que se ubicaria en el ala izquierda del batllismo. El Partido Nacional no fue ajeno a este proceso de renovacién y division interna, motivado, entre otras razones, por las diferentes posturas ante la agenda econémico-social del periodo, asi como por las diversas visiones en torno al rol de co-gobernante que el flamante régimen constitucional le asignaba, Son los alos del vertiginoso ascenso del liderazgo de Luis Alberto de Herrera, quien a través de una intensisima actividad, desplegada en actos, reuniones, y giras por el interior, se esforzaba por mantener un contacto personal —o epistolar— con la masa de co- rreligionarios. Su popularidad en aumento lo llevé a ocupar el cargo de Presidente del Directorio del Partido, y a postularse como candidato a Consejero nacional. Se opusieron a dicha candidatura los llamados “conservadores” (0 “principistas”), que apoyaban las candidaturas de Martin C, Martinez y Arturo Lussich (por ello se los amo también “lussichistas”). El grupo tenia como portavoz al diario “El Pais”, fundado en 1918 y dirigido por Enrique Rodriguez Larreta y Washington Beltran y promisorio legislador, tempra- te desaparecido al recibir un dis- mortal en el curse del duelo que vo con José Batlle y Ordénez, el 2 ril de 1920), Quedaban asi defini- claramente dos campos: “lussichi y “herreristas” (0 “demdcratas”). existencia de estos dos grupos se ia luego el radicalismo blanco, do por Lorenzo Carnelli, que en 4 solicité un lema propia, siendo dirigentes expulsados del Partido: ional. En noviembre de 1926, su to fuera del lema (obtuvieron 3.844 fragios) determind que el P. Nacional diera la eleccién para la Presidencia la Reptiblica ante su tradicional ad- 526 votos. Otro rsario por tan solo 1 po de nacionalistas encabezado por arlos Quijano, conformaria en 1928 Agnipacién Nacionalista Demécrata Social, con notorias preocupaciones so- ciales y posiciones claramente antimpe- rialistas.’ Como ha sefialado Caetano, la Imagen 4, Luis Alberto de Herrera en su juven- reaovacién y divisién interna de los 4. (Archivo E.B.O.) dos partidos tradicionales permitié la consolidacion del sistema bipartidista y, simultaneamente, dificulté el arraigo de terceras fuerzas. Un ejemplo de ello fue lo sucedido con el intento de fundar un partido conservador, En 1919, numerosas personalidades pertenecientes a los sectores empresariales, decidieron organizar su propio partido politico, la “Union Democritica”, que se presento a las elecciones de noviembre de ese aio con una lista encabezada por el Dr. José Irureta Goyena, idedlogo conservador, fundador y primordial inspirador de la Federacién Rural. La lista del nuevo partido, que inte- gnban asimismo conocidos empresarias como Ramén Alvarez Lista, Antonio F Braga, Francisco Piria, Francisco A. Lanza y Julio Mailhos, result un contundente (5) Sobre la intema nacionalista del periodo y, concretamente, el grupo liderada por Carelli, oft Carles Zubillaga, Las disidencias del wadicionalistio. El Radicalisiia Blanco. Montevideo, Arca! ‘CLAEH, 1979. 58 LOS PARTIDOS TRADICIONALES Y LOS SECTORFS CONSERVADORES Critica de Luis A. de Herrera a la “Unién Democratica” (1919) Yir que algunos respetables comerciantes se empehan en constituir hogar politico, abu- reidos de su larga salteria civica, haganto, en buena hora, recogiendo a los neutrales, a los indiferentes, a tos cincuentones que todavia estén por elegir novia [us pero no leven ta confusién a las espiritus desprevenidas de nuestros buenos compaiteras, que padrian ser a ta vez miembros de la Unién Democrética y det Partido Nacional... Recién apercibidos aquellos respetables camerciantes de que se puede intervenir en politica, se reinen y, so- Jemnememe, se lo notifican al pals. A la verdad que etlos, 0: se levantan muy tarde, 0 estén demasiado absortos en discutir el precio de las facturas, ” [“La Campaiia”, Rio Negro, 15/10/1919; “Del Dr: Luis Alberto de Herrera. El Partido Democrético-y et Nacional”), Las afinidades ideolagico sociales (1925) “Al rerminarse el escrutinio ha resultado le que tanto desedbamos los colorados inde- pendientes, la errata det batllismo, y ella se ha producide par et triunfo de w candidatura para la presidencta del Consejo, axi que recibe las més sinceras felicitaciones y espera ya que con mi modesto voto a los radicales hemos cooperade al triunfo de Uds.. prefirienda ese triunfo antes que el de! funesto batllismo {...)”. (Carta del colorado vierista Enrique Escardé Anaya a Luis A. de Herrera, 22/4/1925, en MHN, Archivo Dr. Luis A. de Herrera, carpeta 3641,-doc. 8]. [Los textos han sido tomados de: Gerardo Caetano, La Reptiblica Conservadora, Tomo 1, p. 166; y Tomo 2, p. 95, respectivamente] fracaso (obtuvo 686 votos), cerrandose asi el camino a la existencia de un parti- do conservador en Uruguay. El notorio policlasismo de los partidos tradicionales ofrecia cémodos espacios para la expresién de aquellos intereses, como ya les habia advertido —con su habitual ironia— Luis Alberto de Herrera, Dichos espacios harian posible, asimismo, acuerdos y solidaridades supra-partidarias, No obstante ello, también es cierto que en los afios veinte el sistema politico uruguayo se caracterizé no solo por el bipartidismo y el protagonismo de los grupos de presién, sino también por la presencia de corrientes ideolégicas de proyeccion mundial, como el socialismo, el comunismo y el catolicismo, aunque por entonces las mismas convocaran adhesiones muy minoritarias: en las elecciones presidencia- les de noviembre de 1922, en las que participaron las tres corrientes, mientras el P. Colorado obtuvo el 50.05% de los sufragios y el P. Nacional el 47,12%, la expresién electoral de las tres tendencias —los anarquistas no votaban— sumé un 2.82% (P. So- cialista 0.40%, P. Comunista 1,29% y Partido Catélico 1.13%). El mejor desempefio electoral de los “partidos de ideas” durante el periodo, el del Partido Comunista en 1926, fue de apenas 3.775 votos (1.31%). Su presencia, no obstante, potencié el te- mor conservador, exacerbado por un agitado contexto internacional y regional. Como ha sefialado José Pedro Barran en su trabajo sobre los conservadores uruguayos, el reformismo primero, y la revolucin rusa de 1917, después, "tor- 39 mas fuertes los miedos conservadores pues el enemigo ya no tenia nada de inario ni fejano™. El aiio 1919 resultaria clave en ese sentido: a los sucesos lucionarios de Europa —revolucién de los espartaquistas en Alemania y de Kun en Hungria~ se sum, en enero de 1919, la conmocién provocada por cruentos enfrentamientos de la “Semana Tragica” de Buenos Aires. En medio este clima inquietante, una fuerte agitacién sindical en Montevideo aporté ma- espesor al temor de los sectores conservadores. A ello se sumaria, en 1921, el imiento del Partido Comunista como resultado de la divisién del P. Socialista el marco de las repercusiones de la revolucién bolchevique en el movimiento ‘ialista mundial. Si bien la izquierda uruguaya era minoritaria y se encontraba lida y frentada entre si, su influencia en el movimiento sindical y su ruidosa militancia campafias de solidaridad internacional —como la Ievada adelante en defensa de y Vanzetti, los obreros anarquistas procesados y finalmente ejecutados en stados Unidos el 23 de agosto de 1927 alimentaron el disgusto de los sectores nservadores, También suscitaron cidos comentarios de algunos representantes di- Momaticos extranjeros, que observaban con asombro la “permisividad” del gobierno: yo frente a las actividades comunistas, que gozaban de estatus legal. Cabe agregar que por esos aios tuvo lugar, a ambos lados del Rio de la Plata, actuacién de los llamados “anarquistas expropiadores” —entre ellos el legenda- io Miguel Arcangelo Roscigno— que protagonizaron en nuestro pais el sangtiento ‘asalto al Cambio Messina (1928) y afios mas tarde, la novelesca fuga del Penal de Punta Carretas por la Carboneria del Buen Trato (1931). Sus acciones —que han sido narradas en la pelicula “Acraias” de Virginia Martinez— fueron cubiertas con ‘gran sensacionalismo por la prensa grande, pretextando el reclamo (y a veces, los proce ientos) de mano dura contra el movimiento sindical y la izquierda.” En ese contexto, algunos conservadores miraron hacia Europa —no solo la izquierda se nutriria de “ideologias foraneas’— contemplando con entusiasmo el movimiento liderado en Italia por Mussolini, que prometia progreso “dentro del orden” (Iéase: frenar e| comunismo). Fue asi como el fascismo conté con simpati- zantes en el seno de los sectores conservadores de ambos partidos tradicionales: en elriverismo, cl sosismo y el vicrismo en el Partido Colorado, y en el herrerismo, en el Partido Nacional." (6) José Pedr Bamin, Los conservadores uruguavas (1870-1933), Montevideo, E.B.O.. 2004, p. 77, (2) Cft, Salvador Neves y Alejandro Pérez Couture, Polvora y tinta. Andanzas de bandoleras anar- quistas. Montevideo, Ed. Fin de Siglo, 1993. (8) Cir. Gerardo Caetano, “Las resonancias del primer fascismo en el Uruguay (1922-1929/30)", en Revista de la Biblioteca Nacional. Montevideo, mayo 1987, pp. 13-36. 59 mis fuertes los miedos conservadores pues el enemiga ya no tenia nada de inario ni lejare”.° El alto 1919 resultaria clave en ese sentido: a los sucesos lucionarios de Europa —revolucién de los espartaquistas en Alemania y de Kun en Hungria— se sum6, en enero de 1919, la conmocién provecada por cruentos enfrentamientos de la “Semana Tragica” de Buenos Aires. En medio este clima inquietante, una fuerte agitacién sindical en Montevideo aporté ma- espesor al temor de los sectores conservadores, A ello se sumaria, en 1921, el imiento del Partido Comunista como resultado de la divisién del P. Socialista el] marco de las repercusiones de la revolucién bolchevique en el movimiento ialista mundial. Si bien la izquierda uruguaya era minoritaria y se eneontraba dividida y nirentada entre si, su influencia en el movimiento sindical y su ruidosa militancia campafias de solidaridad internacional —como la llevada adelante en defensa de coy Vanzetti, los obreros anarquistas procesados y finalmente ejecutados en los Unidos el 23 de agosto de 1927 alimentaron el disgusto de los sectores servadores, También suscitaron acidos comentarios de algunos representantes di- mtiticos extranjeros, que observaban con asombro la “permisividad” del gobiemo uayo frente a las actividades comunistas, que gozaban de estatus legal. Cabe agregar que por esos aflos tuvo lugar, a ambos lados del Rio de la Plata, actuacién de los llamados “anarquistas expropiadores” —entre ellos el legenda- rio Miguel Arcdngelo Roscigno— que protagonizaron en nuestro pais el sangriento asalto al Cambio Messina (1928) y afios mas tarde, la novelesca fuga del Penal de Punta Carretas por la Carboneria del Buen Trato (1931). Sus acciones —que han sido narradas en Ia pelicula “Acratas” de Virginia Martinez— fueron cubiertas con gran sensacionalismo por la prensa grande, pretextando el reclamo (y a veces, los procedimientos) de mano dura contra el movimiento sindical y la izquierda,” En ese contexto, algunos conservadores miraron hacia Europa —no solo la igquierda se nutriria de “ideologias forineas"— contemplando con entusiasmo el mevimiento liderado en Italia por Mussolini, que prometia progreso “dentro del orden” (Iéase: frenar el comunismo). Fue asi como el fascismo conté con simpati- zantes en el seno de los sectores conservadores de ambos partidos tradicionales: en elriverismo, el sosismo y el vierismo en el Partido Colorado, y en el herrerismo, en el Partido Nacional." (6) José Pedro Bartin, Las conservadores urmguayos (1870-1933), Montevideo, E.B.0., 2004, p. 77. (7) Cit. Salvador Neves y Alejandro Pérez Couture, Pélvora y tinta, Andanzas de bandoleros anar= quistas, Montevideo, Ed. Fin de Siglo, 1993. 18) Cff. Gerardo Caetano, “Las resonancias del primer faseismo en el Uruguay (1922-1929/30)", en | Revista de la Biblioteca Nacional, Montevideo, mayo 1987, pp. 13-36. 60 Imagen 5. Afiche del Partido Comunista urugua yo utilizado durante la campafla clectoral de OBREROS :EMPLEADDS 3's nosse sod Satan Sass vez, se encuentra anexa al informe enviade al Departamento de Estado por ef Ministro de Esta- dos Unidos en Montevideo, U. Grant Smith, el 30 de noviembre de 1925, En dicho informe el diplomético seftalaba: “Estoy firmemente con= venvido que he visto ua idéntica poster balchevi que en Furopa Central, probablemente en Hun- gria...”. [National Archives, Washington D.C.] [VOTAD POR EL PARTIDO COMUNISTAT a — i | Por ultimo, un elemento a tener en cuenta al considerar la estrategia conser- vadora, es el factor militar, El batllismo se habia distanciado del ejército, en la me- dida que su particular forma de nacionalismo —impregnado de cosmopolitismo— no ambientaba el culto del tradicionalismo y el patriotismo, tan caros a la institucién militar, No contribuy6 a mejorar dichas relaciones la posicién contraria mantenida por José Batlle y Ordéfiez y su partido en torno al proyecto de servicio militar obli- gatorio presentado en 1923 por el Presidente Serrato y su Ministro de Guerra, el Coronel Roberto Riverés. El batllismo se opuso tenazmente a la iniciativa que era, en los hechos, una propuesta de servicio militar bastante atenuada en duracién e in- tensidad. El proyecto no conté con respaldo popular y terminé siendo retirado del parlamento por Serrato; Herrera, que al principio lo habia acompafiado, terminé por restarle su apoyo ante la firme resistencia popular, incluida la de sus correligio- narios. Era un secreto a voces que la mayor parie de los oficiales tenian simpatias por los sectores conservadores del Partido Colorado y muy excepcionalmente, por el Partido Nacional. Las investigadoras Ménica Maronna e Yvette Trochon, asi como Carlos Manini Rios, en sus trabajos sobre el periodo, dan cuenta de numero- sas circunstancias en las que el factor militar pesé en el acontecer politico, lo que 61 ite relativizar la tantas veces esgrimida prescindencia politica de las fuerzas uruguayas durante la primera mitad del siglo XX. Uruguay en el escenario internacional. En la primera posguerra, la orien- de la politica exterior del Uruguay continud la linea esbozada durante el # batllismo: el “equilibrio dificil” entre sus dos grandes vecinos —en la feliz én. de Dante Turcatti*— estuvo facilitado por una mejoria en las complejas ones con Argentina, No obstante ello, como hemos sefialado en trabajos an- wes, la eleccién de Estados Unidos como “escudo protector”, determinada en medida por dichas tensiones con el gran pais vecino, se mantuvo durante este iodo, evidenciindose en la entusiasta colaboracién con ¢] sistema panamerica- by con las autoridades de Washington, y en el apoyo a la politica exterior estado- nse. No obstante ello, la intervencién militar de Estados Unidos en Nicaragua 1927 contra las firerzas comandadas por el Gral. Augusto César Sandine —sobre que el gobierno uruguayo no emitié pronunciamiento alguno— generé algunos ilamientos criticos desde el batllismo (Enrique Rodriguez Fabregat, Baltasar im), en momentos en que Megaba a su climax el sentimiento antiimperialista en ica Latina. En el Ambito panamericano Uruguay continué impulsando el arbitraje obli- fio como férmula de solucién de controversias y aposté fuertemente a la pro- ién que el derecho internacional podia ofrecer a un pais pequefio y débil como nuestro, Dicha orientacién tuvo un nuevo y mas amplio escenario para proyectarse do, al firmarse el Tratado de Paz entre las Potencias Aliadas y Alemania, el 28 junio de 1919, se cree la Liga (o Sociedad) de Naciones. Uruguay, signatario tratado, fue miembro iniciador del organismo internacional que tendria su sede Ginebra. En él le cupo una actuacién en cierto modo destacada, si pensamos en pequefiez territorial y su escasisimo: peso relative en la politica internacional: 15 parte del Consejo de la Liga, como miembro no permanente, entre 1922 1926; y su representante Alberto Guani presidié el Consejo en marzo de 1924 y junio de 1926, actuando asimismo como Presidente de la Asamblea Anual de 1927." La actuacién uruguaya en la Liga, ensalzada desde el oficialismo colorado ‘como un logro fundamental en la direccién de “poner al pais en el mundo” —plan- teo en sintonia con el referido cosmopolitismo que caracterizara al baillismo— fue, enocasiones, criticada fuertemente desde tiendas opositoras —por Carlos Quijano, (9) Dante Turcanti, £1 equilibric dificil. La politica internacional del Butllismo, Montevideo, Areal 1981 fr base de datos Sobre la Liga de Naciones, en: http://www.indiana.eduileaguel, 62 por ejemplo-— sefialandose la casi indeclinable sintonia entre las posiciones urugua- yas en Ginebra y la orientacion de la politica exterior de las grandes potencias, en especial de Gran Bretafia,'' La economia uruguaya en los aiios veinte: la crisis antes de la Crisis. A fines de la década del veinte —sefialan Gerardo Caetano y Ratil Jacob— la economia y la sociedad uruguaya estaban “de espaldas al precipicio”’."* Para comprender lo que esta afirmacién implica debemos tener en cuenta —como sefialan M. Bertino, R, Bertoni, H. Tajam y J. Yaffé", en su analisis de la economia uruguaya en los afios veinte— que la Primera Guerra Mundial marcé el fin de la hegemonia britanica en el mundo, y que la economia de Estados Unidos —la nueva potencia hegemé ca~ no ofrecia las mismas posibilidades de complementariedad con las economias latinoamericanas y. en particular, con la uruguaya: Estados Unidos era también productor de productos primarios, como la carne. Como advierten los referidos au- tores, cl modelo de insercién externa procesado por Uruguay desde el iltimo cuar- to del siglo XIX, basado en la exportacién de productos del agro, s¢ vio socavado por estos cambios en la economia mundial, asi como por factores internos, como el gstancamiento del sector agropecuario, incapaz de transformaciones teenolégicas que permitieran una insercién diferente, El pais caminaba hacia el precipicio y al parecer, lo hacia sin demasiada conciencia. Los amenazantes nubarrones de la crisis de posguerra (1920-1921), cuyos efectos se hicieron sentir también en Uruguay (fuerte caida en los precios internacionales de nuestras exportaciones —en especial, el de la lana—, descenso de la faena frigorifica con su secuela de desocupacién, descenso de los salarios), fueron rapidamente aventados ante los primeros sintomas de recuperacién y la vuelta del pais a la senda del crecimiento. Entre 1922 y 1930 la economia uruguaya erecié a una tasa de 6,6% acumulativo anual. Este crecimiento, sin embargo, tuvo caracteristicas diferentes al procesado en la década anterior. Los precios de nues- tros productos exportables, que habian sufrido un sustancial incremento durante el conflicto mundial, experimentaron en la posguerra un marcado descenso. Simulta- (11) Gerardo Cactano y José Pedro Rilla, El joven Quijano (1900-1933), Izquierda nacional y-con- ciencia critica, Montevideo, E.B.0., 1986, p. 57. (12) Gerardo Caetano y Rail Jacob, El nacimiento del terrismo, Toma I (1930-1933). Montevideo, E.B.O., 1989, Capitulo I (pp. 15-28). Por su parte, Rail Jacob, en trabajos anteriores destinados a anali- zar los antecedentes y consecuencias de la crisis de 1929 en Uruguay, oftece abundante informacién que abona esa afirmacién, (13) Magdalena Rertino, Reto Bertoni, Héctor Tajam y Jaime Yaflé, La economia del primer bat- Uismo y Ios anos veinte, Auge y crisis del modelo agroexportador (1911-1930). Historia Economica dei Uruguay, Tomo IIl, Montevideo, Institute de Economia, Facultad de Ciencias Eeonémicas y de Administracién-Editorial Fin de Siglo, 2005, 63 mente, crecié la demanda de bienes que no podia ser abastecida por la produc- iin nacional (entre ellos los derivados del petrdleo, al compas del acelerado desa- follo del parque automotor), incrementando asi sustancialmente e! volumen y el fonto de nuestras importaciones. A pesar de que el saldo de la balanza comercial, pmpensado por un aumento en los voldmenes exportados, fue favorable en casi pdo el petiode con excepcién de los afios 1921 y 1922— no sucedié lo mismo con balanza de pagos (saldo del intercambio de bienes y servicios con el exterior Durante la mayor parte de la década el monto de las divisas necesarias para cubrir servicios de la deuda extema (intereses y amortizaciones) y las remesas al ex- \jero por diversos conceptos (remesas de inmigrantes, ganancias de empresas (tranjeras, ctc.), fue mayor que el monto de las divisas que ingresaron al pais por Imagen 6. Rambla de Carrasco a comienzos de los afios veinte, con abundantes automéviles. (FHM! MDE) Los primeros autos importados fueron de origen mayoritariamente europea, pero rapidamente Ib industria sutomotora estadounidense se impusa y ya en 1919 el 60% del parque automotor era de este origen, Entre 1919 y 1930 se importaron mas de 67.000 automiviles, yen 1930, el 82,5 % del monto dd los automotores y sus repuestos importados por el Uruguay eran de origen norteamericano, A este gan desarrollo contribuys la expansién de la red vial, promovida con empréstitos norteamericanos, 64 Para compensar la balanza de pagos se podia hacer dos cosas: recurrir al concurso del capital extranjero cuando esto era posible 0 utilizar las reservas existentes. De hecho, el endeudamiento piblico crecié notablemente. Entre 1920 y 1932 la emisién total de deuda publica uruguaya alcanzé los 122,3 millones de pesos. Pero no todo fue deuda externa: el 57 % fue deuda interna. En este senti do, las interpretaciones historiograficas que han planteado, para explicar el en- deudamiento externo, la hipotesis de la resistencia del capital local a “financiar* el proyecto reformista, son parcialmente cuestionadas por los investigadores que venimos siguiendo (Bertino ef alii), segin los cuales la evidencia demostraria que el capital local “mds que adoptar una constante negativa a concurrir al financia- miento del Estado, adopté una actitud racional ante las necesidades financieras del mismo: invirtié en deuda piiblica en funcion de las expectativas de rentabili- dad que ofrecia con relacion a otras alternativas de inversion”.* El endeudamiento estaba mareando las debilidades del modelo de insereion internacional del Uruguay. Simultaneamente, y en estrecha relacién con lo anterior, se asiste en la década del veinte al inicio de un cambio estructural de la economia uruguaya, signado por la participacién decreciente del sector agropecuario en el producto, el mantenimiento en similares niveles de la industria y la agricultura, y el incremento del resto de las actividades econémicas (construccién, servicios), cuya contribucién al PBI trepé del 24% al 37%'*. De acuerdo con los referidos autores, la década del veinte constituye un periodo de transicién entre la crisis del modelo agroexportador —iniciada a partir de 1913— y la configuracién plena de otro modelo basado en el desarrollo industrial, que ya puede percibirse en 1943. El segundo impulso reformista, Ratil Jacob llamé la atencidn sobre la exis- tencia de un segundo impulso reformista, cuyos primeros indicios son perceptibles ya a mediados de la década del veinte y que haria eclosién con mayor fuerza, a par- tir de 1928. Este nuevo empuje se habria visto favorecido por la toma de concien- cia, en determinados sectores del espectro politica, en torno a las consecuencias negativas que se derivaban de la presencia de intereses econémicos extranjeros en sectores estratégicos de la economia del pais; asi como de otras preocupantes seflales del desempeiio de la economia. A esta toma de cenciencia se agregaria la Negada al primer plano de la politica de un grupo de jévenes batllistas los mas destacados, Luis Batlle Berres, Pablo y Agustin Minelli, Juan Francisco Guichén, Justino Zavala Muniz, Edmundo Castillo— que encabezan una reflexién critica so- bre el proyecto batllista, haciendo hincapi¢ en lo que atin faltaba por hacer. (4) Bertino y otros, cit, (15) Ibid, p. 77. 361, Ya desde 1925 el batllismo habia dado indicios de un renacer del “inquietis- mo” pero en 1929 tiene en sus manos puestos claves para impulsar algunas de sus propuestas reformistas: el Ministerio de Hacienda, ocupado por Javier Mendivil, y el de Industrias, Trabajo y Comunicaciones, a cuyo frente esta Edmundo Casti- llo. Desde ambas carteras arremeterd contra los estancieros (propuesta de que el Estado intervenga como comprador y arrendador de tierras) y el capital extranjero (proyecto de refineria con participacién estatal, proyecto de propiedad nacional de yacimientos de hidrocarburos). De todas aquellas iniciativas, la que tendria mayor repercusion en la larga duracién y levantaria la mas fuerte op ion —reuniendo en ‘su contra a las “fuerzas vivas” nacio- nales y a los intereses extranjeros— fue p EL PROYECTO DE REFINERIA ESTATAL — el proyecto de construccién de una re- fineria estatal de petrdleo, presentado al Consejo Nacional de Administra- cidn en agosto de 1929 por el Ministro E. Castillo. El proyecto, que impulsaba la participacién del Estado en una es- fera de la economia dominada por la presencia de las compafiias petroleras estadounidenses (la Standard Oil de N. Jersey, a través de su filial la West India Oil Co. y la anglo-holandesa Shell Mex), habia sido elaborado en base a [a informacién y los consejos suministrados al Ministro Castillo por el Director General de Yacimien- tos Petroliferos Fiscales (YPF) de Argentina, Gral. Enrique Mosconi, enfrascado por ese entonces en un duro enfrentamiento con los trusts petroleros, El proyecto de refineria estatal, aprobado por el Consejo en agosto de 1929 (con el voto en contra de los Consejeros nacionalistas A. Lussich, M.C. Martinez y L. A. de Herrera), fue vetado por el Presidente Cam- pisteguy, que se hizo eco de la fuerte oposicién despertada por la iniciativa Y EL ASESORAMIENTO DE YPF (1929) El 10 de agosto de 1929 el Ministro de Industrias, Trabajo y Comunicacio- nies, Edmundo Castillo, escribié al Di- rector de la empresa petrolera estatal argentina Yacimnientos Petroliferos Fis cales (YPF), General Enrique Mosconi: “Panto ef sefior Goslino como yo he~ mos encontrado insuperable el informe que tuvo a bier preparar a mi pedido y para nuestro use. Nase me escapa que Ud, ademds de pericia, he puesto en ét toda su buena voluntad, Excuso decirle cudn obligado me siento por ello. [...) Estay seguro de no excederme en ef elogio al decir que la colaboracién det Gabierne argentino, para que mi pais se libere de la dependencia extranjera para el abastecimiento de combustibles, armoniza con [a obra de los préceres de Mayo, que ucharon por la soberania de su tierra y la de los pueblos hermanos. [.] ¥0 no sé si mi proyecto fendrd éxi- to en las Cémaras, porque aun cuande parezca imposible, kay quienes lo com- haten [...). Creo que en defiritiva serd cuestion de tiempo, pero tengo el placer de asegurarle, que en cualquier caso yo sabré dejar constancia, si la obra llega a realizarse, de la parte que Ud. ha te- niddo en ella”. [En: Enrique Mosconi, £1 petréleo argentino, BS, As., Agepe, 1958, p. 227] 66 en los sectores empresariales, el batllismo no obtuvo los votos necesarios en el Consejo para levantar el veto, El fracaso de la iniciativa no fue sinénimo de su abandono; por el contrario, el batllismo introduciria en el parlamento una iniciativa mas radical aun: la construcci6n de una refineria totalmente estatal, Mientras tanto, desde ¢l espacio editorial de “El Dia”, Luis Batlle Berres realizaba una persistente campafia de denuncia de los trusts petroleros y de apoyo a las iniciativas del bat- Ilismo en materia de politica energética."* La movilizacién conservadora. Ante los intentos del reformismo por supe- rar el bloqueo de sus propuestas —seflala Caetano~ Ia oposicién conservadora mul- tiplicé rapidamente su movilizacién politica, experimentando una radicalizacién de sus posturas. Su eficacia organizativa se vio favorecida por la creciente integracién p— Manartesto pet Comrré pe ViciLancta Econdauca (mayo 1929) “Al Pais “Las orientactones que se propone seguir [el Comité de Vigilancia Econdmica] son de vigilancia y defensa como fin; de lucha indeclinable y aptimista como medio, dentra det cancepto de que la propia existencia exige un cuidade propio v que ef derecho cuya efercicia se libra a manos extrahas, conforma una abdicacién que leva a la esctavinuc ¥ en et canit= na de ser eschwizudas van las elases laboriosas del pais, especialmente la elase ganadera, amenazada de total liquidacién por ef fanatismo reformista {...). Rompiendo imprudente- mente ct orden de retacién, anticipande las mejoras saciales « las posibilidades econémicas en que elta deben fundarse, surgen a cada instante proyectos gubernarivos y parlamentarios [...] gue intentan repartir lo que no existe [.,.]; leves de salario minimo para que por la magia de su imperio, el trabajo tenga una retribucién superior |...) a sus mistnos rendimientos jeyes para disolver la herencia, que disuelven también las principias que organizan y prote- gen el hogar: leves para imponer la divisidn de la tierra y lanzar al pais por el abismo ce su desvatorizacién violenua; ¥ todo silo, con ta pretensién dle crear otra vida al amparo de ese programa de muerte; de cambiar de un dia para otro las formas de prockiccién, de propiciar eplimismos creadores de riqueza: de sacar del incégnito, de le penumbra ensayista, ta lez del nuevo dia. (...] [Los integrantes de 1as clases taboriosas), co la diviser de su fe politica iniegretimente.o salvo, deben aprender a canciliar su fidetidad partidaria con sus intereses de clase, para un- gir con su voto consagratorio, solamente a los hombres del respectivo creda politico que. a Ta vez, ofrezcan ia garcntia de compartir y defender sin desmayos su orientacién econémica L..], Les politicos, podram decir otra cosa; los hombres de trabajo dicen esto’. [Revista de la Federacién Rural, N° 124, mayo 1929; citado en: Gerardo Caetano, "Las fuerzas conser- vadoras en el camino de la dictadura. El golpe de Estado de Terra”, Cuadernos def CLAEH, N° 28, Montevideo, abril de 1983] (16) Alfonso Labraga, Mario Najiez, Cristina Pintos, Ama Maria Rodriguez y Esther Ruiz, “El Na- cionalismo petrolero argentino de la década de} 20 y su influencia en el surgimiento de ANCAP", en Hoy es Historia, N°2, Montevideo, 1984, pp. 35-50; y Rail Jacob, Inversiones extranjeras y petrdleo: fa crisis de 1929 en Unaguay. Montevideo, CA. 1979. 67 re las diferentes actividades econémicas y, consecuentemente, entre sus princi- pales dirigentes (estancieros, industriales, comerciantes, banqueros), asi como por ja vinculacién cada vez mas estrecha entre los grupos de presién empresariales y los partidos politicos de derecha. El éxito obtenide en movilizaciones conjuntas se- flalé el camino de la necesaria nalizacién del frente conservador. Después de numerosas instancias previas, y a impulso de la Federacién Rural, en setiembre de 1929 se crea el Comité de Vigilancia Econémica, rapidamente bautizado coma “Comité del Vintén” por el reformismo batllista, El Comité s¢ constituy6 en la gran herramienta de presién politico-gremial, representativa de los grupos dominan- tes y liderada por la Federacién Rural. Su programa: oponerse a los “aprendices de brujo” y al “inquietismo” —expresiones utilizadas en la época por los sectores conservadores para aludir al reformismo batllista y sus propuestas—; enfrentar el estatismo, el “burocratismo”, los nuevos impuestos, el trust frigorifico (enemigo declarado de los estancieros) y luchar contra la “inmigracién indeseable”. De ahi en adelante el enfrentamiento con el reformismo no haria mas que crecer. E120 de octubre de 1929 moria José Batlle y Ordéfiez y el batllismo deberia hacer frente a la ofensiva conservadora en medio de una soterrada (y a veces no tanto) lucha por la sucesién. Era el fin de los aftos veinte y Uruguay se aprestaba a conmemorar el Cen- tenario de su Independencia. Los tiempos y la forma en que escogié hacerlo, nos hablan sobre algunos rasgos de la sociedad uruguaya de entonces. ‘Construyendo un nuevo “relato de los origenes”. En 1923 el parlamento uruguayo debatié en torno a qué fecha debia ser escogida para celebrar el centena- tio de la Independencia nacional. La discusién se polarizé en tomo a dos fechas: la primera, el 25 de agosto de 1825 (Declaratoria de la Independencia), fue la fecha “blanca”, ya que apuntaba a reivindicar la gesta encabezada por Juan Antonio La- valleja, y “nacionalista” en sentido amplio, en tanto aludia a una ley fundamental aprobada por la Sala de Representantes de la Provincia Oriental. La segunda, el 18 de julio de 1830, fue la elegida por el batllismo: era el aniversario de la jura de la primera Constitucién y él afio en que asumié el mando el primer Presidente de la Repiiblica, el colorade Fructuoso Rivera. El debate —del que surgirian finalmente dos festejos, en 1925 y 1930 ha sido frecuentemente mencionade como singula- ridad uruguaya y como ejemplo de las dificultades planteadas a la “construccién de la nacién™, por la forma en que Uruguay conquisté su independencia en 1828, con la Convencién Preliminar de Paz entre las Provincias Unidas del Rio de la Plata y el Imperio de Brasil, celebrada con la mediacién britanica. Sin embargo, éste parece ser solo un ejemplo de lo que el historiador Eric Hobsbawm ha llamado | “lnvencién de la tradicién”, observable en todas las comunidades en proceso de construccién nacional y que, en cada caso, esta fuertemente vinculado a determi- 68 ;— La LUCHA POR EL PASADO “;Cudndo ha Hegade el momento para que una comunidad decide conmemorar stani- versario? Generalmente se asume como una verdad indiscutible que las commemoraciones son siniples accidentes del calendario, y que éste es ler verdaderaa autoridead que indica ef momento de realizar la puesta en escena de esa ‘récordacicn en contin que esti en el senti~ do de ta palubra. Nadie puede adelantar ta fecha de ur aniversario, come tampoce atrasarta a gusto: simplemente estos ‘ocurren'y cuando llega el momento solo es necesario poner en orden ¢l programa de festejos porque el resto viene por atadidura. Pero esta idea no da cuenta de algunos hechas que pueden parecer anémalos; asi las razones por las que algunos aniversarios son recordadas y otras no fa son, 0 que esa seleccién varie con el tiempo y hay celebra acontecimientos antes ‘olvidadas ’. {...] Esta movilidad temporal puede explicarse si se dcepta que las conmemoraciones no ocurren sino que se inssituyen, es decir que la comu= nidad las crea en momentos determinados y por razones. may precisas [...]. En este trabajo se pretende mastrar una sociedad que pass de imaginarse conceneda a la guerra etvil perma nenle, a.una sociedad que debia ver cémo compartian el poder los partides que antes eran enemigos acérrimos. Esta situacién abligé a una reconstruccién profunda de tas précticas politicas [...] y @ unet reinterpretacién del pasado que permitiera construir una tradicion de coexistencia politica, y ata vez que consiruyera una “idlentidad convin'a ios grupos que aho- ra compartian ef poder. Estas transacciones de procedimiento no eliminaron las diferencias profundas entre prayecios politicas que eecorrian le sociedad. E} final de la Gran Guerra habia traide muchas novedades: todas eilas parecian facilitar ta difusién cle las posiciones conservadoras en la sociedad wruguaya y acorralar cada ver més al reformisme: batHtista. Por esa razén ta construccién del pasado tttvo un marcado cardcter canservador v pretendio instiruir su visién de ta nacién por medio de unc gran conmemoracion, a la que Hand ef “Centenario nacional” y que fijé para el 25 de agosto de 1925. Por su parte el refarmisiia levantd su propuesta que invelucraba otra proyecto: el “Centenaria de la Constitucién” el 18 de julio de 1930. Camo-ocurre en el relato de la Historia Nacional, de su conflicto surgis una vision consensuada que ha perdurado targamente en ta memoria social, pero « cambio de olvidar el conflicta de proyectos que le dio origen: |...]". [Carlos Demasi, La fucka por et pasado, Montevideo, Trike, 2004, pp.7 ¥ 17]. nantes del presente de la sociedad en cuestién. En él caso uruguayo, el historiador Carlos Demasi ha defendido la hipétesis de que en el “debate del Centenario” afio- ra.un nuevo “relato de los origenes”, estrechamente asociado a la nueva situacion institucional inaugurada en 1919. En el afio 1923 también tuvo lugar otro hecho de relevancia en la construc- cién de la conciencia histérica uruguaya: la inauguracién del monumento a José Artigas en la Plaza Independencia, el tiltimo dia del mes de febrero. Como ha sefia- lado Ana Frega, la “construccién monumental” del héroe estuvo atada al dilatado proceso de reivindicacién de su figura. El Presidente Brum eligié finalizar su mandato con ese ultimo evento oficial, y en su discurso —que asocié la propuesta social del reformismo con el proyecto artiguista— explicitaba lo que la historiografia analizaria luego con mayor deteni- miento: la época de la leyenda negra habia terminado, era la hora de la apo- teosis artiguista, En la primera de las celebra- ciones del Centenario, la realizada el 25 de agosto de 1925, tuvo lugar otro hecho cargado de simbolismo: la in- auguracién del Palacio Legislativo, verdadero templo laico destinado a servir el culto de los valores demo- critics y sin duda la incorporacion arquitectonica mas significativa de las realizadas en el marco de los festejos del Centenario. Las mencionadas no fueron las micas huellas artisticas y arquitectdé- nicas que se incorporarian a la ciudad capital en el marco de los festejos pa- trios. Las arquitectas Susana Antola y Cecilia Ponte destacan la significacion de “la construccién espacial ¢ icono- griica del imaginario nacional en et Montevideo dei Centenario”. Entre sus componentes fundamentales Sefia~ lan la inauguracién del monumento al Gaucho, el 31 de diciembre de 1927, un homenaje promovide por la Fede- racién Rural del Uruguay; y el Obelis- coa los Constituyentes de 1930, cuya construccién fue concebida en el marco delas celebraciones del Centenario, pero se inauguraria tardiamente en 1938.'” Caetano ha destacado el signo de apuesta al futuro que tuvieron las iniciativas del reformismo para con- La CONSTRUCCION MONUMENTAL DE UN HEROE La inauguracién [del monumen- to a Artigas en la Plaza Independencia] suponia definir para la pasterided una imagen y wna simbologia asociada al hérce que se homenajeaba, A su vez, inscribia a exe personaje en wna inter- pretaciém lineal det pasado, como wn Jjalén en lo que era presentade como ef ineludible camina de emergencia de ia nacionatidad. {...] La inauguracién del mamanento a Artigas debié espe- rar cuarenta ahes, La convocatoria al concurse efectuada en 1884 quedé in- terrumpida hasta que por ley de 23 de marzo de 1906 se dispuso aplicar cien mil pesos oro de un empréstito para ‘erigir un monumento al precursor de Ja Nacionalidad oriental. General don José Gervasio Artigas’. (...] Ex cierto que se argumentaba la falta de recursos para financiar ta construccién y que, luego de comenzada, la obra fie entor- pecida por la Primera Guerra Mundial, pero también la demora pwede ser in= terpretada como una seAal de! proceso para lograr tnanimidad én torna a la recuperacién de la figura de Artigas, Si Sien se lo presentabe como aque! per= sonaje del pasado que ‘unta‘a blancos y coloradas, era necesaria desmantar ta imagen de ‘bandolero’y ‘caudiile de Jos anarquistas que tanto habia atemo- rizado a ios sectores dirigentes de su épocay se habia continuado alimeman- do en gran parte del sigho XIX"." [Ana Frega, “La construccién mo- numental de un héroe”, en Humana, Porto Alegre, v. 18, N° 1-2, pp. 123 y 127). (07) Susana Antola y Cecilia Ponte, “La nacién en bronce, marmol y hormigén armado”, en: Gerar- do Cactano (Dir.), Lox uruguayos del Centenario. Nacién, ciudadani . religién y educacién (1910- 1930). Montevideo, Taurus-Observatoria del Sur, 2000, pp. 219-243. Imagen 7. Construyendo la imagen del héroe. Amado de las piezas del monumento a Ar- tigasen la Plaza Independencia, en febrero de 1923. (FHM MDF) memorar el Centenario, en las que el embellecimiento de la ciudad capital ocupé un lugar central. El pensar al Uruguay como un pais de servicios, con énfasis en el destino turistico, no es ajeno a estas propuestas (como han demostrado R. Jacob y Nelly Da Cunha).'* En el mismo sentido debe interpretarse otro aporte arquitectonico de Imagen 8. Inauguracin del Monumento al Gaucho en fa in- terseccién de la Avenida 18 de Julio y Constituyente, 31 de di ciembre de 1927, (PHM) ‘CMDF) (18) Cif, Raiil Jacob, Modelo batltista ¢ Variaciéin sobre un viefo tema?, Montevideo, Ed. Proyeccién, 1988; y Nelly Da Cunha, Ei Municipio de Montevideo en la construccién del espacio turistico y recreae fivo, Montevideo, Facultad de Cs. Sociales, Unidad Muhidiscipfinaria, Doo, de Trabajo N° 55, 2001 ia incorporado a la ciudad en el marco de los festejos: el Estadio Centena- gue el fitbol también fue protagonista en aquella conmemoracion. Fiithol, politica y sociedad. En los afios veinte el fitbol era ya, sin lugar a el gran espectéculo de masas en el Uruguay. Los triunfos obtenidos por la gién nacional en los torneos sudamericanos y, mas aun, en las Olimpiadas de #(1924) y Amsterdam (1928) —que equivalian a los campeonatos mundiales, jp csios atin no existian~ fueron decisivos en la conquista de esa popularidad. fecisivos como lo fue la ra En 1922 habria tenido lugar la primera transmisién radial de un partido de en el Uruguay (se dice que fue la primera transmisién deportiva de la histo~ le América Latina). Jugaban Uruguay y Brasil en Rio de Janeiro y la emisién ms lejos de Pando. La politica descubria simultineamente la potencialidad 1 medio de comunicaciGn: en noviembre de 1922, en la recién inaugurada a Paradizibal, José Batlle y Ordéfez pronuncié el primer discurso politico lide por radio en el Uruguay. Y la politica también se acerearia al futbol, reco- do los beneficios de asociarse a un deporte popular en tiempos de amplia- n del clectorado y de elecciones tenazmente disputadas. Como sefiala Andrés les, el batllismo parece haber mareado el camino; en 1924, cuando Uruguay 6 su primera medalla de oro en futbol en Colombes, “El Dia” fue el unico dia- uruguayo en cubrir el evento con un enviado especial: Lorenzo Batlle Berres ermano del futuro Presidente y sobrino de Batlle y Orddjiez). Los éxitos futbo- Bticos de la seleccién nacional, festejadas a lo largo y ancho del Uruguay, fueron, duda, una Util herramienta en ese operativo batllista de “nacionalizacién™ de a poblacién con fuerte componente inmigratorio. En 1928, como ya vimos, Uruguay ganaria nuevamente la medalla de oro en Olimpiadas de Amsterdam, esta vez venciendo a Argentina. En el Congreso de FIFA realizado al finalizar dichos juegos, se resolvié organizar un campeonato dial de fatbol. Uruguay se postulé como sede, en una apuesta que daba cuenta solo de la importancia que este deporte habia alcanzado en el pais, sino de la acion de proyeccion mundial que habia caracterizado al Uruguay batllista: el equetio “pais modelo”. En mayo de 1929 Uruguay fue elegido como sede, inicin- asi un titanico esfuerze que supuso la construccién e inauguracién, en poco de un ati, del primer estadio del mundo construido especialmente para este Geporte: el Estadio Centenario, hoy monumento histérico del faitbol mundial. Elarquitecto Juan Antonio Scasso, Director de Paseas Publicos del Munici- pio de Montevideo, fue designado como director y proyectista de la obra, Scasso integrd —junto a Leopoldo Agorio, Mauricio Cravotto, Milton Puente, Octavio De s Campos ¢ Hipalito Tournier- una generacién de arquitectos que impulsé una limportamte renovacién de la arquitectura uruguaya, inspirada en parte en la obra 72 y la presencia de Le Corbusier, el gran arquitecto francés que en la primavera de 1929 visits Montevideo, y Hegé a esbozar una propuesta para el desarrollo de la ciudad. El estadio fue inaugurado —aiin sin terminar- el 18 de julio de 1930, seis dias después del comienzo del Campeonato Mundial. Habia sido construido en menos de un afio. En Ia final, disputada el 30 de julio de 1930 Uruguay vencié por 4 a 2a Argentina. El vecino rioplatense habia sido desde siempre el gran rival, quizds por que en ese proceso de construccion de identidad nacional —en el que el fiatbol jugd un importante papel— la afirmacién de pertenencia se vuelve mas imperativa frente a aquellos que mas se asemejan a nosotros. El pais festejd ruidosamente: “;Uruguay campeén del mundo!"”. Cuando se apagaron los fuegos de artificio y los relatos de la hazafia se aplacaron, la lucha politica retorné al centro de la escena nacional. Porque el afto del Centenario era también aio electoral. Las elecciones nacionales de 1930. Como han sefialado Caetano y Jacob", las elecciones generales de noviembre de 1930 fueron un verdadero plebiscito, en el que el eje del debate politico se ubicé en una definicién a favor o en contra del programa reformista. A comienzos de afio los sectores conservadores habian recibido el espalda- razo del Presidente Campisteguy, quien en su mensaje anual a la Asamblea Gene- ral, s¢ sumo a los reclamos antirreformistas pidiendo un nuevo “alto” en materia de legislacién social Imagen 9. Vista aérea de! Estadio Centenario durante Ja final entre Uruguay y Are gentina, el 30° de julio de 1930, (Archivo E.B.0.) (19) Gerardo Caetano y Rail Jacob, El nacimienio del terrismo, Tome I (1930-1933). Montevideo, E.B.O,, 1989, Capitulo 8, 73 En el afio electoral, las fuerzas conservadoras, con el Comité de Vigilancia Econémica a fa cabeza, desplegaron una fuerte ofensiva politico-gremial, en la que se pasd de los reclamos a las amenazas. Asi, los planteos destinados a las exigen- cias de impedir la aprobacién de todo nuevo gravamen, incluyeron la resolucién de recurrir al lock-out patronal y si esto no resultase suficiente, de realizar un movi- miento de resistencia general mediante una negativa a pagar impuestos (la “hela de bolsillos cerrados”, al decir de Luis Alberto de Herrera). En las elecciones realizadas el 30 de noviembre triunfé el Partido Colorado por algo ms de 15.000 votos. De un total de 318.760 votos emitidos, el P. Colo- rado habia obtenido 165.827 y el P. Nacional 150.642 (el herrerismo, su fuerza mayoritaria, habia cosechado | 32.345 votos). El batllismo habia tenido una buena volacidn (136.832). Fue electo Presidente el Dr. Gabriel Terra, candidato que habia contado con el apoyo del batllismo. Por escaso margen, el lider riverista Pedro Manini Rios no pudo acceder a la Presidencia, ya que no aleanzé el 17.5% de los votos colorados, porcentaje que lo hubiera consagrado vencedor, segiin el criticado acuerdo preelecioral celebrado con los batllistas, EI resultado electoral disgusté a los sectores conservadores que auguraron un futuro sombrio para el pais, al tiempo que reprocharon -el ejemplo de Luis Al- berto de Herrera es claro— a quienes habian puesto las solidaridades partidarias por delante de la causa comin antirreformista. Ratil Jacob sefiala que a pesar de la victoria colorada, el acto electoral habia dejado un panorama politico complejo. Gabriel Terra, politica colorado de larga trayectoria pablica -entre otros cargos, habia ocupado los de legislador, Ministro en varias carteras, diplomatico ¢ integrante del Consejo Nacional de Administra- cién— aunque clecto con el apoyo dei batllismo, se situaba ideolégicamente a la derecha de dicho movimiento; ello auguraba dificultades en su relacion con el Consejo Nacional de Administracién, con mayoria batllista. En el Senado habia una clara mayoria nacionalista, lo que implicaba una capacidad total de blogueo de las iniciativas reformistas, y en la Camara de Representantes, merced a la re- presentacion proporcional, “adie y todos”, en palabras del nacionalista Gustavo Gallinal. Para el Partido Nacional, la derrota sufrida cuando todo parecia indicar que la victoria estaba al alcance de la mano, aparejé una crisis interna —hubo fuer- tes cuestionamientos a Luis A. de Herrera por su conduecién— de la que surgiria en 1931 la escisién del “nacionalismo independiente”. El escenario politico era complejo y las perspectivas econdmicas, sombrias. Desde el mundo exterior Ilegaban seflales inquietantes: en América Latina, una su- cesién de golpes de estado acababan con los gobiemnos de Leguia en Peri (agosto), de Hipolito Yrigoyen en Argentina (setiembre) y de Washington Luiz en Brasil (octubre). La crisis econémica venia acompafada por crisis politicas y Uruguay no seria una excepeién. 74 La politica econémica del Consejo Nacional de Administracién y el na- cimiento del dirigismo. En 1931 la crisis econémica se instalaria con toda su fuerza en el pais: las exportaciones correspondientes a ese aito disminuyeron en volumen y en valor; el nimero de desocupados de la industria manufacturera trepé a aproximadamente 30.000; y la moneda nacional (el peso) se desvalorizé en un 60% entre abril y octubre del mismo afio. La disminucién del volumen y el precio de nuestras exportaciones aparejé una sensible merma en la recaudacién fiscal, to- davia fuertemente asociada a los derechos aduaneros, poniendo en serios aprietos al Estado para hacer frente a sus crecientes obligaciones. Ante la dura realidad, se instalé un fuerte debate en torno a las recetas para enfrentar la crisis. Lo que estaba en discusién, advierte R. Jacob, era quién pagaria los costos de la misma. En ese contexto, el batllismo radicaliz6 las posturas estatis- tas ¢ intervencionistas. El alo 1931 marca, como sefialé Carlos Quijano, una sig- nificativa inflexién en cuanto al papel del Estado en la conduecién de la economia uruguaya, inicidndose la etapa del dirigismo, El 19 de mayo de 1931 el parlamento uruguayo aprobé una ley que otorgé al Banco de ia Republica Oriental del Uru- guay un severo control sobre las operaciones de cambio, que alcanzaria al traslado de capitales, prohibiéndose las negociaciones que no respondiesen “ai movimiento regular y legitimo de las actividades econdmicas y financieras", segin lo expresa- ra el Ministro de Hacienda de entonces, el batllista Eduardo Acevedo Alvarez. La medida no era una originalidad del Uruguay sino un arbitrio al que estaban recu- rriendo numerosos paises en diversas partes del mundo, como una estrategia para enfrentar las dificultades de la coyuntura econémica mundial (Brasil habia adopta~ do una medida similar a comienzos de 1931 y Argentina lo haria cinco meses mas tarde). Esa y otras disposiciones puestas en vigor en esos meses, depositaron en manos del banco estatal el control absoluto de los cambios internacionales. La forma en que se distribuia la moneda extranjera fue objeto de preferente atencién —y fuertes presiones— por parte de los diferentes sectores de la actividad econémica vinculados al comercio exterior, asi como de los inversores extranje- ros que debian enviar remesas a sus paises de origen, por diferentes conceptos, A ellos se agregarian los tenedores de la deuda publica uruguaya, el pago de cuyas amortizaciones fue suspendido en enero de 1932. Para presionar al gobierno uru- guayo, los intereses extranjeros recurrieron al apoyo de sus respectivos gobiernos, tanto en las metrépolis como a través de las representaciones diplomaticas, como lo prueba ampliamente la correspondencia diplomitica inglesa y estadounidense del periodo. Gran Bretaiia era sin duda el pais que estaba en mejores condiciones para presionar ya que era el principal comprador de nuestras carnes, con todo lo que esto significaba en la marcha general de la economia uruguaya. El temor a perder 75 dicho mercado Hevé al Consejo Nacional de Administracion a plegarse a la consig- na de “comprar a quien nos compra”, levantada por los estancieros, que procuraba atender los reclamos britanicos sobre la desfavorable posicién de sus intereses en el comercio exterior uruguayo. Para decirlo con cierto esquematismo, los ingleses se quejaban de que Uruguay, con las libras que obtenia por la venta de carne a Gran Bretafia, pagaba las compras que realizaba en Estados Unidos. Otro tanto sucedia con Argentina aunque, naturalmente, en mayor escala, En el marco de la Gran De- presién, Gran Bretafia decide presionar a fondo y convoca en 1932 la Conferencia de Ottawa donde, reunida con sus dominios, aprueba la Hamada “preferencia perial”’, que asignaba cuotas preferenciales de sus compras de carne a sus dominios (Nueva Zelandia y Australia eran los grandes competidores del Rio de la Plata en ese rubro). Las carnes rioplatenses tendrian una parte del mercado, pero se trataba de una cuota muy disminuida ya que se tomaba como base el ao 1931, que habia sido de apreciable descenso de dichas exportaciones. A partir de ese momento Uru- guay, al igual que Argentina, desarrollaran una intensa actividad diplomatica en busca de llegar a un acuerdo comercial con Gran Bretafia, que permitiese mejorar el acceso al mercado inglés. Uruguay recién lo conseguiria en 1935. En medio de una situacién que se agravaba dia a dia, el Presidente Terra na- vegaba con habilidad, procesando un rapido distanciamiento del batllismo y mos- trandose cada vez mis receptivo a los reclamos conservadores. En junio de 1931 hizo publico un proyecto de ley para reprimir la inmigracién “indeseable” —que seria aprobado el afio siguiente-, en sintonia con los planteos conservadores y en claro desafio a las posturas del batllismo, historicamente partidario de la politica de “puertas abiertas” a la inmigracién. Los sectores conservadores, a su vez, des= plegaron una clara estrategia de “rodear a Terra” (que recuerda sugestivamente la actitud de las “fuerzas vivas” en apoyo de Feliciano Viera, después del “Alto” de 1916), apuntando a separarlo atin mas del reformismo: se suceden los banquetes en su honor, las notas de adhesién y el Comité de Vigilancia Econémica pide poderes discrecionales para “una sola persona”, que no nombra pero nadie ignora de quien se trata. La movilizaci6n conservadora —cuyas diferentes instancias y cambios de onacién han sido examinados detalladamente por Gerardo Caetano, cuyo ana- lisis seguimos— pas6 de la mera protesta ante la politica econémica del Conse- jo Nacional de Administracién, a la elaboracién de propuestas alternativas, que implicaban un paso adelante en la concepcién y explicitacian de un futuro sin el reformismo. Mientras tanto el batllismo, que maniobraba procurando romper el bloqueo politico en que se encontraba en el parlamento, a mediados de 1931 leg aun acuerdo con el nacionalismo independiente, sector opuesto al herreri mo. Dicho entendimiento, que permitia el desbloqueo de las propuestas batllistas, provocé una furiosa reaccién conservadora, que exploté politicamente el hecho

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