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Medellín Colombia
Agosto de 2016
Para ese entonces, tercero de bachillerato, fue el momento que hizo que me lanzara hacia el
descubrimiento de mi gusto por las letras. Esta es la historia: la profesora de español, quien se
llamaba OLGA, era la encargada de convocar a las estudiantes para el concurso de poesía que
el liceo había lanzado, ella era además la directora de mi grupo y, por tanto, a quienes más les
insistió para que participáramos, aduciendo que era para sacar adelante el acto cívico, fue a
nuestro grupo, del cual fuimos pocas las participantes resultando ganadora YO. Al mirar en
retrospectiva, como lo hago en este momento, me doy cuenta que la profe OLGA reconoció en
mi un talento, y por una situación escolar me di cuenta que lo tenía esto generó que la escritura
se convirtiera en mi refugio y compañía, lo que me llevo a pensar en que algún día sería una
gran escritora. Esta maestra tuvo una intuición fuerte sobre algo que ella creía era mi talento,
asunto que muy bien pudo fortalecer para que yo no dudara, dude tanto que apenas, en esta
etapa de mi vida estoy a puertas de terminar lo que hace más de 20 años empezó.
Yo quería ser escritora pero no tenía apoyo ni orientación clara sobre como haría esto, debía
buscar un norte para más o menos darle rienda suelta a lo que me movía en la vida, escribir.
La UPB me ofrecía la carrera de Literatura, pero el costo era alto, así que la única a la que
podía acceder era a la U DE A a donde pasé a Licenciatura en Español y Literatura. Esta la
tuve que abandonar cual desertora por problemas personales irreconciliables que debía
resolver con prioridad; sin embargo, ya en ese momento sentía que muchas de las materias
que cursaba no me agradaban, las pedagógicas por ejemplo o las que estaban muy centradas
en el uso del lenguaje, esto provocó que mi deserción en ese momento de mi vida, año 2000,
no me afectara tanto, quizá ya ni pensaba volver a la universidad. Fue en el año 2009, cuando
después de estar metida en un almacén administrándolo pero con mucho tiempo libre,
conociendo a través del computador las ofertas de estudio que ofrecían diferentes entidades
siendo nuevamente la U DE A la que ocuparía mi mente, mi pensamiento y sobre todo, mi
decisión de por fin volver a terminar lo que hacía 9 años había dejado abandonado.
Pase nuevamente a la Universidad de Antioquia y esta vez, con más seriedad que antes y más
consciencia de que debía terminar. Me dediqué a decirle si a las pedagógicas que implicaba
estudiar una Licenciatura En Humanidades Y Lengua Castellana, fue así como al llegar el 6
semestre en donde debía empezar mi primera práctica temprana me enfrente a mi miedo más
terrible, dar clases; sin embargo, mi espíritu de lucha y mi ferviente deseo de cumplir esta meta
me hizo doblegar mis miedos y sacar adelante esas, las prácticas, en donde con lágrimas
muchas veces me vi comprometida a seguir.
Finalmente puedo concluir que, no siendo la pedagogía mi fuerte, al menos en lo que se refiere
a teorías, he encontrado en la licenciatura un punto de apoyo para todo eso que algún día
quise ser, pues nosotros los maestros tenemos un compromiso muy serio con a quienes
estamos formando, porque es que formarse no es sólo descubrir quiénes somos, sino también
tener la posibilidad de hallar una ruta, que más o menos conduzca por un camino que abra
posibilidades, que construya sujetos y, por fortuna, hoy me doy cuenta que soy más que
escritora, pues con ser maestra no sólo escribo mi historia, al ser maestra también escribo en la
vida de los demás, escritura que tendrá que ser muy cuidadosa, escritura que dejará una
huella, que en mi concepción de vida, espero sea buena.