La metacognición es la capacidad que uno tiene para elaborar su propio modo de
aprender materias. Justo/Propio (Más exactamente), se trata del conocimiento consciente sobre las estrategias a través de las cuales uno profundiza y obtiene nuevas experiencias cognitivas. Dejando al lado este término, cabe señalar que, recientemente, se ha propuesto (= προτάθηκε ότι) que la inteligencia no sólo es un asunto de ADN, sino que también está vinculada con los estímulos de nuestro ambiente. La plasticidad del cerebro humano permite que el SNC pueda adaptarse a fin de minimizar los efectos de las varias alteraciones que se llevan a cabo. Cuanto más joven es la persona, de más plasticidad goza su cerebro, de ahí que los niños a partir de la edad de dos años pudieran (mejor “puedan”, porque aún se hace :)) caracterizarse como esponjas que lo asimilan todo. La neuroplasticidad, es decir la gran facilidad de las neuronas con la que se adaptan/de adaptarse, se refiere a la capacidad de las células cerebrales para regenerarse anatómica y funcionalmente. Otra condición cerebral importante que ocurre es la creación de nuevas conecciones (conexiones) entre las neuronas, de otra forma llamada sinapsis. Cada vez que nos metimos (¡italiano!A este lado del Mediterráneo sería “nos ponemos”) a aprender un nuevo idioma o que insistimos en resolver un sudoku, el número de sinapsis se incrementa en ciertas zonas de nuestro cerebro. ¡Casi nos hacemos algo más inteligentes! El proceso apenas describido (descrito) es el aprendizaje. Un profesor de Metacognición de una facultad griega ha mencionado que la gente común y corriente tiene la posibilidad de aumentar sus sinapsis y mantenerse en forma desde un punto de vista neuronal a través de una serie de ejercicios que ayudan a que se agudize (agudice) el cerebro. No es ni el momento ni el espacio oportuno para hacer alusión a estos métodos. En cambio, es imprescindible enumerar los factores limitantes que están asociados a la decadencia/al deterioro/al empeoramiento mental. El consumismo televisivo ocupa el primer lugar. Cuantas más horas dedicamos a diario a nuestras series preferidas o a espectáculos de contenido distinto, más “tontos” nos hacemos, y eso, (nunca coma detrás de sujeto :)) porque permitimos que nuestra mente se quede dormida. La nutrición sería otro factor esencial, la mala calidad de la cual conduce a la formación de un cerebro apenas espabilado. Especialmente, el consumo frecuente de carne y azúcar hace que se destruyan unas (“algunas” mejor, que si no parece que hagas referencia a unas en concreto) sinapsis. Por otro lado, aprender a tocar un nuevo instrumento, hacer gimnasia o yoga, hasta la ocupación cotidiana con jueguitos (“jueguecitos” en español peninsular :P) mentales o puzles que puede(n) (aunque yo simplemente omitiría el verbo poder: “o puzles que duran pocos minutos”) durar unos pocos minutos, todos contribuyen a que se multipliquen las sinapsis neuronales. ¿Y usted? ¿Después de haber leído esta redacción que (qué) va a hacer? Es recomendable empezar a cambiar de rutinas para aportar (mejor otros verbos si no dices qué se aporta: “mejorar [este sin la “a” siguiente]”, “contribuir”...) a su desarrollo mental, a pesar de su edad/sea cual sea su edad. ¡Nunca es tarde (para) adquirir un cerebro “sano” y competente!
Kikí G. Pregunta: ¿Cómo diríamos .... ένα μυαλό «γυμνασμένο»? Un cerebro o mente ejercitado/a :DDDD.