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Los autores trabajan en Berkeley, donde a veces parece que todos los
estudiantes llegan a clase por la mañana con una taza de café de papel en la
mano. Normalmente, antes de que comiencen las clases a las 10 de la
mañana, se hacen largas colas en la entrada de uno de los cafés más
populares, el Caffé Strada. Todas las personas que hacen cola necesitan un
café capuchino, con leche o expreso para poder aguantar toda la clase,
especialmente en las frías y brumosas mañanas de finales de primavera.
Si los precios fueran totalmente flexibles, el precio del café subiría entre el
momento en que se pone en la cola el último estudiante y el momento en que
llega al mostrador. El aire frío aumenta la demanda. El momento (la mañana)
aumenta la demanda. En un mundo de precios totalmente flexibles, el precio
del producto respondería subiendo inmediatamente. Mientras estuviéramos en
la cola aguardando llegar al mostrador, veríamos que el precio del café subiría,
pero 45 minutos más tarde, cuando la niebla hubiera desaparecido con el sol y
hubiera dejado de soplar el aire frío y cuando todo el mundo ya estuviera en
clase, la disminución de la demanda provocaría un descenso de los precios.
Esas variaciones de los precios en respuesta inmediata a las variaciones de la
demanda serían ejemplo de precios totalmente flexibles.
Este es un ejemplo, por supuesto, microeconómico. Cuando se aplica a todos
los sectores, tenemos un ejemplo macroeconómico.
Recuérdese nuestro ejemplo de los precios del café en las cafeterías cercanas
a la universidad. Si lo precios fueran flexibles, el precio del café que se vende a
los estudiantes que están a punto de entrar en clase en las frías mañanas
invernales subiría entre el momento en el que el último estudiante se pone en
la cola y el momento en que llega al mostrador; y cuando la demanda de cafés
de los estudiantes disminuye justo después de comenzar las clases, el precio
bajaría. Cualquiera que haya estado mucho tiempo haciendo cola para tomar
1
Texto elaborado a partir del libro MACROECONOMIA de B. Delong y M. Olney, 2da edición, 2006,
Ed. McGraw Hill. Los párrafos extraídos de distintas páginas fueron ordenados en función del tema al
que se refiere el título. Se agregaron notas ampliatorias de algunos conceptos.
MACROECONOMIA Y POLITICA ECONOMICA (278)
Luis Alberto Suárez – Cristian Martín Poveda
una dosis de cafeína por la mañana agradecerá que los precios no sean
totalmente flexibles a muy corto plazo.
¿Qué es lo que ocurre en realidad? Hay mucha gente haciendo cola, vamos a
llegar tarde a clase, no hay suficientes personas atendiendo en la barra, hay
escasez, pero los precios son rígidos: la cafetería no puede modificar los
precios entre el momento en que atravesamos la puerta y el momento en que
llegamos a la barra. La cafetería trata de aumentar, por el contrario, la
producción para responder a esta escasez imprevista pidiendo a gritos al
personal de la cocina que ayude a atender a los clientes y haga los cafés lo
más deprisa que puedan humanamente (y ¡mecánicamente!). Los precios son
rígidos, por lo que la producción es lo primero que se ajusta ante la escasez
imprevista.
Los precios son rígidos, pero eso no quiere decir que sean inamovibles. Con
tiempo suficiente –que para una cafetería puede ser sólo una semana– puede
modificar sin duda los precios en respuesta a las variaciones de la oferta y la
demanda. Los precios no son inamovibles. Si persiste la escasez –si la oferta
nunca es capaz de contratar más trabajadores al salario inicial, si el aumento
de la demanda es permanente y no se debe a la hora del día o a las
condiciones meteorológicas– la cafetería probablemente acabará subiendo
algo el precio. Nadie habrá subido los precios en el momento en que llegamos
a la barra, pero es posible que los suban el próximo trimestre o quizás la
próxima semana. Los precios son rígidos pero no inamovibles; acaban
cambiando en respuesta a una escasez o a un excedente imprevistos.
Cuando los precios son flexibles, una disminución del gasto autónomo de
consumo significa un aumento del ahorro de los hogares y del movimiento de
ahorro a través de los mercados financieros. Por lo tanto, el tipo de interés real
baja y se realizan más proyectos de inversión. El descenso del tipo de interés
real también eleva el valor del tipo de cambio y aumenta las exportaciones
netas.
Cuando lo precios son rígidos, una disminución del gasto básico (autónomo) de
consumo provoca una reducción del ingreso (renta).Como el gasto total de
consumo y la renta disminuyen en la misma cuantía, el flujo de ahorro total a
través de los mercados financieros no varía y, por lo tanto, tampoco varía el
tipo de interés real. El gasto de inversión o las exportaciones brutas no
experimentan ningún cambio.
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¿Por qué no funciona esta lógica de los precios rígidos que genera desempleo
cuando los precios son flexibles? Porque cuando las empresas de precios
flexibles ven que desciende el gasto de demanda agregada, no responden
reduciendo la producción y el empleo. Sino bajando los precios que cobran y
los salarios que pagan. Como los precios y los salarios bajan, las rentas reales
que perciben los hogares permanecen constantes. Por lo tanto, cuando los
precios son flexibles, una disminución del gasto de consumo provoca un
aumento del ahorro y, en consecuencia, un descenso del tipo de interés real,
un incremento del gasto de inversión, una subida del valor del tipo de cambio y
un aumento de las exportaciones netas.
¿Por qué no se ajustan los precios de una forma rápida y sin problemas para
mantener el pleno empleo? ¿Por qué responden primero las empresas a las
fluctuaciones de la demanda contratando o despidiendo trabajadores y
acelerando o ralentizando sus cadenas de montaje? ¿Por qué no responden
primero subiendo o bajando sus precios?
Los economistas han identificado algunas de las razones por las que los
precios podrían ser rígidos pero no están seguros de cuales son más
importantes. He aquí algunas de las explicaciones probables:
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Todos estos factores pueden ser causas de la rigidez de los precios. Aunque
no estamos seguros de que los datos sean lo suficientemente contundentes
como para defender de una manera clara y convincente una única explicación.
A largo plazo, probablemente sea cierto… Pero este largo plazo es una
guía engañosa de la situación actual. A largo plazo todos estaremos
muertos. Los economistas se asignan una tarea demasiado fácil,
demasiado inútil si en época de tormenta, lo único que pueden decirnos
es que cuando pase la tormenta, volverá la calma.
¿Cuál es la línea que separa el corto plazo del largo plazo? ¿Pasamos de vivir
en el corto plazo del modelo de precios rígidos a vivir en el largo plazo del
modelo de precio flexibles, el 19 de junio de 2006? No. El “largo plazo” es un
artificio analítico. Un cambio puede considerarse a largo plazo si un número
suficiente de personas lo prevé con suficiente antelación y ha tenido tiempo de
adaptarse a él, renegociar sus contratos y de modificar sus procedimientos
prácticos habituales2. La duración del largo plazo y, por lo tanto, cuántos de
nosotros habremos muerto para entonces, dependen, a su vez, de dos temas
de investigación fundamentales en la macroeconomía moderna:
2
“El corto plazo es un período de tiempo durante el cual los consumidores y los productores no ha tenido
el tiempo suficiente para realizar todos los ajustes a la nueva situación. El largo plazo es un período de
tiempo durante el cual los consumidores y los productores han tenido tiempo suficiente para realizar todos
los ajustes a la nueva situación.” (Maddala y Miller: Microeconomía, pág. 10, McGraw Hill)
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8. LA FORMACIÓN DE EXPECTATIVAS
Los economistas se basan en tres hipótesis básicas sobre la forma en que los
directivos, los trabajadores y los inversores predicen el futuro y forman sus
expectativas:
9. EXPECTATIVAS ESTATICAS
tipo de expectativas adaptativas, restringidas a la información del período actual.” (McCandless, G.,
Teoría Macroeconómica, Prentice Hall, pág.136)
5
“Los individuos, como consumidores, como trabajadores, como miembros de un sindicato y como
empresas, observan continuamente al gobierno. Conforme pasa el tiempo, esto hace que conozcan el
modelo que el gobierno sigue, y sean crecientemente capaces de predecir lo que el gobierno hará en una
situación determinada. Más aún, en tanto que sindicatos y empresas, los individuos usan esta información
cuando firman contratos entre sí para acordar el salario nominal del siguiente período. El uso, cuando se
determina el salario nominal del siguiente período, de toda la información disponible, incluidas las
acciones esperadas del gobierno, y no sólo los precios pasados, es lo que se conoce como expectativas
racionales.” (McCandless, G., Teoría Macroeconómica, Prentice Hall, pág.151)
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En un período durante el cual la inflación sea alta, volátil y esté relacionada con
cambios visibles de la política económica, las expectativas sobre la inflación
serán más racionales. ´
Cuando las expectativas son adaptativas, las predicciones de la gente son más
exactas a medida que pasa el tiempo. Por lo tanto, el “largo plazo” llega
gradualmente. La parte de la variación de la demanda que se incorpora
implícitamente a las predicciones adaptativas de la gente, es menor cada año.
Es decir, cada año una proporción mayor del cambio es “largo plazo” y una
parte menor es “corto plazo”.
14. Resumiendo:
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“La principal cuestión sobre la que se discrepa [en la macroeconomía actual] es la duración del “corto
plazo”, es decir, el período de tiempo en que la demanda agregada afecta a la producción. En un extremo
[los nuevos clásicos] el corto plazo es realmente muy corto. En el otro [nuevos keynesianos] el corto
plazo puede ser, en realidad, muy largo y los efectos de la demanda pueden ser extraordinariamente
persistentes.” Estas dos posiciones tienen su correlato en la política económica. Los nuevos clásicos
“están dispuestos a imponer unas rigurosas reglas tanto a la política monetaria como a la fiscal”; los
nuevos keynesianos creen que el ajuste es lento y “normalmente creen en la necesidad de adoptar
políticas de estabilización más flexibles [discrecionales].” (Blanchard, O.,Macroeconomía, Prentice-Hall,
1ra. Edición, pág. 599)