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La meditación no es solo para unos pocos, sino que es necesaria para todos los seres humanos.
A diario y durante el sueño profundo, el ser interior de una persona toca el Ser Superior (el
Param-Tattwa). Este toque desconocido recarga las baterías de las personas. Por eso, cuando
despiertan de sus sueños, se sienten renovadas, llenas de fuerza y relajadas. Este es un
proceso natural que ocurre de igual manera en todas las personas. Si las personas no pueden
dormir bien, se sienten alteradas y un poco cansadas, y esto les pasa a todos, ya sean ricos o
pobres, cultos o incultos, ejecutivos u obreros, granjeros u hombres de negocios, amas de casa
o vendedores ambulantes. Por lo tanto, todos necesitan paz, fortaleza y capacidad para aliviar
sus responsabilidades y buscar la tranquilidad de sus mentes. Es por esto que el hecho de
poder mantener su ser interior en contacto con el ORIGEN es un maravilloso descubrimiento
para los hombres, estando alertas por períodos cada vez más largos de tiempo, mediante un
tipo específico de prácticas sistemáticas. A esto se lo llama el arte de la meditación. Y a la
persona que lo practica se la llama YOGI, sin distinción de raza, credo, color o nacionalidad.
El aspirante espiritual debe descansar su alma en el seno del Señor, para sumergirse en la
dicha del éxtasis divino, ahogar su ego en el océano de la eternidad, extraer el sustento y la
fortaleza del ORIGEN, y para lograr aquello que sea capaz de alcanzar. El Sadhaka (aspirante
spiritual) debe meditar regularmente, masticar y digerir lo que ha aprendido, para luego
transformar ese aprendizaje en sabiduría, y así poder aplicar la sabiduría para solucionar los
problemas que se crucen en su camino diario. F.W. Robertson dijo: “No es la cantidad de libros
que lees, ni la cantidad de sermones que escuchas, ni el número de conversaciones religiosas
en las que participas, sino la frecuencia y la sinceridad con la que meditas sobre estas cosas lo
que hace que la verdad allí contenida se vuelva propia y sea una parte de tu ser, asegurando tu
crecimiento.”
Un buscador espiritual sincero medita para darse cuenta de la Realidad Última y así revelar el
misterio de la vida y la muerte, comprendiendo, en lo profundo de su corazón, la Verdad. Una
vez que conoce la Verdad, conoce la Realidad Última, y se convierte en Eso, y no hay nada más
para conocer. La persona que ha conocido al Brahman, se convierte en Brahman, y vive en
Brahman. Conocer es ser. Ese es el estado más elevado.
India ha sido afortunada al tener muchos santos y profetas que han conocido la Verdad y que,
por más o menos tiempo, han vivido en un estado de Éxtasis Divino. Inclusive durante los
últimos cien años la gente ha sido testigo de la aparición de santos como Paramahamsa
Ramakrishna, Swami Vivekananda, Swami Ramatirtha, Sri Aurobindo, Ramana Maharshi,
Swami Ramdas, Swami Sivananda y varios otros de fama mundial. Mientras Ramakrishna
hablaba, caía en estado de Samadhi (superconciencia) y oraba continuamente a su Divina
Madre para que no lo lleve a Su Seno, de modo de poder conversar con sus discípulos,
particularmente con su querido Naren, luego conocido en el mundo como Swami Vivekananda,
y así poder preparar un grupo de trabajadores para esparcir el mensaje, el santo mensaje de
India. Durante sus últimos años de vida en India y Estados Unidos, Swami Ramatirtha solía ser
visto en estado de éxtasis. Swami Sivananda solía cantar y danzar, o quedarse simplemente
tranquilo, en éxtasis divino. No fueron solo ellos, sino que en India y en otras partes del mundo
también han habido otros mensajeros de Dios.
Meditación y concentración suelen ser tratadas como sinónimos. Sin embargo, he señalado
antes la línea que diferencia la concentración de la meditación. Para explicarlo un poco más,
cuando uno enfoca todas sus líneas de pensamiento en un único punto, como si fuera un rayo
laser en el que se concentran los diferentes rayos de luz, eso es concentración. Todos
necesitamos concentración para comprender, asimilar y aplicar cualquier tipo de información,
o cualquier conocimiento. Cuando la concentración se extiende durante 144 segundos, se la
llama meditación, y cuando se extiende a 144 multiplicado por 144, o sea, 20736 segundos =
345,6 minutos, se dice haber alcanzado el estado de Samadhi (superconciencia). Según el
Ashtanga Yoga, éste comprende las dos partes principales del Hatha Yoga: Yama (votos
eternos), Niyama (observación), Asana (postura corporal) y Pranayama (control de la
respiración) conforman la primera parte, mientras que Pratyahara (abstracción de los
sentidos), Dharana (concentración), Dhyana (meditación) y Samadhi (superconciencia), la
segunda. No existe un equivalente en español para la palabra Samadhi. La concentración es el
sexto paso, la meditación el séptimo y el Samadhi el octavo y último paso del Yoga, donde el
Sadhaka (aspirante espiritual) se une con el Ser Supremo. Se muestra así que la concentración
lleva a la meditación, y que la meditación constante y prolongada lleva al Samadhi. Los
términos Manana, Nididhyasana (estar completamente absorbido por la contemplación),
Upasana (sentarse cerca de), Chintana, Dhyana son utilizados en diferentes Yogas con sutiles
diferencias en cuanto a sus técnicas. Manana es un tipo de reflexión, utilizada para masticar
lenta y agradablemente las ideas. Chintana también es un tipo de reflexión y meditación para
asimilar los pensamientos de manera consciente, para lograr un entendimiento adecuado y
significativo. La meditación intensa sobre Uno Mismo, o el Brahman, o CUALQUIER
PERSONALIDAD ESPIRITUAL ILUMINADA, se conoce como ‘Nididhyasana’. Esto es lo que hizo
San Francisco de Asís. ‘Upasana’ se refiere a la meditación devota que se utiliza tanto en Jnana
Yoga Sadhana como en Bhakti Yoga. Upasana significa ‘sentarse cerca de’. En Jnana Yoga
Sadhana, el buscador debe sentarse cerca del Ser o el Brahman; mientras que en Bhakti Yoga
(Yoga de Devoción) el devoto debe sentarse al lado de Dios.
Así, la meditación no es únicamente para los solitarios, abstemios o quienes quieren renunciar
a sus vidas. Es de extrema importancia en la vida diaria de todos los hombres. Es de gran ayuda
para los estudiantes, para los jóvenes y los viejos. Las personas que pueden meditar serán
mejores administradores, mejores hombres de negocios, mejores ejecutivos y, por sobre todo,
mejores personas. Por el contrario, si la persona no puede meditar, carecerá de composición,
coraje y confianza para lograr sus objetivos. Hoy en día, varios médicos y psicólogos aconsejan
a sus pacientes a que mediten de manera específica como complemento del tratamiento
médico si es que sufren de nerviosismo, irritación inusual, trastornos mentales, miedos y
complejos de inferioridad o falta de autoestima. Así, la meditación es necesaria porque las
personas llevan una vida llena de tensión y complejidad.
Postura confortable. Cierre los ojos por 10 minutos. Observe el silencio total del corazón y la
mente. Describa el “Silencio” en términos de sus intentos. Las experiencias pueden ser
variadas. Usted debe seguir el constante deambular de su mente para alcanzar la tranquilidad
emocional. Al acercarse a las fronteras del silencio, podrá sentir PÁNICO y ganas de RETIRARSE.
Podría pasar por una experiencia que lo asuste. NO DEBE DESANIMARSE. Los pensamientos
dispersos son una gran revelación. Tómese un tiempo para EXPERIMENTAR esta mente
dispersa y el TIPO de pensamiento disperso que genera. ALGO ANIMADOR: la conciencia de la
dispersión mental, la confusión interna y la incapacidad de permanecer en calma muestran
que tiene un pequeño grado de silencio dentro de usted. Cierre sus ojos NUEVAMENTE y tome
conciencia de su mente dispersa por dos minutos. Ahora sienta el silencio que hace posible
que usted sea consciente de las dispersiones de su mente.
A medida que el SILENCIO MÍNIMO crezca, le revelará más y más de sí mismo. Usted tendrá
LOGROS tales como SABIDURÍA, SERENIDAD, DICHA, ENCUENTRO CON DIOS, PRECAUCIÓN.
Usted no deberá conversar con nadie. Inhale y exhale con respiración lenta y profunda.
Nuevamente, cierre sus ojos durante cinco minutos. BUSQUE EL SILENCIO. Ahora observe sus
logros, ya sean muchos o pocos. No busque ALGO SENSACIONAL. De hecho, no busque nada.
Limítese a observar. Considere todo lo que venga a su conciencia, ya sea grande, pequeño,
trivial u ordinario. El CONTENIDO del conocimiento es menos importante que la calidad del
mismo. A medida que la calidad mejore, se profundizará el silencio que usted experimente.
Descubrirá, para su placer, que revelación no significa conocimiento. Es un poder: un poder
misterioso que trae transformación.
Este ejercicio de sensaciones corporales es tan simple que, en algún punto, desilusiona. Para
avanzar en él, debe conservar la simplicidad. Resista a la tentación de buscar cosas nuevas, y,
en cambio, busque PROFUNDIDAD. Debe practicar este segundo ejercicio por mucho tiempo. Y
no intente preguntar por los beneficios. Haga lo que se le pide y se descubrirá a usted mismo.
La VERDAD no se encuentra en las palabras ni en las explicaciones, sino que en la acción y la
experiencia. Por lo tanto, póngase a trabajar, con fe y perseverancia. Cierre sus ojos, y repita el
ejercicio previo de sensaciones corporales durante cinco a diez minutos.
Al realizar los ejercicios previos de conciencia, su mente puede distraerse. Para lidiar con tal
situación, deberá mantener sus ojos a medio cerrar, descansando en un objeto o en un punto
a una distancia de tres pies de usted. Pero no debe enfocarse en el objeto o punto porque
podría tener problemas con su mente dispersa. No es motivo de alarma. Si practica el control
sobre su mente dispersa con paciencia y perseverancia, gradualmente triunfará.
Para lidiar con las distracciones de la mente, puede seguir alguno de estos dos caminos:
a) Debe seguir sus pensamientos como los cachorros siguen cualquier par de piernas en las
calles. No importa la dirección en la que se mueven. Al cabo de algunos segundos, notará que
está pensando. Podrá decirse a usted mismo interiormente: “Estoy pensando…. pensando….
pensando”. Así, usted tomará conciencia de que el proceso de pensamiento se está llevando a
cabo.
V. Sensaciones de la respiración
Tome conciencia de cómo el aire entra y sale de sus fosas nasales. No se concentre en el aire
que ingresa a los pulmones, sino que debe limitar su conciencia a la respiración por las fosas
nasales. No controle su respiración ni intente profundizarla. No es un ejercicio de respiración,
sino que es conciencia sobre la respiración. Cuando se distraiga, regrese con vigor a su tarea
para poder ser consciente de cada respiración. Siga con este ejercicio por diez a quince
minutos. Este ejercicio puede ser difícil para algunas personas en comparación con los
ejercicios previos; pero es más gratificante en cuanto a la profundización de la conciencia y a la
calma y relajación que se logran. SIN EMBARGO, cuando intente crear conciencia sobre la
respiración, NO tensione sus músculos. La determinación no debe confundirse con tensión
nerviosa. Puede distraerse al principio, pero debe volver una y otra vez a la conciencia de su
respiración. El simple hecho de intentarlo le traerá efectos beneficiosos que usted notará
gradualmente.
Luego de desarrollar cierta maestría en este ejercicio, intente con una variante un poco más
difícil y más efectiva:
a) Tome conciencia de la sensación del aire al pasar por sus fosas nasales. Sienta su toque, y
distinga en qué parte de sus fosas nasales siente el aire al inhalar… y en qué parte de sus fosas
siente el toque del aire al exhalar…….
b) Tome conciencia del calor o frío del aire, de su frescura al ingresar y su calidez al salir.
c) También tome conciencia de la cantidad de aire que pasa a través de una de sus fosas
nasales es mayor que la que pasa por la otra…..
d) Sea sensible y preste atención al más pequeño y suave toque al inhalar y exhalar.
MANTENGA esta conciencia por diez a quince minutos. Cuánto más tiempo haga este ejercicio,
mejores resultados obtendrá. Pero NO ejercite la conciencia de la respiración por muchas
horas durante un período de más de dos o tres días seguidos porque, si bien este ejercicio le
traerá paz y un sentido de profundidad y completitud que le dará gran placer, la concentración
prolongada en la respiración suele producir alucinaciones o que salgan cosas de su
inconsciente que luego no pueda controlar.
CONCIENCIA, CONTEMPLACIÓN Y ORACIÓN
La oración es la comunicación con Dios que se lleva a cabo, básicamente, a través del uso de
palabras, imágenes y pensamientos. La contemplación es la comunicación con Dios que hace
uso mínimo de las palabras, imágenes y conceptos juntos. Los ejercicios de conciencia de las
sensaciones corporales o de la respiración pueden clasificarse como comunicación con Dios.
Muchos místicos nos dicen que, además de la mente y el corazón con los cuales solemos
comunicarnos con Dios, fuimos bendecidos con una mente mística y un corazón místico,
facultades que hacen posible que conozcamos a Dios directamente, y que podamos
comprenderlo e INTUIRLO en su completo ser—además de todos los pensamientos, conceptos
e imágenes.
Con los ojos cerrados, practique la conciencia de las sensaciones corporales por unos
instantes. Luego, pase a la conciencia de la respiración como lo hizo antes, y permanezca allí
por unos minutos…. Piense ahora que el aire que respira está cargado del poder y la
PRESENCIA de Dios. Piense en el aire como un inmenso OCÉANO que lo rodea, un océano
colorido por la presencia de Dios y Dios mismo. Mientras lleva el aire a sus pulmones, está
permitiendo que Dios ingrese a su ser. Sea consciente de que está dejando entrar el poder y la
presencia de Dios cada vez que inhala. Permanezca en esa conciencia todo lo que pueda. Note
lo que siente cuando se vuelve consciente de que Dios ingresa en cada respiración suya.
OTRA REFLEXIÓN
1. Mientras inhala, sea consciente del Espíritu de Dios que ingresa para llenar sus pulmones
con la energía divina que trae consigo….
2. Mientras exhala, imagine que está sacando todas sus impurezas, sus miedos, sus
sentimientos negativos, así como también sus defectos y debilidades.
3. Imagine que ve todo su cuerpo que se vuelve radiante y vivo con este proceso de inhalar el
Espíritu de vida de Dios, y exhalar todas sus impurezas……
Trate de permanecer en esta conciencia todo el tiempo que pueda, sin distracciones.
La oración devocional puede llamarse “ORACIÓN”; mientras que la “oración intuitiva” puede
coincidir en su definición con la CONTEMPLACIÓN. Los dos tipos de oración llevan a la unión
con Dios. Una es más acorde a ciertos Sadhakas que a otros. Según el tiempo y la necesidad,
una oración puede ser más apropiada que la otra.
Cualquier oración que se limite a la mente y sus pensamientos no es una oración en sí, sino,
como mucho, una preparación para la oración. Inclusive entre los Sadhakas no existe una
comunicación personal genuina que no sea, en algún punto, una comunicación desde el
corazón, y que no contenga un grado de emoción en ella. Si una comunicación, o el hecho de
compartir pensamientos, carece totalmente de emociones, entonces falta la dimensión
personal e íntima.
Aquí hay algunas variaciones del ejercicio previo, más devocional que intuitivo. Como el
contenido de pensamientos en las oraciones es mínimo, se moverá fácilmente de devocional a
intuitiva, del corazón al corazón.
Ahora exprésese usted mismo a Dios de manera no verbal. Exprese el sentimiento a través de
una mirada o un gesto, luego mediante la respiración. Exprese, en primer lugar, un gran anhelo
por Él, sin utilizar palabras. Tan solo con la forma en la que respira, dígale con su mente: “MI
SEÑOR, soy tuyo…”. Puede expresarlo respirando profundamente, o mediante inhalaciones
más profundas.
Ahora exprese otra actitud o sentimiento: UNO DE CONFIANZA Y DE ENTREG, SIN palabras,
solamente mediante la respiración, “Mi SEÑOR, me entrego enteramente a ti…”. Puede
hacerlo enfatizando su exhalación, como si estuviera suspirando profundamente. Cada vez que
exhale, sienta su entrega completa en las manos de Dios.
Luego, después de algún tiempo, tome otras actitudes frente a su DIOS, y expréselas mediante
su respiración. Podría pensar en actitudes como AMOR, CERCANÍA, INTIMIDAD, ADORACIÓN,
GRATITUD, u ORACIÓN. Si se siente cansado, vuelva al inicio del ejercicio y descanse en paz,
sabiendo que Dio se encuentra en todo alrededor suyo, y en el aire que inhala y exhala.Y, si
tiende a distraerse, vuelva a la segunda parte del ejercicio y exprésese a Dios de manera no
verbal una vez más.
VIII. Quietud
A medida que se vuelva más conocedor de este ejercicio podrá agudizar su conciencia hasta el
punto en el que ninguna parte de su cuerpo carecerá de sensaciones. Pero, por el momento
debe contentarse con permanecer brevemente en las partes en blanco y avanzar hacia las
partes donde tenga más sensaciones. Muévase lentamente desde la cabeza hacia los pies, y
luego, nuevamente, desde la cabeza hacia los pies, constantemente durante unos quince
minutos. A medida que su conciencia se agudiza, sentirá nuevas sensaciones que no había
notado antes, e inclusive sensaciones extremadamente sutiles, demasiado sutiles para ser
percibidas por cualquier persona, salvo por personas con conciencia profunda. Sienta su
cuerpo como una masa de concentración y paz profunda. Ahora, tome conciencia de su cuerpo
como un todo, y sienta su cuerpo como una masa con varios tipos de sensaciones. Quédese allí
por un momento, y luego vuelva a la conciencia por partes, moviéndose desde la cabeza hacia
los pies. Luego, una vez más, descanse en la conciencia de su cuerpo como un todo.
Note ahora la profunda quietud que llega a usted. Note la quietud completa de su cuerpo,
pero no permanezca allí si pierde la conciencia de su cuerpo. Si se distrae, ocúpese
moviéndose desde la cabeza hacia los pies nuevamente, tomando conciencia de las
sensaciones de todas las partes de su cuerpo. Luego, una vez más, note la quietud de su
cuerpo. Si está practicando este ejercicio en grupo, intente, en algunos momentos, notar la
quietud en la totalidad de la sala.
Es muy importante que NO mueva ninguna parte de su cuerpo mientras practica esta Sadhana.
Al principio será difícil, pero cada vez que sienta la necesidad de moverse, o rascarse, o
acomodarse, tome conciencia de ello lo más rápido que pueda. No ceda ante esa necesidad,
porque gradualmente se irá y usted volverá a la quietud una vez más.
Podría sentir dolor físico, inclusive un dolor grave. No importa qué tan cómoda sea la posición
o postura que haya adoptado, su cuerpo tenderá a protestar contra la quietud, desarrollando
dolores en diferentes partes de su cuerpo. Cuando esto le ocurra piense que los Sadhakas
serios DEBEN RESISTIR la tentación de mover los músculos o cambiar de postura para suavizar
el dolor. Simplemente, tome conciencia profunda del dolor.
Su conocimiento puede ser absorbido por el dolor preciso, inclusive podría comenzar a sudar
en gran manera. Su mente puede pensar que se va a desmayar por el dolor; en ese momento
elija no pelear ni alejarse del dolor, no busque aliviarlo, sino tomar conciencia e identificarse
con el mismo. Luego verá que la sensación de dolor se divide en sus partes componentes y se
sorprenderá de descubrir que está conformado por varias sensaciones, como por ejemplo, una
quemazón intensa que tira y tira, una sensación aguda de dolor que puede variar cada tanto, y
un punto que puede moverse de un lugar a otro. Este punto puede ser identificado como
dolor. A medida que continúe con este ejercicio, descubrirá que soporta el dolor bastante
bien, experimentando dolor sin sufrimiento.
Todos los Sadhakas deben experimentar ciertos tipos de dolor, como se indica arriba, hasta
que el cuerpo se acostumbra a permanecer en completa quietud. Sobrelleve el dolor utilizando
su conciencia. Cuando su cuerpo se quede en calma, habrá alcanzado una rica recompensa de
TRANQUILA FELICIDAD. Otra tentación frecuente entre los principiantes es la de rascarse. Esto
se debe a que, a medida que su conciencia de las sensaciones corporales se agudiza, se
vuelven más conscientes de la sensación de picazón y pinchazos que siempre estuvieron pero
que estaban ocultas al conocimiento debido al endurecimiento psicofísico al que la mayoría de
nosotros sometemos nuestro cuerpo, y por la dureza de su conciencia. El Sadhaka debe resistir
a esta tentación durante el Sadhana de conciencia.
Una vez que sus manos descansen sobre su falda, con las palmas hacia arriba, tome conciencia
de las sensaciones en sus palmas. Luego, tome conciencia del gesto en sí mismo, ya que es el
gesto de una oración a Dios…. ¿Qué significado tiene este gesto para usted? ¿Qué le dice a
Dios mediante este gesto? Decir sin palabras, meramente mediante el gesto, puede ser un
ejemplo del tipo de oración que puede realizar con su cuerpo.
Cuando ora con su cuerpo, le da poder y energía a su oración. La gente falla al no escuchar su
cuerpo durante la oración; falla al no llevar su cuerpo con ellos al santo templo de Dios.
Cuando visitan templos o lugares de adoración, se paran o sientan en la presencia de Dios,
pero se sientan encorvados y sin cuidados, o se paran de manera muy desgarbada. Aún no
están sujetos a la presencia viva del Señor. Por lo tanto, cualquier devoto de Dios debe
intentar comprender el significado y el propósito de las “oraciones corporales”. Los “gestos”
sugeridos son simples ejemplos. El “devoto” puede crear sus propios gestos para expresar su
amor, sus plegarias, su adoración, su sujeción y gratitud.
Cierre sus ojos, y tranquilícese mediante alguno de los ejercicios de conciencia. SIENTA que
está en la presencia de Dios de manera devota, con las manos unidas frente a usted, y
lentamente eleve su rostro hacia Dios. Permanezca con los ojos cerrados. ¿Qué le está
diciendo a Dios con su cabeza hacia el cielo? Permanezca con ese sentimiento o comunicación
por unos momentos. Luego tome plena conciencia de la posición de su rostro, de las
sensaciones en su cara. Al cabo de unos momentos, pregúntese una vez más qué le está
expresando a Dios en esa posición y permanezca así por un instante más.
X. El toque de Dios
El encuentro con Dios no debe ser algo sensacional o fuera de lo común, a menos que haya
desarrollado su devoción y su amor divino. No existen dudas que un encuentro con Dios fuera
de lo común no contiene experiencias a las que estamos acostumbrados: encontrará el
profundo silencio que fue mencionado antes, la brillante oscuridad y el vacío que trae
plenitud.
También verá destellos repentinos e incontables de eternidad o del infinito que vendrán a
nosotros cuando menos los esperamos, en la mitad de nuestro trabajo. Debe hacer muy poco
para experimentar, realmente, a Dios. Todo lo que debe hacer es aquietarse, estar en calma y
tomar conciencia de las sensaciones de su mano. Allí estará Dios, viviendo y trabajando en
usted, tocándolo, estando cerca de usted. Siéntalo, experiméntelo. La mayoría de los devotos
creen que este tipo de experiencia es demasiado terrenal. Y seguramente, experimentar a Dios
incluya mucho más que una simple sensación en la mano derecha. Se necesita mucha
explicación para conocer la verdad. Aún así, puede estar seguro que estos simples ejercicios lo
ayudarán a marchar hacia el conocimiento de la verdad.
Nos olvidamos muy fácilmente que una de las más grandes lecciones de la encarnación es que
podemos encontrar a Dios aún en las cosas comunes. ¿Quiere ver a Dios? Mire a su alrededor.
¿Quiere escucharlo? Escuche el llanto de un bebé, las risas en una fiesta, el viento soplando
entre los árboles. O simplemente qué dese quieto, tome conciencia de las sensaciones de su
cuerpo, sienta su ENERGÍA TODOPODEROSA trabajando, y sienta qué tan cerca suyo está.
XI. Concentración
Elija un objeto sensorial de un objeto básico de atención. Se sugiere que elija las sensaciones
en una parte de su cuerpo o respiración, o los sonidos a su alrededor.
Enfoque su atención en este objeto, pero hágalo de manera que si su atención se desvía hacia
otra cosa, pueda tomar conciencia de ello inmediatamente.
Supongamos que ha elegido su respiración como objeto básico de atención. Bien, entonces,
concéntrese en respirar. Es muy probable que, al cabo de unos momentos, su atención se
desvíe hacia otra cosa: un pensamiento, un sonido, una sensación, etc. Ahora, sabiendo que es
consciente de este cambio en su atención hacia otra cosa, no debe contarlo como distracción.
Sin embargo, es importante que tome conciencia del cambio en su atención en el momento en
que se está produciendo, o justo después de producirse. Solo debe contarlo como distracción
si lo nota mucho tiempo después de ocurrido.
Supongamos que elige respirar como objeto básico de su atención. Entonces, su ejercicio
podría ser como el siguiente:
“Estoy respirando… Estoy respirando…. Ahora estoy pensando…. pensando…. pensando….
Ahora estoy escuchando un sonido…. escuchando…. escuchando…. Ahora estoy irritado….
irritado. Ahora me siento aburrido…. aburrido…. aburrido….”
Realice alguno de los ejercicios de conciencia previos. Por ejemplo, tome las sensaciones
corporales como foco de su atención. Observe no solo las sensaciones de las que es
consciente, las más importantes, sino también las más sutiles. De ser posible, no les dé un
nombre a las sensaciones (quemazón, adormecimiento, pinchazos, picazón, frío, etc.).
Simplemente sienta sin colocar una etiqueta en cada sensación.
Haga lo mismo con los sonidos, capture la mayor cantidad que pueda sin intentar identificar la
fuente del mismo. Escuche los sonidos sin colocar una etiqueta en ellos.
A medida que avance con este ejercicio, notará una gran tranquilidad en usted, un silencio
profundo. Ahora tome conciencia, brevemente, de esta paz y de este silencio.
Sienta lo bueno que es estar aquí ahora, no tener nada para hacer, solamente estar, ser.
Para aquellos que se inclinan por la devoción, realice el ejercicio previo hasta que sientan la
paz que llega.
Ahora comuníquese con Dios de manera no verbal. Imagine que se queda mudo y que solo se
puede comunicar mediante sus ojos y su respiración. Dígale al Señor, de manera no verbal:
“Señor, es buen estar aquí contigo”. O, no se comunique con el Señor, sino que permanezca
descansando en su presencia.
Del mismo modo, aquellos que se inclinan por lo devocional, pueden ejercitar buscando a Dios
en todas las cosas.
Regrese al mundo de los sentidos. Tome conciencia del aire que respira, de los sonidos que lo
rodean, de las sensaciones de su cuerpo. Sienta a Dios en el aire, en los sonidos y en las
sensaciones. Descanse en este mundo de sensaciones, descanse en Dios. Ríndase a este
mundo de sensaciones (sonidos, sensaciones táctiles, colores….).
…… Ríndase a Dios……
El ideal de Vida Divina ofrece una panacea para todas las enfermedades sociales y políticas del
mundo moderno. Los tres fundamentos de la Vida Divina son: servir, amar y dar, y son los
pilares sobre los que el individuo puede pararse para fortalecerse a sí mismo y donde la
hermandad entre los hombres puede ser construida. Así, la vida en este mundo puede
convertirse en una vida sin miedo, más feliz y con más propósitos.
Si uno intenta observar a las personas, podría ver que existen tres tipos de persona: los
extrovertidos, los introvertidos y los ambivertidos. Las personas extrovertidas son aquellas
cuya mente siempre se dirige hacia lo externo. Se vuelven esclavos de sus sentidos. Persiguen
el dinero, el placer y la pasión, la posición y el poder, el honor y el reconocimiento. Están
limitados por las condiciones, las circunstancias y la circunferencia de la vida. Naturalmente,
buscan lo exterior y se olvidan del propósito y el destino de la vida humana.
Los introvertidos son personas reflexivas y contemplativas, que buscan estudiar su interior, el
universo interno escondido dentro de ellos. Goethe lo llamaba “El universo interno del
hombre”. Renuncian al placer y a la posición, manteniéndose distantes y alejados del
reconocimiento y el honor. El encanto del mundo es tal que no existen muchas personas
introvertidas. Las personas ambivertidas son aquellas que no se alejan de lo externo, pero
viven en lo “interno” y hacen de lo externo un camino para lo interno. Dedican sus vidas a un
servicio altruista a la humanidad y colocan su vida como ofrenda en el altar del Creador del
universo, el Señor. Estas personas notan la santidad del servicio, sin buscar nada en beneficio
propio, manteniendo viva la divinidad dentro de usted. Son la personificación de la humildad y
la compasión, el amor puro y la simpleza de corazón. Pero sin ser introvertido, no es posible
que alguien se convierta luego en ambivertido. Y a esa persona se la llama sadhaka. De hecho,
todo hombre es un sadhaka, pero no lo reconoce debido a los malos conceptos, los malos
entendidos, la arrogancia y la vanidad.
Visión holística
“Existe una tendencia común a aislar los principios espirituales de la política, especialmente en
estos días de gran poder intelectual. Los soñadores y visionarios suelen ser tildados de
personas cuyas cabezas están en las nubes”, sin contacto con la dura realidad. El hombre se ha
apegado tanto, y de tantas maneras, a la doctrina de la auto-salvación, auto-realización y auto-
dependencia que en la búsqueda de los logros materiales corre el riesgo de olvidar las
verdades eternas en las que se basa la existencia del universo y su futura herencia.
El mal hábito de quejarse contra los demás, contra las condiciones y la falta de intentos
sinceros, y la falta de amor propio y hacia la humanidad, hacen que el hombre sea preso de la
vanidad que subsiste en los falsos valores. El hombre suele creer incorrectamente que es
inmaculado y superior a los demás, y que los demás tienen máculas y son inferiores. La
consecuencia inevitable es que se genera una versión distorsionada y se pierde la capacidad de
ver y aceptar la verdad. Si un hombre desarrolla una actitud egoísta, podría envenenar a todos
los que tengan buenas intenciones. Pero, si esta actitud es de amabilidad y comprensión,
embellecerá todas sus relaciones, sus enemigos se convertirán en amigos, los problemas
tendrán solución y el hombre encontrará la salvación. Desafortunadamente, el hombre cree
que obtiene ganancias en la pérdida de los demás, que su progreso depende de la caída de
otros y su felicidad de la infelicidad de los demás. Es un tremendo error y una tendencia
peligrosa originada en la discriminación y el egoísmo.
Las visiones inspiradas de los santos, místicos y líderes del ámbito religioso, educativo, social,
económico y artístico de cada país han reflejado las verdaderas aspiraciones de las personas.
De estas visiones nació la realidad práctica de todo lo que es reconocido como bueno para su
forma de vida. Y, por supuesto, todo lo que es discordante o malo es el resultado de
pensamientos o creencias negativas o malvadas.
Uno de los santos más grandes de la actualidad, Sri Swami Sivanandaji Maharaj, ha presentado
al mundo el evangelio “Vida Divina” para el fortalecimiento individual y el logro de la divinidad,
que puede ser resumido en seis breves palabras: servir, amar, dar, purificar, meditar, saber”.
El marco físico del hombre le debe mucho al mundo porque está compuesto por los mismos
cinco elementos de los que el mundo está compuesto. Usted debe, por lo tanto, servir a todos
sin distinción y sin esperar recibir nada a cambio, para poder saldar su deuda con el mundo.
Debe comprender claramente que la riqueza y el poder adquiridos no son propios, sino que
provienen de la “confianza” de los pobres y débiles. La clave, que consiste en el servicio hacia
los demás, reside en el uso correcto de lo que tenemos. Por lo tanto, el servicio y el sacrificio
son la cima del deber y del sentido del deber. Cuando un deber se realiza sin obligación, se
vuelve la fuente de la salvación y no la esclavitud del vínculo. Pero no por esto debe creer que
es quien hace todo. Así, el servicio y el llevar a cabo los deberes con un sentimiento de
responsabilidad y corazón puro, sin expectativas e impulsado por un sentimiento interno de
hermandad y unidad, reducen los apegos y destruye el sentimiento de ser el hacedor, y por lo
tanto, libera al hombre.
El amor es luz, vida, eternidad. No debemos buscar nada más en este mundo que no sea amor.
En el amor se encuentra la perfección de la vida humana. Todas las impurezas surgen de la
búsqueda de los placeres de los sentidos, pero el amor no está allí. El amor es la naturaleza
del amado y la vida del amante. Uno debe saber que la fe y el amor van juntos, porque en el
sentido de la unidad reside el amor, y en el fin del deseo es el inicio del amor. El hombre debe
comprender sinceramente que la forma externa de las acciones, si son impulsadas por
determinadas situaciones, no hace diferencia con una actitud interna de amor y compasión. El
hombre debe aprender esta gran lección: debe amar a los pecadores, pero aborrecer el
pecado. El hombre que es, por naturaleza, un sadhaka, debe aprender la lección del perdón,
sin siquiera preguntar a los demás si han hecho algo malo. Solo así se pueden limpiar las
impurezas de la mente humana. Por supuesto, se requiere de gran fortaleza moral para buscar
el perdón por las acciones equivocadas del pasado que uno haya podido cometer. Solo podrá
hacerlo quien esté realmente arrepentido y se haya dado cuenta de que la satisfacción de los
sentidos que se origina en inclinaciones malvadas lleva al odio y el dolor.
El hombre no debe confundir perdón con justicia. El sentido de justicia del hombre se
encuentra distorsionado y, debido a las limitaciones impuestas por su ego, sus reacciones se
corrompen. Hablando estrictamente, el hombre solo puede ser justo consigo mismo porque
puede entender su propia mente y no la de los demás. Por lo tanto, como hombre y como
sadhaka uno no debería, juzgar los demás; y debería perdonar a los demás si se siente
agredido por ellos. Cuando la mente esté libre de odio, habrá dado un gran paso hacia la
recuperación. El amor es la fuerza curadora para los hombres y la sociedad. Así, el gran
Maestro enfatizó el amor y lo predicó con el ejemplo. Amar a todos y no odiar a nadie. Dios
está en todo, no lo hiera.
La necesidad de brindar felicidad a los demás ayuda al hombre a destruir su propio deseo de
placer. El deseo del placer es la causa de la frustración; dar y compartir lo que uno tiene, y
servir a los demás con compasión consumen el deseo del placer. Un aspirante fue advertido de
que la generosidad motivada por el apego y la renuncia causada por la ira, no producen frutos.
La verdad es que el dador supremo es nuestro, pero todas cosas que Él da, son Suyas. Por lo
tanto, el hombre de aprender a dar y dar con felicidad de todo lo bueno que posee y no pensar
en que dando, perderá. De hecho, ganará algo divino y eterno.
Si las tres consignas de arriba – servir, amar y dar – son comprendidas y practicadas
correctamente por los hombres en sus vidas diarias, notarán que sus corazones se purifican y
que viven en una etapa superior y en una mejor sociedad. De hecho, el secreto para lograrlo se
encuentra en la renuncia a los derechos propios y en la protección de los derechos ajenos. La
mente se purifica y uno pasa a estar en una posición para meditar y conocer.
Marchemos por este camino con confianza y fe, con sinceridad y fortaleza, con devoción y
dedicación. ¡Quiera Dios y Gurudev bendecirlo!