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PAOLA NAVA
EDITORA
PORTADA POR:
PEDRO MEDINA
COLABORADORES
JESÚS MONTOYA (Mérida, 1993) DANIEL OLIVEROS (Valencia, 1991)
Estudiante de Letras, mención Lengua y Estudiante de Educación mención Inglés.
Literatura Hispanoamericana y Venezolana.
Facebook: Daniel Oliveros
correo: doloresdepalabra@gmail.com
MIGUEL ÁNGEL HERNÁNDEZ (Maracaibo, 1983)
CAROLINA LOZADA (Valera, 1974) Licenciado en Letras.
Licenciada en Letras.
Facebook: Miguel Ángel Hernández
Twitter: @carolina_lozada
PEDRO MEDINA (Maracaibo, 1990)
MANUEL FRANCO (Mérida, 1995) Estudiante de Artes Plásticas mención
Estudiante de Letras. Pintura.
vine a p erder
17 diana moncada
es solo la muerte
18 carolina lozada
27 declive
rogelio aguirre
TENIDO
d es b o r d a m i e n t o s s a grados 28
adelfa giovanni
q ué l á s t i m a . . . 30
adelfa giovanni
h is t o r i a f i c t i c i a 31
del motel y el balcón.
manuel franco
En el camino de la podredumbre
fernando vanegas 45
i ns i l i o
jesús montoya 52
quo vadis?
sobre salvoconducto de adalber salas
daniel oliveros
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LORENZO SUCRE:
El Nobel Venezolano
(1909-1997)
Recientemente se han cumplido 10 años de la cuestiones que se decidía a abordar en sus libros;
muerte de Lorenzo Sucre, el más grande escritor y no hay dos que se sitúen en escenarios similares.
que haya dado este país y el único venezolano Su fuerte temático era el mundo entero, no tenía
ganador del premio Nobel de literatura. Dada limitaciones. Su lista de temas es interminable:
la ocasión, he querido hacer un breve repaso en El fin del Caudillismo y la muerte de Gómez,
torno a la obra y vida de esta leyenda de las letras el asesinato en serie, Haití en la época de los
latinoamericanas. Duvalier, la corrupción de la Iglesia Católica
venezolana, la depresión, el juicio de un vil
Siempre me llamó la atención que su muerte fuera ministro argentino, la ocupación china del Tíbet,
una especie de no-evento, dado lo grande de sus el mundillo del jazz latino, el avance del V.I.H.
logros. Creo que a sus 87 años Sucre se había en Brasil, un romance situado en los llanos y la
transformado en una reliquia viva que apenas esquizofrenia de un niño, por mencionar algunos.
recordaba el porqué de su fama, viviendo su última Es una lista de tramas que llegan a ser muy
década en medio de la jungla amazónica, en una dispares, pobladas de una variedad asombrosa de
especie de exilio voluntario del mundo. personajes.
De alguna forma ya estaba muerto. Todos nos
habíamos quedado con la imagen legendaria que Vale la pena recordar la impresión de Milán
forjó al principio de su carrera... ¡y vaya imagen Kundera: “...desde que entré en contacto con
era ésta! En mi mente siempre lo caractericé así: su obra se hizo obvio para mí que de todos los
Si en la literatura latinoamericana García Márquez escritores de ficción, Lorenzo Sucre es el que
simbolizaba lo humano, Sábato lo demoníaco y posee la comprensión más profunda de lo que es
Borges lo metafísico; entonces Sucre era lo divino, el hombre (...) es el más hábil observador de la
y nada menos que eso. En lo que a mí respecta, naturaleza humana...”.
él estaba fuera de este mundo y por eso era capaz
de crear en sus libros una representación tan Fue el más brillante narrador de historias que yo
desgarradoramente cierta de éste. pueda recordar, y como los más grandes, era claro
que desde la primera línea él sabía hacia donde
El conjunto de su obra se puede tomar como un iba. Aunque fue un novelista que jamás escribió
catálogo de la humanidad, el más veraz testimonio un cuento corto, a menudo se le comparó con los
del devenir del hombre en el siglo XX. Sucre grandes de este género: Chejóv, Maupassant o
trataba con autoridad incontestable todas las Quiroga. Pienso que era por la total claridad de
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su voz; la voz de un creador, un dios que observa se declararía muchas veces como su ferviente
desde arriba el desenvolvimiento de un mundo y seguidor. “Un sendero en la selva” es una carta de
unos seres que son el fruto de su mente. Esa voz amor al Amazonas, una viñeta impresionista hecha
que lo sabe todo es un rasgo que compartió con los con palabras. Es la obra más particular de todo su
grandes cuentistas. catálogo.
Ese punto de vista separado y omnisciente se Sucre recibió el Nobel en 1979, después de haber
explica perfectamente en un comentario contenido publicado 24 novelas. Lo asombroso es que lo
en una de las muchas cartas que Sucre dirigió a recibiera antes de la aparición de la que sería su
Jacques Lacan, el psicoanalista francés que sería mejor creación, “La imagen sobre el velo”, de
uno de sus más grandes amigos. Sucre afirma: 1985. Es el retrato más fiel que se haya hecho
“...los novelistas deben desechar o apartarse en de la Venezuela de finales de siglo, probando ser
lo posible de los excesos neuróticos, deben ser escalofriantemente profético al anunciar el cambio
fríamente analíticos y desconectados...”. de régimen y las convulsiones que atravesaría el
país a finales de los noventas.
Este estilo tan suyo hizo que los críticos apuntaran Sucre huyó siempre de la atención del público,
en ocasión a su frialdad, pero su genialidad bastaba pero su encierro total se materializó en 1987,
y sobraba para que cualquier lector se olvidara después de la trágica muerte de su hijo Abraham.
rápidamente de esto. Basta con remitirnos a “Los Las circunstancias del hecho nunca fueron del
dioses desconocidos” o “Conjeturas”, dos novelas todo aclaradas, pero la versión más aceptada es
que le cambiaron la cara a la literatura venezolana que Sucre le disparó accidentalmente a la cabeza
de los años treinta. mientras limpiaba su escopeta. A partir de aquí
Como buen cinéfilo, no puedo evitar el ver cierto su vida se oscureció. Permaneció en la casa de
paralelo entre la obra de Sucre y la de Stanley Esmeralda sumido en la depresión y el trabajo de
Kubrick. Al director también se le criticó su una novela que parecía interminable. Su contacto
distanciamiento emocional, pero al igual que con con el mundo era virtualmente nulo.
Sucre, sus creaciones son triunfos absolutos de
estética, estilo y forma. En mi mente es imposible El final llegó en abril de 1996, un domingo de
acusar de frialdad a manifestaciones artísticas tan resurrección. Esa mañana Sucre completó el
hermosas como las de estos autores. manuscrito de su última novela, “El país sin
descubrir”, y lo colocó en un sobre para ser enviado
Vale la pena resaltar el hecho de que Sucre, a su editor. Almorzó, dio un paseo por la selva y
más que cualquier otro escritor sudamericano, se sentó a orillas del Orinoco, contemplándolo por
revolucionó la escritura en todo el mundo. Sobre un largo rato. Volvió a su casa al caer de la tarde.
todo al publicar en 1947 su seminal libro “Un Tomó su escopeta, la misma que le había quitado la
sendero en la selva”. Sucre había estado viviendo vida a su hijo, y se puso el cañón en la boca antes
desde 1945 en una apartada casa en las cercanías de halar del gatillo. Dejaba una desconcertante nota
de Esmeralda, en el estado Amazonas, en plena de apenas dos líneas: “Ya terminé todo. Ahora debo
selva y a unos pocos kilómetros del río Orinoco. Al irme de viaje”.
igual que Huxley, Sucre experimentó con algunos
alucinógenos muy potentes. Como resultado, el Cuando leemos “El país sin descubrir” es que los
libro fue escrito con una técnica nunca antes vista, eventos adquieren perfecto sentido; el país sin
un antecedente directo del “cut-up” ampliamente descubrir no es otra cosa más que la muerte.
usado por William Burroughs, quien posteriormente Ese es el destino de Sucre en su último viaje.
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Freddy Yance
Maracaibo, 1996
FIESTA
RETRA TO/E ST UDIO D E JOVEN A P UNTO
DE EY AC U LAR
(Constelación de cielos)
12
Freddy Yance
Maracaibo, 1996
P R I M E R
A P L A U S O
Amigo, tú que apenas sabes leer este poema es tuyo que se embriagan con el agua de la lluvia
cuando el mago logra que llueva en el desierto
A ti, que ni siquiera la noche te ha develado el
origen de los poemas He aquí la lluvia de uranolitos ubérrimos:
que te has emborrachado con el dios de cada credo
y ninguno te ha devuelto el nombre de tu rostro Tienes 12 años y te ocultas en el sótano de tu
garganta
Tú, cuya voz le advierte al cielo y descubres las canciones que cantan los astros
que a pesar de la razón de los animales Tienes 13, bebe, y la guerra enrojece de rabia tus
aún existe vida aquí en la luna manos
esta luna que escribimos cuando la ciudad muere 14, hija, y los poemas que olvidas en el cementerio
aquí donde un par de manos desvisten al caballo de despiertan de espanto a los muertos
oro tienes 15 años, madre, y ya padre visita tu vientre
que atraviesa la cabeza del pájaro enjaulado tu vientre donde nace la magia
y lo obliga a soñar con los ojos abiertos 16, tienes 16, y la carretera es un puente al mundo
los días que las palabras despiertan temprano de las bestias
otra luna más grande en que las manos solo se
Nena, las aguas se bañan en tu cuerpo lechoso juntan si es debajo del agua
y de lejos vienen ríos a correr entre tus manos 17, locura, 18, fecundo, 19, espejo sin mácula del
en tus pechos las rocas por fin lloran paisaje de la nostalgia
se derriten en tu sangre como volcanes 20, y eres el hijo de la lira de los locos del cosmos
y tus ojos iluminan al amor que mis palabras
persiguen con aplausos cuando aplaudir es ¡Hey! Ángel sin alas enjaulado en el mundo
imposible que permaneces manchado por la escharcha de la
vida
Hombre, la sabiduría del mundo está en los bares que persigues de noche, solo de noche, arcoíris
y en los tatuajes de las prostitutas que la ciudad detrás del los ríos, al fondo de los lagos
encarcela en una noche oscura y sin eventos tú, el loco hermafrodita bailarín del alma Dafodelo
y está también en la lengua de los mendigos un mago eres, un mago, en el circo de los dioses
infantes el público de tal teatro se deshace ante tu canto
13
porque de él emana la suerte que los conecta Si he de morir ha de ser con altura
II
porque en tus labios se esconde la razón del amor no como el viento cuando encuentra puertas sordas
no como el fuego adolescente que se extingue
cuando el
ruiseñor descubre el mecanismo de la primavera
Nací de la boca de los peces. Me hallaron sin ni como la piedras que rompen el cristal de la
plumas a orillas del lago. Esa es mi historia. vergüenza en vano
Cuando preguntaron mi nombre y el nombre de mi no, sino como el néctar de la lluvia o de las aguas
tierra, les devolví las alas que el tiempo les había estancadas en la calle
quitado. Desde entonces vivo como un tigre entre que entran por los labios del infante
los hombres. Todos los ocasos son una raya más en y renacen como fuerza en la boca de los peces
IIII
mi espalda. Atardecer nostálgico del corazón del
universo. Lamento de la selva que me recuerda qué
cosa soy: Un sueño.
Hoy abriré las puertas de todos los caminos del
Crecí, como todos, desnudo y en el fuego. Y me mundo
quemaba las manos para no dormir de noche. Y y prometo dejar las llaves al pie de tu cama
espantaba al fantasma de mi abuelo con la risa Hoy invitaré al espíritu a jugar ajedrez en la plaza
chillona de dos libros: Uno, en el que las mujeres y lo dejaré, a solas, hablando con la carne
eran altas como una tormenta, y otro, en que las Hoy haré justicia:
mismas mujeres traían en sus manos el sueño roto le devolveré a dios la otra mitad de su manzana
III
de un par de soles asustados. y educaré a mis hijos para que dejen de molestar al
diablo
y me disculparé con él al salir de tus ojos
Hoy seré yo quien sostenga la pistola
Si he de vivir ha de ser con nobleza y te amenace de muerte en una pesadilla cerrada
no como las ratas que no conocen el cielo Hoy seré el mendigo, el asesino y lo sublime
no como los perros que evitan ahogarse en el mar y entraré de noche en tu habitación
no como los loros que solo escriben repetidas para pedirte agua sin tener labios
tonterías Hoy seré el polvo que se desprende de la luna
no como los toros que se desviven por un color cuando la noche promete
no, sino como los caballos, como los lobos y seré también tu sexo
como aquellos que al oler la muerte cuando el beso del Catatumbo
se echan a correr al infinito se derribe sobre tu frente y evapore
con el hocico abierto masticando el aire una a una todas tus máscaras
y nada los detiene, nada, sino el terror de traspasar falsos poetas del berrinche
el rostro sin máscara de la muerte que te separan de mí
la gran flor sin nombre
y aparecer bajo la forma de un sol
en el sueño ciego de su primera madre
14
IIIII
Añerú dice: del llanto y la melancolía.
contra el llanto con el horizonte.
IIIIII
contra todo con Lautreamont. contra todo con Lautreamont y el niño terrible.
contra la mentira con el poema.
contra la inocencia con el fuego.
contra la verdad con la sangre.
contra los monstruos de la noche con el rayo de mis Ahora cierro los ojos y callo los labios. Con cierta
manos. nostalgia futura me aparto a tierras más arduas. En
contra los pobres de espíritu con la rosa gigante. la pendiente está la gloria. Y yo no busco la gloria,
contra los monjes con las prostitutas. sino la pendiente. Tal vez me encuentres un día
contra las prostitutas con el amor. borracho en una esquina de Mérida, o en la terminal
contra los médicos con los chamanes. de pasajeros con una piedra de mar en el bolsillo.
contra los brujos con los amigos. Tú que me viste nacer, no te aflijas si ahora me ves
contra los castigos con el escape y la magia. marchar. Antes de irme te dejaré ver la seña, que
contra los hábitos la virtud de la hierba santa. aún sigue húmeda, de mi primer tatuaje:
contra el mundo con la poesía.
contra la providencia con las nueve almas del Aquí está la flecha que une a los cuerpos.
pulpo. Este es el fantasma que canta cuando la muerte se
contra la naturaleza con la metáfora del instante. acerca.
contra la sangre con la anáfora perpetua. El milagro de la juventud soñada en el jardín de las
contra el odio, Yo. delicias.
contra la fuente el camino. El camino del gran viaje, a los veinte, y sin miedo.
contra los sueños las puertas. El fuego que todo lo hace posible.
contra los esclavos con el látigo de la mirada del Los labios que se besan en el agua donde nacen los
celo. amantes.
contra la envidia un abrazo. Las paredes que han de derribarse.
contra la compasión la sangre que brota del Las flores con nombres repetidos.
recuerdo. Las almas que bailan la canción estelar del tiempo.
contra la misericordia el dolor de las heridas que Las direcciones de las calles por las que viaja el
no sanan. espíritu.
contra la bondad el signo de las cicatrices que Las alegrías dobles: la dicha y la sorpresa de un
nunca cierran. milagro.
contra el olvido la esperanza. Y finalmente un aplauso que suena como un beso.
contra las redes sociales la magnitud del corazón. Todo para que la vida nos una más allá del sueño,
contra la muerte la idea de un verano primaveral, del cielo o la muerte.
otoño de invierno. Gracias.
contra la religión con la música del sexo.
contra la culpa y el pecado un par de besos
lésbicos.
contra todos ustedes se levanta el poema.
contra los sensibles y los valientes con los héroes
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Diana Moncada
Caracas, 1989
16
Diana Moncada
Caracas, 1989
VINE A PERDER
Vuelvo sobre la misma grieta como una máquina
destartalada.
Vuelvo sobre el mismo error,
sobre la misma cacería de blancos espejos
17
Carolina Lozada
Valera, 1974
e s s o l o
alzando la voz y siendo muy histriónico. Se me
Los amigos del barrio pueden desaparecer, hizo fácil representar el papel del evangelista:
los cantores de radio pueden desaparecer, lo aprendí de mi padre, quien lo fue hasta que
los que están en los diarios pueden desaparecer,
enloqueció viendo demonios encaramados en
la persona que amas puede desaparecer.
las paredes y uno de ellos decidió acabar con él
Los dinosaurios convidándolo a saltar por el balcón.
Charly García
En la cárcel registré los rostros de los presos, las
Pistolero, entre la bala que usted disparó y la cuchilladas en la piel, algunos tatuajes con nombres
vida que me queda hay poca distancia. Mientras de mujer. Pude percibir de cerca el olor de los
caigo, voy a fingir que me hago el muerto para que reclusos, hasta que un día uno de ellos me pidió
tenga tiempo de emprender la huida y yo pueda que metiera un cuchillo, filoso y discreto, dentro
aferrarme a un no-final. En principio, sepa que no de la Biblia. Me dijo que solo así podría salvarlo.
me sorprende su repentina aparición. Le confieso No podía negarme, un favor es un favor. Al preso
que llevo tiempo esperándolo, hasta había ensayado le llevé el arma en un hueco dentro del libro santo,
frente al espejo cómo sería mi caída; algo estilo evité sudar frío en el momento de la requisa, pero
Matrix es muy moderno para mí, yo soy más clásico para mi suerte ningún oficial se fijó en la palabra
y cobarde. Un desplome tipo viejo oeste americano de Dios. Antes de entregarle la Biblia armada al
iría más acorde con mis preferencias; algo así como condenado, no le quité la vista de los ojos; quise
un cuerpo tembloroso y torpe, como el de James quedarme con su mirada por si algún día ésa fuera
Stewart frente al bandido de Lee Marvin en El la mirada de mi propio asesino. -Agradecido,
hombre que mató a Liberty Valance. hermano-. Él sonrió, nunca más volví a verlo.
Déjeme decirle que no solo lo esperaba, sino que
incluso había visitado las cárceles para saber a qué Fue en una de las visitas a la cárcel cuando concebí
huele un hombre que desbarata con sus manos las la idea de formular falsas denuncias de atracos
vidas de otros. Me paseé por las celdas, azuzando en mi contra, para así lograr observar, una y otra
el olfato, fingiendo que hacía trabajo religioso, que vez, con meticuloso detenimiento, los álbumes de
les llevaba a los presos la palabra que salva. Y me fotografías y retratos hablados de los delincuentes.
paré frente a algunos como un predicador cristiano, La idea era grabarme el mayor número posible
levantando la Biblia, citando capítulos y versículos, de rostros y, de esa manera, estar prevenido ante
cualquier agresión. Gracias a mi buena memoria
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l a m u e r t e
fotográfica y a la paciencia de los detectives, logré órganos. Fueron terribles los miedos que padecí
formar mi propio banco de imágenes. En casa al notar a una persona cualquiera meterse la mano
realizaba esbozos de los semblantes que había visto en el bolsillo para sacar, supongamos, las llaves
en las instalaciones penales. Sin proponérmelo, me del carro, tal vez las de su casa. Cuando estaba en
volví adicto a esta práctica. Al principio guardaba presencia de este gesto tan inofensivo y cotidiano
los bocetos en carpetas a las que asignaba etiquetas yo retrocedía prudentemente, hasta ubicarme lo
que dependían de lo que me sugiriera el rostro del más lejos posible de su alcance. Detrás de todos
criminal; las etiquetas fueron: ladrón, drogadicto, los rostros pujaba el asesino. Su espera, pistolero,
narcotraficante, estafador, pedófilo, violador, comenzó a enloquecerme.
asesino y misceláneas. Luego pegué varios retratos
en superficies como la nevera, el espejo del baño Estaba tan angustiado ante un posible asalto que
y algunas paredes, y hasta forré la puerta principal dejé de usar ascensores. La sensación al entrar a un
para tener a mano la fisionomía del posible elevador lleno de gente era la misma que estar en
asaltante que tocara el timbre del apartamento. una celda rodeado de peligrosos malhechores. El
También se me ocurrió hacer dianas con las caras sudor frío me paralizaba, temía no salir con vida
que dibujaba; pasaba horas apuntándolas con de esa pequeña cabina. En las noches cerraba con
balines de mentira. llave la puerta del apartamento y usaba como muro
de contención cuanto mueble tuviera a mi alcance
El problema fue que mi fijación llegó a para evitar que un intruso entrara subrepticiamente.
transformarse en algo verdaderamente siniestro En las mañanas debía levantarme muy temprano
cuando, en la calle, comencé a ver retratos hablados para volver a poner todo en su sitio. El apartamento
en lugar de semblantesreales. De repente, bajo mi estaba hecho un desastre porque había despedido
visión trastornada, todos los cuerpos caminaban a Juanita, la señora que durante años me auxilió
con los rostros de los delincuentes que había con el aseo y la comida hasta el día que comencé
memorizado. Los transeúntes se convirtieron en a sospechar que ella y sus hipotéticos cómplices
maleantes a carboncillo, en potenciales criminales planeaban fechorías en mi contra. Hasta mi higiene
dispuestos a deshacerse de mi vida, y cualquier personal se vio afectada por mis temores: cada
movimiento que hicieran con las manos auguraba vez que me bañaba tenía presente el ojo muerto de
el ataque de un agresor. La mano que se movía Marion Crane en Psicosis.
con un ademán sospechoso era el preludio de la
bala que se ensañaría contra uno o varios de mis A pesar de mis agobiantes temores, nunca me armé
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porque siempre les he temido a las armas; para mí en mi carro para simular que iba acompañado y
es imposible manipularlas sin que alguien salga así evitar un secuestro express. Pero solo o con
herido. Mi valor solo me permitía tener una pistola simulacro de compañía siempre estaba estresado y
de juguete bajo la almohada, mantenida ahí con la temeroso, por esa razón decidí guardar mi carrito
esperanza de que si algo llegara a ocurrir pudiera de poco kilometraje y salir en bicicleta. El índice
defenderme con ella, engañando a un incauto de robos en el transporte público ni siquiera me
asaltante nocturno. permitió pensar en ese medio y menos aún desde
esa última vez que subí al metro y, al estar dentro
No tenía armas verdaderas, pero sí me dispuse a de la oscuridad subterránea, temí ser asaltado
aprender acerca de ellas. Con manía y dedicación por las sombras y comencé a gritar como una
logré hacerme de una envidiable biblioteca gorda cantante de ópera y golpeé azorado una
especializada en información sobre armamento. de las puertas para intentar salir, y fui sometido
Teóricamente me convertí en un experto sobre por guardias de seguridad que no entendían mi
sus usos y potencialidades. Antes de dormirme desesperación.
leía sobre las propiedades de cada revólver, rifle,
fusiles de largo alcance y en muchas ocasiones Un día, mientras me dirigía al trabajo, tuve el
soñé con el recorrido de una bala dentro de presentimiento de que una bala perdida hallaría
mi cuerpo. La vi destrozándome el hígado, en un ciclista la escasa protección necesaria
haciéndome un gran boquete en la panza, entrando para arrancarle la vida. Y en esa misma calle
por mi ojo derecho, saliendo por la parte trasera de dejé mi bicicleta abandonada. Ni siquiera me
mi cabeza, arrancándome una mano de un tirón; dio pesar por el tiempo que llevábamos juntos;
vi mi oreja derecha reventar y volar por los aires tampoco sentí nostalgia por nuestros recorridos
como una asquerosa mariposa ensangrentada; sentí fuera de la ciudad, cuando los fines de semana
la sangre caliente recorriéndome la cara hasta me gustaba hacer deporte, buscar el aire puro,
entrar en mi boca, envenenándome de muerte. Me disfrutar el paisaje. Sin automóvil ni bicicleta,
vi exangüe, con tantos huecos en el cuerpo, echado sin la posibilidad de tomar Metro o autobús, tuve
sobre el bote de Caronte, con el guía muerto a que caminar extenuantes kilómetros porque mi
mi lado, también alcanzado por las balas, los dos casa y mi trabajo estaban separados por la larga
naufragando en aguas del limbo. franja este-oeste que divide la ciudad. A partir
de entonces comencé a llegar retrasadísimo a la
Asolado por tantos sueños fúnebres, me puse oficina. Las demoras se fueron acumulando hasta
a pensar en posibles últimas palabras, que iba que el enojo del jefe estalló como una vejiga
anotando en una pequeña libreta azul cosida con incontinente. Me quedé sin empleo. Ya ve, la vida
hilo blanco, a la que le puse el solemne título de se me fue achicando mientras lo esperaba.
Palabras para mi muerte. Algunas de éstas fueron
lacónicas y sorpresivas: “¡A la mierda!”, “¡Qué Insisto, no crea usted que me agarra desprevenido,
vaina!”, “¡Carajo, no sembré un árbol!”. En otras sé muy bien cuáles pueden ser los ángulos de mi
trataba de darme valor, a pesar del final: “Cálmate, caída, bien podría dibujarlos en el asfalto. Hacerlo
es solo la muerte”. ya se había convertido en pasatiempo, hasta llegué
Como puede ver, mi estimado pistolero, el miedo y a jugarlo con mis vecinos en esa época en que la
la paranoia empezaron a ser parte de mi vida. Con criminalidad de nuestra ciudad reventó todos los
decirle que llegué al extremo de meter maniquíes récords mundiales y nos contagió con su agresiva
20
locura. El absurdo también puede ser una oscura conjunto residencial los fines de semana para jugar
reacción, pistolero, y nosotros, acorralados por la a hacernos los muertos. Los vecinos nos echábamos
violencia, comenzamos a jugar a ser parte de ella. sobre el asfalto en posiciones dramáticas. A veces
lo hacíamos al estilo egipcio; en otras ocasiones,
Mi vecino Ismael, a quien le habían matado un asumíamos posiciones del yoga, como la postura
hijo de un balazo en la cabeza durante un asalto, del arquero, la del cadáver; igualmente, hicimos el
fue quien comenzó el juego. Después de pasar un pez, también el bebé, el arco, la langosta, todo de
tiempo en tratamiento psiquiátrico para superar manera muy
el duelo y controlar la ansiedad ante el peligro organizada. Los que se quedaban de pie dibujaban
callejero, a Ismael le dio por recorrer los pasillos a los caídos y luego se daban los cambios de roles.
del edificio, gritando con voz grave: “Somos un Nuestros happenings se hicieron tan populares que
grupo comando, el edificio está tomado”. Lo hacía incluso salimos en los noticieros de televisión.
preferiblemente en momentos en que la ciudad Desgraciadamente, a Ismael le aburrieron los
padecía apagones eléctricos. Nuestra reacción simulacros de nuestra vida burguesa y se fue del
natural fue escondernos y protegernos al creer edificio. Se echó a la calle a buscarse la vida, como
que era cierto su anuncio, pero al descubrirse el un verdadero criminal, llevaba consigo una moto
juego varios vecinos nos animamos y organizamos y varias armas compradas en el mundo de los
en verdaderos grupos armados. Las mujeres forajidos. Asesinó a varios de un tiro en la cabeza
colaboraban con nosotros al permitirnos que las (la policía llegó a ficharlo como el Descabezador),
violáramos, otros vecinos preferían ser víctimas del hasta que un día le detonaron la suya.
ataque sorpresa al llegar y encontrar su apartamento
allanado por hombres de negro. Un día hasta Sin Ismael en el edificio los juegos ya no eran los
decidimos, en junta de condominio, matar a la mismos. Recuerdo que para despedirnos de nuestra
conserje. Fue un gesto muy democrático en el que camaradería decidimos tirar escaleras abajo a la
todos votamos a favor. La conserje nos asesoró bien señora lisiada del sexto piso; y para darle mayor
antes de llevar a cabo nuestros planes: nos informó dramatismo, subimos hasta el penthouse. Todos
que sufría del corazón y que podría estirar la pata los vecinos se asomaron al borde de las escaleras
de un buen susto. Y así fue. Sin previo aviso, para decirle adiós. Fue un momento muy emotivo:
una medianoche irrumpimos en su apartamento, los niños la saludaban con pañuelos y banderines,
ataviados con dildos y sombreros bombín, en un y alguna madre acercó a uno de ellos para que la
homenaje expreso al pillo Alex DeLarge. La mujer viejita lo besara. La lisiada derramaba lágrimas
gritaba presa del pánico mientras le destrozábamos tan fidedignas que parecían reales. En el último
habitaciones y ventanas y le matábamos los pájaros piso había una gran pancarta, rodeada de globos y
y los peces de su acuario. Nuestro crimen fue serpentinas, que decía: “Nos vemos en el infierno”.
una verdadera obra de arte, teníamos una original Yo tuve el honor de empujarla. En respetuoso
naturaleza muerta a nuestros pies. No dudamos silencio escuchamos sus gritos y el estallido final.
en hacer un video, la omisión habría sido un Luego, cada quien se encerró en su apartamento y
desperdicio. Lo colgamos en la red y nos hicimos volvimos a ser los mismos extraños de siempre.
muy populares; nos llamaban Los caballeros del
bombín. Ya ve, pistolero, he aprendido a jugar con el
miedo. Debe creerme si le digo que, en ese afán
Fue Ismael quien propuso cerrar las calles del de conocer la trayectoria de una bala y el modo en
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que ésta detona en los órganos, me di a la tarea de Por seguridad de Estado, la ciudad de los muertos
desempolvar estudios básicos de física. Después de no debía aparecer en los noticieros.
ver diariamente los noticieros y reportes criminales, De hacerse públicos los inventarios tendría que
me ponía a despejar fórmulas para entender cuál activarse la alerta máxima, y todo el perímetro de
había sido la trayectoria del disparo que mató nuestra urbe debería ser acordonado con una cinta
al sujeto (número un montón) que ingresó en la amarilla, cuya leyenda dijera:
morgue. Me resultó cómodo familiarizarme con la
jerga forense y el lenguaje periodístico empleado PELIGRO PELIGRO
en la cobertura de sucesos. En mis ratos de ocio, me NO P ASE NO P ASE
daba por plantarme frente al espejo, como si éste
fuese una cámara televisiva, y narraba las noticias PELIGRO PELIGRO
que había escuchado anteriormente. La verdad es
NO P ASE NO P ASE
que me lucía, parecía todo un profesional: Muere
mujer al intentar oponerse a un atraco. Según Y los muertos comenzarían a hacer de las suyas,
cuentan los testigos, la occisa intentó resguardar su haciéndose los hediondos por
celular entre sus pechos para evitar que el maleante las calles, habitando cada rincón posible,
se lo quitara. El delincuente, preso de furia, le riéndose de la minusvalía de los supervivientes.
disparó una bala en cada seno y le desinfló las Y organizarían carnavales y reinados, crearían
prótesis y también la vida. Reportó para ustedes festividades como el Día de los Vivos y harían
Néstor Jiménez, CNP 518. figuritas sin cuencas vacías, revestidas de piel y de
cabello. La vida, entonces, se convertiría en pasado,
Mi interés por las defunciones violentas me empujó en la más disparatada leyenda urbana.
a alistarme como voluntario en la recepción de la En medio de la debacle, llegaría el momento en
morgue. Gracias a este trabajo llevaba cuenta del que uno no sabría si está hablando con un vivo o
registro de los cadáveres que arribaban a la sala con un difunto, a no ser que una mosca delate al
mortuoria. Uno de esos fines de semana en que la interlocutor con su insistente sobrevuelo. Y al darse
muerte andaba festiva y deseaba romper sus propias uno cuenta, de pronto, de que está hablando con
marcas, me topé con la cara destrozada de Ismael. un cadáver, sería mejor huir porque si algo nos ha
Al verlo así, tan muerto, me dio sentimiento; enseñado el cine es que los zombis necesitan sesos
aunque después entendí que, de algún modo, ese para subsistir. Los supervivientes tendríamos que
violento final era un homenaje a sí mismo. aceptar que la ciudad se nos fue de las manos y ya
no nos pertenece; entonces serían los muertos sus
Tengo apuntada la estadística de mortalidad de legítimos habitantes.
nuestra ciudad, información que las autoridades Supongo que todo este hipotético pandemónium
policiales trataron de confiscarme cuando los es lo que deseaban evitar las fuerzas de seguridad
índices de muertos le dieron una paliza a las ciudadana. Por esa razón me persiguieron,
cifras de vivos. Los números que tenía en mano para impedir que delatara la terrible realidad y
representaban un potencial escándalo. Acechado por predispusiera a la población en contra de nuestros
las fuerzas del orden, que no lograban responder de hermanos difuntos, hecho que podría desatar una
manera efectiva y real a una ciudad convertida en catastrófica guerra civil entre vivos y muertos; vaya
territorio zombi, tuve que esconderme para evitar calamidad.
que me decomisaran aquella explosiva información.
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Pistolero, déjeme contarle un espantoso sueño En los pasos que daba en mis cada vez menos
que tuve mientras estaba en la clandestinidad. frecuentes salidas de casa tenía la intuición
Soñé que mi cuerpo reposaba en un angosto ataúd de que todo sujeto que se me acercaba podría
y mientras mi familia lo velaba yo trataba de ser usted, pistolero. Y ahora es el momento
reclamarles porque mi última voluntad era y es la definitivo, estamos frente a frente y confieso que
cremación. Polvo eres y en polvo te convertirás, estoy bastante emocionado y nervioso. En otra
pero en el sueño no era más que carne y formol. circunstancia hasta le hubiera dado la mano, pero
Al desobedecer mi última voluntad, mi familia veo que la tiene ocupada; no se preocupe, son
me había arrancado la cualidad etérea de un adiós meras formas sociales. Ahora es el ahora, ya estoy
de ceniza. Desperté abrumado al sentir que los listo. Solo le pido un minuto, permítame intentar
gusanos se ensañaban con mi cuerpo. Le tengo caer con dignidad, como lo había ensayado.
fobia a esos bichos, pistolero, ¿será que antes de
que usted se vaya y yo me muera puede recordarle Sangre. Son pocos los litros que nos sostienen
a mi renuente familia qué es lo que quiero para mi sobre las dos piernas. Esa cosa roja fluye sobre el
final? Si lo desea, puede llamar a mi hermana desde asfalto caliente, arrastrando consigo leucocitos,
el teléfono que acaba de robarme; tiene saldo, eritrocitos y su familia de plaquetas. Ahí observo
marque el número identificado como hermana derramarse mi hematología completa. Al verla
mayor y diga: “Aquí tienen a su muerto, vengan así, tan sola, tan dejándose llevar, tan sin quien
a cre-mar-lo”. Y, si puede, dele alguna referencia la detenga, me imagino cómo se le haría agua la
del lugar donde ahora estoy tirado. Disculpe la boca a un vampiro. Me pregunto si acaso la sangre
molestia, pero en estos momentos es cuando la se evapora sobre el pavimento ardiente y oscuro
familia necesita más apoyo. o se filtra por los quiebres hasta hacerse subsuelo.
Imagino mi sangre descendiendo bajo tierra, tan
Pistolero, de nada me sirvió la terapia para no veloz como un grito, uniéndose a la sangre de
imaginarlo embistiéndome la vida. Mientras lo otra gente que se hizo la muerta antes que yo. Las
esperaba, la ciudad se me hizo aún más restringida, veo, sangres hirvientes formando todas juntas
menos mía, se me extranjerizó. El espacio se un borbollón insólito que estalla furioso sobre la
redujo a algunas calles y manzanas, las noches se superficie de la ciudad, irrumpiendo como una
convirtieron en toques de queda, arrulladas por el lluvia sucia y subterránea. Puedo ver cómo esa
sonido de alguna bala perdida. tormenta viscosa cae sobre los desprevenidos
transeúntes, como si se tratara de un macabro
Con decirle que, para no sentirme tan cercado, cada carnaval. A esa chica de piel tan blanca le queda
día le ponía nombres distintos a las callejuelas que bien el toque rojizo sobre su pelo rubio. Señor,
bordean el edificio donde vivía -y digo vivía porque lo lamento, pero ese mostacho bermellón no le
ahora usted me está haciendo el muerto- y así me va bien. Juguemos todos a las siluetas caídas,
consolaba al recrear todas las vías y avenidas de hagámonos los muertos. Ah, ciudad, mi ciudad
la ciudad en las cuatro pequeñas calles colindantes esquizoide: algún día te iba a ocurrir, ibas a
con mi residencia. Avenida Bolívar, Avenida reventar rabiosa, roja, sanguinolenta, coagulada.
Andrés Bello, Avenida Los Próceres, Avenida Corran, corran, que cunda el pánico, pero no
Independencia; solo así pude volver a recorrerlas, podrán escabullirse: ésta es la ciudad de la furia.
todas ellas trampeadas en mi propio encierro. Vamos, muchachos, sientan el crujido gelatinoso
al aplastar los globos oculares regados por las
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aceras, oigan el crash-crash de los cráneos, se gánster? Le queda magnífico el fedora. Ahora
rompen como huevos. Vean esos cortes tan finos: bajémonos del carro y busquemos acción. Qué
qué preciosismo el de estos artistas de la carne al Tarantino ni qué Quentin nada, en mi ciudad está la
rebanar los cuellos. Bravo, tienen la maestría de Muerte disparando en vivo.
un carnicero francés. Señora, a su hijo se le salen
las tripas, no trate de detenerlas; quite la mano de Dispare, que yo llevo la cámara para grabar los
encima, no sea necia, deje el drama. Vamos, no hechos. Luego haré un documental que llamaré
llore, es solo la muerte. El día que la Muerte llegó a mi ciudad. ¿Qué le
parece? ¿Muy largo el título? ¿Entonces qué?
Bienvenida, Santa Muerte, le queda muy bien ¿Lo llamamos Santa Muerte a secas? Tiene razón,
ese tocado de flores. Es un honor tenerla como ese título es más contundente y comercial. Santa
huésped, tenga las llaves de la ciudad. ¡Aplausos! Muerte será un documento histórico para todos los
Vamos, joven, póngale la banda de primera dama zombis, futuros pobladores de esta urbe; será su
a la Señora. Sí, usted, la de la herida en la frente. acta de independencia y, usted, Madame, su prócer.
¿Qué pasa? ¿De pronto quedó sorda? No sea El día que Santa Muerte los liberó por fin de los
incompetente, escuche por el oído que le dejaron vivos.
salvo. Hay que hacer sentir a la Santa Muerte como
en casa. Cuidado, señorita, no vaya a agonizar Bajemos a recorrer los callejones y escondrijos;
encima de ella, tenga cuidado con su elegante descendamos a llevar la muerte, que nadie quede
vestido. (Vaina, ya se murió.) Que venga entonces en pie. Pero primero debería dejar la hoz, se le nota
otra muchacha de protocolo. Disculpe usted, Santa pesada. Ah, ya entiendo, desconfía dejar su más
Muerte Santísima, que sea todo tan improvisado, preciada pertenencia, por aquello de la inseguridad;
pero somos muy pueblerinos y no estábamos tiene razón, la entiendo, cualquiera se la puede
preparados para tan distinguida visita. Sin arrebatar. Y la muerte sin guadaña no es una muerte
embargo, hemos organizado humildemente algunos seria. Ya veo que le emociona tanta gente a sus
actos en su honor. La vamos a pasear por las calles pies, quién lo diría, a usted que la pintaban tan
en un lujoso descapotable, cortesía del grupo fría; esas lágrimas de felicidad echan por tierra
de narcos más prominente de la región. La piel tales argucias. Se nota que usted también tiene sus
de sus asientos es genuina, nada de imitaciones. sentimientos. No sabe lo que me alegra escucharla
Adelante, Su Majestad, siéntese y comencemos decir que en ninguna ciudad, ni siquiera en donde
el paseo. Lo que escucha a su izquierda es una están en guerra, se había sentido tan halagada y
lluvia de balas; los pistoleros están tan contentos bien recibida. Sonríale a la cámara, explote su lado
con su presencia que decidieron hacer una glamoroso. Para cerrar hagamos un close-up con
masacre especial para rendirle honores: vea cómo su rostro triunfante. ¿Será, Señora, que la puedo
descargan las municiones sobre los ciudadanos, besar? Me gustan los finales románticos.
cuánta emotividad. Salúdelos, mándeles un beso.
Mire a su derecha, observe cómo los golpes de los La sigo, Santa Muerte, Santísima mía. El pistolero
maleantes van seZcando esos cuerpos hasta que que me disparó también va tras sus pasos: apenas
ningún espasmo se manifiesta en sus extremidades. se deshizo de mí, uno de sus colegas estuvo en
La veo emocionada, ¿desea un arma? Tome, ésta desacuerdo con la repartición de aquel escaso botín
es potentísima, dispare usted también. ¿Prefiere y se arreglaron las cosas a su modo. Ahí vamos, a
cambiar su tocado de flores por un sombrero de rastras y exaltados, siguiendo sus zapatos escarlata,
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en pos del camino amarillo, para ir tiñéndolo
de rojo. Vamos, pistolero, nos llegó La Pelona;
se me olvidaron las últimas palabras que tenía
ensayadas, pero sigue el camino amarillo; sigue,
sigue, sigue, sigue, sigue el camino amarillo.
Nos vamos a ver al coño de Oz porque, porque,
porque, porque esta triste, ay, tan triste ciudad, se
fue a la mierda.
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Rogelio Aguirre
San Cristóbal, 1997.
26
Rogelio Aguirre
San Cristóbal, 1997.
DECLIVE
Yo no sé nada de la vida
mi vida ha sido un caballo galopando por el viento
cayendo en picada como una aeronave rota.
La muerte florece como un niño en una tarde
lluviosa.
La tarde lluviosa vislumbra la aurora.
La aurora siembra los árboles.
Tú vestías de rojo y verde los colores de la aurora Los árboles serán las raíces de las mariposas.
boreal, Las mariposas serán la flor del descanso.
única luz de nuestros ojos.
Yo no sé. Vamos y deja todo esto atrás.
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Adelfa Giovanni
Maracaibo, 1956.
DESBORDA
El fuego de esta ciudad perfora el lado sordo del nada hoy todavía ha sido pisado
Cielo salgo de las ventanas
un lado que no me gusta con el aire que golpea los muros
no sé si estoy aquí o allá. de esta morada desabrida.
como pisando pedazos de aire El cielo está detrás de un dedo
me asusta cuando la vida se detiene o y he bebido el sorbo de tierra de un solo trago
el cielo estalla. un vacío germinante
Mi relato será una parte negra del cielo sin reflejo
donde me toco llegar todo es calor,
para urgir ese espacio tan oscuro, pieza de fuego
donde sólo las reinas desposeídas por este boquete donde el aire caliente sopla
entran para saborear sus propios sudores. el fuego se ha apretado
Estoy detenida al borde de mi respiro, la distancia aumenta,
les parecerá locura nos dispersa
pero parada al borde de una puerta y callada nos separa
escucho mis gritos los papeles se hacen llama
le presto mi brazo al viento en esta tierra donde hasta el dulce cuesta comérselo
llueve en esta ciudad, porque desgarra
me reconozco. creo que quien me lea hoy
Pero al final, descubra que de nuevo me encuentro libre
mis ojos se vuelven tan débiles, y sin esperanza
que no puedo mirar por mi propia tierra me creerían si dijera
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AMIENTOS
que de tanto dar no se desplaza
he terminado prestándole mi respiro a las piedras se fractura
que estoy perdida en el umbral de una pieza nada calma
pareciera que los dioses la sed de mí
estuvieran retrocediendo desmesuradamente nada me basta
es por eso a nadie le basto
que vivo de lo que el aire deja la luz donde me hundo
todo tiene sabor a quemado ha comenzado a ordenar el silencio que me reclama
vuelvo a estos confines no sé qué dirán ustedes al oírme
sin haber salido del fondo de la tierra pero yo, debo buscar los vestidos que me
caminando hacia ese lugar inalterado acompañarán
avanzo hacia la inmovilidad en esta ruta que mis pasos inflaman,
pero el aire que se apodera de lo que se encuentra desnuda no quiero ir
lejos tendré que hacerle un llamado a mi sangre para que
me deja viva detrás de él se aferre a mis huesos.
en este lugar pulverizado
que revela el final de mi respiro
y que aún dormida
vuelvo a encontrarme ante mí misma
que me quedo por largo tiempo guardando el
Poema: Desbordamientos Sagrados
recuerdo Libro: Divinidad en Rebelión,
pero lo que piso poesía reunida
Editorial: Movimiento Poético de
Maracaibo (2014)
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Adelfa Giovanni
Maracaibo, 1956.
Libro: Divinidad en Rebelión, poesía reunida Editorial: Movimiento Poético de Maracaibo (2014)
HIS
delTOR
motelI Ay el
F Ibalcón
C T I C.I A
La mujer siempre sale al balcón cuando anochece,
lleva puesta una bata. Sus rizos son negros y caen
I flácido pene y la otra casi tumbada en el suelo con
un revólver entre los dedos. Su rostro refleja la
sobre sus hombros contrastando con su rostro tiniebla: en una mejilla se exhibe una cicatriz y en
blanco, con sus facciones suaves y delicadas y con sus ojos tiene pegada la miseria, la violencia y el
su boca, con el labial rojo, con los atractivos labios. ajeno dolor.
La figura de su cuerpo es perfecta. Detrás de la
ropa se puede adivinar una desnudez sin cicatrices, –Que te desnudes–. Regresa de nuevo la voz del
sin espacios que quitar, hecha para el placer y los hombre. Su tono es pausado, lento, cada palabra va
delirios de posesión. Ella desde el balcón espera el despacio y llegan al oído de ella penetrantes, llenas
viento, las risas que vienen con él, y en su rostro de autoridad. La mujer sabe que tiene que volver,
hay un gesto: sus ojos marrones reflejan un destello debe entrar y satisfacer cada demanda de esa cara
de eternidad o de mariposa en el que se observa el repulsiva, de esas manos violadoras y de ese cuerpo
placer y el dolor unidos. sudoroso de becerro sucio. Ella le responde:
–Déjame ver cómo anochece, sólo por hoy– Él
–Quítate la ropa–. Viene de adentro la voz del acepta y espera, como si ella fuera una rata y él una
hombre. De pie en el balcón ella escucha sus fiera a la expectación. Las manos blancas y finas
palabras, mirando los carros, las personas y la cierran el balcón, cierran la cortina. Es de noche.
plaza. Todavía no termina de caer el crepúsculo, Un ruido de motos y de estridente música hace
está anocheciendo. En el cuarto del motel todo vibrar las ventanas en el momento que el hombre
está en penumbra, las lámparas están apagada, las suelta la pistola y alza la mano para tocar la piel
cortinas corridas, sólo se cuela la luz desfalleciente desnuda de la mujer que se ha quitado la bata,
del ocaso por el balcón donde está la mujer. En la dejando el sexo y los senos, el pudor y la vida a la
oscuridad incompleta el hombre está sentado en voluntad ruin del otro.
una silla con las piernas abiertas hacia los lados,
la espalda relajada y caída hacia la silla, su barriga Esto se repite de lunes a jueves, todas las semanas,
destacada y grasienta, una mano agarrada a su en ese motel todavía esplendoroso: la mujer de
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la bata y el hombre con cicatriz se reúnen en un uno de ellos levanta la mano saludando y él
encuentro sexual, donde conviven junto al placer, responde con un gesto de la testa fanfarrona.
el dolor y la brutalidad. Ella lo odia con todo su
cuerpo y su encono infinito, él la quiere humillar Tiene una chaqueta oscura, un blue jean sucio, una
hasta dejarla despojada de toda dignidad existente. camisa de rayas con tres botones desabrochados, un
Así fue desde el principio, más o menos, cuando escapulario escondido y una cruz que se ve tatuada
todo surgió de una noche azarosa, de un motel, en su pecho, sus zapatos brillan, negros, contra
de una palabra rota en el suelo, un deseo perverso la luz de la tarde. En su vestimenta se adivina el
que fue cumplido después de mucho esperar, término de su dominio cabal: no hay oro ni excesos
una atracción, algo que podría llamarse amor, un de cadenas en su figura, lleva puesta una ropa
acuerdo implícito de dar y recibir que se había vieja, la cual no está rota ni sucia pero no es de
convertido en apego y necesidad. marca, no es fastuosa, se le podría confundir con
un bravucón cualquiera sin dinero y sin poder. Una
De viernes a domingo ella se va del motel frente camioneta roja disminuye la velocidad y un hombre
a la plaza. En otros lugares más escabrosos, más de sombrero, anillos y cadenas lo saluda con una
sórdidos, la mujer gana su salario de formas inclinación de la mirada y de los lentes oscuros,
despreciables y vergonzosas pero nunca tan después de bajar el vidrio ahumado, con respeto y
degradantes como las muchas maneras que el envidia reseca de años. Su reputación, la autoridad
hombre de la cicatriz inventa para destruirla en un que inspira, está acompañada de historias que lo
juego mutuo, circular, alimentando su corrupción rodean, de historias de muertes, de asesinatos,
y la de ella. El lunes en la tarde el hombre recibe historias imposibles y siempre posibles cuando
los billetes obtenidos. Jamás han hablado de gravitan en torno a él.
porcentajes, de número de clientes o de sumas.
Un día sin aviso previo, sin acuerdos mediadores,
Ella nunca le da todo el dinero, siempre se guarda la mujer se fue a vivir al motel, de lunes a jueves.
menos de la mitad en sus bolsillos. Él la deja Él hombre de la cruz tatuada pagaba todos los
cometer esta falta, le permite darse ese lujo. Ella gastos cada jueves a la recepcionista, gorda y
hace el teatro de una libertad fingida, de una vieja, con el dinero del negocio, con el sudor y los
economía propia y él hace el papel de no darse jadeos de la mujer blanca y de las otras mujeres.
cuenta, de dejarse engañar. Esta primera mudanza, la mudanza al motel, se vio
como una debilidad, una fisura o resquebrajamiento
El hombre antes de subir a la habitación siempre de su reputación. La camioneta roja pasó y los ojos
se fuma un cigarro, a veces dos. Él siente que de la cara del sombrero y las cadenas sintieron el
sus brazos todavía son capaces de estrangular a inicio de su ascenso sobre él.
una persona, de partir una nariz, de disparar sin
titubeos, por eso camina de esa forma firme y En el segundo piso del motel, en la habitación seis,
retadora, dueño de la acera, los ojos al frente y la está contenida esta narración que es una herida
cabeza erguida, nadie se mete con él, todos saben convertida en signos. Tenemos el motel de lunes a
que cuando él camina cerca hay que agacharse y jueves con la mujer, el balcón, la plaza, los lugares
hacer un reverencia. Pasa un carro de la policía, anónimos en los cuales ella trabaja al final de la
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semana, el hombre en la calle, el hombre en el extraño, que nunca antes había ocurrido, ella le
motel de viernes a domingo sin ella, sus enemigos, dio tres billetes sucios, tristes y arrugados. En un
y sólo queda por contar la mudanza, el posible fin. primer momento el hombre tosió. Después, su
II
respuesta fue una cachetada, luego la agarró por
pelo, la jaló por toda la habitación y le descargó
otro golpe en la cara. El hombre transpiraba rápido
Quiso posponer la entrega mísera. Por eso la mujer como si acabara de hacer un ejercicio muy fuerte,
fue al balcón y contempló la plaza para olvidar un en otro tiempo le hubiera podido fracturar cada uno
poco. Escondida en medio de los árboles se podía de sus huesos sin botar una sola gota de sudor pero
entrever la estatua inmóvil, absurda entre la gente. ahora estaba cansado, imposibilitado físicamente,
Ella se perdió en fantasías: quién sabe en dónde vio la pistola puesta encima del tocador y la sintió
viviría, en qué otro remedo de motel, en qué lugar lejana, sus brazos ya no eran capaces de estrangular
estaría si no hubiera escogido los caminos que a una persona y su revólver ya no estaba en sus
escogió, esos caminos fáciles y difíciles en los manos. Tirada en el piso ella lo observó sin miedo
que una vez adentro se quiere escapar, pero en los por primera vez: Un viejo cansado, medio calvo,
que una vez afuera se quiere volver. En la plaza con ojos hundido entres arrugas y ojeras, una
caminaban personas, seres humanos con helados en barriga enorme, unas piernas temblorosas y unos
las manos, llamando al aire, con fastidio y fracaso, brazos fofos, un sudor agrio y reseco, no grasiento,
con esperanzas y tal vez alegría, dignos de caminar sólo le faltaba un bastón y una dentadura postiza
y mirarse sin asco. Alguien que la observara desde para concretar la pérdida de la potestad y el
III
la plaza podría imaginar sus ojos melancólicos. dominio sobre ella.
Es difícil que descubriera su malicia, su veneno,
pero es seguro que vería su derrumbe, podría
imaginar las arrugas entre sus facciones rasgadas y Pero no era puro dominio. Ella lo odiaba a muerte,
su boca cortada, ya no tan atractiva. Ella entró a la en sus sueños siempre imaginaba las múltiples
habitación y cerró el balcón. formas de hacerlo sufrir, asesinarlo con dolor,
degradarlo, convertirlo en menos que un escupitajo.
–Esto fue lo único que conseguí–. Dijo la mujer Pensaba en muchas cosas, a veces imaginaba
después entregarle al hombre tres escasos billetes. destriparlo, arrancarle los genitales, otra veces
Esos eran los únicos bolívares que esta vez había en humillarlo, como amarrarlo en el centro de la
ganado en su trabajo. Otros lunes le hubiera plaza junto a la estatua y dejarlo a la merced de
dicho: –Mata a ese borracho de mierda que quería sus enemigos, de todos esos hombres que tenían
cogerme más de una vez sin pagar– O: –Hazle cuentas pendientes con él. También pensó en
saber a esa marica que no me puede tocar como acusarlo ante la policía, hacerse mujer de alguno
quiera–. Y alguna vez deslizó de su boca palabras de ellos y después lograr que los policías lo
llenas de venganza, de malicia, que antes de ser mataran a rolazos en la comisaría. Por último más
dichas ya estaban en la mente del hombre: “... No resignada y más realista, pensaba en suicidarse
te traje más plata porque las últimas veces las dejé y así despojarlo de ella como última manera de
gratis, ellos me lo hicieron como tú nunca me lo cumplir su venganza. Pero pasaban los días y
haces”. Pero esta vez había pasado algo insólito, ella no hacía nada, él volvía los lunes a recibir el
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dinero y cuando la tarde caía, de nuevo, la poseía sin mi...”.
sin límites, sin embargo no tan brutal e inhumano
como en días pasados. Se había dicho al comienzo Cuando lo vio viejo y pudo presentir el fin, sintió
de la narración: “Detrás de la ropa se puede un calor en su pecho maternal y sintió piedad por
adivinar una desnudez sin cicatrices”, pero la él. Lo empezó a ver como una fiera despojada de
verdad es que el cuerpo blanco de la mujer estaba sus dientes, incapaz de cazar para comer. Él por
lleno de manchas, morados y grietas que dibujan su lado no quería aceptarlo y jugó a no ver. El
el mapa de su pasión, de su voluntad atada a la rostro no tan alto y las pupilas menos retadoras
fantasía del hombre. Aun así no era puro control subían los peldaños del motel con paso vacilante
violento y simple sumisión cobarde porque desde y nervioso, un gran vacío cruzaba su estómago y
hacía mucho tiempo ella pudo haber detenido sentía un escalofrío cuando ella abría la puerta. Ya
al hombre atroz y a sus ojos miserables, a su no le podía pegar. A los otros hombres, a los de los
voluptuosidad salvaje y enferma, pudo hacerlo de viernes, los sábados o los domingos no les gustaba
muchas maneras, a través de la violencia o través la mujer blanca llena de manchas, llena de golpes
del cariño. y moretones, llena de mala vejez y ajeno dolor.
Ahora él mismo la ayudaba a buscar los clientes, no
Ella se decía: “No... no... yo he sido atada a este importaba que fueran fijos, así siempre llegaría con
balcón y a este cuarto de motel... No..., no... dinero los lunes y podrían seguir en el motel frente
Yo lo quiero muerto con un tiro en la frente o a la plaza.
en la barriga…, con una puñalada que la saque
le tripas... Él ha sido..., el es... Él ha sido desde Se compró una última caja de cigarros como un
siempre la maldita basura, el podrido de mierda, gran lujo después de recibir el dinero de la mujer,
el negro pervertido que me vio desde una barra la tos era más fuerte cada día y el dinero era más
y me dijo esas cosas... Me prometió salir de este difícil de obtener. Aspiró el humo de nicotina
hueco..., me dijo..., me dijo tantas mentiras..., yo mientras imágenes, ideas y olores pasaban por
que le creí y ahora me ha vuelto un trapo, una su pensamiento, más o menos de esta manera:
mopa sucia y gastada..., una puta vieja...”, y otras “Mujeres, personas... Hasta locales..., pude tener
veces se decía: “Qué falto de amor y cariño es..., edificios, ser dueño de ese motel y de esta plaza...
Qué pobre... Qué triste y lleno de ansiedad... Me ¿Por qué me quede con esa perra?... El otro día vi a
necesita como nunca ha necesitado a nadie... Marc, ese malnacido, en una camioneta roja
Ninguna mujer lo ha querido de verdad... Tantas con música a todo volumen... Malparido, con unos
mujeres, tantas tetas y tantas cucas que ha tenido lentes de marico, unas cadenas de mierda y un
en sus manos pero ninguna..., ninguna... ¿Por sombrero maricón..., le va bien... Él sabe que yo
qué? ¿Por qué viene siempre puntual y a pesar lo dejé hacer lo que hizo..., todavía me respeta,
de todo se echa perfume y a veces me compra se acuerda todavía... Pero yo aquí me quedé con
un chocolate?... A veces me trae un collar o una esta sucia que ya se le están cayendo las tetas, casi
cartera..., alguna lencería... y además si todo fuera le llegan al piso... Y está gorda la estúpida... Le
tan así ¿Por qué no me deja fumar?... Se preocupa voy a enseñar a que no se puede uno descuidar en
por mi salud..., por mi maldita salud después que este negocio... Pero así son las mujeres..., la única
me hace escupir sangre... Pero..., y que sería de él forma de que escuchen es a... Voy a buscar a Marc,
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le voy a decir que me dé lo que me debe... El sapo cara..., de esas manos...”, pero a la vez satisfacía
ese me robó a unas cuantas mujeres...”. Sólo eran las demandas de su crueldad: –Tu pene es muy
ilusiones. Él sabía que había perdido el juego de pequeño. Ni lo siento. Sólo te siento cuando me
mucho antes. golpeas, miserable–. Le dijo una vez y se rió
estruendosamente. Cada acción era parte de lo
Caminó despacio y miró el balcón desde la plaza, mismo, del mismo juego retorcido, del mismo
desde el puesto donde compraba los cigarros. encuentro sexual, donde convivían junto a los
Pensaba que a pesar del desgaste ella seguía siendo detalles sutiles, los sentimientos fuertes de la
hermosa, seductora, hecha para su delirio y para su pasión, convertidos en dolor y brutalidad. Ella lo
placer, no le quitaría nada, perfecta en su desnudez retaba a jugar. Él no iba a abandonar el juego.
y en el acto sexual: “...Ella podría decirme que
dejemos esta vida..., yo la he debido sacar de esta Se corría rápido el rumor: ella lo tenía emperrado,
mierda..., pero si no qué... ¿Qué estupidez digo? amarrado a su sexo, loco. El hombre de la
Estoy hablando como una mujer..., como una camioneta fue contando cada una de las acciones:
jeva...” Él la esperaba los viernes, los sábados y los
domingos en el motel; Fumaba desesperadamente y
El sentía que perdía el control y pensaba éstas con los ojos mirando a todos lados, medio chiflado;
cosas, con un sentimentalismo mentiroso, lleno estaba gordo y con cara cansada; su revolver
de piedad y de culpa por la imposibilidad. “... no había sido usado en incontables meses; le
Además ella nunca me ha sido fiel..., siempre me compraba regalos a ella como un chocolate o una
espera para arrojarme en la cara toda su traición..., pantaleta, envueltos con un lazo. Entonces hizo
toda su mierda..., para hacerme sentir como un la jugada donde determinaría si era verdad que
sádico que la maltrata... Como un pervertido... el hombre se había convertido en un ser blando e
Un loco... Ya sé... Sí... Es así... Es por eso... Ya inservible: Le quitó a las otras mujeres, se adueñó
sé..., es una mujer... Las mujeres siempre quieren de ellas, las convirtió en su propiedad y para mayor
controlarte..., joderte..., hay que adelantárseles...” afrenta las obligó a tatuarse su nombre en el muslo
El hombre tosió fuerte, muy duro y sintió los o en la espalda: Marc.
pulmones y la garganta desgastada. Hubo mujeres
en su vida de manera excesiva, de infinitas formas El hombre del tatuaje de cruz y de la cicatriz
y colores, en todas las posiciones, entregadas tuvo que enfrentarse a la ofensa, atentaba de una
hasta lo extremo, pero nunca como ella, ninguna forma demasiado humillante contra su honor.
que se dejara realmente hasta lo último, ninguna Marc siempre había sido inferior, un jalabolas que
que cumpliera de verdad, ninguna como ella y manejaba a las mujeres de mala calidad, restantes
sus oscuros destellos de insecto nocivo. Eso era y baratas. Pero le habían surgido ímpetus, quería
lo que lo jalaba a volver a la habitación seis en el tener la corona. El hombre no iba a decir nada, no
segundo piso, la posibilidad de no ser el único, iba a protestar por la usurpación de su negocio, el
no ser el absoluto, de sentirse sin control pleno, día de hoy solo estaba enfrascado en la habitación,
porque ella en su sumisión y su dolor dejaba en el encuentro. Pero era más que una ofensa
entrever un placer y un reto. Se dijo anteriormente pública, era restregarle de frente su inanición,
en la narración: “satisfacer cada demanda de esa decirle sin más que era un cobarde, un marico,
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una jeva. Por eso cargó su revolver para usarlo por Ella palpó en sus manos el fin de la reputación, el
IV
última vez. Lo esperó, debajo del motel, fumando, hundimiento del hombre.
con un pie en el muro de la pared, con la mano
en la pistola y tosiendo. Lo esperó sentado en un
banco de una plaza. Lo esperó en la habitación Aunque el hombre no terminaba de aceptarlo, la
del motel. Veía venir la camioneta roja y apretaba cicatriz era lo único que delataba su pasado, lo
el revólver fuertemente, esperando encontrar las demás era puro fracaso, puro cuerpo flojo y flácido,
cadenas, los lentes y el sombrero puestos en ese al igual que la pistola casi dañada o inservible de
rostro infame. no ser usada. Esos fueron los días que el hombre
Pero nunca apareció la camioneta roja. con su barriga más grande, su presencia más
disminuida, buscó el otro sitio, ya no viviría en
Fue un día después de comprar un cigarro detallado el motel sino en una habitación a dos calles de la
en el puesto de la plaza. No pudo ni siquiera sacar plaza. El hombre torpe y ridículo a la luz del sol,
el arma de la correa y el pantalón cuando ya estaba como pasar de una película de color a una película
sonando su cráneo, un golpe seco contra el suelo. de blanco y negro, hizo la mudanza de sus cosas.
Tres chamos lo habían agarrado pro detrás mientras
él caminaba por la plaza. “¿Qué esperabas idiota?... El hombre ya no se ve por las calles de la plaza,
¿Qué esperabas?... ¿Él iba a aparecer caminando ya nadie le teme, sólo quedan las historias pasadas
de frente?... ¿Hacia ti?... Esperabas que fuera de infamias, de golpizas victoriosas, de hombres
más hombre... ¿Qué hiciste?... Te dejaste joder tiroteados, de crueldad, del hombre que se satisfizo
y todos te miraban... Todos te vieron... Se rieron y vivió de las mujeres, de una en especial, de la
en tu cara..., debiste buscarlo a su casa..., debiste mujer del balcón.
matarlo..., desde hace mucho tiempo...” Se dijo así
mismo después. Ella lo vio desde el balcón tirado El motel alumbra la plaza con sus luces de neón
cerca de una papelera, botando sangre por la boca en la noche. La plaza sigue frente al motel con
y la nariz, sin varios dientes, con una costilla casi su estatua, sus personas y su sonido. La mujer ya
fracturada, con una patada en las bolas y con una no sale al balcón cuando anochece, al finalizar el
advertencia estampada en su oído: –La próxima te crepúsculo. Algún antiguo admirador de su belleza
mueres–. perdida la espera en la plaza, pero ella ya no
aparece. Dicen algunos que ella cuida del hombre
Después las palabras de la mujer determinaron en la habitación de la carnicería junto a la licorería
el inicio de la mudanza: –Demasiadas mujeres y que él padece de una grave enfermedad, que esa
en la calle, demasiada competencia y con la es la venganza de ella.
crisis es peor, es imposible. No ves que con esas
muchachitas de 15, de 14 y hasta de 12 años no Es de noche. Un ruido de motos y de música
se puede trabajar bien. Lo peor es que son baratas estridente hace vibrar las ventanas del motel y lo
las muy putas– le decía ella desde el balcón, con único seguro es el origen de esta narración: ese
satisfacción, después de haberlo curado y cuidado gesto, sus ojos marrones reflejando un destello de
de sus recientes heridas, de sus nuevas cicatrices. eternidad o de mariposa en el que se observa el
placer y el dolor unidos.
36
Daniel Arella
Caracas, 1988
GRITO
a n a t o m í a d e l
38
que trepan como agua marsupial amparando las estrellas de los sonidos
que arden como colmena de relámpagos reventando el corazón de la miel del cielo
¿Dónde han estado tus ojos que ahora descansan en la paz del delirio?
¿Dónde han estado tus ojos que ahora descansan en la paz del delirio?
39
¿Dónde han estado tus ojos que ahora descansan en la paz del delirio?
40
Cúmplame la lluvia que el desesperar me incita a la insolencia y el puño
Cúmplame la letra de los fotones sobre la máscara que el silencio me cubre con su cuerpo
El perdón de mi pureza desnuda el rocío de las flores
(…)
Llórese en la salma perpetuidad que me enamoro de la nada bestia de su mente
La angustia en tornalunados fonemas dándome con todo contra todo en el lugar del todo
Mi lenguaje
cristales donaron a mi sangre sus colores
que guardaba para el cielo aquél viento:
41
en millares de iridiscencias sensuales monarcas
Campana mancha de silencio en la sangre tan dura campana o nudo de la muerte espesa campana tan
temprana deja de manchar el aire no implores aprendices hoyos
piruetas no implores la cantidad introspectiva la salud del péndulo
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¡La blasfEmia, el dElirio, la soledad y la intempErie es todo lo que sAlva!
Años en sima
para valer su corazón
(clandestino en la garganta)
Años en sima
para vaciar su voz
sin piedad
sin deidad
sin nada en la voz que vaciar
sin vacío en la nada que quemar
Intacto como el rencor
Intacto como sus manos
Años en sima
para vengar su hambre
para venir su lumbre
para decir
44
Fernando Vanegas
San Cristóbal, 1993.
en el camino de
la podredumbre
Abres los ojos. Observas. No te sorprende ver que un error, solo fuiste presa de la lógica que se adueña
sigues en la misma cama, en la misma habitación. de la vida y de la inercia que lo destruye todo,
La oscuridad del cuarto y el brillo eléctrico de la incluyéndote.
luz que entra desde la calle comparten contigo
el vacío. Contienes la respiración, piensas en el Nuevamente miras a tu alrededor. Claro que la
arrepentimiento, también en el perdón. Aprietas los escena es la misma, ¿qué más podía haber? Abres
puños y deseas con todas tus fuerzas morir en este otra vez la herida de tu memoria y afirmas en voz
instante. Respiras. Sigues con vida y a partir de baja, casi inaudible, que aquella era otra época, un
ahora el horror será inevitable. tiempo diferente, uno lleno de la piedad que llevas
Decides no levantarte, aún te queda tiempo. Cierras meses buscando y que no encuentras en ninguna
los ojos. Recuerdas. parte.
Hace años no era más que la sombra de una Nunca sabrás en qué segundo exacto fue que la
preocupación, una posibilidad por la que no tenías vida se marchitó sobre ti, solo sabes que te fuiste
que angustiarte. Ya no eras joven, sin embargo las haciendo lento, pesado e incapaz. Al principio
horas todavía no eran una amenaza. Ahora, por intentaste seguir adelante, conservar la vigencia, no
el contrario, envejeciste, y con el tiempo has ido hacerle caso al dolor ni al pulso acelerado. A pesar
empeorando. Te hiciste viejo y no pudiste detener de las dolencias seguiste adelante con las rutinas de
el deterioro. Quisieras sentirte culpable, pero a siempre: no te sabías viejo, no te creíste cerca del
todos les sucede lo mismo. Nadie se salva. Por eso fin. Apenas pensaste que estabas durmiendo mal y
ni siquiera te quedó el consuelo de la culpa —el por eso el cansancio. Pero no hubo caso, te fueron
autoflagelo de decir que te equivocaste, la fantasía dejando atrás los días, la velocidad que implica
de creer que pudiste haber cambiado algo—, estar vivo superó todos tus intentos. Y fue un olvido
porque no la tienes; en ningún momento cometiste quien te sacó de golpe de esa endeble serenidad que
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45
pretendías tener. tu compañero de habitación, duerme en paz y
Aquella vez, mientras hablabas con tu hijo, recordar lo maldices por aceptarlo todo tranquilamente,
la hora te fue imposible; la pediste una, dos, tres por abrirle los brazos a la idea de quedarse atrás
veces, y no pudiste retener el recuerdo. Entonces él mientras los demás siguen recorriendo el camino.
clavó su mirada implacable en ti y te preguntó qué ¿Cómo dormir sabiendo que con cada bocanada
sucedía. Qué torpe se vuelve la lengua en medio de aire se te escapa la oportunidad de significar
de la duda. No supiste responder, era la primera algo?
vez que no podías ocultar que estabas viejo, que
también tu mente había cedido y por fin te había Te pones de pie, caminas hasta el baño, te paras
alcanzado la podredumbre. Podrías jurar que desde frente al espejo y en el fondo de tus ojos ves a tu
ese día todo se vino abajo, como si con apenas un familia alejándose, luego te miras a ti mismo: tus
soplo tu cuerpo hubiese decidido renunciar a tus párpados, tu boca, tu frente.
mentiras, a cooperar con el engaño, con la negación
que te servía de escape cuando veías inminente el No te reconoces, te niegas a hacerlo.
derrumbe de tus fuerzas. Pero luego de pensarlo
un rato concluyes que el desastre llevaba mucho Ese no puedes ser tú, tú eres distinto a ese viejo
acumulándose tras de ti, escondido en las verdades macilento y gris cuyas facciones —piensas— se
que pasabas por alto después de cada año. asemejan a las de un monstruo. Tú eres un niño
de siete años que corre entre los árboles del
Entonces tus palabras se hicieron nebulosas, patio, persiguiendo a la ternura sin saberlo. Tú
hablabas y nadie parecía escucharte. Todos te eres un muchacho de dieciséis que ríe junto a sus
miraban y decían que no debías preocuparte, que amigos bajo el cielo de las tierras del sur. Eres un
estarías bien, pero tu situación ya no era la misma. joven de veinticinco que folla a toda hora con su
Eras más un símbolo que un protagonista. Las idas preciosa novia —que a veces se llamó Camila y a
al hospital se hicieron frecuentes y pronto ya no veces se llamó Sofía—. Tú eres un tipo de treinta
pudiste darte el lujo de ir solo, de salir solo, de estar y dos años que nunca ha conocido la derrota y
solo siquiera. Es más, ante los ojos de tu familia que cuando piensa en el futuro solo puede ver
la soledad se volvió un peligro para ti y juntos la gloria. Eres un señor de cuarenta que no fue
concluyeron que debían alejarte de ella. capaz de llorar cuando murió su madre y que
en realidad no tuvo ganas de hacerlo. Eres ese,
Ahora estás aquí, en El hogar de Antígona, cualquiera de esos, y no te permites ser ningún
un vertedero donde vienen todos a dejar sus otro.
desperdicios, donde todos te sonríen mientras
esperan que de una vez te acabes de morir y donde No puede ser, dices mientras te pasas la punta de
fácilmente se confunde el descanso con el entierro los dedos sobre la cara.
prematuro.
No puedo ser, es lo que en verdad quisieras decir
Por las noches no te alcanza el odio para pensar en contemplando a la criatura que crees ver en el
la vida, y esta es la peor. Te levantas, las sábanas espejo, pero cuando pretendes proseguir con tu
te arden en el cuerpo. Ves en la cama de al lado a tristeza alguien te interrumpe. Es tu compañero
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pidiéndote que te calles y te duermas porque es que solías escuchar cuando eras joven y volvías a
tarde y está cansado. Piensas que es verdad, es casa en el autobús, una canción alegre cuya letra
tarde y en el fondo tú también estás cansado. está inmensamente triste y cuya tristeza se esconde
Te callas, pero no te duermes. Miras otra vez al en la suavidad de la melodía. Y no sentiste ganas de
espejo y en esta ocasión ves algo distinto: ya no llorar, solo desolación. Te acercaste y le pediste que
a tu familia, ni a ti, ni al pasado; ves al presente, se detuviera. Él te miró, dejó de cantar y te invitó
al momento donde se detuvo tu tiempo y al terror a sentarte a su lado. Luego te dijo que la canción
que te embarga cuando recuerdas que la oscuridad no hablaba de la alegría ni de la tristeza, sino de la
aguarda al otro lado de la puerta, en los pasillos, en esperanza. Tú pensaste que se equivocaba.
el suelo y en las paredes del que ahora se ha vuelto Lo cierto es que quizá por culpa de la soledad,
tu hogar. del encierro o de la ingenuidad de sus palabras,
después de un par de conversaciones en las que fue
En tu primer día no sentiste más que asco, asco y casi siempre él quien habló, se hicieron amigos. Y
quizás rencor. A tu alrededor solo viste cuerpos aunque su compañía no fue capaz de devolverte la
apresurándose a morir, carne en descomposición, vida que habías perdido, al menos te dio un motivo
hediondez a orines y a polvo, manchas, quejidos y para seguir de pie.
articulaciones tiesas. Perdiste la incredulidad y se
volvió incontenible la seguridad que tenías de no Caminas por la habitación procurando no hacer
pertenecer a un lugar así, de no tener nada que ver ruido, como si despertar a tu compañero fuera
con todo eso. Caminaste hacia la entrada, subiste un delito imperdonable. Te paras junto a la única
las escaleras, atravesaste el pasillo. Casi gritando ventana que hay, corres la cortina y contemplas
maldecías a tu hijo mientras unas manos extrañas te el paisaje: al otro lado está la noche y más allá de
aprisionaban el pecho y él regresaba en silencio por la noche hay unos ojos brillantes que deambulan
el mismo camino que tú acababas de recorrer. por la cerca, ojos de perro callejero y hambriento.
Respiras tan cerca del cristal que el vidrio se
No sabes resignarte, esa es tu excusa, piensas vuelve opaco. Afuera debe hacer frío, es posible
mientras tu compañero de habitación se envuelve que el cielo prometa lluvia y que a pesar de eso las
en las cobijas y en el más profundo sueño. calles estén llenas de gente; el viento debe correr a
toda velocidad, barriendo los techos, levantando la
Aunque pensaste que no serías capaz de aguantar ceniza y el polvo, la arena, la tierra, mezclándolos
mucho viendo a diario a las mismas personas con la oscuridad, arrastrando consigo el humo de
reflejando tu nueva condición de ruina, lograste los carros y el aliento de los caminantes como si
soportar la primera semana, los primeros meses. Y ambos fuesen iguales ante sus ojos.
eso se lo debes a Facundo.
A Facundo lo conociste en el patio, estaba sentado Pero la brisa no llega hasta tu habitación, mucho
mirando el cielo y tarareando una canción que se menos hasta ti ahora que estás a bordo de esta
te hizo peligrosamente familiar. Si bien todo lo ficción cuyo destino no puede ser otro más que el
que te recordaba a tu antigua vida no hacía sino destierro. Entonces: silencio. Si la brisa no te toca,
sumergirte en una melancolía que no te hacía falta no hay por qué hablar de ella.
para sentirte abandonado, se trataba de una canción Todas las conversaciones con Facundo solían seguir
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el mismo guión: hablaba de su vida, de la única de la muerte cuando esta te acarició la frente sin
mujer que amó y de por qué nunca tuvo hijos, y llevarte también. Entonces quisiste saber qué había
durante todo el rato que duraba la historia tú te sucedido, quisiste saber de él y su desaparición.
hacías su espectador, atento a cada detalle. Pero Buscaste detalles, hiciste preguntas, y solo
en ciertas ocasiones la rutina cambiaba y Facundo conseguiste evasivas. Nadie te dijo nada más que lo
intentaba saber de ti, te preguntaba por tu pasado, evidente que deja tras de sí un infarto. Nadie quiso
por tus recuerdos, por todo, y tú lo escuchabas sin escuchar.
responder.
Estaba viejo, dijeron, por eso murió.
Tu compañero se queja entre sueños, algo le duele. ¿Y eso es todo? Qué fácil es justificar la muerte
Tú también llevas un malestar contigo, pero no es con la vejez. Facundo estaba bien. Viejo, pero
dolor, cuando menos no de esa clase; es la culpa bien. Nunca te habló de un corazón débil ni de un
que se acerca, el remordimiento de lo que aún no historial de infartos fulminantes. Entonces por qué
se ha hecho pero se sabe inevitable. Después te tuvo que ser él, por qué tuvo que ser Facundo —
preguntas por qué habrías de sentir culpa y por entre tantos ancianos que babean y pululan en el
mucho insistes no encuentras ninguna respuesta. silencio de Antígona— quien muriera; por qué justo
el único que aún parecía poder apreciar la vida, sin
Los perros hurgan en las bolsas negras de basura importar el encierro y el tedio que lo roía todo; por
que hay junto a la cerca, desde la ventana alcanzas qué no este o aquel, que tan desdichados se ven
a contar que son cinco. Miras el reloj, miras a tu mientras respiran.
compañero de habitación, miras hacia la puerta.
Otra vez clavas los ojos en el paisaje y sientes Nunca fuiste fácil de engañar, nunca creíste en
que a tu alrededor solo hay un agujero negro que la alquimia ni en la magia, pero tampoco creíste
se lo traga todo. Por un instante olvidaste que tu nunca en las soluciones evidentes y sencillas. Cómo
habitación queda en el tercer piso y que entre el podías hacerlo ahora que la muerte de Facundo,
suelo y tú hay un vacío similar al que sientes en el tan ilógica e inesperada, despertaba tu malicia. No
pecho. solo porque te negabas a aceptar su fallecimiento
con tanta serenidad o porque con él hubiese
La última vez que se vieron te habló de los desaparecido el último vestigio de esperanza que
instantes, de las ilusiones y del tiempo que, según conservabas, sino porque el injustificado mutismo
él, no viajaba tan rápido. que rodeaba el asunto te dio la sospecha que
necesitabas para sumergirte en una alucinación de
Seguimos vivos, ¿qué más quieres?, dijo, esa era su detective perdido en medio de la desesperación.
mayor alegría. Quizá queriendo olvidar la ausencia de tu amigo
bajo un propósito enloquecido creíste que en
Luego despertaste una mañana y te enteraste de su muerte estaba oculto algo macabro, quizá te
su muerte a manos de un infarto que lo encontró convenciste de ello.
mientras dormía. Él, que caminaba tranquilo Así que tenías una nueva búsqueda con la que
bajo la lluvia aunque los enfermeros le gritaran, llenar tus días. Le seguiste el rastro a tus dudas.
estaba muerto. Y tú no supiste aceptar lo real Lo observabas todo, callado, cuestionando el
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sentido y la naturaleza de lo que ocurría en las otros ocupantes de Antígona se escondiese la culpa,
tierras de Antígona. Mantuviste alerta tus sentidos o más bien como si en sus ojos aún quedara una
recordando a Facundo, queriendo saber cómo y suerte de rastro, una voz gritando.
por qué había muerto. Y buscando esa respuesta,
mientras te hundías en la contemplación de la Vuelves a escuchar ruidos provenientes de la cama
muerte, por fin hallaste una sospecha verdadera, de tu compañero de habitación, parece reír desde
diste con una verdad que se hizo perturbadoramente el sueño. Parado junto a la ventana lo miras y
real a medida que hurgabas en la historia e recuerdas que cada noche, desde que llegaste el
intentabas desmentirla. primer día y durante el primer mes, tu lloraste entre
tus sueños. No soñabas con momentos perdidos
En honor a su memoria decidiste visitar su tumba, o con amores que ahora son memorias, sino con
pero esa tumba no existía. Entonces hiciste la la realidad que, cuando abrías los ojos o tocabas
pregunta que te trajo hasta aquí. el suelo con la planta de los pies, te asfixiaba. El
desaliento nunca se alejó de ti. Él, por el contrario,
¿A dónde llevan a los que mueren? vuelve a reír, y su risa te da motivos suficientes
para reír a tu vez, sabiéndote libre de toda opción y
Y ninguna enfermera supo responder. toda culpa.
Descubriste, y por un momento te juzgaste Los perros que merodeaban por la cerca ya no
demente, que nadie había muerto desde hacía años están, lo compruebas con un último vistazo y
en El hogar de Antígona, nadie además de Facundo. abandonas la atalaya de tu ventana. Caminas otra
Todos los demás ocupantes, ancianos moribundos, vez hasta el baño, abres la llave, metes un vaso bajo
turistas del desahucio que desde el primer día el chorro de agua y bebes. Repites el proceso, no
se vieron a un paso de convertirse en cadáveres, porque estés sediento sino porque quieres apurar
seguían con vida. Y tú no entendías cómo era cada segundo.
posible que, entre tantos hombres a punto de morir,
ninguno finalmente lo hiciera. Esta noche, mientras esperas, tu vida es afán,
ansiedad, aceleración y desenlace.
Sin embargo, pasaron los meses y permaneció la
desolación. No fuiste capaz —pese a tus intentos de ¿Cuánto tiempo después de lo que sucedió con
investigar cada sombra, cada esquina y susurro que Facundo, después de descubrir la persistencia
te parecía la clave para descifrar el enigma que te sobrenatural de los ancianos de Antígona por seguir
obsesionaba— de llegar a ninguna parte. Silencio, vivos, escuchaste un saludo hinchado de alegría
sonrisas y puertas cerradas, solo eso obtenías recorriendo los pasillos? No lo sabes, lo que sí
cuando intentabas hablar de Facundo con alguien. recuerdas es que para entonces ya habías aceptado
A partir de entonces todos los caminos fueron la condena y dejabas que tu cuerpo persiguiera
callejones sin salida, todos los rostros se hicieron su propia destrucción. Pasabas las horas sentado
sospechosos y en ellos, por una razón que tardaste contemplando el color de los días —tan blancos que
mucho en comprender, empezaste a notar algo te desquiciaban—, quizá en el mismo lugar desde
extraño observándote, como si en la mirada de los donde, años atrás, una voz desconocida te habló de
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la esperanza. mismo; te ves y ves algo borroso, algo sin pasado,
sin bordes y sin líneas. Por fin tu compañero de
Sucede que, con frecuencia, el pasado vuelve a habitación está callado, seguramente atravesando
encarnar los días del ahora y solo entonces trae la parte más profunda del sueño, donde ni siquiera
consigo alguna respuesta. un grito es capaz de penetrar. Aunque perdiste la
cuenta estricta que llevabas de los minutos, no te
Cómo podía el nuevo habitante de ese agujero no preocupas, ya no te hace falta; un par de golpes en
recordarte a Facundo y su alegría perpetua por la puerta son todo lo que necesitas para comprender
estar vivo: él también estaba feliz, también veía en que es hora de contener el aliento.
su suerte un sinfín de caminos posibles; también
él —desgraciado— traía consigo toda la esperanza ¿Cómo rehacer el pasado sin que el presente
del mundo. Cómo podía ese recuerdo no darte levante la mirada y pregunte por qué? No lo sabías,
nuevamente razones para revivir tu búsqueda. pero decidiste ir tras él. Aunque no estabas seguro
Nunca, ni en tus días más amargos de inyecciones de lo que pretendías encontrar, pensaste que solo
y enfermedad, pudiste olvidar que algo siniestro así era posible descubrir lo que sea que estuviese
y terrible sucedía en El hogar de Antígona, algo oculto. Sabías que su destino, sin importar cuál
que nadie parecía percibir, que a nadie parecía fuese, estaba ligado al padecido por Facundo, así
importarle, y que tú, por más empeño que pusieras, que no podías perderlo ni un instante.
aún no podías nombrar. La muerte seguía sin
aparecer, incluso el tiempo estaba ausente —solo Te volviste su sombra, un perseguidor incansable.
en ti, en tu carne y tu mirada, era palpable el No importa lo que hiciera ni a dónde fuese, estabas
cansancio, el estrago— y esa verdad no te dejaba ahí, contemplándolo no solo a él sino a los demás.
en paz. No olvidaste que en ellos y su mirada se había
consumido lo último de Facundo. Vigilaste sus
¿Es necesario decir nuevamente que la resignación palabras, sus movimientos, su forma de andar. Lo
no existe en esta historia? escuchaste vivir. Y, por supuesto, lo viste caer en
los dientes y las garras de Antígona. Y fue en una
Su llegada removió dentro de ti las fibras de la de esas tardes, en la que aparentabas estar distraído
curiosidad, una vez más pusiste en marcha tu y lo observabas desde lejos, que viste a los demás
mente. Nunca supiste su nombre, nunca hablaste ancianos apuntando sus ojos hacia él. ¿Por qué lo
con él. Le seguiste los pasos desde un falso veían también ellos? ¿Qué querían? Te preguntaste,
desinterés. Sabías que las paredes de Antígona no y aunque un escalofrío te advirtió del riesgo que
podían conocer lo que hacías, no podían saber que, implicaban las respuestas, no te detuviste. Ya tu
de nuevo, querías escarbar en su corazón, o todas camino estaba marcado así como marcado estaba
las puertas volverían a cerrarse sobre ti. Ahora el suyo y marcada estaba la noche inmensa en las
estabas atento: para ti no era un amigo, para ti era entrañas de Antígona en la que, mientras vigilabas
la salida de un laberinto infinito y peligroso al que oculto al final de un corredor desde donde podías
habías entrado sin querer. ver la entrada de su habitación, descubriste otra
Llevas mucho rato frente al espejo, pero no vez que no eras tú el único que aguardaba entre la
terminas de concretar una imagen clara de ti penumbra. Los otros también estaban ahí, ansiosos.
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Escuchaste pisadas y susurros, decían su nombre. que no podía ser de nadie más que de Antígona,
Y unos ojos brillantes y salvajes centelleaban para la madre de todo hambre, la misma Antígona
él. que te ayudó a comprender, a encontrar el gusto
que se escondía en ese nuevo sabor y a poner en
Casi es momento de abrir, ¿estás listo? palabras lo que tenías frente a ti.
Sin percatarse de tu presencia los otros viejos, Se lo están comiendo, dijiste por fin.
que desde donde estabas no podías identificar y
solo veías como sombras, entraron a la habitación Ahora caminas hacia la puerta, la abres y saludas
del nuevo Facundo y, con el pulso se acelerado casi sin voz. Sería mejor no hablar, no sea que
y la seguridad de haber llegado a la conclusión por error tu compañero despierte, los vea y
inevitable, tú fuiste tras ellos. les pregunte qué pasa, qué hacen ahí, o quizá
quiera saber por qué lo miran de esa manera y
Finalmente escuchas dos golpes en la puerta. entonces tal vez se resista y grite y las cosas se
Miras a tu compañero de habitación: sigue compliquen más de lo conveniente.
dormido.
Todos estaban presentes y ahora también tú. En
sus ojos viste el brillo, la ferocidad y la muerte,
pero también hallaste vida, esa que hacía mucho
creías perdida. Recorriste el lugar con la mirada,
asombrado, contemplando los rostros, el piso,
la sangre, el hueso y la carne. Te fijaste en sus
manos, en sus bocas abiertas, en sus dientes filosos
y su ropa manchada y algunos a su vez se fijaron
en ti mientras los otros, de rodillas sobre el cuerpo
hecho pedazos, ocupados en tragar cada bocado
sin desperdiciar nada —ni siquiera los ojos—,
apenas notaron tu presencia. No pudiste gritar ni
correr. La verdad es que no quisiste huir, tampoco
sentiste asco o temor. Estabas sorprendido, sí, pero
no asustado.
IN
nada como pelear por lo que se vomita como heredar lo expulsado bolsas botellas inyectadoras rotas
inacabada imagen de los vidrios ramas restos ratas
zapatos admirables claveles teléfonos despedazados para llamar a
condones agrietados colillas de un aliento que disimula y trepa la maquinaria incesante
que chirría encima de mi cuerpo ligero un cuerpo escrito despacio como una boca abierta
desconocido cielo en pulso, San Cristóbal hasta allá ensancharé este susurro colérico equívoco
al arar el Torbes silenciada queja de cañería zumba zumba zumba la maldita enigmáticos cadáveres
balas que perforan ay qué falaz invisible ráfaga de mierda adormecida sus huesos cruzan la música secreta
y no es una imagen más qué es una imagen qué mala digestión
giro al florecer dormiré templado al viento en sus rincones entornados
a la corriente del Torbes comprendo
morir es recordar y no al contrario el mundo apenas cabe en mí
me multiplico entre la muerte estelar sueño
soy otro tu cielo en la noche vieja
por qué canta como cuando niño
IN
por qué canta el ahorcado en su río multicolor la ceniza de un cielo es eterna
hundo la inmensidad en este rostro renacido y encerrado
corrijo la dirección del viento soy el viento fugitivo en la ciudad
soy o eras tú o el bicho o el muchacho quién sabe pregunto demasiado lo que siento
abandono lo que amo y escribo la imaginación me aplasta toda palabra es ojo de mí
me sentí fallecer en la ancha pared de la infancia allá el Torbes era idéntico pero yo no sabía no era árbol
caído acaso no era el vuelo vuelco vuelta a casa en este momento se desconocía
caigo en una de mis lágrimas y la noche caminaba sin él
retorno al cadáver hacia él
ahorcada la infancia
no comenzará la vida algunos me decían sonríe joven muchacho
y sin meditar soltaba una larga carcajada varado en la orilla de sus orejas violentadas
saldré del Torbes lo juro hoy Francisco me emborracha en casa grande
hoy Francisco abre el miche en casa grande centro blanco de la pena al volver
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S I LIO
no queda de otra lo demás es carísimo
este lo compramos arriba ave que desmayada sus plumas arriba arriba arriba
Francisco vengo como sauce o como bicho niño o muchacho quiero volverme loco
no sé cómo escribir hoy Francisco me emborracha en casa grande será el cumpleaños
de Gabriela y ante la comunión familiar pintaré frases horrorizado
que no mostraré a nadie hoy Francisco me cuenta del pasado
esta noche dormiré desde su espejo
dice nosotros tenemos allá pasamontañas guardados dice esta tierra no la cuida nadie
ni los paracos ni la policía nadie dice somos los mismos
S I LIO
dice al que vemos metiéndose lo perseguimos hasta arriba
dice y si lo agarramos lo quebramos dice el susto pasa dice dice dice
hoy tío Francisco me emborracha
en casa grande por poco llegaremos a las nubes las callejuelas de La Grita se juntarán
disueltas de recuerdo pupila bárbaro fuego con el Torbes no sé adónde voy extiéndeme
hacia atrás soy como mi padre en casa grande antes del incendio su rastro descarnado
me persigue y la asfixia no me deja estoy confundido nunca he de salir de mi cabeza
sus muros son todo lo que tengo
nunca he de salir aunque la rompa nunca he de salir aunque la abra
nunca he de salir de su áureo eje
nunca he de partir más allá de su perímetro ilusorio
nunca he de cortarme la cabeza
nunca he de arrancármela
nunca he de salir de mi cabeza y su arquitectura
ensangrentada desnuda fantasmas cólera silbada ala de su locura tiros símbolos divididos en el
S I LIO
vagabundo vicio del canto y el desorden estoy confundido nunca he de salir de mi cabeza en casa
grande ni del Torbes ni de esta habitación donde quise ser nómada desesperadamente nómada de la
memoria y los años en pie estoy confundido
la palabra es mi fuga
nunca he de escapar
la palabra es mi fuga nunca he de escapar de mi cabeza
jamás.
53
54
Daniel Oliveros
Valencia, 1992 Ensayo
QUO
QUO
?
VADIS?
VADIS (I
(I))
Sobre Salvoconducto de Adalber Salas
55
De buenas a primeras nos recibe con dos grandes La Real Academia Española, en su acepción menos
referencias de tiempos ahora en apariencia extensa, define la palabra Salvoconducto como
remotos. Salas, en el espíritu de Eliot, dispone de Libertad para hacer algo sin temor de castigo, este
un discurso poético ya existente para transformarlo epígrafe pues, establece el enlace entre las puertas
en un elemento que alimente al libro, y por si no del Infierno y este Salvoconducto que funge de
fuera suficiente, si nos vamos al principio del Virgilio, permitiéndole a Salas Hernández transitar
canto al que hace referencia el epígrafe, podemos por el Inferno que él narra a lo largo de su más
establecer una relación más estrecha con el título, reciente publicación. Adalber desciende los círculos
pues es en el tercer canto del Infierno que Dante de su ciudad natal sin miedo alguno, manteniendo
nos cita la inscripción grabada en las puertas que sus preguntas y afirmaciones vivas a lo largo
dirigen al reino de los muertos: del recorrido Caracas, los que van a morir no te
saludan.
fecemi la divina Estos tres versos nos refiere a los distintos poemas
podestate, en los que incluye esta imagen, en Extranjero
57
Recuerdo la última vez Ven, entra, pasa con lo que traigas, con tus
nombres
que fui con mi madre /deslucidos, lavados
y mi con cloro, con tu
nuca besada por las raíces, con tus
abuela a limpiar la / venas como una lluvia
tumba de mi Estrecha e innecesaria.
abuelo. Lo recuerdo
nítidamente cada vez Cada poema un segmento de vida atravesado por el
uso de un lenguaje que apunta hacia la pulcritud y
que, la precisión. Si bien Salas Hernández nos despista
por la tierra que levanta redescubriendo; estableciendo así esa armonía entre
la potencia de lo escrito y la forma en la que está
el viento. escrito.
Era difícil
Si bien es posible afirmar que lo escrito en estas
encontrar en ellos un rasgo, una
cinco líneas se podría decir en prosa, sería un error
línea que los uniera.
ignorar el trabajo riguroso del verso, característica
Sus pieles eran una cartografía
que define en buena parte la poesía de Adalber.
mutilada, como si
La disposición de estas cinco líneas, por ejemplo,
todos hubieran sido escritos por
se justifica con la musculatura de cada verso, su
la misma mano
sonoridad, su musicalidad y la generosidad de
temblorosa. Los brazos, las piernas
su extensión. Otro claro ejemplo del uso de lo
dispares, las cabezas
narrativo al servicio de lo poético está en VII
sin ojos, sin boca o a medio
(Planto por la muerte de Maese Don Domingo)
formar. Ninguno de
donde el autor unifica el mundo que le rodea
ellos tenía el descuido
(lo que es) con lo anecdótico y sensible de su
de poseer una
mundo interior (lo que para Adalber es) a través
historia.
de un monólogo que simula un diálogo con un
interlocutor que se esfuma entre la bruma:
58
Miguel Angel Hernandez
Maracaibo, 1983 Ensayo
febrero de 2014.
59
II espacio determinado; es decir, frente a un sistema
constituido cuyas condiciones es necesario aceptar
SOCAVAR COMO a fin de que el texto circule como objeto poético.
En esta negociación, al leer «un día destos vengo
ESTRATEGIA y me arrecho / y entonces me voy por el páramo»
nos preguntamos por la validez de determinados
Para continuar la relectura que hacemos de algunos registros o palabras en el poema, momento en
aspectos de la poética de Blas Perozo Naveda, que reconocemos que este se ofrece como zona
quisiéramos hacer hincapié en otro elemento que de escape, como un sistema alterno dispuesto a
resalta y que ya mencionamos en la nota anterior: funcionar como aquel, más aún cuando vemos que
las marcas del habla incorporadas a la escritura, más adelante se relaciona con «Fáñez» (Alberto
que resaltan sobre todo en los poemarios Date Áñez Medina) y Ramón Palomares, por lo que ese
por muerto que sois un pobre perdido y El orden páramo adquiere nuevos matices. De esta manera,
constitucional y otros boleros de amor, hasta el la estrategia funciona socavando las bases que
punto de que es una de las características más sostienen el poema para ocupar ese espacio con
señaladas, si no la más; igualmente, hasta el punto otras voces (cotidianas, cercanas, familiares…) que
de encandilar la lectura, por lo que, ya cegados, de pronto se nos presentan renovadas y nos hacen
a ratos olvidamos que se trata de la palabra que volver la mirada al texto.
sucede en el poema; la misma, la de siempre, pero
ejecutada en un espacio que tiende a lo múltiple.
Entre otras cosas, por esto uno de los poemas inicia
«Lenguaje poético es este…», como reubicándonos
III
en el texto. UNA VOZ QUE NOS
Pero vayamos a la pregunta clave: ¿Qué función DIGA
cumple en el desarrollo de esta poética la estrategia
de acercar habla y escritura? ¿Qué la motiva? En una actividad en homenaje al poeta Francisco
Godoy (1975-2001), uno de los participantes
Como dijimos en el artículo precedente, en esta comentó que veía en aquel alguien que apuntaba
obra hay un gesto doble que niega y replantea el a interpretar en la escritura su ciudad, su tiempo y
ejercicio del poema. En ese movimiento, cuando sus habitantes; luego se preguntó si en la actualidad
leemos «teseguiréhastaelfindestemundo», a la habría otro discurso poético que pudiera hacerlo, y
par vemos cómo va estableciendo diálogos con la finalizó su intervención con un escueto y dubitativo
tradición literaria, crea un marco para la escritura «creo que no».
y se inserta en él. Por ejemplo, acude a «Tiisieliot»
(T.S. Eliot), Ernesto Cardenal, Walt Whitman, Para cerrar por los momentos el ciclo de notas
César Dávila Andrade o Allen Ginsberg, por solo sobre la escritura de Blas Perozo Naveda,
anotar cinco nombres que ofrecen claves para la igualmente nos preguntamos por esas voces que
lectura. De igual forma, los registros del habla logran reconocer, leer y dar cuerpo a un momento,
proponen un contrapeso o camino alterno frente a un lugar, etc., y que quizás por eso —por
al concepto de poema vigente en un momento y paradójico que parezca— se mantienen vigentes.
60
Partimos del supuesto de que la obra de Naveda
(aún en proceso) ha logrado esto, si bien nos hemos
concentrado en solo dos de sus poemarios, ambos
claves para leer a Maracaibo.
Ahora bien, ¿en qué nos basamos para dar esto por
sentado? De alguna manera ya respondimos esta
pregunta con los breves artículos que preceden a
este. Hemos hablado de las marcas del discurso oral
en la escritura, de referentes que trazan el mapa de
una ciudad, de nombres que despliegan filiaciones
literarias, que crean marcos para hacer funcionar
una obra; del gesto doble que dice y desdice a un
mismo tiempo; de algo que podríamos llamar un
dibujo del panorama literario, etc. Pero además
entendemos que esta «puesta en escena» planteó (y
sigue planteando) revisiones de la tradición literaria
y, en consecuencia, hace frente a la academia, a
ciertos movimientos contemporáneos, a la crítica,
al canon… Es decir, pregunta por el ejercicio
mismo de la escritura, su alcance, su naturaleza.
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CRÉDITOS
DIRECTOR:
Paola Nava
DISEÑO Y DIRECCIÓN DE
ARTE:
Santiago Gamero
ILUSTRACIONES:
Pedro Medina
ASISTENTES EDITORIALES:
Vanessa Leal
Mónica Gómez
ASESORÍA:
Carmen Velandria
CONTACTO Y UBICACIÓN:
revistainsilio@gmail.com
Maracaibo, Venezuela.