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Lo pensé.

Mis besos -todo antes del diagnóstico- habían sido incómodos y sensibleros, hasta cierto punto
siempre parecíamos niños jugando a ser mayores. Pero desde luego había pasado tiempo.

-hace años- dije por fin-. ¿Y tú?

-Me di unos cuantos buenos besos con mi ex novia, Caroline Mathers.

- ¿Hace años?

-El último fue hace menos de un año

-No, contigo y con Caroline

-Bueno… -me contesto. Y un segundo después-: Caroline ya no participa de la cualidad de ser persona.

-Vaya… -dije yo

-Si

-Lo siento- añadí

Había conocido a muchas personas que habían muerto, por supuesto, pero nunca había salido con ninguna
de ellas. La verdad es que no podía imaginármelo.

-No es culpa tuya, Hazel Grace. Solo somos efectos colaterales, ¿verdad?

- “Percebes en el buque de la conciencia”- dije citando Un dolor imperial.

-Sí. Me voy a dormir. Es casi la una.

-Bien-le contesté

-Bien- me respondió.

Me dio la risa tonta y repetí “Bien”. La línea se quedó en silencio, pero no se cortó. Casi sentía que estaba en
la habitación conmigo, pero mejor, porque ni yo estaba en mi habitación ni él en la suya, sino que estábamos
juntos en algún lugar invisible e indeterminado al que solo podía llegarse por teléfono.

-Bien-dijo después de una eternidad-. Quizá “bien” será nuestro “siempre”

-Bien añadí.

Al final colgó Augustus.

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