Professional Documents
Culture Documents
En lo que a esto último se refiere, y sin pretender agotar la lista, el tema puede
ser analizarlo con referencia a las "obligaciones" del Estado y su efectivo
cumplimiento, en cuyo caso se incluyen asuntos tales como: cantidad y
calidad de los servicios, igualdad de oportunidades , segmentación y
diferenciación educativa. Por otra parte puede ser considerado en función de la
dicotomía educación pública - e ducación privada. En este caso, el análisis se
vincula no sólo a los asuntos anteriores sino que inclu ye aspectos ideológico-
doctrinarios, frecuentemente ligados a la larga polémica entre Estado e
Iglesia. Asimismo, el problema puede ser estudiado con referencia al
movimiento general de la sociedad, hallándose aquí implicadas cuestiones
sustantivas que aluden a continuidades o transformaciones en lo económico,
político e ideológico. Precisamente en este terreno planteó la polémica el
reproductivismo, y, en general, todo el enfoque crítico de la educación y de la
función de la escuela en "la sociedad desi gual". Más allá de matices,
particularizaciones (lo económico, lo político, lo ideológico), oposiciones,
formulaciones "superadoras", etc., la discusión quedó centrada en tor no a un
interrogante fundamental: ¿la educación (la escuela), es un instrumento para
el mantenimiento del status quo exclusivamente, o puede serlo también para la
transformación de la sociedad?
1
dedicaremos más espacio a estos dos últimos asuntos -los dos primeros sólo
serán presentados como marco de análisis - la obligada brevedad de este
trabajo no nos permitirá tra tarlos con la extensión que en rigor merecen.
Hegemonía y poder
2
etc., producto de una selección que lejos de ser espontánea , c a s u a l o
“ n a t u r a l ” e s e l r e s u l tado previsible de una situación concreta de
dominación Social.
También en este caso poco importa que desarrolle su tarea en una institución
oficial o privada; lo que define su condición de "funcionario" es el grado de
adhesión o rechazo, no sólo a una vis ión del mundo y de las cosas en
términos generales, sino a un particular proyecto histórico de Nación, que in -
cluye una determinada lectura —por cierto nada neutral— del pasado, el
presente y el Futuro del país (Gramsci, A., 1972, pág. 193).
3
respecto del Estado o de la empresa priva da, verá limitada su autonomía de
acción por el control político-institucional (en el ámbito oficial) o por
Sin embargo, vale aclarar que la presión-represión que ejercen las estructuras sobre
las prácticas docentes y académicas en general, no e s i g u a l e n t o d o s
n i v e l e s y e s pacios del sistema educativo (ofi cial y privado). En nuestro
país, la tradición "reformista" ha ejercido siempre una fuerte resistencia al
cercenamiento de la "libertad de cátedra", principio innegociable del movimiento
estudiantil nacido en Córdoba en 1918. Otro tanto ocu rr e co n e l pr in ci pi o
má s g en er al que proclama la “autonomía uni versitaria". En efecto, tanto
uno como otro producen un “alarga miento" de las distancias (conti nuando
con la metáfora espacial) entre las practicas académicas y la estructura; es decir,
un debilita miento del contró1 institucional que el Estado pude ejercer
sobre "sus empleados". Esto es válido, claro está, en el ámbito oficial,
pues en el privado la his toria es otra. No obstante, cabe observar que
también en este caso puede tener alguna vigencia el principio de "libertad de
cátedra”
4
hecha con el propósito de formular algunas aclaraciones respecto de los conceptos
de control (estatal-empresarial) y d e a p r o p i a c i ó n . E n t e n d e m o s q u e tanto uno
como otro deben ser sometidos a crítica, pero en particular el último en virtud
de su uso frecuente y ambiguo. Se impone, reiteramos, efectuar una revisión
de dichos conceptos por cuanto la discusión en torno a la visión reproductivista de la
escuela, así como la referida al problema de la educación popular, remiten
necesariamente al tipo de fenómenos a los que aluden dichos conceptos, lo
cual implica admitir que en gran medida la condicionan; es decir,
constituyen el terreno en el cual la misma debe ser planteada.
Por lo dicho más arriba, vemos que el estado no sólo controla los contenidos
escolares, fija los criterios de evaluación, etc., sino que mediante toda una
batería -de ordinario bastante pesada- de reglamentaciones, normas, circulares,
disposiciones, etc., de diverso tipo y alcance, procura regular la vida de la
escuela; la relación entre sus miembros, de la institución escolar con "el
sistema", con la autoridad educativa, con la misma comuni dad. Todo ello
supone un sistema de regulación que arranca desde la autoridad central, pasa por
los distintos niveles (le la supervisión, la dirección de la escuela, y concluye en
el docente (maestro, profesor, pre ceptor). En esta acción positiva y negativa,
que prescribe y limita, que obliga y prohíbe, participa también,"La comunidad".
Los padres, en forma individual o colectiva (asociaciones de padres, clubes de
madres, etc.) e instituciones y organizaciones diversas de "la sociedad civil"
acompañan al Estado en su tarea de control, llegando a constituirse en
ocasiones en activos agentes cuando el mismo se manifiesta en sus aspectos
más negativos y represivos. Esto último no hace más que dar razón al
concepto de Estado ampliado que nos propone Gramsci; las instituciones
constituyen --o se constituyen para el caso— en una prolongación del Estado, "son
Estado", diría el teórico turinés, así, como los padres, los vecinos son o se
convierten en "funcionarios", papel que a veces desempeñan con inusitado celo.
Cabe admitir, de todos modos, que cuanto más ligada se encuentre la historia de
la escuela a la de barrio, la villa o el pueb1o, el factor "control institucional” se
hallará más mediado, más naturalizado por elementos que proceden de lo local:
5
tradiciones más o menos alternativas (a la oficial), historias de resistencias, en fin,
la memoria colectiva que operara neutralizando, resignificando o redefiniendo las
propuestas o iniciativas oficiales.
Por otra parte, en cuanto al conocimiento en sí, a los productos de aquella práctica,
¿cómo se los concibe? Se confunde discurso científico con realidad (natural o social).
Desde esta óptica, la actividad y el conocimiento científicos son tan neutrales como lo
es la educación misma, desde la perspectiva liberal neoliberal: ajenos ambos a los
conflictos sociales y a los problemas del poder. La Ciencia (así, con mayúscula,
fuera de la historia, despersonalizada) no reconoce clases sociales; el hombre de
ciencia es un perfecto esquizofrénico, que sin mayores dificultades se parte en
dos: hombre y científico. En este segundo (¿o primer?) "rol" se despoja de las
normas, valores, representaciones del mundo, etc.; es decir, de todo aquello que lo
constituye como sujeto histórico singular. Hecho esto, hace ciencia.
6
iluminista y positivista sigue alimentando el quehacer educativo en nuestras es-
cuelas, más allá (le variaciones modernizantes y otras formas de, “aggiornamiento".
Esto es así tanto para los que elaboran el currículum como para aquellos que lo
ponen en práctica en el aula, y los desacuerdos respecto de contenidos o de
procedimientos didáctico, metodológicos no exceden lo técnico-pedagógico. Es que
aquella visión que es uno de los elementos que configuran el "normalismo" y el
"sarmientismo", se encuentra entre las tradiciones más arraiga das de la
escuela argentina de la que se nutre el "sentido común" de nuestros docentes.
El texto citado nos muestra, entre otras cosas a las que aludire mos, más
adelante, el papel que juega la escuela como importante eslabón de la
cadena (le legitimación d e l “ S a b e r e l a b o r a d o ” E n el acto
de poner "el conocimiento" al alcance del pueblo, de proceder a "distribuirlo",
la escuela lo legitima a los ojos de la gran mayoría de la población. Ninguna
otra institución está en condiciones de cumplir esta función con la autoridad
socialmente reconocida con que lo hace la institución escolar. Es claro que
sobre una parte del saber que transmite (que "distribuye" o que circula) en
la escuela no hay mayores controversias, o directamente existe unánime
consenso a nivel universal (el campo de las ciencias exactas y físico-naturales),
pero no puede afirmarse lo mismo respecto del amplio campo que cubren las
ciencias sociales. No obstante ello, la escuela parece no reconocer el hecho de
que la "ciencia social" no p u e d e d e s l i g a r s e d e v i siones del mundo , —
visiones que no son ajenas a particulares situaciones de dominación— e in -
corpora al currículo y trata al "saber elaborado" que da cuenta de la
realidad social, tal como si en torno a él existiera el mismo nivel de
consenso que se verifica en el caso de aquellas otras ciencias.
Por otra parte, más allá de ne garle carácter objetivo y validez universal al
conocimiento científico-social, no podemos dejar de observar- que en el aula
—en el, texto escolar o en el discurso del maes tro— el "saber elaborado"
suele cargarse de opinión o confundirse con ésta. De modo que lo que A.
Heller señala a propósito del conocimiento o saber cotidiano (Heller, A., 1977) es
aplicable al saber que proporciona la escuela: en ella doxa y episteme, opinión
y saber filosófico-científico se articu lan, se yuxtaponen o compiten de modo
diverso, aunque natural mente, varía el grado de presencia de uno y otro
respecto del que encontramos en la vida cotidiana del mundo "exterior".
La apropiación
El texto de Edwards, más arriba citado, nos da pie para formular algunas
aclaraciones a propósito del concepto de apropiación que aparentemente ha sido
7
incorporado de modo definitivo al vocabulario socioeducativo y sociocultural en
general, y que está siendo utilizado con mucha frecuencia, con diversos
sentidos y de común en forma impre cisa y ambigua. Señalaremos algunas
consecuencias derivadas de su uso, que nos llevan a dudar de su utilidad para
mejor comprender lo que sucede en el aula y en general en el ámbito escolar.
a) Quien se apropia es varón mujer, niño, joven, adulto o ancla no; las
apropiaciones tienen siempre una dimensión biológico-existencial.
8
siempre una dimensión de clase. Se efectúan desde una clase social
determinada.
La reproducción
9
constitución como Nación, la escuela argentina reproduce. Mientras la historia
argentina se siga enseñando por "el Grosso grande y el Grosso chico", como solía decir
A. Jauretche, una historia donde se hermana a San Martín con Rivadavia, a
Alberdi con Sarmiento y Mitre; una historia definida por este último de una vez
y para siempre en función de la célebre y eficacísima dicotomía sarmientina
"civilización y barbarie" —que ha conservado una extraordinaria vigencia a lo largo
de toda nuestra historia hasta el presen te—. Mientras esa historia, decíamos, ese
conocimiento sea distribuido en las aulas de los establecimientos oficiales y
privados del país, seguiremos pensando que la escuela argentina reproduce.
¿Cómo vivieron los aconteci mientos de junio del 89 los niños, jóvenes y adultos
de las distintas clases y sectores sociales? ¿Cómo fueron experimentados los
hechos por quienes participaron en ellos de uno y otro lado del drama? ¿Cómo
los vivieron aquellos que se informaron por la versión que dio la TV y la prensa en
general? ¿Qué imágenes sociales se confirmaron, cuántas adhesiones y rechazos se
fortalecieron? ¿Qué se dijo "al otro día" en nuestra escuelas, en las de Córdoba,
Rosario, Santa Fe, San Miguel, en las del centro, en las de barrios periféricos y
villas?
10
de la cultura dominante y que metódicamente descuida la transmisión de
los instrumentos indispensables para asegurar esa misión está destinada a
convertirse en el monopolio de aquellas clases sociales que son capaces de
transmitir por sí mismas, a través de esa acción educacional continua e
implícita que opera dentro de las familias, los instrumentos necesarios para
la recepción de su mensaje” (Bourdieu y Passeron)
Preocupado por denunciar el círculo vicioso en virtud del cual sólo las
clases sociales que ya disponen de capital cultural (y de los instrumentos para su
adquisición) están en condiciones de aprove c h a r l o q u e b r i n d a l a
e s c u e l a , Bourdieu parece no reparar en que dichas clases —que no son otras
que las clases medias— están por esas mismas razones más expues tas o
"desprotegidas" ante los mensajes de la cultura dominante. Es decir, que
como ningún otro sector de las clases dominadas, las clases medias se encuentran
en "óptimas" condiciones de ser sometidas (como diría Therborn) por las
interpelaciones de las ideologías dominantes, puesto que su "sentido común" s e
e n c u e n t r a p r o f u n d a m e n t e p e n e trado por el discurso hegemónico. De
aquí la importancia que asignamos a las apropiaciones diferenciales de clase. En su
afán por defender la es cuela (particularmente la escuela pública u oficial)
como única garante de la educación popular, virtualmente todos los autores críti -
cos - que rechazan las formulaciones reproductivistas- no parecen reparar el,
la circunstancia que acabamos de señalar. La discusión que se ha venido
desarrollando en nuestro continente a lo largo de toda la década del '80 —y que a
este respecto ha sido poco menos que un monólogo— ha ignorado total mente
a las clases medias. Toda referencia a la "resistencia", las contradicciones o los
antagonismos en la escuela ha tenido como únicos protagonistas a la clase
obrera, a los "sectores populares" o a las "clases subalternas" con exclusión
manifiesta o implícita de las clases medias. Como si en su inquietud por
demostrar la irrealidad de las afirmaciones del reproductivismo necesitaran
"emprolijar" las cosas, recurriendo para ello al expediente más directo: quitar
del campo del análisis a las clases medias cuya incómoda presencia complica el
panorama.
11
12