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ee delo ~~ OEE SAE a) Fendmenos naturales eR Se Re Tuts Cre cot ATLAS DE LO EXTRAORDINARIO FENOMENOS NATURALES Volumen | A Esmor Jones con gratitud Direcci6n editorial de la serie: Juan Marfa Martinez Angel Lucia Coordinaci6n editorial de la serie: Juan Ramén Azaola Carlos Ponce Direccién técnica de la serie: Eduardo Pefalba Coordinacién técnica de la serie: Rolando Dias Edicién: Luis G. Martin, ffiigo Castro y Lourdes Lucia Fotografia y documentacién gréfica: José Marfa Séenz Almeida, Marta Carranza, Juan Garefa Costoso, Nano Cajias, Anne-Marie Ehrlich y Pat Hodgson Tlustraciones y dibujos: Tony de Saulles Tlustraciones de la Microenciclopedia: Dover Pictorial Archive Series Mapas: Ed Stuart Suscripciones: Francisco Perales Texto: Arthur Cotterell Versi6n castellana: Horacio Gonzélez Trejo Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorizaci6n escrita de los titulares del Copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproduccién total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidas la reprografia y el tratamiento informitico, y la distribucién de ejemplares de ella, mediante alquiler © préstamo piblicos Titulo original: The Illustrated Encyclopedia of Myths & Legends © Marshall Editions Limited, 1989 De la edicién castellana, Editorial Debate, S. A., Gabriela Mistral, 2, 28035 Madrid © De la traducci6n, Horacio Gonzalez Trejo ISBN: 84-7444-422-5 Volumen II Depésito legal: B-4.790-1993 Impreso en Abril de 1994 Impreso y encuademado en Edigraf, Barcelona Foto de cubierta: Venus, Baco y las Tres Gracias. Fotografia de Noel-Nicolas Coypel (Museo de Arte e Historia, Ginebra). ATLAS DE LO EXTRAORDINARIO FENOMENOS NATURALES Volumen | Introduccién CONEXIONES COSMICAS La LUZ DEL MUNDO Anatomia del sol UN IMAN COLOSAL El magnetismo terrestre LAS LUCES DEL NORTE Auroras boreales LA FUERZA IRRESISTIBLE La atraccién de la gravedad RITMOs SIN FIN El ritmo de las mareas INVASORES DEL ESPACIO Meteoros y cometas CICLOS DEL HIELO Los perfodos glaciales LA TIERRA INQUIETA CONTINENTES EN MOVIMIENTO La teorfa de las placas tecténicas Sumario Volumen I 6 LA FRAGUA DEL DIOS DEL FUEGO 8 Los volcanes 10 ENERGIA DEL MUNDO SUBTERRANEO. Géiseres y manantiales termales 18 ONDAS SISMICAS Y FALLAS LETALES ‘Terremotos 24 TSUNAMI: LA OLA GIGANTE Tsunamis 30 MONTANAS Y CANONES SUBMARINOS La actividad volcénica bajo el mar 34 EL CONTINENTE HELADO La Antartida 42 ‘ LA MAQUINA DEL CLIMA 48 LA FABRICA DE VIENTOS Corrientes y clima global LA SERPIENTE ENROSCADA 52 Huracanes y tornados 54 RAYOS EN EL CIELO Rayos, truenos y Iluvias de animales 60 68 72 80 84 92 100 102 108 116 Introduccion En nuestro planeta abundan los lugares impregnados de misterio. Muchos de ellos son obra del hombre, pero los mas intri- gantes y sobrecogedores son los lugares y fenémenos naturales que forman parte in- tegrante de la Tierra misma. ‘Aunque son objeto de una intensa y rigurosa investigacién cientifica, estos pa- rajes y situaciones misteriosos conservan su capacidad de evocar maravillas y exci- tar la imaginacién. La ciencia puede aportar numerosas explicaciones convin- centes, a pesar de lo cual muchos de estos fenémenos contindan resultando evasivos y enigmaticos. Las paginas de este libro equivalen a un recorrido por las maravillas de nuestro planeta, desde lo familiar a lo insélito. Los misterios que encontraremos son mu- chos y muy diversos. A veces se trata de procesos impulsados por fuerzas a las que no prestamos ninguna atencién en nues- twa vida cotidiana, como la gravedad que provoca las mareas del océano. En otros casos, son consecuencia de la actividad que tiene lugar bajo la tierra que pisamos, donde el lento pero infinitamente pode- roso desplazamiento de las placas conti- nentales ocasiona temblores y erupciones volcinicas, géiseres y olas gigantes. Y no olvidemos los fenédmenos climaticos: ma- ravillas de ritmo lento, como las misterio- sas fluctuaciones de El Nifio; reldmpagos y tornados que son casi instantineos; y fe- némenos extravagantes como la Iluvia roja y las Huvias de animales. En el telar de la actividad planetaria se tejen paisajes enteros, repletos de comple- jidad y misterio. Algunas combinaciones de geologia, fauna y flora, como la Gran Fosa Tecténica africana o el mar de los Sargazos, jamds dejan de maravillar al que las contempla. Las fuerzas misteriosas de la naturaleza determinan la fisonomia de nuestro mun- do. En estos tiempos de preocupacién por el futuro de nuestro planeta, la tarea de adivinar sus secretos y conservar sus mara- villas para las generaciones futuras ha ad- quirido mas importancia que nunca. ELL de naviemine de 1963, una viotenta losin voli mba ts fras aguas al sur de flan ‘anuocid uno de los espectaclars y Imisterionos de fox Hemp moderne ke foxmacion de wna reve isa, Surly, {pueha proporcionado 2 os cietificos we fatudier la olonisacin de tera ester por les plantas Yy animales y constatar Tnespansidn de fa vide sobre le Tera, Conexiones cdésmicas Nuestro mundo, el planeta Tierra, esti repleto de maravillas y misterios. Posiblemente, el mas notable €s uno en el que apenas se suele reparar: la extraor- dinaria circunstancia de que vivamos sobre la super- ficie de una delgada capa de roca maciza que flota en lava fundida y que da vueltas a través del espacio. Mientras cavamos en el jardin, nos lavamos los dientes, damos de comer al nifio, hacemos el amor 0 nos desplazamos al trabajo, estamos al mismo tiem- po recorriendo la inmensidad del espacio interest lar, pegados a la superficie de un planeta rocoso y protegidos tan s6lo por una fina capa de aundstera habitable. Puede haber algo mas misterioso que esta desconcertante incongruencia de levar una vida normal a bordo de una nave espacial planetaria, aparentemente tan vulnerable? Mientras lee usted estos parrafos, creyendo estar inmévil, la rotacién de la Tierra le hace dar vueltas una velocidad aproximada de 800 km/h; al mismo tiempo, la traslacién del planeta alrededor del sol le impone una velocidad de mas de 80.000 km/h a lo largo de la érbita. ¥ tanto usted como el resto del sistema solar dan vueltas en torno al eje de nuestra galaxia, la Via Lactea. Nuestro sol, con sus planetas, subordinados, no ocupa una posicién especial en el universo. Es una entre millones de estrellas que for- ‘man una galaxia espiral, que a su ver es una isla en medio del océano césmico. ¥ es que nuestra galaxia, que los antiguos bautizaron Via Lactea porque sus innumerables estrellas parecian fundirse en una fran- ja lechosa que cruza el cielo nocturno, tampoco es tun fenémeno tinico, sino una més entre las inconta- bles miriadas de galaxias del universo conocido. Aunque apenas pensemos en ello, resulta imposi- ble eludir por completo el contexto césmico de nuestras vidas, ya que el trasfondo cosmolégico se entromete en nuestra vida cotidiana sin que muchas veces nos demos cuenta, y de maneras que la ciencia moderna sdlo puede explicar en términos generales. El sol y Ia luna son la causa de las mareas, y el sol es el motor de la maquinaria climatica, tanto en sus manifestaciones diarias como en sus variaciones a lo largo de los milenios, provocadas por variaciones en Ia orbita y Ia rotacién de la Tierra misma. Los cien- tificos reconocen que nuestro conocimiento de estas, cuestiones es parcial e inexacto, y sus teorias siguen, estando plagadas de misterios, aspectos del mundo real que no tienen explicacién. Los pueblos antiguos tenian modelos del universo diferentes de los muestros, y también sus misterios, eran diferentes. Su ciencia era menos compleja que la nuestra, pero servia para describir el mundo tal como ellos lo concebian. Sencillamente, los concep- tos antiguos tenfan que explicar menos hechos. En todas las épocas se ha dado la falacia de consi- derar que la ciencia moderna acaba de atravesar Ta barrera de la ignorancia, que la tiltima teorfa pro- puesta es la teoria que despeja todas las incdgnitas. Los fisicos, por ejemplo, creian encontrarse en esta situacién a principios del siglo Xx, hasta que el gran cientifico Albert Einstein, con su teorfa de la relatividad, acabé con esta sensacin de satisfac- cidn Hay quien cree saber cémo afectan a nuestro pla- neta y nuestras vidas las influencias cosmoldgicas, pero en realidad nuestra ignorancia es casi total en Le galaxia M33, una galaxia espinal may similar @ muestra Via muchos campos. Por ejemplo, sélo tenemos una ligerfsima idea del efecto de los ciclos de perturba- ciones magnéticas en el sol, que se manifiestan en forma de Hamaradas, prominencias y manchas sola- res, y que a su vez influyen en el clima, las trasmi- siones de radio y, sin duda, en actividades mas suti- les, como Ia orientacién de los animales migrato- tios. Los hordscopos, los radiotelescopios y la matema- tica profunda de la teoria del «Big Bang» son s6lo tres maneras diferentes de intentar superar el temor reverencial a la inmensidad y los misterios del uni- verso. Sin embargo, no deberiamos tener miedo de los misterios, ya que, como dijo el propio Albert Fins- tein, «lo misterioso es lo mas bello que uno puede experimentar». La luz del mundo No tiene nada de extraiio que todas las razas y todos los pueblos hayan adorado al sol en uno u otro momento, ¢Cabe actitud rms racional que la de formalizar en un religién el temor reverencial que todos sen. timos ante tan formidables poderes? Un: entidad que proporciona luz y calor con infalible regularidad, que hace crecer las cosechas y transforma la noche en dia, pose muchos de los atributos de un dios Lo tinico que ha hecho la ciencia moderna 5 sugerir mecanismos que expliquen los extraordinatios poderese influencia del sol Consciente de la conexion que existe centre ef sol y la Tierra, la humanidad siempre ha sentido deseos de conocer los origenes de ambos cuetpos. De dénde salieron el sol y la Tierra? Es ésta una pregunta —y un misterio— que todos los pueblos, todas las religiones y todas las personas con uso de razdn se han plan teado en alguna ocasion, Casi todos los mitos y leyendas sobre el origen del mundo lo presentan conectado al origen de la humanidad, La fuerza motriz de esta doble creacién es, casi ine vitablemente, una figura divina, por lo general ralacionada de algin modo con el sol, Los modelos modernos de la crea cin no tienen que recurrir a un dios que pponga en marcha el proceso ereativo, pero esta simplificacién no ha hecho que los conceptos resulten menos sobrecogedores. Los cosmélogos opinan que el sol y la Tierra se formaron casi al mismo tiempo, hace unos cinco mil millones de afios, a partir de una inmensa nube de gas y polvo que fue el origen de todo el sistema solar. Bajo el efecto de la gravitacién, la nube se fue condensando, concentrando cada vez ‘mas materia en su zona central Poco a poco, este proceso condujo a la formacién. de una masa rotatoria con un abultamiento en el centro. El abulta- miento se fue comprimiendo por efecio de la gravitacin, convirtiéndose en una masa cada ver mis densa, hasta que la tempera- tura y la presion alcanzaron niveles capa ces de inducir Ta fusién termonuctear, el salida del sol entre la miele de wm dia ‘toa mavifiesta ale pevfeccidn ol miserio Symayestad de la fate, dela que rusia planet Aepende en todos los fspecos de se [ts mt mismo proceso que tiene lugar en el n cleo de una bomba de hidrégeno, Habia nacido una estrella que empezs a irradiar energia calbrica y luminica con una inten- sidad que no ha disminuido en cuatro mil millones de afios. EI disco de materia des- prendido por la nube definié el plano orbital de los fururos planetas del sistema solar, formados por condensacién del pol- v0 y el gas que componian dicho disco. La potencia del sol como fuente de energta hha constituido un misterio desde que los sees hhumanos levantaron por primera ve ls ojos hacia el cielo y se preguntaron por el origen de su calor y su luz, aparentemente inagota bles. Los antiguos suponian que el sol se mantenia encendido mediante inmensas ho- ‘gueras, y nuestros conocimientos no avanza- ton mucho hasta principios del siglo xX. En 1908, el fisico norteamericano Her- mann Helmholtz consideré la posibilidad de que el sol estuviera compuesto por una mezcla de oxigeno e hidrogeno y produjera su luz y su calor mediante la combustion de estos dos gases. Esta idea parecia plausible en aquel momento, ya que se sabia que el hidrigeno es el principal componente del sol. Pero Helmholtz descubrié que, aunque el didmetro solar mide 1,$ millones de kid metros mas de 100 veces el didmetro de la Tierra—, el combustible se le agotaria en 3.000 aftos si funcionara de esta manera Puesto que el sol lleva existiendo mas de cuatro mil millones de aos, la explicacion resultaba del todo insostenible. ‘Veinte afios antes de que Helmholtz reali zara sus cileulos, el astrénomo britinico sir Norman Lockyer habia intentado resolver l misterio del enigmtico origen de la ener- gia solar, mediante una hipdtesis aun mas extravagant: suponia que todas las estrellas ‘obtenian su energia del constante bombar- ‘deo de su superficie por una enorme canti- dad de meteoritos; pero esta teria tampoco podia explicar el rendimiento continuado de nuestra estrella a To largo de los eones. En 1914, el norteamericano Henry Rus- sell yel danés Ejnar Hertsprung avanzaron ‘un paso mas hacia nuestro modemo con- cepto del origen de la energia estelar, con la publicacién de un estudio sobre la relacién entre el brilloy el color de las estrellas y la edad de las mismas: el Hamado esquema de Herusprung-Russll. Estos decubrimientos orientaron la atencién hacia los mecanisimos zona de radacin zona de conveeciin de produccién de energia en las stella; al principio, Russell creia que la energia pro- cedia del choque entre protones con carga positiva y lectrones con carga negativa, que se destruian_mutuamente, Aunque resulté star equivocado, esto represents un nuevo paso adelante en la diteccién adecuada. El paso definitivo se dio en los afios inmediatamente anteriores a la segunda El misteriowo cielo de las manchas Soares, de unos 11 afios de dduracabn, se obser6 por primera een 1803 el grifco muestro un ‘eriodo de actividad considerable 3 euler Ata inquierda, sccm lranseersl dl sol formado por capas concéntrics. El milo, Te soma més densa y cliente, ‘sti rodeado por capas progresivamente mis iasy gasosas, hasta Uegr ola cap ms externa, © fotosere. En sus orgenes, el ‘sera solar era wna jnmenia nube de Doloo y gas. Por ecto de fo atracion ‘rovtatoi, la maria. 5 fue concenirando en fl centr, formando ‘ina maseroatri, com la forma de dos Somirers 0 das hives frts pests tino conte ofr. ‘guerra mundial. En 1927, habiéndose com- probado que los dos gases mis abundantes en el sol son el hidrogeno y el helio, sir Arthur Eddington sugirié que la fuente de ‘energia era la trasmutacién de elementos. A temperaturas y presiones lo bastante altas, los micleos de dos atomos de hidrégeno podian fusionarse para crear mticleos de helio, y este proceso de fusién nuclear des- La mass central se fue comprimiendo eam uerpo cada ves ma ‘enso, hasta que la temperatura la La estrella at creada empe mormes cantidades de tay calor. El resto de ib condensindo hasta formar los Las espect protuberancies fra que se forman en externa del sol som magnifcos indiadores (ela actividad solr. Eva imagen en ‘colores simulado Shyla en 197, muestra oi de las enupeiin dos horas, prenderia cantidades enormes de energia, Los céleulos demostraron que si el hidré- geno se «quemara» de este modo, podria durar millones de aftos. En 1939, el fisico nortearericano Hans Bethe perfecciond la teoria de la fu sién de Eddington, al darse cuenta de que el sol contiene una pequeiia cantidad de ‘étomos de carbono que podrian actuar como 1 La tur del mundo Los adoradores del sol En casi todos los mitos de creaci6n del mundo, el sol aparece como protagonist. Y een culturas tan diferentes como la de los cel- tas de Gran Bretafay la Caliay la de los abo- rigenes de Australia, se adoraba al sol como si fuera un dios. Las antiguas leyendas egipcas sobre la crea- cién combinan un gran nlimero de estos elementos miticos. £1 dios del sol era Ra, cuyo nombre significaba screador y seftor de los cielos», Se fo veneraba por encima de todos los demés dioses, y a lo largo de los siglos tuvo varias manifestaciones, entre ellas. cl halcén, el leon y el disco solar. La raza humana se creé a partir de las lagrimas del gran Ra, los faraones se consideraban des Cendientes del dios, y entre su descendencia divina figuraban Shu —el Atlas de la mitolo- gia egipcia—, el dios de la tierra, Geb, y su esposa Nut, la diosa del cielo. Este es el trio protagonista de la historia de la creacién, Cuando Geb y su esposa se encontraban haciendo el amor, Shu los oblig6 a separarse Nut quedé arriba, formando el cielo, y Geb abajo, donde creé la tierra. A Nut se la solia teptesentar con figura femenina y alargada, tocando la tierra con las puntas de los dedos de pies y manos, y con su vientre esrellado dde cara a la tierra. En una época en la que resultaba imposible obtener informaciones ve fidicas sobre el origen de la Tierra, estos mites proporcionaban una explicacién cohe rente y que inspiraba reverencia Miles de afios después, los conquistadores espafiles que llegaron a América en el si glo 141 descubrieron que el culto al sol ain formaba parte integrante de las religiones inca y maya. Los inca creian que Inti, el dios del sol, se zambullia en el mar cada tarde, nadaba bajo la tierra y reaparecia por el este a la mafana siguiente. catalizadores de la fusién del hidrogeno y se repondrian a si mismos. En esta tcoria se basa el concepto moderno de la produecién de energiaestelar. Esta hipétesis sobre la dinémica solar va acompafiada de un concepto de su organiza cid interna, algo que jamas se puede perc bir direcamente. En lo mas profundo de la masa solar hay un nico de hidrdgeno en fusion, en condiciones de temperatura y pre sim elevadisimas. En él, los micleos de ftomos de hidrégeno se apretujan a 15 mi: Tones de grados centigrados, formando un material doce veces mas denso que el plo {ta magnifica miscara ‘de oro con amas desl También for mayan adorsban a Sarangi. fn ‘Chichen hed ‘eipaes Tamar Pea en compat de ‘ap on don tncarado de ‘non ado a aco fo eR smo, En estas condiciones de altisima ener- ga, se produce una explosién constante de To que equivale a una inmensa bomba de hidrégeno controkada La energia emitida desde el micleo se abre camino por radiacion hasta la superficie del sol, la ama ue tiene unos 100.000 kilémetros de espe- sor. Desde aqui hacia fuera, la mayor parte de la energia se transfiere mediante violen- tas agitaciones convectivas de los gases. La parte visible del sol, su superficie exterior y brillante, es 1a Uamada fotosfera, con una temperatura de unos 6.000°C. Mis hacia zona de conveccién externa, fuera se encuentra la atmésfera tenue del sol, 0 corona solar, mucho menos densa, donde se origina el «viento solar» de parti caulas energéticas, que fluye de manera cons. tante La forma estérica del sol y su superficie radiante y aparentemente regular se ven per: turbadas por una serie de fenémenos, mu: cos de ellos de cardcter itmico y relacio nados con sus propiedades magnéticas. De vex en cuando, surgen de la superficie solar enormes llamaradas y prominencias, y tam: bién aparecen manchas oscuras y relat mente frias, que se desplazan por la super uede observar que el ntimero de manchas solares aumenta disminuye siguiendo un ciclo de once afios, que a su ver guarda relacidn con el ciclo —de veintidés aftos— de inversiones A lo largo de los aos, se de polaridad en el campo magnético del sol Se han realizado muchos inten ar conrelaciones de este ciclo en la Tierra cima, la conducta humana o los mo- mentos criticos de la histo demostrado que algunos fenémenos meteo- rol6gicos siguen la misma pauta. Pero lo mas probable es que no guarden relacién ia— y paree bien con el aumento de actividad del viento solar, que a su ver depende de los ciclos magnéticos del sol 1 posicién césmica de la Tierra en rel: con el sol y otros cuerpos celestes ha ‘onstituido siempre un profundo mistero. La historia de las suces wante despliegue de grandes ins piraciones,largos periodos de confusi6n, pa as interpretaciones sun fasc sos en falso y, con el tiempo, una especie de consenso en torno a una imagen clara pero intimidante de nuestras coordenadas cosmo- logicas No resulta dificil imaginar cémo surgis la idea de una tierra plana e inmévil; para el observador casual, en la experiencia coti diana no existe nada que refute este con: cepto, directo y aparentemente razonable. E propio Tales de Mileto, filésofo griego que vivid mis de cinco siglos amtes de Jesu cristo, creia que el mundo era un disco plano que flotaba en sélo se puso en duda agua, y su tcoria cuando results evi dente que algunas observaciones astronémi cas eran incompatibles con esta visién sim plista del mundo, Algunas estrellas concretas, muy brillan: 16 La hue del mundo tes y facies de identificar, se podian ver, en ciertas épocas del aflo, en algunas partes de mundo entonces conocido, pero no en Por ejemplo, Canope se veia desde Alejan: dria, en el norte de Africa, pero nunca desde Atenas. La nica explicacién posible era aque la superficie de la Tierra fuese curva, con To que tal, Canope quedaba sierupre detris del hori jista desde la Grecia continen Da imistico de la esfera, que considera o que los griegos tenian un concepto la forma sélida perfeca, parece natural que desarrollaran la idea de una superficie curva hasta llegar al concepto de un mundo esfé rico; para la humanidad, esto represent6 un enorme salto mental El modelo esférico de la Tierra poseia la virtud adicional de explicar por qué la sombra de la Tierra, causa de los eclipses y solsticios, era también circular, Hace ya 41 siglos, los habitantes de la Tierra seguian los ciclos periédicos de eclipses y solsticios Un pueblo neolitico, por ejemplo, levanté 1 fascinante monumento megalitico de Sto nehenge en la Hanura de Salishury de Inglaterra, que, segiin parece servia como templo > también como calendatio astronémico. Es casi seguro que observando el sol y la luna a través de los complicados anillos de piedras cuidadosa mente colocadas se podian predecir los eclipses Pero a pesar de que el concepto de un nundo esférico seguia ganando adeptos, a algunos pensadores y filésofos ain les resul taba dificil no caer en el més tenaz de los prejuicios: el de ereer que los seres huma nos, y el mundo en que vivimos, ocupamos 1 centro del universo, Los griegos clisicos estaban convencidos de que el sol la luna y as estrellas giraban alrededor de una Tierra fija, en trayectorias circulares; ésta es la teo- ria de las esferas celestes No resultaba tan facil explicar mientos de los planetas (en griego planao ai 0 «cuerpos errantes porque sus tra yectorias parecian irregulares en relacién con las posiciones sfijas» de las estrellas. Pero el ingenio de los griegos logré superar sta dificultad, elaborando una teoria, el llamado sistema tolomeico, que codificaba Tas trayectorias de los planetas mediante un sistema de circulos de los llamados epiciclos. Mediante esta espe cie de engranaje cosmol6gico se podian pre decir de manera aproximada los movimien tos de los planetas y las estrellas. ‘Sin embargo, algunos griegos, os incon. formistas intelectuales de la época, se nega ban a aceptar la idea ortodoxa de la Tierra como centro del universo, Aristarco de S ‘mos fue el primero en sugerir, hacia el 250 a. C, que la Tierra se movia alrededor det sol en una érbita circular que tardaba un Llegé, ademés, a la ide que sobre su conclusién de que el sol era ms gr Ta Tierra, y que la rotacién de é je era la causa de los dias y las noches. Pero tanta perspicacia sélo le sirvié. para ser considerado un excéntrico con delirios Habria que esperar casi 1.800 aos, hasta 1530, para que sus ideas fur replanteadas por un clérigo polaco lamado Nicolés Copérnico (1478-1543), Su concepto de un universo heliocéntrco se enfrenté de recogidas ‘manera inmediata con la violenta oposicién de la Iglesia. Martin Lutero, jefe de la Re ma Prostestante, declaré a p Copérnico: «Este idiota esti tratando de echar por tierra todo el arte de mia» Y lad. Copémico hhabfa provocado una grieta irreparable en ¢l edificio del sistema tolomeico, cuya des- ta loge, que fepreseria 2 un ‘Rome travesando la ‘Boveds df cielo para Ines 3 misters, dscrbe my, ipacamente ‘ewactan que provocaron ls ideas de Coperico entre fs stcnomes 9 erudtos Los primeros astrénomos El tratado de Nicolés Copémnico Sobre las revoluciones de los orbes celestes, publicado en 1543, estableco las bases de toda la astro- nomia modema, Sin embargo, su autor creia erroneamente que ls érbitas de los planetas eran circulaes, Tal hipétesis fue refutada por el alemin Johannes Kepler (1571-1642), quien descu- brid que eran elipticas. {a invencion del telescopio permitio al as- trénomo italiano Galileo (1364-1642) descu- brir, entre otras cosas, los criteres y monta- La hu del mundo 17 {ls Harmonia Macocoumia de ‘andreas Clr. pubicada en ‘amen en 708 represents de ‘orm imaginative! stems ‘opericano del Universo tiara qu gra en tomo a un sol ch experion Benga, aparece en se ye a oy denis planets gan cada uno en su Sta, 9 onl eles =e recor Spurnte del sola vans defo, tlos™ stn represemados fs doce Simos al Zoo. fias de la luna. Issac Newton (1643-1727) construyé el primer telescopio de espejo; ¥ en 1789, Willm Herschel (1738-1822), que ya habia descubierto el planeta Urano, terminé de construir su telescopio de 12,2 m, un piantesc nstrumento con el que escudig fs cielos, lagrando penetrar mucho mas alla del sistema solar. Los fantésticos experimentos de la €poca moderna, como la sonda espacial Voyager 2, irigida a Neptuno, son la continuacion del trabajo de aquellos pioneros. Un iman colosal Para la mayoria de nosotros, por un lado existe la ciencia de sentido comin y por otto la ciencia misteriosa. La ciencia de sen- {ido comin se aplica a las expectativas nor tales de la experiencia cotidiana, y nos ddamos por satisfechos con tener una idea de Jos mecanismos que hacen que sucedan las cosas, No nos sorprende que una lama caliente el agua de una olla, ni que al afi dir agua fria al agua caliente obtengamos tun volumen doble de agua templada La ciencia misteriosa se ocupa de proce s0s que no parecen tener cabida en niues mundo cotidiano y bien ordenado. Pode- mos prescindir tranquilamente de los miste rios localizados al nivel de la fisica cu: tica, que trata de extrafias incertidumbres en um plano de existencia en el que la mate ria y la energia se presentan en cantidades ininitesimales eimpredecibles. Los cuantos no se entrometen en nuestos asuntos cot dianos Sin embargo, el magnetismo es otra cues tidn, Parece de lo mis corriente, algo que se da siempre por sentado, Por muy poco di nero se pueden comprar juguetes que fun- anblance Parece que navegan uidndose por els marcas dl por el campo mmagndtico de la Taree, que es humans epenes pereibimos. dung Somos incapaces de comprender ese hemos aprovechado para enviar mensajes fn tempo de guerra, ‘anda no es ponble omunicacion. Abajo pelomes menssjeras ‘aguardendo a que les ‘ellen pare pricipar una competicon. Un imin colosal 19 20 Un imin colosal cionan a base de pequetios imanes que se repelen; la brjula con aguja magnética ha sido un artefacto de uso comin —y funda smental— en casi todas las sociedades teeno- logicas. Pero si nos paramos a pensar en ellos, tanto los juguetes como la brijula pueden resultar terroriticos. La capacidad de un iman para mover otro, sin que exista contacto fisico entre ellos, parece cosa de magia. Los misteriosos poderes del electromag- netismo, mezcla de influencias eléctricas y rmagnéticas permanentemente entrelaradas, tienen una importancia fundamental. Es la atraccién electromagnetic, es decir, la atrac- cidn entre la carga positva y la negativa entre un polo «norte» y otro «sur, Io que hace funcionar un motor eléctrico 0 una central de ener n una escala increiblemente lo que mantiene la estructa Cada dtomo esti organizado como un ss tema solar en miniatura, El «sole de este sis- tema ¢s el micleo del étomo, que contiene casi toda su masa y esta cargado positiva mente, Alrededor del niicleo giran electo- nes con carga negativa, mantenidos en sus distintas «érbitas» por fuerzas electromag néticas. Sin esta atraccién, que mantiene unidos los componentes del podria existit. Y sin los dtomos, no exist rian Tos planetas, las estrellas ni los seres humans Nuestro planeta posee un magnetismo sig- nificativo, como lo demuestra el hecho de que la aguja de la brijula se oriente si sguiendo el campo magnético de la Tierra En el hemisferio norte, la aguja sefiala al polo magnético norte; en el hemisferio sur, a su equivalente del sur. En términos mag. néticos, la Tierra se compotta casi como si tuviera una gigantesca barra imantada atra- vesindola de parte a parte, con un extremo cada polo. Cada polo magnético se en- ccuentra desplazado unos once grados con respecto a los verdaderos polos geograticos, definidos por el eje sobre el que rota la ‘Tierra Entre los dos polos magnéticos se extien- den las invisibles lineas de Fuerza del campo rmagnético terrestre. Este campo de fuerza forma una especie de plantilla cartogrfica sobre el paisaje, que sirve de orientacién a los seres vives capaces de percibir su fuerza y su direccién. Los cientificos estin empe- wis pequetia, es de los tomas, zando a darse cuenta de lo extendido que esti el sentido magnético en los seres vivos. Las bacterias, los peces, las aves y quiz también las personas derivan parte de su capacidad para mantener un rumbo de su capacidad para sentir la direccién del cam- po magnético dela Tierra. ¥ se cree que los rahories, personas dotadas del misteioso poder de localizar sustancias bajo la tierra valigndose tam s6lo de un palo ahorqui- lado, son sensibles a las pequetias varia 0 magnetita, un mineral magnético formado principalmente_por compuestos de hierro, pero probablemente fueron los chinos, en el siglo 1 a. C, los primeros en construr unta brijula con mag: neta Sin embargo, la brijula, en wltimo tér rmino, s6lo responde a las lineas de fuera rmagnética, y éstas, por desgracia, no son las mismas en todo el mundo. Entre otras cosas, en. cualquier punto de la superficie terrestre hay que tener en cuenta el. pro- blemea de la discrepancia entre el norte mag: niético y el norte geografico 0

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