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Palabras clave: Teoría pura, ciencia del derecho, derecho positivo, nor-
mativismo, formalismo jurídico, neutralidad axiológica, crítica jurídica,
moral, ideología.
Keywords: Pure theory of Law, legal science, legal positivism, legal for-
mality, neutral axiology, legal criticism, moral, ideology.
1. Introducción
En pleno siglo XX, Hans Kelsen dio a conocer al mundo su Teoría pura del Derecho
(1934). Su obra cimentó los pilares del positivismo jurídico decimonónico y, al mismo
tiempo, reorientó el rumbo de la ciencia jurídica moderna3. Kelsen es considerado el
1 Artículo recibido: 17 de septiembre de 2014; aprobado: 3 de noviembre de 2014.
2 Maestro en Derecho por la Universidad Nacional Autónoma de México. Integrante del Colecti-
vo de estudios críticos y alternativos del derecho Radar. Correo-e: mundopozo@hotmail.com
3 Aunque Kelsen desarrolló su obra durante el S-XX fue heredero de las corrientes juspositi-
vistas anteriores, que tuvo sus expresiones más resonantes en las escuelas jurídicas del S-XIX: la
Histórica (Savigny), la Exégesis, la Analítica (Austin), la Jurísprudencia conceptual (Ihering I), la Teoría
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militante más activo de las filas neokantianas en el ámbito jurídico. “Trató de llevar a
cabo en el campo del Derecho lo que Kant había realizado en el terreno de la razón
pura, es decir, se propuso construir una ciencia jurídica auténtica”4. Las bases funda-
mentales de su obra fueron descritas de la siguiente manera:
��Ídem., p 84.
��Ibídem.
��Ibídem.
��Cfr. Ídem., nota al pie 59, p. 85.
��Ídem., p. 86.
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natural”, ya que la descripción y explicación de la conducta humana mediante las leyes
de la causalidad, “no puede ser tenida como esencialmente diferente de las ciencias
naturales”18.
En la carrera por delimitar su objeto la TPD no sólo tomó distancia de las ciencias
naturales y la sociología jurídica sino buscó distinguirse, especialmente, de la Ética. Esta
distinción cobró un carácter significativo en la obra kelseniana, tomando en cuenta que
tanto la moral como el derecho son reconocidos como órdenes sociales de tipo nor-
��Ídem., p. 101.
��Ídem., p. 103.
��Ídem., p. 102.
��Ibídem.
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mativo y por ende las ciencias que lo estudian son de la misma naturaleza (normativa),
compartiendo puntos comunes susceptibles de mezclarse.
Pero sobre todo interesa discernir estos campos, porque entraña uno de los
tópicos fundamentales que ha ocupado al pensamiento jusfilosófico en su devenir: la
problemática de lo justo y su comprensión desde el derecho: “En tanto la justicia es una
exigencia de la moral, la relación entre la moral y el derecho queda comprendida en la
relación entre la justicia y el derecho”.27
Para la TPD el rasgo definitorio del objeto derecho es su carácter coactivo. “Otra
nota común de los sistemas sociales designados como “derecho”, es que son ordenes
coactivos en el sentido que reaccionan con un acto coactivo (esto es: con un mal), como
la privación de la vida, de la salud, de la libertad, de bienes económicos y otros, ante
ciertas circunstancias consideradas indeseables (…); un mal que debe infligirse contra
la voluntad del que lo padece, inclusive de ser necesario, recurriendo a la fuerza física,
es decir, coactivamente”.28
Que el derecho sea un orden coactivo quiere decir que sus normas estatuyen
actos de coacción atribuibles a la comunidad jurídica. No significa que, en to-
dos los casos, su ejecución involucre el empleo de la fuerza física. Ello sucede
sólo cuando se opone resistencia a la ejecución (…). 29
��Ibídem.
��Ídem., pp. 46-47.
��Ídem., p. 47.
��Ídem., p. 49.
��Ídem., p. 47.
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También es cierto que el derecho ha sido, “en cuanto orden de la coacción y
conforme a su evolución, un sistema de seguridad y un orden de paz”. Sin embargo, “la
paz del derecho sólo es una paz relativa, no absoluta, puesto que el derecho no excluye
el recurso de la fuerza física (…)”. Por tanto, “no podría designarse el asegurar la paz,
la pacificación de la comunidad jurídica, como el valor esencial a todos los órdenes
jurídicos, como el “mínimo moral” común a todo derecho”.32
La concepción kelseniana, en consecuencia, rechaza cualquier definición del
derecho “que no lo determine como un orden coactivo. Sobre todo, porque sólo adop-
tando el momento coactivo como elemento del concepto de derecho se distingue a éste
de otros sistemas sociales”33.
En particular, “el derecho sólo puede ser distinguido esencialmente de la moral
cuando es concebido (…) como un orden coactivo (…) mientras que la moral es un or-
den social que no estatuye sanciones de este tipo; sus sanciones se reducen a la aproba-
ción de la conducta conforme a la norma; y a la desaprobación de la conducta contraria
a la norma, sin que en modo alguno entre en ello el empleo de la fuerza física”34.
En el intento de establecer la delgada línea que separa el derecho de la moral,
Kelsen analizó las posturas jusnaturalistas que conciben como característica esencial
del derecho su moralidad, su justeza. En particular, cuestionó la teoría de uno de sus
mayores exponentes, San Agustín de Hipona. El blanco fue uno de los pasajes más
célebres de Civitas Dei, donde el Aquinate había expresado:
¿Qué son los reinos sin justicia sino grandes bandas de ladrones? ¿No son
acaso las bandas de ladrones sino pequeños reinos?” (…) “el derecho no
pude darse donde no hay la verdadera justicia. Lo que se produce conforme
a derecho, efectivamente se cumple justamente – lo que en cambio se hace
injustamente, no puede cumplirse según el derecho. Pero ¿qué es la justicia?
Justicia es la virtud que atribuye a cada uno lo suyo. (…)35.
��Ídem., p. 76.
41 Básicamente: el derecho prescribe la conducta externa del sujeto, mientras que la moral
determina su conducta interna.
42 Ídem., pp. 78 y ss.
43 Ídem., p. 79.
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Bajo este silogismo, el normativismo kelseniano incorporó la idea de bien al
derecho por el hecho de ser norma. Es, si se quiere, una superación del viejo postulado
juspositivista bajo el cual todo derecho es justo por el simple hecho de ser positivo.
Aunque, en nuestra apreciación, lo que realmente la TPD modifica es la coraza del
planteo bajo un esquema formalista, más no necesariamente su contenido. Resulta difí-
cil no identificar con un criterio ideológico la lógica formal que termina por sostener
que los conforme a derecho es bueno, por ser el derecho norma.
Pero, cuando se comprendía por “ideología” todo lo que “no sea realidad natu-
ral, sino una exposición no objetiva, transfiguradora o desfiguradora de ese objeto,
influida por juicios de valor subjetivos que ocultan el objeto del conocimiento; (…)
incluyendo el de la ciencia jurídica, entonces también la exposición del derecho positivo
debe mantenerse libre de ideología”48. Bajo esa tesitura, enfatiza:
(…) la teoría pura del derecho exhibe una expresa tendencia antideológica.
Mantiene esa orientación en cuanto en su exposición del derecho positivo,
mantiene a este libre de toda mezcla con un derecho “ideal” o “justo” (…).
Sobre todo rehúsa ponerse al servicio de cualquier interés político, proveyé-
ndolo de la “ideología” mediante la cual se legitime, o se descalifique, el or-
den social existente. (…) Justamente por esta tendencia suya antideológica,
la teoría pura del derecho se muestra como verdadera ciencia jurídica. Puesto
que la ciencia como conocimiento tiene la tendencia inmanente a desencubrir
su objeto.49
6. Conclusión
En este titánico esfuerzo por enmarcar los límites del conocimiento jurídico es innega-
ble el valor crítico de la TPD. Sin embargo, la crítica kelseniana fue presa del esquema
47 Ídem., p. 120.
48 Ídem., p.121.
49 Ídem., p. 121 y ss.
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formalista, donde los condicionamientos históricos de la ciencia del derecho y de los
sujetos que la producen quedaban excluidos.
En este modelo de ciencia jurídica, “el jurista científico, que describe el derecho,
no se identifica, con la autoridad jurídica que instaura la norma de derecho” y tam-
poco se “identifica con ningún valor jurídico, ni siquiera con él por él descrito”. Los
enunciados jurídicos que ellos formulan son, “como las leyes naturales de las ciencias
naturales, una descripción axiológicamente adiáfora de su objeto. Es decir, esa descrip-
ción se cumple sin referencia a ningún valor metajurídico, y sin ninguna aprobación o
desaprobación emotiva”.50
El papel neutral del jurista en la descripción del derecho positivo, que sustentaba
la TPD, ignoró lo que Marx había advertido casi un siglo atrás en La ideología alemana, al
adentrarse en el estudio del sujeto: “son los individuos reales, su acción y sus condicio-
nantes materiales de vida, tanto aquellas con que se han encontrado ya hechas, como
las engendradas por su propia acción”51.
Bajo este prisma la ciencia jurídica debe concebirse como un producto histórico.
El cientista del derecho al examinar el sistema normativo está condicionado por sus cir-
cunstancias históricas particulares; por los valores de su comunidad científica, su propia
condición de clase social y la ideología del sistema jurídico-político que pretende descri-
bir. Estos límites de carácter histórico, imposibilitan la existencia de un conocimiento
puro y neutral en el campo sociojurídico.
Los principios universales y abstractos postulados por la ciencia normativista
terminaron por enmascarar realidades políticas, económicas y culturales concretas. “En
la sociedad explotadora la doctrina kelseniana devino un blando comodín para ejercer
el derecho –todos, abogados, jueces, fiscales– sin sentirse maculados por sus injusticias
notables (…) porque todo eso era metajurídico. Esas responsabilidades y cuentas se
pasaban a los políticos, los economistas y los filósofos”52.
El jusfilósofo soviético Evgeny B. Pasukanis53, crítico sistemático del norma-
tivismo kelseniano, demostró la falacia –por reducción al absurdo– de la pretendida
pureza del modelo normativista. Si la norma era considerada el elemento primario
de todas las relaciones jurídicas, entonces –antes de buscar cualquier superestructura
jurídica– debía presuponerse la presencia de una autoridad política que estableciera la
5049 Cfr., pp. 81, 94.
51 Marx, Carlos y Engels, Federico, Obras Escogidas, Tomo 1, en Acanda, Jorge Luis y Espeja,
Jesús, Modernidad, Ateísmo y Religión, Convento de San Juan de Letrán, La Habana, 2004, p. 156.
52 Peláez Padilla, Jorge, “Derecho, ciencia del Derecho y cambio social”, en Panorama de la
Ciencia del Derecho en Cuba. Estudios en homenaje al profesor. Dr. C. Julio Fernández Bulté, Universidad
de la Habana-Lleonard Muntaner, Palma Mallorca, 2009.
53 Contemporáneo de Kelsen, es considerado el primer iusfilósofo que desde posiciones mar-
xistas combatió el normativismo kelseneano con mucha efectividad teórica.
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norma. De lo que se concluía que la superestructura jurídica es una consecuencia de la
superestructura política.54
Otras expresiones ideológicas del positivismo jurídico se trasladaron al ámbito
de la enseñanza jurídica, donde fieles al normativismo se imparte ramplona legislación
y un derecho, entendido como un conjunto doctrinal, teórico, trascendente y por ello
únicamente científico, terminando por desvirtuar su contenido ético-político.55 Del
lado de la práctica jurídica ha ocurrido un fenómeno similar; quizás el caso más rep-
resentativo lo constituye la actividad judicial en el que el juez “racional” aplica simple-
mente un silogismo normativo al caso en cuestión sin tomar en cuenta el contexto
social y su propia ideología.56
El normativismo a la postre ha sido el modelo hegemónico de la modernidad
jurídica, que derivó en un conocimiento y una aplicación mecanicista del derecho de-
sprovistos de valores.
Sin embargo, por otra parte, considero que no debemos incurrir en el error
demeritar los alcances de la TPD con cuestionamientos simplistas. Éste extraordinario
trabajo fue un ejercicio riguroso por afirmar el carácter científico del conocimiento
jurídico frente a cualquier contaminación externa. Una crítica seria al modelo norma-
tivista debe estar a la misma altura con la que Kelsen se dedicó a objetar el carácter
ideológico de la ciencia jurídica. En este sentido, queda un largo camino por andar para
las perspectivas críticas del Derecho que a veces se conforman con lanzar piedras al
genio kelseniano sin el suficiente fundamento.
Bibliografía
Acanda, Jorge Luis y Espeja, Jesús, Modernidad, Ateísmo y Religión, Convento de San Juan
de Letrán, La Habana, 2004.
Atienza, Manuel, Introducción al Derecho, Fontamara, México, 2003.
Fernández Bulté, Julio, Filosofía del Derecho, Félix Varela, La Habana, 2005.
Kelsen, Hans, Teoría Pura del Derecho, (Trad. Roberto J. Vernengo), Universidad Nacio-
nal Autónoma de México, México, 1982.
Matilla, Andry (Coord.), Panorama de la Ciencia del Derecho en Cuba. Estudios en homenaje al
profesor. Dr. C. Julio Fernández Bulté, Coedición, Universidad de la Habana-Lleo-
nard Muntaner, Palma Mallorca, 2009.
54 Pasukanis, Evgeny B., “Teoría general de Derecho y Marxismo”, en Fernández Bulté, Filo-
sofía del Derecho, Felix Varela, La Habana, 2005., p. 283.
55 Fernández Bulté, Julio, Filosofía del Derecho, ob.cit., p. 193.
56 El modelo silogístico en el campo judicial fue duramente criticado por la Revuelta contra
el formalismo, particularmente, por el Realismo norteamericano (Juez Holmes) y la Jurisprudencia de
intereses (Ihering II)
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