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Capicúa
Números de Lychrel
Hay un algoritmo súper sencillo para fabricar números capicúas: tomamos un Conjetura de Sara
número y le sumamos el resultado de invertir sus dígitos, por ejemplo:
Curiosidades
75 + 57 = 132 Imágenes
Enlaces
Y ahora lo hacemos otra vez:
196, 295, 394, 493, 592, 689, 691, 788, 790, 879, 887, 978, 986, 1495,
1497, 1585, 1587, 1675, 1677, 1765, 1767, 1855, 1857, 1945, 1947, 1997,
2494, 2496, 2584, 2586, 2674, 2676, 2764, 2766, 2854, 2856, 2944,
2946, 2996, 3493, 3495, 3583, 3585, 3673, 3675...
El algoritmo para fabricar números capicúas es súper simple, sólo hace falta
dar vuelta el número y sumar. Pero por algún motivo hay algunos números
naturales que se resisten a dar un resultado. Es como si en la naturaleza
misma de los números se escondieran estos pequeños secretos para ser
desvelados poco a poco, pero que siempre estuvieron allí, no es cuestión de
tener una máquina de última tecnología para medir algo como pasa con otras
disciplinas.
¿El algoritmo se queda en un bucle infinito con el 196 y nunca para o es que
simplemente nuestro supercomputadores aún no son lo suficientemente
potentes como para encontrar dicho número debido a que se encuentra en
una iteración demasiado alta para ellos?