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DELITOS IMPRUDENTES E IMPUTACIÓN OBJETIVA.

I. Excurso Introductorio:

Actualmente, en un contexto de posmodernidad, que se encuentra


caracterizado por la relatividad de los conceptos – en lenguaje
común – por el todo vale, todo es posible, cuya consecuencia última
es la variabilidad y relatividad de la moral, presentan nuevas
posiciones doctrinarias destinadas a contradecir las posiciones
clásicas que fundan una teoría. Aunado a ello, otra consecuencia de
esta clase de sociedad es la convivencia humana en un marco de
riesgos, que, en sociología se denomina «sociedad del riesgo». La
sociedad, hoy en día, se caracteriza por aceptar conductas que
implican, permanentemente, un riesgo con probabilidad de llegar a
un resultado lesivo; sin embargo, el utilitarismo adoptado en los
últimos tiempos conlleva a que estas conductas riesgosas se acepten
en aras de un beneficio que, a todas luces, es mayor, a los posibles
peligros que resulten de aquellos. La adopción de la fórmula ‘riesgo-
beneficio’ implica que los integrantes de la sociedad adopten una
fórmula positiva de deber, esto es, un «deber objetivo de cuidado»
que radica en un deber jurídico negativo último y que rige no sólo
para el Derecho Penal: «neminem laedere».

Las conductas riesgosas implican, y tienen como correlato, que se


busque reducir al mínimo la probabilidad de riesgo, por ello, la
regulación jurídica preventiva ante estos riesgos es una obligación
para poder convivir en sociedad. Antiguamente, la culpa era tratada
como secundario frente al delito doloso, en ese sentido Delgado
Rodríguez señala que se ha entendido que el desarrollo de la
dogmática penal del tipo imprudente ha tenido una evolución más
lenta que la del tipo doloso de acción, pues ocupaba, respecto de
este último, un lugar claramente secundario, no solo en el aspecto
vinculado a su gravedad y frecuencia de tipificación, sino también
porque era considerado menos importante1. Sin embargo dicha
situación actualmente se ha invertido, captando, el tipo imprudente,
el estudio de la dogmática penal.

1
Rodríguez Delgado, J. El tipo imprudente. Grijley, Lima, 2013, pág. 45.
II. Generalidades:

2.1. La Culpa:

Culpa, en general, significa vulneración a la norma de cuidado.


Según Félix Tasayco, la culpa o imprudencia se define conforme
a las siguientes notas:

a) ausencia de intención;

b) infracción del deber subjetivo (personal) de cuidado, que


incluye el examen sobre la previsibilidad del riesgo y del
resultado (deber de advertir el peligro y de prevenir el
resultado); y,

c) el análisis de la evitabilidad de la producción del resultado si


el sujeto hubiese obrado conforme al deber de cuidado.2

III. Imputación Objetiva y Delito Imprudente. Posición de ROXIN3

3.1. Sobre el deber objetivo de cuidado: el criterio que


normalmente se ha utilizado por la jurisprudencia denominado
deber objetivo de cuidado, debe ser abarcado por la Imputación
Objetiva. Así, según el autor, “tampoco se puede, como ocurre
frecuentemente, separar la lesión del deber de cuidado de la
imputación al resultado, porque los presupuestos de la imputación
son idénticos a aquellos de la lesión del deber de cuidado”4. Más
adelante, sobre los criterios de previsibilidad y evitabilidad,
continúa: “Algo similar ocurre con elementos como la
previsibilidad (o la reconocibilidad). Cuando el resultado no
hubiera sido previsible, o bien habrá faltado (…) la creación de un
peligro jurídicamente relevante, se carecerá de la realización del
peligro creado. Lo correspondiente rige para la evitabilidad”.

3.2. Siendo que ROXIN, establece que es indesligable la lesión


del deber de cuidado y los criterios de imputación objetiva, va a
desarrollar criterios que, cuando se configuran, es posible la
imputar objetivamente las conductas y los resultados en los
delitos imprudentes.

2
Félix Tasayco, G. El delito imprudente en la actividad médica. Grijley, Lima, 2014, pág. 41.
3
Se ha utilizado como referencia el libro de Roxin, C. La Imputación Objetiva en el Derecho Penal.
Girjley, Lima.
444
Ibíd. pág. 190.
3.3. Sobre la creación no permitida del peligro: para
determinar la creación de un peligro no permitido, y determinar la
imprudencia se han desarrollado los siguientes criterios:

3.3.1. Normas jurídicas: Las normas jurídicas que prohíben


un peligro abstracto, han sido creadas por el
legislador que, basándose en la experiencia cotidiana,
ha creído necesario su regulación para evitar posibles
creaciones de peligros. En ese sentido, existirá una
creación de peligro no permitido, dentro del ámbito de
la imprudencia, si y sólo si, se ha infringido o
lesionado una norma que está destinada a evitar un
resultado lesivo (v.gr. las normas de tránsito,
protocolos de actuación regulados por la
Administración, etc.). En ese sentido, “se tendrá que
reconocer que la infracción de normas jurídicas
destinadas a impedir el resultado producido implican
por lo general la creación de un peligro suficiente”.

 Como se puede observar, el criterio de ROXIN,


con respecto a la lesión de normas jurídicas
destinadas a regular ciertas conductas o
actuaciones con la finalidad de evitar riesgos
jurídicos relevantes, es uno prima facie
necesario para la creación del riesgo.

 Entonces, ¿cómo evitar la imputación objetiva


cuando existe una lesión a una norma
jurídica extrapenal? Pues, es necesario recurrir
al criterio de la previsibilidad, entendido este
como un resultado que no ha podido ser
previsible, se haya respetado o no las normas,
por ejemplo, de tránsito

3.3.2. Normas del tráfico: Las normas de tráfico, según


ROXIN, son normas de carácter privado, cuya
génesis se encuentra no en una norma creada por el
legislador, sino que es creada por instituciones
privadas. Sin embargo, la infracción de una norma de
tráfico – en la terminología de ROXIN -, o de una
norma reglamentaria, establecida por un grupo
privado no puede fundamentar necesariamente la
creación de un riesgo permitido. Esta clase de normas
son, por ejemplo, reglas deportivas.
 ¿En qué casos no puede imputarse
objetivamente una conducta a pesar del
apartamento de la norma de tráfico? Una
conducta que se aparte levemente de la norma
de tráfico, según explica ROXIN, citando a
ENGISH, “no podrá aceptar todavía un peligro
desaprobado penalmente”. Lo mismo sucede
cuando a pesar del apartamento de la norma, “la
seguridad es garantizada de otra manera5”.

 Para el establecimiento la existencia de la


creación de un riesgo no permitido, la norma de
tráfico (privada) es únicamente un punto de
apoyo. Ahora bien, ¿Por qué la diferencia entre
una norma jurídica [creada por el legislador] y
una de tráfico [norma creada por privados]? La
respuesta está en que la delimitación del riesgo
permitido, que es de lo que se trata en estas
“normas”, no puede ser realizada por
instituciones privadas vinculadas por intereses
comunes de sus miembros con la misma
autoridad y objetividad que las que posee el
legislador.6

3.4. Sobre la exclusión de un riesgo no permitido en base al


principio de confianza:

3.4.1. En la circulación: En base al principio de confianza,


quien se comporta de forma adecuada, vale decir,
siguiendo las normas del tráfico rodado, puede
esperar o confiar en que el otro conductor también lo
haga. Así, por ejemplo, quien conduce a una
velocidad máxima permitida de 35 km/h no está
obligado a reducir la velocidad, aunque producto de
ello se produzca un accidente con un conductor del
carril contrario que no respeto un semáforo en luz
roja, a pesar del resultado fatal para este último; por
lo tanto la imprudencia se imputa a la víctima, en este
caso.

5
Ibíd. pág. 194.
6
Ibídem.
 ¿En qué casos no es aplicable el principio de
confianza? El comportamiento basado en la
confianza no puede sostenerse cuando del
comportamiento del otro sujeto no puede
esperarse, precisamente, dicha confianza.
Ejemplos:

o Niños pequeños.
o Peatones adultos frágiles
(discapacitados).
o Peatones de avanzada edad.
o Peatones manifiestamente
desorientados.
o Cualquier otro sujeto que, de forma
manifiesta, permitiría inferir que no se
va a regir por las reglas del tráfico.

 Por ejemplo, cuando un conductor “A”, divisa un


grupo de niños de aproximadamente 10 años,
que, al salir del colegio, corren al cruzar la pista.
El conductor “A” no puede esperar a que
aquellos niños se detengan al ver el automóvil. A
pesar de que el conductor siga las nomas
debidas, este tiene el deber de desconfiar de la
conducta imprevisible de los menores. En ese
sentido ROXIN señala que cuando un conductor
se da cuenta de que otro no observa la prioridad
de paso, debe parar y no puede pasar confiando
en su “derecho”7.

3.4.2. En la cooperación con división del trabajo: Es


usual la aplicación del Principio de Confianza en la
práctica médica u alguna otra que involucre una
división del trabajo en la que se presenten
especialidades para una u otra función. Así, el médico
cirujano confía en la labor del anestesista o de la
enfermera de apoyo.

 Casos en los que se excluye este principio:

o Deber de vigilancia: El médico que posee


un especial deber de vigilancia con
respecto a, por ejemplo, un médico
asistente inexperto.

7
Roxin, C. Tratado de Derecho Penal. Parte General. CIVITAS, 6ta ed. 2008, Madrid, pág. 1005.
o ¿Cuándo se excluye el deber especial
de vigilancia y, por lo tanto no es
exigible? Cuando este afecte la parte
personal del trabajo, esto quiere decir
que “la directriz debe ser que incluso al
más competente de los que colaboran
sólo se le pueden imponer tantos deberes
de vigilancia en relación con otros como
pueda cumplir sin peligro de descuidar
su parte personal de trabajo”8.

3.4.3. En casos de delitos dolosos de otros: En principio,


tal como señala ROXIN, se debe confiar que los
demás no cometan delitos dolosos. Si fueran punibles
todas las conductas que dieran oportunidad a un
tercero de cometer algún delito, la vida en sociedad
no sería posible. En ese sentido, quien alcanza o
vende un cuchillo a otro, y este último comete un
homicidio, no podrá imputársele al primero un
homicidio imprudente. Esta es la aplicación del
Principio de Confianza en los delitos dolosos
cometidos por otros.

 La perceptible inclinación al hecho como


criterio de exclusión del Principio de
confianza: El principio de confianza no puede
regir cuando una conducta fomenta la
perceptible inclinación o propensión al hecho
delictivo de un potencial autor doloso. Ello quiere
decir que quien, con su conducta, favorezca a
otro que potencialmente cometería delito doloso,
puede responder por delito imprudente, en caso
no se haya tomado en cuenta el contexto de su
conducta. Por ejemplo, quien alcanza a otro un
cuchillo, en el contexto de una gresca, y este
‘otro’ mata a su contrincante, el primer sujeto
[quien presta el chuchillo], en caso faltare su dolo
homicida, responderá por un delito imprudente.

8
Ibíd. pág. 1006.
 Otro criterio que excluye la imputación
objetiva, pese a la existencia de la
‘perceptible inclinación al hecho’. Un segundo
criterio de exclusión de imputación objetiva en el
delito imprudente es la falta de “fomento o
favorecimiento”. Así, por ejemplo, si “A”
amenaza a “B”, su esposa, de matar a un sujeto
“C”, la esposa “B” puede tomar la decisión de
separarse y no cometer homicidio imprudente,
en caso “A” concretice su amenaza y mate a “C”.
Ello porque, según ROXIN, la conducta de “B” en
ningún momento ha favorecido la comisión
dolosa del hecho delictivo de “A” en tanto que la
conducta de “B” sólo es causal por una
combinación caprichosa de condiciones por
parte del autor doloso9 “A”.

3.5. La exclusión de la imputación objetiva en base a la


“figura-baremo” diferenciada:

3.5.1. Para la determinación de la creación de un peligro, o,


la infracción de un riesgo permitido, es posible tomar
como baremo a un ente abstracto, vale decir, ideal,
que servirá de directriz para valorar la conducta de un
sujeto. Esto quiere decir: uno se pregunta cómo se
habría comportado en la situación concreta una
persona concienzuda y sensata perteneciente al
círculo de personas del autor10. Entonces, si un sujeto
se rige de acuerdo con las reglas comunes que
siguen otros sujetos – siempre – y, que tienen su
misma cualidad o se encuentran dentro de un mismo
contexto, no se podrá atribuírsele la creación de un
riesgo no permitido o la lesión de un riesgo permitido

3.5.2. Dicho baremo puede darse en dos ámbitos de la vida:

o En el ámbito profesional: el criterio de la figura-


baremo es muy utilizado en esta clase de
ámbitos sociales, debido a que comúnmente se
encuentra debidamente delimitado la regla o
reglas bajo las que tendría que actuar un sujeto,
en razón a que cada profesional cuenta con una
regla técnica de comportamiento. Así, por

9
Ibíd. pág 1007.
10
Roxin, C. La Imputación Objetiva en el Derecho Penal. Girjley, Lima, 2014, pág. 204.
ejemplo, en el caso de la práctica médica, esta
se rige por la denominada lex artis, En tanto se
trate, como ocurre mayormente, del ejercicio
lícito de actividades y profesiones, se podrá muy
bien utilizar reglas conocidas en los círculos de
personas correspondientes como punto de vista
guía, aún cuando no estuvieren codificadas
(…).11

o Fuera del ámbito profesional: el baremo


utilizado, fuera de la vida profesional, será la de
un sujeto razonable y responsable. Por ejemplo,
el paciente no puede desconocer las
instrucciones contenidas en el envase de algún
medicamento.

3.6. Criterios que permiten determinar la imprudencia:

3.6.1. El deber de información: cuando el sujeto, que está


en incapacidad para juzgar una conducta y su posible
riesgo de vulneración de un bien jurídico, omite el
deber de informarse, y aún así realiza la conducta
riesgosa, se estaría configurando una imprudencia.
Por ejemplo, cuando el paciente comunica a un
médico que siente “algo en el corazón”, es imprudente
aplicar una anestesia general sin haber ordenado un
examen interno previo”. Aquí rige la máxima: “quien
no supere algo, deberá informarse”.

3.6.2. El deber de omisión: quien por falta de práctica,


alguna insuficiencia corporal, o, no esté preparado
para afrontar una situación que ponga en peligro
bienes jurídicos, deberá omitir la conducta. De lo
contrario se estaría inmerso en la llamada
responsabilidad por asunción. Ejemplo: el médico
que no estuviese en la capacidad de tratar cierta
enfermedad [debido a una insuficiencia en sus
conocimientos, por ejemplo], deberá abstenerse de
hacerlo; caso contrario, se configuración la
imprudencia.

11
Ibíd. pág. 205.
3.7. Otros criterios que permiten determinar la relevancia
jurídico-penal del peligro creado y poder fundamentar la
imputación imprudente:

3.7.1. La relevancia social de la conducta: una conducta


puede ser:
Estas acciones gozan de
reconocimiento social, por lo que es
 Socialmente útil.
aceptado la creación de ‘pequeños
 Socialmente necesaria.
riesgos’. Por ejemplo, la excesiva
 Socialmente común.
velocidad de una ambulancia puede
ser considerada como una conducta
socialmente necesaria, o las lesiones
provocadas en un partido de fútbol
son conductas socialmente
aceptadas y comunes.

 Socialmente inútil: son acciones que no son


aprobadas socialmente y no importan ningún
tipo de beneficio (inclusive pueden existir
conductas comunes, sin embargo,
desaprobadas socialmente). Por ejemplo,
carreras ilegales de autos o motocicletas,
tiroteos por diversión o juegos como ‘la
ruleta rusa’, son conductas que crean
peligros no tolerados socialmente y que
cualquier riesgo mensurable puede llevar a
una punición por imprudencia, si se
producen accidentes12.

IV. Imputación Objetiva y Delito Imprudente. Posición


13
funcionalista :

4.1. A partir de los postulados funcionalistas de JAKOBS, se ha


logrado diferenciar entre Imputación Objetiva de la Acción e
Imputación Objetiva del Resultado. En cuanto al primero los
criterios a evaluar para imputar o no objetivamente la acción son:
a) Riesgo Permitido; b) Confianza Permitida (Principio de
confianza); c) La Posición de Garante; d) Prohibición de Regreso;
e) Concurrencia de Riesgos. Ahora bien, con respecto al
segundo, los criterios a evaluar son: i) Acuerdo; ii) Consentimiento
que excluye el tipo; iii) Actuación a riesgo propio.
12
Roxin, C. Tratado de Derecho Penal. Parte General. CIVITAS, 6ta ed. 2008, Madrid, págs. 1010 y 1011.
13
Se ha utilizado como referencia el libro de Rodríguez Delgado, J. El Tipo Imprudente. Una visión
funcional desde el derecho penal peruano. Grijley, 2da Ed., Lima, 2013.
4.2. Estos criterios expuestos, evidentemente, son aplicables de
forma general para los delitos dolosos; y es que estos delitos
pueden ocasionar disvalores de conducta como de resultado,
quedándose en el plano de la tentativa, en el primer caso. Sin
embargo, ello no ocurre, tal como afirma RODRÍGUEZ
DELGADO, en los delitos imprudentes: “En definitiva, la acción y
el resultado deben ser entendidos como una unidad y la exigencia
del resultado funciona como una garantía de seguridad para los
ciudadanos, pues hasta que la acción imprudente no genera un
resultado lesivo para el bien jurídico objeto de tutela, el Derecho
penal no puede castigar el comportamiento”14.

4.3. Es por ello que acción y resultado, en el delito imprudente


deben concebirse como una unidad, en la medida que el
resultado fundamenta la punibilidad de la acción imprudente y,
por ende, del delito imprudente. En ese sentido, la Imputación
Objetiva es el nexo entre la infracción de la norma de cuidado
(creación de riesgo jurídicamente desaprobado, en la terminología
de Roxin), y, que este riesgo se haya realizado en el resultado
(salvo en casos excepcionales de delitos de peligro). A
continuación se analizarán los criterios configurativos del tipo
objetivo de los delitos imprudentes:

4.4. Sobre la infracción de la norma de cuidado:

4.4.1. Comúnmente se entiende que la conducta de quien


obra dentro de un riesgo permitido no infringe un
deber de cuidado, y viceversa. Por lo tanto, quien
actúa dentro del riesgo permitido no actúa de forma
descuidada. “La norma de cuidado, como una norma
de determinación, busca evitar que se lesionen los
bienes jurídicos objeto de tutela en dichas normas
(…) En ese orden de razonamiento, resulta
indispensable que se reconozca el eminente
contenido normativo del delito imprudente, pues es a
partir de la vulneración de dicha norma que es posible
instaurar una estructura dogmática raciona para su
incorporación al tipo”15.

4.4.2. La norma de cuidado no busca exigir actuar


diligentemente o cuidadosamente en los delitos
imprudentes, sino simplemente prohíbe un actuar

14
Rodríguez Delgado, J. El Tipo Imprudente. Una visión funcional desde el derecho penal peruano.
Grijley, 2da Ed., Lima, 2013, pág. 160.
15
Ibíd. pág. 118.
descuidado, de acuerdo a reglas de técnica o Lex
artis.

4.4.3. RODRÍGUEZ DELGADO, plantea que si bien es


cierto, prima facie, norma de cuidado y riesgo
permitido, son concepto que convergen, existen
supuestos o circunstancias en que no es así.

 Criterio que justifica la lesión de una norma


de cuidado, en un sujeto que actúa dentro del
riesgo permitido: Ello se justifica,
principalmente, por la finalidad que se busca con
la norma de cuidado y el riesgo permitido: la
protección de bienes jurídicos. Así, es permitido
o, se justifica, una lesión de norma de cuidado o
aumento de un riesgo permitido con fines a
salvaguardar el bien jurídico que, precisamente,
buscan los criterios antes señalados. Por
ejemplo: un trabajador que sigue un protocolo de
seguridad para realizar un trabajo de excavación.
Si en algún momento un civil irrumpe en las
instalaciones en las que se está realizando dicha
excavación y, corre peligro de lesión; el
trabajador debe (siempre y cuando pueda
haberlo hecho. Criterio de Evitabilidad) apartarse
del protocolo (en caso este protocolo no prevea
una situación de peligro), caso contrario, si se
sigue el protocolo de seguridad, a pesar de la
alarma de lesión contra el civil, y,
consecuentemente, este sufre lesiones, se le
atribuiría el resultado lesivo al trabajador. Otro
ejemplo que propone el citado autor ut supra es
el de un conductor que, transitando por una
avenida a la velocidad reglamentaria y con la luz
del semáforo dándole pase, si en ese momento
pasa un peatón debe tratar de eludirlo,
invadiendo el carril contrario (transgrediendo una
norma de cuidado), caso contrario, podría
imputársele el resultado. Dicha circunstancia
fundamenta la lesión de una norma de cuidado
en aras de la protección de un bien jurídico.
4.4.4. Diferencias entre norma de cuidado y deber de
cuidado16:

Norma de cuidado Deber de cuidado


Norma penal que incorpora como Integrado por reglas técnicas que se
punible el comportamiento imprudente quebrantan en el caso concreto en
en los diversos tipos penales (ej.: que el autor realiza el comportamiento
prohibición de matar de manera imprudente. No es una norma penal,
imprudente). sino que determina, en el caso
específico, una de las modalidades de
comportamiento correcto para que
este no tenga relevancia jurídico-
penal.

La norma penal está conformada por el deber de cuidado. El límite al riesgo


está estructurado en las normas de cuidado, que a su vez, exigen en el sujeto
un deber de cuidado interno y externo

4.4.5. Respecto del deber de cuidado:

 Deber de cuidado subjetivo o interno: Para su


configuración se exigen dos condiciones:

o Deber de previsión: capacidad del autor


para advertir la existencia de un peligro
material.

o Teoría del riesgo: los riesgos, para saber


que son permitidos y así cumplir con el
deber de previsión que se imputa a todo
ciudadano, deben estar reglamentados,
normados o regulados.

 Deber de cuidado objetivo o externo: el sujeto


debe comportarse adecuadamente (conducta
externa), es decir, en coherencia, con el peligro

16
Toda la información recabada en el cuadro fue extraída de Rodríguez Delgado, J. El Tipo Imprudente.
Una visión funcional desde el derecho penal peruano. Grijley, 2da Ed., Lima, 2013, págs. 127 y 128.
que debía conocer o advertir17. Asimismo, este
deber de cuidado objetivo o externo se
manifiesta en tres deberes: a) deber de omitir
acciones peligrosas; b) deber de información
y preparación previa18; y, c) deber de actuar
prudentemente en situaciones peligrosas.
Este último implica que, frente a situaciones de
riesgo permitido, cuya lesión implica también una
a las norma de cuidado, debe controlarse el
peligro con la intensión de mantenerlo y no
intensificarlo, centrando la atención durante todo
el ejercicio de la actividad riesgosa.

4.4.6. La posición de JAKOBS con respecto a los


deberes de cuidado:

 Niega la existencia de deberes de cuidado como


característica de la imprudencia.

 “No hay más deber que el que surge de la


norma, y sólo este deber se infringe”.19

 El delito de comisión imprudente – para JAKOBS


– no trata de un deber de actuar de forma
cuidadosa, sino que la lógica de las normas de
imprudencia se reducen al omitir actuar de forma
descuidada.

17
Más claro: “La determinación del deber objetivo de cuidado no puede realizarse de forma aislada al
entorno social en el que se desenvuelve el sujeto, por el contrario, debe tomarse en cuenta la relación
espacio-tiempo, pues el deber de cuidado tiene que adaptarse a las diversas situaciones sociales que se
presentan. En mi opinión, el deber objetivo de cuidado es el factor dinámico del tipo imprudente, pues se
ajusta a los cambios sociales, lo que no sucede con la norma de cuidado (prevista en cada tipo penal).
Esto último se ve reforzado si se toma en consideración que el deber objetivo de cuidado suele ser la
medida con la que se puede cuantificar la peligrosidad del comportamiento realizado. En definitiva, el
deber de cuidado externo busca hacer un control planificado de los riesgos en la sociedad, y por ello la
función de las normas extrapenales (en donde se centra el deber de cuidado) es dar pautas de
comportamiento que no son en sí mismas el fundamento del tipo imprudente, sino tan solo un punto de
partida” Asimismo, con respecto a la relevancia penal del cumplimiento u observancia de los deberes
objetivos de cuidado, el autor señala: “ello no es suficiente cuando las peculiaridades de las
circunstancias requieren de un nivel superlativo de cuidado que no suele estar plasmado de forma escrita
(…) En sentido opuesto, es decir, la vulneración de aquello deberes objetivos de cuidado que están
recogidos en reglamento u otras formas normativas escritas, per se no genera una infracción penal”.
[el resaltado es nuestro]. Rodríguez Delgado, J. El Tipo Imprudente. Una visión funcional desde el derecho
penal peruano. Grijley, 2da Ed., Lima, 2013, págs. 133 y 134.
18
Estos dos primeros criterios ya fueron analizados. Véase acápites 3.6.1 y 3.6.2, pág. 8.
19
Jakobs, G. Derecho Penal. Parte General. Fundamentos y teoría de la imputación, 2da Ed., Marcial
Pons, Madrid, 1997, pág. 384.
V. El aspecto subjetivo del delito imprudente.

5.1. El desconocimiento de la materialidad del resultado:

5.1.1. El tipo imprudente se caracteriza por no existir


representación del resultado que posiblemente se
produzca por la realización de una conducta
descuidada, así podemos diferenciar lo siguiente:

o Consciencia de estar realizando la conducta


descuidada: Dicha consciencia puede
contener:

 Con conocimiento del peligro que


entraña la conducta descuidada (culpa
consciente20).

 Sin conocimiento del peligro que entraña


la conducta descuidada (culpa
inconsciente21).

Por lo tanto, se es consciente de la


realización de una conducta descuidada,
pero se puede ser o no consciente de la
peligrosidad de esta.

20
“Lo adecuado es reconocer en la imprudencia consciente un tipo subjetivo, que consiste en la
representación de todas las circunstancias del hecho como un peligro no permitido y en la confianza en
la ausencia de realización del tipo”. Roxin, C. Op. cit. pág. 1022.
21
Para Roxin, en la culpa inconsciente, no se configuraría el tipo subjetivo debido a que “el sujeto no ha
incluido en su representación los elementos y presupuestos del tipo objetivo”. Ibídem. Ahora bien, Roxin
llega a dicha conclusión en mérito a que concibe la creación de un peligro no permitido como una
infracción al deber de cuidado, que forma parte del tipo objetivo. Entonces si no se es consciente del
peligro no permitido, tampoco es respecto de la infracción de la norma de cuidado, por lo tanto, no se
es consciente del tipo objetivo. Por otro lado, RODRÍGUEZ DELGADO, en una concepción diferente
establece que “la inconsciencia (o consciencia del sujeto) no recae sobre la vulneración de la norma de
cuidado, pues ello en caso de inconsciencia implicaría un supuesto de ausencia de comportamiento
humano, sino más bien en el peligro que dicha vulneración generaría (…). La inconsciencia se mide
respecto al peligro del comportamiento del sujeto y no de la concreta vulneración de la norma de
cuidado realizada por dicho sujeto (…)”. Delgado, R. op. cit. págs. 99 y 100.
o ¿Cuándo se es consciente de la realización
de una conducta descuidada típica? La
imputación subjetiva. Pues el conocimiento
del sujeto debe abarcar, necesariamente:

a) “El conocimiento de la efectiva situación;

b) La previsión de su propia conducta y de su


eficacia en la situación;

c) El conocimiento de las reglas de


experiencia y de su aplicación en la
situación concreta”22.

5.1.2. Entonces, dos son los elementos que caracterizan el


aspecto subjetivo del delito imprudente:

o Elemento positivo: conciencia respecto a la


conducta descuidada [en cualquiera de sus dos
modalidades].

o Elemento negativo: no abarcar con la


conciencia el resultado típico

Esto es todo en cuanto tengo que informar.

Trujillo, a los ocho días del mes de Marzo del año 2017.

22
Corcoy Bidasolo, Mirentxu, citado por Rodríguez Delgado, J. op. cit. pág. 105

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