Professional Documents
Culture Documents
31 octubre, 2016
Author: admin
Views: 704
La fiesta de los muertos en la tradición mexicana es una celebración a la propia muerte como
figura. Cada año, de acuerdo con el calendario católico, los días con los que comienza el mes
de noviembre se convierten en un ritual de antecedentes prehispánicos en el que se levantan
altares para honrar a los santos difuntos. Se pone la mesa para recibir la presencia inasible de
quienes ocuparon un lugar en el mundo de los vivos y que ahora toman forma en esencias,
alimentos, bálsamos y elementos que los traen de vuelta.
La mesa puesta es la ofrenda, una práctica extendida desde que en el México prehispánico se
rendía culto a los difuntos con rituales mortuorios destinados a encaminar su alma hacia el
lugar de la muerte que les correspondía: Mictlán o Tlalocan.
La ofrenda es la manifestación de las ideas de los antiguos mexicanos sobre la permanencia de
los lazos que se mantenían con los difuntos, los que no abandonan del todo este plano y
conviven con los vivos. Para los antiguos pueblos indígenas de México, y hasta ahora, la
muerte es vida y trascendencia que se traduce en rituales como las ofrendas de día de
muertos.
La ofrenda comprende una práctica sagrada en la que las dádivas se representan a través del
pan, la sal, la fruta, el agua, el vino y el alimento preferido del difunto. Se pueden enriquecer
según la tradición de la región, comunidad o familia e incluir otros elementos que personalicen
el acto. La ofrenda es, entonces, el reencuentro con un ritual que convoca a la memoria para
dialogar con el recuerdo de los muertos.
Desde otro punto, la ofrenda es la fusión del viejo y el nuevo mundo que permitió la
integración cultural de las costumbres europeas (flores, veladoras) y las tradiciones indígenas
(copal, flor de cempasúchil y elementos naturales).
Entre los elementos imprescindibles que debe contener una ofrenda están:
El agua. Fuente de vida. Después del recorrido que han transitado las ánimas, se ofrece el
líquido para mitigar su sed y fortalecer su regreso.
Velas/veladoras. Las velas simbolizan la luz que guía a las ánimas en su visita y de vuelta a su
morada. La flama simboliza la luz, la fe y la esperanza; en el México antiguo se utilizaban rajas
de ocote, las que se intercambiaron por veladoras o cirios. En la tradición indígena cada vela
representa a un difunto, y su color dependerá de la condición de la familia: los cirios morados
son señal de duelo.
Copal e incienso. El copal es para los indígenas lo que el incienso para los españoles. Con la
fragancia que despiden, se cree, se limpia el lugar de la ofrenda de los malos espíritus para que
el alma pueda entrar sin ningún riesgo.
Las flores. La flor representativa de la festividad es la de cempasúchil. En el pasado se creía
que esta flor tenía propiedades curativas, sin embargo ahora sólo se utiliza para adornar y
aromatizar, algunas veces se deshoja para hacer caminos de pétalos que guíen al difunto del
cementerio a la ofrenda, y de regreso.
<img
class="wp-image-1155 size-full" src="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/elementos-en-la-ofrenda.png" alt="Elementos de una Ofrenda"
width="882" height="660" srcset="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/elementos-en-la-ofrenda.png 882w,
http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-content/uploads/2016/10/elementos-en-la-
ofrenda-300x224.png 300w, http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/elementos-en-la-ofrenda-768x575.png 768w" sizes="(max-width:
882px) 100vw, 882px" />Elementos de una Ofrenda
Otros elementos:
El petate. Se coloca ya sea para que las ánimas descansen o sobre la mesa para colocar los
elementos de la ofrenda.
El pan. Uno de los elementos indispensables del altar es el pan, símbolo de fraternidad
reconocido como “el cuerpo de Cristo”.
<img class="wp-image-1153 size-full" src="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/pandemuerto.jpeg" alt="Pan de Muerto" width="1024"
height="768" srcset="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/pandemuerto.jpeg 1024w,
http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-content/uploads/2016/10/pandemuerto-
300x225.jpeg 300w, http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/pandemuerto-768x576.jpeg 768w" sizes="(max-width: 1024px)
100vw, 1024px" />Pan de Muerto
Un retrato. Se cree que la imagen debe permanecer escondida para que sólo pueda verse con
un espejo, una manera de explicar que el difunto está pero ya no existe.
El mole, las calaveras de azúcar, el licor, una cruz de ceniza y papel picado se colocan para que
con sus aromas, colores y recuerdos se complete la mesa y escenografía en cada hogar.
<img class="wp-image-1154 size-full" src="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/papel-picado.jpeg" alt="Papel Picado" width="630" height="320"
srcset="http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-content/uploads/2016/10/papel-
picado.jpeg 630w, http://www.mediatecaguerrero.gob.mx/wp-
content/uploads/2016/10/papel-picado-300x152.jpeg 300w" sizes="(max-width: 630px)
100vw, 630px" />Papel Picado
La diversidad y multiculturalidad que inunda el país hace que cada región lleve a cabo una
práctica particular para celebrar a los muertos. Estas son algunas de las características en las
ofrendas más populares de los estados de la República:
Para los hñahñus la muerte es la continuación de la vida a una mejor etapa, así, para los
habitantes originarios del Valle de Mezquital, zona semidesértica de Hidalgo, los difuntos
tienen la obligación de visitar a sus familias en noviembre para convivir con ellos y prolongar
su presencia.
La región me’phaa (tlapaneca) es uno de los sitios con mayor pobreza en el país. Se ubica entre
la Sierra Madre Sur y la costa de Guerrero. Los preparativos de Día de muertos comienzan 15
días antes de los días grandes. Reciben a los difuntos niños, el 1º de noviembre,
principalmente con frutas y golosinas, y el día 2 visitan las tumbas de los adultos para realizar
ahí la ofrenda.
Los nahuas son el pueblo indígena más grande de México; representan el 40 por ciento de la
población indígena del estado de Guerrero.
La celebración para los muertos inicia un mes antes con las oraciones y repiques de campanas
durante la madrugada en la iglesia central y capillas aledañas, con los que veneran la imagen
de las ánimas.
A diferencia de la tradición, el 31 de octubre se recibe a las almas de los niños con un altar
adornado con flores, dulces, calabaza en dulce y figuras de angelitos. El 1º de noviembre está
dedicado a los difuntos grandes, mientras que el día 2 se visitan las tumbas en el panteón
donde se llevan a cabo rezos.
Los purépechas acostumbran a realizar un novenario a los difuntos que cumplen el primer año
de fallecidos, éste inicia una semana antes de la celebración de muertos. Dos días previos a
concluir el novenario sacrifican un cerdo para preparar la carne con la que cocinarán un pozole
que se ofrecerá el noveno día. El último día de rezos acuden los padrinos de bautizo del
difunto, quienes llegan con un arco de carrizo adornado con flores de cempasúchil y de
terciopelo.
En la casa del difunto se finaliza el novenario entre rezos y la colocación de la ofrenda, después
de comer pozole, los invitados llevan el arco al panteón. Ahí se lleva a cabo una velación hasta
el amanecer. La ofrenda en casa del difunto permanece durante dos días más después del 2 de
noviembre; el arco se queda en el panteón pero se le desprenden las frutas para colocarlas de
vuelta en la ofrenda.
Para los totonacas la ofrenda es el mundo que contiene a la Tierra, las flores aromatizan el
ambiente, el agua simboliza la propia tierra y se coloca abajo y sobre el altar. El cielo está
representado con hojas de tepejilote; las estrellas y el sol con hojas de palma de coyol. Para
este pueblo el altar está formado por cuatro universos habitados por los que se han ido e
iluminados por un sol.
Los zapotecos son el pueblo indígena más numeroso de Oaxaca. En Yalálag la tradición dicta
visitar el panteón días antes de la celebración del Día de muertos; al lugar acude toda la familia
para limpiar la tumba e invitar a los muertos a que regresen al pueblo en la fecha indicada.
La ofrenda se coloca entre el 30 y 31 de octubre y se compone de caña, flor amarilla, pan con
forma humana, mezcal con gusano y tamales de frijol envueltos en hoja de maíz. El 1º y 2 de
noviembre se recibe a los niños y a los antepasados, respectivamente. Los días 3 y 4 de
noviembre se acompaña a los muertos de vuelta al panteón y se les ofrece una disculpa si
hubo una mala atención.
Durante todo el mes de octubre se realizan “Kontis” (procesiones) cada lunes hasta el día 31. El
1º de noviembre se recibe a las ánimas adultas con sus mejores alimentos y el día 2 se llevan a
cabo danzas de los matachines, procesiones, cantos y oraciones en las iglesias y cementerios
del pueblo.
En muchos lugares de México se acostumbra levantar ofrendas de siete, tres o dos niveles,
cada uno con un significado diferente. Se dice que éstos dependen del número de ofrendas
que se le han dedicado al occiso. Otras versiones afirman que cada nivel simboliza algo
distinto; por ejemplo, el primero (en algunos casos un primer escalón y en otros el piso) lleva
elementos referentes a la tierra como frutos o un petate, mientras que en el último se coloca
el retrato del difunto para simbolizar el lugar donde se encuentra: el cielo. Los niveles se
pueden realizar con cajas resistentes, mesas, tablas, entre otros materiales.