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Un cine que utiliza con inteligencia, códigos audiovisuales de la cultura popular, en este caso la

publicidad y su influencia en un momento clave de la historia chilena reciente, para


desmenuzarlos y proponerlos como certera metáfora de un país fracturado.

No, la película sobre la campaña publicitaria del plebiscito de 1988, que provocó el fin de la
dictadura de Pinochet, es una cinta que desde la confrontación entre los dos polos sociales y
políticos del país, el del sí y el del no, representa con naturalidad una alegoría del Chile de ayer

No cuenta la historia de René Saavedra (Gael García Bernal), un publicista exitoso que ha
vuelto a Chile en la previa del plebiscito y que trabaja haciendo spots publicitarios para
televisión junto a su "socio", Luis Guzmán (Alfredo Castro). Las presiones internacionales han
obligado a Pinochet a llamar a un plebiscito nacional, conforme a lo establecido en la
Constitución Política de 1980, en el que los votantes deben elegir entre la opción "Sí",
extendiendo el régimen pinochetista por 8 años más; y la opción "No", generando elecciones
democráticas presidenciales y parlamentarias, para poner fin a la dictadura. José Tomás
Urrutia (Luis Gnecco), un viejo amigo de Saavedra, lo convence para que lidere la campaña
publicitaria del "No".

Aún cuando creen que no tienen posibilidades de ganar, ya que suponen que el plebiscito
estará arreglado, el objetivo es sacar la voz de los que han estado callados durante 15 años de
dictadura. Toman los riesgos y sumando a Fernando (Néstor Cantillana) se enfrentarán a la
campaña publicitaria del "Sí" que, liderada por un argentino, no convencerá a la junta militar
por lo que la responsabilidad caerá en el personaje del Alfredo Castro. Tenemos así una pugna
publicitaria entre dos grupos, que será la base de una trama en que se mezclarán el miedo, la
violencia, el suspenso y una especial comicidad.

La película irá paulatinamente mostrando el proceso de creación de la campaña del "No",


pasando por la elaboración de sus canciones, sus contenidos, sus conceptos y sus
personajes. Larraín crea una estructura narrativa con exquisitas intervenciones
metadiegéticas, en que tendremos a los propios participantes del plebiscito de 1988 (Patricio
Aylwin y Patricio Bañados, entre otros) unificados en escenas de ficción y extractos de la
campaña publicitaria original, a través del montaje. Este tipo de actos resultan atractivos para
el espectador. Llaman la atención y entregan frescura al relato, potenciando la idea de
reconstrucción escénica de la campaña.

Con estas intervenciones, la cinta se conecta de manera emotiva con aquella generación que
fue parte de este acontecimiento, del mismo modo que logra transmitir la sensación de hazaña
comunicacional, a generaciones posteriores. El filme invita al descubrimiento de personajes
participantes de ambas campañas, fusionando el material de archivo documental de las
tandas, con el material creado a partir de ellas.
Uno de los aspectos mejor logrados y más relevantes de No, es el montaje de Andrea Chignoli.
Evitando la conjunción facilista de las escenas, sobre todo en la primera parte del filme, se
complejizan las conexiones de las secuencias, a través de cortes bruscos que, pulcramente,
mantienen una linealidad de los diálogos, aún cuando los personajes transiten por espacios y
tiempos distintos

Sin embargo, la película maneja muy bien esta dualidad, de requerir concentración del
espectador en una primera etapa, para luego invitarlo a pensar.

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