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Digitalizado por la Biblioteca Luis Ángel Arango del Banco de la República, Colombia.
la Popa, Torices, Lo Amador, Manga y materiales tomados del entorno: tie- descansar, dormir, cocinar, comer, es-
Amberes e n Cartagena, Barrack en rras, arcillas, piedras, guaduas, chus- tar, departir. Los corredores en oca-
San Andrés, San Judas y Berlín en Pe- ques, maderas, ramas y hojas, conver- siones frontales o perimetrales, siem-
reira, Las Delicias en Riohac4a y Sao tidas luego en tierra apisonada, tapias pre con sus variados barandaJes, como
Joaquín en Bogotá, Distrito Capital. pisadas, adobes, bahareques, sopor- en las casas situadas en medio de los
Este trabajo de investigación y vi- tes estructurales, cubiertas de paja o cafetales o las habitaciones individua-
sualización es además una síntesis y palmiche y en ocasiones tejas de ba- les o compartidas, espacios a veces se-
una .lección a la persistencia del autor, rro, y las urbanas ya construidas con parados tan solo por muros de papel o
al continuado estudio y seria observa- materiales industriales: ladrillos, .h ie- de tela.
ci6n del tema de la vivienda rural y rro y cemento, vidrio y plástico, zinc Este nuevo trabajo de Alberto Sal-
urbana popuJares, a su paciente regis- y tejas cocidas, casas, como expresa darriaga Roa es un gran homenaje vi-
tro fotográfico desde 1975 hasta 2004, el investigador, a veces semejantes sual a la casa popular colombiana. Es
resultado de numerosos viajes no so- a sus vecinas, a veces diferentes, con una guía, insisto, didáctica para descu-
lo a las cabeceras municipales, sino a sus fachadas ordenadas o desordena- brirla o redescubrirla y encontrar en
distantes corregimientos corno los de das, sencillas y sobrias o abigarradas y ella la imagen cultural de quienes las
Camarones, DibuJla, El Molino y el festivas que enriquecen el patrimonio edificaron y de quienes las habitan.
Cabo de la Vela en la Guajira; Bocas material de la nación con su rica y co- Casas que, c<:>mo decía el gran poe-
de Aracataca, Tasajeras y Buenavis- lorida arquitectura. ta peruano César VaUejo, vienen al
ta en el Magdalena; Arabia en Risa- mundo no cuando las acaban de edi-
ralda o inspecciones de poJjcfa como ficar, sino cuando empiezan a habi-
Carrizal en la Guajira, Berlín en San- tarlas. Un álbum de la memoria en el
tander, Pantano de Vargas en Boyacá, que, desafortunadamente, muchas de
La Mariela en el Quindío, La Loma y las presentadas en el libro, a la fecha,
San Luis en San Andrés y Providen- ya han desaparecido.
cia, caseríos y lugares como Mayapo
y Cucurumaná, también en la Guajira. Luis Fernando Carrasco Zaldúa
Las imágenes que acompañan la
publicación, junto con los cortos tex-
tos que a propósito el autor repite
-hasta tres veces- para enfatizar Jo di-
Textos de una
cho en concordancia con las imágenes
que discurren a lo largo de nueve ca- expOSICIOR
. .,
pítulos de sugestivos títuJos: "Entre la
tierra y el cielo''; "Entretejidas"; "De Nosotros~ vosotros~ ellos:
cara frente al mundo"; "Se permite Al mismo tiempo, Saldarriaga utili- memoria del arte en Medellín
pasar"; "Ojos para ver el mundo" ; "La za en sus textos un interesante parale- durante los años setenta
piel, texturas y colores"; "Umbrales"; lo entre la fisonomía humana y la ar- FÉLIX ÁNGEL
''Mundos interiores" y "Los habitan- quitectura para presentar de manera Tcagaluz Editores, Medellín,
tes del mundo''. Capítulos en los que pedagógica, didáctica, el rostro de esta 2008, 300 págs., il,
Saldarriaga Roa enseña distintos as- vivienda popular, no solo el exterior,
pectos de esta wvieoda popular, tan- sino también sus espacios interiores. COMO BIEN afirma Álvat0 Tirado
to de las casas rurales, unidades in- Así la cara de la casa es la fachada con Mejfa, prologuista del libro Noso-
dividuales solitarias o agrupadas en su piel de colores, texturas, recubri- tros, vosotros, ellos: memoria del arte
medio de la tierra, del desierto o del mientos y revestimientos, detalles y en Medellín durante los años setenta,
agua,,como si brotaran del paisaje, co- aperturas. La puerta es la boca, un pla- en medio de una· centuria rep1'e ta de
mo también de las casas urbanas, las no que se abre y se cierra, un lugar que grandes acontecimientos y mutacio-
cuales, una tras otra, forman cuadras, da a.c ceso a la vivienda. Las ventanas nes, quizá fuera el deceni0 de los-.se-
manzanasj pueblos o la periferia de son los ojos para mirar el mundo, pero senta el que de mejor manera y con
los centros urbanos más grandes. Ca- también lo son para oír, escuchar el mayor intensidad sintetizara ese espí-
sas campesinas que surgen en e l pai- ruido del viento entre los árooles o al ritu transformador y revolucionario
saje del minifundio nariñense o cun- aturdidor ruido urbano, además para que caracterizara al siglo XX.
diboyacense o en hilera en medio de dejar pasar el aire como pulmones. El decenio de los años sesenta fue
la exuberante vegetación en Quimba- Los techos o cubiertas que las cubren posiblemente el más interesante de
ya (Quindío) y, en general, en el Viejo con sus prolongaciones, los aleros, todo el siglo xx por lo que implicó
Caldas o integrando conjuntos palafí- protegen de la lluvia y del sol a Jílane- en el cambjo de las costll111bres, las
ticos en las ciénagas magdalenenses y ra de sombreros o viseras, así a<:>mo·las visiones sobre la sociedad y el poder,
a orillas del mar en Thmaco o ranche- rejas a estos ojos-ventanas. Casa aden- la irrupción masiva.de la juventud en
rias en el desierto guajiro. tro vienen los umbrales y los mund0s formas distintas ·de ví'¿ja, la conquista
Viviendas cuyas in1ágenes nos per- interiores. Los espacios para vivir, los del esp.acia, el avance· en lo.s medios
m_iten ver que fueron construidas con espacios privados de la vida cotidiana: de eomunicación, que c<imvirtieron ál
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