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Es el sonido de nuestra esencia que se oye

cuando nos atrevemos a aceptar nuestras


voces interiores.
Por: Eduardo Chaktoura

Cerremos los ojos por un momento. Intentemos hacer silencio y,


evitando la lluvia de preocupaciones o ideas recurrentes, animémonos
a sintonizar con esa letra y música que llevamos dentro.

¿Qué suena por ahí? No insistan, intenten escuchar. Si hoy no es


posible, tal vez mañana.

Cada vez que puedo, comparto la frase de la autora rusa Sofía


Prokofieva, que heredé de un amigo en un momento crucial para mí:
"Todo ser humano tiene en su interior, en su alma, un sonido bajito, su
nota, que es la singularidad de su ser, su esencia. Si el sonido de sus
actos no coincide con esa nota, esa persona no puede ser feliz".

¿Qué suena ahí dentro? ¿Suena bien? ¿A tu agrado? ¿Estás


escuchando? Tal vez mañana.

Podríamos decir que, tal como sugiere Prokofieva, perder el registro


de nuestra nota interior sería algo así como poner en riesgo nuestra
espiritualidad, el sentido, la armonía existencial.

Son muchos los factores o situaciones que ponen en riesgo el equilibrio


de cada una de las partes que constituyen nuestra más auténtica y
sentida identidad. Probablemente, la armonía comience a sonar cuando
nos atrevamos a aceptar, pese a todo, nuestras voces interiores, su
historia, sentido de realidad y contexto.

¿Podemos hacernos cargo de nuestra música? Tal vez mañana.

Antes de continuar, para poder escucharnos con armoniosa fidelidad,


es fundamental evitar los juicios y prejuicios de la crítica. Si bien
somos parte de un coro, no tiene mejor oído quien vive escuchando o
baila al ritmo de cajitas musicales ajenas.

¿Qué suena a tu alrededor? ¿Solemos registrar la música ambiental o


ya es pura costumbre?
Hasta la naturaleza en sí misma está en riesgo frente a cualquier
posible desbande. Pero siempre está dispuesta a recobrar esa
homeostasis, la armonía natural.

Armonía es tener la capacidad de organizar los acordes, combinar las


dos o más notas que suenan simultáneamente. Por naturaleza tenemos
esa capacidad de componer, de hacer ajustes o producir nuevas y
mejores partituras.

Armonía es lograr la relajación, la calma, el silencio suficiente y


necesario para registrar qué suena ahí dentro y qué nos gustaría
escuchar.

Armonía es alejarnos de la violencia, de los silencios que siempre son


silencios, de aquello que no queremos o sería saludable no escuchar
más.

Armonía provoca la posibilidad que tenemos todo el tiempo de hacer


ajustes o componer nuevas melodías.

Armonía es saber que tenemos todas las posibilidades de alcanzar la


paz interior. Tal vez mañana, si es que hoy nos hemos animado a
destaparnos un poco más los oídos.

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